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NUESTRA CIENCIA Catástrofes y Situaciones Psicosociales de Emergencia y Crisis Revista Científica del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba

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Nuestra Ciencia. Catástrofes y Situaciones Psicosociales de Emergencia y Crisis Revista Científica del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba Correo: cppc@cppc.org.ar Tels/Fax: (0351) 4222703 / 4259367 / 4243886 Dirección del Colegio: Ovidio Lagos 163. Bº General Paz Registro de Propiedad Intelectual ISSN Nº 18524613 (Derechos reservados © Copyright, Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba)

Segunda revista con referato año 2015 – Nº16 Comité Editorial Lic. Baldo, María Esther M.P 1684 M.E 389 Lic. Berra, Cecilia Emma M.P 895 M.E 458 Lic. Campanille, Alejandra M.P 2323 M.E 497 Lic. Caparroz, Antonia M.P 697 M.E 376 Lic. Dichiachio, Oneglia M.P 393 M.E 247 Lic. Lopez, Adriana M.P 1668 M.E 419 Lic Puente de Camaño, Olga M.P 471 M.E 053 Lic. Valenzuela, Héctor Ricardo M.P 6067 Lic. Scorza, Diana M.P 948 M.E 487 Junta Ejecutiva Presidente: Cáceres, Jorge Edgardo M.P 3127 Sec. General: Treber, Gabriela Liliana M.P 1572 Tesorería: Mamani, Isabel Cristina M.P 1553 Sec. Gremial: Nahum, Elizabeth Noemí M.P 183 Sec. Científica: Campanille, Alejandra M.P 2323 M.E 497 Sec. De Obra Social: Moreno, Martha Lucrecia M.P 254 Sec. De Prensa: Valenzuela, Hector Ricardo M.P 6067 Sec. De Interior: Vargas, Juan Pablo M.P 3897 Sec. De Acción Social: Galan, Nora Beatriz M.P 1098 4


MÁXIMO LAURA Máximo Laura, maestro tejedor, es internacionalmente reconocido como una de los más preeminentes artistas textiles de Sudamérica. Consultor, diseñador y conferencista de Arte y diseño textil Andino Contemporáneo. El Maestro Laura fue reconocido como “Tesoro Humano Viviente de la Nación” por el Gobierno del Perú en el 2010. “Cada tapiz de Máximo Laura se encuentra impregnado de una magia ancestral evocativa de las culturas precolombinas, tanto en sus técnicas, iconografía y colores. Sin embargo, en la obra de Laura -- un proceso creativo basado en la investigación, el estudio de las técnicas de tejido y sus aplicaciones -- busca ubicarse dentro del universo de la textilería contemporánea”.

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SUMARIO Liminares ........................................................................................................

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Editorial ...........................................................................................................

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Un febrero Virginia Aliaga ................................................................................................

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Sobre magia y encuentros: política y afecto en la intervención en catástrofes Diego Benegas Loyo .......................................................................................

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Los cuerpos de las mujeres como campo de batalla en las Guerras del Congo Ticiana Palumbo .............................................................................................

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La reparación integral a las víctimas de delitos de lesa humanidad. Una mirada trans-jurídica frente al daño imprescriptible Fabiana Rousseaux .........................................................................................

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Intervención psico-social en catástrofes y desastres. Ética y política de la intervención Eduardo Viera .................................................................................................

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Catástrofes Sociales: Promoción del pasaje de la vulnerabilidad al desarrollo resiliente María Teresa Ravagnan .................................................................................

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Emergencias y Desastres -Gestión Psicosocial del Riesgo Oscar Santini ...................................................................................................

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Los riesgos de vivir con riesgos. Impacto subjetivo de las explosiones de polvorines en Rio Tercero Cecilia Agüero Gioda - Diana Scorza ...........................................................

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Psicología Comunitaria en Emergencias Sociales Introducción a un mapa de operaciones Sebastián Bertucelli ........................................................................................

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Una modalidad de intervención psicosocial en situaciones de catástrofes durante la fase crítica Walter G. Palladino ........................................................................................ 107

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Comunidades en situación de desastre: reflexiones sobre intervención y formación Mónica Inés Pan .............................................................................................. 125 Fortalezas y Virtudes en Adultos Jóvenes Cordobeses Natalia Cecilia Moyano - Ricardo Hernández ............................................ 139 Recuperando experiencias de intervención en Sierras Chicas. Una propuesta para la apropiación de sentidos Lucia Depetris - Erika Stimolo - Visctoria Panichelli - Luciana Schneider ....... 157

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Liminares ¿Por qué elegimos trabajar en y con catástrofes? Esta nueva edición de la revista del Colegio Psicólogos del Provincia de Córdoba, Nuestra Ciencia, surge de necesidades contemporáneas de algunos hechos ocurridos en la provincia de Córdoba y el país. Nos convoca a pensar y problematizar sobre las respuestas y acciones particulares y colectivas frente a lo disruptivo de un acontecimiento catastrófico, sea este natural, social o político. Y como tal marca un hito, deja huellas a nivel subjetivo y físico, a nivel de los grupos y a nivel de las sociedades. Ante estos acontecimientos estamos convocados y demandados los y las actores de la salud mental para intervenir, dar respuesta y pensar sobre ello y posibilidades de prevención. Es también ante estos acontecimientos que estamos interpelados en nuestras praxis, sobre las reales posibilidades de dar respuesta a todo lo que se nos demanda y esto es justamente lo que nos interpela en nuestra ética. Como sujetos humanos, antes que como actores de la salud mental, es quizá como primero nos posicionamos ante una catástrofe. Desde una posición de solidaridad, cooperación, participe y coparticipe, posición cooperadora en relación a un otro u otros, ante sujetos y grupos vulnerables y vulnerados, violentados, fragilizados, ante una subjetividad arrasada. Es ante ellos como nos presentamos desde una ética relacional, como dice Silvia Bleichmar “el hecho de que los seres humanos sean crías destinadas a humanizarse en la cultura marca un punto insoslayable de su constitución: la presencia del semejante es inherente a su organización misma. En el otro se alimentan no sólo nuestras bocas sino nuestras mentes; de él, recibimos junto con la leche, el odio y el amor, nuestras preferencias morales y nuestras valoraciones ideológicas. El otro está inscripto en nosotros, y esto es inevitable”. Por ello nuestras praxis para situarse en esa ética relacional tienen dos vías. Por un lado deben apuntar no solo a desenmarañar “eso” que se ha enredado y complejizado en un sujeto y grupos, y que manifiestamente afecta su calidad de vida. Y por otro lado es exigible la necesidad de problematizar respecto a los plafones o sustentos teóricos que sostienen esas praxis, desde los cuales nos aventuramos a discutir y redefinir, a hundir el filo de la crítica hasta la medula misma de las grandes instituciones teóricas, para remover y hacer tambalear el anquilosamiento y esclerosamiento en el que muchas veces los enunciados han descansado. Así la exigencia es desde una mirada interdisciplinaria. La multiplicidad de miradas que posibiliten la integralidad para abarcar los hechos, desde los aportes del discurso psi, de la antropología, la sociología, el trabajo social, la educación y los saberes populares y locales para poder profundizar e intervenir en consecuencia sobre la/s afectación/es, en la/s catástrofes, en el/ los trauma/s y violencias… y profundizar en la afectación subjetiva para poder luego contribuir a una elaboración y procesamiento del padecimiento, de ese dolor/trauma como también a posibilidades de prevención, como 9


decíamos más arriba. En muchas situaciones de perdidas, humanas y/o materiales, algunas formas de tramitación del dolor tienen que ver justamente con dos instancias y/o posibilidades para sobrellevar el duelo. Una de ellas pueden ser los procesos subjetivos individuales y colectivos de elaboración, procesos de memoria, de evocación de lo ocurrido, e incluso, de tramitarlo en procesos terapéuticos; pero otra tiene que ver con la materialización de esas formas como muestras fotográficas, los homenajes, las baldosas de la memoria, los arboles de la memoria, documentales y películas, charlas para exponer las experiencias y modos de resolución, obras de teatro, marchas, libros, álbumes, sitios y memoriales, etc. Estos textos son aportes también para la reconstrucción del tejido social o del “lazo social” como se dice en algunos de los trabajos aquí presentados. Son aportes sobre todo desde el discurso psi. Aportes que surgen de experiencias pero también preguntas que aun en muchos casos no tienen respuesta, como esta que casi pivotea explícita o implícitamente en los trabajos ¿es posible la reparación?

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EDITORIAL En el momento de tomar las decisiones editoriales de la revista estuvimos atravesados por las consecuencias de las inundaciones acontecidas en Sierras Chicas, zona próxima a la Ciudad de Córdoba (febrero de 2015), situación que nos conmovió profundamente como cordobeses. Entonces nos propusimos esta tarea como un motivo de compartir experiencias, reflexionar sobre lo ocurrido, replantearnos posibilidades y transformar, como en toda situación psíquica, lo vivido en experiencia y el dolor en sabiduría. ¿De qué modo convertir ese “arrasamiento” natural y humano en aprendizaje? ¿Qué incidencia tuvo la ausencia de políticas públicas en este arrasamiento y el abandono posterior a las personas damnificadas por esta situación? En virtud de los interrogantes, algunas cuestiones comienzan a girar respecto del rol del psicólogo en las situaciones de emergencia, del lugar que le otorgamos a la psicología en las situaciones que exceden la posibilidad de tramitación. De este modo, esta edición de la revista está dedicada a “catástrofes y situaciones psicosociales de emergencia y crisis”. También nos pareció coherente, más que nunca, que la edición exprese las diferentes miradas sobre el tema elegido, “plusvalía de lecturas” según José Milmaniene quien afirma “busquemos en las diferencias, la confrontación de textos y en las fricciones, un valor que nos posibilite crecer en la profesión a partir de las prácticas y recorridos de los colegas”, donde catástrofes sociales o individuales al ser tomada desde distintas áreas de trabajo, permitía enriquecer nuestra comprensión de lo sucedido y nos preparaba para acciones más eficaces en el futuro. En este Comité Editorial se problematizó también sobre alcances, bordes y encrucijadas de nuestro quehacer, y pensamos que quizás ese “segundo tiempo” una vez pasado el daño externo, era un largo proceso para las personas que lo vivieron y donde nuestro quehacer cobraba mayor relevancia. Pensamos que al igual que las personas que sufrieron catástrofes, el colega que trabaja en esas situaciones, debe ser sostenido psíquicamente para que continúe los procesos de “reparación” en los otros y en sí mismo, también afectado por el dolor, la impotencia ante la realidad externa y, fundamentalmente, la injusticia. Todo ello está presente en algunos de los artículos de la presente edición. Etimológicamente la palabra “catástrofe” viene del griego y significa literalmente “boca abajo” (kata Ξ strophé). Otra traducción posible es “desmoronamiento” o “desastre” e inclusive el hebraico Shoah es apta en este sentido. La catástrofe es por definición, un evento que provoca un trauma, otra palabra griega que significa herida. No caben dudas que quien atraviesa una situación de catástrofe o de crisis psicosocial, colectiva o individual, tiene un “antes” y un “después” en su vida: el hecho en sí con su consecuente repercusión psíquica, por lo sorpresi11


va en muchos casos y lo profunda, deja ese sentimiento de extrañeza de que ya nada es igual. Sigue siendo la misma persona, pero por momentos no se reconoce, la palabra “pérdida” toma otra profundidad y los sentimientos de indefensión, abandono, despojo, diferencia, dolor, amenazan la estabilidad. Las palabras cobran otro sentido y otra dimensión, las enriquecemos con nuestro sentir y vivir. Pero cuando el dolor se vive y se enfrenta, se fortalece nuestra vida mental. Esta idea se traduce en otro momento de nuestro trabajo de la comisión, la elección de la portada de nuestra revista, el árbol representado por el artista. Ha sufrido la amenaza de su desenraizamiento, pero resistió la tormenta, da firmeza a la tierra y recibe de la tierra firmeza para sí, sigue creciendo y esa estabilidad se expresa en ese ser vivo, que tiende hacia arriba, el futuro, pero también cobija, da sombra y sirve de hogar para los animales pequeños. En otras palabras… cuando el peligro, lo doloroso externo va cediendo, la esperancia y la confianza son posibles, la reconstrucción con pocos o variados elementos comienza a tomar forma. Así descubrimos otro aspecto esencial en la reconstrucción, descubrimos al otro, a los demás, la solidaridad, la alegría de colaborar porque el circuito de dar y recibir siempre nos enriquece. Aprendemos a compartir, a construir con otros y para otros, volviendo a soñar y a poner en práctica nuestros ideales, que es la mejor manera de honrarlos.

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Un Febrero Virginia Aliaga 1

El corredor de Sierras Chicas se encuentra al Noroeste de Córdoba capital. Partiendo desde la ciudad de Córdoba, y yendo por la ruta provincial E-53 que nos conduce a Ascochinga, accedemos a esta localidad, o por la ruta provincial E 57, que une Río Ceballos con Villa Allende. Forman parte de esta Región: Villa Allende, La Calera, Saldán, Mendiolaza, Unquillo, Río Ceballos, Salsipuedes; El Manzano, Agua de Oro, Cerro Azul, La Granja, Ascochinga, Colonia Caroya y Jesús María. La zona se caracteriza por tener cerros bajos, donde se encuentran muchas especies de vegetación y fauna autóctona, ríos y arroyos mansos y una construcción que evidencia el paso de la historia enclavada en capillas, estancias y el Camino Real. Esta tranquilidad y armonía viene siendo invadida y atacada por el avance de “el progreso”. Nuevas urbanizaciones, la minería, y la no programación de estos crecimientos han traído en la región grandes desmanes. La tala indiscriminada del bosque nativo y la urbanización en los bordes y codos de los ríos genera mayores riesgos de inundación sobre las ciudades, porque el agua tiene pocos obstáculos en su recorrido. Lo opuesto sucede en la zona de mayor cobertura vegetal. La búsqueda de una vida más tranquila y confortable hace que la gente se aleje cada vez más de la gran ciudad y se instale en esta zona transformándola en pueblos dormitorio. Y aquí aparece otro de los tantos problemas que afecta a la región, al no existir un ordenamiento territorial, la mala distribución habitacional impacta en el medio ambiente. 1

Virginia Aliaga Estela. Licenciada en Psicología. MP: 1897

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Los nuevos loteos que avanzan en cada localidad, son avalados y autorizados sin tener en cuenta la afectación de las cuencas hídricas y las consecuencias que generan en el suelo los desmontes (grandes sequias o lluvias que arrasan con todo lo que encuentran a su paso, ya que la tierra pierde su capacidad de absorción). Ante este panorama, muchos fueron los vaticinios que anunciaron diversos ambientalistas y que desgraciadamente no encontraron eco en las autoridades de los pueblos. Y así, nada pudo evitar las inundaciones ocurridas entre el 15 y el 16 de febrero. Con una lluvia de 300 ml en solo unas horas, se ocasionó el peor desastre vivido en la zona. La salida del agua de toda la cuenca fue la ciudad de Villa Allende, por lo que en las horas pico de la inundación del 15 de febrero, las calles centrales de esta localidad se convirtieron en ríos, recibiendo todo lo que bajaba de las zonas de más altura como Rio Ceballos. El paisaje era devastador, calles que parecían haber sido bombardeadas, la gente fuera de sus casas, montañas de barro en todos lados, muebles mojados y destruidos, grupos de personas de diferentes organizaciones que llegaban a palear barro, hacer relevamientos, entregar comida, agua, vacunas, artefactos del hogar. Desde el Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba (CPPC), la propuesta fue intentar organizar la tarea de la cantidad de colegas que independientemente querían ayudar, y se iban anotando en la sede o llegaban como voluntarios a la zona, sin saber bien a donde ir. ¿Cómo hacer? ¿Desde dónde empezar a trabajar sin obstaculizar la tarea? Lo primero que se intento fue escuchar a los referentes de cada localidad, ver cuáles eran las necesidades, y los recursos con que se contaba. El caos reinante en la comunidad se reproducía en cada intento de organización con las diferentes Instituciones, se pasó mucho tiempo en reuniones y encuentros con representantes de Provincia, Nación, Municipios, Partidos Políticos, Universidad Nacional de Córdoba, Universidad Siglo 21. Participaban personas que venían de afuera con tiempo limitado y quienes trabajaban desde su rol pero también desde el lugar de damnificados. Desde el CPPC se organizó y distribuyó a los colegas, pudiendo insertarlos a algunos en tareas de relevamiento, coordinación de grupos y las visitas casa por casa que fue durante un tiempo de gran ayuda a la comunidad. Como así también se vio la necesidad de cuidar a quienes hasta ese momento venían poniendo el cuerpo en el cuidado de los demás, y fue así que se trabajó en el cuidado de cuidadores, con el dispositivo de la covisión (H. Kesselman) donde poder tener un espacio para mirar con otros lo que nos está sucediendo con la tarea. Poder mirar horizontalmente las propias afectaciones y capturas en el hacer como profesionales de la salud. Co-pensar en las capturas epistemológicas o teóricas pero también las epistemofílicas o afectivas que aparecen como obstáculo a la tarea. 16


Se trabajó en los lugares más afectados, Villa Allende, Mendiolaza Unquillo y Rio Ceballos. Una de las tareas realizadas en Villa Allende fue en una escuela desde donde se había dado de comer a evacuados, y al ejército que estaba trabajando en la zona, también allí se habían recibido donaciones, que se clasificaban y entregaban a los damnificados. Se trabajó con las docentes, directivas y personal de Paicor. Los encuentros fueron grupales con el dispositivo de covisión. Poder poner palabra y cuerpo a lo que les había pasó, intentando recurrir a otros lenguajes que facilitaban transitar por la terrible experiencia preparándose para recibir a los alumnos que en poco tiempo iban a volver a las aulas. Poder hablar del dolor de haber perdido vecinos, bienes materiales y hasta la confianza en ese río que ya no era tan manso. Como así también prepararse para contener y acompañar a sus alumnos que volverían a las aulas cargados con la misma catástrofe. En Villa Allende, Mendiolaza, Unquillo y Rio Ceballos nos sumamos al trabajo en las Instituciones centrales, Villa Allende desde el Hospital Municipal; en Mendiolaza desde la Comuna, en Rio Ceballos desde el Hotel 18 de Marzo donde se alojaban los evacuados y el Centro Cultural Casa Azul (perteneciente a la Cooperativa de luz y agua dicha localidad) En Villa Allende y Rio Ceballos se respondió al pedido de trabajadores del área de salud y de docencia, que se sentían muy desbordados, por la tarea que estaban realizando con la comunidad, ya que eran también integrantes de la misma. Siendo en su mayoría vecinos que habían pasado por las mismas situaciones de stress y dolor. En Río Ceballos se sostiene hasta el día de hoy un espacio de covisión con un encuentro al mes donde asisten 15 trabajadores de la salud y docentes. El poder sostener el espacio de trabajo en el tiempo, ayudo a que se pudieran abordar estas situaciones de duelo y reacomodación, con el tiempo que cada uno necesito. Como seguir después de saber que lo que hacemos tiene consecuencias?

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Bibliografía: - Kesselman, H. (2008). Corpodrama Cuerpo y Escena. Una nueva herramienta para el trabajo grupal; Lumen; Bs As. - Kesselman H. (1998). La Psicoterapia Operativa 1. Lumen Bs As. - Deon Joaquín U. Sierras chicas, conflicto por el agua y el uso del suelo. Relaciones de poder en la gestión de cuencas. El caso de la cuenca del río Chavascate, Córdoba, Argentina. Cardinalis. Revista del Departamento de Geografía. FFyH – UNC – Argentina. ISSN 2346-8734Año 3. Nº 4 - 1º semestre 2015 Pp. 162 – 189 http://revistas.unc.edu.ar/index.php/cardi/index Recibido: 31 de marzo de 2015 Aceptado: 12 de junio 2015

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Sobre magia y encuentros: política y afecto en la intervención en catástrofes Diego Benegas Loyo1 Este artículo recorre algunas nociones para pensar la intervención de los psicólogos en emergencias y catástrofes. Para ello parto de investigaciones que localizan en lo psicosocial un elemento de protección de las comunidades. A partir de allí recorro algunas teorías que dan cuenta del espacio intersubjetivo interrogando las posibilidades de intervención psicológica. En tanto la catástrofe implica una irrupción de lo extraordinario, planteo algunos elementos de la investigación sobre rituales y objetos para entender la intervención psicosocial. La intervención será por su misma naturaleza siempre subjetiva y colectiva, afectiva y política. Su efectividad dependerá de su capacidad de conciliar todos esos aspectos y trascenderlos. La participación de los psicólogos en situaciones de emergencias y catástrofes ha ido en aumento y continúa diversificándose. Los psicólogos participan en distintos momentos de la respuesta ante catástrofes y en diversos roles. Las modalidades varían desde intervención inmediata, atención de afectados en el corto, mediano y largo plazo, gestión de riesgos, e incluye también trabajo comunitario en relación con el procesamiento de las secuelas, la reconstrucción colectiva y la prevención e incluso la militancia política y el acompañamiento en instancias judiciales largo tiempo después de ocurridos los hechos. Ante esta amplia diversidad de espacios en que la participación de los profesionales psicólogos es demanda, y donde estos diseñan, llevan a cabo y revisan estrategias de intervención sería muy arriesgado trazar líneas para demarcar qué constituye y qué no una intervención psicológica. Más bien me gustaría puntuar que el campo de la intervención psicológica es siempre un desafío que nos convoca permanentemente a definir lo nuestra praxis en términos de a dónde apunta y a dónde llega nuestra intervención. Voy a recorrer algunos artículos de investigación sobre desastres tanto desde la intervención psicosocial como desde la sociología para poder situar algunas nociones con relación al trabajo con lo subjetivo en catástrofes. El primer movimiento a trazar es aquel que va desde la catástrofe como destrucción hasta la catástrofe como oportunidad. Una línea de trabajo, por ejemplo la de Médicos del Mundo descripta por Pérez-Sales et al. (2011) o Kohan et al. (2010), propone tornar las catástrofes humanitarias en oportunidad para intervenir, interrogar y replantear los sistemas de salud previamente existentes. Estos autores señalan cómo situaciones de desastre como terremotos, dejan ver falencias de los sistemas de salud y de seguridad que existían desde antes. Por otro lado, estas mismas situaciones de destrucción 1

Diego Benegas Loyo. Licenciado en Psicología M.N. 28.840

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y crisis, muchas veces en el mediano plazo, han llevado a los estados a prestar atención a diferentes aspectos estructurales hasta entonces no tenidos en cuenta. De esta forma, pueden constituirse en oportunidades. Sin embargo hay que notar que esto no es automático; de hecho, como ellos mismos explican, una parte importante de la intervención de Médicos del Mundo se basa en la negociación con los estados de un protocolo de acuerdos para comprometerlos a un trabajo conjunto. En esa misma línea pero desde otro ámbito, los estudios sociales sobre ciencia y tecnología muestran la forma en que las catástrofes afectan el desarrollo de líneas científicas. Gómez González et al. (2014) por ejemplo proponen considerar la electrónica como “catástrofe silenciosa”. Esta categoría tiene interés para nosotros ya que subvierte una definición muy extendida de catástrofe como acontecimiento súbito y dramático. La electrónica por el contrario, no es un desarrollo ni súbito ni tan llamativo, y sin embargo sus efectos, cuando se logra evidenciarlos, son igualmente devastadores. Estos autores no son tan optimistas en cuanto a que las catástrofes impulsen cambios y crecimientos. Afirman, sí, que a veces los desastres fomentan una línea de investigación, pero también reconocen que pueden incidir en su detención o provocar su abandono. Es decir, la catástrofe puede ser una oportunidad, pero, de nuevo, ello no es de ninguna manera un hecho dado. Estas dos contribuciones, provenientes de campos sumamente distantes, marcan además algo que me gustaría resaltar: las catástrofes forman parte de procesos sociohistóricos más amplios. En este sentido, la definición de su comienzo, naturaleza, alcance y final, establece un recorte, que deja fuera otros hechos y localidades. En tanto tal, la mera definición es un acto político, pues la selección de los elementos a introducir en la ecuación tendrá consecuencias no sólo en la asignación de responsables por los daños y pérdidas sino también en la futura distribución de recursos. Además, como indicábamos, que un desastre se convierta en oportunidad de cambio no es un hecho natural, ni se produce sin trabajo, sino que muestra el logro de una intervención pensada a tal efecto, sean estas realizadas por profesionales o no, y esto evidencia, de nuevo, una voluntad política. Si bien resulta de una serie de decisiones políticas, la intervención psicológica en catástrofes también depende de un saber hacer. Es decir, se basa en un diagnóstico sobre la naturaleza del daño, en una teoría sobre las fortalezas de una comunidad y en una teoría de la técnica de la intervención psicosocial. Para aproximarnos a ello tomaremos tres casos que investigan esta articulación. Anunciando ya nuestra hipótesis, estos estudios muestran la relación entre acontecimientos disruptivos y memoria colectiva. De esta manera intentaremos situar un lugar donde se produce la afectación colectiva en algunos acontecimientos disruptivos. De la Yncera y Ruiz (2013) indagan sobre las fortalezas y buenas prácticas de las comunidades, en este caso de Pinar del Río, Cuba. Situadas en el occi20


dente de la isla, entre el Caribe y el Golfo de México, estas poblaciones experimentan cada año numerosos huracanes. Los autores señalan con sorpresa la baja presencia de síntomas postraumáticos en estas comunidades pese a la gran cantidad de eventos disruptivos. Esto los lleva a indagar en la memoria colectiva, no tanto en el sentido de la perduración del trauma, sino para buscar allí el saber hacer y las buenas prácticas comunitarias, aprendidas históricamente y transmitidas en formaciones culturales. Mucho de lo que encuentran es nombrado por los pobladores como “solidaridad” y explicado como un sentimiento de confianza que observan distribuido en redes, ya sea familiares o de vecinazgo y que, en el caso que estudian, llega también al Estado. Este aspecto es significativo, especialmente por el contrapunto con la experiencia de otras zonas de la región. El proceso de violencia en México y el terrorismo de Estado en Argentina en el pasado reciente, no nos dejan olvidar la urgencia de esto. El reporte de Bezanilla y Miranda (2014; 2015) sobre la situación mexicana da cuenta de un proceso contemporáneo de descomposición de la confianza en el Estado y los conciudadanos, en un momento en que los propios autores parecen dudar sobre las categorías con que lo nombran, en el afán de documentar violaciones graves a los derechos humanos. Se preguntan estos autores sobre la forma en que los sujetos incorporan y asimilan el rol ambiguo, contradictorio, del Estado frente a violencias cotidianas (ya no sorpresivas) y silenciadas (ya no escandalosas). Entonces en estos casos estamos sorprendentemente cerca de aquellas “catástrofes silenciosas” a la vez invisibles y cotidianas que planteábamos más arriba. Aunque aquí el silencio se evidencia como parte de lo disruptivo mismo. La experiencia argentina con la violencia estatal está documentada en diversas investigaciones, aunque la discusión sobre sus efectos psicosociales se ha desarrollado principalmente en los estudios sobre memoria y memoria colectiva (Calveiro 1998; Vezzetti 2002). Diana Kordon et al. (2005) analizan varias décadas de un proceso que no dudan en llamar “terrorismo de Estado”. Así documentan y teorizan la resultante descomposición del tejido social como efecto planificado de la violencia estatal terrorista. La destrucción de la confianza mutua y con ella, el desmembramiento de las redes de solidaridad comunitaria, son las repercusiones más extendidas y persistentes. Por otra parte, es también una de las secuelas que en mayor medida incapacita a las comunidades para responder a lo imprevisto de las catástrofes futuras. Estas experiencias evidencian el punto de impacto de lo disruptivo y también la forma en que afecta a las comunidades, justamente en ese aspecto que podría fortalecerlas. Esto señala un lugar posible de la intervención psicológica, que podemos caracterizar como afectiva y política a la vez. La catástrofe, en tanto ocurrencia de lo inusitado, depende de un desgarramiento, rompimiento, o al menos un corrimiento de lo que es esperado. El suceso inesperado, y cuantitativamente masivo, tiene su impacto no solamente en el plano de lo empírico sino, como veíamos, en una materialidad formada por 21


afectos, expectativas y confianzas. Ese tejido afectivo constituye la red social y es esa materia la que se ve afectada. Esto no significa que no haya otras consecuencias, más graves, patentes y desgarradoras, pero esas están bastante documentadas, por lo que no hace falta ilustrarlas aquí. Por el contrario, el trabajo psicológico no es siempre tan evidente. Propongo pensar en instancias más sutiles y sin embargo centrales ya que nuestra relación con el mundo más concreto se construye en estas dimensiones. Si ese tejido afectivo se ve desgarrado, entonces la reconstrucción tendrá que pasar por un trabajo de re-tejido, o de re-afectación. Y esto significa que son las pasiones las que tejen nuevamente esa red. Entonces nos queda la pregunta por la naturaleza de la intervención psicológica (algunas, algunas veces). Para empezar a entender esta pregunta abordamos otra serie de cuestiones que provienen de la investigación de los objetos. Aquí tenemos los aportes de la psicología del juego (Winnicott 1972), la antropología del fetiche (Taussig 1993; Lázzari 2007), los estudios sobre tecnología (Latour 2007) y los estudios de performance (Schechner 1985; Butler 1993). Esto nos lleva a pensar en doble perspectiva en relación con las catástrofes. La forma más inmediata es el estatuto de la cosa destruida, es decir, sobre esos objetos destruidos por el agua o el incendio, cuál parte de humanidad se asienta sobre ellos y de ellos depende – por ejemplo, la significación del territorio para las personas desplazadas. Por otra parte, es a nivel de los objetos materiales y concretos del mundo donde podemos intervenir, puesto que los rituales protectores, los eventos en los que se convoca a las dimensiones del más allá, no hacen más que llamar nuestra atención hacia esa dimensión de lo intersubjetivo, o lo interindividual, que experimentamos como trascendente. La catástrofe nos pone en contacto con lo sagrado, lo extraordinario, y en ese sentido, son los objetos mágicos los que ayudan a restablecernos en lo ordinario. Nuestro trabajo como psicólogos, es muchas veces encontrar cómo un objeto del mundo común puede tornarse mágico para una comunidad, o para una persona, de forma tal de efectuar ese trabajo. Como investigadores de lo psíquico intentamos entender de qué se trata esa “magia”. Eso que a veces suena mágico es un trabajo de “re-afectación”, o de re-investimiento. Una línea de pensamiento al respecto lo concibe con el modelo del trabajo de duelo. Así se entiende la intervención psicosocial posterior a las catástrofes como un trabajo de elaboración psicológica de aquello que se ha perdido. Si bien esta línea es bastante coherente con algún pensamiento que encontramos en algunos actores comunitarios, intentamos iluminar otros aspectos ya que esta postura no explica todo. Es decir, quizás mucho de lo que suceda luego de una catástrofe vaya realmente por los canales de un proceso de duelo, sin embargo tenemos la sensación que en situaciones altamente disruptivas, la posibilidad misma de acceder a un proceso de duelo, sería una instancia posterior, es decir, un logro en sí mismo. En casos de destrucción masiva o arrasadora, como guerras, genocidio o catástrofes, encontra22


mos no tanto un “objeto perdido” como en el pensamiento más tradicional sobre el duelo, sino más bien algo que los grupos afectados describen como roto o quebrado en la relación de los sujetos entre sí, con la comunidad y hasta con la realidad. Por ello, para pensar en el daño de una catástrofe preferimos el modelo del trauma antes que el modelo del duelo, y esto ilustra un tipo de disrupción de otra índole. Basados en la experiencia argentina con la desaparición de personas, pensamos que la pregunta fundamental remite a la naturaleza de la relación de los sujetos con el cuerpo social. Así, intentamos precisar las características de una intervención que pueda modificar esas condiciones. Algo así se observa en intervenciones comunitarias, algunas más explícitamente políticas y otras no tanto. Para analizar esto traeremos a colación las “baldosas de la memoria”, un trabajo que realizan organizaciones que colectivamente se llaman Barrios por Memoria y Justicia. Estas agrupaciones están realizando esta labor desde 2006 y consiste en una intervención en distintos barrios de la Ciudad de Buenos Aires y algunos del conurbano. El trabajo ha sido documentado tanto por los propios actores (Barrios 2010; 2011; 2013) como por artistas (Guarini 2013; Dabitch 2014). La intervención tiene distintos pasos: comienza con una investigación sobre una persona desaparecida por el terrorismo de Estado en Argentina, especialmente en relación con sus redes sociales, sus lugares y sus recorridos en el barrio. Continúa con un trabajo de articulación con distintos colectivos, familias, amigos y redes que se sientan cercanas a esa persona por algún motivo. Luego se produce el evento de la construcción colectiva de una placa de cemento en la que se incrustan letras y vidrios de colores. Finalmente, en el acto de colocación, la baldosa de la memoria reemplaza una baldosa de la vereda y marcará “aquí vivió” o “aquí fue secuestrado” o “aquí trabajó” una persona en particular. Esa baldosa quedará allí y se integrará al paisaje de la ciudad, “marcando”, a decir de los participantes, los pasos de esta persona y haciéndolo “volver al barrio” (Benegas Loyo, Colosimo y D’Alessio 2014; Benegas Loyo 2013; 2014a; 2014b). Esta actividad implica un proceso de concretización y también de apasionamiento. Se produce allí una intervención sobre los lazos sociales, se tensan los afectos, se produce recuerdo, se comparte, se decide colectivamente. Por supuesto, esto aviva los conflictos y exacerba las pasiones: no es tarea fácil hacerle lugar a los desaparecidos. Pero a lo largo de este trabajo se construyen, se crean objetos que quedan cargados de significados, de simbolismos, que producen cosas con los pedazos de lo que quedó y que anudan retazos de sentimientos. Alguna gente encuentra a miembros de su familia y algunas familias se constituyen y reconstituyen. Algunos saldan una antigua deuda y otros comienzan allí un recorrido. No vamos a abundar mucho más en esta experiencia, sino en tanto y en cuanto nos sirve para replantear la intervención en la catástrofe. A la luz 23


de estas experiencias de los vecinos, propongo que deberíamos pensarla en términos de pasiones. Este trabajo utiliza formas de comunidad, algunos elementos de ritualidad y se basa fuertemente en la construcción colectiva de objetos. Entonces necesitamos conceptualizar los objetos. Estos objetos son artefactos tecnológicos, productos y productores de subjetividad, y son efectos de concretizaciones interindividuales (cf. Winnicott 1972; Ingold 2000). Por otra parte, funcionan aunando distintos planos de existencia, ya que obtienen su fuerza performativa de la conexión entre lo ordinario y lo extraordinario, conexión de la cual surgen y son efecto (Turner 1988; Van Gennep 1986). Por ello, entendemos que estas intervenciones constituyen situaciones de materialización y que son estas situaciones las que tienen efectividad de intervención afectiva y política, subjetiva y social. Si los psicólogos queremos producir intervenciones con efectividad psicosocial debemos aprender de los colectivos que crean, imaginan y ponen en práctica estas intervenciones político-afectivas, pues allí reside un saber hacer con lo catastrófico. * Nos propusimos acercar algunas ideas para pensar el trabajo psicológico en emergencias y catástrofes. Para ello, describimos trabajos que conceptualizan las catástrofes como crisis y oportunidad. También establecimos que esto es producto de una intervención. Señalamos varios aspectos en los cuales la definición, conceptualización y la intervención en emergencias y catástrofes son también intervenciones políticas. Detectamos en la “solidaridad”, o confianza mutua, un punto central en el que las comunidades son concientes de su cohesión y que puede constituir una fortaleza pero que también puede ser dañado, intencionadamente o no, dejándolas vulnerables a otras situaciones disruptivas o catastróficas. Para imaginarnos el trabajo sobre ese espacio de la confianza mutua, pensamos un modelo de redes sociales, donde la intervención tiene una parte de interacción social y otra parte que conecta con un ámbito trascendental. La investigación con colectivos que trabajan sobre las consecuencias de largo plazo de situaciones de violencia extrema nos lleva a teorizar estas intervenciones en términos de liminalidad y ritualidad y a pensar los mecanismos subjetivos y colectivos de una praxis de reconstrucción social que se despliega alrededor de la construcción compartida de objetos. Así vimos que esta intervención tiene un impacto político y afectivo a la vez. Las catástrofes y desastres nos conectan con lo extraordinario, aquello que estaba fuera de nuestra vida ordinaria: la fragilidad del cuerpo, lo contingente de la vida son todo un ámbito trascendente o sagrado que pensábamos debía permanecer lejos de lo cotidiano y que sin embargo a veces nos toca. Si la destrucción del mundo nos aparece como “sagrada”, no es sorprendente que su reconstrucción se nos presente también como “mágica”. Sin embargo, es bello pensar que esa creación reside no ya en la omnipotencia de los grandes poderes sino en la pequeñez de los mágicos encuentros con otros. 24


Referencias Bibliográficas: Barrios (Barrios x Memoria y Justicia). 2010. Baldosas x la memoria 2. Buenos Aires: IEM. Barrios (Barrios x Memoria y Justicia). 2011. Baldosas x la memoria. Buenos Aires: IEM. Barrios (Barrios x Memoria y Justicia). 2013. Baldosas x la memoria 3. Buenos Aires: IEM. Benegas Loyo, Diego, Ayelén Colosimo y Antonella D’Alessio. 2014. Baldosas de la Memoria como intervención político subjetiva, Integración latinoamericana, hegemonía y Estado, ed. A. Bresler, et al. 76-83. Buenos Aires: Madres Plaza de Mayo. Benegas Loyo, Diego. 2013. Aquí vivieron: baldosas de la memoria y las deudas de la democracia, La democracia como realidad y como proyecto inconcluso, ed. D. Michelini et al., 65-69. RC: Icala. Benegas Loyo, Diego. 2014a. Escribir tu nombre o el cuidado de un otro ausente, El cuidado del otro, ed. D. Michelini et al., 35-38. RC: Icala. Benegas Loyo, Diego. 2014b. Memoria traumática y corporizada: el terrorismo de estado en su perduración social. Onteaiken: prácticas y estudios de acción colectiva 18: 1-8. Bezanilla José Manuel y María Amparo Miranda. 2014. Violaciones graves a derechos humanos y su impacto psicosocial (1ª Parte). Cuadernos de Crisis y Emergencias 13(2): 19-36. Bezanilla José Manuel y María Amparo Miranda. 2015. Violaciones graves a derechos humanos y su impacto familiar (2ª Parte). Cuadernos de Crisis y Emergencias 14(1): 7-15. Butler, Judith. 1993. Cuerpos que importan: sobre los límites discursivos y materiales del sexo. Buenos Aires: Paidós. Calveiro, Pilar. 1998. Poder y desaparición: Los campos de concentración en Argentina. Buenos Aires: Colihue. Dabitch, Christophe. 2014. Être là: avec Amnesty International. París: Futuropolis. De la Yncera Hernández, Nadiosly y Alexis Lorenzo Ruiz. 2013. Proyecto de desarrollo sociopsicológico para el manejo de situaciones de desastres dirigido a comunidades de Pinar del Río, Cuba. Cuadernos de Crisis y Emergencias 12(2): 7-23. Gómez González, Francisco Javier, Guillermo Aleixandre Mendizábal, Santiago Cáceres Gómez y Cristina Durlan. 2014. La electrónica como catástrofe silenciosa: del excepcionalismo a la evaluación de impacto social de la tecnología. Revista CTS 25 (9): 181-203. Guarini, Carmen, dir. 2013. Calles de la memoria, documental, 65 min. Buenos Aires: Cine Ojo. Ingold, Tim. 2000. The perception of the environment. Essays in livelihood, dwelling and skill. London and New York, Routledge. 25


Kohan, I., Pau Pérez-Sales, M Humani, R. Chirinos, R. Pérez-Langa, M Rivera, B Cid y A Silva. 2010. Las emergencias humanitarias y catástrofes como oportunidades estratégicas de cambio en los sistemas de salud mental. El caso del Plan Regional de Salud Mental de Huancavelica (Perú). Cuadernos de Psiquiatría Comunitaria 10(1): 49-57. Kordon, Diana, Lucila Edelman, Darío Lagos y Daniel Kesner. 2005. Efectos psicológicos y psicosociales de la represión política y la impunidad. De la dictadura a la actualidad. Buenos Aires: Madres de Plaza de Mayo. Latour, Bruno. 2007. Nunca fuimos modernos. Buenos Aires, Siglo XXI. Lazzari, Axel. 2007. Ya no más cuerpos muertos: mediación e interrupción en el reconocimiento ranquel. E-misférica Performance and Politics in the Americas 4:2. Hemispheric Institute of Performance & Politics, New York University. http://hemisphericinstitute.org/journal Perez-Sales, Pau, Alberto Férnandez-Liria, Florence Baingana y Peter Ventevogel. 2011. Integrating mental health into existing systems of care during and after complex humanitarian emergencies: rethinking the experience. Intervention 9(3): 345-357. Schechner, Richard. 1985. Between Theater and Anthropology. Philadelphia: University of Pennsylvania Press. Taussig, Michael. 1993. El diablo y el fetichismo de la mercancía en Sudamérica. México, Nueva Imagen Turner, Victor W. 1988. El proceso ritual. Estructura y antiestructura. España: Taurus. Van Gennep, Arnold. 1986. Los ritos de paso. España: Taurus. Vezzetti, Hugo. 2002. Pasado y Presente: Guerra, Dictadura y Sociedad en la Argentina. Buenos Aires: Siglo XXI. Winnicott, Donald Woods. 1972. Realidad y juego. Buenos Aires: Gedisa.

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Los cuerpos de las mujeres como campo de batalla en las Guerras del Congo Ticiana Palumbo1 Resumen El núcleo temático se relaciona con las situaciones de violencia de género en el contexto de conflictos armados y las relaciones que emergen como consecuencia, entre la justicia local e internacional en el marco de la globalización. Ticiana Palumbo nos presenta un estudio de caso producto de su interacción directa con víctimas de todo tipo de violencia, a quienes conoció en el camino en búsqueda de justicia, a través de su tarea profesional como psicóloga en la Corte Penal Internacional. Expresa que en algunos pueblos del Este de DRC se estima que dos tercios de la población femenina ha sido víctima de violación. Busca analizar algunas de las paradojas que produce la globalización a través del proceso de universalización de los derechos humanos2. Palabras Claves: violencia de género- crímenes de guerra- República democrática del congo- Justicia Internacional. Introduccion “El fundamento legítimo y primero de la universalidad es la simetría. Es comunicar, dirimir y juzgar en pie de igualdad. Y nuestra experiencia es que tanta más igualdad hay que inventar, abstracta, cuanta menos concreta y real haya”. (Amorós, 2004: 28) El interés por esta problemática surge de la interacción directa con muchas mujeres congolesas víctimas de todo tipo de violencia, a quienes conocí en el intrincado camino en búsqueda de Justicia, a través de mi tarea profesional en la Corte Penal Internacional. Ya en 1902 Joseph Conrad se refería al Congo Belga como “el corazón de la oscuridad”, describiendo en su novela el terror infligido por los colonos Belgas en busca de la explotación de los recursos naturales de este país. Según el artículo Congo rebels launch offensive publicado en el International Herald Tribune, alrededor de 5,4 millones de personas han muerto en las guerras que han tenido lugar en el territorio de la República Democrática del Congo (D.R.C.)1, y cientos de miles de mujeres han sido violadas en los últimos años.

