Canto al silencio Macarena Parra
Al libre Mi cielo
Cielo Para seguir soĂąando
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CANTO AL SILENCIO
I
PRINCIPIOS Escapo a madrugadas alzadas en vacío junto a sonrisas equivocadas en las sombras junto a sublimes poesías en una lengua de quemados montes junto a Sísifo que viejo y ciego recorre carnes en mi garganta cargando millas de castigo por los dos que gota a gota suda en mi templo arruinado desencadenando unificadamente respiros y miedos. Sísifo es el mito regalado por aquel profesor con mirada de magma que liberaba al “profeta” con pensamientos de larvas en aulas pobres cuyas palabras corporales espantó de mis brazos mi niña y sacudió todo sueño penetrando fondos de risa y lágrimas abriendo el infierno a Sísifo que ya no intenta escapar y resigna a su eterno fracaso y abismo ¡Que soy yo! ¡Soy yo! Eduardo pregunta ─de nuevo─. - ¿Por qué vomitas? Y la oscuridad persiste es el control de la piedra en un cuerpo condenado a subir cuestas interiores y atragantarse con bilis de una mujer asustada.
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Camino por esta calle solitaria con piedrecillas cruzando mis piernas intentando resolver las absurdas preguntas de Eduardo ¿Cómo no tropezarme? Sísifo sigue intentado cargar mi garganta en su infierno ─coexistente en mí─ y él que sabe y tiene astucia observa mi cuerpo por dentro: no puede hacer otra cosa más que reproducir los mismos movimientos. Él piensa que mi interior no puede ser más horrible que aquel exterior en el que vivo su respiración acusatoria sigue. Lentamente confiesa en rigor a la situación salpicando palabras innombrables para este mundo: -No lo quiero, no quiero al bebésuelto el suspiro -ya está en mi vientre en ese piso más abajo, contigorespondo. Sísifo sabe que hay más y más fuego incendiando el mundo en conjunto con mis paredes uterinas le conviene quedarse ahí, en su lugar de castigo en esa parte que ve la luz un poco agitada ─al menos la ve ─ ingresando a su cuerpo ya cansado viejo y un poco rendido de tanto. ¡Rendido de tanto! Rebotan mis propias palabras mis piernas vuelven a tiritar como niña, pues no sé cómo mascullar palabras para explicar al hombre que a mi lado camina que no nací para ser mamá, ni esposa o que tal vez sí pero ruego por no serlo y en ese camino tan abandonado por la gente comienzo a llorar y escucho a lo lejos - ¿Por qué lloras otra vez? –
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Cementerio al son de almas descuajadas interna melodías de sangre en el vientre materno prende y enloquece al bebé por la vida inyecta heridas mías a él ¿Cómo son sus ojos ya a la muerte antes de nacer? No tiene más razones que caer por la vagina a un tacho y hacerse un cielo en vez de uno más abandonado.
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II
La voz de la culpa Bajamos esta noche párpados, almas y cielos al baño que esperma mi útero mientras voy pariendo lluvia agua amontonada coagulada en el centro de mi vientre. Y pierdo arribos agonizan pulsos tiernos mientras el mar lleva gritos enemistados por no tener donde quebrar tanta tanta intimidad desde entonces deforme gimo cual flor en contracciones, cual secreto arrojado al pozo de los sermones, cual desnudo huracán pariendo. Y entre mi carne fugitiva de sueño como ritual deviniendo el suspense del verso pone los ojos al viento dando augurio a un muerto un muerto. Y deshilacha el óvulo espermatozoides y cigotos y sin miedo a sí mismos caminan al océano pacifico al final de la emboscada humada.
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Tengo una extraña sensación ─el residuo de un sueño─ mientras vago por el puerto pensando ¿Cuántos juzgaran mi actuar? Y paso a paso se clavan creencias crueles a mis pies quedando vestigios de mi pecado por donde ando cual rastro brillante de caracol que ni en su capa dada a la tierra existe donde refrescar la consciencia. Y voy leyendo en las paredes “provida” así es como trasmuto en ese cantico que atraviesan vitrales sagrados ¡Es mi vida, es mi vida de nadie más! Sigo deambulando por los edificios con mis consecuencias navegando a contracorriente ¡Nunca sabrán! Nunca sabrán que aborte ni la modista que adentro hila ni el artesano que ofrece una bruja tejida. Los vientos helados arrullan hoy siendo el aliento de aquel borracho mi filosofía, mi reflexión. Mi dolor se va a prisa entonces ya no hay conversaciones completas solo preguntas insolubles en nuestro corazón ¿Es necesario llorar después de decisiones así? Aún no he llorado, sin embargo, tengo la punzada de culpabilidad como si en algún momento alguien me fuera a detener y tirar a la cárcel “provida” “provida” Sigo delirando en eso, mi maldición: querer ser libre amarrada al cargo de consciencia atando mis alas, atando mi mente desde que nací. Las creencias Las creencias Hoy son la tierna carne crucificada por el humano. ¿Cuánto tendrá que rezar mi madre después de esto?
