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Sábado 08.01.22 SUR
MÁLAGA
Los «callejones sin salidas» que aún conserva el reglamento para los extutelados «Me encantaría trabajar y si puedo hacer un grado medio de cocina. Es mi objetivo para ayudar a mi familia», comenta Ousama
Perseverancia. Ousama, frente al catering en el que hace prácticas en la actualidad. FRANCIS
L
a sabiduría y personalidad de Ousama Bouzalmat, con tan sólo 19 años, sorprenden por su madurez, reposo e incluso por su sosiego. Este joven marroquí lleva en España desde que tiene 14, edad con la que abandonó su tierra y se despidió de su familia para probar suerte en España. Entonces, llegó a Motril, donde estuvo poco tiempo; fue en Málaga, en el centro Ciudad de los Niños donde pudo echar raíces, aunque no recuerda esos primeros momentos como los mejores de su vida: «Al comienzo fue muy difícil, porque no podía hablar ni con los propios chicos marroquíes. Muchos de ellos hablaban árabe y yo bereber, porque soy de un pueblo al norte de Marruecos. Fue empezar de cero totalmente, y estuve como tres o cuatro meses sin poder hablar con nadie. Fue muy duro», comenta este joven, que se expresa a la perfección en castellano. Recuerda entonces que estudiaba unas ocho horas al día de español: seis en el colegio y otras dos por las tardes, lo que le llevó a poder manejar más vocabulario y expresar sus necesidades con mayor facilidad. Desde pequeño, Ousama soñaba con ser cocinero, imitando la profesión de sus hermanos que trabajaban en la hostelería. Con el paso del tiempo y orientando su formación a este ámbito, recientemente puede presumir de realizar prácticas en una
SILVA
La nueva vida que promete el Reglamento de Extranjería Ousama. Este joven marroquí es uno de los chicos que podrá obtener su permiso de residencia y trabajo con la modificación de esta regulación, aunque aún hay algunas trabas que sortear CLAUDIA SAN MARTÍN
empresa de catering, en Acompanya, donde continúa aprendiendo la profesión con una sonrisa henchida: «Después de esto me encantaría trabajar y si puedo hacer un grado medio de cocina, es mi objetivo para ayudar a mi familia. Quiero ir a verles, hace casi cinco años que no les abrazo y aunque hacemos video-
llamadas no es lo mismo, necesito su cariño. Es como si te enseñan agua cuando tienes sed y no puedes beberla», comenta emocionado recordando a sus padres y hermanos. Sin embargo, ese soplo de alegría que llegó en octubre con la modificación del reglamento de extranjería le permitiría a Ou-
sama y a otros muchos jóvenes en una situación similar conseguir una tarjeta de residencia que también les acredite un permiso de trabajo. En la práctica, esta renovación logra que chicos migrantes extutelados a partir de 18 a 23 años puedan optar a conseguir un empleo y así lograr su ansiada independencia económica más allá de las asociaciones o centros de acogida. Ousama, por ejemplo, se encuentra en la actualidad residiendo en uno de los pisos de Málaga Acoge, aunque pronto espera que esta situación cambie y pueda lograr una vida normalizada: «Tengo muchos amigos en Málaga que se fueron a otros países porque cuando les daban la opción de renovar su residencia no se les permitiría trabajar. Entonces decían: ¿Para qué? Ese es nuestro único objetivo, es lo que queremos todos», relata con sinceridad. Genoveva Pérez, coordinadora del Área de Jóvenes de Málaga Acoge, relata que cuando estos jóvenes salían de la protección que los centros de menores les brindaban lo hacían sin ningún escudo, ayuda o apoyo, por lo que esta modificación les supondrá el empuje que necesitaban para poder construir un futuro en España, el país al que partieron siendo unos niños y en el que ahora se convierten en adultos con un proyecto de vida posible.
Posibles baches en el camino Aunque muchos de ellos aún no cantan victoria. A pesar de «recibir con alegría» esta modificación, la solicitud de este permiso esconde aún algunas trabas que no todos pueden sortear. Muchos de ellos han de estar acogidos en pisos de entidades sociales, por lo que «los chicos que estén en los albergues no podrían tener acceso»: «Entendemos que ahora el tiempo medio de estancia de estos jóvenes en los pisos de acogida se va a acortar, porque va a ser más rápida la gestión y los que tengan su permiso se podrán incorporar al mundo laboral. Sin embargo aún nos preocupan otras variables, como el mercado laboral o el acceso a la vivienda», apunta Pérez, una realidad nada sencilla de sortear, incluso, para quien lo tiene todo a su favor.
I. QUIRANTE
La reforma del reglamento de Extranjería supuso una esperanza necesaria para la juventud migrante extutelada que abandonaba los centros de menores a los 18 años sin un permiso de residencia o con una tarjeta que no le autoriza a trabajar. Su aprobación cambiará el futuro a cientos de chavales que podrán acceder a estos papeles, pero todavía conserva «algunos callejones sin salida» que hacen inviable esta mejoría para otros chicos en situación de vulnerabilidad, como señalan desde la Asociación Marroquí para la Integración de los Inmigrantes, cuya sede se encuentra en Málaga. Por un lado, los mayores de 23 años no podrán beneficiarse de estas modificaciones, pese a que estuvieron tutelados por la Administración que tendría que haber tramitado su documentación. Como explica la trabajadora social de la entidad, Patricia Jiménez, también se están encontrando con la complicación de que se sigue exigiendo a los jóvenes que presenten medios de vida. «Aunque ha bajado la cuantía que pedían que acreditasen coincidiendo con la del Ingreso Mínimo Vital, esta ayuda no se puede percibir hasta que no se cumplen 23 años», detalla. En este sentido, Jiménez recalca que hay chicos que viven en situación de calle desde que cumplieron la mayoría de edad, en buena parte debido a la saturación de los recursos habitacionales, y se pregunta cómo van a presentar esos medios de vida cuando «no tienen ni para comer». Si bien, las entidades sociales públicas y privadas tienen la posibilidad de ceder por estos chicos en este sentido, la trabajadora social insiste en que las organizaciones no tienen capacidad para justificar los medios económicos de toda la juventud extutelada. Además, para subsanar los errores que permita a estos jóvenes residir y trabajar legamente tienen que estar empadronados y, como indican desde la Asociación Marroquí, para ello tienen que estar en posesión de su pasaporte en vigor. Hay un buen porcentaje de casos que lo tienen en su país de origen o caducado, y no pueden viajar para enmendar esta situación debido a su situación administrativa. «Esta reforma todavía olvida a muchos chicos», sentencia Jiménez.
MÁLAGA.