Diario de un Pérezgrino 2 Juan Carlos Pérez García
Sarria(17/07/15)/Santiago de Compostela(22/07/15)
A MODO DE PRÓLOGO
Como prólogo a este “Diario de un Pérezgrino” recojo aquí lo que significan para mí estos cinco símbolos del Camino de Santiago y respondo así a las preguntas de un documento que llegó a mis manos en el transcurso de este Camino.
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FLECHA AMARILLA: ¿Qué flechas sigues?
Sigo las flechas de mis compañeros/as de camino. El Camino también son ellos y ellas. Me orientan cuando necesito encontrar puntos de apoyo y siempre los encuentro en ellos; unas palabras, una mirada, un rítmico caminar a su lado es suficiente.
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MOCHILA: ¿Qué es lo que cargas en tu mochila?
Físicamente cargo con lo mínimo, soy “un tipo frugal” y aun así me sobra la mitad. Siempre sobra la mitad de lo que tenemos, seguro que si regalásemos esa mitad que nos sobra seríamos doblemente felices. Mentalmente la carga es grande, pero no pesa más que una pluma, o una ráfaga de este vientecillo que nos acompaña cada mañana. Este Camino, además de las otras tres patas de mi silla que siempre están en mi pensamiento, aunque a veces no lo parezca; me acompaña Sebastián Pérez Mogollón, mi padre. No me preguntéis por qué, no lo sé, pero es así. Lo siento muy cerca, por eso he escrito su nombre en la credencial que iremos sellando paso a paso.
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TIRITAS: ¿Cómo aprendes a caminar con lo que te hiere en la vida?
No lo sé, no he perdido nunca ni un minuto en preguntármelo. Creo que las heridas, como las satisfacciones, son parte de la vida y hay que vivir con ello sin jactancia ni lamento. Cuando vienen mal dadas por cuando vienen bien, “las que entran por las que salen”, que dicen por ahí.
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BASTÓN: ¿Quiénes son tus bastones en el Camino?
Yo siempre me he sentido más bastón que necesitado de él, pero creo que eso también está cambiando, debe de ser la edad. Cada vez necesito más bastones, aunque me cueste reconocerlo. En este Camino vienen conmigo varios de ellos: - Mi “hermano” Luis, que más que un bastón es un “bastonazo”. Él lo sabe, yo lo sé y eso es suficiente.
- Su hija María, ¡menudo bastón para mis pies! - Chus, un bastón siempre pendiente de mi estado de ánimo. - Vicky, un bastón dispuesto en todo momento a la conversación amena y divertida. - Y “el Gran Tonet”, bastón constantemente ocupado de la intendencia del Camino, de que nunca nos falte de nada.
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VIEIRA: ¿Qué cambios has experimentado en el Camino?
Supongo que muchos, pero creo que son cambios a largo plazo. Siempre he pensado que lo que te ocurre hoy, mañana te pasará factura para bien o para mal. Nada de lo que hacemos se queda en el tintero esperando a que otro lo escriba. No creo en los cambios espontáneos y rápidos. Los cambios importantes se producen en el interior y eso significa que tienen un anclaje demasiado importante y veraz que no puede deberse al tiempo, sino al espacio interior recorrido. Un Viaje, un Camino verdadero es, a veces cruel, a veces alegre; pero siempre impresionante y acogedor.