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Ticiana Cintia Palumbo. Licenciada en Psicología. M.P 4531

Las opiniones vertidas por la autora no reflejan las opiniones de la Corte Penal Internacional, ni de ninguna de las organizaciones mencionadas en la nota 2

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La violación en el contexto de conflicto armado es un fenómeno conocido en la historia de la guerra, como por ejemplo en Ruanda, Bosnia y Darfur por solo mencionar unos pocos ejemplos. Sin embargo los reportes obtenidos de las Provincias de Kivu Norte y Kivu Sur en los territorios del Este en la República Democrática del Congo sobre la masiva y sistemática violación de mujeres son tan abrumadores que incluso profesionales con experiencia en el tema al principio, no podían creer lo que estaba sucediendo allí. En algunos pueblos del Este de DRC se estima que unos dos tercios de la población femenina han sido víctimas de violación. Según Naciones Unidas, 27000 abusos sexuales fueron reportados en 2006 en la provincia de Kivu Sur solamente y es posiblemente que representen solo una fracción del número total de violaciones en todo el país. Además de las consecuencias físicas y psicológicas (como enfermedades de transmisión sexual y PST), en muchos casos la violación es acompañada por el uso deliberado de objetos en la vagina de las víctimas para causar aun un mayor daño, provocando lesiones en la fistula, provocando la incontinencia del control de esfínteres. Las consecuencias a nivel social son devastadoras, el estigma de la violación en D.R.C. es particularmente fuerte, en numerosos casos las mujeres son expulsadas de su grupo familiar y comunitario cuando se conoce que han sido víctimas de violación siendo forzadas al éxodo para escapar al ostracismo. La situación de las mujeres en la D.R.C. aun hoy es la de una constante negación y violación de sus derechos establecido por el Derecho Internacional y la legislación a nivel Nacional. La mayoría de las víctimas no denuncian a sus atacantes, no solo por la inaccesibilidad a la justicia, o la estigmatización social, sino también por ignorancia de que dicho comportamiento es contrario a la ley. Las mujeres congoleñas se encuentran permanente negadas de justicia en D.R.C., si bien miles de mujeres han sido violadas menos de 12 victimarios han sido juzgados hasta el año 2005 (Kirchner, 2008:120). La legislación penal prevé la punición de dichos delitos, sin embargo la implementación y el acceso real a la justicia, conllevan un cambio de mentalidad, (por ejemplo una mujer casada debe obtener el permiso de su marido para presentar la denuncia ante los tribunales locales (Kirchner, 2008:36), la impunidad para este y otro tipo de delitos hoy es la norma. Las mujeres en Congo desconocen sus derechos y el acceso a la justicia es costoso y prácticamente imposible. Carreteras y transporte publico inexistentes, servicios médicos arancelados, acceso oneroso a los estamentos de justicia, altísimos niveles de corrupción hacen dificultoso el acceso desde las poblaciones afectadas a los centros de salud y más aun a la justicia. La lucha por los recursos minerales; la fragmentación de los grupos rebeldes, los incentivos perversos entre los grupos armados para cometer atrocidades 28


para reforzar su poder de negociación, la pobreza extrema de los pueblos y un régimen de incomunicación de las poblaciones más afectadas, conllevan a que lo relatado se perpetúe en el tiempo. El artículo Mass Rapes in Congo Reveals U.N. publicado en el New York Times señala que funcionarios de las Naciones Unidas llaman a la situación de violencia sexual en el Congo la peor del mundo. En este contexto desolador, el gobierno de DRC refiere en el año 2004 la situación a la Corte Penal Internacional para que investigue crímenes (crímenes de guerra, genocidio y crímenes de lesa humanidad) perpetrados en su territorio, reconociendo así la incapacidad del gobierno nacional de efectivamente solucionar el problema (cabe mencionar que una parte de los crímenes son perpetrados también por las fuerzas armadas regulares del gobierno nacional y no solo se trata de grupos armados rebeldes). Como bien plantea Amelia Valcárcel:” ningún derecho podía mantenerse en ausencia de una fuerza coercitiva que lo hiciera valer. Si las instituciones internacionales carecían de tal fuerza, habríamos de contentarnos con tener meramente declaraciones en lugar de derechos efectivos.” Más allá de las esperanzas puestas en la justicia internacional la gravedad y volumen de la situación, junto con la incapacidad y resistencia del sistema judicial a nivel nacional de perseguir dichos delitos, desnuda las contradicciones más grandes en relación a la complejidad de los entrecruzamientos entre lo local y lo global. Intentare analizar algunas de las paradojas que produce la globalización a través del proceso de universalización de los derechos humanos y de las convenciones y tratados para la protección y eliminación de la violencia de género.

Paradojas Las nuevas formaciones globales de la actualidad, (Sassen, 2007) como por ejemplo el régimen internacional de derechos humanos, implican órdenes normativos y sociales. Dichos procesos están moldeados por las características de cada país, teniendo en cuenta lo que se ha construido de cada país como nacional. En el caso particular de la D.R.C. lo nacional es relativamente nuevo, si consideramos que el país se independiza de Bélgica hace solo 50 años, se trata de un estado prácticamente ausente sin control sobre su territorio. Los procesos de globalización emprendidos por los Organismos Internacionales tendrán entonces procesos de incorporación particulares en regiones tan remotas e inhóspitas donde la marca distintiva de la globalización como las TIC, no se encuentran aún al alcance de sus habitantes. 29


El índice de desarrollo humano (IDH) mide el avance promedio conseguido por un país en tres dimensiones básicas del desarrollo: disfrutar de una vida larga y saludable, acceso a educación y nivel de vida digno. Teniendo como referencia dicho índice la D.R.C se encuentra en el último lugar del ranking a escala mundial. El acceso a la energía eléctrica, agua potable y cloacas es privativo para alrededor del 90% de la población del país, la esperanza de vida promedio es de 50 años y la mortalidad infantil una de las más altas del mundo. Demás está decir que el espanto por lo que ha sucedido y sigue sucediendo en el Este de este país, logro capturar la atención de la comunidad internacional sobre la violencia de género y trajo consecuencias positivas ya que los Organismos Internacionales implementaron numerosos programas promoviendo el acceso a la asistencia médica, asistencia psicosocial y legal de las víctimas. Paulatinamente las mujeres y hombres afectados son informados en principio de la existencia de la C.P.I y la posibilidad que algunos responsables sean juzgados por los crímenes cometidos. Sin embargo se plantean paradojas difíciles de soslayar. Para muchas mujeres víctimas de violación y otros crímenes que viven en zonas de escasos recursos, inaccesibles y carentes de medios de comunicación (no hay cobertura teléfonos celulares, radios o televisión) , es mediante campañas de sensibilización, que conocen de la existencia de la Corte Penal Internacional. Así también la mayoría desconoce que la violación, el reclutamiento forzoso de niños como soldados, etc. son crímenes, y que son punibles a nivel nacional e internacional, partiendo de esta base, es de esperar que conceptos como la complementariedad de la justicia, la selectividad de los casos que se llevan a juicio, la ley de obediencia debida, sean conceptos totalmente innovadores, ajenos y de difíciles incorporación. La imposibilidad de seguir los juicios por parte de las comunidades afectadas por falta de acceso a los medios de comunicación masivos, hacen que el proceso sea extraño e involucre solo a un minúsculo grupo de aquellos que han sido elegidos como testigos. Todo esto sumado a grandes diferencias culturales y contextuales en cuanto a lo que significa para Occidente el concepto de justicia, la generación de expectativas respecto a la obtención de reparación por los daños sufridos y plazos judiciales extremadamente largos, hacen que las comunidades no se sientan protagonistas de los procesos judiciales, con el riesgo de quedar por fuera de un proceso que los tiene como principales participes, pero que se desarrolla lejos, en la tierra “de los blancos”, y del cual no se sentirían del todo parte. La financiación de programas de asistencia a víctimas de violación ha sido prioritaria desde el reconocimiento de la problemática por la comunidad mundial, esta política de la nominación de la violencia sexual como arma de guerra, ha, como toda política de nominación, iluminado una problemática que necesitaba del reconocimiento de la comunidad internacional, 30


pero a su vez el recorte efectuado invisibiliza o minimiza lo que se establece otros derechos proclamados en la Declaración de Derechos Humanos como el derecho a la vida, la libertad, la seguridad, a no ser arbitrariamente preso, a la presunción de inocencia, a la justicia, a la privacidad, al honor, a la residencia, a la salud, a la educación, a la seguridad social etc., que no son respetados en este lugar del mundo. Este recorte de la realidad de las mujeres en el Este del Congo deja de lado las relaciones de género, donde el género determina la experiencia de las personas involucradas en los conflictos, lo cual no hace más que exacerbar los patrones de desigualdad, violencia y discriminación contra las mujeres en tiempos de paz. Genero entendido como la divisoria socialmente impuesta y jerárquica que surge de las relaciones de poder entre hombres y mujeres y que asignan espacios, tareas, deseos, derechos, obligaciones y prestigio “. (Maquiera, 2012:48) Auteserre (2012:10) concluye en su estudio reciente que desde 2009 no ha habido otro interés en el Congo por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que cuando se mencionan incidentes de violaciones en masas. La focalización en la mujer como víctima de violación, silenciando otros aspectos de sus vidas como la falta de medios básicos para la supervivencia, otros tipos de violencias a las que se ven expuestas y que no son registrados, esconde la real dimensión de la situación de la mujer en la D.R.C. Sin duda la atención (junto con el financiamiento) prestada a la problemática de violencia sexual en contexto de guerra fue y es necesaria, pero como afirma Alexandra Bilak, quien ha investigado diversos grupos armados en la zona, la violencia ejercida sobre la mujer va más allá del conflicto bélico, el número de mujeres abusadas e incluso asesinadas por sus maridos parece estar creciendo y la brutalidad desplegada contra la mujer parece estar convirtiéndose en casi normal. La parcialidad en el abordaje de dicha problemática desde la asistencia médica, psicológica y jurídica ha hecho que algunos de los programas implementados lleven a las mujeres a asumirse como víctimas para acceder a los beneficios de la financiación y así poder palear la violación constantes de todos sus otros derechos no reconocidos. “Las denuncias de violación se han convertido en estrategias de supervivencia. La población se siente forzada a reclamar para sí el rol de victima para así poder ser beneficiario de fondos de ayuda humanitaria, las falsas acusaciones se han convertido en una forma efectiva de ingreso económico”. (Erikson, Stern, 2013:112) En relación a lo que plantea Gloria Bonder a la no inocencia de la política de la nominación, es importante para el análisis tener en cuenta “los sujetos con los que “cuenta” y los que desecha” (Bonder,2008:4) en este sentido otra paradoja que acarrea la parcialidad en el enfoque se encuentra en relación al contexto en el cual se da la violación, ya que la violación de mujeres dentro de su propia familia, por sus maridos, en sus ámbitos de trabajo o en áreas 31


donde no existen conflictos armados pasa desapercibida para la comunidad internacional, haciendo que los centros de asistencia a la víctimas sean casi inexistentes en otras zonas del país. Por ejemplo en la capital de la República Democrática del Congo, que cuenta con una población de nueve millones de personas, existen solo cuatro centros de salud y hospitales especializados en el tratamiento de víctimas de violencia sexual. En un informe publicado en 2010 por ACORD se denuncia un recrudecimiento de la violencia de género sobre todo en las comunidades más pobres de la ciudad de Kinshasa. Los tipos de violencia más comunes en el área metropolitana son las violaciones, los casamientos forzados y la prostitución infantil. Muchas ONG que trabajan en la zona reconocen la dificultad de financiamiento para otros proyectos que apuntan a la desnutrición infantil, educación, saneamiento, etc., ya que casi la totalidad de la financiación es asignada a la misma problemática y mayoritariamente en el Este del país. En el año 1999, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas envió a D.R.C. la misión de paz más grande de la historia (MONUC), 20.000 tropas de diferentes países con un costo de 1,3 billones de dólares al año. En el año 2005, la explotación sexual y el abuso sexual de mujeres congolesas por un grupo minoritario de cascos azules, condujo al entonces Secretario General de la ONU, Kofi Annan, a describirlo como “una mancha fea” para todo el organismo mundial. A pesar de que muchas de las víctimas no pudieron o no quisieron identificar a sus agresores, sesenta y tres soldados fueron expulsados de la misión, mientras que una política de tolerancia cero se instituyó para todos los casos de abusos por parte de soldados de la ONU. Sin embargo, antes de 2008, habían surgido nuevas acusaciones. Observadores de derechos humanos encontraron que una red de prostitución infantil se había formado y las tropas de la ONU alrededor de 100 soldados de la India fueron acusados de pagar por sexo a niñas congoleñas. A pesar de la promulgación de los cambios que mejoraron la supervisión, los abusos continúan, donde las fuerzas de paz son aun acusadas de presuntamente pagar alimentos a niñas para tener relaciones sexuales. El próximo desafío de la comunidad internacional será también el reconocimiento de la perversidad en su forma de globalismo (haciendo alusión a la globalización reflexiva que plantea Ulrich Beck), no solo de la violencia sexual ejercida contra mujeres y niños en las guerras acontecidas en D.R.C, sino también de la violencia ejercida por los poderes económicos trasnacionales que operan en el territorio, y que se benefician de la desestabilización por medio de conflictos armados en las zonas de mayor riqueza del pueblo congolés. En esta línea de convicciones la organización internacional no gubernamental TRIAL, en el año 2013 presento ante la justicia suiza una denuncia penal contra la empresa Argor-Heraeus SA, en el reporte “Stop Pillage”, planteando el saqueo efectuado por esta compañía en suelo congolés como crimen de guerra. 32


En este contexto social, político y económico de inestabilidad permanente, donde el derecho a la alimentación no se encuentra garantizado, y la pobreza extrema es la norma, los procesos universalización de derechos humanos y en especial los que hacen referencia a la violencia de género, son absolutamente necesarios desde la mirada universalista de occidente pero imposibles de ser entendidas en forma aislada de la urgencia por la supervivencia material con la que se vive lo cotidiano en el este del Congo. La selectividad de la mirada de occidente hace obstáculo con las condiciones reales y materiales de las mujeres a las que mira, sin ver que además de su absoluta desprotección ante la violencia ejercida sobre ella, se ejerce también la violencia generada por el hambre, la enfermedad y la ignorancia.

Conclusiones Este trabajo monográfico de ninguna manera quiere menoscabar el rol que la Corte Penal Internacional y los Organismos Internacionales tienen en la construcción de una sociedad más justa, donde los derechos de las mujeres sean reconocidos y respetados por la comunidad en general, la intención es solo mencionar algunas de las paradojas y contradicciones que dicho proceso conlleva. Quizás existe por parte de la comunidad internacional ausencia de conceptos más abarcadores para el análisis de realidades tan complejas y ajenas, donde lo local entra en tensión con lo global, la innovación como bien no es posible por decreto, es necesario la apropiación de dicho proceso y la comprensión de los requisitos básicos de partida para que dicho proceso sea posible. Si bien como lo subraya Valcárcel (2002) ningún multiculturalismo puede estar por encima de los derechos humanos y específicamente los derechos de la mujer, no se pueden negar las condiciones necesarias básicas para que esta incorporación de derechos sea posible. Sin tener en cuenta las particularidades en las cuales la vida de esas mujeres se desarrolla, no se pueden respetar sus derechos, si no se escuchan sus historias, sus luchas, sus reclamos en definitiva sin sus voces no hay posibilidad de reconocimiento y respeto de sus derechos, todos sus derechos. Con ello me pregunto sobre la posibilidad de apropiación y las condiciones necesarias para ello y comparto las expresiones de Cecilia Amorós “El diálogo intercultural si ha de ser eficaz y legitimo tiene condiciones propias, requiere situaciones simétricas en cuanto a la disponibilidad para interpelar así como para ser interpelado y solo es posible si se dan actitudes críticas y reflexivas por ambas partes: desde un multiculturalismo no critico solo cabe el atrincheramiento de cada cultura en sus parámetros presuntamente inconmensurables de forma radical con las demás culturas.” (Amaros, 2004:75)

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Teniendo en cuenta el número limitado de investigaciones que la Corte Penal Internacional puede tratar y la incapacidad y falta de independencia del sistema judicial congolés, Human Rights Watch está convencido de la necesidad de que un nuevo mecanismo es necesario para la persecución de los autores de crímenes de violencia sexual y de otras violaciones graves de los derechos humanos. Por otro lado existe un proyecto promovido por el estado nacional de cámaras mixtas (magistrados congoleños y extranjeros) para juzgar crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad cometidos en los últimos 20 años en D.R.C. La crisis de violaciones asociadas con los conflictos armados en el Este de D.R.C. no puede ser abordada aisladamente de la violencia de género y discriminación que las mujeres encuentran en tiempos de paz. Sin un cambio fundamental en las relaciones de género y el apoyo al empoderamiento de las mujeres, que implica la no violación de sus derechos fundamentales y el acceso a una vida digna por parte de la población en general, los niveles de violencia sexual seguirán siendo altos aun cuando se logre la estabilidad en términos de ausencia de conflictos armados y la aplicabilidad de la ley sea posible. Solo 10 años han transcurrido desde la creación de la Corte Penal Internacional, y muchas de las nuevas investigaciones y juicios por venir se encuentran en relación a los crímenes cometidos en el Este del Congo. Es irrealista pensar que la CPI pueda traer justicia a todas las víctimas de los conflictos armados, lo que si puede es atraer la atención de la comunidad mundial y enviar un claro mensaje de presencia de legalidad en D.R.C., es necesario destacar que uno de sus roles, a mi entender el más importante, es simbólico, el de servir como disuasivo para evitar la comisión de atrocidades en el futuro. Quisiera finalizar citando a Laclau haciendo referencia a la tensión entre lo universal y lo particular: “Lo universal es inconmensurable con lo particular, pero no puede, sin embargo, existir sin este último. ¿Cómo es posible esta relación? Mi respuesta es que la paradoja no puede ser solucionada, pero que esta ausencia de solución es la precondición misma de la democracia”. (1996:12)

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Bibliografia ACORD, Pour L’effectivité de la Loi : Un audit sur les pratiques judiciaires en matière e violence sexuelle en République Démocratique du Congo. (2009). Impreso. Amorós Cecilia, Por una ilustración multicultural, Quaderns de filosofia i ciència, (2004); 67-79.Impreso. Auteserre, S. Dangerous tales : dominant narratives on the Congo and their unintended consequences. African Affairs, 2012. Web. Bonder, Gloria. ‘Genero y Subjetividades: avatares de una relación no evidente ‘ Programa Regional de Formación en Genero y Políticas Publicas : Facultad Latinoamericana de las Ciencias Sociales, 1998. Documento Electrónico Bonder, Gloria. ‘Igualdad en la innovación. Innovación para la igualdad. Las mujeres en la construcción de la sociedad del conocimiento’ Programa Regional de Formación en Género y Políticas Públicas : Facultad Latinoamericana de las Ciencias Sociales, 2008. Documento Electrónico Bonder, Gloria.’Seminario Globalizacion y Genero’, 1. PRIGGEP, 2014 De Vries, Janine. Sexual violence against women in Congo, Leiden: Stichting NJCM, (2007).Impreso. Eriksson, Baaz, Maria, Stern, M. ¿ Sexual violence as a weapon of war, Uppsala: Zed books, (2013). Impreso. Kirchner, Stephen. Wartime Rape, Norderstedt, Verlag fur akademische texts, (2008). Impreso. Laclau, E. (1996) “Universalismo, particularismo y la cuestión de la identidad”. En: Emancipación y diferencia, Ariel, Buenos Aires. Maquiera, Virginia. “Mujeres, globalización y derechos humanos”. Valencia, Ediciones Cátedra,(2007). Reuters/Associated Press-Defying the UN, Congo rebels launch offensive, in: International Herald Tribune, 26 October 2008, online http://www.iht.com/ articles/2008/10/26/arts/congo.php Rob Nordland –Congo ‘s Wounds of War: More vicious than Rape-The atrocity reports from Eastern Congo were so hellish that Western medical experts refused to believe them-at first, in: MSNBC, 13 November 2006, available online at http://www.msnbc.msn.com/is/15704030/site/newsweek/page/3. Sassen, Saskia. Una sociología de la Globalización, Katz editores, (2007).Impreso. Ulrich, Beck. ¿Qué es la globalización?, Barcelona: Paidós, (1998). Impreso. Valcárcel, Amelia. “Ética para un mundo global”. Madrid: Ediciones Temas de Hoy, (2002).Impreso.

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La reparación integral a las víctimas de delitos de lesa humanidad. Una mirada trans-jurídica frente al daño imprescriptible. Fabiana Rousseaux1 La reparación es un proceso integral que implica la sostenida articulación por parte del Estado, de diversas medidas, que apunten no sólo a la asunción de responsabilidades estatales respecto de la violación de Derechos Humanos, sino también y muy especialmente a la reconstrucción del vínculo dañado entre el Estado y sus víctimas. Considero central remarcar este aspecto, dado que cualquier implementación de políticas públicas reparatorias, tanto sea desde el punto de vista pecuniario como simbólico, tendrán su eficacia en la medida en que se produzca ese “nuevo lazo.” Cuando hablamos de reparación, sabemos -como psicoanalistas- que por la gravedad de los delitos cometidos en el marco de las violencias de Estado en el cono sur, estamos frente a consecuencias psíquicas, físicas, familiares, laborales, y sociales de difícil dimensionamiento, y de compleja repuesta. Si bien, el Derecho plantea el concepto de reparación como una acción que pretende volver las cosas al estado anterior (restitutio in integrum), desde una perspectiva psicoanalítica, esto es un concepto que refiere siempre a un margen de complejidad e incluso imposibilidad teórica, no obstante lo cual, las incidencias de los actos reparadores que el Estado esgrima ante las víctimas, generan efectos altamente dignificantes y por consiguiente reparadores –en gran medida- del daño provocado. Es decir, que si bien la restitución al estado anterior no es posible en términos de anulación de los efectos traumáticos, sí, puede incidir considerablemente en el alivio o el reconforte del dolor psíquico que las violaciones de derechos humanos provocan en las víctimas, en sus familiares y en la sociedad en su conjunto. Se trata de delitos que generan una forma de padecimiento que es permanente, sistemática y simultánea con el olvido, ya que cierto grado de olvido, se torna no sólo indispensable sino también eficaz, por la magnitud traumática que recubren esos recuerdos. Primo Levi, en el apartado titulado “El Recuerdo de los Ultrajes”, del libro Los Hundidos y los Salvados, nos advierte que “el recuerdo de un trauma,… es en sí mismo traumático porque recordarlo duele, o al menos molesta: quien ha sido herido tiende a rechazar el recuerdo para no renovar el dolor…” Así, sabemos por la experiencia clínica, que si bien no podemos hacer nosología de los efectos de las violaciones de Derechos Humanos, hay un cúmulo de reacciones psicológicas que experimentan en mayor o menor medida aquellas personas que atravesaron por situaciones de tortura y secuestro. 1

Fabiana Rousseaux Licenciada en Psicología. M.P 17.612

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Esa reexperimentación del trauma, aparece asociada en muchísimas oportunidades por evitación y embotamiento emocional, desafectación personal y social, incapacidad de recordar aspectos importantes el trauma vivido y olvido total de épocas extensas, lo cual en muchas ocasiones trae aparejado un dolor psíquico extra, por no recordar esos hechos, hiperexitación, dificultades para dormir, que a veces se mantienen a lo largo de toda la vida, irritabilidad, dificultades en la concentración, lo cual afecta la esfera laboral o intelectual, hipervigilancia, ansiedad generalizada, dificultades de contacto social y emocional, que muchas veces deriva en la imposibilidad de conformar o sostener lazos familiares, depresión permanente, desesperanza, disminución de la autoestima, enfermedades psicosomáticas, disfunciones sexuales a veces muy severas, recuerdos intrusivos , sueños angustiosos y muy recurrentes. Desde ya, sostener el compromiso de la particular situación de cada afectado, sobreviviente, o torturado, no es una tarea fácil en la práctica pública, en el específico contexto de construcción de políticas reparatorias, ya que en general se trata de pensar desde una lógica generalizable referenciada en el “todos iguales ante la ley” que razonablemente, impone la lógica del derecho y la lógica del Estado. Sin embargo, frente a la magnitud de estas consecuencias, un Estado de Derecho, un Estado Reparador, no puede aplicar medidas acordes a las necesidades específicas de las personas afectadas, sin pensar teóricamente el problema del “Terror de Estado”como operador lógico, aún en el campo de la asistencia clínica, psicológica, médica y otros modos simbólicos de reparación, porque no se trata de cualquier forma del terror. Es decir, que la eficacia de la aceptación de medidas reparatorias por parte de los beneficiarios de esos programas y/ o planes, requiere de respuestas no generalizadas, o sólo burocráticas, o paliativas, sino de respuestas complejas, que incluso pueden generarse haciendo un buen uso de los laberintos burocráticos inherentes a las políticas públicas en términos muy generales. Esto apunta a remarcar que no se trata de realizar una crítica a las formas de burocratización de las políticas públicas reparatorias, sino de “inventar” modos específicos y aplicables, que puedan basarse en el buen uso de ciertas estructuras burocráticas pero no necesariamente burocratizadas, como pueden ser Comisiones preexistentes de Verdad, o como en el caso de la Comisión de Amnistía en Brasil, donde la significación y reapropiación conceptual de esa instancia oficial, sufrió modificaciones que fueron acompañando la lucha de trabajadores y activistas por los derechos humanos, tal como queda expresado en el texto propuesto por la CA, de Paulo Abrão y Marcelo Torelly, “Justica de transicão no Brasil: a dimensão da reparacão” Los Estados están obligados a implementar las medidas que se estimen convenientes y que concurran a paliar los diversos problemas psíquicos, físicos, familiares y sociales emergentes de la desaparición forzada, apropiación de 38


personas, tortura, clandestinidad de los crímenes, terror masivo, y otros modos de violencia estatal. Pero las -muchas veces- rígidas premisas terapéuticas basadas en los tradicionales modelos de asistencia provenientes del campo de la salud mental, son insuficientes para pensar la verdadera significación que las políticas de asistencia en términos de reparación en salud a las víctimas, implica. Incluso cuando a partir de la 2da guerra mundial, la creación de nuevos dispositivos “extramuros”, fueron innovadores en cuanto al sentido de asistencia y acompañamiento de las personas que habían sido afectadas por las situaciones de guerra, no alcanzaron para pensar las formas de respuesta que las víctimas exigen al Estado, ya que los efectos psicológicos que arroja una situación de guerra, no son en absoluto los mismos que arrojan los delitos de lesa humanidad, donde el Estado estuvo puesto al servicio de la efectuación de crímenes masivos contra la ciudadanía. Algunos de esos efectos particulares son los daños transgeneracionales que continúan produciéndose mucho más allá de la generación impactada de modo directo por los crímenes y abusos cometidos por el Estado de Excepción. Los equipos psicoasistenciales de los organismos de Derechos Humanos del cono sur, han abordado durante las décadas del ’70 y ’80 la tarea de asistencia y acompañamiento a las víctimas, articulando redes regionales informales y en medio de la clandestinidad en muchos casos, para dar respuesta a la gravedad de los hechos que se vivían en la región. Sin embargo y para dimensionar la importancia de la articulación de esos procesos, en la medida que los gobiernos democráticos del cono sur en la última década, han dado signos de implementar políticas reparatorias y de reconstrucción de la memoria y verdad histórica, los equipos psicoasistenciales de la región han comenzado a debatir acerca de la necesidad de lo que se denominó “el traspaso a manos del Estado” de la experiencia terapéutica recabada. Esto significa que si bien los afectados podían continuar recibiendo asistencia psicológica, no se lograba alcanzar un “efecto reparador” en lo asistencial, si eso no venía coordinado -de algún modo (cada país con su esquema propio)- con la implicación del Estado en ese proceso. La dimensión reparadora la otorga el Estado involucrado con esas políticas. Y sus efectos son indiscutibles y muy visibles.

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La relación entre la reparación psíquica y el derecho a la memoria, la verdad y la justicia Es necesario remarcar que a pesar de las obligaciones estatales en épocas de gobiernos democráticos en muchas oportunidades la aplicación de estas medidas destinadas a subsanar situaciones de injusticia en grupos específicos, obedecieron, más a la presión ejercida por los propios afectados -con independencia incluso del apoyo social-, que con auténticas reformas legislativas, jurídicas o incluso por los programas y/o leyes impulsados por el poder ejecutivo. Esto significa que la lucha por la memoria, la verdad, la justicia y la reparación, fueron en muchas oportunidades y por décadas en nuestra región, impulsadas por las propias víctimas y afectados, y ese terreno de lucha impulsó la resignificación y avances de derechos, en el plano reparatorio. Inicialmente la posibilidad de recibir una reparación económica había generado cierta resistencia por parte de los organismos de derechos humanos integrados por afectados directos —Sobrevivientes, Madres, Abuelas, Familiares, Hijos, cesanteados, desocupados, exilados, etc—. Esa resistencia a recibir “reparaciones” por parte del Estado, se fundaba en la idea de que recibir una “indemnización” (mera traducción económica del daño) implicaba a cambio de la vida de los desaparecidos o asesinados; o resignar el derecho al reclamo de justicia, a cambio de una suma de dinero. Esto no fue casual, ya que muchas de las leyes promulgadas en ese momento más algunas publicidades de la época por parte de ciertos Ministerios, efectivamente producían ese angustioso e insoportable dilema en las víctimas y sus familiares. Recordemos que por ejemplo en Argentina durante ese período quienes se presentaban a reclamar por sus desaparecidos, recibían de parte de funcionarios estatales la indigna pregunta de “Ud está seguro que está desaparecido por razones políticas? O se habrá ido de su casa? O mujeres que debían declarar por muertos a sus desaparecidos para poder acceder a las cuestiones legales de bienes en común. Sin embargo, en ese proceso desvinculado de políticas de justicia, memoria y verdad, donde efectivamente el valor simbólico de esos trámites “reparatorios” se tornaban terriblemente revictimizantes, se logró un giro teórico a partir de las luchas y los argumentos de militantes y abogados defensores de Derechos Humanos, en épocas donde el Estado impulsaba una política de “sospecha” sobre la veracidad de los relatos de la víctimas. Pero al comprender que en el ámbito internacional se exigía a los Estados la compensación económica a las víctimas de graves violaciones a los derechos humanos, entre otras obligaciones, como parte esencial de la responsabilización del Estado frente a sus crímenes, fue posible constituír a la reparación económica como una demanda legítima ante la cual el Estado debe responder. En este sentido, dentro de los estándares internacionales en materia de Derechos Humanos, se define a la reparación de un modo integral, poniendo el 40


acento no solo en el aspecto pecuniario, sino y fundamentalmente en el aspecto simbólico de la misma. Entre los aspectos más relevantes de la reparación simbólica se encuentran el reconocimiento público por parte del Estado de su responsabilidad, las garantías de no repetición, así como la atención médica, psicológica, jurídica y social. ¿Qué es lo reparador para las víctimas? Las medidas simbólicas muchas veces se dan en un marco invisible de trabajo, sin resonancia en las agendas políticas de los Estados, y tienen que ver con acompañar todo el proceso de reconstrucción de confianza por parte de los afectados, como ocurre por ejemplo con el trabajo a nivel de asistencia en salud en centros y hospitales públicos. Los espacios académicos, organizaciones sociales y ámbitos educativos, son sitios privilegiados para gestionar la articulación con otros organismos que realicen tareas similares respecto de la transmisión de la memoria y es un momento nodal para las propuestas de investigación, en temas que aún no han sido suficientemente analizados respecto de los efectos sociales que perduran, las marcas que se transmiten de manera transgeneracional, y las respuestas estatales y sociales que las víctimas de violaciones de derechos humanos necesitan para poder sostener un lugar que dignifique lo que han padecido. El papel del testimonio y de la palabra en el ámbito individual y colectivo, luego de períodos de violencia política. Cada testimonio se sostiene en un relato que es “actual”. Cada vez que se vuelve a pasar por una declaración testimonial, en cualquiera de los modos que esta tome, se vuelve a producir un sentido, y un encuentro con algo que quizás no estaba evidenciado para el propio sujeto que lo enuncia. Sabemos como psicoanalistas, algo que debemos aportar al ámbito judicial y de las Comisiones de Verdad, en el marco de la Justicia Transicional, y es que “hablar siempre tiene consecuencias”. ¿Cuáles son esas consecuencias? es totalmente impredecible, tanto para quien habla como para quien escucha. Y ese efecto de sentido en lo social es determinante a la hora de “hacer pasar a lo público” lo vivido en la clandestinidad de los hechos atroces. Una de las grandes cuestiones que hemos entendido en estos años de trabajo colectivo en torno a los dispositivos testimoniales (no sólo por la experiencia en nuestros países sino también por la experiencia recabada en Europa), es que la dignidad que conlleva la producción de un testimonio, para producir una verdad subjetiva con efectos de sentido en lo social, es una dimensión reparadora esencial. Podemos recordar, las palabras indignas de los SS en los campos de exterminio, frente a sus víctimas, cuando les decían: “Aunque lo cuenten nadie 41


les creerá”, jactándose de un saber que conoce la dimensión verdadera del horror. “De tan horroroso, es increíble” En tal sentido, cada testimonio de lo vivido, forja un relato que cobra una temporalidad actual, inespecífica, extraña, y se vuelve a producir como una nueva marca cada vez que se enuncia. Basta pensar en el impacto que produce en una sala de audiencias, no ya “hablar sino escuchar”, y a la inversa, el impacto que –entonces- esa escucha provoca en quien testimonia. En ese sentido, la construcción de estos relatos, se sostienen en un tiempo que no es cronológico, sino lógico, de modo que algo que ocurrió hace 4 ó 5 décadas atrás, no se aleja de la eficacia dolorosa, sino que siempre se reactiva provocando nuevas dimensiones del dolor psíquico. Los dispositivos concentracionarios creados en el siglo XX, debe impulsarnos a pensar en la despatologización de las víctimas de esos dispositivos, en el momento donde esos sujetos afrontan la situación de declaración. Hay una tentación importante, muchas veces, incluso por parte de muchos profesionales de la salud mental, de tratar a un sobreviviente, o a un “declarante” que traspasará a ámbito público su experiencia, como un “paciente”. Y este es un riesgo del cual debemos estar advertidos porque pone en peligro la dimensión reparadora del testimonio. En la experiencia desarrollada en otros países de la región, podemos encontrar que hay una gran dificultad para llevar adelante procesos testimoniales (tanto sea en juicios orales con sanciones penales, como en comisiones de verdad, etc) vinculados a delitos de lesa humanidad, sólo desde el discurso jurídico. Muchos testigos ya prestaron su declaración en múltiples oportunidades, tanto sea ante organismos internacionales de Derechos Humanos como ante organismos locales. Pero debemos recordar que muchos de esos testimonios fueron destruidos incluso por allanamientos vinculados a acciones estatales, o paraestatales, lo cual exigió de sucesivas reconstrucciones de los mismos. También (como en el caso argentino o chileno) donde se desarrollaron juicios en el exterior por jurisdicción universal, o incluso cuando se desarrollaron juicios “in absentia” a torturadores argentinos en Italia y Francia, los sobrevivientes ofrecieron su declaración. Todos esos procesos de memoria y verdad que se desarrollaron en nuestros países, como los testimonios que se ofrecen en la actualidad ante las comisiones de la verdad o la comisión de amnistía como es el caso brasilero, permiten la reconstrucción de la verdad histórica. Y es central entender que aún cuando hayan pasado varias décadas, esa reconstrucción cobra todo su sentido. Enzo Traverso, nos recuerda que “Auschwitz no existió mientras salía humo de las cámaras de gas, sino 50 años después cuando la sociedad estuvo dispuesta a escuchar lo que allí había sucedido” (Políticas de la memoria. Tensiones en la palabbra y la imagen), esto puede orientarnos a la hora de pensar los 42


procesos de memoria, verdad y justicia y para analizar la trascendencia de la producción de esos procesos, donde la sociedad pueda implicarse de un modo más efectivo. El debate sobre la verdad jurídica y la verdad subjetiva de estos particulares hechos, hace que ya nadie puede dudar de la veracidad de esos relatos. Esa es la primera condición de dignidad que se debe establecer desde los estamentos gubernamentales, y no sólo desde el Poder Ejecutivo, sino desde los tres poderes que intervienen en la planificación y ejecución de políticas de memoria, verdad y justicia. Emerge una dimensión novedosa vinculada a los efectos de haber sido escuchados por el Estado. En estos procesos cuando los testigos hablan, testifican, la presencia de representantes del Estado y de la comunidad que acompañe esas declaraciones, se tornan esenciales en términos de los efectos reparadores, ya que lo que los testigos relatan es lo que nos sucedió a todos. Al escuchar, la comunidad “se deja tocar por esas palabras”, y nadie sale igual de esas audiencias, luego de enfrentarse con el horror de los hechos vividos por ciudadanos, de su comunidad. Se produce entonces, una construcción colectiva que permite ir armando un discurso nuevo con efectos reparadores en quienes lo enuncian. Lo que se desenmascara en esos procesos, es el poder omnímodo del Estado en su expresión radical. El carácter de “acontecimiento” en términos de Badiou, implica que los delitos de lesa humanidad, instauran un antes y un después en la estructura social del país, con consecuencias culturales duraderas y transmisibles en las futuras generaciones De este modo, sostenemos que así como la acción criminal que sustenta el delito de Desaparición Forzada y otros delitos de lesa humanidad, están tipificados en el campo del derecho como delitos imprescriptibles, del mismo modo, los daños que provocan, tampoco caducan, tampoco prescriben, y muy por el contrario provocan efectos imprescriptibles también, que afectan sobre todo el Proyecto de Vida, como bien lo describe el Protocolo de Estambul. En este contexto el deber reparador del Estado, se plasma a través de la implementación de políticas que apunten a transformar el soporte sobre el cual producir el montaje de la simbolización de la muerte imposible que provocan las desapariciones forzadas, como así también , los diversos actos simbólicos de señalización de sitios de memoria, conmemoración de fechas que las víctimas consideran importantes, cambio de nombres a determinados sitios o calles significativas, etc) Sabemos que de estos fragmentados relatos, también dependerán en buena medida, las posibilidades de reconstrucción de la verdad omitida por el propio Estado en tiempos de impunidad. También es importante resaltar que en términos de anudamiento de políticas públicas en salud mental y su relación con los testimonios, el derecho a la ritualización del duelo, quedo truncado en muchas familias de la región, 43


y debemos reconocer la eficacia inconmensurable de los actos estatales de reparación por ejemplo ayudando a la restitución de restos óseos, y acompañando a los familiares a que puedan finalmente enterrar a sus muertos, como instancias productoras de amplios efectos dignificantes en todo el tejido social. Además, producción de relatos sociales legitimados por el Estado, pueden ayudar a tramitar el dolor vivido en un espacio público, dándole la oportunidad a las víctimas directas de salir del encierro del dolor íntimo, -y siempre bajo sospecha- que se impuso durante los largos años dictatoriales en nuestras sociedades. Se pregunta Foucault, cómo saber si un hombre dice la verdad? Y esto se toca con la pregunta que enfrentamos diariamente en el marco de nuestra práctica en los procesos de producción de memoria y de justicia. La ligazón entre Estado y delito cambia de raíz las coordenadas del sentido. “Los muertos demandan a los vivos: recordadlo todo y contadlo, no solamente para combatir los campos sino también para que nuestra vida, al dejar de sí una huella, conserve su sentido” (S. Todorov, Frente al límite) Referencias bibliográficas: -Protocolo de Estambul. Manual para la investigación y documentación eficaces de la tortura y otros tratos o penas crueles inhumanos y degradantes, Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, 2004 -Enzo Traverso, Trauma, remoción, anamnesis: la memoria del Holocausto; en Políticas de Memoria. Tensiones en la plalabra y la imagen, Univ. del Claustro de Sor Juana, México, 2007 -Alan Badiou, El ser y el acontecimiento, Ed. Bordes Manantial, 1999 -Cuadernillo Acompañamiento a testigos en los juicios contra el terrorismo de Estado. Primeras experiencias, Ed, Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, argentina, 2009 -Primo Levi, Los Hundidos y los salvados, Ed Muchnik, Barcelona, 2000 -Michel Foucault, La verdad y las formas jurídicas, Ed Gedisa, 1980

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Intervención psico-social en catástrofes y desastres Ética y Política de la Intervención Eduardo Viera1 Resumen Trabajar con otros y no para otros implica una determinada ética y política de laintervención. Se trabajan en el escrito los conceptos contenidos en el título, problematizando sobre sus implicaciones, situadas en las tareas que asumimos. El enfoque desde donde se plantean estas reflexiones se sostiene en la Psicología de la Liberación, una psicología política desde América Latina para América Latina. Desde esa perspectiva las prácticas profesionales y disciplinarias que trabajamos en catástrofes, emergencia social y violencia política. Palabras clave: Intervención psicosocial, Ética, Política, Catástrofes La intervención: un asunto en el que nos ubicamos Ingresamos a un territorio que tiene una historia previa, un proceso y un conjunto de agentes que lo construyeron, que lo viven, y del cual tienen saberes y prácticas acumuladas y por producir. En ese territorio con historia, pleno de saberes visibles e invisibles, resulta imprescindible la capacidad de la humildad (humus – contacto con la tierra) permitirnos y habilitar actitudes y aptitudes con una disposición técnica para el trabajo con esos otros y otras, portadores de experiencia y proceso. Veamos algo de eso que consideramos necesario para esa disposición: •Disposición a escuchar y dar un cierto orden posible al conjunto de datos y vivencias incluidas en la o las demandas de intervención, pero sabiendo que es un orden posible dentro de tantas otras opciones y, por tanto, escuchar con oídos abiertos a la diferencia. •Preguntarnos desde qué lugar estamos posicionándonos frente a los otros actores, que encargos asumimos cuando trabajamos con los sujetos y colectivos y por cuales optamos. En ese sentido un posicionamiento ético y político imprescindible. •De-construir nuestras propias construcciones, lo que nos hizo y nos hace como profesionales y sujetos, posicionados desde ciertos marcos teóricos, 1

Eduardo Viera. Licenciado y Doctor en Psicología. Universidad de la República del Uruguay.

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vivenciales, ideológicos; los discursos que nos hablan y los discursos que hablamos y ponemos en acción. Intervenir: tomar parte para de-construir y construir, para des-ideologizar e ideologizar, para transformar, transformándonos. “Ser parte” entre tod@s hacia nuevas formas posibles de hacer, sentir, pensar (1) Los colectivos, un conjunto de personas que comparten tiempos y espacios comunes (una cotidianeidad que construyen y les afecta), objetivos y tareas que los nuclean y articulan, una historia que los refiere, una cierta temporalidad construida en el encuentro. En cuanto a enfoques y definiciones, hay mucho para discutir respecto a los mejores modos de precisar los campos de la intervención. Consideramos que más que enfrentarnos a una dificultad epistemológica nos parece un profundo tema político, en tanto podemos dar por sentado que esos espacios y esas personas con las que trabajamos desde una propuesta comunitaria, psicosocial, de educación popular u otros enfoques, son de por sí lo que nuestros campos disciplinares o subdisciplinares quieren que sean. Por ello es central la postura axiológica e ideológica desde la cual nos instalamos, como definimos nuestro objeto-sujeto de trabajo y la intervención con él. Genealogías de los aconteceres de la vida cotidiana. La intervención supone una co-construcción y construcción colectiva y se constituye por tanto en un proceso de empoderamiento (Rebellato, 2000). Trabajamos con los otros en el fortalecimiento de sus capacidades, apostando a co-construir concepciones distintas de un sí-mismo alienado, adscripto a una cierta postura hegemónica dominante y dominadora. ¿Cuándo la catástrofe emerge, que precedentes a la situación existían para las características del evento? En este sentido, planteamos que pueden existir eventos desencadenantes naturales pero que los efectos son siempre sociales. De-construir ciertos encuadres internalizados elaborando colectivamente las ansiedades en él contenidas, cuestionando en la praxis las invariables, atendiendo a lo inmanente de cada situación, elaborando estrategias particulares desde una postura crítica y propositiva. “Hace falta la valentía del renunciamiento a las certezas para poder disponerse a pensar en situación, para hacerle lugar a la inmanencia con toda su carga creadora” (Ferrara, 2003: 82) Cada estrategia es un problema a formular, para lo cual contamos con una serie de herramientas conceptuales y técnicas. Éstas últimas son apenas instrumentos y no un fin en sí mismas, por lo cual cada intervención nos interroga sobre los mejores procedimientos a utilizar. 46


(...) Alguien – el técnico- a la manera de un prestidigitador conoce sus alcances, efectos y consecuencias y consecuentemente aplica la técnica, buscando el efecto esperado y esto lo sabe cualquier técnico consciente o inconscientemente. Toda técnica es en sí misma anticipatoria, anticipa un campo fenoménico, a-prioriza y reduce a sus esperados efectos el campo de intervención. En esto radica su violencia, la imposición (“aplicación”) de su orden a las realidades que manipula (Raggio, 1999)

Como decíamos en otros textos, En estos tiempos actuales, donde algunos hablan de globalización en forma indiscriminada, y en realidad lo globalizado es una lógica de mercado, dominada por un conjunto de capitales financieros transnacionales. Donde la brecha ricos-pobres se acentúa, remarcando todas las otras brechas signadas por la dominación. Donde nuevos problemas plantean desafíos a nuestras ideas y prácticas. En estos tiempos, resulta urgente integrar herramientas e ideas originales acordes a nuestros contextos, para producir con otros/as los caminos hacia mejores tiempos (…)e importa deconstruir demandas y tareas, producir conocimiento y acción desde y en la vida cotidiana, que desde la diversidad y similitud de nuestras historias, hacen a proyectos comunesaún por realizar y siempre por potenciar (Viera, 2008: 29)

Elina Dabas (2001) plantea que el Actor Social es toda aquella persona o grupo capaz de transformar de forma activa su entorno, al tiempo que, en este proceso, logra su propia transformación. Hablamos de una intervención que propone tomar en cuenta los procesos de concientización y desideologización como estrategia privilegiada; Tomando aportes de Freire (1963, 1967) y Martín-Baró (3) hablamos de concientización, en el sentido de cuestionar y problematizar junto con los sujetos singulares y colectivos el porqué de sus condiciones de vida apostando a la des-naturalización de las mismas. Proponemos asimismo la des-ideologización, procurando la visualización de las relaciones de poder implícitas en tales condiciones, abriendo visibilidad de cómo éstas operan en tanto obstaculizadoras, resistentes a cambios necesarios y posibles. Actuar desde el enfoque precedente implica ensayar trabajar con la metodología de investigación-acción-participativa. (4) Decimos “ensayar” pues, indudablemente, resulta conflictivo y complejo lograr la asunción de actitudes activas de los sujetos y nuestras propias capacidades de apertura al cuestionamiento desde otros saberes. A veces los tiempos urgen para esos procesos pero, asimismo, debemos considerar a cuales de los tiempos tomamos como parte de la intervención. No sólo los inmediatos al evento y sus efectos parecen ser los necesarios de nuestra intervención, y en eso toda una tarea nuestra para generar consciencia en todos los actores de la importancia del trabajo a corto, mediano y largo plazo sobre un proceso que tiene una historia hacia atrás pero también hacia delante, hacia el futuro. 47


La metodología de investigación-acción-participativa •desafía a respetar tiempos y procesos diversos de los implicados, •negociar saberes y corrernos del lugar de los expertos que deben decir “lo que hay y lo que se debe hacer”, •soportar y sostener las contradicciones que se presentan en el trabajo •tomar distancia, pero en tanto distancia posible y nunca en la que dicen los manuales referida como distancia optima, •contener los propios análisis y reflexiones para facilitar elucidaciones conjuntas, •construir cambios con los actores sin dejarnos tentar por nuestros autodiagnósticos, •acompañar los procesos hasta aceptar el momento en que debemos partir, asumiendo como un buen proceso el que la organización, grupo o colectivo no recuerden o reconozcan nuestras contribuciones y se conecten fundamentalmente con el aporte y acción colectiva que fueron construyendo, •contribuir desde un rol habilitante a la emergencia de situaciones transformadoras de todos los actores involucrados, •de-construir para ayudar a construcciones siempre situacionales y siempre propias y apropiadas por los agentes con quienes trabajamos. En este sentido, una búsqueda constante y un aprendizaje continuo, donde como decía Freire (1971), “nadie educa a nadie, nadie se educa solo”. Cada encuentro con el Otro, con los Otros/as es una negociación de símbolos, valores, estereotipos, etc.; de ese encuentro surgen nuevos aspectos que resulta fundamental evaluar con los colectivos, algo de lo que la investigación-acción-participativa plantea y que Freire completa desde su planteo del diálogo como herramienta revolucionaria: ¿Cómo puedo dialogar, si alieno la ignorancia, esto es, si la veo siempre en el otro, nunca en mí? ¿Cómo puedo dialogar, si me admito como un hombre diferente, virtuoso por herencia, frente a los otros, meros objetos en quienes no reconozco otros ‘yo’? ¿Cómo puedo dialogar, si me siento participante de un ‘ghetto’ de hombres puros, dueños de la verdad y del saber, para quien todos los que están fuera son ‘esa gente’ o son ‘nativos inferiores’? ¿Cómo puedo dialogar, si parto de que la pronunciación del mundo es tarea de hombres selectos y que la presencia de las masas en la historia es síntoma de su deterioro, el cual debo evitar?

