Manicomio Suyay Nº2

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¿Y cómo les fue? Quizá se pregunten algunos, interesados por el devenir del número inicial de la revista. Por

suerte, la respuesta es más que alentadora: se despertó el interés de numerosos lectores, se agotaron los ejemplares y sobre todo se cumplió con el objetivo de sembrar y cosechar diálogo. Para cumplir este propósito Manicomio Suyay tuvo varias presentaciones. Las primeras se realizaron en Lima, Perú, en las instalaciones del MOHL y el Instituto RivaAgüero. Las siguientes se organizaron en Tacna, en el local de la Biblioteca Municipal y en Antofagasta, Chile, en la Biblioteca Viva. En esta etapa se contó con el valioso apoyo de los miembros de la publicación literaria Letrasértica y de algunos autores del sello editorial Cinosargo, respectivamente. El ciclo se cerró en Cochabamba, Bolivia, con el auspicio del Club del Libro “Rotary Norte”. Son muchas las personas a las que debemos agradecer su ayuda y buena voluntad. Entre ellas están: Jorge Miyagui y Jorge Chávez Reyes; Carlos Ramos Núñez, Cecilia Méndez y Wilfredo Ardito Vega; Irma Zubieta y Juan Carlos Rodríguez; Daniel Rojas Pachas, Roberto Vega Taucare y , especialmente, Cristian Orozco Villagran y Janet Morales Bardales y su amables y cariñosas familias. Sin ellos no hubiera sido posible el recorrido que ha realizado esta publicación por los tres países sobre los cuales no solo intenta informar sino también construir una red de amistad. Este número pretende limar los defectos que arrastró la edición anterior. No obstante insistimos en la apuesta por artículos que, sin desdeñar la transparencia del lenguaje, procuren algún nivel de profundidad en la temática que abordan. Insistimos también en la diversidad de miradas, porque si bien las especializaciones son una necesidad, también lo son las perspectivas panorámicas. Estas son algunas de nuestras opciones, las que hemos tomado sabiendo de antemano que aún nos falta mucho por aprender. Un detalle más: este número viene con un regalo. El único texto de ficción que escribió y publicó el Amauta José Carlos Mariátegui. Bienvenidos a este nuevo manicomio, uno de diálogo y esperanza. Julio Meza Díaz


Artículos en este número Homoparentalidad: las nuevas familias y las reAcerca de Movadef: una crítica de izquierda Pág. 3. laciones de género Pág. 31. La Madre Tierra como sujeto de Derecho. De la La persistencia del ayer. Sobre lo retro y otros Leyenda al Derecho, del Derecho al Mito Pág. 8. demonios del pasado Pág. 35. Perú y Chile ante La Haya: Andanzas de dos países adolescentes en el viejo continente El tiempo en el proceso civil: un mal necesario Pág. 12. a vencer. Propuestas para una justicia civil más justa Pág. 38. Chile y la Ley Hinzpeter. O como se violentan derechos en pos de un falsa seguridad Pág. 15. Vigencia de la propuesta de Mariátegui en la educación peruana Fe y compromiso social: temores y esperanzas Pág. 43. Pág. 19. ¿Entre Miguel Gutiérrez e Iván Thays? Al resBreve apunte sobre la novela boliviana contem- pecto de ciertos prejuicios en la escena literaria poránea. La mesa está servida pero no hay co- peruana Pág. 51. mensales Pág. 24. Libro abierto Pág. 61. Zona Sur, al norte del cine boliviano. Entrevista al director de cine boliviano Juan Carlos Valdivia Pág. 28.


ACERCA DEL MOVADEF: UNA CRÍTICA DE IZQUIERDA Por Miguel Det*

Algo en mi interior me ha impulsado siempre a identificarme con los derrotados y las causas perdidas, pero tal inclinación desapare-

ce apenas aquellos evidencian estar demasiado infatuados de sí mismos como para negarse a reconocer siquiera su condición de derrotados y a reconocer las causas de un conflicto y una tragedia social que largamente los sobrepasa. No hay, por otro lado, peor idea que una idea grande constreñida en mentes estrechas, y aunque el maoísmo siempre ha distado de tener una importancia de dimensiones considerables, la infinita minusvalía de sus ideólogos –y, por contraste, la prolongada sangría de sus militantes de base– ha generado en algunos ingenuos, en la aparente soledad de su rabia y en la ausencia de otros referentes políticos organizados cuyos horizontes vayan más allá de lo políticamente co-

* Lima, 1968. Ilustrador. Comenzó su oficio dibujando para fanzines subtes y participando luego en revistas como Karne Kruda, ¿Tiene Dientes?, Somos, Inocente Hecatombe, etc. Ha ilustrado libros de cuentos y dictado talleres de historieta. Entre otros, es autor de los libros Novísima corónica i mal gobierno (Contracultura, 2011) y coautor de Conversaciones en la ciudad de Cartón (Contracultura, 2011).

rrecto (léase, una democracia burguesa eficiente y “honesta”), la impresión de estar perdiéndose algún arcano secreto oculto allí donde no hay sino hojarasca acumulada. Pero aún la estupidez puede ser en sus alcances criminal –de hecho, el crimen no es sino la forma más nociva de una estupidez que no se reconoce tal–, y el espectáculo que hoy nos ofrece la otrora improbable alianza tácita de fujimoristas y senderistas, estos últimos luchando por su incorporación a la “putrefacta política burguesa” y ambos abogando desde orillas que se pretenden opuestas por la impunidad, mediante el indulto o la amnistía, de los Telmo Hurtado y Martin Rivas,1 solo pone de manifiesto que aquel pueblo por el que la jerarquía maoísta consideraba legítimo enviar ingentes cantidades de universitarios y campesinos pobres al matadero –sino al genocidio– nunca le interesó en realidad demasiado; en todo caso, no más que las tortas y licencias otorgadas a su líder por la dictadura más corrupta y criminal de la historia peruana.2 Son muchas las objeciones que nos puede merecer el maoísmo. Engendro tardío de la ”revolución cultural” china iniciada en 1966, diecisiete años después de la conquista del poder por 3


