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SUPLEMENTO LI 140-octubre 15 25 años de la

Reunificación alemana

REIM PRES IÓN

La reunificación alemana en octubre de 1990, fue la pieza fundamental de la posterior hegemonía de este país en la UE y las actuales políticas. Pero no se puede entender esta evolución sin comprender sus raíces: la caída del muro de Berlín. Por esta razón, reeditamos el suplemento que hicimos con motivo de los 20 años de su caída entendiendo, com decíamos entonces que "... es la referencia indudable para hablar del hundimiento del orden de posguerra en Europa, el detonante de la crisis irremediable de los regímenes estalinistas que dominaron el glacís y la URSS en la segunda mitad del s. XX, y ese proceso, con el de restauración del capitalismo, han tenido efectos determinantes en la actual situación de conciencia y organización en la izquierda." 1

Sección de la Unión Internacional de Trabajadores - Cuarta Internacional (UIT-CI)


Dos debates en la izquierda mundial:

Reunificación, caída del estalinismo y restauración capitalista. 1.- Si la reunificación iba a significar la pérdida de la economía estatalizada en el mar co de la RF A marco RFA capitalista, ¿no había que estar en contra de la reunificación? Un sector muy importante de la izquierda, incluida la que se reclama del trotskismo vio en el movimiento hacia la reunificación una amenaza a las conquistas de los trabajadores con el sistema estatalizado de la economía, a favor del capitalismo, por ello se posicionaron contra la reunificación de Alemania que se iba a realizar alrededor de la RFA capitalista. Nuestra posición fue el apoyo incondicional a la reunificación alemana. El elemento determinante para decidir si una lucha es o no progresiva es la dinámica que genera y cómo se modifica la correlación de fuerzas entre las masas y el imperialismo mundial. Desde ese punto de vista la caída del Muro de Berlín desató un movimiento de masas en todo el este europeo y la exURSS para acabar con unos regímenes policiales y burocráticos odiados por el movimiento de masas. Ciertamente que los trabajadores/as de la exRDA perdieron la escuela y la sanidad gratuita o el alojamiento barato, pero el movimiento mismo de cientos de miles huyendo de la RDA hacían que esas conquistas fueran de orden secundario respecto a la opresión brutal que sufrían. No es posible avanzar en la construcción del socialismo en una prisión de la que la clase obrera no quería sino escapar. La posición de todo el imperialismo era frenar la reunificación, no porque no quisiera reintegrar al mercado capitalista la zona este de Alemania, sino porque el ritmo que marcaban las masas y el derrumbe de los regímenes estalinistas suponían un foco de inestabilidad política difícil de controlar, también para el proceso de restauración del capitalismo. Todo el imperialismo apostaba por una vía tipo China, pero el movimiento de masas frustró esa perspectiva. El movimiento de masas se orientó sólo en un primer momento -junio del 53, Berlín- a intentar que el territorio este de Alemania pudiera ser el motor de la reunificación alrededor de un proyecto socialista, pero la burocracia del Kremlim

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aplastó a sangre y fuego el levantamiento obrero. De ahí en más el perfil de la cárcel que era la RDA no hizo sino irse completando hasta cerrar el muro. Dentro del campo de concentración, el SED y la STASI completaban la persecución. No había posibilidad de reconstruir un camino independiente que no pasara por la reconstrucción de la unidad del pueblo y la clase obrera alemana, y en ese camino –porque los tanques rusos frustraron el mejor- había que reconstruir la clase obrera alemana en el marco de la RFA capitalista. 2.- ¿No fueron las movilizaciones que hundieron los regímenes estalinistas responsables de la restauración del capitalismo en la exURSS y el este europeo? A menudo se explica que los trabajadores, con las movilizaciones que derrocaron en la RDA y en el resto de la Europa del Este y la ex-URSS, son los responsables de la llegada del mercado capitalista a estos estados. De esta forma, esos movimientos por la democracia se asocian con movimientos procapitalistas frente a una burocracia que -con sus métodos- defendía la propiedad estatal de la producción. En consecuencia serían los trabajadores y pueblos del este de Europa los que trajeron, de la mano del imperialismo, el capitalismo a sus estados. Este discurso se defiende desde los medios imperialistas, en el sentido de que la democracia burguesa y el capitalismo van en la dirección de los pueblos, pero también desde sectores de izquierda que aseguran que -aun sin saberlolas movilizaciones por la democracia y contra el estalinismo estuvieron objetivamente al servicio de los planes imperialistas. Pero esta no fue la dinámica real de lo que ocurrió. Los planes de restauración del capitalismo son muy anteriores a las grandes movilizaciones que echaron abajo el muro y los regimenes estalinistas del este europeo a finales de los 80. Fue la propia burocracia la que -habiendo ahogado el crecimiento económico- intentó el salto para empezar a convertirse o bien en burgués directamente o en

gestor de intereses de sectores multinacionales. Este proceso fue determinante en 1985 con la llegada de Gorbachov a la secretaría del PC de la URSS. Sus planes de perestroika suponían la decisión de la burocracia de impulsar definitivamente la restauración. Gorbachov quería una vía china, es decir, manteniendo el control férreo del PCUS en el poder, ir integrando sectores de la burocracia en la nueva burguesía rusa, de la mano de las grandes multinacionales. Pero ese camino se frustró cuando la caída del muro levantó un tsunami que derrocó los regímenes estalinistas, incluido el de Gorbachov. No hay más que ver si allí donde el movimiento fue derrotado por la burocracia del PC efectivamente esta paró la reintegración del capitalismo o si la aceleró. Ese caso es China: con el PCCH en el poder, la fusión entre la burocracia, la naciente burguesía china y las multinacionales, la aceleración de la integración en el mercado en condiciones de esclavitud laboral que otras dictaduras no pueden reproducir. Imaginemos las consecuencias sobre el proletariado mundial no de una China, sino de una decena de estados produciendo bajo el mismo régimen de sobreexplotación brutal. La burocracia en el poder como agente del imperialismo en el estado obrero, ya definida por Trosky, fue el principal factor de la restauración del capitalismo. Y esto se hizo desde el estado, de arriba abajo y no al revés. Por eso las movilizaciones del este europeo y la URSS, que rompieron la columna vertebral del estado, debilitaron la transición al capitalismo. Recién con Putin se puede hablar de la reconstrucción del aparato de estado ruso. Así pues, el factor principal de restauración del capitalismo en el este europeo fue la burocracia en el poder y, por el contrario, el movimiento de masas que destruyó los regímenes estalinistas y debilitó el estado jugó un papel muy positivo.


