FOTONOVELA HISTÓRICA “EXPLORACIÓN AL LAGO YELCHO”
“LA ROCA PANCHA”
INTRODUCCIÓN La Provincia de Palena tiene una historia intensa y apasionante, pero muy breve. Tres de sus comunas inician en las primeras décadas del s. XX, su poblamiento definitivo. Palena (1911), Futaleufú (1912) y Chaitén (1921) tienen, pues, memoria joven. Y esta característica es una gran ventaja para todo aquel que quiera escudriñar en su pasado, ya que muchos descendientes y testigos directos de este proceso aún están vivos. En los últimos años, en las tres comunas, se han publicado interesantes trabajos de investigación que rescatan parte de ese patrimonio, utilizando mayoritariamente la oralidad como fuente esencial para la producción del conocimiento histórico. En ese ejercicio de remembranza constante, los relatos –lógicamente- van sufriendo modificaciones. El pertenecer a la tradición oral los hace algo inestables. En cada actualización se les van agregando y quitando detalles, por lo que todos estos registros tienen más de una versión, aunque en lo esencial coinciden. Las transcripciones de todo este material, al ser publicadas, terminan por fijarlas definitivamente. Ahora bien, un pueblo sólo recuerda lo que es relevante, lo que puede arrojar luces, no sólo sobre algún aspecto importante de su pasado, sino también de su presente y de su futuro. Dicho de otra manera, la memoria selecciona únicamente lo que es significativo para su propio proyecto de ser, es decir, aquellos elementos que le permitan reconocerse en su ser profundo y ofrecerlo a los demás en toda su rica singularidad. El presente trabajo “Fotonovela histórica: “Exploración al lago Yelcho” y “La roca Pancha” va en esa dirección, ya que tiene como objetivo “recuperar de la memoria colectiva dos historias representativas de la particular forma de ser del hombre de la Patagonia chilena”. En estas narraciones veremos desplegados, como elementos identitarios, la geografía, el clima riguroso, el aislamiento, la precariedad y el abandono; sus saberes, costumbres, creencias y destrezas; sus valores, miserias y opacidades; sus afanes, motivaciones y sueños. Con esta publicación, el CRA “Fray Conrado Oyarzún” de la Escuela Básica “Almte. Juan José Latorre” de Chaitén quiere contribuir a poner en valor el patrimonio cultural de la comunidad y, de paso, promoverlo como una posibilidad educativa. Creemos que por la potencia de estos relatos, por su belleza e innegables alcances históricos, literarios, éticos y humanos, pueden perfectamente convertirse, para las escuelas de la provincia, en un material pedagógico válido. .
Luis Aníbal Soto Toro
Coordinador Pedagógico CRA “Fray Conrado Oyarzún”
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CONTEXTO HISTÓRICO y PROTAGONISTAS Hacia fines del s XIX y principios del XX, hubo un intenso y masivo flujo migratorio de chilenos hacia la Patagonia argentina. Este desplazamiento obedeció, entre otras razones, a la proximidad territorial y cultural, pero, principalmente, a una economía más favorable y a la posibilidad cierta de acceder a tierras, oportunidad que en Chile difícilmente iban a tener dado el modelo de colonización impulsado por el Estado que privilegiaba a inmigrantes europeos. Sin embargo, la vida de estos miles de compatriotas se fue gradualmente complejizando, pues la Patagonia Oriental era, desde hacía un tiempo, escenario de importantes desencuentros entre los dos países. Recordemos que en virtud del Tratado de 1881, Chile ya había renunciado a sus derechos jurídicos sobre ella, cuando Argentina la invadió y amenazó con un nuevo frente de guerra por el sur en momentos en que nuestro país luchaba contra Perú y Bolivia en el norte. Las desconfianzas, entonces, eran mutuas. Ser chileno y vivir en la frontera era, en consecuencia, percibido como una potencial amenaza por las autoridades y parte del pueblo argentino. Sumado a esto, la molestia de ver que algunos campos cercanos al límite eran limpiados a fuego por estos colonos. Es así como se comenzaron a generar fuertes medidas restrictivas a la vida en la frontera como impuestos de ocupación y limitaciones a la radicación migratoria de los chilenos. Había que presionar a esa población y “argentinizar” el territorio, ocupándolo rápidamente, creando grandes parques y favoreciendo la llegada de, por ejemplo, inmigrantes galeses a la provincia del Chubut, menos “sospechosos”, más emprendedores, con mejor tecnología y más cercanos al sueño europeizante del que han sido tan afectos nuestras clases dirigentes. De manera espontánea, algunos emprendieron el regreso a Chile en las primeras décadas del s. XX. A este lado de la frontera –y como expresión de una cierta desidia y abandono del Estado- prácticamente no había nada… sólo una naturaleza exuberante, hostil, salvaje y aislada, pero increíblemente hermosa. Claro, con un territorio así, no cualquiera se atrevía. Vinieron, en definitiva, sólo aquellos que tenían el especial espíritu de los pioneros, es decir, los solitarios, los fuertes, los sacrificados, los valientes. Ceferino Moraga (1912) y José Baeza (1915) llegaron con sus familias al sector El Límite desde la Colonia 16 de Octubre. A partir de ese momento, otros se fueron estableciendo en lo que hoy es Futaleufú, El Espolón, Las Escalas, El Azul, y Lonconao. Despejaron con dificultad los terrenos para la ganadería y algunos cultivos. Por cierto, sólo huellas para transitar a pie o a caballo conectaban a los distintos sectores. La dependencia de Argentina era casi absoluta. Los viajes a Trevelín o Esquel en carretas tiradas por caballos eran constantes y duraban varios días. Allí se surtían de las mercancías básicas para vivir. Hacia fines de la década del 20, Futaleufú ya era un pequeño caserío. Comenzaba a funcionar la primera escuela, llegaron carabineros, un oficial civil y el primer subdelegado. Como dependía administrativamente de Aysén, recibió la visita del Intendente, don Luis Marchant, quien –entre otras materiasles dio a entender lo importante que era conectarse físicamente al resto del país. En esa reunión les solicitó fervientemente que continuaran con los viajes de exploración a las costas del Pacífico que, hasta 1929, habían sido infructuosos.