el Partico Comunista Chino (PCCH) –en 1969 aún se hablaba, de modo más modesto, del “pensamiento del presidente Mao”–, la presentación en sociedad de este coctel que mezcla en proporciones iguales nacionalismo, guerrillerismo campesino y culto a la personalidad (más unas cuantas gotas de retórica “marxista”) suponía la posibilidad, y más aún la necesidad, de extender su aplicación militarizada del campo a la ciudad al orbe entero, así “el campo” no fuese otro que el de algún campus universitario de primer mundo. A la postre la realidad le fue adversa aún en China, donde había logrado hacerse de un poder salvo el cual todo sería ilusión: como alguien ha recordado hace no mucho, la “Campaña de las 100 flores”(1956) acabó con la persecución y encierro de medio millón de “reaccionarios” en campos de concentración, el “Gran Salto Adelante”(1958-1961) en una hambruna que mató a 30 millones, pese a la propaganda (que, usando cifras amañadas, lo presentó como un éxito) y en la pérdida temporal del poder de Mao en manos del ala derechista del PCCH; y la “Revolución Cultural”(1966-1969/1979) con casi dos millones de muertos en el intento de su “reeducación” y en las luchas por el poder que, favoreciendo inicialmente al “delfín” Lin Piao y a Chiang Ching,3 terminaron con el asesinato del primero tras un

fallido intento golpista (1971) y, poco después de la muerte de Mao (9/9/1976), con el encarcelamiento de la segunda junto a los otros miembros de “la banda de los cuatro” y el fin del maoísmo como ideología oficial. Progresivamente, la dirección del golpista Deng Xiao Ping (19781997) implementó una mezcla “pragmática” de totalitarismo unipartidario y capitalismo salvaje que hoy sólo la amoralidad de un Alan García o el pragmatismo ”democrático, patriótico, progresista y antimperialista” de Alberto Moreno y ñaños de JP podrían elogiar.4 En resumen, se abandonó el ideal del “hombre nuevo” socialista para remplazarlo por el del esclavo absoluto, y los mandarines reaparecieron convertidos en burócratas del PCCH. En el Perú al maoísmo en su versión militarizada (senderista) tampoco le fue mejor, y ello pese a haber renegado del “perro Deng”.5 Nunca ha sido muy buena idea iniciar una “revolución” siguiendo el supuesto de que un estado, mal que bien integrado al capitalismo de los 80´s, pudiera merecer una caracterización de “terratenienteburocrático” y una estrategia aplicables (cuando menos para los efectos de la guerra, que no los del socialismo) a una realidad propia de la China de hacía sesenta años, la cual tenía presencia de tropas invasoras que permitían articular una resistencia nacional y una extensión geográfica y densidad poblacional incomparablemente mayores. Tampoco ha sido una buena idea iniciar semejante empresa bajo un supuesto táctico tan trivial como el creer que “el retorno de la democracia” en 1980 haría que se traspapelasen los informes de inteligencia relativos al Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso (PCP-SL). El “inexorable” tránsito desde el Big Bang hasta la “sociedad comunista”


tal vez habría requerido un Asimov antes que un Guzmán, cuya intolerancia a la crítica6 debiera haberle ganado un lugar en el Vaticano antes que en el ejercicio de la docencia en una universidad pública. El culto a la figura de “el Presidente Gonzalo”, que en apariencia constituía, dado su efecto aglutinante, el lado fuerte de SL, era al mismo tiempo, por su subjetivismo, su lado más vulnerable pues, como señala el ahora crítico Luis Arce Borja –otrora director de El Diario y autor de “la entrevista del siglo” a su entonces infalible y amado líder– la lealtad y sujeción que expresaba la militancia a Guzmán “…no significaba una lealtad al marxismo, ni siquiera al Partido, sino (solo) al jefe único. (Así) el destino del partido y del proceso ya no dependía de la fortaleza del movimiento histórico de las clases oprimidas, sino más bien de la decisión y voluntad del jefe absoluto”, cuya combatividad personal quedó claramente desacreditada tras su captura con el “Acuerdo de Paz” de 1993, facilitando el rápido desmoronamiento de su pirámide organizativa (Memoria de una guerra: Perú 1980-2000, CESAL 2009).7 La tesis leninista de las luchas de liberación nacional (oportunistamente convertida en el nacionalismo más ramplón por los senderistas de la facción conocida como “Proseguir…”8 durante el conflicto armado de los 90´s con Ecuador9 y que hoy dota de una cobija ideológica a las simpatías etnocaceristas de sus remanentes vueltos al redil del acuerdismo) y la política de “frente único” (conceptos que explican el porqué los maoístas peruanos hablaban de construir una República Popular de Nueva Democracia “en una primera etapa” antes que una sociedad comunista sin más) sirvieron históricamente para entronizar al fascismo y reemplazar el internacionalismo proletario por guerras de carácter inequívocamente chovinista que hicieron las delicias de la

CIA (aunque, claro, si historia y maoísmo no coinciden, tanto peor para la historia). Finalmente, las sandeces del conocimiento y del arte como reflejo de la realidad objetiva e instrumento de la lucha de clases (si incontaminado de influencias “extranjerizantes” tanto mejor, como le oía decir a un maoísta metido a brichero hace no mucho) requerirían un cerebro algo menos complejo que el del humano promedio, cosa que bien saben los jerarcas senderistas, pero que igual sostienen, ya que los delicados goces del espíritu y de los sentidos que ellos se permiten podrían, creen, confundir e incluso aburguesar a unas masas requeridas de ordenes indiscutidas y de “austeridad socialista” (una vez más, el miserabilismo convertido en virtud). Degeneración del maoísmo (que fuera una degeneración del stalinismo tal como este lo fuera del leninismo y este a su vez del “marxismo” hecho ideología por el revisionismo socialdemócrata de la II Internacional), el “(pensamiento) gonzalismo” como teoría política (¿?) tiene un lugar asegurado en el museo de las aberraciones ideológicas que, en un rapto de buen humor, Orwell etiquetara como “colectivismo oligárquico”. Tal vez, como los apristas que se insurreccionaron en 1931, algunos o muchos de quienes sucumbieron o sufrieron prisión en tanto partícipes del proyecto senderista, pensando que este los conduciría al comunismo, merecieran mejor suerte, no lo sé. La historia, en cualquier caso, no se presta a valoraciones de semejante índole. Mucho más interesante –y, para ser sincero, preocupante– que el “(pensamiento) gonzalismo”10 enarbolado por el MOVADEF resulta la práctica organizada que de tal discurso se deriva. Si bien el componente emocional es elevado (muchos de quienes militan allí son familiares o amigos de presos acusados de terrorismo), lo 5


