FANZINGES2010-11

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Arroyados España, en la época de los 60. El teniente Coronel Manolete, de las Fuerzas Armadas, era un hombre de 40 años que deslumbraba por su físico: un cuerpo corpulento, musculoso, moldeado, con cicatrizaciones en todo el cuerpo. Destacaba por ser educado y de expresión dura y fría. Manolete, llegó a ser un gran especialista en supervivencia, armamento, explosivos, primeros auxilios y en combate de defensa personal. Tras muchos años sirviendo para su país y siendo el más conmemorado de su categoría, fue destinado a realizar una misión de “Código Rojo “. El Sargento averiguó que la misión que le habían encomendado sus superiores se trataba de una misión sin causa. Extrañado de ello, quiso seguir indagando sobre lo que ocurría. El ex-coronel logró averiguar los trapos sucios de sus superiores, e indignado de ello, el Teniente Manolete no quiso involucrarse y tampoco defraudar a su país. Decidió abandonar la Fuerzas Armadas sin dar ningún tipo de explicación, después de todo... ¿quién lo echaría de menos? Cuando abandonó la Armada, decidió ir en busca del único familiar que tenía, su primo Xiquetete. Lo único que recordaba de él era que estaba en un pueblecito llamado Arroyo del Mojito, situado cerca de las playas de Hawái. Así que Manolo sin pensárselo más, cogió el primer vuelo con destino a la isla.

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Pero lo que no llegó a imaginar era que el viaje cambiaría su vida por completo. Tras mucho tiempo él ya no sabía que su primo era todo lo contrario a él : como la noche y el día. Xiquetete fue un joven de 35 años muy feo, sus cejas eran grandes y gruesas, de pestañas alargadas y rizadas. Tenía unas orejas enormes y una nariz de palmo y medio, era un chico muy delgado, le gustaba mucho la fiesta y siempre se metía en líos de los cuales salía mal parado. Cuando por fin llegó Manolete a Hawai, se puso de inmediato en busca de su primo. Se pasó días en su búsqueda, pero sin resultado. Cansado de su búsqueda, decidió irse al chiringuito de la playa para descansar. Cuando ya estaba a punto de llegar al lugar, se encontró a un joven echado en la arena, en carne picada, con una cerveza en la mano. El ex-coronel se paró enfrente y gritó: “Maldito borracho sin vergüenza, ale! Míralo ahí el muchacho, en bolas, vergüenza me daría de tener la nariz más grande que el pajarito, pero tápese muchacho”. Manolete, exaltado, no supo ver que ese joven era su primo. Al llegar al chiringuito, Manolo cogió su vaso para saborear el Martini, justo en ese momento, apareció el joven desnudo y se situó al lado. Manolo, al girar la cabeza, miró sorprendido y le echó la bebida encima como un aspersor. A causa de ello las personas que les rodeaba se sintieron incomodas por la presencia de Xiquetete, por consiguiente el lugar quedo completamente vacío, solo quedaron ellos dos y el camarero. Xiquetete, impactado por el suceso, le abrazó gritando: “¡Primo, primo! ¡Cuánto tiempo! “. Durante tres horas de conversación, Manolete llegó a la conclusión de que aquel joven era su único familiar. Una brisa recorrió el cuerpo desnudo de Xiquetete, aquel momento le hizo sentirse incómodo y extrañado, se dio media vuelta y vio que el tiempo había cambiado “ese tiempo no era normal”. El cielo empezó a oscurecerse, dejando la isla a oscuras, el mar estaba enfurecido, las olas cada vez fueron más grandes, el viento era cada vez más fuerte. A raíz del cambio climático, la gente del poblado, asustados, se fueron corriendo para sus casas. 4


