OH MY GOTHESS 0.5 Dark Gothess conoce a Cold Raven
LucĂa Arca
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—¿Te has enterado, Montalvo? Se ha ido. —Leo intercepta a Isaac de camino a la sala de informática. Le coloca su gorra en la cabeza, pero este no tarda en devolvérsela. —¿Estás de broma? Por supuesto que lo sé —responde con alivio. Su mano desciende instintivamente hacia el antebrazo, se cuela bajo la manga del jersey y recorre la marca con la que el apodado Tattoo le obsequió durante los primeros días de su estancia en el reformatorio. El 13 grabado con saña duele, es un recordatorio de su debilidad. Frunce el ceño al recibir una descarga de dolor; ha apretado la herida con demasiada fuerza—. Contaba los días para que Héctor se largara de aquí. —Tú y todos, tío. Tú y todos. —Leo pasa su brazo de forma amistosa por el hombro de su compañero y esboza una sonrisa—. ¡Que le den, Montalvo!, ahora a tachar las casillas en el calendario. Sin más. —Y a aprender, Leo. No estaría de más aprender algo, ¿no crees? —¡Vaaamos! Soy más de la escuela de la vida, tío, ya lo sabes. Isaac chasquea la lengua y mueve la cabeza de un lado a otro. —No cambiarás, ¿verdad? —Las risas se abren paso entre sus labios. —Lo suficiente para salir de aquí, chaval —replica, guiñando un ojo—. Bueno, te veo luego. Isaac asiente y se despide con un gesto de la mano. Dobla la esquina del corredor y accede al aula informática. En este momento solo hay un par de chicos frente a las pantallas. Baja la mirada, toma asiento y pone en marcha el ordenador de sobremesa, que gruñe como si lo hubiera arrancado del letargo. Debe reconocerlo, el centro de menores no es precisamente un hogar, pero tampoco la versión juvenil de Guantánamo que se temía antes de entrar. Existen muchas reglas y hay un férreo control, burlado en ocasiones por algunos como Héctor, pero ni lleva grilletes ni realiza trabajos forzosos. Está ahí para mejorar. Debe comportarse y sacar los estudios adelante; recuperar el tiempo perdido, derrochado. Los recuerdos del accidente de tráfico regresan: los cristales desparramados, el metal crujiendo sobre el asfalto, aquel intenso olor a gasolina derramada, el crepitar del fuego, un coro de sirenas aullando a lo lejos, la sangre salpicando el pavimento, los gritos, las lágrimas, el dolor, el silencio casi sepulcral que le sucedió. Cierra los ojos con fuerza e invoca la calma perdida en un intento por despejar la mente y recuperar la cadencia normal de los latidos de su corazón, que ahora siente bajo su pecho bombeando frenético. Se afana en contener a la bestia que crece en su interior cuando el dolor da paso a la rabia. Tras un par de minutos dedicados a hacerse con el control de sus pensamientos, relaja los músculos, que ha tensado inconscientemente hasta clavar las uñas de sus dedos en las palmas. Alguien le pone la mano en el hombro y él se sobresalta. 3
—¿Qué tal vas, Isaac? ¿Ocupado? —Baja la guardia. Es Fran, el orientador del centro, una persona muy cercana y uno de los mayores apoyos que tienen ahí dentro junto con Leo. —Bien, bien. Escribiendo el trabajo que nos mandaste, Fran. —Digamos mejor que sugerí con entusiasmo. Aunque te veo contento, ¡así me gusta! —Sí, no puedo quejarme. —Bueno, te dejo, no quiero entretenerte. Creo que puedo adivinar sobre quién harás esta redacción. —Eso seguro. Hasta luego. El orientador se aleja e Isaac se concentra en la tarea que tiene por delante. Abre una pestaña del navegador y teclea el nombre de su autor clásico favorito: Edgar Allan Poe. Lo ha escogido como tema central para su trabajo. Le gustan las labores de investigación, pero más aún si son sobre personas que de verdad suscitan su interés. Navega por la red intentando ampliar la información que ya tiene sobre el escritor. No duda en volver a visitar la