Es en este contexto, cuando los protagonistas de estas dos historias aparecieron en escena…
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JUAN GUZMÁN Nació en Cañete, provincia de Arauco, hacia el año 1882. Siendo muy joven, contrajo matrimonio con doña Rosalba Uribe. Al poco tiempo, se fueron a vivir a San Martín de los Andes, donde se dedicó, fundamentalmente, a labores de campo. Allá la familia creció y creció, llegando a los 12 hijos. En vista de las presiones que las autoridades argentinas estaban ejerciendo sobre los colonos chilenos, él, junto a unos amigos, decidieron volver al país. Y así lo hicieron en diciembre de 1930. En una verdadera odisea, exploraron y eligieron campos en la actual provincia de Palena. Luego fueron a buscar a sus familias y, finalmente, se instalaron. Las personas que lo conocieron lo describen físicamente como un hombre alto, moreno, pelo crespo, ojos pardos y mejillas rosadas. De carácter atrevido y emprendedor, era un fanático de las carreras a la chilena y amante de la aventura. Don Juan, en un primer momento, se radicó en un sector cercano a Futaleufú. Allí, junto a su prole, trabajó duramente en la limpieza de su campo para la crianza de ganado y el cultivo de trigo, papas y unos pocos frutales. Pero, al paso de algunos años, y por razones diversas, dejó esa tierra y buscó otro horizonte donde mejor vivir. Llegó así al sector de Michimahuida y ahí se quedó por aproximadamente 2 décadas, hasta que falleció a la edad de 84 años.
MANUEL LLANOS BURGOS Nació en Victoria, el 30 de enero de 1892. Desde niño trabajó duro en el campo y siendo muy joven se casó con doña Julia Hidalgo Mena Como un buen número de coterráneos, cruzaron la cordillera y se establecieron primero en Cipolletti y luego en Trevelín, donde don Manuel tuvo una chacra por alrededor de 14 años. En 1933, luego de la odisea vivida 3 años antes en su viaje de exploración a la provincia de Palena, se vino a vivir con su esposa y sus 10 hijos a Chaitén. En Río Amarillo tuvo un fundo, que, en recuerdo de la aventura vivida y por hallarse muy cerca de aquella isla donde quedaron atrapados, bautizó como “El Náufrago”. En lo que hoy es la esquina Corcovado con Pedro Aguirre Cerda, construyó la primera casa del pueblo. Allí luego instaló la Pulpería Llanos que abasteció a sus vecinos y a los obreros que comenzaban a construir el camino hacia Río Amarillo. Don Manuel, que es descrito como un hombre muy esforzado, recto, humanitario y cariñosamente estricto en la formación de sus hijos, falleció el 10 de junio de 1947.
De VICTOR MENA y PEDRO ACUÑA LOBO prácticamente no existen datos. Del primero sólo sabemos que era primo hermano de doña Julia Hidalgo, esposa de don Manuel Llanos, y que luego de la aventura vivida en los años 30, volvió a Argentina y después al sur de Chile donde murió.
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ALFREDO CID Nació en Concepción y fue hijo único. Cuando aún era un adolescente se fue a trabajar a Argentina. Allí conoció a los otros cuatro chilenos con los cuales planificará la accidentada vuelta a Chile. Luego de ese duro viaje, se radicó en un sector cercano a Futaleufú Allí se dedicó a la agricultura, a la ganadería y también a la carpintería. Casó con una mujer de apellido Zapata, que falleció muy joven de cáncer y con quien tuvo un hijo: Remigio Cid. Luego casó nuevamente con una mujer que tenía 6 hijos. Él los amó igual que si fueran de su propia sangre. Su personalidad alegre, bondadosa y noble atraía a los niños. Como le gustaba criar animales (gallinas, ovejas, chanchos, terneros y liebres) era todo un panorama para ellos ir a su casa. Conservador en el vestir, tenía ternos incluso para los trabajos más pesados. El cigarro en la boca y su infaltable sombrero completaban la estampa. Gustaba de las cosas simples, de todo lo natural y nunca simpatizó con tanta modernidad. Ni tele ni ducha caliente ni alimentos congelados estaban en su repertorio de necesidades. Leía con avidez todo lo que caía en sus manos. Tenía un refrán para todo y a través de ellos educó y transmitió los valores en los que siempre creyó. Sabía qué, cuándo y cómo sembrar… dominaba la poda de árboles, el cómo hacer chorizos, quesos, mantequilla y jamones. Mucha gente visitaba su casa para pedirle consejos sobre esto y aquello y también para oír las formidables historias que él tenía para contar. Este hombre que creyó más en el valor de la palabra y el apretón de manos que en los papeles firmados, que siempre ayudó como pudo a todo aquel que lo necesitara, que fue amable y cariñoso hasta con los desconocidos, falleció en Futaleufú a la edad de 93 años. FRANCISCA CERDA Hija de los comerciantes argentinos Ricardo Cerda y Ofilia Parada, vivió en Trevelín junto a sus hermanos Manuel y Ester hasta su adolescencia. Esta hermosa joven, de ojos claros, largo pelo rizado y rubio, fue “robada” -en enero de 1931- por el chileno Luis Vásquez y traída hasta Chaitén Viejo. Según algunos documentos, se casó con él a la edad de 22 años. Antiguos habitantes de este sector cuentan que ella sufría mucho con los celos enfermizos y el alcoholismo de su esposo. Luego de vivir 17 años en Chaitén