el conflicto armado en alas comunas de MedellĂn
Yurani castro 29 de noviembre del 2003
Violencia en las comunas de Medellín Medellín atraviesa por una crisis humanitaria. En palabras de la personera delegada para los Derechos Humanos de la Personería de Medellín, Ana Patricia Aristizábal, lo que se vive en varias de sus comunas, especialmente en la 13, con el desplazamiento, los enfrentamientos armados, los asesinatos y las amenazas retrata ese panorama. Las alertas fueron activadas por la Personería, con un informe donde se da cuenta del aumento del 20 por ciento en los homicidios de la ciudad (1.057 entre enero y junio), todo por una guerra sin cuartel que libran bandas de hombres con armas de largo alcance y que obligan a los habitantes de estas zonas a vivir bajo sus leyes y escondidos. Esa zozobra está en el día a día de quienes viven en por lo menos 52 sectores de la ciudad. Las bandas se enfrentan por el control del territorio y de los sitios de distribución de drogas, y obedecen, según las autoridades, a jefes de organizaciones narcotraficantes conformadas por antiguos paramilitares. No son pequeños grupos. El Comandante de la Policía de Medellín dice que hay 123 estructuras criminales identificadas que agrupan a 3.600 hombres.
Carlos Vidal 7 de septiembre del 2011
Fronteras invisibles en Medellín Una vez más el tema de fronteras se asocia con la seguridad ciudadana y convoca a los medios, al Estado y a la opinión pública a pensar en los peligros que se ciernen sobre territorios que se dibujan y se desdibujan en un día. Una pregunta simple que surge de estos hechos es: ¿sabían esos niños por dónde pasa la frontera? ¿O acaso esta frontera “apareció” en mitad de la “nueva” coyuntura de conflicto que viven algunas comunas de Medellín, como la 8 Villa hermosa y la 13 San Javier? De un tiempo para acá, en Medellín, la transgresión de las fronteras invisibles ha servido para explicar o aún para “justificar” los homicidios en ciertos barrios: alguien proveniente de un lugar pasa a otro a donde supuestamente no “pertenece” y resulta asesinado… Esta idea de división espacial tomó bastante fuerza con el recrudecimiento de la violencia en Medellín, donde la existencia de aquellas fronteras servía de argumento para que familias y colegios sembraran en las mentes jóvenes un discurso del miedo, que les restringía su movilidad. Por otra parte, la violencia y la muerte en torno a las fronteras se volvieron un cliché para los medios. Aunque haría falta más investigación para rastrear el origen de estas “fronteras invisibles” - que no son ni “normales” ni a históricas- desde mediados de los 90 en Medellín puede detectarse cierta “naturalización” desde dos discursos principales: otra, en sintonía con la anterior, que hablaba de pandillas y de jóvenes que marcaban su territorio según unas tradiciones barriales anteriores a la violencia, pero funcionales a ésta, en tanto marcaban un “afuera” y un “adentro”, es decir, un “nosotros” y un “ellos”, que delimitaba claramente lo que era “enemigo” y lo que había que “cuidar” de ese extraño: un enemigo especializado y estereotipado. •
Juan carl贸s Restrepo 8 de noviembre del 2009
Desplazamiento Intraurbano
Ligado al conflicto urbano que sufren ciudades como Medellín, el Desplazamiento Forzado Intraurbano es una de esas violencias que suelen permanecer invisibles, bien sea porque ocurren mediante agresiones selectivas, en las que el temor a los actores armados lleva a las víctimas a guardar silencio, o porque aumenta y disminuye de acuerdo con los ciclos de violencia y reacomodamiento de las estructuras ilegales. A estos rasgos de violencia cíclica e invisible, se podría agregar que el desplazamiento forzado Intraurbano es una violación de los derechos humanos que en ocasiones es minimizada por las autoridades cuando se habla de seguridad. En ese sentido llama la atención el personero Delegado para los Derechos Humanos, Jesús Alberto Sánchez, al expresar que delitos como el desplazamiento intraubano y la desaparición forzada se minimizan cuando las autoridades solo informan y exaltan las cifras de reducción de homicidios.
