Negratinta 0

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juan carlos monedero | tsunami polÍtico | mayor zaragoza | twin peaks | jennifer pareja arte que duele | las líneas de méxico | caramelo de cuba | prÓlogo de manuel vilas - NÚMERO 0 -



Prólogo

N

egratinta nace en papel. De la pantalla al papel, Negratinta viene al mundo de las revistas españolas en un momento tan interesante como escalofriante. La cultura española está necesitada de publicaciones independientes, en un contexto moral en que reina la confusión y los intereses inconfesables o confesables, ya casi da igual el escándalo. Probablemente porque en la sociedad y en la política española ya da igual el escándalo necesitamos la aparición de una revista en papel como Negratinta, una revista que sepa acudir a los centros neurálgicos de la realidad y a aquellos intelectuales españoles que tengan algo nuevo que decir. No basta lo dicho hasta ahora. España puede convertirse en un país interesante a partir de las próximas elecciones generales y va a necesitar de una revista de pensamiento, de cultura, de sociedad y de literatura. Es allí donde veo a Negratinta. Hay que renovar todo en España: en primer lugar, la política. Y en este primer número en papel se incluye una interesantísima entrevista a Juan Carlos Monedero, líder de Podemos. Si Monedero apuesta por la intervención de la inteligencia en la acción política, creo que Negratinta puede hacer lo mismo en el terreno del periodismo. De otro lado, Negratinta no nace de la nada sino que tiene un pasado en formato web sólido y destacable y una ejecutoria periodística relevante, que ha puesto de manifiesto que quienes dirigen esta revista están dispuestos a hacer un periodismo valioso y renovador. Yo creo que el cambio y la transformación se imponen en todos los órdenes de la vida española. Negratinta nace en papel en días muy afilados para la democracia española. Creo que esta va a ser una revista que va a dar mucho que hablar. Una revista en donde la gente se reencontrará con un periodismo que parecía olvidado, el periodismo de las cosas más interesantes de la realidad, y no el periodismo de los pactos, el periodismo de la convención. Me refiero a ese periodismo cultural que no busca sino que hereda consignas y preceptos. Cuando fui entrevistado hace unos meses para esta revista me di cuenta de que en el terreno de la literatura la apuesta de Negratinta era esa. Y ahora veo que esa propuesta se va a extender a todos los ámbitos de la vida española. Federico Mayor Zaragoza dice en este número #0 que sólo 85 personas tienen una fortuna superior a la mitad de la riqueza total de la humanidad. Algo habrá que hacer en un mundo con un dato tan inaceptable como este. Dentro de 50 años es evidente que la riqueza planetaria estará mejor repartida. Esos seres humanos del futuro querrán saber qué hicimos para cambiar semejante injusticia. Puede que el rearme ideológico, moral y cultural sea la clave. Puede que la comunicación de las ideas sea lo definitivo. En esa encrucijada nace Negratinta. | Manuel Vilas

Escritor | Premio de poesía Generación del 27


ÍNDICE 7/11 La política, una labor de inteligencia 12/19 Federico Mayor Zaragoza: “Hay que decir basta” 20/23 Cómo odiar el Mayo del 68 24/25 Islandia glacial 26/31 La aldea onírica (‘Twin Peaks’) 32/33 El arte debe doler, perezosos 34 Deconstruir a Rajoy 36/40 Nuria López: “Añoro la foto analógica” 41/45 Figón de Sal 46 Frida rejuvenecida 47/49 Cruzando la línea

STAFF #0 EDICIÓN Hamed Enoichi y Pablo Sierra del Sol. DIRECCIÓN de ARTE Jaime García-Vaquero Mateo y Andrea Alonso Alcobendas. FOTOGRAFÍA de PORTADA Carlos Onetti. ILUSTRACIÓN de PORTADA Pau López. COLABORADORES Fotografía Miguel Lucas Prieto, Victoria Clemente, Fabricio Triviño, María Medina Pons, Eva Villaseñor, Marco Torres Walker, Meeri Koutaniemi, Roger Benet, Josu Zaldíbar, Núria López Torres y Untaltoni. Ilustraciones Pau López, Untaltoni, David Boraita,

Pablo Noia y Floren Aparicio. Redacción Rafael Narbona, David Ventura Marquié, Elías Oliver, Joan M. Minguet Batlllori, Luis Felipe Lomelí, Javier Molina, Jorge Pablo Rosolén, Jacinto Elá, Samuel Pérez, El Náufrago, Alejandro Cárdenas, Ximena Peredo, Edmund Endje y Adrián Arroyo. Humor gráfico Untaltoni, Aymanuemanue, El Vera y Antonio Rodríguez García. Con la colaboración especial de Manuel Vilas


Borges y el coraje Cómo ser negro y español 56/63 J.C. Monedero: “Rescatar bancos es ilegítimo” 65 Emigrante de élite 66/69 El tsunami de 2015 70/71 Don Honorato 72/77 Caramelo: ‘latin jazz’ en estado puro 78/80 Que desaparezca México 82/85 Tijeras vs tiempo 87/93 Jennifer Pareja: “No me veo mayor para la piscina” 94/96 LeBron James: el lobo de la NBA

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WEB negratinta.com

EDICIÓN DIGITAL Hamed Enoichi y Pablo Sierra. PROGRAMACIÓN WEB Jorge Martínez. COLABORADORES España Raúl Díaz, Jorge Berenguer, Álex Couto Lago, Lorena P. Durany, Ismael Llopis, Annachiara Ramalho, Carlota Miranda, Esther Peñas, Fran Royo, Júlia Massot, Gabriel González, Carmen Daza, Santiago G. Tirado, Iñaki García, Cristina Guiu, Manuel Astur, Enrique Rey, Kike Martín, Javier Bernatas, Manu Gon, Matías Eidelman, Lara Payá Morant, Marta Modino, Raúl Muniente, Antonio Valderrama,

Jesús J. Prensa, Queralt Castillo, David Vericat, Olmo Domingo, Carlos Santiago Óscar Sánchez, Patricia Cirera, Sílaba Tónica, Sonia Aldama, Vega Sánchez, Wadi N’Daghestani y Nuria Ribas. Latinoamérica Alejandro Cárdenas (editor adjunto), David Hidalgo, Paula Soto, Mafer Galindo, Kowanin Silva, Sergio Aguayo, Sanjuana Martínez, Quitzé Fernández, Raúl H. Lugo e Ignacio Benedetti. Edición de vídeo Samuel Pérez, Santiago Carrión, Javier Copado y Diego Martínez González.



LA POLÍTICA ES UNA LABOR DE INTELIGENCIA

Texto | Rafael Narbona Ilustración | Floren Aparicio

Durante la II República, en las Cortes Generales se sentaban filósofos, escritores y científicos de prestigio. Esa sabiduría se diluyó a partir de la restauración democrática de la Transición hasta llegar al triste estado intelectual del Congreso de los Diputados actual

“L

a política es una labor de la inteligencia”, apuntó Manuel Azaña. Parece una insensatez afirmar lo contrario, pero es necesario clarificar a qué clase de inteligencia se refiere, si no queremos rebajar la frase a simple axioma de almanaque. ¿Acaso Azaña reivindicaba la república platónica, gobernada por filósofos? Si es así, coincide con José Ortega y Gasset, que reclama el liderazgo de los mejores, pero esa supuesta convergencia solo es un espejismo. Azaña nunca simpatizó con el ideal del rey-filósofo. Es conocida la rivalidad entre Azaña y Ortega, que intercambiaron dardos envenenados en la prensa de la época. No se trataba de simple antipatía personal, sino de profundas diferencias de criterio. El entusiasmo de Ortega por la II República se enfrió enseguida, pues le pareció inaceptable que la nueva Constitución tolerara los particularismos regionales, con su peligroso efecto disgregador, y resolviera el conflicto Iglesia-Estado con agresivas reformas que incluían la disolución de las compañías religiosas, con el pretexto de que el voto de obediencia al Papa desafiaba a la República.

El 9 de septiembre de 1931 Ortega publicaba en la revista Crisol un artículo, que incluía su famoso: “¡No es esto, no es esto! La República es una cosa. El radicalismo es otra. Si no, al tiempo”. Azaña no era un revolucionario, sino un ilustrado, un racionalista que admiraba la cultura francesa, con su laicismo y su concepto de ciudadanía. Por eso, consideraba que el Estatuto de Catalunya y las medidas contra la Iglesia modernizarían España. La inteligencia de la que habla Azaña es la inteligencia laica, reformista y republicana. En cambio, Ortega fantaseaba con una aristocracia espiritual, que ejerciera sobre las masas un efecto parecido al de las ideas platónicas, cuya perfección estimula el anhelo de imitación. Su planteamiento se prestaba a confusiones en una época que no tardaría en sucumbir a la fascinación de césares y caudillos. España invertebrada (1921) y La rebelión de las masas (1929) no eran un programa político, pero algunos entendieron que constituían una impugnación del sistema democrático. Ortega sostenía que las masas solo producen mediocridad, y, por tanto, deben ser dóciles a “una minoría

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egregia”, capaz de devolver a España la ilusión por el mañana. Los militares, que contemplaban con desagrado los nuevos tiempos, se identificaron con estas palabras, interpretando que eran la llamada a un pronunciamiento. Solo un directorio podía restablecer el orden y reprimir la agitación de las masas. Algunas frases de España invertebrada corroboraban esta lectura: “Hace falta, junto a los eminentes sabios y artistas, el militar ejemplar, el industrial perfecto, el obrero modelo y aun el genial hombre de mundo”. Desbordado por los acontecimientos, Ortega pronunció su famoso discurso Rectificación de la República (6 de diciembre de 1931) y abandonó su escaño como diputado por León, retirándose de la política activa.

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Ortega y Azaña se identificaban con el liberalismo, pero con importantes matices. Para Ortega, el liberalismo era una afirmación radical del individuo que se rebela contra el poder ilimitado del Estado, incluso cuando procede de la voluntad popular, lo cual explica que se pueda ser liberal y poco demócrata, pues la dictadura de las masas es tan inaceptable como la tiranía de una oligarquía. Por el contrario, Azaña interpreta el liberalismo como una lucha implacable contra las fuerzas reaccionarias y oscurantistas, que se oponen al progreso e instrucción de las clases populares. En esa batalla, hay que ser intransigente. En ¡Libertad, oh, libertad!, un artículo del 29 de diciembre de 1923, escribe: “La intransigencia será el síntoma de la honradez. Quien no lo practique así, no será, si persiste en llamarse liberal, un hombre honrado”. El liberalismo de Azaña tiene una indudable raíz jacobina. Su objetivo es “llegar al poder y ejercerlo mediante el uso de la razón”. No se trata de renunciar al pasado, sino de corregirlo mediante un espíritu crítico y escrupulosamente racional. Ese ajuste es viable porque las naciones se basan en un contrato social, cuya validez garantiza el Estado de Derecho. La patria no es una abstracción, sino “el país donde reina el derecho, la justicia y la libertad. Somos los herederos de la Revolución francesa y confundimos los principios de 1789 con la idea de patria”. La patria no es “la tierra de los muertos”, con sus tradiciones, héroes y leyendas, sino “un producto histórico, de valor principalmente cultural, formado por el esfuerzo de todas las generaciones y de todos los hombres que en ella han ido viviendo”. Por eso, todos los ciudadanos deben implicarse en su defensa, pues el ejército es el pueblo en armas.

el liberalismo para ortega y gasset era afirmación individual. para azaña, rebelión social ante las ideas reaccionarias


Frente a la inteligencia de los mejores, Azaña postula la inteligencia del político profesional, con una buena preparación jurídica y una inequívoca vocación de servicio. En ese sentido, se acerca las tesis de Max Weber, según el cual las sociedades modernas no se basan en valores, sino en objetivos. Ya no se trata de cumplir la voluntad de Dios o el Rey, sino de obrar conforme a principios racionales y legales. Es cierto que ese cambio conduce a la burocratización de la vida pública (lo que Weber llamó “la noche polar de la oscuridad helada”), pero Azaña entiende que la Razón y el Derecho deben ser el fundamento de un Estado de ciudadanos, pues son los dos pilares de la libertad y la base de una misión civilizadora. Conviene recordar que Azaña fue letrado de la Dirección General de los Registros y el Notariado, y su padre, Esteban Azaña Catarinéu, alcalde de Alcalá de Henares. La vocación de servicio público convivió en su familia con un sincero liberalismo, que adquirió su expresión más radical en Gregorio Azaña Rojas, el abuelo de Manuel, que participó en la Revolución

Gloriosa (1868). Gregorio Azaña era un liberal espartista y ejerció una notable influencia en su nieto, que escribiría años después: “Yo aprendí en mi niñez de quien cultivaba la gloria de la libertad como una religión propia”. Manuel Azaña forjó su ideario, fundiendo las enseñanzas del erasmismo, la Ilustración, el liberalismo progresista, el regeneracionismo y el krausismo. Eso explica que atribuya a la República el papel de Estado educador: “La República tiene que ser una escuela de civilidad moral y de abnegación pública, es decir, de civismo”. Lejos de haber caído en el olvido, Azaña y Ortega siguen influyendo en la vida política española. Ortega encarna un liberalismo aristocrático, que defiende la unidad de España como un proyecto de convivencia. Su exaltación del mérito y la excelencia continúa vigente, pero libre de sombras pretorianas. Aunque el desafío independentista de Catalunya haya causado malestar en las Fuerzas Armadas, ya no se escucha ruido de sables. Solo un insensato pensaría seriamente en resolver el problema sacando los

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tanques a la calle. España necesita “un sugestivo proyecto de vida en común” para sobrevivir como nación y recuperar su vocación europeísta. Creo que Ortega repudiaría el radicalismo nacido al calor de la crisis, con un rotundo “¡no es esto, no es esto!”; pero al mismo tiempo se rebelaría contra la corrupción y la mediocridad, que casi siempre avanzan de la mano. No aceptaría la intromisión de la Iglesia en la vida civil, pero también repudiaría el burdo anticlericalismo que menosprecia la dimensión espiritual del ser humano. Azaña no sería menos intolerante con los desórdenes públicos, pero no se mostraría menos intransigente con los políticos corruptos. La democracia no puede subsistir cuando los representantes de los ciudadanos incumplen los valores cívicos. Su idea del Estado como educador es una invitación a la urgente regeneración democrática de nuestro sistema, sin la cual crecerá la desafección de los ciudadanos.

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Ninguna fuerza política cuestiona ya la necesidad de una educación gratuita y universal, pero ningún político de la II República podía soñar con la revolución tecnológica que ha multiplicado los canales de comunicación, usurpando las funciones educativas de la escuela. La rebelión de las masas se ha agravado con unos medios que producen y divulgan contenidos de ínfima calidad, alimentando en muchos casos las emociones más indignas. Azaña y Ortega no soportaron el contraste con la realidad. Ortega, lejos de luchar por una alternativa, abandonó la política y se refugió en el trabajo académico e intelectual. Azaña fantaseó con algo semejante. Cuando el triunfo de la CEDA le hizo pasar a la oposición, buscó la compañía de sus libros y los árboles de su jardín. No fueron los únicos intelectuales que se aventuraron en la política en un momento particularmente intenso de la historia de España. Al igual que Ortega, Unamuno, Marañón y Pérez de Ayala contribuyeron a la proclamación de la II República, pero los tres se desengañaron enseguida ante la ebullición revolucionaria, culpando a Azaña de contribuir a los estallidos de violencia, lo cual es manifiestamente injusto. En las filas socialistas, brillaron los nombres de Fernando de los Ríos, Pablo de Azcárate y Julián Besteiro, prestigiosos profesores universitarios, con una claridad de ideas que no se aprecia en Ortega o Unamuno, pues sus convicciones políticas se hallaban perfectamente definidas. Hay que destacar la dignidad de Julián

Besteiro, que descartó el exilio y decidió aguardar a las tropas de Franco en los sótanos del Ministerio de Hacienda de Madrid. Después del golpe del Teniente Coronel Casado, se había convertido en la máxima autoridad del Consejo de Defensa. Con sesenta y nueve años y la salud quebrantada, pensó que su presencia tal vez podría amortiguar las predecibles represalias: “No puede uno abandonar a los que han depositado su fe en nosotros… Yo he vivido siempre con obreros, con ellos seguiré y con ellos me quedo. Lo que sea de ellos será de mí”. Los vencedores ‘premiaron’ su dignidad y coraje con un Consejo de Guerra, que le condenó a 30 años. Obligado a fregar suelos y limpiar letrinas, contrajo una septicemia y murió el 27 de septiembre de 1940. Durante la dictadura, hubo intelectuales al servicio del poder (Pedro Sainz Rodríguez, José María Pemán, Azorín), pero no intelectuales con un proyecto político. Algunos se convirtieron en firmes defensores de la restauración monárquica, sin que eso significara cuestionar la dictadura, que consideraron necesaria para acabar con la subversión marxista. Entre los ministros de Franco, destaca Manuel Fraga, con infinidad de publicaciones y escasez de ideas. Algunos pensaron que sería –con Areilza, este de un perfil intelectual más bajo– uno de los protagonistas de la Transición, pero Juan Carlos I nombró Presidente del Gobierno a Adolfo Suárez, “un chusquero de la política”, según las palabras que usó el propio abulense para definirse. Suárez no era un intelectual, pero poseía audacia, ambición y capacidad de diálogo, virtudes fundamentales para pilotar un cambio político de enorme trascendencia. Cuando el 3 de julio de 1975 se despidió de su cargo de vicesecretario general del Movimiento, Suárez manifestó que era partidario de “una democracia que traduzca el pluralismo político que se da en una sociedad y la implantación de una justicia social que es el fundamento de toda democracia real”. En una entrevista concedida al diario Pueblo en marzo de 1976, se define como demócrata y enemigo de los extremismos, señalando que el futuro pasa por “el juego fecundo entre un socialismo democrático, dotado de un fuerte sentido nacional, y una derecha moderna, homologada con los esquemas europeos”. En su primera alocución televisiva como Presidente de Gobierno, se presen-


tó como “un gestor legítimo para establecer un juego político abierto a todos”. Suárez sacó adelante la Ley de Reforma Política y la Constitución vigente (1978), soportando los ataques y las descalificaciones de la extrema derecha y la extrema izquierda, que utilizaron la violencia para boicotear el proceso. Los asesinatos de Arturo Ruiz, María Luz Nájera y los abogados de Atocha durante la semana negra de la Transición (enero de 1977) no son menos desestabilizadores que la espiral de crímenes de ETA y los GRAPO. Suárez luchaba contra los nostálgicos del franquismo, que aún conservaban sus privilegios en las instituciones, y contra los que fantaseaban con una dictadura marxista-leninista o maoísta. “Somos conscientes –afirmó Suárez el 29 de enero de 1977 en un memorable comunicado televisivo– de la importancia del desafío: se trata de hacer inviable nuestro camino hacia una convivencia civilizada”.

Es necesario tener un proyecto político para gobernar, pero a veces los intelectuales no son los más adecuados para materializarlo

Suárez lidió una situación mundial de crisis, no menos grave que la actual, con grandes cifras de paro, una inflación desbocada y un notable déficit público. Sin embargo, logró un importante pacto social, que transformó España en una verdadera democracia, con libertades y derechos semejantes a los de cualquier país europeo. No era un intelectual, pero sí el eficaz gestor de un complicado proceso de reforma política, cuyos méritos ahora se niegan. No suscribo el revisionismo de la Transición, propiciado por la crisis que empezó en 2008. Es necesario tener un proyecto político para gobernar, pero a veces los intelectuales no son los más adecuados para materializarlo. Ortega y Unamuno poseían una notable inteligencia, pero eran políticos mediocres. Demasiada subjetividad, demasiado apasionamiento. La mejor cualidad del político es la elasticidad. Azaña poseía una idea de España que podría haber modernizado el país, pero carecía de espíritu conciliador y no logró contener los extremos. Suárez se mostró más hábil, pero sufrió un terrible desgaste que malogró su carrera. Actualmente, no hay intelectuales en política; solo algunos profesores universitarios con publicaciones académicas, pero sin valor literario. Es pronto para juzgarlos, pero sí puedo vaticinar una cosa. La posteridad no es indulgente con nadie. 5

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“La Carta de las naciones unidas se debería explicar en las escuelas para lograr una democracia genuina” Federico Mayor Zaragoza tiene una obsesión a sus 81 años: hablar alto y claro para que no se repitan en el siglo XXI los genocidios que desangraron al XX. Científico, escritor y político, el antiguo director general de la Unesco reivindica que no existe patrimonio mayor que los Derechos Humanos Texto | Pablo Sierra del Sol Fotografía | Miguel Lucas Prieto



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e acaban de cumplir 25 años de la caída del Muro de Berlín. ¿Cómo ve el mundo un cuarto de siglo después?

Estados Unidos. Han sido ellos los que han dilapidado el legado de las grandes personalidades que coincidieron en el final de la Guerra Fría.

Tuve ocasión de vivir aquel momento muy de cerca porque presidí el Foro de Issyk-Ku [actual Kirguistán] en el que había personas de un gran peso internacional como Arthur Miller, Alexander King o Alvin Toffler. Pretendíamos acabar con la división que partía el mundo en dos mitades. Nos inspiraba el ejemplo de Chinguiz Aitmátov, un disidente soviético que había escrito unos años antes Un día más largo que un siglo. Cuando Mijaíl Gorbachov llegó a la Secretaría General del PCUS le permitió publicarlo en la URSS porque eliminó la disidencia, ejemplificando que en aquel imperio se iban a producir grandes cambios. Gorbachov tuvo algo esencial: fue capaz de lo inesperado. Yo viví eso muy de cerca y le puedo asegurar mi profunda decepción por lo que vino después. Era un momento en el que todo clamaba paz y cambio. Mientras Ronald Reagan fantaseaba con La guerra de las galaxias, Gorbachov fue capaz de desmontar la URSS sin que se derramara una gota de sangre.

Uno de esos personajes fue Nelson Mandela.

Sin embargo, cuando se presentó a las primeras elecciones democráticas en Rusia, Gorbachov perdió contra Boris Yeltsin. 14

Gorbachov hizo todo lo que debía hacer. Cuando se presentó contra Yeltsin ya sabía que tendría muy pocas opciones de victoria. Pasó algo parecido a lo que ocurrió en España al final de la dictadura: a los que vivían cómodamente durante la URSS no les hizo ninguna gracia que Gorbachov desmontara ese sistema; y el poder lo tenían ellos, no Gorbachov. Le digo esto porque en aquel momento escribí un artículo donde definía al comunismo como “un sistema que basado en la igualdad se había olvidado de la libertad; por eso, se ha desmoronado”. Ahora, el sistema alternativo –basado en la libertad pero que siempre se ha olvidado de la igualdad– debería haber aprendido la lección. Sin embargo, ha ocurrido lo contrario; lo debemos tener muy en cuenta para juzgar severamente al neoliberalismo globalizador. También hay que juzgar muy severamente la labor del Partido Republicano de

Recuerde que, precisamente, Nelson Mandela salió de la cárcel en el 89 después de 27 años encerrado y lo hizo con los brazos abiertos, sin clamar venganza. Y, acompañado de otra gran figura como el presidente Frederik de Klerk, logró la reconciliación en Sudáfrica. ¡Se acabó el apartheid racial! No black, no dogs! Aquella discriminación que había visto con mis propios ojos se esfumó. Es el momento en el que se termina la guerra en Mozambique gracias a la Comunidad de San Egidio y a otro gran presidente, Joaquim Chissano. Y es el momento en el que culmina el proceso bélico de El Salvador y se firma la paz en Chapultepec. Además, tuve el honor de reiniciar, con el permiso del presidente Salvador Pérez de Cuéllar, el proceso de paz en Guatemala.

“La herencia que nos dejaron Ronald Reagan y Margaret Thatcher es el cambio de las leyes democráticas por leyes de mercado” Los republicanos de EE UU, bien acompañados por los conservadores del Reino Unido, crean un sistema hegemónico y lo primero que hacen es olvidarse de los principios que dicta la ONU para centrarlo todo en los mercados. La ONU estaba atada de manos. En el momento en el que se da el derecho a veto ya no somos “nosotros, los pueblos”, que es como empieza la Carta de las Naciones Unidas. Fíjese lo que cambian las cosas cuando se varía una letra de una palabra. En lugar de ‘voto’, ‘veto’. Ese grupo de países elegidos hicieron lo que se esperaba de ellos: anularon el poder de la ONU. Ya no vale con analizar esta situación y decir: “¡Qué disparate!” Ahora estamos capacitados para decir “basta”. En la Carta fundacional de la ONU se habla también del derecho a rebelión del oprimido.

Yo interpreto bien y literalmente el Preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Eso es lo que tendría que leer esa pandilla de gobernantes que no tienen ni idea. La Carta dice “nosotros, los pueblos”; es decir, una democracia. Y sigue: “hemos decidido evitar el horror de la guerra”; o lo que es lo mismo, construiremos la paz a partir de ahora. ¿Por qué se escribió todo eso? Por las generaciones venideras. Créame, esos derechos se redactaron “para liberar a la Humanidad del miedo”. Y “si no se cumplieran, los seres humanos pueden verse compelidos a la rebelión”. Eso dice la Declaración Universal de Derechos Humanos. Don José Saramago decía que “la paciencia puede ser infinita”. ¿Cuándo se agotó su paciencia? Hace dos o tres años. ¿Por qué? Me di cuenta de que el poder, que en estos momentos ya está al tanto de que muchos ciudadanos pueden saber qué pasa en la otra parte del mundo, se estaba encargando de que los jóvenes no pudieran expresarse libremente. Nelson Mandela me dijo una vez que la mujer, con sus valores inherentes, no la mujer mimética que copia el peor comportamiento del hombre, es la piedra angular del futuro. “La mujer casi nunca reacciona violentamente. “Por el motivo que sea –me contaba Mandela– aplaza el uso de la violencia”. Es quien da vida. Claro. Ese nuevo y necesario papel de la mujer en la sociedad, unido a la información de que disponemos, es lo que nos permite decir “basta” de forma sólida. Fíjese, cuando yo era niño no sabía qué pasaba fuera de Barcelona; hasta los 18 años no viajé a Madrid. Todo estaba muy lejos. En cambio, ahora esas redes de conocimiento las comparten chicos y chicas de cualquier parte del globo. Hay prioridades que atender. La primera, la alimentación. Hoy habrán muerto 20.000 niños por culpa del hambre en todo el mundo. Si nuestros gobernantes hubieran cumplido la promesa de ayudar a esos países en vez de seguir explotándolos, esto no pasaría. Nadie quiere saltar una valla llena de… concertinas. Le podrían


una vida repartida entre la ciencia, los derechos humanos y la política Federico Mayor Zaragoza (Barcelona, 27 de enero de 1934) estaba destinado a ser ministro de Educación. Su tío abuelo Marcel·lí Domingo i Sanjuan fue el primer responsable de la cartera de Instrucción Pública de la II República española. Su sobrino lo consiguió durante el breve gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo, al final del trayecto de la Unión de Centro Democrático como partido hegemónico de la política española. Anteriormente, Mayor Zaragoza, hijo de una familia que había emigrado de las comarcas del Baix Ebre a la fabril Barcelona de inicios del siglo pasado, se había labrado un amplio currículo como investigador, ocupando la cátedra de Bioquímica en la Universidad de Granada, prestigioso centro de estudios superiores del que fue rector entre 1968 y 1972, coincidiendo con toda la efervescencia del movimiento estudiantil. Ocupó durante 30 largos años la misma cátedra en la Universidad Autónoma de Madrid –la ciudad donde reside, trabajando desde la fundación Ramón Areces–, pero a este catalán de mirada clara y memoria prodigiosa se le recuerda por ser el español que más poder tenía en las Naciones Unidas. Desde su puesto de director general de la Unesco (87-99), pudo tratar con líderes como Gorbachov y Mandela, a los que considera emblemas de un intento de repensar el mundo que ha sido aplastado por el neoliberalismo. Esa es la razón que lleva a Mayor Zaragoza a alentar a los jóvenes a que se rebelen y hagan prevalecer el humanismo. Por eso le aterra que la Filosofía desaparezca de las aulas españolas.

haber puesto otro nombre: cuando uno escucha la palabra ‘concertina’ piensa en algo musical y, sin embargo, están puestas para cortar y hacer daño. Cuando el ministro del Interior español, Jorge Fernández Díaz, tuvo que referirse a las concertinas negó que fueran vejatorias para la condición humana. ¿Una democracia puede protegerse con vallas y muros? [Ríe] La gente ya se ha dado cuenta de que puede formar un gran poder ciudadano y aprovechar la desafección política para cambiar la realidad, pero vivimos adormecidos por el exceso de fútbol o de noticias banales en los medios. Nos tienen distraídos. Así resisten esos parlamentos llenos de palmeros que tenemos. En 1977, poco antes de introducirse en la Unesco, escribió un artículo en El País en el que advertía de la deshumanización que estaba produciendo la tecnología. ¿Cómo ve este asunto en el momento actual?

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“democracia es compartir con los demás. La Vida digna es de todas las personas, no de unos cuantos privilegiados”

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Precisamente, en esa época que usted menciona escribí un libro que se llamaba Gen-Ética, donde planteaba el tema entre lo factible y lo admisible. Soy científico y creo que el conocimiento siempre es válido. Soy un entusiasta de la tecnología porque nos permite ser libres, independientes y expresarnos como queramos. Pero se puede utilizar de forma perversa. De la primera vez que viajé a la Unión Soviética (en 1961) como bioquímico recuerdo la impresión que me llevé al pisar la calle: había mucha seguridad, pero ninguna libertad Empecé a hablar del silencio de los silenciados. Sin embargo, después le di más importancia al silencio de los silenciosos. Los que no quieren hablar porque tienen miedo. No comprendo cómo la gente pueda asumir que los de Google, Apple o los que sean no compartan los millones de dólares que ganan al día. ¿Cómo se aprende a ser solidario? Mire, mis padres fueron personas muy humildes. Luego, a mi padre le fueron bien las cosas porque, aunque

no tenía estudios, participó en un proyecto de farmacéuticos y médicos que se atrevieron a producir penicilina en la España de 1947, que ya es decir. Mi padre siempre me decía que la democracia es compartir; partir con los demás. La vida digna tiene que ser para todos, no para unos cuantos privilegiados. ¡Pues nada! ¡Ya lo ve! Quisiera ver millones de firmas a través, precisamente, de internet que digan que no queremos un sistema donde domine el mercado, que ha tenido la desfachatez de nombrar en la cuna de la Democracia, Grecia, un gobierno que no lo han elegido los ciudadanos. En España el Banco Central Europeo le ha dado órdenes a Zapatero y Rajoy para que hicieran esto o lo otro. La herencia que nos dejaron Ronald Reagan y Margaret Thatcher es el cambio de las leyes democráticas por leyes de mercado. Participó en política con formaciones de centroderecha como UCD y CDS, siempre trabajando mano a mano con Adolfo Suárez. Al atacar tan directamente a las tecnocracias

y al neoliberalismo, ¿ha descolocado a mucha gente con sus opiniones? Sí, pero es que somos muchos los científicos que nos hemos dado cuenta de que la producción del conocimiento estaba cada vez en menos manos. Recuerdo un artículo que escribí hace unos años para contrarrestar una afirmación del señor Bush, algo que siempre es un placer. El presidente estadounidense dijo que iban a empezar la “misión Marte”. Le respondí titulando: “Misión, la Tierra”. Es en la Tierra donde viven 800 millones de personas que tienen que hacer ejercicios circenses para obtener un poco de agua potable. Ese drama no es una excepción. Cuando en 2000 pedimos dinero desde la Unesco para combatir el hambre o el SIDA nos dijeron que no había fondos. Usted no firmó los Objetivos del Milenio. No lo hice porque para el año 2015 se proponía reducir el hambre solamente al 50%. Ya vemos que no han consegui-


Si Federico Mayor Zaragoza fuera presidente del Gobierno y pudiera hablar con el ministro Wert durante cinco minutos... “Creo que hay buenos pedagogos en España que podrían ser unos ministros de Educación excelentes. Uno que me viene a la cabeza es el psicólogo Álvaro Marchesi; otro, Alejandro Tiana, el actual rector de la UNED. Adela Cortina sería otra gran opción. Pero yo preferiría, ya que tengo el teléfono, entre mis manos, no cesar al ministro Wert. Le ordenaría que pusiera en marcha un proyecto muy rápido de formación a la democracia. Créame, la solución de la Humanidad en este torbellino de conceptos y distracciones es conseguir una democracia genuina. La nuestra es formal, pero no hay democracia económica, ni cultural, social o internacional. Aprovecharía esta llamada para declarar el estado de Excepción durante tres meses para que fuéramos los grandes promotores a escala mundial de una gran declaración de la democracia”.

do ni eso. Me parecía muy cínico ya que hay recursos para llevar a cabo ese plan de una forma más ambiciosa. Durante esa época redacté un documento en el que recomendaba que la Carta de las Naciones Unidas se explicara a edad bien temprana en las escuelas. Así los niños aprenderían que democracia no es votar cada cuatro años y que no te tengan en cuenta durante todo ese tiempo. En solo seis o siete años, habrá muchos ciudadanos que no reconocerán un parlamento que legisle en contra del pueblo. Pero la corrupción arrecia incluso entre los que enarbolan la bandera de los pobres. Lula da Silva es el claro ejemplo. ¿El despertar del ser humano pasa porque mordamos la mano que nos da de comer si, además, nos está robando? Cuando se detenta el poder la corrupción suele aparecer. Sin embargo, la corrupción con Lula da Silva ha sido mucho menor que con los gobiernos que le antecedieron. Su mejor aval ha sido su independencia de los grandes corruptores: el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. El mejor legado de Lula y Dilma [Rousseff] ha sido traspasar los límites de lo posible. Cuando era pequeño, en el Baix Ebre me decían: “Fill, meu, lo que no té remei, no té remei”. ¡Y no tenía remedio! Ahora no nos pueden decir que la gente se muere de hambre porque no hay más remedio. No. Se mueren de hambre porque ustedes los matan de hambre. ¿Ha visto usted el último informe de Oxfam? ¿Sabe que hay 85 personas que tienen una fortuna superior a la mitad de la riqueza total de la humanidad? Entiendo que haya personas ricas, pero ¿tanto? En una capilla cerca de Montpellier vi una inscripción que me hizo mucha gracia: “Las mortajas no tienen bolsillos”. Habrá cambios sustanciales en muy poco tiempo: se deben hacer con la cabeza, no con el corazón. Últimamente veo a mucha gente reaccionar de forma muy crispada. Eso me preocupa. ¿Qué ha sido más difícil siendo español: ser científico o ser librepensador? Lo más complicado a mi modo de ver fue seguir las instrucciones de mi madre, que desde muy joven me decía:

“Si vols ser feliç no pots admetre mai lo que pensis que és inadmisible”. Si quieres ser feliz no puedes admitir nunca lo que creas que es inadmisible; es decir, ser libres y responsables. El futuro de la humanidad no pasa por seguir dogmas. Gracias a estos aparatos [señala el móvil con el que se graba la conversación], si los utilizamos bien, podemos cambiar la realidad. ¿Se da cuenta lo que supondría que le dijéramos a una empresa que no compraremos sus productos si ellos no son solidarios? Podríamos exigirles que empezaran a repartir sus beneficios de una forma más equitativa para seguir comprando sus productos. Eso sería salirse del sistema. Esta chica, [Ada] Colau, sacó en poco tiempo cientos de miles de firmas para algo muy importante [frenar los desahucios]. Ese ejemplo hay que seguirlo en muchos campos. Por ejemplo, para frenar las prospecciones petrolíferas que están comenzando en Canarias. ¿Por qué no escuchan a la gente? No digo que se hagan consultas vinculantes, porque eso ya necesitan de un encaje legal no solo en España; pero, ¿consultas? ¡Bienvenidas todas! Me gusta decir que la ciencia no es de derechas ni de izquierdas, solo busca el conocimiento. Para analizar estos temas yo aplico el rigor científico y me parece que la mayor parte de las propuestas y discusiones a las que estoy asistiendo carecen de ese rigor. Eso me parece muy grave. En septiembre vimos cómo el Gobierno trajo a España el brote de ébola. ¿Le gustaría que los ministros de Sanidad tuvieran un amplio bagaje científico? Creo que hay algunos ministerios que necesitan de ministros con un amplio conocimiento del tema, aunque vamos a suponer que tenemos a un buen político que no es especialista en el cargo. Si tiene a su alrededor un buen grupo de consejeros, funcionará esa mezcla. ¿Pero puede uno creer que se hable del ébola como lo ha hecho aquí el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid? Cuando el ébola llegó a España parecía que habíamos descubierto que existía ébola en el mundo. Lleva décadas matando a personas en muchos países africanos y aquí nadie prestaba atención al ébola.

