Homenaje a LUDOVICO o Jorge Hurtado

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PRESENTACIÓN CLARIDAD-La Historia Bien Contada. Nuestro número 14 está dedicado al c. LUDOVICO histórico dirigente fundador de Patria Roja. Merecido homenaje a un hombre que es difícil no evocar o recordar, militante comunista que desde la clandestinidad supo encontrar soluciones para la construcción y fortalecimiento del joven y renovado Partido Comunista del Perú – Patria Roja. LUDOVICO fue un revolucionario a carta cabal quien, junto a un puñado de jóvenes como él, audaces, decididos y sobre todo con una tremenda capacidad de combinar sus conocimientos y los escasos recursos que poseían, emprendieron la gran tarea de la reconstrucción del Partido Comunista en nuestra patria. Los comunistas peruanos estamos de duelo -izaremos nuestras banderas rojas con la hoz y el martillo a media asta en señal de dolor- por el fallecimiento del camarada LUDOVICO que solo pudo ser vencido por los años y la enfermedad. Ha dejado de latir el enorme corazón aguerrido y bondadoso de quien fuera el “alma” de la reconstrucción de nuestro Partido, nos deja uno más de los asistentes a la legendaria VI Conferencia Nacional, la rebeldía y ejemplo de esos jóvenes queda en la historia, físicamente ya no están muchos de los miembros de ese primer Comité Central, quedando solamente tres camaradas como parte de la leyenda, nos referimos a Lourdes Bruckmann, Alberto Moreno y Rolando Breña. Ha muerto LUDOVICO y nos deja un profundo dolor, pero la muerte ilusa y cobarde se equivoca si cree que pudo llevarse con ella a un hombre que dejó profundas huellas para todo el tiempo, los sueños, los riesgos pasados, las alegrías, los malos momentos y la profunda camaradería quedan para ejemplo de los que queremos de verdad cambiar esta putrefacta sociedad y alcanzar un mundo mejor para todos. Este número contiene semblanzas de camaradas de su época, muchas fotos de Ludovico y tres documentos de su autoría: 1) discurso de clausura del V Congreso Nacional de Patria Roja, 2) entrevista por el Nro 100 de PR del cual fue su primer director y 3) una entrevista bajo el título de “La Historia de Patria Roja”, documentos que deben servir de profundo análisis para entender cómo se forjo Patria Roja. (MCruz)



BREVE DESPEDIDA A LUDOVICO Por: Rolando Breña Pantoja “Si bien en los últimos años de su vida dejó la militancia partidaria no dejó nunca la impronta de Patria Roja, cuyos orígenes, construcción y desarrollo le deben tanto”

Hace algunos días ha fallecido nuestro camarada Ludovico o Yoveraqué o Alma fuerte o Barea...Tantos seudónimos para un solo personaje. Es que nuestras largas, larguísimas temporadas de persecución, de catacumbas y clandestinidad, además de regalarnos prisiones, asesinatos, secuestros, desapariciones, torturas, despidos, deportaciones, se tragó en sus fauces los nombres y apellidos que heredamos de nuestros padres, a veces para siempre. Entonces podemos decir también: que ha muerto el camarada Jorge Hurtado Pozo. Recordando algunos de sus nombres de lucha o seudónimos, podemos advertir que no los escogía al azar, siempre evidenciaban algún simbolismo o algún ejemplo. Obviamente, Ludovico alude al gran duque Ludovico de Sforza, llamado “El Moro”, legendario guerrero de guerras itálicas, gran mecenas y a cuyo patrocinio se debe que el inmortal Leonardo Da Vinci pintará su “Última Cena”. Yoveraqué tal vez fuera en recuerdo de la novela de Francisco Vegas Seminario” Taita Yoveraqué”, en que el protagonista libra una heroica lucha por la justicia social. Quizá Alma fuerte sea por el gran poeta argentino Pedro Bonifacio Alma fuerte, de cuyos versos podemos extraer uno extraordinario: “no te des por vencido aún estés vencido”. Barea puede ser en memoria del eminente narrador español Arturo Barea Ogazón, quien, exiliado en Inglaterra por la guerra civil española, escribiera una trilogía autobiográfica, una de ellas titulada “la forja de un rebelde”. Mi intervención no es un homenaje, tampoco un mensaje, son tan solo unas palabras de despedida, por eso estarán plagadas de sentimiento y menos de política estrictamente dicha, más personal que oficial. Estas palabras no son un balance de su vida militante, tampoco para historiar sus acciones, que tuvieron, como las de todos nosotros, tanto de cal como de arena, tanto de cobre como de oro. Pero fue, sin atisbo de duda, una vida dedicada por entero a la revolución y al socialismo, desde una inquebrantable filiación marxista leninista, una flecha disparada a un blanco definido, que terminará su periplo cuando la patria arribe a nuevo puerto libre ya de opresiones. Si bien en los últimos años de su vida dejó la militancia partidaria no dejó nunca la impronta de Patria Roja, cuyos orígenes, construcción y desarrollo le deben tanto. Y tanto fue el peso de esa impronta, que era su


