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SĂĄbado 01 de Noviembre de 2014. AĂąo IV. Suplemento de arte, literatura y sociedad

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DIRECTORIO Noé Farrera Morales DIRECTOR GENERAL

Noé Juan Farrera Garzón DIRECTOR EDITORIAL PÉNDULO

César Trujillo Marcelino Champo EDITORES

Laura Tapia DISEÑO

Javier Ríos Jonapá PRODUCCIÓN E IMPRESIÓN

César Trujillo, Antonio Cienfuegos, Marcelino Champo, René Morales, Chary Gumeta. CONSEJO EDITORIAL

LEGALES Rayuela, suplemento de arte, literatura y sociedad del periódico Péndulo de Chiapas, No. 286 (Edición Especial) Año IV, Sábado 01 de Noviembre de 2014. Impreso en 13 Poniente Norte Núm. 639, colonia Magueyito. Código Postal 29000, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. Teléfono (961) 61 24529. Se prohíbe la reproducción total o parcial de los contenidos sin el consentimiento expreso de sus autores. La redacción no responde por originales no solicitados. Los contenidos, así como parte de los títulos y subtítulos son responsabilidad exclusiva de quien los firma y no representan necesariamente el punto de vista del periódico Péndulo de Chiapas. Correspondencia: tolstoi25@hotmail.com

[JULES ETIENNE]

“La muerte es un espejo que refleja las vanas gesticulaciones de la vida.” Octavio Paz

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pesar de tanto tiempo transcurrido, ya que fue publicado por primera vez en 1950 -hace ya más de sesenta años-, El Laberinto de la Soledad sigue siendo una obra clave para conocer y descifrar las razones y formas de ser del mexicano. De su retrato del conjunto se desprende la radiografía de cada individuo. Y si bien, algunos de sus capítulos, como sería el caso del titulado El Pachuco y otros extremos, ya han sido superados por la evolución de la realidad, en el resto de la obra prevalecen observaciones aún vigentes. En esta fecha, las relativas a su tercer apartado: Todos Santos, Día de Muertos, resultan oportunas: “El solitario mexicano ama las fiestas y las reuniones públicas. Todo es ocasión para reunirse. Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la marcha del tiempo y celebrar con festejos y ceremonias hombres y acontecimientos. Somos un pueblo ritual.” Más adelante prosigue respecto al mismo tema. “En ocasiones, es cierto, la alegría acaba mal: hay riñas injurias, balazos, cuchilladas. También eso forma parte de la fiesta. Porque el mexicano no se divierte: quiere sobrepasarse, saltar el muro de soledad que el resto del año lo incomunica. Todos están poesídos por la violencia y el frenesí.” Continúa Paz: “Y porque no nos atrevemos, no podemos enfrentarnos con nuestro ser, recurrimos a la Fiesta. Ella nos lanza al vacío, embriaguez que se quema a sí misma, disparo en el aire, fuego de artificio.” En el plano histórico: “Para los antiguos mexicanos la oposición entre muerte y vida no era tan absoluta como para nosotros. La vida se prolongaba en la muerte. Y a la inversa. La muerte no era el fin natural de la vida, sino fase de un ciclo infinito.” Y explica la transformación de la idea original: “El advenimiento del catolicismo modifica radicalmente esta situación. El sacrificio y la idea de salvación que antes eran colectivos, se vuelven personales”, por eso, mientras que “para los antiguos aztecas lo esencial era asegurar la continuidad de la creación; el sacrificio no entrañaba la salvación ultraterrena, sino la salud cósmica; el mundo, y no el individuo, vivía gracias a la sangre y la muerte de los hombres. Para los cristianos, el individuo es lo que cuenta.” Llega un momento en que desborda el espíritu festivo y lo dedica a la muerte: “La muerte mexicana es el espejo de la vida de los mexicanos. Ante ambas el mexicano se cierra, las ignora”, porque “el desprecio a la muerte no está reñido con el culto que le profesamos. Ella está presente en nuestras fiestas, en nuestros juegos, en nuestros amores y en nuestros pensamientos.” La clave al respecto, la podemos encontrar en el siguiente párrafo: “Por otra parte, la muerte nos venga de la vida, la desnuda de todas sus vanidades y pretensiones y la convierte en lo que es: unos huesos mondos y una mueca espantable.” Respecto al día de los muertos: “Calaveras de azúcar o de papel de China, esqueletos coloridos de fuegos de artificio, nuestras representaciones populares son siempre burla de la vida, afirmación de la nadería e insignificancia de la humana existencia. Adornamos nuestras casas con cráneos, comemos el día de los Difuntos panes que fingen huesos y nos divierten canciones y chascarrillos en los que ríe la muerte pelona, pero toda esa fanfarrona familiaridad no nos dispensa de la pregunta que todos nos hacemos: ¿qué es la muerte? No hemos inventado una nueva respuesta. Y cada vez que nos la preguntamos, nos encogemos de hombros: ¿qué me importa la muerte, si no me importa la vida?” No creo que exista otro ensayo en la historia de la literatura mexicana que haya sido tan leído como El Laberinto de la Soledad, a través de los años sigue siendo un texto de lectura obligatoria en las escuelas y tema de discusión entre quienes en algún momento intentan, si no desentrañar, al menos tratar de comprender esa compleja condición existencial que implica la mexicanidad.


