BENIMERINS - EMBAJADAS

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DE LAS EMBAJADAS Y LOS EMBAJADORES DE LOS MOROS Y CRISTIANOS DEALCOY

ADRIAN ESPI VALDES

150 aniversario del primer libreto





ADRIÁN ESPÍ VALDES

Miembro de la Asociación Española de Etnología y Folklore

DE LAS EMBAJADAS Y LOS EMBAJADORES DE LOS MOROS Y CRISTIANOS DE ALCOY

(150 aniversario del primer libreto)


© Adrián Espí Valdés Edita: Filà Benimerines. Diseño portada: LAZOS, S.A. Impreso en Gráficas Ciudad, S.A. San Juan de Ribera, nº 30 - ALCOY Depósito Legal: A-104-1989


A Jorge, mi hijo, que ya ha aprendido los versos de nuestros parlamentos. A cuantos alcoyanos han representado y vivido entraĂąablemente el papel de embajador. A cuantos se emocionan y se ilusionan cada 24 de abril. A la filĂĄ Benimerines, por cuya iniciativa se debe la publicaciĂłn de este libro.



ÍNDICE

I. II. III. IV. V. VI. VIL VIII. IX. X. XI. XII. XIII. XIV. XV. XVI.

Prologuillo Justificación y breve introito Hablemos de las embajadas Rico y Amat, descalificado Glosas literarias en el siglo XIX Comentarios en el siglo XX La reglamentación, novedades Fotografía, música y literatura Vicente Bou Blanes, barítono y embajador cristiano Antonio Quereda Poveda, tres veces embajador de Alcoy Salomón Sanjuán Romeu, el gran embajador de la postguerra José Linares Soler, veintisiete años embajador moro. Toda una institución Fernando Mira Mondéjar, embajador cristiano de 1950 a 1967 Miguel Martí, de "La Cazuela" a la embajada Francisco Marín, un embajador en Madrid Ramón Mico, un embajador con estilo propio Salomón Sanjuán Candela, embajador actual, desde 1986 Alberto Jordá Selles y José Tormo Rico. Notas bibliográficas Relación incompleta de embajadores de la fiesta índice bibliográfico

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PROLOGUILLO

Diez años de vida y de palpito, de emoción participativo, es una década, son años ya. Pero ciento cincuenta anualidades, siglo y medio, es historia, un hito, una efemérides. Ambas cosas se conmemoran en este opúsculo. El décimo aniversario de los Benimerines—la filà más joven de las existentes en nuestra Fiesta— y los quince decenios del texto de la Embajada, el parlamento moro y cristiano que en el día de la lucha y de la aparición milagrosa y genial de nuestro Sant Jordiet, se declama en el amplísimo escenario de la plaza principal de nuestro pueblo, a la sombra del castillo simbólico. La filá Benimerines ha querido editar un cassette con las voces, el estruendo, la pompa y el ambiente de las embajadas. Y, a la vez, reunir en forma de libro los artículos que semana tras semana —desde el 6 de octubre al 17 de diciembre de 1988— han ido apareciendo en el periódico CIUDAD, firmados por Adrián Espí, referidos a aquellos hombres, alcoyanos de pro, que escenificaron y dieron vida a ese texto singular, aparecido en 1838, editado como fue en el taller de Francisco Cabrera. Es, en definitiva, nuestra aportación y nuestro empeño en un año verdaderamente coincidente. Que el lector, que el "degustador" de las esencias alcoyanas, disfrute de ambos trabajos. Tal es nuestro deseo. Con ello nos sentiremos más que pagados. Enrique Sevila Maestre Primer Tro



JUSTIFICACIÓN Y BREVE INTROITO En una de las juntas directivas de la Asociación de San Jorge a las que habitualmente asistía, cuando se celebraban cada lunes, tomé la palabra para advertir, o simplemente informar, de que en 1988 se cumplían 150 años —siglo y medio— de la puesta en circulación del libreto de las embajadas que se declaman en nuestras entrañables fiestas de Moros y Cristianos de San Jorge. Recuerdo, incluso, que hablé de convocar un simposium, de encargar directamente a los estudiosos e investigadores que ahondaran en el texto, en busca del autor de los versos que todavía hoy —siempre— emocionan y nos ponen la carne erizada, como de gallina, cuando son declamados en la jornada de lucha —pólvora y arma blanca— con la que concluye la trilogía de abril. Ya algún miembro de aquella directiva estaba también, por lo visto, sobre la pista y sobre la efemérides que tenía que cumplirse. Yo dimití de mi cargo de cronista de fiestas, cronista de la Asociación de San Jorge y asesor histórico de la misma, el 23 de abril de 1988, y la dimisión me fue aceptada días después, el 10 de mayo. Quedé desconectado de este evento histórico, festero y literario. La Asociación, con muy buen criterio, ha desarrollado una serie de actos, ha publicado en diferentes ediciones —una de ellas exclusivamente para bibliófilos— los versos tantas veces atribuidos a Rico y Amat, de forma, por supuesto, equivocada. Ha acuñado una medalla, ha rendido homenaje a los embajadores vivos y ha llevado el acto de la embajada cristiana a Valencia, haciendo coincidir tal acto con las conmemoraciones del 750 aniversario de la conquista de la capital del antiguo Reino... Yo, por mi parte, y apenas quedé despegado de la Asociación de San Jorge, de su junta directiva, comencé a pensar en los embajadores. A recordar los nombres de "El Pintoret" y "El Paraigüero", de Salomón Sanjuán y de Pepe Linares, de Alberto Jordá y de Fernando Mira, de Paco Marín y de Miguel Martí, de Antonio Quereda —que llegué a conocer— y de Vicente Bou, de Ramón Mico y Salomón Sanjuán "Salo"... Creí oportuno, después de ordenar las notas —a veces casi inordenables— escribir unos artículos, buscar unas fotografías y entregar todo este material al periódico CIUDAD para que semanalmente, de forma paulatina y seguida, fuera dando a la luz


—como homenaje al autor de las embajadas y como tributo de admiración hacia quienes las han interpretado y sentido en su alma— todo este trabajo que me ha tenido ocupado más de tres meses, todo el verano. No otra cosa es, a la postre, este libro que ahora se publica por la gentileza y el interés de los Benimerines. Esos mismos artículos colocados cronológicamente, con un listado final y una relación bibliográfica pensada para aquellos investigadores que quieran ahondar más y seguir, de forma monográfica, en este tema. Ya sé que existen muchas lagunas y que es posible, incluso, que algún dato se preste a confusión o esté, realmente, confundido y mal empleado. Debo responder que las lagunas, por más que lo he intentado, y con el material y documentación disponibles, no se han podido llenar, al menos de momento. En cuanto a los errores que puedan observarse, desde luego me hago responsable de ellos y desde ahora afirmo que no hubiera querido cometerlos. A.E.V.


I HABLEMOS DE LAS EMBAJADAS Qué interesante hubiera sido, desde el punto de vista histórico —la historia de nuestra Fiesta y de nuestro pueblo— conocer los nombres y apellidos de aquellos alcoyanos que desde las épocas más remotas desempeñaron el papel de embajador —de uno y otro bando— en nuestros Moros y Cristianos. En buena lógica, si desde 1839 disponemos de actas en la Asociación de San Jorge, desde tal fecha deberíamos conocer tales datos, más aún si tenemos en cuenta que un año antes, en 1838, se publica el libreto con los textos que son declamados el día 24 de abril como anticipo a la guerra de arcabucería, lucha incruenta llena de simbolismos y connotaciones. Pero no es así. Las noticias son pocas y no siempre certeras o ajustadas. Hoy por hoy no se dispone de ese listado que sería de enorme valor, y únicamente a partir del siglo XX, con los primeros años de la actual centuria, se puede establecer un orden y conocer, incluso, detalles personales de cada uno de los embajadores. Posiblemente el embajador más antiguo, del que tenemos memoria y escasísimas referencias —tan pocas que a ciencia cierta no sabemos si fue embajador moro o si militó en el campo opuesto— sea Vicente Gisbert. Y debió de desempeñar sus funciones en torno a la década 1840-1850. A su hija se la conocía popularmente por "la filia de l'ambaixador", cuando su nombre de pila era el de Teresa Gisbert, una mujer que recitaba muy bien, extremadamente bien, en la iglesia, rezando esas plegarias y oraciones largas y literarias del siglo pasado. Teresa Gisbert casó con Miguel "de la Cova Santa", de cuyo matrimonio nació José Colomina Gisbert. En el libro de actas de la Asociación de San Jorge, el primero de que disponemos, la reseña que queda inscrita de la junta celebrada el 12 de mayo de 11


1839 —un año después de que se publicara el primer "llibret" de las embajadas—, aparece el nombre de Vicente Gisbert, como "individuo de la Junta de San Jorge". ¿Sería directivo o sería el embajador? ¿o acaso, porque no, ambas cosas a la vez? La coincidencia de fechas, de nombre y apellido nos hace sospechar que estamos hablando de la misma persona. Pero, a la postre, no es más que una conjetura. Sabemos que en 1886 desempeñaba tal función en el bando cristiano Jorge Mora Pascual; Enrique Pastor Carbonell en 1899, y en el trienio 1902-1904 José Sanz. Rafael Climent es embajador moro también en 1886, y durante veintiocho años, de 1899 a 1927 ejerce tan importante función Vicente Pérez Bosch. En el VI Centenario aparecen Miguel Companys y de nuevo, José Sanz. A partir de aquí la cosa resulta más fácil. Los nombres de Vicente Bou Blanes surge en 1907 y reaparece en 1919. Enrique Pastor Carbonell, que hemos visto al finalizar el XIX, cubre el período de 1908 a 1913. Luego Antonio Quereda, Enrique Moltó Abad "El Paraigüero" en el difícil período de la República. En los moros Antonio Quereda Poveda es embajador de 1928 a 1936. Se ha pasado de bando al abandonar tras veintiocho largos años tal cometido Pérez Bosch, un personaje realmente sugestivo, cuyo nombre de guerra es el de "El Pintoret". Después de la guerra civil todo resulta definitivamente claro. Hay, a veces, algún matiz que no acaba de aclararse, pero todos hemos conocido ya a estos protagonistas esenciales de un doble acto esencial en una jornada igualmente decisiva. Sin embargo cabe preguntarse si antes a 1839 hubo embajadores en nuestra Fiesta. Y es evidente que si que los hubo. Acaso la embajada tendría menos importancia y no estaría adornada de la parafernalia que ahora reclama, pero con los textos en la mano y los documentos sobre la mesa es preciso aseverar que Alcoy "tuvo sus embajadores" de "in illo tempore". Es el doctor Sanchis Lloréns quien mejor ha estudiado al padre Picher y a su "Cronicón" —pieza fundamental para conocer el silo XVIII alcoyano y para adentrarnos en el mundo de la fiesta georgina— y él subraya que entonces — en torno a 1740— se disponía de un "castillo artificial intitulado Aduar del Puche; y que por la mañana los moros de embajador y fuerzas de armas entrasen en el castillo..." Por la tarde ocurría otro tanto, con otro embajador. Y ambos, es de suponer, hablarían, dialogarían más o menos acaloradamente, exigiéndose rendiciones incondicionales y declarándose, finalmente, la guerra. El padre Picher habla de los "bajas", de mosén Torregrosa con su "bisarme o dall" que 12


acompaña la bandera en toda función, y del embajador moro al que se pone en libertad "con no poco gusto de todo el pueblo..." ¿Había texto escrito para este embajador? ¿Se realizaba "función" de embajada sobre el castillo artificial, construido para los festejos? Son preguntas que merecen contestación más precisa, y más este año conmemorativo del 150 aniversario de los versos actuales. Hace poco, el 31 de agosto último, la prensa nos hablaba de que en Castalia existe un texto de embajadas que data de 1779. El profesor Peidro Pastor nos avisa de unos posibles antecedentes de nuestros parlamentos en su trabajo —Revista de Fiestas de 1985— titulado "¿Un antecedente de nuestras Embajadas en la Denia del siglo XVIII?". Y sobre Onil el cronista alcoyano Rogelio Sanchis ha aportado noticias reveladoras. Todo ello nos hace pensar, pues, que tuvo que haber un parlamento anterior a este que estampó en sus talleres —en su obrador— el buen impresor y grabador que fue Francisco Cabrera. De esta edición singular de 1838 tuvo que haber antecedentes más remotos y otros más próximos. Podría recordarse al cronista oficial de Alcoy Remigio Vicedo Sanfelipe, quien en la página 150 del segundo tomo de su "Historia de Alcoy y su región" señala taxativamente que conoce una embajada de 1835: "...última edición que ha caído en nuestras manos, teniendo razones para sostener que no es la primera". A este respecto, refiriéndose al primer tercio del siglo XIX conviene igualmente recordar lo que sobre las embajadas ha escrito Rafael Coloma en su conocido "Libro de la Fiesta de Moros y Cristianos de Alcoy", que viera la luz en 1962, indicando en él de forma clara, que dicho texto data "...del segundo cuarto del siglo XIX. Poseemos un ejemplar manuscrito —dice—, incompleto, de autor anónimo, de la Embajada del Cristiano, que fue declamado en las fiestas de 1830 y 1839, según se consigna en el mismo, algunos de cuyos pasajes sirvieron de pauta al autor de la actual para componer la suya...". ¿Autor? Aquí vendría bien, como anillo al dedo, el titular de la famosa obra de Luigi Pirandello: los personajes de los célebres versos alcoyanos andan todavía en busca de autor. Embajadores, centinelas, capitanes no han hallado después del siglo y medio al poeta que les dio vida, puesto que la paternidad de Juan Rico y Amat —atribuida durante un tiempo— es totalmente errónea. Rico y Amat, natural de Elda, fue corregidor y jefe político de nuestro pueblo durante los años 1848-1850 ¿A qué santo, pues, escribir el texto de Alcoy durante una época en que poca o ninguna vinculación tenía el abogado y político con nuestra villa? ¿Y la cronología...? Rico y Amat nace en 1821. Si nos acogemos a la edición de 1838, el poeta tendría solamente diecisiete años, "vestía aún—señala Castello Candela— pantalón corto en su pueblo de Elda". Y si nos atenemos a 13


lo que declara Coloma Payá, ese ejemplar manuscrito de 1830, Rico y Amat es totalmente un niño. Si nos apoyamos en lo que asevera Vicedo Sanfelipe, edición —por lo tanto impresa— de 1835, tan sólo catorce años contaría el que más tarde regiría los destinos de la ciudad del Serpis.