16/07/2015 Inicio del viaje: Cáceres/Sarria (Lugo) Después de tres años, iniciamos un nuevo Camino, en esta ocasión, el Francés. Nos dirigimos a Sarria, y desde allí intentaremos andar hasta Santiago de Compostela. Salimos desde Cáceres a las 7:30 horas, Vicente y Vicky ya están en Galicia desde hace varios días. Nos envían fotos de pulpo, marisco y chuletones, muy típico de “Tonet”. "Quin cabró, com menja!" Hacemos una parada para desayunar con Alfonso en Morales del Vino (Zamora). Cuando hablo con él me doy cuenta de cuánto nos vamos a echar de menos en esta ocasión. Es mi compañero “cervecil” y eso lo voy a notar. Se lo comento porque es absolutamente cierto. A las 11:00 nos ponemos en marcha de nuevo. El viaje va fenomenal y decidimos no volver a parar para poder llegar a Santiago a la hora de comer. Así lo hacemos. Aparcamos frente al albergue que tenemos reservado para el último día y buscamos dónde reponer fuerzas. Lo hacemos en una pulpería que ya conocemos del Camino anterior. No es que sea gran cosa, pero nos ofrece pulpo y ribeiro a granel. Estando allí, llegan Vicky y Vicente. Tomamos café con ellos. Por cierto, ya os adelanto que lo del “café de pote con chorrito” será una constante de este Camino. Nos dirigimos a comprar los billetes de autobús hasta Sarria. Nos esperan casi tres horas de desesperante trayecto hasta llegar allí. Hay que tomárselo con filosofía gallega y así lo hacemos. Por fin llegamos a nuestro destino. El albergue resulta fenomenal, una habitación de 14 literas en la 2ª planta con dos aseos y dos duchas para nosotros solos. No tenemos que compartirlo con nadie más y eso se agradece. En el albergue “Don Álvaro” descubrimos que hay un grupo de chavales de Mérida (a los que seguiremos viendo a lo largo del Camino) con los que compartimos conversación y un chupito, una vez que hemos cenado en un bar de al lado. Más tarde descubriremos también que los peregrinos que más abundan son italianos y valencianos, que huyen del “caloret”. A las 11:00 hay que estar en el albergue y no dudamos en acostarnos sobre la media noche. Mañana comenzamos la caminata y creo percibir en todos cierta desconfianza en nosotros mismos, ya que la falta de entrenamiento en esta ocasión es tónica común en el grupo. En mi caso, además, la falta de confianza va acompañada de una ampolla que, una vez curada por María, mi podóloga personal, me ha mantenido parado más de una semana y que me hace dudar de mis posibilidades. Creo que el dolor será, durante este Camino, un compañero más para mí. Tendré que soportarlo de la mejor manera posible, aunque
ir con Luis y María significa una garantía en este aspecto. Sé que ellos están ahí para ayudarme a soportarlo.
17/07/2015 1ª Etapa: Sarria/Portomarín (22 km--5,30 horas) Nos levantamos temprano, a las 6:30 suena el despertador. La noche no estuvo mal, he notado la cama, pero he descansado bastante. Estar tranquilos en el dormitorio, sin compañías extrañas, ha ayudado a ello. Recogemos los bártulos y salimos a las 7:00 del albergue. Desayunamos muy cerca y hacemos las primeras fotos del inicio de este nuevo Camino. A las 7:30 ya estamos en marcha. El trayecto comienza bien, la etapa promete. Será larga, pero discurre perfectamente. Entra y sale del bosque gallego y, sin llegar a ser espectacular, resulta bonita y agradable. Procuro disfrutar todo lo que puedo de las vistas y olores que nos ofrece el Camino. Con el discurrir de los km., la mochila empieza a pasarme factura. Los hombros me duelen y cruzo horizontalmente el bastón entre los correajes para paliar el peso y el roce sobre ellos. Así va pasando la mañana hasta que Mª Jesús descubre que ha perdido las credenciales de los seis. Las busca y rebusca, pero se agobia un montón porque no da con ellas. Le intentamos hacer ver que no pasa nada, que solo el que las lleva las puede perder, los demás hemos escurrido el bulto en ese deber. A mí, personalmente, me da igual. Había escrito el nombre de mi padre en la credencial, porque últimamente le echo bastante de menos y me apetece que me acompañe en este Camino de alguna manera; pero lo hará igualmente con credencial o sin ella. Se lo digo, ella lo sabe, pero no deja de culpabilizarse por la pérdida durante el resto de la jornada. No le vale ni la broma que hago sobre el hecho de que vayamos a ser unos “sin papeles” durante el resto de los días. No hay manera de animarla. Seguimos viaje cada vez más cansados, hace calor y los km. se van acumulando en las piernas y los pies. Cada vez que el Camino desciende, me acuerdo de mi rodilla. Espero, por mi bien, que no me falle. Con lo de la ampolla, el cansancio y todo lo demás ya tengo suficiente. Llegamos a Portomarín a la una de la tarde y nos dirigimos directamente al albergue público. Está bastante bien, moderno y amplio, pero tendremos el problema de la hora de cierre. Las 22:00 me sigue pareciendo demasiado temprano (esto va a cambiar con el paso de los días, para mi desgracia hay fotos que así lo demuestran).