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Incluso cuando se enoja, habla con una sonrisa en la boca. ¿Qué papel jugó la risa en la educación de un niño que pasó su tierna infancia en una Barcelona bombardeada? Los de mi infancia fueron años muy difíciles. A veces me dicen que soy muy optimista. Si un optimista es un pesimista mal informado, yo no lo soy porque sí estoy bien informado. Estoy lleno de esperanza, mucho más que antes. Por eso escribí Delito de silencio: vi que una nieta mía estaba escribiendo en uno de aquellos primeros ordenadores y le dije: “¿Qué haces, Marta?” “Estoy chateando con un chico de Costa Rica”. Ellos pueden tender puentes inimaginables para nosotros. Esa maravillosa invención de Roosevelt de “nosotros, los pueblos” ahora puede llevarse a la práctica. El novelista y poeta Manuel Vilas comentó en esta revista que había dejado de bromear sobre la independencia de Catalunya porque había llegado a la conclusión de que podía perder amistades por tocar un tema tan sensible de forma irónica. A usted, que es catalán y vive en Madrid, ¿qué le parece esta opinión? ¿Le ocurre lo mismo a usted?

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“los pueblos se aíslan en un mundo que nos reclama lo contrario. los Problemas son globales, no locales”

Creo que sobre todo hay que aprender a bromear con el nacionalismo españolista. Las raíces son muy importantes pero desde las ramas tenemos que emprender un vuelo muy alto y muy largo. Por eso me gusta decir que soy ciudadano del mundo. ¡Es que me siento ciudadano del mundo! Lo soy desde Catalunya, desde los valores, la lengua y todo aquello que ha formado mi juventud. Pero lo que hoy no puedo comprender es que haya tendencia al aislamiento cuando la voz del mundo nos reclama lo contrario. Los problemas son globales, no locales. Miquel Martí i Pol es un poeta catalán que me gusta mucho. Me encanta recordar sus versos: “Tot està per fer i tot és possible, però qui sinó tots?”. “Todo está por hacer y todo es posible”, y aquí se paran algunos catalanes. Pero el poeta añade: “¿Quién, sino todos?” Conoció muy de cerca el nacionalcatolicismo. Llegó a ser subsecretario de Educación en los 70. Y rector de la Universidad de Granada porque me nombró un ministro de Educación [José Luis Villar Palasí] muy poco franquista, el mismo que creó las tres universidades autónomas de España, entre otras cosas o facilitó el

acceso de los mayores de 25 años a la educación. Para una persona de principios democráticos, ¿cómo era trabajar en el aparato de una dictadura? Fue una época de mi vida muy apasionante, pero muy dura. Tiene que pensar que, además, era familiar directo de Marcel·lí Domingo, quien había sido el primer ministro de Educación de la II República española con don Manuel Azaña. Su tío abuelo fue además uno de los impulsores de las primeras peticiones de estatuto de autonomía para Catalunya. Hace cien años. Pues teniendo todo eso en cuenta se podrá imaginar que mi paso por la Universidad de Granada no fue fácil. Pero cuando el ministro me eligió a mí de forma inesperada, yo publiqué en los dos periódicos de la ciudad esta nota: “El rector recibirá a cualquier estudiante, profesor o ciudadano de Granada que lo quiera visitar (martes y jueves a partir de las seis de la tarde)”. Aprendí a escuchar e hice cosas que estaban prohibidas. Suprimí al muy poco tiempo las tres marías: educación religiosa, política y física. Lo hice porque no pedí permiso. ¡Y no pasó nada! El ministro lo aplaudió e, inmediatamente, puse en la calle a una delegación del Banco Mundial que venía a repartir unos fondos. Me parecía que lo que hacían era indigno porque el prestatario, un país pobre como España, tenía que pagar el viaje de doce personas que venían a hacer de prestamistas. Llamé al Ministerio y dije: “Necesitamos a uno o dos representantes como máximo. Si vienen los doce les pondré en la calle”. ¿Lo suyo fue cuestión de valor o hace falta algo más? Delante de estas circunstancias adversas se saca lo mejor de uno mismo. Claro que vivíamos en un régimen que no era el nuestro, pero lo llevamos con mucha dignidad. ¿Por qué fui subsecretario de Estado de Educación? Al principio dije que no, pero luego acepté porque me lo pidieron quienes me lo podían pedir; personas que en la Transición fueron capaces de darse cuenta de que no se trataba de elegir una república o


una monarquía sino de pasar de una dictadura a una democracia con un presidente civil (que usted ya sabe que ese tema estuvo muy difícil). Unos meses antes de aceptar ese nombramiento había sido depurado de un cargo de investigación científica por “rojo”, pese a que había desarrollado el Plan Nacional para la Prevención de la Subnormalidad. Acepté porque me llamó para convencerme quien podía hacerlo Estoy convencido de que hice lo que debía, igual que Santiago Carrillo debió morirse pensando igual. Él sí que supo jugársela y sacrificarse. ¿Añora una figura como la de Adolfo Suárez en la política española? Yo formé parte de UCD, pero como independiente. Siempre he sido una persona independiente. Tiene que saber que cuando me llama el presidente Adolfo Suárez para ser el hombre del partido en Granada, yo le digo que no porque no estaba de acuerdo con algunas cosas de UCD. No quería depender de otros. Me concedió ese deseo. Así era Adolfo Suárez, el mismo que intentó que yo fuera el

“adolfo suárez me dejó entrar en política siendo independiente. carrillo y él supieron jugársela durante la transición ” primer independiente en entrar en el Gobierno, algo que al final ocurrió pero cuando él se había marchado. Con él fui consejero de Presidencia y viví muy de cerca el regreso de Tarradellas a Catalunya, la redacción de la Constitución (incluida la historia de que no se pudiera completar el capítulo VIII, como Suárez deseaba), el “España roja ya, pero rota, no”, y la presión militar que tuvo lugar a continuación y que llevó a su dimisión. Viví todo aquello por ser independiente. Después de charlar una hora con usted, uno se lleva la sensación de que Federico Mayor Zaragoza prácticamente piensa igual que en los años 70 y que, en cambio, otros se han escorado demasiado a la derecha. Su discurso está más cerca

de plataformas ciudadanas como la que encabeza Ada Colau, a la que ha nombrado, que del PSOE y, no digamos, del PP. No tengo ningún mérito. Todo se lo debo a mis padres y a los profesores que tuve en el antiguo colegio Blanquerna. Con unos y otros aprendí a hacer lo que debía en cada momento. Por eso no entiendo que se quieran cargar la Filosofía de la enseñanza, cuando deberíamos darle todo el lustro que se merece. Lo que recibí de aquel maestro que tuve, un hombre que se llamaba Francesc Gomà, no tiene precio; me enseñó la importancia del pensamiento, de actuar todos los días en virtud de nuestras propias reflexiones, de reservar tiempo a diario para pensar en lo que hacemos… 5

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MAYO 68

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en cuatro sencillos pasos

Texto | David Ventura Marquié Ilustración | David Boraita

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os que tuvimos la desgracia de estudiar en una universidad progresista a principios de la década de los 90 soportamos el sinnúmero de autohomenajes que se prodigaron nuestros profesores para celebrar el 25 aniversario de Mayo del 1968. La generación–tapón por excelencia recordaba los años en los que eran más jóvenes y robustos y todavía tenían pulmones para correr delante de los grises. Aposentados en sus poltronas universitarias, se ponían como ejemplo de juventud modélica. “Prohibido prohibir”. “Bajo los adoquines está la playa”. “Seamos realistas, pidamos lo imposible”. Esos eran los eslóganes coreados.

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Al margen de que el Mayo del 68 pasara desapercibido en España –con una repercusión incomparablemente menor que el Estado de Excepción de 1969 o los Procesos de Burgos de 1970– hasta ahora ha predominado una visión que relacionaba los movimientos revolucionarios de aquella primavera con la marea izquierdista que se inició a principios de los años 60, con gobiernos socialdemócratas en el Reino Unido y la RFA en paralelo a la Administración Kennedy en Estados Unidos. Un impulso que se estancaría durante la década de los 70, para revertirse durante los 80 con la revolución conservadora de Margaret Thatcher y Ronald Reagan y quedar aniquilado con el hundimiento del bloque comunista y la asunción por parte de la socialdemocracia de todo el ideario neoliberal: el certificado de defunción definitiva de la izquierda europea, o lo que llamaban la ‘tercera vía’ de Blair y Giddens. Pero... ¿fue el Mayo Francés realmente de izquierdas? ¿Fueron de izquierdas los movimientos estudiantiles que sacudieron Europa Occidental y los Estados

Unidos durante la década de los 60? Parece que sí, ¿no? De hecho, ellos mismos se proclamaban maoístas, marxistas-leninistas, trotskistas y afectos a todos los ismos que conformaban ese variopinto zoo que se extendía a la izquierda del Partido Comunista. Que muchos de esos revolucionarios de pacotilla y origen burgués acabaran engrosando las filas neoliberales durante los años 80 y 90 ya hizo sospechar que su actitud revolucionaria era puro postureo. No obstante, una nueva revisión de este periodo convierte los hechos de 1968 en el huevo de serpiente del que surgió la peste neoliberal. El conservadurismo de los años 80 no es una respuesta al radicalismo del Mayo de París sino que, al contrario, el neoliberalismo sería el fruto de las semillas que se plantaron en los 60. Evidentemente, esto es darle la vuelta como un calcetín a la explicación tradicional que se ha realizado sobre el Mayo del 68, por lo que les invito a que me acompañen en este viaje en el que ustedes aprenderán a odiar aquel año de 1968 pasando por cuatro sencillas etapas. Etapa 1. ‘1968. El año que conmocionó al mundo’, de Mark Kurlansky Kurlansky realiza una aproximación muy canónica de los hechos del 68 y, por ello, es un excelente punto de partida. En un ejercicio de honestidad, admite que forma parte de la generación que protagonizó la rebelión del 68: “Yo nací en 1948 y soy por tanto de la generación que detestaba la guerra de Vietnam; protesté contra ella y mi visión de la autoridad se forjó con los recuerdos del sabor picante del gas lacrimógeno”. Así, el periodista y escritor estadounidense mantiene la

interpretación clásica que relaciona 1968 con otros años revolucionarios como 1830 y 1848. No obstante, Kurlansky matiza que, siendo serios, los únicos ‘revolucionarios’ que se jugaron la piel fueron aquellos que actuaron contra Estados autoritarios que repartían estopa de verdad; es decir, los jóvenes de Praga, que se enfrentaron a los tanques soviéticos, o los mexicanos, que cayeron bajo las balas en la plaza de Tlatelolco. También relativiza la importancia real de lo ocurrido en las calles parisinas, calificándolo como un episodio muy secundario que tuvo la fortuna de generar iconos que han perdurado en el tiempo y que han comportado su imparable mitificación. En su trabajo para poner en su lugar a la izquierda sesentayochista, el autor realiza un análisis certero de la Nueva Izquierda norteamericana, formada por universitarios blancos de clase media. A pesar de simpatizar con sus anhelos, admite que su único logro político fue reventar la Convención Demócrata de Chicago y allanar el camino de la Casa Blanca a Richard Nixon. Una herencia muy exigua si la comparamos con el inmortal legado que dejó el Movimiento de Derechos Civiles de Martin Luther King. Un ejercicio útil para reubicar a los actores de este drama es dedicar un poco de atención en conocer quiénes eran los supervillanos contra los que lucharon estos jóvenes blancos airados. Esos malvados de manual eran el presidente Lyndon B. Johnson y su vicepresidente y candidato demócrata a las elecciones de 1968, Hubert Humphrey. Pocos lo recuerdan, pero Johnson fue quien firmó


los sesenta fueron el momento en el que la izquierda sustituyó el ‘nosotros’ por el ‘yo’. El individualismo pasó a ser objeto de consumo

en 1964 la Ley de Derechos Civiles que ponía fin a la discriminación racial y quien construyó el incompleto Estado de Bienestar norteamericano con los programas de asistencia social Medicare y Medicaid. Humphrey, ex alcalde de Minneapolis, era también un destacado activista a favor de los derechos de los afroamericanos y un partidario de establecer de Estados Unidos un Estado del Bienestar a la europea. Ambos eran hijos del New Deal keynesiano de Roosevelt, socialdemócratas que cometieron el gravísimo error de meterse en el conflicto de Vietnam, mal aconsejados por unos asesores militares que salieron de rositas del incendio y que continuaron trabajando cómodamente bajo la Administración Nixon. No les quieran redimir porque la Historia ya les condenó a la vez que sonreía a esos jóvenes románticos que alcanzaron el poder tres décadas más tarde con la presidencia de Bill Clinton. Recordemos que durante la Administración Clinton aumentó la brecha entre ricos y pobres y se profundizó en la política neoliberal de la época de Ronald Reagan, desregularizando todavía más los mercados. Ocho años perdidos que, eso sí, fueron pródigos en episodios rocambolescos que nada tenían que envidiar a las escenas de El Lobo de Wall Street. 1968 no sólo es el año de la revolución sino también el de la contrarrevolución. 1968 termina con Nixon en el poder y De Gaulle arrasando a la izquierda en las urnas. Como señala Kurlansky, 1968 es el año del “contragolpe blanco”. etapa 2. ‘Algo va mal’, de Tony Judt Demos un paso más. En su obra póstuma, el pensador británico Tony Judt realiza una enmienda a la totalidad a la Nueva Izquierda de los sesenta y la señala como la máxima culpable de la deriva que ha sufrido una socialdemocracia que ha renunciado a todos los principios ideológicos que constituían su seña de identidad. Algo va mal denuncia la involución social que han sufrido Europa Occidental y Estados Unidos desde los años 70, con un neoliberalismo económico convertido en el discurso hegemónico del Poder en el que se ha privatizado todo lo público, laminando el Estado del Bienestar y dejando una sociedad más injusta y desigual. La sociedad que todos conocemos en la actualidad.

Las políticas sociales construyeron el Estado del Bienestar a partir del ‘consenso keynesiano’ que alcanzaron en 1945 todos los gobiernos, fueran socialdemócratas o conservadores. Tipos tan de derechas como De Gaulle, De Gaspieri, Adenauer o Churchill fueron campeones en la construcción de un Estado fuerte y que garantizase el bienestar de todos los ciudadanos: “Gracias a la tributación progresiva, los subsidios del gobierno a los necesitados y la provisión de servicios sociales, las democracias occidentales eliminaron tanto la pobreza como la riqueza extrema”, señala Judt. Un consenso que se rompe al aparecer la generación del baby boom –sí, esa gerontocracia que ha ejercido de generación-tapón también fue joven– , unos jóvenes privilegiados que contaron con unos niveles de bienestar y unas oportunidades que ninguna otra generación ha tenido ni tendrá jamás. Una generación que, pese a sus privilegios, se mostraba insatisfecha: “La nueva izquierda rechazaba el colectivismo de sus predecesores –escribe Judt–. El individualismo se convirtió en la consigna izquierdista del momento. ‘Prohibido prohibir’, ‘haz lo que quieras’, son objetivos no faltos de atractivo, pero se trata de fines esencialmente privados, no de bienes públicos. (...) La izquierda se fragmentó y perdió todo su sentido de un propósito común”. Los 60 conformaron el momento en el que la izquierda sustituyó el ‘nosotros’ por el ‘yo’. Se incorporó también un discurso público irónico y cínico, lleno de humor, heredero del situacionismo y que fue asumido por el Mayo Francés y que, admitámoslo, es moderno y seductor. Un relativismo de valores que suponían la reivindicación del buscavidas, del francotirador, del marginado, del condottiero, del individualista a ultranza, y que tendrá una reconversión veinte años más tarde en la figura del broker, ese nuevo soldado de fortuna que es El Lobo de Wall Street. Los nuevos capitalistas, tras el baño de cinismo de los años 70, ya no creen en patrañas como capitalismo, trabajo, progreso o esfuerzo. Saben que todo es una broma infinita y que, aunque se les llene la boca hablando de las bondades del libre mercado, íntimamente saben que todo es una puta mierda. Madrugar es de perdedores. El trabajo... ¿quién es tan gilipollas como para trabajar? El paradigma del liberalismo económico es el narcotráfico: un mercado que

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atiende a una demanda del consumidor, completamente desregulado, en el que no se pagan impuestos y que se limita a una transacción entre el consumidor y su vendedor. El individualismo de la Nueva Izquierda reivindicó la libertad de tomar drogas. Que cada uno haga con su cuerpo lo que quiera. ¿Les extraña que en España dos estandartes de la cultura psicodélica y del uso de las drogas como son Fernando Sánchez-Dragó y Antonio Escohotado sean también admiradores de Esperanza Aguirre? Encontramos en Tony Judt una nostalgia del capitalista ‘de antes’, del fabricante de toda la vida, ya sea el señor Henry Ford o el dueño de una fábrica de tornillos. Tipos autoritarios pero que daban trabajo, creaban prosperidad y aportaban algo a la sociedad; que creían en el trabajo duro, el orden y la disciplina, unos valores que compartían con sus archienemigos, los sindicatos comunistas. El nuevo capitalismo, en cambio no construye nada, sólo deja tierra arrasada a su paso. No deja ni coches ni tornillos, sólo un campo devastado de corrupción. Recordemos a ese prototípico hijo del 68 que fue Steve Jobs y su célebre discur-

so de Stanford en el que invitaba a los jóvenes a hacer realidad sus sueños. No obstante, Jobs no movió un dedo para mejorar las condiciones de trabajo inhumanas de los obreros que fabricaban sus iPhone en China. La empatía es algo que no se contempla. Que cada palo aguante su vela, esa es la suprema lección que nos dejó el individualismo contracultural. etapa 3. ‘La conquista de lo ‘cool’’, de Thomas Frank A estas alturas nuestra percepción del 68 ya se ha visto ligeramente alterada pero todavía es posible odiar aún más a ese desgraciado episodio de la Historia. Frank va un paso más allá y en su ensayo –que se subtitula El negocio de la cultura y la contracultura y el nacimiento del consumismo moderno– argumenta que la contracultura de los 60 y los 70 no fue otra cosa que un ardid del capitalismo para reinventarse y evolucionar de una fase basada en la producción de bienes de consumo a otra construida sobre el eje de la industria del ocio y la satisfacción personal. “Lo que sucedió en los años sesenta es que la modernidad pasó a determinar la forma en que el capitalismo estadounidense se entendía a sí

mismo y se presentaba a la sociedad”, escribe Frank, aludiendo a una de las principales armas con las que contó Estados Unidos en su enconada lucha cultural contra el bloque comunista. ¿Qué imágenes icónicas transmitía la URSS de Breznev? Mucho frío, nieves eternas, grisura, rigidez, tristeza, gerontocracia, uniformidad, hastío, enormes bloques de pisos de protección oficial... Imágenes que, en cierta medida, también se habrían podido aplicar a la mayoría de democracias liberales de los años 50. Sin embargo, a partir de los 60 las sociedades capitalistas se visten con nuevos ropajes. A partir de entonces, el mundo libre viste con tejanos, escucha música pop, consume bebidas refrescantes, inunda el espacio público con rótulos publicitarios de colores agresivos y subliminal contenido sexual, y hace bandera de los jóvenes y de todo lo que ellos representan: inmediatez, excitación, sexualidad, alegría de vivir. Un panorama con evidente atractivo para cualquier joven que viviera al otro lado del Telón de Acero, de Gdansk a Vladivostok. El supuesto contenido transgresor de los movimientos contraculturales de los 60


se diluyó muy pronto y su discurso ‘revolucionario’ fue asumido por la industria publicitaria. Desde entonces, son habituales los eslóganes que proclaman, por ejemplo, que la auténtica revolución es el cepillo de dientes electrónico Oral-B. “La contracultura fue el vehículo ideal para transformar los hábitos de consumo”, resume Frank, “la contracultura era una afirmación de los valores que habían propugnado los publicistas: el rechazo a las responsabilidades externas, que permitían a los consumidores permitirse caprichos; la irreverencia, que les permitía desafiar al puritanismo; y el desprecio hacia las reglas sociales establecidas, que los liberaría del rígido conformismo de los mayores. Los publicistas encontraron en la contracultura una máquina para transformar el rechazo al consumismo en el mismo combustible para acelerar el consumismo”. etapa 4. ‘Las partículas elementales’, de Michel Houellebecq Todas las críticas hacia la contracultura y la herencia de 1968 palidecen ante las diatribas de Michel Houellebecq, que ha convertido el conjunto de su obra en un ajuste de cuentas contra el Mayo Francés, concebido este como el origen de todo los males y las desgracias que aquejan al hombre moderno. Houellebecq parte de la premisa de Schopenhauer: el máximo dolor que sufre el hombre es la angustia de no poder satisfacer sus deseos. Una neurosis que, según afirma nuestro autor, se ha disparado desde los años 70 cuando se instauró un modelo social basado en “la exacerbación del deseo y su satisfacción inmediata”. Si en Ampliación del campo de batalla Houellebecq inventaba el concepto de ‘neoliberalismo sexual’, en el que unos pocos privilegiados no paran de follar mientras una amplia mayoría se las ve y se las desea para mojar el churro, en Las partículas elementales el dictamen es definitivo: si el mundo es un asco, si la sociedad te produce nauseas y si además no follas, la culpa la tiene la generación de Mayo del 68, que lideró una revolución que sólo la puede disfrutar quien pueda pagarla. La Revolución del 68 ha desembocado naturalmente en el neoliberalismo, un orden social que sólo respeta dos parámetros: el dinero y la juventud/belleza. Si tienes dinero, puedes comprar belleza a través de la cirugía, o puedes comprar

cuerpos bellos que te ofrezcan una ilusión de juventud. “La belleza física desempeña exactamente el mismo papel que la nobleza de sangre en el Antiguo Régimen”, escribe Houellebecq en La posibilidad de una isla. Quien no disfrute de ninguno de estos dos bienes, se ve condenado a una existencia que salta de frustración a frustración. Es el caso de Bruno, protagonista de Las partículas elementales: “Las vulvas de las chicas eran accesibles, pero Bruno comprendía muy bien que estaban cerradas para él: los demás chicos estaban más bronceados, eran más altos, más fuertes. Muchos años después, Bruno se dio cuenta de que el universo pequeño burgués era más tolerante, acogedor y abierto que el universo de los jóvenes marginales cuyos representantes eran, en aquella época, los hippies. ‘Si me disfrazo de ejecutivo respetable, me aceptan’, solía decir Bruno. ‘Basta con que me compre un traje, una corbata y una camisa, 800 francos por todo en el C&A; basta con que aprenda a hacerme el nudo de la corbata. Sin embargo, disfrazarme de marginal no me serviría de nada: no soy ni bastante joven, guapo o cool. Se me cae el pelo, tengo tendencia a engordar, y cuanto más envejezco más sensible y angustiado me vuelvo, y más me hacen sufrir los gestos de rechazo y desprecio’. Bruno supo que los hippies nunca le aceptarían; él no era ni sería un animal hermoso”. Sobre los hippies o la contracultura, Houellebecq se despacha a gusto en el capítulo 15, titulado La hipótesis McMillan. Tras narrar la carrera criminal del psicópata sexual David di Meola, Houellebecq reproduce un informe apócrifo redactado por el juez McMillan, donde encontramos reflexiones como las siguientes: “Después de agotar los placeres sexuales, era normal que los individuos liberados de las obligaciones morales ordinarias se entregasen a los placeres, más intensos, de la crueldad. En ese sentido, los serial killers de los años 90 eran los hijos bastardos de los hippies de los 60. Accionistas vieneses, beatniks, hippies y asesinos en serie tenían en común ser unos libertarios integrales, que predicaban la afirmación integral de los derechos del individuo frente a todas las normas sociales, a todas las hipocresías que según ellos constituían la moral, el sentimiento, la justicia y la piedad. Charles Manson no era una desviación monstruosa de la experiencia hippie,

sino su desenlace lógico”. Así de claro y así de crudo escribe Houellebecq. Han cambiado las reglas del juego. El viejo capitalismo, igual que el viejo socialismo, prometía una vida segura y previsible, confortable y aburrida. Trabajo para toda la vida y la posibilidad de progresar económicamente si uno se esforzaba y ahorraba. El nuevo capitalismo neoliberal, hijo del Mayo de 68 y de sus valores –juventud, ironía, individualismo– nos ofrece una vida mucho más divertida, una existencia de riesgo, con montañas de farlopa, helicópteros y putas, palco en el Bernabéu y homéricas cacerías que finalizan con fotos entre los cadáveres de centenares de madres de Bambi, barrios enteros que se proyectan con unas líneas hechas con un rotulador sobre un mapa, mociones de censura que se cierran en el reservado de un prostíbulo y siempre, siempre, siempre, de perico hasta las cejas. Es el gozoso presente de los audaces que se atreven a saltarse las normas y seguir su camino, al margen del Código Penal y la Agencia Tributaria. Los valores de la contracultura que encarnan el forajido, el pistolero solitario, el héroe romántico sin Dios ni amo, el pícaro, el hombre que hace de la voluntad su ley, sea El Lobo de Wall Street o el Pequeño Nicolás. Y los que no tenemos tanta suerte tendremos también una vida movida, pero con múltiples y mal pagados trabajos, sustituyendo la seguridad del funcionario por la angustia del emprendedor, con un futuro siempre incierto y sin escribir por culpa del afán de vivir intensamente que deja sociedades abiertas en canal. Como dice el economista Antonio Baños: “Anticapitalista es cualquier persona de orden y de bien que se ha dado cuenta de que esto ya no es el viejo sistema capitalista de ‘rostro humano’ que hemos conocido sino Nuevo Feudalismo. Cualquier familia que quiera ser feliz a la vieja manera pequeñoburguesa, con el viejo anhelo de criar hijos y hacerse personas de provecho, cualquier persona que sueñe con una vida honrada y moderadamente prospera, que quiera conservar sus propiedades sin arrasar a las vecinas, es de hecho anticapitalista aunque no lo sepa”. Nada más que añadir.5

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Paseo glacial

Texto y fotografía | Marco Torres Walker

Si alguna vez visita Islandia, es improbable que se vuelva sin haber visto un glaciar. Sin embargo, si no ha considerado la opción de pasear sobre uno, debería. En la imagen, el glaciar de Svinafellsjökull, una de las gélidas superficies que conforman el gran glaciar de Vatnajökull: la masa de hielo más grande del mundo después de los polos. Su extensión es ligeramente superior a la de la Comunidad de Madrid. En Svinafellsjökull se pueden hacer excursiones guiadas. Es, sin duda, una experiencia única. En la imagen pueden ver al guía y una curiosa mezcla de colores en el hielo. El negro corresponde a la ceniza que expulsó en su erupción el volcán islandés Eyjafjallajökull, cuando en abril de 2010 bloqueó el tráfico aéreo mundial durante más de una semana.5



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La sabiduría de los bosques alberga profundas incógnitas que le fueron reveladas a David Lynch y le llevaron, sin remedio, a la creación de su gran obra televisiva. El anuncio de su regreso impulsa a que Negratinta se detenga, con la debida calma, en la célebre localidad de Twin Peaks

Texto | Elías Oliver

A

lo lejos, suenan cinco toques en el campanario del valle cuando en imagen aparece, por vez primera, el cartel de Welcome to Twin Peaks. La quietud invade la floresta y sólo trunca el silencio el trinar sutil de las aves. Café recién hecho impregna la brisa de la tarde en el interior del Refugio, donde dos amigos han logrado reunirse, al fin, ante el cofre del tesoro de David Lynch. La melodía inicial les sumerge en un estado hipnótico compartido. Durante largo tiempo, Devoto y Novicio, han esperado el momento de empezar esta andadura como testigos de la confrontación inextinguible entre el Bien y el Mal. Las sombras se ciernen sobre el Refugio mientras agoniza la tarde otoñal. El tiempo entre capítulos siempre comienza con un silencio espeso que Devoto suele romper con un apunte, o bien, en los cliffhangers más llamativos, es Novicio quien se pronuncia complacido por los giros finales. Un caldo que resucitaría a la mismísima Laura Palmer burbujea en una olla de hierro suspendida sobre las llamas de la chimenea. La primera temporada transcurre con la emoción inicial de todo viaje. Apenas hay comentarios durante la proyección, meros pensamientos en voz alta, puntuales, anecdóticos. Cada cual inmerso en su propio prisma. El experto, paladeando una sucesión de platos, largo tiempo conocidos. El iniciado, saboreando una antigua receta recién descubierta. Con fruición prosiguen en este intenso banquete cinéfago. El humo de sendos cigarros flota sobre la cabecera de la serie, una vez tras otra. El fuego crepita. Novicio y Devoto elevan dos vasos con un destilado mediterráneo y brindan. Envueltos


en la casa del valle por una incierta calma, como en ese lugar de Montana donde pareciera que nunca pasa nada. Donde todo ocurre. Quince meses han pasado sin verse y, como si nada, siguen compartiendo lenguaje de programación. Absortos en lo que ocurre en la población de Twin Peaks. Antitéticos y en equilibrio.

El amanecer les alcanza y dejan caer la persiana para seguir inmersos en su burbuja de penumbra. El fuego sigue siendo alimentado con leña de pino, la conciencia de ambos se va nutriendo con la introspección derivada de esta intensa inmersión. Las reflexiones de tantísimas líneas de guión les llevan a un fluido debate que se prolonga, intercalado entre capítulos, conforme avanza la mañana.

La noche avanza. Una manada dispersa de nubes avanza sobre un cielo alumbrado por Selene. Una corriente interior discurre por Devoto y Novicio, danza en ellos un serenidad nerviosa. Han llegado al ecuador donde se da respuesta a las preguntas de la premisa inicial de esta obra. He aquí que lo siguiente será un paso más allá.

Al mediodía, esa lucidez que confieren las noches en vela comienza a alcanzar su punto climático. En paralelo al discurrir de la serie, Novicio y Devoto, se transfiguran en dos entes que ya no son, exactamente, ellos mismos. Una experiencia renovadora, que les absorbe y exprime, y les hace expandirse.

