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SUPLEMENTO LI 134 - oct/nov 14

El glorioso fracaso… Refiriéndose a los resultados, Irvine Welsh, escritor escocés autor de Trainspotting, dice “Este glorioso fracaso podría ser todavía la hora más señera de Escocia”. Y es que el componente de clase de un Sí, que alcanzó el 46%, junto al 84% de participación y el 97% de inscripción del censo, no sólo han impedido cerrar el problema, sino que, al contrario, han exportado la crisis al corazón del Imperio. Ahora se ha abierto un nuevo debate constitucional, en primer lugar porque se ha roto un tabú centenario: el de la régimen. Una caja de Pandora que puede extenderse al norte de Inglaterra, Gales o Irlanda. indivisibilidad del régimen Del otro, porque abre la crisis en los dos partidos centrales del régimen: tories y laboristas. Ambos, secuestrados por la City al servicio del lobby corporativo y bancario. A Escocia, a cambio del No, se le prometieron nuevas transferencias de competencias (devo-max) y la posibilidad de un nuevo pacto constitucional del Reino Unido. Con ello, Cameron ha provocado una rebelión de muchos diputados tory que lo que perciben como una rendición precipitada ante las reivindicaciones del devo-max. Cameron intentó aplacarlos anunciando que tras el traspaso de más competencia, “los diputados escoceses no podrán votar sobre temas fiscales en Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte de la misma manera que los diputados ingleses no podrán votar sobre estos asuntos en Escocia”. Pero el debate está abierto sin que logre apaciguar a su ala derecha y a los “pequeños ingleses” de extrema derecha. Tampoco al laborismo le va mucho mejor, tras el golpe recibido en sus bastiones escoceses y en Glasgow en particular. Así que tanto David Cameron como el líder laborista Ed Miliband comienzan a desdecirse de su “promesa”. Salmond que al día siguiente del referéndum planteó su dimisión, ante las dilaciones de Londres, ha vuelto a aparecer alertando que no hace falta una nueva consulta, pues se podría plantear la independencia unilateralmente si las fuerzas independentistas en el Parlamento son mayoría. Así pues, la crisis no sólo no está cerrada, sino que se ha abierto a nivel superior. Veamos qué pasó y analicemos las posiciones de la izquierda en él, especialmente aquellas que están en el Estados Español y sus posiciones sobre el tema catalán. 1

Sección de la Unión Internacional de Trabajadores-Cuarta Internacionalacional (UIT-CI)