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II RICO Y AMAT, DESCALIFICADO Hemos estado buscando al autor de las embajadas alcoyanas y, hasta el presente no se ha dado a conocer. Al autor, además, que con anterioridad a 1838 estaba escribiendo versos, que era un hombre cultivado, conocía la poesía de la época y el ambiente cultural que rodeaba e informaba la vida española y, por supuesto la alcoyana, estando impregnado igualmente del sabor de la Fiesta, de su argumento, de los personajes que participan en ella. Descabalgamos a Rico y Amat. No, no es Rico y Amat su autor, sobre todo cuando el profesor Pérez Dura señala de manera taxativa: "...definitivamente se escribió entre 1825 y 1835, como edición primera... Estamos así, pues, en los comienzos del Romanticismo; con todo, y a fuer de ser sinceros, hemos de reconocer que en España no empieza a manifestarse el Romanticismo hasta el segundo tercio del siglo XIX..." Sin embargo, y pese a los estudios efectuados y a las aportaciones realizadas, el anonimato de las embajadas alcoyanas todavía permanece. Romance —con diversas variantes—, octava real, estancia y una silva muy específica son los metros empleados. El poeta, parece, tiene una formación clásica. Zorrilla, Artzembusch... Los últimos coletazos del Neoclasicismo que poco a poco se va perdiendo, "descomponiendo" para dar paso al Romanticismo exaltado y teatralizado. "Su autor —dirá Antonio Revert—, influido por los poetas Alvarez Cienfuegos, Juan Nicasio Gallego y Quintana, nos recuerda, en muchas ocasiones a estos vates...". Pero tiene que ser un alcoyano, un fraile agustino, quizá o un franciscano, cultos ambos. ¿Quienes podrían escribir los parlamentos en Alcoy en estos años prerrománticos? ¿Quiénes escribían en Alcoy, y publicaban sus versos en esta época 15


de los años postreros de Fernando VII? Tendremos que pensar en Pablo García Aura, en Vicente Gosálbez, acaso, incluso en el humanista Miguel Parera y Cort. Tal vez una investigación profunda—y la efemérides del ciento cincuenta aniversario de la edición que conocemos es una ocasión más que propicia— sobre este "parnasillo" alcoyano nos podría dar la clave y revelar algo que hasta la actualidad aparece entre neblinas y entre suposiciones. Si, tiene que ser, debe de ser, un alcoyano, un clérigo que prefería el anonimato por ser clérigo, precisamente. Llobet y Vallosera, un ilustrado catalán que escribió sobre la Fiesta alcoyana de 1855, y que no acaba de entender el motivo, el argumento, la realidad de nuestros Moros y Cristianos, señaló refiriéndose a las embajadas o "Embajada" como pieza literaria, que es una "moderna composición poética dialogada que anda impresa". Naturalmente, ante el temor a equivocarse no arriesgó nombre alguno, paternidad posible de los versos, y, por supuesto, se trataba de una "moderna composición" si entendemos por "moderno" el período de veinte o treinta años antes. José Martí Casanova, el editor de la famosa "Guía del Forastero en Alcoy", de 1864 —con datos del año anterior, sobre todo en lo referente a la Fiesta de Moros y Cristianos— tampoco se atreve a indicar nada al respecto. Se limita a realizar una nueva impresión —existía una de 1840 de la "Oficina de Martí"— y a lanzarla al mercado, estando a la venta en su propio establecimiento. El capítulo que Coloma dedicó a las Embajadas en su libro del 62 es menester desestimarlo por completo y rehacerlo totalmente. Rico y Amat no escribió nuestros textos, pero ¿quién lo hizo? Los versos de las embajadas son sonoros, taxativos unas veces, dulces, descriptivos, historicistas, imperativos en algunos momentos. El diálogo es vivo, teatral, acaparador de la atención del público — el numerosísimo público— que asiste a esta "representación" en el amplio anfiteatro de la plaza principal de Alcoy, a la vista del castillo de madera que se levanta como decorado impresionante, el baluarte por el que se pelea, y por el que se queman casi siete toneladas de pólvora. El libro de nuestra embajada, el ejemplar que conocemos hoy —y del que acaban de hacerse unas ediciones facsimilares para bibliófilos muy interesantes— es de 1838. Desde 1741, con la valiosa colaboración del corregidor Costa y Quiroga, la Fiesta de Moros y Cristianos entra en una nueva dinámica y una nueva dimensión. Aquella descripción que de los festejos nos ofrece el cronista Vicente Carbonell en su "Célebre Centuria" de 1672, ya no casa totalmente en los años medios del siglo XVIII, y tampoco en el primer tercio del siglo XIX. Se declara una batalla por lograr la posesión de un castillo sobre el cual, en


medio de una "gloria de ángeles", ha de verse a San Jorge. Las embajadas serán otra pieza fundamental de este drama colorista, musical, lúdico y litúrgico. El poeta Valls Jordá realizó una versión valenciana del texto anónimo. Solamente en tres ocasiones, al parecer, se recitó, al completo, la edición en lengua autóctona. Hoy, únicamente la llamada "plegaria" que pronuncia el embajador cristiano a la vista de la fortaleza, en la tarde del 24 de abril, se dice en nuestra parla. Ha habido recientemente un intento de establecer, de forma definitiva, que las embajadas sean declamadas en valenciano. Tal ocurría en 28 de enero de 1985 en la Asamblea General de la Asociación de San Jorge, de la mano del mayoral de honor Roque Monllor Boronat, que fue quien hizo la propuesta; pero el mundo de la Fiesta desestimó tal proyecto y el texto sigue como en 1838. Cabría recordar y es lo que vamos a hacer, a algunos alcoyanos que vivieron el papel de embajador. Porque la embajada hay que vivirla y sentirla a más de representarla y saberla decir: Antonio Quereda, Vicente Bou, Enrique Moltó "El Paraigüero", José Carbonell Monerris, Salomón Sanjuán Romeu, Alberto Jordá, Fernando Mira, Ramón Mico, Miguel Martí, José Linares Soler — fallecido hace tan sólo unos meses— y, en la actualidad Salomón Sanjuán Candela y Francisco Marín Quiles. Ellos son los verdaderos "autores" de las embajadas de Alcoy. Ellos dibujan en el aire abrileño dulce, húmedo y georgino los versos anónimos de ese libreto de 1838 con grabado de Francisco Cabrera, una xilografía impecable que figura en los mejores repertorios el grabado español.

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III GLOSAS LITERARIAS EN EL SIGLO XIX Sentado queda que con anterioridad a 1838 Alcoy—su Fiesta— tuvo un acto de embajada y, por supuesto, unos parlamentarios y unos diálogos que los tales embajadores deberían de pronunciar en su momento. Así lo creemos por deducción histórica, aunque no tengamos referencias escritas —las desconocemos, de momento— y solamente nos dejamos llevar por la intuición. Nos centramos ahora en algunas glosas literarias posteriores a 1838, referidas al texto impreso por Cabrera. Existe un folleto titulado "La Crida. Descripción de las grandes fiestas que anualmente celebra la ciudad de Alcoy..." que imprimió en torno a 1845 el propio Francisco Cabrera, el impresor de las embajadas. Alcoy es ciudad ya, por lo tanto la fecha que señamos debe ser la cierta, y en dicho folleto —que volvió a reimprimirse en 1890 (Francisco Company)— se dice: "El morisco diligente, Da una embajada Para que le den entrada; Y el cristiano Contesta en la espada en mano Y le despacha Y el moro rabioso marcha En la vesprada el cristiá Cobra el halache, Arda Troya, cruja el parche, 19


¡Qué alborot! Así pare, pues el foc, Que el cristiá, Aplega serio y ufá A la plasa; ¡Ah del fuerte! ¡Ah del castillo!... ¿Qué jente? Li respon El Moro, y li diu, ¿qué vol? La plaza Entrégame sin tardanza, El cristiá diu, Y el moro al oírlo es riu... Referencias literarias hallamos igualmente en Llobet y Vallosera, en 1855: "A poco rato baja el embajador en caballo verdadero, precedido y seguido de tres ó cuatro ginetes en igual montura, y se dirige a paso lento hacia la plaza. A la vista del castillo se para y alli empieza el drama ó sea una moderna composición poética dialogada que anda impresa, escrita por lo general en versos no muy buenos y con ideas que podrían ser mejores y mejor espresadas, prescindiendo de los anacronismos que resultan a veces entre retazos que indican una imaginación acalorada, y que podrían hacer sospechar que es obra de más de un injenio... Para hacer brillar la fiesta, se escoje para embajador y aun para los otros papeles que han de figurar en el drama, como son gobernadores y centinelas de cada Bando, á personas acostumbradas á perorar, y que sepan acentuar bien los versos...". Davillier—en 1862—que visita Alcoy juntamente con el grabador Gustavo Doré, testigo de la embajada de tal año señala: "...una gran embajada oficial, en la cual toman parte comparsas que llevan trajes muy vistosos. El jefe de la embajada es introducido con los ojos vendados —algo desaparecido muy recientemente—, cerca del general cristiano, y le dirige un discurso bastante largo para persuadirle a la rendición. Pero este rehusa con indignación, y el embajador se retira, seguido de todos los suyos, amenazando con tomar la ciudad al instante a sangre y fuego...". Señala Teodoro Llórente en su libro "Valencia", capítulo XIX: "Viene entonces por aquella calle la embajada. Fían los moros a la oratoria grandielocuente lo que no pudo conseguir en la comisión epistolar. El embajador, 20


lujosamente ataviado, cabalgando en fogoso trotón, y acompañado de otros caballeros agarenos, dirige al general cristiano, inmóvil en su castillo, una arenga en verso, dicha con voz estentórea y expresivo manoteo. La muchedumbre apiñadísima atiende con profundo silencio los sonoros versos...". En el folleto, en verso, "Veu de Festa a Sen Chordi Patró de Alcoy", de 1887, texto de Miguel Cantó, e impreso en los talleres de Company, solo se dice: "En ser capa les déu hóres tots van á oir l'ambaixada..." Como se verá, casi siempre las referencias se hacen sobre la embajada de la mañana, la del moro. La de la tarde, cambiando de plano, apenas se menciona. Los autores entienden que es una repetición. Estos texios, pues, nos hablan de que el acto no pasa desapercibido dentro del contexto de la Fiesta. No hay referencia del autor o posibles autores del libreto. Solo Llobet y Vallosera — culto catalán— se atreve a señalar que pudiera ser "obra de más de un injenio", teoría que no es fácil digerir.

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IV COMENTARIOS EN EL SIGLO XX Durante el siglo actual, tanto en la primera mitad como en la segunda, las glosas, comentarios e incluso críticas que se han vertido sobre las embajadas de Alcoy —o embajada—, sobre el acto en sí y sobre los versos han asomado a la prensa con alguna frecuencia. Es, de suyo, imposible, rastrear año por año — sobre todo en las publicaciones foráneas— tales aseveraciones, pero si que podemos traer algunas de estas opiniones, siquiera sea como botón de muestra. La primera la extraemos de la publicación "Por esos Mundos", que se edita en Madrid en abril de 1911. Texto de Víctor Espinos —alcoyano que reside en la Villa y Corte— y que aparece bajo el epígrafe o título de "Tradiciones españolas. La Fiesta de San Jorge en Alcoy". Magníficas y originales fotografías —testimonio de excepcional importancia para conocer la época— y la siguiente parrafada referida a la embajada: "Como curiosidad, y porque quede aquí consignada la parte que pudiéramos llamar propiamente dramática de la Fiesta, léase estas estrofas de las embajadas mora y cristiana, pronunciadas, de ordinario con más pulmón que mérito declamatorio; pero con una buena fe y una dedicación de la voluntad, que para sí quisieran muchos diplomáticos de veras, algunos de los cuales, si hubieran de declamar endecasílabos, es muy posible que lo hicieran rematadamente mal...". Y aparecen algunos versos como ilustración de esta personalísima opinión suya. Pérez Bosch, embajador moro durante muchos años, veintiocho en concreto, ya lo era por tales fechas. El escritor alcoyano Alfonso Carbonell Miralles publica en ABC de Madrid el 20 de abril de 1929 un interesante artículo sobre los festejos alcoyanos y en él aparece el embajador Antonio Quereda juntamente con otros dignatarios de la Fiesta, así como una espléndida fotografía del acto de la embajada de la tarde, 23


con la plaza de la Constitución llena, a rebosar, fotografías debidas a ese gran objetivo que fue Sanchis, Antonio Matarredona Sanchis. Resulta curioso recordar lo que en los años de Bou se decía en una revista que desplazó a Alcoy a su redactor-jefe, Javier Sánchez Ocaña, para realizar un reportaje sobre nuestros Moros y Cristianos: "Tres días en la Edad Media. Moros y Cristianos en Alcoy", que vio la luz en "Estampa", de Madrid, en fecha 18 de mayo de 1935. Habla de la estafeta y añade: "A los pocos momentos, en vista del fracaso... aparece ante el castillo el embajador moro. Es un tipo más desagradable que el emisario, porque su misión es verbal y habla en verso grandielocuente y ripioso. La multitud lo saluda con silbidos. Pero él no se acobarda. Se acerca al castillo y grita —¡ Ah del muro! —¿Quién me llama? — contesta el centinela. El embajador moro se da a conocer y a grandes voces aconseja al capitán cristiano que se rinda porque las huestes de su rey Alazrach están cerca y entrarán a sangre y fuego... Discuten siempre en verso, claro está. Pero no llegan a un acuerdo... Desde las almenas le contestan: —¡Alcoyanos! ¡Viva España! ¡Y defendamos la fe de Jesucristo! En este momento empieza la batalla...". El relanzamiento de la Fiesta después de la guerra civil es un hecho. Potenciar todos los actos y enriquecerlos con estética y dignidad es una meta que los dirigentes de la propia Fiesta se marcan. Los cargos de embajador en cada bando, serán interpretados por grandes actores: Salomón Sanjuán Romeu y José Linares, y las embajadas cobrarán verismo, magnitud, elocuencia, gesto y proporción. La prensa se ocupa de capitanes, alféreces, escuadras especiales, de San Jorge por supuesto, y del castillo ocupado por uno o por otro ejército. Recordemos las líneas que el escritor Enrique García Albors dedicó a este acto, a esta representación teatralizada en aquel artículo suyo que mereció un premio periodístico y que se tituló "Tres días con los Moros y Cristianos de Alcoy", publicado en el periódico "Amanecer" de Zaragoza, y reproducido en la Revista de la Asociación de San Jorge en 1960: "Esta borrachera colectiva — se está refiendo a la pólvora— casi dura todo el día, con dos pausas a modo de intermedios, y dos epílogos. Me explicaré: a media mañana se celebra un parlamento, seguido de embajada, lucha y asalto a la fortaleza... los parlamentarios actúan con arreglo a las más ortodoxas leyes de la guerra; las embajadas, piezas poéticas un tanto ampulosas, se escuchan, aplauden y jalean con entusiasmo. La técnica moderna ha dispuesto altavoces, que agradecemos los espectadores... y las gargantas de los embajadores, personajes vitalicios y con sus aprendidas tablas...". José Luis Mansanet en un trabajo aparecido en la Revista de 1976 y que 24


estudia la evolución de los Moros y Cristianos desde 1940, se refiere así a la embajada: "La tramoya de las embajadas va ganando en espectacularidad, habiéndose simplificado los actos previos. En 1966 se declamó por primera vez en valenciano la plegaria de la embajada del cristiano, hecho repetido el alguna ocasión. Desde 1967 hay un texto revisado en las embajadas, editado en castellano y valenciano". Y, al margen de otras consideraciones, he aquí lo que de las embajadas ha dicho Xavier Fábregas en "Serra d'Or" en junio de 1974: Ha llegado el embajador moro a la plaza, "Se li acosta un senyor de paisà i li penja un micròfon al coll; un altre se li atansa en un llibret a la má: es l'apuntador que ha de donarli lletra si té flaca memoria en dir el parlament. Els parlaments dels moros i cristians d'Alcoi son en castellá i teñen una factura recent. La festa ana quallant durant el segle XVII, i hom dona les dates de 1609 i de 1668 com la de l'inici d'una estructura dramática en les celebraciones religioses... Els parlaments dels Embaixadors, pero, trigarien mes d'un segle a apareixer: hom els documenta cap al 1850, en plena aufória romántica i en un moment en que el conreu literari del notres idioma era molt limitat a tot el Pais Valencià... Joan Valls Jordà, poeta alcoià dels nostres dies, traduí al català el tex romàntic..." Muchas inexactitudes aparecen en esta glosa con matizaciones muy puntuales en algunas cuestiones, como es evidente que así es al referirse al idioma, y al poco entusiasmo que la versión en nuestra lengua tuvo en su momento: "...hom empra aquesta traducció durant un parell d'anys; la innovació, pero, no prospera, i s'ha tornat novament al text originari en castellà. Per tant, l'ambaixador moro es detura a la vista del castell i exclama: Fortuna favorable pon en tus ruedas un clavo, y mantente involuble, constante siempre y firme en ampararnos..." De la revista "Galia-Hispania" de Périgueux, Francia, son estas líneas, previamente traducidas por madame Eyraud-Gilbert, de la edición de 1975, tercer trimestre: "...en el silencio impresionante de los espectadores, que, conocen, aproximadamente, las principales etapas de diálogo, largo y cautivador cuyo texto es anónimo... El capitán cristiano asegura que le anima una fuerza superior a la del moro, que tiene confianza en el brazo del Eterno y en la victoria próxima...". El día del alardo es subrayado, pues, por todos cuantos visitan Alcoy y conocen sus fiestas, hoy de "Interés Turístico Internacional". Día del alardo — el 24 de abril— y día de las embajadas, pues si bien la pólvora tiene un 25


protagonismo excepcional, fuera de toda duda, las embajadas preceden a esa demostración de poder omnímodo y de estertórea batalla, y constituyen un acto —un doble acto— verdaderamente hermoso. El argumento de la Fiesta está precisamente, en ellas mismas.