propia vida, que ya rondaba por su mente la idea de retornar a su casa de siempre “para ayudar a poner orden”, decía, en el Partido del cual también fue fundador. Quizá el COVID, esa maldita pandemia consecuencia de la depredación del planeta, no permitió su regreso activo a nuestras filas. En el cortísimo tiempo de un año hemos sido cercados por la muerte y muchos, demasiados militantes nuestros, han sido arrebatados de su seno familiar, de sus lugares de lucha, de sus amigos por esta pandemia en complicidad con las nefastas políticas neoliberales en salud pública. Cesar Vallejo escribió “que nunca lo lejos arremetió tan cerca”, podríamos decir nosotros que nunca la muerte arremetió tan cerca de nuestras filas partidarias, lamentablemente con éxito excesivo. Tengo la sensación de que en ciertos momentos el cerebro quisiera negarse a dictar más oraciones fúnebres y la mano dubitara para escribir más despedidas. Ludovico murió solo, sin compañía, fue cremado solo, sin compañía. Ningún militante del partido, dirigente o no, merece morir en soledad. Puede aceptarse que al final de su vida estarán acompañados de sus sueños, de sus esperanzas, de su propia historia personal, del recuerdo de sus luchas, pero siempre debería acompañarlo algún hálito humano, decirle aquí estamos cuando aún te sentimos respirar: tus familiares, tus amigos, tus camaradas, quizá hasta un extraño. Es cierto que es obra de la pandemia, pero a veces puede

ser también consecuencia de olvido y carencias. No podemos aceptar el lamento de Gustavo Adolfo Becquer en sus “Rimas”: “Dios mío, qué solos se quedan los muertos”. Debe ser verdad eterna que quienes supieron poner su vida al servicio de la gran humanidad, los que enhebraron los hilos de su vida para tejer mundos mejores no estarán solos, seguirán marchando con nuestras multitudes permanentemente rescatando la vida que nos quitan. Queridos camaradas, la primera generación de Patria Roja, se va yendo, el tiempo y los males la van desgranando poco a poco ineluctablemente. La vieja guardia de Patria Roja, juega sus últimos tiempos, está más cerca que lejos el fin de su camino. Quizá también por ello, la muerte de Ludovico nos es tan próxima. No solo por un camarada que recorrió con nosotros decenas de años en escabrosos caminos de construcción del Partido, desempeñara un papel de primerísimo orden, también porque nos recuerda la finitud de la vida, adosada a las angustias por el futuro del partido que siempre fue y es el centro de nuestra existencia y nuestra utopía jamás arriada de socialismo peruano. Si bien se ajusta a la verdad lo escrito por un erudito español en su introducción a la obra de Séneca sobre la senectud. “nadie es tan viejo como para no vivir un día más, y nadie es tan joven como para no morir al día siguiente”, es más real, si es posible expresarse así, que los viejos siempre estemos más cerca de las orillas de la muerte que los jóvenes. No es raro que a veces los viejos sucumbamos a la tentación de prolongar nuestra presencia, como no lo es tampoco, que algunos jóvenes quisieran acortarla o adelantarla. Ludovico entró joven en la lucha revolucionaria, a través de la Juventud Comunista dejando de lado sus estudios universitarios. No diré todas, pero lo esencial de sus energías las entregó a la vida militante en búsqueda de la revolución y el socialismo; escalando, a pulso, posiblemente todas las responsabilidades que un partido comunista precisa, más aún, cuando se construye en tiempos en que la ilegalidad era nuestro permanente discurrir y la represión nuestro pan de cada día. No era la prédica anticomunista de la derecha o sus ideas las que teníamos al frente, sino esencialmente sus aparatos de represión abierta y brutal traducidas en acciones directas desde el hostigamiento o el seguimiento simples hasta la pérdida de la libertad o la vida. Y Ludovico encajó bien en ese ambiente, pues su carácter de permanente conspirador de esos años: secreto, clandestino, escurridizo, cual viejo topo revolucionario emergiendo desde los subrepticio cuando las circunstancias lo demandaban. El hacía parte natural de ese entorno. Estaba en su elemento. El trabajo de aparato clandestino era ese elemento, y en