Wikipedia, así como páginas literarias de referencia. Mientras, en una página de Word recaba los datos más importantes y comienza a redactar su trabajo. Los minutos vuelan en el reloj cromado de la pared. Está a punto de dar por finalizada la sesión cuando se encuentra en el buscador con una entrada que se le antoja interesante: El cuervo, recitado por Dark Gothess. El puntero del ratón parpadea sobre el enlace, invitándole a entrar. No es una fuente oficial, pero la curiosidad gana la batalla y accede a un blog, un espacio personal en el que predomina el negro y los colores oscuros. La bitácora se centra en el mundo literario (hay fichas de novedades, reseñas de libros, noticias de publicaciones, etc.), pero también está dedicada al cine y la televisión, todo ello salpicado de post personales. Lee unos cuantos al azar, sin poder reprimir alguna risa que obliga a sus compañeros a mirarlo con extrañeza. Carraspea y regresa a la página principal. Se fija en que todas las entradas tienen un estilo personal y rebosante de ironía. Están firmadas por la misma persona: Dark Gothess. El post sobre Allan Poe presenta un podcast que la autora explica que ha grabado para compartir uno de sus relatos favoritos del autor. Isaac mira a un lado y a otro, la silla de metal y aglomerado cruje bajo su trasero. Conecta los cascos al altavoz del ordenador y reproduce la grabación. La voz de la chica recita las líneas del laureado texto de Poe que tantas veces ha leído. Él se repite a menudo la famosa respuesta del cuervo de mal agüero: «Nunca más». Quiere creer que lo que comenzó a crecer en él tiempo atrás, esa nube oscura tamizada de rojo que le nubla el juicio, desaparecerá, que volverá a ser el chico que todos conocían antes de que su vida se fuera al traste… 4
Escucha con atención la lectura de Dark Gothess. Aunque las palabras se deslizan en sus oídos con poca claridad, debido a la deficiente calidad de la grabación, hay algo en el modo en el que pronuncia cada una de ellas que transmite devoción, fuerza y delicadeza al mismo tiempo. Isaac se siente hechizado por la reverencia con la que lee el poema, acompañado con una música instrumental de fondo. Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama tiende en el suelo su sombra. Y mi alma, del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo, no podrá liberarse. ¡Nunca más! Cuando termina, la narradora se despide de forma escueta. Se explaya más en el texto que sigue bajo el enlace al podcast. Isaac siente que debe dejar un comentario, ya que de momento nadie se ha atrevido a hacerlo y considera que bien merece un cumplido. Se dirige a la parte inferior de la entrada y comienza a teclear, dejando que esa parte de él que disfrutaba tiempo atrás con los juegos de rol se haga con el control: El sonido de su voz es un regalo para mis oídos, un bálsamo para mi alma. Este relato es uno de mis predilectos. Estoy seguro de que el autor aplaude desde su parcela en el más allá el entusiasmo que ha imprimido en cada palabra, mi señora. Me ha cautivado, estoy preso de su voz y de su pluma, por lo que permaneceré por estos lares. Continúa escribiendo, pero cuando va a dar a Publicar, la página le pide un perfil o un nombre. Él se lo piensa unos instantes, contiene la respiración y vuelve a mirar a su alrededor. Parece que se ha quedado solo, por fin. El miedo todavía le atenaza el corazón, pero sabe que ahora es infundado; Héctor se ha ido y no volverá. Le da a crear nuevo perfil y se centra de nuevo en el formulario frente a él. ¿Cómo firmar? ¿Con qué nombre presentarse a la administradora del blog? ¿I. Montalvo? Demasiado obvio. ¿Isaac? Cutre.
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¿Chico sombrío? Muy emo. Finalmente, una luz se enciende en su cabeza al ver la imagen del cuervo que acompaña al podcast.