El momento en que todos sienten el halo imperceptible de la muerte, mientras la voz de Julee Cruise suena y sobrecoge al público a ambos lados de la pantalla. Devoto no logra contener las lágrimas. Aun siendo el quinto visionado completo sigue emocionándose sin poder evitarlo.

Ante una obra cumbre, qué más cabe decir. El encantamiento se respira en el Refugio. Cada cual, en su íntimo hechizo. Absortos. Dos tipos hermanados por un vínculo surgido de esta aldea onírica en la que han vivido inmersos durante las 24 horas que dura Twin Peaks.

“Cuando buscamos a alguien, buscamos en nuestro entorno algo que está dentro de todos” HERMANN HESSE

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Desde este momento, atención, presencia de ‘spoilers’

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odas las obras maestras que después han surgido en forma de serie beben, de un modo u otro, de este manantial. La gran transformación que supuso cómo se lleva a término el relato. La estratificación de significados entre capas y subcapas. Cómo son encarnados los personajes, sus múltiples dimensiones y su desarrollo evolutivo. Cómo está planificada, la puesta en escena, hasta los límites de lo sugerente. Cómo los ejecutivos de los canales de televisión nunca comprenden más allá de las cifras. Cómo la genialidad toma las riendas en este cuento sublime. Un binomio que alcanza cotas difícilmente descriptibles es el de la conjunción entre los encuadres y la música. La furia y la delicadeza. Cómo se amplifican respectivamente ambos recursos. La potencia de las imágenes elevada por la composición de Angelo Badalamenti. Una partitura que condensa la oscura energía del bosque. Ray Wise, o la crudeza del dolor por la pérdida. Enajenación magistral. Sherilynn Fenn en su extraordinaria redención. Lara Flynn Boyle, o el paradigma felino femenino. La podredumbre moral y el resurgimiento de Richard Beymer. El gigante, esa especie de Bárbol lampiño que atesora los arcanos de la clarividencia en la profundidad de sus cuencas. El manco redimido, como un teniente Dan que se descubre a sí mismo en el dolor. El enano como cancerbero, con esa impostación en la garganta y en el balanceo, como portero de noche que custodia el Interludio de las cortinas rojas. Bob, o el mal que habita en todos nosotros, que pulula y se transfigura, que danza entre las almas y anhela corromperlas. La integridad absoluta del agente Cooper, el caballero de la reluciente armadura con gabardina. Recto y cabal. Sereno y pulcro.

Las introducciones, con algunas de las mejores líneas de guión, de la señora y el tronco. Log Lady, inmensa Log Lady. La logia negra. La logia blanca. El gran juego de escaques. El ébano y el marfil. La infinidad de contrastes y contrapuntos. Las variaciones, en su trayectoria, de tantos personajes que desarrollan giros copernicanos. Y es que, Lynch y Frost trenzan los hilos de la trama llevando a todos los personajes como marionetas oscilantes. Todo el simbolismo que fluye latente a lo largo de la serie extiende un manto para que cada quién experimente. Con Twin Peaks queda abierto un haz de libertad completamente nuevo. Para que el espectador penetre en los bosques, entre las raíces y las ramas de una trama fuera de lo común. La cascada recurrente. Misterio, terror, terror del bueno, del que se te adentra, de ese que, meses, años después, provoca desasosiego aún. En según qué momentos, en la naturaleza, en parajes que generan escalofríos aun siendo bucólicos, en pueblos poco habitados. En miradas lanzadas en bares ante oscuros cafés. Es difícil de lograr pero en esta narración el miedo se vive como algo corpóreo. Una fisicità que trasciende la pantalla. La amplitud de perspectivas desde las que analizar esta creación indica su universalidad. Lynch y Frost dibujan un manifiesto imperecedero y revelador, quizá por ello, todo lo que ha concebido después contiene el hálito de Twin Peaks. Buñuel decía algo así como que toda obra debiera tener una pizca de misterio. Esta, tiene un quintal, además de infinidad de preguntas suspendidas en esa atmósfera que Lynch dibuja sobre lienzos de ensoñaciones.

Ilustración | Andrea Alonso

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CONVERSACIÓN FINAL Novicio ¿Qué es para ti Twin Peaks? Devoto La trascendencia máxima. Cuando te dicen: “Una película como 2001. Odisea en el espacio es trascendental”... Twin Peaks es trascendental, trasciende el arte, la filosofía, la cultura... y sobre todo, el sentido ¿De qué habla Twin Peaks? Del sentido de la vida. Del amor y del miedo y de las rutas para encontrar la verdad al final del camino. Trata del sentido de la vida y ahí radica su belleza. Novicio ¿Qué supuso en tu niñez? 30 Devoto Hay muchas cosas que te traen recuerdos: las películas de James Bond, las de Indiana Jones, Star Wars, Jóvenes ocultos, por ejemplo; la de los vampiros de Kiefer Sutherland... Las ves de niño y te impresionan sobremanera, te afectan y te las tomas muy en serio. Volviendo a lo de antes, te resultan trascendentales. Sin embargo, cuando te haces mayor y quieres recuperar esa sensación, las vuelves a ver y te das cuenta de que son películas para niños, y que ya no eres un niño. En cambio, Twin Peaks –que te abrumaba tanto, que no te dejaban verla, que la veías a escondidas, que oías esa música melancólica sin que supieras todavía lo que era la melancolía–, cuando regresas a ella, no sólo satisface esa curiosidad que pudieras tener sino que encima te transporta a un mundo adulto. En el que aún somos niños pero comprendemos más cosas. Con James Bond rescaté ese sentimiento, no cuando vi las pelis, que son para niños, pero conseguí todas las novelas de Ian Fleming, y volví a sentir lo que experimenté cuando veía las películas de pequeño. Aquello me gustó, y mucho. Pero no hay comparación con Twin Peaks, no es posible. Novicio Y el final, ¿qué te inspira?

Devoto Ya no sólo es el final, es cómo cierra. Resulta absolutamente terrorífico. Es el terror supremo. Ahora ya se sabe que van a hacer la secuela pero durante más de veinte años la gente se ha quedado con ese final. Luego, la película de Fuego, camina conmigo, en la que ocurría todo antes de que empezara la serie. La gente se quedó poseída por Bob, literalmente, durante tiempo y tiempo. “Olé, tus huevos, David Lynch”, es lo primero que pensé cuando pude verla entera. Olé, por ese final perfecto, en el que el mayor superhéroe, puto amo del universo, el bien absoluto, perece por el amor. Cae en combate por el amor, voluntariamente se sacrifica. ¿Es o no un final trascendente? Novicio ¿Cuál es la entrega de amor de Cooper ahí? Devoto Después de todo lo vivido, y de comprender el bien y el mal, aparece Annie, como criatura inocente en el mundo, y decide salvarla. Cooper se enfrenta contra la oscuridad, y cae. Novicio ¿Cómo introducir Twin Peaks con ecuanimidad, para que alguien se exponga a esta serie? Devoto Siempre sugiero que se le conceda una oportunidad, tres episodios. Si a los tres episodios no has conectado, no estás soñando tú también en ese mundo, no merece la pena seguir viéndola porque ya no vas a entrar. Aparte de esto, a todo el mundo le digo que vea Twin Peaks; ¿por qué? Porque es una jodida obra de arte que trata sobre el sentido de la vida. Incluso va más allá. Novicio David Lynch, puto David Lynch. Devoto Después de Twin Peaks, el resto de su filmografía habla de


Fuego, camina conmigo. Le ha perseguido el fuego a él, también. Corazón salvaje, Carretera perdida, Mullholand Drive, Inland empire... Todas sus películas vuelven a tratar sobre el mismo tema, una y otra vez: Fuego, camina conmigo.

Recopilación de recuerdos (difusos y de gente diversa)

sobre Twin Peaks:

Novicio ¿Qué crees que significa Fuego, camina conmigo? Devoto Es una posesión del mal. Están marcados, acuérdate, en un momento, el Manco dice: “Sólo los condenados y los elegidos”. Bueno, dice “gifted”... Novicio ¿Los bendecidos? Devoto Sí, exacto, el don. Los condenados no lo aceptan, el mal toma posesión de ellos. Los bendecidos son el bocado exquisito del mal, como Laura Palmer o el agente Cooper, bendecidos que terminan por ser condenados. Ahí, con Cooper, se aprecia cómo el mal quiere poseer a una mente privilegiada... para dominar el mundo, quién sabe. Estas fuerzas del mal... Novicio Eludamos, pues, caminar con el fuego. Casi nada. Devoto He estado viendo algunos documentales de alienígenas ancestrales; me he comido una pila de libros que son un ladrillo, y, bueno, los espíritus, los fantasmas, los extraterrestres, los demonios... Todo es lo mismo, seres extraterrenales, seres cósmicos, en definitiva. Lynch, que ha sido masón... Bueno, las logias de Twin Peaks, son logias masónicas, con rituales entre la mente y el espíritu, y Lynch incide mucho en esta cuestión. Mullholand drive es la película más illuminati que tiene. Digamos que él se ha iluminado ya. Ha trascendido. Twin Peaks fue... Novicio Su gran punto de inflexión. Devoto Sí, el momento en el que el tío se iluminó y a partir de ahí fue derivando y girando en torno a la misma espiral. Fuego, camina conmigo. Ten en cuenta que una peli de Lynch es dura de tragar, dos horas y pico muy inconnexas, es como un sueño, realmente. Has de haber visto Twin Peaks para luego adentrarte en el resto de su obra y poder entenderla. Fuerzas del bien y del mal actuando sobre ellos. La serie, al durar 24 horas, concede más tiempo para asimilar ese lenguaje de Lynch, ese sueño... que en cualquiera de sus películas, salvo que seas iniciado, resulta imposible de asimilar. Twin Peaks tiene subtexto, pero no tanto como sus películas, tiene una trama, es lo bueno de esta serie, que puedes seguir el ritmo. Sumergirte. Novicio Es el portal, con una cortina roja, que al cruzarlo... Devoto Stargate, eso es, un acceso a otra dimensión. 5

“Ese rollo tan oscuro y tan lento”. “La seguía por los comentarios de la gente. Nunca la vi”. “Es una concatenación de sueños, si eres capaz de adentrarte en ese mundo, te cautiva, si no, no. Así de sencillo”. “Desde la cama escuchaba la banda sonora mientras mis padres la veían”. “La atmósfera... la vi de pequeña, me parecía muy tétrica”. “Es muy Freud”. “Es una investigación de la señora Fletcher además de una telenovela y puro, puro, puro terror. Una experiencia insólita, joder, nada igual. Ni ‘Perdidos’ ni ‘Breaking Bad’ ni toda la HBO. Bueno, quizá con lo de toda la HBO me he pasado”. “La primera revolución global en el seguimiento de una serie”. “Recuerdo una cortina roja. La grabadora y las tartas de arándanos. ¡Ah! y al mejor puto detective de la historia”. “Las voces que daba David Lynch, de niño me hacían mucha gracia, con ese pelo y aquella especie de walkman, rollo gameboy”. “Me acuerdo de la música... el pájaro, la cascada, la fábrica... me imagino que es la primera cabecera que retuve, que me marcó. Y bueno, de la serie, ya está todo dicho. Ahora, a disfrutar con el retorno de lo que sea que nos ofrezcan de aquí al próximo año”. “Laura Palmer es el primer cadáver de mi vida, era pequeña, me desperté, llegué al salón y ahí estaba, en la tele, envuelta en sábanas de plástico. Y mis padres en el sofá”.

Twin Peaks Serie TV (1990) David Lynch & Mark Frost Menú de degustación: 30 capítulos. Como si fuera una cita gastronómica con Ferran Adrià, para cuyo próximo deleite sólo hay que esperar hasta 2016.

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EL ARTE DEBE DOLER, PEREZOSOS Comprender el arte es un reto que nos debe obligar a rompernos el cráneo Texto | Joan M. Minguet Batllori Ilustración | Andrea Alonso

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o me andaré por las ramas, no tengo ni espacio ni tiempo. Bertolt Brecht dejó escrito un pensamiento sobre los usuarios del arte que me parece de una altísima vigencia: “Si la gente quiere ver sólo las cosas que pueden entender, no tendrían que ir al teatro: tendrían que ir al váter”. ¿La cultura como entretenimiento o la cultura como formación? ¿Valorar el rendimiento económico de un producto cultural o su repercusión tal vez subterránea en un individuo o, con suerte, en un grupo de individuos? ¿Pensar o simplemente dormitar en el sofá de tu casa?

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La cuestión es que el divorcio entre la sociedad de nuestro tiempo y el arte que le ha tocado en suerte no sólo no languidece sino que se acrecienta. ¿Los motivos? En primer lugar, la infamante política educativa que se ha seguido en España por parte de los distintos gobiernos que han accedido al poder desde la muerte del Dictador y que ha culminado con el actual ejército de corruptos, de antidemócratas y poco preparados sujetos de un partido político que tanto quiere parecerse a las líneas maestras que dejó establecidas el difunto general en la política escolar, el ordeno y mando. En segundo lugar, lo mismo, pero en el Ministerio de Cultura, que ha llegado también a un registro de ignominia nunca imaginada con la figura de Wert (“el patán, el pata negra del patanismo”), superando a algunos predecesores suyos de muy poca categoría. No me olvido de que esas políticas han sido arropadas por mayorías parlamentarias. Y tal diagnóstico lo aplico también, claro está, a los sucesivos gobiernos de mi país, Catalunya, los cuáles han denigrado también el papel transformador que puede –debe– tener el arte y el conocimiento, desde Jordi Pujol hasta Artur Mas. Pero no todo puede recaer en el poder institucional, sobre todo cuando ese poder ha sido elegido por mayorías de ciudadanos en unas elecciones. Quizás por una parte de esos mismos ciudadanos que, cuando acuden a una exposición de arte de hoy, se lamentan de

su incomprensión, y empiezan a lanzar improperios de muy poca inteligencia por su parte. Es lamentable lo perezosos mentales que son tantos y tantos usuarios de la cultura que legitiman el lenguaje críptico de los economistas, de los juristas, de la burocracia administrativa, de la ciencia y de la medicina, pero que, en cambio, exigen al arte de hoy transparencia. No, ellos no quieren esforzarse frente a obras, películas o acciones que les interrogan desde lugares a los que no están acostumbrados. Piensan que lo saben todo del arte del pasado, acuden a los museos enciclopedistas y se embelesan con obras históricas y legendarias (los Leonardo, los Velázquez, los Rembrandt, acaso los Picasso) porque tienen la ingenua pretensión de que lo entienden todo. Pero si ven o escuchan algo que no es armónico, que no es melódico, que resulta estridente a la vista o al oído, marchan raudos o, lo peor, empiezan a lanzar dardos de perezoso presuntuoso. Parece que en la sociedad actual pocos se dan cuenta de las sucesivas pérdidas que se han producido en el mundo del arte. Claro que uno puede entretenerse con ciertos productos. Pero si uno busca siempre que acude a un cine o a un museo el pasar el rato, la obra facilona o la frivolidad absoluta acaba con las neuronas adormecidas; con lo que luego cuesta despertarlas. No, el arte no tiene por qué ser algo agradable. Algunas de mis mayores experiencias estéticas o intelectuales se han producido cuando las obras me han interrogado hasta límites de la perplejidad: los primeros visionados de algunas películas de Ingmar Bergman, de Pasolini, de Fassbinder; algunas exposiciones de Miró, de Cindy Sherman, de Duchamp; algunos poemas de Foix, de Mallarmé… Y, sobre todo, muchos artistas jóvenes de hoy que hablan de su tiempo, en las paredes de la ciudad, en dibujos maltrechos, en obras conceptuales que terminan en sí mismas, incluso en sus propios cuerpos. El arte requiere esfuerzo, su aprehensión en ocasiones produce dolor, puede o


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debe producir preocupación. Acudimos al arte del pasado para “reconocerlo”, nos han dicho tantas veces que es bueno que ni nos planteamos que, en realidad, no sabemos nada de él: ¿Por qué Velázquez coloca aquella superficie sin representación a la izquierda del cuadro, cuando nadie lo había hecho nunca?, ¿por qué Picasso coloca un caballo en el centro del Guernica?, ¿por qué todo el mundo se para frente a la Gioconda, pero algunos quedan realmente fascinados por la obra?... Para el arte de hoy no debemos presentarnos con la tarjeta del “reconocimiento”, sino con la del conocimiento, con la pretensión de que la creación nos pueda dar un latigazo visual o, mejor aún, mental. La pereza de los usuarios del arte, de los espectadores de cine, de los visitantes de

exposiciones, de los lectores de libros, del público que acude al teatro, sea de texto o gestual… Muchos de esos perezosos usuarios son los mismos que votaron a opciones políticas a las que la cultura crítica, el arte como arma de choque, no les preocupa en absoluto. Todo el mundo con el regocijo, con el hedonismo mal entendido, con la arrogancia de que todos saben más que el artista que les presenta su trabajo como herramienta de trabajo, como arma para elaborar discursos. Para hacernos más inteligentes. Termino con una anotación para los que buscarán argumentos contra mi –lo reconozco– extraña reivindicación del dolor para enfrentarse al arte de hoy. Mi defensa del arte de nuestro tiempo no es amplia, todo lo contrario, soy profundamente restrictivo en aquello

que me percute o repercute. A más edad, mis criterios cada vez se vuelven más restrictivos. Pero nunca he sido ni soy un perezoso. Si acepto que un médico me diagnostique una enfermedad con un lenguaje ininteligible (como sus recetas indescifrables), más permito que un artista despliegue su obra con toda la libertad gestual y conceptual que quiera. Yo me esfuerzo, me dejo interrogar por la obra, yo interrogo a la obra y, luego, decido. Pero no voy buscando siempre la simplicidad. Me enfrento al mundo con los ojos abiertos. La apertura mental no es una fractura del cráneo, amigos.5


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“El periodismo tiende al marketing de lo inmediato. Deberíamos recuperar la pausa de la fotografía analógica” Nuria López Torres fotógrafa

Texto | Pablo Sierra del Sol Fotografía | Nuria López Torres y Josu Zaldíbar


Nacida en Barcelona en 1968, Nuria López lleva una década recorriendo el mundo con su cámara. Medio antropóloga, medio fotógrafa, esta periodista catalana ha retratado historias en Turquía, Brasil o México. Cree que nos estamos ahogando en un exceso de imágenes

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engo la sensación de que un fotógrafo tiene que identificarse como “fotoperiodista” para que le consideren “periodista” en el mundo de la comunicación. ¿No lo es simplemente como fotógrafo si se dedica a contar historias con su cámara? “Fotoperiodista” no es una palabra con la que me identifique especialmente, aunque sí la he utilizado porque depende en qué ámbitos te entienden mejor cuando la usas. Por lo menos, en mi caso, me identificaría más con el término fotógrafa documentalista. Por supuesto que un fotógrafo es un periodista desde el momento en el que se dedica a contar historias utilizando la imagen en vez de la palabra. Hoy en día, todo está muy mezclado. Antes había una división muy clara entre el periodista y el fotógrafo, pero hoy todo se fusiona. Nosotros, aunque no tengamos esa formación, nos estamos viendo obligados a escribir y ellos, a aprender las técnicas fotográficas. El lado oscuro de esa reconversión es que los periodistas tenemos que hacer más cosas que antes, pero con menos recursos. Hay una precarización que va más allá del periodismo. Es social y acaba afectando a nuestro mundo, donde están pagando salarios mínimos y cada vez cuentas con menos tiempo para hacer unas fotografías o desarrollar un artículo. Las condiciones son a menudo surrealistas. Por lo tanto, se acaba la investigación en profundidad y eso conlleva informaciones no veraces. La inmediatez y el querer ser los primeros en tener una foto lo hacen muy difícil, pero deberíamos volver un poco a los ritmos y tiempos que te imprimía la foto analógica. Es necesario que bajemos el ritmo en este oficio. Cada vez me encuentro más con reportajes poco fiables que parten de planteamientos poco realistas. Creo que en la calle se desconoce lo importante que es tener un periodismo de calidad cuando es esta profesión una de las garantías de la democracia.

La comunicación es ahora global. Instantánea. ¿Se ha reducido el riesgo de que una foto adulterada, que se ha tomado en la otra parte del mundo, se publique en España sin que nadie se dé cuenta? Sí, aunque es cierto que sigue siendo diferente desarrollar un tema que ocurra en España, como puede ser la pobreza que está aumentando con la crisis, a realizar un reportaje en la otra parte del globo. Aquí tienes 25 mil ojos observándote y como haya un error alguien se dará cuenta rápidamente. Pero internet llega a todas partes y cada vez será más complicado adulterar historias. Eso me parece estupendo: los que no tienen ética para trabajar no se sentirán tan libres a la hora de enviar al mundo información no veraz. El planeta se ha achicado desde la llegada de internet. ¿Cómo ha influido en los fotógrafos occidentales que suelen trabajar en otros continentes? ¿Sus fotografías son menos paternalistas que hace dos décadas? 37 Ha habido un gran cambio difícil de analizar. Sí es cierto que antes la fotografía tendía a ser más paternalista por desconocimiento muchas veces de la cultura que se retrataba. Ahora el problema que tenemos es que el boom tecnológico trae consigo una sobresaturación de imágenes. ¿Qué ocurre? Los editores –que son los que deciden qué se muestra entre todo lo que pasa en el mundo– están sobrepasados y desde hace un tiempo piden otro tipo de miradas y enfoques. Es casi divino el papel que le das al editor. Es que es así. Ellos son los dioses: deciden si tu proyecto va a tener visibilidad o no. Hay que tener en cuenta que el fotógrafo, muchas veces, no es dueño de su trabajo, queda fuera de la toma de decisiones a la hora de publicar una imagen… que se puede descontextuali-


El romanticismo de seguir revelando fotos en el laboratorio Nuria López (en la imagen de la izquierda, retratada en Bilbao por Josu Zaldíbar) es de esas que se resisten a condenar a la fotografía analógica al olvido. De hecho, en su domicilio tiene montada “una ampliadora de negativos”. En ese laboratorio ha revelado durante horas y horas sin salir de casa. Sin embargo, “por problemas de espacio, el laboratorio ha ido pasando a mejor vida” y los líquidos y cubetas se han batido en retirada. “Pero la ampliadora sigue allí –explica Nuria–, guardada en un rincón. No la quiero desmontar”. Esa es la pausa por la que apuesta esta documentalista catalana, “la que debería aplicarse de nuevo en la prensa”. El trabajo de Nuria López ha podido verse en exposiciones realizadas en países como Perú, Brasil, Paraguay, Argentina, Guatemala, Estados Unidos o México. Además, sus fotografías y artículos han llegado a lectores de medio mundo a través de medios como Zazpika, El Periódico de Catalunya, El País, Interviu, Le Monde, The Guardian, Lonely Planet o CNN, entre otras publicaciones

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zar igual que quedan fuera de contexto a veces ciertas frases de un protagonista de una noticia en un texto o en un vídeo. Es cierto también que gracias a las nuevas tecnologías hay otras vías para mostrar tu trabajo, pero no podemos negar que, de momento, televisión y prensa son muy potentes y son los medios que llegan de forma más masiva a la población. ¿Si sería posible ver a un fotógrafo dirigiendo un medio? Ojalá, pero lo veo complicado. ¿Cómo se gestan tus reportajes? Para decidir el tema, a veces lo busco y a veces me llega. Lo estudio y busco información, pero básicamente a mí me interesa más el enfoque antropológico y sociológico de los temas por encima del puramente periodístico.

Eso es lo que a mí me hace vibrar y tirar para adelante. Después de leer mucho ensayo llega el momento de establecer contactos con periodistas, asociaciones o residentes del país al que voy a viajar que estén relacionados con el tema que quiero retratar. Hay veces que me voy con bastantes teclas pulsadas desde Barcelona y otras, en cambio, viajo más con una mano delante y otra detrás. ¿Cuándo sentiste que tenías que coger un avión y marcharte a hacer fotos a países como México o Brasil? Hará apenas diez años que me decidí a trabajar fuera de España; yo llegué tarde a la fotografía. A los 18, cayó entre mis manos mi primera cámara. Estudié en el Institut d’Estudis Foto-

gràfics, pero después hubo un impasse bastante grande en el que no supe bien a qué dedicar mi vida. Si me dedico a la fotografía no es por la parte artística y un poco bohemia que se asocia a los grandes fotoperiodistas del pasado. No puedo dar una respuesta romántica cuando se me pregunta por mi oficio. A los escritores les preocupa especialmente tener una voz propia cuando escriben sus novelas. ¿También ocurre con los fotógrafos? Sí. Para tener tu propio estilo como fotógrafo tus experiencias vitales siempre van a pesar más que tu técnica. Lo que hayas vivido marcará la diferencia porque te empujará a trabajar una temática u otra y te dará tu propia mirada. En eso no somos diferentes a


otras disciplinas. El peligro de encontrar tu estilo es quedarte estancado 15 años en la misma fotografía. Hay que ir reinventándose. No siempre es fácil porque el tiempo, las energías y los recursos son finitos y arriesgar para salirte de lo que ya dominas puede dar miedo. Cuando lo haces, te refrescas. La transexualidad ha sido una constante en tu fotografía. Has fotografiado a varias personas transgénero en distintas ocasiones durante los últimos años. No es nada sencillo hacer ese seguimiento, sobre todo porque se trata de personas que viven en la otra parte del mundo. Casandra es una trans a la que conocí en Cuba y que después se ha venido a vivir a Madrid con su familia. Cuando viajas, no es fácil tener a tus protagonistas tan al alcance de la mano. Mi último trabajo retrata ciertos lugares del planeta donde el tercer género no está denostado, que es a lo que estamos acostumbrados en Europa. Las personas trans están aceptadas y cumplen su función en la sociedad. Eso ocurre apenas en el 1 por ciento de las sociedades. En el resto de culturas, están totalmente discriminadas. Se les expulsa de casa, no pueden acceder a muchos trabajos, dejan prematuramente de estudiar. En muchísimos lugares no les queda otra escapatoria que la prostitución. Antes que fijarse en la exuberancia que pueda tener una persona trans hay que interesarse por su historia. En Brasil me he encontrado con personas que a los 13 años ya vivían en la calle. Subirse a un coche con un desconocido implica juntar algo de dinero para poder comer. La prostitución de los transexuales es toda una industria en Brasil. Con la sexualidad impera una doble moral muy grande en todo el mundo, incluso en las sociedades donde nos creemos más abiertos seguimos siendo hipócritas. Es la relación del ser humano con el sexo y la identidad sexual lo que me interesa reflejar en mi trabajo. Las personas transgénero son solo una parte del campo que retrato. Las sociedades judeocristianas suelen señalar a las islámicas como intolerantes en materia sexual. ¿Pecamos de hipocresía?

“sería genial que existiera un grado de Fotografía en todas las universidades de España” Es un tema que me hace bastante gracia. ¿A qué tipo de Islam nos referimos? Hay un Islam más moderado y otro más cerrado. El de Marruecos no tiene nada que ver con el de Yemen. Hay libros de antropología buenísimos sobre la sexualidad dentro del Islam. Es cierto que el sexo fuera del matrimonio no está aceptado, pero es mucho más libre dentro del matrimonio que las prácticas que acepta la religión católica. Entre esposos, el placer es fundamental. El hombre debe dar placer a la mujer; no es simplemente para procrear. Las generalizaciones, claro, son malas. De cada religión se hacen múltiples interpretaciones. ¿Quiere decir esto que no hay machismo en el Islam? Evidentemente, no. Las decapitaciones del Estado Islámico copan titulares en periódicos e informativos. Sin embargo, en pocos lugares hemos podido leer que un imam sudafricano ha abierto su mezquita a mujeres y homosexuales. Te insisten machaconamente con ciertos aspectos de una cultura, religión o ideología y los espectadores empezamos a pensar que no hay nada más que eso. Ese tratamiento me sabe muy mal por amigos musulmanes que son creyentes. El daño que les está haciendo el Estado Islámico es enorme. Cada vez hay más personas que ven difícil no relacionar Islam con odio y violencia por culpa de estas informaciones interesadas que solo muestran una parte del fenómeno religioso. Es innegable que hay intereses políticos y económicos a la hora de recalcar las acciones de los extremistas; acciones, ojo, por las que siento una repulsa tremenda como ser humano y, especialmente, como mujer. Pero eso no solo pasa con el Islam, también afecta a otros temas y lo vemos a diario. Más que periodismo se hace marketing: hay que vender una idea beneficiosa para alguien poderoso. ¿En España está bien retratada la violencia de género? A nivel fotográfico, no. No he visto trabajos en profundidad. Se han hecho

reportajes, pero faltan enfoques más profundos que no estén sujetos a que el tema se ponga de moda informativamente. Sin becas ni apoyo de las empresas de sector de la comunicación es muy difícil dedicarle uno o dos años a trabajar un tema tan importante como el de la violencia de género en España de forma más concreta. En este país nunca ha habido un gran apoyo público –ni tampoco privado– a la fotografía. Si nos comparamos con Francia –la cuna de la fotografía–, estamos en pañales. Parece increíble que así sea porque no podemos imaginarnos nuestra vida sin fotos, las imágenes ocupan un lugar esencial. En cuanto a estudios universitarios, la fotografía ha sido un complemento de las carreras de comunicación que se estudian en las universidades públicas. Para formarse específicamente hay que ir al ámbito privado. En eso se va mejorando poco a poco. Ahora hay más másters y cursos privados que son perfectamente equiparables a una carrera universitaria. ¡Claro que vendría genial que existiera una carrera de Fotografía extendida por toda España! En Catalunya ya se puede estudiar un grado en Terrassa [por la Universitat Politècnica]. Son pequeños pasos, pero al menos se avanza en la dirección correcta. Y atención: la fotografía debe estudiarse desde una perspectiva humanista, no basta con la formación más técnica y artística. Parece que esos conocimientos están reservados para el documentalista, pero el fotógrafo conceptual también debe poseerlos para ofrecer propuestas que rompan con lo establecido y trasciendan socialmente. ¿Cómo se consigue subir a una favela de Río de Janeiro y no ser una intrusa con cámara de fotos? Siempre eres una intrusa. A no ser que te vayas a vivir bastante tiempo allí, de alguna manera serás ajena a la realidad de un lugar como una favela. Me considero una persona afortunada por los amigos y contactos que he ido haciendo en el mundo profesional. Los que ya tenemos una cierta edad y vivimos antes de la aparición de las redes sociales en internet ya teníamos generadas nuestras propias redes en la vida real. Gracias a esos contactos tienes la oportunidad de ir a trabajar a cual-

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quier lugar. A Francisca, una brasileña que venía a trabajar a España dentro de la industria del sexo, la fotografié con su hija y su nieta en Málaga para un proyecto que se tituló Amb sabates pròpies. La conocí gracias a una amiga transexual que también era de Brasil y tuve la suerte de dar con una persona que llevaba una historia alucinante detrás. Visité a Francisca en Río, donde se compró un terreno en la favela de Rocinha cuando se retiró de la prostitución. Se había convertido en una mujer muy respetada en la comunidad: se codeaba con el jefe supremo de la zona, que ahora está en la cárcel después de la pacificación, y ejercía de mediadora en el conflicto entre moradores. Ella me llevó de la mano por Rocinha; si no hubiese sido por Francisca yo no habría podido entrar en la favela con mi cámara. El periodista brasileño Júlio Ludemir nos contó que las favelas de 2015 poco tienen que ver con las de hace dos décadas.

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Se ha creado una nueva clase social, la clase C, personas que empiezan a tener más recursos económicos que sus padres y abuelos, que trabajan fuera de la favela… ¡pero no quieren abandonarla! Eso es importantísimo. En pocos años podremos decir que muchos de los moradores de la favela tendrán preparación académica. Permanecerán en barrios que dejarán de ser marginales: esa es la única manera de que desaparezca la violencia y, a la vez, que mejoren las infraestructuras, desde la electricidad y el agua hasta los servicios sanitarios públicos, que son deplorables. Esa contradicción se ha visto en el Mundial, pero ya se palpaba en 2006 cuando actuaron en Copacabana los Rolling Stones. Aquello rezumaba lujo cuando los hospitales, con una ola de calor y sin aire acondicionado, se llenaban por culpa de una epidemia de dengue. Combatir estas disfuncionalidades pasa por crear conciencia social. Que se acabe el narcotráfico es más complicado, aunque las armas han desaparecido de la vista en las favelas que han sido pacificadas. Para no movernos de Brasil, ¿qué te parece el trabajo de Sebastiâo Salgado? Salgado es un clásico que ha seguido una línea muy clara. ¿Quién no ha

“el documentalismo es menos generalista en la actualidad: explica historias más humanas y menos colectivas” estudiado con atención alguno de sus libros? Me debí gastar unas 20.000 pesetas en comprar Trabajadores, que era maravilloso. Génesis me parece estupendo, pero ahora hay otros movimientos que me interesan más. ¿Hacia dónde se dirige la fotografía documental? Diría que hacia historias más humanas y menos colectivas. Ahora somos menos generalistas. Quizás ahora se

habla de una problemática más global a través de una sola persona o de un colectivo pequeñito. Pero este mundo es tan diverso que hay multitud de tendencias. No hay una mayoritaria. ¿Barcelona sigue siendo ciudad de fotógrafos? Es una ciudad que siempre ha tenido un punto rebelde y vanguardista; esa herencia está ahí y se va renovando. Tener referentes hace que la fotografía sea una herramienta muy interesante para contar historias en la Barcelona actual. Los clásicos me encantan, Centelles y muchos otros. Trabajaron en condiciones muy precarias tecnológicamente pero muchas de sus fotos siguen vigentes. Eso tiene un valor tremendo, no podemos olvidarlo.5


Figón de sal Texto | Luis Felipe Lomelí Ilustración | Eva Rodríguez Góngora


A Roman Gary, en memoria.