En 1945, con la derrota inminente de Hitler, las potencias aliadas se reunieron en la Conferencia de Yalta, entre el 4 y el 11 de febrero de 1945. Estaban presentes Stalin por la URSS, el primer ministro británico, Churchill, y el presidente de los EE.UU, Roosevelt. Poco después, el 8 de mayo, se produjo la rendición de Alemania. De nuevo, entre el 17 de julio y el 2 de agosto del mismo año, se volvieron a reunir las potencias vencedoras en la conferencia de Postdam, ciudad cercana a Berlín. Se produjeron dos cambios de protagonistas respecto a Yalta: Churchill fue sustituido por el laborista Attlee que ganó las elecciones, y Truman sustituía a Roosevelt tras su muerte. En pocos meses, en Yalta y Postdam el futuro de Europa y de Alemania fue decidido. El principal objetivo de YaltaPostdam es repartir Europa entre dos zonas de influencia y contener procesos revolucionarios en curso. En Francia e Italia la resistencia era el único poder existente y el que organizaba la vida social de los territorios liberados al nazismo, con un peso determinante de la izquierda en ella y del Partido Comunista. En Grecia se vivía un proceso revolucionario similar al de Yugoslavia. En toda Europa había una alza que por ejemplo también se reflejaba en la derrota electoral de Churchill por los laboristas en Gran Bretaña. Pero Stalin –arrastrando a los PC’s- impulsa la reconstrucción de los estados burgueses en la Europa Occidental, entregando las armas y el poder a la burguesía.

Más grave fue – si cabe- la situación en Grecia, donde en Postdam se pacta que debe quedar bajo la zona capitalista: la revolución es entregada a una represión brutal de las tropas británicas, que entran a sangre y fuego para aplastarla. Yugoslavia debía tener una influencia al 50% entre los dos bloques, por ello se impone un gobierno de coalición entre la monarquía serbia y el Consejo Antifas-cista de Liberación Nacional de Yugoslavia, que es la fuerza partisana que dirige Tito y el PC, pero las fuerzas populares imponen un reCartel de la resistencia griega feréndum y la monarquía es abolida. que se trataba de un equilibrio no No acatar los dictados de Yalta lleexento de roces, tensiones y desvará a Tito a un enfrentamiento y a confianzas, que llamaron “guerra la ruptura con Stalin. fría”. Sin el alza de masas de Europa al finalizar la guerra, el imperialisEn el este europeo se permitía la mo podía haber completado su plan extensión del modelo soviético bajo inicial de aprovechar el final de la el control de las tropas del Kremlin. guerra para intentar acabar con la En esa nueva Europa, las dictaduURSS, pero bastante tuvo con no ras fascistas de Franco en el estaperder Europa del control capitalisdo español y Salazar en Portugal ta. Sin embargo, el papel gozaron del beneplácito de los vencontrarrevolucionario de ese acuercedores. do entre burocracia e imperialismo fue determinante no sólo en EuroEl Pacto de reparto de Europa pa; por ejemplo, fue Stalin quien proentre el imperialismo y la burocrapuso en la ONU la creación del escia del Kremlin abre una etapa de tado de Israel al servicio del impe“coexistencia pacífica”, a pesar de rialismo.

Acuer dos de Y alta (izq) y Postdam (dcha) Acuerdos Yalta

MURO DE BERLÍN

La derrota del nazismo y el reparto de Europa.

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La división de Alemania: el centro del acuerdo. Hay un segundo proceso que inquieta a los reunidos en Yalta y Postdam: qué hacer con Alemania. Por una parte, se reparten tierras habitadas por alemanes entre los estados limítrofes, una cuarta parte del territorio que ocupaba el III Reich (Silesia, Prusia Oriental, Sudetes…) y entre 8 y 10 millones de alemanes son desplazados de sus casas. Por otra, se divide Alemania en 4 partes y su capital, Berlín, entre las potencias vencedoras: las tres reunidas más Francia. Hay otro fantasma que preocupa a los vencedores: la posible situación revolucionaria en Alemania. Al final de la I Guerra Mundial Alemania vivió un proceso revolucionario que hubiera cambiado el curso de la historia. En noviembre de 1918 se produjo el levantamiento popular y cayó el Káiser Guillermo II. El Partido Socialdemócrata pasó a formar Gobierno, presidido por Friedrich Ebert. El ala izquierda del SPD -los espartaquistas- que ya se había opuesto a la política oficial del partido de apoyo a la guerra, empujó la revolución más allá del marco de la república burguesa. En diciembre se constituía el Primer Congreso Soviético de Alemania en Berlín. El 5 de enero de 1919 se declaraba la huelga general y la insurrección. Karl Liebknecht proclamaba la república obrera soviética en la ciudad industrial de Leipzig. La represión del gobierno socialdemócrata provocó la llamada “Semana Sangrienta” aplastando definitivamente la revolución el 12 de enero. Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht fueron asesinados en la prisión por orden del ministro “socialista” de Defensa Gustav Noske, que también hizo desaparecer sus cuerpos. La situación al final de la II Guerra Mundial es amenazadora para las clases dominantes. El nazismo había unificado al extremo el poder político y el económico. No sólo por el poder financiero-industrial de las SS, sino por la adhesión de la alta burguesía al régimen. Esta estrecha relación hace que con la derrota del nazismo no sólo huyan muchos altos oficiales, sino también muchos patrones. En esta situación, numerosas fábricas son tomadas por los obreros que las ponen en funcionamiento. Con el ejército alemán de-