Escocia: ¿oprimida u opresora? El nacionalismo escocés hunde sus raíces en el s. XIII y tiene expresión en las luchas de Wallace que popularizó Brave Heart. Pero con posterioridad a la ocupación, la política matrimonial de las monarquías de la época llevó a que en 1603, Jacobo VI de Escocia se convirtió en Rey de Inglaterra y de Irlanda: fue la Unión de las Coronas. La unión política que integró los reinos de Inglaterra y Escocia fue en 1707, cuando el Acta de la Unión ratificó el Tratado de Unión de 1706 y fusionó los parlamentos de los dos países, para pasar a conformar el Reino de Gran Bretaña, que cubría toda la isla. El Acta de Unión nunca fue popular en Escocia: la mayor parte de la población se oponía a ella, y se enviaron reiteradas peticiones en contra al Parlamento. El día de su aprobación se efectuaron protestas masivas en contra de la ley en Edimburgo y otros pueblos y ciudades, con actos de desobediencia civil que fueron respondidas con la imposición de la ley marcial. Tampoco apareció el prometido «milagro económico»: la unión aduanera impuso nuevas cargas tributarias a la economía de Escocia, mientras que se aprobaron pese a su oposición impuestos específicos, (como el de la malta). La eliminación del Consejo Privado Escocés del Rey fue un paso más que se vio agrandado con la extensión a Escocia de la severa ley de traición. A tal punto era la oposición, que sólo 7 años después de creada, la propuesta escocesa de la disolución del Acta de la unión, perdía en el Parlamento por sólo 4 votos. En realidad, en el s. XVIII se había consumado la anexión de Escocia por Inglaterra, aunque, particularmente en un principio, había que contentar a los lores escoceses. Así, ya con Jacobo VI, la colonización del Ulster fue presentada como una empresa conjunta “británica” (inglesa y escocesa) para apaciguar y civilizar el Ulster. De este modo, al menos la mitad de las tierras irían a manos de lores escoceses y la mitad de los colonos también lo serían. Se premiaba a los lores, y se descongestionaba la conflictiva pobreza que impelía a continuas rebeliones campesinas en Escocia. Tras la revuelta irlandesa de 1641, con la llegada de Cromwell, nuevas oleadas de colonos arribaron a Irlanda del Norte a lo largo de todo el s. XVII. Y de nuevo fueron mayoritariamente escoceses, muchos de ellos huyendo de la hambruna de las tierras bajas y de las regiones fronterizas de Escocia. Cuando se concretaba el Acta de la Unión, y mientras en Escocia se sucedían los tumultos en contra, en el Ulster, los escoceses eran mayoría absoluta y los principales valedores de la Unión. En 1785, como respuesta a los primeros avances del nacionalismo irlandés, esa defensa tomaba forma política con el nacimiento de la conservadora Orden de Orange, asociada al Ulster Unionist Party. La opresión inglesa siempre se ha ejercido a través de una constitución no escrita, fuente de su poder y su longevidad. Como Margaret Thatcher demostró –y la Carta 88 denunció- la existencia de reglas no escritas, acordadas y conocidas sólo por aquellos con poder, implica que los que están arriba pueden hacer lo que quieran, protegidos por una opaca cortina de tabúes. Una de los dos principales es que la “Corona esta en el Parlamento”, lo que permite al primer ministro y su ejecutivo la utilización sin trabas de poderes especiales: para declarar y conducir la guerra, para hacer un gran número de nombramientos para así crear una potente maquinaria clientelar, y capacidad de gobernar a su arbitrio mediante la legislación ordinaria -como desmantelar el gobierno local, como hizo Thatcher. El otro gran tabú es la “unión” entre las naciones del Reino Unido, que blinda al Parlamento de Westminster contra una verdadera democracia y el autogobierno. Y vino funcionando, como mínimo hasta mediados del siglo XX, con la sola excepción de Glasgow, donde los trabajadores del puerto y los astilleros de Clydebank tomaron el poder en 1917 bajo el liderazgo de John Maclean y declararon la república socialista de Escocia antes de que llegaran los tanques británicos. La participación en las dos guerras mundiales, fue otro elemento que vino a utilizarse para fortalecer el sentimiento de pertenencia a Gran Bretaña. A nuestro entender, se trata de una nación oprimida, y no opresora pues son dos los procesos que se combinan. De un lado la absorción de Escocia por Inglaterra, a pesar de los acuerdos con sus terratenientes, contestada por las movilizaciones contra el Acta; del otro, la utilización de ese acuerdo entre las aristocracias para acaparar tierras irlandesas y colonizarlas con escoceses pobres. Eso no justifica el papel reaccionario de los colonos escoceses, como no se puede justificar el de los colonos kurdos utilizados por el gobierno turco para aplastar a los armenios, pero igual que de ahí no se puede inducir que la nación kurda es opresora, sino oprimida por los turcos, así la escocesa lo es por los ingleses, al margen de su nefasto papel como carne de cañón del imperialismo británico en Irlanda. El horrible papel de las colonizaciones se reitera a lo largo de la historia. Las naciones imperialistas utilizan a los sectores más pobres –y en muchos casos más conflictivos- de su país o de otro sometido, para garantizarse la ocupación colonial, a manos de sectores cuya supervivencia pasa por la defensa armada de la tierra otorgada. Es también la triste situación de los colonos marroquíes más pobres, trasladados a la colonización de las tierras saharauis, o los andaluces y extremeños empujados a la colonización del enclave ceutí, o el de los ingleses pobres –muchos de ellos y ellas procedentes de las cárceles- a Australia o a Malvinas por el imperio británico, o los colonos israelíes en las tierras de Palestina… y es también la razón por la que el marxismo no reconoce el derecho a la “autodeterminación” a esos colonos. Porque así como reconocemos el derecho a autodeterminación a los escoses en Escocia, se la negamos a los escoceses del Ulster, cuyo único derecho debe ser facilitar la devolución a Irlanda. 22


El Sí frente al NO Los tres partidos británicos –conservadores y liberal demócratas en el gobierno y los laboristas en la oposición- agrupados en Better Together -”Mejor juntos”- cerraron filas con los grandes bancos, con el Banco de Inglaterra y los consejeros delegados de multinacionales como la BP, para vaticinar la catástrofe en caso de que ganase el sí, y arrastraron junto a ellos al partido xenófobo UKIP y la orden monárquica unionista de los Orange. Los medios –excepto el dominical Herald en Sunday-, con la BBC a la cabeza, se alinearon con el No, Los dirigentes sindicales –incluidos los escoceses- se definieron “neutrales” siguiendo directrices del laborismo. Del lado del Sí, la campaña del SNP, reflejaba los intereses de la burguesía y clases medias escocesas, con un Sí pero poco… con el mantenimiento de la Reina, la libra, la UE o la OTAN. Pero en la campaña, Salmond hizo prevalecer la identificación de la independencia con la justicia social, la defensa del Servicio Nacional de Salud (NHS) con los impuestos sobre el petróleo del Mar del norte y la eliminación de las armas nucleares Trident en los submarinos de la base naval de Faslane. Las cuestiones étnicas e históricas estuvieron casi completamen-

