Flores del Mรกs Allรก MAESTRO ROLLAND
Kabash 3
A Astenkeph, mi gran mensajera, testigo de mi ayer... Cuántas veces sentí en mi interior, una voz sin palabras, que con mucha dulzura me cuenta las verdades que debo vivir. Forjaste mi fe hacia lo más puro, envolviéndome en el brillo de tu luz. Cuántas veces caminé sin rumbo y sólo tú fuiste mi guía en la oscuridad. No tuve dudas, eras mi Ka. He pensado tus pensamientos, he sentido tus sentimientos y a través de mis pupilas, estaba tu mirar. Astenkeph, suprema razón de mi vida, iré de tu mano en la vida y en la muerte. Serás mi eterno acompañante... Rolland
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Introducción
Todo en la vida tiene su momento y siento que es tiempo de compartir algo muy especial, con aquellos que por alguna mística razón tomen en sus manos este libro. Los pensamientos que aquí encontrarán, pertenecen a una mentalidad de miles de años atrás, sin embargo hablan del mismo hombre que hoy ríe o sufre, por los mismos motivos que ayer. Por eso siguen siendo actuales, ya que guardan la esencia de lo verdadero. Representan una sabiduría que no duerme en papiros esperando ser descifrada, sigue viva más allá de la frontera de la muerte. Creo que si algo tiene la fuerza de trascender ese límite, merece ser conocido por aquellos que tengan la sensibilidad de apreciarlo, por quienes sean capaces de penetrar en la esencia de una filosofía tan antigua y rescatar 9
lo permanente. Es mi mayor deseo que todos lleguen a aprender de ella, como yo lo he hecho a través de tantos años. Por mi propia experiencia, sé que no es fácil alcanzar la profundidad de una poesía milenaria. Hemos cambiado mucho nuestra forma de pensar. Y aunque los sentimientos mantienen su esencia, nuestra mente los impulsa o los contiene, haciéndonos muy diferentes a los que nosotros mismos fuimos en una vida pasada. Mi Espíritu Guía o mi ‘Ka’, como se interpretó en el Antiguo Egipto, se llama Astenkeph. Fue sacerdotisa y en muchos aspectos es muy distinta de una mujer actual. No sólo por su plano místico, sino porque su educación fue muy lejana a la de nuestros días. Y a eso debemos sumar el hecho de que su vida transcurre en un momento histórico muy particular, que conmocionó Egipto durante la Dinastía XVIII. Amenofis IV, al ser nombrado faraón, cambia su nombre por el de Akenatón (servidor del Señor) e instaura una creencia monoteísta por primera vez en toda la vida del pueblo egipcio. El Dios Atón, llamado también ‘Señor’, impondría la justicia. Representado por un Sol con brazos, alcanzaría con su gran poder a ricos y pobres. Atón se
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oponía a la corrupción que existía en el Clero, principalmente en Tebas, donde se acumulaba oro en los templos, mientras los pobres sufrían hambre por la escasez de granos. Atón, gracias al título de “dios de los ejércitos”, contaba con ese fuerte defensor. Sus legiones lucharían incansablemente para proclamar su soberanía en el Alto y Bajo Egipto. La revolución monoteísta fue acompañada por un cambio significativo en el rol de la mujer. Hasta ese entonces sólo se preparaba para ser esposa y madre, sin tener siquiera el derecho de aprender a leer y escribir. Nefertiti, cuyo nombre significa ‘la hermosa ha llegado’, venida desde Mitanni para compartir el reinado con Akenatón, dio a la mujer derechos y facultades que nunca antes había tenido. Pudo estudiar y llegar a ser Escriba. Dentro de los templos se permitió que existieran ‘Sumas Sacerdotisas’, un grado que estaba reservado a los hombres. Además, se le otorgó el derecho fundamental de poder elegir su hombre por amor y dejar de ser comprada y vendida como un objeto. Nefertiti, como líder de la revolución femenina, consideró que la mujer era capaz de desempeñar funciones
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que hasta ese momento le habían sido negadas y por sobre todo, que era justo respetar sus sentimientos. Las mujeres lucharon por conservar sus logros, hasta en los campos de batalla. Quisieron demostrar que eran merecedoras de sus conquistas, ofreciendo también sus vidas por la grandeza de los Dos Países. Astenkeph, mi amado Ka, llegó a ser Suma Sacerdotisa de los templos de Atón. Ella estuvo entre aquellas luchadoras que dieron la vida para defender un ideal de justicia, de compartir, de elevación espiritual y de una convivencia realmente ‘humana’. Su profunda mística y su religiosidad nacida en su formación templaria, encumbraba el amor y la verdad, como pilares de la evolución del ser humano. Astenkeph, era procedente de Mitanni, tierras que formaban parte de las conquistas del Imperio faraónico y eran gobernadas por un Rey vasallo, Tustrahata, padre de la reina Nefertiti. Mi Ka perteneció a las damas ‘de vestido largo’, como se designaba en la época a las mujeres de alta clase social. Ella, al igual que cientos de jovencitas, acompañó la caravana que condujo a la entonces Princesa Tadukipa,
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hasta Egipto para convertirse en la esposa de Amenofis IV, con el nombre de Nefertiti. Con el paso del tiempo, a través de su dedicación y del sentimiento que fue creciendo dentro de ella, Astenkeph se transformó en una de las mujeres más importantes de Egipto, cumpliendo un papel destacado en la formación de una ‘nueva mujer’. Enseñó incansablemente a crecer, a elevarse, a desarrollar la belleza del alma. Y sobre todo, a luchar con un corazón inteligente por un mundo mejor para sus hijos y para todos los hijos de Egipto. Hace ya muchos años que tomé contacto con ella, en esta vida. Desde entonces ha querido guiarme hacia el reencuentro con un pasado, que visto desde otra dimensión, pierde su calidad de tal y se transforma en un ciclo más de vida, en el quizás infinito recorrido de las almas. No siempre he seguido el rumbo que su luz me marcaba. Es difícil recuperar la esencia de un ayer, en un hoy tan diferente. Pero a pesar de esto, todo lo que con tanto amor me transmitió, me dio la fuerza, la iluminación y el conocimiento que me ayudó a levantar muchas de las columnas de mi mística, de ese templo interior que cada ser humano necesita, para que su vida tenga valor para su alma.