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V LA REGLAMENTACIÓN, NOVEDADES Convendría conocer la consideración y valoración que el personaje "embajador" ha tenido en la Fiesta, y en el ordenamiento de esa misma Fiesta. Para ello es menester estudiar algunos de los reglamentos, comenzando por el primero. En el capítulo I de la ordenación festera de 1839 —un año después de la publicación del texto de las embajadas—, al hablar de la Junta General se señala que deberán asistir a ella "los 6 empleados de Moros y Cristianos y los cuatro directores, los dos sargentos primeros de Moros y Cristianos y los alistados a la Concordia". Dice José Luis Mansanet, glosando este capítulo, que "al distinguir entre los seis empleados y los dos sargentos primeros parece que en el número de seis incluye, además de los dos capitanes y dos alféreces, a los dos embajadores". La verdad es que la figura del embajador, y a lo largo y ancho de los años ha tenido una situación confusa, algo así como "ahora te pongo y ahora te quito", y dependía siempre, y hasta 1883, de la figura del alférez, a quien acompañaba y acompaña todavía. En la reglamentación de 1862 se omite a los embajadores, y nada de ellos se dice de forma clara. Al hablar en reglamentos posteriores —1880, 1900 y 1918— de "empleados" tampoco quedan fijados y explicitados los embajadores, hasta llegar a 1935. Ya recientemente, en la "Ordenanza de la Fiesta" de 1965 en el capítulo III que lleva por epígrafe el de "De los personajes Festeros" se dice que son "aquellas personas que ostentan durante la Fiesta los cargos representativos de las siguientes figuras: Sant Jordiet, Capitanes, Alféreces, Mossén Torregrosa, Embajadores, Sargentos y Alcaide del Castillo". Los embajadores sólo tendrán voz y no voto, tal como los sargentos, por ejemplo; pero bien, ahí están presentes. 27


Y los embajadores, el cargo de embajador, ha sufrido a lo largo del tiempo diversas calificaciones. Fueron "empleados", "personajes", como se lee en la "Guía del Forastero", de Martí; y "jerarquía festera" en 1952. De cualquier modo el embajador no es un fester cualquiera, es representativo, está cualificado para un menester exclusivo y merece, por ello, por la responsabilidad que su misión entraña, toda clase de subrayados y de consideraciones. Hubo una época —los años de Vicente Bou, por ejemplo— en que tenían una asignación, no un sueldo sino una mera gratificación, y hasta tal circunstancia pretendió prolongarse algún tiempo pero definitivamente quedó anulada. "No es paga per res". La embajada es algo que no se paga con todo el oro del mundo, incluso podría darse el caso de que alguien con inmensa ilusión pudiera espetar: "Pagaría lo que fora per poder fer l'ambaixada...". Esto si, esta aseveración es más probable. Otros datos que en este revoltijo de noticias sueltas pretendemos aunar aquí se refieren al lugar de ensayo de la embajada. Últimamente, desde hace mucho, ha sido en la Venta "Saltera" donde se han efectuado los dos ensayos —pocos, desde luego, y convertidos más bien en un acto lúdico más que en ensayo propiamente dicho—, incluso en la Venta del Pilar ha habido alguno, al menos uno que se sepa, y en el mismo Casal de Sant Jordi, pero en otras fechas los embajadores, los capitanes, los centinelas y los acompañantes se trasladaban a otros sitios. Así, por poner un ejemplo, en 1904, el segundo día de Pascua "se ensayaron las embajadas en el Barranc la Batalla y punto donde está situada la Fuente del Molinar". Otra fecha a tener en cuenta es la de 1928, cuando es presidente de la Asociación de San Jorge Camilo Badía Grau. En el tomo VI de las Actas, folio 83 leemos que para ocupar el cargo de embajador cristiano se "presentaron las candidaturas de Enrique Moltó Abad, Alberto García Selles y José Lucas Sirvent", siendo designado el primero, Enrique Moltó "El Paraigüero", que actuó como tal hasta 1940, con el paréntesis, claro, de la guerra civil. De algunos embajadores realmente recientes tenemos pocas noticias y a veces, incluso, confusas. Existen dos figuras con datos contradictorios. La primera se refiere a Enrique Moltó Abad, del que acabamos de hacer referencia, conocido en los medios locales como "El Paraigüero", oriundo de Muro —o posiblemente de la misma villa aunque afincado desde siempre en Alcoy— quien desempeñó el papel de diplomático cristiano hasta 1940, y que tuvo una extraña ocurrencia —muy del momento, por otra parte— cual fue el gritar desde el balcón del Castillo al terminar su parlamento "¡Arriba España!" y "¡Viva Franco!", siendo coreado por el público. De su oponente Alberto Jordá Selles —no García Selles— se sabe —y aún


hay testigos del hecho— que en medio de su discurso solicitó un botijo de agua, pues tenía la garganta seca quizá por la agitación de días anteriores más que por el esfuerzo declamatorio. Y, lo bueno del caso, es que de la propia comisaría de policía que estaba en unas dependencias del Ayuntamiento le sirvieron el "botijo", que él cogió con vehemencia echándose el pitorro a la boca ante la risa, la sonrisa, los aplausos y también la estupefacción del respetable. De "El Pintoret", es decir Vicente Pérez Bosch, que ejerció el cargo en el bando moro un dilatado período de tiempo, desde 1899 hasta 1927, conocemos igualmente muy pocos extremos. Existen fotografías suyas en actos distintos — entrada de moros, procesión, embajada—, utilizando diversos trajes, uno de ellos el de Miguel Sempere Castañer, "Cuaranta", capitán que fuera de la Llana. Y en alguna parte hemos leído que disfrutaba de una fisonomía muy característica: "era ampie, gross, polit i no molt alt. Tenía una tremenda veu de barranc". "El Pintoret" llegó a tener su pequeña —doméstica y humilde— leyenda. El hombre no era demasiado ilustrado, Memorizaba todo el texto de pe a pa porque le costaba—bastante— leer, y, además, estaba aquejado de cierto defecto en la laringe, por lo que su pronunciación tenía una especial musicalidad. Cada año irremisiblemente el público esperaba con ansia ese especial momento que en sus labios adquiría un contexto distinto: "Véncelo todo con su solo nombre: tal es el miedo y pasmo que han infundido que, en oyendo decir, ¡Mahomed viene!, se le rinden las plazas y [castillos...". De las actas de la Asociación de San Jorge recogemos un acuerdo de 28 de mayo de 1946 en el que se decide el nombrar embajadores sustitutos para preveer cualquier contingencia, como podría ser la indisposición de los titulares, a José Linares Soler para el bando moro, y a José Tormo para cubrir vacante en el bando cristiano, "los cuales vendrán obligados a hacer las veces de capitán en los momentos del castillo". De Tormo hablaremos más tarde pero José Linares empieza en este momento su larga y brillante carrera diplomática, con el paréntesis únicamente de un año en que dejó de actuar por guardar luto, o quizá enfermedad. En efecto: en 1951, por indisposición de José Linares actúa de embajador moro Rafael Insa Satorre, un gran actor y exquisito rapsoda. Fue un día de lluvia intensa, tanto que la embajada prácticamente no pudo realizarse. Los ensayos —que había dirigido el propio Pepe Linares— sirvieron, pues de bien poco. Una vez más las lluvias de abril hicieron su presencia y "arrasaron" con la ilusión y


la emoción de un hombre que, sin lugar a dudas, hubiera sido un extraordinario embajador. Algo importante en la "puesta en escena" de las embajadas ocurre un año después, en el 52. Se robustece el acto con la inclusión de clarines y trompas que interpretan unos toques específicos compuestos exprofesamente por el músico alcoyano Pepiquet Carbonell. Son éstos, y por este orden: 1a Atención, 2° Llamada a Capitán, 3º Llamada a Embajador, y 4a Llamada a Combate. El cronista de la Asociación de San Jorge don Paco Boronat, después presidente de la entidad, lo anota así en su crónica: "...en este año robusteció la patética solemnidad del parlamento en la Embajadas de moros y cristianos, la introducción, durante la misma, de unos toques de clarín compuestos adrede por el director y compositor alcoyano don José Carbonell García... También se ha incrementado el número de jinetes en el cortejo formado para la misión de recibir y acompañar cerca de la fortaleza al Embajador del bando enemigo. Pequeños detalles estos —afirma— que ponen de manifiesto el constante afán y el celo inquebrantable por parte de la Asociación de ir mejorando año tras año hasta los más mínimos detalles...".


VI FOTOGRAFÍA, MÚSICA Y LITERATURA Tendrá que señalarse que en 1985 siendo presidente de la Asociación de San Jorge Enrique L. Sanus Abad, se presenta una propuesta a la Asamblea General que levanta expectación desde el principio. La firma el conseller de honor Roque Monllor Boronat, solicitando que las embajadas, las dos —no solamente la conocida "plegaria"— sean recitadas en los años venideros, en lo sucesivo, en lengua valenciana, existiendo como así es, y desde 1966, la versión magnífica por cierto— del poeta Valls Jordá. Y aunque parecía —la época lo demandaba— que esta moción iba a triunfar, lo cierto es que no prosperó en absoluto. En el seno de la Asamblea se debatió el tema con cariño y reticencias, tal es el caso, y la moción que se veía en franca derrota tuvo que ser retirada. Las embajadas continuarían tal y como hasta el presente. Una ocasión quizá única para introducir este cambio radical. El periódico CIUDAD así lo entendía en aquellos días, publicando comentarios y glosas, sobre todo al llegar abril y dar a la luz su ejemplar extraordinario de la Fiesta de Moros y Cristianos. Se disponía del libreto con las versiones castellana y valenciana; la castellana, incluso había sufrido una revisión buscando una mayor adecuación, la "limpieza", diríase, en ciertas expresiones, suprimiendo algunas palabras muy pocas, por otro lado— o modificándolas con el ánimo de no zaherir su sentido. La "plegaria" también había tenido sus problemas en la época en que era alcalde Francisco Vitoria Laporta y presidente de la Asociación don Paco Boronat Picó, pero se había impuesto finalmente y aceptado —desde el principio— por el público. Por otra parte, hablar de embajadores y embajadas y no señalar lo que ha


significado la fotografía en todo ello entendemos que no sería justo. Podrían ser recordados en este apartado aquellos fotógrafos que mejor o más oportunamente han captado imágenes del acto y los gestos y actitudes de los embajadores, con lo cual nos han proporcionado una documentación gráfica de excepcional interés y a la vez belleza. ¿No será de José Asorí, pintor y fotógrafo, esa "placa" que existe con el castillo, anterior a 1894? Y después, a comienzo de siglo, las instantáneas tomadas en la plaza de San Agustín, abarrotadas de gente a las cuatro de la tarde cuando comienza el parlamento cristiano ¿a quién deben atribuirse? El escritor Alfonso Carbonell publicaba en "La Prensa" de Buenos Aires — 27 de abril de 1930— un artículo titulado "Una tradición española: las fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy" y en la fotografía que ilustra el trabajo aparecen las "autoridades" o "personajes festeros" de la época, entre los que podemos ver a los embajadores Bou y Quereda. Y un poco después el semanario "Estampa" —18 de mayo de 1935— utiliza fotos de Llompart fijándose igualmente en momentos relacionados con los parlamentos y los parlamentarios, incluso, y es una curiosidad, cambiando el pie en tales instantáneas y cometiendo un pequeño error. Premiadas o no en los concursos de fotografía ahí están las magníficas realizaciones de los artistas alcoyanos: Matarredona Sanchis o Sanchis a secas, Carlos Palacio, Foto Studio, Pérez Jordá, Laboratorio Azul, Joaquín Sandoval, José Abad, Palomera, Navarro Benito, Valero, Crespo Colomer, Elias Seguí, Pedro Serrano, García Sáez, Ortiz León, Paco Grau y Cabello Sánchez, entre otros, captando actitudes, imágenes sugeridoras —algunas de ellas con su anécdota—, ademanes precisos. En la parte musical es menester recordar la marcha árabe "L'Ambaixador", del maestro Amando Blanquer Ponsoda, partitura premiada por el Ayuntamiento de Alcoy en 1958, así como más recientemente la marcha cristiana del joven compositor Rafael Mullor Grau "L'Ambaixador cristià", de 1982 que suponen dos ajustadísimas piezas para una y otra entrada de cada 22 de abril. Recordemos con este fragmento del soneto de Antonio Candela Carbonell, quizá la amplia aportación literaria al tema, que luego se verá en el campo de la investigación de mano de los historiadores, filólogos y estudiosos de nuestros Moros y Cristianos: De los montes desciende la Embajada Clarines de oro y sol lanzan su aliento con voces de metal, y Alcoy atento se congrega en la plaza amurallada.


Y acabemos, sin hacer exhaustiva la búsqueda, señalando que desde que en 1838 se publicara el actual texto, han sido diversas las ediciones que se han lanzado en nuestra ciudad, agotados los libretos de las emisiones precedentes. La primera, por supuesto, la que surge del obrador de Francisco Cabrera, situado "frente al beaterio",con un maravilloso grabado o xilografía. Pronto, de 1840, es la edición que brota de los talleres u "Oficina de Martí". Y José Martí publica en 1866, "ordenada y corregida" otra edición. Conocemos ejemplares cuyo pie de imprenta reza: "Imp. Vda. e Hijos de A. Payá", sin fecha. Otra de la Imprenta de Francisco Company, quizá anterior. Y ya en nuestro siglo, el libreto que lanza la Imprenta "El Serpis", el de la Imprenta Comercial y el de la Imprenta "La Victoria", de 1967, con portada reproduciendo la bella fotografía de Antonio Abad. Recientemente, la librería Lloréns, de la calle de San Lorenzo, publica otro libreto, y otro popular la misma Asociación de San Jorge. Y ahí está, lozano, fresco, con sus pequeños anacronismos, con sus grandilocuencias, sus tonos acompasados y sus vehemencias este texto de autor anónimo ¿todavía? que acaba de cumplir siglo y medio de existencia en su primera edición. Y ahí quedan, con lagunas, páginas en blanco, anécdotas y vivencias, los personajes —los importantes personajes— que han declamado verso a verso toda la obra. Arrogante ginete lleva izada la bandera de paz; flota en el viento el ansia de escuchar el parlamento con emoción de novia cortejada. —¡Ah, del Castillo!... Lejos... ¿Quién llama? Callan los añafiles, arden lanzas en las torres, hogueras en la sierra; y el discurso, que en verso se derrama, tras mucho porfiar, mata esperanzas con el grito final de: —¡Guerra, guerra!...

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VIl VICENTE BOU BLANES, BARÍTONO Y EMBAJADOR CRISTIANO ¿Quién no ha oído hablar en Alcoy del "Teatret de Bou", de esas funciones que últimamente se montaban en el escenario de la Sociedad El Trabajo los domingos? Incluso uno recuerda muy a lo lejos una representación de "El Barquillero" allá por 1950. Bou era el alma y el impulsor de este grupo de aficionados que hacían las delicias de nuestros mayores. Y él fue además, y durante bastantes años, el hombre que recitaba los versos de la embajada, que daba réplica a la hostilidad mora: "Al que te envía dirás, que pocas veces se vio en el español la villanía de entregar los castillos y las plazas sorprendido de dichos y amenazas..." Nace en el seno de una familia sencilla en 1886, enormemente aficionada a la zarzuela, por lo que pronto, chico todavía, se adscribe a uno de los muchos grupos y rondallas existentes en la población; y con él su hermano Emilio, dos años más joven. Ambos acuden después a la Capilla Santa Cecilia que dirige el músico alcoyano Jorge Mira. Estamos en 1905. Juan Javier Gisbert pormenoriza en un documentado artículo aparecido en CIUDAD la vida de los Bou en el campo de la lírica, su paso por la pequeña compañía de José Angeles y por la de Pablo Gorgé. Vicente sale contratado en una gira por varias provincias españolas, y llega a cobrar, merced a su "profesionalidad" hasta 75 pesetas por actuación... arriba a cantar con el ilustre Hipólito Lázaro una excelente "Marina", y con Miguel Fleta una "Carmen" de antología. Ernesto Valor recoge su figura en su más reciente libro sobre la música en Alcoy. 35


Pero Bou, Vicente, representa un papel excelente en los Moros y Cristianos. Es en los años veinte cuando ocupa el cargo de embajador moro. Sus interpretaciones son recordadas con cariño y hasta con nostalgia. Sabía matizar, y con esa apariencia de parlamentario palatino que le proporcionaba el traje que usó durante muchos abriles, traje suyo y personal con el que había representado tantas veces el papel de "Micone" de la zarzuela "La Dogaresa", arrancaba con facilidad los aplausos del público que se congregaba en la Plaza de la Constitución tanto en la mañana —donde ocupaba el castillo— como por la tarde, cuando realmente era el verdadero protagonista. Marlota de terciopelo, medallón al cuello y capelo emplumado, exactamente igual que hiciera el capitán de la filá Guzmanes en 1911, en su desfile por la calle de San Nicolás. Rafael García Moltó, Sant Jordiet en 1907, cita en su artículo "Recordando tiempos pasados" —Revista de 1976—: "las embajadas de Bouet y El Pintoret, tan admiradas por los aficionados a la declamación..." Y Josep García Llopis en su "La Festa de Moros i Cristians en la provincia d'Alacant"—Revista del 86— evoca a entrañables personajes de la Fiesta, tales como Samarita, Chava, Mona, Tío Sou, El Melozo y "Bouet, l'ambaixador". Bou, que era de la misma quinta que Alfonso XIII, del año siete, compartió el cargo teniendo como oponente a "El Pintoret", y se retiró del cargo en 1923, volviendo a las actividades primeras, las líricas, en las compañías locales y en la que él mismo organizó. Trabajaba de encargado de "villas" en manufacturas Carbonell y sufrió la guerra civil y las incomodidades e incomprensiones que de ella se derivaron. Los hermanos Bou —Vicente y Emilio— fueron acusados de subversivos por su participación en los festivales republicanos y por activistas del llamado "socorro rojo". Treinta y tantos días encerrados en "El Sueco" —cárcel y hospital— hasta que la verdad y la cordura tuvieron que imponerse para poder salir indemnes, absueltos de tales argucias. Conviene recordar que sus padres se llamaban Vicente y María, y que muy joven, en 1907, ya actuó de embajador, el mismo año que le reclama la "mili", no apareciendo su nombre en las actas de la Asociación de San Jorge hasta 1919. Una buena anécdota es la que hace referencia a aquel año en que estando de "tourné" por España, como cantante, se acercaban los días festeros de Alcoy y Bou no llegaba. Fue su hermano Emilio quien se vistió con sus galas y, como era más bajo, le venían grandes y amplias. Era "Bouet". Poco antes de las 10 de la mañana del día 24 llegaba Vicente a Alcoy y salvaba de tan enorme apuro a la Asociación y a las fiestas. Por aquellos años cobraban los embajadores entre quince y veinte duros como "empleados" que eran o se consideraban por la directiva festera, pero Bou 36


no solamente se gastaba tal cantidad sino que ponía otro tanto invitando a los músicos que llegaban a su domicilio a recogerle. Emilio tuvo que correr, de su peculio particular, con el convite, y nunca Vicente devolvió la cantidad al hermano menor, una deuda "ad aeternum". Muere Vicente Bou Blanes en su domicilio de la calle Casablanca número 44 el 9 de febrero de 1956 —año en que fallece también Antonio Quereda, embajador cristiano primero, y moro después—, y la referencia a su óbito se publica en la Revista de Fiestas de ese mismo año. Se trata de una fotografía de 1922, en la que las dignidades festeras, los "cargos" como se decía, ya aparecen ante la fortaleza-castillo el día del alardo: Emilio Pascual Esteve, capitán de los Mudejares y Julio Payá Gisbert capitán de la filá Navarros. "Con ellos leemos— aparece Vicente Bou, el barítono que tantos años actuó de embajador, fallecido en este pasado febrero". También conviene aducir que en estos años se efectúan un acto —desaparecido desde hace mucho tiempo ya— que es el asalto en vivo a la fortaleza. El fotograma que cedió para "Nostra Festa" Enrique Lloréns logrado de la película de su propiedad, impresionada por la Vastad Films AG de Berlín, bajo la dirección artística de Armand Guerra y fotografiada por Wili Briesemann en 1923 —cuando Vicente Bou es embajador— es todo un documento. El título del film: "Alcoy: sus célebres fiestas, sus costumbres, sus industrias, sus alrededores pintorescos. Las comparsas de Moros y Cristianos recorren la población al toque de diana". Véase pues "Nostra Festa" volumen III; páginas 230 y 231.

