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EDITORIAL en Español EL CIELO DE LOS CERDOS
Esta semana es importante llamar la atención sobre el préstamo de sesenta millones de dólares del Programa Integral de Seguridad de Belice (BISP) del BCIE que fue aprobado en 2014. Esos fondos languidecieron en su mayoría sin ser tocados por más de seis años. En noviembre de 2020 solo se había utilizado un millón de dólares para cubrir los salarios del personal de la unidad del proyecto que no había producido ninguno de los cambios que se necesitaban desesperadamente. Este préstamo es parte de los esfuerzos de apoyo del BCIE para realizar la Estrategia de Seguridad Nacional de Belice en un diseño cohesivo con la gran estrategia de Seguridad Centroamericana. Estos fondos fueron destinados a mejorar el bienestar de las familias beliceñas a través del fortalecimiento de la seguridad ciudadana. Los fondos debían utilizarse para mejorar las instalaciones de entrenamiento y las condiciones de vida y de trabajo de las fuerzas de seguridad, así como para adquirir equipos muy necesarios y aumentar la capacidad técnica.
Es dolorosamente obvio que el antiguo Ministro de Seguridad Nacional tenía más interés en los bandidos de todo tipo que en las fuerzas de seguridad de las que era Ministro. Hubo un joven soldado de las Fuerzas de Defensa de Belice que perdió un ojo debido al estado ruinoso de un muelle en una de las bases. No hay más que ver las condiciones inhumanas de los alojamientos del cuartel Price y de cualquier otra estación de las Fuerzas de Defensa de Belice para confirmar el abandono y la mala gestión que sufrieron bajo el mandato de Big John. Hubo un cierre obligatorio de la Base de Operaciones de Avanzadas del Sarstoon porque el edificio fue declarado peligroso. La miseria y la negligencia a la que fueron sometidas nuestras fuerzas de seguridad beliceñas bajo Big John son violaciones de los derechos humanos. En el norte se quemaron comisarías enteras y nunca se reconstruyeron, otras quedaron abandonadas porque el estado de deterioro las hacía inhabitables para los policías y sus familias.
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Todo esto habla de un ministro que no se preocupaba por el bienestar de los que servían a sus órdenes. Estaban sometidos a condiciones de trabajo y de vida inhumanas, que él mismo, Big John, no soportaría. Su mala gestión y su negligencia no sólo pusieron en peligro la salud física y la vida de sus tropas, sino también su salud mental. Estar obligado a soportar vivir y trabajar en estas condiciones es claramente suficiente para quebrar el espíritu y la moral de cualquiera. El bienestar de las fuerzas de seguridad y su productividad quizá no figuraban en la lista de prioridades del exministro. Aunque había fondos disponibles, no había ningún interés en garantizar la seguridad de los ciudadanos. No está del todo claro si esto fue sólo un subproducto del desdén o si fue por diseño.
No es de extrañar, por tanto, que cuando Florencio Marín y Oscar Mira se hicieron cargo del Ministerio de Defensa Nacional y Seguridad Fronteriza no sólo tuvieran que renovar las instalaciones. También había una gran necesidad de reforzar la moral de las fuerzas de seguridad para garantizar que puedan hacer su trabajo, sin obstáculos por la falta de recursos o de instalaciones adecuadas. El pasado fin de semana, Big John volvió a entrar en la escena política de Belmopán. Parecia tener cubetas de recursos escondidos y claramente algunas personas perdieron la cabeza y se dejaron llevar una vez más. Es irónico que afirme amar tanto a la gente, pero los que estaban a su merced no sintieron nada de su empatía y les permitió vivir de forma tan inhumana. El tocino chisporroteó todo el día en el paraíso de los cerdos de Belmopán el domingo, y dejamos esta semana con un consejo para el actual líder de la oposición: "Nunca luches con un cerdo. Los dos os ensuciáis, pero al cerdo le gusta".