Viejo, partieron con su numerosa familia a Lonconao, donde murió el año 1955. LUIS VÁSQUEZ Nació en Cauquenes. Muy joven, como muchos chilenos, buscó suerte en Argentina. En ese país, este hombre moreno y de mediana estatura, recorrió diversos pueblos trabajando en faenas de campo. En Trevelín conoció a Francisca y, luego de “raptarla”, se la llevó a Chaitén Viejo en los primeros meses de 1931. Allí se dedicó a trabajar en la pesca y en la leña. Formalizó su unión con Francisca a la edad de 37 años. En Chaitén vivieron hasta el año 1948. Allí nacieron 8 de sus hijos: Juan Cristóbal, María Natividad, Bladimir, Belarmino, Eduviges, Fraloín, Bernardo y Adelina. Más tarde, la familia Vásquez Cerda se fue a vivir a un terrenito en Lonconao, sector cercano a Futaleufú, donde Luis se dedicó, fundamentalmente, a trabajar como peón en el campo de los Troncoso. En Lonconao nacieron los 3 últimos niños: Isabel, Luis Alberto y Agustina. Ya grandes, la mayoría de los hijos de este matrimonio se dispersaron por distintos lugares de Argentina: Trelew, Rawson, Trevelin y Lago Puelo. En Futaleufú sólo quedó Adelina… y sepultado en Chaitén Viejo, el pequeño Belarmino. Don Luis murió el año 1957 y sus restos descansan, junto a su esposa Francisca, en el cementerio de Futaleufú. 4
REPARTO EXPLORACIÓN AL LAGO YELCHO (Basado en el manuscrito de don Juan Guzmán)
A fines de 1930, cinco hombres buscan en la provincia de Palena un mejor lugar para vivir, sin sospechar que esta aventura será para ellos una verdadera prueba de coraje, inteligencia, solidaridad, resistencia y fe.
Juan Guzmán
Manuel Llanos
Alfredo Cid
Sergio Solís A.
Luis Rogel Vásquez
José Nancuante K.
Víctor Mena
Pedro Acuña
Felipe Zúñiga
Cristián Vargas C.
Álex Barón O.
Juan Cristóbal Elicer C.
Gumercindo Ampuero
Isolina Torres (esposa de don Chindo)
Perro
Marcelo Ocampo F.
Ingrid Oyarzún L.
Obama
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“EXPLORACIÓN AL LAGO YELCHO” 1 de diciembre de 1930. Amanece en Esquel.
Cinco jinetes, tres pilcheros y un perro se disponen a salir rumbo a la frontera.
Juan Guzmán
Manuel Llanos
Alfredo Cid
Víctor Mena
y Pedro Acuña Lobo cabalgan felices…
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... porque, después de algunos años de vivir en la Colonia 16 de Octubre, han decidido regresar a Chile con un objetivo bien claro: buscar campos en los alrededores del lago Yelcho, y, en una segunda etapa, ocuparlos, traer a sus familias, trabajarlos y solicitarlos al fisco.
Saben que la empresa es difícil, ya que los vecinos de Futaleufú, desde el año 1929, han estado intentado, en sucesivas expediciones, abrir una ruta que los lleve hasta las costas del Pacífico, pero sin resultados positivos.
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El tramo hasta Futaleufú lo hacen sin mayores contratiempos.
Una vez ahí, se disponen a descansar frente al retén de carabineros.
Mientras uno se encarga de la fogata y los otros preparan la comida y ceban mate, Juan Guzmán dirige sus pasos al retén, pues debe avisar al subdelegado de cuáles son las intenciones del grupo…
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El subdelegado era el funcionario que, por esos años, estaba encargado del gobierno local. Su superior inmediato era el intendente. Posteriormente este cargo fue reemplazado por el de alcalde.
Permiso, señor. Buenas tardes. Juan Guzmán a sus órdenes.
Felipe Zúñiga, subdelegado. ¿En qué lo puedo ayudar?
Don Juan le explica brevemente el propósito de la expedición. La respuesta y el trato de la autoridad, lo sorprenden.
Bien perdidos están, pues, amigazo. Pa’ que Ud. sepa todos esos campos ya están pedidos por quien le habla y otros tenientes.
Disculpe, pero ya averigüé que la mayoría de los terrenos desde aquí hasta Chaitén son fiscales.
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¡¡¡Falso, señor!!! ¿De dónde sacó eso? Mire, le voy a decir algo más: sé que Ud. ha entrado a esta provincia varias veces, ha ocupado terrenos, ha rozado y luego ha vendido… así es que menos derecho tiene a solicitar tierras.
Ojalá fuera cierto todo lo que dice pa’ que estos territorios, tan abandonados por el Estado, estuviesen poblados por familias chilenas. Lamentablemente, no es así….
Bueno, bueno… ¡ya basta! Creo que fui claro ¿no? Y le recomiendo que no pierdan tiempo y recursos en una exploración sin destino.
Eso, señor, lo decidiremos nosotros. Con su permiso… 10
Don Juan, cabizbajo, regresa donde sus amigos y les da las malas noticias.
Ese cuento no me lo trago, che. No le hagamos juicio. Sigamos adelante no más.
Alfredo tiene toda la razón. Nosotros somos chilenos y, por lo tanto, tenemos los mismos derechos que él para solicitar tierras. ¿Acaso porque es autoridad se puede adueñar de todo? ¡Voy a decirle un par de verdades a ese carajo!
Tranquilo, Manuel. Si lo encara, los que perdemos somos nosotros. Lo mejor es que, luego de nuestra exploración, nos vamos a la Oficina de Tierras que está en Aysén y ahí aclaramos todo. ¿No le parece, Pedrito?
Estoy de acuerdo con el amigo Mena. No le demos más vueltas al asunto. Nuestro viaje sigue sí o sí. Ahora comamos, descansemos un poco y luego avanzamos otro poco.