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III
Mamá se fue Es el último invierno más bien “era” el último invierno cruel metáfora de la huida entre rayos arrasando cabezas. Mamá inventaba conjugaciones de palabras falsas yo las creía porque eran rayitos futuros dando luz a acciones, jamás imagine que se llevaría sus maletas ese día. Solo en mi inocencia radical: un veintiuno de septiembre sería el fin del mundo. Hasta parecía que la lluvia caía moribunda a los marcos de las ventanas. Absolutamente todo asemejaba complejidad e inquietud esa mañana. Mamá casi lloraba al mirar las montañas el horizonte temblaba orillado al cielo oscuro. Y yo en mi imaginación dramática cantaba a las gotas que desaparecían en mis manos “Lluvia de ocho agujas que cruzas el cielo
y pozas en mis manos hoy eres el fin del mundo: te amo más que nunca por eso. Siempre te di alma siempre te di ojos donde clavar miserias. Duerme junto a mí en el sueño duerme junto a mí lo ruego.”
Y en las soberbias palabras nacidas de una niña encontraba cuestionamientos sin resolver ¿Detrás de lo que veo qué es lo que realmente existe? Nuestra pequeña casita crujía de espanto, pues ella sabía, sabía que la realidad era el conjunto de cosas que observábamos a la deriva. La casita observaba a una mujer ordenando sus pertenecías y veía a una niña atemorizada en consecuencia, de decisiones ajenas. La realidad condensada en perspectivas. 7
Pasaron horas en las cuales escondí entre sabanas hasta que la puerta disparo emociones apesadumbradas. Bajé y papá lloraba junto a una cortina ─hilvanada por mi abuela hace al menos veinte años─ le llegaban ligeras exhalaciones del sol a su cabeza hundida en manos cargadas de angustia. Mi corazón apretó, apretó y cerré los ojos con fuerza, con nervios. Casi desmayé, abracé a papá y le dije ─No es el final de invierno, no lo es-
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Mordí el labio al escuchar su nombre ─debería estar acostumbrada─ papá siempre nombró fuerte a mamá: un grito desvariado al aire sobre la madera buscando eco donde no lo habrá. Todos nos ocultamos incomodos en algún lugar de la casita algunos optan por dirigir la vista al mar, seguro la alta mar sueña con el silencio cómodo. En cambio, mi hermana observa la gotera seca por el verano, seguro planta Lilium para no llorar de repente. Lo hice un tiempo -admitípero si ahora me permitiera recordar no regresaría mirando el circulo de fuego detendría los relojes, apuntaría las manos a la lluvia. ¿Todavía pensará en ella como antes? Pobre si así pacto con su memoria. Yo ya no miro el espejo, pues sus ojos son los míos ¿El bebé habrá reflejado ese rastro del abandono? Ya nunca lo sabré. Interrumpe el viento fuerte de travesía los manzanos aplastan sus propias manzanas contra la tierra: soy yo aplastando mis propias manzanas, aplastando mis propias Lilium. ¿Papá volverá al silencio después de nombrar otra vez a mamá? ¿O morirá de pena un día de estos sin verla antes? Llaman a comer y de pronto aparecen despertadores alargados en mis manos ¿Se habrán roto otra vez los cercos de mi mente?
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Descansa el inerte en la llovizna junto a la roca escrita con su nombre:
Efemérides.
El viejo soñaba con volver a ver los ojos pardos Aquellos ojos pardos de enredaderas en su cuerpo joven, aquellos ojos pardos que soplaban flores de cerezos, aquellos ojos pardos que escondieron para siempre. Efemérides volvió al cielo Al pecho del universo posando con sus brazos al tiempo. <<Ahí está, ahí está>> fue lo último que lanzo rítmicamente a la tierra de laureles.
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No puedo dormir mamá no puedo encontrar respuestas no puedo encontrar más mundos este se ve más amplio de lo normal y mortifica mi quietud más. Los sentimientos derriten en el sur: no hay miradas emocionadas ni una risa extensa por el continente. Las ruedas me llevaron a un lugar inhóspito necesito soltarme sola e irme sola, pero parecieran imanes pegados a mi cuerpo de hierro. Solo tengo recuerdos y futuros desesperados. Necesito un abrazo mamá para calmar las angustias de la juventud. Los veintitrés años se han convertido en cincuenta, en arrugas, en una cara desecha. Los cuentos que leías a la orilla del fuego se encendieron y las cenizas recorrieron mi sangre ¿Son esas memorias verdaderas? ¡Las necesito tanto para poder abrir los ojos y no morir! Necesito un abrazo mamá y un mapa donde pisar sin que me traguen las serpientes. Tú qué sabes todo, devuélveme al vientre, los mares han abierto y en sus algas he encontrado más veneno. No puedo volar sin primero caminar sobre espinas pero ¿por qué tantas de ellas bajo mis venas?