El camarero puso la radio local y una voz miedosa pronosticaba el tsunami que se avecinaba : “Ciudadanos, salid de vuestras casas y dirigiros hacia el punto más alto”, los dos primos salieron disparados del chiringuito. Dirigiéndose a su moto, Xiquetete ofreció a Manolete de subirse rápidamente. No muy confiado, decidió subir y fiarse de su único familiar que le tendía una mano para salvarlo apenas sin saber nada de él. Mientras Manolete pensaba qué hacer, Xiquetete se armó de valor y gritó: “Eres mi único familiar vivo, no te dejaré morir en mi isla”. Su primo reaccionó a esas palabras y se subió. Xiquetete aceleró y salió disparado hacia el punto más alto de la isla. Manolete miraba por el retrovisor de la moto de su primo, cada vez veía más lejos la playa, pero una gigantesca ola iba destruyendo las casas y bares que estaban a su paso, el tsunami cada vez estaba más cerca de ellos. Xiquetete salió de la carretera dirigiéndose hacia una montaña. Empezó a subir hacia arriba, el agua les pisaba los talones, la gente corriendo hacia el punto más alto iba despareciendo por la corriente del tsunami. Apunto de llegar a la cima, un accidente contra una roca hizo salir despedidos a los dos primos lo cual dejó a Xiquetete una pierna rota. Manolete, aturdido por un golpe en la cabeza, se levantó y cargó a su primo a su espalda e intentó seguir hasta el final de la montaña. Cuando llegó al final de su recorrido, Manolete rompió su camisa de flores e hizo un torniquete en la pierna herida de su primo, diciéndole: “Sea o no nuestro fin te quiero primo, siento no haberte encontrado antes”. Su primo se echó a llorar diciéndole: “Tranquilo, ahora es hora de rezar y dejar nuestra suerte al destino”. El clima empezó a mejorar, el agua dejó de ascender, el sol brillaba y ellos se abrazaban, la mar se iba restableciendo, y todos los pueblerinos gritaban de alegría: “¡Estamos salvados, estamos salvados!”. Se habían salvado, Manolete levantó a su primo y le dijo : ”Nunca más estarás solo, nadie ni nada nos separará nunca más”. Cuenta la historia que los dos primos son muy felices en las Costas de Hawai, en un pueblecito llamada Arroyo del Mojito, En un chiringuito hay dos hombres contentos tumbados en unas hamacas hechas de paja con dos mojitos, los dos muy juntitos a los que nunca nadie los separará.

luis caparrós y miguel piza 5


En busca de la libertad Aquella noche hacía frío, notaba como el aire estremecía su cuerpo, pensó que no era propio del tiempo en el que se encontraba, pero sinceramente, no le importó. Se quedó observando durante un instante más, la luna que brillaba con fuerza y se reflejaba en el pequeño arroyo que yacía bajo sus pies, aquel arroyo, en el que solía jugar cuando tan solo era una niña. Acto seguido abandonó el balcón y se dirigió a su habitación, cepilló su cabello largo moreno y con unos bucles que había heredado de su madre, y se fue a dormir deseando que aquella noche fuese la última. A la mañana siguiente Granada resplandecía y el cielo obsequió a sus ciudadanos con un sol brillante y cálido, todo estaba dispuesto para el gran día, todo, menos ella. - Rocío, estas muy pálida ¿va todo bien? - Sí, no se preocupe, madre. Notó como la escrutaba con la mirada, una mirada profunda e inquisidora que siempre parecía adivinarlo todo. Su nombre era María pero todas la conocían como la “SEÑORA”.

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Se alejó de su lado para seguir dando órdenes y prepararlo todo, ya que en tan solo diez días, Rocío se casaría con el hombre más rico de Andalucía. Su nombre, Rubén, un joven alto de pelo negro, corpulento al que solo parecía importarle su posición y su fortuna. Pero esa no era la vida que ella quería, no necesitaba joyas, lujos, ni riquezas, no era como Isabel, su hermana, una joven caprichosa arrogante y orgullosa. Ni siquiera lo amaba, no tenían nada que ver eran la noche y el día. Pero eran tiempos difíciles en el siglo XIX una mujer no tenía ni voz ni voto, debía aceptarlo gustosa o no, el que decidieran por ella. A la mañana siguiente a tan solo un día del maldito enlace, despertó con un agradable olor a jazmín y azahar que invadía toda la casa, se levantó y contempló un increíble patio adornado con rosas, orquídeas, lirios y aunque solamente fue un momento se sintió bien. Inmediatamente se alejó caminando resuelta sin ni siquiera escuchar la voz brusca y seca de su padre. Volvió de nuevo a su cuarto cerrando la puerta tras de sí, decidida a escapar para siempre de todo, de todos, acabando a su vez con esa farsa. Pensó que aquella noche de primavera sería su única oportunidad, así que espero a que todos durmiesen, cogió lo imprescindible, tan solo algo de dinero, ropas limpias y el rosario que le regaló su querida abuela. Se aseguró que todos dormían caminó ligera y ágil hacia la salida. Su mano, fina, activa, estaba a punto de alcanzar la puerta cuando notó en su oreja un susurro dulce y tierno: - Suerte mi niña.