Después de un par de horas, reanudan la marcha. Llegan a orillas del Río Grande en el “Paso de los Reyes” …
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y en un pequeño bote cruzan en varios viajes, remolcando sus caballos. Deciden pasar ahí la noche.
Pienso que tenemos que elegir a un jefe… alguien de respeto que nos organice y que distribuya las tareas diarias y yo creo que don Juanito es el hombre. ¿Qué opinan ustedes?
De acuerdo. Don Juan es el indicado, porque tiene bastante experiencia y conoce muy re’ bien la zona. Y en esto no hay dos opiniones. ¿Acepta?
Bueno, si así lo quieren… Pero que nadie se arrepienta después. Y, como ahora soy el jefe, los voy a poner a prueba altiro: a ver, uno a hacer el asado; otro, a hervir el agua; el de allá, a cebar mate amargo; y el que sobra, a preocuparse de los caballos… ¡Ya pues! ¡partieron!
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Ese buen ánimo comienza a cambiar lentamente a partir del día siguiente: montes con densos bosques, cascadas y abruptos precipicios hacen difícil y fatigosa la marcha y los obliga a ir abriendo picadas cada cierto tramo.
En una rinconada que hace el río Futaleufú hacia el sur, Mena, Guzmán y Acuña fotografían unos hermosos saltos de agua. Bautizan el lugar como “El rincón de los patos”.
Supersticiosos, comienzan a recibir también, en jornadas sucesivas, señales que ellos interpretan como de mal agûero: los chucaos cantan incesantemente; Acuña pierde los tacos de sus zapatos (según Guzmán “a los dijuntos se les sacan los tacos de los zapatos antes de echarlos al cajón”); Mena, Guzmán y sobre todo Llanos, en tiempos distintos, caen tan violentamente de sus cabalgaduras que “tuvieron ese día la muerte en los ojos”.
Debido a todo esto, deciden bajar nuevamente hacia el Río Grande y abrir paso por su orilla, pero, a poco andar, su avance es detenido por un peligrosísimo arroyo.
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No veo como podremos atravesar !! ¿Ven ese tronco medio sumergido que cruza el arroyo? Intentaré atravesar por ahí. Cuando esté lista la balsa le amarramos cuerdas en los extremos… de una punta se encargan ustedes y yo tiro de la otra. Luego, ya en la otra orilla, los voy pasando de a uno con sus cosas… ¿qué tal, che?
Los demás asienten y cuando ya todo estuvo dispuesto, Mena se desnuda y cruza -no sin temor- el correntoso arroyo que más tarde, cuando todos ya están a salvo en la otra orilla, bautizan como “El arroyo del julepe”
Al día siguiente, 7 de diciembre, luego de comer unos jamones reanudan la marcha, pero, en menos de dos horas, tienen que detenerse, ya que Alfredo Cid iba muy enfermo.
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Por porfiado le pasa. Le advertimos que no comiera tanto, pero no nos hizo caso. ¿Qué le podemos dar? ¿Qué hacemos con “El Pitío”? Está malito. Transpira mucho y se revuelca de dolor. Me dice que el dolor de guata va en aumento. Yo hace un rato le hice un remedio casero… carne de chancho bien quemada, pero sigue igual o peor.
A ver… traigan un poco de ceniza en este jarro y hagan una pastita, le echan agua, la revuelven bien y se la dan. En mi casa hacían eso y ¡santo remedio!
Al poco rato se le pasan los dolores y pueden continuar. Llegan al “Campamento de los botes”, donde acampan. Muy de mañana fabrican una balsa con varas de ciprés y algunas ramas.
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Acuerdan dejar ahí sus caballos y en una vara muy alta, tapada por una carpa, 10 kilos de harina y varias tiras de charqui como alimento de reserva para la vuelta.
Los 5 hombres y el perro de Víctor Mena suben a a la balsa y comienzan a navegar río abajo… pasan por el actual Puerto Ramírez y, en aproximadamente 2 horas, ya están en el lago.
El día 9 de diciembre comienzan, en medio del viento y la lluvia, a explorar los alrededores y a elegir el campo que ocuparía cada uno de ellos. El mal tiempo hace que demoren 3 días en cruzarlo.
Cuando están entrando al río Yelcho, Guzmán les advierte de lo peligroso de seguir en el balsa.
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Yo creo que es conveniente devolvernos. Miren lo rápido que baja el río. Además, ya cumplimos nuestro objetivo.
No sea así, poh. Acompáñennos hasta el Pacífico, porque allá queremos ver campo nosotros con Pedrito. Usted es nuestro jefe y no nos puede abandonar ahora.
Mmmm… no me convence mucho la idea, amigo Mena… pero, iré. No quiero dejarlos solos. Bueno, Alfredo, tú que sabes remar, irás adelante y Manuel, atrás. El resto… afírmense como pueda nomah!!!
La balsa baja a toda velocidad. Los hombres hacen grandes esfuerzos para esquivar rocas y remolinos. 17
Como pierden un remo, se acercan a la orilla, fabrican otro y prosiguen el viaje. En Las tres piedras, donde se juntan el Yelcho y el Michimahuida, deciden acampar.
Cada vez me co enzo más que no es prudente nv guir. Miren como está de mase tiempo, el río está muy loudelalo so y baja cada vez coca n más fuerza.
No sé. Yo, al menos, tomaré campo de este río pa’rriba.
Pero don Juanito si ya tenemos que estar muy ce… rc a de l mar. Según el plano qu os, hay que tomar el brazo suer vim y luego de eso lo peor habrá pasado res campos están allá. Los mejoen la costa ¿no Manuel?
A mí no me inte san… ¿no se dan cuenre que presentan muchta as dificultades? Adem ás, si hubiera que seguir, yo optaría por el br az o norte, pues lleva más agua.