Comemos después de una reconfortante ducha y unas frías cervezas y decidimos descansar un rato, ya que Luis, Vicente y yo hemos resuelto volver a Sarria para sellar las nuevas credenciales que Chus y Luis se han empeñado en comprar de nuevo. Supongo que está bien si así Mª Jesús se siente mejor, pero repito que por mi parte no es necesario. Creo que el Camino es mucho más que sellos y credenciales. Lo de la Compostela me la trae al pairo. El Camino para mí es otra cosa. Disfrutarlo personalmente y con mis amigos/as es lo que pretendo y eso es lo que me vale. Al final dejamos a Vicente sobando, nos da pena despertarle de la siesta y Luis y yo cogemos un taxi hasta Sarria para sellar en el albergue de inicio. La anécdota de la tarde nos la sirve en bandeja el taxista, David, un tío enrollado de Portomarín que controla todo el traslado de peregrinos y mochilas en la zona. Se empeña en llevarnos también a la iglesia de Sarria para sellar allí las credenciales y no tener ningún problema a la hora de la Compostela. En la iglesia el descubrimiento de la figura del sacristán ha sido todo un espectáculo. ¡Vaya tío rarito! Pero, raro, raro, raro. Cuando le hemos explicado el caso, nos ha contado toda clase de chismes, “hasta lo de la callejina”. Vamos, que si nos descuidamos nos pone “mirando pa’ Cuenca”. No paraba el tío, y nosotros con el taxi esperando en la puerta. La excursión de las credenciales ha tocado a su fin, pero ha sido “un puntazo” para poder contar entre risas a la vuelta.
18/07/2015 2ª Etapa: Portomarín/Palas de Rei (25 km--6 horas) La etapa comenzó a las 7:40, después de una noche mejor de lo que pensaba; ya que, aunque el albergue estaba completo y el dormitorio era común, hemos podido descansar gracias a buenos colchones y ausencia de roncadores varios. Los dos primeros km. han sido preciosos, repletos de paisaje boscoso y fragancias arbóreas que me hicieron presagiar lo mejor. Pero nada más lejos de la realidad, a partir de ahí la carretera inundó los 23 km. restantes, y los buenos momentos a nivel visual y olfativo fueron mínimos. Eso, junto con los km. acumulados del día anterior ha logrado que llegáramos muy agotados, casi exhaustos. La anécdota ha sucedido, en esta ocasión, al salir del albergue; cuando Vicky confundió su mochila con la mía y quiso soltarme el lastre de su bolsa de “cremitas” que, por cierto, pesa “un huevo”. A partir de ahí, tanto ella como Mª Jesús han quedado bautizadas como “Las Pardas”, por lo de que, en cuanto que te descuidas, “te la lían parda”.
La etapa, como decía, nos ha costado; pero el albergue “San Marcos”, sin duda uno de los mejores del Camino Francés (ya teníamos referencias de ello por internet), nos ha relajado muchísimo. Habitación separada del resto de peregrinos para nosotros solos, con baño independiente dentro del dormitorio y llaves para poder entrar a la hora que decidamos. ¡Todo un lujo para disfrutarlo! Hemos lavado ropa, que ya hacía falta, y seguro que descansaremos bien. Hoy lo necesitamos todos. ¡Menos mal que las dos etapas que vienen a continuación son cortas! La comida ha sido todo un espectáculo (caldo gallego y pulpo) en un bar próximo al albergue. Allí hemos descubierto que dos parejas de peregrinos con los que solemos coincidir también son enfermeros. Incluso dos de ellos habían estudiado la carrera en Plasencia. Estas son las cosas del Camino, coincidencias propias de estrellas, vías y visiones diferentes de una vida pegada a un par de zapatillas y a una mochila. La verdad es que todo cambia cuando varías el punto de vista sobre lo que te rodea, y eso es lo que ocurre en una situación como la que experimentamos durante estos días.