él navegaba con soltura, aunque no siempre ausente de borrascas o de golpes de timón no certeros. Ludovico contribuyó a la forja de Patria Roja en todos sus ámbitos, en lo ideológico, en lo político, programático, frente Único, prensa, tácticas y estrategias. No se conocen muchos escritos suyos, porque en esos tiempos a nadie se le ocurría firmar sus cuartillas, lo que se escribía era casi siempre para la militancia. Documentos de su mano existen sobre frente único, el terreno internacional, sobre la coyuntura, la violencia revolucionaria, tácticas, estrategia. Fue un gran panfletario y siendo un excelente lector acudía a sus lectoras para insertar frases en sus intervenciones o escritos, a veces sin tomar en cuenta el nivel de los oyentes o lectores. Era un duro y hábil discutidor y negociador, siempre con argumentos en la mollera y salidas inesperadas y audaces para dejar en jate mate al contendor o a los aliados. Acalorado, impulsivo y a veces impositivo cuidando los intereses partidarios que con él siempre estuvieron bien protegidos y bien sustentados en los intercambios con otros partidos, en discusiones de alianzas o frentes políticos o gremiales o sociales. Dirigente clásico del aparato partidario en los principios y tradiciones leninistas que imponía respeto y fuerza con su humanidad física robusta y vigorosa, su aspecto aparentemente severo y riguroso que parecía dar siempre ordenes incluso cuando explicaba, analizaba, reflexionaba o simplemente opinaba. Directo para tratar problemas, tan directo que a veces parecía brutal. Temido y respetado, con autoridad que en ocasiones lindaba con autoritarismo, quizá fruto de los tiempos o las formas de entender el trabajo o a la disciplina o como resultado de su propia personalidad o todo eso a la vez. Posiblemente, como todos o casi todos nosotros, hijos de aquellos tiempos era un dirigente lineal más que sectario. Es que aquellos días nos parecían ya los días de la revolución, cuya eclosión era inminente, entonces, había que enfilar en su dirección sin ningún tipo de virajes, recodos o esquinas, directamente, mirando solo al frente. Así parecía escrito nuestro destino y ahí estaba Ludovico con toda su humanidad para recorrer a todo trance ese camino que aún no existía sino en nuestra enorme y generosa imaginación de jóvenes revolucionarios. Tiempo después, releyendo a Víctor Hugo, encontramos su brillante referencia a que la revolución no es una flecha que disparada por el arco, se dirige al blanco directamente sin variación, sin ninguna cueva, sin ninguna bifurcación, sin ningún viraje, sin ningún desvío, sin ningún retroceso, es decir, la revolución, su proceso nunca es lineal, ni rectilíneo. Ludovico, hombre de presencia nunca desapercibida, siempre sorprende este y exagerado, incluso en sus formas de vestir, particular y propio. Recordamos sus años jóvenes, elegante de toda elegancia. Punta en blanco, dirían las abuelas o bisabuelas. Terno blanco, zapatos blancos, botines de taco aperillado, corbata a la moda, haciendo pareja con otro levante de aquellos años, el camarada Rodia o Santander o Nicanor Rejas ya fallecido también y que a pesar de haber salido con una división del partido hay que reconocer su contribución. Ya en la madurez, siempre el taco aperillado, ya con pantalones y casacas jeans o de cuero y los permanentes bigotes a lo turco. En los últimos tiempos ese atuendo típico conservado era coronado por un gabán largo y oscuro, una bufanda palestina, a veces lentes oscuros que los hacían parecer a un viejo comisario de la Internacional, un bastón que más parecía pose que necesidad y un sombrero gris de alas cortas talvez para cubrir la calvicie que avanzaba. Ludovico es historia, no es posible explicar Patria Roja si su presencia, tampoco la izquierda en los avatares de esos tiempos, tampoco avanzar en nuestros objetivos sin tenerlo presente. El 17 de marzo es el día de su cumpleaños. Fuimos a saludarlo, desafiando al COVID, mi esposa Gaby, mi hijo Yasser y yo. Cómo imaginar que sería la última vez que estaríamos con él, recordando historias, intercambiando puntos de vista, bromeando sobre camaradas y amigos, pensando siempre en el futuro de la patria. Cómo imaginar que sería la última copa que brindaríamos con él deseándole, ironía al fin, una larga vida. Fue una hermosa tarde y una definitiva despedida. Adiós Ludovico, adiós camarada, adiós amigo. Aquí queda lo que se hizo bien o lo que se hizo mal. Lo que importa es el grano de arena imperecedera que cada cual aporta para construir nuestros sueños y nuestras utopías. El día de su cumpleaños también conversaron por última vez con él por teléfono Alberto Moreno y Lourdes Brückmann. Bertolt Brecht escribió: “los débiles no luchan, los más fuertes quizá luchen una hora. Los que aún son más fuertes luchan unos años. Pero los más fuertes de todos luchan toda su vida, y estos son los indispensables. Ludovico es para Patria Roja, uno de los indispensables.