Pero Juanito… azo más corto es eleldebr l su Cae de maduro que r. hay que hacer …lo¿n o? 18
Guzmán, para no pelear, termina aceptando la idea de Mena. Haciendo ahora él de piloto, vuelven al río y a sus peligros. Por momentos la balsa se hace ingobernable. Con pericia, los bogadores evitan golpear troncos y rocas. Luego de sortear una peligrosa trinchera de palos y caer tres hombres al agua, logran atracar en una pequeña playa al lado sur del río. Entonces, toda la furia se descarga en contra de Mena.
Oye Víctor… ca nos ahogamos por tusicu a!!! ¿de qué sirvió nomblp ra a don Juan como fe r del grupo si, al finje tú estás tomando lasal, decisiones?
ise hacer Pero si yo qu todos lo mejor para nosotros.
No fue lo mejor, poh. Desde ahora al único obedeceremos será a que don Juan y a nadie má s.
Ya… no peleen más. Mañana temprano retrocedemos y tomamos el brazo norte y listo.
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Cuando amanece, después de desayunar, comienzan a desandar el camino y unos 400 metros más arriba, con mucho trabajo, pueden atravesar a una pequeña isla donde acampan.
A los 100 metros, la balsa topa con la punta de un tronco sumergido y don Juan cae al agua.
Por la mañana intentan alcanzar el brazo norte. Llueve torrencialmente. Cid se saca los pantalones, Llanos las botas, cargan la balsa, la amarran, Guzmán se sube y los demás comienzan a remolcarla desde la orilla.
Los amigos, en el afán de ayudarlo, sueltan los lazos y la balsa se les va. Guzmán logra aferrarse a un árbol y Llanos, con ayuda de un palo, lo saca del río. Los demás intentan recuperar la balsa, pero es imposible.
Se distribuyen por la isla con el objetivo de llamar la atención de posibles viajeros, mas nada sucede. Están mojados, con frío, sin comida y completamente aislados. Es 16 de diciembre.
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¿Y qué vamos a hacer ahora?
Por acá no anda nadie. Creo que hemos venido a puro buscar la muerte.
En vez de estar lloriqueando, hagamos un techo pa’ protegernos de la lluvia. Unos que traigan boquis; otros, un poco de paja y yo me voy a cortar unos arcones.
No tenemos ni siquiera un techo pa’ cobijarnos…
… ni mantas, ni jarros pa’ tomar algo caliente.
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Arman una rancha de 2 por 3 metros y allí empapados, cansados y preocupados comienzan a idear una y mil formas de salir del problema, pero ninguna es lo suficientemente sólida. En días siguientes la lluvia no amaina, el río sigue creciendo y el frío y el hambre los tiene desesperados.
¿Qué vamos a hacer? Ya no veo de hambre!!! Sí, hay que hacer algo… y pronto. Nos estamos debilitando demasiado y así no podremos salir nunca de aquí. Tienes toda la razón. Oigan… ¿y si nos comemos el perro de Mena?
¿Mi perro?... Están locos!! Por qué no esperamos un poco? A lo mejor la lluvia amaina… ¿Y si cazamos algún otro animalito?
Entiende, Mena. Todos los santos días hemos buscado algo pa’ comer y nada.
En esta isla no hay nada de nada!!
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Lo sentimos mucho Víctor. Nosotros también nos habíamos encariñado con él, pero… ¿qué otra nos queda?
Sí, a todos nos da pena, pero necesitamos alimentarnos!! Manuel… por qué no te llevas a Víctor?
y luego, llorando, se aleja junto a Llanos.
Vamos… acompáñame. Ya. ¿Quién se lo despacha? Acá está mi pistola
Pásemela, Juanito. Yo lo hago.
Mena, abraza largo rato a su perro…
De un tiro en la cabeza lo matan… lo faenan y se lo comen.
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Sigue lloviendo intensamente. Fabrican una balsa y, aunque los palos flotaban poco, igual intentan usarla para que alguien baje a la costa a pedir ayuda. Tiran a la suerte y salen “premiados” Llanos y Cid. Suben a la balsa, avanzan unos 20 metros y un remolino se traga la frágil balsa. Los dos hombres luchan desesperadamente contra la corriente.
Los que están en la orilla, después de muchos esfuerzos, logran rescatarlos. Ya no hay más ánimo ni fuerzas para intentar otra salida.
Del perro ya no queda ni el cuero. La situación es crítica: comen nalcas y avellanas verdes al rescoldo todos los días. Todos están enfermos de estómago y con fiebre. Guzmán se acuerda de otro remedio casero: muele hojas de treaca en el sombrero, la mezcla con agua y la beben. Se sienten ahora más aliviados, pero el ánimo está por los suelos. 24
¿Se fijaron lo que hizo el perro antes de que lo matáramos? Hizo 5 hoyos para echarse. Y nosotros somos 5. Es la mejor prueba que vamos a morir.
No es bueno pensar en eso, Alfredo. Hay que seguir buscando una salida hasta el último aliento.
Un día, a su regreso de un recorrido por la orilla del río…
Hacen mandas y lloran frecuentemente, menos Pedro Acuña. Comienzan a escribir sus testamentos en una libreta que tenía Mena y colocan un trozo de camisa en una vara alta para que algún día alguien encuentre sus cadáveres.
Guzmán se halla ante un hecho que hiela su sangre. Cid está agachado…
…sacándole filo a su cuchillo en una piedra.
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Alfredo ¿en qué estás?… ¿por qué lloras? Vamos a matar a Víctor Mena para comerlo. Todos están de acuerdo.
Por Dios!! ¿Qué estás diciendo,? ¿Se han vuelto locos?
Sí… él se equivocó, pero no fue con mala intención. Ninguno de nosotros ha estado libre de errores en este viaje.
Sí, posiblemente estemos ya todos locos, pero por culpa de él estamos aquí.