te ausentes de la campaña. La izquierda británica radical se dividió: el Socialist Workers’ Party y el Socialist Party con el Sí, mientras que otros grupos como la ISL de la LIT, se pronunciaron por un “mejor No” (Ver debate con la izquierda). A su vez, Left Unity, del cineasta Ken Loach, no logró una posición unificada, aunque finalmente un sector entró en la RIC. La Radical Independence Campaign –RIC (Campaña Radical por la Independencia) agrupó partidos de izquierda (Partido Socialista Escocés (Scottish Socialist Party, SSP), el Partido Comunista de Escocia (Communist Party of Scotland, CPS) y el Movimiento Socialista Republicano Escocés (Scottish Republican Socialist Movement, SRSM), sindicalistas y activistas… planteaban puntos concretos contrapuestos a la campaña oficial: república, una nueva moneda –ni libra ni euro-, nacionalización del petróleo, comunicaciones o la electricidad… todo ello acordado en dos congresos, con cerca de 900 asistentes en cada uno, movilizando a miles de personas y creando secciones, tanto en grandes ciudades como Glasgow y Edimburgo, como en zonas rurales. Y a nivel británico, aunque muy minoritario, hay que señalar el tren

de partidarios ingleses por el Sí, impulsado por la revista Red Pepper, que fue a Glasgow a dar apoyo dos semanas antes del referendum. En ese panorama resulta significativo leer al Nobel Paul Krugman, defensor en otros momentos del optimismo keynesiano, de la soberanía de los pueblos y del derecho a desafiar el miedo sembrado por los economistas ortodoxos, advertir a los escoceses que se atrevan a votar que sí, que deben tener “miedo, pero mucho miedo” si optan por crear un estado independiente sin su propia divisa. “Escocia puede convertirse en España sin sol” , continúa para demostrar el peligro de entrar en una unión monetaria con Inglaterra sin compartir su sistema y transferencias fiscales. “Si Escocia quiere ser un país sin divisa están muy mal aconsejados”, añade. A nuestro entender, tiene razón, sólo que eso ya lo planteaba RIC, y en lugar de reforzar esa opción, opta por reforzar a Cameron quien, igual que Rajoy, aplaudieron a Krugman. Por lo menos, Joe Stiglitz, otro Nobel, no se apunta al miedo. Defiende una zona esterlina al menos en una fase inicial de la independencia, abonando la premisa de Salmond. Y aunque tampoco se ali-

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Thatcherismo = renacer del nacionalismo escocés En Escocia, el nacionalismo del s. XVIII, se tornó en minoritario hasta los años 60 del s. XX. Sin embargo, el auge del neoliberalismo en su forma británica, el thatcherismo, durante la década de 1980, junto a la aparición de reservar de petróleo en el Mar del Norte, llevó a una mayoría de la población escocesa a exigir una mayor autonomía nacional (conocida en Gran Bretaña como “devolution”) y un Parlamento escocés, que finalmente se lograría con el regreso de un gobierno laborista en 1997. Los analistas afirman que la ruptura histórica de Escocia con Inglaterra procede del período thatcherista, que provocó el hundimiento del partido conservador –los tories- en Escocia al ser percibido como la encarnación de “lo británico” (britishness). Más exactamente de la Inglaterra de las tierras medias, por oposición a Londres, el bastión histórico del Labour y la bestia negra de la Thatcher.

Contra la poll tax de Thatcher A principios de los 90 habían desaparecido las viejas industrias pesadas, construcciones metálicas, mecánicas, astilleros, minas, carbón… mientras se multiplicaban los beneficios del petróleo que aunque se centralizaban en Aberdeen, era de paso hacia Londres. La economía escocesa pasó a fundamentarse en el turismo, la industria alimentaria, y la industria electrónica, esencialmente la manufactura de los juegos de video, y aunque la desindustrialización empujó al paro y la pobreza, ésta no llegó a los extremos generalizados del norte de Inglaterra, patio trasero de Londres. El mayor empleador es hoy el sector público –tanto escocés como central-. Solo el Servicio Nacional de Salud (National Health Service/ NHS), supone en Escocia 150.000 asalariados. Los dos grandes bancos escoceses, Royal Bank of Scotland y Clysdesdale Bank, han tenido que ser rescatados por el gobierno de Londres. Pero si estos dos bancos tienen su sede central en Glasgow por razones históricas, no son bancos ni públicos ni escoceses ni por sus dirigentes ni por su capital: son bancos internacionales, con autorización para imprimir las libras esterlinas escocesas por el Acta de Unión de 1707. A diferencia del Banco de Inglaterra, público, que emite libras para todo el Reino Unido. En 2014, la economía escocesa representa poco más del 8% del PIB de la Gran Bretaña. Desde 2007, el partido de gobierno en el Parlamento escocés es el Scottish National Party (SNP), que se autodefine social-demócrata. El parlamento, con los votos del SNP y los laboristas, ha votado medidas para neutralizar en Escocia las medidas antisociales más duras decididas en Londres. Las luchas estudiantiles contra las tasas, fueron oficializadas por el Parlamento, impidiendo las subidas que se generalizaban en Inglaterra. Y en particular ha frenado la “tasa sobre los dormitorios” (Bedroom Tax*), o la privatización del agua y la eliminación de residuos –que siguen siendo públicos, a diferencia de Inglaterra-. Esas medidas de protección defendidas desde el Parlamento escocés, han fortalecido el voto al SNP que de ser la segunda fuerza en 2003, pasó a primera en 2007 y en 2011 alcanzaba el 46% de los votos. Pero el apoyo electoral al SNP, no equivale al apoyo a la independencia, como ha demostrado el referéndum.