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VIII ANTONIO QUEREDA POVEDA, TRES VECES EMBAJADOR DE ALCOY Dicho así, de tal modo, parece que la cosa tiene "pelendengues". ¿Un embajador alcoyano? Y, ¿por qué no? Alcoy los tuvo, y buenos además. El nomenclátor urbano nos lo testifica, no es un mero rotulillo ese que reza: "Embajador Irles", un alcoyano que desempeñó altos cargos en tiempos ya pretéritos, allá en la República de Venecia. Pero, el embajador Quereda, esta es la verdad, es rancho aparte, pertenece a otro "cuerpo diplomático", cual es el de los Moros y Cristianos de nuestro pueblo. Alcoyano de cuna, Antonio Quereda Poveda nace un 31 de julio de 1886 en el seno de un humilde hogar. El será toda su vida así, humilde, campechano y socarrón, un hombre al que le rezuma alcoyanía por todos los poros. De joven siente la comezón del teatro. Tiene —y él lo sabe— una clara disposición por las tablas. Todo le empuja hacia el escenario: cierto donaire, espléndida voz de bajo, gesto y actitud. Y muchos son los alcoyanos que aún le recuerdan en "La ovella descarria", pieza de nuestro teatro vernáculo que se representó durante días y semanas en el escenario de la Juventud Obrera del "Patronal de Mossén Jusep". Alguien puede que le tenga presente como primera figura del desaparecido Teatro Cervantes, cuya compañía dirigía algunas temporadas Vicente Ibáñez. Pero lo que es digno de subrayarse, con trazo firme además, es aquel "Tenorio" zorrillesco que don Emilio Vilaplana hacía al filo del mes de noviembre en el teatro Calderón y en el que intervenía Quereda. Tal año —que sentimos no aclarar con exactitud— el célebre actor Francisco Morano actuaba con idéntica obra en el anfiteatro del Circo. A "Capeta" y a Quereda —que daba 39


vida al Comendador— se les llenaba el local, hasta el mismísimo "paraíso", mientras que a Morano le escaseaba bien sensiblemente el respetable. Quiso entonces averiguar Morano la razón, acude a ver al grupo local, y después del primer acto habla con Quereda y le propone convertirle en el actor de carácter de su compañía a lo largo de una amplia gira por América, que va a emprender de inmediato. Teatro clásico: "El alcalde de Zalamea", "Volver a vivir", "La hechicera en Palacio" y un largo etcétera; el Sainete valenciano —y la estracanada—, sin olvidar nunca la españolísima zarzuela: "Bohemios", "La tempestad" y tantas y tantas otras piezas singulares. Quereda actúa en su Alcoy del alma con categoría y méritos de auténtico profesional, de "estrella". Mas la verdadera creación de Antonio Quereda Po veda —con ser muchas las que en el teatro realizó— está en la Fiesta de Moros y Cristianos, y también en la alcoyanísima Cabalgata de Reyes Magos. Un amigo de la Capilla de Santa Cecilia —entidad a la que Quereda está vinculado por sus aficiones al canto y la música—, conocido popularmente por "El Pintoret", hombre que dispone de buena voz y que es, además, notable actor, le requiere en torno a 1923 para actuar junto a él en la declamación de las embajadas. Vicente Pérez B osch "El Pintoret" es, en ese momento, embajador moro. Se produce la vacante en el campo contrario y salta la oportunidad. Quereda es fester. Ha sido individuo y uno de los cofundadores de los Alcodianos de túnica y lanza, ubicada en "El Patronal", sabe, por lo tanto, lo que es y lo que significa sentir y vivir la Fiesta, por eso le entusiasma la idea de la embajada... Y así, el 24 de abril de 1924 —dictadura de Primo de Rivera—, con un vientecillo que sabe a azufre, un ambiente denso de pólvora y sol, Quereda responde con energía y decisión a las bravatas del acreditado mahometano: "Basta moro: no más; obra a tu arbitrio, que yo he resuelto ya verter mi sangre por Dios, la patria y por el Rey que sirvo..." Un éxito. Un auténtico y sonado éxito este año en el que los alcoyanos se han ido a África, en que Gonzalo Cantó publica su célebre poema "Soy moro", y en que a propuesta del pintor Cabrera Cantó vuelve a la Fiesta —día 21— la Cabalgata Histórica de los 40 caballeros de don Jaime, iniciada en el siglo pasado e interrumpida años y años. Quereda triunfa rotundamente. Su voz de bajo, grave y bien timbrada resuena desde el balcón del castillo. Los aplausos del público corroboran su "buen decir". Por esta época —todo parece encajar— el excelente sacerdote y poeta 40


Enrique Abad Vilaplana —que será vicario de San Jorge— escribe el primer "bando" del que se tiene noticia para la Cabalgata de Reyes, en manos de la filá Guzmanes entonces. Quereda es requerido para dar vida a este anuncio ingenioso y esperanzador: "Per orde de Ses Magestat Els Reis Magos de l'Orient, Tinc encarrec d'anunciar-vos un gran aconteiximent..." Fallece "El Pintoret", su amigo, y a Quereda le seduce y hasta le entusiasma "convertirse al islamismo". Es para él un alto honor suplir la figura del compañero desaparecido. Y la Junta Directiva de la Asociación de San Jorge no pone reparo alguno y le autoriza a convertirse en el embajador de los moros. Trueca túnica de cruzado por alquicel muslímico, empenachado yelmo por turbante de pedrería, y cuando estrena su nuevo cargo tiembla el esfalto alcoyano de la Plaza de la Constitución bajo el eco de su potente voz: "Cristiano, piénsalo bien: di a tu gente que se vaya, que busque amparo y refugio en las cuevas o montañas; que viva en paz algún tiempo, si es que la vida le agrada..." Es embajador cristiano en los años 1924, 1925, 1926 y 1927, y moro desde el 28 al 32, y en múltiples ocasiones emisario de los Magos de Oriente. Es un hombre afable y sencillo. Trabaja en Dimas Vitoria; después, es operario textil de Salvador García, y más tarde y hasta su muerte —ocurrida el 4 de marzo de 1956— ordenanza del Excmo. Ayuntamiento, macero en múltiples actos públicos y protocolarios. Ha arribado al Ayuntamiento por su propio valer, y por los buenos oficios del alcalde Francisco Moltó y el cura de la Real Parroquia de San Mauro, Vicente Gomis. Se le aprecia y se le considera en su pueblo. Pese a todo nada se dice de él cuando fallece, y la Revista de Fiestas omite esta circunstancia en sus ediciones del 56 y 57. Este mismo año también muere Vicente Bou Blanes, embajador cristiano durante muchos años y —lo que son las casualidades—nacido como Quereda el año 86. Casi, se diría, y en lo tocante a la Fiesta "vidas paralelas". "Como los propios ángeles", así recitaba las embajadas Antonio Quereda, al decir de quienes lo entendían y lo recuerdan. Yo alcancé un día, con su hijo, a oírle declamar —en privado, por supuesto— unas estrofas. A pesar de que era setentón, o a punto de alcanzar tal edad, aún el 41


embajador tenía registro y tenía gesto. Aún se envalentonaba y recordaba, al completo, ambos parlamentos. "¿Quina vols, la mora o la cristiana? Me les sé les dos... Ai, quins dies aquells. ¡Qué distinta es la Festa de huí!..." Quien esto escribe tendría doce o trece años. Era mi primer año en la filá Navarros...

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IX SALOMÓN SANJUÁN ROMEU, EL GRAN EMBAJADOR DE LA POSTGUERRA Si uno coteja los ejemplares de la Revista de Moros y Cristianos de los años cuarenta se encontrará a menudo con bellísimas fotografías realizadas por don Paco Mora referidas a unos personajes —centinelas, portaestandartes, caballeros y ricoshombres— que tienen por modelo a un único hombre: Salomón Sanjuán Romeu, actor de carácter, recitador extraordinario y embajador cristiano durante los primeros años de la primera década postbélica. Nacido el día del Pilar de 1905 (12 de octubre), su padre se llama Salomón Sanjuán Lecumberri, natural de Lumbier (Navarra), y su madre, Encarnación Romeu Giner, es oriunda de Benifato. La afición al teatro es algo que lleva en las venas desde siempre, es consustancial con su persona, y es el motivo de que, desde joven forme parte de la compañía de Emilio Vilaplana "Capeta", actor alcoyano que alcanza celebridad y que tiene el don de saber formar y educar a su lado, a otros actores. En su repertorio cabría recordar muchos títulos y célebres piezas, tales como "Don Alvaro o la fuerza del sino", tanto así como el popular "Tenorio" de Zorrilla, obra de la que procede una curiosa anécdota: Don Juan lo representaba Luis Matarredona Ferrándiz —su gran amigo personal, luego secretario de la Asociación de San Jorge, quizás el mejor y más imaginativo de los últimos tiempos—, él era don Luis Mejías. El primero usaba gafas de muchas dioptrías que, naturalmente, deja en el camerino, y a la hora de la lucha lo hacían ambos bastante separados. "Chi cau", le aspetaba Matarredona, que nunca encontraba la espada de su adversario; "Chi matam", le contestaba Salomón de manera taxativa, invitándole al fatal desenlace. Otra puede aportarse, referida en esta ocasión a la obra "Diego Corrientes", 43


cuyo papel principal corría a cargo de "Capeta", mientras que Salomón Sanjuán era el traidor del drama. Tenía que dar un trabucazo en el escenario y le prepararon a tal fin un arma un tanto especial. La detonación se produce pero el polvo que comienza a caer desde los telares es tal y tan denso, que cubre hasta la cuarta fila del patio de butacas. El drama, como puede sospecharse, queda en poco menos que en un Sainete humorístico. Pero Salomón Sanjuán es, desde su juventud, fester. Le encanta la Fiesta de Moros y Cristianos y la ama profundamente. Hace un variado recorrido por las diferentes entidades festeras o filaes hasta encontrar la "suya" —o las "suyas"y quedarse definitivamente en ellas. Viste el traje de los Montañeses, de los Marrakesch, y en 1946 —siendo ya embajador cristiano— "creua" en los Vascos, siendo ya fester de los Realistas. Dos a dos. Dos de moros y dos de cristianos, y para desempatar, embajador de las fiestas, embajador cristiano sustituyendo en el cargo a Enrique Moltó, "El Paraigüero", embajador en los años de la República. Estamos en 1941. La Fiesta entra en una etapa difícil. Reconstrucción y prestigio son dos de los objetivos que los directivos de entonces se trazan. La Guerra Civil ha producido el enorme vacío en los hogares y en el seno de las diferentes filaes o comparsas. La Asociación de San Jorge, con Romualdo Coderch Boronat al frente, tiene necesidad de "relanzarse", después de los duros años que ha atravesado. Hay que "dignificarlo" todo y hacer de nuestros Moros y Cristianos en honor de San Jorge el gran auto espiritual que el pueblo necesita, sin rencores y sin diferencias, con ilusión y entrega. "Enviadnos, Señor, a Jorge amado, nuestro patrón insigne, y con su espada esté en aquesta lid a nuestro lado, quede a sus sacros pies deshecha, hollada la media luna, y véase arruinado el pérfido Alcorán, secta malvada;..." Las estrofas que Salomón Sanjuán recita el 24 de abril del 41 saben nuevas. El pone énfasis, tono, gesto. Las vive en su interior. Le van y le cuadran perfectamente a su sensibilidad artística, a su alma y espíritu selectos. Los aplausos y los vítores se producen como un relámpago que todo lo ilumina. Es, se dice, otra forma de entender "l'embaixá", y, sobre todo, de vivirla. Y así durante ocho años más, hasta que en 1949 recita por última vez los versos que en más de una ocasión le han hecho llorar, aunque también en más de algún artículo han sido tildados de "ripiosos", cosa que, evidentemente, no es así. Una pequeña diferencia con un fester y en el seno de una filá le hacen 44


tomar su decisión irrevocable, aparte, claro, otras obligaciones profesionales y familiares. El se queda a la reserva y dispuesto, en cualquier emergencia, a volver al balcón del castillo lignario. Tanto es así que en una época, ya muy tardíamente —sería por el 67— llega a ensayar varias veces con ese otro buen actor que es Rafael Insa Satorre. Salomón se retira. La Asociación de San Jorge no puede dejar escapar esta "pieza", este hombre de vocación clara y netamente festera, y en 1955 —mes de junio—, le elige vocal para su junta directiva, la que entonces preside Antonio Aracil Pascual, y en la que actúa de secretario su amigo entrañable Luis Matarredona. La labor de S alomón en el seno de esta entidad —la primera de Alcoy— es enormemente positiva. Lo primero que se propone es lograr megafonía para el acto de la embajada. Sostiene que es necesario disponer de micrófonos y altavoces para no esforzar tanto a los personajes que declaman los versos decimonónicos. El público, el ajetreo y otra serie de circunstancias ahogan muchas veces la voz de los embajadores. Y Salomón Sanjuán lo consigue al año siguiente, para las voces de Mira y Linares. ¡Todo un avance y, por supuesto, un alivio, pese a las dificultades y los resultados a veces dudosos! "A pesar del esfuerzo de los Embajadores, que declamaron sus papeles con la maestría habitual—leemos en la crónica referida a la Fiesta 64, redactada por Salvador Doménech—, su actuación, quedó deslucida por fallo de instalación de micrófonos y altavoces que se montan en la Plaza para una mejor audición. Mañana y tarde se oyó mal al Embajador que estaba en la calle y sólo cuando le replicaban desde el Castillo se oía de manera bastante aceptable...". La otra faceta suya es —no podía ser otra— el teatro, los festivales líricos. Está en la comisión de actos y festivales que preside con toda eficacia, y en la que permanece doce años consecutivos. Son los años en que actúa en Alcoy Marcos Redondo, Dimas Alonso... En que se representa "Doña Francisquita", "La Dogaresa", "La del soto del Parral", en que se estrena "Al Azrach", de Juan Alfonso Gil Albors —abril del 57— dirigida por el magnífico actor y director Roberto Sansilvestre. La época en la que se inicia el renacimiento del teatro costumbrista alcoyano: "Primer la festa que els mobles", "El primer tro", de Santacreu y Valls, respectivamente... Salomón Sanjuán acudía en persona con otros compañeros de directiva a Valencia en busca de ropería y utillaje para las representaciones. El y Antonio Julia, Rafael Santonja y Rafael Gosálbez "Fafa" se personaban en Casa Insa para contratar el mejor material y al mejor precio. Quien esto escribe les acompañaba en muchas ocasiones y pasaba momentos deliciosos con aquellos hombres sensatos y festers sólidos y de solera. 45


La Asociación de San Jorge le nombra "Conseller de Honor" y más tarde le adscribe a la Comisión de Actos Culturales y Artísticos preparatoria para la programación definitiva del VIl Centenario. Pero Salomón Sanjuán no llega a ser testigo de este magno acontecimiento. Muere en mayo de 1975, y de él escribimos, como nota necrológica aparecida en CIUDAD: "Con la desaparición de Salomón Sanjuán Romeu se extingue una raza, una manera de ser y entender la Fiesta, la Fiesta de Moros y Cristianos, a la cual entregó sus mejores empeños, sirviéndola con honestidad y entusiasmo...".