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as aves van a morir en el Perú, aquí sólo están por el invierno, piensa Jenny mientras camina por el andador de arena que la Exportadora de Sal dispuso como observatorio. Camina. Lleva su bolsa y un vestido ligero. Le gustaría traer binoculares para detenerse en los cambios del plumaje, en los colores, luego piensa que no son necesarios, que no es bueno incurrir en otra queja. Hace un par de meses que llegó a Guerrero Negro y le gusta mirar a las garzas azules y grises, enormes, también a los patos de pico blanco que han viajado desde el Canadá, al igual que ella. Pero los patos sólo huyen de la nieve, del hielo, saben que en unos meses podrán dejar este humedal frente al océano para volar de nuevo a los lagos del Norte. Ellos lo saben y Jenny intuye que tal vez todo sea cuestión de entender los ciclos, la naturaleza. Eso quisiera, de lo contrario habría tomado un avión que la llevara hasta el Perú en pleno día del carnaval de Lima. Se habría emborrachado con un negro y un indiano toda la noche para por la mañana, mientras ellos durmieran sobre las dunas entre cadáveres de gaviotas, ella caminara con su vestido amarillo hacia el horizonte, lentamente, como si fuera un cormorán que arrastran las olas hasta que la corriente de Humboldt la asiera de las piernas para llevarla mar adentro. Allá se la comerían los peces, le quemarían la piel las medusas y no habría ningún estadounidense que la rescatara. Mucho menos aparecería su amante para llevarla consigo y decirle que no se preocupara, que en el Uruguay o en Quebec encontrarían un profesional que pudiera tratarla. No, no habría nadie. No sería cierto el cuento de Roman Gary que leyó hace unos años.

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O tal vez. Por eso mejor tomó su camioneta, la que él le había comprado antes de todo, y la condujo hacia el suroeste para adentrarse en el desierto igual que lo hacen esos patos que se zambullen de cuando en cuando. Y parpadean. Ella los mira, piensa que también ha hecho este viaje para escapar del hielo, del frío que le congeló los ojos e hizo de sus lágrimas escarcha. Es un poco poeta, eso es todo. La tranquilidad de los pájaros le hace sentir que aún puede extender las manos y venir a verlos cuando levantan sus cuellos al sol mientras éste cae del otro lado de la bahía, contra las lomas de arena blanca. Cada tarde, cuando termina su turno en el hotel, viene a mirar las aves. Luego desanda su ruta hasta el Figón de Sal y ahí toma su merienda. No es por la sazón que cada noche, y cada medio día y cada mañana, vaya hacia el café que parece abandonado sobre la esquina de la avenida y la calle de tierra. No. En un inicio fue, en parte, por la cercanía con el lugar donde trabaja de recamarera. Pero sólo en parte porque justo del otro lado del pavimento está un café más nuevo, uno que cuenta con el menú y la atención en inglés y ahí no tendría que andar adivinando lo que dice la carta ni dándose a entender a señas. Jenny cree que nada tiene que ver con el idioma, que no es que no quiera recordar sino que el Figón la hace sentir como la Jenny de su infancia, la que pasaba los veranos con sus únicos tíos en la montaña. Vio el local desde el día que pidió el empleo. Se quedó observándolo desde la acera, su aspecto derruido, las plantas

que esconden sus paredes, la pintura ajada. Los vidrios pardos le hicieron imaginar que en algún tiempo albergó las ilusiones de alguien, su gusto por la vida, pero ahora los años le cobraron la factura y sólo queda el cascarón de lo que se soñó con ahínco, con rabia, con la esperanza de los niños que corren por el observatorio y les gritan a las gaviotas que bajen. Nunca descienden, no cerca de los niños. Entonces creyó que un poco así podría encontrarse ella misma y había que entrar en el café para buscar dónde se rompió el hilo del que tenía amarradas sus esperanzas. Sabe que habrá de encontrarlo a pesar de que el hombre que lo atiende rara vez le dirija la palabra (aunque siempre la procura, la mima). Ella entra al café, que por lo regular está solo salvo por una triada de militares a medio día o por una pareja de turistas que no encontraron lugar enfrente, se sienta a la mesa y saluda. –Buenous diyas –dice sin importar que sean las ocho de la noche o media tarde. –Ahora le traigo su cafecito –le responde el hombre que tendrá unos sesenta años, doce más que ella, y que ha aprendido a identificar qué es lo que le apetece a Jenny por sólo mirar su rostro y el reloj. Por la mañana, si no se le ha hecho tarde para el trabajo, ella pide un café y una pieza de pan dulce. A la una, escoge con el dedo índice algún platillo de la comida corrida. Y por la noche, ya sea que vaya a las cinco y cuarto porque el hambre no la dejaría ver las aves con calma, o que vaya a las ocho y media después de estar con los brazos abiertos mirando como se pone el sol entre el aire frío que sopla del norte, pide también un café y algo ligero, tal vez otra pieza de pan dulce: atrás quedo el tiempo en que la merienda era un trozo de carne con verduras al vapor y papas fritas, su estómago ya no lo tolera. Ella cree que sus problemas digestivos se deben a la edad; su madre, allá en Ontario, le había asegurado que era por tantos corajes que le hiciera pasar su amante, el que ya no es, el que le regaló un río de hielo para estrellar sus ojos. Hoy no tiene mucha hambre a pesar de que el día fue largo porque vinieron varios ingenieros a la salina y, siempre que esto sucede, las habitaciones del Motel Oasis se llenan. Los ingenieros no se hospedan ahí, lo hacen en las instalaciones de la empresa; pero sucede que a las mujeres les gustan los ingenieros, son como un pasaporte, un sucedáneo para la enfermedad de las caras conocidas. Así que llega Jenny del observatorio al café por impulso, porque no hay otro lugar a dónde ir, porque quiere responderle al hombre, como lo hace, que sí, que quiere su cafecito. Entonces él va y vuelve con la taza y una canasta de pan dulce. Las piezas son diferentes a las que hay en el mostrador de a un lado de la caja registradora. –Me las trajeron de Santa Rosalía, de la panadería francesa, están deliciosas –le dice en español y sin querer omite que se las guardó a ella, que son para ella. Jenny sonríe al tomar una conchita de chocolate mientras le da las gracias y trata de articular algo más en su español rudimentario. “Gracias”. La pieza se le resbala un poco de las


manos. La vuelve a tomar y no sabe qué hacer con el chocolate que le quedó entre los dedos: si limpiarse antes o después de dejar la concha en su plato. “Gracias”, vuelve a decir. Pero su único plato tiene encima la taza de café y, para quitarla, regresa la concha a la canasta. La oreja de la taza queda llena de chocolate. Trastabilla. Se le cae un poco y un arroyuelo amenaza con caer de la mesa, hacia su vestido. Gracias, dice de vuelta por ser incapaz de traer a sus labios las palabras que habrían de invitar al hombre a que se siente con ella en lugar de que se vaya a parar bajo el umbral de la puerta de la cocina como hace siempre. “Would you...” El hombre toma una servilleta e interrumpe el cauce del arroyuelo justo antes de que se desborde contra el vestido de Jenny. Ella quiere que el hombre se siente, que no se vaya a mirar la televisión, que deje de ser el mesero y el cocinero y el dueño del local para compartir un café con ella porque ahora se puede, ¿qué podría pasar?, no hay nadie más en el Figón. Pero tiene que volver a decir gracias y le gana un ataque de risa mientras el hombre sigue serio, tal vez esperando a que pruebe el pan. Le da más risa escucharse reír y entonces ríe sin poder controlarlo y le dice al hombre, en inglés, que la disculpe, que por favor, que comparta con ella la cena. El hombre sonríe un poco. Jenny no se ha dado cuenta, pero él ha cambiado su saco: éste también está percudido pero la costura del costado no está corrida hasta medio costillar, está completa. Entre ademanes y un par de idiomas mordisqueados el hombre se sienta. La acompaña ésa y las noches que siguen. También por las mañanas. A medio día sólo le sonríe entre sus ires y venires a la cocina porque a pesar de ser pocos los clientes, la triada de militares, él es el único en el restaurante, el que tiene que hacer todo. A Jenny le da un poco de lástima que así sea. Quisiera ayudarlo pero no sabe si eso pudiera ser tomado como ofensa: tantas cosas salen en las películas acerca de lo diferentes que son los mexicanos que no quiere ofender a la única persona con la que se siente a gusto en esta ciudad. En el motel, donde tiene una habitación en la que vive y escribe cartas sin destinatario, la otra recamarera la mira con algo de desprecio. No sabe por qué pero así es, desde el primer día. Con la esposa del dueño, que por lo regular es quien está en recepción, platica bastante (ella sí habla inglés) pero se siente un poco incómoda porque la mujer se la pasa diciendo que le gustaría vivir en Canadá, que si por ella fuera ya habría dejado el desierto y se habría ido muy lejos. Eso lo dice tranquila, con la nostalgia de lo que no se ha vivido, cuando está de buenas. Sin embargo, por lo menos una vez a la semana, llega con los ojos hinchados y grita una retahíla de órdenes sin sentido. Luego, cuando viene el esposo en su lugar, él se desvive en atenciones con Jenny y la otra recamarera, a quien parece agradarle que el esposo las roce por el hombro o les tome el brazo para decirles casi cualquier cosa. Jenny imagina las historias y las compara con el vuelo de las aves. Cree que la soledad es el principio de la locura. Es un poco poeta, eso es todo. Por eso, tal vez, es que se siente tan cómoda con el hombre del Figón, quien ha dicho que se llama Emilio y también mencionó algo respecto a España pero ella no está segura de que el hombre haya nacido en Europa. Es posible que sí porque el hombre es blanco y barbado, no es como los niños y los padres de los niños que van al observatorio. Jenny quiere invitarlo a mirar las aves, tal vez sería posible en la mañana, al amanecer, cuando los patos de pico blanco, los cormoranes, los pelícanos reales y

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todos los demás pájaros que están de paso dejan sus nidos para ir a buscar comida. Ella no lo ha visto, pero hace dos tardes un grupo de estudiantes de La Paz que estaba ahí con telescopios se lo dijo. Poco a poco ha ido aprendiendo los nombres de las aves gracias a los carteles que la Exportadora de Sal puso en el observatorio y a las esporádicas pláticas que tiene con la gente que visita el lugar y habla inglés. Ése es el principal problema que tiene con Emilio, el idioma. Por eso se pasan hasta una hora en silencio, sentados a la mesa, charlando con señas y con las fotografías de la mina de sal que tiene el hombre. Por lo viejo de las impresiones pareciera que Emilio ha vivido en Guerrero Negro toda la vida. Ella intuye que no es así pero no hablan del pasado como si esto fuera uno de esos adornos de la sala que no hay que tocar nunca. Como eso. O porque también el pasado, a estas alturas, es un libro grande, cargado de notas al pie de página, de explicaciones y versiones múltiples que requieren de palabras exactas para no provocar una interpretación errónea. El pasado es un océano, basto, impredecible. Ese lugar en donde habría ido a perderse de haber seguido sus pasos hasta el Perú. El océano cambia de color con las estaciones. Los muchachos de La Paz le dijeron que ahora está turbio por la actividad de las algas (phytoplankton, they said), porque eso es lo que comen las ballenas y en poco tiempo habrán de llegar a la bahía. Jenny mira a los ojos al hombre del Figón y trata de decirle todo esto: decirle que ella espera que algún día su pasado deje de ser turbio y los rayos del sol calienten hasta el fondo, que iluminen a los corales y las anémonas. Imagina que Emilio intenta decirle lo mismo, contarle que su mujer murió en un accidente, que era amante del mar y que, por eso, se vino a vivir al Pacífico. Silencio. Alguna palabra en español, otra en inglés y Jenny sale del café sin atreverse a darle un beso de despedida. A la mañana siguiente la mujer del motel está histérica, decide que hay que encerar los pisos de todas las habitaciones, que no hay tiempo para ir a comer. Les enseña, otra vez, cómo hay que tender las camas para que las sábanas queden ajustadas y no haya necesidad de cambiarlas cuando los clientes se marchen (la mayoría están por poco tiempo y hacen el amor sobre las colchas, a las que casi nunca se les nota lo sucio como para que haya que mandarlas a la tintorería). La mujer da órdenes y grita hasta que se le agrieta la voz y aparece algo similar a un sollozo, al final de la tarde. Jenny le pregunta si le puede ayudar en algo. La mujer llora mientras el viento levanta la tierra de las calles y un gavilán pescador sobrevuela el estacionamiento del motel con un pescado en el pico.


–No ha ido el muy cabrón a la casa. He’s sleeping with another woman. Jenny piensa en su ex amante, en la manera en que la manipulaba revirándole cualquier queja con un disfraz de compasión: “Yo te entiendo, estás afectada por la manera en que tu último marido te trataba; pero yo te amo, honey, vas a estar bien, si quieres podemos ir con otro profesional”. Y con esto, y un discurso acerca de la normalidad, ella terminaba sintiéndose como una estúpida por tener celos cuando él se desaparecía por varios días y regresaba oliendo a hombre; cuando la única a quien le apetecía hacer el amor era a ella. La mujer habla, le pregunta sobre Canadá enjugándose las lágrimas y Jenny apenas se da cuenta del tiempo al notar las estrellas que han aparecido como granitos de sal sobre un mantel negro. Hoy ya no tendrá tiempo para continuar sus rituales. –A mí me gustaría vivir en Canadá para no tener tanto calor –le dice la mujer en inglés. Jenny piensa en los patos que ya no vio hoy, que podrá ver en la madrugada por primera vez, si se despierta temprano. Las aves van y vuelven. ¿Cómo saben a dónde tienen que ir? ¿Pueden leer las estrellas, como los marinos? ¿Hay un oráculo entre los colores del cielo? Piensa que es posible que todo sea cuestión, nada más, de saber cuándo hay que marcharse para seguir siendo una misma. Es un poco poeta, eso es todo. La mujer calla después de despedirse y sus pasos levantan nubes diminutas de tierra en el estacionamiento. Jenny la mira. Tiene hambre pero siente algo similar a la pena por llegar al Figón a deshoras. Así que camina, con cuidado de no ser vista, hacia el extremo opuesto para ir a probar los tacos de pescado. Mira a un gavilán pescador que ha puesto su nido sobre un poste de luz: ellos se quedan toda la vida en el mismo lugar. Por la mañana no logra levantarse para ir al observatorio en la madrugada. Siente el estómago revuelto. Mexican food. Se pone su vestido ligero, amarillo, y mientras se limpia la cara oye que tocan a su puerta. Abre. Es el dueño del motel. –Desde hoy yo voy a estar a cargo, quiero que lo sepa y que lo tenga bien claro. Jenny no entiende las palabras pero comprende lo que sucede, sobre todo cuanto el hombre, sin dejar de hablar, se acerca a ella y le acaricia el pelo. El cuello. Siente un escalofrío, como un río de salamandras. Si no lo complace perderá el trabajo, el lugar en donde duerme. Las salamandras corren por sus piernas,

hacia arriba, también por su espalda y, en la nuca, un tropel de langostas le aguijonea la piel. Ya sabe qué es eso, cómo se siente. Su ex amante: la ocasión en que llegó con un par de amigos. Jenny no tiene trabajo. En este momento no sabe cómo fue posible pero se zafó del hombre y corrió a la camioneta. Está descalza bajo el quicio del Figón de Sal. Intenta explicarle a Emilio lo que ha ocurrido, pedirle su ayuda. Pero él parece distante o acaso el lenguaje ahora sí es una barrera. Le dice que no quiere café, que está asustada. Él sólo sonríe, un poco. Tal vez no se da cuenta de su alteración, o no quiere, no sabe. Jenny rompe en llanto y él sólo pronuncia un “I’m sorry” tenue sin atreverse a abrazarla. Ella lo hace: se encuentra con una estatua. Las aves. Emilio es una estatua y el Figón de Sal ya no se parece a la casa de sus tíos en la montaña. “I’m sorry”. Las aves. Las aves. La mujer del motel tal vez esté en camino al Canadá mientras Jenny se dirige al observatorio. Seguramente todo tiene alguna explicación, alguien debe de saber cómo es que los patos deciden en qué momento deben marcharse. Baja de la camioneta, corre por el andador de arena del observatorio hasta el final y allá se queda de pie, descalza, con su vestido amarillo, mirando el océano que tiembla, que tiembla como tiembla ella y trae el viento a contrapelo de las olas; cada cresta suelta sus lágrimas entre la espuma, como burbujas pequeñas que volarán hasta llegar al rostro de Jenny. Y cubrirlo. Porque el océano está oscuro; porque tiene que ocultar sus monstruos. Y hay un crepitar de brisa, de llanto contenido sobre las manos que tiemblan y Jenny podría caminar hasta internarse en el Pacífico: ser océano como ser recuerdo. Le duelen las piernas, los labios. El corazón es una ola que se estrella contra las piedras, que está cubierto de lama y mira a los pájaros. Qué saben ellos. Saben de migraciones y Jenny quisiera saberlo. Llora. No quiere volar hacia el Perú.5

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“Ahí les dejo mi retrato pa’ que me tengan presente todos los días y las noches que de ustedes yo me ausente” FRIDA KAHLO (Coyoacán, México, 1907 - 1954)


Mientras en América Latina sale el sol, los niños siguen llorando

Texto | Javier Molina Fotografía | Eva Villaseñor


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l fin te adaptaste a esas calles descangalladas, al olor a maíz y fritanga, al picante de las comidas, a la oscuridad que acecha y te grita en silencio, a esos rostros narcolépsicos, al ruido furioso de esta ciudad sobredimensionada y defectuosa, a la insalvable desigualdad, a la moda de hablar spanglish con tantos intelectuales glamurosos, al tergiversado y yermo latino neutro, a ese yancolatino que tanto gusta a los de arriba, a esos fresas indignos, a esos astronautas. Y también te acostumbras a ese ulular citadino, a frecuentar la burbuja inmoral de la que no sales, y no sales porque es un refugio, un rincón de gente guapa y alta y blanca, de bombachas rosas, de pezones suaves, de cogotes delgados como cisnes. Y no es así, carnal, no es así, solo sal a la calle y abre los ojos. Verás al mexicano de a pie, que contempla admirativo y lúbrico perdido esos cuerpos, esas piernas, esas pieles pálidas, esos cabellos güeros que tanto escasean en “su allá” mayoritario y tanto abundan en “nuestro acá” tan exclusivo, tan embaucador. Quieres acercarte pero algo te expulsa. Quieres adaptarte al peligro, al caos, al picante y a esa inexplicable, casi surrealista, alegría de la gente. Pero el peligro te expulsa del mundo, el peligro es un taxi que desvía su camino, un depravado que se te arrima en el metro, o un callejón demasiado oscuro que desemboca en una fosa llena de huesos casi adolescentes que apenas puedes concebir. Quieres ser una más pero no es posible. Pedaleas por el Paseo Reforma con una sonrisa en la cara, tratando de fundirte con esa masa arrítmica que pulula a ritmo de tambor. Te paras a tomar un taco grasiento que hace que tu garganta arda. “¿De qué color llevas los calzones?”, te dice el viejo verde engullidor de huaraches.

–¿Disculpa? –¿Qué si tienes hora, güera? Atraviesas la ciudad que se hunde en los lodos movedizos del antiguo lago, se hunde y se expande como una masa de alquitrán por los cerros y se disfraza de lo que no es en cada esquina. Casi caribeña, casi africana, casi asiática, casi La Habana, casi El Cairo, casi Bangkok, casi un aduar, un basural, una favela coloreada, un ranchito gigante en el que de pronto uno encuentra algo de París, de Londres y de Madrid, pequeños destellos de lo que este mundo pudo ser, ciudad en la que los rostros rezuman cansancio y desasosiego, pero también risas. Porque los mexicanos se ríen, se ríen, se ríen absurdamente, porque la vida es absurda, pero alegre. Inexplicablemente alegre. Así es México. Llegas a la colonia Roma, entras al edificio y atas la bicicleta en el garaje. “Disculpe, señorita...” –¿No puede dejar su bicicleta en su depa? –No, señora, mi depa incluye el estacionamiento. Y ya veo que otros lo están usando a mi costa, pero al menos déjenme atar la bici aquí, a un lado. –Ah, pues nomás que sepa que aquí roban las bicicletas. ¿Cómo es posible, si hay dos puertas con cerraduras? ¿Quién se mete a un edificio privado lleno de coches caros a robar una bicicleta?


–Pues yo nomás se lo advierto, señorita. Acá se las roban. –¿Quién? –Pues quién sabe quién, dicen que deben ser los porteros, los que viven en la azotea, ellos abren el portón y dejan entrar a sus cuates, los narcos de la Doctores. Y se las chingan. –¿Los porteros del edificio roban nuestras bicicletas? ¿Y nadie hace nada? –Pues qué vamos a hacer, señorita. ¡Así es México! ¿A poco no lo sabía cuando vino? Camino al metro Niños Héroes atraviesas la avenida Cuauhtémoc. Y la ciudad muta. La Roma, ese muestrario irregular donde los palacetes neoclásicos, las columnas corintias, los portones coloniales, los parques parisinos y las fachadas modernistas alternan con cajas de zapatos setenteros y descorchados, deja de existir. Ahora solo hay cajas de zapatos, pero estas cajas son cajas renegridas por la pátina humeante que cae sobre nosotros, por la gasolina que parece brotar de ese asfalto denso y sempiterno y por las gentes, enjutas y también renegridas, como si se hubieran rebozado por esas calles de Blade Runner. Bajas al metro, a ese otro mundo rojizo en el que el sudor huele a gasolina y fierros oxidados. Te atiende una morena adiposa con gafas de pasta. Recargas cincuenta pesos en tu tarjeta Metrobús. Pero al acercar la tarjeta suena ese bip errático: tarjeta fallida. –Disculpe, acabo de recargar mi tarjeta, ¿por qué no me funciona? –Pues su tarjeta ya valió madres, señorita, tiene que comprar una nueva. –Pero señora, si usted me la acaba de recargar. –¡Si quiere una tarjeta nueva la tiene que pagar! –Pero si la acabo de pagar… –Señorita, ¿podría apartarse? Hay gente en la fila. –¿Pero cómo me puede decir esto, si le acabo de pagar para que me recargue la tarjeta? ¿Ahora cómo tomo el metro? –Señorita… ¡Así es México! Si no le gusta, ya sabe. Así es México, te dice. Así es México. Y te chingas o te jodes. Pagas e ingresas en ese vagón atestado de cuerpos ferrosos, y de fierros enhiestos que te acechan por abajo, que quieren acoplarse a tu carne blanca y blanda. Y penetrarte entre la masa, en ese aire enrarecido de estornudos víricos. Y por la mañana despiertas, pero tus párpados no se despegan del ojo. Ves todo borroso, y el comezón inunda tu globo ocular como un ejército de hormigas rojas mordedoras. Y medio ciega caminas al Hospital de la Ceguera. La puerta de hierro permanece cerrada, una pequeña ventanita cuadrangular se abre, sale una mano y te pide trescientos pesos. Trescientos pesos o no entras, te dice el guardia somnoliento, trescientos pesos o te jodes y te mueres, parece decir esa voz robótica, nasal

y gangosa. Y buscas un banco, y regresas, y pagas, y entras, y te chingas, y te jodes. Te jodes en una fila de trescientas personas, de trescientos pobres diablos oscuros y enjutos que no tienen para pagar un hospital decente. Trescientos muñecos de papel a los que se apila como sardinas, a los que se despacha en dos minutos después de cinco horas de espera, a los que atiende un supuesto médico, también cansado, narcolépsico y apático. Pagas para que te maltraten, para que te metan una linterna en los ojos y te digan que todo bien, que te tomes esto y vuelvas en una semana. Y te lo tomas y cada vez ves más borroso y peor. O no ves nada. Y regresas indignada, previo pago de otros trescientos. Y el ‘médico’, ese monigote tímido y confundido, ese farsante, ese falso médico a todas luces, no sabe qué te pasa en el ojo. Que te vea el doctor en una semana ¿El doctor? ¿A quién estoy pagando ahora? ¿Usted no es médico? “¡Debería denunciarlos!”, dice una señora a tu espalda. Es indígena, su piel es mate, sus ojos achinados, sellados por dos pinzas invisibles, su pelo plateado y abundante como el de un animal. “Así es México”, dice. Si quieres un buen médico no puedes venir aquí, esto es para los pobres. “Si quieres un buen médico tienes que pagarlo, y te cuesta una lana, a huevo que sí”. Y todas asienten. Así es México. Así es, pues. Y finalmente pagas una lana, porque no quieres quedarte ciega. Pagas una lana y atraviesas una sala repleta de cuerpos enjutos con los ojos hinchados, con gestos adoloridos y desesperanzados. Tienes que abrirte camino entre ellos, porque son tantos que copan por completo el espacio. Ancianos, niños y entes desvalidos con un denominador común: son indígenas. La médica te espera al fondo y te espera solo a ti, porque sólo tú traes esos billetes jugosos. A cada paso que das te miran con reproche, o quizás con admiración, mira qué güera, qué blanca y qué hermosa. Lógico que la atiendan antes y más rápido y mejor. La lana y la raza son una. Te abres paso entre ellos, sintiéndote la mayor cucaracha del planeta. Sales a la calle y respiras hondo ese smog capitalino, agarras tu bicicleta renqueante, sorteas dos o tres zanjas mortales y cinco o seis taxistas asesinos, toleras los chiflidos de otros tantos pajeros, los intentos de magrearte de algún violador erecto, toleras al casero ladrón, al médico impostor, al viandante acosador, lo toleras porque lo contrario implica quemar tu sangre, arder y malvivir en este país alegre y colorido. “Habría que denunciarles a todos”, dijo la mujer indígena de ojos achinados, piel mate y pelo plateado. A todos. Habría que pasarse el día denunciando, gritando, señalando con el dedo, dejando en evidencia, imponiendo civismo en este mundo salvaje y corrompido. Porque si nadie lo hace, si nadie alza la voz y grita, nada cambiará jamás. Y México seguirá siendo así y todos seguiremos riendo a carcajadas mientras nos hundimos en las ruinas movedizas del lago Texcoco. Mientras la ignominia nos engulle. Todo seguirá siendo igual en esta América en la que ahora mismo está saliendo el sol, donde los niños siguen llorando, las madres amasando la pasta de maíz y los padres emborrachándose con tequila y mezcal. Y mientras las tragedias irrisorias ennegrecen tu día a día, allá fuera siguen enterrados y pulverizados los cuerpos de 43 jóvenes inocentes. Porque nadie gritó a tiempo, porque nadie señaló con el dedo, nadie impuso un mínimo de civismo en este mundo salvaje, corrompido y medieval. Así es México, dicen. Un país lleno de gente alegre y desamparada que ignora su futuro y su presente, pero que escoge vivir con una sonrisa en este mundo absurdo y violento en el que nadie sabe lo que le depara, excepto hacerse viejo y perecer. 5

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BREVE ENSAYO BORGEANO SOBRE EL CORAJE

Texto | Jorge Pablo Rosolén

“Siempre el coraje es mejor. La esperanza nunca es vana” Jorge Luis Borges

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orges, en el prólogo de sus Nueve ensaos dantescos, nos propone que imaginemos una pintura que lo contenga todo, que no haya cosa que no esté allí; lo que fue, lo que es, lo que será en una misma obra.

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Esta proposición no es nueva, ya Platón la explica cuando nos introduce en su mundo ideal, y antes que él, otros. Estos conceptos nos abarcan y nos contienen y vuelven recurrentemente de distintas maneras. Releyendo a Borges asocié esas reflexiones con la violencia, con la universalidad de la violencia, pero no, no era eso lo que buscaba, no era eso lo que pugnaba por salir de mi cabeza; y de repente apareció lo que hacía ruido: el coraje. Esa era la palabra que tenía en mi cabeza y que no se terminaba de formar, y recordé la historia de Marcos Tolosa, Zanjamora. Con el correr de los años he recabado varias versiones de esta historia, pero me voy a quedar con la última que tengo que es la de Alberto Hillcoat, policía de pueblo cuando los policías tenían que ser hombres dispuestos a convivir hora a hora y día a día con la posibilidad de la muerte, cuando la violencia se ejercía casi como un derecho. El Negro Hillcoat fue testigo el día de la muerte de este hombre. Marcos Tolosa era un gaucho, arriero, trabajador del campo que vivió en la primera mitad del siglo XX en América, pueblo de la Provincia de Buenos Aires ubicado en la inmensidad de esa llanura denominada Pampa, región mítica, hogar

del gaucho, espacio vital de uno de los cruces más memorables que tuvo Europa con América. Ser gaucho significaba lo mucho y lo poco, era trabajar sin fatiga y vivir al límite, probando la hombría en cada faena. Pocas veces los hombres fueron su propia medida como en esa época y en ese espacio inmenso y llano que es la pampa. Famoso por su agilidad y habilidad para vistear, peleaba con su alpargata o con su látigo contra un cuchillo y ganaba; hay infinidad de testimonios que lo sostienen. Para la policía era un azote con el que se debía lidiar. Cuenta el Negro Hillcoat que un agente se la tenía jurada y que más de una vez debió él intervenir para evitar el asesinato vil de Tolosa, pero esa es otra historia. Soltero el hombre, juntado con una viuda, tuvo por lo menos un hijo, vivía solo y desarrollaba sus actividades en el pueblo de América y unos alrededores grandes, llegando a lugares muy alejados, arreando hacienda vacuna durante varios días o semanas, que era el tiempo que se tardaba para trasladar una tropa de un campo a otro. En ocasiones las distancias eran de más de 100 kilómetros. En esos arreos, las noches se hacían a la luz de la luna, un fogón, un asado, el mate o a veces caña quemada y, en esas noches, muchas veces, el juego de esos hombres rudos era vistear, pelear con el palo que reemplaza al cuchillo, tiznado en la punta, y el que marcaba al adversario salía ganador. Esa seguramente fue la escuela de Marcos Tolosa, Zanjamora. Allí se hizo hábil. Para algunos, era un gaucho pendenciero; para otros, “un gaucho bueno”, como escribiera Cándido Marcaida, El Cholo, en su obra Reminiscencias. La cuestión –y acá entro en la historia– es que el domingo 5 de julio de 1948 hay carreras cuadreras en la calle de La Chelita, campo ubicado a una legua al norte del pueblo de América. Parece que en la cantina improvisada al efecto hay una discusión entre León Caro y Marcos Tolosa, tal vez por problemas de polleras, quizás por esa eterna vara


que mide el coraje propio en los jirones de otro; no importa, la excusa está y los dos paisanos tal vez iban pasados de copas. La policía se acerca para separar a los discutidores, el intercambio es breve y la tensión es mucha. León Caro, acompañado por su compadre Sabino, se sube a un carro y los dos se vienen para el pueblo. Antes de llegar, a la altura del monte de Cinacina, pegado a los corrales de la Sociedad Rural, un poco antes, los alcanza Tolosa dispuesto a dirimir de una vez por todas su disputa con León Caro. De lo que pasa de acá en adelante hay una nueva bifurcación de versiones y me mantengo con la de Alberto Hillcoat, que ya estaba en la policía en esa época y fue uno de los que intervino en el disturbio de la cantina de La Chelita; y nos dice que Sabino, ante la inminencia de la pelea, se va y los deja a Caro y a Zanjamora para que resuelvan sus problemas. Se apersona en el boliche de Chiaramonte, a la entrada del pueblo, pide una caña y le dice al cantinero: –Dejé en la Cinacina a León Caro y a Zanjamora matándose entre ellos. El cantinero rápidamente avisa a la policía por medio de un jovencito que ayuda en el boliche barriendo el piso de ladrillos o lavando algún vaso; cuando la autoridad llega al lugar de la pelea, Marcos Tolosa está muerto con una puñalada a la altura del corazón; solo, él y su alma. Mientras esto sucede León Caro se apersona también en el boliche de Chiaramonte con la cabeza a la miseria producto de los golpes que le propinó Tolosa con el cabo de su rebenque o látigo, se pide una copa, cuenta que acaba de matar a Marcos Tolosa, Zanjamora, y cae desmayado. A posteriori de estos hechos, el Negro Hillcoat cuenta que estuvo destacado de consigna en el hospital para cuidar al detenido León Caro mientras se recuperaba de las heridas que le propinó Tolosa. En esos sucesivos días pueden

hablar bastante y Caro le cuenta que durante la pelea Tolosa lo tenía a mal traer producto de su agilidad, que nunca sacó su puñal, lo peleó con el rebenque; que él lo quería distraer con el poncho para apuñalarlo pero que la agilidad de Zanjamora era tal que cada vez que erraba el tiro del puñal, recibía un garrotazo tremendo en la cabeza; desesperado y ya próximo a que Tolosa lo destroce a golpes, le tira el poncho en la cara, atrás del poncho va el puñal y lo clava en el corazón. Tolosa grita y pega un salto, pasando por encima de la cabeza de León Caro. Cuando llega al suelo, está muerto. Tal vez en ese último e íntimo momento Tolosa hizo “el descubrimiento atroz de que no somos nadie, fuera de nuestras circunstancias y de la certidumbre ilusoria que nos dan los otros, que también son nadie”. Así lo pensó Borges. Hay otras versiones probables, pero más viles, que cuentan que a Zanjamora lo matan a traición, que Sabino está presente y que entre los dos, Sabino y Caro, uno lo pelea de frente y el otro lo apuñala de atrás. 51 Desconozco si alguna vez se va a saber la verdad. En realidad, a estas alturas no sé si importa. La leyenda ya está presente y hay una nueva medida del hombre porque se gestó ese hecho extraordinario; ellos ya entraron en la categoría de leyenda y representan una época; una clase social, pobre, sacrificada, explotada, perseguida. Representaban también una forma de trabajador, el rural. Son mitos y arquetipos y forman parte de las ficciones orientadoras que todo pueblo tiene para forjar su identidad. 5