mismo que el generacional,11 el maoísmo organizado le viene como anillo al dedo a un Estado interesado en criminalizar la protesta social,12 máxime cuando le resulta tanto más fácil ligarlo a la protección mercenarizada del narcotráfico en el VRAE (que, a soto voce, los militantes del MOVADEF rechazan o aceptan conforme sus necesidades de inserción en la política burguesa) como al recuerdo de sus propias cuotas de participación en la desaparición y el exterminio de miles de campesinos pobres durante la década de los 80´s, cuando SL, bajo la consigna de “o con el Partido o contra el Partido”, buscaba instaurar “revolucionariamente” un capitalismo de estado así fuera a expensas de los supuestos interesados, lo que, como todos sabemos ahora, diese lugar a la formación de rondas campesinas y a una escalada de violencia que, al cabo de pocos años, terminó por condenar al senderismo al ejercicio del terror urbano13 y a su rápida desarticulación. Volviendo al punto inicial, resulta por demás sintomático que el estado peruano se muestre incapaz de confrontar ideológicamente a la precariedad discursiva del maoísmo, cuyo único punto fuerte radica en callar (y permitir así, por un instante, oír el ensordecedor clamor de lo existente) antes de dar inicio a su andana de mentiras, y opte en cambio por las medidas represivas más obtusas (tal vez como la recientemente propuesta Ley del Negacionismo). Que el estado es incapaz para resolver los problemas estructurales del país lo sabemos bastante bien y también sus defensores, y no por mérito alguno de SL tanto como por sus propios crímenes y su propia necedad, evidenciada, por solo poner un ejemplo, en un hecho tan elemental como el no haber encontrado hasta el presente la expresión adecuada con la que caracterizar (y ni que se diga explicar) más de veinte años de “violencia política”. Queda aún por conocer que tan funcional le resulta al estado dicha impotencia de cara a las perspectivas de una represión social de alcances

aún mayores a los que pudiera (o, según algunos, debiera) merecer el maoísmo claudicante como converso apologeta de la razón de estado y que tan capaces somos, como ciudadanos, de oponer a unos y otros nuestra autonomía sin dejarnos embaucar por la impuesta contradicción existente entre “demócratas” y “subversivos” en juego de Combate. Entre adecuar la realidad a la idea para “escribirles el libreto a sus indios” (C.I. Degregori, Que difícil es ser Dios, IEP, 2011), como hiciera SL y pretende hacer ahora el MOVADEF desde la legalidad, y resignarnos a adecuar nuestras expectativas a una realidad impuesta, hay aún un largo trecho por pensar, recorrer y aprender a pelear.

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Notas: 1. ”Siniestros militares carniceros y torturadores” (sic) cuyo indulto por el gobierno fujimorista aún repudiaba SL en 1998. Por otra parte, las expectativas puestas en la liberación de los líderes maoístas no pasan de ser un guiño a la reacción y una cuchufleta al proletariado que únicamente la esquizofrenia gonzalista de los señores Crespo y Fajardo, otrora partícipes de la disociación “Gonzalo”/Guzmán, ha terminado por creerse. Tampoco pasa de ser un saludo a la bandera su “defensa de los derechos fundamentales del pueblo” distintos, a su entender, de “las podridas y vetustas banderas de los derechos humanos (que) son los derechos del imperialismo, de la burguesía y de la reacción mundial” (CC del PC del P, “Unir al Pueblo Contra La Dictadura Fascista, Genocida y Vendepatria Desarrollando Más Guerra Popular”, febrero de 1998), cuyo desprecio, tan parecido al de Cipriani, le permitió –e, hipotéticamente, permitiría– volver al ejercicio de nuevas brutalidades. 2. O, en sus propias palabras, “la Dictadura Fascista, Genocida y Vendepatria (dirigida por)… la camarilla militar de Hermoza Ríos, el aprendiz de Pinochet… (y su títere) el chumbeque Fujimori”. 3. Esposa de Mao, condenada a pena de muerte en 1981 –condena luego conmutada por la de cadena perpetua– y puesta en libertad en 1991. Se suicidó al poco de salir de prisión.


4. La ruptura de la China de Mao con la URSS de Krushev (1960), en teoría debida a las críticas que este hiciera del terror stalinista en 1956, había motivado hechos tan curiosos como los combates fronterizos entre ambas potencias (1967-1969), la visita de Nixon a Pekín (1972), el temprano reconocimiento del gobierno chino al golpista Pinochet (1973) y la fallida invasión china a Vietnam (febrero de 1979) durante la guerra de este país contra la Camboya de Pol Pot (como se recordará, la URSS había respaldado tanto al gobierno de Allende como a la resistencia vietnamita contra EEUU). Maravillas del nacionalismo “revolucionario”. 5. Como se recordará, el PC del P-SL es una de las dos fracciones escindidas en 1971 del Partido Comunista del Perú - Bandera Roja o “pekinés” (la otra fue un PC de tendencia albanesa), partido del que ya en 1968 se había escindido el PC del P-Patria Roja de Alberto Moreno (favorable al “socialismo de mercado” de Deng hasta el punto de aplaudir la masacre de Tiannanmen en junio de 1989). Bandera Roja, a su vez, se había escindido en 1963 del PCP- Unidad (“moscovita”). 6. Una de cuyas primeras víctimas fue Kawata, reacio a concentrar el accionar inicial de SL en las zonas rurales antes que en los cordones industriales de Lima y gracias a cuyo trabajo organizativo en la capital, sin embargo, pudo el partido recomponerse tras su derrota en el campo, donde el tan cacareado “equilibrio estratégico” jamás fuera alcanzado. 7. Lo que Arce Borja calla y oculta es que fue el mismo Mao –y no sólo, como sostiene, el “aventurero” Lin Piao– quien acabó por ponerse a la cabeza de este movimiento espontáneo de estudiantes devenidos “guardias rojos” y nacido en respuesta al burocratismo y la corrupción de la nueva clase dirigente china, desarticulándolo luego con ayuda del ejército una vez que le hubiera ayudado a deshacerse de quienes lo habían apartado del poder en el temor de que aquel movimiento acabase por cuestionar su propia autoridad. 8. Grupo que insistía en continuar con la lucha armada en el supuesto que Guzmán y la dirección central PC del P-SL habían sido traicionados y no habían realmente firmado el acuerdo de paz de 1993 o bien que la suya era una “camarilla traidora”: ”…Ha surgido rabiosamente desbocada una nueva camada de vergonzantes partidarios de una Línea Oportunista de Derecha revisionista y capitulacionista que… amamantada y apadrinada por las fuerzas armadas y el títere de Fujimori han cacareado desde sus ratoneras por la realización de un llamado “II Congreso”… para revocar el primero, eructando que allí habría que definir “la lucha” por un Acuerdo de Paz avalando así las negras patrañas de rendición y arrepentimiento de sus amos y traficando con el nombre del Presidente Gonzalo… Sin barrer cabal y completamente la Línea Oportunista de Derecha revisionista y capitulacionista no podremos conquistar el poder