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¿Cómo puedo dialogar, si me cierro a la contribución de los otros, la cual jamás reconozco y hasta me siento ofendido con ella? ¿Cómo puedo dialogar, si temo la superación y si, sólo en pensar en ella, sufro y desfallezco? (.........) En este lugar de encuentro, no hay ignorantes absolutos ni sabios absolutos: hay hombres que, en comunicación, buscan saber más.”(Freire, 1971: 91)

Construir Diálogo, implica estar atentos/as a nuestras pre-nociones, a las teorías sobre la realidad y no desde y con la realidad, romper mitos y/o matrices de pensamiento que juegan en todos nosotros, de diversas formas y con distintas intensidades, sin caer en el idealismo de que ningún vicio cultural-ideológico se nos va a “colar”. Saber que la mejor medida contra ello es que la tarea sea de verdad colectiva en análisis y evaluaciones. Algunos autores hablan de las “cegueras de segundo orden” (5), aquellas que desde nuestro marco social, cultural, ideológico, impiden que ciertos fenómenos o situaciones entren dentro de los márgenes de nuestra visibilidad. Si apostamos a procesos de emancipación, liberación, colectivos, importa constantemente estar atentos/as a cuestionar lo dado, a concebir múltiples formas de hacer, sentir y pensar, sin considerar una sola como la válida. Enfrentar al pensamiento único, no importa cuán reaccionario o progresista este sea. Muchas veces se habla de la “función bombero” respecto a la intervención psicosocial, algo así como ir a apagar los incendios que ciertas lógicas provocan. Consideramos que no se trata de apaciguar o mitigar los daños de un sistema injusto, sino de ayudar a cambiarlo; claro está, sin incrementar “fuegos” en forma irresponsable y a-crítica, donde el único efecto resultante sea nuestra satisfacción ideológica personal y los quemados de siempre resulten más quemados aún, más vulnerados. Saber de dónde provienen los “incendios”, pero sin dejar que el fuego desbaste lo que se viene quemando. Apostar a las transformaciones desde la apropiación por la gente de la necesidad de transformaciones y no porque nosotros/as creamos necesaria y válida un tipo de transformación. Lo que aparece, lo que se muestra tiene una historia, un conjunto de procedencias que sustentan esa aparición. (6) Acorde a esto, trabajar con una postura genealógica ante los acontecimientos en los que estamos interviniendo, para re-construir con los actores el tiempo efectivo de su cotidianeidad. En tanto lo que venimos hablando, diríamos que la primera gran capacidad para el trabajo en el terreno de las catástrofes y desastres-así como en otros terrenos de nuestras intervenciones- diríamos que es fundamental la sensibilidad necesaria y el respeto para con los Otros como Otros, no como “población afectada” o “necesitada” sino como sujetos singulares y colectivos con saberes y potencias para hacer, con memorias e identidades que construyen habilidades para reproducir la vida. Permitirnos la apertura para aprender 49


y transformarnos en la misma intervención, sin manuales previos que establecen como se debe actuar, pero sí con planes tácticos y estratégicos que apuntan a la mejora en las condiciones actuales y la transformación de las situaciones causales de dichas condiciones. Catástrofes, desastres. Eventos con historia Vivimos en un Continente donde continuamente se viven situaciones de catástrofe, muchas de ellas endémicas, pero que no por eso dejan de ser catastróficas (hambre, miseria, etc.). Vivimos en países donde la pobreza, el desempleo, la discriminación de género, niñ@s adolescentes y adult@s en situación de calle, violencia doméstica, cárceles desbordadas espacial y jurídicamente, etc., se naturalizan, se vuelven parte de lo que tocó en suerte y éstas son, para nosotros, catástrofes cotidianas que ya ni consideramos como tales, en tanto se constituyen e internalizan como parte del paisaje habitual de nuestros mundos de vida. Los derechos humanos –no sólo singulares, sino colectivos y de pueblos- siguen siendo una constante búsqueda de concreta y real efectivización, más allá que existan múltiples acuerdos firmados que enunciativamente dicen que se va a cumplir lo que no se cumple. Es necesario incluso reflexionar sobre la universalidad excluyente de ellos: ¿Desde qué lógica se enunciaron? ¿Bajo qué supuestos implícitos? ¿Desde qué sistema socio-político-económico? En esa línea de interrogación, podríamos preguntarnos qué pasa con lo que pasó en nuestros países: Las dictaduras, los terrorismos de estado vividos en nuestro continente, han dejado hondas huellas, traumas psico-sociales que es necesario seguir trabajando, aportando desde nuestra especificidad, tanto en el proceso de reconstrucción de las memorias e identidades colectivas, como en el logro de elaboraciones sociales y psicológicas sostenidas en la justicia y la reparación de las heridas que siguen abiertas y, a veces, se expresan en las formas posibles que el silencio y lo forcluido permiten. El tiempo histórico no es lineal, es un tiempo complejo y genealógico. Aquel pasado es presente y actúa en hechos y circunstancias no siempre comprendidas. Mucha tarea tenemos para intentar elucidar esas eficacias del pasado del terror en nuestros presentes de post-transiciones democráticas.

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Intervención Política - Política de la Intervención Nuestra intervención es política en el más profundo sentido del término y, tanto por acción como por omisión, contribuimos desde un cierto poder legitimado a la instauración de normalidades y alienaciones en la sociedad que vivimos, nos construye y construimos. Martín-Baró planteaba: “El ideal no consiste en buscar la asepsia a toda costa, cuanto en tratar de adecuar el propio quehacer científico a los valores por los que uno opta en la vida…” (Martín-Baro, 1983: 45-46) Valores que siempre están en nuestras prácticas, implícita o explícitamente. Las teorías que suscribimos, las metodologías que elegimos aplicar, el recorte de la realidad sobre el que posamos la mirada y la acción, los objetivos que nos planteamos, en fin, nuestro quehacer científico produce y es producido desde cierta subjetividad y, por ello, la tarea de problematización que hacemos frente a las situaciones con las que trabajamos deben incluir la problematización sobre nuestros propias opciones de intervención. ...Un racionalista amaestrado será obediente a la imagen mental de su amo, se conformará a los criterios de argumentación que ha aprendido, se adherirá a esos criterios sin importar la confusión en la que se encuentre y será completamente incapaz de darse cuenta de que aquello que él considera como la voz de la razón no es sino un post-efecto causal del entrenamiento que ha recibido; será muy inhábil para descubrir que la llamada de la razón a la que sucumbe con tanta facilidad, no es otra cosa que una maniobra política (Feyerabend, 1981: 9)

Las formas de afrontamiento con catástrofes y emergencias, en demasiados casos, han sido improvisadas, sin articulación ni planificación concreta y con muy poco cuidado del recurso humano que actúa en estas situaciones (bomberos, policías, enfermeras, etc.). En varias de las tareas que hemos realizado con situaciones de emergencia y/o catástrofe, comprobamos una reacción inmediata, casi “natural” de los colectivos, que responden con solidaridad y compromiso por el otro, pero también, generando a veces conductas de riesgo para la propia vida, para el otro y/o para la acción planificada de salvataje o apoyo. Las instituciones, asimismo, articulan sus saberes y prácticas en la urgencia, constituyen una red transitoria para responder a la situación emergente. Luego, poco a poco, y a medida que la situación comienza a normalizarse, vuelven a sus lógicas de instituciones completas con poca o ninguna articulación entre ellas. Algo similar puede pasar con los miembros de la comunidad. (7) - estuvo bien bueno lo que hicimos, respondimos rápido y todos juntos, pero es difícil sostener esa integración en el día a día En varias intervenciones hemos escuchado planteos como éstos. Resulta fundamental para la intervención en catástrofes considerar la cultura o culturas del contexto en que se actúa e intentar incidir en la reflexión 51


sobre dicha cultura. Construir transformaciones posibles que permitan no sólo afrontar los efectos mediatos e inmediatos de la situación vivida, sino prevenir y producir acciones de afrontamiento de los riesgos y las vulnerabilidades. Estamos hablando de un posicionamiento en la intervención que define la particularización de ella ante cada cultura, cada contexto, cada singularidad (8). Buscar con los colectivos con los que trabajamos identificar los aspectos relevantes y priorizados en sus contextos y las transformaciones posibles y necesarias para un mejor afrontamiento de la situación vivida y otras eventuales futuras. Nos parece importante explicitar algunos preceptos básicos que confluyen en este enfoque de la tarea: •Pensamos a las catástrofes como situaciones que, en muchos casos si bien iniciadas por eventos de la naturaleza, generan siempre situaciones que son sociales, culturales y, en ese sentido se convierten en catástrofe. Cuando se derrumba una montaña o cerro o morro sobre un conjunto de viviendas, matando o dejando sin techo a muchas víctimas, ¿por qué esas viviendas estaban en ese lugar?, ¿cuáles eran las condiciones de seguridad de esas viviendas?.... En todos los casos nos parece sustancial hacer esas preguntas con el colectivo en un cierto proceso que podríamos llamar, parafraseando a Freire y Martín-Baró, de concientización. Sólo, en tanto las víctimas (9) se hacen esas y otras preguntas y pueden de-construir el proceso que las ubicó en tal posición, pueden construir alternativas diversas a la constante vulnerabilidad. •Cuando hablamos de vulnerabilidad preferimos hablar de procesos de vulneración, registrando la construcción socio-histórica, política y cultural de dicho estado, que no lo es tal, sino un devenir, con pasado, presente y también futuro. •Consideramos importante resaltar el carácter de sobreviviente de los sujetos que vivieron las catástrofes, en tanto el papel activo y vital que esto implica. Actores sociales y no agentes pasivos de la situación vivida y de la propia intervención que trata de apoyarlos. •Estar atentos a no filtrar desde una posición cultural, ideológica, teórica, los datos y conocimientos que se adquieren en el trabajo con los colectivos. Tratar de ser fieles a los encuentros con la gente, considerando como decía Freire, que nadie educa a nadie, pero que tampoco nadie se educa solo; todos y todas tenemos para enseñar y aprender en un proceso que Pichón Riviére llamaba de “enseñaje”. •Contradicciones múltiples se generan entre el organismo u organismos que contratan la tarea de intervención psico-social y las necesidades concretas de los colectivos; contradicciones que siempre están en cualquier tarea y que pueden ser motor de acción, en tanto nos permitamos aceptarlas y asumirlas como parte de las lógicas de la intervención. 52


•Dar cuenta pero no “haciendo de cuenta”. Construir caminos viables de transformación de las situaciones en las que actuamos. •Analizar la viabilidad de las acciones posibles. Demasiadas experiencias han contribuido a fortalecer en los colectivos un sentimiento de “más de lo mismo”. Más vale una acción pequeña y posible, que grandes proyectos o inicios de acciones con un desarrollo abandónico final. Muchas promesas reciben los oprimidos, los colectivos explotados, como para que nosotros actuemos reforzando ese sentimiento de nada es posible, o todo es mentira. •Aprender a reconocer los detalles importantes, relaciones y significados. El respeto a la diversidad y a las múltiples formas posibles de ser y hacer, permiten ponerse lentes adecuados para registrar detalles y articulaciones entre ellos. Para el uso y la elección de esos lentes, resulta sustancial trabajar en conexión con agentes, actores y actrices de los territorios, que permiten entender y significar aspectos observados o invisibilizados. Los líderes locales son figuras pertinentes e importantes, pero importa también no quedar entrampados en su discurso. Existen otros discursos que no siempre son registrados pordichos líderes y, además, los discursos no pasan sólo y únicamente por lo verbal; los espacios hablan si sabemos escucharlos. •Tomar en cuenta que la realidad es una construcción social e histórica y que, como tal, existen intereses diversos para construirla y definirla de cierta manera. Por ello es sustantivo confrontar datos y hechos, observar los movimientos y cambios, investigar sobre las procedencias de la realidad actual y visible (10) •Apostar a transformar y no sólo a mitigar el sufrimiento. Saber que si nuestra apuesta en la intervención se reduce exclusivamente a aliviar síntomas sin considerar los procesos de traumatización, la situación se manifestará tarde o temprano de otra manera. •Intervenir con un enfoque liberador (11) •Trabajar con el colectivo para construir conceptos colectivos sobre la vida digna. Sintetizando Diríamos entonces que aspectos centrales a tomar en cuenta para una intervención ética implica: •Fidelidad y compromiso con los enfoques teóricos definidos conscientemente. •Opción ética, estética y técnica por los más desfavorecidos y por las transformaciones necesarias. •Construcción de saberes del encuentro, siempre diversos y siempre posibles. 53


•Visibilización de otros mundos posibles y necesarios. •Respeto a las diversidades culturales y la capacidad de articular experiencias. •Capacidad para construir redes de denuncia, acción y trabajo de equipo; no trabajo en equipo o equipo de trabajo (Viera, 2007) •Análisis crítico constante de las acciones, de la realidad y de nosotros mismos como co-operantes en las prácticas Ni el papel de benefactor, de experto, de vocero, de ser un poblador más, parecen adecuarse a los intentos de hacer una psicología transformadora, el desafío es entonces transformarse en agentes conscientes y críticos del proceso de cambio. Nada más, ni nada menos. Referencia de notas 1- Ver, Pichón Rivière, Enrique (1985), El proceso grupal. Del Psicoanálisis a la Psicología Social, Buenos Aires: Nueva Visión 2- En el sentido que reflexionamos en el texto sobre los posicionamientos teóricos e ideológicos, cabe considerar planteos y problematizaciones de la autora citada en diversos momentos históricos, influidos claramente en cuanto al contexto socio-políticode su país, Venezuela, y su implicación ante esos procesos. 3- Ver entre otros: Martín-Baró, Ignacio (1985) De la conciencia religiosa a la conciencia política, Boletín de Psicología de El Salvador 4, (16), pp. 72-82.; (1985) La desideologización como aporte de la psicología social al desarrollo de la democracia en Latinoamérica, Boletín de la AVEPSO(Venezuela) 8, (3), pp. 3-9.; (1986) Hacia una psicología de la liberación, Boletín de Psicología de El Salvador 5, (22), pp. 219-31 4- Ver: Fals Borda, Orlando (1967) Ciencia y Compromiso, en ECO Revista de la Cultura de Occidente, Tomo XVI/2, (92), Bogotá, diciembre de 1967, pp. 181-200.; (1978) Por la praxis: el problema de cómo investigar la realidad para transformarla, en Simposio Mundial de Cartagena, Crítica y política en ciencias sociales, Bogotá, Punta de Lanza-Universidad de Los Andes, Vol. I, pp. 209-249; (1980) La ciencia y el pueblo: nuevas reflexiones sobre la investigación-acción, en Asociación Colombiana de Sociología, Lasociología en Colombia: balance y perspectivas, Memoria del Tercer Congreso Nacional de Sociología, Bogotá, 20-22 de agosto de 1980, pp. 149-174; (1986) La investigación-acción participativa: Política y epistemología, en Camacho G. (ed.), La Colombia de hoy, Bogotá: Cerec, pp. 21-38; Fals Borda et al, (1981) Investigación participativa y praxis rural, Lima: Mosca Azul; Aspectos teóricos da pesquisa participante, en Brandao, C. (ed.) (1981), Pesquisa Participante, Sao Paulo: Brasiliense

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5- Ver Von Foerster, Heinz &Bateson, Gregory en Schnitman, Fried (1995) Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad, Buenos Aires: Paidós, pp. 91-113 6- En Uruguay un presidente decía que dejáramos de tener “los ojos en la nuca” (no mirar el pasado y considerar todas las infamias cometidas por la dictadura militar); un indio guaraní decía algo así como “ustedes los blanquitos son bastante sonsos, pasan mirando al futuro sin darse cuenta que lo único que existe es el pasado”. 7- En Uruguay se han realizado importantes esfuerzos para articular acciones a través del Sistema Nacional de Emergencia (SNIS) y las diversas instituciones implicadas, apuntando no sólo a la intervención ante el hecho consumado sino en acciones de prevención posibles. 8- No hay manuales o protocolos absolutos para no importa que cultura o contexto. 9- Franz Hinkelammert habla del sistema capitalista como un sistema productor de víctimas. Ver entre otros: (1983) Dialéctica del desarrollo desigual , San José, Costa Rica: Editorial Universitaria Centroamericana; (1978) ; Las armas ideológicas de la muerte, España: Ediciones Sígueme; (1978) ; Democracia y totalitarismo, San José, Costa Rica: DEI; (1984) Crítica a la razón utópica, San José, Costa Rica: DEI; (2009) La crítica de la economía política, la crítica de la religión y el humanismo de la Praxis; (1998) El proceso de globalización y los derechos humanos: la vuelta del sujeto. 10- Seguimos en estos planteos perspectivas como la propuesta genealógica de MichelFoucault y el construccionismo de Berger y Luckmann. 11- Cuando referimos a enfoque liberador estamos hablando básicamente de planteos sustentados y propuestos por Freire, Martín-Baró, Rebellato, entre otros autores, y con elcual desarrollamos las propuestas de esta contribución.

Bibliografía general Dabas, Elina Nora (2001). Redes de Redes: Las Prácticas de la Intervención en RedesSociales, Buenos Aires: Paidós Fals Borda, Orlando (1967) Ciencia y Compromiso, en ‘ECO Revista de la Cultura deOccidente, Tomo XVI/2, (92), Bogotá, diciembre de 1967, pp. 181-200. (1972) Causa Popular, Ciencia Popular (con Víctor Daniel Bonilla, Gonzalo Castillo Cárdenas y Augusto Libreros), Bogotá: La Rosca. (1978) Por la praxis: el problema de cómo investigar la realidad para transformarla, en Simposio Mundial de Cartagena, Crítica y política en ciencias sociales, Bogotá, Punta de Lanza-Universidad de Los Andes, vol. I, pp. 209-249. (1980) La ciencia y el pueblo: nuevas reflexiones sobre la investigación-acción, en Asociación Colombiana de Sociología, La sociología en Colombia: balance y perspectivas, Memoria del Tercer Congreso Nacional de Sociología, Bogotá, 20-22 de agosto de 1980, pp. 149-174 (1981) Investigación participativa y praxis rural. Lima: Mosca Azul (1981) Aspectos teóricos da pesquisa participante, en Brandao Carlos (ed.) (1981), Pesquisa Participante, Sao Paulo: Brasiliense

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(1986) Conocimiento y Poder Popular, Lecciones con campesinos de Nicaragua, México y Colombia, Bogotá: Siglo XXI (1986) La investigación-acción participativa: Política y epistemología, en Camacho Álvaro G. (ed.), La Colombia de hoy, Bogotá: Cerec, pp. 21-38 Ferrara, Francisco (2003) Más allá del corte de rutas. La lucha por una nueva subjetividad, Buenos Aires: editorial La Rosa Blindada Feyerabend, Paul (1981) Tratado contra el método, Madrid: Tecnos Freire, Paulo (1963) Alfabetização e Concientização: uma nova visão do processo. EstudosUniversitários, Revista de Cultura da Universidade de Recife, (4) abr./jun. (1967) Educação como Prática da Liberdade. Rio de Janeiro: Paz e Terra (1971), Pedagogía del oprimido, Montevideo: Tierra Nueva Hinkelammert, Franz (1978) Las armas ideológicas de la muerte, España: Ediciones Sígueme (1978) Democracia y totalitarismo, San José, Costa Rica: DEI (1983) Dialéctica del desarrollo desigual , San José, Costa Rica: Editorial Universitaria Centroamericana. (1984) Crítica a la razón utópica, San José, Costa Rica: DEI Martín-Baró, Ignacio (1983) Acción e ideología: psicología social desde Centroamérica, San Salvador: UCA editores (1985) De la conciencia religiosa a la conciencia política, Boletín de Psicología de El Salvador 4, (16), pp. 72-82. (1985) La desideologización como aporte de la psicología social al desarrollo de la democracia en Latinoamérica”, Boletín de la AVEPSO, 8, (3), Venezuela, pp. 3-9. (1986) Hacia una psicología de la liberación, Boletín de Psicología de El Salvador 5, (22), pp. 219-31 (1988) Hacia una Psicología Política Latinoamericana. Conferencia XIII Congreso Colombiano de Psicología. Bogotá (1989) Sistema, grupo y poder: psicología social desde Centroamérica II, San Salvador: UCA editores (1990) Retos y perspectivas de la Psicología Latinoamericana, en Pacheco, G. y Jiménez, B (edit.) (1990) Ignacio Martín-Baró. Psicología de la liberación para America Latina. Universidad de Guadalajara. Guadalajara: ITESO, pp. 51-79 (1995) Procesos psíquicos y poder. En Montero, Maritza (ed.) (1995), Psicología de la acción política. Barcelona: Paidós Montero, Maritza (1984) La psicología comunitaria: orígenes, principios y fundamentos teóricos, en Revista Latinoamericana de Psicología, vol. 16, (3), Caracas. ed.) (1987) Psicología política latinoamericana, Caracas: Panapo 56


Raggio, Alejandro (1999) Por una ética de la intervención. Notas acerca de la dimensión ética de nuestras prácticas, en Comunidad: clínica y complejidad. Montevideo: Multiplicidades Rebellato, José Luis (1989). Ética y práctica social, Montevideo: EPPAL (1995) .La encrucijada de la ética. Neoliberalismo, conflicto Norte-Sur, liberación, Montevideo: Nordan (2000); Ética de la liberación, Montevideo: Nordan Viera, Eduardo &Loarche, Graciela (2006) Catástrofe y trauma psicosocial: experiencia de apoyo a la comunidad de Young, publicado en VII Jornadas de la Psicología Universitaria en el Uruguay, Universidad de la República Oriental del Uruguay Viera, Eduardo (2007) Equipo de trabajo, trabajo de equipo. Actitudes psicológicas para el trabajo en equipo, en Pimienta, M. (comp.) (2007) Construyendo Aprendizajes, tomo 2, Facultad de Psicología, Universidad de la República, Uruguay: Argos, ediciones alternativas. (2008) Caminos hacia psicologías latinoamericanas, Psicología sin Fronteras, Revista Electrónica de Intervención Psicosocial y Psicología Comunitaria. 3, (1), Febrero 2008, Argentina, pp. 27-32 Von Foerster, Heinz &Bateson, Gregory en Schnitman, Fried (1995) Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad, Buenos Aires: Paidós, pp. 91-113

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Catastrofes Sociales: promoción del pasaje de la vulnerabilidad al desarrollo resiliente. María Teresa Ravagnan1 Introducción Se denomina “Catástrofe” al suceso que altera un orden supuestamente regular y produce un efecto grave. Aún en catástrofes naturales, como delimitan varios autores, entre ellos Silvia Bleichmar (2003) el hecho de que se produzcan, como la gravedad de sus efectos; son producto del descuido, de la negligencia y de la falta de responsabilidad de los gobiernos de los países en los que ocurren. Esta misma autora refiere el problema de la ―naturalización― de las catástrofes sociales o las históricas, por cuanto su presentación se considera como algo del orden de lo natural, imposible de ser enfrentado. Cuando la catástrofe ocurre, siempre causa conmoción y genera un impacto, no sólo en el psiquismo de cada persona damnificada sino en la sociedad, que se muestra vulnerable frente a lo acontecido. En forma creciente, ante las diferentes situaciones de catástrofe acaecidas en nuestro país (atentado a la AMIA, explosión de la fábrica militar de Río Tercero, atentado a la Embajada de Israel, el “corralito” del 2001, etc.), los psicoanalistas argentinos han comenzado a abordar ésta problemática compleja, con la finalidad de comprenderla debiendo re conceptualizar nociones como la de traumatismo y otros procesos subjetivos con la finalidad además de reorientar las estrategias clínicas. Así también desde éste enfoque y otros de orientación psicosocial se elaboran diferentes diseños de intervención, que involucran a los profesionales de la Salud Mental, en un trabajo interdisciplinario. Debido a la creciente producción teórica-empírica en torno a la temática y la complejidad de la misma, se referirán en este trabajo algunos aportes teóricos significativos y se reseñará la experiencia de una intervención temprana interdisciplinaria en empleados del Correo Oficial de la República Argentina, afectados por la inundación ocurrida en algunos barrios de la ciudad de la Plata, el 2-3 de abril de 2013. Efecto de las catástrofes sociales Según M. Benyakar (2004) en situaciones de catástrofe nos encontramos frente a un ―evento fáctico disruptivo―; las personas, comunidades e instituciones atraviesan una alteración de un estado existente anterior de equilibrio y homeostasis. 1

María Teresa Ravagnan. Licenciada en Psicología. M.P 6548

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Numerosos autores han descripto los efectos que sobrevienen luego de una catástrofe. El término ―impacto― adquiere, según Mirta Holgado (2013) importancia en cuanto define esencialmente lo que ocurre con los afectados por una catástrofe. El impacto causa una desestructuración, una modificación seria, que produce síntomas y angustia y si bien las manifestaciones pueden ser transitorias, no por ellas son menos profundas. Para Luis Hornstein : “La irrupción” propia de la catástrofe contradice “lo cotidiano”, que supone un curso regular, previsible, rutinario, es decir, una serie de “hechos” que pueden ser pensados y previstos en tanto coincidan con lo representado” … “Cuando sobreviene la catástrofe se establece un corte en la regularidad de la vida, si ésta fue concebida como continua y lo que se haga de ahí en más adquiere otro sentido, en realidad adquiere un sentido otro y a veces se establece como diferente de la vida previa. Según este autor tanto la catástrofe como el accidente son para el psiquismo evidencias de lo real, de lo exterior, que exceden el espacio de la interioridad y superan la significación instituida, resultando ésta insuficiente. El sujeto deberá instituir otra significación y fundar otra subjetividad. Mirta Holgado (2013) expresa que el encuentro catastrófico actúa como un “agujero en el tiempo”. El efecto de éste encuentro en la sociedad lo “tiñe todo”. No se trata de cuerpos anónimos, sino que existe una historia. La trama del tiempo se deshace quedando reducida a ese instante catastrófico. El tiempo es irrepresentable en tanto funciona como pérdida. Diego Rolfo y Daniel Slucki entre otros, (2003), consideran que el efecto de lo no simbolizable toma el comando en el devenir del cuerpo social y de los individuos que lo componen, causando sensaciones de ”inermidad”, “un terror sin nombre” y la percepción de insuficientes recursos para proteger al psiquismo del derrumbe, sumada la imposibilidad de imaginar un futuro sobre el presente desorganizante. Surgen vivencias de desesperanza, indignación, inseguridad, desamparo, indignación y odio, además del sentimiento de devastación que implica la destrucción de los referentes sociales. En el contexto social la devastación implica la destrucción de los referentes sociales. En algunas ocasiones, como señala S. Bleichmar emerge ante lo traumático el riesgo de la puesta en marcha de “procesos de desmantelamiento psíquico” que tienen apariencia depresiva, (apatía, falta de deseo de vivir). El aflujo traumático puede llevar a una disminución de los intercambios con el exterior. Se produce un empobrecimiento caracterizado por la rigidización de los intercambios.

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Promoción del pasaje de la Vulnerabilidad a la Resiliencia a partir de las intervenciones psicosociales La “Vulnerabilidad” es un concepto interdisciplinario, que permite el estudio de los factores predisponentes, desencadenantes o que exacerben tanto los trastornos psicopatológicos como los somáticos y la repercusión psicológica de los mismos. Existe en todos los seres humanos y se revela en tiempos de estrés, crisis, calamidades y/o amenazas. Según R. Sivak la vulnerabilidad depende del modo de afrontamiento de los problemas, de la naturaleza traumática y/o estresante de esos problemas y de la red social de apoyo con la que se cuenta. Se relaciona también, desde un pensamiento psicoanalítico, con el predominio de modos de funcionamiento psíquico, con algunos déficits. El modo de afrontamiento depende de los factores constitucionales y de los recursos aprendidos por cada individuo. Insiste éste autor en que: “El inter juego” de una pobre red social de apoyo y un mayor grado de vulnerabilidad conducirá a la mayor eficacia traumática de un hecho vital que en otras circunstancias no hubiera tenido valor patológico. Del mismo modo una menor vulnerabilidad y un mejor estilo de afrontamiento, asociados a la percepción de un efectivo apoyo social harán más tolerable una situación imprevista y difícil. Por otro lado, la ―Resiliencia― es definida, por numerosos investigadores del fenómeno, como B. Cyrulnik, E. Grotberg, M. Manciaux, R. Zukerfeld, entre otros, como: la capacidad de sobreponerse, fortalecerse y transformarse frente a la adversidad. Comprende las características de resistencia, fortalecimiento y la transformación positiva frente a la adversidad. Como delimita B. Cyrulnik, no es un tipo de fortaleza biológica innata, no se nace resiliente. Tampoco se trata de una competencia que pueda desarrollarse voluntariamente. Se trata de un proceso complejo y dinámico que se crea y “teje” a través del tiempo y de la interacción entre los individuos y su ambiente social y cultural, y el relato o significado que le adjudique éste. Resulta de la interacción entre los factores de riesgo provenientes de la adversidad y los factores protectores (de la vulnerabilidad) más aquella “X” (interrogante) que constituye la respuesta “inédita”. E incluye, según los autores R. Zukerfeld, R. Zukerfeld de Zonis, (2005): lo contraintuitivo y azaroso, -cuestiona el determinismo y las disposiciones, jerarquiza el papel de los vínculos y la esperanza, -enfatiza la transformación y –valoriza los contextos y la solidaridad. Además de los factores primordiales que contribuyen en el proceso resiliente como el apoyo (yo tengo), la identidad y autoestima (yo soy) y las aptitudes y competencias (yo puedo) (E. Grotberg, 1995), Vanisteandael y Gils (2003) enfatizan la importancia para la construcción de Resiliencia del desarrollo de 61


redes de sostén, y de la capacidad de descubrir sentido; como así también el despliegue de competencias, el humor y el fortalecimiento de la autoestima. Ante la magnitud de los efectos que causan las catástrofes sociales en las sociedades y los sujetos que las componen: ¿Puede pensarse la posibilidad de un futuro desarrollo resiliente? ¿Cuál es la contribución de las intervenciones psicosociales en este sentido? Resulta importante destacar en primer lugar la diferenciación que realiza M. Benyakar (2004), en cuanto a que, si bien lo disruptivo de toda catástrofe social potencia el impacto en el psiquismo, la cualidad traumática en su gravedad, no depende solo de lo ocurrido. Y podría agregarse, siguiendo a algunos autores como Rolfo, C.; Slucki, D.; Toporosi, S.; Waisbrot, D; Wikinski (2003), que los efectos sobre cada uno de los afectados directos o indirectos de una catástrofe social dependerán de diversos factores: entre otros: ―la posición del sujeto frente al traumatismo, la formas primeras de simbolización espontánea que haya podido realizar y los modos en los que pueda ir resignificando, articulando, entramando el suceso en su historia vivencial singular… “También dependerá de las formas que el suceso vaya tomando en el imaginario colectivo y de las respuestas sociales que el conjunto pueda ir brindando frente a esa catástrofe.”. L. Hornstein, insistiendo en la necesidad de inscribir el paradigma de la complejidad en el Psicoanálisis, advierte con respecto al trauma social y sus efectos, en la importancia de no fijarnos a una teoría simplista, que no tiene en cuenta la recursividad en la causalidad psíquica, ni las reactualizaciones que sobre el psiquismo genera la realidad actual. Sostiene que el sujeto está abierto a su historia, no sólo en el pasado, sino en la actualidad “está entre la repetición y la creación.…” “Es abierto porque los encuentros, vínculos, traumas, catástrofes, realidad, duelos, auto-organizan al sujeto y él recrea todo aquello que recibe. Ciertos ruidos devienen información complejizante y no desorganizante. La estabilidad psíquica se reconstruye según condiciones que surgen y se desvanecen sin cesar”. La catástrofe rompe tramas, psíquicas y simbólicas, familiares y sociales. Pero hay pérdidas para este autor que implican crecimiento; complejización, otros desmantelamientos; todo depende de las magnitudes en juego. Siguiendo esta línea de pensamiento, la posibilidad de resistir, sobreponerse y fortalecerse frente a la adversidad de las catástrofes sociales no es utópica y se relaciona precisamente con el origen del estudio de la Resiliencia en el campo social. Las intervenciones tendrían como finalidad, como afirma M. Holgado (2013), entre otros autores; posibilitar que los afectados por un desastre “puedan hacer algo con eso terrible que les ha ocurrido. Lograr que restauren la capacidad de ordenar y organizar el mundo que les era habitual, aceptando lo que han perdido, y reconstruirse a partir de la adversidad, sin instalarse y permanecer en el lugar de víctimas.”. 62


La intervención debe promover mediante la palabra el retorno al orden simbólico perdido., sosteniendo lo que está por desarmarse o ya se ha desarmado. Los autores que han participado en catástrofes sociales, como AMIA y la Explosión de Río Tercero, a través de intervenciones también interdisciplinarias, (M. del Carmen Beltrán y Alejandra Bó de Besozzi, 2003), destacan el valor de las instituciones, que a través de dispositivos grupales se constituyen en un espacio de apoyatura y apuntalamiento. Consideran los efectos en la subjetividad no solamente desde la psicopatología. “En el campo concreto de una intervención se trabaja no solo con sujetos psíquicos sino también con actores sociales y el equipo interviniente se encuentra atravesado y envuelto por las vicisitudes de la catástrofe y los aspectos sociales, políticos e institucionales”. Como aspectos comunes en ambas intervenciones éstas autoras hacen mención al atravesamiento social y político que sufren tanto las catástrofes, como las intervenciones y las dinámicas de los equipos. Refieren las dificultades vinculadas con los ―espacios de poder― entre los equipos de los lugares y los externos. Y también la existencia en las situaciones críticas en las que han intervenido, de una historia “oficial” y otra “paralela”, con serias dificultades para la identificación de los responsables. Intervención temprana interdisciplinaria en damnificados por la inundación de algunas zonas de la Ciudad de La Plata * La inundación acaecida el 2-3 de abril del año 2013 en la ciudad de La Plata, (en los barrios señalados en el mapa) originada por precipitaciones de una intensidad inusitada causó el fallecimiento de 87 personas (cifra oficial aún cuestionada), varias mascotas y severos daños de viviendas, calles y transportes

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*Agradezco especialmente al Dr. Hernán Ortiz Maldonado, Gerente de Salud y Seguridad Ocupacional del Correo Oficial de la República Argentina, la autorización para la presentación en este trabajo de la experiencia realizada. El equipo de Salud Mental de la Gerencia de Salud y Seguridad Ocupacional compuesto por los psiquiatras: Dr. Hernán Ortiz Maldonado (Gerente médico), el Dr. Diego Plat, la psicóloga Laura Zanatta y la autora de este trabajo; diseñó una estrategia de intervención caracterizada por su inmediatez y seguimiento hasta el año, de los 30 empleados del Correo Oficial de la República Argentina, damnificados. Colaboraron la doctora Mónica Depsztok (Médica Jefa del Interior) el licenciado Luciano Toledo (Trabajador Social) y del área de Recursos Humanos de La Plata: Maximiliano Navarro (Gerente), el Dr. Rifoulcat (médico sanitarista) y el empleado Diego Ortiz. La intervención tuvo como objetivos: Prevenir patologías psicológicas-psiquiátricas, derivadas del impacto traumático y promover los recursos potenciales de los damnificados hacia la salud. Con respecto a la metodología y los instrumentos utilizados: Se realizaron visitas domiciliarias a los pocos días de la inundación durante las cuales se realizó una contención afectiva a los empleados y los familiares presentes, a través de una escucha empática, que favoreciera además la expresión afectiva de lo vivido; y se les aproximó una guía escrita de orientación realizada por el Grupo de Emergencias del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. En ésta puede leerse, entre otras frases: “El desastre que has vivido ha roto tu manera habitual de funcionamiento. Es normal que te sientas desbordado por los acontecimientos. Las reacciones que sientes son las normales ante situaciones excepcionales”… “Puedes sentir: ganas de llorar, gritar, lamentarte, irritabilidad, rabia, tensión muscular, dolor de cabeza, etc.”. 64


Se evaluó también durante las mismas visitas, el impacto traumático inmediato en la población afectada a través de la aplicación del Cuestionario de Estrés Inmediato, de Inmediato, de L. Crocq, D. Cremnitier y J. M. Coq.: *

2 Tuve miedo de ser herido o maltratado

012 345 012 345

3 Tuve miedo por mi vida o la de alguien cercano

012 345

4 Mi pensamiento estaba borroso, enlentecido, o embotado, (tuve como un agujero negro)

012 345

5 No comprendí nada de la situación

012 345

6 Tenía la impresión de vivir una pesadilla

012 345

7 Estaba desorientado en el espacio

012 345

8 El �empo me pareció acelerado o enlentecido

012 345

9 Hay aspectos del acontecimiento que no pude memorizar

012 345

10 Estaba horrorizado por lo que veía

012 345

1 No me lo esperaba. Fui sorprendido

11 Sen�a uno o varios sintomas �sicos molestos, como: temblores, garganta 012 apretada, opresión en el pecho, 345 palpitaciones, espasmos gástricos o intes�nales, ganas de vomitar u orinar. 12 Estaba como insensible (o incluso tenía la impresión de flotar)

012 345

13 Estaba en estado de perturbación o 0 1 2 agitación psíquiaca 345 14 Me sen�a impotente

012 345

15 Mis movimientos eran lentos, (o también) estaba completamente estupefacto, pasmado o duro como una estatua.

012 345

16 Ges�culaba de manera incontrolada y desordenada

012 345

17 Actuaba automá�camente, como un autómata

012 345

18 Gritaba, tartamudeaba (o incluso me quedé mudo de estupor)

012 345

19 Me creía abandonado

012 345

A partir del puntaje 50 obtenido de las sumas parciales de cada ítem, se considera el impacto traumático inmediato. Los ítems con asteriscos se consideran altamente significativos. 65


Se utilizó luego primordialmente un dispositivo grupal, que consistió en reuniones grupales, en las oficinas de la empresa y en algunos lugares de trabajo de los distribuidores. Se realizó una orientación médica-psicológicapsiquiátrica de aquellos casos que así lo requerían, ante la presentación de sintomatología. Se realizó también un acompañamiento en la etapa de reconstrucción material y emocional, a través de un seguimiento hasta el año (quincenal y luego mensual) de todos los empleados, incluso de los no afectados inicialmente, teniendo en cuenta altibajos y reacciones tardías. Éste fue realizado por la licenciada Laura Zanatta y la autora del trabajo. En esta fase resultaron de especial importancia las reuniones grupales en las cuales todos los empleados, (algunos que no se conocían entre sí); intercambiaban las impresiones y emociones que habían vivido a lo largo de los meses, como así también las medidas preventivas realizadas y las posibilidades concretas de adquisición (lugares, costos, etc.). En las entrevistas grupales de esta etapa se administraron para el cotejo de la evolución cuestionarios especialmente diseñados. Estos indagaron específicamente: síntomas físicos, recrudecimiento de enfermedades anteriores, síntomas de ansiedad, nerviosismo, temores, preocupaciones, cambios de estado de ánimo y conducta, cansancio, agotamiento, desgano, recuerdos, pensamientos y/o sueños sobre la inundación y todo otro síntoma surgido. También se promovió en las últimas entrevistas, una reflexión acerca de las situaciones vividas, surgiendo la referencia a los aprendizajes realizados y el surgimiento de una ―mirada― diferente, centrada ahora en situaciones más prioritarias de la vida. Todos hicieron hincapié en la importancia para la recuperación emocional de la contención y orientación de la empresa y la solidaridad entre los vecinos, amigos y algunos familiares. Población afectada y resultados finales. Resultaron afectados por la inundación 30 empleados: 6 mujeres y 24 hombres, entre 20 y 59 años. De la casi totalidad de los empleados (2 no quisieron participar); un 52% presentó impacto traumático inmediato De este 52% el 50% presentó una intensidad leve, el 42% una intensidad moderada y un 8% una intensidad alta. El 8%, como pudo cotejarse luego, estaba atravesando al momento de la inundación otras situaciones adversas (separación matrimonial, pérdida o enfermedades de familiares, etc.). Según el cuestionario de impacto traumático inmediato, se señalaron como los factores que contribuyeron al mayor impacto: * No me lo esperaba, fui sorprendido.* Me sentía impotente.* Tuve miedo por mi vida o de alguien muy cercano.* Estaba horrorizado de lo que veía.* Durante varias horas después del acontecimiento estaba aún perturbado. 66


Con respecto a los resultados obtenidos, la totalidad de empleados retomó a los pocos días (entre una semana y diez días) sus puestos de trabajo, algunos paulatinamente, con flexibilidad en los horarios; sin dificultades importantes. Los que presentaron una sintomatología moderada (y en un caso grave) a los meses del acontecimiento, siguieron las indicaciones de tratamiento/s y en la actualidad han podido efectuar una recuperación, sin secuelas posttraumáticas. Los que sufrieron un impacto alto (8%), en su mayoría tampoco han presentado síntomas de efecto post-traumático. En la totalidad, existía hasta la fecha del seguimiento, temor ante nuevas precipitaciones En diferentes grados: algunos no salían de su casa, otros presentaban dificultades iniciales para dormir. Podría interpretarse este temor como una secuela del impacto traumático, pero también como una maniobra adquirida, con fines adaptativos. A continuación, debido a la limitada extensión disponible para esta presentación, se mencionan, a manera de ilustración los siguientes casos: -Delia, de 84 años fue auxiliada por su único hijo, con quien vive. Éste, con ayuda de los vecinos la trasladó en una silla levantada por encima del agua llegamos a su casa todavía se podía sentir el olor a humedad y presenciar el grave deterioro de las paredes, de los muebles y algunos electrodomésticos. Muy emocionada, manifestó su preocupación y tristeza por la pérdida irreversible de recuerdos, como las fotos familiares, y los discos de su música preferida. Sus sobrinas nietas para ayudarla le tiraron todo este material que había sido dañado. Las primeras semanas se mantuvo bien de ánimo, luego su hijo refirió que había decaído los últimos días considerablemente. Había perdido el apetito y por tal motivo, descendido de peso. Se le indicó para su madre una consulta con su médico de cabecera y una eventual interconsulta psicológica. Los estudios realizados no arrojaron ninguna afección física significativa. Se le permitió a su hijo, a través de una flexibilización horaria, almorzar con ella durante algunas semanas. Comenzó entonces luego a recuperar peso, vitalidad y ánimo. Actualmente según su hijo, el episodio de la inundación se ha transformado en ―el tema― que la madre ―repite y repite― cuando toma el té con sus vecinas amigas. -María, de 42 años fue entrevistada de manera individual inicialmente. Presentaba un estado de intensa angustia. Corrió riesgo su vida. Se inundó el transporte en el cual viajaba y tuvo que ser rescatada por otras personas en la calle, y trasladada a un primer piso de un edificio, lugar en el que se alojaron varias de las personas que transitaban por ahí. Temió por ella y sus pequeñas hijas mellizas. Le diagnosticaron hace unos años un lupus eritematoso. Comenzó en la primera semana con un recrudecimiento de los síntomas. Le recomendamos una consulta médica y un apoyo psicológico. Constatamos la 67


concreción de las consultas a través de llamados telefónicos. Retomó un tratamiento psiquiátrico finalizado hacia dos años. No agravó su estado. Pudo detener el avance de los síntomas y se mostró muy animada y participativa durante los últimos encuentros. Consideraciones finales Retomando los conceptos teóricos vertidos en la primera parte del trabajo, los resultados obtenidos confirman la valiosa contribución, entre otros factores, de las intervenciones tempranas interdisciplinarias para la prevención de patología mental, específicamente post-traumática y el despliegue de aspectos potenciales hacia la salud. La escucha empática y la promoción de la palabra articuladora e integradora de las emociones desorganizadas, producto del impacto traumático inmediato; como modos característicos de la intervención; podrían sentar las bases para un futuro desarrollo resiliente. Pero es importante destacar que éste dependerá de múltiples factores, entre otros: el sentido que cada sujeto pueda adjudicarle a lo vivido, el relato socio-cultural imperante, la construcción colectiva de la memoria y otras intervenciones institucionales sociales y políticas.