“Dios le quedaba lejos. Profesaron la antigua fe del hierro y del coraje, que no consiente súplicas ni gaje, por esa fe murieron y mataron” Jorge Luis Borges


cómo ser negro y e s pa ñ o l En España hay casi un millón de personas con raíces en el África negra. Mezclar su identidad ancestral con su condición de españoles supone todo un reto para ellos en una sociedad que suele ignorar sus orígenes Texto | Jacinto Elá Ilustración | Pablo Noia

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uchos negros somos españoles aunque nuestro color de piel muestre claramente que somos hijos bastardos de África. Durante la niñez no apreciamos ninguna diferencia entre nosotros y los demás niños. Solo algunos padres poseen la dudosa habilidad de apreciar diferencias entre sus hijos y los “nuevos españoles”. Todas las personas somos diferentes pero, sin hacer una rigurosa investigación, es evidente que las similitudes vencen por paliza a las diferencias. Por desgracia, los humanos tendemos por defecto a fijarnos en lo que nos separa como medida preventiva ante lo supuestamente desconocido. La cultura del miedo es la más popular y efectiva que se puede aplicar a una sociedad rendida al poderoso. Además, tratamos a lo diferente como negativo cuando nos referimos a los iguales o de clase más desfavorecida. Si el diferente es una “persona de éxito” la discriminación se convierte en adulación y admiración. En todo caso, la perversión del lenguaje ha restado neutralidad a la palabra “diferente”, llegada a ser utilizada habitualmente como un término peyorativo cuando resulta que ¡ni siquiera dos hermanos gemelos son exactamente iguales! Ser negro en España no es una profesión de alto riesgo, como sí lo puede ser en más de un rincón de Estados Unidos. El

español es menos violento que el norteamericano; también es más cobarde. El cine es un gran reflejo de cada sociedad. Raro es el fin de semana en el que no se estrena una película americana plagada de pistolas, muertes, puñetazos gratuitos y tipos corriendo por las azoteas, algo que siempre me ha llamado la atención. Si un día voy a EE UU trataré de pasar una mañana en una azotea para presenciar una persecución, ya sea real o cinematográfica. Sin embargo, no todo son ventajas en la Península Ibérica. Los Cuerpos de Seguridad del Estado centran sus fuerzas en proteger la valla de Melilla ante la posible entrada de negros que buscan tener una vida mejor. La Guardia Civil saca músculo ante unos indefensos hombres que se juegan la única vida que tienen a una sola carta en busca de un futuro más próspero. Después vemos al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, condecorando a la imagen de una virgen para que le perdone las masacres de los últimos meses. Ante los medios de comunicación queda muy cinematográfico mostrar como criminales a los negros que saltan la valla. Lo importante para el Estado es dar una imagen poderosa ante una invasión –ellos lo llaman “avalancha”, y supongo que a las avalanchas de nieve las llaman “grupos de personas”. De cara a la galería la exhibición de estas imágenes en los informativos puede ser un instrumento


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para propagar el miedo, pero la realidad es bien distinta. Las llegadas a España de inmigrantes se producen a través de tres vías: un 1% llega en patera o cayuco; el 36%, a través de las fronteras terrestres, y el 67% restante lo hace por vía aérea, a través de nuestros aeropuertos. Y aún así, los datos por sí mismos son una escenificación incompleta de la realidad, ya que a más de uno nos gustaría que los medios también destacaran que la gran mayoría de estos negros saltarines no se pasan el día robando carteras en el metro a los turistas ni realizando atracos a bancos o chalets. Como descendiente de ecuatoguineanos, mentiría si dijese que sé cómo se siente un hombre que ha viajado durante meses a través de varios países para finalmente cruzar el Estrecho y pisar España. Solo puedo imaginar que cuando la esperanza puede más que el peligro, no intentarlo es un fracaso. En este caso las víctimas de la pobreza sí son héroes. Podrían quedarse en casa sentados y llorando su mala suerte, pero no, ellos cogen lo mínimo y van a buscar su porvenir dorado. Demasiado grande es el mundo para no aprovecharlo. 54

A los hispanoguineanos, al abrir la boca, no nos relacionan con los que venden cedés o llegan en patera. ¡Pues tenemos muchas más similitudes con ellos de lo que parece! Solo hay una diferencia: nuestros padres nos han allanado un poquito el camino para que no tengamos que pasar por las mismas cosas que pasaron ellos en España y en la Colonia. Historias para no dormir. Lo que reivindico –como negro y español– no es ser tratado de manera especial, ni para bien ni para mal. Simplemente, no ser etiquetado por mi color de piel y, mucho menos, de forma despectiva: ser negro no es un lastre. Como el resto de la humanidad, los negros llevamos siglos en constante movimiento. En la actualidad seguimos abandonando África, aunque por razones muy diferentes a las que llevaron a millones de personas a América entre los siglos XVII y XIX. Los afroamericanos aparecieron en el Nuevo Mundo enca-

denados: eran los esclavos que debían extraer las riquezas del continente para el disfrute del hombre blanco. Hoy en día, los africanos abandonamos nuestra tierra porque seguimos la estela de las materias primas que se sustraen (nuevamente para el disfrute del hombre blanco) gracias a la traición de muchos dirigentes africanos y del asesinato o la represión que sufrieron otros tantos (Steve Biko, Nelson Mandela, Thomas Sankara o Patrice Lumumba). A los afroamericanos que llegaron a los EE UU para ser utilizados como mano de obra esclava les hicieron trabajar como máquinas y fueron tratados peor que perros. En el momento que las máquinas empezaron a estar al alcance de la mayoría de blancos, los negros empezaron a ser prescindibles debido a su poca rentabilidad dentro del renovado sistema capitalista americano. Sin embargo, tras las emancipaciones, los afroamericanos han seguido siendo tratados como ciudadanos de segunda. A pesar de que en EE UU se abolió la esclavitud en 1865, esta práctica se camufló hasta mediados del siglo XX. El racismo radical se ha convertido en una especie de aroma mudo que relega a los americanos de piel morena (negros y latinos) a un peldaño inferior, de tal forma que el white privilege sigue estando presente en la sociedad a pesar de que son muchas las personas de todas las razas que luchan contra esta desigualdad institucionalizada. Curiosamente fueron los blancos de las clases más bajas quienes mostraron mayor desprecio hacia los negros (es muy común tratar peor a quienes se encuentran en el escalón social inferior. Los pobres pelean por las mismas migajas). No basta con un presidente negro. Barack Obama no está en todos lados; si Dios no puede, el Presidente tampoco. Son los nietos e hijos de los traficantes de esclavos quienes aún amasan dinero proveniente de tan nefasta industria. Muchos de ellos han sido educados como gente superior a los negros. Eso no se elimina de un día para otro. A esto hay que añadir que muchos negros se han creído inferiores porque el sistema educativo americano se ha encargado de

“como hijo de guineanos no sé lo que sienten los que saltan la valla de melilla, pero tenemos muchas cosas en común”


repetirles, de forma sutil, su supuesta condición de inferioridad. Por otro lado, los guineanos que han llegado a España buscaban un futuro mejor tras una vida poco próspera en sus lugares de origen. No son pocos los que han pasado más tiempo en España que “en casa”. Aun así, no son tratados como españoles. Se les ha negado tanto la posibilidad de sentirse españoles que después de más de 30 años en España no se sienten de aquí. Contrariamente, no dudan en afirmar con orgullo que sus hijos somos españoles. Que nadie nos puede quitar el derecho moral para reivindicarnos como tal, siendo además africanos. Nadie tiene arrestos para discutir con una madre africana cuando está defendiendo los derechos de sus hijos. Nuestros padres no están dispuestos a que nos sintamos tan desplazados como lo pudieron estar ellos cuando llegaron a una España franquista en la cual los negros eran tan habituales como la abundancia de alimentos en casa del español medio. España, durante siglos, fue la potencia europea con más colonias esparcidas por el mundo. El español siempre fue menos previsor que el inglés; a diferencia de los británicos, que establecieron unos lazos que aún les reportan beneficios económicos y geopolíticos con sus antiguas colonias, España cortó relaciones con sus posesiones de forma más radical. No son especialmente fuertes los vínculos entre Guinea y la Península, pese a las irregulares visitas del dictador Obiang a La Moncloa o la presencia en Guinea de políticos españoles, personajes trasnochados en busca de sacar tajada económica. Casi 50 años después de la liberación de una de las últimas colonias españolas (Guinea Ecuatorial), las relaciones con el antiguo territorio africano no van más allá de lo institucional. Si un lazo uniera a ambos países, sería tan fuerte como un chicle al ser estirado. A nivel cultural, el intercambio es casi nulo. De todos modos me parece más grave la desconexión que se da frecuentemente entre españoles y latinomaericanos. La relación no es mala pero hay un rechazo

a los antiguos compatriotas, por ambas partes, que no consigo entender. Al emigrante que llega de América Latina se le ve como un extranjero más lejano que un inglés, un alemán o un italiano. Deberíamos recordarnos más a menudo el origen de los apellidos españoles que llevan los machupichu. Deberíamos reivindicar los rasgos mestizos que hermanan a los nacidos a ambos lados del Atlántico de forma casi tan fuerte como la lengua compartida. Aunque parezcan gente muy lejana, muchos de los latinoamericanos tienen antepasados españoles. Y es que, curiosamente, fueron los españoles los colonizadores que más se mezclaron con la población autóctona en sus dominios, cruce genético que belgas, franceses, holandeses y, por supuesto, ingleses evitaban con celo en Argelia, el Congo, la India o Indonesia. Ser conocedores de esa mezcla solucionaría muchos problemas de racismo en España. Nos ayudaría a vernos como ciudadanos plagados de semejanzas y empujaría a eliminar las concepciones de superioridad que todavía se reflejan en nuestra sociedad. La calma del conocimiento sería la mejor medicina contra las relaciones desiguales que siguen teniendo viejas metrópolis y ex colonias. El caso de la relación de España con Guinea es especialmente hipócrita. Hasta hace muy poco, España se abastecía de todo tipo de materias primas guineanas. Vivían allí mejor los españoles que los autóctonos, pero una vez consumada la descolonización se ha tratado de quitar importancia a la relación de España con el pequeño país africano. Hasta el punto de que muchos españoles ignoran que en el corazón de África existe un país en el cual se escucha a diario un castellano más neutro y entendible para un extranjero que el que se habla en muchos puntos de España. Si así fuera, los hijos de aquella tierra lo tendríamos más fácil para hacer entender que por cultura, historia y tradición somos tan españoles como cualquiera que haya nacido en Valladolid, Valencia o Sevilla… aunque seamos negros.5

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“España cambió con el 15-M. Aunque acabara la crisis la gente no votaría a PP y psoe” Juan Carlos Monedero (Madrid, 1963) es desde hace un año uno de los rostros más conocidos de la política española como impulsor de Podemos. Sin embargo, este profesor de Ciencia Política de la Complutense acumula una larga trayectoria como activista social Texto | Pablo Sierra del Sol & Rafael Narbona Fotografía | Victoria Clemente

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oincidiste con Alberto Garzón en una conferencia sobre federalismo un día después de que él afirmara que los votantes de Izquierda Unida y Podemos no entenderían que los partidos fueran por separado a unas elecciones. A Alberto le tengo mucho cariño, pero políticamente le ha correspondido una papeleta complicada: gestionar una vieja organización que quiere proyectarse hacia lo nuevo. Podemos, en cambio, es una organización nueva que busca conectarse con lo mejor de las tradiciones emancipatorias del pasado. Puede ser cierto que el votante de Izquierda Unida no entienda por qué el votante de Podemos no se suma a una coalición; pero el votante de Podemos es un votante mucho más plural. Hay gente que votó al PP y que ahora está decepcionada con la entrega de nuestro país a una minoría financiera, pero no quiere que le recuerden sus errores ideológicos. Nosotros entendemos que el continuum derechaizquierda ya no aporta mensajes a la sociedad. Hay una mayoría social que está por el cambio y, sin embargo, no hay una mayoría social que se identifique a sí misma como gente de izquierdas. Es muy arrogante que políticos e intelectuales les digan: “Tú eres de izquierdas aunque no lo sepas”.

¿Ha renunciado Podemos a ser un partido de izquierdas? ¿Es un partido de centro? Podemos busca ocupar la centralidad, que no el centro. No es lo mismo. El centro, como explico en Curso urgente de política para gente decente, es un lugar donde se niegan los conflictos. Nosotros buscamos un espacio electoral reivindicando lo común del conflicto, que es totalmente diferente. En ese sentido, creemos que el modelo neoliberal ha generado una mayoría damnificada que lo que necesita es encontrar su malestar común. Me alejo de las posturas de Laclau, que habla de un “significante vacío”. Creo que hay una relación directa entre que en el último año subiera un 24 por ciento el número de millonarios en España y aumentaran las desigualdades y el número de pobres, creciendo la cifra de niños que ya forman parte de una legión de precariedad que suma 800.000 personas en los últimos cuatro años. Cuando nacimos nos quejábamos del fracaso de quien en ese momento pensábamos que le correspondía esa tarea, que era Izquierda Unida. Esa labor era unificar a todos los damnificados por esa estafa a la que llaman crisis. En mi caso concreto, vengo del Frente Cívico que había organizado Julio Anguita, quien precisamente


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había reivindicado que había que dejar el carné del partido al lado y buscar los elementos que compartíamos. En el manifiesto Mover ficha, del que fui el primer firmante, ya decíamos que había que huir de esas denominaciones de Frente de Liberación Judaica y buscar la unidad, algo que no es un mérito de Podemos: llegar a un proceso de unidad que ocupe la centralidad social era una reclamación del 15-M, que incorporó el hecho de que, más allá de ideologías, había una mayoría social que estaba reivindicando convertir la indignación en políticas públicas. Izquierda Anticapitalista fue uno de los impulsores de Podemos y en un comunicado reciente identificaba a vuestro partido como la herramienta que debe lograr que en España empiece a aplicarse una “democracia socialista”. Izquierda Anticapitalista estuvo en los orígenes de Podemos, pero ese partido no es Podemos. Solo basta comparar los resultados de las dos últimas Elecciones europeas. Ellos sacaron 23.000 votos en 2009 y Podemos, 1.250.000 el mayo pasado; lo cual no

le resta en absoluto su mérito a la hora de haber colaborado en el impulso de lo que significa Podemos. IA creo que ha cometido un error de análisis al pretender que la indignación social se convirtiera en indignación política, pensando que no hacía falta un instrumento que no fuera el clásico de un Partido Comunista para convertir esa masa social en un cuerpo capaz de conseguir transformaciones. Nosotros, en cambio, entendíamos que había que inyectar catalizadores en la sociedad para revertir tanto los 40 años de la dictadura como los 40 siguientes de modelo neoliberal. Para ayudar a desaprender y luego reaprender, había que lanzar un instrumento que no fuese el de la vanguardia tradicional comunista y mucho menos un instrumento que asumiera que las condiciones objetivas habían madurado lo suficiente para que, por sí mismas, consiguieran la transformación social. Ahí nos alejamos totalmente de IA; creemos que nosotros somos mucho más realistas y conscientes de que al cambio todavía le queda mucho. Con todo lo que está cayendo, el PP sigue ganando en las encuestas.

“hay una mayoría social que está por el cambio, pero que no se identifica como izquierda. Podemos le da voz buscando la centralidad”

la ausencia de pablo iglesias Para Monedero, “Pablo Iglesias es un líder natural al que se le echa de menos en la Complutense por su capacidad de trabajo y su optimsimo”.


O que sus lenguas son dialectos. O que pudiendo hablar en castellano (“o español”) para qué van a utilizar otra lengua. ¡Son incapaces de entender que sueñan en esa lengua! Se debe hacer un esfuerzo pedagógico para explicar cuál ha sido el desarrollo histórico de España, cómo se ha construido este país, cómo la evangelización castellana no construyó nación sino que construyó estado, mientras que Catalunya no construyó estado pero sí construyó nación. La primera vez que los españoles nos sentimos a nosotros mismos como nación existencial es en la Guerra de Independencia. Hay muchos elementos que la gente común desconoce: se funciona con unas interpretaciones de España muy torpes que no permiten entender por qué hay zonas del Estado que se consideran a sí mismas como naciones y que podrían, por contra, considerarse como parte de los pueblos de España siempre que se les permita decidirlo por sí mismas.

Una buena parte de esos votantes que se están pasando del PP y, sobre todo, del PSOE a Podemos están preocupados por procesos soberanistas como el que se está viviendo en Catalunya. ¿Qué respuesta vais a darles? Nosotros también queremos que España no se rompa. Si estamos a favor del derecho a decidir es porque creemos que es la obligación de cualquier demócrata y, en segundo lugar, porque es la mejor herramienta para que España no se fracture. No hay solución para ninguno de los temas que preocupan a la ciudadanía si seguimos delegando nuestro poder a la política. Una persona que está preocupada por las peticiones soberanistas que hay en España lo que tiene que hacer es asumir de una manera corresponsable la realidad de nuestro país y no delegarle a nadie, ni independentista ni soberanista, el resultado final. La situación solo puede ser solventada por los ciudadanos. España está mal enseñada. He escuchado a mucha gente decir en los últimos años que los que hablan en catalán o en euskera lo hace por molestar.

Ya que el tema está encallado, si de vosotros dependiera, ¿le daríais la potestad en exclusiva a los ciudadanos de Catalunya y Euskadi para que votaran si quieren mantenerse dentro del Estado? La gran dificultad en un gran proceso nacionalista es que decide el pueblo. En tu pregunta das por hecho que ya hay un pueblo y no es tan sencillo. Cuando hablo de pueblo me refiero a los ciudadanos que están empadronados en esos territorios. Vivan o no vivan allí. ¿Y la gente que ha nacido en Euskadi y vive en otro lugar tiene derecho a votar? Esas son preguntas por responder. Lo que sí parece evidente es que tenemos que ir aproximándonos a soluciones que construyan mayorías. Creo que es una oportunidad perdida no haber usado el referéndum del 9-N en Catalunya para ir tomando el pulso a lo que opinan los miembros de esa comunidad y ver cómo se posicionaría al respecto el resto del Estado. Pero vosotros habéis utilizado un término secuestrado como ‘patriotismo’. Ser patriota era casi un equivalente a ser ultraderechista, suena a ruido de sables.

El Artículo 2 de la Constitución dice una barbaridad: el texto constitucional se fundamenta –en vez de en la soberanía popular, que es lo que corresponde– en la indisoluble unidad de la patria española. Ese es un artículo que, según escribió Jordi Solé i Turà, entregaron los militares a los ponentes constitucionales. Y él fue uno de los padres de la Constitución. El Artículo 8, igual; entrega a los militares la salvaguardia de la unidad de la patria y permite a algunos locos plantear que en cualquier momento tienen que entrar los tanques en Catalunya. Si uno escucha a Pasionaria cuando regresa del exilio (recuerdo una entrevista en la que le preguntan: “¿Qué se siente al regresar después de tantos años?”), ella dice: “Recuerdo cuando volví a estar en mi Euskadi: mis montañas, mis bosques, cómo se me llenó el corazón otra vez porque estaba de nuevo en mi España, estaba otra vez en casa. Ay, mi Euskadi, ay, mi España”. Invariablemente, pasaba de un lado al otro sin ningún tipo de conflicto. Me formé con figuras como Pla, Buñuel, Rosalía de Castro, Valle Inclán, Lorca, Quevedo, Manrique… Hay una construcción compartida que nos invita a buscar una fórmula federal. En una España integrada en Europa, podríamos encontrar fórmulas de convivencia donde los que entendemos que una España sin Catalunya o sin el País Vasco sería una España mermada podamos convivir con la gente que solo se sienta catalana o vasca. Eso solamente se solventa a través de mucho diálogo y pedagogía. Todo eso ya se hizo en cierta manera a principios de los 80, cuando se implantó el modelo territorial del Estado de las Autonomías. Si la ciudadanía no asimila el federalismo que se va a implantar, si no hay buena pedagogía, un proceso similar no servirá de nada porque se tomarán decisiones en un lugar de España que no van a ser entendidas en otro. Eso va a generar una ruptura de la convivencia y alimentará a los salvadores de la patria, sea la patria catalana, vasca o española. Empezarán a hablar de medidas de cirugía y encontrarán votos en su nicho electoral según se exacerben las diferencias. Eso es un disparate porque pondría en funcionamiento procesos nacionalistas muy peligrosos para la ciudadanía.

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La persona que tendría que haber encabezado este diálogo de encaje territorial en España –y no lo ha hecho– ha sido Mariano Rajoy. ¿Si hubiera tenido más exposición mediática en asuntos como el catalán, Podemos lo habría tenido más difícil para ganar apoyo popular? ¿Os ha hecho parte del trabajo involuntariamente? Sin duda. Si hace un año las decisiones políticas hubieran sido otras… O si hace cuatro años las decisiones hubieran sido otras, no habría surgido el 15-M. Sin ese movimiento, partidos políticos como PSOE o IU no se hubiesen sentido reemplazados. Sin eso, no se habrían visto obligados a tomar decisiones y, por tanto, sin esas decisiones equivocadas no se habría originado el surgimiento de Podemos. Es absolutamente evidente que nosotros existimos, en una parte, por los errores del Gobierno y, en otra, por el incremento en la conciencia de la gente. El PP se equivoca profundamente al pensar que, si hubiera una mejora de la economía, eso bastaría para que

la gente volviera a votarles a ellos o al PSOE. Vuelve a ser un mal análisis. Este país ha cambiado; no les votarán de nuevo. Lo que significó el 15-M y estos tres años posteriores de reflexión ha creado una ciudadanía más crítica, que se interroga más sobre lo que pasó en la Transición, que se pregunta por qué tiene que haber una dinastía, en este caso concreto de Borbones, en la Jefatura del Estado. En la edición digital de Negratinta entrevistamos a un economista netamente liberal que se llama Juan Ramón Rallo… Lo conozco. Está impartiendo unas conferencias donde busca desmontar vuestro programa económico. Alaba vuestra política de comunicación, pero sostiene que habéis aprovechado el sufrimiento de la gente con la crisis para sacar rédito. The Financial Times ha publicado un artículo, firmado por Wolfgang

Münchau, que dice que la solución al problema de la deuda en España la tiene Podemos. Hay consenso entre los economistas más reputados del mundo (Reinhardt, Stiglitz, Krügman) en que la única salida a la deuda es su reestructuración. La deuda es impagable. España debe 37.000 millones cuando debía 16.000 hace un año. Esa cifra puede subir a los 60.000 millones. Ni esclavizando al grueso de la ciudadanía española se pagarían tan solo los intereses. En ese sentido, los propios deudores más inteligentes se están dando cuenta de que para mantener su volumen de negocio se debe reestructurar la deuda. Creo que los parásitos financieros se están dando cuenta de que están en la frontera de extenuar a su parasitado y entienden que deben darle de nuevo oportunidades de revivir. Limitar nuestras propuestas económicas al enfado de la gente es una señal de impotencia, muy propia de los liberales, que no suelen gobernar más de un corto período de tiempo antes de caer de forma irremediable. El laissez faire conduce al conflicto bélico


mientras vivimos para trabajar en vez de trabajar para vivir. ¿Cuáles serían esas políticas económicas alternativas? No somos unos irresponsables que vayamos a hacer promesas falsas como hicieron en su día el PSOE y el PP. Nosotros planteamos que sin buen diagnóstico no habrá buena terapia. Por eso, dos de nuestros mejores diagnosticadores, Vicenç Navarro y Juan Torres López, se encargan de evaluar la situación para que desarrollemos propuestas concretas. Esas propuestas no van a trabajar en el aire: no puedes plantearte subir la indemnización por despido de 20 a

“El rescate a los bancos o a las autopistas de peaje es deuda ilegítima, pero auditémoslo y discutámoslo” 40 días si eso no va acompañado de un marco de viabilidad económica que atienda a más posturas. En las Elecciones Europeas presentamos un programa para ese contexto continental, donde han afectado los 400.000 millones que se han utilizado para rescatar a la banca. Para España, las propuestas serán diferentes. Abriremos un gran debate para aportar medidas concretas y, cada una de ellas, irá acompañada de su memoria económica. No vamos a hacer propuestas que no estén justificadas presupuestariamente: hay que aclarar de dónde sale el dinero para ponerlas en marcha. Algunas cosas sí que parecen claras. Habéis hablado de una auditoría que debe conducir a una quita de la deuda por considerarla injusta. La reestructuración de la deuda es una de las cuatro o cinco cosas que están claras. Reestructurar implica no pagar una cantidad de la deuda. Implica identificar al causante de esa deuda. Cuando se sabe quién es el responsable y hay deuda que es

ilegítima, hay que abrir un debate europeo para que, no España sino Europa, se niegue a pagar deudas que son inasumibles. ¿Podrías ponernos un ejemplo de deuda ilegítima? El rescate a los bancos, por ejemplo. Desde de mi punto de vista es una deuda ilegítima, pero auditémoslo y discutámoslo. El rescate a las autopistas de peaje o darle 1.300 millones a la empresa Castor, donde está Florentino Pérez. El sobrecoste de algunas empresas se amortiza como deuda pública. Hay una serie de cuestiones donde quiero ver quién se ha llevado el dinero que ya no se puede destinar ni para Sanidad ni para Educación. En segundo lugar, como he planteado antes, crece el consenso que apuesta por reestructurar. Tiene que haber quitas negociadas: es la única manera de que pagues sin extenuarte hasta morir. Al mismo tiempo, le interesa al propio sistema financiero esta posibilidad porque la seguridad jurídica está mucho más garantizada en procesos de estabilidad social. Con un desempleo entre el 25 y el 30 por ciento se quiebra la estabilidad social. Hay que reducir del 25 a la media europea (15 por ciento) el fraude fiscal. Eso generaría incrementos de 9.000 millones de renta. Las 3.000 principales empresas españolas, que pagaban un 30 por ciento de impuestos y se les rebajó a un 3, deben cotizar al alza para recuperar, creo recordar, unos 19.000 millones de euros, el doble de lo que calculamos que costaría rebajar nuestra jubilación a los 60 años. Hemos calculado esa medida en 8.700 millones de euros. Es importante estimular préstamos públicos a pequeñas empresas que permitan generar empleo y paguen impuestos. Además, se debe apostar por las energías renovables. ¿Cómo se puede hacer viable una renta básica de ciudadanía? Es otro de los elementos centrales de nuestras propuestas y que no se puede entender multiplicando por 46 millones de personas la renta básica. Yo, como profesor universitario, no recibiría esa renta. La estructura fiscal, seguramente, me obligaría a pagar un poquito más de impuestos

trayectoria profesional Criado en el barrio de Argüelles, Monedero estudió Ciencias Políticas y se doctoró con una tesis sobre el fin de la RDA. Ha asesorado a gobiernos como el de Venezuela y a partidos como IU antes de impulsar Podemos.


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que permitirían la financiación de esa renta básica para las personas que la necesitan. El desarrollo tecnológico no genera empleo sino que lo destruye. Nuestra condición de ciudadanos ya no viene a través del trabajo, se tiene que complementar con otras fórmulas. Recibir una renta básica nos va a permitir tener ciudadanía. Además, al ser complementaria y recibirse

“Es más fácil luchar contra el secuestro alemán del euro desde dentro. Salir de la moneda común no tiene sentido”

al margen de la condición laboral del ciudadano, rompe la espiral de pobreza. Las rentas mínimas de inserción tienen el problema de la estigmatización; te señalan como receptor de caridad, bajando tu autoestima. La renta básica, en cambio, se puede compatibilizar con algún otro tipo de empleo: puedes recibir 400 euros de

prestación y trabajar cuidando niños para ganar otros 200 ó 300 euros. En otros países donde se ha aplicado –por ejemplo, en Brasil– ese tipo de ayudas ha generado un voto cautivo que ha pasado por alto la corrupción de los gobiernos que las otorgaban. Me da igual. Recuerdo un titular de El País que decía: “El populista Chávez se gasta las rentas del petróleo en sanidad, educación y vivienda”. Va a ser mejor gastárselas para rescatar a los bancos o financiar a las autopistas de peaje o financiar los lujos de los usuarios de las tarjetas black... La doble vara de medir implica que hagas lo que hagas te van a criticar. De llegar al poder, ¿cómo se enfrentaría Podemos a los desahucios? ¿Los prohibiríais? Hemos ideado dos propuestas claras que son planteables. Una pasa por aplicar la legislación europea. La Unión Europea ha dicho que la Ley Hipotecaria española es ilegal. Basta con aplicar esa legislación para que desaparezcan las barbaridades que estamos viendo. En segundo lugar, hay que

legislar en contra de los fondos buitres que utilizan necesidades ciudadanas solamente para especular. Tenemos que blindar constitucionalmente los bienes comunes. No puede ser que la Comunidad de Madrid le venda a un fondo buitre vivienda y estos fondos, como han acumulado mucho dinero, puedan esperar diez o quince años para cambiarle un alquiler a una persona y, como no lo puede pagar, desahuciarla. Tenemos que blindar la democracia a la rapiña de estos sectores financieros. Es indispensable para proteger las libertades. ¿Los círculos se han visto superados por el crecimiento electoral que os dan las encuestas? No, ¿por qué? Por haberos decidido por una organización con una sola cabeza visible. ¿No era momento para crear una estructura que se diferenciara de PP, PSOE, IU o UPyD? Desde el principio nos empeñamos a conjugar la democracia y la eficacia. Del 15-M sacamos la enseñanza de que el asamblearismo, la radical


la mano que pueda tender el ‘establishment’ a podemos Lula da Silva ganó sus primeras elecciones en Brasil aceptando que los bancos financiaran la campaña del Partido de los Trabajadores y prometiéndoles seguir los dictados de la economía liberal. ¿Ha tendido una mano el ‘establishment’ bancario a Podemos? “No -contesta Monedero- y aunque lo hicieran no encontrarían mucha audiencia”. El profesor y político sostiene “que los ataques contra el partido se recrudecerán en los próximos meses”. En el momento de la entrevista, aún no habían trascendido sus supuestos problemas con Hacienda, donde se le acusa de fraude fiscal.

democracia que suponía ese movimiento de protesta, dificultaba la posibilidad de convertir esa indignación en políticas públicas. Vimos que ya que la eficacia de ejército de un partido político anulaba la democracia y te dejaba en manos de oligarquías de hierro, como diría Mitchells, había que buscar un elemento de compatibilidad. El planteamiento de tres secretarios generales se caía por absurdo. Era ineficaz a todas luces. Dos temas calientes. Pablo Iglesias dijo hace poco que intentará que España salga de la OTAN. ¿Qué pasará también con el euro? Es evidente que el euro, en su actual configuración, es enemigo de la democracia y de la soberanía, pero es mucho más fácil luchar contra este secuestro de la moneda por parte de Alemania desde dentro del euro que desde fuera. La ciudadanía griega no entendería regresar al dracma, ni la española regresar a la peseta. Lo que parece más sensato es que los países del sur, afectados por las políticas de ‘austericidio’ del Banco Central Europeo, negociemos para reconstruir esa institución y convertirla en un

banco preocupado por el crecimiento. Exclusivamente. En cuanto a la OTAN, parece evidente que todas sus intervenciones, al menos las recientes, han empeorado las condiciones de Libia, Afganistán, Iraq…; en cualquier lugar donde se han aproximado, han estropeado la convivencia. Parece ya momento de que Europa asuma una responsabilidad militar propia. Ya va siendo hora que superemos lo que fue una obligación en 1945 por el desarrollo de la II Guerra Mundial y la Guerra Fría. No podemos seguir siendo deudores de las necesidades geopolíticas de EE UU. Habéis renunciado a presentar listas propias a las elecciones municipales, pero no descartáis que miembros del partido se integren en candidaturas de unidad. ¿Te interesaría formar parte de una candidatura al Ayuntamiento de Madrid? Veo de manera creciente que es imposible cambiar la democracia en un país si no cambiamos previamente la manera de pensar. En ese sentido, como profesor universitario creo que mi tarea está más en el campo de las

ideas que en el campo de la gestión. Creo que uno tiene que hacer lo que sabe hacer. Por tanto, voy a ser mucho más útil pensando, creando programa, impulsando las claves del proceso constituyente… Ahí puedo aportar mucho más que desde un cargo público. Hace una década tuviste exposición mediática cuando impulsaste la campaña del ‘No a la guerra’ durante la intervención española en Iraq. El Partido Popular interpuso una querella contra ti de la que saliste airoso. Los ataques ahora son mucho más virulentos. Hemos hecho algo que antes no hicimos: amenazar directamente al poder. No hay nada que al poder le dé más miedo que perder los palacios de gobierno. La última vez que se asustaron en Europa fue cuando Syriza estuvo a punto de ganar las elecciones [En el momento de la entrevista aún no se habían celebrado las últimas elecciones griegas]. Ahora vuelven a estar asustados porque Podemos puede ganar las elecciones. El establishment europeo no es demócrata, solo toleran la democracia si no se les impugna su monopolio.5

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Texto e ilustración | El Vera

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l igual que la luz, las personas no tienen fuente sino lugar.

