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FORMULA 1 Y LA AERONAUTICA

“En reiteradas oportunidades nos han preguntado sobre la similitud de los autos de Fórmula 1 y los aviones de combate, aquí la información…” juan carlos maimone

No es un secreto que la ingeniería aeronáutica tiene mucho que ver con las escuderías de la categoría mayor y un ejemplo de ello es la convocatoria de los pilotos y responsables a distintas bases aéreas alrededor del mundo, entre los que podemos contar a Adrian Newey (Red Bull) con carácter de vigencia.

Este tiempo nuevo que comenzó con Michael Schumacher allá por el 2003 cuando frente a él, en la base aérea de Grosseto (Italia) no había un diseñador de autos, si no el mismo Maurizio Cheli, comandante del escuadrón del Eurofighter Typhoon, un caza capaz de alcanzar la velocidad de 1.360 nudos (2.445 KPH).

El monoplaza y el avión de combate realizaron tres pruebas de velocidad en las que el piloto alemán salió airoso sólo en la primera (de 600 metros) mientras que el Eurofighter se impuso en las dos restantes de 900 y 1.200 metros respectivamente.

Pero más allá de la anécdota, el duelo colocó frente a frente por primera vez a dos joyas que hoy tienen mucho más en común de lo que parece.

Más tarde, fue el turno de Daniel Ricciardo con un F18 Hornet, Pedro De La Rosa con un Typhoon y así sucesivamente, donde los fabricantes de aviones se fueron involucrando en forma directa. De hecho, Matra, una de las empresas predecesoras de EADS, creó el coche que ganó el campeonato del mundo en 1969 con el legendario Jackie Stewart al volante. A su vez, el primer chasis de F1 en fibra de carbono, el McLaren MP4/1, hizo su aparición en 1981 y fue construido por Hercules Aerospace en EEUU.

En otras palabras; tanto el avión como el automóvil comparten muchas similitudes de ingeniería, como la aerodinámica avanzada, el uso extensivo de compuestos de carbono en su estructura principal y la máxima eficiencia de combustible.

La industria aeronáutica no sólo ha transferido sus materiales al mundo de las escuderías como las aleaciones metálicas avanzadas y la fibra de carbono, sino que ambos usan “tecnologías de cálculo y simulación para predecir el comportamiento de los vehículos”.

Por ejemplo; la tecnología espacial se utilizó para la construcción del Halo, un sistema de seguridad integrado en los monoplazas del automovilismo, tendiente a proteger la cabina del piloto de golpes u objetos contundentes externos.

Definitivamente; la ingeniería aeronáutica ha entrado de lleno en la F1 para quedarse, ejemplo de ello es Adrian Newey, el cerebro de Red Bull que hace “volar” a Verstappen…

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