San Francisco Javier cono santo de la rama Caminantes Luis Germán Polanco Contreras Rover, Clan Korpawazi Grupo 73 Nabusimake Santo Domingo Savio Fue un alumno de San Juan Bosco, en el Oratorio de San Francisco de Sales, que se propuso ser santo y murió tres semanas antes de cumplir los 15 años de edad, siendo el santo no mártir más joven de la Iglesia Católica. Domingo Savio nació en San Juan de la Riva, cerca de Chieri; pero cuando tenía sólo unos veinte meses, sus padres —Carlino Savio y Brígida Gaiato— se trasladaron a Murialdo, donde nacieron sus hermanos. En 1847, su madre lo lleva a la Iglesia, cuyo párroco era Don Juan Zucca. Aprende a ayudar en misa, llegando a ser un monaguillo ideal, que hasta incluso Don Zucca cuando le pedía el Misal hacía bromas de su estatura y reían juntos. En febrero de 1849, toda la familia se traslada a Mondonio. Domingo tiene siete años y una preparación y madurez poco común para su edad. El 8 de abril de 1849, Domingo recibe su primera comunión en la Parroquia de Castelnuovo de Asti. Arrodillado al pie del altar, con las manos juntas, pronunció los propósitos que venía preparando desde hace tiempo: 1. Me confesaré muy a menudo y recibiré la sagrada comunión siempre que el confesor me lo permita. 2. Quiero santificar los días de fiesta. 3. Mis amigos serán Jesús y María. 4. Antes morir que pecar. 5. Estar siempre alegre. En 1854 (a los once años de edad) entra a formar parte del oratorio de Don Bosco. Don Bosco para probar que tan buena memoria tenía le dio un libro y le dijo que se aprendiera un capítulo. Poco tiempo después llegó Domingo Savio y le recitó de memoria todo aquel capítulo. Y fue aceptado. Al recibir tan bella noticia le dijo a su gran educador: "Ud. será el sastre. Yo seré el paño. Y haremos un buen traje de santidad para obsequiárselo a Nuestro Señor". Sería un alumno fuera de lo común y expresará sus deseos de convertirse en sacerdote. Seis meses luego de ingresado al Oratorio, tras un sermón del Padre Bosco acerca de la austeridad y el sacrificio, donde remarcaba que cuando uno se siente oprimido por alguna calamidad o molestia del cuerpo, hay que ofrecérselo a la Virgen. Éste sería el medio más adecuado para llegar a la más alta perfección. En ese momento el niño Domingo se propuso convertirse en santo. Domingo comenzó a realizar austeridades de todo tipo, como consumir sólo la mitad de su ración de comida, dormir menos tiempo y rezar más. Sentía gran devoción por la Virgen María, llegando a permanecer más de cinco horas diarias rezando. Una noche de invierno, Don Bosco encontró a Domingo temblando de frío en la cama, sin más cobertor que una sábana. — ¿Te has vuelto loco? ¡Vas a coger una pulmonía! —No lo creo —respondió Domingo—. Nuestro Señor no cogió ninguna pulmonía en el establo de Belén.
Por tres años se ganó el Premio de Compañerismo, por votación popular entre todos los 800 alumnos. Los compañeros se admiraban de verlo siempre tan alegre, tan amable, y tan servicial con todos. El repetía: "Nosotros demostramos la santidad, estando siempre alegres". Con los mejores alumnos del colegio fundó una asociación llamada "Compañía de la Inmaculada" para animarse unos a otros a cumplir mejor sus deberes y a dedicarse con más fervor al apostolado. Y es curioso que de los 18 jóvenes con los cuales dos años después fundó San Juan Bosco la Comunidad Salesiana, 11 eran de la asociación fundada por Domingo Savio. Desde entonces Don Bosco le prohibió formalmente hacer ninguna penitencia sin su permiso. Domingo quedó triste. El Padre le insistió que la penitencia que Dios quiere es la obediencia a los superiores. Tal como había predicho Don Bosco, la salud de Domingo empezó a empeorar. En febrero de 1857 tuvo fuertísimos accesos de tos que le obligaron a guardar cama durante semanas. El domingo 1 de marzo fue enviado de vuelta a la casa de sus padres, en Mondonio. Un médico diagnosticó que padecía de algún tipo de inflamación en los pulmones y decidió sangrarlo, según se acostumbraba en aquella época. Domingo siguió empeorando. Los primeros días de marzo de 1857, Domingo dio los últimos sacramentos. Al anochecer del lunes 9 de marzo rogó a su padre que recitara las oraciones por los agonizantes. A las diez de la noche trató de incorporarse y murmuró: «Adiós, papá. El Padre me dijo una cosa, pero no puedo