LUDOVICO o Jorge Hurtado Por: Mario Cruz Juzguemos a los hombres por lo que hicieron y no por lo que dejaron de hacer

El histórico fundador de Patria Roja, nació en Chulucanas-Piura el 13 de marzo de 1939 y murió en Lima el 5 de julio del 2021. Se hizo comunista desde muy joven incorporándose a la Juventud Comunista cuando era estudiante de Medicina en la siempre emblemática Universidad Nacional de San Marcos. Ludovico o Jorge Hurtado, desde sus inicios fue un revolucionario a carta cabal, dedicó gran parte de su vida y esfuerzos a la construcción del Partido. Tenía ciertas cualidades humanas propias, una enorme imaginación, hábil estratega y camarada entregado, muy peruano (por no decir criollo) y conocedor de su historia, enamorado y amante de la buena música donde destacaba el lejano tango arrabalero, era un hombre de fácil acceso a la amistad. Ludovico o Jorge Hurtado, tuvo una vida política mayormente clandestina, entendida esta como una vida oculta o secreta, práctica en el Partido como una forma de sobrevivencia para salvaguardar la organización y evitar la represión que siempre se daba contra los comunistas. Ludo como todos lo conocíamos, tenía como su entorno familiar y círculo de amigos a todos los militantes del Partido, su terruño no era donde había nacido sino todas las bases del país donde bajaba constantemente a organizarlas. Ludovico o Jorge Hurtado surgió y creció junto a Patria Roja. Ludo supo desenvolverse bien en los días y las noches peligrosas de la clandestinidad, por eso fue un nato hombre de aparato interno partidario, legendario, iniciador e impulsor de la VI Conferencia Nacional, con gran olfato político, audaz y decidido. Ludo supo ser un dirigente destacado y bien templado del Partido, con mucha claridad política, consecuencia y firmeza revolucionaria, demostrando ser continuador del Amauta José Carlos Mariátegui fundador del Partido de los comunistas en 1928. Ludovico o Jorge Hurtado, vivió en carne propia las luchas internas que se daban en los partidos comunistas de la década del 60 del siglo pasado, en nuestra patria se daba una larga lucha entre el Partido y su Juventud, jóvenes que como Ludovico se entregaban al trabajo de organización para la reconstrucción del Partido, deslinde que termino en marzo de 1969 con la realización de la histórica y legendaria VI Conferencia Nacional. Conferencia realizada en las alturas de Jauja, donde las lluvias no dejaban de caer y el frio era abrazador, hazaña de jóvenes combatientes que la historia registró donde Ludovico es uno de los forjadores destacados sin duda alguna, merecimiento que el Partido no puede dejar de recordar y reconocer. A Ludovico o Jorge Hurtado si lo queremos juzgar debe ser por lo que hizo y no por lo que dejó de hacer, debe ser recordado por su dedicación en el trabajo diario al servicio de la revolución y de la construcción del Partido, de la lucha con los jóvenes de su época contra las desviaciones en el movimiento comunista, la perseverancia por alcanzar las metas venciendo todo tipo de dificultades, dedicación al estudio de los clásicos del marxismo y de José Carlos Mariátegui para fortalecer el nivel teórico partidario. Podemos decir sin temor a equivocarnos que Ludovico junto a nuestros camaradas fundadores del Partido en la VI Conferencia Nacional desarrollaron un trabajo enorme solo posible para hombres y mujeres como ellos. Ludovico o Jorge Hurtado, militante comunista que jamás confrontó con el Partido a pesar de su alejamiento en los últimos años, militante que siempre supo guardar el respeto como buen revolucionario, querido por muchos y odiado por pocos, fue un hombre que siempre supo cómo actuar, convencido de que la derecha significa hambre, miseria y dictadura y que la izquierda busca erradicar la pobreza, tener trabajo, cultura y libertad para todos. En los últimos años buscó siempre unificar a los comunistas, al no lograr sus objetivos nunca decayeron sus ánimos de volver a empezar e intentarlo nuevamente, hasta que la muerte lo sorprendió.



