Ayuda en las crisis

Page 1

AYUDAS En la crisis de separaci贸n

Sugerencias para pastorear a un reci茅n separado


CENTROS DE FORMACIÓN Y LIDERAZGO CRISTIANO CENFOL CABECERA Calle 51 # 31-27. Tel: 6478972

MUTIS Carrera 4W # 55-30 Mutis. Tel: 6417310

FLORIDABLANCA Calle 25 # 27-03 Molinos Altos

Tel: 6386585

PIEDECUESTA Carrera 7 # 6-72 Tel: 6897552

IGLESIA FAMILIAS PARA DIOS


N

o aguanto más, pastor! Nos pega

y abusa de nosotras –dice Susana, la esposa de Roberto-. Casi todas las noches vuelve a casa borracho. Si no trata de abusar de mí, lo hace con nuestra hija mayor. Hablé con mis padres y nos vamos a vivir con ellos. Pocas semanas después, Roberto inició la separación alegando <<abandono del hogar >> por parte de su esposa. Los meses pasan y Roberto, no sólo quiere ganar el juicio sino también la casa y la custodia de las dos hijas. Como pastor ¿Cómo puede ayudar a Susana? Cierto día, Marcos llega a su casa y la encuentra vacía. Su esposa se ha llevado sus pertenencias y su salida es definitiva. A los pocos días, descubre que se ha ido con un compañero de trabajo. El trata de dialogar pero ella se rehúsa a hablarle; lo acusa de no saber

amarla ni apreciarla. Marcos está confundido, triste y hasta deprimido. Tal vez, si no hubiera tratado de estudiar a fin de progresar, las cosas habrían sido diferentes… ¡pero los dos habían decidido que él debía estudiar! Ella misma había deseado trabajar para que él pudiera mejorar. Ahora le reprocha el hecho de que nunca se veían; había poco tiempo para estar juntos. Si Marcos acude a usted como pastor, ¿qué orientación le daría? Hoy por hoy hablar de separación y divorcio no es una cuestión meramente académica y teológica, se ha convertido en el plato del día. La gran pregunta es: ¿Cómo ayudar a los que han sufrido el derrumbe de sus matrimonios y los consecuentes sentimientos de culpa, resentimiento, fracaso personal y pérdida de la persona que aman? Para muchos, la separación es peor que la muerte del cónyuge. En el pasado, eran hombres los que abandonaban a sus mujeres. Hoy en día eso se está revirtiendo; hay una creciente ola de mujeres que huyen o abandonan a sus esposos. Un hombre activo en la obra del señor me llamó por teléfono, había hecho un intento frustrado de quitarse la vida. Estaba destrozado porque su mujer lo había abandonado. En medio de un amargo llanto, me preguntaba por qué

le había ocurrido esto a él. ¿Es posible consolar o animar a este siervo del señor? Cada pastor necesita saber cómo orientar a cada persona de esa multitud que no quieren sufrir la separación, a quienes una predicación sobre la naturaleza indisoluble del matrimonio no les resuelve el hecho de que su cónyuge las ha abandonado. 1. LA CRISIS Existen algunas normas fundamentales para poder ayudar al qué está pasando por la separación. a) Cada caso debe ser tratado como único. b) Es un momento de apertura espiritual. He tenido el privilegio de llevar a varios no creyentes a los pies de Cristo cuando están pasando por la crisis. Necesitan compasión, no ser juzgados o condenados. Aun los creyentes pueden experimentar, a través del dolor, una nueva y más profunda relación con el señor. c) Se debe encarar el sentido de culpa. Ya sea de su interior, o porque su pareja ha creado esa culpabilidad en ella motivada por la amargura y la ira, la mayoría comienza a pensar en todas las cosas que hizo mal. <<Si hubiera… esto, o aquello>>. Para poder ayudar a


la persona a discernir la culpa verdadera (transgresión de la ley de Dios) de la culpa asumida (esta última sólo conduce a la depresión y desesperación) es imprescindible escucharla mientras expresa estas preocupaciones. La culpa verdadera debe ser confesada a Dios y, cuando es posible, al cónyuge. Pero no tiene por qué confesar la culpa falsa. El consejero debe enseñar a la persona cómo rechazar estos pensamientos falsos y al acusador de los santos (Ap. 12:10). d) El sentido de fracaso. Ningún otro fracaso se siente tan profundamente como el del matrimonio. Razonan: <<Si la persona que más amé me rechaza y me abandona,

