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RECUERDEN SIEMPRE LAVARSE BIEN LAS MANOS
Por José ‘Chato’ Barbosa
Ya han pasado más de cien días de confinamiento, suena a mucho tiempo, pero lamentablemente, aún queda más por delante. Nuestro deseo de estar fuera, de regresar a una “normalidad” es constante, pero el cambio es evidente y llegó para quedarse.
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Esa “normalidad” que tanto anhelamos desapareció de nuestro panorama laboral, la gastronomía ha salido seriamente golpeada, los restaurantes heridos de muerte y todos los que vivimos de ello o para ello hemos quedado en un limbo.
Pensar ahora el negocio desde los protocolos de bioseguridad es una absoluta necesidad, es un compromiso de empatía y respeto por los demás. ¿Pero es viable mantenerse abierto con los mismos gastos y con solo el 30% de aforo cómo propone el Gobierno? No lo sé. Así los arrendadores bajen a una cuarta parte el valor de los arriendos persiste la incertidumbre y el panorama sigue siendo incierto. ¿Saldremos a flote?
Los domicilios no representan una solución para mitigar los gastos y obligaciones de un establecimiento en su totalidad. Algunos prefieren cerrar y no continuar generando deudas insostenibles, ya que aún no tenemos una fecha clara de reapertura.
La pandemia no es culpa de un gobierno, es algo que nos tocó vivir. Ya en algunos países la curva de contagios por coronavirus ha bajado y se ha hecho efectivo el desconfinamiento. Tal es el caso de España donde en pleno verano las terrazas operan, un poco abarrotadas para mi gusto, después de haber sido uno de los países con más casos, Dinamarca y sus creativas ideas ha llevado a algunos dueños de restaurantes a crear espacios llamados “invernaderos panorámicos” para que la gente coma al lado del río, respetando el distanciamiento social.
Taiwán y Corea del Sur destacan cómo ejemplos sólidos en el aporte de medidas prácticas y de responsabilidad civil, Grecia ha tomado medidas más draconianas y en Latinoamérica una montaña rusa de acciones y opiniones de parte de los gobiernos ha hecho que todo sea más difícil de manejar y comprender.
Para no ir más lejos la frescura y “bacanería” con la que hemos asumido esta realidad, ha provocado un aumento de casos en el Atlántico, y a su vez, ha obligado a implementar toques de queda y medidas más contundentes.
Las dificultades económicas y circunstancias adversas de una gran parte de la población ha volcado a la gente a las calles a buscar el sustento, pero también hay un colectivo que no se da cuenta de que vivimos en una situación de vida o muerte.
Todo mermará más rápido si afrontamos este impase con conciencia y responsabilidad. Por lo pronto ha llegado la hora de darle nueva vida a los proyectos y a las ideas. Es el momento de la “reinvención”, de la “reapuesta” a otros formatos, de trabajar desde lo empático, volver a la tribu, trabajar en equipo, cuidarnos entre nosotros, proteger el campo y evaluar muchos aspectos, hasta ahora viciados, que la pandemia ha sugerido llamarles la atención.
Es importante cuidar a nuestros proveedores y al equipo de trabajo, valioso capital humano, así como también resguardar las ideas, explorar y contar nuevas historias. Este esfuerzo nos hará más fuertes, reactivará la economía y nos permitirá encontrar una respuesta, una vía activa al cambio.
Bienvenidas sean todas las historias que se originen en las cocinas, en los centros de producción en el campo, en la economía informal. Todos somos gastronomía. Sin una buena tradición no existe modernidad. Bienvenidos a esta nueva etapa, amantes de la cocina.