“Aprendemos a volar como los pájaros y a nadar como los peces, pero no aprendemos el arte de convivir como hermanos” (Martin Luther King) Honorable jurado calificador, Compañeros y compañeras participantes, Distinguido auditorio: ¡Buenos días! Mi nombre es Miroshlava Suárez Martín. Soy alumna del sexto grado, grupo B, de la Escuela Primaria “Dr. Héctor Pérez Martínez” a la que vengo a representar en esta justa, con el tema que está muy en boga pero a la vez nos exige una profunda reflexión y un pronto compromiso. He vivido días felices en mi estancia en las aulas del que considero mi segundo hogar: mi escuela. Ella me ha brindado la oportunidad de abrevar del conocimiento y la experiencia humana, que van dejando su huella en mi mente y mi corazón; se me ha animado a convivir para construir un mundo de paz, de alegría, de felicidad y de armonía. Nunca imaginé que ese mundo de ilusiones, que bullen en el corazón de una niña como yo, y como muchas, se hiciera pedazos un día que vi la triste realidad de los hechos, como en una mañana hermosa. Como tantas, fui testigo del ataque violento de un compañero a otro. La noticia corrió muy rápido a todos los rincones de la escuela, y por si fuera poco, de la noche a la mañana, nuestra escuela se hizo muy famosa, llegando a salir incluso en los periódicos, no por haber ganado un premio en la prueba ENLACE, ¡no!, sino por el violento incidente, aparentemente inusual, que yo había visto. El acto de violencia rompió la tranquilidad y la paz acostumbrada en nuestro recinto, y a mí, me cayó como un rayo en la consciencia, el extraño vocablo: “bullying”. Me inquieté y presurosa acudí a mi maestra para preguntarle su significado, y ella me respondió: “tranquila; el bullying es el maltrato que ocurre entre alumnos, de forma repetida y sostenida, casi siempre lejos de la mirada de los adultos, con la intención de humillar y someter abusivamente a una víctima indefensa, por medio de agresiones físicas, verbales, psicológicas y sociales.
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Me quedé petrificada, nunca pensé que se diera en mi escuela. Fue entonces cuando comprendí cómo se genera la violencia en el trato cotidiano entre compañeros durante su crecimiento en la escuela. A raíz de esto, comencé a recordar apodos, burlas, empujones, patadas, golpes y menosprecios al compañero más débil. Me dediqué a observar como algunos destruyen pertenencias, rallan paredes y baños, amenazan a otros, se alían para hacer fechorías, presionan, aíslan, etc. Así comprendí, que en la escuela se viven cosas negativas de las que nadie se quería dar cuenta; hasta que llegó a su clímax y se da una explosión, como salir en los medios. Me pregunto: ¿Qué sucederá en las otras y no sale a relucir? Somos niños, tenemos derechos a recibir una buena educación, libre de violencia, ¿qué está fallando? Si cuando salimos de nuestro hogar, nuestros padres nos aconsejan que respetemos a nuestros compañeros, maestros y que no tomemos ni destruyamos los bienes ajenos, como los muebles escolares, pero, aún así caemos en el error, ¿qué será cuando no nos aconsejan ni nos muestran? Luego es motivo de una profunda reflexión de parte de maestros, padres de familia, autoridades educativas y del gobierno, encontrarle solución y desterrar para siempre la violencia en las escuelas. El caso que mencioné anteriormente nos obliga a corregir lo negativo que acontece en todos los niveles de educación. ¡Me niego a ser la próxima víctima! Por esa razón, me armé de valor para participar en este certamen, para ser un portavoz de los niños y niñas que reclaman esta atención. Debemos entender lo que se esta viviendo en las escuelas, pues en ellas, la disciplina es una quimera y el ejercicio de los valores, un sueño. Con todas las fuerzas de mi corazón, a esta corta edad, ¡clamo que me escuchen!, ¡no hagan oídos sordos al dolor!, ¡volteen sus miradas al interior de las escuelas! ¡Por eso estoy aquí de pie! Ante todo esto, considero fundamental que la Secretaria de Educación y el Gobierno, en conjunto con la sociedad civil, reconozcan y acepten que el problema de la violencia en las escuelas, es grave, pues es un tema de salud pública en el que todos debemos participar para prevenirlo, ya que esa es la clave para eliminar 2
la violación a los derechos humanos de las personas que sufren de violencia escolar. Propongo: • • • •
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No agredir, ni física ni verbalmente al niño, so pretexto de que se le está educando. La adopción de normas claras en el hogar. Promover la cultura de la denuncia. Instalar en los planteles un buzón para que los niños y las niñas, sin temor, tengan la oportunidad de denunciar el maltrato o el abuso sexual que sufren. Publicar un directorio de las instituciones que pueden apoyar a los niños y niñas con problemas de maltrato para su protección.
Honorable jurado calificador: Que se escuche bien: las escuelas tienen el ineludible deber de educar para la paz, es decir, educar para la tolerancia, respeto, aceptación, igualdad y la no discriminación. Gracias.
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