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* Bedroom Tax: si se disfruta de una ayuda del Welfare y tu vivienda tiene más dormitorios de los que necesitas, o bien te vas de esa vivienda o te recortan una parte de las ayudas. Como no hay casi casas a las que la gente podría mudarse, esta medida ha disminuido esencialmente las prestaciones que cobran los hogares más pobres)

nea con la izquierda, ni con posiciones rupturistas, por lo menos admite “Los asuntos principales aquí no son la divisa, ni tan siquiera el petróleo del mar del norte. Yo creo, sin querer interferir en la política de otro país, que la cuestión principal es una visión de la sociedad y lo que quieres hacer”, afirmó en el Glasgow Herald. Hablan los resultados Al inicio de la campaña el feudo obrero y laborista en los barrios del este de Glasgow parecía garantizar la mayoría para los unionistas frente a un Edimburgo más burgués nacionalista. Pero el resultado final ha sido justo el revés. Edimburgo votó que no. Glasgow que sí. La fidelidad que se podía esperar del SNP en aquellos lugares con fuerte implantación, no se dio: una cosa era votar nacionalista para el Parlamento Escocés y otra votar la independencia. De un lado, porque en la Escocia rural la ruptura de la Unión tiene tintes históricos que enlazan con la colonización del Ulster (ver cuadro) y se expresaron en la masiva manifestación de la Orden de Orange del 13 de setiembre, cuando 12.000 personas tomaban las calles de Edimburgo. Así, el No fue aplastante en la Isla de Orkney (67,2), las Shetland (63,7), Highlands (52,9)… Del otro, porque en las ciudades, las clases altas y medias y los grupos de más edad votaron No, los primeros amedrentados por la campaña del miedo que impulsaba Londres, los segundos por un peso aún reciente de


las guerras mundiales. Así el 39,4% de Sí en Aberdeenshire –circunscripción de Salmond, con Aberdeen, tercera ciudad escocesa tras Glasgow y Edimburgo, es el centro económico más rico, principalmente debido al petróleo del Mar del Norte, pero también por sus industrias y bancos y tiene una baja tasa de paro- o el 38,9% de Edimburgo, muy por debajo de lo esperado… A más rica la circunscripción, menor apoyo al Sí, en cambio a más marginación y dificultades económicas, como en la industrial Glasgow Glasgow,, mayor apoyo al independentismo. En los sindicatos, eso se reflejó en aquellos que se posicionaron por el Si contraviniendo las órdenes: los trabajadores de correos de Edimburgo, y los ferroviarios del Rail Maritime and Transport Union, que se posicionaron mediante votación de sus afiliados. Reflejaba un fuerte proceso por abajo, que hizo que en el último mes se doblara el número de votantes laboristas por la independencia alcanzando el 35% e incluso empujara al cambio de posición a concejales y antiguos funcionarios. Es probable que a ello ayudara el papel que jugó en el último mes el propio laborismo. Los tories, conscientes de lo detestados que son en Escocia, se hicieron a un lado para que fueran los laboristas quienes se ocuparan de que se votara “no”. Y probablemente su servilismo generó la respuesta contraria. Peter Kellner, explicaba que el perfil del votante que, en la recta final, cambiaba del no al sí era: “Mujer, de clase trabajadora, menor de 40

y votante laborista en 2011”. En ciertas barriadas del noreste de Glasgow hay las mayores tasas de mortalidad, y de ciertas patologías, de toda la Europa occidental. La esperanza de vida de los hombres no supera los 62 años. Es una pobreza muy antigua, que parece debida, entre otras causas, a una mala alimentación y mala vivienda, llamada por los epidemiólogos el efecto Glasgow, se agravó en los años 1950 y se multiplicó con la desindustrialización brutal de los años 1980 de Thatcher. La crisis de 2007 llovió sobre mojado. Así, según el informe de octubre 2014 de la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONS), el 30.2% de los hogares de Glasgow en 2012, no tenían ningún miembro con trabajo (casi 2 puntos más que el año anterior), superando los niveles récord de Liverpool. Y 2012 era el noveno año consecutivo -desde que comenzaron los registros- en que Glasgow estaba entre las cinco principales áreas sin trabajo. Al este de Glasgow, y conteniendo la mayor parte de sus suburbios, está North Lanarkshire, otra de las circunscripciones en que ganó el Sí. La tercera, fue West Dunbartonshire, que ocupa ese mismo lugar, tras las dos anteriores, en paro juvenil y la primera zona de Europa donde en 2011 se prohibieron libros impresos en Israel…. La cuarta, fue Dundee, golpeada por el desempleo sistemáticamente en todo el siglo XX, nunca recuperó los niveles manufactureros anteriores, aunque en los 60/70 se instalaron Michelin, NCR, y Timex –

