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Ayotzinapa y AMLO: camino de impunidad

Foto: Alfredo López Casanova

Andrés Manuel López Obrador dijo el fin de semana que “en el caso de Arnulfo y de los jóvenes de Ayotzinapa no se puede hablar de crimen de Estado, porque ahora el representante del Estado mexicano, comandante supremo de las Fuerzas Armadas, el presidente de la República, el que les habla, no va a permitir ninguna injusticia, no va a permitir ningún Estado autoritario”.

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La declaración del presidente es insostenible y levanta sospechas sobre su compromiso con la justicia. Si elementos del Estado, el ejército y la policía, participaron en un crimen como el de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, se trata de un crimen de Estado, diga lo que diga AMLO. ¿Acaso el que tengamos otro presidente cambia el hecho de que esos representantes del Estado hayan participado en la tragedia de Ayotzinapa y similares? Es irrelevante si el titular del ejecutivo es otro: el crimen está hecho. De otra forma, tendríamos que afirmar que ni la represión de 1968 ni la de 1971, para tomar dos ejemplos, son crímenes de Estado. AMLO, como es su costumbre, pretende con su mera entrada decretar la purificación de todo lo aborrecible, ahora incluso de los crímenes históricos del Estado mexicano.

Ahora bien, ¿por qué AMLO postula una falacia de tal calibre? Suponiendo que el tiempo que se tarda en su elocuencia lo ocupa para pensar detenidamente lo que dice, una hipótesis probable es que trata de quitar el peso simbólico que la caracterización de crimen de Estado implica. Sobre todo, cuando es su gobierno el que ahora está obligado a procurar justicia a los afectados.

De ser ese el caso, se trata de un movimiento retórico para allanar la impunidad que, durante el presente gobierno, se otorgará a crímenes de Estado del pasado. Si esta dura interpretación es un error o una exageración, se verá pronto. Ojalá estas líneas se equivoquen; de ser así, quedan muchas preguntas que deben contestarse lo antes posible. ¿Cuándo sabremos de la realización de indagaciones exhaustivas en las instalaciones militares y en los mandos del ejército que presuntamente participaron en la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa? Suena difícil que un gobierno que tanta confianza le ha dado al ejército en términos de la militarización de la seguridad pública con la implementación de la guardia nacional se comprometa seriamente a poner a la institución castrense en el ojo de una investigación que los señale como responsables de un crimen así. ¿Cuándo conoceremos los expedientes debidamente conformados sobre los policías presuntamente involucrados en esta tragedia? Expedientes que no se caigan en los juzgados por no haber respetado el debido proceso, como ha sucedido en buena parte de las investigaciones gubernamentales en este y otros casos.

Mientras no sepamos las respuestas a estas y otras preguntas igual de apremiantes, estegobierno, como el anterior, sigue hablando el lenguaje de la impunidad: ese que promete justicia con condenas hechas sólo de discursos mientras trabaja torpe y lentamente para quela justicia nunca llegue.

Señor presidente, no se engañe y no nos engañe, mientras no se castigue a los culpables elEstado sigue siendo responsable: es y fue el Estado.

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Texto: Luis Ramírez Trejo (Homo vespa)Diseño: Javier Clériga (Xavoténcatl)Dale clic y únete a nuestras redes sociales:

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