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Secciรณ de lade Unitat Internacional dels de Treballadors - Quarta Internacional (UIT-QI) Secciรณn la Uniรณn Internacional Trabajadores - Cuarta Internacional (UIT-CI) Suplemento del Llucha Internacionalista 151, septiembre 2017 1


Tras los atentados de Bar celona y Cambrils Barcelona

La tramposa "unidad contra El Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat convocaron el 26 de agosto una manifestación en Barcelona, bajo el lema “No tengo miedo”, de rechazo a los atentados de las Ramblas y Cambrils. Estaba encabezada por policías de los Mossos d'Esquadra y personal de los servicios de emergencia. Detrás irían representantes de la “sociedad civil”, responsables políticos y representantes de las instituciones. Incluidos el rey Felipe VI, el presidente del gobierno y del PP Mariano Rajoy. La manifestación de Barcelona seguía el mismo patrón de las que ya hemos visto después de los atentados de Bruselas, París, Niza o Londres. La respuesta de la ciudadanía “democrática” ante la “barbarie terrorista”. No nos ganarán. No cambiarán nuestros valores y nuestra forma de vivir. No tenemos miedo. Se trataba de utilizar la tristeza, la conmoción, los sentimientos de la gente que ha vivido el horror de cerca y la solidaridad con las víctimas para construir un frente: “ellos contra nosotros”. Y de legitimar la respuesta policial: menos libertades, estados de excepción, más racismo, más islamofobia y más guerra en el Próximo Oriente para castigar los “culpables”. Más leña al fuego. Y esto es precisamente el que busca el Daesh con sus atentados en Europa. Porque así vende su marco de guerra de civilizaciones, de un islam sometido al maltrato y la humillación constante, tanto en el Próximo Oriente cómo en los barrios periféricos de las capitales europeas. Dirige su mensaje a los jóvenes musulmanes que aquí no hay lugar para ellos y que lo mejor es dejar la piel por una tierra prometida. Daesh convierte en odio la impotencia de quienes viven en la propia piel el sufrimiento del pueblo palestino, las masacres en Siria, el caos de la puesto-guerra en Irak, los bombardeos en el Yemen con armas fabricadas en España vendidas en el Arabia Saudí con la mediación de Felipe VI. Además del reclutamiento, los ataques de los fundamentalistas en te-

rritorio europeo refuerzan su propaganda, alimentan el espiral militar en Siria e Irak y lo sitúan como enemigo público número 1. Dos ejemplos de la misma semana de los atentados: lunes los bombardeos de la coalición internacional liderada por los Estados Unidos provocaban una masacre de civiles a la ciudad siria de Raqqa, entre ellos decenas de niños; después el ataque del Arabia Saudí contra un hotel de Sanó (Yemen) con al menos 35 muertos. ¿Alguien se cree que estas muertes no tienen nada que ver con lo que pasó en Barcelona? Pero ninguno de los políticos de la gran coalición ha hecho la mínima mención. De estos muertos mejor no hablar porque quizás harían tambalear la unidad que la señora Colau encabeza, con el Rey el señor Rajoy y Puigdemont. Y es que no se puede poner fin la brutalidad reaccionaria de Daesh, sin denunciar la política criminal de los estados imperialistas, entre ellos el nuestro, por qué son las dos caras de la misma moneda. Lamentablemente, Colau desaprovechó la oportunidad que de Barcelona rompiera con este esquema y convocó la manifestación bajo el mensaje de la unidad contra el terrorismo detrás el régimen, las ins-

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tituciones y su policía. Es lo que configuraba el lema “no tengo miedo”. Invitó al Rey a Barcelona y le agradeció públicamente su apoyo y legitimó la respuesta policial y la elevación de los Mossos a la categoría de héroes con licencia para matar, y la recompensa de una medalla. La policía a la cabecera de la manifestación de sábado. Ojo por ojo. No tenemos miedo. Después del atentado Colau situó todo el debate en la respuesta sobre seguridad y avalar la única receta que ha surgido de las instituciones: más policía. No una rectificación en la política de acogida, medidas para combatir el racismo o sino más Pacto antiterrorista. En otras palabras, Los Comunes se convierten en una pata del régimen en un momento de crisis y no es el primer vegada que cierran filas detrás del poder: ya lo han hecho con su posición ante el conflicto laboral en TMB o avalando la mediación de la Generalitat y el despliegue de la Guardia Civil contra los trabajadores de Eulen en huelga en los controles de seguridad en el Aeropuerto del Prat. Otra vez, nos toca decir aquello de “No era esto, compañeros”. había suficiente con recuperar el mensaje de las manifestaciones contra la guerra de Irak, del grito por la acogida de refugiados que desbordó nuestras calles hace sólo unos meses. La gente de Barcelo-