Foto de Mariana Labra

EL ZAMBO LUDO Foto de Elbita Vásquez

Por: Alberto Mosquera M. Desde Puente Piedra

Se fue silenciosamente, casi furtivamente, como eran sus ingresos a las reuniones clandestinas del partido. Pero también como antaño, zarpó dejando una estela de inquietudes, de comentarios, de observaciones de todo tipo. Como dirían algunos, genio y figura hasta la sepultura. Así era “el zambo”, como coloquialmente todavía se le conocía a Ludovico, o Barea, o Yoveraqué, o Alma Fuerte, o Jorge Hurtado Pozo, como señalaba su DNI- uno de los hombres claves en la fundación de “Patria Roja”, pero sobre todo uno de sus principales constructores. Los camaradas de los viejos tiempos lo saben y lo reconocen: Patria Roja no hubiera alcanzado el vuelo que logró en los duros años de la clandestinidad, sin el sacrificado trabajo de orfebre dirigido por Ludovico desde la Secretaría de Organización del partido, en medio de los avatares de la lucha de clases. Los maestros del proletariado señalaron más de una vez que sancionada una línea, una estrategia, una táctica, la materialización de los acuerdos dependía de los cuadros, de la organización. Y ahí estaba Ludovico, ese trabajo era su elemento, al amparo de la discreción, del secretismo. Eran los tiempos del santo y seña, de los seudónimos, del minuto conspirativo, del punto de contacto… Pero asimismo del trabajo al interior de lo que se llamaban las masas básicas de la producción, de los estudiantes, de los docentes. y de la presencia

del Partido en sus luchas, como organizador y conductor de las mismas. Patria Roja creció y se fortaleció, cuantitativa y cualitativamente en la medida en que se profundizó su relación íntima con esas masas y se afinó su labor de dirección política. En esa labor, siempre cerrada, se fue tejiendo la leyenda de Ludovico. Era un típico hombre del aparato interno, un líder en la clandestinidad, en los socavones de la lucha de clases, una hechura de las viejas escuelas comunistas. Cuando salió a la luz pública algo se quebró en el imaginario partidario. En los últimos años, jaqueado por diversas dolencias, Ludovico ya estaba prácticamente con un pie en sus cuarteles de invierno, pero como en sus años mozos, seguía preocupado por la situación política en el país y las contradicciones entre las potencias mundiales. Y podía hablar horas de horas sobre esos temas, sabía que esa evaluación objetiva es siempre la clave para definir propuestas de acción política. Lo había aprendido en su dilatada carrera partidaria dentro del país, pero también había asimilado las lecciones de los más prestigiados líderes de los centros revolucionarios mundiales: Mao, Fidel, El Che, Arafat, con quienes en diferentes momentos había tenido la oportunidad histórica de cruzar ideas. Ludovico viaja hoy hacia la eternidad. Vuele alto camarada