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PATO Y LA

esde hacía tiempo, el pato notaba algo extraño. ¿Quién eres? ¿Por qué me sigues tan de cerca y sin hacer ruido?

La muerte le contestó: Me alegro de que por fin me hayas visto. Soy la muerte. El pato se asustó. Quién no lo habría hecho. ¿Ya vienes a buscarme? He estado cerca de ti desde el día en que naciste… por si acaso. ¿Por si acaso?- preguntó el pato. Sí, por si te pasaba algo. Un resfriado serio, un accidente… ¡nunca se sabe! ¿Ahora te encargas de eso? De los accidentes se encarga la vida; de los resfriados y del resto de las cosas que os pueden pasar a los patos de vez en cuando, también. Sólo diré una: el zorro. El pato no quería ni imaginárselo. Se le ponía la carne de gallina. La muerte le sonrió con dulzura. Si no se tenía en cuenta quién era, hasta resultaba simpática; incluso más que simpática. ¿Te parece ir al estanque?- preguntó el pato. La muerte ya se lo había temido… Después de un rato, la muerte tuvo que admitir que su pasión por zambullirse tenía límites: Perdóneme, por favor- dijo-. Necesito salir de este lugar tan húmedo. ¿Tienes frío?- preguntó el pato- ¿Quieres que te caliente? Nunca nadie se había ofrecido a hacer algo así por ella. A la mañana siguiente, muy temprano, el pato fue

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MUERTE

el primero en despertarse. “¡No me he muerto!” , pensó. Le dio a la muerte un golpecito en el costado: ¡No me he muerto! – graznó henchido de felicidad. La muerte levantó la cabeza: Me alegro por ti- dijo desperezándose. ¿Y si me hubiera muerto…? Entonces no habría podido descansar tan bien – contestó la muerte bostezando. “Esa respuesta no ha sido nada simpática”, pensó el pato. A pesar de que el pato se había propuesto, a partir de ese momento, no volver a decir nada más, no aguantó mucho tiempo callado: Algunos patos dicen que te conviertes en ángel. Te sientas en una nube y desde ahí puedes mirar la tierra. Es posible- la muerte se incorporó-, pero de todas maneras tú ya tienes alas. Algunos patos también dicen que en las profundidades de la tierra hay un infierno en el que te asan si no fuiste un pato bueno. Es asombroso todo lo que se cuenta entre los patos, pero quien sabe… ¿Entonces tú tampoco lo sabes?- grazno el pato. La muerte sólo lo miró. ¿ Qué hacemos hoy?- preguntó de buen humor Hoy no iremos al estanque- exclamó el pato¿Qué te parece si hacemos algo verdaderamente emocionante? La muerte se sintió aliviada. ¿Subirnos a un árbol?- preguntó burlonamente. El estanque se veía muy, muy abajo. Ahí estaba, tan silencioso…y solitario. “Así que eso es lo que pasará cuando muera”, pensó el pato. “El estanque quedará”… desierto. Sin mí.”

[WOLF ERLBRUCH]

A veces, la muerte podía leer los pensamientos. Cuando estés muerto el estanque también desaparecerá; al menos para ti. ¿Estás segura? – preguntó el pato desconcertado. Tan segura como seguros estamos de lo que sabemos- dijo la muerte. Me consuela, así no podré echarlo de menos cuando… ….hayas muerto- terminó la muerte ¿ Por qué no bajamos?- le pidió el pato un poco despuésSubido en los árboles se piensan cosas muy extrañas. Durante las siguientes semanas, fueron cada vez menos al estanque. Se quedaban sentados en cualquier lugar que tuviera hierba y casi no hablaban. Hasta que un día, una ráfaga de aire fresco despeinó las plumas del pato y éste sintió frío por primera vez. Tengo frío- dijo una noche- ¿Te importaría calentarme un poco? La nieve caía. Los copos eran tan finos que se quedaban suspendidos en el aire. Algo había ocurrido. La muerte miró al pato. Había dejado de respirar. Se había quedado muy quieto. La acarició para colocar un par de plumas ligeramente alborotadas, lo cogió en brazos y se lo llevó al gran río. Allí, lo acostó con mucho cuidado sobre el agua y le dio un suave empujoncito Se quedó mucho tiempo mirando cómo se alejaba. Cuando le perdió de vista, la muerte se sintió incluso un poco triste. Pero así era la vida….