rrotado, los aliados se ensañaron con el pueblo alemán. Las ciudades de Dresde, la «Florencia del Elba», la ciudad industrial de Leipzig y la capital, Berlín, fueron terriblemente bombardeadas entre los días 13 y 15 de febrero del 45. En la llamada operación “trueno”, la Royal Air Force (Gran Bretaña) y la Fuerza Aérea de los Estados Unidos descargaron más de 4.000 toneladas de bombas altamente explosivas y dispositivos incendiarios, arrasando gran parte de las ciudades y desencadenando una tormenta de fuego. El operativo es iniciado al día siguiente de finalizar la Conferencia de Yalta, es decir, contando con el acuerdo de los reunidos, y además los bombardeos se hacen al servicio del avance de Bombardeo de Berlín las tropas del Ejército rojo. Los ser a la defensiva. Esta situación, y muertos en las tres ciudades se que no descarte un choque incluso cuentan en más de cien mil. El obarmado con la burocracia del jetivo de estos bombardeos ya no Kremlin, es lo que explica que la era el ejército alemán, sino aterroripolítica del imperialismo sea distinta zar a la población civil. a la de la burocracia soviética. Las reticencias francesas sobre la reEl carácter de la RDA. construcción de Alemania fueron La ocupación de Alemania por las superadas por la convicción de Gran tropas soviéticas nada tiene que ver Bretaña y los EE.UU. acerca del con la tradición revolucionaria, de la peligro de la inestabilidad de la Eusolidaridad entre obreros, que se ropa occidental, capitalista, ante la expresó en el apoyo del gobierno posibilidad de nuevos escenarios soviético al final de la I Guerra Munrevolucionarios. Se mantienen ciendial a la revolución alemana del 18tos de miles de soldados norteame19. Stalin en 1945 prohibió a las troricanos, franceses e ingleses en los pas toda confraternización con la sectores que controla cada potenpoblación alemana, el pueblo alemán cia vencedora. Pero junto a la rees condenado por los responsables construcción de la economía hay soviéticos como responsable del una reconstrucción del estado burnazismo, como hacen todos los pogués alemán, con la colaboración deres burgueses. En Postdam, las indispensable de la socialdemocratres potencias vencedoras deciden cia. En este sentido, Truman preel expolio del pueblo alemán en conparó un plan para ayudar –desde el cepto de indemnizaciones por la control norteamericano y su posiguerra. Sin embargo hay dos realición de única potencia imperialistadades distintas en el este y el oeste. a la reconstrucción de los estados La zona este, ocupada por las trocapitalistas. El 3 de abril de 1948 se pas rusas, comprendía 5 antiguos ratificó el Plan Marshall que se alarländer (Mecklemburgo, Brandeburgaría hasta 1951 y que destinó un go, Sajonia-Anhalt, Sajonia y Turingia) total de12.400 millones repartidos en y la ciudad de Berlín Este, su capicuatro años. El destino de las tal. Cientos de fábricas alemanas son “donaciones” marcaba claramente desmontadas pieza a pieza para ser los intereses norteamericanos: Gran reconstruidas en territorio de la URSS Bretaña con 3.297 millones de $, convirtiendo en cruda realidad aqueseguía Francia con 2.296 millones, lla célebre frase de convertir AlemaAlemania con 1.448 e Italia con nia en un campo de patatas. 1.204. A su vez, EE.UU. quedaba como única potencia mundial y se La correlación de fuerzas en Euaseguraba el control sobre el coropa está del lado revolucionario, por mercio mundial en Bretton-Woods. ello la política del imperialismo debe


La República Democrática Alemana no como los otros estados del Este europeo en los que, al final de la II Guerra Mundial, se instauró un régimen que expropió a la burguesía a la imagen del que funcionaba en la URSS, es decir, con un control burocrático. La RDA nació como un territorio ocupado, un enorme enclave militar, una plataforma desde la que la burocracia estalinista mantenía su pulso/colaboración con el imperialismo. La subordinación del SED (Partido Socialista Unificado de Alemania) a los dictados de los mandos militares rusos y la represión sistemática de la odiada STASI terminaron de convertir la llamada RDA en una situación intolerable para la clase obrera alemana. 1953 el levantamiento obrero en Berlín. Trostky había desarrollado la necesidad de una revolución política contra el proceso de degeneración de la burocracia estalinista. Se entendía por revolución social una revolución que cambiaba los cimientos no sólo políticos del estado sino también de la estructura social y económica, por el contrario una revolución política era la que preservaba los cimientos económicos de la economía y destruía el poder político establecido. Esta era la idea: conservar la propiedad colectiva estatalizada de los medios de producción y la gestión planificada, en tanto se desplazaba del poder a la burocracia. Esta misma tarea de la revolución política era la consigna del trotskismo para los estados en los que la burguesía había sido expropiada pero en los que gestionaban partidos únicos en el poder a imagen y semejanza de Stalin.

La primera página de la revolución política se escribe en la parte oriental de Alemania. El 28 de mayo de 1953, el Gobierno publica un decreto anunciando medidas de intensificación del trabajo industrial en un 10% sin aumento de los salarios. A principios de julio estallaron decenas de huelgas. El 16 de junio del 53 los obreros de la construcción se declararon en huelga en Berlín. Al día siguiente se extiende el levantamiento generalizado contra el gobierno de la RDA. En muchas localidades se formaron comités de huelga. Junto a la derogación de las medidas de intensificación del trabajo se pedía la dimisión de Gobierno y elecciones democráticas con libertad de partidos y la reunificación alemana. En las manifestaciones, los obreros gritan contra el gobierno y cantan la Internacional.

represión con los tanques rusos cierra toda perspectiva para los obreros de la futura RDA. A partir de ese momento el rechazo obrero tomará otro camino: se inicia un éxodo para escapar de la cárcel. La construcción del muro contra los trabajadores/as. Se cierra la cárcel. Desde 1952, las fronteras interiores entre la RDA y la RFA se aseguraron con vallas y vigilantes, pero estas medidas no impidieron que entre 1948 y 1961 se cifren en más de tres millones los que cruzan la línea de división de Alemania para entrar en la RFA. Esto en una población que en los años 80 declara 16 millones de habitantes. Entre los que se fugan destacan los jóvenes y con formación que pueden encontrar fácilmente trabajo en la RFA. El coste económico y político de esta evasión masiva se hizo in-

La sublevación en Berlín fue violentamente reprimida por tanques del Grupo de Fuerzas Soviéticas en Alemania: 16 divisiones acorazadas y más de 20.000 hombres del Ejército de la URSS inician una represión implacable que incluyó un centenar de ejecuciones sumarias, millares de detenciones y largas penas de cárcel para un buen número de trabajadores. A pesar de la intervención de las tropas soviéticas, la oleada de huelgas y protestas no fue controlada fácilmente. Incluso después del 17 de junio, hubo manifestaciones en más de 500 pueblos.