Son las líneas rectas y la trama de las alambradas las que anuncian el otro mundo. En esta franja de tierra fronteriza es donde se mide a las personas, donde lo obvio convive con lo incierto, aunque no tenga dueño. La valla fronteriza adorna los paisajes divididos, tentando al salto al otro lado. Lo que parece banal para algunos, se Luís Martínez Santa-María

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entorna profundo para otros. Las cifras numerosas para nosotros se convierten en única para cada uno de ellos. La certeza del límite fronterizo se transforma en incertidumbre para el emigrante. Lo anecdótico se hace inevitablemente serio. Porque en los paisajes de las fronteras también existe una impronta ética. Aunque Occidente aún no es consciente de que para apuntalar un edificio hace falta más madera que para sostenerlo.15


UN TSUNAMI LLAMADO

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España tiene por delante un año que puede cambiar el curso de su historia política Texto | El Náufrago Ilustración | Untaltoni

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n tsunami siempre se acerca sigilosamente. Como un puma al acecho, en sus primeros momentos es imperceptible para sus víctimas. Aumenta multiplicando su nivel, dando silbidos salados a las palmeras como si no pasase nada. Inexorablemente, el mar crece, ruge y se enfada. La peor reacción que puede tener un bañista ante un maremoto es la de no hacer nada. No ver a tiempo la colosal ola echándose encima es un error fatal, pero los bañistas sufren de una adulterada tranquilidad que les embarga. Ellos sólo ven el oscuro océano en su sitio. En España, algunos poderosos bañistas empiezan a notar que el horizonte se eleva cada día un centímetro más. Están contrariados con el resto de bañistas, los de a pie. Los poderosos andan más ensimismados en conseguir la mejor tumbona que en percatarse de que una inmensidad se eleva. Cómo lo van a saber si están distraídos con sus privilegios medievales, comprando voluntades, malversando servicios

públicos, prostituyendo el Estado de Derecho y laminando el de Bienestar, volando a Suiza, o haciendo patria chica con sus tarjetas black. El tsunami está llegando a España. No hoy, puede que tampoco mañana. Es difícil medir la velocidad de un tsunami, pero siempre va hacia delante y llega para arrasar con todo lo que le hizo crecer. Lo verdaderamente fascinante de los tsunamis –a diferencia de los terremotos–, es que quienes tienen más posibilidades de sobrevivir son aquellos que se encuentren flotando justo encima de su epicentro. Por eso, un marinero sabe que es imposible remar a contracorriente de una ola, y mucho menos cuando la ola mide más de 4.701.338 metros de altura, uno por cada persona sin empleo. del 15-m al 2015: ola de cambio 2015 será el año del tsunami en España. Será la ola del cambio, con mayúsculas. No importa si uno está o no de acuerdo

ideológicamente. Lo sustancial es que están apareciendo nuevos movimientos políticos que ya marcan pautas inéditas para una nueva forma de hacer política. Además, están siendo los grandes canalizadores del hastío de mucha gente. El bipartidismo debería estar agradecido porque gracias a ellos la sociedad sigue creyendo en cambiar la democracia sin necesidad de quemar contenedores. Hay que decirlo. Los herederos del espíritu del 15-M han conseguido despertar una inquietud política inexistente; sedada intencionadamente. Nos inculcaron a engordar un individualismo conformista en tiempos de una falsa bonanza. Así, apagabas el telediario y te ponías a jugar al Candy Crush en el sofá para no pensar en problemas ajenos. Pero un día te levantas y sufres esos problemas en tus carnes, se han hecho tuyos. Tuyos cuando aguas la leche de tus hijos, tuyos cuando trabajas sin desearlo en un país extraño, tuyos cuando privatizan un hospital, tuyos cuando pierdes tu casa... Entonces,


despiertas. Sin más, entiendes la relación de tu desahucio, la nevera vacía, y el pésimo hospital al que acudes, con los consejeros de las cajas de ahorros, la Fórmula 1 valenciana, los pufos de Urdangarín, los ERE andaluces, los aeropuertos sin aviones, los negocios del clan Pujol, la prima de riesgo, el déficit… Ahora sabes que esos datos macro, que antes te obligaban a cambiar de canal, tienen que ver con que la cesta de la compra te cueste un euro más, la luz te parezca cara o tu sueldo una mierda. Descubres, con la bilis en la boca, que Merkel decide sobre tu felicidad. España necesita cambiar: nunca en 40 años de democracia, la sociedad española se ha enfrentado a tantas elecciones de gran calado que transformarán, como mínimo, el tablero político de aquí a una década. 2015 será un año electoral trascendental y especialmente excitante para los politólogos, en particular. andalucía El chupinazo electoral se dará en el Palacio de San Telmo ante la inesperada convocatoria andaluza para el mes de marzo. En Andalucía, su presidenta, Susana Díaz, ha pillado con el pie cambiado a toda la oposición: en lugar de ir al paso, sus contrincantes necesitarán ir a galope. Esa es la estrategia de Díaz: desarticular a IU y recoger el mayor número posible de votos de la izquierda andaluza con Podemos todavía en la incubadora, adelantando incluso por el carril de la derecha al candidato popular, Juan Manuel Moreno Bonilla, una figura pública superada en notoriedad por el Ecce Homo de Borja. En esta estrategia tan sibilinamente calculada lo de menos parecen ser los andaluces, al tratarse de unas elecciones innecesarias. Con un año en el cargo y decenas de leyes pendientes, Díaz apuesta su carrera política a una mayoría absoluta que la refrende como líder de la oposición interna ante el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y que la convierta en la aspirina efervescente del socialismo nacional. Mayoría que difícilmente podrá alcanzar a duras penas y cuyo Gobierno se le podría escapar al PSOE por primera vez en la historia, al no poder reeditar el pacto con IU ni pactar con Podemos a menos de 10 meses de las generales. ¿IU será capaz de dejar caer al PSOE, repitiendo el malogrado experimento extremeño?

Toda una incógnita para los comunistas, que se encuentran atrapados entre miles de espadas y miles de paredes. En todo caso, este adelanto será un interesante órdago a todo o nada del PSOE para los posteriores comicios. ¿Podrán sobreponerse los socialistas andaluces a las imputaciones por el caso de los ERE de Chaves y Griñán, los dos presidentes que antecedieron a Díaz en la Junta? catalunya Mariano Rajoy, ese presidente fallido, verá como el año nuevo se le complica aún más. Todavía no entiende que su pétreo inmovilismo le vale para ser mimo en París, pero no para dirigir un país. Y menos a través de una pantalla de plasma. Alguien debería contarle ya que el asunto independentista catalán es de verdad. Nadie piensa que la mayoría de catalanes sean independentistas, pero los titulares de la brunete mediática siguen fabricando partidarios de la secesión a diario. España tiene que ser sexy para sus ciudadanos y no una amenaza para su futuro, por muchas razones históricas y pragmáticas que parezcan empujar a la unidad. Por otra parte, gracias a la astucia monclovita, ha resucitado de entre los muertos un zombi llamado Artur Mas. El president montó un rocambolesco 9-N y acabó ganando un pulso al Estado. Celebrará en Catalunya elecciones plebiscitarias el 27 de septiembre, pero los convergentes no son imbéciles y saben que en solitario lo tienen crudo. Por eso pidieron ir de la manita a ERC –el actual socorrista de la piscina catalana–, y formar listas conjuntas. Tanto CiU como ERC comparten una bomba política llamada tiempo. A CiU solo le interesa rascar minutos en una legislatura muerta para remontar desesperadamente ante su electorado tradicional – ahora desconcertado con su nueva careta independentista– y evitar un descalabro histórico. ERC no quiere que se le escape el viento popular porque se arriesga a que aminore el soplo soberanista y se desluzca así su principal oferta electoral. Finalmente, irán al desfiladero electoral cada uno por su lado. El líder de ERC, Oriol Junqueras, evita así que CiU le haga el abrazo del oso con un acuerdo contranatura, aunque está aún por ver el coste electoral de su nueva estrategia. El peor parado de este adelanto electoral es sin duda el PSC (otrora partido de

gobierno) al que, pese a intentar hacerse la bienquerida ofreciendo sus escaños al Govern de Mas si mantenía viva la legislatura, solo le queda santiguarse y prepararse para una lucha de gladiadores en la izquierda que promete ser sangrienta. ¿Veremos un ejecutivo de Artur Mas y Junqueras después de estas elecciones pseudo-plebiscitarias? Muy difícil. Si lo hubiera, durará todo lo que dure la proclamación unilateral de independencia, y al día siguiente, los catalanes sigan llegando a Zaragoza sin pasaporte. Sí o sí, algún día habrá de celebrarse un referéndum legal –esto es imprescindible– y vinculante, porque un Estado no puede estar perpetuamente cuestionando su territorialidad sin atender a otros problemas. En todo caso, si Mas a corto plazo decidiera bajarse un poco del monte, Rajoy –o el próximo presidente de Gobierno– le ofrecería la financiación que pidiera, porque para los convergentes –que no son genuinos independentistas– por encima de fer país, está fer negoci. podemos Para el partido de moda en España, Podemos, 2015 será su bautizo electoral, después de nacer como opción en las urnas en las Europeas del año pasado. Su fuerza es impredecible, incluso para los politólogos más curtidos. En comunidades como Madrid, Valencia y Navarra pueden soñar con ambiciosos resultados, llegando a posicionarse como segunda y tercera fuerza política. A Paco Marhuenda se le tienen que empañar las gafas viendo estas encuestas. La pregunta que se harán con nerviosismo muchos alcaldes de grandes ciudades como Barcelona, Valencia, Sevilla o Madrid –especialmente esta última– no es la de saber quién será candidato popular o socialista, sino si Podemos se presentará y de qué manera. Ya sabemos que en Barcelona apoyarán a Guanyem que podría obtener un buen resultado en Barcelona gracias a la figura de Ada Colau, aunque insuficiente para dar un vuelco electoral. En Madrid, Podemos juega el despiste sobre si apoyará finalmente la confluencia izquierdista, evidenciando falta de transparencia y escondiendo sus cartas. Su secretario general, Pablo Iglesias, siempre se ha mostrado cauto a saltar al ruedo municipal en toda España por

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carecer de estructura y por el temor a que se le llenen las listas electorales de arribistas sin discurso. La mayor baza de Podemos es no tener pasado, estar casi inéditos en las hemerotecas y no haber tomado decisiones en beneficio propio. Después de haberse erigido como el Fairy anticasta, el bipartidismo y sus allegados no les van a perdonar ni una. Los problemas con Hacienda de Juan Carlos Monedero así lo demuestran.

el PSOE todavía no se ha enterado. Una OPA que también querrá hacer Ciudadanos al PP, aunque estos lo tienen más difícil ya que el grueso del electorado conservador es fiel aunque lo apuñalen. Que no se desanimen los militantes naranja porque les esperan encuestas muy prometedoras, situándoles como la cuarta fuerza política en liza para desgracia de una Rosa Díez cada día más sola en el tablero político.

Los resultados que obtenga Podemos en mayo serán el billete al éxito o al fracaso en los comicios al Congreso y Senado, su meta final. Será muy interesante ver cómo el mensaje de Podemos se va a ir modulando desde una izquierda utópica antisistema a la redacción de un programa electoral más realista y propiamente socialdemócrata, con elementos transversales para superar el eje tradicional de partidos ‘derechaizquierda’. Lo que será todo un acierto.

elecciones generales

Ellos quieren hacerle al socialismo español una OPA hostil, al estilo de Syriza con el PASOK griego, aunque

Las legislativas nacionales, presumiblemente, no se adelantarán y se celebrarán en noviembre como está previsto. Incluso, no sería descabellado que las hiciera coincidir con las catalanas para minimizar su efecto plebiscitario. Por el momento, la única incertidumbre será si a Rajoy los suyos le dejan repetir cartel. Esto dependerá de tres circunstancias previas: conseguir mantener los resultados del PP en las autonómicasmunicipales (improbable); lograr una mejora económica sustancial que le permita una gran bajada de impuestos

generalizada (altamente improbable); o reducir considerablemente las cifras del paro (remotamente improbable). Con este panorama, a Rajoy ya le están moviendo la silla. En concreto, Soraya Sáenz de Santamaría ya tiene montado su gobierno dentro del Gobierno, con afines que empiezan a oler la descomposición política de Rajoy. El presidente, al igual que sus ministros, intuye que es ya un ente flotando a la deriva, pero aún espera el milagro de tocar tierra o, quizás, aguarda a que alguien le señale el camino de vuelta a Santa Pola, lugar donde tiene plaza como registrador de la propiedad. Otros le han ido moviendo también el asiento pero, debido a la actuación ingente de la Justicia, puede que dentro de un año haya más dirigentes del PP en Alcalá Meco que en la calle Génova. Esperanza Aguirre, por ejemplo, tenía un buen rótulo y una buena parroquia. Astuta hasta el punto de dimitir de la Presidencia de la Comunidad de Madrid para que el monstruo de la crisis no se la comiera, ahora está achicharrada por


elegir mal a sus amigos. O… ¿los eligió a conciencia? Mientras tanto, Rajoy disfruta plenamente con la agonía de su mayor adversaria. Sin embargo, ella es un ave fénix, y hará lo imposible por evitar el nombramiento de Cristina Cifuentes como candidata a la alcaldía de la capital*. Ya quedó satisfecha apartando de su camino a Ana Botella, esa loable alcaldesa que dará nombre algún día a un posible Museo de los Horrores de Madrid. Y es que, tomar plaza en la trinchera madrileña es básico para remplazar al mimo de Rajoy. ¿quién formará gobierno? El resultado de las elecciones generales es todavía un gran misterio, y toda previsión de encuestas y gráficos viene a ser como predecir el tiempo de aquí a noviembre. No obstante, siendo aventureros, y dibujando una línea recta con las actuales expectativas de voto, podemos definir varios escenarios: El primero, que el PP gane las elecciones con el 20% de sus irreductibles votantes, cifra insuficiente para formar mayoría. En la misma situación estarían PSOE y Podemos, que lucharían por ser la segunda o tercera fuerza por un escaso margen. Es decir, quedaría inaugurado el tripartidismo en nuestra historia parlamentaria. El PSOE podría salvar los muebles –o ganar por el mínimo– gracias al marketing de Pedro Sánchez, que parece Don Limpio pero con pelo. Aunque posiblemente tendrá que lidiar con Susana Díaz para confirmarse como candidato socialista en las generales, si esta revalida el Gobierno andaluz en marzo*. Al parecer, los enanos que le crecen a Sánchez dentro del PSOE vienen con traje de faralaes. Sin una mayoría estable, no quedaría más remedio que disolver de nuevo las Cortes y convocar elecciones sin superar el plazo de dos meses que dicta la Constitución. El segundo supuesto –que sería más bien la continuación del primero–, deja un poco más de espacio a la imaginación. Y a la confusión. La repetición de elecciones –como se ha visto en otros países de Europa–, no es beneficiosa para nadie pero menos todavía para el partido en el poder porque, estando en funciones, tiene reducido margen de maniobra lo que le otorga cierta impresión de ineficiencia. En todo caso,

y tomando por bueno que el PSOE y Podemos mejorasen sus resultados en una segunda vuelta, el paisaje parlamentario seguiría siendo complicado. Aquí, sí o sí, Podemos y PSOE tendrán que converger, siendo los socialistas los que más tengan que ceder. Pero, quién sería presidente, ¿Iglesias o Sánchez/Díaz? El PSOE deberá afrontar la decisión más dura de su historia desde la renuncia al marxismo o la de inscribir a Zapatero como militante: ¿Gobernar con Iglesias (si aceptase) y diluir su electorado en Podemos, o pactar una gran coalición con el PP que lo destruya igualmente, pero conservando presencia y poder? Repetir de nuevo las elecciones supondría un grave fiasco monumental y no sería una opción. España no tiene margen ni económico ni social para ser Bélgica, donde curiosamente, tras 500 días sin Gobierno, redujeron el paro, incrementaron su PIB, y mejoraron su deuda. Ahí el dato. Aunque improbable –y aquí viene el tercer escenario, el más realista–, el PSOE, en caso de quedar como segunda fuerza, o primera por margen exiguo, podría hacer lo imposible por liderar un gobierno monocolor, pero condicionado por otros partidos de izquierda – especialmente por Podemos–, recordando las legislaturas de Zapatero. En caso de que los socialistas resultasen terceros, sería sensato que Sánchez/ Díaz facilitase un gobierno de Podemos en minoría con Izquierda Unida –si la coalición no desaparece antes– y lo tutelase desde la oposición. Todo podría pasar, incluso pactos que hoy pensamos que son aberrantes entre PP y PSOE podrían formalizarse el día después de los comicios. Nada que no haya pasado ya en el País Vasco. La aritmética parlamentaria en cualquiera de las tres coyunturas será muy cruel. Una incógnita, cómo los partidos resolverán el puzle de un sistema político que se atomiza a la italiana. Por otra parte, habrá que prestar atención a los mecanismos de seguridad con los que cuenta el propio sistema bipartidista a través de la Ley Electoral y la Ley de d’Hondt que premian a los partidos mayoritarios. Esta red amortiguadora con la que cuenta el bipartidismo puede atinar alguna amarga sorpresa a Podemos. Que se lo pregunten a la IU de Julio Anguita y su techo de 21 diputados. Asimismo, es bastante improbable que un tripartidismo tan

antagónico se ponga de acuerdo para redactar una nueva Constitución y convocar elecciones constituyentes, así que esta ambición de Podemos deberá esperar una legislatura más. En definitiva, este es un análisis a vuelapluma. Con tan amplio margen, advierto al lector de un hecho diferenciador significativo respecto a cualquier otra métrica: en Ciencia Política, un día es un mes, y un mes es un año. Por el camino, pueden salir a la luz secretos inesperados, nuevos casos de corrupción que corten ilustres cabezas, pactos sorprendentes, candidatos revelación u otros escándalos que suban (más) el nivel de la boñiga nacional. La política presenta muchas carambolas, pero sólo la española puede ofrecer un relato digno de Stephen King mezclado con Pepe Gotera y Otilio. Eso sí, todo indica que el juego promete ser sucio por un establishment –político, social, y económico– que siente que hay extraños en su casa. En 2015, España espera un tsunami que se abre paso a golpe de escándalo para rodear un país derrotado. Una ola gigante henchida tras años de impunidad y desvergüenza. Y, cuando toque tierra, España no será el mismo país. Mejor o peor, quién lo sabe, pero no será igual. No podrá serlo. El mar ya no puede ahogar a más parados, contener más desigualdades, esconder más injusticias, ni escupir más risotadas. 5 69

*Al cierre de esta edición.


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caramelo j a v i e r

m a s s ó

LA MÚSICA ES EL ALMA DE LOS PUEBLOS


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avier Alexis Gutiérrez Massó. Cubano. Nacido en La Habana en 1967. Desde que comenzara sus estudios siendo niño, cuatro décadas dedicado a la música; las dos últimas, en España. Compositor, pianista, percusionista, arreglista y productor. “Músico” por encima de todas las cosas. Compañero de genios como Bebo y Chucho Valdés, Gonzalo Rubalcaba, Enrique Morente, Paco de Lucía, Celia Cruz o Andrés Calamaro. Tipo inquieto las 24 horas del día, estudioso y bromista, tan olvidadizo para lo mundano como preciso para lo musical. Entrevistarle supuso recorrer Madrid en una suerte de sonata periodística de varios movimientos. Obertura. Los templos de Huertas La Calle de las Huertas es una cuesta madrileña por la que se deslizan los dedos de la pianística cubana, para muchos, la mejor del mundo. Allí resucitan cada noche Bebo Valdés o Lilí Martínez. Entre la Plaza del Ángel y el Museo del Prado, apenas 400 metros de baldosas bastan para bajar el arte que se fue a los cielos e impregnar con él unos café-concierto resistentes a la crisis y al IVA como islotes azotados por la espuma. Los que se acercan a las barras de estos templos cuando cae la noche llegan atraídos por un grupo de intrépidos que convirtieron a Madrid en capital del jazz latino. Lo consiguieron impulsados por el riesgo que flotaba entre las notas que tocaban junto a los maestros mencionados, genios que marcharon de este mundo después de asegurarse la eternidad en vida. Como Paco de Lucía o Enrique Morente. Uno de los herederos de ese legado, un tipo bajito y de piel oscura, se limpia el sudor frente a la puerta del Populart. Sus manos han estado hora y media percutiendo un piano que fue pasaporte para que varias decenas de melómanos pusieran un pie en el Caribe sin despegar el otro del perfil más gitano de esa ciudad tan castiza como mutante a la que llaman Madrid.

Texto | Samuel Pérez & Pablo Sierra Fotografía | María Medina Pons & Fabricio Triviño

El músico garabatea su número de móvil en una libreta que se le tiende. Relajado y bromista, promete una charla sobre música o, lo que es lo mismo en su caso, una conversación sobre la vida. En el papel, sobre el número de teléfono se lee: “Caramelo”. Es el nombre de guerra de Javier Massó. De oficio, “músico”, la única forma de vida que concibe un tipo que no puede alejarse de las teclas del piano sin marchitarse.

primer movimiento. el manantial del jazz latino Se suceden los tonos de llamada. No hay respuesta. Un mensaje premonitorio de la cháchara que vendrá surge del contestador. Una voz recita alegre: “La música es el alma de los pueblos”. La frase no es invención del propietario de la línea, sino de José Martí, el héroe de la independencia cubana. Parafrasear al prócer no es en vano. La máxima es el mejor eslogan que podría adoptar Caramelo, quien, como su isla natal, rezuma música por los cuatro costados. “Vengan a la Sala Clamores el próximo sábado. Toco con Jerry González a las diez. Charlamos antes de lo que quieran”, responde el pianista cuando descuelga el teléfono. El sábado, Caramelo se baja de un coche y avanza a toda pastilla por la oscuridad de las calles de Madrid. Vuela al viento su fular (prenda que no falta al trepar al escenario) cuando entra en la Sala Clamores. Nervioso, tras posar sus manos en la cabellera corta y rizada, se ajusta las gafas. Gesticula y se muestra hiperactivo. La posible apariencia de bohemio se derrumba cuando Javier Massó arranca a hablar, con la grabadora encendida, del adolescente que trataba de imitar en La Habana a su referencia más temprana: Chucho Valdés. –En 1984, tenías 17 años cuando debutaste sorprendiendo a crítica y público en el Festival de Jazz de La Habana. ¿Recuerdas tu repertorio? –El repertorio de aquel festival es algo que no se te puede olvidar. Tocamos temas de Jackie McLean y de [John] Coltrane hicimos el Moment Notice y el Giant Steps con arreglos de Orlando Valle, Maraca, un flautista cubano muy reconocido que vive en París y que ha tocado con Gonzalo Rubalcaba y Chucho Valdés. Los periodistas extranjeros alucinaron, sobre todo los de la BBC. –Maestros como Chucho Valdés te señalaron como uno de sus sucesores. ¿Es difícil no perder la cabeza cuando te piropean así con solo 17 años? –Para un pianista que empieza, los halagos de maestros como Chucho impresionan muchísimo. Yo era de su escuela y conozco a sus hijos desde que somos unos críos. Después de oír a genios como Chucho Valdés quieres

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estudiar más y más. El éxito se puede llevar de una manera u otra. Lo mejor es hacerlo con pausa, tranquilidad y perseverancia, no para buscar el triunfo sino para trabajar en llegar a la gente. Esa es la parte humana de la música. 74 Para soñar con ser como los más grandes solo hay un camino. Caramelo tiene claro que esa senda transita por la autodisciplina y la constancia. “La música es un estudio eterno: siempre hay cosas por pulir que no se acaban de pulir nunca. Nunca digo que soy pianista. Yo me gradué en percusión. Soy músico, me dedico al piano, pero ante todo soy músico. Músico es todo aquel que va más allá de tocar simplemente un instrumento”, explica aquel chaval que, ahora, a los 47 años de edad compatibiliza “la música y la vida, que cada día ocupa más tiempo”. Sin embargo, apoyado en un Yamaha de cola, relata que es tarea imposible aparcar la música ni que sea por unos minutos. Sería como huir de sí mismo. Para entender la electricidad que se palpa cuando Caramelo habla de su pasión hay que remontarse a sus orígenes, los de un crío que tenía por abuela “a la cantante de

la Tanda de Guaracheros, un grupo muy conocido de la Vieja Trova Santiaguera” y por abuelo a un compositor “que conocía a la perfección la historia de la rumba, del guaguancó, la danza y el danzonete”. Así podía contar al pequeño de la casa cómo era la Cuba que se africanizó “con la llegada de los esclavos”. De ahí viene su gusto por la raíz, por la búsqueda de los porqués “para poder mezclar con criterio la música, que no es propiedad de nadie y, mucho menos, de la política”. Eso lleva haciendo él entre jam sessions, conciertos y grabaciones de discos desde que se asentó en Madrid a finales de los 90, después de pasar siete años en Canarias. En el Café Berlín, por ejemplo, consiguió que el latin jazz hirviera cada semana creando una jam que fue elegida entre 2003 y 2005 como la mejor del Viejo Mundo por la revista UK Jazz Magazine. Además del Berlín, un sinfín de locales desfilan por su disco duro cerebral. Café Central, Cardamomo, Casa Patas… “Fueron unos años cruciales. Destacar como pianista de jazz latino, el mundo que yo conocía, hizo que los flamencos me vinieran a buscar. La fusión estaba naciendo y todos teníamos ganas de

mezclar nuestras respectivas músicas para enriquecerlas”, rememora Caramelo, uno de los iniciadores de una fusión que también ha explorado liderando grupos como Flamencuba o Flamenco Latin Jazz, donde sus tumbaos levantaban aplausos. El contrabajo de Javier Colina, la flauta y el saxo de Jorge Pardo, la guitarra de Josemi Carmona, la voz de Montse Cortés o el bajo de su “hermano” Alain Pérez se mezclaron con el piano de Massó, que puede presumir de haber sido nominado cuatro veces al Grammy Latino. Dos de ellas (2004 y 2012) tras grabar discos con Jerry González y las restantes (2005 y 2006) a título individual como mejor pianista de jazz latino, lo que da muestras de la proyección internacional de un músico obsesionado con la mezcla. El resultado del encuentro melódico, armónico y rítmico en el que Caramelo tuvo un papel fundamental es de sobras conocido. Pero cuando Javier Massó se dispone a abrir un álbum de fotos en el que aparecen, además de sus compañeros mencionados, Celia Cruz, Morente, Paco de Lucía, Andrés Calamaro, Tomatito, Piraña, Diego El Cigala, Javier Limón o el Niño Josele, todos mezclados y revueltos


“a la cubana”, la charla se interrumpe. Su concierto en Clamores le reclama, pero desliza una frase antes de ponerse frente a las 88 teclas (52 blancas y 36 negras) del piano de cola: “La próxima semana rematamos esto en el Café Central. Hay mucha gente de la que hablar”. Segundo movimiento. Una familia, mil escenarios La taza de café que Caramelo apura en el Central no es capaz de alterar lo más mínimo las facciones de un músico que se presenta más tranquilo a la segunda parte de la entrevista. Sonando en su cara B, Javier Massó es metódico y analítico. Con el paso de los minutos, no obstante, se irá acelerando hasta explotar entre bromas y chistes con la cocinera de La Colonial, un restaurante cubano situado en la parte baja de la Calle de las Huertas que parece importado de la isla de Massó porque allí “la ropa vieja y el tamal saben realmente a ropa vieja y tamal”. La mejor

manera para curarse la morriña en un domingo otoñal donde, pese a salir el sol, el mar de La Habana sigue tan lejos de la Meseta castellana. Pero antes, a la vera de otro piano, le toca lamentarse del posible cierre del Café Central, “uno de los lugares más míticos del jazz en Europa”. Para Caramelo, que un espacio jazzístico como el Central esté contra las cuerdas sería algo “inconcebible” en otras partes del mundo. Por ejemplo, en su patria chica, donde la música ocupa un lugar que muchas veces “se le niega en España” pese a la calidad de los intérpretes de ciudades como Madrid. Y eso le toca la moral, reconoce. “Cuba es el país de la pianística, es el lugar del que más pianistas han salido, con respeto de los americanos. Y entre ellos, Bebo Valdés es fundamental para entender la evolución de nuestra música”. Curiosamente, el camino de Caramelo se cruzó con el de Bebo para tener su primera experiencia con un cantaor flamenco, una música “impactante” en la que profundizaría junto a Jerry González y otros intérpre-

tes de postín durante la grabación de Jerry González & Los Piratas del Flamenco [2004] y su posterior gira. Algo antes, en 2001, Bebo estaba acabando su colaboración en el primer gran éxito comercial de Diego El Cigala, Corren tiempos de alegría. En los estudios de Javier Limón, El Cigala y el padre de Chucho Valdés grabaron por primera vez un tema, Amar y vivir, que resultaría el anticipo de Lágrimas negras, un disco rompedor que nacería solo un año después. Sin embargo, “el maestro se sintió indispuesto” antes del inicio de la gira. De golpe y porrazo, Caramelo se vio aprendiéndose los acordes “de una habanera aflamencada” en un avión destino a Barcelona, donde esperaba el respetable al cantaor y sus músicos en la sala Luz de Gas. Massó explica que hay un abismo entre “oír y tocar”, que es increíble interpretar una obra que una vez se escuchó desde el patio de butacas. “Te sientes con una motivación impresionante”, lo define. En aquel lance, además, suplir a Bebo Valdés suponía una responsa-


bilidad “con mucha profundidad” por tratarse “de uno de los padres de la pianística cubana”, un estilo nacional, pero reconocido en todo el mundo.

principal de Flaca] y te das cuenta de que es una melodía impresionante. –Si Calamaro es un genio, ¿cómo es Andrés?

–¿Qué recuerdas de aquel Cigala? –Cuando lo conocí, El Cigala era un tipo muy introvertido. Niño Josele y él subían las escaleras del Café Berlín siempre acompañados de Javier Limón. Llegaban a los bares directos del estudio. Se pasaban el día ensayando y grabando. Fue una época muy fructífera. Con Diego quedó una amistad muy buena. Hemos trabajado mucho juntos; no hace mucho estuvimos tocando en Colombia y México y fuimos nominados a los Premios de la Música en España cuando grabamos Avísale a mi contrario que aquí estoy yo. –Alain Pérez, Josele, Piraña, Javier Colina, el propio Cigala… Andrés Calamaro usa aquella alineación de músicos que mezclabais flamenco y jazz para grabar El cantante [2004]. Ese disco es todo un homenaje a la canción latinoamericana, desde el tango a la zamba, pasando por el bolero.