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Francisca y la

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antos y buenos días- dijo la Muerte, y ninguno la pudo reconocer porque venía con su trenza retorcida bajo el sombrero y su mano amarilla en el bolsillo. -Quisiera saber dónde vive la señora Francisca. -Allá arriba- le respondieron, señalándole el camino. Andando, la Muerte vio que eran las siete de la mañana. “Para la una y cuarto está anotada Francisca: menos mal, poco trabajo, un sólo caso”, se dijo satisfecha de no fatigarse. Y llegó a casa de Francisca: - Por favor con Panchita- dijo adulona la Muerte. -Abuela salió temprano- contestó una nieta. -¿Y a qué hora regresa?- preguntó. -¡Quién lo sabe!- dijo la madre de la niña-. Depende de los quehaceres que tenga en el campo. -Hace mucho sol. ¿Puedo esperarla aquí? -Sí, pero puede que regrese hasta el anochecer. “¡Chin! -pensó la Muerte-, se me irá el tren de las cinco. Mejor voy a buscarla”. Y preguntó: – ¿Dónde, de fijo, puedo encontrarla ahora?

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Muerte

[ORNELIO JORGE CARDOSO] -De madrugada salió a ordeñar. Seguramente ahora estará sembrando. -Gracias- dijo secamente la Muerte y echó a andar de nuevo. Pero miró todo el extenso campo y no había un alma en él. Entonces rabió: -Vieja andariega, dónde te habrás metido. Escupió y continuó su sendero sin tino hasta que se topó con caminante y le preguntó por Francisca. -Lleva media hora en casa de los Noriega -le contestó-. Está enfermo el niño y ella fue a sobarlo. La Muerte apretó el paso aunque ahora el camino era más duro y fatigoso. Así que llegó hecha una lástima a casa de los Noriega: -Con Francisca, si me hace el favor. -Ya se fue -dijo la madre. -¡Cómo! ¿Tan pronto? ¿No hizo la sobremesa? -Sólo vino a ayudarnos con el niño. Se ve que usted no conoce a Francisca. -Tengo sus señas. -A ver, dígalas -esperó la madre. Y la Muerte dijo: -Pues… con arrugas, desde luego, ya son setenta

años… -¿Y qué más? -Verá… el pelo blanco… casi ningún diente propio… la nariz afilada. -Pero usted no ha hablado de sus ojos. -Bien; nublados… si, nublados han de ser… ahumados por los años. -No, no la conoce -dijo la mujer-. Todo lo dicho está bien, pero no los ojos. Tiene menos tiempo en la mirada. Esa que usted busca no es Francisca. Y salió la Muerte indignada y anduvo y anduvo. Alguien le dijo que Francisca estaba cortando pastura para la vaca. Pero fue y sólo vio la pastura. Entonces, con los pies hinchados y la camisa negra más que sudada, sacó su reloj y consultó la hora: “¡Las cuatro y media! ¡Imposible! ¡Se me va el tren!” Y regresó maldiciendo. Mientras, a dos kilómetros de ahí, Francisca arreglaba un jardincito. Un conocido la saludó, bromeando: -Francisca ¿cuándo te vas a morir? Ella se incorporó asomando medio cuerpo sobre las rosas y le devolvió el saludo alegre: -Nunca -dijo-, siempre hay algo que hacer.


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A don Noé Farrera Iba arriando su ganado, muy contento don Noé, cuando la tonta calaca le quiso jalar un pie, no contaba con su astucia y anticipada manía don Noé salió corriendo y de la muerte se olvida.

A Noé Juan Vigilando los videos de cómo trabajan todos estaba el jefe de jefes escribiendo en su escritorio, era de noche, me cuentan, cuando su nombre dijeron, pero se sentía cansado como para salir corriendo. Vio a la calaca llegando y se acordó del Chorizo, hizo un cambio muy macizo, el Chorizo llora y llora y Noé Juan sigue cantando.

A García Márquez Quiso esconderse en Macondo, La muerte fue tras él. Ella se puso sus moños y lo tiró a un hondo hoyo ¿De qué se murió Gabriel? Del amor y otros demonios

A Don Quijote Esta es de Don Quijote la primera la sin par la gigante calavera a confesarse al punto el que no quiera en pecado volverse calavera. Sin miedo y sin respeto ni a los reyes este esqueleto cumplirá sus leyes. Aquí está de Don Quijote la calavera valiente, dispuesta a armar un mitote al que se le ponga enfrente. Ni curas ni literatos, ni letrados ni doctores, escaparán los señores de que les dé malos tratos.

Al torero Aquí yace un buen torero, que murió de la aflicción de ser mal banderillero, silbado en cada función; ha muerto de un revolcón que recibió en la trasera, y era tanta su tontera que en el sepulcro ya estaba y a los muertos los toreaba convertido en calavera.