Este movimiento por la revolución política tuvo su continuidad en la revolución de los Consejos de 1956, el poderoso movimiento revolucionario en Polonia el m i s m o año, la primavera de Praga en el 68, Polonia de nuevo en el 7071, en 1976 y en el 80. Sin embargo, la derrota del levantamiento obrero de Berlín y la Tanques rusos en Berlín. 1953 sangrienta

Construcción del muro

sostenible para la burocracia. En la noche del 12 al 13 de agosto de 1961, sin previo aviso, se construyó el muro entero, la burocracia lo denomina cínicamente “Muro de protección antifascista” para “evitar agresiones occidentales”. Pero esta frase a nadie convence y todas las medidas de control del muro miran al territorio de la RDA y a sus habitantes. El muro se extendía por 45 kilómetros, que dividían la ciudad de Berlín en dos, y en 115 kilómetros que separaban la parte occidental de la ciudad del territorio de la RDA. La burocracia termina así de convertir la RDA en una enorme cárcel. En los años siguientes el muro fue “mejorado”. En 1975 se construye el muro de cuarta generación, de hormigón armado, que completan

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vallas de tela metálica, cables de alarma, trincheras para evitar el paso de vehículos, una cerca de alambre de espino, más de 300 torres de vigilancia y treinta bunkers. La crisis económica en la RDA. Desde el punto de vista técnico y de rendimiento económico, la economía de la RDA está por detrás de la RFA. El PNB por habitante en 1987 era de 18.400 dólares en la RFA y de 8.000 en la RDA. Sin embargo en relación a los demás estados del COMECON, las diferencias aun son mayores: el PNB de Polonia por habitante estaba en 1.720 dólares y el de Hungría en 2.240. Con retraso después del expolio, el territorio este de Alemania se reconstruye como una economía industrial. La situación de la RDA cuenta –a través de la influencia de la RFA- con unas relaciones privilegiadas con la CEE. Hay líneas de crédito permanentes de la RFA a la RDA que sostienen el marco de la RDA: en 1983, la RFA concede un crédito sin intereses ni contrapartidas comerciales de mil millones de marcos; en julio del 84 un nuevo crédito, en las mismas condiciones, de 950 millones de marcos. La RFA paga los derechos de tránsito a Berlín a precio de oro. De esta forma Bonn entrega a la RDA subvenciones por un valor anual de 3.000 millones de marcos. El sentido de esas aportaciones es el interés de la burguesía alemana para frenar el flujo migratorio, que, aunque menor, continúa produciéndose.

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En la crisis económica que viven los estados del este en los 80. Los salarios en la RDA, siendo los mejores del COMECON, se van alejando sistemáticamente de los de la RFA. El peso nefasto de la burocracia sobre la planificación y, sobre todo, el peso de la ocupación militar del territorio en todos los dominios –coste económico que pagan los alemanes y político por la opresión- terminan por hundir la productividad del trabajo y la economía. Las dificultades económicas y políticas se alimentan mutuamente aumentando el malestar en la RDA. La RDA se mantiene tan solo por la presencia de centenares de miles de soldados de ocupación, pero es cuestión de tiempo, la situación se va volviendo insostenible.

De junio del 53 a noviembre del 89 Entre el levantamiento del 53 y el del 89 algo muy profundo cambió. En el 89 ya no es la clase obrera, los comités elegidos y las huelgas, la protagonista de la lucha de masas contra la burocracia y las tropas. Ahora son los jóvenes, y toda la exigencia se concentra en poder marchar a la RFA y, obviamente, la indignación popular se dirige contra el muro. Hay dos factores que explican ese cambio de protagonista y programa: un primer elemento interno con el aplastamiento de la revolución del 53 y la construcción del muro para impedir la fuga masiva, no comparable a otros estados del este aunque los trabajadores vivieran en condiciones más precarias que en la RDA. El segundo tiene que ver con Polonia 1981. Hasta esa fecha todos los levantamientos del Este europeo seguían unos parámetros similares con la clase obrera en la primera fila de la revolución política, con métodos de lucha tradicionales y un programa que se rebela contra la burocracia pero que no toma de referencia al capitalismo ni a la democracia burguesa, sino por el control del poder de organismos de base contra la burocracia que ejerce una dictadura irrespirable. A partir de esa fecha son otros sectores populares, la juventud y clases medias urbanas, los que toman el protagonismo, con hechos tan sangrantes como los choques en Rumania entre esos sectores y sectores de clase (los mineros) instrumentalizados por el régimen como fuerza de choque. ¿Qué ocurrió en la lucha por la revolución política contra la burocracia a principios de los 80? El escenario, Polonia, en él la clase obrera crea el mayor sindicato creado en Europa, Solidarnosc con más de 10 millones de afiliados (la DGB alemana no llega a 8) echando un pulso al poder combinado del POUP y de la burocracia rusa. Todo el mundo occidental y oriental puso su mirada en Polonia. Hasta entonces, los movi-