el terrorismo" na habría respondido igualmente al llamamiento y no habría habido lugar para el Borbón ni para Rajoy en la marcha. Pero Colau eligió el camino de la unidad nacional. La CUP se dejó arrastrar en todo este ceremonial de la confusión, con la unanimidad en las votaciones al Parlamento y el minuto de silencio, sin abrir un espacio propio. Con las declaraciones de Pobre Lliure (uno de los componentes de la CUP) que iría a la manifestación del 26. Con la diputada Boya haciendo declaraciones sobre que la CUP apoyaría a la manifestación si lo encabezaban, entre otras los Mossos. Esto se discutió en los organismos que tenemos de coordinación pero una vez más, la presión mediática y política dejó pasar una nueva oportunidad. Era necesario romper el tema policial, no marchar con quien es responsable de la espiral de violencia en la que se alimenta el Daesh, como las dos caras de la misma moneda. Era necesario encarar la responsabilidad vergonzosa de Colau y los Comunes, como de Podemos

con un discurso valiente. Pero la trampa de la unidad nacional contra el terrorismo no funcionó. Era inevitable que el problema nacional catalán se hiciera presente a la convocatoria, como también las criticas de los movimientos de solidaridad, hartos de denunciar las políticas del estado español por todas partes. Los silbidos al Rey y Rajoy, la presencia de pancartas críticas y el malestar de muchas organizaciones se hicieron sentir. La gente agrietaba la unidad y Colau se quedaba sola y con cara de circunstancias junto al monarca y el gobierno español en pleno. No se acabará con el terror del Daesh ni con más policía ni con más leyes xenófobas ni con más guerras en Siria e Irak. La única alternativa real es apoyar a los pueblos de la región para que puedan sacarse del encima el yugo de las dictaduras y construir un futuro con libertad y justicia social, una lucha ahogada en sangre por regímenes como el de AlAssad, en connivencia con los fundamentalistas y la colaboración por

activa o por pasiva de las grandes potencias. Si los pueblos avanzan, los terroristas no tienen espacio. Nos hacen daño los muertos de la Rambla, como nos hacen daño las decenas de miles de muertos en Siria e Irak, la ocupación de Palestina, los cuatro mil migrantes ahogados el año pasado en el Mediterráneo ante el Europa fortaleza. Tenemos derecho a llorar nuestros muertos sin que nadie utilice nuestro dolor. Tenemos derecho a honorarlos sin estar junto a los responsables de estas políticas, que sólo traen más muertos y más destrucción. Porque tenemos tanto miedo como esperanza que el nuestro no es el camino del Borbón ni de Rajoy ni el de los Mossos y sus leyes, ni esta democracia que no nos representa: el nuestro es el camino de la solidaridad de los pueblos y la justicia social. El camino que da miedo a Rajoy, al Borbón… y al Daesh.

Acto independiente: ni con el Rey Rey,, ni con Rajoy ni con los Mossos La convocatoria institucional de la manifestación del 26-A, con la política de unidad nacional antiterrorista de la pancarta ColauPuigdemont-Rajoy-Felip VI, requería una respuesta independiente y nítida de la izquierda. Había que abrir un espacio para todos quienes no queríamos ponernos detrás de aquella pancarta y defendíamos que no se responde al terrorismo con un frente unido con terroristas a gran escala como el gobierno español o la monarquía. Ni tampoco detrás los Mossos, porque sabemos que la respuesta policial sólo complicará más las cosas.Desde Lucha Internacionalista planteamos esta propuesta a las reuniones de entidades y movimientos sociales convocadas de urgencia después del atentado. Finalmente se acordó impulsar un acto previo a la manifestación para los quienes no queríamos ir, mientras el grueso de entidades se estimaron más convocar a la manifestación en un bloque crítico. En este acto previo participaron Hussam Alhamad, refugiado de la ciudad siria de Raqqa que ha luchado contra el régimen de Bajar alAssad, contra el Daeix y que ahora ve como su familia está bajo los bombardeos del imperialismo. También intervinieron compañeros del Sindicato de Vendedores Ambulantes, de Unidad Contra el fascismo y el Racismo, de Stop Mare Mortum y de Cerremos los CIES, además de varias actuaciones musicales antiracistas.