A la tortillera Comenzaremos, señores, con Juana la tortillera que vende buenas tortillas pero están tan amarillas que dicen que es calavera.

A Diego Rivera Este pintor eminente cultivador del feísmo se murió instantáneamente cuando se pintó a sí mismo

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MUERTE Y EL ESPEJO

[MICHAEL ENDE]

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rase una vez, hace mucho, mucho tiempo, un niño que jugaba cada día con la muerte, pues aún no tenía a nadie más con quien jugar. Y la muerte era cariñosa con él y no le hacía nada malo, sino que muchas veces le traía de los mundos superiores donde vivía los más lindos regalos. El niño tampoco le tenía miedo a la muerte, pues todavía no había abierto sus ojos terrenales. Y no le hacía falta, pues él sabía ver por dentro, con el corazón, y allí, su amiga tenía un aspecto maravilloso, radiante de luz. Pero en la pared de la casa donde vivía el niño había un espejo, y éste sentía envidia de tal amistad. Quería que el niño sólo tuviese ojos para él, pues al fin y al cabo para eso estaba él allí. ¿Qué es un espejo al que nadie mira?. Un día, la muerte le trajo al niño una fulgurante corona. El niño se puso muy contento y cuando se marchó la muerte, se paseaba por la estancia con la corona en la cabeza. Y he aquí que el espejo gritó: - ¡Los ojos, niño, deprisa abrirás! ¡Lo que trajo la muerte has de mirar! Pero el niño no hizo lo que quería el espejo, pues la muerte le había advertido que no le prestara atención. En otra ocasión, la muerte le regaló un hermoso cetro real, de plata. Cuando estuvo solo, el niño jugaba con él y era feliz. Y otra vez exclamó el espejo: - ¡Los ojos, niño, deprisa abrirás! Pues yo te estoy mostrando la verdad. Pero el niño, no hizo como le aconsejaba el espejo. Una vez más, algún tiempo después, la muerte le trajo un regalo al niño: un precioso par de zapatos rojos que podía llevar siempre y que nunca se desgastarían. El niño bailó con ellos en la habitación, y el espejo exclamó: -¡Del oscuro poder te has de guardar pues si no la muerte te aniquilará! El niño entonces empezó a tener un poco de miedo y pensó: una mirada no puede hacer daño. Y abrió los ojos y se miró al espejo. Y el espejo le mostró su verdad: que la resplandeciente corona estaba hecha de cardos y espinas secas, y que el cetro de plata no era otra cosa que un descolorido huesecillo y los zapatos rojos dos malos pucheros de barro. Y cuando el niño se vio a sí mismo en el espejo, descubrió, tras sus rosadas mejillas, una putrefacta calavera que le miraba con una espantosa sonrisa. Y de pura tristeza y horror, al niño se le paró el corazón. Desde entonces, la muerte se mueve entre los hijos de los hombres y les va cerrando los ojos para que aprendan de nuevo a mirar por dentro. Y en cuanto a los espejos, hay que taparlos cuando ella llega. Éste es el cuento de las dos visiones.


Orgía:

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poesía y cine, uno solo

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avid Monge, Costa Rica, 1980. Es un enérgico y entusiasta hombre hecho del arte para el arte, tuve el gusto de conocerlo en el 9º. Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango, Guatemala. Festival que organizamos con la Asociación Metáfora, compartimos letras y gustos en común por el cine. Debido a que tengo el gusto y la dicha de dirigir el Club Cinéfilo de Xelajú, mi ciudad natal y, David es un crítico de cine, que se las sabe todas. El destino nos volvió a reunir unos meses después, en un restaurante de comida rápida en la capital de Guatemala, donde decidimos tomar unas “birras” en un bar de la Calzada Roosevelt, allí me dio una copia del hermoso libro del cual les hablo hoy: “Orgia”, con el cual intentamos pagar la cuenta de las cervezas por el interés de la mesera al nombre del libro. Tuve el gusto de hacer de maestro de ceremonia en la presentación de su libro en su paso por Xelajú, antes de viajar al Festival de Poesía de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, en agosto donde presentó “Orgía” con los comentarios de César Trujillo. Seguramente no fue ni será la última vez que comparta con el autor, que además de ser escritor, coordinar el Taller Literario Alajuelense, crítico de cine, columnista, contador, ha participado en campeonatos de “futbolín”, futillo como le conocemos en mi país, y en campeonatos de pulsos en su país Costa Rica. David escribió un libro sensacional, donde la ciencia, la filosofía, el arte y la pasión por el cine de Luis Buñuel van unidos en todas sus formas, en el poemario hace que la película “Un perro andaluz” del director de corte surrealista, sea un hilo conductor para que en el libro el cine y la poesía se mezclen. Como el autor lo menciona en una entrevista: Durante el proceso creativo de este poemario cabría la analogía del trabajo en sala de montaje: corte, unión y concordancia de las secuencias híbridas de imágenes visuales y escritas. El libro habla por sí solo, concebido como un solo poema, el cual va acompañado de fotogramas de la película de Buñuel, con el fin de reforzar en el lector una idea. Como en las formas de escena cuando se estructura un

