Absurda convivencia - MAR

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Absurda convivencia Génesis-Colofón

“Existe un árbol, que se sostiene sin raíces y da frutos sin florecer” – Fragmento poema

XLVII, Cien poemas de Kabir.


Historia del génesis. Para un extranjero del ciclo que manejaba la humanidad de ese momento, un cuadro de monotonía con desconcierto se plasmaba a primera instancia. Todos eran “iguales”, la calidad de vida había mejorado eso si, y no precisamente por influencias homo sapiens. Todo parecía que por fin los humanos sabían vivir y convivir. Aunque con un sobre esfuerzo actuado, los “nuevos habitantes” se hacían pasar como humanos en situaciones cotidianas, todo parecía un mundo perfecto. Siempre dejando los dramas sociales como entretenimiento, nada que no tuviese una solución para los de la especie recién llegada. Nadie recuerda o habla de como ahora eran personas de bien, cumplimentes del nuevo y sistemático estilo de vida que llevaban. Ni un solo individuo da espacio en su cabeza para razonar como fue despertar y ver que compartían todo con ellos; si no es que ellos nos lo compartían a nosotros, el mundo. Regímenes políticos estructurados, las instituciones publicas con ambas especies involucradas, no faltaba también uno que otro diputado impune con problemas de sobrepeso, pero era un regalo de ellos para evadir la periodicidad y porque admitamos que, aunque ya con nuevas visiones de vida, el dramatismo y el ruido social es de recreación para los humanos. Que amables eran esos cuerpos largos y limpios sin tantos rasgos, ojos saltones e inteligencia desmesurada. Hasta se rifaron incluirse por “clase social”. Ellos también participaban de la “pobreza” y de vez en cuando de la violencia, gracias a un humano con problemas de polidipsia alcohólica que a altas horas de la madrugada pasaba atropellando con el coche a un extraterrestre.


La llegada. Sigilosa, sutil, probablemente sin una fecha exacta pero si un par de décadas antes de los hippies. Residentes en ciudades, el campo y seguramente las montañas en donde la gente cuando se embriagaba contaba historias asegurando como las grandes naves estaban bajo la tierra y que cambiar los aviones, que paulatinamente se desaparecían, por estas naves nunca vistas sería una mejor inversión y mas seguro. Qué ingenuos que nunca entendían los métodos de ellos para hacer “limpieza”. Los juegos o la diversión que traía a los seres del mas allá disfrazarse de humanos y jugar al proletariado cuando recién llegaban, era como darle tres horas de juego a un niño en el área de recreación de cualquier Mc Donald’s. También se cuestionaban que era lo que les impulsaba a ser tan amables y hacer más ligera su presentación hacia los sujetos de carne y hueso. Naturalmente antes de hacer su llegada, en algún tipo de parlamento alienígena se discutió por meses como hacer la entrada. Es probable que la cámara de diputados forastera integrada por muchos tiranos e impacientes votaron por una llegada en su estado natural, sin inversión de estar succionando gente para inflarla y luego meterse en sus “forros” como ellos le llamaban. Los del senado, que aunque eran menos pero tenían mas poder, dijeron que iba a ser una mayor inversión si llegaban solo así y tener que reconstruir ciudades por infraestructura dañada, y limpiar la ciudad de gente fallecida que tenían la desventaja que después de cinco horas ya apestaban. Qué tenían esos humanos que en cualquier tipo de caos todo agarraba fuego, las vitrinas rotas, autos y cualquier edificio quedaba como si un robot gigante hubiera jugado con ellos. El acuerdo fue que mientras fueran soldados preparados los que descendieran al mundo “real” estarían de acuerdo. La preparación de los soldados era muy fuerte, tenían que leer muchísimos libros que para ellos eran los Barco de Vapor de cualquier púber, ver películas donde la fantasía del amor era una producción de millones para una historia que después de ver la caratula ya se sabia de que trataba y aunque así fuera los obligaban a verlas. Comer chatarra, ver televisión, ser superficiales y la lista sigue. Quien iba a decir que somos tan complicados. Les enseñaron a usar armas, a talar arboles y el tema de la muerte desde el punto de vista humano, egoísta.