cerrada a principios de los 90-. Hoy, las cifras de paro juvenil y el crecimiento del trabajo a tiempo parcial, baten récords y la sitúan como la tercera peor gran ciudad de Escocia para obtener trabajo, además de contar con la pobreza efecto Glasgow. Porque el segundo elemento del voto Sí, aparte del carácter de clase, es la edad: el 60% de los menores de 34 años estaban con el Sí (excepto la franja 1824) golpeados por el paro, la precariedad, los mini-jobs… Pero de esos sectores tan empobrecidos, nadie esperaba que fueran decisivos. Se decía que quien iba a decidir el conflicto sería ‘el hombre de Govan’, como se le llama al votante de este distrito obrero de Glasgow, corazón del astillero BAE Systems. Esta empresa, que fabrica portaaviones, buques de guerra y destructores, en noviembre de 2013 recortó 1,775 puestos de trabajo en sus astilleros en Inglaterra y Escocia. Algunos trabajadores fueron trasladados, mientras que otros engrosan las filas del desempleo. Bastión sólido del laborismo en Escocia, Govan representó la mayoría de los indecisos a principios de setiembre. Por eso el 8, el ex-primer ministro laborista, Gordon Brown, se acercó a este distrito prometiendo mayores poderes para Escocia en un intento de mantener el voto por el “No”. Pero el 75% de los pobres y de los “hombres de Govan” votaron y lo hicieron contra el laborismo dando un 53% al Sí.

Maclean y la República Socialista de Escocia John Maclean nació en Glasgow, en el seno de una familia originaria de las Tierras Altas de Escocia. Maclean se convirtió en maestro de escuela y sólo entonces pudo acceder a la enseñanza universitaria, donde se hizo marxista. Se integró en una organización socialdemócrata que más tarde sería el Partido Socialista Británico, convirtiéndose Maclean en su primer dirigente en Escocia. Se opuso a la Primera Guerra Mundial por considerarla una guerra imperialista que dividía a los trabajadores. En 1915 las autoridades británicas lo cesaron de su puesto de maestro y en 1916 fue encarcelado, permaneciendo durante un año en prisión. Al salir, encabezó la insurrección de los trabajadores del puerto y los astilleros de Clydebank (distrito de West Dunbartonshire, próximo a Glasgow y donde también ahora venció el Sí) que tomaron el poder en 1917 y declararon la república socialista de Escocia…hasta que llegaron los tanques ingleses. Tras la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia, Lenin le nombró cónsul soviético en Glasgow. Murió en su ciudad en 1923, a los 44 años, debido a las complicaciones de salud que padecía desde su encarcelamiento. En Leningrado (actual San Petersburgo), una calle tomó su nombre. 5


Debates 1. La polémica con la CUP y la izquierda nacionalista

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Las elecciones escocesas han marcado a fuego que justamente el Sí –no sólo el ejercicio del derecho a la autodeterminación, sino la ruptura- donde finalmente se ha impuesto ha sido en lugares de peso obrero y en cambio retrocedió respecto las previsiones en sectores de clase media donde ha tenido mayor efecto la campaña unionista del miedo. La campaña independentista acabó por convertirse en un vehículo contra las políticas económicas de Londres. Esa debiera ser una lección para Catalunya. Se nos va a decir que las clases obreras escocesa y catalana no son iguales. Es cierto: mientras en Escocia, en los últimos 100 años ha primado la emigración –y por tanto la mayoría de trabajadores son de origen escocés-, en Catalunya ha primado la inmigración –y gran parte de la clase obrera no es de origen o raíces catalanas-. Pero eso aún le da más importancia: se hace imprescindible tener un diálogo sobre la propuesta de futuro con esa clase que puede garantizar un triunfo que va más allá de la independencia, el del modelo social. Esa es la esencia de nuestra insistencia con los y las compañeras de la CUP. Pero incluso en cifras: si hay unos 4,2 millones de votantes, ni que todos los movilizados en el último tiempo pudieran votar y lo hicieran, no llegaríamos ni a la mitad, eso sin olvidar que en los momentos del voto la conciencia retrocede al punto más atrasado –al contrario que en la movilización: es por eso que nosotros siempre hablamos que las elecciones son un reflejo deformado de la realidad-. Y de la clase obrera, con datos de 2012, apenas pasaba el