en todo el país”. “¡Contra la Dictadura Genocida y Vendepatria, Persistir en la Guerra Popular!”, CC del PC del P, marzo 1995. En: Un Mundo Que Ganar, N° 24, 1998, p. 35 y 39. 9. “… Alertamos a todo el pueblo que la dictadura fascista, genocida y vendepatria que por sus afanes y ante la presión del imperialismo, está tramando entregar una vez más, parte de nuestro territorio patrio… las fuerzas armadas reaccionarias nunca han defendido ni la integridad ni la soberanía nacional… Otra vez la nación está en riesgo, otra la república está en riesgo, otra vez el territorio está en riesgo, puede ser perdido fácilmente... ¿Qué corresponde? Que potenciemos el Movimiento Popular de Liberación… porque el pueblo, siendo el pueblo, ha sido quien ha defendido la patria… La Patria está en riesgo y lo único que cabe es defenderla con las armas en la mano”. Ibídem. 10. No deja de ser gracioso que hasta el presente y pese a 20 años de publicidad continua nadie sepa a ciencia cierta en qué consiste una ideología que se nos ha ofrecido como “invencible y todopoderosa”, ”la más grande ideología que ha visto la tierra”, “garantía de triunfo”. Lo que sí queda claro es que, a diferencia de la teoría socialista, resultado de la lucha de clases y creación colectiva, este “gonzalosalvasanasantifica” es concebido más bien como la secreción hormonal de una abeja reina para uso y consumo de la colmena partidaria, lo que, por supuesto, nada tiene que ver con el marxismo. 11. Ante la podredumbre institucionalizada y el descrédito de los “partidos democráticos” legales al joven descontento e ignorante –incluso del pasado reciente– SL se le ofrece, bajo el halo romántico de su martirologio, como la única fracción del capital nativo que hasta ahora no demuestra desde el Poder todo lo reaccionaria que puede ser y en esencia es. 12. Evidenciada estos últimos años, sobre todo, por la resistencia campesina y nativa a la privatización de los bosques tropicales y de las fuentes naturales de agua y a los proyectos mineros en consideración a sus efectos contaminantes. 13. Vendido a los incautos por la propia reacción como un “¡Están a punto de tomar Lima!” para efectos de represión y neoliberalización económica. Fuente de las imágenes: 1. http://www.azcentral.com/news/ articles/20120626Famous-handshakes-that-broughtmessage-of-peace.html?nclick_check=1 2. http://www.lacapital.com.ar/el-mundo/Ladictadura-chilena-libro-una-guerra-secreta-contra-laprensa-20120804-0004.html 3. http://www.larepublica.pe/02-10-2012/fujimori-y-montesinos-negociaron-acuerdos-con-abimael-y-su-cupula 4. http://elcomercio.pe/actualidad/1496396/noticia-movadefbusca-camuflarse-participar-elecciones2014-advirtio-ejecutivo 7


Por Pamela Santa Cruz Melgarejo*

El estado Plurinacional de Bolivia reconoce a la Madre Tierra como sujeto de Derecho desde diciembre del año 2010 mediante la Ley 071. Sin embargo, ¿la ley, como ordenamiento creado por y para los seres humanos, puede conferir derechos a la tierra, que no goza de la condición de persona? Es evidente que no, puesto que la tierra es un ente

* Cochabamba, 1989. Licenciada en Derecho por la Univ. Católica Boliviana “San Pablo”. Tiene estudios de Derecho Internacional Humanitario en el Sistema Interamericano y en el Sistema de la ONU (American University Washington College of Law, 2011). Publicó el libro Entre el Vértigo y la Asfixia (Edit. Kipus, 2007). Obtuvo diversos premios de ensayo y cuento en su ciudad.

físico, geográfico y espacial carente de dignidad humana, de libertad y responsabilidad. La tierra no tiene la capacidad de adquirir derechos y contraer obligaciones. Pero, ¿qué es la Madre Tierra? De acuerdo a esta ley “es el sistema viviente, dinámico conformado por la comunidad indivisible de todos los sistemas de vida y los seres vivos, interrelacionados, interdependientes y complementarios, que comparten un destino común”.1 En ese sentido la Ley 071 otorga a la Tierra siete derechos equivalentes a aquellos que poseemos los seres humanos: derecho a la vida, a la diversidad, al agua, al aire limpio, al equilibrio, a la restauración, a vivir libre de contaminación. La discusión central de este análisis es nueva en el ámbito jurídico, debido a que desde siempre los derechos han estado reservados a los seres humanos dotados de conciencia, inteligencia y responsabilidad, en virtud del cual ejercen la personalidad jurídica, que es la facultad de adquirir derechos y contraer obligaciones. Esta


relación indivisible de derechos y obligaciones es la esencia de las expresiones normativas, como la ley, los principios generales del Derecho, la doctrina y las sentencias judiciales, puesto que todo el Derecho ha sido establecido por causa de los hombres, (hominun causa, onmeius, constitutumest), como dice Hermogeniano en el Digesto. Al pretender otorgar la condición de sujeto de Derecho a un ente geográfico que no tiene la capacidad de ejercer derechos y que está exento de responsabilidades se vulnera el fundamento lógico-racional que es condición sine quanon del Derecho. Por otro lado, el reconocimiento de derechos y obligaciones en una ley debe beneficiar a una persona, en el sentido lato de la palabra, y en sentido jurídico debe responder a una necesidad de la colectividad y no a los intereses circunstanciales de un programa de gobierno como es el caso de la Ley 071, que busca apuntalar el principio del Vivir Bien (modelo económicoecológico alternativo al capitalismo) inserto en el Art. 8 de la Constitución Política del Estado. Claro que estamos de acuerdo con el uso racional, la preservación y conservación de los recursos naturales bajo el principio del respeto al planeta que habitamos. Por ello la Ley 071 debería hacer énfasis en las obligaciones que tiene el Estado y la sociedad civil respecto a la protección de la Madre Tierra y no otorgar derechos a un ente incapaz de ejercerlos por sí mismo por falta de validez (es incompatible con otras normas) y falta de eficacia jurídica de la ley (no se puede aplicar). Efectivamente, las personas, además de existir de un modo singular, viven y obran en varias formas de comunidad social, que organizadas dan origen a los entes colectivos.2 Así surgen los entes que denominamos, desde el punto de vista social entes colectivos, y jurídicamente personas jurídicas, designadas también como personas colectivas, corporaciones, persona abstracta, artificial, civil, ficticia, incorporal, de existencia ideal, no física o moral; con personalidad y/o ca-

