La en 432

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La en 432 por Luna Atwater





La en 432 por Luna Atwater

Me siento a pensar y recordar, un piano me interrumpe, alguien toca ¿Bach? ¿ahora Lizt? ¿y esto? ¿ahora es una Malagueña? Mi favorita, susurro, y mis pensamientos se calman. Escucho ese piano y mis recuerdos se desvanecen en manchas de color, colores que se funden y que luego separo en una paleta que usaré para retratarlo. El piano salta y retumba, lo escucho desde mi cama, sentada en el borde me comienzo a derretir, me derramo en las sábanas y me trago unos colores. Ya no pienso más, ahora vuelo, viajo al momento en que ese piano existirá. Bajo las escaleras y me encuentro en un bosque de algas que me protege de la resaca ¿y el piano? Seguro el agua ayuda a la melodía a viajar kilómetros manteniendo su



nitidez, y por enredados rulos negros llega hasta mí, me busca como un infante perdido, y me encuentra. Abro la puerta para dejarlo ƵȁɈȲƊȲ ƧȌȁ ǿƊɯȌȲ ˜ɐǞƮƵɹ ɯ las campanillas suenan, avisando una visita, entonces








recuerdo respirar. Beso unas algas para tomar el oxígeno que sale de sus hojas como chorros de leche. mƊ ǿƵǶȌƮǠƊ ǿƵ ƵǶƵɨƊ ɯ ˜ȌɈȌ Ƶȁ ǶƊȺ ȁɐƦƵȺ‫ ة‬ȱɐƵ ƊǘȌȲƊ dan sombra a mi hogar, augurando tormenta. Floto por sobre el techo y veo todo el valle a mis pies. Cuento las casas y son más de las que podría habitar con paz. Sigo los caminos con la vista y ahora parecen converger en un lugar. Me aferro de un hilo de lluvia y bajo hasta allí con cautela, en un iglú con puerta de piedra está el piano, es tocado por alguien de seguro, un alguien que amo. El piano deja de sonar como piano y ahora es una guitarra, una guitarra que toca Libertango. Se abre la puerta, pero no logro ver quien toca, porque sale una multitud apretada, como si llevaran esperando siglos por salir del encierro que despertó sus más profundos sentires de claustrofobia; salen actrices y músicos, salen artistas y locos, salen musas y salen perros, miles de perros que vuelan hacia algún bosque, uno lame mi mano aún húmeda por la lluvia, lleva una parca azul y un ojo café que se guiñe entre su pelo.




La guitarra vuelve a ser piano, pero ahora es piano y cello, un cello triste y profundo que escucho a través de los hielos semi derretidos del iglú, y yo me derrito nuevamente. El perro me lame hasta dejar solo mi ropa vacía en el umbral de la puerta de piedra, que pronto será arena… Vivo feliz ahora, veo un color menos, pero escucho miles de notas más, que tocan mi corazón y me hacen llorar. Lloro un mar y vuelo con los otros canes. Desde el bosque siento como el mar se lleva mi ƧƊȺƊ‫ ة‬ƮƵǯƊȁƮȌ ȺȌǶȌ ǿǞ ƧƊǿƊ ˜ȌɈƊȁƮȌ Ƶȁ ǶƊ ƵȺȯɐǿƊ‫ خ‬²ƊǶɈȌ ƊǶƵǐȲƵ entre los vientos y caigo desde lo alto, suavemente, sobre mi cama aún caliente. Rasco las sábanas y doy vueltas en círculo, unas 4 o 5 veces serán su˛ƧǞƵȁɈƵȺ‫ ة‬ȯǞƵȁȺȌ‫ خ‬wƵ ƮƵȺȯǶȌǿȌ ƧƊȁȺƊƮƊ Ƶȁ ƵǶ ƧƵȁɈȲȌ ƮƵ ƵȺƵ ƧǠȲƧɐǶȌ imaginario y enrollada como una serpiente duermo en paz con la melodía que me cuida.





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