[EDGAR OTONIEL GARCÍA ROBLES*]

David escribió un libro sensacional, donde la ciencia, la filosofía, el arte y la pasión por el cine de Luis Buñuel van unidos en todas sus formas, en el poemario hace que la película “Un perro andaluz” del director de corte surrealista, sea un hilo conductor para que en el libro el cine y la poesía se mezclen

guión de cine o en una sala de montaje, Orgía tiene un esqueleto llamado: Un perro andaluz, que encuentra un cuerpo mediante el proceso creativo, y ¡qué proceso! En la composición del guión de Orgía (Idea, tema, trama y tesis) hacen que se fusione el cine y la poesía en uno solo. Además, el libro acaba de estar en la Feria del Libro de Frankfurt, gracias al sello editorial Uruk Editores. Un saludo desde mi segunda tierra Chiapas, hasta la Tiquicia, hermano David “Halcón” Monge. Por acá un par de poemas del libro:

Desde la ventana con el calzoncillo mojado La espero para batallar frente al tedio y la monotonía, Inútiles esfuerzos de vida. Orgía (Página 13)

Los amantes encuentran Y olvidan antiguos disfraces.

*Edgar Otoniel García Robles: (Quetzaltenango, Guatemala 1983) Arquitecto, poeta, narrador, gestor cultural y beisbolista. Ha participado en varios festivales y encuentros literarios en América Latina. Publicó el poemario “Días de Luna” (Metáfora Editores, 2012), “Como si no hubiera mañana”, (Editorial Pirata Cartonera, El Salvador, 2012) y “Ciudades Ahumadas” (Espantapájaros Editorial, México, 2014). Sus textos aparecen en diversas revistas de formato físico y electrónico. Actualmente es miembro de la Asociación de Arquitectos “Espacio 10”, presidente del club cinéfilo de Quetzaltenango, columnista en diarios nacionales e internacionales y, forma parte de la organización del Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango con la Asociación Metáfora

No recuerdo tu cara, Surcos, líneas de expresión de tu mirada: Estrías abdominales Nalgas en falda ajustada, Sudor de cuando estás agitadita, Olor a vagina en el bigote que discurre, Aliento después de la felación. No tengo recuerdo de tus palabras Suavecito en la madrugada, Ni del tatuaje de olor en mis dedos Anatema del olfato. Orgía (Página 57)


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Los bordes del arte [CLAUDIA MARÍN INCLÁN] Seis acepciones del fenómeno escénico en México. De primera Quiero agradecer a la gente de Rayuela y especialmente a Marcelino Champo la invitación a estrenar un espacio dentro de este suplemento Lo deseado En el presente espacio me dedicaré a hacer reflexiones, reseñas y profundizar sobre algunas piezas de arte acción, teatro u otros fenómenos que pertenecen a “una escena expandida” La semana pasada salió un texto mío denominado “El teatro es un devenir interminable” en Frontal Gaceta (que desde luego pueden consultar en línea); en el cual abordaba el estado de la cuestión de la escena teatral mexicana general, aclaro muy en general; además de que hice un atisbo de la importancia del arte acción y del performance como vías de desarrollo de una escena, que en efecto, como algunos comentaron está en la orfandad. El texto por una parte un poco restrictivo que ya que en realidad sólo la gente de teatro podía entenderlo, por la cantidad de nombres no referenciados que contenía, trajo de algún modo la necesidad de profundizar en torno del fenómeno escénico. La real academia española dice que fenómeno tiene seis acepciones. La primera referida a toda manifestación que se hace presente a la consciencia de un sujeto y aparece como objeto de su percepción. El fenómeno escénico como manifestación humana busca la conciencia del sujeto, como hacedores de productos artísticos perseguimos llegar al otro y generar una especie de “Pepé grillo” cultural, por ello, cuando hablé de los “pilares del teatro mexicano” me referí específicamente a Héctor Mendoza, Ludwick Margules, pero voy a agregar a Julio Castillo, Seki Sano, Rodolfo Valencia, Héctor Azar, Emilio Carballido y Abraham Oceransky como creadores escénicos que buscaron dar una conciencia a la escena hablar de la cotidianidad, de la vida, del amor, del poder, del teatro, de México, de ellos mismos, en pro de un crecimiento humano. Algunos seducidos por el mecanismo cultural mexicano y más fieles a los grandes presupuestos que a la búsqueda encarnizada de la pregunta en torno a la existencia humana que otros, pero al fin y al cabo yendo ahí en dónde la duda se hace presente. Es importante ver que el punto de producción sigue pesando dentro de la idea creativa. La idea creativa como sabemos antes la ostentaba el dramaturgo y ahora el reinado del director sigue en pie aunque dentro de un reino de chocolate porque las carencias dentro de un país que siempre ha dado la espalda a la cultura sigue siendo un milagro una pieza de arte escénico más que otra cosa en nuestro entorno. Cuando hablaba de los pilares del teatro entonces hablaba de esos creadores que habían dedicado su vida entera al teatro a escribir, a dirigir, a formar actores, a crear una conciencia dentro de la conciencia de los espectadores. Ellos de alguna manera formaron una perspectiva: buena, mala, insipiente, como se quiera ver, fueron la gente dedicada a abrir la puerta a posibilidades creativas mayores. (Aceptan comentarios de gente que usted lector considere un pilar para el teatro mexicano) Ahora la segunda acepción sobre fenómeno versa en torno a sucesos extraordinarios y sorprendentes. Y la escena mexicana casi lo ha presenciado todo: caballos, puercos dentro de los teatros, desnudos (innumera-