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La deriva autoritaria

Con los Mossos en la cabecera Si el Estado ha aprovechado el dolor de los atentados y la alfombra de terciopelo que le ofrecía ColauPuigdemont para aterrizar en Barcelona, la burguesía catalana ha utilizado los atentados para revalorizar ante la población su policía, los Mossos d'Esquadra. Medalla de Honor de oro del Parlamento de Cataluña, condecoraciones y todo tipo de agradecimientos, el Mayor Trapero convertido en estrella mediática. Después vendrá el intento de confrontar los Mossos con la Policía Nacional y la Guardia Civil, en el marco del enfrentamiento entre el Gobierno Rajoy y el Gobierno Puigdemont, pero esta es otra historia que se inscribe en el Proceso y que no es el motivo de este artículo sobre la capacidad policial de unos y otras y el juego sucio entre las distintas policías. Y llega el momento de las dos manifestaciones, en Barcelona y Cambrils. Lamentablemente, la diputada de la CUP-CC Mireia Boya lo servía en bandeja, intentando sacar el Rey de la cabecera (que no de la manifestación) añadía que la CUP participaría a la marcha si lo encabezaban “taxistas, enfermeros, médicos, los servicios de emergencia o los Mossos” Dicho y hecho, Ada Colau rápidamente completaba el maquillaje de la última unidad nacional del régimen poniendo al frente entre otros a los Mossos. En Cambrils, con un go-

bierno de coalición ERC-CiU-PSC y alcaldesa de ERC, la pancarta con los Mossos d'Esquadra, Policía Local, Policía Nacional, Guardia Civil, Protección Civil y algún profesional sanitario. Todo el pueblo detrás de las fuerzas del orden y sin cuestionar nada del que pasó, empezando por el hecho que todos los supuestos autores fueran muertos, aunque no estuvieran armados. ¿Hacían falta 8 muertos para parar los presuntos asesinos? Aquí también ha sido esencial la cobertura política de la izquierda institucional desde Colau, seguida por los dirigentes de IC o la EUiA o Podemos y acabando por la claudicación a esta política que acabó haciendo la CUP-CC. No olvidamos ni Esther Quintana, ni las denuncias por tortura ni muchos de los casos de represión sobre movimientos sociales o huelgas obreras. Poner la policía al frente de la respuesta popular tiene el evidente mensaje que para combatir el Daesh hace falta más policía, más intervenciones militares. Medidas policiales, desde los Pactos antiterroristas, más policía y más represión, leyes que criminalizan la inmigración, restricciones por los y por las refugiadas que provocan miles de muertos a la Mediterránea... Militares, con el apoyo que dan los Gobierno, a los bombardeos y la intervención en Siria e Iraq y el apoyo implíci-

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to en los dos gobiernos dictatoriales a la impunidad permanente de Israel contra los palestinos. Y son justamente toda esta política de los gobiernos imperialistas la que busca como alimento el ISIS. La derrota del ISIS está a manos de los pueblos sirio e iraquí. Detrás de esta política antiterrorista viene una militarización de la vida cotidiana y un recorte de libertades al servicio de la “seguridad”. Pero estas políticas de restricción de libertades también se ponen al servicio de la aplicación de los planes patronales contra los derechos de los y de las trabajadoras. Lo hemos visto con la huelga de Eulen al aeropuerto de Barcelona, justificando el esquirolaje de la Guardia Civil por “motivos de seguridad”. El “todos al lado de los Mossos” se ha convertido en un “todos al servicio de los Mossos”. Un caso denunciado por la CGT de TMB ha sido el de los conductores/as de autobús en la manifestación del 26 en Barcelona (ver nota adjunta). Otro caso es la pretensión que el profesorado se convierta en colaboradores de la policía y delatores de sus alumnos con indicios de “radicalización”. Un acuerdo entre la Consejería de Interior y la de Enseñanza pretende utilizar de los centros educativos para la detección “de islamistas radicalizados”. El protocolo que ahora se quiere reactivar se presentó a finales del año pasado bajo el nom-