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Era Rosa, la criada que la vio crecer, la mujer cuyo rostro rosado y redondo, le había sonreído más de lo que jamás había hecho su madre y cuyas manos, ahora huesudas pero laboriosas, habían abrazado y curado sus heridas de niña. Le dio un fuerte beso, y con lágrimas en los ojos se alejó para siempre de su jaula de oro. No tenía claro donde iba a ir, ni lo que iba hacer, se dirigió a las caballerizas cogió a tornado el magnífico corcel andaluz que le regalo su padre hacía ya un año, y se alejó de allí sonriendo con una sensación que jamás antes había sentido: libertad. Al amanecer decidió parar a descansar, buscó una pensión, entregó a tornado a un muchacho que por unas monedas le dio agua y alimento. La habitación ni siquiera se asemejaba a su cómodo cuarto en su lujoso cortijo, pero a ella le pareció perfecta. Tras un sueño reparador emprendió de nuevo el viaje, al conocer aquellos lugares -pues nunca había viajado sola - se sumergió en un camino inhóspito lleno de dificultades, notó que su caballo se puso nervioso y emprendió un camino al galope. Ella, presa del pánico, intentó tomar las riendas sin demasiado éxito, hasta que sintió que el animal se tranquilizaba, poco a poco, gracias a una suave melodía que logró escuchar de fondo. Se acercó sigilosamente y vio a un joven tocar un instrumento. No necesitó hablarle, se sentó a su lado, cuando el joven de cabello castaño y rostro amable terminó su actuación, le dijo que se llamaba Antonio, pero ella ya sabía de antemano que era el hombre con el que quería pasar el resto de sus días.

Susana Molero, Bea Martinez, Azahara Peláez

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Piratas en Tarragona Esta historia trata sobre tres hermanos piratas que vivieron una aventura en el s.XX. Llegaron al puerto de Tarragona, procedentes de un lugar muy pequeño de Indonesia un día soleado y caluroso de julio. Mientras anclaban el barco el sol era muy intenso y se reflejaba en el mar. El mayor, Charly pata roja, era alto, fuerte y de mediana edad. Tenía los ojos negros y pelo negro, su mirada daba miedo. El segundo, Manu pata negra, era más bajo y más delgado. Su expresión en la cara era de frialdad y de mucho carácter. El más pequeño Xai pata blanca, era el más corpulento y atlético. Tenía unos ojos marrones y muy grandes y su actitud daba más confianza. En ese tiempo, existía una leyenda, la cual decían que se encontraba un tesoro escondido en el Anfiteatro de Tarragona, esto provocaba la llegada de muchísimos piratas que no venían con muy buenas intenciones, a la ciudad. Los tres piratas eran conocidos por los demás como los más temibles y sangrientos. En cuanto bajaron del barco se dirigieron al sitio donde el tesoro estaba escondido. En aquel momento se estaba produciendo una batalla entre todos ellos por encontrar el tesoro, se escondieron y esperaron a que se matasen entre ellos. Cuando ya creían que estaban solos, de repente la tierra empezó a temblar y una puerta tridimensional empezó a abrirse, escuchándose ruidos de fondo constantemente. 9


De pronto aparecieron unos fantasmas que impedían el acceso a entrar, era como estar en el infierno, porque se oían gritos de sufrimiento. Asustados, sin saber qué hacer, hablando entre ellos a fin de enfrentarse a muerte para entrar por la puerta, se defendían valientemente con sus armas, pero eran muchos... Y de repente apareció un brujo que se llamaba “Agator”, llevaba una túnica púrpura de oro con pelo largo y blanco como un cisne, los ojos los tenia azules como el mar, impactaba su voz, era como la de un león al rugir. Se dirigió a pata negra y le dijo que les ayudaría, si le daban una parte para quitar a un pueblo de la miseria. Enseguida aceptaron el trato y él se puso a recitar un

hechizo, en unos

segundos desaparecieron de la faz de la tierra. Encontraron el tesoro enterrado en el Anfiteatro y cumplieron dándole la parte del botín. El brujo, utilizando unos polvos mágicos, desapareció para cumplir una misión

que era

muy importante.

Puesto que pata roja, pata negra y pata blanca ya tenían su objetivo se fueron, y los vieron por última vez en el puerto, comprando un barco para zarpar rumbo a nuevos horizontes. Para encontrar más reliquias enterradas para tener el poder y la riqueza total. A partir de ese momento, nunca más volvieron a venir a la ciudad.