bles), violencia explícita e implícita, sutilezas poéticas, balazos, bandas giratorias, efectos visuales grandilocuentes, telepresencia, multimedia, danza, circo. Por intentos no se ha parado, enunciarlo responde simplemente a una necesidad de ver las cosas que se han hecho, en redimensionar la falta de identidad dentro de la oferta cultural; al punto que tanta indagación ha alejado al público, al grado de vernos como la tercera acepción de fenómeno que es personas o animales monstruosos, así la gente que no es de teatro, quiero aclarar, se ve en shock al asistir a los diferentes espectáculos y sentirse torpes, muchos no entienden, no saben si reír o llorar, no saben si la gente hace las cosas de verdad, o si ha sido un error. Entonces, el teatro puede ser como una mezcla de Frankenstein y Cuasimodo dado que su proceso de construcción se sostiene en la improvisación, en la precipitación, en la idea tipo gelatina y la genialidad. Entonces, pues el fenómeno del teatro es también una crisis económica, política y social, ¿para qué hacer una sola cosa dedicadamente si podemos hacer un mar de insensateces!? Aún así el fenómeno del teatro llega casi por casualidad y error a la cuarta acepción de ser sobresaliente en sí mismo. Creo que la orfandad de la que comentaba la actriz Nancy Castro es parte también de un ego anquilosado, la gente se aferra a sus proyectos sin darse cuenta que en realidad no está proponiendo nada sino que sólo quiere la famosa beca de las cinco letras o de las fundaciones prestigiosas. Unos la obtienen por resistencia, otros por suerte y algunos creo que ni deseamos saber por qué la han obtenido. De la resolución de la producción provienen los resultados, por ello la crítica del fenómeno del teatro como evento sobresaliente creo que es consecuencia de una conjunción de factores de producción, investigación, interpretación y creativos. Tener una iniciativa es siempre algo positivo, pero cuando renunciamos a detenernos a observar como gremio lo que se ha hecho, lo que se necesita, seguimos en la idea solipsista del individuo y su camino. No creo que de esa forma acerquemos a nadie a que quiera consumir por si mismo arte escénico, en ese caso tendremos que seguir dependiendo de las instituciones

y congraciarnos con ellas para poder crear, tendremos que seguir haciendo cosas exprés para festivales, fundaciones, eventos patrios, etcétera. No esperemos que del fenómeno del teatro salga algo sobresaliente dado que no somos capaces de responsabilizarnos de un discurso de una propuesta de una mirada propia, ni de invertir económicamente en nuestras propias creaciones, entonces esperemos lo que resulta: ese sistema arcaico de rueda de la fortuna en que la suerte puede o no acompañarnos en la creación. Acepción cinco según la filosofía de Immanuel Kant, el fenómeno es lo que es objeto de la experiencia sensible, eso si hicimos un trabajo profundo de comprensión de la escena, del texto o de la imagen, sino no hay tal. La gente sale con su cara de plato aplaudiendo sólo porque no quieren quedar “mal” con los actores o creativos que los invita. Regresemos un poco de lo que comentaba en el texto de la semana pasada. Afrontemos que no cubrimos las necesidades de la gente que no provocamos ya una experiencia sensible, que hemos excluido a la realidad de la vida; que dedicamos mucho tiempo a explicar los fundamentos del teatro, dedicamos nuestros esfuerzos a preservarlo en las cuatro paredes del foro y en defender más la cuarta pared que en ver las carencias de nuestra contemporaneidad, en un país, en un mundo donde todo se despedaza, la gente de teatro cree que el teatro tiene que seguir vivo y ¡Lo mata! Cuando se darán cuenta que los modos de creación han cambiado y nosotros con ellos. Sexta y última acepción de fenómeno del teatro mexicano en un término coloquial es sensacional. La experiencia presencial sigue siendo para mi uno de los momentos invaluables. El presente tener a alguien frente a ti diciendo cosas que piensa son importantes, es de lo más significativo que hasta ahora he vivido. Entonces, dentro de esta divagación del fenómeno del teatro mexicano arrojo las siguientes preguntas ¿qué haremos sin pilares dentro de un mar de propuestas que parecen más bufonadas, ocurrencias, transitorias para llenar las plantillas de proyectos culturales de un estado que privilegia la ignorancia, el despotismo, al narco que las necesidades de su gente? El teatro en México se vuelve él que sostiene la pata a la vaca.