pacidad jurídica. La Madre Tierra no tiene capacidad de gozar derechos o cumplir obligaciones puesto que el Derecho exige, para la conformación y funcionamiento de cualquier persona jurídica, la concurrencia de al menos dos personas físicas o naturales (seres humanos) que realicen actos en su nombre. Como señala el Art. 52 del Código Civil, únicamente son sujetos colectivos de derecho el Estado boliviano, la Iglesia Católica, los Municipios, las Universidades y demás entidades públicas con personalidad jurídica; como también las asociaciones, fundaciones y las sociedades civiles, comerciales. Este conjunto de entidades, gracias a la personalidad dada por la ley se distinguen de las personas físicas o naturales (los seres humanos) y los entes (la tierra), bajo ciertos condicionamientos fundamentales: ser integrada por personas, tener representantes individuales, estatutos que reglen su funcionamiento y el comportamiento de sus miembros, y arca común referida a patrimonio propio diferente al de los asociados. Si bien para la existencia jurídica del ente es necesario el reconocimiento del Derecho, este acto de reconocimiento no significa crear un ente artificial construido a imagen y semejanza de la persona individual, como hace la Ley 071. Se trata de elevar a sujeto de Derecho a un ente que ya existía socialmente como persona, o representada por personas en el sentido antropológico de la palabra. Esto no ocurre con La Madre Tierra. Posturas a favor y en contra de los Derechos de la Madre Tierra A favor: Armonía con la Naturaleza (Gobierno de Evo Morales) El presidente Morales proclamó ante la Asamblea General de la ONU 2009: “No solo los individuos tienen derechos humanos, sino también la Madre Tierra, porque la vida humana no es posible sin la Madre Tierra. El sistema capitalista hizo que los seres humanos sean dueños de la tierra. Ahora se debe reconocer que nosotros 9


pertenecemos a la Tierra”.3 El discurso de Morales se reflejó en posteriores intervenciones de funcionarios de gobierno ante la ONU. Por ejemplo, el año 2011cuando en la ciudad de Nueva York, Pablo Solón manifestó varios argumentos a favor de los derechos de la Madre Tierra, en ocasión del diálogo interactivo de la Asamblea General sobre la armonía con la Naturaleza. Se planteó el debate en torno a tres preguntas. Primero: ¿Qué es la naturaleza? Según Solón la naturaleza es “una cosa, una fuente de recursos, un sistema, un hogar, una comunidad de seres y entes interdependiente”.4 Segundo: ¿Existen reglas en la naturaleza? ¿Leyes naturales que gobiernan su integridad, interrelación, reproducción y transformación? Y tercero: ¿Los Estados y la sociedad estamos reconociendo, respetando y haciendo prevalecer esas reglas de la naturaleza? De acuerdo al gobierno boliviano debemos encontrar las respuestas en nuestra capacidad de escuchar a la naturaleza. A favor: La Tierra: sujeto de dignidad y derechos (Leonardo Boff) El teólogo brasileño Leonardo Boff ha publicado diversos artículos a favor de los derechos de la Madre Tierra. No sólo le otorga derechos a la Tierra, sino también la considera como sujeto de dignidad. Explica que introducir el concepto de Madre Tierra representa un cambio en la manera de ver al Planeta Tierra y nuestras relaciones con él. Para Leonardo Boff existen cinco razones principales que permiten considerar a la Tierra como Madre y con derechos. La primera: “La más alta ancestralidad de la tradición transcultural que siempre consideró la Tierra como Madre”.5 Puede tener un alto grado de respeto filial, pero no constituye el fundamento para erigirla como sujeto de Derecho. La segunda razón de acuerdo a Leonardo Boff, es el estudio científico de la nueva biología, la astrofísica y la física cuántica ya que, según dice, han permitido demostrar que la Tierra es un superorganismo vivo. Una tercera razón a favor indica la unidad de la Tierra y Humanidad como legado de los astronautas desde sus viajes espaciales. Esta

teoría explica que los astronautas testimoniaron su experiencia de llegar a la Luna, por lo cual señala que entre Tierra y Humanidad no hay diferencia.6 La cuarta razón indica que la Tierra y la vida constituyen momentos del vasto proceso de la evolución del universo. Se remite a la teoría del bigbang. Señala que las energías y las partículas elementales se difundieron creando el espacio y el tiempo, dando origen al proceso de la evolución.7 El quinto argumento a favor deriva de la naturaleza relacional de todo el universo y de cada ser. En contra: Ecocentrismo y biocentrismo (Manzanera S.J.) Según Miguel Manzanera S.J., estamos ante una concepción ecocentrista y biocentrista de la norma porque la Ley 071 elimina las diferencias ontológica y axiológica entre la persona humana y los otros seres vivos; centrando su atención en los ecosistemas y no en las necesidades sociales de la colectividad.8 Por supuesto, estas diferencias no quitan que los seres humanos poseamos derechos medioambientales y debamos cumplir la obligación de proteger el espacio que habitamos. En contra: Geograficismo La Ley 071 es el ejemplo de un determinismo geograficista inaceptable por su carácter acientífico para el Derecho. Cabe recordar que la noción de que la vida social del hombre experimenta la acción del medio geográfico es bastante antigua. Por ejemplo, Platón lo indica en el libro V de las Leyes, y


Aristóteles después de haber estudiado las condiciones de un territorio más favorable al establecimiento de la Ciudad, examina las relaciones entre los “géneros de vida” (agricultura, ganadería y comercio) y los regímenes políticos.9 Es conocida también la tesis de Mostesquieu, en El espíritu de las Leyes. Según esta la constitución de un país tiene relación con el clima, la fertilidad de la tierra, entre otros aspectos inherentes a la naturaleza. No podemos dejar de mencionar la teoría antropogeográfica de Fréderic Ratzel (18441904), geógrafo alemán. De acuerdo a Ratzel, el lazo sólo puede proceder de la tierra, que es así el fundamento de la sociedad y del Estado. Incluso llega a manifestar que la tierra es fuente de toda servidumbre.10 La expresión: “fuente de toda servidumbre”, condensa el pensamiento ratzeliano; el hombre es esclavo de la geografía, por tanto dependiente del espacio y carente de toda voluntad propia. Toda creación humana incluyendo el Derecho se halla bajo la rigurosa dependencia de la geografía. En contra: Mito supraindividualista Conceder derechos a la Madre Tierra es un Mito Supra individualista. Entiéndase Mito de acuerdo al concepto de Ernest Cassirer: “El Mito no es producto de la reflexión o el pensamiento, ni basta describirlo como el resultado de la imaginación humana. La sola imaginación no puede explicar todas sus incongruencias y sus fantásticos y grotescos elementos. El responsable de esos absurdos y contradicciones sería más bien la mente del hombre”.11 Siguiendo la teoría de los fines del Estado de Gustav Radbrush, para la corriente del Supraindividualismo el fin es la personalidad colectiva y su valor fundamental radica en el poder. Radbrush define el supraindividualismo como “la base de los partidos autoritarios o conservadores, para los que el Estado, el todo, no existe en gracia a sus miembros, sino que, por el contrario, son éstos los que existen en función de aquél, estando las funciones del Estado por encima de los intereses de los ciudadanos, incluso de la mayoría de ellos”.12 De este modo se explica que la Ley 071 es un Mito supraindividualista pues conferir derechos a un ente inanimado como la tierra resulta incongruente con la realidad y el pensamiento. Los derechos que le atribuye la ley son meramente enunciativos y no existe la posibilidad de que la Tierra pueda ejercer esos derechos por sí misma. El supraindividualismo en esta ley se

demuestra en cuanto ignora la Constitución Política misma, puesto que no beneficia a la colectividad integrada por personas y vulnera los principios jurídicos de realidad, razonabilidad y personalidad. Surge del ideario político del gobierno actual para el cual la colectividad existe en función a él. Por lo tanto, la Ley 071 debe ser abrogada13 expresamente por falta de sindéresis jurídica (falta de saber jurídico razonable y de concordancia con los preceptos de la Ley natural) y está claro que por ser una aberración legal.

