o d n a t i g r u Reg o r e n é g l e
#2
junio 2018
[e]
A A A O
AO O
Mi pronombre no es un juego ni incluirme destruye el lenguaje. Lo destruye querer atarlo, crearlo y moldearlo a gusto para después decir que no es arbitrario, para después jurar que no es ideológico. ¿Acaso no es una postura dejarme fuera? La E no duele, no rompe nada, tan solo intenta hacer un poco de justicia y cambiar algunas palabras. Podrá servir o no, pero al menos algo intenta y no se recuesta en la comodidad de insultar sin dar alternativas o resignarse a la rutina de no ser ni en el habla.
[sin nombre] ¿Por qué a mi niñez la quieren redefinir? ¿Por qué esa obsesión y esa intromisión en la infancia ajena, en la cuna vieja, en las fotos amarillentas? Si ese niño fui yo y solo yo sé qué sentía. Si estas carnes son las mismas pero crecidas y solo ellas sintieron los golpes y los cortes. Si ese documento era mío aunque el nombre ya no lo sea, si es que alguna vez lo ha sido. ¿Por qué exigir el derecho a nombrar, a modificar y normalizar y a contar una historia que no les pertenece? ¿Por qué? Si esa infancia es mía, si esa historia es mía, si jamás dejará de serlo y el derecho de contarla y nombrarla será sólo mío...
[sin nombre] A mi novio le da miedo darme la mano en la calle. Y a veces se la suelto, pero otras la apreto con más fuerza y le digo que hay que ser fuertes, que no nos tienen que meter miedo. Y le hago creer que yo no lo tengo, pero le miento. De miedo estoy lleno, de miedo tiemblo, por miedo acato y me entrego a la norma. Por miedo lo abrazo fuerte cuando llegamos a casa, cuando nadie nos ve o cuando estamos muy borrachos para sentir peligro. A mi novio le da miedo darme un beso en la vereda. Y siempre le digo que no pasa nada, que esté tranquilo. Y le hago creer que yo lo estoy, pero le miento. Jamás estoy tranquilo, siempre me inunda el odio y la bronca de que al menos una parte de la piel de gallina que me produce cada beso me la genere no solo sus labios si no también el miedo.
A mi novio y a mí nos da miedo querernos. Nos da miedo abrazarnos, besarnos, sentarnos muy cerca, mirarnos demasiado, ser muy obvios al disimular el amor que nos tenemos. Y a mí me da bronca tener que disimular, soltarle la mano en el barrio, cortar un beso en la parada del colectivo, alejarnos un poco cuando nos miran fijo. Me da bronca, me da tristeza y quiero llorar muy a menudo, porque el amor cuando no lo sacas te va inundando el pecho y apreta contra la carne pidiendo a gritos que lo saques, que le digas "te amo" aunque te escuchen, que le des la mano aunque los vean, que le des un beso aunque los labios tiemblen de miedo, que lo ames aunque te dé más pánico lo que pueda pasar que el hecho de sentir tanto cariño por alguien.
A mi novio y a mí nos da miedo amarnos, porque el mundo nos reta si nos ve como no nos retaría si nos descubriera odiándonos, mandándonos misiles de una punta de la tierra a otra, desapareciéndonos por luchar, exterminándonos por creer en otro Dios, destrozándonos a pedazos, a nosotros y a miles de inocentes más. A mí me da bronca que a mi novio le de miedo, pero sobre todo que yo también lo sienta.
[morir a los 12] "Para mí que tiene que costar un poco más saber que no sos heterosexual" dice un comentario en internet. ¿Acaso no cuesta lo suficiente? me pregunto yo. Y, ¿por qué debería costar? ¿Por qué no cuesta el saberse heterosexual? ¿Por qué no debería costar eso? Si fueron más las veces que el serlo fue etapa que las que lo fueron saberse gay, saberse lesbiana, saberse bisexual o saberse trava. ¿Qué más nos tiene que costar? Si el trabajo lo perdimos y también lo que considerábamos nuestro hogar. ¿Qué más hay que dejar en el camino? Si el amor hace rato ya no lo sentimos y el calor de un abrazo se nos lo ha prohibido. ¿Qué tanto más nos tiene que doler? Me pregunto y les pregunto...
¿Saberse no cisheterosexual no duele y cuesta lo suficiente si en el proceso se nos va la vida? (por no decir que nos la arrancan)
[sin nombre]
Me dicen "querete", y algo adentro me duele. Me duele porque esa orden se siente como si me responsabilizaran de no hacerlo, me hace culpable a mí de no intentar como si no me hubiera desgastado todos estos años por poder tocar mi piel sin asco, como si no me abrazara todos los días y me pidiera perdón por aun no lograrlo del todo. Me dicen, me exigen, me ordenan. Y lo hacen como si no lo hiciera, cuando en realidad decir ésto es hacerlo. Decir que me quiero, que lo intento, y confesarme que no lo hacía es el mayor acto de afecto que tengo.