bre PRODERAI (Protocolo de prevención, detección e intervención de procesos de radicalización islamista), todo una declaración de intenciones con el nombre que identifica la radicalización con el islamismo, cuando hemos tenido ejemplos de agresiones fascistas, pero esta “radicalización” se ve que no es preocupante por nuestros gobernantes. El PRODERAI hace por definición sospechosos los y las alumnas de la comunidad islámica y establece mecanismos de observación de su profesorado. Cuando se detecte algún indicio, a través de la dirección del centro se comunicará a las juntas territoriales de Mozos y policía local. Rechazamos frontalmente el PRODERAI que es incompatible con la tarea educativa y la confianza sobre la que se tiene que desarrollar. Los Mossos llevan años haciendo actividades para entrar en escuelas e institutos, ofrecen talleres sobre drogas, control de Internet... que han despertado recelo entre profesorado y organizaciones sindicales que rechazan el discurso policial para los jóvenes. Cada Salón de la Enseñanza se organiza acciones contra la presencia de los militares dentro del salón como “salida profesional” bajo el lema “las armas no educan, las armas matan”. De entre las más de cien entidades que firman el manifiesto para desmilitarizar la educación, muchas de ellas han extendido su rechazo a los cuerpos policiales también presentes al Salón. No sólo seguimos denunciando la presencia de la policía a nuestros centros educativos, sino el rechazo a la utilización del profesorado en tareas policiales.

CGT rechaza la implicacion de medios materiales y humanos de TMB en medidas antiter antiterrr oristas

Un autobús de TMB tcortando una calle para "proteger" la manifestación del 26 A Comunicado de la Sección Sindical de CGT Autobuses TMB El pasado sábado 26 de agosto, autobuses que circulaban trabajando normalmente fueron retirados de su recorrido habitual, y sus conductores recibimos instrucciones para cortar calles y avenidas con el fin de proteger y resguardar la manifestación que se realizó en Barcelona contra el terrorismo. Algunos autobuses también fueron trasladados directamente de sus depósitos.Estas medidas nos fueron impuestas en nuestro horario habitual de trabajo, por el que tuvimos que permanecer con nuestros vehículos, cumpliendo el papel de "pilones móviles".Al margen de la más que discutible medida de poner como barrera de protección autobuses que usan gas como combustible de propulsión, motivo por el cual traen incorporados depósitos que almacenan este elemento en altísimas presiones, los trabajadores/sas rehusamos vernos involucrados en situaciones, que cómo esta, son ajenas completamente a nuestro trabajo. Este episodio es un más en la larga cadena de despropósitos que sufrimos desde que Mercedes Vidal y Enric Cañas, Presidenta y Consejero Delegado, se han hecho cargo de la dirección de TMB. Nefasta gestión de las negociaciones de convenio de metro y buses, ocultación de salarios de escándalo, plan de trasvase de usuarios de la empresa pública al tranvía privado, y una inacabable lista de medidas que están abocando a la decadencia y el descontrol a la mayor empresa de transporte público de Cataluña. Desde CGT rehusamos contundentemente esta medida, puesto que en ningún caso los trabajadores/as y medios materiales de la empresa estamos para suplir medidas que son puramente policiales.Esperamos que acontecimientos como los que sufrió nuestra ciudad no se repitan, pero advertimos que nos opondremos a cualquier nuevo intento de poner en peligro al personal y a los medios de nuestra empresa.