19/07/2015 3ª Etapa: Palas de Rei/Melide (14 km—3,30 horas) Salimos algo más tarde que de costumbre de Palas de Rei, después de pasar una gran noche. Estar solos significa descanso asegurado y así ha sido. La etapa, aunque corta, es muy bonita, con preciosos paseos por los bosques gallegos en los que, en ocasiones, podía escucharse el silencio, el viento entre las ramas de robles, pinos y eucaliptos; así como el trino de pájaros invisibles. Ha sido un acierto total haber dividido los 28 km. existentes entre Palas de Rei y Arzúa. Sinceramente creo que no habría sido posible terminarla todos juntos. Luis y yo lo hemos comentado durante el camino. Nosotros dos habríamos llegado prácticamente rotos, pero los demás lo habrían pasado incluso peor. Las Sanabria venían mal durante todo el trayecto, Mª Jesús con dolores en la pierna derecha y María con una rodilla muy dañada, que esperemos le deje continuar sin mucho sufrimiento. Vicente también venía bastante tocado en los descensos, resintiéndose en la rodilla operada. Vicky, al no cargar con mochila, lo ha pasado algo mejor. Hemos llegado bastante temprano al albergue, sobre las 11:45. Nos han alojado en un dormitorio que nos ha parecido muy bien con 8 literas cómodas en las que seguro descansaremos. Las dos sobrantes las ocuparán por la tarde dos extranjeros que no dieron mucho ruido, la verdad. Haciendo honor a la fama de este pueblo, nos hemos dirigido a una de las mejores pulperías del lugar, “A Garnacha”. Su fama no ha desmerecido, buen precio y mejor
pulpo a pesar de la espera debido al mogollón de gente que había por ser domingo. La única que no nos ha acompañado en la comida ha sido María, ha preferido descansar en el albergue y tomarse un sándwich. Después de un ratito de apacible siesta, escribo desde una tumbona del jardín, una zona de lujo dedicada al descanso total de los peregrinos. No todos los albergues del Camino se pueden permitir una zona ajardinada para ello. La verdad es que estamos teniendo una gran suerte en la elección de los albergues hasta el momento. No podemos poner pegas a los alojamientos que hemos utilizado. Andamos por aquí remoloneando, vestidos de rosa fucsia y no creo que salgamos ni a pasear esta noche. Se está tan bien, que aprovecharemos para reposar y dar cuenta de unas viandas que ha comprado Vicente con alguna cervecita. Por cierto, la tostada “1906” está impresionante. Auguro pues, buena y relajada noche y espero que la etapa de mañana, que nos lleva hasta Arzúa, sea tan tranquila como la de hoy. Confío en que las piedras y estrellas del Camino nos ayuden y nuestras mujeres sean capaces de aguantar sus dolores y se vengan arriba. Sé que Vicente, a base de fuerza de voluntad y con los vendajes que le ha puesto María en las rodillas lo hará. Parece que lleva las piernas llenas de grafitis, “el Tonet”.
20/07/2015 4ª Etapa: Melide/Arzúa (13 km—3,15 horas) Después de una noche bastante plácida, según preveía, ya que tan solo unos ronquidos “de allende los mares” intentaron disuadirnos del merecido descanso, aunque no lo consiguieron, comenzamos nuestra cuarta etapa a las 8:20. No hay prisa, sabemos que es corta y esperamos que no nos pase factura. En los primeros km. se produce el momento escatológico del día, una canción que surge al amparo de un fax que pudo ser y no fue, protagonizado por mi amiga Chus. La cantamos durante el camino y os la transcribo aquí para que quede como recordatorio de ese instante de deseo excrementicio después de varios días sin alivio posible. El “fecaloma indeciso” nos sirvió en bandeja de plata unos minutos impagables de risas y cachondeo. Recordad que hay que cantarla con la música de las maniobras militares de los marines americanos.
Chus se fue a poner un fax, porque no aguantaba más.
Santiago la iluminaba, pero ella no cagaba.
El mojón con disimulo
Y como no pudo ser,
asomaba al rente el culo.
será la próxima vez.