¿qué me queda? Si la persona que mejor me conoció no encontró en mí nada digno de ser valorado, ¿qué valor tengo? >> Se debe ayudar a la persona a ver que la separación no significa que sea una fracasada. Seguramente pecó en algunas áreas y era inmadura en otras, Pero en Cristo Jesús puede tener victoria corrigiendo el pecado y madurando; también su vida puede tener otras áreas de éxito. Y, más que todo, Dios es poderoso para obrar y hacer que, en su plan perfecto, cualquier persona sea de valor si está dispuesta a acercarse a Él. El consejero debe dirigir a la persona a enfatizar las cosas que sí puede hacer, y motivarla a que las haga. e) El deseo de negociación. La mayoría de las personas que pasan por la separación están dispuestas a negociar con Dios, con el diablo o su cónyuge si tan sólo pudieran recuperar a su pareja. Esta etapa puede ser muy peligrosa tanto espiritual como físicamente. Algunos piensan que si le ofrecen suficiente a Dios, Él debería cumplir sus deseos. Otros buscan la ayuda de curanderos u otros medios peligrosos debido a su desesperación. La gran mayoría trata de negociar con su cónyuge, tratando de <<comprar>> su compromiso a toda costa. El gran

peligro de negociar reside en que, en muchos casos, los hombres tienden a aprovecharse de la situación para tener relaciones sexuales con sus ex esposas, sin ningún sentido de responsabilidad. Después de tener relaciones, salen de la cama y se van por su camino, dejando a la mujer más herida todavía. Guíe a la persona a no negociar; sino a encarar los problemas reales con responsabilidad y madurez. Si una pareja, separada, vuelve a juntarse sin haber resuelto los problemas, volverá a tenerlos por no haber resuelto aquellos factores que causaron su separación. La primer meta del consejero no es que estén juntos, necesariamente, sino que resuelvan sus problemas de una forma bíblica, y maduren en el proceso a fin de que puedan volver a estar juntos. f) Venciendo el resentimiento y la ira. Generalmente llega esa etapa en que la persona pasa todo el tiempo fijándose en qué formas fue herida, defraudada o engañada. Se siente víctima. Muchas veces eso se expresa a través de ira y agresividad física o verbal hacia su cónyuge y personas del sexo opuesto. Hasta puede proyectarse con intentos de suicido “para hacer pagar al otro”. En esta etapa la persona debe ser dirigida a encarar honestamente sus


dolores y heridas, muchos de los cuales son reales. Necesitan aceite, no sal. La persona necesita reconocer los daños reales, pero también debe aprender a perdonar con la gracia de Dios y no seguir pensando en ellos. Para lo cual entrénele en cómo ocupar su mente en todo lo verdadero, lo honesto, lo justo, lo puro, lo amable, todo lo bueno (Fil.4.8). Perdonar significa <<pagar por el otro>>, lo cual implica que uno acepta pagar el dolor, las heridas y el mal que merece el otro. Justamente eso es lo que Cristo hizo por nosotros, y es quien nos llama a perdonar de la forma en que

Él lo hizo (Ef. 4.32). El libro perdonar para ser libres, de David Augsburger, es especialmente oportuno para esta etapa. g) Etapa de ira contra sí mismo. En muchas ocasiones la persona se enoja consigo misma porque fue <<tan tonta como para casarse con él>> o porque no escuchó la recomendación de sus padres o de otros. La persona se tira tierra encima, pero eso nunca ayuda a nadie. Debe ser dirigida a aceptar el perdón de Dios y a aprender de la situación 2. ADAPTACION A LA NUEVA CONDICIÓN Después de que la persona ha salido de la crisis, comienza una nueva etapa en la que deberá enfrentar muchos nuevos problemas. a) El problema social. En primer lugar enfrenta una crisis de identidad social: << ¿Quién soy? ¿Con quién puedo estar?>>. Ya no es soltera. Ha vivido otras experiencias. Probablemente tenga hijos y no pueda participar en las actividades de los solteros. Tampoco es parte de una pareja, lo cual le hace sentirse fuera de lugar entre ellas. Hasta en la iglesia le resulta difícil encontrar su lugar. Por otra parte, y lamentablemente, algunos ven en l apersona separada alguien fácil de engañar y usar en el