20% el porcentaje que votaría a favor de la ruptura. Por eso es esencial tener una política cotidiana coherente con la autodefinición de anticapitalista de la CUP. Por eso es determinante la defensa de los intereses de clase, no solo frente las multinacionales y los bancos en general –que tamenbién-, sino muy en particular particular,, fr frente la misma burguesía catalana. Eso implica no sólo hacer propaganda genérica, sino ir a las fábricas, acompañar los conflictos y presentar un plan obrero para la Catalunya independiente. O ganamos a los obreros y obreras desencantados del PSOE u otros lo harán. Un peligro real, por la derecha, es C’s; hoy quizás hay otro candidato por la izquierda en Podemos, que tampoco es claro en el tema nacional. La iniciativa hasta ahora no se ha tomado, y cuando se impulsa “Izquierdas por el sí-sí”, -que podría haber sido el revulsivo escocés del RICse hace tan desprovisto de las reivindicaciones de clase que, tal como señalamos anticipándonos a los hechos, lo podía firmar ERC. ¿Cómo queremos convencer a las trabajadoras de que la independencia es su lucha, si “para que todos los partidos cupieran” se elimina toda concreción o elemento de ruptura –única vía que pueda ofertar un futuro distinto- a fin de que se integren sectores de IC? ¿Cómo queremos dialogar con los trabajadores de Panrico, junto a quienes les vendieron desde el comité de empresa –EuiA- y quienes lo hicieron desde la CONC –IC- utilizando las mismas generalidades que usaron en los distintos programas electorales? ¿Cómo vamos a convencer de nada distinto junto a quienes hace pocos días en el Parlament, por boca de David Compangon de EUiA, trataban de blindar altos cargos de ICV del ACA (Agencia Catalana del Agua) en vías de investigación? Aprendiendo de Escocia, la CUP

debería asumir esa política, como también el necesario impulso de una política de clase hacia el resto de pueblos del estado, no solo para que se solidaricen, sino esencialmente porque la Monarquía es también yugo de esos pueblos.

2. La polémica con Cor riente Roja Corriente y Clase contra Clase Las dos posiciones se inclinan por el "mejor... No" a pesar de confusos razonamientos que van desde que la dirección es burguesa a que no conduce a una república socialista. Analicemos cada una. La LIT –organización internacional de Corriente Roja- publica la declaración de la ISL británica que en ningún caso dice el No, pero dedica todo el texto a cuestionar el Sí. Así encontramos “…este referendo no es un paso en la dirección hacia una “Escocia socialista independiente” sino que formará una nueva nación capitalista… contra la clase trabajadora escocesa. Busca apenas mejorar la posición del sector escocés del imperialismo, que siempre fue parte del imperialismo británico.” O “Somos contrarios a una pseudo independencia…” “La clase obrera será dividida con la creación de nuevas fronteras y la lucha por el socialismo, … –que significa la abolición de las naciones y de sus fronteras– dará muchos pasos hacia atrás…” Y critica que “La izquierda defensora del SÍ está sustituyendo la lucha unificada de la clase trabajadora contra la austeridad y el imperialismo por el apoyo a una lucha nacionalista, y muestra así cómo está lejos de una perspectiva revolucionaria de lucha de la clase obrera.” Y termina con una afirmación genérica que con-


tradice todo lo anterior de que “Es por eso que, junto con el apoyo al derecho de autodeterminación, defendemos la libre Unión de los Estados Unidos Socialistas Británicos, como un objetivo a ser alcanzado en la lucha por la revolución socialista mundial.” Está claro para la ISL –y para la LIT- que lo de la autodeterminación es una frase hueca que no se piensa aplicar. Extractos de http://www.litci.org/index.php/mundo/europa/gran-bretana/item/2658referendo-por-la-independencia-elp u e b l o - e s c o c e s decide#.VDHUgFcWcS8 Lo que es grave es que Corriente Roja, que es parte de la misma internacional, no reproduce la declaración de la ISL. Al día siguiente Corriente Roja publica una propia, que hace equilibrios para compaginar lo que dicen en Inglaterra con lo que dicen en Catalunya… para terminar: “Es por todo esto que no compartimos la independencia de Salmond, del mismo modo que tampoco subvaloramos los efectos negativos que puede tener para la unidad de la clase trabajadora británica. La independencia de Salmond difícilmente nos acercará a esa federación de repúblicas socialistas británicas que defiende la izquierda del Reino Unido e Irlanda.” Hasta aquí parecería que en consecuencia llamarían al voto No, como la ISL, pero terminan: “Sin embargo, las grandes progresos que está obteniendo el SI en esta última fase de la campaña del referéndum provienen del electorado obrero escocés, que había sido tradicionalmente un bastión laborista,... Pero, si hay algún argumento de impacto en la campaña es la esperanza en que con el Sí se mantendrán las conquistas sociales y que la clase trabajadora y el pueblo escocés ya no tendrán que soportar más tiempo seguir gobernados desde Londres por los tories (conservadores),… ¿Y entonces qué defienden? No sabemos, porque ahí termina el artículo. La declaración toma elementos de la ISL, pero elimina afirmaciones que cuestionan a quienes apoyan el Sí. Probablemente resultaría demasiado grotesca publicar la de la ISL en la web, junto a los carteles exigiendo que el 9N en Catalunya hay que votar. O

