LaOpinión DE MÁLAGA
16 | SÁBADO, 10 DE ABRIL DE 2021
Opinión
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a actual crisis que atravesamos nos ha afectado a todos, pero especialmente a las familias vulnerables con menores a cargo. Cada vez son más las personas que llaman a la puerta de Málaga Acoge pidiendo ayuda porque no tienen para dar de comer a sus hijos o simplemente porque no tienen para comprarles una libreta para que puedan hacer los deberes del cole. Acostumbradas a atender a las familias en riesgo de exclusión social y más desfavorecidas, actualmente, con la situación social y económica que tenemos encima, nos encontramos que el perfil de las familias ha cambiado y que ya no sólo llegan personas migrantes vulnerables, sino que se suman familias malagueñas, que hace unos meses contaban con unas buenas condiciones de vida, y que hoy en día han sido azotadas por el desempleo o la precariedad laboral producida por las situaciones de ERTE. En Málaga Acoge llevamos muchos años ejecutando el programa CaixaProinfancia de la Fundación ‘La Caixa’ contra la pobreza infantil, cuyo objetivo es romper el círculo de la pobreza que se transmite de padres a hijos y ofrecer a los más pequeños unas oportunidades de futuro. Mediante este programa, todas las personas profesionales que lo implementamos trabajamos para conseguir favorecer el desarrollo de las competencias de los niños y adolescentes, así como de
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a gente no es nadie porque la gente somos todos. Cuando decimos: «la gente es increíble», o cuando sueltas «la gente es que es la hostia», nos referimos a un conjunto indeterminado de personas. Siempre son ellos, los otros, España, los catalanes, los de derechas, los de los bares, los de las fiestas…, nos cuesta ser parte de la gente. Al final, la gente se convierte en lo que no es tu entorno. Sospecho que la gente, en verdad, no existe; o que casi todos somos gente, sin saberlo, y algunos, incluso, gentuza. La pandemia se nos está haciendo bola. Ya son demasiados meses soportando ese pitido insoportable con el que nos movemos desacompasados, sin pillarle el punto, en este macabro baile de máscaras. Demasiados muertos, pobreza, estrés, ausencia de derechos, demasiados meses esperando que pase algo, que cese el ruido…, y el cansancio se nota. Le llaman ‘fatiga pandémica’ pero podría llamarse el límite, otro examen o un Knock-Out definitivo. Y estamos ante una nueva ola, la cuarta; no digo nada. Todos, o sea la gente, hemos sufrido en algún momento de esta pandemia cansancio, desgana e incertidumbre. La pandemia es como una maratón en la que no sabemos cuándo llegaremos a la meta ni cómo debemos dosificar nuestras energías. Una maratón inédita y penosa de la que desconocemos
Esperanza para los más pequeños MÁLAGA SOLIDARIA
Eva Muñiz
Trabajadora social de Málaga Acoge y técnica del programa CaixaProinfancia de la Fundación «La Caixa»
sus familias, con el fin de permitir mejorar sus procesos de integración social y autonomía, promover el desarrollo social educativo de la infancia y adolescencia en su contexto familiar, escolar y social. Buscamos desarrollar e implementar un modelo de acción social y educativa integral que contribuya a mejorar las oportunidades de desarrollo de la infancia y contribuir a sensibilizar, así como a movilizar a la sociedad para la erradicación de la pobreza infantil. Actualmente, intervenimos con 103 familias de las zonas de Casco Histórico y Trinidad-Perchel de la ciudad de Málaga,
Contamos con un gran volumen de familias que se encuentran en lista de espera y que no podemos asumir
con hijos entre 0 y 18 años en situación de pobreza y exclusión social. Contamos con un gran volumen de familias que se encuentran en lista de espera para poder entrar al programa y que no podemos asumir debido a que no disponemos de capacidad suficiente. Les ocurre al resto de entidades de las distintas zonas de la ciudad que lo llevan a cabo, debido a que la demanda de ayudas cada vez crece más. Intentamos impulsar el desarrollo de los más pequeños con el objetivo de garantizarles unos referentes sólidos para su futuro y un nivel de bienestar adecuado que favorezca su crecimiento y su formación. Lo hacemos a través de unos servicios pro educación basados en actividades de refuerzo educativo y ayudas económicas de equipamiento escolar, centros abiertos, actividades de verano y campamentos y talleres educativos familiares. También contamos con servicios pro salud de los menores, como son las
