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Management
¿Cómo INNOVAR en empresas FAMILIARES?
Construyendo puentes entre generaciones
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LAS METODOLOGÍAS ÁGILES SON AQUELLAS QUE PERMITEN ADAPTAR LA FORMA DE TRABAJO AL CONTEXTO Y NATURALEZA DE UN PROYECTO.
Las metodologías ágiles se pueden aplicar en un amplio rango de organizaciones. No solo en startups de jóvenes que recién se inician en el mundo de los negocios, sino también en empresas familiares con varias décadas de historia, como veremos en este artículo.
Muy atrás quedaron los tiempos en que abrir un negocio casi equivalía al éxito. La competencia era escasa y no había necesidad de estudiar el mercado. Los clientes caían como lluvia.
Hoy, abrir un negocio sin ningún estudio previo, solo empujado por las ganas, es como lanzarse en paracaídas pero sin paracaídas. Es muy difícil sobrevivir. E, incluso, ni todos los estudios del mundo garantizan el éxito de un emprendimiento empresarial. La competencia es feroz. Para sobresalir en el mercado hay que marcar la diferencia. En tiempos recientes se han puesto en boga diversas metodologías para alcanzar ese plus tan buscado. Una de ellas es Design Thinking.
Carlos Prado, representante de CEFUDIMA en Perú, explica que esta metodología implica una perspectiva de 360 grados: distintos puntos de vista se combinan y complementan para lograr el objetivo (el desarrollo de un nuevo producto o servicio), poniendo el foco en el usuario final.
En el proceso se generan prototipos que permiten hacer ajustes antes de que el producto o servicio llegue al mercado, ahorrando tiempo y costes. Esta metodología también se puede aplicar a la resolución de problemas o la mejora de procesos de una organización. La mirada amplia y la empatía que están en el corazón de Design Thinking, el saber ponerse en la piel de todos los actores participantes, también funciona para las empresas familiares.
Sobran los ejemplos de emprendimientos familiares que se hundieron porque la transición de una generación a otra falló. ¿Cómo evitarlo? Una buena transición exige desprendimiento y comprensión de ambas partes: de la generación que cede el control y de la que toma el relevo.
Carlos Prado sostiene que los que entregan el poder tienen que entender que el traspaso no debe hacerse cuando ellos crean que la siguiente generación ya está “madura”, pues el mundo ha cambiado mucho desde que comenzaron a hacer negocios. El mundo no espera, hay que actuar ya.
La generación de salida debe ser abierta a las nuevas tecnologías y no cerrarse ante lo que no entiende.
Por otro lado, la generación sucesora debe tener empatía con sus antecesores, entender que estos tengan miedo de que se derrumbe lo que tanto les costó construir y que haya cosas que no puedan comprender. Es natural que exista un muro entre una generación y otra, eso pasa en todo orden de cosas. Los jóvenes deben evitar estrellarse contra esa pared; por el contrario, deben buscar que la transición sea lo más fácil posible para sus antecesores.
EL QUE NO INNOVA, NO SOBREVIVE
Ambas generaciones tienen la responsabilidad de construir un puente que las conecte. Sin embargo, no hay puente que sirva si no hay innovación. El que no innova, no sobrevive. “La innovación no necesariamente es crear algo de cero, es mejorar probablemente algo que ya existe”, enfatiza Carlos Prado. Innovar no tiene por qué ser sinónimo de inventar. Innovar puede ser, por ejemplo, aplicar en el Perú algo que ya existe en otro país y aún no en el nuestro. La innovación es “hacer algo distinto para lograr una mejora”, complementa el consultor. La tecnología es una herramienta importante para la innovación, pero no indispensable. Se puede innovar sin ella. Pero lo que no puede faltar es empatía, amplitud de miras, pensar en todos. En otras palabras, todo lo que es Design Thinking.