Yo soy, ¿Quién? Como tales gringos, los espigaditos inteligentes tenían mas que inventariada a la comunidad, Napoleón seguro hubiese sido participe de las técnicas que utilizaban estos aliens para tener al pueblo contabilizado para la creación de los estados modernos. La diferencia era que esta compilación no era para cobrar los impuestos, o evitar ataques terroristas; tener bajo la lupa a todo mundo solo era para el continuo estudio de los diversos homo sapiens. Por supuesto, tenían una que otra lista inteligente en la cual los suyos se sincronizaban una vez al mes para tener un control, pero nunca le ponían atención, al final, ellos si tenían confianza en los suyos. Yo, yo no estaba en ninguna de las dos listas. Cualquier amigo me hubiese dicho que valiera mi derecho constitucional a la identidad, pero nadie sabia de mi ilegitimidad. Para el día de mi nacimiento, la perfección tuvo un tropiezo a lo largo de un año. No recuerdo que día nací con precisión pero la señora del restaurante hindú que se hace llamar mi hada madrina dice que soy del frio noviembre. Mi madre, por lo que cuenta mi hada madrina con uñas amarillas por utilizar demasiado curry, era una jovencita estudiosa, muy independiente que vivía con sus tíos.

En la universidad fue estudiante promedio y si tan solo no se hubiese

enamorado en su cuarto año, seria una exitosa administradora el día de hoy. Naisha, la morena hada madrina que me alimentaba una o dos veces por semana siempre dijo que mi madre era una verdadera Uma, que significaba brillante. Naisha durante toda mi vida ha estado a tres cuadras de mi casa, hemos vivido en el mismo barrio pluricultural por décadas y aunque nunca le comparto una muestra de aprecio como ella lo hace para conmigo, siempre tengo una sensación de paz al estar junto a ella. Tengo que aclarar que no recuerdo nada de mi infancia, mi juventud fue monótona y a mis 28 años creo que sigo en off. Así que prefiero tener siempre en blanco mi mente y por razones que ya les contare, que Naisha me reveló, tengo una gran facilidad para controlar mi mente.


El día, los meses y el año del error. Existen dos tipos de servicios, instituciones, entidades etc. para el pueblo; el perfecto y el “perfecto… atendido por humanos”. A continuación una recopilación de años de historias que Naisha me ha relatado, que yo suelo ver como mi origen, mi identidad; al menos cuando esta lloviendo y me da eso de los problemas existenciales. Naisha dice que mi madre asistía a la universidad sin ninguna pesadez, en aquel entonces eran pocos los que estudiaban por gusto que por obligación. Eso la hacia diferente. A pesar de que ya estaban dividas las universidades, una para humanos y otra para extranjeros, mi madre después de una juventud independiente en el ámbito emocional, “encontró el amor”. El amor con un extranjero, he aquí el día del error. En teoría no eran, ni es posible que las dos especies se puedan mezclar de tal manera, digo, los extranjeros adolecentes antes de llegar a los veintitrés e ir a una capacitación de seis meses sobre la humanidad, compraban prostitutas humanas en alguna esquina pero nada emocional. Era como si ellos no tuviesen sentimientos. Al menos yo creo no tenerlos. Ahorrare todos los cursis detalles que Naisha me dio, mi madre y uno de ellos estaban enamorados. Verse en escondidillas y el ritual de enamoramiento común según los humanos, todo estaba incluido. Creo que él no era del todo extranjero si se presto para esas acciones empalagosas. He aquí los meses del error. Su amor los llevo a explorar, y supongo que por el resultado, los extranjeros no eran tan diferentes en el aspecto físico más que en el intelectual. Llego el día, cumplió veintitrés y aunque se juraron amor eterno para esos seis meses de espera ni por pactos de sangre duraría. La capacitación era la introducción del chip de inteligencia suprema y manual comportamiento intachable para los extranjeros, al regresar no iba a recordar su amorío con la humana. Mientras pasaban los meses mi madre fue advertida por Naisha viéndola un día fijamente a los ojos, que estaba embarazada. Ella se encargo de apoyarla ya que su tío estaba muy anciano como para atenderla. Llegó al hospital a media noche, al hospital perfecto… atendido por humanos, fue atendida, y en menos de veinte horas Naisha ya la había sacado conmigo de ese hospital antes de que sospecharan que yo, era producto de algo que al parecer nunca había ni debía pasar. He aquí como se concreto el año del error.


