4 minute read
ACEPTACIÓN
¡Esta palabra en acción es poderosa!
CLARIBEL BOCANEGRA EMPRENDEDORA
Advertisement
Los seres humanos tenemos, desde estándares diferentes, la necesidad de un sentido de pertenencia y esto depende en gran medida, de cómo nos aceptan o no, los demás; la familia, los amigos y la sociedad, por ejemplo. “Aceptación”, palabra poderosa, es la acción de ser recibidos como seres adecuados y suficientes. Como madre de un joven gay, he experimentado de primera mano, la avasallante fuerza de la aceptación. He aprendido sobre cómo el aceptar y apoyar a nuestros hijos, los ayuda a sanar el dolor provocado por el rechazo, los acompaña en su autoaceptación y los escuda contra la intolerancia. Mi hijo nos habló de su orientación sexual a los 17 años, pero mi intuición de madre ya conocía su verdad desde que él tenía aproximadamente 13 años. Tuve entonces, cuatro años para decidir cómo iba a responder o si iba a reaccionar en lo absoluto. Podría haber elegido entre recibirlo con los brazos abiertos o vivir en negación hasta que finalmente sintiera que era hora de tender la mano, lo que solo habría traído mayor angustia y conflictos; elegí lo primero.
Mi hijo nació en el seno de un hogar evangélico por lo que asistió a una escuela cristiana durante la mayor parte de su vida, donde fue victimizado por compañeros y maestros dada su orientación sexual. En casa, por otra parte, su realidad confrontaba y confligía con lo que, hasta ese momento, había creído y consideraba mis principios de vida. Enfrenté la difícil encrucijada de mantener unida a mi familia al mismo tiempo que mantenía mis creencias, hasta que me percaté que, los que hasta entonces consideraba mis valores, carecían de la piedad y del amor que emanan de Dios. ÉL nunca forzaría una división entre mi hijo y yo. Entendí que Dios quiere que caminemos juntos en su luz y sirvamos de brillo a otros que atraviesan situaciones similares. Dios no me diría nunca que rechace a mi hijo, en todo caso, son la religión institucionalizada y la sociedad las que imponen los dogmas y las normas que sostienen los prejuicios, el rechazo y la intolerancia, no Dios.
ANTE SUS OJOS, EL MUNDO ESTABA EN SU CONTRA.
El proceso fue difícil para ambas partes, pero de mucho crecimiento y aprendizaje. Ante sus ojos, el mundo estaba en su contra. Fueron tiempos de mucha dificultad y de soledad para él pues lo único que buscaba era poder abrazar su propio ser y la ACEPTACIÓN, ese sentimiento que se recibe cuando eres visto y amado tal como eres. Lo que más anhelaba era ir por la vida sin miedo al juicio y al rechazo. Ahora pienso en su coraje y valentía, me enorgullece y me inspira; nuestros hijos pueden ser nuestros grandes maestros.
A nuestra familia le tomó un tiempo desaprender lo que la sociedad nos había enseñado con respecto a la orientación sexual, pero elegimos el AMOR. Elegimos posicionarnos en y desde el amor, no solo por nuestro hijo, sino por nosotros mismos y construir desde ese espacio de amor, en lugar de destruir. Algo muy especial sucede en lo profundo de un ser humano cuando se acepta y se recibe tal cual es, sin necesidad de esconderse o avergonzarse. Se derrumban las murallas del miedo, el sol resplandece, la lluvia cesa y aparece un arcoíris llenando la vida de color y esperanza. El poder de la aceptación transforma vidas y abre las puertas del corazón para vivir auténticamente. Trae almas de las sombras a la luz. La luz que nuestro creador quiere que experimentemos.
A medida que avanzamos en la vida, es importante que miremos en nuestro interior, examinemos nuestros motivos y elijamos intencionalmente una posición de amor por nosotros mismos, y por los seres con los que interactuamos. Es el amor y solo el amor el que nos hace abrazar y abrazarnos, mirar y mirarnos, aceptar y aceptarnos con compasión y respeto, allende de nuestras diferencias.