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–Lo de Andrés es increíble: él no quiere que le encasillen y cada poco cambia radicalmente el tipo de música con la que trabaja. Grabar una maqueta con él en su casa era asombroso: llegabas y le veías con siete teclados, con la guitarra por allí en medio, también le daba a la programación… ¡Tocaba el hammond que te cagas! Es un gran teclista: tú escuchas pa po piro pa porí [se pone a tararear el motivo

–Un tipo muy agradecido. Jerry y él hicieron un contacto muy fuerte durante la grabación de ese disco. Lo mismo le pasó con El Cigala y Josele; también con Alain Pérez o conmigo. Éramos como una familia. Se venía a los conciertos de Los Piratas solo por el placer de acompañarnos y empaparse del flamenco. Acabábamos saliendo de fiesta casi siempre y un día que íbamos los dos solos por la calle, ya de amanecida, un tipo nos gritó: “Ahí van Caramelo y Calamaro”. Los dos pensamos: “Coño, si tenemos rima y todo”. –En tu época con Los Piratas se fortaleció una amistad especial con el trompetista Jerry González, “un percusionista con reconocimiento internacional porque se atreve a romper las normas que están establecidas”. ¿Os une que los dos seáis percusionistas además de tocar otro instrumento? –Sí; yo no es que toque solamente las congas, de formación, soy pianista y percusionista. El piano no deja de ser un instrumento de percusión, un instrumento de percusión melódico, para ser más exacto. En la parte rítmica (del piano y del resto de los instrumentos) se demuestra la sabrosura de las personas. Es la base de la música: primero viene el ritmo, luego la melodía y, finalmente, la armonía. En la música, sin ritmo

no tienes nada que hacer. Melódica y armónicamente podrás flotar, pero siempre te faltará algo. Jerry tiene un formato de congas donde el quinto va en un lugar diferente: lo ha puesto detrás. Esas travesuras le han hecho especial y las ha puesto en práctica tocando con los más grandes de la música americana. Javier Massó hace una pausa. Con el paso de los minutos se ha ido animando, acelerando un discurso ya de por sí acelerado cuando no se cortó ni un pelo al afirmar que “la salsa es un invento comercial que ha intentado suplantar al son cubano y a otras músicas de raíz de Latinoamérica”. Aun así, pese a muy indignado que haya podido mostrarse, hay espacio para el silencio en la partitura de Caramelo. Si Jerry es como un hermano mayor para él, Enrique Morente “fue un padre”. “Cuando hablo de él se me aguan mucho los ojos. Hay personas que marcan la pauta y que actúan como referentes: Enrique era uno de ellos igual que para los que tocamos con ella, Celia Cruz era casi una madre”. –¿Cómo describirías la voz de Enrique Morente? –Un cantaor que quiera interpretar temas suyos, como Caramelo de Cuba, tiene que hacer antes un estudio de la voz de Enrique. Él tendría más o menos voz según el día, pero siempre solía estar impresionante porque era un tipo con una musicalidad del carajo. Su voz era música por sí sola. No se le puede definir solamente como “un gran cantaor”. Además de gran cantaor, Enrique era un gran músico porque llegaba mucho más lejos que otros simplemente usando su voz. No se conformaba con irse solo por las líneas que en principio se suponía que dominaba. Arriesgaba. Fue pionero y su ejemplo ha inspirado a otros genios como El Cigala. Tercer movimiento. Viaje al centro del flamenco Tres días después, del Caramelo dicharachero y juguetón de La Colonial no queda ni rastro cuando aparece tras la puerta de Casa Limón. Otra vez, Mr. Hyde ha dejado paso al Dr. Jeckyll. Con el mono de trabajo puesto –ha estado grabando con el percusionista Tino di Geraldo– y adquiriendo un tono de seria intelectualidad gracias a las gafas de vista que luce, Massó se lanza a describir a Paco de Lucía solo unos minutos


después de registrar un tema para el CD que varios de los músicos que colaboraron con el genio de Algeciras le están preparando a modo de homenaje en los estudios de Javier Limón. “Paco de Lucía quería que el mundo viera lo que es el flamenco –relata Caramelo– y, a su vez, que lo que pasaba en el mundo se pudiera incorporar a esta música, que no es de nadie. Llegó a ser una bandera de la música… ¡internacionalmente! Ese trabajo también lo hizo Enrique Morente. Que Paco y Enrique se marcharan era ley de vida, aunque nos los hayan arrebatado demasiado pronto. Lo que interesa ahora es su legado, que ha quedado en manos de muchas personas. Tomatito, junto a otros muchos, es un ejemplo en el campo de la guitarra flamenca. Por el tono agridulce del cubano, la pregunta es inevitable: –¿Las instituciones culturales de España están cuidando como deberían el legado de Paco de Lucía? –A Paco de Lucía no hay nadie que le pueda restar ni un mérito, pero creo que no se le valoró de verdad cuando falleció. Tenemos en el Ministerio de Cultura a personas que no piensan en la cultura porque ni siquiera les interesa. El IVA del 21 por ciento habla por sí solo. Estamos viendo cómo grandes artistas no quieren recoger unos premios muy importantes porque los entrega una persona que no sabe nada de música y que, por no conocer, no debe saber ni quiénes son Les Luthiers o qué es una corchea. ¿Cómo se puede olvidar España de que tiene un himno que se llama Paco de Lucía? Para mí, Paco o Enrique eran las insignias reales de este país. El himno y la bandera de España han ido cambiando a lo largo de la historia, su cultura es lo que ha sobrevivido. Los españoles deberían salir a la calle y decir: “¡Caballero, si en este país tenemos la mayor riqueza del mundo!”. Tú vas por el extranjero, dices “España” y te contestan “flamenco”. –¿Y cómo está el flamenco en la actualidad? –Ha ido a peor… mejorando musicalmente. ¡Qué contradicción! Se han producido muchas fusiones, se han incrementado las producciones, cada vez hay más compañías y músicos. Lo que no se ha hecho, en cambio, es llevar el flamenco al conocimiento de la gente.

Faltan escuelas y conservatorios en los que quepan los grandes del flamenco sin trabas, como grandes especialistas que son. Por esas cosas extrañas de una legislación incoherente, esos grandes del flamenco no pueden ser docentes en los centros oficiales por falta de un título oficial. ¡Qué manera de perder talento por el camino! Es irracional. Antes de integrar Los Piratas del Flamenco siguió el ritmo del bajo de Alain Pérez para grabar con Los Casta, unos primos de Los Chunguitos, “muy buenos y que, aunque tocaban más la rumba, se lanzaban en algunos temas por caminos muy puros”. Aquella breve época fue para el cubano un curso acelerado de cultura gitana: “Nuestras culturas se parecen más de los que creemos”. Cuando Los Casta le llevaron a su casa por primera vez, aquello le resultó extremadamente familiar. Fue un shock. Así se dio cuenta del hilo que iba a unir el cante y el toque de los gitanos españoles con la habanera, las guajiras, el son, la rumba y el guaguancó. ¿Quién se lo iba a decir cuando llegó a España pocos meses antes de la desaparición de Camarón de la Isla? “Cuando murió Camarón fue cuando descubrí realmente al personaje y empecé a escuchar sus discos en profundidad. Era de esos tipos que viven la música con tanta naturalidad que su talento les lleva a indagar e investigar en busca de nuevos sonidos aunque nunca hayan entrado en un conservatorio. Fijaos cómo son las cosas: acabé tocando con Camarón de Pitita, un sobrino suyo. ¿Cómo podría imaginármelo entonces? Por todo lo que me ha dado, al flamenco le estoy muy agradecido”. Coda. Caramelo en cien palabras “La música es un sentimiento, una manera de vivir, de expresarse, sufrir, alegrarse; una forma de estar en el mundo. Si no estoy tocando, me siento siempre un poco incómodo. Si yo no pudiera tocar, me quedaría un poco más loco de lo que ya estoy. La música es como mi otro yo. Puedo estar en mitad de una conversación y estar pensando en una melodía o en si tengo que grabar o ensayar esto o aquello. Que se te escapen unos golpes sobre la mesa en una reunión es muy difícil de controlar porque el ritmo invade tu cabeza”.5

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Tengo una propuesta:

que desaparezca

México

Texto | Ximena Peredo

E

star en el mismo lugar y con la misma gente genera una sensación de saber quién somos y qué hacemos. Si nos sentimos confundidos enseguida llega alguien cercano y nos los recuerda, aunque nos brinde poco consuelo. Nos suministramos sentido los unos a los otros y juntos producimos eso que llamamos “sentido común”. Puesto así, parecemos máquinas conectadas en red. En eso hay amistad y amor, pero también hay, simplemente, vida en común. Mudarse a un mundo extraño en donde sólo nos rodean desconocidos pone en jaque ese entendido común y su principal producto, la identidad. Ya nadie nos recuerda quiénes somos, ni qué deberíamos de hacer. Somos un extranjero pasado por el paredón de los prejuicios. Al principio uno intenta defenderse, después uno pierde la capacidad de saber quién es. Al principio uno cree que se está defendiendo a sí mismo. Luego uno constata que hay vida después de perder la identidad. ser extranjera te puede empujar a que te sepas realmente extranjera

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Mi vida en Portugal es de extranjera. Vivo mi totalidad desde una esquina distante de mi misma. Es una sensación completa, de la que no puedo escapar. Es, precisamente, una saudade de mí misma siendo yo misma quien no tiene solución. Aquí me llaman Shimena. Cuando me presento, de hecho, ya digo que soy Shimena. Con la caída de mi nombre, quién lo hubiera imaginado, cayó también el nombre de mi patria. Ahora sé que no hay un México realmente existente detrás de su nombre. Cualquier definición fue impuesta y se sostiene de forma violenta. Cualquier idea cerrada de México es colonizante, visibiliza para invisibilizar; pero sobre todo, es parcial sin conocimiento de serlo. Por ello, las soluciones hasta ahora planteadas dentro de una idea de México, la propia, parten de un preconcepto que lo arruina todo. Buscamos solucionar “el problema de México” pero todavía no sabemos qué es México. Es peor, no hay forma de saberlo. Cuando veo al Estado mexicano retorcerse y que la población está exigiendo justicia a unos políticos que son, en muchos casos, los mismos criminales que provocan los crímenes que nos escandalizan, pienso si no ha llegado el tiempo de que México se acabe y empiece otro tiempo posible. Soltar la idea de México parece el tipo de emancipaciones que demanda el colapso del Estado mexicano.

desaparecer a méxico México nació para ser saqueado. Esa ha sido su historia. Pero, además, ya no podemos dejar de ver que detrás de ese concepto “México” hay una violencia integradora por un lado, y un control sobre el diseño de una identidad que es constatable como política oficial. Es decir, ser mexicano, si significa algo colectivo, es o un concepto impuesto o una emoción que nos fue prescrita a partir de libros de texto, películas y otros espectáculos. Nuestros símbolos de mexicanidad, –otros son los llamados patrios–, fueron inventados muy recientemente. Dos ejemplos: los tacos y los mariachis, productos comerciales de mediados del siglo XX. En cuanto a la historia de “nuestros héroes”, aquella que tendría que hacernos sentir orgullosos, no hay mucho más que ahondar. La historia oficial hoy es un relato más literario que constatable, que narra las aventuras de unos pocos y que por rutina ignora la vida de las mayorías. La historia de México, ¿es la historia de sus guerras? ¿es la vida de sus poderosos? ¿contada por quién? No pienso detenerme mucho más en esta reflexión porque considero que ya está bien cuestionada. Por otro lado, en México hay decenas de pueblos que claman haber sido obligados a adquirir una nacionalidad que vieron formar a partir de programas gubernamentales, una nacionalidad a la cual no pertenecen. Los pueblos indígenas son el ejemplo más ilustrativo de una idea de mexicanidad artificial, impuesta para que un proyecto político se sostuviera “haiga sido como haiga sido”. Es la historia vuelta a contar miles de veces. Por eso, me pregunto, ¿y si acabamos con México?, ¿qué pasaría?, por cierto, ¿en un régimen democrático la mayoría podría decidir disolver al País? El desencanto que hoy reclaman millones de personas en el País y en el extranjero no tiene solución. De hecho, los reclamos más propositivos reclaman la renuncia del Presidente. Lo cual, aunque es una propuesta concreta, no tiene posibilidad institucional de acontecer. No hay autoridad que pudiera poner orden en este auténtico “desmadre mexicano”. Ni el Poder Legislativo, ni el Judicial, ni el Divino tienen autoridad moral para poner orden pero, además, ¿a qué orden nos estaríamos refiriendo? ¿Al orden clasista?, ¿al orden que decida la sociedad de consumo? Para mí no hay más remedio que decidirnos por un proyecto de brechas, en donde cada quien pueda emprender una ruta distinta. O sea, que nos decidamos por un sistema desordenado. El desorden es deseable, es real, es positivo, en tanto encuentre un cauce para el aprendizaje. Cuando el


desorden es reprimido no hay aprendizaje. El vandalismo, de hecho, es el resultado de un aprendizaje frustrado. Es un desorden forzado, es una dramatización de frustración. La delincuencia organizada es también una respuesta a un orden criminalizante y especialmente es un colapso del sistema económico porque es la compra y la venta de todo, absolutamente todo. Muchos mexicanos que, por ejemplo, lograron estudiar y tienen trabajo estable se palmean la cabeza diciendo: “¡Estábamos tan bien!” Ese es el ensueño de un orden establecido del cual fueron privilegiados. Pero los privilegios siempre tienen su lado B. El privilegio es exclusión para alguien más. El orden que veían algunos era desorden para las mayorías. Exigir que se restablezca ese orden es no aprender. Aprender da felicidad. Cuando supimos que el alcalde, la policía municipal, la delincuencia organizada y el Ejército operaron el secuestro y el asesinato de los 43 normalistas no había más que decir. Tuvimos el retrato completo. En ese momento algunos decidimos no volver a presentarnos a votar como una consecuencia obvia en el quiebre del contrato social. Pero es evidente que ese acto de conciencia no cambiará mayor cosa en el sistema político. Por eso, pienso si no será mejor anunciar el cierre de un proyecto modernizador que fracasó y que se llamó Estados Unidos Mexicanos. necesitamos un sacrificio (pero nadie morirá) Lo que propongo no es un nuevo proceso constituyente, ni que se vuelvan a barajar las cartas. Es una toma de conciencia de la experiencia de compartir la vida. La convivencia a gran escala puede ser analizada apenas desde la complejidad de las micro experiencias de convivencia. Así como es difícil planear en familia un cambio de hábito, así también es difícil ponerse de acuerdo con los vecinos para mejorar el barrio. A gran escala damos por sentado que los problemas no tienen solución. Creemos que por no poder “ponernos de acuerdo” con los otros 110 millones de mexicanos no podemos realizar un cambio. Sobre esta complejidad apenas coloco dos ideas. Ponerse de acuerdo es una meta destinada al fracaso. Vivimos en el desacuerdo, en el conflicto, en el desorden. Todo lo que existe está deteriorándose, siempre. Tendríamos que pensar en cómo organizarnos cuando lo que impera realmente es el desmadre. Es a partir de este desorden, de su comprensión, asimilación, y respeto, que podemos repensar la vida en común. La unión, el consenso, son por regla una imposición de las minorías con poder. Ya la idea de “mayoría gana” ha mostrado su violencia y su inefectividad. Luego, necesitamos pensar en un sistema de organización extremadamente flexible que tenga suficiente espacio y aire para que los conflictos, las diferencias, puedan caber sin que se les reprima. Estas nuevas prácticas encontrarán su fundamento en la creencia de que las controversias son un vehículo de aprendizaje social y por lo tanto importa brindarles condiciones para que se desarrollen en un clima relajado. Anhelar el orden o peor aún, luchar por instalarlo es una idea cargada de ideología clasista que acrecienta el odio intersocial. La otra idea que quiero colocar es la urgencia de voltear la pirámide como un paradigma de organización efectiva. Muchos pueden decir que lo que le falta a México es un líder,

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yo me congratulo porque existan millones de líderes anónimos. La idea de líder es un paralelo al sacerdote. Es una idea de la religión capitalista. El líder que manda hacer es un líder que termina por idiotizar a sus seguidores. Con esto quiero decir que la organización ya no puede seguir rindiéndose ante el icono del hombre puro. Peor aún, ya no podemos seguir haciendo como que creemos que alguien nos está representando. Esto es una creencia del pensamiento religioso pero ninguna experiencia empírica puede probar que un diputado represente a su distrito electoral. Mucho menos que un Presidente represente a millones de personas. Vamos, es de risa. Entonces, ¿para qué seguimos con el teatro? Si un día se disolviera el País la población se daría cuenta de que vivía en un proyecto dirigido por las élites. Si México deja de existir, dejan de existir sus gobiernos y sus ciudadanos. Nos quedaríamos sin disfraz para aparecer en la “escena pública”. Nos miraríamos con extrañeza a nosotros mismos y quizá compartiríamos una nueva emancipación: somos realmente extranjeros jugando a que sabemos quiénes somos. ¿esto significa sacrificar también mi méxico? sí, de hecho no hay otro Hace algunos días vi junto a mi pequeña hija un repertorio de baile folclórico mexicano en YouTube. Vimos un poco de todo, desde asambleas escolares hasta la presentación de gala por su 60 aniversario del ballet Amalia Hernández. Terminé moqueando, conmovida por una experiencia estética difícil de acomodar. La música, los colores, los símbolos fueron detonadores de algo que sentí auténtico, de hecho, incontrolable. Esa emoción está relacionado con la idea prístina, dada, pura, de un México que no existe más que en mi cabeza. Siento que es total, que lo conozco de siempre, pero en realidad es un recuerdo que no consigo recordar.

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Para que la gente que vive en el territorio que hoy se llama México pueda liberarse de un proyecto que la conduce al fracaso, a la pérdida y a la destrucción, es más lógico terminar con el nombre que sujeta al proyecto, que con el proyecto mismo. Para que México se disuelva y emerja todo lo que realmente existe, tenemos que sacrificar al México que vive en nuestras cabezas o, al menos, tenemos que reconocer que sólo es una proyección de nuestro ego. De nuestra programación individual. Todo lo que realmente existe jamás lo conoceré ni podré describirlo pero estoy segura de que cuando se rompa la jaula del nombre, del orden y de la pirámide, emergerá lo que existe de verdad. Organizaciones mucho más equitativas que ya existen, métodos alternativos de organización política para administrar necesidades colectivas, autoridades que no se apoyan en el monopolio de la fuerza. Veremos otras economías que ya existen, que no son invasoras y que tampoco persiguen crecer. Lo que hoy vive invisible podrá tener al fin permiso de mostrarse como es. Por algo Rancire define a la emancipación como una ruptura con el lazo comunitario. Esa distancia desmantela lo visible, lo pensable, lo factible. Esa orfandad tendría que ser la piedra angular de la vida que decidimos recrear juntos. Sin fundaciones, ni declaraciones, ni héroes, ni padres, ni mitos.5




“Que en esta tierra vive mucho la gente, y que se ha hallado hombre de ciento cuarenta años” Fray Diego de Landa, ‘Relación de las cosas de Yucatán’, alrededor de 1566.

Texto | Alejandro Cárdenas Fotografía | Meeri Koutaniemi

y miserable hasta la vergüenza. Zona de contradicciones y luchas entre un pasado que no termina de irse enredándose a un futuro que nunca arriba. Espacios que aún conservan olor a naftalina y tradiciones. Lugares que luchan por sobrevivir al embate de los grandes negocios, los malls estilo gringo y las grandes cadenas comerciales que vienen del norte del continente, del norte del país, del norte de la ciudad. Tradiciones y moda luchando en una arena llamada Centro en la que se puede ver una taquería junto a un Burger King, un tendejón atendido por un viejo vecino de toda la vida versus decenas de minisúpers Oxxo’s, peluquerías adornadas con rodillos giratorios de colores azul, blanco y rojo versus estéticas unisex que ofrecen cortes estilo ‘Chic Europa’. El ayer y el mañana se discuten el Centro de Mérida. u

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edro Navajas de Rubén Blades resuena en la lonchería El Paraíso. Unos pasos más adelante Calle 13 vocifera que los locos no son tan locos. Justo enfrente, una radio a todo volumen mancilla a los Leones de Yucatán y su séptima derrota al hilo; “¿Por qué nadie hace nada?” grita enfadado el locutor mientras un niño de apenas siete años llora como queriendo despertar al mundo. El orden del caos. La guerra de altavoces al máximo, bocinas, cláxones, megáfonos, estéreos con lucecillas de chirriantes colores, voces por doquier. Pegajosas melodías torturantes. El termómetro marca 38 centígrados a las once y treinta de la mañana. “Pásele, llévele, tenemos lo que usted busca.” El Centro Histórico de Mérida, México, está lleno de personajes sacados de una novela de Juan Rulfo, aparecen por una esquina y se disipan en la memoria dejando apenas una fotografía de no olvidar: una anciana con un inmenso hematoma en la frente sostiene una receta médica mientras pide limosna; un cargador está a punto de venirse abajo por el peso de tres costales sobre su dorso; el torso de un hombre sin piernas recorre en patineta las aceras de la Calle 60; un joven de guayabera con formas florales invita a una turista de ojos marinos a cenotear; rostros redondos, cuerpos compactos por doquier, seres que ya no planean con glifos sino que sueñan con grifos. La peninsular ciudad amanece justo cuando un radiante sol asoma allende el pueblo de Maní, a noventa kilómetros de allí, tierra en que Fray Diego de Landa incineraba códices mayas en tiempos en que el astro rey chamuscaba menos que hoy. A medio andar, la urbe vuelve a sosegarse al sopor del mediodía. Más que dormir siesta, uno cae en coma temporal. Apenas se respira, como queriendo no quemar las entrañas ni las ganas de continuar por la tarde. Luego de un ecuador sin gente, después de las cinco de la tarde el Centro de Mérida se vuelve, nuevamente, un laberinto de Babel donde el todo y la nada son una quimera, una invención de los ayeres, tierra sagrada de mayas torturados por los Montejo, condena apocalíptica ya cumplida: en sus calles vemos los problemas del mundo resumidos alrededor de la Plaza Grande. Cabeza de Hidra: en Mérida Centro converge lo sutil con lo tosco, lo sombrío y lo luminoso se funden, se es opulento hasta la insolencia

Desde hace cuarenta años, cada día primero de mes, un hombre de avanzada edad entra a la peluquería México de la Calle 60 y saluda a don Remigio, el peluquero, quien sin mediar palabra alguna coloca una añeja capa color celeste al parroquiano y empieza así el corte de pelo ‘de siempre’. Mientras afila las tijeras pregunta al hombre por sus hijas, de quienes sabe su nombre, edad, descendencia y lugar de trabajo. “Uno, además de peluquero, sirve como confidente, psicólogo y ¿por qué no?, de amigo”, dice don Remigio a sus 74 años. Con mirada felina escondida detrás de unas gafas con armazón de carey, el viejo rapabarbas recuerda con nostalgia los días en que inició su negocio. Tenía 17 años cuando un vecino lo atrajo al mundo de la peluquería. “Yo no sabía si quería ser barbero, pero él, que tenía un negocio en la Calle 57, me cobró cincuenta pesos por enseñarme el oficio. Me llamaba la atención el ser sastre, pero para ello se necesitaban máquinas de coser y de dónde jijos sacaría el dinero pa’ eso, así que el destino hizo que me decidiera por la peluquería donde sólo se requieren manos, imaginación y paciencia”. A los pocos meses, hace 55 años, montó la México, que desde entonces no ha parado de funcionar. Dos calles más al sur, la tiranía de lo moderno que se funde con la subsistencia de viejas costumbres le causa gracia a Jacinto, un peluquero de 61 años quien con destreza empieza a pasar la máquina eléctrica que remplazó a la vieja navaja manual que dificultaba el servicio. “Aquí en la [peluquería] Iris, un gran cambio es que en aquellos días las peluquerías eran también sitios que servían pa’ la plática. Ora la gente viene y no tiene tiempo para nada, ya nadie quiere esperar turno, nadie platica nada, nadie tiene paciencia, todos tienen nomás prisa. En aquella época el tema preferido era el béisbol de Los Leones y la política del PRI y el PAN, lo que decía el Diario de Yucatán, don Víctor Cervera [el cacique local]… pero hoy ya nadie lee el periódico, ni les gusta platicar mucho y si acaso lo hacen, es sobre puras matazones de narcos; ¡pum, pum! puro chingao balazo”, cuenta Jacinto mientras corta el pelo en su peluquería de la Calle 58. Los cuatro sillones carmín, las paredes con cuadros mostrando perfiles de corte de pelo, los espejos apiñonados y la puerta azul que enmarca la entrada al salón constituyen el escenario desde donde ha visto mutar la ciudad. “Me acuerdo que eran bigotes largos, estilizados, bien peinados, bien cortados. ¡Y barbas, y no se diga del pelo!, uno podía hacer hasta quince servicios en un día, pero todos quieren sus



cortecitos a lo [Cristiano] Ronaldo y eso se acabó”, expresa y agrega con elegancia que los clientes exigían piedra-lumbre después de la afeitada. Laureano Pech atiende una peluquería de la Calle 54. En sus ojos se puede ver la nostalgia. “La primera vez que afeité a un señor le corté sin querer el cachete, le salió mole [sangre]”, dice entre risas de otra época. “También cuando estaba aprendiendo corté un pedacito de oreja a un viejito... en esa época la gente era muy tranquila, no estaban a la ofensiva como ahora”, culmina con un dejo de melancolía para después rematar: “Luego de ir a la farmacia por un curita [gasa protectora] el cliente regresó y exigió con toda la paciencia que le terminara el corte. Eran otros tiempos”. En la Calle 62 don Remigio afeita a un hombre que está casi acostado sobre una silla de barbero. “¿Que qué pienso de las nuevas

generaciones de peluqueros? ¡Pos cuáles, si ya no hay, ya nadie quiere aprender el oficio! Todos nomás quieren trabajar en Cancún o para el turismo aquí en las zonas arqueológicas o en la maquila más adentro”. Un joven que ha estado oyendo la charla se aproxima cuando escucha que es su turno. Mueve la cabeza de un lado a otro mientras sus ojos no pierden contacto con el gran espejo desde el cual don Remigio y él se reflejan. Está contento, nadie sabe si al terminar el servicio lo seguirá estando. El triunfo de la Selección de Futbol le ha dado hoy un punto de partida a don Remigio para el coloquio, utensilio tan necesario en su trabajo como las propias tijeras. Es una lástima que cada vez vengan menos personas a sacarle filo a la vida, rasurar la nostalgia, cortar el orgullo, estilizar la ciudad. 5



“Me gusta que me comparen con Manel Estiarte: era mi ídolo”

Texto | Adrián Arroyo Fotografía | Roger Benet


Jennifer Pareja (Olot, Girona. 1984) es la jugadora más veterana del Club Natació Sabadell, triple campeón de Europa en los últimos cuatro años, y la estrella de la selección española absoluta, un combinado que ha pasado de patito feo a referencia mundial. Tras la plata de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, vive un momento dulce. Es la mejor waterpolista del planeta

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n tu perfil de Twitter dices que “la realidad ha superado tus mejores sueños”. ¿Con qué soñabas de pequeña? Desde que empecé a hacer deporte soñaba con ir a unos Juegos Olímpicos, pero nunca me había imaginado conseguir una medalla, ser campeona mundial y mejor jugadora del mundo. La realidad ha acabado superando a los sueños. ¿Recuerdas la primera vez que fuiste a una piscina? Perfectamente: me llevaron hasta allí a rastras, literalmente. Me dieron una beca y mis padres me querían apuntar a natación pero yo no quería. ¿Quién fue el culpable de tu primer largo?

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Mis padres me obligaron a ir, como mínimo para probarlo. Si no me gustaba podía dejarlo. Yo cuando iba al río me ahogaba en un palmo de agua y supongo que por eso mis padres nos apuntaron a mi hermana y a mí a natación, simplemente para que aprendiéramos a nadar. ¿Qué te pasó por la cabeza con 14 años cuando decidiste dejar la natación por el waterpolo? Fue una decisión tomada en contra de todo el mundo. Mis padres fueron los primeros en no entenderlo, pero yo quería divertirme. Todas mis amigas se habían pasado al waterpolo, la natación me aburría. El waterpolo me encantaba, pero sí que fue un poco locura dejar la natación. ¿Es cierto que incluso entrenaste mal a propósito cuando todavía practicabas natación? Es cierto, y estuvieron a punto de echarme del club porque no es que

entrenara mal, sino que me hundía y dejaba pasar a la gente porque quería que me echaran del equipo de natación. El problema era que no me dejaban empezar con el waterpolo sin tener una buena base de natación. ¿Ese cambio de disciplina es la mejor decisión que has tomado en tu vida? Visto ahora, supongo que sí. Siempre te preguntas cómo hubiera sido mi carrera si hubiese seguido en natación. No sé la respuesta, pero parece complicado que las cosas me hubiesen ido mejor de lo que me han ido con el waterpolo ¿Si hubieses ganado todos tus primeros partidos por goleada como sucede ahora con el Sabadell, el waterpolo hubiese corrido el riesgo de perder a Jennifer Pareja por aburrimiento? No lo sé. Lo que ocurrió fue todo lo contrario, las palizas las sufríamos nosotras al principio. Puede que sí, que hubiera llegado a ese estado de aburrimiento, pero no lo sé. ¿Cómo os motiváis sabiendo que desde hace más de cuatro años nadie en España os planta cara? Intentamos romper las rutinas y que no sea complicado ir a entrenar cada día al club. Buscamos estímulos externos, como por ejemplo jugar contra chicos. Siempre son partidos duros y nos van muy bien. También va con el carácter de cada una, somos muy competitivas y al final si dedicamos tantas horas a esto es porque queremos seguir ganando, no nos gusta perder. Te recuerdo otra decisión que marca tu vida: en 2011 estás a un paso de retirarte. Repasando las tres Copas de Europa ganadas en estos últimos años y las medallas conseguidas con la selección, ¿le has dado muchas vueltas a qué hubiera pasado si lo


llegas a dejar? Hubiera sido como bajarse del tren justo antes de llegar a la estación de los éxitos. Me hubiera perdido los mejores años de mi vida. 2010 y 2011 fueron dos años muy duros, pensaba que no me merecía todo lo que me pasaba, pero tampoco quería dejarlo después de lo que había vivido en el mundo del waterpolo. Continuar jugando a este deporte en vez de retirarme con solo 27 años sí que fue la mejor decisión de mi vida. ¿Sin esa apendicitis que te apartó del Europeo de Zagreb 2010 y esa fractura en la mano derecha en la previa de Shangai 2011 que te hizo perderte aquel Mundial, el sabor de las victorias posteriores hubiese sido el mismo?

“sufrí varias lesiones y Casi me retiro a los 27 años, pero tras tanto trabajo tenía que estar en unas olimpiadas”

Las victorias siempre tienen un sabor muy bueno, pero durante muchos años he luchado por esto y me llega ahora, casi al final de todo, así que lo valoro de otra manera. Después de esas lesiones, todo se valora aún más. La gente me dice que siempre que subo a un podio lloro, pero es que me ha costado tanto y ha sido tan duro llegar hasta aquí que lo vivo con mucha pasión. ¿Por qué decidiste seguir? Había estado dos años currando como nunca, intentando estar ahí y era muy duro trabajar todo un año para luego no poder disfrutar de lo bueno. Era como si mi cuerpo dijera basta. Y es curioso porque tampoco estaba sufriendo ese tipo de lesiones que amenazan con retirarte. Una apendicitis puede aparecer en cualquier momento y romperte la mano es simplemente un golpe. No lo dejé porque me parecía muy injusto, después de tanto sacrificio, acabar así. Pensé que tenía que intentar participar en unos Juegos Olímpicos, así que acudí al Preolímpico de 2012, mi tercer intento para cumplir el sueño de mi vida deportiva. Si no nos hubiésemos clasificado para Londres no sé lo que habría sido de mi carrera. ¿Qué cambió dentro de la selección española en aquel Preolímpico de Trieste? Básicamente, la mentalidad. En el torneo previo al Preolímpico ganamos por primera vez a Estados Unidos y también obtuvimos alguna que otra

victoria importante. Eso nos hizo creer que podíamos estar ahí, en el mejor torneo del mundo. Ese Preolímpico lo recordaré siempre. Ahí empezó nuestra carrera ascendente. Hago la pregunta al revés: ¿Se habrían conseguido los mismos éxitos sin aquella conjura de Trieste? Yo creo que este equipo hubiese llegado a cotas muy altas, seguro, pero no sé en qué momento. Trieste fue el cambio que necesitábamos. En 2010 se apostó por este equipo y empezamos a crecer. Se estaba trabajando bien y, si el éxito no llega en 2012, quizás hubiera llegado en los Juegos Olímpicos de Río, que serán el próximo año. Lo que tengo claro es que este bloque de jugadoras estaba destinado a sobresalir sí o sí. ¿Y sin el papel que ha ejercido el Natació Sabadell en el equipo español? Es una suerte que el Sabadell trabaje así y aglutine el gran bloque de la selección. Trabajamos juntas todo el año. Si no fuera así, cada vez que se junta la selección tendríamos que empezar casi de cero. Tenemos una base y lo demás es muy fácil acoplarlo. Una cosa pasa por la otra. ¿Qué papel representan Miki Oca y Nani Guiu a la hora de conseguir que el waterpolo ganador en España sea el femenino, siempre a la sombra de los equipos masculinos? Son piezas clave los dos, aunque tengan maneras diferentes de trabajar. Nani nos aguanta cada día, y lo tengo que decir así, porque tiene una paciencia impresionante. Cuando vamos a la selección la mentalidad es otra porque son solo tres meses, es en verano, hay grandes objetivos y por eso destaco la tarea de Nani para que no caigamos en la rutina y estemos motivadas. Miki es competitivo al cien por cien y nos aporta muchísimo de lo que ha vivido durante los años dorados de la selección que entrenaba Joan Jané. ¿Un éxito se basa en el trabajo o tiene más culpa la psicología? El trabajo es muy importante, sin trabajo no se llega, pero el tema psico-

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lógico se ha potenciado mucho y por eso ha llegado el cambio. Miki trabaja psicológicamente muy bien, nos hace funcionar muy bien, y Nani también nos da lo que necesitamos en cada momento. Es un factor importante. ¿Cómo imaginabas unos Juegos Olímpicos antes de ir a Londres? Los imaginaba como algo espectacular, una vivencia al alcance de muy pocos deportistas, pero la realidad supera lo imaginado. En vivo es más espectacular todavía. Antes de ir, cuando algún olímpico te hablaba del tema siempre decía que no se puede explicar lo que son los Juegos. Te cuentan anécdotas, pero lo que se siente no se puede contar. ¿Qué fue lo que más te impactó? Todo. La Villa Olímpica, sobre todo. Recuerdo el momento de llegar, bajar del autocar y pensar “ya estoy aquí”. Es una ciudad llena de edificios para deportistas, todo el mundo con el chándal puesto siempre. Es lo que más impone, verte a ti allí en medio. ¿Pensabas algún día que interrumpirían el Telediario para dar un partido tuyo? Nunca lo pensé, fue impresionante.