Carolina Márquez 24 de octubre de 2011
LAS ESCULA ENTRE BALAS En 2011, según la Secretaría de Educación Municipal, unos 14.000 niños y jóvenes se retiraron de los colegios públicos de la ciudad. Entre los motivos está la falta de recursos de los padres, la necesidad de salir a trabajar y el desplazamiento intraurbano que genera la violencia También los obligó a dejar la escuela la guerra que les toca a los que se quedan y que en días de miedo impide ir a clases. Días que para algunos se vuelven semanas en las que buscan otras actividades para ocupar el tiempo, mientras el estudio se vuelve lejano. Esta semana la Personería de Medellín estimó que la deserción estaría rayando el 4,4%. Lo que significaría que los niños desescolarizados en el último año estarían alrededor de los 16.600. La secretaria de Educación, Luz Elena Gaviria, desacreditó el cálculo y dijo que sólo en mayo se podrá estimar un dato real, cuando se conozca el consolidado de matrículas. Lo cierto es que en los últimos ocho años el promedio indica que un 3,7% de los estudiantes de la ciudad abandonaron los colegios (el porcentaje nacional es del 5,2%). Se estima que para 2013 se matricularán más de 395.000 alumnos en colegios públicos en la capital antioqueña. Existen zonas de las comunas 8 y 9, como Caicedo, Villa Liliam, Tres Esquinas, la Terminal, La Torre y San Antonio, donde los violentos marcan los ritmos de clases de los menores: “El año pasado varias veces nos dejaron salir antes del colegio o había días en que se escuchaban los rumores de balacera y los vecinos nos avisaban para que no fuéramos a clase. Toda la vida he crecido en este barrio, me acostumbré a vivir con miedo, caminando rápido por donde uno cree que son las fronteras invisibles, por donde pueden darle a uno un balazo. Aunque por ahí hace tres años la cosa está más difícil”, dice Lorena*, quien se graduó del Colegio Vida para Todos, de Caicedo, en noviembre pasado.
El mismo colegio que esta semana visitó el alcalde Aníbal Gaviria, donde habló de las estrategias que se sumarán a las que ya se han aplicado para mantener a los menores vinculados a las aulas: se trazarán nuevas rutas de seguridad vigiladas para ir de las casas a los colegios, algunos maestros serán transportados por carros del gobierno, habrá asistencia psicológica y en los centros educativos se aplicarán programas de salud física y mental para intentar bajar el estrés. El año pasado la Alcaldía invirtió más de $8.000 millones en la implementación de rutas de transporte seguras y otras estrategias de acompañamiento. Para intentar dimensionar esta problemática sería necesario tener un panorama de la delincuencia en Medellín. Una realidad que no tiene verdades absolutas. Mientras las cifras oficiales hablan de unas 120 bandas delincuenciales, integradas por unas 5.500 personas, organizaciones civiles, como la Corporación para la Paz y el Desarrollo Social en Medellín (Corpades), estiman que existen unos 350 combos con entre 8.000 y 10.000 miembros, conformados en un 40% por menores de edad. “Solo la comuna 8 podría reunir 28 bandas”, dice su director, Fernando Quijano. Según el Observatorio de Seguridad Humana de Medellín, en 2012 fueron reclutados 440 jóvenes en 14 combos delincuenciales de la Comuna 8.
Francisco Álvarez 30 de enero de 2007
Desaparición forzada, un delito sin castigo Antioquia es el departamento con mayores denuncias por desaparición. Medellín presenta este año dos mil desaparecidos, de los cuales 199 casos son por desaparición forzada. Concejo debatió hoy la problemática La problemática que genera en la ciudad el delito de la desaparición forzada fue tema central de debate hoy en el Concejo de Medellín, sesión en la cual los concejales pidieron visibilizar a las víctimas e indemnizar a sus familias por la impunidad de los hechos. El concejal Carlos Mario Mejía Múnera manifestó que es necesario colocar en la agenda pública de la ciudad el tema de la desaparición forzada, con el objeto de enfrentar la situación y dar solución a los múltiples requerimientos. Afirmó que en la ciudad las zonas críticas de ocultamiento de cadáveres son el margen del río Medellín, el sector de Aguas Frías, en Belén, y la escombrera, en la Comuna 13.Agregó que la impunidad de los crímenes de desaparición forzada oculta la realidad de las cifras de homicidio en Medellín.
Daniela fernandez 18 de abril del 2012
En Medellín, bosque del barrio La Sierra es un cementerio (fosas comunes) “Eso allá arriba es como un cementerio”. Con estas palabras, un poblador del barrio La Sierra describió una amplia zona boscosa ubicada en la parte alta de la comuna 8, en las laderas orientales de Medellín, donde habría varias fosas comunes con restos de personas asesinadas por grupos armados ilegales que operaron en ese sector de la ciudad.”
