Investigaciones sobre el vacío

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Pequeño tratado sobre la impresión del vacío “La reconstrucción y la balanza en peso muerto. Por el tiempo en que los brazos, vuelven al centro de todo un corazón se detiene. En paralelo, el árbol deja eclosionar sus semillas se llenan de carbón, pero siempre sobreviven. Entonces basta una percepción y al segundo, la ilusión se despierta de su sueño…”

Se oye el coro de Wagner.

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El principio total del Sol Negro

Descenso perpetuo, El sol está muerto, es un círculo dibujado por un compás.

Levanto las manos para describir una parábola, Un dibujo geométrico, algo que retenga el silencio…

Traspaso cada ritmo, cada mirada de un desconocido, Como si fuera un escombro, Un obús dejado en la puerta de la guardería.

Me pregunto: ¿cuál es la velocidad de mi caída, de mis pedazos?

Salgo al patio, atravieso ese camino, en cada paso dejé las hojas que están listas para escribirse; para que cada letra se permita una generación espontánea. En el aire se siente el agujero, el gran gusano que carcome el sentido que petrifica desde la pituitaria hasta la glándula pineal.

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Y uno s贸lo tiene sus deudas, sus lastres; una proa carcomida y la sensaci贸n de desastre inminente. Y el rescoldo tibio del desastre me deja: El eco y sus dulces nombres.

El Sol Negro, brilla con m谩s intensidad.

Cuarto espejo, la sentencia moderna de los dioses, all铆, (concentrando el plasma, desobedeciendo el hambre, el amor o la muerte, concentrado en el espejo lunar) se sienta un hombre cualquiera y escribe, y cuando despierta es polvo, recuerdo, nostalgia de una vida en papeles.

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La segunda opinión de la Luz ¡Ah! el prisma refracta el vuelo. Cada una de sus alas se forma, bajo la segunda opinión de la luz.

El ojo es un animal coherente, un ser que caza las formas, pero deja la estela, lo que no se puede engullir, el espacio que llena el misterio, y la duda concreta, pesada.

¿Quién puede reconstruir el verdadero esqueleto, la piel, sus leyes de vuelo, las alas? Aquí, ni mis manos, ni mi conocimiento, les alcanzan, al infinito se expanden, se desbordan y vuelven a llenar. 5


Caída libre es lo que conocen, y mi materia oscura, es la única posible de entenderlos.

Visiones peligrosas. Armado con este espejo y este órgano solitario, observo la cumbre. Él, ella, nosotros y los pronombres son hormigas. Me invito a pasar, como perro en desahucio como muralla derruida, internado en la celda con la consciencia, y el verdugo. Su espada, no rodó mi cabeza, no me amputó alguna extensión, sólo su filo me ocultó el continuo de la naturaleza.

Al día siguiente, fui lo protético por excelencia.

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¿Qué hay detrás de la imagen alterada?, ni voces, ni uñas, epidermis retirada, órbitas en volandas. Todo cabe en un dedo, permeable en su misterio, incapaz de encontrar la primera letra, incapaz de cerrar la última hora. Lasitud de la mañana que cae, como un peso, como un mongol, como la imagen que es el símil de la histeria y desaparece.

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Tetragrammanton El sonido espolea a dos tiempos, Tus letras se dividen, sub dividen Para ser otro nombre.

El nombre perdido sigue en su frasco, Y al derramarse, Cada consonante se vuelve rio.

Ese rio es esencia, pero esconde la forma El contorno, El ángulo, El punto.

Yo existiré por mí mismo, y existirás en la voz, en la pronunciación, En la vocal, en el espacio entre la Nada, 8


En el espacio impronunciable. Cuando ese espacio sea máquina, El cielo, un holograma, El pensamiento, un metal dúctil, Tu nombre siempre será: Tetragrammanton El espacio dentro del sol infinito

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En la prudencia de la medianoche Han pasado veintisiete minutos, con la turgencia de la marea, y las conversaciones entre las pléyades. En silencio, los mártires siguen su propio funeral, como la flecha que atraviesa a San Sebastián, con plena interjección de su voz. Todo el recuerdo me devuelve la imagen:

Son los delirios de San Andres en el desierto, como procesos de fe en cada espacio de mis soledades.