El recorrido, en efecto, resulta corto pero precioso, puramente gallego. No ha faltado a este convite para los sentidos ni siquiera la típica chuvia miudiña o chirimiri que, agradablemente, ha acompañado nuestros pasos durante un rato. La etapa comienza adentrándonos en un bosque que huele especialmente bien, debe de ser el cariño con que la lluvia nos acaricia la cara y va empañando mis gafas a la vez que inflama mis sentidos. Robles, pinos y eucaliptos nos rodean nuevamente, los helechos abundan por doquier y llegan a sobrepasar mi altura por momentos. Me encanta escuchar el sonido de los pájaros, compañía que atesoramos desde el principio del Camino. Los maizales, inmensos y agotadores también nos reservan momentos para guardar en la memoria. Ni punto de comparación con aquellos que me desesperaban hace tres años en el Camino Portugués. Parece que las fuerzas también hoy nos han respetado. La única que llega más agotada sigue siendo María. Su rodilla no le permite disfrutar todo lo que sería necesario, aun así termina la etapa con la dignidad que la acompaña siempre. Llegamos a Arzúa muy temprano, son solamente las 11:30 de la mañana. Nuestro albergue se encuentra al principio de la localidad con lo que los 14 km. prometidos se convierten en tan solo 13. María es la que más lo agradece. El albergue “D. Quijote” es de los de compartir dormitorio en gran grupo, no nos hace mucha ilusión, pero está limpio y la disposición de nuestras literas es bastante conveniente. Además, ¿somos o no somos frugales? ¡Claro que sí, por supuesto! Después de una ducha reparadora y unas cervezas más reparadoras aún, nos dirigimos a comer. Paramos enseguida porque Vicente descubre un arroz que están preparando en plena calle delante de la puerta de un restaurante y parece gustarle su aspecto. Si “Tonet” lo aprueba no seré yo el que me oponga, ¡estaría bueno! Decidimos entrar. Genial idea. Comemos solos, en una mesa redonda de un comedor interior y disfrutamos a plenitud de comida, conversación y risas. El Camino no es solo andar, es mucho más que eso, y con amigos/as, ya ni os cuento. Volvemos al albergue, hay que descansar un rato. Desde la entrada del mismo, viendo pasar peregrinos que se quedarán aquí o seguirán hasta Pedrouzo escribo ahora. Estas palabras son también para mí una parte importante de este Camino.
21/07/2015 5ª Etapa: Arzúa/Pedrouzo (20 km—5,15 horas) La noche transcurrió de manera aceptable, al menos para mí, he descansado bastante bien. Otros se han quejado de ruidos y ronquidos varios. Hemos comenzado la penúltima etapa de este Camino a las 7:30 horas. Etapa complicada, que se ha visto interrumpida en su inicio por el contratiempo de la lesión de María. Como ya dije, su rodilla estaba bastante maltrecha y hoy ha terminado por desmadejarla a la pobre. A pesar de ello, ha respondido como la adulta que ya es y, aunque lágrimas de rabia le arrasaron el rostro, supo sobreponerse y decidir que ya no podía más, que su caminar durante este Camino se había terminado. Hemos llamado a un taxi que la ha trasladado hasta el albergue de Pedrouzo, donde nos ha esperado descansando hasta las 12:45, hora a la que hemos llegado los demás. El Camino también tiene estas circunstancias, siempre significa dolor y satisfacción a partes iguales, dualidad esta difícil de entender para los que todavía no se han rendido a esta gran experiencia personal. Desde mi punto de vista la etapa de hoy no ha sido especialmente dura, al menos a mí no me lo ha parecido. El calor nos ha acompañado desde muy temprano, pero nada que ver con el sol agotador e implacable de Extremadura. El Camino, como casi todos los días, ha estado salpicado de sendas de bosque preciosas, donde la sombra, el rumor y un aroma especial te embriagan hasta sobrecogerte por momentos. Eso, precisamente, es lo que me ha ocurrido hoy durante unos minutos en un sendero cubierto totalmente de fronda. De momento, sin que me lo esperase, la imagen de mi padre ha caminado junto a mí, siguiendo mis pasos, a mi vera; sintiéndolo como hacía mucho tiempo que no lo sentía, muy dentro. Tenía la absoluta certeza de que ocurriría, no sabía cuándo ni cómo, pero estaba seguro de que me acompañaría en algún momento. Han sido instantes inolvidables que guardaré para siempre en la memoria. De regreso ya a la realidad, he vuelto a confirmar que el Camino Francés es mucho más bonito que el Portugués. Sé que soy muy pesado, pero es así. Mis pupilas son capaces de retener imágenes de grandiosos campos de maíz y fascinantes recodos de bosque que hasta ahora no conocía. Físicamente me encuentro muy bien, no diré que no estoy cansado, pues mentiría. Mi espalda me ha hablado hoy y ha empezado a quejarse, pero no es nada que una buena ducha y un poco de descanso no puedan solucionar. Mis compañeros, sin embargo, andan algo más “tocados” que yo. María, hundida bajo el peso de su rodilla. Mª Jesús y Vicky, bastante cansadas. Vicky se recupera mejor, pero a Chus le cuesta mucho. De todas formas llegarán a cumplir su sueño de entrar junto a los demás en Santiago de Compostela.