Josep Carles Farré y Manuel Rosales 10


Rosa y el pueblo Había una vez una familia que quería trasladarse a un pequeño pueblo de las afueras de Tarragona. La familia, estaba formada por los padres y una única hija, llamada Rosa. Ella era una niña de 12 años, tenía los ojos negros, baja, de pelo oscuro y su manera de andar era un poco peculiar, ya que tenía un poco de cojera. Para la gente del su alrededor, Rosa era un niña extrovertida y dinámica. Rosa nació con un retraso mental, aunque para ella eso no había sido nunca un problema, porque la gente que le rodeaba nunca le hizo sentir diferente a los demás y la aceptaban tal como era. Los padres de Rosa se habían visto afectados por una crisis económica y eso les hizo pensar en el traslado a la casa del pueblo. A la niña nunca le gustó ir al pueblo, porque decía que todos eran unos cerrados de mente.

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Al llegar a la nueva casa del pueblo y después de descargar las maletas, que se quejaban de lo mucho que pesaban, Rosa un poco enfadada y triste por el traslado y por dejar a sus amistades atrás decidió ir con sus padres a dar un paseo por para exhalar aire fresco.

Mientras paseaban por el pueblo, Rosa se dio cuenta que era un paraíso resplandeciente, todo era reluciente, con grandes jardines, enormes parques para todos los niños, las calles estaban hechas con adoquines brillantes, y lo mejor de todo era una magnífica cala donde se podían refrescarse y disfrutar del verano. Después de pasar un día con sus padres, Rosa decidió dar un paseo sola al día siguiente. Al llegar a la cala donde cada verano la gente del pueblo organizan actividades diferentes, de todas las que habían, a ella solo le llamó la atención las que estaban relacionadas con la inteligencia. Ella, toda ilusionada, se animó a apuntarse, pero la rechazaron por que no la veían capaz de resolver esos cálculos tan complejos, ya que los responsable de las actividades pensaban que las personas con ese tipo de enfermedad no eran capaces de resolver ese tipo de evaluaciones. Rosa, triste y desilusionado, se fue corriendo a su casa, a explicar los hechos a sus padres, el padre, después de 12


haber escuchado a su hija, muy enfadado decidió ir hablar con los responsables de las actividades y pedirles una explicación coherente. Nada más llegar a la arena de la cala el padre exigió hablar personalmente con los responsables de todas las actividades, y así fue, le escucharon. Después de una larga discusión, el padre les prepuso un trato: si resolvería tres de los problemas que los jueces quisieran, Rosa podría participar en todos las actividades y optar el gran premio, que era un lujoso viaje para la familia completa a las islas del Caribe. De repente, Rosa sorprendió a todos, como si de un ángel se tratara, no tan solo resolviendo los problemas sino que lo hizo en un tiempo récord, y eso hizo poner a los demás participantes nerviosos, ya que vieron que era una gran rival y al público les provocó asombro y ganas de ver quién se lleva el gran premio final. Después de muchas horas competiendo con los de más concursantes se dieron cuenta que sería la ganadora, y así fue, Rosa, logró ganar el viaje, y muchas amistades que durarían muchos y muchos años. Su padre, muy contento, le dio un enorme abrazo.

JuanOrellana y Jabir El Klai

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CRÓNICA PERRUNA -EL ENCUENTRO: Diciembre de 1858, Londres. Lo primero que recuerdo en aquel tiempo, es de la separación de mami y de los hermanitos. De golpe estaba desvalido, indefenso, mi cuerpo pequeño arrojado encima del pavimento de la gran urbe, sentía el rigor del frío, tiritado y el vacío del hambre en las entrañas. Tirado en la calle cruel y estéril, como un despojo que nadie quería. Cuando gracias a la Diosa Fortuna, noté unas manos calientes que me rescataba del frío, húmedo y baldío suelo de aquella ciudad. Una voz grave de hombre sonó: -Pobrecito perrito, no hay alma más vil, aquella que es capaz de abandonar un cachorro de perro, a esta infame suerte. -Mira amigo, estoy solo y parece que el destino cruza mi vida con la tuya. Te quedarás conmigo -dijo el escritor- tu nombre será" Voz", este era mi seudónimo. De esta manera , conocí al amo. Tendría entonces 46 años, un 1.70 m de altura, delgado, pelo un poco largo de color castaño, canas que peinaba hacia la derecha, tenía una perilla larga , poblada de blanco por el paso del tiempo, poseía una mirada azul. MIS PRIMEROS AÑOS: Me llevó a la casa. Buscó una canasta grandiosa de mimbre y la hizo tapizar en color rojo Burdeos y puso una manta nueva a cuadros escoceses verdes azules y rojos, de lana de las ovejas de Edimburgo, que era suave y cálida, sería el refugio y santuario en las noches gélidas de la campiña británica. Fui creciendo y haciéndome grande, era perro joven, mediano, de unos 9 kilos, de color blanco con manchas negras, una de ellas tapaba un ojo. 14