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X

JOSÉ LINARES SOLER, VEINTISIETE AÑOS EMBAJADOR MORO. TODA UNA INSTITUCIÓN Quiere ser embajador. Y quiere serlo en la mejor ocasión y oportunidad que haya. Así se lo expone a su maestro, el Salesiano José Sánchez, que es quien le dirige y le orienta en sus aficiones teatrales. Pepe Linares es un joven que a los veinte años ha vestido el traje de los Guzmanes, y que ha "arrancado" la Diana —la primera, claro— de 1940 y 1941. Siente, pues, la Fiesta, por eso no le cuesta demasiado esfuerzo aprenderse, memorizar los textos, todos, del libreto de las Embajadas. Y... ensaya durante cuatro años seguidos. Todos los domingos, sin que ello suponga sacrificio de clase alguna, está sobre el escenario del Teatro Salesiano. Declama sobre la escena y el maestro observa, corrige desde el "gallinero". Desde este mismo escenario ya cantaba Linares, todavía un niño, cuando contaba diez años. Después, poco más tarde, formaba parte del grupo de mayores que cada quince días montaba una obra: "La venganza de don Mendo", "El espanto de Toledo", "El Divino impaciente", "Los 4 robinsones". Y con él, actores locales de valía y de verdadera voluntad: Luis Matarredona Ferrándiz, Pepe Colomer, José Martí, Adolfo Arques, Armando Vicéns... ¡La guerra, tenía que ser el conflicto fratricida el que dio al traste con todas las ilusiones de todos y cada uno de los alcoyanos! Se desmoronaba un mundo y la muerte y la intolerancia, el rencor y el fanatismo lo invadían todo. Pepe Linares participa de ella y al término de los episodios bélicos parece que su vocación de embajador, sus ansias por cumplir esta ilusión largamente acaricia47


da va a cumplirse, pero... viene la "mili". Nada más y nada menos que tres años y medio vistiendo el uniforme caqui. Estamos, ya, en los 40. La Fiesta va a relanzarse. La Fiesta es la única realidad que es capaz de unir a los alcoyanos, de acabar con las diferencias, de integrarlos y vertebrarlos como pueblo y colectividad. Los embajadores titulares quieren dejar el cargo. Enrique Moltó "El Paraigüero" lleva ya años en el desempeño de tales funciones, y el moro también muestra cansancio. Se cree conveniente organizar un concurso y todo se dispone en los jardines del Teatro Calderón. Nada más y nada menos que cuatro candidatos optan a ambas plazas: Salomón Sanjuán Romeu oposita al bando cristiano; Alberto Jordá, Enrique Valls y Pepe Linares luchan por la plaza en el ejército moro. Naturalmente, Salomón Sanjuán sale proclamado —no por falta de opositores o candidatos, sino por merecimientos propios— embajador cristiano. Alberto Jordá y José Linares obtienen la misma puntuación pero... la "mili" le espera al segundo y es el primero en consecuencia, nombrado embajador para los años siguientes, desempeñando el puesto en el período 1941-1946. El servicio militar por fin acaba y, de nuevo, a casa. Alcoy espera y la Fiesta le llama. Vísperas de los Moros y Cristianos del 47 el embajador moro sufre una indisposición que hace pensar que va a ser imposible que actúe en sus funciones. Romualdo Coderch Boronat, presidente de la Asociación de San Jorge en tal época, llama a José Linares Soler para que se haga cargo de la responsabilidad de embajador. Solamente restan quince días para ensayar, para volver a leer los textos, para concienciarse de que en el agora principal de la ciudad tiene que recitar: "Cuando vean al moro con el sable en la mano, tan marcial, tan airoso, tan bizarro, tan fiero y tan ufano temblarán estos pocos miserables cristianos..." "¡Me caían unas gotas de sudor como perlas! —afirma Linares en una entrevista del año 82, efectuada por Santacreu en CIUDAD—. Aquello no es el teatro, donde las candilejas difuminan al público... Tú figúrate, en plena calle, en pleno día y todos escuchándome y siguiéndome con el librito en la mano...". Veintisiete años declamando los versos anónimos de 1838 son muchos años, más de un cuarto de siglo, toda una vida. Y Pepe Linares ha vivido en ese largo período toda clase de experiencias, de circunstancias. Tardes de sol mágico y días de lluvia y hasta de frío invernal. El conoció la implantación del micrófono. 48


Era algo que hacía falta pese a que el público —sobre todo el que procedía del teatro— mostrara sus reticencias. "En el presente año, se instalaron altavoces para que todo el público las oyese bien —escribe el cronista de fiestas, don Paco Boronat al redactar los actos de 1954—. Las opiniones que hemos recogido sobre esta innovación son contradictorias... Los embajadores admirables, gustándonos cada día más el modo y manera de declamar de los embajadores". Linares en las vísperas de ser embajador ha sido también "contrabandista". Es como su "reentré" en la Fiesta el año 1944, cuando ostentaba el cargo de Alférez Emilio Ferrándiz Serralta, y fueron Enrique Matarredona y Antonio Aracil quienes le arrancaron la "creuá". La Fiesta iba a más cada día, cualquier dificultad se allanaba ante ella. Y, por fin, embajador. Aquel año inaugural véase la Revista de Fiestas de 1948— posa junto a Salomón Sanjuán, Ismael Esteve "Foya", Emilio Jordá, Pastor Picurelli "Pastoret" y Cresencio Abad, y el traje de éste —Domingo Miques— será, precisamente, el que luzca en años posteriores, cambiando unas pocas piezas. José Linares desfila sobre la joroba de un dromedario la tarde de moros de 1954, cuando corresponde la alferecía a los Abencerrajes, y en una ocasión sufre un tremendo resfriado que le obliga a guardar cama y estar ausente de los actos previos al día 24. Se le hincha a penicilina y así sale de casa para responder adecuadamente a su "obligación" de exigir la rendición de la fortaleza por la mañana, tanto como de despreciar al cristiano por la tarde, retirándose seguidamente al domicilio. En otras ocasiones Linares se ha vestido únicamente para el acto cumbre. Así en 1966 representa el cargo de embajador "sin voz", podría decirse, Mario Dura Devesa, y al año siguiente es embajador moro el primer día —para la entrada— José Fullana Benavent. Y antes, en el 51, es embajador moro ocasionalmente Rafael Insa Satorre, un hombre también procedente de las filas de Talía, capitán de los Berberiscos en 1984. De 1953 dirá el cronista de fiestas después de relatar la estafeta: "las subsiguientes embajadas fueron dichas con elegancia, llegando a emocionar a los oyentes, el tono patético y expresivo ademán de ambos embajadores... Muchos años juntos Fernando Mira y José Linares hicieron posible una compenetración total y absoluta. Perfectos actores, además, crearon un estilo y un modo muy personal, incluso en la otra faceta —no demasiado cuidada, por no decir nada— que es la secuencia de la lucha al arma blanca. Ellos actuaban de verdad, llegaban incluso a producirse ligeras heridas con la espada y el corvo sable. "Siempre salíamos lesionados... Con Fernando Mira me pasó —dice— que soltamos las armas y se asió a mi cuello sobre un torreón y por poco salgo 49


despedido al vacío". Ahí están las buenísimas fotografías de Crespo Colomer testimoniando esta magnífica realidad, este verismo que solamente entre gente que siente profundamente lo que hace se podía —y se pudo— producir. En 1974 cuelga los hábitos, y en el Mig Any se le considera, junto a Mira, el embajador que ha marcado una época de oro. En febrero del 81 es declarado "fester de Honor" y recientemente, en las vísperas de las fiestas de 1988 fallece este buen alcoyano, este fester íntegro e integral. Este hombre temperamental absolutamente ganado para la causa de la Fiesta, aguerrido, valiente, persuasivo, declamador inconfundible. De él escribimos años atrás: "Por un extraño fenómeno que los festeros solemos explicarnos con facilidad, José Linares Soler ha sido en esos momentos cruciales, exactos, insustituibles, el auténtico parlamentario, el verdadero portavoz de ese Al-Azraq mítico y sugestivo".

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XI FERNANDO MIRA MONDEJAR, EMBAJADOR CRISTIANO DE 1950 A 1967 Un día de los enamorados de 1923 —la denominación todavía no existía, aunque sí era el día de San Valentín— nace en Alcoy Fernando. Su padre es Rafael --"Rafelet"-- Mira Gisbert, y su madre Carmen Mondéjar Alarcón, apellidos murcianos los suyos puesto que su lugar de origen es Cabezo de Torres. Lo que más le atrae a Fernando, y desde niño, es el ajetreo de las bambalinas, las candilejas... esa especie de fulgor y misterio, de realidad y mentira que se respira encima de un escenario. Y tiene ocasión de participar y "hacer teatro" en el Colegio de los Maristas, cuyo grupo o "compañía" dirige Rafael Coloma. La obra "Nobleza y patriotismo", título que es todo un poema, y que procede de la "galería Salesiana" es su primer papel. Luego, vendrá "El maestro Canillas" y otras muchas piezas. Muchas de verdad, y zarzuela en épocas posteriores. En el grupo teatral está Emilio Vilaplana "Capeta" —un verdadero maestro en la escena, discípulo que ha sido de Ricardo Calvo— y Vicente Bou Blanes, embajador en la fiesta de Moros y Cristianos, y Adolfo Arques "Carrancho", y Teresita Pérez, actriz con la que más a gusto se ha sentido Fernando, y con la que ha trabajado en multitud de ocasiones. Por otra parte, Fernando es, ocasionalmente quizá, festero. Su padre le ha proporcionado traje de la filá Verdes. Esa fotografía que guarda, montado a horcajadas sobre un caballo de cartón es todo un testimonio. Le gusta la Fiesta, la siente a su modo y a su aire, pero le tira más el teatro, la amistad con Enrique 51


Valls — autor y actor— con Fabián Company "El llanderet", con Salomón Sanjuán... Y aquí se produce el hecho: Salomón Sanjuán Romeu quiere acabar. Ya ha sido embajador durante varios años, y es él mismo quien propone a Fernando para la sustitución con carácter, eso sí, de "titularidad". La embajada, piensa él, hay que saberla declamar y representar. Se necesita a un actor para ello, y Fernando Mira Mondéjar lo es de los pies a la cabeza. Tiene que "estrenarse" pues, como embajador, en el 49, pero es el año en que contrae matrimonio y se ve obligado —así lo desea— a retrasar su aparición en el amplísimo escenario de la Plaza de España, hasta 1950. El primer traje que viste es el que luciera un año antes Alfonso Seguí Pérez como capitán de los Astures. No existe todavía el micrófono, hasta que se implante en 1954, y no obstante, su voz bien timbrada, su actitud gestual, el sentimiento que pone en cada palabra son factores poderosísimos para los triunfos —cada año uno— que cosecha, los aplausos que interrumpen sus parlamentos y los benepláticos que le llegan de todas partes. Recuérdense las breves pero entrañables palabras que le dedica el cronista de fiestas, José Moya Moya aquel año de "debut": "...D. Fernando Mira Mondéjar, quien con potente y clara dicción formó un excelente conjunto...". El nuevo embajador ha emprendido su tarea con la filá Tomasinas, las viejas, aquellas de "la ma al costal", con "Fleta" como alférez, y al cabo del tiempo, de diecisiete años, en el 67, acabará con los Andaluces. Antes de abandonar definitivamente el cargo, sin embargo, dejará paso, en la mañana del 24, y sobre el balcón del castillo de madera, al sucesor Miguel Martí. Fernando Mira tiene, pues, muchas cosas que contar. El es reservado y quizá, por eso mismo, egoísta. Tantas y tantas vivencias que pululan en su interior, que forman parte de esta vida "festeramente" intensa, rica y enriquecedora a la vez. Viste dos trajes más. En sus años tanto el sargento mayor como el embajador se proveían de la ropería de la Asociación de San Jorge y para ellos —cargos principalísimos los dos— no se confeccionaba ropa a cosa hecha. Se adaptaba la que capitanes o alféreces habían lucido años antes o, incluso, sin adaptación alguna, tal y como aquellos la vistieron. Después del traje astur se le proporciona el magnífico atuendo que en 1950 utilizó Agustín Payá Pascual como capitán de la filá Navarros. Es un traje excelente que hoy debería estar en las vitrinas del Casal de Sant Jordi, pero que entonces no sirvió sino para este menester. Es el traje, dice Mira, que mejor y más a gusto he llevado: sencillo, elegante, cómodo, medieval... Después, el que fue del capitán de las Tomasinas —ya nuevas y reformadas según diseño de 52


Guarinos—, traje con el que concluye su "carrera diplomática", filá, además, con la que empezó. De su rico anecdotario cabe recordar aquel año de lluvia intensa—1955—, torrencial, inclemente, en el que se quedó solo en la plaza — solo con "Bouet", el apuntador"— porque el público tuvo que guarecerse. Una tarde de antología, triste y amarga. Y al subir por San Nicolás desmonta del caballo y le dan asilo en casa de Pepito Doménech. El traje, dice él, es talmente "un moc", como para tirarlo a la basura, al desguace... Cuando en 1961 Alcoy tiene que desfilar por las calles de Alicante en aquel llamado "Día de la Provincia", el caballo que le proporcionan es un bruto inquieto. En el recorrido se le desboca y casi se ve en las estancadas aguas del puerto. Pero quizá la anécdota mejor —la más preocupante, por serio y comprometido que fue el asunto— es aquella, en los años sesenta, en que todo estaba dispuesto para recitar los textos en valenciano. A la hora del acto se persona en el mismo castillo el alcalde de la ciudad, Francisco Vitoria Laporta, prohibiéndole que declamara así. Don Paco Boronat Picó, presidente de la Asociación de San Jorge, y Roque Monllor, asesor artístico, le apoyan y le incitan a que no cambie los planes. Lo hace y... adelante. Pero por la tarde, antes de salir de Ramón y Cajal, camino del agora son dos "municipales", dos guardias quienes le recuerdan, de parte de la primera autoridad, la obligación que tiene de no emplear otra lengua que no sea la castellana. Fernando arriba a la plaza y ante el castillo exclama: "Mon cor pels sofriments tan combatut, torturat de tristesa y desengany: l'angoixa i el dolor del be perdut mostrar em fan ais ulls el mes trist plany..." En 23 de octubre de 1974, durante los actos del "Mig-Any", en un diploma que firma el presidente Jorge Silvestre Andrés, tanto a él como a Pepe Linares se les reconoce toda su entrega, su generosidad, su profundo festerismo: A Fernando Mira Mondéjar "Que como Embajador Cristiano desde 1950 a 1968 marcó una época de oro en la historia de las embajadas de la Fiesta de Moros y Cristianos". Lo tenía Fernando más que merecido, era de justicia, y el mundo de la Fiesta supo reconocérselo: un embajador de antología que llegó, incluso a disparar, a hacer su "encaro" el año que Juan Jover fue alférez en la filá Alcodianos, aspecto o circunstancia que también vale la pena apuntar, incluso estudiar para el futuro. Fernando Mira acaba —y es una aclaración final— la tarde del 24 de abril de 1967. En el 68 es embajador de la cristiandad Miguel Martí García. El período que indica el diploma contiene, pues, una equivocación. 53