recordarla». Súbitamente su rostro se transfiguró con una sonrisa de gozo, y exclamó: « ¡Estoy viendo cosas maravillosas!». Esas fueron sus últimas palabras. Fue sepultado el miércoles 11 de marzo de 1857. Sus restos permanecieron en la capilla del cementerio de Mondonio. En 1914 el obispo de Turín ordenó que los restos fueran trasladados a Turín. Los campesinos de Mondonio se negaron a perder a su santo, y empezaron a turnarse día y noche para evitar el traslado. En octubre de 1914, la Iglesia pidió a las autoridades civiles de Mondonio que intervinieran. Los huesos de Savio fueron trasladados a la Basílica de María Auxiliadora, en Turín. El 12 de junio de 1954 el papa Pío XII lo canonizó. Su fiesta se celebra el 6 de Mayo. La urna con las reliquias del Santo cuenta con una reproducción del cuerpo de Domingo en la postura en que murió y debajo de la imagen se encuentran sus restos mortales. San Francisco Javier Francisco nació en 1506, en España. Era el benjamín de la familia. A los dieciocho años fue a estudiar a la Universidad de París, en el colegio de Santa Bárbara, donde en 1528, obtuvo el grado de licenciado. Tuvo como compañero de la pensión a Pedro Fabre, que sería como él jesuita y luego beato, también providencialmente conoció a Ignacio de Loyola. Al principio Francisco rehusó la influencia de Ignacio el cual le repetía la frase de Jesucristo:” ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?". Por fin San Ignacio logró que Francisco se apartara un tiempo para hacer un retiro especial que el mismo Ignacio había desarrollado basado en su propia lucha por la santidad. Se trata de los "Ejercicios Espirituales". Francisco fue guiado por Ignacio y quedó profundamente transformado por la gracia de Dios. Comprendió las palabras que Ignacio: "Un corazón tan grande y un alma tan noble no pueden contentarse con los efímeros honores terrenos. Tu ambición debe ser la gloria que dura eternamente". Llegó a ser uno de los siete primeros seguidores de San Ignacio, fundador de los jesuitas, consagrándose al servicio de Dios en Montmatre, en 1534. Hicieron voto de absoluta pobreza,
y resolvieron ir a Tierra Santa para comenzar desde allí su obra misionera, poniéndose en todo caso a la total dependencia del Papa. Junto con ellos recibió la ordenación sacerdotal en Venecia, tres años más tarde, y con ellos compartió las vicisitudes de la naciente Compañía. En 1540, San Ignacio envió a Francisco Javier y a Simón Rodríguez a la India en la primera expedición misional de la Compañía de Jesús. Para embarcarse, Francisco Javier llegó a Lisboa hacia fines de junio. San Francisco Javier se vio obligado a permanecer ahí ocho meses y, fue por entonces cuando escribió a San Ignacio: “El rey no está todavía decidido a enviarnos a la India, porque piensa que aquí podremos servir al Señor tan eficazmente como allí". Pero Dios tenía otros planes y Francisco Javier portó hacia las misiones el 7 de abril de 1541, cuando tenía 35 años. En una afectuosa carta de despedida que el santo escribió a San Ignacio, le decía a propósito de este último, que poseía "un bagaje de celo, virtud y sencillez, más que de ciencia extraordinaria". Durante el viaje Francisco se encargó de catequizar a todos. Los domingos predicaba al pie del palo mayor de la nave. Convirtió su camarote en enfermería y se dedicó a cuidar a todos los enfermos. Se desataría a bordo una epidemia de escorbuto y sólo los misioneros se encargaban del cuidado de los enfermos. La expedición navegó meses para alcanzar el Cabo de Buena Esperanza en el extremo sur del continente africano y llegar a la isla de Mozambique, donde se detuvo durante el invierno. Por fin, la expedición llegó a Goa, el 6 de mayo de 1542. En Goa el misionero comenzó por instruir a los portugueses en los principios de la religión y a formar a los jóvenes en la práctica de la virtud. Después de pasar la mañana en asistir y consolar a los enfermos y a los presos, en hospitales y prisiones miserables, recorría las calles tocando una campanita para llamar a los niños y a los esclavos al catecismo. Estos acudían en gran cantidad y el santo les enseñaba el Credo, las oraciones y la práctica de la vida cristiana. Todos los domingos celebraba la misa a los leprosos, predicaba a los cristianos y a los hindúes y visitaba las casas. Para instruir a los pequeños y a los