mientos revolucionarios habían coincidido regularmente en el este y en el oeste: mayo francés/primavera de Praga. Polonia 1970, revolución portuguesa 1975. El alza del movimiento de masas era combinada en el este y en el oeste europeo. La revolución que se preparaba en Polonia tenía un enorme potencial en el este, pero también iba a ser decisiva en el oeste. La situación era favorable a la lucha de los trabajadores y los pueblos en el mundo: caía el Sha de Iran, baluarte de la reacción apoyado tanto por el imperialismo americano como por la burocracia rusa. Caía Somoza y triunfaba la revolución sandinista. En el estado español, tras la crisis revolucionaria del final del franquismo, la Monarquía estaba lejos de estar estabilizada… En 1980 todo era posible. Solidarnosc celebró su segundo congreso, la izquierda revolucionaria y socialista consiguió ganar las resoluciones con un programa por el socialismo, de lucha por la democracia que no cuestionaba las bases estatales de la producción, pero perdió el pulso por la secretaría general que tomó Lech Walesa. Con esa correlación interna, y con el potente movimiento de los 80, en diciembre de 1981 el Primer Ministro Wojciech Jaruzelski declaró la ley marcial. Walesa fue encarcelado durante 11 meses en el sureste de Polonia, cerca de la frontera con la Unión Soviética, hasta el 14 de noviembre de 1982, mientras comienza una política de represión selectiva sobre toda la izquierda del sindicato. En 1983 Walesa es reintegrado a su puesto de electricista del Astillero de Gdansk, mientras se le entrega el premio Nobel de la Paz. En esa situación de represión generalizada sobre el sindicato y cuando el imperialismo y la iglesia han


1989: los acontecimientos se precipitan. Ese verano, decenas de miles de alemanes de la RDA aprovecharon las vacaciones en Checolovaquia o Hungría, para pasar hacia el oeste. El 7 de octubre, el SED bajo la dirección de Honecker celebraba el cuarenta aniversario de fundación de la RDA. Al mismo tiempo en Leipzig se celebran manifestaciones masivas reprimidas por la policía. Pero las manifestaciones se van a reproducir en los días sucesivos en todo el territorio. El poder duda si seguir reprimiendo o no. Honecker deja el poder el 18 de octubre y le sucede Egon Krenz. A la cabeza del movimiento toma posiciones Nuevo Fórum, controlado por la iglesia metodista alemana. El SED intenta negociar con “Nuevo forum”. El 2 de noviembre se producen dimisiones en cascada en la cúpula burocrática. El sábado 5 de noviembre más de un millón de alemanes de la RDA se manifiestan en Berlín, acabando en un enorme mitin en el que intervienen Nuevo Forum, intelectuales, representantes de la iglesia evangelista y un sector de la propia burocracia; el eje de las intervenciones es la libertad de circulación, libertad de organización, abajo el partido único, libertad de prensa, elecciones libres. El 7 de noviembre cae el jefe de Gobierno, Stop, un fiel alia-

do de la burocracia del Kremlin. Le sustituye Hans Modrow que promete el fin del partido único y elecciones libres, también promete facilitar la circulación entre las dos Alemanias, pero ya es demasiado tarde y las masas no confían en ninguna promesa, el movimiento ya no se detiene. El 9 de noviembre, un enorme movimiento de berlineses se dirige hacia el muro. La policía y el ejército no reprimen, Gorbachov da órdenes a las tropas que ocupan el territorio de no intentar ahogar en un baño de sangre el movimiento. Cae el Muro.

Todos contra la reunificación. La reacción inmediata de todos los poderes tienen un punto común: detener la acción independiente de las masas que impone la reunificación. El posicionamiento de todos los poderes es la defensa del status quo surgido de Yalta y Postdam. En la RFA sólo habla de reunificación el canciller Kohl, pero no impuesto por el movimiento de masas, es decir, manteniendo la RDA durante un amplio periodo. El 13 de noviembre Kohl reitera su ofrecimiento de una “amplia ayuda económica” a la RDA bajo algunas condiciones: libertad de circulación, libertad de prensa, partidos y elecciones libres y secretas. La burguesía alemana quiere controlar el proceso desde la existencia de la RDA, y completa: “las medidas de ayuda

MURO DE BERLÍN

proyectado la imagen de Walesa, se produce la negociación clave entre el imperialismo, la iglesia, la burocracia del Kremlin y el POUP/ Jaruzelsky, y se pacta la transición controlada. La burocracia polaca – como sus homólogos- ha emprendido ya el camino de la restauración capitalista y mientras el aparato militar impone una férrea represión sobre el movimiento obrero, se permite que Walesa traicione las resoluciones del II Congreso de Solidarnosc y dirija ese proceso hacia el capitalismo y la democracia burguesa. No hay ruptura –como en el estado español- y la transición se produce bajo control. El golpe sobre la conciencia de la clase obrera mundial es durísimo y va mucho más lejos que Polonia. El imperialismo, de la mano de la burocracia, ha atajado el peligro mortal de la revolución obrera por un tiempo.

no pueden ser coronadas con éxito más que con la condición que una economía de mercado,…, tome el relevo del sistema estatal de la economía planificada.” Para concluir que “todo hace prever un despegue económico de la RDA.” El objetivo de la burguesía alemana está claro, pero quiere seguir el proceso manteniendo intacto el estado de la RDA para hacer la transición. Cuando el 11 de noviembre Kohl había hablado de la “reunificación en la libertad” la reacción del SPD en declaraciones del alcalde de Berlín oeste es fulminante: “El canciller no ha entendido nada en el giro de Alemania del este y sus propuestas intempestivas ponen en riesgo la evolución democrática” y concluye que no hay que utilizar el término “reunificación” para festejar el reencuentro entre alemanes. El ministro liberal de Asuntos Exteriores Hans Dietrich Genscher rechaza el término “reunificación” a favor de la “unidad alemana”, porque “unidad no implica la fusión de las dos Alemanias en un mismo estado”. Tampoco la dirección del movimiento en el este impulsa la reunificación. Nuevo Forum – más tarde Alianza 90- insiste en que los alemanes de la RDA no quieren la reunificación sino una reforma en la RDA. Pero el movimiento de masas acaba imponiendo la reunificación inmediata.

La reunificación de Alemania. El proceso ya no se puede contener si no es provocando un enorme éxodo de la RDA a la RFA con el Muro inservible. Se convocan elecciones multipartidarias en la RDA el 18 de marzo de 1990 para ganar tiempo, pero son inservibles. Se firma el tratado de Unificación entre la RDA y la RFA el 31 de agosto. Más tarde, el 12 de septiembre de 1990, culminan las negociaciones de las dos Alemanias y las cuatro potencias de ocupación en el llamado “ Tratado Dos Más Cuatro”. El coste de la aceptación de la exURSS de la reunificación es el pago de cerca de 24.000 millones de euros asegurando el traslado y la reinstalación de los más de medio millón de soldados y sus familias a territorio de la URSS.