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IV
REGRESA LA CULPA Y LA MUERTE No tenía nombre, no debía tener nombre aun así, grité ¡Florencia! ¡Florencia! Un lindo nombre para comenzar a esparcirlo por casa como cenizas, huesos y fetos. Llevando toda angustia a esa incomoda esquina donde una mujer fría y de mirada hechiza anotó y convirtió mi nombre en el próximo número que escupe por alcantarillas: la noche de sexo sin protección. Si tan solo lo hubiera conversado ¿Estaría aquí hoy? Retuerzo en llantos estúpidos ¡Ah! Por fin lloro. Y me salen problemas antaño: nubes grises desprendidas de antiguas conversaciones. Saco un cigarro tiritante hecho humo como lo hacía papá el día que mamá marchó o el día que Eduardo recibió una carta de su papá detenido o el día que mi profesor enteró que los carabineros iban por él. El agua helada leyó mis vertebras en suspiros y aires congelados de invierno: la ducha de la destrucción sobre un cuerpo libre, y arrebatado a la vez. Salí y Eduardo miraba mi cuerpo <<Creo que robaron el galón de gas>> Dijo en un murmullo mientras discreto bajaba miradas a mi estómago (miradas desérticas) ¡No puede ser! Marché.
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Sísifo cuando niña no lograba entender el lenguaje distinto al de las palabras hasta que mi hermana habló con los brazos cortó sus venas, sangró un tanto y pidió ayuda gritando silenciosamente a la par de oscuras letras afloradas ocultadas en cuadernillos de lenguas cercenadas. ¡Ahí están! ¡Ahí están! Las expresiones de la naturaleza prendiendo el alma. Dirigiendo orquestas de piel y hueso. Vanagloriando sed de muerte. Santo pecado. Infierno del brazo al pecho ígneo. Vagabundos a ritmo de pirotecnias en saltitos tristes. Ojos movidos por amor en calzadas hechas en dominio justo del dinero. Gritos mentales tapados por sombras edificables. Cuerpos momificados abusados entre siglos. Siglos donde el bebé abortado es la forma de expresión más estruendosa existente. Sísifo caí muerta en el sofá de amarras y cadenas. Mi estomago sacudió melodías de dolores. Cedí obligada al sol que de mí salía conservado en dolor de la consecuencia, en dolor de los actos crucificados, en dolor del gobierno con su ley cayendo sobre mí, en dolor de las manifestaciones católicas, en dolor del aborto tras las peores cámaras, tras la insalubridad. Fue la mayor forma de expresión de un fantasma, de un humano rechazando ideales y códigos. Abortando el miedo, 13
abortando al bebé, abortando los daños psicológicos no tratados ¡Los psiquiatras son de oro! ¡Los psiquiatras son de oro! El sudor arranca exprime al vino en mi cuerpo y va cuesta abajo recordando vulnerabilidades sueños catastróficos removiendo realidades. Temblor de los cuerpos dentro del mundo de flama olvidada. Convulsiones en sistemáticos poemas de ilusiones. No era así la vida. La vida era el invierno en un cíclico sufrimiento. Era un polímero sintético en una polera de un político. Sísifo creo que muero. Brota la sangre a la luna primero. Desciende a mí el eclipse. Absorbe mi bebé simbólico ¿Tu castigo terminará si muero? Espero sea así porque dejarás mi garganta dejarás tu piedra, dejarás de tener miedo a mi vida y lo que tengo adentro. Y si no y sigues respirando en mi cuerpo podrido ya no habrá a qué tenerle desconfianza. Sísifo.
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V
DONDE EL SILENCIO ATERRIZA Espíritus aterrizan en mis negras pupilas de jaulas y casas abrazando voces extrañas. Es ahí, donde posa aquel silencio de muerte. Cantando a ritmo desgastado en un lugar chocante e inexistente. El cuerpo que es ancla de la atmosfera anárquico prende volutas de humo y vuelve a recorrer en pasos lentos por la tierra. Que es en sí la pregunta no respondida. Donde el silencio canta canta más fuerte el misterio así mismo, yo, en el universal terreno.
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Yo, en el tiempo mutuo del alma y cuerpo soy memoria en aquellos cactus a la par de espinas y explosiones en aquellas ventanas agrietándose en colores en aquella lámpara rogando por ampolletas en aquella brevedad de la luz del sol en aquella pesadez borrosa de la noche.
El silencio calma la casa vacía. Muestra dolor. Yace el prototipo -la mujer muere por el abortoy no, la mujer muere porque no es libre y es juzgada. La radio descompuso mientras Violeta cantaba Gracias a la vida a cambio lágrimas asomaron al mundo: naciendo sincrónicamente entre la próxima muerte.
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Así fue, la despedida del cuerpo completo el adiós y el dios suicida que dentro de mí sintió pinzas soledad la vida borrosa y creó la declaración en plural para deformar el estado de las cosas y hacerla de todos la muerte de todos.
FIN
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