ignorantes, el santo solía adaptar las verdades del cristianismo a la música popular, un método que tuvo tal éxito que, poco después, se cantaban las canciones que él había compuesto, lo mismo en las calles que en las casa, en los campos que en los talleres. Cinco meses más tarde, se enteró Javier de la existencia de una tribu llamada los Paravas; estos habían aceptado el bautismo pero, por falta de instrucción, conservaban aún las supersticiones de su religión original. Javier partió en auxilio de esa tribu que "sólo sabía que era cristiana y nada más". El santo hizo trece veces aquel viaje tan peligroso. A pesar de la dificultad, aprendió el idioma nativo y se dedicó a instruir y confirmar a los ya bautizados. Particular atención consagró a la enseñanza del catecismo a los niños. Los Paravas, que hasta entonces no conocían siquiera el nombre de Cristo, recibieron el bautismo en grandes multitudes. A este propósito, Javier informaba a sus hermanos de Europa que, algunas veces, tenía los brazos tan fatigados por administrar el bautismo, que apenas podía moverlos. Los generosos Paravas, que eran considerados de casta baja, extendieron a San Francisco Javier una acogida calurosa, en tanto que los brahamanes, de clase alta, recibieron al santo con gran frialdad, y su éxito con ellos fue tan reducido que, al cabo de doce meses, sólo había logrado convertir a un brahamán. Según parece, en aquella época Dios obró varias curaciones milagrosas por medio de Javier. Javier se adaptaba plenamente al pueblo con el que vivía. Con los pobres comía arroz y dormía en el suelo de una pobre choza. En 1545, el santo escribió desde Cochín al rey de Portugal, en la que le daba cuenta del estado de la misión. En ella habla del peligro en que estaban los neófitos de volver al paganismo.
En los dieciocho meses siguientes tuvo Francisco una época muy activa y particularmente interesante, pues la pasó en un mundo en gran parte desconocido, visitando ciertas islas a las que él da el nombre genérico de Molucas. Sabemos que predicó y ejerció el ministerio sacerdotal en Amboina, Ternate, Gilolo y otros sitios, en algunos de los cuales había colonia de mercaderes portugueses. Aunque sufrió mucho en aquella misión, escribió a San Ignacio: "Los peligros a los que me encuentro expuesto y los trabajos que emprendo por Dios, son primavera de gozo espiritual. Estas islas son el sitio del mundo en que el hombre puede más fácilmente perder la vista de tanto llorar; pero se trata de lágrimas de alegría. No recuerdo haber gustado jamás tantas delicias interiores y los consuelos no me dejan sentir el efecto de las duras condiciones materiales y de los obstáculos que me oponen los enemigos declarados y los amigos aparentes". Antes de volver a la India, oyó hablar del Japón a unos mercaderes portugueses y conoció personalmente a un fugitivo del Japón, llamado Anjiro. Javier desembarcó nuevamente en la India, en enero de 1548. En abril de 1549, partió acompañado por otro sacerdote de la Compañía de Jesús y un hermano coadjutor, por Anjiro (que había tomado el nombre de Pablo) y por otros dos japoneses que se habían convertido al cristianismo. El día de la fiesta de la Asunción desembarcaron en Kagoshima, Japón. San Francisco Javier se dedicó a aprender el japonés lo cual no era nada fácil para él. Logró traducir al japonés una muy sencilla muestra de la doctrina cristiana que repetía a todo momento. Luego de un tiempo su misión provocó las sospechas de las autoridades niponas quienes le prohibieron que siguiese predicando. Entonces, el santo decidió trasladarse a otro sitio con sus compañeros, dejando a Pablo al cuidado de los neófitos. Javier encontró como la cristiandad había prosperado en la India durante su ausencia, pero también se habían multiplicado las dificultades y los abusos, tanto entre los misioneros como entre las autoridades portuguesas, y todo ello necesitaba urgentemente su atención. Cuatro meses después, el 25 de abril de 1552, se embarcó nuevamente hacia la China, llevando por compañeros a un sacerdote y un estudiante jesuitas, un criado indio y un joven chino que hubiera sido su intérprete si no hubiese olvidado su lengua natal. El santo envió al Japón al sacerdote jesuita y sólo conservó a su lado al joven chino, que se llamaba Antonio. Con su ayuda, esperaba poder introducirse