Han pasado treinta y ocho minutos, cierro el recuerdo, el olor, el sabor. Quebrados los huesos duermen, y la impertinencia de tu fetidez acompaña ese harapo que llamas pasado, ese que puede enloquecerme y borrar todo poder, toda experiencia ¿Por qué persiste tu sombra? Así se termina la prudencia en la medianoche. 10


El sol de Rhodesia Contemplativo y nocturno, allegados que se desvanecen, el horizonte regresa desnudo, con sangre; son el ungüento, el primer cuerpo, el segundo silencio.

Lo obtuso y oscuro entra por la pared y calla…

“Tú, convertido en masa; Tú, plasmado en los cuadros de Bacon; Tú, como la palma de Henry James; Tú, como la reencarnación de Isolda”

Un desnivel de la mente grita: “Tus gotas me recorren, eres el agua inexistente en los labios del cruzado, la fiebre de Ricardo.

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Todo Egipto contaminado, te proclama salvaje a los pies de este potro”

Hasta que amaneció, y la artillería Roja quiso fusilar a Dios, y proclamarse al mismo tiempo: Domingo y el Estado Imperial Neto.

Así fue el sueño verdadero, debajo del mar, concentrado en una estructura octogonal, así quedó este cuerpo quebrado, tan romántico como el último Plestosaurio, bajo el sol de Rhodesia.

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El sol invisible Pasar el resto de mis nombres, entre brumas y fronteras. Perderme, deshojar a PersĂŠfone o mirar el otro lado de la moneda, mientras Demeter con todos sus ojos, con todas sus manos: interviene. AcĂĄ, en este mar, que hierve en mis costados, no sea mĂĄs que efluvios, el remanente de una amante, sortilegios o una diosa en celo. A estas horas, cuando Gea duerme, las personas comienzan a descolocar sus lenguas, construyen torres, escriben sus abecedarios con el ojo puesto al cielo, Pero al final siguen cayendo, postrados: Es el momento del Sol invisible.

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El Sol de los Lobos Sus conversaciones a media luz, entre el punto del cazador y la furtividad de sus balas, murmuran el sonido, esperando que sea el dĂ­a. Complacidos con lo que guardan en el pecho, ese instrumento que se convierte en artesa esperan la orden. El sol es el nuevo instrumento de los lobos.

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“Veo a un gran ser blanco, en un vacío azul que no tiene principio ni fin. Lo veo esperando, edad tras edad, la venida del Espíritu de Dios.” (El Tábano) Una visión prusiana Y siguió observando, interceptado por el frío, por la montaña invertida. En él, la vida pasea por un cristal ahumado.

Siguió aprehendiendo, continuó con su rueda, escamoteando brillos al bosque de maíz, al polen que le flota en el cuello.

En sus palabras, supura su propia corrosión: “Yo solía ver esas cosas hace tiempo, no las veré nunca más”

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Y todo adquiri贸 el color definitivo, las almas que pasean en el r铆o, los dientes escondidos de los pinos, los valles esperando ser bestias hambrientas. Todos esperando,

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Tu nombre es una playa de alfileres (Nuestro Equinoccio, Teodoro Rubio) El jardín botánico Tres veces es la muerte una suerte de perpendicularidad. Afuera es el rostro, el que se cuela por la ventana y se deshace en hebras. Así los elementos del deseo quieren ser estudiados, mientras uno se estudia así mismo. En este jardín botánico, el latín es un animal de piel fractal y su sangre es un adjetivo nominal, la mano del hombre sólo es decoración, mientras todo el pasado Es una disección

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Plenilunio en el castillo, la mirada se construye a pedazos. Quimeras en los bolsillos, los significados vuelan como vĂ­boras que muerden la mano, la infectan la disuelven. Die GĂśtter hĂśren nicht Acaba el poema bruscamente, pero el sonido persiste en su sordera.

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Autor: Luis Alonso Cruz Ă lvarez https://www.facebook.com/Cinemapoe#!/luisalonso.cruzalvarez Lima, Enero 2014

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