¿Cuál es la diferencia entre la pseudo independencia escocesa y la que saldría en Catalunya?¿llevará a una Catalunya Socialista? ¿Mas es más rojo que Salmond? ¿No se crearían nuevas fronteras?... Todo lo que en Gran Bretaña son argumentos para el No, aquí se callan para defender el Sí. Mucho nos tememos que estos zig-zags, responden a la adaptación a las presiones que se reciben en cada lugar, y eso en política se llama oportunismo. http:// Extractos de www.corrienteroja.net/ index.php?option=com_k2&view=item&id=1469:elr e f e r % C 3 % A 9 n d u m escoc%C3%A9s&Itemid=183 Vayamos ahora a Clase contra clase. Dicen “Obviamente que se debilitaría el rol de Gran Bretaña en la escena internacional. Pero concluir de esto, en forma unilateral, que como subproducto se abriría una dinámica favorable a los trabajadores y el pueblo no solo en Escocia sino también en toda Inglaterra, como afirman varios partidarios del “Sí”, es ir demasiado lejos. Esta postura, por otra parte, termina cediendo acríticamente al nacionalismo burgués escocés. Aquí se puede citar convenientemente el ejemplo de la ruptura de Noruega con Suecia en 1905, si bien la separación era un reclamo auténtico, al ser resuelta en el marco de la creación de un estado capitalista-burgués no sirvió como motor de la movilización independiente de las masas para que pudieran deshacerse de la clase dominante autóctona” ¿Y? ¿Cuál hubiera sido la política del PTS argentino o de Clase contra Clase aquí, ambos de la misma internacional, ante el referéndum noruego? Mucho nos tememos que como terminó en un estado capitalista-burgués, nos están indicando que mejor No. O quizá mejor no posicionarse alertando de los peligros. Pero alertar de los peligros es necesario pero no suficiente para hacer política. Lenin, ante el caso noruego, y polemizando con Rosa Luxemburg era claro, porque se posicionaba respecto al problema y no respecto ni a la dirección del movimiento ni sobre el final. Así escribe: “En agosto de 1905 se lo sacudieron –el yugo sueco- por fin: la Dieta noruega decidió que el rey de Suecia dejara de ser rey de Noruega, y el referéndum del pueblo noruego, celebra-

do más tarde, dio una aplastante mayoría de votos (…) a favor de la completa separación de Suecia. Los suecos, después de algunas vacilaciones, se resignaron con la separación….¿Cuál fue y debió ser la posición del proletariado noruego y sueco en el conflicto motivado por la separación? … es indiscutible que el proletariado noruego debía haber ido contra esa aristocracia – sueca-, por una democracia campesina noruega (aun con toda la estrechez de miras pequeñoburguesas de esta última)… ¿Y el proletariado sueco?... No cabe la menor duda de que la socialdemocracia sueca habría hecho traición a la causa del socialismo y a la causa de la democracia si no hubiera luchado con todas sus fuerzas contra la ideología y contra la política tanto de los terratenientes como de los Kokoshkin, si no hubiera propugnado, además de la igualdad de las naciones en general (…), el derecho de las naciones a la autodeterminación, la libertad de separación de Noruega.” (https:// www.marxists.org/espanol/lenin/ obras/1910s/derech.htm) Esa no es desde luego, la política de Clase contra Clase, cuando siguen: “Muy por el contrario, la victoria del “Sí”, supondrá a los trabajadores escoceses la continuidad de una agenda neoliberal y ataques, pero desde Edimburgo y no desde Londres. Para la clase obrera inglesa, también significará la continuidad de políticas de ajuste. La victoria del “Sí” tendrá repercusiones geopolíticas… Si gana el “No”, Westminster tendrá que conceder la devolución de algunos poderes para calmar los aires de la población independentista… A pesar de que la campaña por el “Sí” es una expresión de descontento de amplios sectores, es un compromiso con el SNP y no representa una solución de clase a los problemas que afectan a las trabajadoras y trabajadores escoceses. Las aspiraciones de los trabajadores y la clase oprimida escoceses no se encuentran bajo una Escocia que siga controlada por los monopolios y subordinada a la monarquía, los intereses de la clase dominante y las grandes finanzas. Si una Gran Bretaña capitalista no es una salida de fondo, tampoco lo es una Escocia