furtivamente en China, que hasta entonces había sido inaccesible a los extranjeros. A fines de agosto de 1552, la expedición llegó a la isla desierta de Sancián (Shang-Chawan) que dista unos veinte kilómetros de la costa y está situada a cien kilómetros al sur de Hong Kong. Por medio de una de las naves, Francisco Javier escribió desde ahí varias cartas. donde escribía las medidas que había tomado: con mucha dificultad y pagando generosamente, había conseguido que un mercader chino se comprometiese a desembarcar de noche en Cantón, no sin exigirle que jurase que no revelaría su nombre a nadie. En tanto que llegaba la ocasión de realizar el proyecto, Javier enfermó; como sólo quedaba uno de los navíos portugueses, el santo se encontró en la miseria y absoluta soledad. En su última carta escribió: "Hace mucho tiempo que no tenía tan pocas ganas de vivir como ahora". El 21 de noviembre, el santo se vio atacado por una fiebre y se refugió en el navío. Pero el movimiento del mar le hizo daño y obligo a Javier a volver solitario a la playa donde el frio de las ventiscas tropicales agravarían su enfermedad. Un compasivo comerciante portugués le condujo a su cabaña, tan maltrecha, que el viento se colaba por las rendijas. Ahí estuvo Francisco Javier, consumido por la fiebre; el santo oraba constantemente. El sábado 3 de diciembre "viendo que estaba moribundo, le puse en la mano un cirio encendido.
Poco después, entregó el alma a su creador y Señor con gran paz y reposo, pronunciando el nombre de Jesús". San Francisco Javier tenía entonces cuarenta y seis años y había pasado once en el oriente. Fue sepultado el domingo por la tarde. Uno de los tripulantes del navío había aconsejado que se llenase de barro el féretro para poder trasladar más tarde los restos. Diez semanas después, se procedió a abrir la tumba. Al quitar el barro del rostro, los presentes descubrieron que se conservaba perfectamente fresco y que no había perdido el color; también el resto del cuerpo estaba incorrupto y sólo olía a barro. El cuerpo fue trasladado a Malaca, donde todos salieron a recibirlo con gran gozo, excepto Don Álvaro de Ataide. Al fin del año, fue trasladado a Goa, donde los médicos comprobaron que se hallaba incorrupto. Ahí reposa todavía, en la iglesia del Buen Jesús. Francisco Javier fue canonizado en 1622, al mismo tiempo que Ignacio de Loyola, Teresa de Ávila, Felipe Neri e Isidro el Labrador. ¿Por qué San Francisco Javier es el patrono ideal para la rama de Caminantes? Aun que estos dos personajes son santos de vidas ejemplares para todo scout en el mundo y es incuestionable su canonización; estos dos hombres podemos decir que son las caras opuestas de la misma moneda; por un lado esta Santo Domingo Savio quien murió excesivamente joven, antes de cumplir los 15 años aun siendo un estudiante de bachillerato, nunca dejo su casa ni a su familia y por el contrario tenemos a San Francisco Javier hombre que moriría a los 46 años de vida, con estudios universitarios y quien habría recorrido en sus múltiples misiones India, China y Japón, dejando en todas esta naciones por lo menos un grano de su vigorosa campaña evangelizadora. Santo Domingo Savio durante su vida nunca enfrento grandes vicisitudes como aquellas a las que un hombre adulto debe someterse, aunque durante ella siempre expreso la alegría que le producía realizar diferentes sacrificios personales para alegría de Dios y de la Virgen María de quien sería un ferviente devoto, todos estos nacidos desde lo profundo de su corazón, con convicción profunda y siempre con el anhelo ferviente de servir de la mejor manera posible a todos quienes le rodeaban; mientras tanto San Francisco Javier experimento las más duras condiciones de vida durante todos sus viajes de misión, padeció frío, hambre, pobreza y agravios de todo tipo, su cuerpo siempre estuvo expuesto a los maltratos del ambiente y de las rigurosidades que le exigía su misión aún así siempre mostró fuerza y entereza envidiables para toda persona y sobretodo para todo scout que debe conocerse a si mismo y ser capaz de encarar las mas duras situaciones de vida; sin embargo estos dos santos siempre expresaron la alegría de corazón, tan profunda, que les significaba sacrificarse a sí mismos por la labor que Dios mismo les habría encomendado, siempre fervientes y trabajadores, ya