Sección Sindical de CGT Autobuses de TMB 29 de agosto de 2017

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El problema de fondo

Qué es, de dónde viene y qué qui Para afrontar la respuesta a los atentados de Barcelona y Cambrils hay que comprender en primer lugar las causas del terrorismo yihadista en sus nuevas formas. Y no hay que olvidar que sus primeras víctimas son los pueblos de Oriente Medio y el mundo árabe en general. Es en estas pueblos y en sus luchas por la democracia y la justicia social contra las dictaduras y las injerencias extranjeras donde radica la solución al problema. Por eso reiteramos el llamamiento que hemos defendido estos últimos seis años a la solidaridad con los pueblos de Siria, contra Asad, contra Daeix y contra las potencias regionales e internacionales que ahogan en sangre el sueño revolucionario. Los orígenes: la invasión norteamericana de Irak Para entender los orígenes de Daesh hay que remontarse al año 2003, cuando los Estados Unidos de Georges Bush invadieron Irak y derribaron el régimen de Saddam Hussein. La ocupación norteamericana impuso la llamada política de “desbaastificación”, que supuso el desmantelamiento del ejército y la administración iraquíes. Se trataba de sustituir el aparato del estado por sectores fieles al ocupante, pero el resultado fue un estado fallido: decenas de miles de militares, policías y funcionarios quedaron en el paro y muchos se incorporaron a la resistencia contra los ocupantes, a la vez la rama iraquí de Al-Qaida o movimientos como el del clérigo chiita Muqtada alSadr protagonizaban atentados contra las tropas norteamericanas. En prisiones como la de Abu Graib miles de iraquíes eran detenidos y torturados a manos de los ocupantes. Había que dividir la resistencia y las nuevas fuerzas armadas iraquíes integraban milicias sectarias que sembraban el terror entre los suníes (los llamados pelotones de la muerte liquidaron miles de jóvenes) y la violencia se volvía confesional. Abu Bakr el Baghdadi, que en 2010 se convertiría en el líder del Daesh, fue detenido por los norteamericanos el 2004 en Fallujah, la ciudad donde las fuerzas de ocupación habían bombardeado casas, escuelas,

hospitales y mercados usando fósforo blanco, el equivalente moderno del napalm. Parece ser que fue enviado a la prisión de Camp Bucca de donde salieron muchos hombres que después se integrarían a sus filas. Entonces formaba parte de Al Qaida en Irak. Irak parecía encaminarse a la guerra civil pero todo ello impedía el objetivo último de la invasión: la explotación del petróleo iraquí por las grandes empresas norteamericanas. y Obama cambió de estrategia: incrementó la presencia de tropas norteamericanas (el llamado ‘surge’) y compró tribus locales para que lucharan contra Al-Qaida en lugar de contra los ocupantes. El objetivo final era el mismo: dejar el país en manos de una administración leal que garantizara los intereses norteamericanos sin mantener la costosa ocupación con tropas, cada vez más rechazada a nivel doméstico. Pero ni siquiera así Washington podía controlar la insurgencia y cada vez Obama estaba más presionado para cumplir su prometida de retirada. Necesitaba alguien que hiciera el trabajo sucio y sólo podía recurrir a su archienemigo Irán. En 2010, la llegada al poder de Nouri el Malik, el hombre de Teherán en Bagdad, aceleró las políticas sectarias y puso fin a

la alianza con las tribus locales: nuevamente los suníes quedaban marginados del poder y las nuevas fuerzas de seguridad iraquíes, entrenadas por los Estados Unidos y organizadas sobre bases étnicas (la mayoría chiitas y kurdas) no se comportan mejor que los ocupantes. Es en este contexto que la oleada revolucionaria que estalla en Túnez el 2011 se contagia en toda la región y llega también al Irak. En un país roto, el movimiento pacífico de protesta unía suníes y chiitas contra un gobierno corrupto y sectario. La fuerza de la movilización provocó una fuerte crisis política dentro de Al-Qaida, que vivió su momento más bajo con la llamada “primavera árabe”: en pocas semanas la gente en la calle había conseguido muchos más cambios que en décadas de atentados. La organización fundada por Bin Laden se rompe y surge una nueva mutación del yihadismo, que podríamos considerar postmoderna, sin base doctrinal, ideología, base nacional o de clase, que apela a la construcción de un califato, ahora y aquí, un tipo de paraíso en la tierra. Pero Maliki, con el apoyo de los norteamericanos, respondió con más represión a los jóvenes que reclamaban democracia y un Iraq unido contra el sectarismo. Hubo centenares