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Emergencias y Desastres -Gestión Psicosocial del Riesgo Oscar Santini1 El trabajo pone en consideración la gestión integral e integrada del riesgo como estrategia psicosocial preventiva y sobre sus ventajas en la preparación de la población, organización, respuesta y contención como también para la atención y rehabilitación de los/las damnificados por un suceso adverso. La gestión intersectorial, interdisciplinaria y centrada en la comunidad desde el enfoque de derechos y con la elaboración participativa de los mapas de riesgos, instrumenta en la construcción social de sentidos, en la detección oportuna de las reacciones psicosociales esperables, de las vivencias siniestras y los dispositivos que facilitan su tramitación para que no se constituyan en síntomas o en diferentes tipos de patologías. Para ello, se proponen distintas estrategias preventivas incluso para los/las emergencistas. Palabras clave: gestión-estrategia-intersectorial-participación-comunidad-prevención-reacciones-vivencias-sentidos-atención-rehabilitación La gestión psicosocial del riesgo de emergencias y desastres se constituye en la estrategia central tanto para prevenir los eventos adversos como también para afrontarlos -si ocurren- con más recursos, que no se produzcan víctimas, damnificados/as y/o daños de distintos tipos evitables y reparar sus consecuencias mediante una rehabilitación psicosocial efectiva y oportuna. A su vez, para lograr sus objetivos, la gestión de los riesgos debe ser integral e integrada. Ello significa que debe ser una estrategia de carácter intersectorial, interdisciplinaria y con participación activa y comprometida de la comunidad. Teniendo en cuenta que si bien la responsabilidad central es del Estado a través de sus distintos organismos, instituciones y recursos disponibles para todo el proceso de gestión de los riesgos (comenzando por la jurisdicción local con su Defensa o Protección Civil, policía, bomberos y otros organismos de seguridad), la estrategia debe incluir a todo es sistema de respuesta disponible como emergencias médicas, instituciones sanitarias de los distintos subsistemas (públicos, privados, obras sociales, prepagas), pero también a la comunidad en su conjunto, a través de sus organizaciones barriales formales e informales, centros vecinales, centros culturales, deportivos y otros. A su vez, es central la participación -en todo el proceso de gestión- de las instituciones educativas en todos sus niveles, incluyendo en sus programas de formación lo atinente a la prevención, afrontamiento y rehabilitación frente a sucesos adversos. La estrategia participativa e intersectorial posibilita así, contar con más recursos para prevenir, eliminar las causas, responder más ajustadamente y de acuerdo a formación en caso de ocurrir el suceso adverso, como también para rehabilitarse singular y socialmente. 1

Oscar Alfredo Santini. Licenciado en Psicología. M.P 418 M.E 271

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La participación comunitaria e intersectorial en la Gestión del Riesgo (Bell, P. 2003) compromete a la misma comunidad a los fines de que el conocimiento de la situación y de las tareas, comenzando por lo preventivo a realizar, no queden asignadas ni disociadas sólo en los equipos de respuesta especializados (Defensa o Protección Civil, Ejército, Policía, Bomberos, Equipos de Emergencias de Salud, salvo las tareas específicas que pueden complicar la intervención de ciudadanos no especializados) lo que puede dejar a la comunidad solamente en el rol de receptor de asistencia, pasivo o ‘víctima’ como modelo. La estrategia participativa con base en la comunidad favorece la organización y aumenta las posibilidades de control y dominio de la situación, del caos emergente, como también disminuir la cantidad de víctimas y damnificados/as, su recuperación integral y una mejor elaboración psíquica y social de las pérdidas y otras consecuencias producidas. El conocimiento de las medidas preventivas y su apropiación por el conjunto social, seguramente disminuye el impacto de un evento adverso. Asimismo, la presencia solidaria de la comunidad en el abordaje y contención de los/las damnificados/as de acuerdo a formación, seguramente disminuirá el estrés, el caos y el desamparo. Por otra parte, favorecerá la organización, la respuesta interdisciplinaria ajustada y oportuna, y la producción de una menor cantidad de damnificados/as y afecciones debido a la contención oportuna y sostenida por los propios recursos de la comunidad, particularmente si no hay necesidad de expertos y/o especialistas. Contrariamente, la respuesta vertical, la especialización aislada, reduccionista o disciplinaria omnipotente, y la falta de participación comunitaria, pueden llevar al fracaso, a la respuesta limitada o a ‘soluciones’ parciales o negadoras de otras necesidades y derechos. La participación comunitaria, como el trabajo organizado y solidario, son de sumo valor ya que mitigan el miedo, el descontrol, la confusión, la incertidumbre e inestabilidad de la población damnificada y más vulnerable o vulnerada, y facilita la implementación de sus recursos vinculares para prevenir, elaborar las consecuencias, generar las acciones protectivas, solidarias amparantes y las rehabilitadoras; además, previene de caer en manos de oportunistas aprovechadores del desvalimiento. Por ello, es muy necesario promover la colaboración, la solidaridad, la apertura y articulación intersectorial, interdisciplinaria y comunitaria, para compartir conocimientos, saberes, incertidumbres generadoras de nuevos aprendizajes, recursos y aportes, a fin de contar con mayores posibilidades de acierto y efectividad en las intervenciones tanto preventivas como de contención y rehabilitación, y la multiplicación de las mismas. Recientemente con motivo de las inundaciones en las sierras cordobesas (15/2/15) se estructuró como respuesta a las consecuencias psicosociales, una Red de las Sierras Chicas (coordinada por el Lic. Juan Carlos Mansilla) 72


para: ayudar en su articulación a distintos organismos públicos locales, provinciales y nacionales; sumar redes locales que se crearon previamente para otros objetivos comunitarios; promover la participación de representantes y referentes barriales, coordinar el apoyo de universidades (Blas Pascal, UCC, Provincial, Secretaría de Extensión, de Asuntos Estudiantiles y Facultad de Psicología de la UNC), de colegios profesionales colaboradores (psicólogos, farmacéuticos, abogados, escribanos), de docentes locales, a los fines de conocerse, de encontrarse y programar tareas conjuntas, de información y colaboración mutuas; acompañar a familiares y conocidos (amigos, vecinos, compañeros de trabajo, de estudio) de víctimas y damnificados/as directos e indirectos, contenerlos o acompañarlos psicoemocionalmente; informar sobre reacciones psicosociales esperables y detectar a vecinos de distintas edades con reacciones que podrían requerir especial atención o portadores de enfermedades previas al evento; promover y poner en práctica distintos dispositivos familiares, grupales, comunitarios que coadyuven a la significación de las vivencias resultantes del evento, como grupos de trabajo con vecinos o asambleas barriales; coadyuvar a la gestión de necesidades y derechos; ayudar en la articulación con otros efectores y voluntarios; promover la difusión de una información clara y confiable de la situación que disminuya el rumor; trabajar específicamente con los/las evacuados debido a sus necesidades especiales; gestionar y promover el juego en los niños-niñas (recuperando o brindando juguetes, realizando funciones de títeres, teatro espontáneo, dibujo, relatos, deportes conocidos), entre otras tareas preventivas y reparadoras. Sobre la prevención Es clave trabajar en la concientización constante del o los riesgos, de las amenazas, de las vulnerabilidades-vulnerabilizaciones en la vida cotidiana y de los recursos existentes para prevenirlos, mitigarlos y/o erradicarlos, tanto por parte de las personas, como de las instituciones, de las comunidades y fundamentalmente desde el Estado. Por lo tanto, definir una estrategia interdisciplinaria e intersectorial participativa es ineludible para afrontar, con más posibilidades, eventos de etiología multifactorial. Desde allí, es central promover dicha estrategia para la organización y realización de las medidas preventivas, simulaciones, simulacros y acciones previamente planificadas a los fines de que al caos propio de un evento adverso masivo, una emergencia con múltiples heridos y víctimas, focalizadas con pocas víctimas pero de gran impacto social o un desastre, se lo pueda abordar con más posibilidades. Formar así, en la complejidad que compromete la comprensión y estudio de los fenómenos desastrosos, de sus probables daños y el constante desafío que produce su conocimiento como las nuevas incertidumbres que dispara. El reduccionismo sectorial o disciplinario es el camino directo al fracaso en el abordaje del 73


problema del riesgo-vulnerabilidades o de la atención de las consecuencias de los eventos adversos extraordinarios o desastres. La formación limitada a organismos de respuesta o de expertos sin participación intersectorial, interdisciplinaria y con participación central de la comunidad, puede hacer que la gestión culmine disociada en los organismos especializados alejados de su propia comunidad, la que de este modo queda mucho más vulnerable y desorganizada a la hora de sufrir el impacto. Además, la respuesta queda centralizada solo desde el Estado y una vez ocurrido el evento adverso. Esta situación puede hacer que sus intervenciones sean reactivas, cuando los eventos ya han ocurrido, lo que genera mucho más víctimas, damnificados/as y daños en general. Esta política de respuesta, sin prevenir ni erradicar las causas posibles de los acontecimientos adversos, puede dejar comprometido al Estado con una estrategia negadora de los riesgos y de los factores causales de los mismos y -por lo tanto- no aplicando o generando la legislación específica ni las políticas preventivas vinculadas a la problemática. Particularmente cuando no interviene para modificar las causas vulnerabilizantes de las comunidades, en especial las relacionadas con los procesos de exclusión y marginalización social, indigencia y pobreza; con la falta de viviendas dignas o presencia de construcciones precarias; con la desocupación o trabajo no registrado; con los límites en el acceso a la justicia, al sistema sanitario, a una educación sostenida. Cuando el Estado interviene solo atendiendo las consecuencias de un evento adverso puede quedar ligado a una estrategia preferentemente de control social, de negación de los derechos de los/las ciudadanos en especial de los sectores más vulnerables o vulnerados y respondiendo a los sectores hegemónicos minoritarios que se resisten a modificar las causas vulnerabilizantes frente a los eventos adversos o generadoras de los mismos. Minorías generalmente asociadas para el sostenimiento de las asimetrías distributivas, formando parte del sistema de producción contaminante, extractivista y arrasador de la naturaleza mediante el desmonte, la deforestación, los desarrollos inmobiliarios descontrolados, entre otros. Incluso pudiendo llegar el Estado a reprimir o desconocer los derechos que les asisten a los damnificados/as por ausencia, manipulación, falta de control o corrupción de las políticas que deberían erradicar las causas de los sucesos adversos. En relación a lo planteado, es trascendente revisar permanente y críticamente el modelo de desarrollo industrialista, urbanista y/o de monocultivo descontrolados, sin límites ni regulación o aplicación de la normativa vigente; el desmonte y la desertificación progresivos; el ataque a la biodiversidad, a los pequeños productores y la contaminación ambiental obscenos; como también el crecimiento económico caótico sin racionalidad ni responsabilidad social, o que pretende sustentarse en la especulación financiera, en el empobrecimiento y exclusión de grandes franjas sociales, sin evaluar su vulnerabilización a mediano-largo plazo. Modelo que se opone a la factibilidad de un desarrollo socioeconómico basado en la solidaridad, en la justicia social y 74


en su sostenibilidad integral, incluido lo ecológico. Por tanto, para modificar estas situaciones vulnerabilizantes es necesario trabajar con los sectores sociales más vulnerables o vulnerados a fin de la prevención o erradicación del riesgo y de las amenazas, su mitigación y preparación para su afrontamiento y/o su rehabilitación integral (hábitat; urbanización o relocalización en caso de suma necesidad; adecuación y seguridad de las construcciones e infraestructura; organización social; vida saludable; trabajo decente; educación; seguridad; etc.). Es importante, asimismo, que la comunidad junto a sus referentes y organizaciones sociales y políticas trabajen para visibilizar el aumento del riesgovulnerabilización social por arrasamiento o negación de derechos de los ciudadanos, comenzando por los relacionados a no contar con las condiciones de vida seguras y dignas, con una distribución equitativa de bienes materiales y simbólicos, con trabajo registrado, con la posesión de viviendas seguras y confortables; con la igualdad de derechos y oportunidades; con equidad entre géneros; con alfabetización y formación permanentes. Por tanto, es clave promover y desarrollar la Gestión de Riesgos desde el enfoque de derechos, lo que posibilita disminuir la vulnerabilidad de los sujetos; de los grupos, instituciones y del conjunto social; además facilita concientizar los procesos de negación y/o invisibilización de las causas y consecuencias ya sea por límites defensivos singulares, grupales, o por intereses manipuladores de distintos orígenes (culturales, religiosos, políticos, económicos). El enfoque de derechos en la gestión del riesgo y en la atención de los/las damnificados, favorece su contención, su reparación psicoemocional y rehabilitación psicosocial, teniendo en cuenta que a las comunidades en situación de desastre, las asisten los derechos: a la información oportuna y veraz; a la diversidad cultural; a la perspectiva de género; a la autogestión cuando cuenta con recursos; frente a los medios de comunicación; a la participación de la naturaleza; a la prioridad en las medidas preventivas, protectivas y/o asistenciales; al respeto del interés superior de los niños/as como de los otros ciudadanos considerados en situación de vulnerabilidad o más vulnerables o vulnerados (enfermos; afectados o restringidos en alguna función psíquica, física o psicosocial; ancianos aislados y/o no autoválidos; evacuados u otros). El enfoque de derechos para situaciones de desastres ha generado un reconocimiento de las responsabilidades en juego y una dignificación de los/las damnificados a partir de los derechos que los asisten. (Cfr. ONU. Enfoque de derechos. 2008) Importancia de la formación La formación y participación de la comunidad en la gestión de los riesgos es una estrategia preventiva psicosocial de suma importancia ya que brinda la 75


oportunidad de conocer lo relacionado a los peligros prevenibles de la vida cotidiana, sobre como evitarlos y/o erradicarlos, también sobre como actuar ante la inminencia de un suceso adverso en relación a la auto-heteroprotección, como también para tramitar y elaborar singular y comunitariamente las consecuencias en caso de ocurrir. Esto mitiga el impacto psicoemocional, favorece la elaboración intrasubjetiva de los duelos emergentes, también debido a que se realiza y comparte con el otro, solidariamente, en comunidad. Ello aumenta las posibilidades de tramitar con mejores resultados las consecuencias. La capacitación y formación sostenida de los integrantes de la comunidad (el primer respondiente en la mayoría de las situaciones adversas) es central para ayudar a una tramitación psíquica y social más contenida de las consecuencias, lo que previene que las reacciones propias ante suceso adverso se transformen en síntomas, en sufrimiento intenso y en malestares asociados de difícil tramitación o que pueden llevar a procesos de patologización en distintas áreas de expresión dominante. En la formación de la gestión de riesgos en clave informar preventivamente a la población en general y a sus referentes comunitarios e institucionales sobre las reacciones psicosociales esperables ante la ocurrencia de un evento adverso. Entre las reacciones esperables antes de que se produzca el suceso, tenemos: negación o indiferencia a los signos que muestran lo inevitable de un suceso adverso; proyección del peligro hacia otros lugares; descalificación de su importancia; aislamiento; resistencia al cambio, a lo nuevo, a la evacuación; vivencias de desamparo, vulnerabilidad e impotencia para reaccionar, protegerse o proteger a otros. Según el tipo de evento, ante la sorpresa e impacto psicoemocional algunos sujetos pueden reaccionar con intensa angustia; hiperactividad inadecuada e ineficaz; parálisis o inmovilidad; pérdida de identidad, de referencias, de memoria, confusión marcada. También manifestar desasosiego, inquietud, pánico por identificación e imitación, ansiedad, ira, frustración, temor difuso, indecisión o rebeldía y cuando los domina el terror pueden paralizarse o desestructurarse. Estas reacciones -junto al pánico- afectan las defensas adaptativas. Mientras que el miedo, cuando el sujeto está preparado, puede facilitar la percepción del peligro real, representarlo, evaluarlo y actuar en consecuencia, apelando a los recursos disponibles. Los/las impactados suelen presentar en el post-impacto -y por momentosintenso estrés con hiperactividad y sobreadaptación, como también desorientación espacio-temporal; deambular sin rumbo; intensa angustia; confusión, aturdimiento, con dificultades para conectarse, incluso para brindar sus datos de filiación; amnesia; abulia; ansiedad paralizante; manifestaciones de depresión o tristeza marcada; incremento del rumor como participación pasiva; pasaje por estados confusionales; sensibilidad exacerbada; susceptibilidad marcada; falta o exceso de vigilancia pudiendo algunos pasar al descontrol violento, desbordante. 76


También pueden sentir culpa; miedo; manifestar incertidumbre, vergüenza, irritabilidad, enojo, sobre-identificación con las víctimas o identificaciones masivas; crisis sobre el proyecto de vida y sobre el futuro; negación de lo ocurrido; pasividad; mutismo o dificultades para comunicar sus vivencias o inhibición de la descarga emocional; inestabilidad emocional y/o disociación afectiva, por tanto, no mostrar emociones, ni concentración en las acciones ni en sus vínculos significativos, lo que a veces puede no concordar con la gravedad de la situación y del impacto sufrido. Es posible que en algunos sujetos se incrementen o profundicen las citadas reacciones y que aparezcan entonces en forma simultánea y cambiante -varias de ellas- como recurso defensivo por el cual intentan protegerse del sufrimiento o dolor psíquicos. Aclarando que estas reacciones pueden remitir en horas, días o en un par de meses y según el caso, historia, recursos subjetivos y la contención brindada por sus vínculos significativos, su comunidad e instituciones de referencia y de pertenencia. La oportunidad de informar sobre las potenciales reacciones y/o afecciones a corto, mediano y largo plazo es una estrategia psicopreventiva de excelencia tanto antes de que se produzca un suceso adverso de importancia como durante y posterior al mismo. Además sobre la necesidad de prevenirlas, contenerlas y atenderlas si se manifiestan, como también realizar el acompañamiento clínico preventivo e interdisciplinario a los distintos tipos de damnificados/as en caso de necesidad e indicación. Esta información disminuye la extrañeza, el temor a la locura, al descontrol, esclarece sobre la falta de entendimiento de la modificación inesperada de la conducta cotidiana propia y de terceros, sobre la sensación de soledad ante las vivencias o que ellas son singulares y no compartidas ni compartibles. Por su parte, preventivamente es muy importante contener a los/las damnificados directos (sujetos que han perdido familiares, sus viviendas, su hábitat o han sufrido serios daños en ellos u otras pérdidas significativas), también a sus familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, de escuela, de actividades culturales, los que por su impacto e identificación pueden sufrir seriamente y en algunos casos pueden considerarse también damnificados al igual que los emergencistas (bomberos, policías, servicios médicos, psicológicos, militares y otros) a los que el evento y el contacto con el horror y la muerte pueden conmoverlos y requerir de espacios elaborativos o de acompañamiento para tramitar y compartir sus vivencias. Por ello, una de las tareas clave es ayudar a significar lo sucedido, escuchar como también respetar los silencios, favorecer la puesta en palabras plenas a sus vivencias, a organizarse para gestionar sus necesidades y derechos. Ello es fundamental para la rehabilitación de las comunidades impactadas al igual que desarrollar o participar activamente de tareas sociales, realizar gestiones económico-políticas, participar de actividades creativas, artísticas, deportivas, culturales. 77


Por lo tanto, la formación, participación y contención social favorecen una más rápida remisión de las reacciones esperables ante un suceso adverso y que las mismas no se transformen en persistentes o culminen en patologías psíquicas, orgánicas o serias dificultades sociales o actuaciones perjudiciales. También facilita la recuperación de la cotidianeidad y la reconstrucción o recuperación de los proyectos singulares o de conjunto de los que participa. Esta consideración sobre las reacciones propias y esperables frente a la ocurrencia de un evento adverso pone en cuestión a los modelos de abordaje que victimizan a los damnificados desde una posición vertical diagnosticadora, preferentemente desde categorías nosográficas aplicadas a priori, ubicándolos en el lugar de enfermos, traumatizados o como portadores de una psicosis colectiva, lo que responde a una falta de formación en la problemática o a intereses que requieren dejar a una población en el lugar de ‘víctima’ pasiva o pasivizada, enferma, medicalizada o controlada química y sociopolíticamente. Desconocer, arrasar o licuar química o políticamente los recursos psíquicos y sociales de los/las propios damnificados los victimiza y vulnera sus derechos. Hay que estar atentos -como comunidad y como profesionales comprometidos con la tarea- con familiares, vecinos y emergencistas fuertemente impactados y/o a la presencia de posibles problemas de salud previas al evento de algunos damnificados, como también la detección oportuna de reacciones que se están prolongando en el tiempo y pueden requerir de una consulta especializada, ya que continúan manifestándose a pesar de haberse brindado una atención y contención adecuada y oportuna. El impacto de un suceso adverso se produce sobre una comunidad con los procesos de salud-enfermedad propios del lugar, por lo tanto, sus integrantes cuentan con recursos intra, intersubjetivos y socio-institucionales para tramitar las consecuencias del mismo y no necesariamente y a priori necesitan un abordaje clínico, terapéutico, sino preferentemente un acompañamiento solidario, preventivo, basado en estrategias de reparación comunitaria, de reconocimiento a sus propios recursos saludables ligados a la solidaridad, a la gestión asociada, a la participación política y social, a actividades creativas, culturales y a la reconstrucción proyectual. Ello significa reconocer sus propios recursos y evaluar responsable y participativamente sus vulnerabilidades para desde allí gestionar integralmente su reparación mediante los recursos del Estado y el acompañamiento solidario de la comunidad de pertenencia. La prevención psicosocial vinculada con la gestión de riesgos de eventos adversos esta en relación con la formación y participación social en todo el proceso, ya sea para que el mismo no se produzca o eliminar sus causas como también para su afrontamiento y rehabilitación, ya que ello dota de recursos significantes para el otorgamiento de sentidos a la complejidad de la problemática. El entendimiento, el afrontamiento oportuno y la significación 78


singular y compartida de todo el proceso de gestión, es un recurso preventivo a nivel psicosocial de excelencia, ya que la posibilidad de brindar sentidos permite contener y contenerse, tomar las decisiones pertinentes y oportunas, gestionar el riesgo. Además, posibilita elaborar las consecuencias con más recursos singulares y vinculares, lo que previene enfermedades resultantes del aislamiento, de la falta de sentidos, de la pobreza representacional y participativa. En relación a la formación de los psicólogos para intervenir y trabajar con poblaciones o comunidades impactadas por un suceso adverso es central que esté focalizada desde la estrategia comunitaria y atendiendo a sus prevalencias y procesos de salud-enfermedad y recursos propios para procesar las consecuencias y no necesariamente desde calificaciones nosográficas y menos psiquiátricas. Por lo tanto, el desafío es trabajar con comunidades y sus integrantes reconociendo sus recursos saludables para tramitar las vivencias producidas por un evento adverso con las reacciones esperables, sus tiempos y estilos de tramitación singular y social. También para construir diagnósticos participativos sobre los distintos factores causales del evento, dificultades organizativas para su prevención, afrontamiento y/o reparación, rehabilitación psicosocial y material de las consecuencias, donde intervienen condiciones de vida, relaciones de poder, sentidos dominantes, participación sociopolítica, religiosidad o concepción socio-cultural de lo trascendente, proyectualidad, democratización, tipo de distribución de bienes materiales y simbólicos existente, educación, contención socio-política, preparación para afrontar situaciones adversas, redes sociales conformadas, entre otros y que hacen a la potencia significante, transformadora y rehabilitadora como sociedad o las dificultades existentes para hacerla con más recursos. Importancia de la elaboración del Mapa Local y Regional de Riesgos La elaboración y realización participativa e intersectorial de los Mapas de Riesgos institucionales, locales y regionales es una estrategia psicosocial preventiva imprescindible. Ello en la medida en que en la misma participación intersectorial y comunitaria se produce una apropiación de la misma comunidad de las medidas preventivas, del cuidado singular y solidario, de la necesidad de organización y visibilización de los riesgos para su eliminación o gestión social integral, que incluye su afrontamiento y rehabilitación. Los mapas de riesgos elaborados solitariamente por expertos o por organismos disociados de su comunidad llevan al fracaso seguro debido a que si realmente se produce un evento adverso -como un desastre- la población impactada no ha participado de su construcción, no conoce las medidas autoheteroprotectivas y a menudo es la primer respondiente. Por ello es central elaborar participativamente los Mapas de riesgos locales y regionales, a través de los distintos organismos responsables de prevención 79


primaria y de respuesta, de la comunidad con sus distintas organizaciones formales e informales y la representaciรณn intersectorial e interdisciplinaria para contar con mรกs recursos para prevenirlos, afrontarlos y superarlos con mayores posibilidades. Una vez realizado trabajar para su difusiรณn permanente, conocimiento y sensibilizaciรณn en los medios de comunicaciรณn locales, en las escuelas y centros educativos, barrios, clubes, empresas, fรกbricas, instituciones sanitarias, de emergencias, cooperativas de servicios, etc.; a fin de su apoderamiento e incorporaciรณn, formaciรณn y actualizaciรณn permanente. La oportunidad de conocer el sistema de alerta temprano, de alarma para tomar decisiones inmediatas, sobre cรณmo evacuar un barrio, dรณnde refugiarse o las instituciones o lugares de alojamiento, respetando los planes de evacuaciรณn previamente concebidos, las medidas autoprotectivas de emergencia a realizar por tipo de evento adverso, genera menor cantidad de vรญctimas, de damnificados/as, produce mรกs rรกpida organizaciรณn ante el posible caos reinante y favorece los procesos de significaciรณn y sentidos, lo que es preventivo a nivel intrasubjetivo como psicosocial. Ademรกs, en el mapa local de riesgos se puede definir y programar las intervenciones de distintos respondientes, su escalonamiento y oportunidad; la elaboraciรณn y/o actualizaciรณn de protocolos y responsabilidades; la cascada de llamadas clave; la distribuciรณn de provisiones; la alimentaciรณn regular de evacuados u otros damnificados en la emergencia; la definiciรณn previa de medidas de seguridad; la revisiรณn de la infraestructura en riesgo; la conformaciรณn de los equipos interdisciplinarios; la coordinaciรณn de recursos y responsabilidades para la asistencia integral, el salvataje y la derivaciรณn adecuados de lesionados/as; la contenciรณn de impactados/as; entre otras medidas que abonan a la seguridad y contenciรณn que brinda la organizaciรณn tanto preventiva como de respuesta. Tambiรฉn preventivamente es necesario realizar Convenios para las previsiones y provisiones necesarias ante una posible situaciรณn de emergencia extraordinaria o desastrosa, a los fines de evitar situaciones crรญticas, saqueos, victimizaciones, criminalizaciones, enfrentamientos por desesperaciรณn, delitos en situaciรณn de calamidad, por falta de prevenciรณn, ya que afectan seriamente el lazo social y la rehabilitaciรณn psicosocial de una comunidad impactada. El aumento permanente de la concientizaciรณn del riesgo-vulnerabilidadvulnerabilizaciรณn mediante la formaciรณn e informaciรณn desde los distintos รกmbitos educativos, profesionales y disciplinarios, facilita la representaciรณn de los sucesos adversos, su prevenciรณn, mitigaciรณn, respuesta organizada, contenciรณn a los/las damnificados; y facilita la significaciรณn y elaboraciรณn psรญquica de los mismos, lo que disminuye su potencial de patologizaciรณn.

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Es central, asimismo, implementar las medidas preventivas como de distribución de recursos en forma transparente, con sistemas de control-verificación y con la ética correspondiente. La corrupción, el manejo discrecional o poco claro de los recursos, de la ayuda a damnificados/as por un desastre y la falta de ética en su gestión, desfavorece la elaboración psíquica y social de las pérdidas y daños sufridos. La preparación y elaboración participativa de los mapas locales de riesgos con la población en general y con comunidades más focalizadas como las barriales, disminuye el impacto y las consecuencias psicosociales ante la emergencia de lo siniestro, de lo terrorífico y de las vivencias de desamparo y descontrol derivadas, que puede ocasionar un suceso adverso. Además, favorece las respuestas solidarias y la elaboración psicoafectiva y social de la experiencia y de las vivencias resultantes; evita una medicalización innecesaria del malestar psicoemocional y de las reacciones propias frente a estos tipos de eventos; merman las posibilidades de persistencia de las reacciones propias del impacto o que las mismas se transformen en síntomas, en enfermedades o se produzca un encapsulamiento patológico del evento y su transmisión profunda a nivel vincular en lo social y en lo intergeneracional; favorece la regulación del estrés y disminuye la vulnerabilización estructural (vincular; representacional; social; intra e intersistemas neuro-inmune-endócrino) y los sufrimientos y enfermedades emergentes ante su falla; facilita la recuperación y el dominio de la situación y la vivencia de continuidad; posibilita una mejor elaboración de las pérdidas y de los duelos en general y una disminución de los procesos de culpabilización-autoculpabilización y de las defensas disociativas; previene sobre la victimización-revictimización social; reduce el temor a la repetición del fenómeno disruptivo o desbordante. También posibilita informar a distintos responsables operativos ante situaciones de desastre, de las prevenciones a tomar por el riesgo a corto-mediano plazo en su propia salud y las medidas para disminuir el estrés, como: elaborar lo ocurrido, integrar impresiones, sentimientos, trabajar grupalmente la movilización producida por la intervención; reforzar los lazos familiares y sociales; realizar control médico periódico; entre otras medidas que facilitan la reparación singular, grupal y la recuperación o afianzamiento del proyecto vital individual como comunitario. Sobre la construcción de sentidos Los eventos adversos siempre son sociales, más allá de su factor causal dominante, porque impactan en una sociedad y comunidad que resulta exigida en brindar sentidos a los mismos. Allí puede producirse una disputa importante por los mismos y de acuerdo a las relaciones de poder vigentes. Toda situación de desastre, por su impacto, consecuencias, abordaje y significación, es una construcción social. Por lo tanto, aunque el evento sea de 81


origen natural como un terremoto, el desastre siempre es social en la medida en que es investido por una significación histórico-social, como resultado o promotor de un proceso de construcción social de sentidos del mismo, con referencia a un mundo de representaciones aprehendido, percibido e instituido, por la misma sociedad-cultura impactada. Es social o socio-natural porque la sociedad impactada es la que sufre las consecuencias y debe significarlas y construir sentidos sobre la complejidad causal y de respuesta al fenómeno. La falta de sentidos y de entendimiento fragilizan y generan inseguridad al igual que la vulnerabilidad estructural, en la que participa la falta de organización y de prevención de los eventos adversos. Por tal motivo, la participación comunitaria en la gestión de los riegos potencia los análisis multicausales de los mismos y la necesidad de su gestión política y social, ya que de lo contrario -en la lucha por los sentidos- pueden tratar de imponerse algunos con características hegemónicas que adjudican el suceso a un factor único con el objetivo de no modificar las verdaderas causas o las complementarias que también participaron. El adjudicar a una sola causa, a la fatalidad, a lo omnipotente de la Naturaleza o al orden de lo religioso puede terminar siendo una estrategia de negación del riesgo, del compromiso humano o de sectores sociales dominantes como responsables en sus causas. En la experiencia realizada en San Carlos Minas con motivo del aluvión ocurrido el 6 de enero de 1992, un grupo de colegas psicólogos (Raúl Galli, Jorge Terrone y el que suscribe) trabajamos esta problemática como uno de los temas más preocupantes porque se adjudicaba el acontecimiento -por parte de buen número de integrantes de la comunidad- a que en el pueblo había mucha corrupción y debido a ello Dios los había castigado. Por tal motivo, entre otros, hubo que trabajar con el cura del pueblo (Raúl Martínez) para visibilizar y tramitar diferentes causas que pudieron haber provocado el aluvión y los sentidos verosímiles derivados, entre ellos: las intensas lluvias en la alta montaña y en pocas horas; los incendios de montes ocurridos poco tiempo antes que impermeabilizaron las sierras por las cenizas y quitaron la capacidad de absorción del agua por parte del suelo; las inadecuadas defensas alrededor del cauce del río antes de la entrada del mismo al pueblo; la falta de alerta temprana; la construcción de viviendas en zonas inundables; la inexistente preparación para una evacuación preventiva y de un sistema organizado de respuesta, entre otros. Ante esta situación hubo que trabajar con una estrategia comunitaria de coconstrucción de sentidos más ajustados a la multifactorialidad causal y que el suceso no quede asignado solo a un aspecto omnipotente porque ello deja en un lugar de impotencia, parálisis y vulnerabilidad que no posibilita las transformaciones necesarias de realizar para desarrollar una política preventiva integral. Si bien es esperable que ante semejante muestra de potencia 82


de la naturaleza se asigne su expresión a un factor omnipotente, situación de donde surge la misma palabra Desastre, que remite a quedar sin protección de un astro protector (dis=negativo o contrario; astrum=estrella, astro, hado), de acuerdo a la vivencia de desamparo ante lo omnipotente protector, propio del desarrollo religioso en la época griega donde se divinizaban y adjudicaban poderes omnipotentes a los astros, los que se podían transformar en destructores o abandónicos por falta de sacrificios en su honor ya sea para lograr su apoyo como para evitar o conjurar peligros. En esa oportunidad los psicólogos que trabajamos con esa comunidad desarrollamos una estrategia fundamentalmente comunitaria, de prevención psicosocial a partir de informar sobre las reacciones esperables que se podían estar expresando y que debían ser escuchadas, contenidas, comprendidas por las familias y otros responsables institucionales como policías, docentes, grupos religiosos, integrantes del municipio y de la comunidad en general. También se promovió la vinculación social para distintas tareas a realizar en conjunto y para objetivos comunes y psicosocialmente preventivos, como por ejemplo, la gestión de necesidades y derechos, de subsidios con participación y encuentro social. Esta estrategia estuvo sostenida desde las distintas experiencias de trabajo de los integrantes del equipo con comunidades en estado de vulnerabilidad y vulnerabilizadas, y desde los aportes de Pichon Riviére E. y Ana P. de Quiroga (1966/7), con los inundados del litoral argentino publicadas como Psicología de la vida cotidiana (1970 y 1985), contribución que sirvió de guía en muchas de las tareas realizadas. A partir de la estrategia comunitaria y en la misma presentación del equipo a las autoridades locales, produjimos la información pertinente sobre reacciones esperables a destacar y la necesidad de colaboración y ayuda para detectar damnificados/as que pudieran estar fuertemente impactados y en situación especial de vulnerabilidad por encontrarse aislados socialmente, con dificultades para significar sus vivencias y malestares, presentar reacciones marcadas por el exceso en su manifestación, duelos recientes, haber atravesado eventos similares sin suficiente elaboración, con problemas de salud previos al evento u otros que se les podían estar dificultando la tramitación de sus vivencias actuales y que podían requerir una asistencia especializada. Ante esta posible demanda se implementó una estrategia de contención personalizada y familiar para su escucha y acompañamiento en la construcción de sentidos, de significación y tramitación de sus vivencias. También una evaluación para su derivación a un tratamiento especializado en caso de necesidad, lo que fue y es de muy baja prevalencia en los eventos adversos si la contención es oportuna y comienza desde la propia comunidad y sus instituciones de pertenencia.

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Acerca de las vivencias Los acontecimientos adversos pueden generar vivencias con contenidos vinculados a lo siniestro, a lo que debiendo quedar oculto o superado se manifiesta abruptamente, afectando la relación y diferencia entre lo interno y externo, generando confusión, angustia y serias dificultades para significarlas, ponerles palabras con el afecto y sentidos comunicables y compartibles, y desde allí reaccionar, proteger y protegerse, modificar la situación, transformar las causas y elaborar la integración psíquica de dichas vivencias. Lo siniestro puede manifestarse ante un suceso adverso en la medida en que se desvanecen los límites entre fantasía y realidad, o cuando lo que se tenía como fantástico se impone como realidad o como coexistencia indiferenciada entre ambas condiciones. Así, ante lo externo con potencial desbordante, con su violencia intrusiva, puede emerger lo siniestro súbitamente, generando confusión, escenificando lo temido, lo horroroso, aquello que se creía superado y vencido, manifestándose e imponiéndose lo espantoso que debería quedar oculto, momento que puede generar confusión entre el sujeto y el mundo externo, entre lo interno y externo. (Cfr. Freud, S. Lo ominoso. 1919). Ante ello, hay que promover la tramitación de lo siniestro para que los sujetos impactados encuentren nuevas vías de ligadura, de representaciones acompañadas por los afectos y de asociaciones para su transformación en actos creativos, solidarios y de construcción de sentidos para afrontar y reparar/se de las consecuencias derivadas del evento adverso. Teniendo en cuenta que la irrupción de lo impensable, de lo terrorífico y lo espantoso, generan miedo súbito y consternación, lo que exige un esfuerzo importante al psiquismo para defenderse, lo que puede hacer mediante mecanismos defensivos como disociaciones, escisiones, renegaciones o desmentidas para evitar la vivencia de descontrol, de locura y caos interior y que éste se sume al exterior. Además, en los casos en que la angustia es profunda, insoportable, con potencial patologizante, la misma puede ser producida por algo de lo reprimido, de lo olvidado que se manifiesta de nuevo y con fuerza, allí lo angustiante se transforma en siniestro. De este modo, lo movilizado no es nuevo -en muchos casos- sino que es familiar y se transformó en extraño, en desconocido a partir de su represión. Se puede imponer así la vivencia de la presencia e influencia descontrolada de fuerzas secretas y omnipotentes (del orden de lo mágico-animista, de lo mítico). De este modo, en los eventos adversos se moviliza profundamente lo siniestro, lo espantoso. Esto es, que en la escena desastrosa se manifiesten o se concreten allí las fantasías o fantasmas sobre los propios deseos violentos que el fenómeno produjo y/o que el mismo es resultado -supuesta y omnipotentemente- de ellos. Por tanto, con algún tipo de ‘participación’ deseante del sujeto sobre figuras significativas primarias u otras, deseos que deberían haber quedado a nivel de lo fantástico, de lo novelesco y se hacen visibles abruptamente y sin control. Lo siniestro puede generar una confusión tal que dificulta la representación de las vivencias con su conexión afectiva. 84


En los casos en que las vivencias disparadas cuyos contenidos se encuentren vinculados fuertemente con lo horroroso, ello puede dificultar su tramitación e integración psíquica, y si es por un tiempo demasiado prolongado, las representaciones de las mismas pueden quedar reprimidas, rechazadas, formando un grupo psíquico separado que continúa con su dinámica intrasubjetiva produciendo efectos en los/las damnificados, como malestares y sufrimientos asociables o produciendo afecciones de distintos tipos, lo que hay que detectar oportunamente para prevenirlo y realizar el tratamiento correspondiente. Estrategias de contención y rehabilitación psicosocial. En la medida de que la comunidad está preparada para afrontar eventos adversos seguramente contará con más recursos intrasubjetivos, vinculares e institucionales para contenerse y contener o atrás personas impactadas, incluso sin necesidad de especialistas, en muchos casos. Esto permite orientar o indicar intervenciones de emergencia, de contención en crisis, asistenciales y terapéuticas en caso de necesidad, como también sobre la necesidad de desarrollar actividades socio-educativas, recreativas, artísticas y sociales que favorecen el procesamiento de las vivencias derivadas. De todos modos y según el tipo de suceso siempre es importante asistir a los impactados o damnificados desde una escucha atenta, con una actitud flexible sobre sus estilos, cultura, respetuosos de su dignidad, de sus reacciones y tiempos elaborativos, favoreciendo la expresión de emociones y el comienzo de elaboración del impacto, daños y pérdidas. La misma actitud corporal del primer respondiente debe estar asociada al amparo, a una distancia-cercanía contenedora, con posible acompañamiento mediante la palabra cálida o el silencio contenedor y un posible contacto físico preferentemente en las manos, brazos y antebrazos como partes sociales del cuerpo y siempre de acuerdo a la cultura y religión del sujeto impactado a fin de no invadirlo. También entre las medidas preventivas es importante promover o gestionar la recuperación de las referencias personales, sociales, culturales y de la vivencia de continuidad, como asimismo detectar (o ayudar a hacerlo) conductas y grupos de mayor riesgo-vulnerabilidad (niños, niñas momentáneamente sin familiares u otros vínculos significativos, ancianos aislados y/o no autoválidos, discapacitados funcionales, enfermos, etc.) como también sujetos que puedan estar reaccionando ante el impacto -y pasado un tiempo prudencial- en forma excesiva a pesar de habérsele brindado una contención y acompañamiento adecuado y oportuno, a fin de producir su derivación para ser evaluado por un equipo interdisciplinario. A su vez es central promover lazos, agrupamientos familiares, barriales y acciones solidarias para lograr una contención y rehabilitación individual, familiar, grupal, institucional y comunitaria; realizar tareas organizativas y 85


participativas sobre seguridad, disminución de la incertidumbre e información centralizada, confiable y veraz. Es central también promover y poner en funcionamiento dispositivos que favorecen la significación de las vivencias y la construcción de sentidos, como realizar tareas solidarias, trabajo comunitario de ayuda mutua, conformar agrupamientos para gestionar necesidades y derechos, producir espacios de vinculación social mediatizado por comidas compartidas, actividades artísticas, deportivas, vinculadas con el humor, entre otras que favorezcan el lazo social, compartir y procesar vivencias y el acceso a la significación de las mismas. También es importante realizar talleres de reflexión con los medios de difusión para adecuar la información ante la emergencia de eventos adversos o desastres, en forma preventiva y a los fines de evitar excesos o negaciones; la iatrogenización, victimización o revictimización de los destinatarios; generar confusiones, contradicciones, reacciones inconvenientes, identificaciones masivas, las que pueden aumentar el riesgo-vulnerabilidad y generar nuevos damnificados/as. Una tarea clave es detectar, promover y trabajar con referentes comunitarios reconocidos y confiables, como también nuevos referentes surgidos en el postimpacto que acreditan la confianza de su comunidad, con el objetivo de afianzar convocatorias, tramitar necesidades ante organismos oficiales y otras instituciones, apoyar y estructurar proyectos de conjunto y lograr su realización. También para promover los recursos solidarios existentes y la participación en la rehabilitación psicosocial y la reconstrucción de los daños. La medidas preventivas incluye a los emergencistas (bomberos, rescatistas, policías, equipo de salud, etc.), definiendo y estableciendo dispositivos relacionados a su cuidado, en todo el proceso de gestión del riesgo, particularmente después de ocurrido un acontecimiento adverso. Ello comprende la formación permanente; la autoprotección personal y del grupo; la construcción de acuerdos sobre previsiones, horarios, derechos, deberes, obligaciones y normas protectivas; las provisiones básicas como alimentos, equipamiento, alojamiento, descanso; la promoción de vinculación saludable intrainstitucional, en la articulación intersectorial y con la comunidad; la promoción de una buena alimentación y de la práctica de ejercicios físicos; la desmovilización psicoemocional puntual o programada cuando corresponda, en particular cuando hay fuerte impacto personal y/o grupal, el registro de momentos especiales para la contención como parálisis, estado de shock, fallecimiento de familiares o compañeros en el evento, hallazgo de familiares o niños/as mal heridos o muertos o por encontrarse afectado su umbral de tolerancia a lo horroroso; la realización de tareas de supervisión o evaluación compartida de intervenciones. Asimismo, cuando se presentan problemas con los límites y de operatividad por el impacto recibido, y toda otra medida para la protección de los emergencistas, de la tarea, de los/las damnificados y de la comunidad en su conjunto. 86


Referencias bibliográficas: Bell, Paul y otros (2003): Gestión del Riesgo. Conferencia hemisférica para la reducción de riesgos: contribución al seguimiento de la Tercera Cumbre de las Américas, San José, Costa Rica. 2003. Forma parte del Manual de evaluación de daños y necesidades en salud para situaciones de desastre. OPS. 2004. Freud, Sigmund (1919): Lo ominoso. Amorrortu. Tomo 17. 1979 ONU/Eird.org. (2008): La Gestión del Riesgo de Desastres Hoy. Capítulo 17. La Gestión del Riesgo desde un enfoque de derechos. Pichon Rivière, Enrique y Pampliega de Quiroga, Ana (1966-7): Inundados: Las reacciones psicológicas ante el desastre. Psicología de la vida cotidiana. Ediciones Nueva Visión. 1985

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LOS RIESGOS DE VIVIR CON RIESGO Impacto subjetivo de las explosiones de polvorines en Río Tercero Cecilia Agüero Gioda - Diana Scorza1 “...Las creaciones de los hombres son frágiles, y la ciencia y la tecnología que han edificado pueden emplearse también en su aniquilamiento.” De “El porvenir de una ilusión”. Sigmund Freud. La existencia de secuelas o consecuencias psicológicas a partir de la vivencia de un hecho traumático masivo es un aspecto reconocido desde todas las vertientes teóricas y enfoques que se han dedicado a trabajar la temática de desastres o catástrofes. Pero concretamente de qué se trata este impacto psicológico en los sujetos afectados, por cuánto tiempo lo sufren, qué factores podrían favorecer a reducir estos efectos, fueron algunos de los interrogantes que nos impulsaron a realizar un seguimiento de la población de Río Tercero en diferentes momentos y por un período de 16 años2. Resulta pertinente recordar que en noviembre de l995, Río Tercero se vio afectada por las explosiones de los polvorines de la Fábrica Militar (en adelante FMRT), ubicada en plena zona urbana. Se vivió una situación de auto-evacuación masiva; los daños fueron de gran magnitud, ya que hubo pérdidas humanas, numerosas personas con lesiones físicas, importantes perjuicios materiales, con la consecuente afectación emocional de la población. Es nuestra intención aportar algunas consideraciones surgidas de los estudios epidemiológicos llevados a cabo durante el 2001 y el 2011, es decir a los 6 y 16 años de producidas las explosiones de polvorines. En los mismos se tuvo como principal objetivo, la profundización del estudio del impacto subjetivo a través de dos aspectos principalmente: sintomatología mental y sentimiento de vulnerabilidad. De esta manera se apuntó, por un lado, a las secuelas emocionales que dejaron las explosiones y, por el otro, a ligarlas a los efectos que provoca la cotidianeidad de continuar conviniendo con el riesgo tecnológico, aquel que fue vivenciado y evidenciado traumáticamente a través de las mismas. Cecilia C. Agüero Gioda. Licenciada en Psicología M.P 2584 M.E 448 - Diana Scorza. Licenciada en Psicología y Mgter en Salud Mental. M.P 948 M.E 487 1