XII MIGUEL MARTI, DE "LA CAZUELA" A LA EMBAJADA Hablar con Miguel Martí es, desde luego, una delicia. Se expresa de una manera tal que convence y hasta subyuga. Ama las embajadas —la embajada, es singular, aunque parezcan dos— de una manera apasionada. Le gustaría, incluso, volver a declamarlas. Y le agradaría, además, hacerse cargo del "rol" del moro, empezar la mañana con aquello —por todos los alcoyanos sabido, aprendido de memoria— de: "Fortuna favorable...". Sus inicios en el mundo del teatro fueron, acaso, heredados. Ya su padre era actor en el grupo "Don Bosco" de los Salesianos y él rompía andar en el arte de Talía en Caramanchel —José Arnauda— de la mano de Miguel Laguna— un enorme declamador de versos— con obras como "La Sangre de Dios" y el saínete "Me cason l'Havana" del alcoyano Enrique Valls, dos piezas bien opuestas, ciertamente, que le permitieron adentrarse en los secretos del teatro desde cualquier parcela y modalidad. Luego vino "La Cazuela" y el papel de mero comparsa en "Al-Azrach", el ambicioso trabajo de nuestro paisano Juan Alfonso Gil Albors. Y obras, su participación en los primeros Sainetes festeros que corrían a cargo de la misma "Cazuela" hasta que se forma el grupo teatral de la propia Asociación de San Jorge... y la posibilidad de sustituir —¡nada más y nada menos!— a Fernando Mira Mondéjar en su papel, "bordado" siempre, de embajador cristiano. Otro actor, pues, que salta al mundo de la Fiesta en ese delicado menester que supone ser embajador. Un verdadero reto porque el "maestro" era muy "maestro" y Miguel Martí, joven, ilusionado, casi sugestionado por el texto, por la responsabilidad que conlleva su papel, aspira a no defraudar. El propio Mira 55


le ha propuesto para el cargo y también Roberto Sansilvestre, magnífico director de teatro —e intérprete—. Parece que tiene padrinos y avales que están convencidos de la magnífica labor que Miguel Martí puede desarrollar. "La embajada —dice Miguel— debería de cuidarse más, mucho más. Debería de crearse un director de embajada que estuviera pendiente del desarrollo de este acto. Alcoy está al tanto de lo que se dice, de la manera como se actúa encima del castillo o a las plantas del mismo. Sí, un director de embajada —como de escena— que bien pudiera ser, por citar dos nombres que vendrían a pelo, Sansilvestre o Laguna ¿porqué no?". El último año de mandato como presidente de la Asociación de San Jorge de don Paco Boronat, 1967, Miguel Martí actúa de embajador cristiano solamente por la mañana del 24 de abril, a vía de prueba o ensayo. Por la tarde —la verdadera embajada cristiana— es la despedida de Femando Mira. Y en 1968, año en que preside por primera vez Jorge Silvestre Andrés, Miguel Martí asume todas las responsabilidades: Un traje "amañado" y el susto a hacer el ridículo. Los ensayos en "Saltera" —ensayos, dice, que se convierten en "armorsars" distendidos y alegres, más que en verdaderos ensayos, como debería de ser— y el día "d" a la misma hora "h". Sus temores resultan vanos: Martí desempeña su papel con verdadero brío y auténtica personalidad. Vive, se desdobla. Ya no es un alcoyano que interpreta, es el mismo emisario de los cristianos clamando por su tierra y por su pueblo. El estreno no puede ser más feliz... Avanzan los años. Su rival es Pepe Linares —a quien admira enormemente—, y ambos están a la altura de las circunstancias a pesar de la megafonía que falla tantas veces, que distorsiona y produce "acoples" verdaderamente molestos: "Por la tarde, y por... tomarnos ciertas cosas un poco a la ligera, se cometieron dos faltas bien ostentosas en el castillo a la hora de la embajada, embajada cristiana que, a cargo de Miguel Martí, fue declamada con propiedad", escribe el cronista de fiestas refiriéndose a los Moros y Cristianos del 71. Martí recita la "plegaria" en lengua valenciana con verdadera pasión. Ha hecho de esta secuencia un momento álgido de su discurso, y eso que es, precisamente, el inicio del mismo. Dice que la embajada, toda en la lengua vernácula, sería espléndida, pero por otra parte también entiende que hay que mantener la tradición, y que si hace siglo y medio alguien la concibió así, en castellano, debemos respetar ese texto, por lo tanto, con la "plegaria", hay suficiente para disfrutar. "Yo —dice— gozo, y mucho, cuando abro mis brazos para recitar esta bellísima introducción". Por otra parte, ya en 1972, escribía el cronista de fiestas, más o menos a este respecto: "Cada año nos damos mejor 56


cuenta de que la plegaria vespertina... es y significa la piedra clave del edificio de nuestra fe. Tenemos que creer que fue un alcoyano —anónimo hoy, y todavía— quien tuvo que escribir estas estrofas preciosistas, testimonio de religiosidad y patriotismo claramente sentido". Miguel Martí se levanta sobre el caballo aupándose desde los estribos en los momentos de mayor energía y emoción. Pone de moda algo que hasta entonces, hasta sus días, no se había visto nunca o casi nunca: el tomar la tizona con ambas manos por la empuñadura y por la hoja, de manera horizontal para hacer la declaración de guerra. Ahí queda, como testimonio, esa magnífica fotografía que hizo Elias Seguí y que se publicó en ABC, ilustramdo un buen artículo de Tico Medina. En otra ocasión, y porque la cogotera del casco y aún las mallas le apretaban en demasía, efectuó su embajada con la cabeza descubierta totalmente, recibiendo la admonición de algunos directivos que le advirtieron que no podía hacer tal cosa. Y es que, dice Miguel, se nos da un traje, o se diseña últimamente, sin contar con nosotros y nuestra forma de actuar: mover las manos, hablar, gesticular, expresarnos... el metal es bonito pero vibra cuando el micrófono se instala sobre él. No se confeccionan los trajes en función del cargo. La anécdota suya ocurre el año en que el capitán cristiano habla y su voz no llega al público en razón de que han conectado el micro del embajador y no el suyo. El lo advierte pero quizá tarde. Ese "¿Quién me llama?" no llega a nadie, y si, por contra "Aparteu-se", que susurra por lo bajo Miguel Martí. Y, por fin, su renuncia al cargo. "Quieres y no quieres dejarlo —dice—, quieres dar paso a los demás y, a la vez, mantenerte en tu puesto, porque la embajada es única y es menester gozarla". Catorce años ya son años, ya suponen un período, y en 1981 cesa. Por su iniciativa se instaura al final del parlamento de la mañana, y en labios del embajador de los cruzados ese colofón rotundo: "Alcoians, per Sant Jordi i Aragó:/ a defensar la fe de Jesucrist". Así, señala, se expresarían, creo yo, aquellos antepasados nuestros, y en nuestra lengua. Miguel habla y habla, dice que le hubiera gustado tener un hijo para que heredara su cargo de embajador. Dice que el año que acabó también fue embajador en el bando de los Reyes Magos. Hacía doblete. E indica que para él las fiestas de Moros y Cristianos, las fiestas de Alcoy por excelencia no comienzan con la Gloria o la Primera Diana sino antes, en ese acto precioso que hemos heredado los alcoyanos de nuestros mayores, y que es la "Processó dels Xiulitets". La emoción alcanza cotas inusitadas cuando la Virgen se doblega y de forma tan teatral, como en una pantomima, saluda al Salvador recién salido del sepulcro. Alcoyanía, pura alcoyanía... 57



XIII FRANCISCO MARÍN, UN EMBAJADOR EN MADRID No es cualquier cosa, desde luego —y es algo que es menester agradecer y ponderar—, vivir en la Villa y Corte y tener que trasladarse a Alcoy en los ensayos —menos mal que sólo se celebran dos— para preparar las embajadas, o en cualquier otra circunstancia que la Fiesta reclame la presencia de Francisco Marín Quiles. La trilogía, claro, ya es otra cosa. Supone, cuanto menos molestias. Pero Paco Marín siente de verdad su participación festera a través de su papel —importante rol— como embajador moro desde el mismo año en que José Linares lo dejó. Existe una fotografía en que vemos a ambos personajes sobre las almenas del castillo, en aquella tarde del año 1973 en la que, de alguna manera, el mítico Linares daba la alternativa al joven y bisoño nuevo diplomático del bando de la media luna. Paco Marín nace el año cuarenta, hijo de José Marín y Milagros Quiles. Nuestro embajador tiene hoy dos hijos: Alberto-Jorge, de 23 años, y FranciscoJosé, de 20. Y, a diferencia de otros muchos embajadores, de casi todos podría decirse, Marín irrumpe en el mundo de la embajada no desde los escenarios, desde el teatro y como actor, sino desde el mundo de la música y del canto, concretamente desde la Coral Polifónica Alcoyana. Fue precisamente a raíz de la representación de una zarzuela cuando su candidatura parece que va tomando cuerpo. Jorge Beltrán y Antonio Aura, por parte de la Asociación de San Jorge son quienes se fijan en él y quienes le proponen la "aventura", y José Montava, coralista e íntimo amigo de Paco, arropa la idea y le anima. En el 73, se ha dicho antes, Marín pisa por primera vez la fortaleza lignaria, pero el verdadero debut es en 1974, coincidiendo con la alferecía de la filá 59


Chano, de cuya entidad y de cuyo alférez, Luis Sánchez, guarda Paco Marín eterna gratitud, porque supieron estar en toda clase de detalles y, sobre todo, afectos, cosa que no se prodiga demasiado, esta es la verdad, al menos no siempre. La embajada matutina, la del moro propiamente dicho, tuvo sin embargo sus altibajos, más de organización que de otra cosa, como señala el cronista de fiestas de aquel año —quien esto escribe— de esta manera: "...los únicos fallos que registra la trilogía de este año, acontecen en la mañana bélica... Después viene la embajada, en la que debuta como parlamentario moro Francisco Marín Quiles, que arranca con dicción y pose, concluyendo su cometido de desigual forma. Se advierte, además, falta de coordinación entre los poseedores de la fortaleza y el ejército que va a parlamentar... Hay que estudiar más y mejor la puesta en escena de estos actos que tienen un marcado carácter teatral y de los que están pendientes un numerosísimo público que, además, sigue el desarrollo de los mismos con el libreto en la mano". Todo debut produce nerviosismo e intranquilidad, pero Marín se crece al año siguiente, y así el cronista puede escribir: "...y con lluvia la embajada mora... Ambos parlamentarios agotan sus posibilidades y la guerra comienza. El embajador moro ha recitado los versos con verdadera elegancia y propiedad...". También los defectos de organización del año anterior han quedado subsanados: "La coordinación entre el castillo y los visitantes, entre los clarineros de arriba y los trompeteros de abajo ha sido perfecta". En los años en que Paco Marín lleva de embajador —catorce se han cumplido— el anecdotario es rico y variado. ¡Cuántas cosas, efectivamente, ocurren en casi tres lustros! La primera vivencia chusca es del 75, cuando al final de su cometido, en la mañana —embajada del cristiano—, él tiene que soltar aquello de: "¡Ah, soldados míos! ¡Al arma, al arma! y sientan los cristianos el cruel estrago, los agudos filos..." pues bien, Marín se quedó con la mente en blanco, y el amigo Fernando Mira, apuntador en tal ocasión, al parecer tampoco le seguía, por lo que el protagoni sta le echó mano al libreto —todo un arranque— para leer lo que había olvidado, por cuya acción Fernando exclamó de forma muy espontánea: "Ja ho ham cagat tot, llaurador", y, como quiera que Marín estaba agachado con el micrófono sobre el pecho, la lacónica y lapidaria frase del apunte se esparció por toda la plaza, por toda la "bandeja". Otra podría ser aquella ocurrida en un ensayo en "Saltera", cuando al colocarle Santiago el micro éste le dio un latigazo fuerte de manera que estuvo 60


unos minutos sin reaccionar. Estaba lloviendo y se había producido el incidente, el cortocircuito de forma casi natural. Esta tercera subraya bien aquello que al comienzo se ha indicado: en una ocasión —y Marín es exquisito y discreto y no quiere dar nombre alguno— el alférez y el embajador tuvieron que ser "cargados" en la parte trasera de un camión, junto a las armas e impedimentas de la filá, para volver a casa, porque caballeros, individuos y aún el mismo primer tro los dejaron abandonados y a su suerte. "El alférez —dice— lloraba como un niño". Se acuerda de la capitanía de Paco García Campos, cuando en plena declamación se cayó de espalda el caudillo moro. Aquella otra de los arcabuzazos casi en pleno rostro, emitidos desde bajo del castillo... y un sin fin. Pequeñas historias que configuran el "intradós", el mundo interior, doméstico e intimista de la Fiesta. Paco Marín cumplirá el próximo abril quince años de embajador. Una buena etapa en la que su voz inconfundible, sus gestos y sus ademanes han aportado a nuestros Moros y Cristianos un estilo peculiar. Tal es así que casi al final de mi etapa como cronista de fiestas yo he podido escribir de él —Revista de 1988, referido a los Moros y Cristianos del 87—: "La veteranía de Francisco Marín se evidencia en el rol que desempeña, sumamente importante, dado que aquí, en la embajada está el argumento del día bélico e incluso, diríase, que de gran parte de la Fiesta. Bien dicha, pues, y bien contestada desde el castillo...". Marín junto a Salomón Sanjuán júnior son los embajadores de la efemérides que hemos vivido festejando el ciento cincuenta aniversario del texto que publicó el impresor Cabrera. Tal circunstancia no será una anécdota más en la vida del embajador, sino toda una realidad con el peso y la significación de la historia. Francisco Marín lo sabe. Se siente alcoyano y festero allá en Madrid, cada año más y más profundamente.

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XIV RAMÓN MICO, UN EMBAJADOR CON ESTILO PROPIO Ramón Mico escribió para "Nostra Festa" los fascículos referidos al teatro y la Fiesta, los Sainetes. También su firma se ha dejado ver —siempre que se le ha requerido nunca ha dicho que no— en las páginas de la Revista que edita la Asociación de San Jorge: años 1982, 83 y 85, hablando sobre los festivales y, precisamente, sobre "El Embajador y la Embajada" (1983, páginas 114-115). Es un hombre cumplidor, sereno y aplomado que matiza y observa, que emite sus juicios con todo cuidado y detalle, sin levantar el timbre de su voz, pero pisando fuerte. Su padre también ha escrito en el periódico CIUDAD e incluso tiene un libro aparecido hace algunos años ya, con Alcoy y la Fiesta alcoyana como telón de fondo. Ramón no es festero de filá pero ama profunda y entrañablemente nuestros Moros y Cristianos. Nació en Alcoy un 20 de enero del año 43 y de pequeño el mundo del teatro se le metió en el alma. En la Escuela Industrial, donde cursó estudios, es uno de los fundadores del TEU, Teatro Español Universitario que llega a poner en escena, y como un festival propiciado por la propia Asociación de San Jorge, "El Retablo de las Maravillas", de Miguel de Cervantes. Luego... La Cazuela, la magnífica compañía alcoyana que durante décadas ha mantenido encendida la llama votiva de Talía en nuestra ciudad, y su adscripción al grupo de actores que trabajan en los festivales festeros. El ha representado Sainetes de Joan Valls, de Armando Santacreu y, más recientemente, de Ernesto Valor. Todavía está en activo en el tetro que tanto le apasiona. En su lugar de trabajo Pepe Linares, embajador moro, no hace más que 63


hablarle de las embajadas, de la emoción que produce recitarlas. Linares piensa en él como el posible y más adecuado sustituto suyo cuando él deje estos menesteres y la amistad y la comunicación diaria comienzan a dar sus frutos. Es más, Linares le dedica el libreto de los textos y escribe en el frontis de la publicación: "Al futuro embajador moro..." Todo parece, pues, que va a suceder así. El presidente de la Asociación de San Jorge, Jorge Silvestre, lo ve con buenos ojos, cree que es la persona idónea, y Jorge Beltrán es el encargado de hacerle llegar este deseo. Se entrevistan en Mutua de Levante pero Ramón Mico, consciente de la responsabilidad que el cargo entraña, consciente de sus obligaciones laborales y familiares, declina el honor. El nuevo embajador moro será Francisco Marín. Hay, sin embargo, una segunda oportunidad, un nuevo intento de captación de Ramón Mico, actor de excelentes facultades, para su nombramiento de embajador, esta vez del bando cristiano. Definitivamente Miguel Martí declama el último parlamento en 1981, para el año siguiente hace falta un nuevo embajador. Y ahora parece que ya no hay excusa: Ramón Mico Martínez, a sus treinta y nueve años de edad, es designado embajador de los ejércitos de la cruz. "Esta villa que estáis ahora ocupando es mi madre, señor, pues es mi patria; y al mirarla en poder de ajenos dueños, de tristeza y dolor se oprime mi alma..." Tales son los versos que mayor sacudida producen en el corazón del nuevo embajador. Ramón ha manifestado, eso sí, sus condiciones: solamente se vestirá para el acto propio de la embajada. Los días anteriores alguien, un fester, representará su papel. Antonio Aura y Javier Vilaplana se muestran flexibles en los principios y las cláusulas del nuevo parlamentario. Está calando y evidenciándose la importancia que el papel del embajador tiene. No es un fester cualquiera y en su persona y en su condición deben obrar unas características propias, y la Asociación de San Jorge, aunque lentamente, lo va asimilando así. El embajador ya no es el "empleado" que aparece en reglamentos caducos. Y el acto de la embajada merece otro tratamiento. Los dos trajes que Ramón Mico ha utilizado han sido diseño de Rafael Guarinos, y el primero fue confeccionado por la viuda de Jordi Beltrán. En homenaje a él Ramón Mico se viste también para los dos procesiones del día 23. "De mis padres y abuelos es sepulcro, pues sus huesos en paz aquí descansan; esta memoria triste me devora con dolor indecible las entrañas." 64