MI COMPADRE LUDO Por: Benito Ugaz Ha muerto mi compadre Ludo. Para muchos será Ludovico, aunque también lo conocían como Barea y Yoveraqué. Para mí, para mi familia será siempre Ludo, mi compadre, porque es padrino de mi hijo, que se llama como él, Ludovico. Veinte años trabajé con Ludo, por eso mi trato familiar. Pasamos la mar y morena para hacer realidad las directivas del partido, hasta presos estuvimos en Seguridad del Estado, pero nunca arrugamos. Mi compadre fue un gran líder, un verdadero hombre de partido, un cuadro. Estaba en todas, nada se le escapaba. Estando en Seguridad del Estado se enteró que en una celda cercana estaba Gonzalo Fernández Gasco. No desaprovechó la oportunidad para conversar sobre la unidad de la izquierda. Ahí se pusieron las bases del UNIR, que fue el primer frente electoral que impulsó el partido. Con mi compadre estuvimos en la huelga del SUTEP que dirigió el partido. Fue el cerebro de esa histórica lucha. Las directivas del comando tenían que cumplirse. Lo recuerdo bien porque en Huari tuve que caminar kilómetros de kilómetros llevando las directivas, no había otra forma. Ni carros, ni teléfonos, solamente a pie podían llegarse a las basesOtra vez, ya en Lima pudimos utilizar el carro de un compañero, pero como la policía nos ubicó y persiguió, tuvimos que dejar el carro luego de chocarlo. Mi compadre no podía caer preso. Era un cuadrazo mi compadre. Había estado en Moscú, Pekín, La Habana, había conversado con Mao, Fidel, El Che, Arafat y con otros líderes de la revolución mundial. Y todo lo que aprendió afuera buscó siempre aplicarlo en el Perú. Las últimas veces que lo vi me contó que estaba escribiendo sus memorias, y que tenía materiales para dos tomos. Ojalá que esos trabajos no se pierden. Serán muy útiles para evaluar el trabajo político de los comunistas y de toda la izquierda. Patria Roja fue una de las columnas de Izquierda Unida, y mi compadre era el titular del partido en el frente. Por eso digo que ojalá que esas memorias no se pierdan Me ha dolido la muerte de mi compadre Ludo, no lo veíamos hace tiempo, pero siempre lo recordábamos, era como un familiar para nosotros. Por eso con mi esposa decidimos que mi hijo debía llamarse Ludovico, y que su padrino tenía que ser Ludo, por el aprecio y el respeto que le teníamos. Descanse en paz camarada y compadre.


Partido Comunista del Perú

patria roja

Pronunciamiento El partido Comunista del Perú – Patria Roja inclina sus banderas en señal de duelo ante la partida de quien en vida fue Jorge Hurtado Pozo (camarada Ludovico). El camarada Ludovico realizó importantes contribuciones al Partido y al movimiento popular de nuestro país. Jugó un rol de primer orden en la etapa de reconstrucción partidaria que se inició con la VI Conferencia Nacional. Formó parte del destacamento de militantes que acometieron esta trascendental tarea desde la clandestinidad, demostrando voluntad, mística, convicción y dedicación exclusiva al ideal revolucionario. Asumió responsabilidades en la dirección central del Partido, siendo elegido miembro del Comité Central, del Buró Político, director del periódico “Patria Roja”, Secretario de Organización y sub secretario general. Asimismo, ocupó el cargo de secretario general del UNIR, formó parte del colegiado de Izquierda Unida y elegido senador de la república en 1990. El camarada Ludovico fue un hombre de su época, parte de esa generación de izquierdistas que soñaron y dedicaron su vida a la revolución, que pospusieron sus intereses personales para ir al encuentro de las masas y cumplir las tareas del Partido. Participó de las victorias y derrotas, de los aciertos y errores que forman parte de la historia del Partido, de la izquierda y el movimiento popular de nuestra patria. Su alejamiento de la militancia del Partido después del VII Congreso Nacional no desmerece su trayectoria y aportes realizados; sus discrepancias no se tradujeron en enconos, ni significaron enemistad o falta de respeto. Rendimos homenaje a su memoria y entrega comunista. ¡Camarada Ludovico, hasta la victoria siempre! Perú, 05 de julio de 2021 Comité Central



Discurso de Clausura del V Congreso de PR



Entrevista por el periódico Nro 100 de Patria Roja







Hasta la Victoria Siempre

CAMARADA

Ludovico


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