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Me enseñó la importancia del Destino, el alcance de la vida en el Más Allá... A su lado he crecido y he podido sentir la inmensa felicidad del ‘encuentro’, que motiva y da a la vida su verdadero color. Como Ka, me ha seguido tanto por caminos de luz, como de gran oscuridad. Siempre fue para mí la conciencia mística que necesitamos para conquistar una moral elevada. Me mostró con sencillez y sabiduría, su forma de apreciar nuestra existencia actual. Con este libro quiero rendirle homenaje y destacar la grandeza espiritual de una sacerdotisa, que a pesar de hablar una lengua que se considera muerta, nos puede enseñar a través de hermosas palabras de vida. Pensamientos que, más allá de cualquier análisis racional, considero y respeto como verdaderas ´perlas´de todos los tiempos. Mensajes que en gran parte son dedicados a la mujer, porque su tarea de construir grandes mujeres, continúa aún desde el Más Allá. Como todas las misiones elevadas, forma parte de la permanente evolución del ser. Muchas veces me he sentido mal por haber transmitido enseñanzas que fueron consideradas mías y en realidad pertenecen al ‘Más Allá’ que me acompaña. Sin embargo,
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llegó un momento en mi vida de Maestro en que me pregunté: ¿Es posible separar la raíz, del árbol? En el Antiguo Egipto se hablaba del KA A BA, la fusión del hombre y su Ka, la mística unión de las almas a través del sentimiento. Ella puede hacer posible que ‘dos’ sean ‘uno’ para la Eternidad. Así, quiero hoy compartir la bendición de mi Ka, para que todos puedan sentirla a través de este libro. Me uno al deseo de su Espíritu, que en vida siempre ofrecía flores a quienes buscaban su ayuda. Su saludo era: “Pongo flores en tu camino... y te bendigo”. Esas “flores” forman parte de estas páginas que hoy nos llegan desde el Más Allá...
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Sé que no es coincidencia que leas estos mensajes. Ciertamente, el Destino nos lleva por caminos que ya hemos recorrido, para que encontremos nuestra huella mística y podamos unirnos a la caravana que a través de los tiempos sentimos ‘nuestra’. Estas palabras de mi Ka, te acercarán a la antigua ‘piedra de la sabiduría’. Tal vez, quienes no guarden dentro de su alma un sentimiento místico, nunca lleguen a abrazar el corazón de esa gran piedra...
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La vida tiene días y noches. Es la vida... Gracias a que Dios creó la noche, sabemos lo hermoso que es el día. Siempre hay momentos difíciles, pero dentro de lo difícil, hay cosas muy bellas. La vida es hermosa si nosotros le ponemos sueños. La vida vale si le ponemos razones para vivir. La vida sirve si nosotros la hacemos servir. Si no, somos como plantas que esperan la lluvia para seguir existiendo...
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Los de Amón-Ra plantaban árboles frutales. Los atonianos cultivábamos flores, nos gustaba la belleza. El fruto alimenta al cuerpo, la flor al espíritu...
¿Q uiénes
son
los
dioses?
Son fuerzas que rigen la Naturaleza.
S omos
un mismo haz de luz y
llevamos la misma esencia... Pensamos y sentimos igual.
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Donde hay poco amor hay mucha deslealtad. Cuanto más se ama, más leal se es.
Predica la verdad y busca al Dios que está en cada uno. Lo vas a encontrar.
I ntégrate a ti misma, la vida se integrará a ti y el amor también te llegará.
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Lo que se hace con manos justas, nada lo puede romper.
A unque
en la pareja haya un
Destino, éste puede perderse o destruirse. Si eso sucede, la vida se colma de problemas y fatalidades, por haberse roto el fino hilo que nos une a la Creación.
¡Q ué pequeña es la mente del hombre que limita las cosas y dice: “esto es mío”! 22