Las autoras de este trabajo hemos llevado las siguientes investigaciones: - Investigación “Impacto de un Desastre en la Sintomatología Mental de los sujetos afectados. Segundo estudio epidemiológico en la ciudad de Río Tercero. Año 2010/2011” (con subsidio SeCyT de la UNC).- Investigación “Impacto de un Desastre en la Sintomatología Mental de los sujetos afectados. Estudio epidemiológico en la ciudad de Río Tercero. Año 2001” (Beca de Extensión Universitaria de la UNC) – Investigación “Sentimiento de Vulnerabilidad en Niños de Escuelas Primarias. Estudio comparativo entre una ciudad que ha vivido un desastre (Río Tercero) y otra que no lo ha vivido (Almafuerte). Año 1997” (Beca de Extensión Universitaria de la UNC) - Actividades realizadas por el equipo de investigación en el “Programa de Asistencia en Salud Mental de la Ciudad de Río Tercero” (creado luego del desastre para la asistencia de los afectados), durante el año l996. 2

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Lo que el bombardeo provocó El sentimiento de vulnerabilidad es una variable que estudiamos desde el inicio de las investigaciones, cuya incorporación estuvo motivada por lo observado a partir de las actividades realizadas luego de ocurridas las explosiones, en el marco del Programa de asistencia en salud mental de la ciudad de Río Tercero. En el mismo se trabajó principalmente con un abordaje clínico, a partir del cual se observaron motivos de consultas prevalentes tales como angustia, tristeza, dificultades en las relaciones interpersonales, sueños y recuerdos recurrentes, temores generalizados y constantes, entre los más importantes. Por otro lado, es pertinente destacar que durante los meses posteriores a las explosiones la población vivía en un estado de sobrealerta permanente, con temores exacerbados hacia cualquier situación o estímulo que evocara el evento, en estado de hipervigilancia, atenta ante cualquier señal que pudiera indicar alguna nueva situación de peligro (ruidos, tormentas, sirenas, humo, olores). Esta sensación de inseguridad se encontraba asociada fuertemente hacia el riesgo tecnológico que siguió presente en la ciudad de Río Tercero luego de las explosiones3 (provocado principalmente por el llamado polo petroquímico, situado a una distancia aproximada de 3.000 metros del centro de la ciudad, rodeado de barrios densamente poblados). Si bien se podría pensar que en la población existía la idea del riesgo tecnológico al cual estaban expuestos -lo que sirvió para poder huir de manera efectiva-, luego de las explosiones pasó a tener una relevancia que nunca antes tenido. Tales situaciones nos llevaron a pensar en la presencia de un marcado sentimiento de vulnerabilidad, como una de las consecuencias más importantes de la vivencia de las explosiones. Se definió al mismo como “la percepción consciente de un sujeto expuesto a una amenaza, acerca de su predisposición a ser afectado por la misma” (Scorza, Agüero Gioda, 1997, pag. 20). De esta manera, decidimos profundizar durante el año 1997 particularmente en este sentimiento de vulnerabilidad incrementado, generalizado y persistente. El relato de los niños nos permitió asociarlo a la vivencia de desvalimiento experimentada a partir de las explosiones, por lo cual, y a la manera de lo traumático, se produjo la reducción del umbral de percepción de los estímulos, sobreinvistiendo situaciones que remitían a lo vivido como disruptivo y provocando una hipersensibilidad ante los estímulos que provenían de las mismas. Este aumento del sentimiento de vulnerabilidad, pudo La instalación de las industrias comenzó en el año 1936, fecha en que se crea la Fábrica Militar de Munición de Artillería Río Tercero. En 1947 se instala el Grupo Químico de Río Tercero (en 1954 se unifican las dos fábricas con el nombre de “Fábrica Militar Río Tercero”, compuesta por dos divisiones: División de Producción Química y División de Producción Mecánica, esta última fue donde se produjeron las explosiones y luego fue trasladada de la cuidad). Posteriormente se fueron agregando nuevas industrias que pasaron a formar el Polo Petroquímico de la ciudad de Río Tercero Atanor S.A. (entre 1945 y 1949) y Petroquímica Río Tercero S.A (1976 y 1981) 3

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ser descripto a partir de miedos generalizados y permanentes, pensamientos recurrentes, hipersensibilidad ante determinados estímulos y abrupta toma de conciencia sobre los riesgos existentes. Dado estas conclusiones, se continuó profundizando su indagación en los estudios epidemiológicos llevados a cabo en el 2001 y 2011, en población adulta afectada4. A partir de los mismos, pudimos observar que si bien la temática de las explosiones no era algo de lo que se hablara en lo cotidiano, sino más bien todo lo contrario, parecía haber sido eliminada de los espacios comunitarios y sociales, al preguntar directamente sobre el riesgo tecnológico, la mayor parte de la población manifestó tener miedos y/o preocupaciones en relación al mismo (74% en el 2001 y el 72% en el 2011), a la vez que no se sentían preparados ante algún posible evento de peligro relacionado con el mismo. Tal situación se vio reflejada en los datos que pudimos obtener a través de los cuales, además de observar la continuidad del sentimiento de vulnerabilidad, pudimos establecer que no hubo modificaciones en los niveles del mismo en los años que fue estudiado (cuyo valor de las medias fue de 8,4 en el 2001 y 8,5 en el 2011). Inclusive en el 2011 fue mayor el porcentaje de población que presentó este sentimiento (68% en el 2001 y 73% en el 2011). La particularidad que fue adquiriendo es que se fue delimitando cada vez más con el transcurrir del tiempo hacia el riesgo tecnológico, expresándose mayormente a través de los miedos o las preocupaciones relacionados al mismo; descendiendo en algunas personas la hipersensiblidad ante los estímulos y la sensación de temores generalizados. Los datos que fuimos encontrando acerca del sentimiento de vulnerabilidad, nos permiten considerarlo como una consecuencia a corto, mediano y largo plazo de la vivencia del desastre. Por lo anteriormente expresado se podría pensar que las explosiones provocaron la vivencia traumática del riesgo tecnológico, la que aportó también traumáticamente una información desconocida o negada hasta ese momento: la existencia de dicho riesgo. Si esta información no se asocia a la prevención, es decir a la posibilidad de contar con recursos o conocimientos sobre cómo actuar ante una situación de peligro, se produce un aumento del sentimiento subjetivo de vulnerabilidad y a la vez deja expuesta a la población a condiciones objetivas de vulnerabilidad. En ambos estudios se tomó como población a individuos de la ciudad de Río Tercero que fueron afectados por las explosiones de polvorines de la FMRT. Se seleccionó una muestra aleatoria por conglomerados de la población según las zonas cercana, media y alejada al área de riesgo tecnológico, logrando heterogeneidad en relación a las variables sexo y edad. Se aplicó una encuesta compuesta por el Cuestionario Epidemiológico de Sintomatología Mental (CESIM - Versión breve) y un bloque de ítems en relación a las variables: sentimiento de vulnerabilidad, riesgo tecnológico, distancia al evento de familiares cercanos, daños, personas afectivamente cercanas que hayan sufrido lesiones o muerte a causa de las explosiones, participación en actividades de prevención, percepción subjetiva del desastre y otras variables psicosociales. 4

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Dada la importancia de intervenciones que preparen a la población ante los mismos, en los tres estudios realizados se investigó si los ciudadanos de Río Tercero habían participado en alguna actividad de prevención. En contraposición con estos aspectos y con las recomendaciones por parte de diversos organismos y expertos en catástrofes, no se había implementado de manera sistemática este tipo de intervenciones. Por consiguiente, la mayoría de la población participó de planes de prevención o preparación ante el riesgo tecnológico y, a su vez, el 95% de las personas encuestadas consideró muy importante que se lleven a cabo este tipo de acciones. Acerca del malestar psicológico Con el propósito de profundizar el conocimiento sobre otros aspectos relacionados al impacto subjetivo de las explosiones, durante los años 2001 y 2011 incluimos los estudios epidemiológicos de sintomatología mental. En este contexto consideramos pertinente hablar de malestar psicológico, sin situarnos en el campo de la patología psíquica, ya que no ha sido la perspectiva de estas investigaciones, cuyo objetivo estuvo centrado en estudiar la prevalencia del malestar psicológico, operacionalizado a través del nivel de sintomatología mental. El concepto de malestar psicológico es descripto como producto de las condiciones de vida, situaciones críticas, espacios de cotidianeidad, entre otros aspectos y “se sitúa a mitad de camino entre la salud y la enfermedad; la sensación de malestar psicológico no permite el sentirse saludable pero tampoco enfermo” (Berra, Carri y otros, 2004, pag. 4). El primer dato importante a rescatar en relación a la sintomatología mental es que la media obtenida en el año 2001 y en el 2011, casi no mostró variaciones (29.8 en 2001 y 28,1 en 2011) La diferencia estuvo en el porcentaje de personas que presentaban algún nivel de sintomatología mental, la cual descendió de 87% en 2001 a 64% en 2011. A partir de estos datos, tal como se lo entiende desde diversos aportes teóricos, nos resulta posible plantear la hipótesis de que tal situación podría deberse a que el tiempo transcurrido desde las explosiones habría favorecido en algunas personas la elaboración del hecho traumático. No obstante, si se suman los porcentajes de niveles de sintomatología alta y muy alta, en el año 2011 una cuarta parte de la población (25,2%) todavía padecía altos niveles de malestar psicológico, expresado fundamentalmente a través de ansiedad, angustia y temores. Con la intención de aproximarnos al impacto de las explosiones en las personas que vivieron esta situación y al no existir estudios previos a este evento, se compararon los datos de esta población con los obtenidos en dos investi92


gaciones epidemiológicas realizadas sobre población general de la ciudad de Córdoba, encontrando que la sintomatología mental fue considerablemente mayor en la población de Río Tercero (en Córdoba los valores hallados para la media de sintomatología mental fue de 21.8 en 1998 y 24.7 en 2004, con diferencias estadísticamente significativas con respecto a las encontradas en Río Tercero). El atravesamiento de las explosiones de polvorines y la permanencia de riesgo tecnológico con posterioridad al evento traumático, representan situaciones diferenciales de gran relevancia entre ambas ciudades, pudiendo tales aspectos estar asociados al aumento en la sintomatología mental en la población afectada de Río Tercero. Es importante resaltar que tanto en el 2001 como en el 2011 observamos que a mayor sentimiento de vulnerabilidad ante el riesgo tecnológico, mayor fue la sintomatología mental, lo que nos estaría indicando al malestar psicológico como otra de las consecuencias ocasionadas por la cotidianeidad del riesgo, sin preparación para el afrontamiento del mismo. Por otro lado, tanto los niveles de sintomatología mental como los de sentimiento de vulnerabilidad aumentaron en personas que tuvieron familiares en la zona cercana de las explosiones y las que manifestaron haber sufrido algún tipo de daño materiales a causa de las mismas. Estos aspectos estuvieron relacionados con los diferentes atravesamientos de la experiencia disruptiva. El nivel de sufrimiento ocasionado por el riesgo de vida que corrieron los seres queridos, el desconocimiento sobre la situación de los mismos, la incertidumbre que en la mayoría de los casos se prolongó durante muchas horas, el encontrarse con daños irreparables en las viviendas, las pérdidas de valor material y afectivo muchas veces irrecuperables, nos estarían indicando la potencia de la vivencia traumática, que continuaría teniendo influencia en la subjetividad de las personas afectadas mucho tiempo después de ocurrida. En el caso particular de los habitantes de la ciudad de Río Tercero hemos observado que tanto la vivencia del desastre, como la exposición al riesgo tecnológico serían factores que aumentarían el malestar psicológico, expresado a través de una mayor sintomatología mental. Tal impacto también puede verse reflejado a través de lo que las personas afectadas refirieron sobre los propios cambios experimentados a partir de las explosiones. Luego de 16 años, el 41% de la población manifestó que estos cambios persistían hasta ese momento. Los mismos estaban relacionados principalmente con cambios en la conducta y en el estado de ánimo, descriptos por las personas como “nervios, miedos, mayor sensibilidad y depresión”.

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Las implicancias del atentado El desastre de Río Tercero paulatinamente dejó de ser pensado como un accidente a medida que comenzó a tomar mayor fuerza –en el marco de la causa judicial por la venta ilegal de armas a Croacia y Ecuador– la hipótesis del atentado como una manera de eliminar las pruebas del contrabando. Así, los riotercerences no sólo debieron hacer frente a las innumerables consecuencias producidas por el inesperado bombardeo, sino a los sentimientos de impotencia e injusticia surgidos como producto de que quienes debían ser los responsables de garantizar la seguridad de los ciudadanos, impunemente destruyeron gran parte de la ciudad y atacaron a sus habitantes. Beck (2008) plantea que existe una diferencia fundamental entre peligros ecológicos y económicos por un lado, y la amenaza terrorista por otro. En el caso de las amenazas terroristas la variable que la distingue es la intencionalidad directa, a diferencia de los otros dos casos que se producen como consecuencias indirectas de decisiones tomadas en pos de la modernización. En el caso de Río Tercero podría pensarse que la situación es aún más compleja, ya que ambas situaciones se hicieron presentes. La intencionalidad provocó el atentado que ocasionó la explosión de los polvorines y con posterioridad, la falta de acciones preventivas y de preparación frente al riesgo, continúo dejando negligentemente a la población en condiciones de exposición. Dada la falta de reclamos sociales sostenidos en el tiempo que apuntaran a estos aspectos y que lograran una repercusión pública relevante, en el estudio llevado a cabo durante el año 2011 decidimos indagar sobre el grado de importancia que la población afectada le adjudicaba a la intencionalidad como origen del desastre. De esta manera, pudimos verificar que el 95% de la población consideró como un factor muy importante la posibilidad de que la causa de las explosiones pudiera deberse a un atentado, al tiempo que se le otorgó un alto valor a la resolución del proceso judicial. Asimismo, un porcentaje considerable de personas (31%) identificó a este hecho como un obstáculo para la recuperación de los efectos traumáticos de las explosiones. La resolución de la causa judicial llegó 19 años después, en diciembre de 2014, donde fueron condenados cuatro funcionarios militares de la FMRT por “estrago doloso agravado por la muerte de personas”. Si bien marca un avance en la recuperación de la verdad y la sanción a los responsables, según el abogado querellante de la causa, se aportaron suficientes elementos de prueba que demuestran la programación del hecho, su vinculación con el tráfico de armas, la hipótesis de que se intentaba encubrir faltantes de material bélico, y la participación de las cuatro personas acusadas; no obstante, aún no están condenados todos los responsables del hecho. (Horacio Viqueira, Diario La Nación, 23 de diciembre de 2014).

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Consideraciones finales Para finalizar realizaremos algunas reflexiones que entendemos se desprenden de las investigaciones y de los conocimientos que éstas nos aportan para leer otras situaciones de desastres y catástrofes. Si bien el impacto psicosocial que genera las situaciones de trauma colectivo abarcan procesos y problemáticas más amplias que las abordadas en el presente trabajo, entendemos que los estudios de seguimiento sobre los efectos de las explosiones de polvorines en la salud mental de los afectados, podrían significar un aporte no sólo al análisis de la situación de esta población, sino también a la profundización de una temática escasamente explorada, como son los efectos psicológicos a corto, mediano y largo plazo de un desastre. Según los datos que fuimos encontrando podríamos decir que el efecto del tiempo trascurrido ha colaborado en la elaboración de los efectos traumáticos que dejaron las explosiones. Esto fue observado en que si bien a los 16 años del evento aún un muy importante porcentaje de la población afectada manifestó sentir malestar psicológico, es menor que la encontrada a los 6 años. Por otro lado, la cantidad de personas con sueños y recuerdos recurrentes relacionados con las explosiones había descendido, siendo ambos indicios relacionados directamente con los efectos postraumáticos. El sentimiento de vulnerabilidad sólo mostró variaciones en la forma de manifestarse y en que ocasiona malestar psicológico cuando el mismo se da en muy altos niveles. Sin embargo, tanto el malestar psicológico como el sentimiento de vulnerabilidad se siguen presentado como efectos de las explosiones y podría pensarse que estarían siendo naturalizados por las personas que lo sienten, no pudiendo ser percibidos en muchos casos como aspectos que merecen algún tipo de abordaje. Cabe entonces la pregunta sobre si las intervenciones luego de las explosiones hubieran estado orientadas, tal como se recomienda desde la literatura especializada, a favorecer procesos colectivos de elaboración de la situación de trauma masivo, a la reconstrucción de los aspectos sociales y comunitarios, al reclamo por memoria, verdad y justicia que con no pocas dificultades sostuvieron un grupo reducido de personas, al trabajo intersectorial y la participación social en programas preventivos, se hubieran logrado reducir las consecuencias emocionales y la perdurabilidad de las mismas a través del tiempo. En lo que hace específicamente a la problemática del riesgo tecnológico al que la población está expuesta, resulta oportuno referirnos a las producciones realizadas por el sociólogo Ulrich Beck (2008) quien plantea que “la amenaza y la inseguridad son condición de la existencia humana desde siempre, en cierto sentido incluso más antes que ahora” (pag. 20). Afirma que oportunidad y peligro son las dos caras del riesgo y que se convierten en tema de preocupación durante la industrialización. 95


Siguiendo a este autor, “Los riesgos son siempre acontecimientos futuros que es posible que se presenten, que nos amenazan y que esta amenaza permanente determina nuestra expectativa, invade nuestras mentes y guía nuestros actos, resulta una fuerza política transformadora.” (pag. 27) Asimismo refiere que la escenificación de la destrucción y las catástrofes actualmente hacen que la prevención sea un deber para los Estados. Especialmente el Estado como garante de la seguridad y el bienestar de las personas es el que deberá asegurar la anticipación y la previsión cuando las instancias competentes no lo realicen por falta de medios o por negación del riesgo. Es posible pensar entonces, que cuando el Estado incumple con su deber de prevenir las situaciones de peligro ocasionadas por los riesgos existentes, para los casos en que los mismos no sean evitables, deja expuestos a los ciudadanos a salidas tan poco saludables y como ineficaces, tales como vivir en un estado de sobrealerta o, por el contrario, en una perpetua negación de los peligros. Si no se interviene con planes de prevención intersectoriales y con participación comunitaria, este escenario claramente observado en Río Tercero, podría repetirse luego de cualquier catástrofe, ya que la misma devela un aspecto de la realidad negado o desconocido y pone en evidencia los peligros con los que se convive cotidianamente. Por otro lado, las industrias para los habitantes de Río Tercero, provocan una ambivalente sensación, debido a que son fuente de trabajo y progreso, pero también productoras de riesgos. Similares representaciones podrían pensarse para los ríos, bosques u otros elementos de la naturaleza que podrían generar esa contrapuesta sensación: placer/amenaza, progreso/riesgo, belleza/peligro, por mencionar sólo algunos. Así, las intervenciones psicosociales deberían dirigirse a evitar la negación de alguno de los polos, fomentando una visión realista e integrada de estos binomios que faciliten un posicionamiento activo ante la realidad. En lo que hacer particularmente al sentimiento de vulnerabilidad, podemos afirmar que es un modo de anticiparse y prever las posibles situaciones de riesgo futuro, toda vez que el Estado no garantiza el bienestar y la seguridad de las personas. El malestar psicológico es un efecto colateral del esfuerzo psíquico que implica un estado de alerta permanente ante los riesgos existentes. Es decir que, luego de una catástrofe, el trabajo psíquico debe abocarse no sólo a la elaboración del impacto emocional producto del trauma sufrido, sino también a lidiar con el temor que provoca el riesgo de que el evento pueda repetirse. Pudimos evidenciar que si no se implementan acciones que favorezcan ambas situaciones, las reacciones esperables luego de situaciones traumáticas masivas, pueden convertirse en consecuencias perdurables a lo largo tiempo, provocando un malestar psicológico y un sentimiento de vulnerabilidad permanentes. En lo que hace referencia a las causas y sus responsables, tanto en las explosiones de los polvorines de la FMRT como en las inundaciones que afectaron 96


a las Sierras Chicas en febrero del 2015 las causas no están determinadas por un solo factor y en ambos casos el Estado, aunque con marcadas particularidades, posee una responsabilidad acerca de lo sucedido. En el caso de Río Tercero hubo una intencionalidad directa en la que estaban implicado el gobierno nacional de ese momento y en lo que respecta a las Sierras Chicas, sucesivos funcionarios autorizaron la construcción de viviendas en terrenos aledaños a las márgenes de los ríos, por lo tanto en zonas inundables. Por último, destacamos que más allá de la sintomatología mental y del sentimiento de vulnerabilidad en relación al riesgo tecnológico, los datos demuestran que estos factores relacionados a las responsabilidades no resultaron indiferentes, sino que por el contrario fueron considerados como elementos muy importantes para casi la totalidad de los ciudadanos que sufrieron las explosiones, al tiempo las mismas significaron un hecho altamente negativo. Estos aspectos significan un plus, un agregado, que potencian las consecuencias, acrecienta el malestar psicológico y el sufrimiento psíquico y complican la elaboración del trauma, pudiendo representar un obstáculo para la recuperación emocional. A modo de cierre, retomamos a Freud por la admirable vigencia que aún tiene su pensamiento en el análisis de la compleja relación entre la naturaleza y la cultura: “...Justamente por esos peligros con que la naturaleza nos amenaza nos hemos aliado y creado la cultura, que, entre otras cosas, también debe posibilitarnos la convivencia. Y por cierto la principal tarea de la cultura, su genuina razón de existir, es protegernos de la naturaleza. Sabido es que en muchos aspectos ya hoy lo consigue pasablemente bien, y es evidente que algún día lo hará mucho mejor. Pero ningún hombre cae en el espejismo de creer que la naturaleza ya esté conquistada; y pocos osan esperar que alguna vez el ser humano la someta por completo. Ahí están los elementos, que parecen burlarse de todo yugo humano: la Tierra, que tiembla y desgarra, abismando a todo lo humano y a toda obra del hombre; el agua, que embravecida lo anega y lo ahoga todo; el tifón, que barre cuanto halla a su paso; las enfermedades, que no hace mucho hemos discernido como los ataques de otros seres vivos; por último, el doloroso enigma de la muerte, para la cual hasta ahora no se ha hallado ningún bálsamo ni es probable que se lo descubra. Con estas violencias la naturaleza se alza contra nosotros, grandiosa, cruel, despiadada; así nos pone de nuevo ante los ojos nuestra endeblez y desvalimiento, de que nos creíamos salvados por el trabajo de la cultura. Una de las pocas impresiones gozosas y reconfortantes que se pueden tener de la humanidad es la que ofrece cuando, frente a una catástrofe desatada por los elementos, olvida su rutina cultural, todas sus dificultades y enemistades internas, y se acuerda de la gran tarea común: conservarse contra el poder desigual de la naturaleza” (Freud,1927) . 97


Referencias Bibliográficas Agüero Gioda, C; Scorza, D (2011). Impacto de un Desastre en la Sintomatología Mental de los sujetos afectados. Segundo estudio epidemiológico en la ciudad de Río Tercero. Año 2010/2011. Dirección Lic. Diana Scorza. Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba. Argentina Agüero Gioda, C; Scorza, D (2001). Impacto de un Desastre en la Sintomatología Mental de los sujetos afectados. Estudio epidemiológico en la ciudad de Río Tercero. Dirección Lic. Silvia Tornimbeni. Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba. Argentina Beck, U (2008). La sociedad del riego mundial. En busca de la seguridad perdida. Paidos. Buenos Aires, Argentina. Berra, C; Carri, P; Burijovich, J; Barrault, O; Plaza, S; Alderete, A. (2005) La Sintomatología Mental como expresión del malestar poblacional. Córdoba, Argentina. Burijovich, J y otros (1999). Investigación en Salud Mental. De los cordobeses y sus malestares. Subdirección General de Salud Mental. Córdoba, Argentina. Freud, S (1927): Obras Completas. El porvenir de una ilusión. Tomo XXI. Amorrortu Editores. Bs. As., 1989. Scorza, D; Agüero, C (1997): Sentimiento de Vulnerabilidad en Niños de Escuelas Primarias. Estudio comparativo entre una ciudad que ha vivido un desastre (Río Tercero) y otra que no lo ha vivido (Almafuerte). Dirección Lic. Silvia Tornimbeni. Secretaría de Extensión Universitaria de la U.N.C. Córdoba.

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Psicología Comunitaria en Emergencias Sociales Introducción a un mapa de operaciones. Sebastián Bertucelli1 “No se trata de vivir el presente, sino a propósito”. Montaigne “Dejar hacer, dejar ocurrir, dejar suceder, pero, a la vez, que nada deje de hacerse”. Lao Tsé “Pertenecer tiene un doble sentido. Cuando digo “Esto me pertenece”, quiero decir que poseo algo. Pero cuando digo “pertenezco”, no quiero significar que algo me posee, sino que soy parte de, estoy íntimamente involucrado con una realidad mayor que yo, sea una realidad amorosa, una comunidad o todo el universo”. Thomas Matus 1.- El momento y la posición: Acerca del tiempo estratégico para intervenir. “Por más que se disponga en la mano la pala y la azada, más vale esperar el momento de la maduración… más que con nuestras herramientas, contemos con el desarrollo del proceso para alcanzar el resultado deseado… Pues ese potencial se desarrolla por sí mismo y puede llevarnos”. Proverbio chino Si como Psicólogos pretendemos llegar a ser parte de un dispositivo llamado emergencias sociales, debemos replantearnos en primer lugar, el tema de la disposición. Aspiración a ser desarrollada en ámbitos de pérdida total de iniciativa institucional. Para esto, es preciso cambiar-problematizar las preguntas que nos predisponen. Entonces, ¿cuál es la pregunta hegemónica que hoy contamina o viabiliza nuestras aproximaciones a poblaciones afectadas?... Si es que deseamos ser parte de la solución y no del problema, atendiendo la Regla Hipocrática del “Primun non nocere”. 1

Sebastián Osvaldo Bertucelli. Licenciado en Psicología. M.P 830

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Desde nuestra experiencia en analizar los rituales de visita a poblaciones supuestamente vulneradas, incluyéndonos en primer lugar a modo de conejillos de indias, las preguntas predisponentes de automaticidades inconscientes que podemos inferir desde lo que se termina haciendo sobre la gente y no desde lo que se dice, serían: ¿ Cómo tomamos el problema social desde el sujeto emergente?... ¿qué encuadre pre-armado le aplicamos?... ¿cuándo decidimos soltarlo hacia la vida cotidiana?... ¿Cuándo creemos que es momento para que se replique lo supuestamente aprendido en espacios y tiempos que fabricamos artificialmente a nuestra llegada?... En este sentido, las estrategias grupales, la entrevista, las charlas preventivas sobre lo que se esperaría que ocurriera después del impacto y los talleres bajo techo institucional son herramientas naturalizadas, sobrentendidas. Llegar “más tarde” de arriba para abajo y de afuera para adentro enmarcados en Programas Selectivos- Normativos, atendiendo patología individual en espera, cada cual tomando un grupo etáreo y una problemática que se recorta del proceso es la aproximación clásica. Además, y no menos importante para considerar las variantes iatrogénicas que inciden en nuestra práctica, ¿Cuándo y para qué alguien decide someter a otros a tiempos judiciales a fin que se termine de consumar la industria del juicio donde se cristaliza por años a las víctimas o, en qué momento y por que el periodismo decide que el fenómeno deje de ser noticia y retire las cámaras?... ¿En qué momento un político de turno decide subsidiar a los afectados y para qué?... Uno de los tantos que suelen bajar a colaborar pretendiendo capacitar a las comunidades en momentos de emergencia creciente son los especialistas en catástrofes. Que, apoyados en la tradición médico-psiquiátrica, instalan el imaginario que una población afectada no es más que un grupo de pacientes ambulatorios potenciales. Cuando el imperativo categórico en catástrofes debe ser “ni amplificar ni minimizar el problema, sólo valorarlo en proceso”. Los Psicólogos Comunitarios no nos articulamos a estas intervenciones en cascada impecablemente descoordinadas. Nos cuidamos mucho de ser catastrólogos. Solo podemos decir por ahora, que los pueblos y sus movimientos comunitarios emergentes, “también pasan por catástrofes”. No viven en catástrofes. Desde otro modelo de atención, que cultiva el vacío funcional, donde aprendemos a recibir para poder llegar a dar servicio, es imperioso que cambiemos la pregunta expuesta más arriba. Deberíamos buscar la pregunta que nos prepara para “estar más a mano”, en búsqueda de acople estructural con el fenómeno, por aproximaciones sucesivas, hasta llegar a participar del abrazo colectivo de la población afectada. Preguntas que nos hacen estar “a propósito” en el momento-coyuntura y que hace uso distinto de la posición de poder que nos toque administrar. Aquí nos da rol la solución, el potencial 100


de situación, no la mera descripción del problema. Aquí el partícipe Psicólogo es visto como pasante en formas de organización de la cultura de la vida cotidiana con dinámicas heterárquicas ante la suspensión de las jerarquías institucionales. Desde un enfoque comunitario, sería mejor preguntarnos: ¿Cómo nos toma el problema visto como un movimiento social en red?... Posición que considera cuidadosamente el momento de nuestra llegada en caso que visitemos el lugar de los hechos post catástrofe, o, en caso de que formemos parte de equipos locales, situación que nos obliga a valorar en qué etapa de nuestra inserción nos encontramos. Siguiendo con el interrogante que proponemos y que afecta nuestro modo de operar: ¿Cuál es la naturaleza del fenómeno a abordar?... ¿Se trata de un shock esperado como fue en Rio Tercero, o de un shock inusitado e inesperado como fue en Paraguay?...Y cómo, bajo este punto de vista, la naturaleza del fenómeno organiza la respuesta comunitaria. Un axioma clásico para los comunitarios es: “Si no hay tarea convocante que atender no hay red que ver”. Aquí se cambia la secuencia estereotipada de los que llegan a convocar reuniones de coordinación post catástrofe para después operar. Culturalmente ponemos el caballo delante del carro, si consideramos que la tarea a resolver-disolver genera sus propios movimientos y que nosotros desde esta visión los veremos en curso, asistiremos a su despliegue y nos apoyaremos en ellos para dar nuestro aporte como Psicólogos. Aquí participaríamos de una cadena de trabajos con procesos en curso que nos dan entrada. Lo dicho, habilita la siguiente pregunta que dispara otras operaciones estratégicas: ¿Cómo hacemos para acoplarnos como profesionales a los movimientos comunitarios en curso?... ¿A las formas de autocuración colectiva?...2 2.-Acerca de la naturaleza del fenómeno. 2.1. Su dimensión espacio-temporal. ¿Dónde se localiza el problema?... ¿Cuál es su patrón de distribución geográfica?... ¿De dónde viene y hacia dónde va la acción que nos toma?... En caso que permitamos que ésta nos tome, un capítulo importante es acerca de la compleja tarea del mapeo de la información disponible en medio de la catástrofe. Información de Inicio que se va a ir profundizando a medida que progresamos en la calidad de cobertura de la población afectada. Actualmente en ReSe suele utilizar el término resiliencia para dar cuenta de la capacidad de autoreparación de los pueblos, familias o sujetos. La analogía del resilio no es precisa porque no atiende la salida real de una crisis: una población poscatástrofe jamás vuelve al punto inicial del pre impacto. Se emerge de estas crisis transformados, mediante aprendizajes en puntos superadores al de partida. 2

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sistencia, Chaco, y en el abordaje colectivo de la desnutrición infantil, llevamos diseñados mapas de cobertura del servició, sucesivos en cinco años de seguimiento poblacional. La construcción de mapas georreferenciados que dan cuenta de la cobertura progresiva del fenómeno se está realizando con base en la participación de las familias de los afectados y de las instituciones arraigadas en las poblaciones a impactar. Es clásico, que “durante y sobre” la catástrofe, se suelan contar muertos y enfermos con el fin de colocarlos en promedios abstractos que alimentan el desánimo colectivo. Decimos, desde la posición comunitaria, que sostiene una visión que creemos expresa a los afectados, “nosotros no queremos que describan lo que nos está pasando, lo que necesitamos es gente confiable que nos ayude a salir cuanto antes de esta pesadilla”. Aquí la visión diagnóstica clásica de las ciencias duras se altera al incluir la capacidad de afrontamiento colectiva en curso. Comenzamos a acompañar a la población afectada en su itinerario de búsqueda de salud, paso a paso, progresivamente del caos al orden. Considerando “el ritmo” de la acción comunitaria, funcional a la calidad de aproximación que exigen procesos donde está en juego la salud mental. Bajo este punto de vista, y tomando una frase que suelen decir los estadísticos en los pasillos, es preferible ir estando aproximadamente en lo cierto que precisamente equivocados. En lenguaje técnico decimos: el mapa nos manda a la acción a fin de participar en la recuperación de espacios y tiempos cotidianos, nos envía a visualizar para proteger. Además, nos permitió no sólo desagregar promedios para ver desigualdades, sino y lo que es mas importante, optimizar los recursos profesionales disponibles a fin de diseñar la organización en red adecuada para acoplar con el patrón de ocurrencia del problema. Por el contrario, el promedio, al cual se llega con pobreza en los mecanismos de gestión, de información de entrada y salida que toman por sorpresa a las poblaciones, nos remite al análisis externo y aéreo, en lugares y tiempos virtuales, donde se cree, con la ayuda del periodismo amarillo, que describir insistentemente el aspecto negativo de las consecuencias de una emergencia social no constituye una intervención. Más abajo se pueden ver en primer lugar, mapas de familias afectadas al inicio de las acciones en Asunción, Paraguay, fenómeno Icuá Bolaños (post catástrofe) y en segundo lugar, de Áreas Estratégicas en Río Tercero, fenómeno Fabrica Militar (dos años antes de la catástrofe con equipos posicionados desde la APS y que se va a extender durante la emergencia hacia otra área estratégica en barrio Cerino).

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2.- Acerca de la naturaleza del fenómeno. 2.2. Su dimensión comunitaria. O, ¿cómo sucede la población y se está volviendo viable?... “Desde acá zurcimos lo que desde arriba se raja. Este país se sostiene por lo que la gente arma, teje pacientemente todos los días desde abajo… si no fuera así estaría destrozado”. Expresión de un Medico del equipo de APS en una reunión de trabajo. (octubre de 1994). Citado del libro “Redes Comunitarias en Salud Pública”. La experiencia de Río Tercero.

Si nos articulamos a procesos comunitarios, la unidad operativa que habitamos no comienza con nuestra llegada. Aunque debamos considerar cuidadosamente nuestro acople a estos movimientos. Dos ejemplos: En Río Tercero quince mil personas se autoevacuaron en cuarenta y cinco minutos sin ninguna ayuda institucional. Los patrones que se movilizaron fueron con base socioafectiva preexistentes al impacto. Redes de familias Migrantes autoevacuaron un barrio en veinte minutos con movilidad propia. Aquí los equipos locales arraigados en áreas estratégicas antes de la catástrofe acompañaron a la gente de estos barrios en su pasaje por los centros de evacuados y en la recuperación de espacios y de tiempos cotidianos. En Asunción, Paraguay, a la semana del shock, y al momento de mi articulación al proceso en carácter de Consultor Internacional de OPS/OMS, las familias de afectados estaban abrazando el supermercado Icuá Bolaños desplegando un repertorio complejo de elaboración de duelos que terminaría con “la entrega de cruces”. Tuve el privilegio de asistir al ritual del “Velorio del Angelito” del que ya había participado en Barrio Comercial-Villa el Libertador- Cortaderos y que me remitían en ese momento a yacimientos culturales del Norte de Córdoba y Santiago del Estero. En la construcción de la forma de organización que acoplaría estructuralmente con las modalidades de búsqueda de salud de los afectados y sus familias y siguiendo el mapa expuesto más arriba, sacamos de los consultorios y de las reuniones institucionales a los profesionales con mayor experiencia del Paraguay y los posicionamos accesibles geográficamente al problema. Así, diseñamos desde la capacidad disponible, una modalidad de organización con dinámica heterárquica que denominé “responsables por sector de afectados”. Esto, en arreglo a la funcionalidad del servicio y a las horas profesionales disponibles. Debo aclarar que es muy usual que los Centros de Formación envíen alumnos deseosos de práctica a los domicilios mientras los Profesores piensan los marcos teóricos en espacios y tiempos discursivo-deliberativos. Una Regla Fundamental que articula con el sentido común de la gente y con el culti104


vo de toda profesión, es que si se decide recurrir a voluntarios éstos deben capacitarse “codo a codo” en terreno con profesionales con experiencia en resolución de crisis. De acuerdo a lo ocurrido con estas intervenciones, me vi obligado a poner la condición básica que no se debía intervenir sin llegadas de confianza. Palabra llave aquí también en Asunción, similar a “el que le conoce”. Con esta operación, comenzamos a cumplir con otra premisa de Alma Ata la de la accesibilidad cultural. En síntesis, y a modo de apertura a nuevas discusiones, en caso de estar en disposición adecuada, pudiendo capitalizar el momento y la posición, y además de disponer de las herramientas epidemiológicas apropiadas al desarrollo del fenómeno que se trate, podríamos comenzar a articularnos a los movimientos comunitarios emergentes y así, ejercer nuestro rol con conocimiento y utilidad social. Rol que deja capacidad instalada a su paso gracias a que fuimos eficaces participando de una de las tantas gestas colectivas que deben transitar nuestros pueblos latinoamericanos.

Referencias Bibliográficas Agamben, Giorgio. ¿Qué es un dispositivo?. Adriana Hidalgo Editora. 2014´. Jullien, Francois. Un sabio no tiene ideas. Siruela. 2001 Tratado de la eficacia. Libros Perfil. 1999. Bertucelli, Sebastián Osvaldo, Lerda, María Cristina, Mercado, Cristina Beatriz. “Centros de Acción Comunitaria”. Una nueva y antigua estrategia institucional para generar políticas sociales. Revista Educación, Salud y Trabajo Nº 2-3. Junio de 2001. Publicación de la Universidad de Extremadura, España y la Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Bertucelli, Sebastián (coordinador). Audisio, Mónica. Berardo, Claudia. Blatto, Silvia. Cittadini, Ronald. Melano, Silvia. Redes Comunitarias en Salud Pública. La experiencia de Rio Tercero. Ed. Fundación del Banco de Rio Tercero y Cooperativa de Obras y Servicios Públicos. 1998. Bertucelli, Sebastián y Bocco, Graciela. Redes Comunitarias en Salud Pública. La experiencia de Santa Rosa del Río Primero. Ed. Universidad del Aconcagua. Mendoza. 1998. Bertucelli, Sebastián. “De la Epidemiología a la Endoepidemiología”. La Investigación Epidemiológica en el Trabajo Comunitario. En Modelos de Psicología Comunitaria para la promoción de la salud y prevención de enfermedades en las Américas. Capítulo 11. Ediciones OPS/OMS. Colección Salud y Sociedad Año 2000, Nº 7. Viggiano Esain, Julio. La Rueda del Mingado. Separata de la Revista de la Universidad Nacional de Córdoba. Segunda Serie Año VII, Nº 45, l966. Viggiano, Esain, Julio. El Velorio del Angelito. Publicación de la Universidad Nacional de Córdoba. Año 1962. 105


OMS/UNICEF (1978). Atención Primaria de la Salud. Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de la Salud, Alma Ata (URSS), 6 al 12 de setiembre de 1978, “Serie Salud para Todos” nº 1, Ginebra- Nueva York. Von Foerster, H. (1991). Las Semillas de la Cibernética. Gedisa. Barcelona.