Mire, don Juan… la decisión ya está tomada y no hay vuelta atrás. ¡A Mena lo vamos a matar y después lo vamos a comer!
No, amigo Cid… acá no se mata a nadie!!!! Y al que lo intente, yo mismo le pego un tiro. O bien me matan a mí primero y ahí recién pueden hacer lo que quieran!!!
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La firmeza de Guzmán, su tono de voz, su postura corporal, es, sin duda, un freno para sus compañeros. A partir de ahí crece en ellos la convicción de que deben cruzar aunque mueran en el intento.
Ya cumplen 30 días aislados y están tan débiles que apenas se mantienen en pie.
Una mañana, Guzmán los reúne y les dice: Hemos tenido suerte. El río nos trajo ayer una vara larga y hoy nos regaló un remo y una cuerda. Si se fijan en el centro del brazo hay un tronco. Tiraremos la vara hasta allí, cruzaremos por ella y luego nadaremos hasta la orilla de la islita que se ve allá.
Una vez ahí, tenemos que cruzar otro brazo para llegar a la orilla… ¿podrán hacerlo?
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Mena es el primero en cruzar y luego con el lazo los ayuda a pasar a todos. Nadan los 7 metros hasta la islita, pero ahora viene lo más difícil.
Son aproximadamente 40 metros los que los separan de la orilla. Con la sensación de que no tienen ya nada que perder se arrojan a las aguas.
Quemando sus últimas energías bracean desesperadamente luchando contra la poderosa fuerza del río. Sólo un milagro puede explicar que todos lleguen sanos y salvos a la otra orilla.
Extenuados, pero felices, descansan unas horas y luego, con palos secos hacen una nueva balsa. La prueban y se dan cuenta que no soporta el peso de todos. Amarran a Víctor y a Pedro a cada lado –como lo muestra esta vieja ilustración- …
… y se lanzan,en medio de un violento temporal, río abajo hasta alcanzar el brazo norte. Era el 25 de enero de 1931. 28
Una vez ahí…
Por lo menos de aquí pa’delante ya no habrá más balsa…
Según el plano que tenía Víctor, aún faltan unos buenos kilómetros.
¿Y falta mucho para llegar al mar?
¿Escuchan?... Parece que alguien se acerca.
Hola… ¿quién anda ahí?
Sí… se oyen voces. 29
Hola. Soy José Luis Vásquez y ella es Francisca Cerda.
¿Y qué les pasó?... Bueno, en realidad, eso no importa mucho ahora. Tenemos que apurar el paso y ya tendremos tiempo para conversar cuando lleguemos a Chaitén.
El grupo se pone en marcha. Extremadamente cansados … hambrientos y enfermos, …
… en fila, …
… se abren paso…
... por la espesura del bosque…
… o transitan la pedregosa orilla del río Yelcho. 30
Pasan dos días y se encuentran con don Gumercindo Ampuero…
…quien generosamente los invita a su casa, ubicada en lo que hoy se conoce como Chaitén Viejo.
En la noche, sentados alrededor de la cocina a leña, y algo enfermos por comer tanto después de 45 días, los cinco hombres se van turnando…
… para relatar, entre mate y mate y a la luz de las velas, su conmovedora odisea a sus amables anfitriones.
Una vez finalizada, todas las miradas se dirigen hacia la joven pareja.
Con evidente nerviosismo, José Luis Vásquez… comienza a contar ahora su apasionante historia.
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REPARTO LA ROCA PANCHA
(Según versión de habitantes de Chaitén Viejo y del libro Tiempos Pretéritos, de don Luis Riffo)
A principios de 1931, en el pueblo de Trevelín, la hermosa joven Francisca Cerda desafiará, por amor, la rígida autoridad de sus padres. Este atrevimiento cambiará su vida para siempre.
Francisca Cerda
Luis Vásquez
Valentina Barrientos Cadagán
Adrián Díaz Chacano
Ricardo (papá de Francisca)
Ofilia (mamá de Francisca)
Álex Santos Ríos
Katherine Barría Barrientos
Facundo
Jhon Donoso Urrutia
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“LA ROCA PANCHA” En 1930 la vida en Trevelin –pequeño pueblo de la Patagonia argentina, ubicado a unos 50 kilómetros de Futaleufú- transcurre apaciblemente. Allí, desde hace ya algunos años, vive la familia Cerda que atiende su propio negocio de abarrotes.
Francisca, la única hija de Ricardo y Ofilia, es una adolescente muy hermosa y eso a su padre, lo pone muy, pero muy nervioso.
¿Y dónde anda la nena?
¿Llegó Francisca? Aún no.
Me dijo que iba donde su amiga de la esquina..
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Hoy en la mañana doña Carmen me contó que la ven muy seguido conversando con un pibe que vive en la afueras del pueblo… creo que se llama Facundo. Ahhh… sí. Yo sabía algo, pero temía contártelo. Mirá, leé este papel. Lo encontré escondido en su pieza.
Mmm… no dice mucho en realidad.
No pues. Y eso me dejó tranquila. Ella es una nena todavía.
Ella será nena, pero hay hombres que ya la ven como a una mujer.
Cuidado! Ahí viene.
Mi amiga me invitó a tomar once y se nos pasó la hora.
Y vos… ¿por qué llegás tan tarde? 34
A ver, Panchita, respondeme algo sinceramente. ¿Estás viéndote con alguien? ¿tenés ya noviecito? Segura?... Y, entonces ¿qué es esto? Por qué trajinan mis cosas? Nooo. Cómo se le ocurre, papá!!!
¿Y qué hay de malo tener un amigo?
Simple… porque somos tus viejos y tenemos todo el derecho a hacerlo.
A tu edad los amigos se pueden confundir. Y como no quiero problemas, no seguirás viéndolo ni tampoco recibiendo estos papelitos! Me entendés? De lo contrario, yo mismo hablaré con ese tal Facundo!