fuera desde el colegio o en las más alejadas comunidades aborígenes del oriente, ya fuera impartiendo lecciones de vida en una pizarra sobre un butaco o en las más inhóspitas y olvidadas tierras del mundo, donde muy pocos han llegado y muchos menos han triunfado como indudablemente lo hizo San Francisco. Estos dos personajes maravillosos trabajaron desde sus propias circunstancias por llevar la palabra de Dios a todos los corazones que pudieran llegar ante ellos, de Santo Domingo Savio hay múltiples relatos, muchos de ellos hechos por Don Bosco, en los que se cuenta como él intervenía en las disputas que se presentaban entre sus compañeros y siempre salía victorioso al poder disolverlas y reconciliar a los enfrentados, nunca abandono la oración y su trabajo por evangelizar a sus compañeros fue incesante, desde hablarles incansable de la palabra de Dios, hasta mostrar una fortaleza y entereza indiscutible al cuidar y preocuparse de todos ellos por igual en las más adversas dificultades que enfrentaban en el claustro, inclusive tomando culpas que no eran suyas para proteger de la expulsión a los mas indisciplinados compañeros de él, entregándose por todos por igual, sin mirar diferencias sociales o de cualquier otro tipo, un joven intachable y honorable.
Mientras tanto de San Francisco Javier, las historias son casi incontables sobre sus hazañas evangelizadoras en los pueblos Hindúes y en todas las islas cercanas al inhóspito mar índico que en su época fuese solo dominado por los nativos y quien se habría de cobrar la vida de los mas valientes marinos de su tiempo, aprendió diversas lenguas aborígenes muchas de ellas habladas tan solo por unos cuantos tal vez cientos o tal vez tan solo por unas cuantas decenas de personas en el mundo, todo este trabajo que desde nuestra perspectiva se ve apoteósico, para poder llevar más fácilmente la palabra de Dios a todas las personas que en su camino se cruzaran y poder dejar tras de sus huellas un verdadero sendero de evangelización, un verdadero camino construido con sudor y esfuerzo pero bañado por la palabra de Dios, un camino que solo un caminante incesante y dedicado podría haber recorrido, que solo un caminante destacado y entregado pudo haber creado. Viajo de todas las maneras posibles para llegar a los mas recónditos lugares del oriente para nunca dejar de lado su misión evangelizadora (no en vano es el Santo de las misiones extranjeras), viajo en todas las condiciones climáticas, enfrentando no solo las dificultades que representa una tierra desconocida, enfermedades, pestes, animales salvajes, etc. sino que a demás tuvo que enfrentar en su camino muchos conflictos civiles (muy comunes en las colonias de su época) tribus hostiles, puso San Francisco su vida en la linea de fuego para ser modelo de evangelizador y de caminante irrefutable. Luego de reflexionar con detenimiento sobre la vida de San Francisco Javier no podemos dejar de pensar en las muchas similitudes que su vida guardo con el escultismo, hay especialmente tres elementos muy claros que nos indican porque San Francisco Javier es patrono ideal no solo para los Caminantes, sino para el movimiento en general aportando consigo muchas enseñanzas para los jóvenes que buscan llevar su vida por el camino del escultismo. Mejor conocida es por ustedes la vida de B.P. quien durante su experiencia militar viajo por múltiples colonias inglesas a lo largo de toda el África y en sus viajes enseño a los jóvenes las virtudes de servicio y disciplina que todo joven scout debe tener, enseño el trabajo duro y la responsabilidad, el respeto y la dignidad todo ello para siempre formar personas, ciudadanos mejores; B.P. en sus libros siempre señalo la importancia de viajar, de caminar por el mundo ayudando a los demás, brindando lo mejor de sí en todo momento; y ¿Quién mejor que San Francisco Javier representa este espíritu?, este santo que viajo desde su natal España hasta la India, yendo al hostil Japón y por último visitando la infranqueable China, san Francisco Javier visito los mas adversos ambientes y recorrió todos estos países siempre sirviendo a los pobres, enfermos y desvalidos, siempre enseñando a los jóvenes la palabra de Dios, dándoles apoyo moral y espiritual (pilar fundamental en el método Scout, si bien el movimiento no es de afiliación Católica, si fue el mismo