Crea su perfil y termina su comentario con cinco palabras: Su humilde servidor, Cold Raven. Le da a publicar. Satisfecho, se hace seguidor del blog. Algo le dice que será un fiel visitante y comentarista. Pasa la siguiente media hora leyendo antiguas entradas de la autora, algunas recomendando novelas o películas, se entusiasma al descubrir que comparten gustos: Da experiment, El club de la lucha, incluso conoce Interestatal 60, «una grandísima película desconocida por el gran público», algo en lo que Dark Gothess coincide de pleno. La administradora intercala otras entradas en las que habla de lo que le pasa por la cabeza, todo ello con un barniz histriónico y un humor particular. «Me siento en casa», piensa Isaac mirando la cabecera del blog. *** Nessa se está preparando para salir al ritmo de una canción de The Pretty Reckless que escucha a todo volumen en su IPad. Su padre está trabajando y su madre acaba de ser requerida en el hospital. Todavía no les perdona que la hayan dejado castigada sin vacaciones por suspender el curso, confinada en la ciudad y con sus mejores amigas a kilómetros de distancia. No piensa pasarse el verano entre esas cuatro paredes que se le antojan claustrofóbicas. Un mensaje de WhatsApp llama su atención. Coge el móvil y mira la pantalla. Son Beca y Ursu, cómo no. Ambas se han ido juntas a la playa, ayer hizo una semana. Ella cree que debería estar allí, bebiendo mojitos y viendo salir el sol tumbada en la arena. Le mandan informes contando con todo lujo de detalles cuanto les acontece. Las fotos, grabaciones de voz y vídeos que acompañan a algunos de esos reportes son como dagas en su corazoncito adolescente. Todo empeora cuando van con
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alguna copa de más. La envidia le corroe, lo reconoce y eso hace que se sienta aún más miserable. —Joder, esto es una puta mierda. Yo aquí muerta de calor y de asco por tener que repetir curso y Úrsula disfrutando con peores notas que las mías. —Nessa jura en voz alta antes de echar un vistazo al mensaje de sus amigas. Las líneas de Ursu son un jeroglífico que ha aprendido a descifrar. La rubia no es amiga de la RAE. Ni de la lectura, para ser sinceros. Úrsula: Dsfrutnd d l plyita.
Rebeca: Pero no es lo mismo sin ti. El año que viene será mucho mejor. Úrsula: e stado ablndo cn 1 itliano k sta xra acrle 1 fvor. ¿L dgo k si kier k l nseño mi lngua? Jaja. Joder, k crpo, tia! M lo fo… Rebeca: Ni caso, tiene las hormonas desatadas. Me da vergüenza a veces. ¡Deja de marcar escote a lo bestia! Casi enseñas el pezón. Úrsula: NIÑATA! Rebeca: ¡Ninfómana! Nessa: Jajaja, sois lo peor, que lo sepáis. Dando envidia, perras. Yo aquí, el único cuerpo que puedo ver es el de policía. Y la del barrio es más Full Monty que Mike XL. Úrsula: El viej k dsayna bokta d nchoas y krajllo en el bar de JoseMa Tien 1 pntazo. Nessa: Puaj. Lo dicho, eres mala, Ursu. Te odio mil. Úrsula: L Se.
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Rebeca: Toma, preciosa nuestra, una foto para que recuerdes lo mucho que te queremos.
Se despide y arroja el teléfono sobre la colcha. La canción que sonaba da paso a otra más rítmica, una de sus favoritas. Se pone en pie y, tarareando sin sentido del ritmo, se dirige al espejo y perfila de oscuro sus ojos antes de colgarse unos pendientes largos de las orejas. Duda sobre si debería haberles dicho a sus amigas lo de la cita de hoy. Aunque en realidad no le ha dado tiempo. Además, se trata únicamente de algo inocente e improvisado. «No es que le vaya a pedir salir ni nada por el estilo». Hace aproximadamente una hora bajó a comprar seitán a la tienda ecológica y se encontró a la altura de la panadería con ese chico con el que ha cruzado algunas palabras en los recreos o a la salida del instituto. Es un año o dos mayor que ella y sus amigas, moreno «y con una chupa que apetece acariciar», dueño de una moto que ruge tanto como corre y «jodidamente sexy», como acostumbra a decir Úrsula. Él se ha mostrado divertido y muy amable. Han reído intercambiando anécdotas sobre el señor Alsina y maldiciendo las tediosas clases de la señora Gálvez. Lorca, que así es como se llama, ayuda a su padre en el taller de coches que regenta; también tenía que haberse ido con unos amigos esta semana, pero deberá esperar a la siguiente porque están desbordados y le obligan a echar una mano. «¿En “kelli" con ese tiempo? ¿Y sola? Ni de coña. Ya que nos han jodido las vacaciones, odiemos el mundo juntos escuchando buena música, ¿te hace?», esa ha sido la proposición. ¿Cómo negarse? «Imposible. Primero, porque es un chico cañón; segundo, porque si sigo en este cuarto voy a terminar pintando la cara a un balón y teniendo conversaciones con él como en la película Naúfrago; y tercero, porque ha dicho las palabras mágicas: “Te dejo elegir canciones”.» 8