Lo de Luis es un cansancio más mental que físico. Estar pendiente a todas horas del estado de sus chicas y comprobar cómo una se desploma y la otra lucha por no hacerlo, debe estar minándole bastante las fuerzas. Su estado físico, sin embargo, es estupendo. Es el que sigue cargando con mayor número de kilos a la espalda desde el principio. A Vicente también le está costando terminar mucho más que hace tres años. Su rodilla se lo canta todos los días y cualquier bajada o traspiés lo resiente. Aun así, su pertinaz constancia hará que termine el Camino. Como decía, llegamos a Pedrouzo cerca de la una de la tarde y nos encontramos con María que nos esperaba aburrida. Mañana le tocará volver a ir en taxi hasta Santiago. Espero que, al menos, pueda caminar desde el albergue hasta la Plaza del Obradoiro y entrar junto al resto del grupo. Sería una proeza para ella y una gran alegría para todos. Voy a dejar de escribir por hoy, las moscas, las hay a cientos desde ayer, no me dejan hacerlo con la tranquilidad que necesito. La chica del albergue me comenta que debe de ser una plaga, porque todos están igual por aquí. Pero yo me acuerdo ahora del dúo Machado/Serrat (“Caminante no hay Camino…”) y del poema “Las moscas”, evocadoras ellas de todas las cosas.
Vosotras, las familiares inevitables golosas, vosotras, moscas vulgares me evocáis todas las cosas.
22/07/2015 6ª Etapa: Pedrouzo/Santiago de Compostela (20 km—5 horas hasta la Catedral) Última etapa, bastante moderada en lo físico, aunque con constantes ascensos y descensos que van cargando las piernas y los pies, ya de por sí bastante doloridos por los km. que llevan encima. Hemos conseguido hacerla de un modo diferente. Todo ha sido por el empeño en llegar a tiempo de asistir a la misa del peregrino a las 12:00 horas, lo que suponía empezar a caminar muy temprano. A las 5:00 de la mañana estábamos levantándonos. Yo creo que ni el bosque estaba abierto todavía. A las 5:30 nos ponemos en marcha, de noche, por supuesto. Pero, para sorpresa mía, no éramos los únicos. A las cinco han empezado a sonar las alarmas y a levantarse gran parte de los peregrinos del albergue, yo alucinaba.
Hemos penetrado el oscuro bosque gallego con las linternas encendidas, ya que de otra forma resultaba prácticamente imposible. Y así, aunque “meigas, haberlas haylas” y la “Santa Compaña” puede que deambule de vez en cuando; en el bosque lo único extraordinario han sido las luces de los peregrinos, los saludos mañanero/nocturnos y algún aullido que me he permitido el lujo de lanzar al viento para acompañar semejante desatino hasta el amanecer. Amanecer que se nos presentó cargado de una suave niebla que se ha unido a nosotros cual compañera de camino durante largo rato, con lo que creo que hemos podido asistir a todos los fenómenos meteorológicos posibles en Galicia por estas fechas salvo la tormenta. El trayecto transcurría silencioso, más tranquilo que en ocasiones anteriores y deseoso de llegar a buen término. Supongo que la cercanía de Santiago así lo demandaba. A unos 5 km. del final hemos realizado la pausa obligada en el “Monte do Gozo”. Fotografías y saludos durante unos minutos antes de reiniciar la última fase de la etapa y del Camino, que como todos los finales suele discurrir por carreteras y aledaños de la ciudad sin ningún interés especial. Pasamos por el albergue “Santo Santiago”, donde nos alojamos, y recogemos a María que ha tenido que volver a utilizar el taxi para hacer el último trayecto. Una vez sin la carga de las mochilas, apéndice que ya casi era parte de mí, nos dirigimos hasta la Plaza del Obradoiro. Vicente y Vicky se adelantan para comprar mariscos, carne y demás viandas en el mercado, ya que, por recomendación suya, comeremos allí (impresionante homenaje culinario el que nos hemos dado). Luis, Chus y yo acompañamos a María, que sigue cojeando, hasta la Catedral. Allí nos juntamos los seis y se producen los consabidos besos, abrazos y parabienes por el logro de haber concluido este Camino. Nos hacemos fotos que conmemoren y nos recuerden para siempre este momento y nos dirigimos a presenciar la misa del peregrino. Durante su desarrollo le comentó a Mª Jesús que es lo que menos me gusta del Camino. Si por mí fuera, no estaría allí; a mí me gusta visitar los templos religiosos cuando están semivacíos, es entonces cuando me hablan al oído y puedo escuchar lo que me dicen. En la Catedral de Santiago esto es casi imposible. El gentío y el negocio que genera lo impiden de todas… todas. A continuación toca esperar, hacemos cola para recibir la Compostela, otra parafernalia que también evitaría si estuviera solo, pero que en compañía de mis amigos/as se hace más llevadera. Vuelvo a pensar en mi padre, él ha sido mi sombra durante este viaje y aquí lo encuentro de nuevo; me despido de él por el momento.