plano sexual. Ahora, esas presiones, codicias y tentaciones se multiplican. Esto es tremendo; sólo aumenta la confusión y el dolor. Muchas veces encuentra que no tiene familia, ni amigos, ni iglesia, ni ningún grupo de referencia que le brinde apoyo. Cuando se encuentra ante problemas difíciles de encarar busca consejo o, al menos, ser escuchada por alguien. Cuando esto ocurre, la gente tiende a rechazarla más, porque no les interesa escuchar sus problemas. No comprenden su soledad. Esto ocurre especialmente si no es creyente y no tiene ningún patrón de referencia con el cual medir su conducta y decisiones. b) El problema de los hijos. Con la separación viene la lucha por el afecto y la lealtad de los hijos. Los hijos se sienten entre dos sogas que tiran en direcciones opuestas. Ellos aman a sus dos padres, pero cada padre tiende a hablar mal del otro para poner a los hijos de su lado. Es importante que el pastor hable con los dos padres y les recomiende que, por amor a los hijos, no los conviertan en víctimas ni los utilicen como armas en su batalla. La mejor forma de hacerlo es que los dos padres, juntos, los llamen y les digan algo así: “Mamá y papá quieren que ustedes sepan cuánto los queremos los dos y han sido


de mucha bendición para nosotros. También deseamos informarles que estamos teniendo problemas entre nosotros dos y que no hemos podido resolverlos. Por eso lamentablemente, hemos decidido separarnos. Pero queremos que sepan que no ha sido, en ninguna forma, por culpa de ustedes sino nuestra.” Debe instruirse a la iglesia para que los creyentes no hablen mal de los padres en presencia de sus hijos, ya sea que sus padres sean creyentes o no (bueno sería que tampoco lo hagan en su ausencia). Por el contrario, deben enseñarles a los hijos a aplicar aquel mandamiento: <<Honra a tu padre y tu madre>>, aun cuando no hagan cosas dignas de <<honra>>. Este mandamiento no resulta tan fácil de aplicar cuando los padres están separados y sus hijos deben presenciar cosas que no es común que un hijo deba enfrentar (por ejemplo, ver a su padre como un <<adolescente>>, buscando pareja; tener padres excesivamente nerviosos a causa de las cargas que deben llevar, etc.). Pero la Biblia no dice que honremos a los padres cuando son perfectos; no hace ninguna especificación, abarca a todos, La iglesia debe enseñar a los hijos a practicar la misericordia en su propia casa y con sus propios padres; a no

juzgar sino a perdonar. Los padres no cre-yentes con hijos creyentes nunca van a creer en el amor y el perdón de Dios si sus hijos no demuestran amor en su propia casa. c) El problema con el círculo familiar. Es común que uno (o a veces los dos) deba volver a la casa paterna. Después de estar casado es imposible volver al status de hijo/a en la casa de los padres. El zapa-to ya no calza, el hijo/a ha aprendido a ser independiente, y de repente, se siente en un molde que ya le queda chico. Para los padres también ha sido dura la separación. Ellos se preguntan: << ¿En qué hemos fracasado? Si sólo hubiéramos…>>. Socialmente, es difícil tener hijos <<fracasados>>; es visto como un fracaso de ellos, especialmente si están en la iglesia. Sienten vergüenza y dolor por lo que ha pasado. Por eso, muchas veces los padres entran en una crisis que puede durar varios meses. Necesitan aliento, amor y paciencia. d) El problema de ser madre o padre soltero. Es trabajo de dos criar hijos. Pronto la persona la persona separada se encuentra con la gran dificultad que significa ser padre solo/a. Si no es fácil

para dos menos lo será para uno solo; aquí es donde la familia de la iglesia necesita ser pronta para ayudar en todo lo que sea posible. Cuando los chicos pierden al padre y su madre debe trabajar, también pierden en cierta medida a su madre, ya que ella no puede cumplir con todas las obligaciones o responsabilidades de una madre (limpieza, cocina, costura y presencia en la casa, etc.). Es importante ayudar a la madre a aceptar sus limitaciones y a no exigirse más de lo que puede hacer. ES importante que la madre se <<resigne>> a la realidad de que los chicos van a sufrir por no tener una familia completa. Si ella no está dispuesta a reconocer las carencias que sufrirán sus hijos, no podrá encontrarles una solución, Pero si las reconoce, puede acudir a otros en


busca de ayuda y suplir, de algún modo, sus necesidades de seguridad: falta de imagen paterna, miedo al fracaso, necesidad de seguridad, vergüenza por su situación familiar –lo que acarrea

una introversión excesiva- y protección y afecto. La iglesia puede suplir muchas de estas necesidades de los hijos y darles un nuevo ideal, esperanza, cariño y seguridad. En este tema hay dos aspectos: 1) Cambio de roles (no exigir ya el ideal sino adaptarse a la nueva situación y llenar, entre todos, el hueco), y 2) comunicación entre la madre (o padre) y los hijos. Esto se interrumpe cuando ella (o él) no acepta la realidad de las