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capitalista bajo el reinado de Isabel II, la libra y la OTAN.” En conclusión, y como nos temíamos, mejor No. Aquí si que no hay zig-zags. En Síria tampoco podían definirse por la revolución por la dirección que tenía, y en Catalunya, también empujan al mejor No. Y suponemos seguirá siendo así hasta que haya una imposible revolución de manual que encaje con sus esquemas, y mientras… mejor No. Extractos de http://www.clasecontraclase.org/ 18-de-septiembre-la-prueba-decisiva

3. La polémica con En Lucha Con las posiciones que reproducen los compañeros en su web, estaríamos en el mismo lado de la barricada: a favor del Sí i con un programa de clase. Pero no compartimos el análisis que reproducen de Neil Davidson, del Socialist Worker Party y nos parece muy peligroso. No vamos a cuestionar el conocimiento de la historia escocesa de un escocés, aunque hay datos que no coinciden con los que tenemos, pero sí cuestionamos el método del análisis. Dice “a diferencia de los habitantes de otras naciones sin Estado, la población escocesa no fue objeto de discriminación, ni estuvo en desventaja en el Estadonación en la que fue admitida. De hecho, las y los escoceses llegaron a posiciones de poder en la política, la industria, el Imperio Británico y en el movimiento obrero en números bastante desproporcionados respecto al tamaño de su país. Incluso, dado el papel desproporcionadamente importante que Escocia jugó en la conquista, administración y explotación del Imperio Británico desde Irlanda hasta la In-

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dia, se la podría describir como una nación opresora… Salmond también lo afirma. A nosotros no nos lo parece, y lo argumentamos en el cuadro específico. Pero aún tomando los elementos que da Davidson, no nos parece que los criterios sean los que el marxismo, y Lenin en particular, utilizaron para definir las naciones como opresoras u oprimidas. No se trata de si son más o menos ricas, ni tampoco si han tenido representantes en las instituciones de poder, sino si tienen o no el control político-económico de su nación o si ésta depende de otra. El concepto de oprimido y opresor es político, no cuantitativo. Si por los datos nos guiamos, En Lucha debería decir parecido de Catalunya, cosa que no hace. Al contrario, aquí se mueve considerándola oprimida: pero ¿no hubo ministros y jefes de estado catalanes? En la industria, ¿no están en muchos aspectos en posiciones de poder, como en Repsol sin ir más lejos? ¿los “indianos” no hicieron su agosto en América?... Pero, una vez eliminada la razón de ser una nación oprimida, señalan esencialmente dos motivos para apoyar la independencia: que 1. … “ abre un espacio de lucha, … “ y 2. “La… posibilidad de romper el Estado imperialista británico y ayudar a impedir nuevas guerras como las de Afganistán e Irak,…” Compartimos que son dos buenas consecuencias de la lucha escocesa, pero no motivos suficientes para apoyarla. Porque el impulso de la secesión lombarda por la Liga Norte, puede generar un espacio de lucha, y desde luego, debilitaría la Italia imperialista, pero eso no nos llevaría a apoyarla. Por el contrario, si apoyaríamos la corsa contra el imperialismo francés, o la kurda aunque no debilite a ningún país imperialista. En el primer caso, defenderíamos la unidad de la clase obrera italiana frente el falso problema creado por la derecha; en los

otros, el derecho de autodeterminación de las naciones, aunque tuvieran una dirección burguesa. La diferencia es determinante, porque lo que Lenin ponía como norte era la unidad de la clase, y marcaba una política proletaria –tanto para la nación oprimida como para la opresora- para aquellos casos en que el problema nacional estaba presente para garantizarla. Cuando ese problema existe, y contra lo que ustedes afirman, si hay algo “intrínsecamente beneficioso para la clase trabajadora en la independencia escocesa”: que la clase obrera, si ha actuado como Lenin y Trotsky decían, se habrá mostrado fiel a la defensa de los problemas democráticos y por tanto dirección de alternativa para los sectores pequeño burgueses que lo reivindicaban. Pero en ningún caso, ni Lenin ni Trotsky apoyaron la fragmentación de los estados como modo de debilitar su carácter imperialista: para ello está la lucha de clases en cada país, contra el propio imperialismo. Los extractos proceden de http:// enlucha.wordpress.com/2013/02/ 20/una-respuesta-revolucionaria-ala-cuestion-nacional-en-escocia/. Para nosotros éstas no son razones, pero nos preguntamos, ¿cómo compagina En Lucha esta posición con la que mantiene en Catalunya? ¿o es también una cuestión “táctica y no de principios” –como dice el mismo autor en otro artículo-¿ Estaría bien que nos contaran o las diferencias entre Escocia y Catalunya, o si todo su apoyo a la CUP en la que muchos militan, es también una cuestión táctica. Para nosotros no hay diferencia: Escocia, como Catalunya son naciones oprimidas y por esa razón es una cuestión de principios que los y las trabajadoras hagan suya la defensa del derecho democrático a su autodeterminación.


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