B.P. quien alentó a los jóvenes a seguir una clara y devota espiritualidad), Francisco Javier a demás de esto, muchas veces tuvo que vivir en las más precarias dificultades, dormir en frías esterillas, aguantar hambre, caminar durante días enteros y sobretodo alimentarse siempre de su oración; no nos empieza a sonar este escenario muy familiar, dormir en el frío de un campamento, aguantar hambre por la miles de dificultades que la madre naturaleza nos pone en frente, larguísimas caminatas por entre bosque y caminos de herradura. Parece ahora que es imposible ver a San Francisco Javier lejos del escultismo ya que en él podemos ver un caminante incansable, que con sus pies y manos sirvió indiferentemente a todo quien lo necesito, puso su vida siempre al servicio de los demás sin fijarse en las diferencias que como seres humanos inherentemente nos rodean, sirvió con sus manos a todo quien pudo ya fuese asistiéndole en la enfermedad o enseñándole a orar, puso su fuerza ante todo quien se cruzo en su camino para entregarle un poco de si y llevarle alegría a su corazón y por sobre todo esto puso sus pies al servicio de Dios, para que fuera Él quien lo llevara que donde mas se le necesitara, cumpliendo sus deberes para con Dios y con la Patria incansable y servil. Servicio: ¿"Siempre listos para servir" no es el grito que todo scout debe proclamar en su vida diaria?, ¿"Adelante" no es el camino que todos debemos seguir para lograr nuestras metas?, San Francisco Javier es el más vivo ejemplo de estas consignas que recorren nuestros corazón como
scouts a diario, fue él misionero por excelencia, en muchos lugares del mundo curo enfermos, ayudo en hospitales, brindo apoyo a los pobres del mundo, sirvió a los jóvenes como guía y consejero, llevo la palabra de Dios a los más necesitados de una guía espiritual ya fueran colonos en precarios asentamientos lejos de su hogar o a nativos dispuestos a entregar su corazón a Dios, pero todos recibieron la incondicional ayuda y servicios de San Francisco Javier; una vida como esta demuestra realmente como servir sin importar las dificultades del medio, sin importar lo lejos que se está de casa, sin importar lo mal que uno mismo vive, él literalmente "fue útil y ayudó a los demás sin pensar en recompensa" y muchas veces sin recibir nada diferente a insultos y desprecios; el dió como todo buen scout debe dar y hacer sin mirar a quien hacerle el bien, el cifró su honor en la confianza de todos quienes le rodeaban y podían acudir a él seguros de poder encontrar una palabra de aliento y un consejo sincero, cuido la naturaleza como obra ineludible de Dios, San Francisco Javier es por tanto ejemplo de Ley Scout. Y finalmente recordemos todos que el mejor reflejo de lo que significa ser scout es su promesa: YO, POR MI HONOR Y CON LA GRACIA DE DIOS PROMETO HACERCUANTO DE MI DEPENDA PARA CUMPLIR MIS DEBERES PARA CON DIOS Y CON LA PATRIA, AYUDAR AL PRÓJIMO EN TODA CIRCUNSTANCIA, Y CUMLIR FIELMENTE LA LEY SCOUT. Estoy seguro no encontrar a alguien que lea la vida de San Francisco Javier y me diga que él no fue fiel a su honor, estuvo en la gracia de Dios y entrego todo de él cumpliendo sus deberes con la patria y con Dios y ayudo al prójimo en todos los momentos de su vida, él mejor que muchos de los mejores scout de hoy en día cumplió sin saberlo esta promesa scout y nos da ejemplo a jóvenes y adultos dentro del escultismo de cómo llevar una vida verdaderamente guiada por el servicio y por el caminar hacia adelante en busca de la felicidad en ayudar a todos, llevar una vida como todo scout y "Caminante" debe hacer, vida guiada por la Ley y la Promesa que de corazón todos nosotros debemos vivir y enseñar al mundo para poder hacer por medio de este movimiento un mundo verdaderamente mejor. Bibliografía: ___________. Santo Domingo Savio. En: EWTN Fe. [Consultado 19 de febrero de 2010]. Disponible en: <http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Domingo_Savio_5_6.htm> ___________. San Francisco Javier. En: Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María. . [Consultado 19 de febrero de 2010]. Disponible en: <http://www.corazones.org/santos/francisco_javier.htm> POWELL, Baden. Escultismo para Muchachos. En: asde.scouts-es.net. [Consultado 19 de febrero de 2010]. Disponible en: <http://asde.scouts-es.net/extremadura/epm.pdf>