Sin interacción solo observación. Mi barrio esta constituido por aproximadamente diecinueve familias, cada una dejando claro que hacer hijos es mas importante que preocuparse por que van a comer. Yo vivo en un apartamento donde cabría una familia entera de reses y tampoco ellas usarían la televisión con la vista desde ese escondido callejón. Si Naisha me escuchara estaría orgullosa que hago comparaciones de reses y no como comida. Cada fin de mes gritos que atraviesan a las seis en punto de la tarde; creo que se quejan de que no hay comida para los últimos días pero que se olvida los primeros días del mes cuando después de cada comida, practican el hacer mas hijos… Fui como todos los días por mi almuerzo con Naisha, a pesar que ella no le gusta recibir mi dinero porque dice que ella hizo la promesa de cuidarme, cuando me solventan por las entregas del mes es a ella a quien le pago la cantidad exacta del mes según el precio que tienen las comidas en el tablero del restaurante. Un abrazo con olor a comida exótica, un beso en mi blanca frente y un apresurado sobrino de Naisha jalándome a una mesa recién desocupada para servirme. En los 9490 abrazos que me ha dado 23 veces he levantado los brazos para corresponderle, en sus cumpleaños. Quisiera saber que es eso que hace que brillen sus ojos cuando me ve y dice “amarme”, creo que no le molesta mi frialdad, no le molesta mi forma de ser, mi origen; mas me advierte siempre de mantenerlo en secreto. -Hoy no brillan tus ojos- dije mientras comía el pollo de siempre. Naisha que en otra ocasión hubiese reaccionado ante eso como una madre que recién escucha balbucear a su hijo, me ignoró. Terminé de comer, estaba lloviendo y no me molestó quedarme un rato viendo a la gente que comía. Observe sin tener noción del tiempo hasta que Naisha me dijo que si pensaba quedarme aunque cerraran, yo ni había notado que había pasado varias horas y que por primera vez pasaba más de 58 minutos en el restaurante. Me levanté y al tomar la manecilla de la puerta Naisha me detuvo…


Inicio del colofón -No habrá alianzas, no serán ciertas las promesas, no tendrás elección- con un tono extraño, los ojos sin brillo. Me quede en silencio sin soltar la manecilla y esperando que eso fuera todo abrí nuevamente. Me detuvo otra vez. -Uno de tus dos orígenes llegará a su fin. Espérame sentado, aun tengo que dejar listas unas ensaladas para mañana- obedecí.

Veinticuatro minutos habrían pasado, dos o tres lámparas encendidas, ni un solo trabajador en el restaurante. Sin tener una mínima idea comí dulces del mostrador hasta que salió Naisha con un té de olor extraño. Le gusta con mucha miel.

-Hijo, al parecer la familia de tu padre se ha cansado de nosotros… ya no estaré mas para cuidarte y no sé que futuro hay para ti, tienes que esconderte, lo has hecho bien durante 26 años, ahora debe ser mejor. De haber una promesa fiable que sea la que tú me vas hacer de qué no dejaras esto a la ligera. Probablemente tienes más opciones con ellos que con nosotros, si es que te aceptan como eres, si es que su perfección los deja ver un poco más allá.-