Bueno… ya te dije. No se habla más del asunto. Ahora, preparás la once, porque ya tengo hambre.
Pero, papá!!!
Panchita comprende que –aunque le parezca injusto- sólo le resta obedecer a su padre. Él es un hombre bueno, pero muy estricto y llevado a sus ideas. Jamás cambiará de opinión. 35
En agosto del mismo año llega al pueblo en busca de trabajo, un chileno llamado Luis Vásquez. Por esas coincidencias de la vida conoce a Facundo, el joven pretendiente de Francisca y se hacen amigos. Pronto se entera de su conflicto amoroso.
Más vino, Facundo?
Mmmm… Está difícil la cosa. ¿Y qué piensa hacer, gancho?
Yo estoy enamorado de ella y no voy a renunciar así no más!!!
Sí… llename el vaso, Lucho! Como te contaba, el viejo ya me mandó el recado. Si me ve cerca de su hija, voy a tener graves problemas.
Eso. Así me gusta! Sabes?... Yo te voy a ayudar!!! Sólo me tienes que dar la información que te voy a pedir.
Facundo responde con gran detalle a cada una de las preguntas de Vásquez.
Gracias, amigo mío. ¿Qué querés saber? 36
Hola Panchita!
Al cabo de unas pocas semanas, el chileno, gracias a su gran simpatía, consigue -primero como cliente y luego haciendo algunos trabajos menores- ganarse la amistad de toda la familia Cerda. Ahora, sin despertar sospechas, puede entrar y salir de la casa, conversar con Panchita, y convertirse así en solícito recadero.
Hola Luis… ¿cómo está?
Bien… Acá le traje su encarguito.
Oh… tenía muchas ganas de tener esta plantita. En la tarde prepararé tierra y unos maceteros.
Eeehh… bueno, me voy… tengo hartas cosas que hacer.
Ojalá prendan rápido.
Chao, Luis… y muchas gracias.
37
En el sobre no van sólo semillas, van también desesperadas palabras de amor de Facundo.
La furtiva relación entre los dos adolescentes se reinicia con fuerza.
Pero lo que en un primer momento basta para mantener la ilusión, pasado el tiempo, se hace claramente insuficiente. Ahora desean verse a cada momento, conversar y expresar físicamente todo lo que sus corazones sienten. Entonces, llegan a la conclusión de que no queda otra salida que la fuga, única forma de escapar del rígido control paterno. Y ahí estará -otra vez- el amigo chileno dispuesto a ayudarlos… “desinteresadamente”.
Mira. El próximo martes, cuando comience a oscurecer, iré al negocio de Panchita y, con el permiso de sus viejos, saldremos a conversar a la calle.
Y no estarán vigilándola?
38
No. Generalmente a esa hora llegan muchos clientes y, además, yo cuento con toda su confianza.
Bien.
Cuando vea que ellos están muy ocupados, recogeré el bolsito con su ropa que ella tendrá oculto en el antejardín y comenzaremos a caminar lo más rápido posible al lugar donde tendré dispuestos dos caballos.
Y yo esperaré en la salida norte del pueblo.
Exacto. Allí nos esperas. Luego de eso ya todo estará en tus manos.
Sí… Panchita finalmente mía. ¿Y vos? ¿Qué harás?
Yo me iré más al sur… Me han dicho que hay estancias donde pagan muy bien la faenas de campo y nadie te pregunta nada… Bueno, amigo mío. Panchita y yo estaremos eternamente agradecidos de vos.
39
Los dos hombres sellan el pacto con un fuerte apretón de manos.
… y, cuando ya nadie los mira, comienzan a alejarse a cierta distancia uno del otro.
Estamos ya mediados de enero de 1931 y el día elegido llegó. El sol comienza a esconderse tras las montañas. Luis Vásquez, luego de conversar un rato con los padres de Panchita, sale a la calle con la joven…
Caminan y caminan
Ya llegan al lugar donde están los caballos. Todo está resultando exactamente como lo planificaron.
Cada cierto trecho, miran nerviosamente hacia atrás, pero nadie los sigue.
Luis, luego de acomodar los bultos con ropa y algunas provisiones, monta, toma las riendas del caballo de ella y emprenden la marcha, primero al trote y luego a galope 40 rumbo al oeste.
… Luis… éste no es el camino!!!
¿Qué hacés? ¿Adónde me llevás? ¡Respondeme!
¡¡¡Pará, por favor!!! Facundo debe estar preocupado esperándonos… Sí… Facundo espera y espera lo que nunca llegará…
Francisca, lentamente, comienza a comprender la situación: él no tiene intenciones de cumplir con el plan y ella nunca más verá a su pololo.
41
Cae la noche. Cabalgan muchas horas, cruzan la frontera y llegan de madrugada a Futaleufú.
A pesar de que es verano, el tiempo está muy malo: llueve torrencialmente y con mucho viento.
No se detienen y sorteando con éxito una accidentada geografía, llegan, después de unos días, a lo que hoy es Puerto Ramírez. Allí Luis consigue un hacha con un poblador y fabrica una balsa con estacones de ciprés.
Será mejor que lo hagas. Recuerda que no tenemos muchas provisiones. Ya te dije. No quiero comer.
Toma. Aliméntate antes de tirarnos por el río. No tengo hambre.
Bueno… allá tú. Mi papá debe andar buscándote para matarte.
42
Si no te encuentra él, lo hará Facundo.
Te aseguro que ni sospecha para donde te llevo. Además, nunca nos encontrará en medio de estos parajes.
Jaja… ¿Facundo? Ése no es hombre que me asuste. Ya… sube a la balsa, porque nos vamos.
Llevado por la corriente del río y el empuje que Luis daba a su balsa, llegan al sector El Sauce, donde comienza el lago.
Ahí, el viento norte, cada vez con mayor fuerza, comienza a rizar sus aguas y a dificultar la navegación.