Me dicen que me quiera, y me duele por dentro porque lo hacen ver tan fácil. Pero, ¿cómo lograrlo? Si nunca me vi en una pantalla, si nunca me vi en una revista, si nada me parezco a esos rostros y esos cuerpos. Cómo hacerlo si nunca me representan como cuerpo válido y existente, si siempre me esconden y denigran cuando me animo a ser yo mismo mi ejemplo. Cómo hacerlo si mientras me exigen que lo haga también me exigen que me cambie, que me arregle, que me adecúe, que aspire y me desviva por ser parte de la hegemonía.
Me exigen el amor propio y me duelen dentro todas las heridas que me inflige la eterna lucha de quererme en un mundo que me invalida. Me dicen, me exigen, me ordenan. Pero no saben que ya lo hago, que lo sigo intentando, que nunca paro. Y que hasta más que elles, porque quererte cuando no sos válide es un querer más fuerte que cuando sí lo sos.
[sin nombre]
Me siento condenado al limbo tramital, a reclamar en todos lados y en todo momento que rectifiquen mis documentos, que respeten mis derechos. Me siento atado de manos y postrado de rodillas frente a las instituciones y los formularios, y frente a los ojos de esos otros hartos. Hartos de mis quejas, de mis gritos, de mis reclamos. Hartos casi como si estuviera pidiendo pavadas, como si fueran berrinches, como si fuera innecesario... Innecesario mi reclamo e innecesario mi existir. Me siento condenado a agradecer una ley que nadie respeta y nadie cumple. Una ley que esos otros hartos de mĂ agujerean y rompen, y me dicen que no, que la leĂ mal, que no dice eso que digo yo, que no hinche mĂĄs... Que espere, que calle, que me muera esperando una vida sin tener que luchar a diario para que me traten como ser humano.
[disfrazadx] Me duele tu disfraz más de lo que me dolía el mío, porque acá nada puedo hacer, de ningún modo puedo ayudar... Salvo dándote la mano a escondidas, esperando que, de algún modo, al apretarte tan fuerte logre transmitirte un poco de mi firmeza. Me duele tu disfraz, tu agachar la cabeza, tu soltarme la mano. Me duele tu ropa, tu andar y tu voz exageradamente grave. Me duelen tus ojos cuando pregunto, cuando hurgo entre tu alma en busca de fuerza. Me duelen las palabras que suprimís, los besos que no das, la parte de tu vida que no mostrás. Me duele porque ya me dolió en mí y me imagino cuánto debe doler en vos.
Me duele tu disfraz porque te corta la libertad, porque aunque no mienta tampoco dice la verdad. Me duele que no seas vos en todo momento, porque cuando lo sos se te ve felíz y aún más lindo.
[cómo hacerle el amor a una persona trans] Hace mucho tiempo leí un poema titulado "cómo hacerle el amor a una persona trans", y me reí, porque en mi inocencia de trans recién nacido no concebía aún la idea de que mi cuerpo era un cuerpo extraño, para mí el mío era un cuerpo más. Conocía cómo reaccionaba, qué lo excitaba y cómo nombrarlo, y creía que si alguien no lo sabía estaba bien, porque yo tampoco sabía de otros cuerpos hasta que los tocaba y aprendía. Pero me olvidaba que en el mundo de ellos no se aprenden esas cosas... Une no aprende cómo funciona cada cuerpo, en cambio los cuerpos aprenden a funcionar como esperan todes, los cuerpos se normalizan.
El poema leía entre sus párrafos: "olvida las imágenes que has aprendido", "deshazte de las viejas palabras por completo", "cuando le saques las capas de ropa no actúes como si estuvieras cambiando a un enfermo" "no preguntes si ha tenido la cirugía", "no digas que parece casi natural", "date cuenta que los cuerpos son solo una parte de lo que somos". El poema era más largo, y siento un crimen intentar traducirlo del todo, pero las verdades que relataba son ajenas al idioma.
Hace poco tiempo releí ese poema, porque necesitaba sentir que alguien más tenía ese gusto amargo al leerse hecho debate... Un debate que te vuelve una cosa sin vida, un objeto puesto a prueba a ver si sirve o no para el disfrute sexual de alguien más, a ver si se normalizó como debía. Releí y me desahogué, me recosté en la cama luego y me di el derecho a escapar de esas bocas que regurgitan odio e ignorancia sobre mí. Y a él, a mi cuerpo, le di el derecho de sentir y de dar placer.
Hace mucho y poco tiempo, cada tanto y a cada rato, releo ese poema para escapar de releer el mismo debate y para recordar que quien cuestiona es porque no sabe de cuerpos ni sabe de placer, solo sabe de reproducir tradiciones y estereotipos que cree romper.
(Sobre “How to make love to a trans person� de Gabe Moses)
o d n a t i g r u g Re o r e n é el g
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Nicolás Samuel Illuminati issuu.com/
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