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Consecuencias de la caída del muro 1.- El muró cayó sobre todos los regímenes de la Europa del este y la exURSS precipitando la crisis. La caída del Muro fue un poderoso llamamiento a la movilización de los pueblos por las libertades democráticas, con el elemento común del odio al régimen de partido único y sus terribles policías políticas. El territorio de la RDA no era uno más en el COMECON y el hundimiento del Muro hizo tambalear uno tras otros todos los regímenes estalinistas de la Europa del Este, hasta que se derrumbó el propio régimen del PCUS en la Unión Soviética. La clase obrera había sido desplazada como sujeto de todos los procesos de revolución política y los sectores sociales que impulsaron el hundimiento de los regímenes estalinistas a finales de los 80 y los 90 fueron de juventud, estudiantes, clases medias, que tenían grandes ilusiones en las posibilidades del capitalismo y la democracia. Los procesos democráticos no pudieron ni se plantearon detener el curso que la propia burocracia en el poder había puesto a la restauración del capitalismo. 2.- Cambio definitivo de la correlación de fuerzas en el seno de la CEE/UE. La reunificación de Alemania da al traste con la Europa de la postguerra. Alemania vuelve a recuperar el centro de la escena política y económica, no sólo por ser el estado más numeroso e industrializado, sino porque la apertura de mercados al este da a Alemania –a través de la vieja relación de la RDA- una posición privilegiada. Francia decae definitivamente en la hipotética paridad sobre la que se había construido la CEE/ UE. Alemania empieza a negarse a pagar la factura de la agricultura francesa a través de la PAC, pagada en su mayor parte por Alemania. El recorte de subsidios a la agricultura francesa empieza a desestabilizar el régimen. 88

3.- Una gran confusión en la conciencia de clase. Hubo un gran esfuerzo para falsificar el carácter de los movimientos por las libertades democráticas en el este que acabaron con los regímenes estalinistas, identificándolos con los procesos de restauración que venían de antes. Pero ese discurso de la muerte del socialismo y el triunfo definitivo del capitalismo llega a los trabajadores y la juventud desde todos los sectores del poder: burguesía, socialdemocracia y estalinismo reconvertido, direcciones sindicales mayoritarias… y juntos tienen un enorme poder de confusión y desmoralización, porque si no tenemos una alternativa creíble al capitalismo este se vuelve como un mal inevitable. Sin esa perspectiva de lucha y con la campaña contra el socialismo, las consecuencias en las organizaciones revolucionarias se han hecho notar y han pasado unos años difíciles. Los trabajadores/as de los estados del este y la exURSS han vivido ya las terribles consecuencias de la restauración del capitalismo con el paro y el hundimiento de sus condiciones de vida. En China vemos cómo el sistema combinado de represión estalinista y producción capitalista crea un cóctel letal para la clase obrera, hundiendo sus condiciones a límites impensables. En Rusia la restauración ha tenido efectos similares a la Guerra Mundial en retroceso de la Producción. Pero también en los estados dominados por el capitalismo vimos la extensión del hambre y la pobreza. La propaganda y las proclamas ideológicas al servicio del capitalismo no resuelven las contradicciones reales de la economía capitalista, y ante la nueva crisis que hemos empezado a vivir de nuevo, hay que volver a recuperar la lucha por una salida revolucionaria al capitalismo.

El 3 de octubre de 1990 es cuando las áreas de la antigua República Democrática Alemana (Alemania Oriental) fueron unificadas con las de la República Federal de Alemania (Alemania Occidental). El 14 de noviembre de 1990, el Gobierno alemán firmó un tratado con Polonia, definiendo las fronteras de Alemania como permanentes a lo largo de la línea OderNeisse, y de este modo, renunciando a cualquier reclamación sobre Silesia, Pomerania Oriental, Danzig (Gdansk), y Prusia Oriental. Al mes siguiente, tuvieron lugar las primeras elecciones para el conjunto de Alemania, y es normal que –con las posiciones explicadas- la CDU de Kohl arrasase. La Alemania reunificada se convirtió en un miembro de la Comunidad Europea (después Unión Europea) y de la OTAN. En las condiciones dictadas por el movimiento de masas el coste de la reunificación para la RFA fue enorme. Los marcos de la RDA se cambiaron con una tasa de 1 a 1 para los primeros 4.000 marcos, y 2 RDA a 1 DM para cantidades superiores. Los costes de la reunificación se han estimado en un importe que excede 1,5 billones de euros (según la Universidad Libre de Berlín). El coste de la reunificación ha sido una pesada carga para la economía alemana pero las consecuencias de la restauración capitalista en el este no han sido distintas de otros procesos: la anterior RDA ha sido desindustrializada, provocando una tasa de desempleo de alrededor del 20%. El proceso de emigración de la exRDA continuó hacia el oeste en busca de mejores salarios y empleo, la RDA ha seguido perdiendo habitantes.


Decíamos en el otro artículo que la división de Alemania – junto a la contención de los procesos revolucionarios en curso- fue la clave de bóveda de los acuerdos de reparto de Europa entre las potencias vencedoras. Con esos acuerdos y a pesar de que entre la burocracia estalinista y el imperialismo hubo tensiones, a veces a punto de desembocar en conflictos armados (como la crisis de los misiles en Cuba), la relación esencial entre la burocracia estalinista y el imperialismo no era la «guerra fría», sino la llamada «coexistencia pacífica». La expresión «coexistencia pacífica» con el imperialismo fue acuñada por Kruschev cuando accedió al poder tras la muerte de Stalin en 1953. Con ese término, la burocracia del Kremlin explicaba que había que mantener una política de no agresión hacia el imperialismo, con las concesiones necesarias, para concentrarse en el desarrollo productivo de la URSS. Este era el camino para superar el capitalismo. Así pues la «coexistencia pacífica» era la otra cara de la moneda del «socialismo en un solo país», que había sido la política de Stalin. Ejemplo de ello fueron la disolución de la III Internacional, dictada el 15 de mayo de 1943 sin congreso alguno que la ratificara, o los pactos de Yalta y Potsdam. Frente a esa política, el trotskismo demostró la imposibilidad de alcanzar el desarrollo del socialismo avanzando en un solo país y defendió la necesidad de potenciar el internacionalismo de clase, en un combate permanente con el imperialismo. La imagen de enfrentamiento permanente -al borde de la guerra- fue un instrumento muy útil para ambos sectores en muchos sentidos: 1) Para aplicar una política de persecución rsecución interna ante un supuesto enemigo exterior que