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Una modalidad de intervención psicosocial en situaciones de catástrofes durante la fase crítica Walter G. Palladino1 Resumen El presente trabajo da cuenta sobre un proceso de intervención psicosocial en situación de catástrofe en Mendiolaza, localidad afectada por la inundación del 15/02/15 en Sierras Chicas. La misma se realizó durante la fase de impacto del episodio y refleja una modalidad de intervención en situación de crisis. Dado el estado de vulnerabilidad de la población afectada, la urgencia, la diversidad de demandas, la confusión que se produce en tales circunstancias y la superposición de acciones se hizo necesario planificar una intervención coordinada que nos permitiera obtener un diagnóstico comunitario a corto plazo y de modo dinámico. Así al tiempo que se detectaban las diferentes problemáticas se planteaban las estrategias terapéuticas para cada situación, definiendo dispositivos terapéuticos y asignando responsables, intentando brindar una respuesta inmediata acorde a lo que la situación exigía.Palabras clave: Crisis - Vulnerabilidad - Catástrofe - Intervención Psicosocial – Estrategias Terapéuticas.Introducción A fines de poder ubicar al lector en qué marco se inscribe ésta intervención es necesario remitirme a como se dio mi inclusión en ella. Me desempeño como psicólogo en un Centro de Atención Primaria de Salud de Córdoba ubicado en la ciudad barrio Parque las Rosas, dependiente del Ministerio de Salud de la Provincia. En el momento que se produjo la catástrofe en sierras chicas los organismos nacionales, provinciales, municipales (así como tantas otras instituciones: universidades, colegios profesionales, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, iglesias, partidos políticos, etc.) sumaron colaboradores a las zonas afectadas. Así me puse a disposición del Ministerio de Salud y a través de la Dirección de Emergencias me destinaron a cumplir mi actividad laboral durante la fase crítica en la localidad de Mendiolaza. Mi intervención en el lugar fue en forma continua e ininterrumpida durante las tres primeras semanas del hecho y los dos meses subsiguientes en forma parcial hasta cerrar mi actividad en el lugar. Sin ser experto en situaciones de emergencia y catástrofes, tenía como herramientas conocer el territorio y la dimensión del evento por ser vecino de la localidad donde intervine y por mi formación y desarrollo profesional, ya 1

Walter Guillermo Palladino Lic. en Psicología. M.P 3973

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que en éstos 26 años de ejercer la profesión, he trabajado en intervención en crisis en el marco de políticas de desmanicomialización (durante 10 años en Río Negro y Chubut) y en el campo de la APS como psicólogo comunitario (desde hace 12 años en el ámbito de salud pública provincial). El presente trabajo da cuenta de cómo se desarrollo éste proceso de intervención psicosocial durante la fase crítica de la catástrofe, desde el proceso de inserción, articulando acciones con otros actores (referentes locales y agentes externos que se sumaban a colaborar) lo que nos permitió pasar de una situación inicial de superposición y desorganización en las primeras intervenciones (que se sumaban al caos y confusión del contexto) a la constitución de un trabajo en equipo. De éste modo pudimos desarrollar una planificación de la intervención para lograr un reconocimiento a la brevedad de la población afectada y la implementación de estrategias terapéuticas que brindaron una primera contención a los afectados. En la historia de las catástrofes y desastres la incorporación de acciones en salud mental es relativamente nueva, hasta el terremoto de México en 1985 sólo se tenían en cuenta los aspectos físicos de la salud. El cambio de paradigma en salud mental desde “La Declaración de Caracas” de 1990 ha permitido que, según las recomendaciones de la O.P.S., los países de la región establezcan marcos legislativos que incorporan la dimensión social, el enfoque comunitario, la importancia de los trabajadores de la salud mental en la APS y el abordaje integral desde los sistemas locales de salud y dentro de las redes sociales. Esto ha contribuido a desarrollar marcos teóricos que reconocen el impacto en la salud mental de las personas afectadas por situaciones de catástrofe, como la necesidad de implementar políticas, planes y programas para la intervención psicosocial en situaciones de emergencias y catástrofes desarrollando, tanto la OPS como la OMS, una considerable bibliografía que incluye recomendaciones, guías, manuales y procedimientos de intervención. Tomando éstos antecedentes, en el presente artículo se intenta pensar la intervención psicosocial en situación de desastre en el actual paradigma entendiendo que la misma debe incluir principios tales como la articulación de los diferentes actores sociales, el trabajo interdisciplinario e intersectorial, el enfoque comunitario inserto en las redes sociales. Y como una de las formas de decir es haciendo, el trabajo se presenta desde la crónica de la experiencia, a través de la observación directa y de las impresiones subjetivas, literalmente “con los pies en el barro”, en el contacto directo con los afectados. Así es como fueron surgiendo análisis, reflexiones, marcos teóricos que se intercalan en el relato y se ligan a la experiencia permitiéndonos construir una aproximación diagnóstica de la comunidad. Posteriormente se presenta la planificación del proceso de intervención explicando como se organizó el trabajo, como se llevo a cabo, la apreciación diagnóstica y el plan de acción. En todo el proceso tanto el diagnóstico co108


munitario (diseño de encuesta, entrevistas, identificación de casos, recolección de datos), plan de acción (identificación de las prioridades) e implementación de programas (estrategias y dispositivos terapéuticos) los pasos no fueron sucesivos sino simultáneos. Lo que caracteriza a una intervención en crisis de carácter masivo es la urgencia que requieren las intervenciones (esto hace muchas veces a la superposición y desorganización de las intervenciones), por lo que no se puede esperar a elaborar un diagnóstico para luego comenzar a actuar, se deben ofrecer respuestas (estrategias terapéuticas diagramadas) al momento de intervenir y el análisis diagnóstico se elabora y revisa al mismo tiempo que se asiste a los afectados. En la bibliografía, las definiciones de catástrofes o desastres se asocian al concepto de crisis. Por ello es que en el artículo se hace alusión a éste concepto nodal desde la perspectiva de diferentes autores lo que nos permite analizar distintas variables, tanto del episodio como de las intervenciones. En las consideraciones finales se revisan algunas dificultades que se presentaron en el proceso de intervención las que son entendidas como desafíos pendientes y pretenden generar interrogantes para el debate, a fines de continuar pensando la intervención psicosocial en situaciones de catástrofe desde nuestro rol profesional y en el marco de las políticas sanitarias.Fundamentación. Marcos conceptuales y legislativos El modelo de atención en salud mental en la región de America Latina y el Caribe viene atravesando en las últimas tres décadas un cambio de paradigma a partir de hitos rectores tales como: 1- La Declaración de Caracas que plantea “la Reestructuración de la Atención Psiquiátrica ligada a la Atención Primaria de Salud en los marcos de los Sistemas Locales de Salud (SI.LO.S.), lo que permite la promoción de modelos alternativos centrados en la comunidad y dentro de sus redes sociales”. (O.P.S./Oficina Regional de la OMS para las Américas, Informe salud en el mundo, 2001, pág. 52) 2- Los principios de Brasilia que ratifican la Declaración de Caracas “reforzando la necesidad de establecer redes de servicios comunitarios que reemplacen los hospitales psiquiátricos y aseguren la provisión de adecuada atención integral y multidisciplinaría de las personas con trastornos psiquiátricos y en situaciones de crisis, en su lugar de residencia y dentro de sus redes sociales”. (Extraído de los Principios Rectores para el Desarrollo de la Atención en Salud Mental en las Américas “Conferencia Regional para la Reforma de los Servicios de Salud Mental: 15 años después de Caracas”, los días 7-9 del mes de noviembre del año 2005). Este cambio de paradigma ha permitido un avance en políticas de desmanicomialización a las cuales los países de la región vienen adhiriendo con legislaciones que avalan dichas prácticas y según recomendaciones de la OMS 109


que se detallan en el Informe Salud en el Mundo, 2001. Nuestro país ha adherido a partir de la Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.657 y la provincia a través de la Ley 9848, ambas sancionadas en el año 2010, a la implementación de dichas políticas. Dichos avances han permitido: incorporar el componente psicosocial en la APS, descentralizar los servicios de salud mental hospitalarios y manicomiales por servicios centrados en la atención integral y de base comunitaria con una tendencia a descentralizar los servicios hospitalarios brindando una atención a los usuarios en su lugar de residencia y dentro de sus redes sociales. Estos cambios que aunque no se han consolidado “…son esenciales para asegurar una adecuada respuesta en situaciones de desastre.” (Jorge Rodriguez, 2009, pág. 271). En lo que hace a situaciones de desastre el mismo autor hace referencia al documento de la OPS “Protección de la salud mental en situaciones de desastre y emergencias” (Washington, DC: OPS/OMS, 2002) donde se observa que a partir de éste cambio de paradigma las tendencias en los últimos 15 años en el campo de la salud mental y de la atención en situaciones de emergencia en América Latina han permitido: desarrollar planes y estructuras organizativas en el sector salud para el manejo de los desastres, brindar asistencia sanitaria compatible con las necesidades de la población afectada y avanzar en el reconocimiento de la relevancia del componente salud mental como parte esencial de la respuesta en situaciones de emergencia. En el texto ya mencionado de la OMS (Informe La salud en el mundo 2001), en el apartado sobre “conflictos y desastres” (pag 43-44) se hace alusión a la afectación en la salud mental de las víctimas de desastres “…millones de personas se ven afectadas por desastres naturales como terremotos, inundaciones, tifones, huracanes y otras calamidades similares a gran escala (IFRC 2000). Estas situaciones se cobran un oneroso tributo a costa de la salud mental de las personas afectadas, en su mayoría habitantes de países en desarrollo, donde la capacidad para hacer frente a estos problemas es sumamente limitada. Entre una tercera parte y la mitad de las personas afectadas sufren angustia. El diagnóstico más frecuente es el de trastorno de estrés postraumático (TEPT), que a menudo se acompaña de depresión o ansiedad. Además, la mayoría de los individuos refieren síntomas psicológicos que no llegan a adquirir la entidad de trastornos.” En síntesis, el cambio de paradigma en salud mental ha permitido el desarrollo de recomendaciones y marcos legislativos que, impulsados por la reforma de la atención psiquiátrica, han impregnado el campo de las prácticas en salud mental desde una concepción centrada en las intervenciones comunitarias, con un enfoque interdisciplinario e intersectorial, insertas en las redes sociales e incorporando la valoración del contexto histórico y social. Desde éste cambio de paradigma, el campo de intervención psicosocial se ha ampliado incorporando otras temáticas que no eran entendidas como ámbito de competencia del profesional de salud mental, esto ha permitido que se 110


dimensione la importancia de las intervenciones psicosociales en situaciones de emergencia y catástrofe comprendiendo el impacto en la salud mental de la población afectada. En las últimas dos décadas la OMS ha desarrollado, a través de comités de expertos, conceptualizaciones que reconocen la necesidad de implementar políticas, planes y programas para la intervención psicosocial en situaciones de emergencias y catástrofes que incluyen: recomendaciones, guías, manuales y procedimientos de intervención. Relato de Experiencia Proceso de Inserción. Primeros contactos con la comunidad Primeras impresiones Día 1: Habían transcurrido tres días del desastre y luego de las intervenciones de bomberos, policía y defensa civil, estaban comenzando a incorporarse otros actores sociales. La única consigna que me dieron fue que hiciera un relevamiento, sumándome a los profesionales del operativo de emergencias del Ministerio que allí se encontraban. Al llegar al lugar busco la unidad sanitaria del ministerio donde debía contactarme con el equipo de salud para comenzar mi tarea. La Uni.Sa.M. (Unidad Sanitaria Móvil) había sido ubicada en la ruta a unas dos cuadras del barrio y a unas diez del lugar mas afectado, en la misma había un médico y un paramédico que esperaban asistir a la población que acudiera al puesto móvil (ya que ellos debían permanecer en la unidad, sin desplazarse a la comunidad). “Todo tranquilo” me dijo el médico al presentarse, consulte por mi ropa de trabajo (me informaron que me darían unas botas, campera impermeable y credencial) pero no había nada para mí, ni siquiera me conocían. Viendo que nada tenía que hacer en ese lugar me dirigí a la Parroquia donde funcionaba el Centro de Evacuados, como era aún muy temprano sólo había unas voluntarias en la cocina con las que pude tener un dialogo que me dio un primer panorama de la situación. Decidí entonces ir a la Municipalidad para presentarme y ponerme a disposición con los efectores locales, la secretaría de acción social -encargada también del área de salud- estaba muy ocupada y no podía atenderme por lo que me remitieron al Centro de Salud. Allí conocí a la médica y la psicóloga que estaban planificando una reunión para asistir a la zona afectada. Al mediodía nos trasladamos al barrio en un camión militar, un grupo de seis profesionales (todos del centro de salud y yo); llevábamos medicación y registros que se habían confeccionado en la reunión para conocer las familias, problemas de salud, valorar estado de salud de pacientes crónicos, asistir a pacientes con medicación (los pacientes bajo tratamiento habían perdido su medicación, se las había llevado el agua) y, en este abordaje interdisciplinario, surgían en el diálogo con la gente situaciones de llanto y angustia por lo que en éstos primeros contactos mi colega y yo nos deteníamos y separábamos del resto del equipo escuchando y ofreciendo una primera contención.

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El escenario era devastador: el olor a barro podrido, la gente sacando con baldes y secadores el barro de sus casas, cuadrillas de boy scout con carretillas y palas realizando la misma tarea. La gente permanecía en la puerta de sus viviendas ya que estaban inhabitables. Las calles parecían ferias americanas colmadas con las pertenencias que la gente había logrado rescatar y dejaban afuera a secarse al sol. El día soleado de verano junto a la humedad del lugar hacían el ambiente pesado, el ruido de las maquinas viales trabajando, rellenando las calles que eran pozos (algunos de mas de un metro de profundidad). La interrupción del servicio eléctrico en el barrio había implicado algunos robos por lo que los vecinos estaban atemorizados por la llegada de la noche, además del temor a otra lluvia. El barrio era un aglomeramiento, nos chocábamos voluntarios, colaboradores, profesionales, organizaciones que relevaban de todo, y la gente cansada de responder relevamientos esperando respuestas a sus necesidades, respuestas que no llegaban. Llevaba 6 horas en el lugar y mis zapatillas estaban mojadas, sentía frío en los pies, el cuerpo cansado, sed (la botella de agua que me dieron los bomberos se me había terminado en un santiamén), necesidad de ir al baño (el único baño ecológico estaba en la capilla a 8 intransitables cuadras del lugar donde estaba trabajando) y comprendí un poco mas algo de lo que estaban padeciendo los afectados (seguramente lo mas intrascendente de todo lo que estaban sufriendo y para mí era mucho)2. Vi: rostros serios, angustiados, temerosos, enojados, contrariados, entumecidos, inexpresivos, miradas lejanas que miraban nada. Vi seres muy angustiados que cuando uno les ofrecía escucha lloraban como niños y también vi seres autómatas, apáticos, que no respondían, que no querían hablar, aferrados a sus palas, baldes y escobas, limpiando mecánicamente sus casas. Entonces pensé en la vivencia de crisis que atravesaban éstas personas en los términos que la define Moffatt: “La crisis se presenta por la invasión de una experiencia de paralización de la continuidad del proceso de la vida. De pronto nos sentimos confusos y solos, el futuro se nos aparece vacío y el presente congelado” y agrega “para que una situación produzca una crisis, mas importante que el nivel de traumatismo sufrido por el paciente es lo inesperado de la nueva situación que se le exige vivir, la que experimentará como irreal y experimentará fuera de lo que le está sucediendo. Solo es real lo que se espera, lo pre-visto, lo que fue concebible antes como posibilidad en la fantasía de futuro” (Alfredo Moffatt, 1982. pag 15). Día 2: el segundo día asistimos al barrio la psicóloga del centro de salud y yo. A mitad mañana llegó un equipo de profesionales dependientes de la Dirección de Salud Mental de la Provincia (psiquiatras, psicólogas, psicopedagogas) con la consigna de iniciar un relevamiento. Me piden que los Esta descripción no pretende quedar en lo meramente autorreferencial sino dar cuenta de las condiciones en que los voluntarios y colaboradores desarrollaron su tarea, la que produjo agotamiento físico y psíquico y llevó a muchos de ellos a abandonar la misma. Las intervenciones deben orientarse también al cuidado de los que asisten y contienen.2

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coordine, nos dividimos en subgrupos y continuamos con la tarea que ya habíamos iniciado. Visitas domiciliarias, tomando contacto con los vecinos, detectando problemáticas y haciendo primeras intervenciones. Al mediodía nos juntamos en la parroquia, el equipo debía retornar a Córdoba ya que habían cumplido su jornada y el móvil que los traía los apuraba. Parados en la puerta de la parroquia con cuaderno y lapicera tomábamos notas la psicóloga y yo acerca de los vecinos que habían detectado con problemáticas. Nos dijeron que volverían el lunes. Las intervenciones en situación de desastre son ágiles, se debe realizar una identificación precoz para intervenir a la brevedad, el escenario es dinámico y cambiante: mientras uno esta con una familia aparece un vecino, un voluntario o un referente pidiendo la intervención de un profesional de salud mental porque hay una persona en crisis en la otra cuadra. Pero sin una planificación previa se puede caer en el riesgo de quedar atravesados en el mismo caos en que se encuentra la comunidad. Debido a que contaríamos con estos profesionales de salud mental en el lugar, decidimos iniciar la jornada siguiente con una reunión de planificación responsabilizándonos junto con la psicóloga del centro de salud de coordinar las actividades del equipo. Durante el día sábado se sumaron otras colegas de salud mental que tenían experiencia en dispositivos grupales. Cabe aclarar que durante las primeras intervenciones realizamos, además de las visitas domiciliarias, reuniones grupales de contención en la parroquia ya que funcionaba como centro de evacuados, brindando una primera respuesta a los afectados que allí se encontraban e invitando en las visitas a los vecinos afectados a asistir a tal espacio. Pero entre ambos se hacía imposible sostener tantas intervenciones por lo que la presencia de colegas para abordar el trabajo grupal era significativa. Ya contábamos con un equipo de profesionales que nos permitiría intervenir con mas recursos, de forma planificada y ampliando las estrategias terapéuticas. Planificación del Proceso de Intervención Día 3: A partir de las primeras intervenciones, desde lo que se fue recabando en los primeros abordajes con los afectados y de la demanda específica que llegaba desde los diferentes actores involucrados, se hacía imprescindible elaborar un diagnóstico comunitario que nos permitiera: identificar principales problemáticas (grado y tipo de afección de la población), población de mayor riesgo (localizada territorialmente), para poder implementar estrategias terapéuticas acordes a la situación. Siguiendo a Levav “los objetivos de las acciones de salud mental para los trabajadores de la atención primaria en zonas de desastres, serán: 1) detectar los individuos en las comunidades y en los servicios de salud que presentan problemas emocionales 113


como respuesta al impacto sufrido y 2) desarrollar actividades comunitarias de asistencia y rehabilitación en salud mental integradas a todas las acciones de atención a las víctimas “(I. Levav, OMS 1992. Pág.221). De éste modo se realizó: - El diseño de un instrumento de relevamiento breve y puntual, de rápida recolección de datos significativos que nos permitió una valoración cuanti y cualitativa del impacto del desastre en la salud mental de la población. - El reconocimiento de la población afectada con su localización geográfica (cartografía). - El diseño de estrategias terapéuticas para ofrecer una respuesta terapéutica en el primer contacto con los vecinos. Debido a que, el instrumento de recolección de datos permitía al profesional inferir una aproximación diagnóstica y sugerir a la persona la estrategia terapéutica adecuada en función a los dispositivos que se pudieron implementar con el recurso humano presente (éstas estrategias terapéuticas eran: atención psicológica individual, grupos de contención psicológica y consulta con psiquiatría en los casos que se evaluara un trastorno que requiriera de prescripción psicofarmacológica). Para esto se organizó al equipo en subgrupos: a) de Relevamiento: divididos de a 2 con manzanas a cargo, serían los responsables de el primer contacto con cada vecino, evaluar la situación diagnóstica familiar, completar el instrumento de relevamiento en el o los integrantes de cada familia en que se observaran secuelas de la catástrofe o necesidad de algún tipo de atención de salud mental y determinar y sugerir la estrategia terapéutica para cada caso. b) profesionales a cargo de los dispositivos grupales de contención: se definieron dos grupos a cargo de colegas especializadas los que funcionarían en la zona afectada (parroquia y centro de jubilados). c) atención psicológica individual, en aquellos casos que no se evaluara conveniente la inserción a grupos o que la problemática requiriera otro tipo de abordaje. Coordinando la derivación con las psicólogas del centro de salud (en total son 4 pero asisten una o dos veces por semana, trabajan por bono, no contando el Centro de Salud con profesional rentado ni permanente). d) valoración psiquiátrica y tratamiento psicofarmacológico en los casos que lo requirieran. Esto se haría con los psiquiatras del equipo de salud en la detección domiciliaria coordinando el posterior seguimiento con el psiquiatra del centro de salud (como trabaja por bono se acordó con Acción Social de la Municipalidad que la misma se haría cargo del pago de los bonos de las personas que asistieran de la zona afectada). 114


Consideramos que ésta planificación y modalidad de intervención con los dispositivos terapéuticos implementados respondía a lo que se espera del trabajador de atención primaria en salud mental en situaciones de desastre, siguiendo a Levav que formula que el mismo “debe estar capacitado para brindar la asistencia necesaria a las víctimas a través de la identificación precoz y el manejo emocional de sus problemas emocionales.” Y mas adelante prosigue “brindar apoyo emocional para la expresión de la ansiedad y la depresión a través de la utilización de intervenciones individuales y grupales, con énfasis especial en el desarrollo de grupos de autoayuda” “(I. Levav, OMS 1992. Pág.222). Aproximación diagnóstica. Análisis cuantitativo y cualitativo Como conclusión de ésta modalidad de trabajo se logró establecer en dos semanas un diagnóstico comunitario que nos permitió reconocer: cantidad de población afectada, localización geográfica de la población mas vulnerable, existencia de redes de sostén y contención de la persona afectada, sintomatología, presunción diagnóstica, diferenciando también si la sintomatología era consecuente al desastre o de otra problemática mas antigua, si estaba bajo algún tratamiento psicológico o psiquiátrico y estrategia terapéutica recomendada las que se ponían inmediatamente a disposición de la persona. Los datos cuantitativos revelan que se contactó, entrevistó y evaluó a un total de 320 personas de las cuales en 80 personas (25% del total de evaluados) se detectaron problemáticas que requirieron algún tipo de abordaje terapéutico. Tomando como población a las 80 personas, las detectadas con problemáticas que requirieron algún tipo de abordaje, podemos inferir que de ésta: - El 65% presentaba sintomatología consecuente de la catástrofe y un 16% sintomatología previa (antecedentes) que en muchos de éstos casos se potenciaron como consecuencia de la catástrofe. Un 19% no presentaba sintomatología clara pero si signos difusos, tenues que reflejaban un grado de afección pero no solicitando en el momento algún tipo de apoyo psicológico. - Entre los síntomas mas prevalentes reactivos a la catástrofe predominaban: angustia, temor y ansiedad. En segundo orden: trastornos del sueño, cansancio e impotencia. - Un 15% de ésta población estaba con medicación psicofarmacológica (ansiolíticos) y un 8% automedicada. - La población mas afectada según género correspondió a las mujeres: 75%. - La edad promedio de la población que presentaba problemática fue de 52,4 años. (cabe aclarar que la población está compuesta en un alto porcentaje por adultos mayores). 115


- Las estrategias terapéuticas evaluadas según cada situación particular fue: el 48% derivado a grupos de contención, un 23% a valoración o seguimiento psiquiátrico (todas las personas que estaban con medicación psicofarmacológica), un 10% a un espacio psicoterapéutico individual y un 19% que presentaba algunos signos pero no requerían de estrategias terapéuticas. - Un 40% contaba con obra social por lo que muchos de ellos asistían o preferían ser atendidos por profesionales del ámbito privado. Obsérvese que en forma paralela se cumplimentaron en corto plazo tres pasos de las actividades de salud mental en situación de desastre: Diagnóstico comunitario (diseño de encuesta, entrevistas, identificación de casos, recolección de datos), plan de acción (identificación de las prioridades) e implementación de programas (estrategias y dispositivos terapéuticos), considerando que en situaciones de emergencia como lo son los desastres o catástrofes, no se puede esperar a finalizar el diagnóstico para implementar acciones sino que el análisis de datos es simultáneo a la intervención y servirá en todo caso para reafirmar o corregir la misma. Los datos relevados en el diagnóstico comunitario permitieron realizar un análisis cuantitativo de la situación. Vamos a detenernos ahora en un análisis cualitativo que lo he divido en dos partes: 1) caracterización de la población afectada y 2) impacto en la subjetividad y posibilidades de resolución. 1) Caracterización de la población afectada Anteriormente me referí al concepto de crisis según lo define Moffatt. Voy a referenciarme a otro autor mas antiguo Caplan cuya definición de crisis aporta otra mirada concordante a la vivida en situación de desastre “…una crisis se produce cuando una persona o grupo se enfrenta a una situación de pérdida súbita de suministros físicos, psicosociales o socioculturales (como en un incendio, ruptura matrimonial o despido del trabajo), amenaza inminente de pérdida o a las exigencias derivadas de un aumento de esos suministros…” y continua “Lo esencial de una crisis es el desequilibrio entre las demandas planteadas al sujeto y sus propios recursos o capacidades para afrontarlos apropiadamente.” (Sánchez Vidal, 1991. Pag 391, citando conceptos que corresponden a Caplan). La situación de catástrofe desencadena una problemática multicausal, el escenario es la crisis. Nos encontraremos con una población muy afectada, en situación de emergencia sanitaria, social, afectada su trama social (el grado de afectación será relativo al nivel de organización social) y en un contexto de desastre ecológico. Las personas se encuentran en estado de vulnerabilidad, sus necesidades son múltiples y urgentes.

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Revisemos cuales son las necesidades, las pérdidas y las demandas que deberán ser atendidas y resueltas a la brevedad: • Necesidades básicas: vivienda, alimentación, vestimenta. • Carencia de servicios: agua, luz, gas, teléfono, sistemas cloacales y/o de desagües colapsados. • Aislamiento: el territorio queda anegado o intransitable produciéndose inaccesibilidad hacia las viviendas y desde las viviendas a lugares habituales de circulación o traslado. • Pérdidas Económicas: pérdida del trabajo o imposibilidad de acudir al mismo. Pérdida de dinero y objetos de valor. • Inseguridad social: el aislamiento en el que queda la población junto a la falta de suministro eléctrico y vigilancia suelen ser aprovechado durante la noche para saqueos (aunque parezca increíble muchos afectados sufrieron saqueos). • Sanitarias:

a) riesgo de enfermedades infecto-contagiosas, epidemias.

b) necesidad de medicación y asistencia médica a personas con patologías crónicas y con dificultades para su traslado a los centros sanitarios. • Civiles: pérdida de documentación de diversa índole (de identidad, de propiedad, de afiliación, etc.) • Psicológicas: el evento afecta emocionalmente a las personas el cual es vivido como una situación traumática, generando un malestar psicológico que se traduce en sensaciones de desamparo, inseguridad y vulnerabilidad y expresándose en un alto porcentaje de los afectados con sintomatología diversa. En síntesis y volviendo al concepto de Caplan: la población se encuentra enfrentada a una situación de pérdida súbita de suministros físicos, psicosociales o socioculturales. En la intervención psicosocial el efector deberá tener en cuenta éste contexto y que, al tomar contacto con los afectados, se nos plantearan muchas de éstas demandas. Durante los primeros acercamientos mientras conversábamos y nos transmitían sus emociones y sensaciones en relación a lo acontecido nos consultaban también de otras cuestiones tales como donde conseguir un colchón, o un medicamento o donde gestionar los documentos, etc. Esto sucede porque las personas se encuentran atravesadas por necesidades de diversas índoles, desorientadas y al establecer un vínculo de confianza buscan apoyo y ser contenidas no sólo en su estado emocional sino también en sus necesidades y perdidas materiales y concretas. No es nuestra tarea resolver estas pérdidas pero si conocer los recursos y la ayuda existente, orientar, acom117


pañar y articular con otros sectores para la gestión y obtención de recursos básicos, lo que contribuirá al bienestar psicológico de la población afectada. Coincidimos en la apreciación de Jorge Rogriguez (2009) cuando se refiere a que “la naturaleza de la atención de salud mental está indisolublemente unida a los temas de vivienda, empleo, vestimenta, alimentación, derechos humanos, así como a los problemas relacionados con las pérdidas materiales” (pág 282), pero también agrega que “la ayuda material y social es una parte importante para mejorar la salud mental de las poblaciones afectadas, pero debe complementarse con otras acciones especificas. Sería un error considerar que la atención de salud mental se limite a las prestación de diferentes modalidades de ayuda o asistencia social” (pág. 283). Al pensar las intervenciones concebimos que el análisis de las necesidades que surgen de los diagnósticos deben impulsar nuestras acciones entendiendo que la satisfacción de las mismas son un derecho humano inalienable y que se logran a partir de una construcción solidaria que involucra a todos los miembros de una sociedad. Concepción de necesidad ligada a la corriente solidaria en oposición a la corriente neoliberal (ver Jaime Breilh “Epidemiología Crítica”). En éste sentido debemos pensar nuestras intervenciones en el marco del derecho a la salud entendiendo que la satisfacción de necesidades forman parte del bienestar bio-psico-social (tal como lo expresa la clásica definición de salud) e involucra para su realización a todos los actores sociales, incluido los profesionales y técnicos de salud. 2) Impacto en la subjetividad y posibilidades de resolución Siguiendo el concepto de crisis como aspecto clave y consecuente de las catástrofes, de lo que observé en mí intervención puedo decir que la crisis provocada por desastres o catástrofes impacta en la subjetividad produciendo una ruptura que deja a las personas afectadas en estado de vulnerabilidad, de fragilidad psicológica y emocional. Como hecho traumático, el acontecimiento marca un hito, una frontera que delimita el transcurrir cotidiano: hay “un antes y un después de”. El yo se debilita, pierde la capacidad de instrumentar sus mecanismos defensivos habituales y surgen reacciones naturales a la situación de crisis tales como: angustia, temor, ansiedad, trastornos del sueño, impotencia, abatimiento, entre las más frecuentes. Pero también se potencia y moviliza lo estructural y lo histórico, entonces es factible que irrumpan aspectos no resueltos de la historia vital que la persona tenía medianamente bajo control. Moffatt plantea el concepto de fractura como propio del acaecer del proceso de vida refiriendo que “…algunas son de transito suave, el fin de una carrera o un cambio de trabajo, otras traumáticas como accidentes, muertes, enfermedades. En este caso el yo debe reestructurarse” (Alfredo Moffatt, 1982. pag 24).

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Las consecuencias en la subjetividad de cada afectado y la posibilidad de reestructuración yoica dependerán de cómo se encontraba psicológicamente cada persona previo a la situación: estructura de personalidad (grado de organización interna, fortaleza yoica), resolución de acontecimientos vitales, elaboración de situaciones traumáticas, satisfacción en diferentes áreas de su vida (vincular, social, laboral, profesional, material, etc.). Pero, como el evento supera toda previsión, la capacidad de reparación y de elaboración será posible no sólo con los recursos personales que cada uno cuenta previamente sino fundamentalmente con las redes de sostén, cooperación, colaboración y contención ya existentes y las que se instrumenten a partir del hecho. En los relatos de las personas entrevistadas se repite todo el tiempo como fue la trama social, solidaria y espontánea constituida por los propios vecinos durante el episodio, la primera y única contención en el momento crítico de la catástrofe – denominada fase de impacto-, la que los salvó de una tragedia mayor: “…entre nosotros nos dimos una mano para salir de las casas, subirnos al techo, había vecinos que sin sogas ni nada estaban metidos en el agua hasta la cintura para tratar de ayudar a una anciana o subir a los chicos a los techos de las casas trepándose por las ventanas como podían, con el agua que subía y venía cada vez con mas fuerza; esa solidaridad no se olvida mas. Entre todos nos salvamos, solos… a las horas empezaron a llegar los bomberos y los de defensa civil…” (relatos de afectados, extraído de mi cuaderno de campo). Esto nos remite a dos autores en cuanto a como las comunidades tienden a resolver sus problemas independientemente de nuestra existencia e intervención por lo que nuestra tarea será sumarse y partir no de lo que traemos sino de lo que “esta siendo para el fruto” (Rodolfo Kusch, 2000. Pág. 243 -244), concepto de la antropología filosófica que Bertucelli lo transfiere en el sentido endoepidemiológico desde donde concibe las intervenciones comunitarias. Reconociendo además formas de cooperación genuinas en las comunidades en su vida cotidiana, observadas en su dinámica, en sus modos de plegarse y replegarse como La Minga (remitirse a textos del autor: “Proyecto Brochero – Control de TBC”. 1988 y “De la epidemiología a la endoepidemiologia”. 1992). Y un segundo autor, Mario Rovere, en cuanto al funcionamiento de las redes a las que define como el lenguaje de los vínculos y cuya lógica parte de articular heterogeneidades como medio para dar mejor respuesta a los problemas (Ver textos del autor: “Redes en Salud” 1999 y “Formando redes sociales”. 2000). Promover y fortalecer éstas redes naturales, trabajando insertos en el lugar, promoviendo espacios de encuentro, contención y recreación son ejes de las intervenciones psicosociales en poblaciones afectadas por desastres que ayudaran a mediano y largo plazo a asimilar el trauma, elaborar el duelo y las perdidas simbólicas. En síntesis, a facilitar una reestructuración yoica en la subjetividad y un fortalecimiento en los vínculos restituyendo a los sujetos a la trama social, a la cultura. 119


El cierre del proceso de intervención Pese a ser concientes de la necesidad que las intervenciones en salud mental en situaciones de catástrofe son mas extensas en el tiempo (la bibliografía refiere un período no menor a 6 meses y hasta un año o mas), mi inclusión estuvo inserta en el marco del operativo de emergencia que el Ministerio de Salud de la Provincia había organizado por lo que las acciones, y el presente trabajo así lo describe, fueron pensadas y diseñadas para la intervención a corto plazo, durante la fase crítica del episodio. La valoración diagnóstica, los datos epidemiológicos y las intervenciones realizadas fueron sistematizados y entregados a los funcionarios y efectores locales de salud quienes son los responsables de continuar implementando acciones a mediano y largo plazo. Luego de retirado el operativo continúe con una intervención mas esporádica (una vez a la semana) donde, junto a los efectores locales, diseñamos estrategias de seguimiento y articulación con los efectores del área como por ejemplo reuniones de coordinación con el equipo de salud mental del hospital zonal de referencia (Hospital de Unquillo). Personalmente me costó cerrar y retirarme de la intervención, luego comprendí que el rol del agente externo es sumar y desplegar estrategias a lo que se ésta produciendo en el movimiento natural de la organización comunitaria (nuevamente me remito a Kush “lo que esta siendo para el fruto”) y que éstas seguirán o no su desarrollo independientemente de nuestra presencia, reconociendo que las redes son preexistentes a nuestras intervenciones y que continuaran su curso natural. Hasta aquí, se ha intentado dar cuenta de un proceso de intervención durante la crisis en el marco de los operativos de emergencia. Quisiera por último referirme a éste tipo de intervenciones entendiendo que en situaciones de catástrofe las intervenciones en salud mental requieren –debido a las secuelas en la población- de intervenciones a corto, mediano y largo plazo con intervenciones específicas y diferenciadas para cada instancia. Una modalidad de intervención que se proyecte en el tiempo podría ser pensada del siguiente modo: - A corto plazo: Intervención en crisis. Primeros contactos, con la población afectada. Acercamiento. Reconocimiento y Contención. Detección de la población afectada y derivación a dispositivos existentes o implementados a tal fin. Característica de la población afectada: Las personas se encuentran vulnerables. Sentimientos de angustia, temor. Personas indefensas bajo los efectos del impacto inesperado, conmoción. Ruptura de seguridades básicas. - A mediano plazo: Seguimiento y detección de nuevos casos (ya que muchas personas que en el momento crítico no manifestaron el impacto suelen presentar sintomatología tardíamente) Etapa de fortalecimiento de lazos sociales, de la trama social, de redes de cooperación y colaboración. Acciones orientadas a que la población pueda recuperar su vida cotidiana. 120


En ésta etapa hay un repliegue de los diferentes actores que intervinieron en la fase crítica y un aparente retorno a la vida cotidiana. La angustia se traduce en sensaciones de abandono, de promesas incumplidas. Sentimientos de impotencia y bronca. - A largo plazo: Reducir las secuelas. Los dispositivos terapéuticos estarán orientados a asimilar el trauma, elaborar el duelo y las perdidas simbólicas. Movilizar al futuro (el proyecto) para no quedar atrapados en la angustia. Aquí la comunidad se reagrupa y reorganiza. Puede superar la impotencia y emprender acciones orientadas a reclamar sus necesidades entendidas como derechos de ciudadanía (ejemplo en Mendiolaza se organizo un grupo de vecinos autoconvocados). Por último cabe aclarar que si bien las reacciones de las personas afectadas suelen ser consideradas respuestas normales ante situaciones excepcionales (manifestaciones emocionales tales como temor o aflicción), no se debe simplificar las reacciones a éste tipo de lectura ya que los estudios sobre el tema refieren que la frecuencia de los trastornos mentales se encuentra elevada en situaciones de desastre.Consideraciones finales Una de las premisas del trabajo comunitario es sumarse a lo que esta, incluirse en las redes reconociendo que las comunidades tienen su organización, dinámica y que éstas son previas a nuestra llegada por lo que nuestro rol no es traer algo nuevo sino sumarse a las redes y articular con los recursos locales. En salud esto implica sumar nuestro aporte a los efectores locales, a los equipos de atención primaria que son los que tienen la inserción y conocimiento de la comunidad. En las recomendaciones de la OPS los diferentes autores reconocen el rol primordial de los trabajadores de salud en la atención primaria y de los efectores locales a la que los agentes externos se referenciaran para sumar su aporte en intervenciones de catástrofes. Sin embargo, la realidad de municipios y comunas pequeñas es que no cuentan con recurso humano suficiente en el ámbito sanitario y específicamente en el área de profesionales de salud mental. Los efectores locales son profesionales que mantienen un contrato laboral precario con el municipio (locación de servicios, pago por prestación), sin pertenecer a la planta y a tiempo parcial (por ej. un psiquiatra una tarde a la semana). A nivel ejecutivo el secretario de salud o de acción social reparten su actividad en atender diversas demandas cotidianas lo que les resta tiempo para abocarse a un rol de ejecución, coordinación y planificación. En una situación de crisis ésta carencia se hace más visible y la articulación con el recurso local se hace compleja: los que tienen una responsabilidad jerárquica se encuentran desbordados y los profesionales de salud por más compromiso profesional, personal y humanitario 121


con que encaren la tarea (tal lo que observamos en Mendiolaza) tienen una limitación contractual por lo que deben continuar con sus otras actividades laborales. Asimismo, los colaboradores somos agentes externos que, desde el lugar que lleguemos, todos tendremos una intervención temporal ya que deberemos retomar nuestras tareas habituales. Por otra parte los agentes externos no podrán insertarse en la comunidad sin la presencia e intermediación de los referentes locales. En el lugar de intervención observamos que mucho recurso profesional capacitado no lograba coordinar acciones con los efectores locales, no por falta de receptividad de éstos, sino por las características mencionadas. Retomando los marcos conceptuales y legislativos, observamos que en las últimas dos décadas hay un avance en las políticas sanitarias con inclusión del enfoque psicosocial en la APS, con recursos de salud mental orientados a una práctica integral y de base comunitaria, con una tendencia a descentralizar los servicios hospitalarios brindando una atención a los usuarios en su lugar de residencia y dentro de sus redes sociales e incorporando la importancia de la salud mental en las intervenciones de catástrofe. Existiendo legislaciones que avalan dichas prácticas y documentos de la OPS y OMS que avalan las mismas fundamentado en el reconocimiento de las secuelas psicosociales que padecen los afectados y en la necesidad de intervenciones oportunas orientadas a brindar apoyo psicosocial, contención emocional, reducción de daños, cubrir las necesidades emocionales de los afectados como el desamparo, aislamiento y duelo, ofrecer espacios de contención recreativos a niños e intentar la pronta restitución de los evacuados al reestablecimiento de sus lazos afectivos y a su vida cotidiana. Habiéndose diseñado manuales y procedimientos de intervención elaborados por los comités expertos de la OPS en relación a situaciones de emergencia y catástrofe. En base a lo que precede considero que se debería instrumentar: - La incorporación en la Agenda Pública del tratamiento de políticas sanitarias acordes a situaciones de desastres, siguiendo los lineamientos, recomendaciones, criterios, y guías sugeridos en diversos documentos elaborados por la OPS -OMS.- La implementación de políticas sanitarias en general y de políticas en salud mental en particular que den respuesta efectiva a las poblaciones afectadas por situaciones de catástrofes. - La creación de un Ente o Comité de Intervención en crisis en situaciones de catástrofes o desastres, encargado de la coordinación, articulación, planificación ejecución y monitoreo de intervenciones a corto, mediano y largo plazo. - El apoyo presupuestario a las distintas jurisdicciones para incorporar recurso humano esencial al sistema sanitario. Como profesionales de la salud y desde los diferentes ámbitos institucionales (universidades, colegios y entidades profesionales, etc.) será nuestra responsa122


bilidad capacitarnos más sobre la temática, profundizar el conocimiento para realizar intervenciones cada vez más pertinentes en situaciones de desastres y colaborar con los organismos públicos en la capacitación del recurso humano y en el diseño de planes y programas.Referencias Bibliogáficas: - O.P.S. - “Principios Rectores para el Desarrollo de la Atención en Salud Mental

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Comunidades en situación de desastre: reflexiones sobre intervención y formación Mónica Pan1 Resumen Se presentan aspectos de intervenciones psicosociales en curso en Mendiolaza, realizadas a partir de las inundaciones acontecidas en febrero 2015 por un equipo constituido a tal efecto por la Universidad Católica de Córdoba. El diseño de las estrategias de intervención y las de formación del equipo hacen sinergia, haciendo posible una lectura de los aconteceres en dos barrios de esa localidad. El objetivo central es promover salud en estas comunidades arrasadas por el río y con fuertes vivencias de desamparo. Las herramientas más utilizadas - visitas domiciliarias, conversaciones callejeras, los talleres con niños – hacen foco en personas, familias, procesos comunitarios. La modalidad de construcción del conocimiento y posición ante la comunidad se inscriben en el paradigma crítico. Palabras claves: Intervención – aprendizajes – formación - estrategias Introducción El Proyecto Social Especial “Intervenciones psicosociales en las Sierras Chicas” se inscribe en la concepción de Responsabilidad Social Universitaria de la Universidad Católica de Córdoba2 (UCC). Surge como respuesta ante las graves inundaciones en esa región en febrero 2015. Se circunscribe de hecho a Mendiolaza, según lo acordado en cuanto a distribución territorial entre los rectores de universidades públicas y privadas de Córdoba3. Luego, son las autoridades municipales las que proponen una nueva delimitación territorial, dentro de la localidad, entre los distintos actores institucionales que se disponen a trabajar profesionalmente allí – Salud Mental de la Provincia, Secretaría de Niñez Adolescencia y Familia (SENAF), Centro de Salud de la Municipalidad de Mendiolaza, Colegio de Psicólogos de Córdoba, UniverMónica Inés Pan. Licenciada en Psicología. M.P 043 M.E 369 Facultad de Filosofía y Humanidades, Carrera de Psicología. 3 La demanda de intervención en la gravísima problemática de las Sierras Chicas, en la especificidad de la intervención psicológica, llega a la FFyH, simultáneamente, por dos caminos. Convergen la iniciativa de los Rectores de comprometer a las Universidades en el apoyo de las poblaciones afectadas, la solicitud de un docente que vive en Mendiolaza, la voluntad del Rector de UCC expresada formalmente al Gobernador, de disponer la cooperación de esta Universidad en esta dolorosa coyuntura para nuestra provincia. Por otra parte la FFyH – UCC ha firmado previamente convenios marco y específicos con la Secretaría de Niñez, Adolescencia Familia dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Córdoba, se ha generado un protocolo complementario que explicita las actividades a desarrollar en este proyecto y la Universidad ha firmado recientemente un nuevo convenio suscitado por esta situación. Está en tramitación Convenio con la Municipalidad de Mendiolaza. 1 2

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sidad Católica de Córdoba, entre otros -. Resulta asignado así al equipo de UCC el trabajo en Salud Mental en el barrio denominado El Perchel – que había resultado totalmente inundado por el río - y en una pequeña franja del barrio Valle del Sol. El propósito general es promover salud mental, fortaleciendo recursos subjetivos, grupales y comunitarios, facilitando espacios para pensar juntos lo que les acontece, acompañando sus procesos, sus acciones. Tanto el diseño de la estrategia para la intervención psicosocial en la comunidad como el dispositivo para la formación del equipo, parten de los mismos insumos iniciales: el relato de un recorrido por la zona de desastre y de las conversaciones callejeras que tuvieron lugar en ese momento. Ambos diseños – el que sirve de marco a la intervención propiamente dicha y el que sostiene la formación – resultan artificial y deliberadamente diferenciados y cada uno incluye de alguna manera al otro. Otros insumos para ambos diseños son las experiencias de docentes en intervenciones en situaciones de crisis y desastres - que movilizan recuerdos útiles, conocimientos académicos y otros emergentes de esas mismas experiencias -, Los enmarcan en algunos aspectos, intercambios en reuniones y acuerdos con actores institucionales intervinientes. Además, se teje toda una trama de acuerdos dentro de la misma UCC. Y ante todo, operan como capacidades existentes (Etkin, Schvarstein, 1989) para este proyecto, las decisiones personales de alumnos, egresados y docentes que se involucran ante la convocatoria institucional, conmovidos, por las dimensiones de este desastre en las Sierras Chicas. Se sabe que hay una contrapartida de aprendizajes en este compromiso, pero el tiempo de trabajo requerido es significativo. Para poder comprender los desafíos de la realidad comunitaria en que es necesario intervenir es pertinente distinguir algunos de las particularidades de esta intervención en comunidades. Hay grandes diferencias entre: a) acompañar durante una situación de crisis o de desastre a una comunidad en la que ya un equipo profesional está inserto, b) intervenir en una comunidad que atraviesa una situación de desastre sólo anticipando una intervención muy breve en la urgencia, c) iniciar un proceso de inserción en una comunidad para llevar adelante un proyecto de mediano o largo plazo por las razones que fuere o d) iniciar un vínculo con una comunidad en el contexto de y por la razón misma de un desastre acontecido. Las cuatro situaciones de intervención desde la perspectiva psicosocial son francamente diferentes ante todo desde la perspectiva metodológica4. En el primer caso, se trata de acompañar un proceso relevante entre otros muchos en que seguramente dicho equipo ha tenido alguna forma de participación. Comunidad y equipo se conocen y, si los profesionales se posicionan en la metodología de investigación acción participativa (IAP) diseñarán juntos la estrategia de afrontamiento del desastre. El segundo caso remite a la posición que asumen habitualmente equipos entrenados en alguna estrategia de abordaje de situaciones de crisis, que se reconocen foráneos en ese espacio y por distintas razones, no consideran necesario, conveniente o posible insertarse allí. 4

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Las intervenciones psicosociales de que aquí damos cuenta, muy acotadamente, se encuadran en las aludidas en cuarto lugar: se trata de iniciar un vínculo con una comunidad con la que no existía lazo previo, en una situación de desastre que exige intervenir tan pronto como sea posible y a la vez considerar que cada acción forma parte del proceso de establecimiento de vínculos con la comunidad, con recursos que se forman a medida que se interviene. Las urgencias de la comunidad pueden acelerar el proceso de inserción, facilitándola según cuál sea el posicionamiento ético metodológico planteado. Por otra parte, desde una primera evaluación del equipo, en este caso se visibiliza que requerirá atención por tiempo prolongado y la universidad a la que este equipo pertenece, se ha planteado desde el inicio un compromiso de todo el año 2015, como tiempo mínimo necesario de acompañamiento5 desde la perspectiva psicosocial Uno de los desafíos para este equipo constituye la claridad en la relación con el Estado en sus distintos niveles, ya que todos – Nación, Provincia, Municipalidad - han estado presentes de distinta manera. Hay distintas percepciones de su acción en las comunidades protagonistas, que además tienen su correlato político partidario en posiciones previas y posteriores a las inundaciones que nos convocan. Lejos de analizar pormenorizadamente los contenidos que aparecen a través de las entrevistas, reuniones, visitas, talleres, se presentan aquí algunas líneas convergentes en la construcción de la estrategia en la intervención psicosocial realizada y el diseño de la formación del equipo interviniente. Ha sido eje de reflexión permanente y de construcción de la organización que sustenta la intervención la articulación entre teoría, cuestiones metodológicas, prácticas concretas en el marco de la intervención y el cuidado de la salud del equipo interviniente y de las personas, grupos y comunidad en general, Se consideran también aquí algunos aspectos de la perspectiva institucional del mismo que lo vienen haciendo sustentable. El dolor de una comunidad y la estrategia de intervención. Dos docentes, un egresado y una estudiante - ambos miembros de un equipo que interviene en una villa de Córdoba desde UCC desde hace más de dos años -, recorremos6 Mendiolaza apenas seis días después de la gran inundaEl tercer caso es el de quienes inician el largo y complejo derrotero de una inserción en pro de un proyecto con o sin demanda explícita de la comunidad misma. Es frecuente que afronten esta situación equipos que están desarrollando estrategias de psicología comunitaria en un espacio determinado sostenidamente, entramen vínculos con miembros de otras comunidades que los convocan a hacer con ellos procesos similares o que el Estado mismo asigne a un equipo, a menudo interdisciplinario, el trabajo El proceso de inserción puede llevar un tiempo considerable, a veces un año o más, sobre todo cuando no hay demanda explícita de miembros de la comunidad. 5 No se descarta que sea factible prolongarlo al menos en El Perchel, seguramente con un planteo estratégico metodológico distinto y con otras características frecuencia en la presencia. Este barrio de Mendiolaza aparece con significativas condiciones de precariedad previa a las inundaciones de 2015. Habiéndose flexibilizado mínimamente en los últimos tiempos la modalidad de los escritos académicos en ciencias sociales, se habilita el uso de la primera persona plural en parte de este escrito, según pertinencia. 6