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Esos Juegos Olímpicos cambian radicalmente vuestra rutina. Os convertís en deportistas mediáticas. Los Juegos son el gran escaparate de los deportes minoritarios que durante el año no se siguen. Yo me acuerdo de estar viendo esgrima, por ejemplo, que no había visto nunca. Con el waterpolo pasa lo mismo, fue el gran escaparate para descubrir a la gente que había un gran equipo. El público se enganchó. La prensa se interesó más y ahora la población de este país sabe que existimos. ¿Cuántas entrevistas hiciste durante 2004 y cuántas a lo largo de 2014? No tiene punto de comparación. No sé ponerle números a esa atención mediática, pero no tiene nada que ver. En 2004 nadie nos entrevistaba, como mucho nos hicieron un poco de caso en el Mundial de 2003 que se jugó en Barcelona, pero durante el año no había nada de waterpolo femenino en la prensa. Y

ahora salimos en todos sitios, nos invitan a todo tipo de actos... Te siguen 17.000 fans en Twitter. ¿Te para la gente por la calle? De vez en cuando. Aquí en Sabadell se nota que gracias a los medios locales se sigue mucho el waterpolo, pero fuera de la ciudad también a veces te paran. A mí me emocionan mucho las felicitaciones de los niños y la gente mayor. Una vez, estando en Madrid, un hombre me paró y temblando me dijo que no se creía que estuviese a mi lado. Es una pasada ver lo que sienten algunas niñas al vernos jugar un partido por la tele. Te han planteado mil veces esta pregunta y siempre has dicho que las tres medallas tienen algo de especial. Voy a darle la vuelta a ver si logro una respuesta diferente. Londres, Barcelona o Budapest. Juegos Olímpicos, Mundial y Europeo. ¿A cuál de las medallas renunciarías y por qué? Renunciaría a la de Budapest porque llega después de las otras dos. Ya hemos tocado el cielo con el Mundial de Barcelona y cumplido el sueño de jugar una final olímpica. Budapest llega después y es un Europeo, aunque evidentemente también era nuestro objetivo y queríamos estar allí, en lo alto del podio. ¿Y si te pregunto por las Champions ganadas con el Sabadell con cuál te quedarías? ¿Con la de 2011, en casa; con la Final Four de 2013, jugada en Eger (Hungría), o con la de la pasada temporada, disputada de nuevo en la piscina de Can Llong? Me quedo con la primera, sin duda, aquí sí que no tengo dudas. Fue la más reñida, fue en casa y fue la primera. ¿La cohesión del grupo explica vuestros éxitos como club? Marca mucho la diferencia. Yo he estado en muchos equipos y siempre que el grupo no ha estado cohesionado al cien por cien han acabado apareciendo diferencias personales. Cuando las cosas van bien en la piscina y se ganan partidos, no hay problemas. Sin embargo, cuando fallas en lo deportivo y no hay cohesión, salen problemas que estando cohesionadas se solucionan rápido. En el deporte de alto nivel la unión del grupo es muy importante.


¿Qué consejos das a los deportistas más jóvenes cuando hablas con ellos? Insisto en la importancia de creer en ti misma y en lo que quieres hacer. De los clubes pequeños se puede salir y llegar al profesionalismo, por supuesto. Yo soy un ejemplo de ello. Hay ojeadores buscando siempre nuevos talentos, no estás dejado de la mano de Dios por jugar en el CN Olot. En el waterpolo mucha gente piensa que no va a llegar a ningún sitio porque, al jugar en equipos pequeños, nunca los van a conocer. Siempre les digo a estos chavales que luchen, trabajen y entrenen por llegar porque si tienen que llegar, las cosas saldrán. Deben tener ilusión, más aún siendo niños. En la piscina hay que divertirse por encima de todo. Tú también fuiste una jugadora joven que mamó de referentes. ¿Quiénes te marcaron más en tus primeros pasos como profesional? Fuiste a tu primera gran competición con solo 19 años. Patrícia del Soto, Mercè Vallès o Samantha Miquel tienen mucha culpa de que haya llegado a ser elegida como mejor jugadora del mundo. Yo sigo en contacto con ellas, aún somos el grupo de amigas que participó en el Mundial de 2003. Cada vez que ganamos algo les digo, y de verdad lo pienso, que todo lo que nos está pasando ahora es fruto del trabajo que ellas hicieron anteriormente. Lo suyo sí que tenía mérito, porque nosotras nos dedicamos a esto pero ellas compaginaban el waterpolo con su trabajo y, aún así, estaban ahí, peleando por jugar Mundiales y Juegos Olímpicos. Esas mujeres pusieron las primeras piedras del camino que estamos recorriendo. Seis de cada diez miembros de la Federación Internacional de Waterpolo te eligieron como mejor jugadora del mundo en 2013. De los otros cuatro, tres votaron a tu compañera Laura Ester. ¡Hasta fuera del agua ganáis por goleada! Claro, por supuesto [ríe]. Hay que ganar por goleada hasta en los premios individuales. Es la demostración de que el trabajo que se hace en España es bueno. A mí me dieron el premio de mejor jugadora del mundo, Laura fue segunda y, el año pasado, Maica García fue elegida como mejor de Europa.

“Interrumpieron un Telediario para dar un partido nuestro. Nunca lo pude imaginar. españa nos descubrió gracias a los juegos” Da vértigo repasar tu palmarés porque sumas más de 20 títulos colectivos e individuales. Tienes 30 años y entras en otra fase de tu carrera. ¿Qué te queda por conseguir antes de salir de la piscina? ¡La hostia! [ríe]. Dicho así, no sé qué me queda por ganar, supongo que solamente el oro olímpico. En los cuartos de final del Mundial de Barcelona de 2013 ganasteis 9-6 a Estados Unidos, vuestro verdugo en la final olímpica un año antes. ¿La herida de aquella derrota olímpica está sanada o hasta lograr el oro en Río de Janeiro no se cerrará? La herida se cerró más o menos con esa victoria en Barcelona porque ocurría al año siguiente de perder la final de Londres; por eso todo el mundo tenía pre-

sente aquella final olímpica mientras jugábamos los cuartos del Mundial. Es más, durante la fase de grupos ya queríamos cruzarnos con Estados Unidos y ganarlas. Era el objetivo que tenía el equipo. Pero imagino que la gran venganza, por decirlo de alguna manera, sería en unos Juegos Olímpicos, que es donde ellas nos ganaron. De todas maneras, aquella final fue nuestra primera incursión entre las mejores selecciones, estábamos obligadas a aprender a la vez que nos jugábamos una medalla. Las estadounidenses siempre han estado en las semifinales de los Juegos desde Sídney’00, cuando el waterpolo femenino comenzó a ser olímpico. En Londres no es que a nosotras no nos salieran las cosas, sino que no las hicimos como debíamos. Nos superó el momento, pero de todo se aprende. ¿Y si en los Juegos de Río no va todo como esperáis? ¿Estáis preparadas para ese momento en el que se acaben las victorias? En el último Mundial, en Barcelona, teníamos que luchar contra la duda de si el éxito de Londres había sido casualidad o no. Somos conscientes de que en el deporte todo son rachas

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y que llegará el momento en el que el equipo falle, pero este bloque está tan cohesionado y tan preparado que incluso en esas circunstancias estoy segura de que aprovecharemos las derrotas como un aprendizaje para volver a empezar. Estar arriba del todo es complicado, ir a Río ya será un éxito porque el Preolímpico va a ser complicadísimo otra vez, pero creo que el equipo está suficientemente unido para afrontar ese objetivo. ¿Una generación de campeonas como la que encabezas también teme al fracaso o, como mínimo, duda en algún momento? Claro que nos hacemos esas preguntas, las pensamos a menudo. Sabemos que algún día perderemos el partido de cuartos y nos iremos a la mierda, en nuestras manos está el trabajar lo suficiente para que esto no ocurra pero al final esto es deporte y puede ocurrir. ¿Qué llegará antes, tu retirada o el final de esta época gloriosa?

92 Tras dejar Olot, el Club Natació Sant Feliu y el Club Esportiu Mediterrani, una de las entidades más añejas del waterpolo barcelonés, fueron las paradas de Pareja antes de aterrizar en Sabadell, donde ha pasado de estrella a leyenda de este deporte acuático.

Sinceramente, espero que llegue antes mi retirada [bromea]. No lo sé, yo tengo muy claro que quiero llegar a Río, y, una vez allí, pensar si seguir jugando en 2017 es posible o no. Parece que por llegar a una edad determinada hay que pensar en la retirada pero al final es el cuerpo el que tiene que decir basta y yo me veo bien físicamente. En los Juegos seguro que estoy. Luego, ya hablaremos. Nunca una jugadora había llegado tan alto con la edad que yo tengo. Cuando me preguntan por la retirada, respondo que hay waterpolistas por ahí jugando con 37 años. Entrenar cinco o seis horas diarias no cansa, pero sí que es verdad que cada año me cuesta más empezar después del verano. Pero me divierto mucho, me apasiona y no me

veo fuera de esto, no por la rutina, sino por pasar horas aquí con las que son tus amigas, aunque también se sufre. El primer día que no vaya a entrenar, lo echaré de menos seguro. ¿Cómo se consigue que un país con poco más de 500 licencias federativas femeninas sea una potencia mundial? En España no ocurre lo mismo que en los Balcanes o Hungría, donde se mama el waterpolo desde la cuna. Tampoco tenemos un sistema universitario para promover este deporte tan potente como el estadounidense. Es el gran milagro del que habla la gente cuando reflexiona sobre nuestros éxitos. Por un lado, en España se ha juntado un grupo de jugadoras jóvenes con un talento increíble. Ellas han trabajado bien con veteranas expertas como Pilar [Peña], Laura [Ester] o yo. La unión de estas dos mitades ha sido perfecta. Lo bueno del éxito es que ahora están subiendo las licencias porque hay muchas niñas que quieren imitar a este equipo. Eso nos enorgullece. Cuando empezaste a jugar a waterpolo, por poner un ejemplo, tu compañera de equipo Judith Forca tenía tan solo dos años. [Ríe] Eso es gracioso, a veces lo hablo con ellas. Cuando me dicen que están cansadas, les recrimino los años que les saco. A mí me gusta trabajar con ellas y ver cómo lo dan todo en la piscina porque pienso en cuando yo empezaba. A mí me aportan mucho las jugadoras jóvenes del Sabadell y la selección. Eres, además, capitana de la selección desde el 2012 y la jugadora más veterana del Natació Sabadell... ¿Ser la hermana mayor de la familia conlleva una carga de presión añadida? Imagino que sí, pero viene dado por los años que llevo y la experiencia acumulada. A veces sientes que eres el reflejo, que te miran para ver qué haces, pero no es más presión. A mí me gusta ser la referencia de los equipos con los que juego e intento hacer las cosas de forma correcta. A primera vista destaca tu capacidad goleadora, pero es difícil recordar que perdieras un solo sprint durante


“sería bonito que mi deporte fuera el más seguido del país. casi tanto como que el No sé cuántos perdí, pero creo que po- espanyol ganara la liga”

el Mundial de Barcelona y el Europeo de Budapest. El Sabadell y la selección española siempre empiezan cada cuarto con posesión.

cos. ¿Tú lo sabes? [Piensa]. Venga, voy a jugármela. En Budapest no perdí ninguno. En Barcelona quizás fueron tres. ¿O fue solo uno? ¡Ah sí! Ahora que pienso, recuerdo que gané 23 de 24. Tantas horas en la piscina de Olot perfeccionando la técnica de espalda tenían que servir para algo De algo sirvieron, sí. Nunca lo he visto así porque yo simplemente nado y cojo el balón, pero Nani [su entrenador en el Sabadell] es el que se encarga de apuntar las cuatro recuperaciones de balón más que a mí siempre me bailan al final de los partidos: son los balones que recojo en los sprints con los que empieza cada cuarto. La comparación con la generación de Manel Estiarte que puso de moda el waterpolo en España en los noventa siempre está ahí. ¿Os gusta que se os compare tanto con ellos? ¿Por qué no? Fue la gran selección de Joan Jané, la explosión del waterpolo. Yo me fijaba en ellos, tenía la carpeta forrada con las fotos de Jesús Rollán, Manel Estiarte y el Chava Gómez y que te comparen con tus ídolos claro que gusta. A Chava [ahora entrenador del Sabadell masculino] incluso le he dado una foto de esas carpetas. Yo le perseguía cuando íbamos a jugar con el Olot contra el Barceloneta. Queríamos una foto con él, y ahora que lo veo cada día entrenando a mi lado pienso: “Tendrá cojones la cosa”. Luego están las historias que le ocurrieron fuera del agua a varios miembros de ese equipo, pero es un orgullo que te comparen con ellos. Tras la plata de Barcelona, vino el oro en Atlanta. ¿Cuántas veces ha salido esa periplo a relucir en una conversación con Miki o con las compañeras? Vosotras podéis repetir la misma secuencia entre las Olimpiadas de Londres y las de Río de Janeiro. Aigua, infern, cel, el documental que hizo TV3 sobre ellos lo vimos juntas todas las jugadoras de la selección femenina, pero nunca hemos hecho esa

comparación tan concreta entre lo que puede pasar en Londres y Río y lo que ellos protagonizaron entre Barcelona y Atlanta. No hemos llegado a tanto y creo que ya está bien así. Aquella generación estuvo tristemente marcada por aspectos extradeportivos. ¿En este sentido, la vuestra es una versión mejorada? De todo se aprende, de lo malo, por supuesto, y también han cambiado mucho las cosas a nivel social. Sabemos cómo fue aquello. Lo hemos vivido tan de cerca, como mínimo yo a nivel personal, que al saber cómo fue todo no necesito hablar con nadie ni que me den consejos para saber lo que se hizo bien y lo que se hizo mal. El Sabadell ha estado cuatro temporadas ganando todos los partidos que disputa en territorio estatal. ¿Qué se siente al ser, junto con Laura Ester, las últimas en ganar al Sabadell? Llevamos un partido más como invictas que el resto de compañeras y nosotras siempre se lo recordamos a las demás. Creo que aquella derrota [ganaron a su club con el Mediterrani en la final de Liga de 2010] fue un cambio para el Sabadell en todos los aspectos. Para nosotras fue la hostia ganar a aquel equipo. Tras ese partido, llegamos Laura y yo al Sabadell. Desde entonces no nos podemos quejar, siempre hemos ido hacia arriba. En tu primera temporada en el Sabadell marcaste 100 goles en 25 partidos de la fase regular. ¿Te imaginas estas cifras en un campo de fútbol? El waterpolo es diferente al fútbol, pero fue la hostia conseguir ese registro. Jugué de atacante y me tocó a mí convertir tantos goles. Hay gente que tiene un rol menos ofensivo mientras que mi trabajo, al final, es hacer goles. Claro que piensas siempre qué pasaría si esas cifras, proporcionalmente, las consiguiera un jugador de fútbol, pero nos

hemos cansado de ese tipo de comparaciones. ¿Qué sacamos con compararnos con otros deportes? Al final, nosotras nos dedicamos al waterpolo. La realidad es la que es. Nos esforzamos para que la gente se vea obligada a hablar de nosotras. Ya que hablamos de fútbol. Además de waterpolista, eres perica. ¡Te van las emociones fuertes! Me encantan. Estoy siempre sufriendo con el Espanyol. No sé si tiene que ver con mi carácter, pero sí que creo que para ser perico hay que ser un poco diferente. El del espanyolista es un espíritu luchador y de tener que pelear siempre. Con esos valores sí que me siento identificada. ¿Qué es más difícil, ver al Espanyol ganar una Liga o al waterpolo siendo el deporte rey en este país? Yo creo que es más difícil que el waterpolo sea el deporte rey. Veo antes al Espanyol levantando la Liga. ¿Perderían ambas cosas un punto de encanto si esto sucediera? [Piensa durante unos segundos]. No, yo creo que lo disfrutaríamos, ¿no? ¿Por qué van a perder encanto? ¡Joder, habrá que vivir la fama alguna vez en la vida, a ver qué tal se siente una! [Ríe].5 93



LeBron James puso patas arriba el baloncesto mundial cuando anunció en verano que dejaba los ganadores Heat para reflotar a sus Cavaliers del alma. Pero King James quiere ser algo más que el mejor en la pista. El hijo pródigo de Ohio vuelve convertido en un tiburón empresarial. Sus mejores amigos son sus socios y consejeros. El botín en juego, 500 millones de dólares anuales Texto | Edmund Endje Ilustración | Pablo Noia

V

ERANO DE 2010. LeBron James, después de tener a medio país en vilo en un mar de especulaciones, pronunciaría una de las frases que más problemas le han causado en su carrera: "I'm going to South Beach". O, lo que es lo mismo, “me voy a los Miami Heat”. Esa manera de poner fin a uno de los veranos más movidos en la historia del mercado de agentes libres de la NBA, que llevaría a Chris Bosh a reunirse también con sus compañeros del Draft de 2003 (una de las mejores promociones de la historia junto con las de 1984 y 1996) Dwayne Wade y King James para formar una dinastía llamada a ganar títulos. Muchos. Al menos, esa ambición se desprendía del discurso que dio el propio Lebron el día que fue presentado en Miami y tuvo que hablar de títulos: "Not one, not two, not three, not four, not five..." (“No uno, ni dos, ni tres, ni cuatro, ni cinco…”). Mientras en South Beach muchos se alegraban y emocionados imaginaban las noches de gloria que les depararía el futuro próximo, otros, en Cleveland, declaraban a James enemigo público número uno, quemando su camiseta y tratándolo de Judas. Uno de los puntos álgidos de tal culebrón fue la durísima carta que el propietario de la franquicia de los Cavaliers, Dan Gilbert, escribió contra LeBron. La carta iba más allá del baloncesto y, según algunos, estaba cargada de alusiones raciales contra James.

LeBron tuvo con su marcha a Miami la oportunidad que nunca había tenido en Cleveland: ser un campeón NBA. El astro de Akron fue apadrinado por su "hermano mayor" –y uno de los jugadores más competitivos de la historia– Dwayne Wade, quien pulió las dotes de liderazgo, competitividad y eficacia de James para convertirle en un jugador totalmente determinante. Tras pocos meses en South Beach, LeBron entendió que se encontraba en una organización de lujo donde sabían cuidar a sus estrellas. Gran parte de culpa la tenían los altos estándares que se aplicaban en todas las áreas de trabajo, supervisadas por un tipo sin igual. No en vano, en aquel Miami de 2010, la dirección global la ejercía desde la presidencia el mítico Pat Riley, padre espiritual del Showtime de los Lakers de los 80. Mister Gomina sería después progenitor de los correosos y duros New York Knicks de principios de los 90; antes de recalar en 1995 en unos Heat a los que acabaría conduciendo a la gloria tras un largo rodeo al ganar el anillo en 2006 (el quinto de su

lista personal). Sin embargo, la mejor versión del viejo Patrick (la de los despachos) aún estaba por llegar. Cuatro temporadas con sus cuatro finales de NBA, dos anillos de campeón (2012 y 2013, las últimas muescas de Riley desde el despacho) y una humillante derrota en la final de los Play Offs –a manos de los San Antonio Spurs– más tarde, LeBron volverá a verse en una situación en la cual el mundo del baloncesto y muchos agentes libres estarán pendientes de su decisión. Y, como no podía ser de otra forma, el camino que emprenda el Rey trastocará de nuevo los pilares de la Liga. VERANO DE 2013. Algunos intuyen que el de Ohio se siente algo cansado físicamente en Miami debido a que James es conocedor de los esfuerzos sobrehumanos que ha debido realizar noche tras noche desde que las rodillas de Wade han puesto fecha de caducidad a la carrera del superlativo escolta nacido en Chicago. Algo ha cambiado. Muchos se hacen eco de una posibilidad que el gran periodista de la cadena americana ESPN Stephen A. Smith había evocado un año antes: “No sería extraño que en julio de 2014 LeBron decidiera regresar a Cleveland”. Nadie, en aquel verano de 2013, podía pensar que LeBron abandonaría el barco de los Heat, especialmente, tras haber conquistado de forma épica su segundo título de la NBA ante los Spurs. Más si cabe, después de lograrlo en una inolvidable demostración de pundonor en el sexto partido de la serie con un triple para la historia de Ray Allen, un triple que resucitó un equipo y las esperanzas de toda una ciudad. No obstante, como vaticinó el gran Smith, esa bomba atómica, una explosión capaz de paralizara una de las competiciones más potentes del planeta, estallaría un año después. VERANO DE 2014. LeBron James regresa de Las Vegas con su gran amigo Dwayne Wade en un vuelo privado que sobrevuela un mercado y unos medios de comunicación en plena ebullición debido a que todos los agentes libres –Carmelo Anthony, Chris Bosh o Kevin Love, entre otros– esperan conocer el destino de King James para empezar a decidir cómo encauzar sus carreras y firmar sus contratos futuros. Horas antes de subirse al avión, el número 1 del Draft 2003 había enviado un escrito a un periodista de Sports Illustrated que iba convertirse en la

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noticia del año en la NBA. Es durante ese vuelo cuando Lebron comunica a su amigo Flash –el apodo por el que conocen en Florida al rápido Wade– su decisión de dejar los Heat. Horas más tarde, ya durante el 12 de julio, se desata una tormenta informativa sin precedentes. En la prestigiosa Sports Illustrated aparece el texto redactado por James. El título no deja espacio a la duda: “I’M COMING HOME” (“Me vuelvo a casa”). Tras días de especulaciones sobre una hipotética renovación con Miami, el alero deja patidifusos a los fans de South Beach y provoca la alegría generalizada en el Estado de Ohio, en la ciudad de Cleveland y más concretamente en Akron, enclave natal del rey de la NBA. La misma intensidad que cuatro veranos antes, pero con los sentimientos cambiados. El hijo pródigo regresaba al hogar. Era de sobras conocido que Savannah, la esposa de LeBron, pese al maravilloso clima del que gozaban en Miami, siempre insistía en que la familia James pasara sus vacaciones en Cleveland, una querencia por la tierra natal que terminó resultando determinante en la decisión de este versátil jugador que ha retornado a sus orígenes en plena madurez: el pasado 30 de diciembre cumplió 30 años.

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La alegría de los aficionados de los Cavs se trasladó por completo a las calles de Cleveland. Son varias las razones que lo justifican, motivos que van más allá del baloncesto: se calcula que la marcha de James a Miami provocó una pérdida de ingresos en distintos negocios de la ciudad que superaban los 500 millones de dólares. Por otra parte, el Estado de Ohio atraviesa una histórica sequía de títulos deportivos. Tan pertinaz, que ya dura medio siglo. Ningún equipo del Estado de la doble O ha conseguido un campeonato nacional desde 1964. Si en 2007 James guió a los modestos Cavaliers hasta su primera final de la NBA, en Ohio se espera con ansia que el chico de Akron remate la faena en su segunda experiencia con el equipo de sus amores. ¿Cómo no imaginarlo cuando vieron a su ídolo volver al Quicken Loan Arena? LeBron James regresaba a casa –tras un paso por una organización de primera como los Heat– transformado en jugador determinante. Hecho un hombre, un hombre en la pista, pero sobre todo, un hombre de negocios. King James había entendido lo que otros como Michael Jordan ya comprendieron en su día y sus aspiraciones se proyectaban muchísimo más allá de la acumulación de fama y títulos en la pista. ¡Qué mejor argumento el de su vida para escribir su nombre en la Historia! Varios motivos lo atestiguan: PRIMERO. LeBron, en un ejemplo de redención, liderazgo

y grandeza: fue capaz de “perdonar” al propietario de los Cavaliers –Dan Gilbert– por su hiriente carta. SEGUNDO. LeBron quería ser capaz de crear su propio sello

como estrella histórica y hacer lo que los mitos –Jordan, Magic, Bird, Duncan, Erving, Abdul Jabbar, etc– nunca hicieron: ganar títulos con equipos diferentes, más aún en un Estado como ese Ohio sediento de victorias al que ha

regresado. Lograr un tercer anillo como profesional magnificaría más aún que cualquier otro logro el legado de King James. TERCERO. LeBron entendió que para ser grande debía crear un impacto positivo en su comunidad y en los jóvenes. Es por ello que su business team va a consagrar grandes esfuerzos en crear negocios y programas de desarrollo para la juventud de Cleveland.

Y después del rodeo deportivo es, precisamente, el tercer punto, el apartado económico, el quid de la cuestión. The Four Horsemen (los Cuatro Jinetes) –como se hacen llamar LeBron y sus grandes amigos Rich Paul, Maverick Carter y Randy Mims– planean desarrollar grandes negocios para situar a Cleveland en el mapa empresarial de los Estados Unidos. Para empezar, Paul –cuya influencia, junto con la de Savannah James, resultó clave en todo el proceso de vuelta al nido– ha capitaneado la concepción de una mini-serie de televisión que habla de la vida de un jugador de baloncesto inspirada en las peripecias de su propio colega. Salvo Paul (al cual conoció en 2002 y que es uno de los agentes de jugadores más exitosos del momento), Maverick Carter y Randy Mims son amigos de la infancia y se ocupan de su representación y del desarrollo comercial de la marca personal del deportista desde la firma LRMR (Lebron-Rich-Maverick-Randy). El Dream Team particular de LeBron tiene un objetivo a largo plazo: comprar la franquicia de los Cleveland Cavaliers. Esa es la consecuencia lógica o la guinda del pastel, como se prefiera ver, de los movimientos de LRMR: devolver a la ciudad su gloria deportiva, ayudar al desarrollo de los jóvenes de Cleveland y Akron, incrementar el beneficio de los negocios directos e indirectos y así, finalmente, conseguir que el hijo pródigo compre una parte o la totalidad de las acciones de los Cavs, situando al equipo de su tierra, a la franquicia que apostó por él con solo 18 años, en lo más alto de la historia del deporte como si de un cuento de hadas se tratara. Un argumento digno de Hollywood que arrasaría en las taquillas si se convirtiera en película. El ensayo general ya lo hicieron al comprar parte del Liverpool, histórico club del fútbol británico y europeo. Pero mientras tanto, silencio, se juega. Bajo la batuta de David Blatt, campeón de la Euroliga 2013/2014 con el Maccabi Tel Aviv, la franquicia pugna por encabezar la Conferencia Este entre los toques de atención que la prensa ha dado ya al fenomenal base (pero excesivamente individualista) Kyrie Irving, haciéndole entender que podría ser traspasado ya que la piedra angular del proyecto es King James. Sin embargo, como dijo James, el camino será largo a nivel deportivo. En lo económico el éxito es seguro. Rich, Maverick y Randy son los vecinos de Cleveland más risueños. No todo el mundo puede formar parte de una sociedad limitada tan exitosa como LRMR, un equipo poco acostumbrado a perder.5


LOS RESTOS DEL NAUFRAGIO

C

uando publicamos el primer artículo –un 14 de abril de 2014, encabezando un monográfico de la II República española– ya sabía que algo iba a cambiar en nosotros. Desde entonces, ninguno de los que hacemos posible día a día esta revista hemos dejado de pensar en esa primera publicación ni un momento. Hicimos la revista a modo de bote salvavidas cuando aquel gran navío, viejo y destartalado, llamado España, mal tripulado por impostores y patrioteros, se chocó contra un iceberg llamado crisis. Logramos sobrevivir porque nuestra ilusión por seguir hablando, por seguir remando y viviendo, por seguir escribiendo, contando, enseñando y respirando, era más poderosa que su ambición por hundirnos. Negratinta nació de un naufragio social, en ocasiones, personal: nunca quisimos hundirnos. Aun vendiendo nuestro cuerpo para realizar trabajos que nos diesen de comer, seguíamos con la misma energía para seguir remando; y no nos resignamos a callarnos y a pensar, escribir, publicar e, incluso, a soñar con lo que nos prohibían aquellos que nos tiraron por la borda. Cuando uno sabe qué le llena y cuál es su vocación, es imposible doblegarle y hacer que deje de remar. Cuando uno sigue remando, recoge a otros náufragos, les da una manta, les dice que remen y comparte el trozo de pan que lleva a bordo. Cuando muchos nombres a los que admirabas ven esto, no pueden si no convertirse en mástiles, viento y vela para apoyarnos en el viaje. Cuando uno se da cuenta de que no está solo y que detrás de una tormenta realmente viene una calma, ve el horizonte, en ocasiones carente de significado, pero otras veces iluminador y revelador. Ese horizonte nos dice que seguimos vivos con el cielo por sombrero. Negratinta

Texto | Hamed Enoichi Fotografía | Eva Villaseñor

nace de las ganas de no resignarse y de vivir; de luchar por los sueños con ímpetu y sacrificio. Nace de las ansias de libertad, de señalar las injusticias y romper los prejuicios como un fino cristal. Nace de las ansias por viajar, por contemplar, por opinar; las ansias de enseñar, escribir y profundizar. 97 Negratinta son los sabios del ágora, pero también los jóvenes que empiezan y se reúnen en el café. Negratinta es el ala triste de Diego y de España. Negratinta es el pájaro azul de Bukowski, Maria Callas y Edith Piaf. Es Goya, Velázquez y Frida Kahlo. Es Mozart, Beethoven y Brahms. Es la gente que lo hace posible y sus exigentes lectores. Negratinta es Diego Ribera, Oum Kalthoum y Gagarin. Es pluma, sangre y destello. Son las voces de América, de África y los mil imperios del Mediterráneo. Es Asia, Oceanía y el mundo. Negratinta es una forma profunda y libre de ver las huellas y los zarpazos del ser humano, también conocidos como cine, arte o literatura; también, la filosofía y el deporte. Es mirada crítica y autocrítica. Negratinta son sus remos, el mástil, las velas, el mar y el viento, tan suave y desnudo como la piedra en el río. Negratinta es ciencia, cultura y misticismo. Son Valle Inclán, Lorca y Machado; los detectives salvajes y la canción desesperada de Neruda. Es Dalí, Miró y Joan Salvat-Papasseit. Es Kubrick, Scorsese, Buñuel y Almodóvar. Es Foster Wallace y Mishima. Es el pasado en armoniosa danza con el futuro… a lomos del presente. Negratinta es el hombre y la mujer, los animales y las plantas. Es la sangre, las vísceras, la mirada, la cultura, el cuerpo, los miedos y la razón del ser humano. Son las ganas de vivir como el bebé aferrado al seno de su madre, como nosotros mismos.5


agradecimientos

Las cien páginas de esta revista son muchas pequeñas historias que han ido encajando hasta formar un puzle que bautiza a Negratinta en los caminos del papel. La tinta de este número #0 huele a todos aquellos que nos empujaron cuando nos veníamos abajo y a los que nos dijeron “frena” cuando nos pasamos de revoluciones. Para todos ellos, el agradecimiento más sincero. Queremos que ese “gracias” llegue también a nuestras familias, por sostenernos en los momentos difíciles. A los amigos, por no callarse nunca la verdad (el mejor de los regalos en este siglo joven y mentiroso). A los desconocidos –que ya son compañeros de fatigas–, por añadir su grano de arena en esta cala ibicenca donde fondea el periodismo libre sin temor a naufragar. A los que cazaron instantes con los objetivos de sus cámaras. A los que juntaron letras para formar sueños. A los que dibujaron sonrisas y despertaron carcajadas con sus viñetas y cómics. A los que hicieron de cicerone y enlace entre nosotros y los protagonistas de las peripecias que queríamos explicar. A los que cogieron todas esas ideas y, ordenador y talento mediante, diseñaron esta revista. A los que pusieron banda sonora a nuestro trabajo. A Mariví, por sus consejos caramelísticos. A Manuel, por su surrealismo hecho literatura…

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Barcelona nos enseñó lo que sabemos y desde Madrid lo estamos pudiendo desarrollar; en lugares como esos museos de la música: el Café Central, el Populart y la Sala Clamores, que nos abrieron sus puertas para que trabajáramos desde sus mismas tripas. Recuperamos fuerzas con el tamal y la ropa vieja que nos sirvió la buena gente de la Colonial de Huertas. Nos embriagamos de la sabiduría que almacenan las estanterías de la biblioteca de la Fundación Ramón Areces. Escribimos en el Pez Baker, oficina involuntaria de este proyecto. En el Manneken de Malasaña encontramos cobijo rodeados de antigüedades; generosos en el trueque, sus dueños nos cedieron la máquina de escribir que pone rostro a este ejemplar a cambio de una frase de George Orwell. El personal de Villena Artes Gráficas fue farol para guiar a una tripulación novata: en sus impresoras se hornearon las ideas discutidas y soñadas en el Matadero, pulmón cultural de la Villa y Corte. Ahora estas ideas viajarán a Galicia, Valencia, Catalunya, Andalucía, Canarias... rincones desde donde más de un centinela colaboró con sus deseos de hacer de la realidad, literatura. Con su vivir para contarlo. También nos acordamos de los sabios que nos escriben, dibujan y envían fotografías desde la orilla oriental del Mediterráneo y desde la orilla occidental del Atlántico, tierras lejanamente cercanas hacia las que este proyecto no deja de mirar para empaparse de antiguos sabores que renueven las ganas de situarse delante del teclado. Así recordamos que el periodismo es el simple pero vibrante oficio de narrar la Historia de nuestro día a día. Sin censuras y con el valor de los humildes que a nada temen. Pero en esa brecha seguimos gracias, principalmente, a vosotros. Los que nos leéis desde el 14 de abril de 2014, día en el que comenzó esta singladura. De todos vosotros, los que estáis al otro lado de la pantalla (y ahora, al otro lado de esta revista de papel que podéis tocar y oler), son estas páginas. Ojalá vengan muchas más. De vosotros depende. Por si acaso, reservad sitio en la estantería.5


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