La gente CONTROL C + CONTROL V
Roberto López @robertolopezzzz
sus ratos, sus retos y sus metas. La pájara siempre puede asomar y la gente empieza a estar «muuu jartita»..., y cuidado con la gente. Estamos entrando en un terreno peligroso. Si a la fatiga acumulada le sumamos leyes contradictorias, que cambian, que no se entienden, que generan incertidumbre o molestia, el resultado puede ser fatal. Nos obligan a llevar mascarilla en la playa y luego que no; puedes viajar a Berlín pero no a Granada a ver a tu madre; la de AstraZeneca sí, o no, o no sabe ni contesta, o vuelva usted mañana; la policía da una patada en la puerta y entra en tu casa por una fiesta, supuestamente, ilegal como si se tratase de la casa de unos narcos. Todo es muy raro y cada vez hay más ruido y confusión. Me quedo con este ejemplo. Una amiga me cuenta que acudió a una fiesta clandestina. Una fiesta blanca en la oscuridad de la noche. Lejos del toque de queda, cerca de la piel. Mucho ruido en el silencio de una casa a las afueras. Me lo cuenta
con la excitación del que ha ganado una Champions o pisado Marte. Denoto que hay algo exclusivo, de orgullo exótico, todo muy cool e intrascendente. Sospecho que cuándo vemos esas imágenes de la policía pateando una puerta y entrando en una fiesta ilegal, el resultado es incompleto y contradictorio: digamos que es una ecuación cuyo resultado es incierto y, en verdad, al ver las imágenes a muchos les deben entran unas ganas tremendas de estar allí, de correrse la party clandestina, todo muy cool, exclusivo y divertido, de estar en la pomada y poder contar la batallita en el próximo terraceo. Otra vez, la gente que solo quiere resucitar y algo de libertad, un meneo, piel y mandanga. Lo dicho, que se nos hace bola. Ya es demasiado tiempo, demasiado ruido y demasiadas medidas invasivas con impactos sin precedentes en la vida cotidiana de todos, incluidos los que no nos hemos visto directamente afectados por el virus, y algo ha-
ayudas económicas de alimentación e higiene infantil, de gafas y audífonos o las sesiones de apoyo psicológico. Me parece importante hacer una especial mención a las brechas de participación laboral por género, ya que la mayoría de las personas que citamos a través de este programa son madres desempleadas encargadas de los cuidados tanto de sus hijos como del hogar, cuyos maridos son los encargados de sostener económicamente a la familia. También apoyamos a mujeres que cuentan con muy baja cualificación profesional y que se encuentran realizando trabajos muy precarios. Con la cifra de familias que tocan nuestra puerta y las diferentes situaciones que nos encontramos me da pena cuando escucho opiniones de personas que siguen diciendo que la pobreza es un problema individual en lugar de estructural y que los pobres «son pobres porque quieren». Ojalá en España consigamos superar esta idea. Mientras tanto, seguiremos trabajando para transformar las estructuras reales que condicionan las desigualdades.
Intentamos impulsar el desarrollo de los más pequeños con el objetivo de garantizarles unos referentes sólidos brá que hacer. Uno de los problemas es la incertidumbre, sí, pero también las normas que están cambiando constantemente. La gente está cansada y harta, y comienza a cuestionarlo todo, incluso, lo obvio. Debemos tener claro que cada medida que se toma pretende salvar vidas a pesar de sus agujeros, errores y paradojas. Las medidas buscan evitar más muertos y más ruina aunque no sean las mejores ni nos gusten. También sería bueno pedir a nuestros gobernantes que fueran más claros y pedagógicos con esas normas, que piensen y entiendan a la gente permitiendo a las personas vivir sus vidas, reduciendo los riesgos, claro, y reconociendo y abordando las dificultades que se están experimentando. Ah, y ya que estamos que permitan a los ciudadanos participar como parte de la solución, o sea a la gente, porque todos somos gente, ellos también. Acabo. Sólo hay que hacer un último esfuerzo hasta que llegue la vacunación masiva. Es cuestión de meses superar esta pegajosa ‘fatiga pandémica’, la crisis sanitaria y económica, y recuperar la bendita normalidad. La gente está cansada, quiere dormir y soñar. Levantarse y vivir con ilusión, vivir, no sobrevivir. La gente quiere volver a abrazarse y sentir. La gente, que no es nadie porque la gente somos todos, necesita respirar. Solo un poco, respirar.