Cuatro años de embajador y algunas anécdotas que dan vida a esta vida suya rica en sensaciones. Asi, el primer año, previo aviso, no aparece en la lucha con armas blancas y por la tarde, que si que acude, se encuentra con que el embajador moro es quien no está. Recuerda con cariño el saludo de Ricardo Ferrándiz, al pasar por San Nicolás, por debajo de su balcón, deseándole suerte, y también la presencia de un anciano anónimo —un agüelet— que le sale al encuentro los cuatro años ofreciéndole un caramelo: "Un caramelet per a la gola". Recuerda esa sensación que percibe del público que está preocupado por el embajador y la embajada. Ese público que se concentra en su derredor ansioso de oír la "plegaria" y todo el desarrollo del parlamento. La embajada, dice Ramón, habla de los sentimientos cristianos ultrajados, vilipendiados. Es como una oración. Luego viene el tono belicoso. "A mi la primera parte me cautiva..." Cuatro años, sin embargo, son pocos. Es únicamente una legislatura, pero Ramón Mico que se ha encariñado con la embajada, que la medita y estudia, que cierra los ojos y se los cubre con las manos antes de iniciar su discurso, entiende que el supremo goce que él ha experimentado en estos años debe ser vivido también por otros alcoyanos. Desea dar paso a otros embajadores, y deja de serlo pronto, demasiado pronto quizá. Ha tenido suerte estos cuatro años. La megafonía—de Savall, de Alicante— ha sido perfecta. No le ha llovido ninguno de esos cuatro abriles, y ha tenido dos apuntadores sensacionales: el primer año Pepe Bou, y los tres restantes Paco Lloréns, conocido en el mundillo de la farándula como "Peter", quizá, dice Ramón Mico, el mejor apuntador del mundo. A veces, incluso, y viendo cómo se desarrollaba el acto —señala— "Peter cerraba el libreto. Todo hacía indicar que nada podía fallar". Sólo en una ocasión especial Ramón Mico volvería a ser embajador. Hay cosas que no admiten segundas partes. Por una sustitución únicamente. Y piensa, incluso, que podría ser interesante que los embajadores salieran de las propias filaes, tal como Mossén Torregrosa o el abanderado, incluso el sargento mayor. Esto representaría una modificación en profundidad de los Estatutos. "No, no pretendo tanto. Pero sería materia a estudiar". En su artículo "El Embajador y la Embajada" Ramón Mico dice muchas cosas que no pueden echarse en saco roto: "Es evidente que ser embajador no resulta, en un sentido lato, divertido, al menos en la forma en que muchos festers lo entienden, o mejor dicho, viven la diversión de la fiesta, es decir, la diversión que la propia fiesta lleva consigo..." Pero ser embajador —porque uno no representa, sino que es— es una de las mayores alegrías y los más altos honores que un alcoyano puede recibir. 65



XV SALOMÓN SANJUÁN CANDELA, EMBAJADOR ACTUAL, DESDE 1986 No era mera casualidad que "Salo" sea ahora embajador y, además, del bando cristiano. ¿Qué mejor maestro que su padre? "La saga continúa" se decía en CIUDAD cuando el nuevo diplomático de la Fiesta alcoyana iba a estrenar cargo. Salomón Sanjuán Candela accedía no por concurso —como en otras ocasiones se ha intentado, incluso se ha hecho— sino porque era —y es— un hombre de teatro, un actorazo que dispone de una voz envidiable. Tal es así que hoy se le requiere —juntamente con otros actores alcoyanos— para doblar en los estudios de TV Valencia. Una voz y un gesto, lo que a veces se llama "pose". Así se lo dijo él a Enrique Luis Sanus, que no quería concurso, que para embajador hacía falta un actor al margen de que fuera o no fuera fester de ésta o aquella filá. Lo que pasa es que en el caso de Salomón Sanjuán Candela concurre lo demás también, puesto que desde 1944 viste el traje de la filá Vascos y es "Rodella" en el año de capitanía cuando desempeña el cargo don Emilio Jordá, 1947. Una fotografía histórica —documento valiosísimo— así lo acredita: padre e hijo aparecen juntos, uno como embajador y el otro como ese pequeño lugarteniente del jefe cristiano. Otra circunstancia es digna de ser resaltada, y tampoco es mera casualidad o pura anécdota sin contenido alguno. El padre cesa como vocal directivo de la Asociación de San Jorge en mayo de 1967, y en esa misma junta ordinaria — Asamblea General— entra a formar parte de la directiva Salomón Sanjuán Candela, joven fester de veintiséis años —ha nacido en el 41— que con el tiempo será igualmente heredero del padre en las funciones de embajador. Y no, no es una casualidad, que Salomón júnior se encargue del teatro y de las 67


actividades que lo propician, los festivales de Sainetes que se celebran en octubre y en abril, y que el público alcoyano espera con devoción. Salomón pertenece al Grupo "La Cazuela" y ha intervenido en obras serias y contundentes como "Edipo" —teatro clásico— o "Esperando a Godot" —uno de los máximos exponentes del teatro del absurdo—; en las piezas del teatro costumbrista alcoyano siempre ha tenido un puesto, junto a su mujer, María Luisa Pérez, excelente actriz. También se vincula a la comisión de la que depende, en cierta manera, la escenificación de las embajadas, pretendiendo buscar efectos, lograr una mayor dignidad escenográfica. Aún hoy —y ya como protagonista— se mueve en estas líneas y considera que lo perfecto sería "ensayar junto al otro embajador el acto entero, pero ensayarlo a conciencia, no limitarse únicamente a decir el texto con más o menos entonación, con más o menos matiz... todos saldríamos ganando, nosotros porque profundizaríamos más en el texto, y aprenderíamos a sacarle hasta la última gota de su esencia, y la gente que lo escuchara porque se beneficiaría de ello". Hombre de candilejas y tramoya cree, precisamente, que la embajada —en plural, las dos— debe contar con un aparato escenográfico mayor, "cosa que no representa en principio demasiadas dificultades a poco que se ponga interés en el tema". Y es el tema, precisamente, en el que en los últimos años han luchado directivos tan conspicuos como Rafael Guarinos o Paco Aznar, sin contar con los que les precedieron en esta labor. Es, como, señala Salomón, "quererlo hacer, proponérselo". Salomón me enseña una fotografía curiosa: los hoy embajadores aparecen chavales con un grupo de "Coros y Danzas". Francisco Marín a un extremo de la "postal" y "Salo" al otro, como si no se quisieran ver, como enemigos irreconciliables. Y sirve este hecho, fortuito, por supuesto, para hablar de sus comienzos en el Frente de Juventudes, con la "troupe" de Tonín Oltra, en la que estaban José Planelles "Pepo", Antonio Maura, Mario Ferrer —hoy destacado barítono—, María Carmen Canalejas y Mary-Gel Silvestre, entre otros. Después "hará" diferentes papeles en la propia embajada, como centinela y capitán, cuando se pretendía que las voces de ambos personajes considerados secundarios en este acto fueran robustas, firmes y matizadoras —pese a lo breve de su rol— y no tuvieran ese "dejo alcoyano" que a veces hacía sonreír al público. Salomón dice que no concibe la plegaria en otro idioma que no sea el valenciano, pero también añade que si el texto se escribió en castellano, y que si data de 1838, poca razón tenemos nosotros —después de siglo y medio— para cambiar las cosas y desvirtuar lo que ya es "pieza histórica", se hablara o no se 68


hablara en el siglo XIII la lengua de Castilla por estos andurriales, esto ya es otra cosa, harina de otro costal. "Salo" lleva tan solo tres años en el cargo. Es decir, solamente en tres ocasiones ha declamado la embajada. Por eso pocas son las anécdotas que puede aportar referidas a su cometido. El primer traje que estrenó lo diseñó Rafael Guarinos y el segundo, el de 1988, es producto del concurso habido para tal evento, siendo su autor el joven artista Jordi Selles. Cuenta, eso sí, que ha efectuado el ensayo en dos ocasiones en la Venta "Saltera" —tradicional lugar para ello— pero este año en los patios del Casal de Sant Jordi, la finca recientemente adquirida por la Asociación. También señala que en el 87 pudo vivir una experiencia amarga, pero que no ocurrió. Rovira le proporcionó para su acto el caballo que había realizado la estafeta minutos antes. Tenía el animal, en consecuencia, las zinchas bastante sueltas, por lo que cada vez que hacía el jinete un movimiento o se ponía en pie sobre los extremos para acentuar su verbo se corría un grave riesgo. Lo que pasa es que tal cosa no la conoció sino hasta mucho tiempo después, cuando todo había ocurrido ya. También piensa Salomón Sanjuán Candela otra cosa, y no está, por cierto, fuera de tono: "Lo único que no me gusta de ser embajador—señala— es que no disparo en el alardo, y la realidad es que no sé porqué, ya que los sargentos sí lo hacen". No le falta razón. Se han cambiado muchas, muchísimas cosas de años a esta parte, y no sería descabellado que el embajador usara el arcabuz, sobre todo en la tarde, cuando los compromisos serios han acabado, y ya se puede disfrutar de la pólvora. El, como fester, así lo entiende. El, que se cuida la voz al máximo, que supera el murmullo de la plaza, el bullicio y las ganas de hablar del público después de la comida. El, que cuando llega abril "...siempre llevo en el bolsillo —apostilla— el texto, para ir dándole un repaso en los momentos de tranquilidad. Los gestos, sin embargo, son espontáneos, nunca los he tenido estudiados...". Una historia, pues, breve, solamente de tres años, pero que quizá arranca de mucho atrás, cuando veía a su padre actuar y él, de pequeño, comenzaba a memorizar los versos, aún hoy anónimos y bien representativos.

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XVI ALBERTO JORDÁ SELLES Y JOSÉ TORMO RICO. NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Siempre ocurre igual. Bueno, si no siempre, con cierta frecuencia. Y es ello que cuando un trabajo lo tienes terminado, diríase que completo, alguien viene ofreciéndote esa noticia que por ningún medio podías alcanzar, confirmándote o desmintiéndote aquel dato que era extremadamente difícil de centrar y dejar en su sitio. Y lo digo porque acaba de llegar a mis manos por obra y gracia de su hijo, y a través de Fernando Mira —magnífico intermediario— una fotografía de Alberto Jordá Selles, embajador moro en los primeros años de la postguerra, ese personaje —alcoyano como el que más— que tuvo que echar mano al "botijo" para aclarar la voz y proseguir en su perorata. Jordá nace en nuestra ciudad en las mismísimas vísperas de las fiestas, el 20 de abril de 1900, y muere el 17 de julio de 1961. Era un hombre apuesto, con "planta" y pose, tanto es así que la anécdota o la historia que se puede contar sobre él es que fue "modelo" en una de las fotografías más hermosas que hizo Paco Mora —asesor artístico de la Asociación de San Jorge—, publicada en la Revista de 1946. La foto, igualmente fue el tema para el cartel que se puso en la frontera de nuestro Ayuntamiento el mismo año, firmado por "Ramón", seudónimo de Rafael Raga Montesinos, un extraordinario cartelista de la pre y postguerra española, valenciano. José Manuel Arjona Vallet ha dicho muchas veces que ese cartel lo pintó él y su hermano. Pero ambos artistas, esta es la verdad, se encargaron de la rotulación y, en todo caso, de aumentar el poster a las medidas grandes que se exigían. Alberto Jordá Selles pasó así al cartel de manos o a través del mágico 71


objetivo de Paco Mora Carbonell. No ha habido más casos de "embajador en la cartelística". El único pues. Y dicho esto también convendría señalar—esta vez el intermediario ha sido el teléfono— que Rafael Insa Satorre llegó a la embajada aquel lluvioso e inclemente 25 de abril de 1951, llevado de su enorme afición al teatro. Uno más que desde las posesiones de Talía pasa a la "carrera diplomática festera". No puede olvidarse que de joven actuaba en San Vicente junto a un grupo de hombres y mujeres entregados por este arte. En los Salesianos no se permitían "actrices" y él buscaba el teatro de verdad. Luego impulsó la idea y fue uno de los fundadores de "La Cazuela". Siempre ha declamado el verso con enorme sensibilidad y calidad. La experiencia del 51 era, incluso, necesaria para colmar y redondear su "carrera" en el teatro. La lástima es que lloviera a cánataros y su embajada, la de la mañana, tuviera que quedarse cercenada, interrumpida: "...amaneció densamente nublado y con llovizna a intervalos que arreció a la hora de la Embajada, lo que impidió su celebración", señala el cronista don Paco Boronat; y fue el día 25 y no el 24, pues el día del alardo tuvo que prolongarse al siguiente, precisamente por la inestabilidad atmosférica. Hay que recordar de igual modo, la figura —el gesto, y la postura, la buenísima predisposición siempre, la generosa voluntad— de José Tormo Rico, nacido en 1913, miembro o "individuo" de la filá Judíos, que en varias ocasiones "fue" la voz del capitán moro en la embajada cristiana (años de 1946 y 1950, por lo menos), vistiendo también el traje de embajador cristiano en los años en que desempeñaba el cargo oficialmente Salomón Sanjuán Romeu. Salomón tenía "puesto" en la escuadra de los Vascos y José Tormo desfilaba en la entrada de cristianos en su lugar, haciendo sus veces. Aquel acuerdo de 28 de mayo de 1946 por el que se nombran, embajadores sustitutos: José Linares para los moros y José Tormo para los cristianos tuvo, en consecuencia, vigencia y presencia, no fue una mera disposición teórica. Tormo tenía una bien timbrada voz y le agradaba el teatro, era —lo ha sido siempre— un gran fester. Todas las características y circunstancias para estar vinculado al mundo de la embajada. Y bien... a lo que íbamos, a cerrar estas glosas —que no otra cosa han pretendido ser—, recordando un libro que todos los estudiosos de nuestra Fiesta deben conocer dada la cantidad de datos que de él se extraen, y la profundidad con que la temática está tratada. Me refiero al "Bosqueig historie i bibliográfic de les Pestes de Moros i Cristians", que en 1958 —ahora se han cumplido treinta años— editó el Instituto de Estudios Alicantinos, obra singular del investigador 72


callosino Adolf Salva i Ballester (1885-1941). Salva habla de los pueblos que celebran Moros y Cristianos en España —con preferencia en nuestra tierra, por supuesto— y además, y es por lo que hablamos de él, subraya las poblaciones que tienen "embajada", la edición de los textos que él conoce —incluso porque posee algún ejemplar en su biblioteca—, extrayendo algunos párrafos o secuencias que a su modo de ver son sugestivas e importantes. Así, cita las embajadas de Onteniente, de 1860, nombrando a su autor; las de Callosad'en Sarria, su pueblo, del mismo año; las de Ibi, e 1886; o de Villena, de 1892. Cuando llega a Alcoy, no se refiere al ejemplar de 1838 —que desconoce— y sí a un folleto de 1866, editado por Martí —calle del Mercado 31—, y otro lanzado por la imprenta El Serpis, con cubierta policromada. De la edición del 66 he encontrado una noticia, un anuncio, de la época, aparecido en el "Diario de Alcoy" del día 22 de abril, y dice: "El editor D. José Martí ha impreso y puesto a la venta una nueva edición notablemente ordenada y correjida, de la Embajada de Moros y Cristianos, que recomendamos al público por su esmerada impresión y baratura". El ejemplar vale 10 cuartos, y hay que redondear advirtiendo que este periódico "Se imprime en la Imp. Martí, calle Mercado, 31". Todo, pues, cae en casa. Otro trabajo que los estudiosos del tema deben tener en cuenta siempre es el de Joaquín Barceló Verdú, "Barceló de Sax", titulado "Las Embajadas en las fiestas de Moros y Cristianos", publicado en la "Revista de Dialectología y Tradiciones Populares", Tomo XXIV, cuaderno 1B y 2S de 1968 —ahora hace exactamente veinte años—, donde recoge algunas ediciones a partir de la de Martí de 1866, sin citar la de Francisco Cabrera de 1838, es decir: la de veintidós años antes, la edición ¿porqué no? "príncipe", al menos hasta que salga una anterior. Los libros de Rafael Coloma, José Luis Mansanet y Julio Berenguer Barceló, "Historia de los Moros y Cristianos de Alcoy", Imprenta Belguer, 1974, así como "Nostra Festa", son piezas clave para penetrar en el apasionante mundo de la Fiesta en todos sus pormenores. La embajada, por supuesto, ocupa un lugar de privilegio.