Se aplica algo de brillo en los labios antes de ponerse en marcha. «¿Quién me iba a decir a mí que el buenorro de Lorca me iba a invitar a su local de ensayo? ¿Habrá instrumentos? Siempre quise tocar la batería, ¡o la guitarra eléctrica!», piensa ilusionada y dándose un último vistazo en el espejo. Un sonido la alerta de que alguien ha dejado un nuevo comentario en el blog. Cada vez que eso sucede, a Nessa le embarga esa agradable sensación que acompaña a la apertura de un regalo la mañana de Navidad o en la celebración del cumpleaños. Se deja caer en el sofá del salón, cosa por la que su madre la ha reprendido en reiteradas ocasiones, y juega con su cabello mientras se carga la página. El nuevo comentarista lleva por nombre Cold Raven. «¡Me encanta! Muy adecuado. Veamos qué te cuentas», piensa antes de leer el mensaje. En cuanto termina no puede evitar sonreír. Por fin alguien que habla su mismo idioma. Sabe que llegará unos minutos tarde, pero todo sea por redactar la respuesta perfecta para su nuevo seguidor. Dark Gothess: Bienvenido a mis dominios, ángel de alas negras. Gracias por tus elogios, aún más por tu presentación, original a la par que misteriosa. Deseando intercambiar más comentarios contigo. Antes de apagar el IPad va al perfil de su nuevo seguidor. Al curioso nickname le acompaña la imagen de un cuervo sobrevolando un cielo plomizo. No hay ningún dato extra sobre Cold Raven, es más, su blog es el único que sigue de momento, lo que hace que Nessa se llene de orgullo. Las comisuras de sus labios se curvan. Son cosas pequeñas como esta las que la animan a seguir actualizando su blog, a devanarse los sesos algunas veces cuando no sabe qué contar o decidir si lo que quiere compartir es lo adecuado. Son personas como Cold Raven las que le hacen desear convertirse en un código binario y viajar a través de la red para conocerlos. Se pregunta por qué no tendrá a su alrededor amigos tan compatibles. Siente que solo en sus dominios encontrará la horma de su zapato, porque allí se siente completamente libre de compartir sus inquietudes. Aunque sus padres siempre están para escucharla, y son muy abiertos, hay cosas que no se ve capaz de tratar con ellos; Úrsula es extrovertida hasta límites indecorosos y dada a meterse en problemas, además de la reina de la frivolidad; Beca es extremadamente responsable y cautelosa, vive bajo la alargada sombra de su madre, que solo afloja la correa durante el verano. Por suerte, con ella puede hablar de muchas cosas, así es Beca, una persona de confianza; si la dulzura tuviera rostro sería el de la pelirroja de ojos verdes. Úrsula es la que anima al grupo, la que las hace reír con sus ocurrencias y locuras; el picante. Y Nessa, bueno, ella es el oído al que hablar, el hombro sobre el que llorar y la pirada que se apunta a cualquier plan improvisado. O eso dicen sus amigas. Para muestra un botón, se ha cruzado con Lorca y, tras intercambiar unas palabras, se ha apuntado a tomar algo y escuchar unos vinilos en el local de su grupo. Sin apenas conocerlo. «¿Qué es lo peor que puede ocurrir, que le guste el reguetón?». Ríe la ocurrencia, aunque en el 9
fondo cruza los dedos para no acabar escuchando canciones de esas que sus amigas berrean al unísono hasta desgañitarse, agitando las caderas y levantando los brazos como posesas. Ya en la puerta de casa, su móvil vuelve a sonar: Úrsula: Y K tl nustra pke? Beca: Eso, Ness, ¿cómo te va? ¿Algún plan para hoy? Nessa duda unos instantes, no sabe si contarles su pequeño secreto o mantenerlo como tal. La idea de tener algo suyo, un misterio, le tienta. El blog es, de hecho, también una cosa que se guarda para ella y sus lectores. Permanece en el anonimato, refugiada tras su seudónimo y esas entradas donde comparte sus aficiones, opiniones y pensamientos. Al final, toma una determinación. Nessa: Sin cambios. Otra tarde aburrida de un verano insípido. Besotes. Guarda el teléfono en el bolsillo, abre la puerta del piso y sale al rellano con una sonrisa en el rostro y un brillo expectante en su mirada. Pero lo que ella aún no sabe, mientras baja las escaleras del bloque en el que vive, silbando una canción de Lena Fayre y jugueteando con las llaves, es que este día lo cambiará todo. Absolutamente todo.
Conoce la historia de Nessa e Isaac en Oh My Gothess.
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