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Notas: 1. Gaceta Oficial de Bolivia. Ley Nº 071 de 21 de septiembre de 2010. Art. 3 (Madre Tierra, definición y Carácter) 2. Ibídem. p. 124. 3. MORALES AYMA, Evo. (2006-2010). La Tierra no nos pertenece, nosotros pertenecemos a la Tierra.(Mensajes del Presidente Evo Morales Ayma sobre la Pachamama y el Cambio Climático). Bolivia. p. 135. 4. SOLÓN, Pablo. Discurso ante la Asamblea General de la ONU. 20 de abril de 2011. http://derechosmadretierra.org/2011/04/20/discurso-de-boliviaen-dialogo-interactivo-sobre-armonia-con-la-naturaleza/ 5. BOFF, Leonardo (2010). En: http://www. atrio.org/2010/04/la-tierra-sujeto-de-dignidad-y-dederechos/ 6. Ibídem. 7. Ibídem. 8. MANZANERA, Miguel. “¿Derechos de la Madre Tierra?”, en: http://www.noticiasfides.com/g/ opinion/miguel-manzanera-sj/derechos-de-la-madretierra 2112/,(31/08/2012) 9. CUVILLIER, Armand (1956) Manual de Sociología. Buenos Aires, Argentina. Editorial “El Ateneo”. p. 276. 10. Ibídem. p. 277. 11. CASSIRER, Ernest. El Mito del Estado. Ed. Fondo de Cultura Económica. p. 9. 12. RADBRUSH, Gustav (1993). Introducción a la Filosofía del Derecho. México, D.F. Editorial Fondo de Cultura Económica. Pág. 37. 13. Se abroga una ley cuando se la elimina en su totalidad. Fuentes de las imágenes: 1. http://re-cicladas.blogspot.com/2012/04/el-alma-de-nuestra-madre-tierra-el-amor.html 2. http://www.la-razon.com/sociedad/GobiernoMadre-Tierra-proteccion-naturaleza_0_1706229413. html 3. http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/ indigenas-bolivianos-anuncian-una-nueva-marchacontra-una-carretera 11


Perú y Chile ante La Haya Andanzas de dos países adolescentes en el viejo continente Por Joel Rojas Araya*

Me ha pedido el editor que escriba acerca de nuestro litigio en la Haya, el que copó la atención general de nuestras autoridades y de la prensa a fines del año pasado, y que

potencialmente lo volverá a hacer a mediados del presente, cuando conozcamos el contenido del fallo. Me lo ha sugerido tras caer en el error, del que me ocuparé de rescatarlo en su momento, de que soy uno de los más ponderados de sus amigos. Estoy en condiciones de aventurar que debió razonar que,

* Abogado y escritor chileno (1974). Magister en Derecho mención Derecho Penal por la Universidad de Chile, profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad del Mar, sede Antofagasta y Defensor Penal Público. Ha publicado su ópera prima, Gorakhnath (2011), por la editorial independiente chilena Cinosargo.

por tratarse de una cuestión “sensible”, y teniendo este medio la intensión de propiciar las buenas relaciones vecinales, el tocar este tema podía herir ciertas susceptibilidades, tema que, por cierto, a estas alturas es ineludible para una revista trinacional y poblada de abogados como la nuestra. Sin duda los temores del editor son ciertos, y la independencia y libertad de mi análisis también. ¿Tiene razón la demanda peruana ante La Haya?1 ¿Es tan sólida la posición chilena como se pregona unánimemente en mi país? No siendo un especialista en Derecho Internacional, he buscado respuestas de modo desapasionado en la red, pero para mi sorpresa casi toda la información disponible respecto de este tema surge de nuestros dos países, lo que me lleva a concluir que este problema limítrofe no tiene mayor relevancia a nivel internacional, hecho que refleja de buen modo la importancia de Chile y el Perú en el concierto mundial. Me he dado el tiempo de comparar cómo la prensa internacional ha cubierto este juicio y el que, no hace mucho, concluyó con un fallo desfavorable para Colombia; y he descubierto que, aunque la inesperada desobediencia colombiana al pacto firmado en su propia capital aseguraba suficiente resonancia, ya antes de este hecho había más interés por su causa que por la nuestra. Habiéndome resignado a que ninguna de las fuentes accesibles para mí resultara confiable por su propio origen, invito al lector a abstraerse de la calidad de las argumentaciones que por una buena suma colegas extranjeros han sostenido desde ambos bandos y ver el tema en perspectiva. Reflexionemos. Primero, ¿qué está en juego? Una zona marítima ya suficientemente reproducida en diversos medios: 38.000 kilómetros cuadrados y sus correspondientes recursos naturales.2 Luego de una breve revisión mental concluyo que solo conozco a una persona, de las muchas con las que he departido, que ha estado en la zona en cuestión: mi tío Eduardo, ex marino. El lugar en disputa es de tan difícil acceso, tan escasamente transitado si no es por aire ―y ahora que lo pienso tal vez pasé por allí el 2011