Me viene a la memoria que un día se enfadó conmigo el amo, porque crucé la calle sin esperarle, en ese instante, casi fui arrollado por un carruaje de cuatro caballos blancos como la nieve de enero. EL DESPACHO: Lo que sería la habitación, donde está el canasto, era cómoda y cálida, tenía varios armarios de madera, como de tejo del Líbano de color marrón claro igual que arenas del desierto arábico, y roble de Gales de color marrón castaño, repletos de libros. Mi camita, estaba a la derecha, pegada al escritorio marrón oscuro casi negro de baobab de Kenia. A eso de las 12 del mediodía, le llevaban (al señor) pasteles de Gales calentitos, sabrosos, crujientes y gustosos, los dejaban encima de la mesita de servicio, no había día, que no cayera un trozo o uno entero y decía el amo: -Que no se entere Rose. Rose era la criada, una chica de 20 años, 1.50m, delgada, de unos 45 Kg. y con los ojos azules de color cobalto que siempre estaban alegres. De pelo largo hasta la cintura, negro azabache, como los cabellos de la oscura y mágica noche, labios carnosos, sensuales, con la sonrisa más sincera del mundo. Era tan bonita como una rosa en la primavera. EN BUSCA DE LAS MUSAS: El amo, a fin de despejarse y buscar inspiración para sus escritos, le gustaba dar largas caminatas por la ciudad, la cual se bestia, de color rosa y sonreía dulcemente a nuestro paso. Mi dueño me decía: -Voz, vamos a buscar a las musas. La verdad eso de las musas nunca las llegué a ver jamás. Siempre cuando pronunciamos las palabras " vamos", era sinónimo de estar 6 horas fuera de casa. Mi forma de caminar era rápida, nerviosa, ágil. A mi dueño le gustaba tomar notas con el objeto poder plasmar en sus obras. LA GRAN TRISTEZA: Pasaron los años. Un día, me levanté sobresaltado de la canasta, había tenido un sueño raro. Fui corriendo, en busca de quien lo era todo para mí. En el sueño, una sombra alargada y oscura entraba por la casa y se 15


movía por el pasadizo del piso superior, encaminado hacia el dormitorio del fondo a la derecha. Soñé con el amo, apareció mirándome con esos ojos azules celeste, que transmitían amor y cariño. Dijo en un tono cálido y amoroso: -Voz, Voz, Voz, ya ha llegado el momento, al fin. Te digo adiós, a quien ha sido uno más entre mis hijos, noble y buen amigo de caminatas, no pienses que no nos veremos más, porque mi tiempo en este plano de la existencia ha finalizado, nos vemos al otro lado del túnel de luz. Cuando llegué a la habitación todo eran gritos: - -Busquen al doctor Thomas, rápido por Dios, que el tiempo apremia.- Dijo uno de los hijos. Le sobrevino un ataque, en ese instante algo se quebró dentro de mi pobre y viejo corazón, tenía 12 años, pero en la vida de un perro son más o menos 84 años de los de un humano. EL ADIÓS: Rose y los hijos me permitieron estar al lado de mi amo. Pasé todo el día y la noche velando los restos mortales del ataúd de negra madera. Cuando empezó el cortejo fúnebre la multitud se arremolinaba a derecha y a la izquierda, el recorrido fue por las principales calles de Londres, que tantas veces habíamos pisado juntos, venían recuerdos, imágenes, olores y vivencias de aquel hombre que había sido tan humano y generoso conmigo. Andaba debajo de las ruedas del carro funerario de un tiro de ocho caballos negros como la oscuridad de la noche sin estrellas, con el rabo y la cabeza abajo . Fue enterrado en la Bahía de Westminster. En la tumba decía CHARLES DICKENS. Aquella noche fui dentro del templo y me puse tumbado encima de losa blanca como la espuma del mar, allí espere a la Parca. Como él dijo, después del túnel y la luz él me esperaba para pasar la eternidad juntos y caminar hacia el final de los tiempos.

Alfredo Ivan Fortuny y Ezzahara El Hadaf

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Profesora: Maria Adserias EscarrĂŠ

http://issuu.com/madesc/docs/fanzing es2010-11 17


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