Ahora, después de la “frugal comilona” y una ducha, nos disponemos a pasear por las calles y tiendas de Santiago, eso también parece ser parte del Camino; aunque el mío terminó ya hace rato. Durante la tarde Luis descubre que ha perdido toda la documentación familiar que traía. Como siempre en estos casos, no sabe cómo ha sido. La cuestión es que desde ese momento todo se convierte en un ir y venir de búsquedas, registros, averiguaciones y pesquisas que terminan con una denuncia de la pérdida en la Policía Nacional. Son momentos de bajón para todos que, sin embargo, se solucionarán a la mañana siguiente cuando la documentación aparezca y pueda ser recuperada de la oficina de “objetos perdidos”, donde algún alma caritativa y santiaguera la ha llevado. Hasta ese instante intentamos olvidarnos del incidente y pasar lo mejor posible las últimas horas en Santiago. Recorremos sus calles y asistimos a un concierto de música gallega en una de las plazas que bordean la Catedral, donde Vicky se marca unas muñeiras con un grupo de jóvenes. “Ángel, está claro que no puedes ser más hijo de tu madre”. La noche nos recoge temprano en el albergue, porque mañana el viaje será largo y los conductores deben descansar todo lo posible. Tanto Luis como Vicente tienen por delante muchos km. que hacer todavía. Los valencianos saldrán pronto hacia su destino, nosotros lo haremos más tarde, después de una rápida visita al “Monte do Gozo” con María y la vuelta a Santiago para recuperar la documentación perdida por esta “Familia Parda”, así bautizada, como ya sabéis, por su desenvoltura y elegancia en “liarla parda”.
A MODO DE EPÍLOGO
Sinceramente creo que este ha sido un Camino de encuentros y desencuentros, de pérdidas y hallazgos; como todos los caminos. Encontrar amigos/as, vivencias, instantes, recuerdos, risas, lugares…; no tiene sentido sin entregar algo a cambio: credenciales y documentos que se pierden, ligamentos y heridas que te rompen, miedos que hay que superar… La vida durante el Camino se convierte en un “toma y daca” constante, en un ajetreo de sentimientos y pesares que te remueven por dentro a cada paso que das, porque sabes que, como decía el poeta griego Constantin Kavafis “lo importante es siempre el camino, nunca el destino”. Por todo ello ha sido un gran placer compartir este viaje con vosotros/as. Muchos y memorables momentos están ya para siempre entre nuestros recuerdos. Ni el cansancio, ni las "pérdidas" de "los pardos y las pardas", ni las lesiones han podido con nosotros. Debe ser la magia del Camino de las Estrellas, porque este, como todos los caminos, tiene llegada, pero no tiene fin. Por eso lo repetiremos, de nuevo, cuando necesitemos más camino ante nuestros pies y más recorrido en nuestro espíritu.
HASTA EL PRÓXIMO Y… …¡NOS VEMOS POR LOS CAMINOS!
(Terminado en Cáceres a 28/07/2015) Juan Carlos Pérez García