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De la palabra con cuerpo al cuerpo sin palabras [Tania Ramos y Zaira Lobato]

La danza y la muerte en el México originario

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arafraseando al poeta griego Odysseus Elytis preguntamos, ¿Danzamos para que la muerte no tenga la última palabra? Y, ¿qué es morir? Para la concepción griega la muerte es la pérdida total de la corporalidad y la unión del alma con el todo que es externo, metafísico, unívoco (el alma, se…va). Para los pueblos originarios de América la muerte prácticamente no existe, ya que la vida, la corporalidad misma es un pliegue de diferentes fragmentos que podríamos entender como almas, no una, varias, en íntima relación con lo carnal, lo físico; al dejar de vivir, estas almas se despliegan y continúan su existencia en diferentes dimensiones, ninguna de ellas rompe su relación con lo terrenal, ninguna de ellas se va por completo. En síntesis, la concepción de la muerte entre los pueblos indígenas es radicalmente distinta a la de Occidente porque: no separa lo físico de lo espiritual, por ende, relaciona íntimamente lo exterior al cuerpo (el mundo), con su interior, y no es unívoca, es compleja. El poder transformacional de los “chamanes”, sabios mayas, dibujados en vasos, murales o dinteles de construcciones prehispánicas radicaba en esta especial forma de concebir la vida, el espacio y el tiempo, de nuevo, no como dimensiones unívocas, sino como dimensiones diversas interrelacionadas, es decir que, como ejemplo, la danza era una forma de borrar las barreras entre el mundo de los “muertos” y el mundo de los vivos, que a su vez es ensamblar (hasta construir una dimensión

La fiesta de los muertos es la escenificación de los mitos guardados durante siglos en la memoria colectiva de las culturas indígenas, es decir, en el verdadero hábitat de los “abuelos”. Ellos no descansan, continúan trabajando para beneficio de sus comunidades trayendo lluvia, bendiciendo cosechas, y año con año, en algunos lugares, toman prestados los cuerpos bulliciosos de los jóvenes disfrazados para revivir la antigua palabra a través de la música, a través de la danza. Gonzalo Camacho Escribo para que la muerte no tenga la última palabra Odysseus Elytis distinta) el pasado y el presente. La invocación de un ancestro por medio de la danza es un diálogo entre diferentes tiempo-espacio-corporalidades. La construcción del altar, la selección y fabricación de los alimentos, los rezos dedicados en los días de noviembre a los muertos forman parte de esta danza que nuestros abuelos forjaron año con año a través de los siglos. Nuestro presente está anclado en la memoria que perdura como acción en nuestra costumbre de esperar el “regreso” de quienes han partido, pero que de algún modo, si-

guen, desde otros espacios, otras dimensiones, velando por nosotros, permitiendo la lluvia, trabajando, porque las almas que guardamos plegadas en nuestro interior nos recuerdan siempre que formamos parte de un mundo complejo, diverso, que no se autosostiene, que necesita de todos, incluso para transformarse. En México no danzamos (o escribimos) para que la muerte no tenga la última palabra, danzamos para que la vida, en la otra vida, en la de todos y todo, continúe.


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Anaqueles Novela

En las montañas de la locura De H.P Lovercaft

El escritor H.P Lovercaft publicó un relato de una expedición enviada por la universidad del Miskatonic, en 1929, a explorar la Antártida. Descubrieron fósiles de un valor incalculable, enviaron informes sobre una misteriosa cordillera cuya altitud competía con la de los picos más altos del Himalaya. Dos hombres cruzaron las montañas en busca de alguien desaparecido; cuando regresaron estaban severamente trastornados y uno sufría una grave locura. En una meseta diabólicamente primitiva de más de veinte mil pies de altura, y en un clima letal para la vida, una masa de rocas regulares se extendía hasta donde alcanzaba la vista, sólo en la desesperación de la autodefensa mental no llegábamos a atribuirla a una causa consciente y artificial. Los habitantes de este yermo, ocultos en la blancura, no están muertos: esperan ser despertados.