Ya en medio del lago, Luis entiende que no es posible sostener por más tiempo el control de la balsa…
… y opta por dirigirla hacia una roca saliente donde logran atracar.
43
Tendremos que quedarnos acá hasta que amaine.
Estoy toda mojada. Tengo hambre y mucho frío.
¿Ves? ¿Qué te dije? Buscaré un lugar protegido del viento y la lluvia y luego comeremos lo último que queda.
Luis improvisa con ramas un refugio y ahí pueden, al lado de la fogata, secar sus ropas y alimentarse.
Llora incesantemente…
… recordando a sus padres… Pasan los días y al frío y al hambre se suman los atormentados cuestionamientos que se hace Panchita por todo lo sucedido.
44
Luis entiende su pena, pero sabe que ya no hay marcha atrás. Las palabras que se dicen en esos cuatro días y lo que ahí sucede sólo ellos lo saben.
y pensando en la angustia y el dolor que les ha provocado.
Cuando la lluvia y el viento disminuyen, continúan hasta Puerto Cárdenas. Ahí, a orillas del río Yelcho, descansan Parece que el tiempo definitivamente no mejorará. Ya está oscureciendo, pero mañana temprano tendremos que arriesgarnos y seguir por el río hasta llegar al mar.
Nos estamos enfermando, por lo que cada minuto que pasemos sin comida ni abrigo es peor. Sé que en Chaitén viven algunas familias. Ellos nos ayudarán.
Ya no puedo más!!
Maldito el día que se me ocurrió fugarme!!!
De nada sirven ya las lamentaciones. Ahora ven… descansemos.
Muy de mañana reanudan el viaje por las peligrosas aguas del río Yelcho. 45
Luis, muy atento, guía con destreza la balsa eludiendo piedras y troncos.
Al llegar a Las tres piedras…
… casi se les hunde la balsa y Francisca cae al agua…
… desde donde es rápidamente rescatada por Luis.
Temerosos, ya no quieren seguir por el río y continúan a pie por la orilla.
46
El día 25 de enero, en el tramo río Michimahuida y la confluencia del río Amarillo, de pronto, en medio del bosque, se encuentran con 5 hombres…
… que, en un estado más lastimoso que el de ellos, van rumbo hacia la costa.
47
El hecho de avanzar todos juntos… … les da nuevas fuerzas…
Finalmente, el día 29 de enero de 1931…
… y esperanzas.
… llegan, extenuados y hambrientos,…
… a la casa de don Gumercindo Ampuero donde pueden, cobijarse y alimentarse.
48
Luis Vรกsquez ha terminado de contar la historia.
49
Por un momento, todos guardan silencio, menos el viento y la lluvia que azotan con fuerza la sencilla casa de Gumercindo Ampuero. Consumen los últimos mates y se van a dormir.
A MODO DE EPÍLOGO Una vez repuestas las fuerzas y con la compañía del vecino don Felipe Oyarzún, los 5 hombres se van a Chaitén a esperar la embarcación que los llevará hasta Chiloé. Ya en Castro, mal vestidos, sin dinero y con la indiferencia de las autoridades, tienen la fortuna de recibir la ayuda de un vecino que los aloja en un hotel y, posteriormente, las facilidades de un capitán marítimo para viajar hasta Aysén. En esa ciudad, Guzmán –después de muchos trámiteslogra aclarar en la Oficina de Tierras un punto importante: desde Futaleufú hasta Chaitén todos los terrenos son fiscales y, por lo tanto, pueden ocuparlos cuando quieran. También obtienen la ayuda solidaria de algunas personas para seguir viaje a Coyhaique. Desde allí Mena telegrafía a su familia para que los vayan a buscar en su coche. El dìa 21 de febrero llegaron a Esquel en medio de la alegría de sus mujeres e hijos que –creyéndolos muertosvisten de luto. Así, después de 83 días estos valientes hombres pueden, finalmente, respirar tranquilos. Por su parte, Luis y Francisca se quedan a vivir por un tiempo en Chaitén Viejo y allí forman familia y tienen 11 hijos. Cuentan que Luis era un hombre extremadamente celoso al punto de no dejar que su mujer hable con otras personas. Después de algunos años, dedicados fundamentalmente a la venta de mariscos y pescados, se van a vivir a Lonconao –sector cercano a Futaleufú- y ya no se les ve nunca más. Pero su historia no se borró de la memoria de los chaiteninos. Esa roca que está en medio del lago Yelcho y en donde Francisca y Luis se protegieron del mal tiempo, fue bautizada 50 como La roca Pancha.
AGRADECIMIENTOS ESPECIALES - León Roa Soto – Consejero Regional de Los Lagos - I. Municipalidad de Chaitén - Agrupación Cultural de Chaitén. - Cristopher León – Asesor Técnico Bibliotecas Viva Leer (Futaleufú) - Manuel Llanos Hidalgo (Chaitén) - Ulda Cid Sepúlveda (Futaleufú) - Adelina Vásquez Cerda (Futaleufú) - Maximiano Ojeda Gallardo (Río Amarillo) - Malvina Sánchez Oyarzo (Futaleufú) - Adelio Vallejos (Futaleufú) - Fernando Grandón (Futaleufú) - Diego Butiler (Argentina) - Ricardo Gallegos Mattey (Chaitén) ´ Patricio Riquelme Luco (Temuco) ... y los 14 actores chaiteninos que dieron vida a esta historia
A la memoria de mi padre, Luis Alberto Soto Jiménez Para Helga, Paula, Aníbal, Javiera y Francisco
La publicación de esta revista fue posible gracias al aporte del FNDR, Cultura de La Región de Los Lagos
Viviana Valenzuela, fotografía / Rolando Concha, diagramación / Cristopher León, diseño publicidad Luis Aníbal Soto: dirección y redacción
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Agosto 2015