RELACIÓN INCOMPLETA DE EMBAJADORES DE LA FIESTA

I. Bando Moro 1840-1850? 1886 1899-1927 1928-1936 1940-1946 1947-1950 1951 1952-1973 1974-1988

D. Vicente Gisbert D. Rafael Climent D. Vicente Pérez Bosch, "El Pintoret" D. Antonio Quereda Poveda D. Alberto Jordá Selles D. José Linares Soler D. Rafael Insa Satorre D. José Linares Soler D. Francisco Marín Quiles

II. Bando Cristiano 1886 1899 1902-1904 1905-1906 1907 1908-1913 1919-1923 1924-1927 1928-1940 1941-1949 1946-1950 1950-1967 1968-1981 1982-1985 1986-1988

D. Jorge Mora Pascual D. Enrique Pastor Carbonell D. José Sanz D. José Carbonell Monerris D. Vicente Bou Blanes D. Enrique Pastor Carbonell D. Vicente Bou Blanes D. Antonio Quereda Poveda D. Enrique Moltó Abad "El Paraigüero" D. Salomón Sanjuán Romeu D. José Tormo Rico (suplente) D. Fernando Mira Mondéjar D. Miguel Martí García D. Ramón Mico Martínez D. Salomón Sanjuán Candela 75



ÍNDICE BIBLIOGRÁFICO I. Las Embajadas. Historia, estudios y ensayos A.E.V. Balcón de la cristiandad. Alcoy, Revista de Moros y Cristianos, 1960. BARCELÓ VERDÚ, Joaquín. Las "Embajadas"en las fiestas de Moros y Cristianos. Madrid, Revista de Dialectología y Tradiciones Populares. T. XXIV, cuadernos l s y 2°, 1968, pp. 111-119. CASTELLO CANDELA, Antonio. Apuntes sobre un hallazgo bibliográfico. Juan Rico y Amat no fue el autor de nuestras "Embajadas". Alcoy, Revista de Moros y Cristianos, 1973, pp. 68-69. CASTELLO CANDELA, Antonio. Nuestras Embajadas cumplen 150 años. 1838-1988. Alcoy, Revista de Moros y Cristianos, 1988, p. 74. CLIMENT VAELLO, R. Las Embajadas. Alcoy, "Nostra Festa", T. II, pp. 243-258, 1984. CLIMENT VAELLO, R. Las Embajadas en valenciano: un rechazo sin argumentos. Alcoy, "Ciudad" (Extra San Jorge) pp. 51-57, 1985. ESPÍ VALDES, A. Las Embajadas (Pórtico al libreto de "las Embajadas"). Alcoy, Asociación de San Jorge, 1988. MANSANET RIBES, J. Luis. Las Embajadas. Valencia, "Las Provincias", 22 abril 1970. MICO MARTÍNEZ, Ramón. El embajador y las embajadas. Alcoy, Revista de Moros y Cristianos, 1983, pp. 114-115. PEIDRO PASTOR, I. La embajada del moro. Alcoy, Revista de Moros y Cristianos, 1950 PEIDRO PASTOR, Ismael. ¿Las "embajadas" en valenciano? Alcoy, Revista de Moros y Cristianos, 1973, p. 37. PEIDRO PASTOR, Ismael. En el VIl Centenario. Glosas de las Embajadas. Alcoy, Revista de Moros y Cristianos, 1976, pp. 166-167. PEIDRO PASTOR, Ismael. ¿Un antecedente de nuestras "Embajadas" en la Denia del siglo XVIII? Alcoy, Revista de Moros y Cristianos, 1985, pp. 125-126. PÉREZ Y DURA, F. Jorge. Anotaciones métricas y retóricas a la embajada. Alcoy, Revista de Moros y Cristianos, 1975, pp. 56.57. REVERT, Antonio. Connotaciones literarias al texto de las Embajadas. Alcoy, "Ciudad", 24 enero 1988. S/F. Lo que se ignora de nuestras fiestas (Embajadas: Rico y Amat). Alcoy, Revista de Moros y Cristianos, 1953. S/F. Juan Rico y Amat el autor de las Embajadas. Sax, Revista de Moros y Cristianos, 1971. S/F. Una joya bibliográfica de 1838. La primera Embajada impresa que se conoce. Alcoy, "Ciudad" (Extra San Jorge), 21 abril 1981. S/F. Las embajadas, un texto de 150 años. Alcoy, "Ciudad" (Extra San Jorge), 1988, pp. 6-11. SANCHIS LLORENS, Rogelio. La embajada festera de Onil. Alcoy, "Ciudad", 7 mayo 1981.

II. Los embajadores BITO LINARES, C. Fernando Mira Mondéjar, toda una vida dedicada al teatro. Alcoy, "Ciudad", 7 diciembre 1974. ESPÍ VALDES, Adrián, (¡losas varias sobre los Moros y Cristianos de Alcoy. El embajador don Antonio Quereda y Poveda. Alicante, "Información", 23 abril 1972. ESPÍ VALDES, A. Nuestra fiesta de Moros y Cristianos, de luto. Salomón Sanjuán Romeu. Alcoy, "Ciudad", 29 mayo 1975. ESPÍ VALDES, A. Emotiva jornada en el Casal. Alcoy, "Ciudad", 7 febrero 1978. ESPÍ VALDES, A. Gratitud festera (J. Linares). Alcoy, "Ciudad", 27 febrero 1981. SANTACREU, A. Fueron presentados los capitanes y alféreces de nuestras fiestas para 1975. Fueron entregados los pergaminos a sendos embajadores. Alcoy, "Ciudad", 26 octubre 1974. SANTACREU SIRVENT, A. José Linares Soler, 27 años de embajador moro. Alcoy "Ciudad" (Extra San Jorge), 1982, pp. 69-70. S/F. La saga continúa. Salomón Sanjuán, nuevo embajador cristiano. Alcoy, "Ciudad" (Extra San Jorge), 1986. S/F. (A.E.V.) XXV años de embajador moro: José Linares Soler. Alcoy, Revista Moros y Cristianos, 1972, p. 79.


S/F (A.E.V.) In memoriam... Salomón Sanjuán Romeu (1906-1975). Alcoy, Revista Moros y Cristiano, 1976, p. 39.

III. 150 aniversario del texto de las embajadas BERNÁCER, Francisco. Introducción a la edición conmemorativa 150 Aniversario. Alcoy, Asociación de San Jorge, 1988. CdA. Conmemoración del 150 aniversario de la edición de las embajadas. Alcoy, "Ciudad", 27 octubre 1988. CdA. Se escenificaron las embajdas en el Círculo Industrial. Alcoy, "Ciudad", 1 noviembre 1988. C.F. La A. de S. Jorge prepara una edición bilingüe de las Embajadas. Alcoy, "Ciudad", 9 enero 1988. CANDELA, M. El embajador de España ante la CEE participará en los actos del "Mig Any". Alicante, "Información", 1 octubre 1988. CANDELA, Mario. 150 aniversario de la edición de las Embajadas. Alicante, "Información", 28 octubre 1988. CANDELA, M. La escenificación de las embajadas, todo un éxito. Alicante, "Información", 30 octubre 1988. CANDELA, M. La filá "Benimerines" edita las embajadas en cassette. Alicante, "Información", 24 enero 1989. L.P. Con 240 ejemplares que se prolongarán en una edición facsímil posterior, la A. de San Jorge realiza una edición artesanal de las Embajadas. Alcoy, "Ciudad", 3 noviembre 1988. M.C. Convocado un certamen de investigación sobre diplomacia. Alicante, "Información", 1 noviembre 1988. M.C. Pedro Solbes participará en esta conmemoración. 150 aniversario de la edición de las embajadas. Alicante, "Información", 28 octubre 1988. PEIDRO, L. Se realizarán 1.700 copias. La filá Benimerines edita una cassette de las Embajadas. Alcoy, "Ciudad", 24 enero 1989.

IV. Nuestra embajada —la cristiana— a Valencia... ANDRÉS FERREIRA, M. Ayer, por la tarde y por la noche gran Fiesta de Moros y Cristianos. Valencia, "Las Provincias", 8 octubre 1988. ANDRÉS FERREIRA, M. La Cabalgata mora y cristiana, éxito de participación. Valencia, "Las Provincia", 9 octubre 1988. CdA. En las Torres de Serrano. Mañana, en Valencia, la Embajada y la Estafeta de las fiestas de Alcoy. Alcoy, "Ciudad", 6 octubre 1988. CdA. La Embajada, presenciada por un millar de personas en Valencia. Alcoy, "Ciudad", 11 octubre 1988. CANDELA, M. La estafeta y la embajada estarán el viernes en Valencia. Alcoy "exporta" su fiesta por primera vez en 25 años. Alicante, "Información", 5 octubre 1988. CANDELA, M. La estafeta y embajada "llenaron" Valencia. Alicante, "Información", 9 octubre 1988. D. TOMAS, Paco. Las embajadas de Moros y Cristianos estarán presentes en Valencia. Alicante, "Información", 21 septiembre 1988. ESPÍ VALDES, Adrián. Derecho a discrepar. Alicante, "Información", 7 octubre 1988. NOTICIA. La embajada de Alcoy podría representarse el 9 de octubre en Valencia. Alcoy, "Ciudad", 20 septiembre 1988. NOTICIA. El Secretario de Estado para la CE, en el 150 aniversario de las Embajadas. Alcoy, "Ciudad", 27 octubre 1988. REDACCIÓN. Embaixá, Cabalgata y Desfile. Los Moros y Cristianos de Alcoy tomarán hoy Valencia. Valencia, "Las Provincias", 7 octubre 1988. S/F. Tras 20 años sin salir de la ciudad "Moros y Cristianos" de Alcoy, a Valencia. Valencia, "Las Provincias", 5 octubre 1988. UNOS ALCOYANOS (5 firmas). Una vez más, no. "...las fiestas de Alcoy no deben ser extraídas de su propio contexto...". Alcoy, "Ciudad", 29 septiembre 1988. VILAPLANA, Daniel. Con motivo de los festejos del 750 Aniversario: la fiesta de Moros y Cristianos se trasladará a Valencia. Valencia, "Las Provincias", 7 octubre 1988.


D. Juan Rico y Amat, presunto autor de nuestras embajadas.

El poeta valenciano Teodoro Ll贸rente y Olivares.

El Bar贸n Charles Daviller, testigo de las Fiestas de 1862.

D. Camilo Bad铆a Grau, presidente de la Asociaci贸n de San Jorge en 1928.


Portadilla del libreto de las Embajadas o Embajada, en la edición de 1838. MOROS Y C R I S T I A N O S SOSHE

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O. 3)o«c flntonío íllobtt 3) ffnUilos«tfi, Socio de la Academia de Buenas Letras t: Historia de la ciudad de Barcelona, c individuo de varins oirás corporaciones CICBXiücas y lileíatias nacionales y cstranjcras; quien la dedica á dicha ciudad.

Portadilla de los Apuntes Históricos, de Llobet, 1855.


Embajada inora —la matutina— en ¡893. El castillo antiguo.

Embajada de 1919, siendo embajador cristiano Vicente Bou, que aparece en el balcón del castillo.


Vicente Pérez Bosch, popularmente conocido por «El Pintoret», embajador moro de 1899 a 1927.

José Sanz, embajador cristiano desde 1902. La foto es de 1912, año de alferecía de los Estudiantes.

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Los embajadores Pérez Bosch —moro— y José Sanz —cristiano— con las autoridades festeras, en 1912.


JosĂŠ Carbonell Monerris, embajador moro a comienzos del siglo actual.

Vicente Bou, un gran barĂ­tono y un magnĂ­fico embajador cristiano.


José Carbonell Mimerris, detrás del guardia municipal. Procesión de 1903.

Entrada de cristianos de 1919. Al extremo derecha el embajador Vicente Bou.


El Embajador, cristiano primero y despuĂŠs moro, Antonio Quereda Poveda. Fue tambiĂŠn embajador de la Cabalgata de Reyes Magos.


Salomón Sanjuán Romeu, Embajador cristiano en el período 1941-1949.

Salomón Sanjuán, embajador en 1947, y a su lado Salomón Sanjuán Candela, entonces rodella de la filá Vascos. En la actualidad es embajador cristiano.


Bellísima expresión de José Linares Soler, en su embajada matutina. Detrás de él, a la izquierda, el pintor Ramón Castañer.


Fernando Mira, el primer aĂąo en su cargo de embajador cristiano.

ExpresiĂłn dramĂĄtica de Mira en la embajada de 1955.


• ••», s Miguel Martí en plena actuación. Como curiosidad hay que resaltar que actuó sin yelmo.


Particular gesto del embajador Miguel Martí: «¡Guerra! ¡Guerra!».

Francisco Marín, actual embajador moro, sobre las almenas del castillo.


Pepe Linares ataca despuĂŠs del alardo de la maĂąana, venciendo a su oponente cristiano.

Francisco MarĂ­n, su sucesor en el cargo.


Dos históricos de la Embajada. Femando Mira y José Linares. Homenaje de la Asociación de S. Jorge.

Adrián Espí, cronista de la Asociación de S. Jorge, con Fernando Mira y Ramón Mico, embajador cristiano en 1982.


Salomón Sanjuán Candela, embajador cristiano desde 1986. Este año cumple su cuarta anualidad.


MB

Rafael Insa Satorre, embajador en 1951, sustituyendo a Linares.

Alberto Jordá Selles (¡900-1961), embajador moro de los primeros años de la postguerra.


José Tormo Rico, embajador cristiano suplente, en ¡946, acompañado de maseras y mossén Torregrosa.

Edición para bibliófilos, de la Embajada de 1838, realizada por la Asociación de San Jorge al festejar el 150 aniversario de los textos.


Marín y Martí, en la balconada de las Torres de Serrano. Embajada de Alcoy en Valencia el día 7 de octubre de 1988.



Obras del autor En la línea de investigación sobre etnografía, folklore y fiestas, ha publicado los siguientes títulos: I. Pasado y presente. Guión radiofónico sobre las fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy. Valencia, 1961. (agotado). II. ¡Sant Jordi, Fira, Firam!. Valencia, 1962. (agotado). III. Miscelánea histórica de la fiesta de toros en Alcoy. Valencia, 1963. (agotado). IV. El puro habano. Valencia, 1964. (agotado). V. El café gelat. Alcoy, 1965. (agotado). VI. Cien años de "Guía del Forastero en Alcoy", 1864-1964. Valencia, 1964. VII. Blasón de Alcoy. Valencia, 1965. (agotado). VIII. El Belem de Tirisiti. Alcoy, 1966. (agotado). IX. Fiestas de Moros y Cristianos (De interés turístico). Alcoy. "Guía Comercial, Industrial y Turística", 1967. X. Don Teodoro Llórente, "Las Provincias" y las fiestas alcoyanas de 1890. Valencia, 1967. (agotado). XI. ¿El Himno Oficial de Alcoy?. Alcoy, 1967. (agotado). XII. De cómo Alcoy plantaba sus fallas. Valencia, 1968. (agotado). XIII. La Cabalgata de los Reyes Magos. Alcoy, 1968 (Primera edición), 1974 (segunda edición, aumentada y corregida). XIV. Pólvora, algo imprescindible en la fiesta de Moros y Cristianos. Valencia, 1969. (agotado). XV. Tríptico poético a la Primavera Alcoyana. Alcoy, 1969. (agotado). XVI. Alcoy. El Casal de Sant Jordi y su Museo de la Fiesta de Moros y Cristianos. Alcoy, 1971. XVII. Breve vocabulario de términos en torno a la Cabalgata de Reyes Magos de Alcoy. Alcoy, 1971. XVIII. Grabados y litografías populares del siglo XIX con la imagen de San Jorge, patrón de Alcoy. Alicante, 1975. (agotado). XIX. Relación bibliográfica y estudio documental de la Fiesta de Moros y Cristianos de Alcoy en el siglo XIX. Valencia, 1975. (agotado). XX. El arte en las Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy. Alcoy, 1976. (agotado). XXI. Marrakesch. Historia de una filá. Alicante, 1979. (agotado). XXII. El Belem de Tirisiti. Al filo de un centenario. Alcoy, 1979. XXIII. Sant Jordiet, en el centro de la Fiesta (1882-1982). Historia y antología. Alicante, 1982. XXIV. La Fiesta de San Jorge de Alcoy, en Fontilles. Alcoy, 1982. XXV. La Procesión dels Chiulitets. Desde el siglo XVII a la actualidad. Alicante, 1983. XXVI. Pregón de la Fiesta de Moros y Cristianos de San Blas de Alicante. Alicante, 1984. XXVII. Nostra Festa. (Coleccionables en cien fascículos): Historia de Alcoy y de la Fiesta (Vols. I y II). La Plástica (Vol. IV). La Asociación de San Jorge (Vol. IV). Filaes Magenta, Marrakesch, Realistas, Benimerines, Guzmanes y Navarros (Vols. IV y V). Introducción a la cartelística (Vol. VI). Alcoy, 1984. XXVIII. Nuestro Folklore. (Coleccionables de "La Verdad"). Murcia, 1984. (agotado). XXIX. El Bando dels Reis Magos (Antología de textos: 1924-1985). Alcoy, 1985. XXX. Documentos de la celebración de la Cabalgata de los Reyes Magos en Alcoy. (Edición facsimilar). Alcoy, 1985. XXXI. 1882-1982. Primer centenario de la música festera alcoyana. Alcoy, 1982. XXXII. Poemari Festiu (Versos fácils). Alcoy, 1987. XXXIII. Historia de Alicante. Volumen VIl (Folklore y Fiestas). En prensa.






FILA BENIMERINES

X ANIVERSARIO FILÁ BENIMERINES


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