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ción de febrero 2015. Un profesor de la misma unidad académica que vive en la zona, nos acompaña por los dos barrios más afectados por la inundación: El Perchel y Los Cigarrales. Hay muchísima gente que va y viene por todos lados: miembros de distintos partidos políticos, grupos solidarios, familias que por cuenta propia se acercan llevando su colaboración. Gente de muy diversas edades acercando bidones con agua, colchones, alimentos, elementos para la ardua limpieza de lo que dejó el río en las casas. En el Perchel hay mucha gente sacando barro de las casas y sobre la calle, frente a cada casa, se ven apilados heladeras, ositos de peluche, juguetes, ropa, partes de muebles, objetos irreconocibles. Están sin agua por la rotura del acueducto que le provee el servicio desde La Calera. Nos habíamos propuesto para este recorrido realizar una primera aproximación que permita diagnosticar y planificar con los actores de la comunidad y para ello observar, escuchar, mirar desde el lugar sin realizar una intervención propiamente dicha (más allá de que con la presencia misma ya se interviene). Relevando demanda y construyendo estrategia de esta manera, se generan condiciones de trabajo más adecuadas para que el foco sean las necesidades que la población reconoce como tales – lo cual da sentido a la inserción – y no los saberes académicos sobre la problemática a abordar que, de todos modos, serán puestos en juego con mayor pertinencia y provecho para la comunidad. Esta decisión tiene su cariz teórico, metodológico, técnico, ético, político. Nuestras prácticas profesionales no son neutras y es en este sentido - y no en el partidario – en que son políticas. No son neutras porque la metodología de intervención desde su diseño mismo supone una concepción de la comunidad como dotada de recursos aunque careciente de otros, como sujeto de derechos y no sólo receptora pasiva de acciones del poder técnico. Conversamos con distintas personas sobre todo en Los Cigarrales. Nos sentamos a conversar con algunos y, a partir de sus dichos, nace la estrategia de intervención. “Necesitamos psicólogos… Hagan algo con los chicos que han vivido algo muy traumático”. Nos relatan que hay gente que desde la inundación no ha podido salir de sus casas. Les llevan comida hecha porque no hay cómo ni con qué cocinar en la mayor parte de las casas afectadas. Los primeros días ha sido el Estado el que ha provisto las viandas de comida caliente para todos los que iban a retirarlas personalmente. Luego prolonga esa tarea una fundación durante algunas semanas. Algunos vecinos les acercan la comida a quienes no salen de su casa. Nos sentamos a conversar con un grupo de vecinos no afectados directamente, pero ampliamente involucrados en la provisión de alimentos y otros elementos para uno de barrios más arrasados por el río. Allí nos enteramos de que estaban en marcha o habían acontecido varios “relevamientos” de necesidades de las familias. Escuchando a vecinos de Mendiolaza, tomamos la decisión de desechar la idea de iniciar la intervención de esa manera, tan preconizada en situaciones de desastre. Allí mismo, surge la simiente de la 128


estrategia a desplegar. Aproximarnos a las familias y a los adultos en general a través de la red de contactos existente y las que pudieran construirse, mientras simultáneamente, se trabaja como prioridad con los con niños. Mientras estábamos allí conversando llega una de las profesionales del Centro de Salud, con quien esperábamos entrevistarnos; con ella se intercambia, entre otros temas, sobre el cansancio de todos los actores voluntarios locales, que llevaban ya cinco días de actividad sin descanso y sobre vivencias de los vecinos en general. Pocas semanas después llegaría la solicitud de acompañamiento puntual a grupos de voluntarios en el difícil tránsito del despegue de la actividad intensa que habían tenido hasta ese momento, para volver a sus actividades cotidianas. Con estos insumos se definen líneas de trabajo que construyen la estrategia. Las herramientas iníciales serán los talleres lúdicos con niños orientados a la elaboración de lo acontecido, los recorridos barriales y las conversaciones callejeras que habilitan lazos, facilitan rápida inserción en esas primeras semanas en que tanta gente está en las calles; las visitas domiciliarias7 a las familias a las que miembros de la comunidad vayan direccionando, las que atraviesan situaciones más urgentes, reconociendo a estos miembros de la comunidad como “agentes” de salud con recursos para discriminar al respecto. La construcción de cartografía con los contactos es una herramienta clave para organizar la información y socializar en el equipo los avances. Se plantea aquí también la participación en todo aquello que promueva accesibilidad a recursos disponibles a nivel de salud, facilitando articulaciones entre quienes necesitan algún servicio de salud de mayor complejidad y quienes pueden brindarlo. Desde un principio se prevé que instancias grupales entre adultos acontecerán en la medida en que los miembros de la comunidad lo demanden o brinden indicios al respecto. La estrategia general de la intervención supone el ir reconociendo redes existentes y entramarla con ellas. Así es que semanas después se continúa avanzando en conocimiento de la comunidad de esta manera, sabiendo que es partiendo de los propios recursos comunitarios como es factible promover salud. La reflexión sobre la acción es permanente y se generan algunos instrumentos que facilitan la sistematización posterior. La estrategia se va reformulando, ajustando sobre la marcha en instancias de reflexión. Incitados por frases como “Estaría bueno que nos juntáramos a conversar los que pasamos por lo mismo”, dicha por una vecina de El Perchel, Así comienzan los intentos de realizar reuniones grupales con adultos. Al revisar que participan muy pocos y que un vecino acaba de describir un La visita domiciliaria es una herramienta que nace al servicio del control social y cuya reformulación en la última parte del siglo pasado, al servicio del acompañamiento de procesos comunitarios existentes más allá de los equipos técnicos, no nos debe hacer olvidar las consecuencias de su origen en prácticas actuales. Esto requiere recaudos éticos, técnicos incluso por la significación política de la manera de configurar en los miembros del equipo la imagen del otro, evitando situación de invasión. 7

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sistema de exclusas que ha implementado en su casa, un miembro del equipo visualiza la oportunidad de trabajar ya centrados en la prevención, la preparación para nuevas situaciones y en el intercambio de conocimientos de los vecinos al respecto. ,A partir de allí se reorientan también las convocatorias. La importancia de los registros – por reconstrucción posterior tan inmediata como es posible – permite la elaboración de lo acontecido en este intercambio y genera mejor calidad de intervenciones de los miembros del equipo, rescatando cada evidencia del retorno a la cotidianeidad habitual, cada avance con respecto no sólo a la situación de desastre sino a la situación previa. Se genera así un trabajo de reconstrucción de la memoria que sirve tanto a la comunidad como al equipo. Memoria Estas comunidades han sido arrasadas por el río que se lleva con él en su retirada no sólo los objetos materiales instrumentales – hasta los juguetes de los niños, herramienta transicional de elaboración - sino muchas evidencias de su historia personal y familiar. Además esta experiencia inunda el pensamiento generando rupturas, discontinuidades que sustentan la necesidad de conversar al respecto de lo acontecido. No se trata simplemente de promover catarsis como mero desahogo. Se trata de ofrecer escucha atenta que en la presencialidad de las relaciones que se establecen facilita el ir recuperando el hilo temporal de los acontecimientos, el ir ligando tanta invasión no sólo material sino psíquica por el río familiarizado y apreciado, que se transformó en siniestro y amenaza a la vida, el ir detectando indicios de posibles acciones entre los vecinos. Las horas transcurridas en el techo de las casas viendo que ni los bomberos pueden acceder, las horas o días evacuados, fuera de sus casas, la ajenidad de la casa familiar al retornar y encontrar – por ejemplo – un árbol encajado en la ventana, atentan contra el hilo temporal que se restablece a través de los relatos. Se va ordenando la secuencia temporal, Las mismas personas que ya nos relataron lo vivido durante la inundación aprovechan la oportunidad de que un nuevo miembro del equipo se incluya en un nuevo encuentro, visita o situación grupal, para retomar su relato pero generalmente ya más ordenado, secuenciado y con captura de algunas ideas sobre las habilidades que desplegaron en esa situación. Esto permite trabajar sobre las habilidades, competencias, potencia de su pensamiento y su acción para afrontar nuevas situaciones. Se trabaja así en hacer pensable lo que hasta entonces resultaba impensable. Por otra parte la reconstrucción de la memoria de lo trabajado le permite al equipo acompañar mejor el proceso de reconstrucción de la memoria de lo acontecido en quienes han sido afectados tan directa y violentamente por la inundación. A la vez facilita la tarea de intervisión, co- visión, supervisión. 130


La sustentabilidad del proyecto de intervención Para evaluar la potencia de este trabajo es necesario considerar distintas perspectivas, ya que está afincado en diferentes variables entramadas. Ante todo: son las exigencias de una urgencia en la realidad social las que convocan, provocan , incitan y generan la apelación al conocimiento ya adquirido, ya consagrado por la academia y lo ponen en crisis, dentro de los mismos sujetos que forman parte del equipo interviniente. Se aúnan el compromiso de docentes, muchos de ellos de larga trayectoria, que disponen horas para supervisión, espacios prioritariamente teóricos, otros teórico - prácticos en los que tanto se conceptualizan aspectos de la práctica, se reflexiona sobre la situación local, se planifica, se va monitoreando la estrategia, otros centrados en el cuidado de la salud de los participantes del equipo La modalidad de organización facilita que la mayoría de los docentes dediquen menos de diez horas en el año a estas actividades, considerando que quienes se han ofrecido para acompañar este proceso de servicio y formación pertenecen a catorce cátedras. En la práctica algunos de los supervisores no han sido aún convocados por los miembros del equipo. Otro grupo de docentes participa con importante compromiso horario todo el año. La trastienda teórica que sustenta la intervención es una de las perspectivas de buena parte de los abordajes comunitarios en Latinoamérica y dentro de ella se encaran el afrontamiento de desastres y la búsqueda de salud a través de un enfoque participativo. En términos de Maritza Montero (2004) el paradigma en el que prácticamente se delimita la psicología social comunitaria es el que ella define como “de la construcción y transformación crítica”. Desde éste, es a partir de la praxis, desde los modos de hacer como se construye conocimiento con los actores sociales del campo que se comparte, es decir, desde la acción y la reflexión sobre la acción. Esta visión es congruente metodológicamente con la teoría fundamentada, fundada, cimentada en terreno (Grounded Theroy) planteada por los sociólogos Barney Glaser y Anselm Strauss (1967) pertinente para la investigación cualitativa en el campo de lo social, convergente con la Investifación Acción Participativa (IAP), que si bien tiene sus bases ya en la producción de Kurt Lewin se construye en Latinoamérica y también es congruente, con las propuestas teóricas respecto al conocimiento presentadas por Gibbons (1998) El espacio, el lugar… Desde las primeras noticias sobre las inundaciones de febrero de 2015 en la localidad de Mendiolaza, El Perchel aparece como uno de los barrios más afectados. En los medios y en internet hay muy pocas menciones a este Barrio previamente a las inundaciones. Un barrio que accede por ejemplo a medidores de luz después de las inundaciones, como parte de las tareas de 131


reconstrucción facilitadas por el Estado. Algunos vecinos expresan que prefieren pagar y contar ahora con un recibo que les permite hasta acceder a créditos. ¿Hablan de modalidades de inclusión? Las manzanas A y B del Perchel fueron históricamente inundables, mientras que la manzana C en tanto estuvo el terraplén del ferrocarril y no estuvo construida la ruta asfaltada que une Mendiolaza con Villa Allende, no lo era. No obstante, las inundaciones no eran ni lejanamente lo que fue la de este año. Relatos de vecinos nos describen una gran inundación hace 60 años, que determino que al menos una familia se mudara a la manzana C. En esa época había muy pocas casas en la zona; era una vista maravillosa según los pocos vecinos que nacieron allí y aún la habitan. Varios provienen de Villa Allende o de otras ciudades vecinas. El loteo que le dio origen contemplaba una plaza. Pero los propietarios quebraron o al menos tuvieron serios problemas de administración, antes de que todos los lotes estuvieran vendidos. Se cree que algunos fueron ocupados. No fue factible reconstruir aún cómo el espacio previsto para una plaza en el plano original del loteo hace unos 50 años aproximadamente, llegó a estar ocupado por una fábrica de calzados. Falta de espacios comunes que a la vez evidencia y construye parte de la realidad que hoy vemos. El río bordea los barrios. Otra es la situación de Valle del Sol8, barrio originado en un loteo más reciente, de algo heterogénea clase media. En este barrio sólo una parte, la más baja y más cercana al río es la que resultó afectada, pero con consecuencias devastadoras para varias familias. No todas volvieron al lugar y queda la presencia ausencia de los que decidieron no volver. Más allá del espacio físico que ocupa el Perchel en Mendiolaza cuenta el espacio social asignado desde el Estado, desde otros pobladores de la zona, desde los mismos miembros de la comunidad. Esto puede ser leído desde el concepto de la angustia de no asignación (Kaës, 1993) Uno de los obstáculos a considerar para la operativización de los dispositivos de trabajo es que no se cuenta con un espacio común en el mismo sector. No se cuenta, por ejemplo, con un salón de usos múltiples. Por eso se ha elegido trabajar sobre todo en la calle. Hasta los talleres con niños se han sostenido en un espacio de la calle junto al río y, en menor medida en las casas de familia. La casa de retiros de una congregación religiosa ubicada, junto al Perchel C, ofrece su espacio en préstamo para algunas actividades, como lo ofreció para las actividades con niños organizadas desde la SENAF y para alojar a los evacuados la noche de la inundación. Esto hace que el lugar aparentemente neutro, además no siempre disponible, no lo sea y tenga connotaciones dolorosas, aunque oportunidades reparatorias para algunos. Dado que se trabaja con muy pocas familias prácticamente no se refiere información sobre el mismo, para preservar la privacidad. 8

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Formación, intervención y cuidado de la salud Es frecuente en propuestas de grado universitario que primero se arme la estructura de contenidos a ser aprendidos y luego se busque el espacio donde ponerlos en práctica. Aquí el espacio de práctica es puesto en juego desde la urgencia. Emerge conocimiento nuevo de ella. La simultaneidad del dispositivo radica en que es desde una demanda social concreta de intervención de donde surge el espacio de formación de posgrado y curso extracurricular como su apoyatura. No son las necesidades académicas de brindar espacios de formación lo que motoriza esta intervención sino una demanda de la realidad social para responder y a través de la cual esta unidad académica se dispone a fortalecer la formación de estudiantes y egresados recientes. De hecho en este tipo de situaciones en que la práctica es la rectora de las acciones de formación, en que las necesidades de una comunidad convocan, interpelan, desorientan y reorientan el conocimiento Se trata de una formación desde la práctica y no sólo para la práctica. Los contenidos que los miembros de la comunidad ponen en juego en las conversaciones, entrevistas y reuniones reaprecen y son retrabajados en los espacios teórico prácticos, en las clases y en las supervisiones. El plan de contenidos se construyó de la siguiente forma. Se presentó a los docentes que deseaban involucrarse en el proyecto, el relato de esos primeros encuentros con miembros de las comunidades afectadas por las inundaciones, resultado del recorrido por los barrios avasallados por el río. Se les solicitó que pensaran qué herramientas conceptuales y metodológicas los jóvenes egresados y los estudiantes avanzados necesitarían para acompañar a estas comunidades en situación de desastre. Por otra parte se acordó que cada uno propusiera materiales bibliográficos breves particularmente valiosos a su juicio para ese fin. El criterio de la brevedad de los textos apuntó a tener una visión realista de los tiempos de que profesionales y alumnos podrían disponer para su lectura. Estos afrontan entre cuatro y cinco horas para el trabajo en terreno (incluyendo los tiempos de traslados), más dos horas semanales presenciales dedicadas al curso de posgrado, más tiempos para supervisión / intervisión / co – visión de los registros, espacios para planificación de actividades y revisión posterior, el tiempo de digitalizar los registros para poder compartirlos y trabajar sobre ellos, Estas actividades coexisten con los estudios de grado y posgrado, con trabajo profesional en algunos de los egresados, y en estos últimos con otro trabajo más restringido en tiempo en una villa de la ciudad de Córdoba. Esto hace viable que en una medida variable puedan involucrarse en las lecturas de los materiales. El listado de contenidos temáticos a abordar, el programa en sí mismo, emergió de las propuestas de los docentes, quienes proponían participar en calidad de docentes, de supervisores o en ambas funciones. La realidad es que 133


egresados y alumnos necesitarían todos juntos antes de ir.... pero se hace como se puede. Desde un principio el pequeño núcleo que inició la organización de este servicio prestado desde la UCC en Mendiolaza compartió una serie de criterios. Es un servicio de colaboración solidaria con la comunidad. No se pretende sustituir las responsabilidades del Estado sino contribuir en una situación crítica para la población. El eje organizador de acciones es la salud de la población. La UCC como institución educativa universitaria tiene qué aportar, pero no lo tiene todo. La formación de grado no basta para afrontar estas situaciones de desastre. En ellas se juegan conocimientos de toda la carrera, aunque sean imprescindibles los de Intervención en Crisis, Psicología Sanitaria y de Psicología Social Comunitaria. La metodología de intervención tiene que tener congruencia con la de formación de egresados y alumnos y viceversa. Es clave el respaldo institucional de cualquier proyecto para contribuir a su sustentabilidad. El hecho de que esta universidad disponga de un presupuesto, acotado pero anual, para intervenciones en proyectos sociales especiales como expresión de compromiso con la comunidad, de Responsabilidad Social Universitaria, representa un sostén simbólico importante. Pero hay un apuntalamiento institucional clave que es la disposición de personal administrativo, jerárquico, y sobre todo de un significativo número de docentes. Una de las cuestiones que se cuidó afrontar de entrada es el posicionamiento de los participantes del proyecto ante la comunidad, dejando de lado postura mesiánicas y altruismos inadecuados. Los primeros pasos de cualquier intervención marcan de manera significativa el curso de la vinculación entre miembros de un equipo y de una organización. A medida que se va avanzando se va construyendo la “piel” grupal en el sentido en Anzieru utiliza este término para dar cuenta tanto de la constitución del grupo donde el encuadre, Con la potencia expresiva y la fragilidad epistemológica de los modelos analógicos, esta idea describe lo que acontece en este grupo; se van generando a partir de la tarea los lazos necesarios la piel grupal que sostiene. Se avanza colocando los aprendizajes en la propia experiencia de participación en el mundo (Wenger, 1998, 2001) desde una concepción del mismo como problema multidimensional pero acentuando su definición desde el compromiso de una manera activa con el mundo y la participación social como un proceso de aprender y conocer Esta situación de encuentro entre el equipo de jóvenes profesionales, docentes y estudiantes de UCC y la comunidad de Mendiolaza en El Perchel y Valle del Sol no deja de confirmar que es una de esas situaciones en que según Etienne Wenger se intensifican los aprendizajes: “El aprendizaje, en este 134


sentido, no es una actividad separada. No es algo que hacemos cuando no hacemos nada más o que dejamos de hacer cuando hacemos otra cosa. Existen momentos en nuestra vida en los que aprender se intensifica: cuando las situaciones hacen tambalear nuestro sentido de la familiaridad, cuando nos vemos desafiados más allá de nuestra capacidad de respuesta, cuando deseamos comprometernos con nuevas prácticas e intentamos unirnos a nuevas comunidades.” (Wenger,2001) Inevitablemente implicados y necesariamente implicados. Pero, en la medida posible, no anegados por su experiencia. El río inundó y avasalló sus casas y sus cosas y esta dura experiencia los anegó de angustia y de dolor. No les sirve que los miembros del equipo estemos anegados como ellos. La sintonía, la identificación necesaria para poder entablar un lazo social productivo en este contexto, que permita intervenir rápidamente, particularmente en los primeros tiempos requiere ser complementada con un trabajo que proteja la salud de los miembros del equipo. Así se instalan encuentros de reflexión sobre la tarea conducidos por docentes especializados en esta herramienta y que no intervienen en terreno. Se implementará a posteriori un trabajo con grupo centrado en la implicación, desde la perspectiva de la psicosociología francésa Mirada desde la perspectiva de la formación de psicólogos y futuros psicólogos, esta experiencia reúne condiciones que no siempre es factible generar. Emerge de las necesidades de comunidades concretas; convoca formación teórica específica que amplía sustantivamente la de grado, que se articula con el análisis de las prácticas concretas, articulación que se efectiviza en decisiones metodológicas. Se planifican y evalúan acciones; hay apropiación desde la práctica de herramientas técnicas como la visita domiciliaria, la entrevista callejera, las conversaciones, la observación incidental, los recorridos barriales, los talleres con niños, las historias de vida, las reuniones con adultos, la detección de indicadores de salud en personas, familias, grupos. Hay búsqueda de indicios en los discursos de interlocutores para la evaluación de algunos de los objetivos; Están previstas otras formas de evaluación del/los procesos con los actores involucrados A modo de conclusión Es difícil concluir un trabajo sobre un proceso que está aún en pleno curso, pero se pueden perfilar algunas líneas. El hecho de que prácticamente todas las familias de El Perchel hayan estado afectadas directamente, buena parte de ellas con más de 1.70 m de agua y barro en sus casas, que hayan atravesado tantas horas de terror viendo desde los techos de sus casas que ni los bomberos podían llegar a auxiliarlos ha dejado marcas significativas en todos, que ameritan atención y acompañamiento para encarar el próximo temido verano.

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Se ha ido creciendo en inserción de a poco, sin invadir, oxigenando con los nuevos equipos que se incorporan a la tarea en agosto, facilitando un relativo descanso a quienes desde febrero están allí, semana a semana. En términos de protocolos internacionales ya se transita la etapa postraumática y conviene ir modificando la manera de estar allí. Los equipos que se incorporan a trabajar intensivamente por dos meses instalan de hecho otras modalidades de trabajo y de relación de este equipo con la comunidad. En el proyecto diseñado inicialmente se presenta como objetivo el acompañar procesos colectivos generados para resolver las dificultades que comparten. Se camina con marcada lentitud en este sentido. Hace apenas… y hace ya cinco meses que este equipo está en terreno. Es demasiado breve el tiempo para poder hacer una evaluación acabada con la participación de miembros de la comunidad. Cualquier artificio evaluativo desplegado hoy sería tal vez un atropello a su dolor y no un reconocimiento de sus saberes en una evaluación conjunta de lo que hemos estado haciendo. De momento se vienen rescatando de sus discursos algunas expresiones apreciativas, algunas indicaciones respecto a hacia dónde seguir o cómo. La etapa de evaluación conjunta recién tendrá lugar en los últimos meses de este año 2015. Hay mucho por hacer, muchos aprendizajes realizados y aún muchos más por realizar.

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Bibliografía Etkin, J y Schvarstein, L. (1989). Identidad de las organizaciones. Invariancia y cambio. Buenos Aires, Paidós. Cap. 7, 8 y9. Kaës, R. (1993), El grupo y el sujeto del grupo. Amorrortu. Buenos Aires. 1995. Montero Maritza (2004) El paradigma de la psicología comunitaria y su fundamentación ética y relacional En Montero, M. (2004) “Introducción a la psicología comunitaria. Desarrollo, conceptos y procesos.”Paidos. Bs.As. Pp.41-53 Montenegro M., Martínez J. Pujol Tarres J. () Conocimiento Situado: Un Forcejeo entre el Relativismo Construccionista y la Necesidad de Fundamentar la Acción Revista Interamericana de Psicologia/Interamerican Journal of Psychology - 2003, Vol. 37, Num. 2 pp. 295-307. Universitat Autónoma de Barcelona, Barcelona, España OPS (2007) Salud Mental y desastres. Intervenciones en crisis. http://www.ops.org. bo/textocompleto/nde28704.pdf Selvatici M. (2009) De las crisis subjetivas a las catastrofes sociales. Intervenciones con grupos de reflexion Marina Ravenna Selvatici en XVIII CONGRESSO LATINO-AMERICANO FLAPAG E X SIMPÓSIO CEFAS – Práticas Institucionais na América Latina: Casal, Família, Grupo e Comunidade. Campinas, SP, 2009. http://serefazer.psc.br/wp-content/uploads/2013/09/ANAISFLAPAG-e-CEFAS-2009.pdf Wenger E. /2001) Comunidades de práctica, Aprendizaje, significado e identidad, Paidós 2001

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Fortalezas y Virtudes en Adultos Jóvenes Cordobeses Natalia Cecilia Moyano - Ricardo Hernández1 Resumen Con el objetivo de describir el desarrollo de fortalezas psicológicas en adultos jóvenes cordobeses, y su potencial salugénico, se administró el Inventario de Fortalezas y Virtudes Abreviado (Cosentino y Castro Solano, 2009) y la Escala de Satisfacción Vital (Diener et al, 1985) a 276 cordobeses de entre 18 y 35 años. Se evaluaron estadísticos descriptivos de cada fortaleza estudiada, delimitando las más y menos desarrolladas. Se describe la asociación entre éstas y el bienestar subjetivo, la edad y el género. Finalmente, se explora la composición factorial del modelo de recursos psicológicos abordado, arrojando una solución factorial de seis elementos. Introducción En las últimas décadas hemos presenciado el desarrollo de movimientos dentro de la Psicología que acentúan el estudio e integración de los aspectos positivos de la experiencia humana, como reacción a la tendencia tradicional de privilegiar el funcionamiento psicopatológico, el malestar y las carencias del ser humano (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000), enfoque que se ha venido a denominar “modelo del déficit” (Casullo, 2008). En contraposición, los enfoques Salugénicos focalizan en los factores, procesos y resultados asociados con la presencia y aumento de la salud (Gancedo, 2008), incluyendo el bienestar como objeto necesario de estudio, al integrarse al repertorio de conductas humanas que resultan funcionales para el sano devenir de las personas. Este movimiento implica un cambio en el paradigma desde el cual se piensan los fenómenos psicosociales: al acentuar lo que funciona adecuadamente y promueve estados saludables en el ser humano, posiciona el foco de las investigaciones y las intervenciones sobre los factores de protección y los recursos que están disponibles y desde los cuales el ser humano se sustenta para encarar cualquier proceso de cambio. Estos modelos, a su vez, focalizan en el desarrollo de más acabados estados de bienestar en lugar de buscar la mera ausencia de la enfermedad y el sufrimiento. Es decir, desde el enfoque salugenético, no alcanza con no padecer un síntoma o dejar de experimentar un sufrimiento innecesario: por el contrario, el objetivo es facilitar el crecimiento personal hacia la plenitud y el funcionamiento psicológico óptimo (Casullo, 2009). Natalia Cecilia Moyano. Licenciada en Psicología. M.P. 5441 M.E 577 - Ricardo Hernández. Estudiante de Psicología. UNC. 1

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El enfoque de la Resiliencia y la Psicología Positiva son los movimientos más jóvenes en el marco de los modelos Salugénicos (Gancedo, 2008). En ellos, se delimitan una enumeración de diversos factores que, interactuando entre sí en complejas series de procesos, habilitan al desarrollo de niveles crecientes de bienestar a través de las vicisitudes de la experiencia humana. La Psicología Positiva es un movimiento enmarcado en los enfoques Salugénicos que responde a modelos teóricos cognitivos comportamentales (Gancedo, 2009; Castro Solano, 2010). Delimita tres grandes pilares para alcanzar este fin: las experiencias subjetivas o emociones positivas, las tendencias individuales o rasgos de personalidad positivos, y las instituciones que contribuyen al logro de los dos primeros (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000; Casullo, 2008; Gancedo, 2009; Seligman, 2002; Syleni, 2012). En este contexto, y respondiendo al pilar que busca investigar las tendencias individuales o rasgos de personalidad positivos, se delimita el modelo VIA –Valius In Action- (Peterson y Seligman, 2004). El modelo VIA propone una clasificación jerárquica de las llamadas virtudes humanas y las fortalezas. Las virtudes se definen como aquellos rasgos apreciados por una amplia variedad de filosofías y religiones, que habilitan al ser humano a conducirse de un modo excepcionalmente constructivo para sí mismo y, fundamentalmente, para el entorno social en el que se desenvuelve. Las virtudes en sí mismas no pueden ser evaluadas, ya que se establecen como ideales abstractos difíciles de delimitar en conductas observables. Entonces, se requiere delimitar las fortalezas psicológicas, es decir, tendencias a conducirse de un modo virtuoso, pasible de delimitación conductual y, por ende, observable y medible a través de técnicas de evaluación psicológica. Las fortalezas poseen mayor especificidad y se caracterizan por ser más concretas; según la proposición inicial del modelo, se asocian a cada virtud, permitiendo su abordaje para evaluarlas, investigarlas y desarrollarlas. Enumera seis virtudes y veinticuatro fortalezas psicológicas. En el cuadro n°1, se especifican cada una de ellas tal como son ordenadas por el modelo VIA. Las fortalezas psicológicas se constituyen en recursos psicológicos que permitirían observar, evaluar y, desde allí, desarrollar, formas de comportamiento que permitan al ser humano funcionar de un modo psicológicamente óptimo, entendiendo por ello no sólo la ausencia de un malestar: también el acercamiento a la plenitud y la integración social en el marco del respeto por la comunidad y el aporte al crecimiento de la misma.

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Virtud CORAJE

JUSTICIA

HUMANIDAD

SABIDURÍA

TEMPLANZA

TRASCENDENCIA

Fortaleza Valen�a Perseverancia Integridad Vitalidad Civismo Liderazgo Imparcialidad Amor Bondad Inteligencia Social Sabiduría/Perspec�va Pensamiento Crí�co Amor por el Conocimiento Curiosidad Crea�vidad Capacidad de Perdón Humildad Prudencia Auto regulación Apreciación por la belleza Gra�tud Esperanza/�p�mismo Humor Espiritualidad

Definición Hago lo correcto, corriendo riesgos Concluyo mi tarea, pese a los obstáculos Prac�co lo que predico a los demás Me siento vivo y efec�vo Me comprometo con mi grupo social Guío a mi grupo en armonía hacia el éxito Hago juicios equita�vos Busco estar cerca de mis afectos Ayudo a todos, sin �nes u�litarios Sé lo que los demás desean y buscan Juicio elevado y profundo sobre la vida Busco visiones alterna�vas a las mías Busco más y mejores conocimientos Deseo vivo por experimentar y conocer Tengo ideas originales y ��les Me vuelvo benévolo hacia un agresor Dejo que mis logros hablen por sí mismos Veo los pros y contras de mis decisiones Gobierno mis respuestas a los es�mulos Me emociono ante lo bello y excelso Siento y expreso agradecimiento Sé que todo saldrá bien Mi visión en la vida es alegre y serena Mi vida �ene un sen�do más allá de mí

Cuadro n°1: Modelo VIA. Definición breve de las fortalezas psicológicas. Adaptado de Castro Solano, A. (2011). Las rutas del acceso al bienestar. Relaciones entre bienestar hedónico y eudaemónico. Un estudio en población argentina. RIDEP, 31,1: 31-57.

El modelo requiere, sin embargo, que se determine la asociación entre las fortalezas y medidas de funcionamiento psicológico óptimo para garantizar que se tratan de recursos psicológicos protectores y no sólo de conductas moralmente deseables (Gancedo, 2006). En poblaciones de habla inglesa, ésta asociación se ha mostrado adecuada y estadísticamente significativa (Peterson y Seligman, 2004). No obstante, cada población en particular, y atendido a elementos culturales específicos, puede presentar diferencias en estos niveles de relación y hasta en la estructura del modelo en sí, de modo que las fortalezas se agrupen en factores disímiles a las seis virtudes propuestas por los autores y a los modelos alternativos que distintas investigaciones han arrojado sobre la agrupación de las fortalezas entre sí (Cosentino, 2009; Sileny, 2012; Ovejero Bruna, 2014). En población hispanohablante, se han desarrollado investigaciones tendientes a evaluar el potencial salugénico de las fortalezas psicológicas y la estructura del modelo (Cosentino, Torres y Clotet, 2009; Grinhaus, 2012; Ovejero Bruna, 2014; Cosentino, 2010; Cosentino, 2009; Gimenez, 2010; Grinhaus y Castro Solano, 2014; Sileny, 2012), atendiendo a la necesidad de determinar 141


la aplicabilidad de modelos teóricos construidos en marcos culturales distintos (Castro Solano, 2012). Desde ese punto de vista, se vuelve pertinente investigar en la relación existente entre las fortalezas y medidas de bienestar psicológico, en contextos latinoamericanos y atendiendo a características regionales específicas. En Argentina se han desarrollado investigaciones direccionadas a este objetivo (Cosentino, 2009), aunque no se han hallado trabajos que evalúen dichas asociaciones en la región central del país. A partir de este argumento, y a la ausencia de antecedentes en el tema en población cordobesa, se decide indagar las fortalezas psicológicas en adultos de la Ciudad de Córdoba. En el presente trabajo, nos planteamos un primer acercamiento a la temática, abordando tres ejes que consideramos fundamentales, que han sido abordados en las principales investigaciones desarrolladas en Argentina (Cosentino, 2009), y que dan cuenta de nuestros objetivos específicos. En una primera instancia, se propone describir las fortalezas psicológicas, atendiendo especialmente al establecimiento de una jerarquía que permita delimitar aquellos recursos que predominan en la población estudiada y aquellas que presentan un menor desarrollo. En segundo lugar, se evalúa la asociación de las fortalezas psicológicas y el bienestar subjetivo, concepto ampliamente usado en el área como un indicador del funcionamiento psicológico saludable, permitiendo explorar el potencial salugénico de las fortalezas en la población local. Finalmente, se explora la estructura factorial del modelo, es decir, los factores que podrían explicar las asociaciones de las fortalezas entre sí y que darían cuenta de los elementos psicológicos que subyacen a los recursos considerados.

Metodología Muestra La muestra está compuesta por 276 cordobeses, de los cuales 204 son mujeres y 72 hombres, es decir, un 73% de sexo femenino. Las edades oscilan entre los 18 y 35 años, con una media de 25,3 años y una desviación estándar de 4,81. El nivel de instrucción que presenta la muestra es a predominio alto, con una media de 6,70 sobre 10 opciones posibles, correspondiendo el número uno (1) a la categoría “Primario Incompleto” y la diez (10) a “Posgrado Completo”. La media se encuentra entre las categorías seis (6) y siete (7), correspondientes a “Terciario Completo” y “Universitario Incompleto” respectivamente. Sólo el 17% de las personas encuestadas informan un nivel de instrucción menor a la categoría cuatro (4), es decir, que sólo alcanzaron a concluir sus estudios secundarios. El porcentaje restante superó la instancia de formación secundaria, con un 55% de los encuestados en un nivel universitario. 142


Instrumentos Se administró el Inventario de Virtudes y Fortalezas Abreviado (Cosentino y Castro Solano, 2009), cuestionario que evalúa las fortalezas psicológicas del modelo VIA a través de 24 párrafos que describen cada fortaleza en su máxima expresión. Se responde por medio de escala lickert, que en el formato original varía del 1 al 5 en función del grado de parecido que el participante percibe entre sí mismo y la descripción ofrecida. La escala fue modificada de 1 a 10 para facilitar mayor variabilidad en las respuestas, aplicándose en esta investigación con ésta variación. Por otra parte, se aplicó la Escala de Satisfacción con la Vida de Diener, Emmons, Larsen y Griffin (1985), en su versión al castellano validada a población cordobesa por Moyano, Martinez Tais y Muñoz (2013). La escala presenta cinco reactivos en formato de afirmación, que se responden por medio de escala lickert de 1 a 7 en función del grado de acuerdo del participante con cada afirmación ofrecida. Ambos instrumentos presentan adecuadas propiedades psicométricas para población local. Además de los dos instrumentos administrados, el protocolo entregado a los participantes estaba precedido por una carátula que contiene la información pertinente al Consentimiento Informado, junto con la solicitud de los datos demográficos explicitados en la descripción de la muestra. Los datos fueron analizados por medio del paquete estadístico SPSS versión 20.

Resultados Descripción de las Fortalezas Del análisis descriptivo, se encontró que las cinco fortalezas que mayor desarrollo presentan en promedio para la muestra en general son: Bondad, con un promedio de puntaje de 2,82/10; Integridad, promedio 3,13/10; Gratitud, promedio 3,58/10; Imparcialidad, promedio 3,67/10 e Inteligencia Social, promedio 3,85/10. Las que menos desarrollo presentaron fueron: Espiritualidad, con un promedio de 6/10; Autoregulación, con 5,60/10; Capacidad para perdonar, con 5,05/10; Amor por el conocimiento, con un promedio general de 5,3/10 y Creatividad, con 4,85/10. Los estadísticos calculados se presentan en su totalidad en la Tabla n°1, en el orden en que las fortalezas son presentadas en el instrumento de evaluación administrado.

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Tabla n°1: Estadísticos descriptivos de las Fortalezas Psicológicas Mínimo

Máximo

Media

Desv. típ.

fort1: Apreciación

1,00

10,00

4,0254

2,29531

fort2: Imparcialidad

1,00

10,00

3,6703

2,17506

fort3: Perseverancia

1,00

10,00

4,3768

2,48838

fort4: Creatividad

1,00

10,00

4,8551

2,40923

fort5: Amor

1,00

10,00

4,5109

2,54628

fort6: Autoregulación

1,00

10,00

5,6051

2,58805

fort7: Gratitud

1,00

10,00

3,5870

2,26026

fort8: Liderazgo

1,00

10,00

4,2935

2,94015

fort9: Pens. Crítico

1,00

10,00

3,9275

2,42453

fort10: Intel. Social

1,00

10,00

3,8551

2,27093

fort11: Perdón

1,00

10,00

5,0580

2,42343

fort12: Espiritualidad

1,00

10,00

6,0580

3,07191

fort13: Civismo

1,00

10,00

4,3877

2,33668

fort14: Coraje

1,00

10,00

4,3442

2,38045

fort15: Curiosidad

1,00

10,00

3,8659

2,09245

fort16: Bondad

1,00

10,00

2,8297

1,67657

fort17: Optimismo

1,00

10,00

4,7500

2,52100

fort18: Integridad

1,00

10,00

3,1377

2,02957

fort19: Sabiduría

1,00

10,00

3,9307

1,85330

fort20: Prudencia

1,00

10,00

4,3686

2,37336

fort21: Humor

1,00

10,00

4,6509

2,29287

fort22: Humildad

1,00

10,00

4,0873

2,44942

fort23: Amor por el Conocimiento

1,00

10,00

5,2909

2,75173

fort24: Vitalidad

1,00

10,00

4,2545

2,19836

Correlación Fortalezas-Satisfacción con la Vida En las tablas n°2, 3 y 4, se presentan los coeficientes de correlación de Pearson obtenidos para cada una de las fortalezas consideradas. Como se puede observar, la mayoría de las asociaciones se presentan estadísticamente significativas, indicando que la relación arrojada no es mera coincidencia y, por ende, habilitando a su consideración como dato pertinente. Sin embargo, ocho de las variables evaluadas no presentan asociaciones significativas, por lo que no puede considerarse que estén relacionadas con la satisfacción vital, ya que el coeficiente arrojado podría ser resultado del azar. Las fortalezas que se encuentran en esta condición son: Imparcialidad, Creatividad, Liderazgo, Civismo, Bondad, Integridad, Humildad y Amor por el conocimiento. 144


Otro dato importante a abstraer de la evaluación de las asociaciones, es la direccionalidad que presentan. Esto es, si la correlación se presenta de modo directo, por lo cual ambas variables consideradas aumentan juntas, o de modo indirecto, indicando que el aumento de una de las variables conlleva una disminución en la intensidad con que se presenta la otra. Como podemos observar en las tablas, sólo un pequeño grupo de fortalezas presentan una direccionalidad inversa, indicando que su presencia implica un menor nivel de satisfacción con la vida. En esta condición, se encuentran las fortalezas Pensamiento Crítico (9) y Humildad (22). Por último, cabe destacar las asociaciones que, además de ser estadísticamente significativas y presentarse de modo directo, muestran una mayor intensidad. Considerando .20 como un punto de corte que marca una diferencia entre los coeficientes, las fortalezas que presentaron una relación de mayor intensidad con la satisfacción con la vida son: Gratitud, que además presenta una correlación moderada de .37; Optimismo/Esperanza, Vitalidad y Sabiduría. Las diez fortalezas restantes presentaron asociaciones estadísticamente significativas y positivas en cuanto a su direccionalidad, aunque la intensidad de la correlación es leve. Los datos obtenidos de la evaluación de las correlaciones implican una interesante riqueza de puntos para analizar y discutir, presentándose algunas reflexiones en este sentido en el apartado de conclusiones y discusión. Tabla n°2. Correlaciones Satisfacción Vital y Fortalezas – 1° a 8° -

SV

SV

fort1

1

,165

Correlación de Pearson

Sig. (bilateral)

fort2 **

,059

,008

,345

fort3

fort4

fort5

fort6

**

,038

,158

,002

,537

,010

,193

*

,165

fort7 **

,008

fort8 **

,036

,000

,557

,373

Tabla n°3. Correlaciones Satisfacción Vital y Fortalezas -9° a 16°SV SV

Correlación de Pearson

fort9 1 -,125

Sig. (bilateral)

fort10 *

,043

,180

**

,004

fort11 ,129

fort12 *

,037

fort13

fort14

**

,059

,124

,004

,344

,045

,177

fort15 *

fort16

**

,024

,005

,705

,172

Tabla n°4. Correlaciones Satisfacción Vital y Fortalezas -17° a 24°SV SV

Correlación de Pearson Sig. (bilateral)

1

fort17

fort18

fort19

**

,081

,209

,000

,193

,267

**

,001

fort20 ,174

**

,005

fort21

fort22

fort23

fort24

**

-,036

,114

,254

,007

,569

,067

,167

**

,000

145


Fortalezas y variables demográficas De las veinticuatro fortalezas analizadas, sólo dos correlacionaron significativamente con la edad: la Bondad, cuyo coeficiente de correlación es de ,214 con p. ,0001, y la fortaleza Humor, con un coeficiente de ,149 en un nivel de significación estadística de p. ,01. Ambas asociaciones se presentan con direccionalidad negativa, es decir que la correlación es indirecta: a mayor edad, menor desarrollo de las fortalezas consideradas. En cuanto al género, las fortalezas que presentaron una diferencia estadísticamente significativa entre hombre y mujeres fueron las siguientes: - Perseverancia: con una significación en ,007, se presenta más desarrollada en hombres. - Creatividad: significación en ,001, mayor desarrollo en las mujeres. - Liderazgo: ,007, con predominio femenino. - Curiosidad: ,001, con predominio femenino. - Bondad: ,021, con predominio masculino. - Optimismo: ,004, con predominio femenino. - Humildad: ,019, más desarrollada en hombres. - Vitalidad: ,032, con un mayor desarrollo en mujeres. El nivel de instrucción sólo presentó una asociación significativa: es el caso de la fortaleza Pensamiento Crítico, que mostró un coeficiente de correlación de ,142 con un nivel de significación estadística en ,04.

Análisis Factorial Exploratorio Para el análisis Factorial Exploratorio se desarrollaron procedimientos de extracción de factores y evaluación de las soluciones factoriales ofrecidas para encontrar aquella que mejores propiedades supusiera. En una primera instancia, se calculó el KMO e índice de esfericidad de Barlett, indicadores que apuntan a evaluar si la base de datos es adecuada para el análisis factorial. Se obtuvo un KMO de ,775 y un índice de esfericidad con un grado de significación estadística de ,0001, ambos adecuados. A partir de ello, se aplicó análisis de Componentes Principales con extracción de todos los factores con autovalores mayor a 1. Además, se utilizó el método de rotación Varimax. De este primer análisis, se obtuvo una solución factorial de siete elementos que explicaron el 55% de la varianza. Sin embargo, tres de los elementos que conforman esta primera solución factorial presentan pocas variables cuyos pesos factoriales superan el punto de corte de ,40 para ser considerados como relacionados al factor en cuestión. Por ende, estos tres elementos se consideran obtusos y deben ser retirados. 146


A continuación, y continuando con la exploración, se decide realizar un nuevo intento de extracción de factores por medio del método de Componentes Principales y rotación Varimax, pero en esta segunda prueba se indica al sistema que extraiga sólo cuatro elementos, contrario al método explicado anteriormente, en que se indicó que extrajera todos los factores cuyos autovalores superaran 1. De este modo, se obtuvo una solución de cuatro factores, pero que presentó dos problemas. Por una parte, el porcentaje de varianza explicado fue de 40,7%, muy por debajo del 50% mínimo requerido para considerar la solución factorial con un poder suficiente de explicación de la varianza. Por otra parte, la rotación varimax arrojó una distribución de elementos entre los factores que dejó tres variables sin carga suficiente para ser considerado parte de algunos de estos cuatro factores. Una solución de cinco elementos posee similares problemas: el porcentaje de varianza explicado, sin bien mejora respecto a la solución de cuatro factores, es de 46% y permanece por debajo del punto de corte establecido; por otra parte, una de las fortalezas no puede ser incluida en ninguno de los cinco factores extraídos. Sólo la solución factorial de seis elementos produce un resultado en el que se presentan los indicadores mínimos esperables y adecuados. El porcentaje de la varianza que explica el modelo es de 51%, todas las fortalezas pueden ser incluidas en al menos un factor y cada factor tiene por lo menos tres fortalezas que se incluyen en él. Los pesos factoriales se grafican en la tabla n°5. Como puede observarse, la solución quedó compuesta de la siguiente manera: - Factor n°1: compuesto de las fortalezas Apreciación por la belleza, Creatividad, Curiosidad, Amor por el Conocimiento, Vitalidad, Perseverancia, Coraje y Optimismo. En función de las implicancias de las fortalezas incluidas, se denominó a este factor “Autenticidad”, ya que están relacionadas con permanecer firme en los modos de pensar y actuar de la persona. - Factor n°2: compuesto por Pensamiento Crítico, Integridad, Sabiduría, Prudencia. Se denominó a este factor “Capacidad de Reflexión”, implicando la posibilidad de argumentar racionalmente las posturas personales y estar dispuesto a modificarlas de ser necesario. - Factor n°3: Gratitud, Civismo o Trabajo en Equipo, Bondad, Humor. Este factor presenta un alto contenido social, a diferencia de los anteriores dos factores cuyo acento se coloca en las construcciones internas. Al estar relacionado a una aproximación positiva al otro, se lo denominó “Acercamiento Social”. - Factor n°4: Autoregulación, Gratitud y Espiritualidad. Este elemento se denominó “Moralidad” debido a que es justamente en el aspecto moral que coinciden las tres fortalezas citadas. Implican el manejo de los impulsos personales para adecuarlos a demandas sociales y religiosas. 147


- Factor n°5: Amor, Liderazgo, Inteligencia Social y Humidad. Ésta se presenta en una valencia negativa, es decir que se relaciona con las otras tres fortalezas del factor de manera indirecta. Se consideró que las variables que forman parte de este elemento se relacionan entre sí a partir de la capacidad de las personas de manejarse socialmente pero colocando el acento sobre el sí mismo. Desde allí se denominó a este factor “Manejo Social”. - Factor n°6: Imparcialidad/Igualdad, Perdón y Coraje –con puntuación inversa-. La imparcialidad y el perdón implican la capacidad de poder interpretar los eventos sociales incluyendo el punto de vista del otro más que sosteniendo la conveniencia personal. Esta característica posiciona este elemento en el lugar opuesto al factor n°1, en el que sobresale la reivindicación de los modos personales de pensar y actuar. Se considera que es a partir de este hecho que la fortaleza Coraje aparece representada en este factor con una direccionalidad indirecta. Se denominó a este grupo “Consideración Social”.