Pereciendo ligeramente “Virus esta acabando con raza humana” alcancé a la leer mientras almorzaba a la semana siguiente donde Naisha. Al parecer mucha gente estaba falleciendo en lapsos de tres a cinco días por un virus fatal. Eso explicaba porque el restaurante estaba vacío y las pocas personas que llegaban eran amigos cercanos de Naisha que portaban mascarillas y que al verme sin una susurraban que probablemente yo ya iba a morir también. Nai no llevaba mascarilla, me dijo que sabía a donde iba todo esto del virus, que con o sin protección sus días estaban contados. Yo claramente no estaba cumpliendo con la promesa que prácticamente pactó consigo misma Nai. La verdad no veía los periódicos ni televisión, como siempre. Lo de esconderme pues no fue necesario ya que a lo único que salía era para hacer entregas y la compañía que me contrataba ahora era un edificio desolado. El dinero no era problema porque cuando me pagaban solo daba a Naisha lo que debía de comida y lo que me indicaba que había que pagar del apartamento, porque ella le pagaba al conserje para que este se encargará de saldar cuentas de luz y agua de lo cual hacia llamar Naisha “su bodega de alimentos”. Dijo que era por seguridad esa rutina y, como nadie notaba que yo vivía ahí era mejor que se quedara así. El resto se quedaba siempre en el sobre blanco con el logo de la empresa. Nai me recomendó que abriera todos los sobres y guardara bien el dinero, como siempre ni me molesté en hacerlo. Naisha me fue a buscar un día por la noche, era obvio que cuando tocaban la puerta tenia que atender sin ninguna otra opción, solo ella era la única que sabia que vivía ahí por ende se molestaría que yo me hiciera el dormido o el desinteresado en abrir la puerta. -Desde mañana pasas por mi apartamento por tu comida, hoy cerré el restauranteSolamente asentí cuando los ojos de Naisha pedían que olvidara que no era su cumpleaños para darle un abrazo.


“Hay oportunidad” Nai vivía sola, de vez en cuando hospedaba uno que otro paisano y un gato moribundo. Éramos iguales porque no teníamos a nadie, así lo veía yo en mi intento desesperado de encontrar coincidencias que hacían que me “amara” tanto. Desperté y vi una nota en el espejo, “me voy al anochecer, espero que hasta donde pude haya cumplido con la promesa que le hice a tu madre, cuídate como si yo siguiera contigo”. Cuando leí eso decidí por primera vez después de mi pubertad bajar al apartamento de Naisha. Cuando entré estaba comiendo su pastel favorito mientras miraba una película sin sentido ni sonido, acariciando un gato pulgoso. -¿A dónde te vas?- creo que la incertidumbre por primera vez me atacaba, porque aunque no lo demostraba Naisha era un punto de partida de lo que era mi vida y que su nota no era muy clara; así que debía preguntar. -Perdona es que no veía la diferencia para ti de subir a despedirme a dejarte una nota, lamento haber entrado sin tocar pero era muy temprano y quería una lata de frambuesas para hacer pastel, que hay en la cocina si lo deseas, ¡ah y como lo olvidé! Eres libre de venir acá a tomar latas o algo de comer cuando quieras…- corté un pedazo de pastel como desayuno y me senté a la par de ella tratando de entender la película. -…han dicho que habrá un campamento para quienes no estamos contaminados, que ellos han conseguido la cura para los humanos, pero yo sé de que trata, así que es mejor que antes que vengan a irrumpir el edificio me vaya con ellos, ya convencí a los vecinos que quedan que es cierto y que debemos ir.- Entendí que no volvería y que se iba para protegerme y no me encontraran.


Esta vez, no abras. No había comido en varios días, no tenía hambre y nunca aprendí a cocinar aunque Naisha siempre intentó enseñarme cuando quería que yo manejara el restaurante. Era fin de mes no habían gritos, no habían humanos en la ciudad, sin embargo todo seguía igual, solo que con un poco mas de silencio. El último cigarro, lo prendió mientras miraba como por la calle aparcaban unos camiones llenos de soldados alienígenas haciendo su labor nocturna, que al parecer era revisar que no hubiesen más personitas en el ambiente. Tocarón la puerta e hizo lo que hubiese hecho de ser Nai.

Al descubrir qué era él, ¿vivió o murió?


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