Fuentes consultadas por la Agencia de Prensa IPC, que pidieron la reserva del nombre, aseguraron que allí hay cuerpos de por lo menos hace 20 años, desde cuando la zona era dominada por las milicias 6 y 7 de Noviembre, organización armada afín al Eln, los Comandos Armados del Pueblo (Cap) y las Farc; pero también habría víctimas de los enfrentamientos entre paramilitares y milicianos de la guerrilla; de la confrontación entre los bloques Metro y Cacique Nutibara de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc); y del accionar paramilitar posterior a esas confrontaciones; así como de civiles inocentes que fueron ajusticiados por negarse a colaborar o por ser señalados de simpatizantes de uno u otro bando armado. “Allí están los cuerpos de tres hombres negros que desaparecieron del barrio Ocho de Marzo a comienzos de este año”, dijo una de las fuentes. El hombre se refiere a Jesús Daniel y Jhon Emilio Robledo Zea y David Mena Buenaño, tres afrodescendientes oriundos del municipio de Tutunendo, Chocó, que fueron sacados a la fuerza de sus casas del barrio Ocho de Marzo por un comando armado y desaparecidos el 4 de febrero de este año, y de quienes aún no se sabe nada de ellos. “En ese bosque enterraban la gente que sacaban de los barrios cercanos porque no pagaban vacuna o, como en el caso de los tres morenos, porque se creía que eran guerrilleros. Allá está un señor de La Sierra que tenía una tienda y lo mataron porque se negaba a pagarle a los muchachos”, relató el poblador de La Sierra, quien espera que con sus denuncias la Fiscalía General de la Nación envíe unidades de exhumación de cadáveres para inspeccionar la zona boscosa y localizar las fosas.
Quienes vivieron el horror de la guerra en el barrio La Sierra esperan que el convenio que han acordado en días recientes la Fiscalía General de la Nación y el Programa de Víctimas de la Alcaldía de Medellín por 1.000 millones de pesos permita adelantar también en esta zona semirural de la ciudad una búsqueda sistemática de fosas comunes con restos de víctimas de desaparición forzada y asesinato, y se logren exhumar los restos de quienes hoy permanecen como desaparecidos. A las denuncias sobre la posible existencia de fosas comunes en la comuna 8 se suman las realizadas hace varias semanas en la comuna 13, al otro lado de la ciudad, donde se estima que en una escombrera y una arenera hay decenas de restos de pobladores de este sector de la ciudad que fueron retenida en sus casas y en las calles de distintos barrios y ajusticiadas y enterradas en estos sitios. Para llamar la atención sobre las fosas en la comuna 13, el pasado 4 de noviembre se realizó en el barrio Eduardo Santos el evento Vigilia Humanitaria: escarbando la verdad, exigiendo la justicia, a través del cual un grupo de organizaciones no gubernamentales y víctimas del accionar paramilitar de esta zona de la ciudad le rindieron un sentido homenaje a sus seres queridos desaparecidos y, de paso, le exigieron a las autoridades judiciales iniciar cuanto antes la exhumación de cuerpos que se presume están enterrados en los sectores conocidos como la escombrera y la arenera.
Diversas organizaciones sociales y de víctimas esperan que a medida que la verdad sobre la existencia de fosas comunes en las laderas de la ciudad se vayan interviniendo estos sitios, se les haga un cerramiento especial y se proceda de
manera urgente a excavar para ubicar los restos de aquellas víctimas que se presume están enterradas allí.
Martha guzmán 26 de octubre del 2010
Balas Perdidas En Alas comunas De Medellín La muerte causada por una bala perdida al bicicrosista José Daniel Buitrago Silva durante el fin de semana pasado en el barrio Loma de los Bernal, en el occidente de Medellín, ratifica una vez más que en Colombia estamos muy lejos de tener una verdadera seguridad ciudadana.
Si nos remontamos al concepto, esta sería la acción conjunta entre el Estado, con la colaboración de la ciudadanía, para asegurar una convivencia pacífica previniendo los delitos. Sin embargo, es común escuchar que niños y jóvenes mueren a causa de las balas perdidas, ya sea por las riñas entre bandas, por los atracos, las persecuciones o un simple intercambio de disparos. Pareciera que en Colombia la ley de las balas es más común de lo que los ciudadanos de bien se imaginan. A pesar de que existe restricción al porte de armas en nuestro país, a pesar de de la acción de la Policía y los buenos deseos de nuestro presidente, el derecho a la vida es un privilegio. Durante esta semana se anuncia el aumento de policías para controlar estos hechos, pero la verdad es que pareciera que el problema no es de pie de fuerza sino de una estrategia en la cual el Estado, la ciudadanía y la Fuerza Pública se comprometan a lograr que la vida sí sea realmente un derecho y no una ilusión.
Conflicto armado en Medellín tiene a los jóvenes entre la espada y la pared A las ya escasas oportunidades que les ofrece el Estado, la población infantil y juvenil de varias comunas de Medellín sólo les están quedando dos caminos: o abandonar sus barrios para poner a salvos sus vidas o vincularse a las bandas de delincuencia organizada.
Así se desprende de los informes de la Personería de Medellín sobre desplazamiento forzado intraurbano, flagelo que registra las más elevadas cifras de los últimos cinco años y que deja en evidencia cómo los más jóvenes de la cuidad continúan entre la “espada y la pared” por cuenta de las acciones de los violentos.
Laura montero 25 de abril de 2003
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