Manifestantes de Kafrenbel (Siria) denuncian que el imperialismo atia el Daesh

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iere Daesh de muertos y miles de presos. Y los grupos fanáticos volvían a tomar la iniciativa. A la vez grupos suníes de signo muy diverso y antiguos oficiales baasistas acabaron en las filas del Daesh, unidos sólo por el enemigo común: los ocupantes y su gobierno títere. Tomaron varias ciudades iraquíes hasta llegar a las puertas de Bagdad, sin que un ejército marcado por el sectarismo y la corrupción les opusiera resistencia. El mes de junio de 2014 el Daesh conquista Mosul, segunda ciudad de Irak y capital de una región rica en petróleo y sorprende en el mundo. Una fuerza contra la revolución siria Para entender el origen y el desarrollo del Daesh es tan importante la ocupación norteamericana de Irak y sus consecuencias como la complicidad del régimen de Bajar al-Assad en la vecina Siria. Con el estallido de la revolución de 2011 Bajar al-Assad jugó a fondo la carta del esperpento terrorista. Desde el primer momento el presidente sirio presentó la movilización popular como un complot terrorista islamista y se erigió como la única alternativa al caos. A estas alturas ningún analista mínimamente riguroso pone en entredicho que AlAssad liberó miles de yihadistas de sus prisiones –que formaban parte del archipiélago de Guantánamo- que después han jugado un papel destacado en la dirección de los grupos islamistas en Siria, como Abu Mohammed alJolani, emir del Frente al-Nusra, o Zahran Allouch, jefe del Ejército del Islam, uno de los grupos más fuertes en la periferia de Damasco y a quien se atribuye el secuestro de los cuatro activistas revolucionarios de Douma que estaban al frente de la movilización popular. Al-Assad y Al Baghadi se retroalimentan y tienen un objetivo común: liquidar el movimiento popular en Siria que lucha –todavía hoypor la libertad y la justicia social. El Daesh se ha expandido en las zonas de Siria bajo control de los rebeldes, evitando el choque directo con el régimen (excepto a la ciudad de Deir el

zor, donde hay pozos de petróleo) y ha liquidado algunas de las experiencias más importantes de autogestión en las ciudades liberadas, como Raqqa, e incluso la resistencia del campo de refugiados palestinos de Iarmouk, sometido durante años al asedio del régimen y que fue arrasado por el Daesh mientras el ejército sirio bloqueaba las salidas. Los enfrentamientos militares entre el régimen y el Daesh han sido esporádicos También es conocido como el régimen de Al-Assad compra el petróleo y la electricidad que se producen en los yacimientos y presas controlados por Daesh o como los funcionarios que viven en el territorio bajo su dominio continúan cobrando sus sueldos, mientras que los que se han quedado en las zonas rebeldes hace años que no reciben ni un céntimo del estado. Cuando el presidente francés Emmanuel Macron presenta AlAssad como el mal menor contra el Daesh hay que recordar que los únicos que han puesto los muertos para frenar el adelanto de los yihadistes han sido los kurdos y los rebeldes sirios, atrapados entre dos fuegos. Un problema secundario para los países de la región Si Al-Assad ha visto en el Daesh un instrumento para ayudarlo a derrotar la revolución siria, las potencias regionales también lo utilizan para sus intereses. Arabia Saudí ha financiado y armado grupos fanáticos en Siria, que en muchos casos han acabado uniéndose al Daesh. El objetivo de la monarquía saudí es mantener a raya una revolución a las puertas de su casa, donde se enfrenta a una enorme población joven e insatisfecha a quien ya no puede comprar porque la caída del precio mundial del petróleo ha mermado sus recursos. La situación interna es inédita en la monarquía teocrática del Golfo hasta el punto que muchos analistas la caracterizan de bomba de relojería. Para Turquía los yihadistes son en cambio una herramienta para reprimir el movimiento kurdo en la vecina Siria, mientras mantiene su guerra contra los kurdos puertas adentro: su frontera ha sido un colador para los combatientes armados de todo el mundo que querían unirse al Califato y es conocida también la compra de petróleo al Daesh también por parte de los turcos. En Irán, el Daesh es la excusa perfecta del régimen de los alatoyás para legiti-