Conclusiones y Discusión En el presente trabajo, se introdujo a la investigación de las Fortalezas Psicológicas siguiendo el modelo VIA de Peterson y Seligman (2004), en población adulta joven en la Ciudad de Córdoba. Se buscó describir las fortalezas más y menos desarrolladas para el grupo poblacional considerado, la asociación con la satisfacción vital en tanto indicador de bienestar subjetivo y la estructura factorial del modelo. Del análisis descriptivo, se encontró que las cinco fortalezas que mayor desarrollo presentan en promedio para la muestra en general son: Bondad, Integridad, Gratitud, Imparcialidad e Inteligencia Social. Las que menos desarrollo presentaron fueron, ordenadas de menor a mayor desarrollo: Espiritualidad, Autoregulación, Capacidad para Perdonar, Amor por el conocimiento y Creatividad. Los resultados presentan similitudes con los hallazgos de otras investigaciones sobre jóvenes en población hispana (Sileny, 2012).

148


Tabla n°5: Matriz de componentes rotados Componente 1 fort1

2

3

4

5

6

,442

fort2

,702

fort3

,416

fort4

,534

fort5

,534

fort6

,620

fort7

,439

,422

fort8

,625

fort9

,766

fort10

,456

fort11

,673

fort12

,720

fort13

,623

fort14

,464

fort15

,763

-,436

fort16 fort17

,676 ,467

fort18

,550

fort19

,477

fort20

,699

fort21

,651

fort22

-,646

fort23

,649

fort24

,587

Estos datos nos permiten inferir algunas características propias de la población evaluada. Por ejemplo, las fortalezas más representativas se encuentran dentro del área de acercamiento y manejo social, implicando una fuerte orientación hacia los demás. Incluso la Integridad, que representa la capacidad de mantener una coherencia entre lo que se dice y hace, mostrándose con honestidad hacia los demás, y clasificada en el modelo VIA como parte de la Virtud de la Valentía, muestra un componente de moralidad que incluye al otro de un modo significativo, al considerarse que la persona íntegra posee una necesaria sensibilidad a las necesidades de los demás y lo expresa en las acciones de ayuda que desarrolla (Cosentino, 2010). Por el contrario, las fortalezas que menor desarrollo manifiestan en la población presentan un bajo contenido social, aunque no nulo. La Creatividad y Amor por el Conocimiento ponen el incapié en la relación del individuo con el conocimiento, y suelen implicar una cierta desconexión del mundo social para ser desarrolladas. La Espiritualidad hace referencia fundamentalmente 149


a la relación de la persona con una entidad superior tranpersonal, y es la fortaleza que menor desarrollo presenta en la población. Es un resultado poco esperado para cordobeses, dada la larga tradición religiosa de la región. Sin embargo, este dato avala a reflexionar sobre la relación de los jóvenes adultos con las entidades transpersonales. Un punto relevante que hipotéticamente puede estar asociado a la menor consideración de la espiritualidad es el nivel de instrucción presente en la muestra obtenida: la amplia mayoría de los encuestados posee un nivel de instrucción terciario, completo o incompleto, pero que implica el acceso a instancias de conocimiento de nivel superior. Este hecho incide sobre los procesos de reflexión y construcción de argumentos cuestionadores de las instancias tradicionales de pensamiento, pudiendo impactar en las creencias espirituales de los adultos jóvenes. Al encontrarse el acceso a la educación superior relacionado con condiciones socio culturales específicas, cuya probabilidad de aparición es mayor en poblaciones con ingresos económicos medios en adelante, debemos suponer que la muestra se encuentra sesgada en este sentido y los resultados habrán de ser validados sólo para dicho estrato socio cultural, debiendo realizarse investigaciones específicas para determinar si las fortalezas se presentan en similares proporciones en otros contextos. Siguiendo con el análisis propuesto, de las fortalezas menos desarrolladas, la que mayor preocupación implica es la fortaleza de la Auto-regulación, dada la gran relevancia de este recurso para el logro de una adaptación positiva y crecimiento saludable. Sin embargo, es importante señalar en este sentido que la descripción de las fortalezas en este trabajo posee un carácter intragrupal, es decir, que se compara la intensidad de las variables entre sí y no en relación a un grupo de referencia como en el caso de los puntajes estandarizados en baremos. Desde este punto de vista, el mayor o menor puntaje de cada fortaleza no hace referencia a un suficiente o insuficiente nivel de desarrollo. De todas maneras, es claro que la Auto-regulación, en tanto recurso fundamental, es primordial, y como tal, el dato que ofrece el presente estudio sugiere la necesidad de ampliar la investigación en esta dirección y abordar la pregunta sobre la necesidad de implementar programas de desarrollo de la misma. Las asociaciones con las variables demográficas mostraron que la mayoría de las fortalezas no poseen una asociación significativa con edad, género y nivel de instrucción. La edad sólo se presenta relevante para la Bondad y el Humor pero en sentido inverso: es decir, que el paso del tiempo implica una disminución en la intensidad de ambas, haciendo suponer que las personas más jóvenes tienden a mantenerse más aferradas al buen humor y el cuidado del otro. Como se manifestó supra, el Humor en esta clasificación tiene un alto contenido de protección hacia otras personas más allá de la capacidad de encontrar hilaridad en las situaciones vitales, ya que es conceptualizada como la posibilidad de hacer reír y alegrar a otros. Esta disminución puede estar relacionada, a modo de hipótesis, con la modificación en la motiva150


ción social que se presenta con el cambio de la etapa evolutiva: mientras más cercano al período adolescente y sus desafíos, mayor el compromiso con el grupo de pares, mientras que el paso a la adultez temprana implica un rescate de las motivaciones personales de desarrollo profesional y de pareja, aumentando el interés por el proyecto de vida. De todos modos, la asociación observada presenta una intensidad leve, por lo que la incidencia del proceso de disminución es estimablemente bajo. En este sentido, los resultados deben ser tomados con mucha cautela, dado que la variabilidad es escasa, al considerarse personas cuyas edades oscilan sólo entre los 18 y 35 años, pudiendo este acotamiento de la variable incidir sobre la poca relación entre las fortalezas y la edad. El género sólo presenta una asociación con un tercio de las fortalezas: la Perseverancia, Bondad y Humildad se presenta más desarrollada en los hombres, mientras que la Creatividad, Curiosidad, Vitalidad, Optimismo y Liderazgo, predominan en el grupo de adultas jóvenes. Estos datos, al igual que la edad, deben ser tomados con precaución, ya que la muestra presenta un predominio femenino; sin embargo, nos permite reflexionar sobre las incidencias del género en el específico grupo de adultos jóvenes. En otras investigaciones con muestras mayores se observó que en general las mujeres tienden a puntuar más elevado que los hombres en las fortalezas (Linley, Maltby, Wood, Harrington, Park y Seligman, 2007), lo cual puede responder a una percepción diferencial de los recursos personales o una variación en la preocupación por el desarrollo de las mismas. Finalmente, la asociación entre el nivel de instrucción y el Pensamiento Crítico, directo y significativo, se muestra muy comprensible, ya que, como se mencionó, el acceso a más elevados niveles de complejidad en el conocimiento estimula la capacidad reflexiva y el cuestionamiento del sentido común. Sin embargo, al igual que con la edad, la intensidad de la asociación es baja, implicando que la formación no es especialmente relevante en el desarrollo de las fortalezas en el grupo de adultos, pudiendo presentar relevancia en la comparación entre diversos grupos etarios. Por otra parte, la alta concentración de personas con un elevado nivel de instrucción en la muestra puede sesgar los datos, requiriendo un análisis más pormenorizado de la relación entre las variables. Respecto al potencial salugénico de las fortalezas, el análisis de la correlación de éstas con la satisfacción vital indicó que cuatro recursos presentan un especial interés para el desarrollo del bienestar subjetivo: la Gratitud, el Optimismo, la Vitalidad y la Sabiduría. Estos datos se presentan coincidentes con las investigaciones realizadas en otros contextos (Cosentino, 2010; Park, Peterson y Seligman, 2004; Ovejero Bruna, 2014), en especial a lo que respecta a las tres primeras. Esta consistencia nos permite inferir que la capacidad de agradecer, la esperanza y la vitalidad son recursos que, más allá de las variables culturales, representan factores de gran relevancia para el desarrollo del bienestar subjetivo. Son variadas las hipótesis que se han gestado para expli151


car esta correlación, habiendo poca confirmación sobre los mecanismos que la sustentan. Sin embargo, en términos generales los autores coinciden en el potencial constructor de recursos sociales y emocionales de estas variables, de modo que conectan a la persona con los aspectos más positivos de la vida. La mayoría de las fortalezas presentó una asociación positiva, aunque leve, con el bienestar, sugiriendo su potencial creador de bienestar y consistentemente con los citados antecedentes, con algunas excepciones. La Imparcialidad, Creatividad, Liderazgo, Civismo, Bondad, Integridad, Humildad y Amor por el conocimiento, no presentaron asociación alguna, mientras que el Pensamiento Crítico directamente se presentó inversamente asociada con la satisfacción vital, suponiendo que su desarrollo interfiere con el bienestar. Todas las fortalezas que no aportan a la satisfacción con la vida tienen en común un punto: la priorización de aspectos colectivos, externos a la persona, cuyo desarrollo implica una cierta limitación en la satisfacción de necesidades individuales con una consiguiente frustración. Desde este punto de vista, es comprensible que la asociación con el bienestar subjetivo se presente limitado, dado el componente hedónico del concepto, lo que no implica la ausencia de una capacidad de engendrar salud en otros sentidos. Esto es especialmente válido para recursos que han sido señalados desde distintos enfoques salugénicos como imprescindibles para el desarrollo de salud, tales como la Creatividad y el Pensamiento Crítico. Pero es inclusiva para las demás fortalezas citadas, ya que se estima pueden incidir en la capacidad de integración social de las personas y mejoramiento de las condiciones de vida a través del desarrollo comunitario, impactando sobre el bienestar social y aspectos psico-sociales de la salud mental. Así, se señala abiertamente la necesidad de evaluar la asociación de las fortalezas con otros indicadores de funcionamiento psicológico óptimo que considere los aspectos psico-sociales de manera explícita, como podrían representar medidas de Bienestar Psicológico, como lo conceptualiza Carol Ryff (Ryff y Keyes, 1995), o Resiliencia. Finalmente, respecto a la estructura del modelo, luego de ensayar distintas soluciones factoriales, se optó por la solución de seis elementos, que explica el 51% de la varianza y en el que cada factor incluye un mínimo de tres fortalezas. Los elementos obtenidos se denominaron: - Autenticidad, aludiendo a la posibilidad de conectarse con los modos personales de pensar, sentir y actuar y mantenerse firme en ellos, con autonomía en relación a las influencias de otros; - Capacidad de Reflexión, factor en el que se concentran las fortalezas que implican la consideración de argumentos distintos a los personales, pudiendo mostrarlos ante otros y cuestionándolos si el análisis de los mismos así lo amerita; - Acercamiento Social, que nuclea fortalezas asociadas al compromiso social y entrega a la búsqueda del bienestar de otros; 152


- Moralidad, en el que se acentúa la capacidad de desarrollar conductas reguladas hacia el logro de un bien mayor, para sí mismo y para otros; - Manejo Social, que alude a la capacidad de influir en otros a partir de la reafirmación personal, y - Consideración Social, opuesto al primer factor, en el que se incluyen fortalezas que implican la consideración fundamental de los argumentos de otras personas privilegiando la necesidad del otro, aunque se sacrifique la autenticidad y el beneficio personal. Estos factores reflejarían los criterios subyacentes con que los encuestados otorgaron puntuaciones a las fortalezas, implicando que los recursos considerados se organizarían en torno a estos ejes. La estructura factorial sugerida, a pesar de poseer seis elementos, no coincide con la propuesta originalmente por los autores del Modelo VIA (Peterson y Seligman, 2004). De similar modo, otras investigaciones en población de habla hispana e incluso argentina produjeron resultados disímiles a los obtenidos (Cosentino, 2009; Sileny, 2012; Ovejero Bruna, 2014). De ello derivan dos puntos a analizar. Por un lado, estos resultados aportan un elemento más a las consideraciones sobre la revisión del modelo VIA, ya que es coincidente con la mayoría de las investigaciones que proponen soluciones factoriales no correspondientes con las seis virtudes descritas. Por otra parte, la falta de consistencia entre las investigaciones hispanas sugieren dos posibles hipótesis: o bien las fortalezas se presentan de manera muy específicas a las variantes culturales, o bien los elementos metodológicos tienen una incidencia significativa en los resultados, pudiendo ambas hipótesis coexistir en la explicación de este hecho. Es importante recalcar que estos datos, que se presenten coherentes en sí, son el producto de una exploración en población local y, desde allí, se presenta como un antecedente que guíe otras investigaciones. Sin embargo, al presentar el modelo sugerido algunas limitaciones, se requieren nuevas investigaciones que busquen mayor profundización con muestreos más amplios y metodologías de comprobación. La solución factorial sugerida contiene varios ítems complejos, es decir, que poseen cargas significativas en más de un factor, complejizando el modelo y dificultando el análisis de los datos. Más allá de esto, se considera que el presente trabajo representa un aporte valioso al estudio de las fortalezas en población cordobesa, señalando datos específicos sobre la presentación de las variables en los adultos jóvenes cordobeses y delimitando direcciones para continuar profundizando en los recursos psicológicos y los aportes al enfoque salúgenico. Finalizando nuestra exposición, se presenta relevante señalar una variable especialmente interesante que atraviesa los tres objetivos específicos trabajados, es decir, la descripción de las fortalezas, la relación de éstas con el desarrollo del bienestar subjetivo y el modelo factorial que subyace a la organización de las 153


fortalezas entre sí. Como puede observarse a lo largo del desarrollo de las conclusiones, la información provista se organiza espontáneamente en torno a dos grandes constructos, relacionados entre sí e implicando una motivación personal básica para los seres humanos, siguiendo el modelo de la personalidad de Millon (Millon, 1994): el individualismo y la protección. Estos constructos, que se oponen entre sí como pares extremos de un continuo, representan la relación del individuo con el sí mismo o los demás. Los datos obtenidos se despliegan acentuando uno u otro de estos elementos, señalándolos como un eje en torno al cual repensar los aspectos culturales que subyacen a la percepción y desarrollo de las fortalezas psicológicas en nuestra población.

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Recuperando experiencias de intervención en Sierras Chicas. Una propuesta para la apropiación de sentidos. Lucia Depetris, Erika Stimolo, Visctoria Panichelli y Luciana Schneider1. Reflexiones sobre una experiencia de trabajo en una escuela rural de la localidad de Agua de Oro, luego de las inundaciones de febrero de 2015. Actividades realizadas en el marco del proyecto de extensión aprobado por la UNC, Facultad de Psicología (resol. 40/2014) denominado: Salud pública, ambiental y colectiva en las sierras chicas. Una propuesta de Investigación- acción-participativa, cuya dirección está a cargo de la Lic. Valeria Cotaimich y como co-directora: Arq. Lucía Castellano. Resumen: Conformamos un equipo de ayudantes alumnas y docente de la asignatura Psicología Educacional de la Facultad de Psicología, UNC. El presente artículo surge como resultado parcial de un trabajo de extensión universitaria en la localidad de Agua de Oro, el cual se encuentra en proceso de realización. El trabajo consistió en el abordaje de la experiencia de alumnos de la escuela rural 9 de julio de El Algodonal, a partir de las inundaciones del pasado febrero. El propósito ha sido traducir esas experiencias en acontecimientos expresivos a compartir en rituales de la escuela. Trabajamos con primero y sexto grado, apropiándonos del momento de inicio de clases, en el cual, cada día, los docentes preguntan si alguien tiene algo para contar…allí empezó el cuento. Palabras Clave: Escuela primaria, taller, desastre ambiental, apropiación de sentidos. Introducción Conformamos un equipo de ayudantes alumnas y docente de la asignatura Psicología Educacional de la Facultad de Psicología, UNC. El presente artículo surge como resultado parcial de un trabajo de extensión universitaria en la localidad de Agua de Oro, el cual se encuentra en proceso de realización, motivado a partir de lo ocurrido con el desastre ambiental del febrero pasado. Referenciadas en la incumbencias de la ley 7106 “disposiciones para el ejercicio de la psicología” del año 1984, que contempla la labor del psicólogo educacional creando “(…) juntamente con el educador y con los datos provenientes de otros profesionales, el clima más favorable para lograr el éxito del aprendizaje analizando mediante sus técnicas específicas, los problemas que gravitan en la tarea educativa, derivada de la configuración psíquica y del medio social en que se desenvuelven”. Luciana Schneider. Licenciada en Psicología. M.P 7882 - Lucia Depetris - Erika Stimolo - Visctoria Panichelli. EstudianteS de Psicología. UNC. 1

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Durante las últimas décadas, a nivel internacional, nacional y local, el planeta padece profundas problemáticas que afectan el desarrollo socio-ambiental y cultural de la población mundial. En la última década este espectro de problemáticas, relacionadas con la intervención discrecional del ser humano sobre el medio, se intensificó en la zona de las Sierras Chicas. Todo esto afecta de manera directa la salud pública, ambiental y colectiva, en tanto implica el incremento de problemáticas y malestares de diversa índole que inciden especialmente, en la población más vulnerable. Emergentes de estas condiciones son tangibles y vivenciables, tienen diversas manifestaciones, las más notorias: los incendios durante el año 2013, luego, el desastre antropico2 desplegado en el febrero pasado. Reflexionar acerca de estos acontecimientos llevó a la elaboración del Proyecto de Extensión aprobado por la UNC, Facultad de Psicología (resol. 40/2014)3 Este proyecto se sustenta en la posición que concibe a los recursos naturales como bienes comunes4 lo cual supone que, colectivamente, debemos tomar las riendas del modo en que se gestiona el uso de esos bienes. Significa, además, apropiarnos de las decisiones que tomemos. Por esta razón es necesario trascender la circunstancia para poder comprender y tomar posición frente a lo que nos pasa. De este modo, pensamos junto a Graciela Touzé que: “Estaremos listos para la tarea preventiva cuando día a día la búsqueda de nuestro sentido de la vida nos ligue a los otros en un destino grupal... ” En esta dirección del trabajo colectivo, entendemos que la escuela constituye el espacio indicado para promover modos de apropiación de sentidos acerca de las problemáticas referidas al deterioro del medio-ambiente, una plataforma para pensar colectivamente los asuntos y para construir el espacio público. Los destinatarios de este proyecto son alumnos de la escuela primaria pública “9 de julio” de Agua de Oro. Focalizamos nuestra atención en 1º y 6º grados, de esta escuela, para conocer las vivencias y representaciones de los más pequeños y de los que llevan más tiempo en la institución, diversificando así las miradas y modos de abordaje.Con los siguientes objetivos: Objetivos Generales: Crear condiciones para: 1- Que los actores institucionales que participan del proyecto, especialmente los niños, puedan apropiarse del sentido de las situaciones que los afectan. Se trata de las amenazas directamente atribuibles a la acción humana sobre los elementos de la naturaleza (aire, agua y tierra) y sobre la población, que ponen en grave peligro la integridad física y la calidad de vida de las comunidades. 3 Proyecto denominado: Salud pública, ambiental y colectiva en las sierras chicas. Una propuesta de Investigación- acción-participativa, cuya dirección está a cargo de la Lic. Valeria Cotaimich y como co-directora: Arq. Lucía Castellano. 4 El agua como recurso ha sido caracterizada desde diferentes perspectivas, como bien público, como bien económico y como bien común. Desde el enfoque de derechos humanos, el acceso básico a la misma, así como el saneamiento, ha sido reconocido como un derecho humano fundamental. (Declaración de Dublín sobre agua y desarrollo sostenible de 1992) 2

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2- Construir la noción de que los avatares socio-ambientales son la resultante de condiciones producidas socio-histórica y políticamente. 3- Recuperar y vitalizar los momentos y espacios que las escuelas facilitan, para que sean espacios de apropiación, de encuentro, de reflexión colectiva. Objetivos Especificos •Considerar vivencias, preocupaciones, inquietudes de los actores de la comunidad institucional para traducirlas en un hecho participativo con valor expresivo. •Reencontrarnos con una realidad histórica, grupal y regional que nos atraviesa. Marco Referencial Proponemos como modalidad de trabajo la metodología de taller. Creemos que ésta plantea una relación de aprendizaje ligada a la participación de cada uno de los integrantes y al carácter placentero, propio de la experimentación. Entre los lineamientos generales que lo hacen reconocible, podemos decir que el taller congrega a su gente en torno del circulo tribal. El cara a cara genera posibilidades diferentes, permite que la comunicación sea más directa, que todos estén en igualdad de condiciones, propone una concepción solidaria y cooperativa del trabajo, una democratización en la circulación del conocimiento. Como expresa Bonvillani (2011)esta metodología de trabajo grupal “(…) se apoya en una concepción de construcción colectiva (…) como escenario para la expresividad, recreación (…)”. En este espacio de intercambio emerge desde la espontaneidad de los niños el juego. Por medio de esta práctica, las experiencias ya no se tornan fácilmente olvidables y contribuyen al placer que significa el descubrimiento del otro, del conocimiento, y de la satisfacción de la obra terminada. Como proponeCoppens y Van de Velde (2005), el juego permite una expresión desde la complejidad y diversidad del ser humano, pone en funcionamiento los sentidos físicos, el intelecto, la imaginación y permite el intercambio con el otro, el lazo emocional y social. Por medio del juego el niño puede apropiarse de un hecho, re significarlo, que adquiera un sentido personal para él. “(…) entonces, el juego constituye uno de los espacios donde las niñas-os y los seres humanos en general pueden expresarse a veces de forma directa, otras veces de manera simbólica, es decir mediante imágenes. Es además un espacio para compartir inquietudes y problemas, para poner en marcha el proceso de socialización y aprender del medio social. Y ésta es precisamente la dimensión (…) de mayor y mejor aporte del juego, no porque los problemas se acaben o se resuelvan jugando, sino porque al compartirlos, adquieren una nueva dimensión y es más factible encontrarles soluciones” (Alvarez y Coppens,2000; p.170). 159


Es por esto que en los talleres llevados a cabo se propuso el juego como herramienta de trabajo. En primer grado comenzamos trabajando con el cuento “Cuando el Río Suena” de Gustavo Roldán, donde se relatan las experiencias de los diferentes animales ante la crecida de su río, a partir de la lectura del cuento conformamos rimas, presentándoles la figura de un animal con el objetivo que ellos completen con lo que debería hacer para salvarse del agua. En el segundo encuentro realizamos una búsqueda del tesoro, escondimos en todo el patío de la escuela diferentes imágenes que describía la historia de un animal que sufría en la inundación, el objetivo era que ellos las recolecten todas para que pudieran contar el relato, a partir del cual se podían reconocer las diferentes emociones y sentimientos del personaje ante los daños (enojo, tristeza, miedo…) finalmente en esa jornada trabajos con los niños qué podríamos hacer nosotras las personas para evitar las inundaciones para que esto no vuelva a suceder. Surgieron diferentes respuestas entre ellas: “Hacer una pared alta para que no entre el agua”, otro opinaban “comer un asado y hacer una fiesta” cuando bajara el agua, también propusieron “plantar plantitas y que salga el arcoíris”. En el último encuentro con primer grado construimos con lo recogido en las diferentes intervenciones una canción que cantamos con los niños con la colaboración de una mamá. Utilizamos un registro audiovisual de lo trabajado, fotos y la canción, para conformar un video que condense toda la experiencia. Dicho video fue presentado ante toda la Institución educativael 5 de Junio, día Mundial del Medio Ambiente. Por otro lado, con sexto grado comenzamos contándoles de que se trataba el proyecto y preguntándoles como habían vivido ellos este echo trágico en el mes de Febrero.Dándose un momento para que cuenten sus experiencias, con esa información los invitamos a plasmar en dibujos sus vivencias personales. Les preguntamos de qué manera les gustaría compartir con la escuela lo que trabajamos y decidieron realizar una representación actoral. En los sucesivos encuentros con sexto grado se fue confeccionando el guión, los personajes, decidiendo vestuarios..., etc. Finalmente el 5 de Junio, Día Mundial del Medio Ambiente mostraron su obra teatral, la cual consistía en una historia ficticia. La historia contaba acerca de un pueblo que había sufrido una crecida del río y los pobladores no recibían ayuda por parte de los funcionarios públicos. Por este motivo resuelven conformar una nueva Municipalidad donde se comprometían los distintos actores sociales del pueblo realizardistintas acciones tendientes a solucionar las problemáticas que trajo la inundación.

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Conclusión La profesión del Psicólogo está atravesada sine qua non por la realidad social, como tal no podemos desentendernos de lo que la sociedad vive siendo parte de la labor del psicólogo hacerse presente en los desastres o catástrofes. Desde esta lógica nos adentramos en este apasionante proyecto de extensión donde pudimos tener contacto con las marcas que dejo el agua desde la mirada de los más pequeños, de los niños, voz que tantas veces es silenciada o simplemente no tiene lugar. Acorde por un lado a la Convención Internacional de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes que contempla su libertad de expresión y por el otro al convencimiento de que dentro de las instituciones educativas se juegan procesos de significación, sentidos, apropiación, de representaciones e ideas, siendo el lugar indicado para asimilar y socializar colectivamente lo vivenciado durante la inundación. Desde estas perspectivas nos propusimos trabajar juntos las representaciones y experiencias que los niños poseían acerca de lo ocurrido, dejando en claro que no intervenimos con la urgencia sino con la representación que a partir de esta se construyó, obteniendo claras ideas por parte de ellos como el elemento causal que atribuyen a la problemática de tala de bosques nativos, también la desprotección o falta de responsabilidad por parte de la cooperativa del pueblo que se vio reflejada en la representación de los alumnos de sexto grado, por otro lado fue un lugar propicio para la expresión de emociones, sentimientos como las palabras de un niño quien expresaba que por la lluvia perdió su huerta que había sembrado y cuidado, o aquellos que comentaron que se encontraron aislados durante el temporal. Podemos afirmar que los objetivos propuestos se cumplieron a partir de haber podido lograr un espacio de reflexión, de encuentro, de ponerle palabras a lo ocurrido, siendo lo colectivo indispensable para la asimilación y procesamiento de lo vivido. A demás el poder expresar siempre es catártico y sanador siendo a Adam Blatner (2000) quien describe la expresión en el psicodrama, como la posibilidad de autoevaluación donde las ideas y sentimientos se tornan más realistas, sumado el apoyo que el grupo puede brindar. Complementado con el “actuar” lo vivido durante la inundación y agrégale el condimento de la risa, es hoy para esos niños un suceso diferente, más allá del agua tienen este recurso que ponderamos como valioso saber que se puede expresar y sentir dentro de la institución escolar. Reflexionamos sobre las distintas modalidades de acompañamiento, como equipo, a una comunidad que ha atravesado por circunstancias adversas producto de las inundaciones. Por un lado tenemos la convicción de que la tarea de acompañar a los niños y preadolescentes en un hacer conjunto, conllevó una intención performativa. Un hacer haciendo que, evaluamos, tuvo una relevante eficacia educativa que excedió los límites de las palabras. Así mismo, consideramos que cumplió en constituirse en un espacio transicional, un puente entre la vivencia interna y la experiencia en el mundo real. 161


Destacamos, además, la función de este equipo como intérprete de condiciones de época y de condiciones coyunturales. Hacemos referencia a la posibilidad de crear condiciones para que los niños atravesados por circunstancias adversas, recuperen o se reencuentren con sus recursos reflexivos y expresivos. Este ejercicio supone comprender el carácter multicausal de lo que nos sucede, además de considerarnos colectivamente artífices de un suceder histórico, social y políticamente construido. En el marco de estas condiciones se vuelve indispensable crear el espacio para que los actores implicados puedan articular sentido sobre un desastre cuya causa se asocia, mediática y políticamente, a un accidente de la naturaleza, es decir, externo, inmanejable. Un sentido que se nos vuelve ajeno, dada la implicación y el carácter traumático provocado por el desastre antropico. Finalmente, desde lo personal, consideramos que esta experiencia es muy rica, pues nos permite un acercamiento, por un lado al campo y a las problemáticas sociales de nuestra región, y por otra parte a nuestro futuro rol profesional. Consideramos que lo trabajado hasta entonces, fue muy satisfactorio y reconfortante, brindando un espacio de encuentro y diálogo acerca de lo sucedido en el Febrero pasado en nuestra provincia, dando lugar a la expresión de diversas emociones, sensaciones y pensamientos que aquello dejo en estos niños. Además, sostenemos que es útil brindar un espacio dentro del establecimiento educativo para que los niños puedan expresar lo vivido, donde convergen diversos relatos, vivencias, emociones, fomentando un mejor entendimiento de lo sucedido. A su vez, el hecho de trabajar con sus representaciones y no con la urgencia, hizo que ellos puedan hacer uso de la risa y el juego para contar, a nivel colectivo, los efectos y causas de la catástrofe vivida. Por otra parte, reflexionemos válido ofrecerles un tiempo y espacio dentro de la escuela, para que puedan debatir y “jugar” con aquellas cosas de su vida cotidiana que les resuena, y muchas veces por falta de tiempo no se les da lugar para hablarlo o trabajarlo dentro del aula, y de esta manera, poder compartirlo con sus docentes y compañeros.

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Bibliografía: Alvarez, E. y Coppens, F. (2000) ¡siéntese, cállese y copie! Sistematización de ocho años de capacitación al magisterio urbano y rural en el municipio de Estelí, INPRHU-Estelí, 2da.Ed. Asamblea General de las Naciones Unidas. (1989). La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. Blatner, A. (2000) Bases del psicodrama.México: Pax México. Bonvillani, A. (2011) Técnicas de Educación popular. El taller. Travesias Grupales, algunas coordenadas para trabajar/pensar con grupos. Córdoba: Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba. Coppens, F. y Van de Velde, H. (2005). Punto 5: técnicas de educación popular: sugerencias (extracto) del “curso Metodología y Técnicas de Educación Popular”, Programa especialización en Gestión del desarrollo comunitario. Nicaragua: CURN/CICAP.

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Marca(s) de Agua Anna Valeria Prato1 El agua pasó, nos marcó, pero no a todos por igual, por eso no es “marca de agua” sino que son “marca(s) de agua” las que nos proponemos hacer y mostrar.

Síntesis El proyecto se orientó a contribuir, acompañar y fortalecer el trabajo con vecinos de Sierras Chicas que fueron afectados por la inundación del 15 de febrero de 2015. La propuesta consistió en generar un dispositivo que posibilitara abrir sentido en torno a la inundación y la postinundación, al mismo tiempo que producir contenidos (gráficos en un primer momento y audiovisual en otro posterior) para la circulación en distintos medios (locales y virtuales) sobre este tema que rápidamente dejó de estar en la agenda pública, no habían pasado 2 meses y “ya no era noticia”. El interés fue, a partir del encuentro entre vecinos afectados por la inundación contribuir a elaborar/ tramitar lo que sucedió y a la construcción de un cierto relato “común” al respecto, que recuperara la mirada y la palabra de los sujetos involucrados. Concretamente la propuesta radicó en, tomando el significado de marca de agua: “una imagen que no se ve a simple vista y da cuenta de la falsedad o autenticidad de un papel o cosa”, marcar en las viviendas inundadas una línea horizontal señalando la altura hasta donde llegó el agua con la siguiente inscripción: marca de agua 15-2-15. Luego de pintar la leyenda en una pared elegida, se tomó una fotografía junto a ella de las/los habitantes de la casa, lo que posteriormente formó parte de los insumos para la muestra pública cuyas características fueron construidas entre y con los vecinos. El sentido de porqué marcar las casas, dónde hacer la muestra, a quiénes invitar, por qué espacios circular las fotografías, fueron parte de lo que se construyó en instancias más colectiva entre habitantes de la misma zona, a los fines de propiciar espacios de encuentro e intercambio entre vecinos y de favorecer/ fortalecer los vínculos entre ellos.

El Proyecto Tras la inundación y sus primeros días los vecinos damnificados fuimos invitados por distintos estamentos gubernamentales a participar de múltiples instancias a los fines de abordar emergentes tanto psicológicos como materiales de dicha situación2. Muchos hicimos el esfuerzo por sumarnos y sosteAnna Valeria Pratto Licenciada en Psicología M.P. 5508. Este escrito ha sido co-pensado con la Lic. María Emilia Ruiz. 2 Muchos tuvimos la sensación de ser bombardeados por propuestas de asistencia desarticuladas y superpuestas, que con el tiempo finalmente desaparecieron, salvo excepciones. 1

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ner la propuesta impulsada por la Municipalidad de Unquillo, de conformar una mesa de vivienda, cuyo objetivo era constituir “un canal de comunicación directo entre el municipio y los vecinos” para canalizar y construir participativamente acciones respecto a las viviendas que fueron afectadas por la inundación3. Sin embargo, la ausencia de un espacio de participación real, la presencia de un modelo comunicacional unidireccional, sumado a las dificultades para colectivizar reclamos entre los vecinos hizo que en el transcurso del segundo mes de la inundación los encuentros entre vecinos se fueran, primero, espaciando en el tiempo por la falta de “novedades”, para luego diluirse y perder sentido para la mayoría. Con todo, de esa corta experiencia entre vecinos, particularmente los de la Plaza Belgrano4, pudimos entender que la inundación nos había “llevado” muchas cosas a todos pero igualmente podíamos pensar que nos había “traído” o “dejado” la posibilidad de mirarnos y reconocernos por lo menos entre quienes hacía años vivíamos en el mismo barrio y apenas si sabíamos dónde vivía, o cómo se llamaba alguno/a. En este sentido cada vez que nos reunimos entre vecinos no faltó ocasión para compartir relatos de la inundación y sobre la post inundación, a partir de los cuales se iban estableciendo puntos comunes y de encuentro con el otro que habilitaron nuevas identificaciones y reconocimientos, fortaleciendo vínculos existentes e inaugurando nuevos. Así se evidenciaba la necesidad de encontrarse entre vecinos y sus potencialidades para tramitar lo que había sucedido, lo que estaba pasando y la posibilidad (remota en principio) de pensar en un futuro. Por otro lado, Tagua Proyectos Sociales es una organización cultural-comunitaria de Unquillo que desde hace más de una década5 desarrolla actividades en la zona, cuya sede se encuentra en la plaza Belgrano y dos de sus miembros fuimos afectadas por la inundación. Tagua surgió con el interés de reflexionar e intervenir en el terreno social desde las dimensiones de la cultura, la comunicación y la educación. Desde Tagua se entiende que es en esta arena donde se construyen las representaciones sobre lo que somos, lo que nos sucede, lo que deseamos, y lo que esperamos para nosotros mismos como comunidad. Y al mismo tiempo reconoce que esta trama de significaciones es clave en la construcción, reproducción y transformación de las relaciones de poder. Es en este sentido que su propuesta es promover instancias de acción y reflexión que permitan problematizar la realidad que nos rodea, así como recuperar, recrear o inventar nuevas prácticas colectivas basadas en el diálogo y la participación democrática en su sentido más profundo. Su horizonte, que marca el andar en este camino, es una apuesta por la reconsLa Mesa de la Vivienda se conformaría por representantes de cada barrio elegidos entre los vecinos, que participarían una vez por semana en una reunión con todos los representantes barriales y con funcionarios municipales de distintas áreas, en la municipalidad y luego transmitirían la información en reuniones barriales. 4 Zona de Barrio Progreso de la Localidad de Unquillo. 5 Fundada en 1997 y con trabajo territorial en Unquillo desde 2003. 3

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trucción de lazos entre personas y grupos que fortalezcan una comunidad solidaria, de sujetos autónomos, con relaciones más igualitarias6. Al cumplirse tres meses de la inundación, en el marco del Proyecto Generar Cauce(s) desde Tagua comenzamos a poder prestar atención a lo que había sucedido en otros lugares (distintos a lo próximo, al barrio de cada uno) y nos resultó difícil reconocer a simple vista por dónde había pasado la inundación. La voluntad por recuperar las viviendas, a través de limpieza, arreglos y pintura, daba la impresión de que “acá no había pasado nada”, era necesario un esfuerzo, mirar con detenimiento para poder visibilizar/visualizar la marca del agua. Así mismo sucedía que personas de otros barrios nos preguntaban cómo había pasado el agua por nuestras casas. La ambigüedad entre la necesidad de recuperar las viviendas, borrando las marcas de la inundación y la de preguntarse, querer saber/mostrar hasta dónde había llegado la marca del agua en las casas apareció como una tensión a la cual atender. Muchos parecían querer/necesitar olvidar (negar) que nos habíamos inundados. Otros manifestaban mucho malestar y angustia por sentirse olvidados, por que parecía que ya todo había pasado y sin embargo muchos aún no habían recibido las ayudas prometidas por el estado. ¿Quiénes podrían querer marcar sus casas, a alguien más que a nosotros le interesaría? ¿“Marcar” podría habilitar otros procesos? Considerando entonces, las necesidades evidenciadas con los vecinos por un lado, las preguntas que desde Tagua nos formulábamos nos pareció que un dispositivo, en tanto máquinas para hacer ver y hacer hablar (Deleuze 1990) válido para el abordaje de lo que nominamos en principio subjetividad postinundación, lo podría constituir lo que dimos en llamar Iniciativa “Marca(s) de agua”. En ese marco nos planteamos los siguientes objetivos: (1) Generar un dispositivo que permita el encuentro con el otro y abrir sentidos sobre lo que pasó en la inundación y nos pasa. (2) Propiciar a partir de compartir los sentidos producidos por el dispositivo “Marca(s) de Agua” la construcción de un cierto relato común sobre la inundación. (3)Producir contenidos sobre la inundación y la postinundación para su circulación en espacios públicos y medios locales y virtuales. Metodológicamente, el dispositivo “Marca(s) de Agua” implica 3 instancias de trabajo. (1) La primera es el Momento de Marcar en él a) se contacta a los vecino por vía de referentes territoriales, o vínculos previos, anticipándole en qué consistirá la visita. b) Se acuerda una cita para concurrir a la casa. c) A ella acude en pareja7 formada por un integrante de disciplinas “sociales” (psicólogo, trabajador social) y otro de disciplinas artísticas (fotógrafo, realizador audiovisual). d) Durante la visita se reitera el pedido de permiso www.taguaps.blogspot.com El equipo desagua de Marca(s) de Agua está formado por: Paola Nicolás, Azul Lozano, Vincent L., Valeria Prato y María Emilia Ruiz. Fotógrafas: Marina Argañarás y Araceli Villafañe. 6 7

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para registrar la conversación (en audio o audiovisualmente) y se realizan algunas preguntas respecto a la inundación. e) se comparte la acción de marcar en una pared con pintura a la altura hasta donde llegó el agua durante la creciente y luego se saca una foto de los/las habitantes de la casa junto a la huella, que indica “marca de agua, 15-2-15”. (2) La segunda es el Momento del Encuentro entre las familias que participaron en el momento 1 con el objetivo de socializar las fotos producidas en un barrio o zona, en el cual se realiza el visionado y selección de las fotos y de textos para la muestra pública, en dicha jornada se trabaja sobre lo que se quiere mostrar, porqué, para qué, a quiénes y cómo. (3) La tercera instancia es la realización de Muestras Públicas, en las cuales se expone el entramado narrativo de fotos y textos que constituye la “Muestra Marca(s) de Agua”, produciéndose intercambios entre los participantes del proyecto y el público. Cada presentación se realiza en articulación con otras instituciones o colectivos de la comunidad.

Lo que el agua nos hizo y lo que nosotros pudimos hacer con eso. El proyecto lleva en marcha casi un año y continúa. Lo transitado en este tiempo ha sido mucho y de gran densidad. Este escrito es un primer intento por recuperar a grandes rasgos la experiencia y compartirla. Los habitantes de Sierras Chicas afectados por la inundación del 15 de Febrero de 2015, no son un grupo homogéneo. Sin embargo, hoy a 14 meses de la inundación sabemos que de los vecinos que dependían del Estado para resolver su situación habitacional8 la inmensa mayoría aún se encuentran en las mismas casas que habitaban el 15 de febrero de 2015. Esperan las viviendas que les prometieron, sin haber recibido tampoco dinero para arreglos como sí lo hicieron los que optaron por no abandonar sus inmuebles9. Otros pocos que no están en sus viviendas inundadas es porque la creciente se las llevó completamente o los dañó resultaron irreparables, por lo cual actualmente alquilan o están en casa de parientes. También hay quiénes los primeros 6 meses alquilaron pero ante el incumplimiento por parte del gobierno provincial para hacerse cargo de la continuidad del monto del alquiler, decidieron volver a sus viviendas, a pesar de sus condiciones de inhabitabilidad, razón por la cual fueron abandonadas antes. Los pocos que pudieron afrontar un proceso de relocalización no dependían de manera exclusiva del aporte estatal. Por lo que, tal como expresó un vecino, para muchos de los vecinos inundados “falta rato, para más luego”.

Vecinos cuyas viviendas fueron categorizadas como C5 por el Ministerio de Desarrollo Social, es decir con recomendación de relocalización por daños estructurales graves y/o por encontrarse zonas inundables de alto riesgo. 9 Aún habiendo sido categorizados C5. 8

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En el abordaje de esta heterogeneidad, “Marca(s) de Agua” ha sido un dipositivo válido para la intervención postinundación en tanto ha habilitado el encuentro y abierto sentidos sobre lo que pasó en la inundación y nos pasa. En las visitas/entrevistas cada familia pudo hacer su relato acerca de cómo pasó la inundación y lo que vino después, así cómo el porqué elegían marcar sus casas. Estas singularidades en el encuentro con otros se abren a la multiplicidad, la puesta en común de sentidos en el momento del Encuentro entre las familias marcadas habilita reconocer/reconocerse en los otros. Las palabras e imágenes recuperadas por un vecino son tomadas por otro para mostrarse y hablar de si, armando en ese interjuego un cierto relato común. En relación al objetivo de producir contenidos sobre la inundación y la postinundación para su circulación en espacios públicos y medios locales y virtuales podemos mencionar que partir de cada visita/entrevista armamos álbumes con sus fotos y los colgamos en nuestro face-book. Así mismo la muestra Itinerante “Marca(s) de Agua” ha sido presentada en 11 lugares públicos (escuelas, plazas, cines, espacios culturales, gremios, etc) en articulación con distintas instituciones y/o colectivos de Sierras Chicas de las localidades de Unquillo, Mendiolaza, Rio Ceballos y de la Cuidad de Córdoba, pudiendo proyectar que ha sido compartida con más de 1000 personas. También se han realizado dos productos audiovisuales en colaboración con realizadores de la localidad que han sido puestos en la red y mostrados en ocasión de las muestras públicas. Se han realizado informes radiales sobre la inundación con la radio comunitaria de Unquillo Radio Nativa que han sido compartidos por la Red Farco y por las redes sociales. Hemos sido invitadas a radios de nuestra cuidad y de otras localidades a hablar del proyecto y de la problemática de la inundación. Los periódicos locales nos han entrevistado y escrito sobre la iniciativa. Consideramos que estas acciones comuncacionales, al igual que las conversaciones entramadas entre vecinos en el momento de marcar, continúan abriendo sentidos, tensionándolos y las más de las veces, no sin pensionarnos, a la vez que amplificando el impacto del proyecto. A partir de algunas reflexiónes sobre la experiencia es posible pensar que el proyecto habilita la construcción de trama social en el territorio, permitiendo la resignificación de vínculos cercanos, haciendo significativos vinculo antes inocuos, dándole una nueva densidad a la trama. Por otro lado que el “cierto relato común” tiene eje en la experiencia subjetivante de dejar de ser objetos pasivos de inundación/inundable/inundados a ser sujetos con posibilidades de participar/encontrar-se/exigir/demandar/mostrar-se/narrar-se, ubicándose de ese modo también en una posición no-trágica, o revictimizante. Así mismo recuperamos la potencia del encuentro, como dijo una vecina , “esto no se puede perder, el abrazo entre vecinos, no se puede perder ” (a propósito de una foto). Entendemos, entonces que estas son algunas de las claves para que ese “más luego” al que hacía referencia aquel vecino, sea cada vez más cercano. 169


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Foto 1: Alejandra y Priscila


Foto 2: Rubén y Ana

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Foto 4: Vecinas colgando la muestra

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Foto 5: Marcela y Daniel

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Colegio de Psicรณlogos de la Provincia de Cรณrdoba


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