Cuento

El Horla

De Guy de Maupassant Un hombre vislumbra, desde su casa en la campiña, un barco que navega en las cercanías de su terruño. La presencia de la embarcación que proviene de un mundo otro, extraño y misterioso, invade la atmósfera de irrealidad y señala la presencia.

Cuento

Narraciones extraordinarias

De Edgar Allan Poe Las narraciones extraordinarias de Edgar Allan Poe constituyen la parte más conocida de su obra. El cine y la televisión han explotado, no siempre con fortuna, lo que en Poe hay de misterioso y hasta terrorífico, dejando de lado la intensidad, el pulso y ese acento de campana gigantesca que suponen los valores primordiales de una obra concentrada y personalísima, en la cual lo humano se eleva por caminos pavorosos a tensiones muy superiores a su contenido melodramático.

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El origen y significado de las calaveritas del

Día de Muertos Aunque el origen de la tradición es desconocido, se cree que escribir el nombre de la persona a quien se regala la calavera tiene como propósito recordarle que, en este mundo, lo único seguro es la muerte

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éxico - Macabras golosinas para vivos y difuntos, su figura es un recordatorio de que “en la vida lo único seguro es la muerte”. Indispensables en los festejos de Día de Muertos, las calaveras de azúcar son resultado de una fusión entre técnicas culinarias europeas y creencias prehispánicas en torno a la muerte. Popularizadas durante el Virreinato, las calaveras encontraron su origen con la llegada del alfeñique ibérico -confitura elaborada con pasta de azúcar de caña- a tierras mexicanas. Sin embargo, al igual que sucede con muchos otros dulces de la cultura popular, sus raíces y significado siguen siendo desconocidos. De acuerdo con Yuri de Gortari, investigador y fundador de la Escuela de Gastronomía Mexicana, la forma de las calaveras está estrechamente ligada al tzompantli, altar precolombino donde se colocaban los cráneos de los sacrificados (generalmente cautivos de guerra) con el fin de honrar a los dioses. “Son una reminiscencia del mundo prehispánico, de las calaveras y los cráneos, como en el tzompantli. “Y, gracias a la técnica culinaria del alfeñique, se juntan en una fiesta de gran sincretismo que rompe el espanto del mundo occidental ante la muerte”, explica. Las piezas de azúcar cobran forma con ayuda de moldes de barro y se secan hasta endurecer. Luego se decoran con pasta de alfeñique coloreada, lentejuelas y papeles metálicos de tonalidades vivas y llamativas. “Escribir el nombre de la persona en la calavera es parte de la fiesta, del juego y del sentido del humor que, en lo profundo, nos dice que a fin de cuentas todos vamos para allá”, expone De Gortari. Para Marco Buenrostro, investigador y escritor gastronómico, las calaveritas de dulce son un aporte tardío del uso del azúcar y su forma está relacionada con el final del ciclo agrícola del maíz. “Los estudiosos de la mente dicen que la representación de la muerte en figuras y objetos populares tiene como propósito exorcizarla, mantenerla lejos o burlarse de ella. “Sin embargo, en el mundo tradicional, la figura de la muerte tiene que ver con el fin de los ciclos naturales y con la visita de los antepasados que interceden ante los dioses por una buena cosecha”, explica. De acuerdo con el escritor gastronó-

mico, las calaveras de azúcar no siempre formaron parte del altar de Día de Muertos, sino que fueron añadiéndose a lo largo de los años, a manera de pequeños y coloridos dulces de fiesta. “La primera referencia son un par de bodegones de José Agustín Arrieta en donde pinta varias cuestiones dedicadas al Día de Muertos, entre ellos hojaldras (panes de muerto), dulce de calabaza, flores de cempasúchil y figuras de alfeñique, no calaveras. “Éstas son elementos frecuentes en representaciones urbanas, no en los altares indígenas o campesinos. “¿Por qué? Yo digo, de una forma sintética, que, si un amigo sale de la cárcel y le haces una fiesta de bienvenida, lo que menos te pones es un traje de presidiario”, subraya Buenrostro. CHOCOLATE Generalmente se trata de cobertura de leche, temperada y moldeada en forma de calavera, ya sea hueca o maciza. Para decorar suelen utilizarse lentejuelas, pasta de azúcar o chocolate coloreado. AMARANTO Las semillas reventadas se mezclan con miel de abeja o de agave y después se moldean. En muchos estados del País suelen añadirse frutas secas y nueces a manera de decoración. Mito vs. realidad El moldeado de figuras antropomorfas con semillas reventadas y miel de agave era habitual en la época prehispánica, no así el de calaveras. Según investigadores, la confección de cráneos es una costumbre reciente, similar al uso de pasta de almendra o chocolate como material de forjado. ¿Sabías que...? Aunque el origen de la tradición es desconocido, se cree que escribir el nombre de la persona a quien se regala la calavera tiene como propósito recordarle que, en este mundo, lo único seguro es la muerte.



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