Cerezo Tiberto subió al barco, pero su caballo no quería seguirle. -No voy contigo –dijo Hércules-. Me mareo. -Y ¿cómo lo sabes? – Respondió Tiberto- Jamás has subido a un barco. Haz un esfuerzo, y al otro lado del río te daré doble ración de avena. Hércules tenía un defecto: era glotón. Siguió a su dueño y enseguida, ante los ojos asombrados de los otros caballeros, la tortugabarco condujo a Tiberto y a su caballo a la otra orilla. Una vez allí, Tiberto amarró el barco mientras Hércules devoraba su avena. Caía la noche. En el horizonte se levantaban altas y amenazadoras montañas. No había pueblos, ni siquiera una casa. El sitio era desolador. A la mañana siguiente la llanura estaba cubierta de escarcha y las crines de Hércules totalmente salpicadas de hielo. Tiberto y su caballo se pusieron en camino. Avanzaban por una especie de desierto helado, en donde no crecía ni una planta. El viento traspasaba las ropas de Tiberto, Hércules tiritaba. Llevaban varias horas caminando cuando Hércules levantó la oreja izquierda; había oído un débil piar.
Tiberto saltó a la tierra y se puso a buscar el pájaro. Lo encontró detrás de un matorral. Era un petirrojo, paralizado por el frío. El caballero lo tomó en sus manos y lo acercó suavemente hacia su boca para darle calor. El pájaro hinchó las plumas de su cuello y se puso a cantar con todas sus fuerzas. Luego, levantó el vuelo y dio vueltas alrededor de Hércules y de Tiberto, como para darles las gracias. Tiberto reanudó su camino silbando, pero el petirrojo no los abandonaba; había adoptado a sus salvadores. - Te llamaré Cerezo – dijo Tiberto.
Al acabar la jornada, cuando la fría noche se extendía por la tierra, el pájaro seguía con ellos. Hércules tenía miedo de que se muriera de frío. Entonces se le ocurrió hacer un gran montón de estiércol humeante y lo agujereó con su pezuña. Tiberto lo miraba con aire divertido. El petirrojo se instaló en el caliente nido y se durmió. Al día siguiente, Tiberto, Hércules y Cerezo iniciaron la subida de los montes Ópalo. Siguieron un sendero escarpado. Las piedras rodaban bajo las pezuñas de Hércules. Por fin llegaron a la cumbre del puerto.
¡Uf! - dijo Hércules-. ¡Tengo las pezuñas llenas de piedras! Acababa de pronunciar estas palabras cuando una llama ardiente brotó de una caverna y chamuscó sus crines. El caballo se echó a un lado, Tiberto lanzó un grito, tiró de las riendas y Hércules se encabritó. Un furioso dragón salió de la caverna. -
De su nariz salían llamas, sus escamas se erizaban y sus patas en forma de garras gesticulaban en todos los sentidos.
Tiberto y Hércules piensan descansar en la cumbre de los montes Ópalo. Pero un dragón surge en la caverna
Capítulo 3º 1.-
Por qué no quería Hércules subir al barco. a) Por miedo. b) Porque no sabía nadar. c) Porque se mareaba.
2.- ¿Qué le prometió su amo si subía? a) Doble ración de avena. b) Doble ración de palos. c) Doble descanso. 3.- Hércules tenía un defecto: a) Que era miedoso. b) Que era glotón. c) Que era muy valiente. 4.- ¿Cómo era el sitio del otro lado? a) Encantador. b) Terrible. c) Desolador. 5.- Llevaban varias horas caminando cuando... a) Tiberto se paró a descansar. b) Hércules oyó un débil piar. c) Hércules se negó a subir. 6.- Tiberto buscó al pájaro y era... a) Un pájaro carpintero comiendo. b) Un petirrojo paralizado por el frío. c) Un pájaro bobo volando.
7.- ¿Qué hizo el pajarillo para darles las gracias por haberle salvado? a) Marcharse. b) Piar. c) Volar dando vueltas. 8.- Como no les abandonaba, ¿Qué nombre le puso Tiberto? a) Manzano.
b) Peral. c) Cerezo. 9.- Cuando llegaron a la cumbre ¿Qué dijo Hércules? a) Tengo las pezuñas llenas de piedras. b) Tengo las pezuñas malas. c) Tengo hambre. 10.- Cuando pronunció estas palabras, ¿qué salió de la caverna? a) Un murciélago. b) Un furioso dragón. c) Un ratoncito huyendo.
11.- Dibuja el Dragón.