busca la destrucción del régimen. Son conocidos los enormes crímenes al acabar la II Guerra Mundial no sólo sobre disidentes y sobre pueblos enteros obligados a abandonar su territorio, pero también lo fue en EE.UU., en el mismo periodo, la caza de brujas de dirigida por el senador Joseph McCarthy en la que se golpeó a toda la izquierda, sospechosa de ser agente soviético o simpatizante del comunismo; 2) Para extender un reparto de mundo a imagen y semejanza de Europa en zonas de influencia, fuera de las cuales sería inconcebible situar un estado. El realineamiento de todo proceso político en el marco de uno u otro bloque permitió un control y una presión conjunta sobre procesos revolucionarios, como ocurrió para cerrar la etapa de revoluciones abierta en Europa por la guerra, o en la traición a numerosos procesos como la revolución española del 36. Este reparto de funciones no impedía la disputa del control sobre terceros países por parte de la burocracia y el im-

perialismo, como disputas de mercados de armamento. La caída del muro en el 89, que arrastró el hundimiento de los regímenes estalinistas, acabó con esta forma de reparto de funciones entre imperialismo y burocracia para controlar mejor el mundo. Los nuevos procesos se iban a enfrentar a un mundo con un «solo poder», el imperialista yy,, curiosamente, en lugar de ir a más estabilidad se entró en un periodo de «menos estabilidad política» de los gobiernos y estados. La resistencia de las masas no iban a tener el referente del bloque burocrático, su fuerza como única alternativa real y con una burocracia con una enorme fuente de poder y dinero. Esto, por sí solo, no resuelve la formación de nuevas direcciones revolucionarias, pero acabar con el corsé estalinista fue soltar lastre, algo imprescindible para recomponer y reconstruir el movimiento obrero. Mientras esa dirección revolucionaria no se pueda rreconstruir econstruir econstruir,, otras formas de populismo y demagogia, corrientes nacionalistas o religiosas, vendrán a ocupar la dirección de la resistencia de masas.

MURO DE BERLÍN

La caída del Muro hunde el orden de Yalta y Potsdam.

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La importancia de la unidad de la clase obrera alemana La reunificación alemana no sólo supuso redefinir una nueva Europa y un cambio de relaciones entre Francia y Alemania, sino que posibilitó la reconstrucción de la clase obrera alemana. Muchos son los que hoy cuestionan el papel de la clase obrera en una futura revolución y más aun de la clase obrera de países desarrollados, y más concretamente de la clase obrera alemana. Nosotros no compartimos ni lo uno ni lo otro. La clase obrera alemana fue un componente esencial en la formación de la clase obrera internacional, y el más determinante en la construcción de la II Internacional. El potente, aunque tardío, desarrollo capitalista hizo de Alemania un lugar en el que las contradicciones de la lucha de clases iban a tomar formas extremas. La burguesía alemana formó y desarrolló su potente maquinaria industrial cuando el mundo ya estaba repartido y sólo podía expandir sus enormes fuerzas productivas a costa de

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otras potencias. Por dos veces, en 1914 y 1939, intentó la conquista de nuevos mercados enfrentando las viejas potencias coloniales, pero ambas en guerras mundiales fue derrotada. Sin embargo, al calor de ese enorme desarrollo industrial se iba a formar el proletariado más concentrado y numeroso de Europa y con él iban a crecer corrientes revolucionarias. No es casual que Alemania fuera el escenario en el que sucumbieron la II y la III Internacionales. La II en agosto de 1914 cuando los diputados del SPD (con la excepción del ala izquierda) votaban los créditos de guerra, aprobando la guerra imperialista y traicionando sin retorno los principios del internacionalismo de clase. La III Internacional en marzo del 33, cuando el Partido Comunista Alemán (con el apoyo de Stalin) permitió sin combate la llegada al poder de Hitler y precipitó la catástrofe de la clase obrera. Y no es casual que el debate en toda la izquierda, y entre los partidos y corrientes que se reclaman de la IV

Internacional tiene y tuvo, inevitablemente, como puntos de su agenda la caída del muro de Berlín, el hundimiento del estalinismo, y el proceso de restauración en la exURSS y demás estados del este. Sólo desde la comprensión de lo ocurrido es posible seguir desarrollando una política revolucionaria coherente, pues la IV Internacional tiene su papel en la historia si sabe dar respuesta a los procesos de degeneración burocrática que empañaron el nombre del socialismo y que acabaron hundiéndose por el impulso de las masas. La clase obrera alemana integra hoy la experiencia de la lucha no sólo contra la Alemania de los monopolios sino también contra el poder burocrático que dominó la parte oriental. Nadie puede afirmar por donde empezarán los choques decisivos entre las clases en Europa, pero lo que sí es seguro es que el papel de la clase obrera más desarrollada y numerosa de Europa va a jugar un rol determinante en el desarrollo de esa confrontación.