carencias de ellos, y/o, por su parte los hijos exigen demasiado de ella. Así llega la situación en que ninguno puede expresarle al otro sus problemas, porque el otro se irrita. Entonces se tratan de escapar de su casa, de estar lo menos posible, o la pelea es constante. e) El problema financiero. La mayoría de las parejas, cuando se separan, no se dan cuenta de todas las complicaciones que se ocasionan. Una de ellas es la del aspecto financiero. Generalmente, La mujer tiene que volver a trabajar largas horas. ¿Qué pasa con los chicos? ¿Quién los cuida? ¿Quién los busca en la escuela? La mayoría de los hombres no pasan el subsidio decretado por el juez en la separación. Entonces, es vital que ayudemos a la esposa separada a aprender a ganarse la vida de una forma honrosa para sostener a sus hijos. f) La batalla legal. Rara vez la separación legal no termina en una batalla en la que uno de los esposos trata de tomar ventaja sobre el otro. Además, requiere revivir todas las razones y hechos que llevaron a la separación, con la alta posibilidad de que se hagan acusaciones falsas y denigrantes en público. También puede ser doloroso y difícil el proceso de división de bienes. Es fundamental

ayudar a la persona a encontrar un buen abogado creyente, honesto y competente en el tema. Así mismo, es pertinente ayudar a la persona a entender que frente a lo ganado o perdido en lo material, es mucho más importante su confianza y obediencia a Dios. g) Batalla con la soledad. Cuando se asienta el polvo de los otros problemas y él/ella se encuentran si su compañero/a, comienza uno de los problemas más difíciles: la soledad. Es el mismo problema de la viuda: se encuentra sin la persona con quien compartía, hablaba y de quien recibía el afecto que se necesita. También siente la soledad al enfrentar situaciones difíciles, como la enfermedad de un niño, problemas con alguna persona o llegar a la casa de noche en un barrio solitario y oscuro. Cada persona lo siente de una forma distinta, pero es una realidad que se debe encarar. En esta etapa, la separada, igual que la viuda, necesita que otras mujeres la acompañen y que la inviten y lleven a actividades donde se sienta cómoda. Algunos hombres y mujeres buscan llenar ese vacío enseguida, generalmente creyendo en los brazos de la primera persona que les muestre afecto, sin discernir quién o cómo es. Muchas veces, el resultado es trágico y


resulta en una herida más profunda. Debe orientarse a la persona a entender con quién y bajo qué condiciones puede, bíblicamente, buscar un nuevo matrimonio. Es vital que la persona no apure este paso,

porque necesita que su vida sea sanada y resolver los problemas antes de comenzar algo de nuevo. Aquí hay otro peligro. Más de un pastor ha caído cuando encuentra que, a causa de la ayuda, el amor desinteresado y la preocupación genuina que él brinda, la mujer separada se enamora de él, ya que recibe de él lo que ella siempre ha buscado. Como la mujer demuestra gran respeto, aprecio y afecto por el pastor, él mismo, sin darse cuenta, comienza a deleitarse en esta persona que tanto lo necesita y aprecia. Eso es natural, pero también una trampa profunda y sutil. Sobre todas las cosas, el ministro debe cuidar su corazón, o perderá su ministerio, su familia, su vida. h) La tendencia a tomar decisiones drásticas. En el proceso de separación, hay una tendencia a tomar decisiones radicales que muchas veces, más tarde, crean grandes problemas. Hay casos en los que se ha tomado la decisión de mudarse de ciudad <<para no convivir con los recuerdos>>, pero a los chicos les resulta muy difícil el cambio de ambiente, de amigos y de barrio. En esos casos, la mujer también suele perder los amigos y la familia, que le podrían dar cierta seguridad. Después

de que se ha “escapado” por decisiones drásticas lamenta las consecuencias, pero ya es tarde. Por eso es importante recomendarle a la persona que no tome ninguna decisión grande entre los primeros seis meses a un año, y así se protegerá de lamentos futuros. Aparte de las consideraciones que he mencionado, es necesario recordar que cada persona tiene sus propias debilidades y complicaciones. Además, las personalidades y complicaciones de quienes le rodean aumentan el problema. La responsabilidad del pastor consejero es entender, ayudar, sostener y guiar a la persona a encontrar, a través de Dios, una vida útil y de agrado al señor. El proceso para una recuperación significativa puede durar hasta más de dos años. Y este proceso, largo y doloroso requiere tiempo de duelo y asimilación. Durante el proceso guíe a la persona a mantener su esperanza en Dios, el cual es poderoso para ayudarla a superar los problemas y restaurar su vida. El resultado será una persona crecida, desarrollada y fortalecida. Esa es la misión del consejero: ayudar al quebrantado, para que vuelva a andar y funcionar en el buen camino para la honra y gloria de Aquel que vive para siempre.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.