mar su brutal y sectaria guerra en defensa de Al-Assad. En resumen: durante todos estos años de martirio para el pueblo sirio todos los países de la región han tenido en la agenda otra prioridad antes de que derrotar los yihadistes cuando no los han alimentado directamente para proteger sus intereses. La estrategia de la Coalición Internacional El 29 de junio de 2014, habiendo conquistado un amplio territorio en Irak, Al Baghdadi proclama desde Mosul el establecimiento de un califato bajo su gobierno entre Siria e Irak. Se le unen jóvenes combatientes procedentes de Chechenia, los Balcanes, el Norte de África, Asia y también Europa atraídos por su aparato de propaganda. Unas semanas más tarde es ejecutado el periodista norteamericano James Foley en un macabro vídeo. En agosto la respuesta internacional llegó en forma de una coalición militar encabezada por los Estados Unidos con sus aliados históricos: la Gran Bretaña, Francia, Arabia Saudita, los Emiratos o Jordania que establecen una coordinación con Rusia e Israel. Empiezan los bombardeos sobre ciudades supuestamente controladas por el Daesh, que el septiembre se amplían

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nen efectos brutales sobre la población civil y son una fuente de legitimización para el proyecto y las acciones del Daesh. A la vez dan aire al régimen de Al-Assad, convertido en un baluarte contra los terroristas, cuando sabemos que es uno de los principales instigadores. Y de paso legitiman a sus grandes aliados Irán y Rusia, que llevan a cabo una campaña militar a gran escala sin la cual el dictador no habría podido mantenerse al poder. La realidad es que el Daeix se ha convertido en un instrumento útil para todo el mundo y esto le ha permitido crecer hasta proporciones insospechadas en base de asesinar, extorsionar y someter centenares de miles de sirios e iraquíes que –hace falta no olvidarlo- han sido las principales víctimas.

Manifestantes sirios contra Daesh y Assad en Siria también contra Al-Nusra, el grupo yihadista que sí que combate abiertamente contra Al-Assad. El Daesh también supuso el pretexto por una nueva intervención norteamericana en Irak, ordenada por Obama, que necesitaba desesperadamente salvar el régimen títere de Maliki. Cómo pretendía AlBaghdadi, la respuesta militar norteamericana lo situaba como “enemigo público número 1” desplazando Al-Qaida y dándole el liderazgo mundial del movimiento yihadista. Los bombardeos norteamericanos, franceses y británicos en Siria e Irak aceleran la espiral de violencia, tie-

Los atentados en Europa Mientras las víctimas de Daesh eran sirios e iraquíes, en Europa casi no oíamos ni hablar de ellos. Fueron los brutales asesinatos televisados de periodistas y cooperantes occidentales el que los trajo a nuestras pantallas. Cómo escribe Nicolas Hénin, periodista francés que durante 10 meses estuvo secuestrado por el Daesh, “tengamos al menos la decencia de comprender la repulsión de los sirios, que después de cerca de 200.000 muertos ven como Occidente sólo se ve sacudido por sus rehenes decapitados. Estos últimos eran mis amigos y yo arrastro su luto. Un motivo más porque no pue-

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da aceptar que su martirio sea instrumentalizado”. Después vinieron los atentados que el grupo se atribuye en Europa, que tienen un triple objetivo: conseguir notoriedad (a veces con acciones muy simples que tienen una enorme amplificación mediática), provocar una sobre-reacción militar del imperialismo en Siria e Irak que legitime su relato nihilista de choque de civilizaciones y empuje la población civil indefensa a sus brazos y, sobre todo, incrementar la islamofobia imperante en Europa para convencer a más jóvenes musulmanes que su mejor opción es viajar a la tierra prometida. Es por eso que la reacción a los atentados en Europa (que siempre sigue el mismo patrón: más bombardeos allá y más policía y control sobre los jóvenes musulmanes aquí) es precisamente lo que buscan y nos aboca a caer a su trampa. Más leña al fuego. Las intervenciones extranjeras en el Próximo Oriente y las dictaduras forman un escenario de impunidad y abuso en qué el Daesh se presenta como única alternativa. Y continuará existiendo por mucho que territorialmente retroceda, porque el problema no es militar, sino fundamentalmente político. Sólo si los pueblos de la región se pueden sacar del encima los yugos del imperialismo y la dictadura se desactivará esta narrativa. Sólo los sirios y los iraquíes pueden acabar con el terrorismo. Un motivo más para estar a su lado.

Layla Nassar

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