en vuelo hacia Lima―, que el resultado del litigio, cualquiera que fuese, difícilmente incidirá sobre mucha gente, salvo que se encuentre vinculada económica o laboralmente al espacio en conflicto. Esto ha llevado a que en Chile muchos pensemos que en definitiva los únicos eventuales perjudicados serían los empresarios pesqueros que explotan hasta el abuso los recursos de la zona y que por acción del presente gobierno ―a través de la llamada “Ley Longueira”― han adquirido virtualmente a perpetuidad derechos de explotación sobre esta y otras ricas zonas pesqueras.3 Es decir, la disputa, más allá de los orgullos nacionales, repercutiría en el bolsillo de un escaso número de personas de acá, de allá, o de donde sean los explotadores del territorio referido. Es notable, por tanto, que nos veamos enfrentados ahora en la arena diplomática con nuestro vecino del norte por recursos que muy probablemente, y como ya ha ocurrido con el salitre y sucede actualmente con el cobre, van a enriquecer a otras naciones y a una ínfima proporción de sus mandatarios entre las elites locales. Lo segundo es la necesidad de la acción. No se puede afirmar por la parte demandante ―el Estado peruano― que debía demandar. No existe tal deber. Tampoco puede afirmarse que las circunstancias lo obligaron a ello. Cuando se ejerce una acción legal, del tipo que sea, se consideran los pro y los contra de tal accionar. Aparece suficientemente claro que al sopesar aquello Torre Tagle estimó que era de por sí una ganancia demandar a Chile, más allá de los eventuales resultados; es decir, plantear una acción hostil contra Chile y las eventuales dificultades diplomáticas que conllevaba eran el mal menor. Tal valoración y consecutiva estrategia ha sido seguida ―salvo su interrupción bajo el régimen de Fujimori―4 por el Estado del Perú desde 1986, cuando el embajador acreditado ante Chile por el primer gobierno de Alan García, Juan Miguel Bákula, le hizo llegar al canciller chileno de la época, Jaime del Valle, la preocupación del gobierno peruano por la falta de “una delimitación formal y definitiva de

los espacios marítimos”. Sorprende, por ello, cuando a la vez se desea aparentar por la demandante que plantear la acción no es un acto hostil, sino “el legítimo ejercicio de un derecho”, siendo la demanda ―en palabras del ex-presidente García― “el camino civilizado y pacífico que escogen las naciones democráticas” para resolver sus conflictos. Es evidente que para el Estado peruano no es prioritario tener buenas relaciones con nuestro país o, al menos, no es tan importante como se predica.5 ¿Qué decir de los demandados? Si bien en un principio el Gobierno chileno reconoció la hostilidad de la actitud peruana, con el correr del tiempo y sobre todo con la actual administración fenicia del canciller Alfredo Moreno triunfó la tesis de las “cuerdas separadas”;6 es decir, el actual gobierno ―de fuertes vinculaciones con el empresariado local― llegó a la conclusión de que mantener una actitud hostil con el Perú pondría en riesgo las cuantiosas inversiones hechas por nuestros empresarios en dicho país, de modo que ha decidido privilegiar los intereses económicos por sobre los de la nación toda, debilitando la posición chilena y entrando de lleno en el juego de apariencias planteado desde el norte. Y en este punto se puede apreciar una diferencia entre nuestras cancillerías, diferencia que está plenamente explicada por las historias de nuestras elites. La del Perú, formada en las veleidades del poder desde la época del Virreinato, cuenta con un abanico de profesionales altamente calificados y que han estudiado a fondo las debilidades de su contrincante. La de Chile, por el contrario, nacida al alero del ejército hispano en permanente guerra con el pueblo mapuche, y transformada luego en una oligarquía endogámica, campesina y mercantil, la que nunca ha estado habituada a tener tratos horizontales con otras elites, pues se encuentra acostumbrada al verticalismo de nuestro sistema social, en el que ricos y pobres, poderosos y débiles están claramente diferenciados desde hace siglos. Nuestras elites sólo saben relacionarse con el resto de la población a través de instrumentos de mercado o 13


la violencia, cualidad que, si bien le ha servido para mantenerse dominante y concentrar poder político y económico, resulta contraproducente en el ámbito internacional. Este tradicional autismo de nuestras elites representa una debilidad cuando debe vincularse con los representantes de otros estados, porque en estas circunstancias ni la sordera ni la violencia sirven para acabar con las fuerzas opositoras. Si a esto sumamos el escaso profesionalismo de nuestra cancillería, cuyos cargos siempre han sido usados para el pago de favores políticos, se explica en gran parte la notoria falta de habilidad de nuestro país en el ámbito regional, donde únicamente podemos destacar la mejora en las relaciones con la República Argentina. Insisto, si bien es cierto que la demanda peruana es inamistosa y resulta explicable por necesidades de política interna, no deja de tener responsabilidad en esta judicialización del conflicto la falta de habilidad de la elite local. En mi opinión, las relaciones internacionales son bastante más que simple comercio, y el intercambio de mercaderías no puede evitar el intercambio de personas y de pensamientos. El Estado chileno jamás ha tenido una actitud de apertura inteligente y concreta en el ámbito cultural con los países vecinos, quedando la mayor parte de las iniciativas en ese sentido a la buena voluntad de los particulares. No se ha entendido, por nuestra elite, lo imprescindible que resulta para la estabilidad del país, y mucho más para que pueda ofrecerse como plataforma de negocios en Latinoamérica, que se cultiven mejores y profundas relaciones con nuestro entorno. Esta torpeza en las relaciones internacionales es además fruto de un rasgo de nuestra nación: el pueblo chileno se ha formado en especiales condiciones de aislamiento, distante de las rutas internacionales de comercio e inmigración, y sólo la Era Industrial y la creación de los modernos sistemas y medios de comunicación nos han acercado a quienes se encuentran más allá de los desiertos, mares, montañas y glaciares que nos separan del resto de la humanidad. Si se tiene esto presente desde el otro lado, tal vez se entienda que este autismo, que mezcla ignorancia y retraimiento con temor y curiosidad, no representa necesariamente indisposición o mala voluntad, sino más bien perfila un rasgo profundo del carácter nacional que de a poco, muy lentamente, comienza a quedar atrás. En suma, esta es una disputa falsa, iniciada hábilmente por Torre Tagle por temas de política interna y usada para dichos fines por los sucesivos gobiernos peruanos. La cancillería chilena, que sufre de una incapacidad patológica para comprender que las relaciones internacionales no son necesariamente de negocios, ha reaccionado torpemente y con lentitud. Chile no ha tenido habilidad, y lo que es peor, verdadero interés en cultivar las relaciones

culturales entre nuestros pueblos para superar históricas rivalidades o desconfianzas. Sea cual fuere el corolario de este proceso, el mar disputado será de los empresarios de uno u otro lado y no de quienes están dispuestos a matarse por ver su pabellón flamear sobre aguas que siempre les serán ajenas. Llamo a mis amigos de ambos lados de la frontera a no dejarse engañar por esta disputa de naciones adolescentes y a seguir trabajando por derribar las barreras de desconfianza, que son las únicas que nos dividen.7