El pueblo de la exRDA impuso con su levantamiento la reunificación alemana. Este fue un avance democrático imprescindible, saliendo del estado-prisión en que vivían confinados. Sin embargo, las posibilidades de que esa reunificación se hiciera hacia el socialismo o en un marco no capitalista se habían ahogado en el 53 en las calles de Berlín bajo los tanques de Stalin. Por eso la burguesía alemana, con el democristiano H. Kohl, pudo ponerse al frente de ese proceso de reunificación. La gran contraofensiva imperialista que acompañó los años 80 se basaba en explicar que no hay alternativa al capitalismo y que lo ocurrido en esa década y la siguiente en la exURSS y los países del este europeo confirman que el proyecto revolucionario creó un monstruo del que el propio pueblo necesitó décadas para librarse. Esta lectura es común de la burguesía, la socialdemocracia y buena parte de los propios dirigentes estalinistas reconvertidos hoy en socialdemócratas, cuando no directamente en derecha pura y dura. Las direcciones sindicales mayoritarias, controladas en su gran mayoría por la socialdemocracia comparten que no hay alternativa al capitalismo. En el S. XX, en un tercio de la Humanidad (URSS, China, Este europeo, Cuba,…) hubo procesos revolucionarios que acabaron con el capitalismo como sistema imperante en esos países. Estos sistemas sucumbieron y, a finales de siglo, el capitalismo recuperaba el control del planeta. Pero hay que preguntarse, ¿fueron las revoluciones como una enfermedad contagiosa sin más? No, los procesos revolucionarios no los crea nadie, sino que responden a profundas necesidades de las masas trabajadoras que expresan que el sistema capitalista está llegando

a su fin y en lugar de permitir una mejora de las condiciones de vida se vuelve en su contrario. Otra cosa es que ese movimiento objetivo, que desemboca en la revolución, sin programa y sin organización pueda ser estéril, o que, con un programa y una organización no revolucionaria (burocrática como en China o contrarrevolucionaria como en Irán) conduzca a un callejón sin salida que exija nuevos procesos revolucionarios para continuar. La pregunta clave es: ¿siguen existiendo o profundizándose las razones que empujaron a millones en el siglo pasado contra el poder y el sistema capitalista? La respuesta es sí, se siguen agravando vando. El capitalismo es cada vez más incapaz de garantizar los más elementales medios de subsistencia para la Humanidad, haciendo volver enfermedades ya desterradas y hambrunas, con enormes zonas del planeta donde el hambre y la miseria no dejan de crecer. Así pues, el motor objetivo de la respuesta de las masas sigue estando. Es más, como ya dice el Programa de Transición, las condiciones no sólo están maduras sino que empiezan a descomponerse. Marx escribía así acerca del carácter de las revoluciones obreras: «La revolución social del s. XIX no puede sacar su poesía del pasado, sino solamente del porvenir. No puede comenzar su tarea antes de despojarse de toda veneración supersticiosa del pasado. Las anteriores revoluciones necesitaban remontarse a los recuerdos de la historia universal para aturdirse acerca de su propio contenido. Las revoluciones del s. XIX debe dejar que los muertos entierren a sus muertos,

para cobrar conciencia de su propio contenido. Allí la frase desbordaba el contenido; aquí, el contenido desborda la frase.» (…) «Las revoluciones burguesas, como la del siglo XVIII, avanzan arrolladoramente de éxito en éxito, sus efectos dramáticos se atropellan, los hombres y las cosas parecen iluminados por fuegos de artificio, el éxtasis es el espíritu de cada día; pero estas revoluciones son de corta vida, llegan en seguida a su apogeo y una larga depresión se apodera de la sociedad, antes de haber aprendido a asimilar serenamente los resultados de su periodo impetuoso y agresivo. En cambio, las revoluciones proletarias, como las del siglo XIX, se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para recomenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco fren-

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A modo de conclusión: revolución y socialismo sí, estalinismo nunca más.

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te a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: «Hic Rhodus, hic salta! ¡Aquí está Rodas, salta aquí! (K. Marx «El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte») Así pues, es imprescindible analizar las contradicciones de las revoluciones del s. XX, entender las degeneraciones burocráticas. Lo que ha fracaso en la exURSS y el este europeo no ha sido el socialismo sino el régimen de poder de la burocracia estalinista. Para algunos, esta burocracia que había expulsado del poder cualquier forma de democracia obrera era un proyecto con algunas equivocaciones, pero el único camino posible; para otros es el resultado ineluctable de todo proceso revolucionario. Para nosotros, la burocracia se levanta como una casta que parasita el estado que ha expropiado a la burguesía. Trotsky lo definió en un principio como un centrismo burocrático, lo primero quería definir una corriente que se desplazaba entre la revolución y el capitalismo haciendo zigzags, que sólo tenían por función asentarse en el poder y destruir a derecha e izquierda toda oposición. Pero esa política zigzagueante de los años veinte dejó paso a la consolidación de un proyecto político extraño a la clase obrera, que la expropiaba de todo poder político. Es a partir de esa realidad que la caracterización de Trotsky cambia, y

define a la burocracia como un agente de la reacción, como un instrumento del imperialismo contra el estado obrero. Esa nueva caracterización hace que necesariamente la tendencia de esa burocracia sea –a más o menos lar lar-go plazo- destruir el estado obrero y proceder a la restauración del capitalismo. Y eso es lo que ha sucedido exactamente, la burocracia ha sido el agente de la restauración contra la propiedad estatal de los medios de producción. De forma completa lo vemos en China, el resto de proyectos quedaron a medio camino pues el movimiento de masas destruyó el aparato estalinista y el poder de un estado imprescindible para imponer con mano de hierro la restauración y hundir las condiciones laborales y de vida de los trabajadores y trabajadoras. Así pues, la burocracia era el instrumento de la restauración y no la protectora de la revolución. La burocracia enterró la revolución en la URSS, y desde esa posición de fuerza determinó el control de procesos revolucionarios que fueron burocratizados. El estado de los soviets que se había construido en el proceso revolucionario se había convertido en un sistema de opresión sistemático y de persecución de cualquier crítica política, un estado que tenía por objetivo preservar el poder de la burocracia. No se trata de una cuestión de

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bue nos y malos sino de pr eser buenos preser eser-var las condiciones materiales y políticas que distinguían a la casta burocrática, como actúan los dirigentes políticos o sindicales para preservar su puesto de poder con maniobras de todo tipo, pero tratándose de un poder inmensamente superior, el del estado. Con un programa por el socialismo, que incorpora un combate permanente contra la burocratización de las organizaciones obreras, precisamos reconstruir una nueva organización internacional porque la tendencia destructora del capitalismo llevará de nuevo a las masas a «una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan». Para entonces:

socialismo sí, estalinismo nunca más!. Suplemento editado con el LI 100 Noviembre 2009

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