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Notas: 1. No lo creo. Me sumo a la ya famosa carta abierta a Torre Tagle de Álvaro Vargas Llosa. Si no la ha leído la podrá encontrar aquí: http://www.latercera.com/ noticia/politica/2012/12/674-498703-9-carta-abierta-atorre-tagle.shtml 2. Aquí, un buen resumen de la controversia: http://www.elmostrador.cl/noticias/mundo/2012/12/03/ que-ganan-y-que-pierden-chile-y-peru-en-la-haya/ 3. Sobre las 7 familias que controlan el negocio pesquero en Chile, sugiero leer: http://www.elquintopoder.cl/economia/las-7-familias-que-tendrian-el-marchileno-a-perpetuidad/ 4. Que si bien es cierto cultivó buenas relaciones con Chile, no tuvo la misma deferencia con sus vecinos del norte: http://www.andina.com.pe/Espanol/Noticia. aspx?Id=k6KaF6eMpAI= 5. El propio Alan García hizo gala de esta habilidad al llamar a Chile “Republiqueta” durante las incidencias de un escándalo de espionaje. Luego se desdijo de lo que todo el mundo oyó. Ver el video en: http:// www.youtube.com/watch?v=H-DWhkqYkGs y su “aclaración” en: http://www.emol.com/noticias/internacional/2009/11/30/387332/alan-garcia-se-desdice-jamashe-dicho-que-chile-era-una-republiqueta.html 6. En el mismo sentido: http://www.elmostrador. cl/opinion/2012/12/10/la-haya-los-costos-y-equivocosde-la-tesis-del-encapsulamiento/ 7. Y que según Adolfo Calderón Cousiño lo han hecho durante toda nuestra vida como naciones independientes. Al respecto, se puede revisar su obra Breve historia diplomática de las relaciones chileno-peruana 1819-1879, la que pude consultar aquí: http://www.banrepcultural.org/sites/default/files/86809/brblaa535708. pdf Fuentes de imágenes: 1. http://4.bp.blogspot.com/-A5MIO1wu2JE/ UMkL9NEYHOI/AAAAAAAAAJU/n08B_5h4xzA/s1600/ cancilleria+peruana.jpg 2. h t t p : / / w w w . d i n e r o . c o m / u p l o a d / i m a ges/2012/12/3/165711_83933_1.jpg


¿Cómo se violentan derechos en pos de una falsa seguridad? Chile y la Ley Hinzpeter Por Roberto Vega Taucare*

Con ocasión de la muerte de un funcionario policial en las jornadas de violencia del pasado 11 de Septiembre, fecha que recuerda el derrocamiento de un gobierno popular-democrático, el de Salvador Allende,

por la oligarquía político-militar nacional y el Departamento de Estado de U.S.A.;1 los sectores más conservadores, los cuales subscriben la lógica de amigo-enemigo en el ámbito político, han buscado otra vez satisfacer su necesidad de herramientas eficaces de persecución penal. Es decir, han procurado la posibilidad cierta de que los imputados queden privados de libertad para todo evento y sean objeto de la supresión de garantías procesales y estándares probatorios. Tales condiciones han sido sustentadas desde una doble dimensión: la perspectiva jurídica y el ámbito ideológico. En cuanto a la primera, esta hunde sus raíces en el desconocimiento de las garantías penales y procesales. Conquistas del derecho penal liberal como los principios de legalidad, lesividad, presunción de inocencia, culpabilidad y el subsidio probatorio al órgano persecutor,2 son puestos en entredicho bajo la lógica de la protección y seguridad de toda la ciudadanía, mediante la creación de tipos penales a la medida de los ofrecimientos electorales y la utilización de manera descontextualizada de normativa excepcional,3 como la ley de seguridad interior del

* Antofagasta. Abogado, Defensor Penal Publico, profesor de las cátedras de Teoría de los Derechos Fundamentales y Derechos Humanos en el ámbito Interno e internacional de la carrera de Derecho en la Universidad del Mar sede Antofagasta.

Estado. Sobre este punto, claro está que en un Estado democrático de derecho4 resulta imperioso una urgente, abierta y democrática discusión y debate sobre una nueva ley de seguridad interior, la cual debería ser capaz de generar investigaciones rigurosas y serias, reestructurar los tipos penales con estricto apego al principio de legalidad, y delimitar facultades y establecer responsabilidades asociadas al acopio y utilización de información, con el propósito de lograr la prevención y persecución de delitos que afecten bienes jurídicos de gran valía, como la vida e integridad física. Todo esto, por supuesto, tiene que desarrollarse en un marco de respeto irrestricto a la normativa internacional sobre Derechos Humanos. Solo así se podrá hablar de legitimidad en la pretensión punitiva estatal en el ámbito de delitos vinculados a la ley de seguridad interior del Estado. A este panorama se le debe sumar ineludiblemente la eliminación de la judicatura militar respecto de miembros de las fuerzas armadas que no cometan delitos militares.5 Desde la perspectiva ideológica,6 como una 15


suerte de falsa conciencia que atribuye a ciertas instituciones sociales funciones distintas de las que realmente ejercen, el Gobierno de la Alianza por Chile utiliza todo el aparataje comunicacional público y privado haciendo apología del dolor7 e instalando un discurso de respeto irrestricto a ley y el orden público ante la existencia de los denominados violentistas. Sin embargo esta propaganda no se sostiene con la realidad ni con la autorizada opinión de los expertos.8 En este escenario escuchamos destempladas declaraciones que recurren a la vieja lógica del miedo, rememorando aquella absurda campaña del Sí,9 en donde un jinete rojo cabalgaba por Chile esparciendo el cáncer marxista internacional. Estas declaraciones otorgan a la violencia callejera-juvenildelictual desplegada el mencionado 11 de septiembre una inexistente configuración ideológica-política, pues los hechos acontecidos solo reflejan las falencias estructurales de la distribución de la riqueza en el país, el cual es un fortín del neoliberalismo, en donde es posible, por ejemplo, la colusión de farmacias que lucran con la salud, la existencia de tiendas de retail que promueven dicho lucro, el pulular de órganos crediticios sin ningún tipo de regulación real o la emergencia de una subcultura delictual asociada al narcotráfico. Ante estos problemas la repuesta del Estado en los tres primeros casos es la aplicación de una mayor regulación y/o recomposición estructural del modelo, y en el caso del narcotráfico y la delincuencia dura en general10 el Estado solo responde con una dialéctica de violencia y cárcel, cuyo perdedores siempre son los ciudadanos de a pie, ya sea como víctimas o imputados. Es en este escenario en donde se inscribe el ya famoso proyecto de Ley Heinzpeter. Si bien es cierto que las movilizaciones del 2011, cuyo correlato profundo lo podemos encontrar en las jornadas de protesta de los años 80 y recientemente en el 2006, expresaron un descontento generalizado con la institucionalidad representativa, estas no fueron capaces de prolongar su crítica hacia otras áreas cruciales del modelo chileno, como los son la salud y la seguridad social, que constituyen el núcleo duro del modelo heredado de la dictadura de Pinochet, modelo que ha sido administrado hábilmente por los partidos políticos que han detentado luego el poder. Y es justamente la administración de este modelo la que lleva al gobierno de la Alianza por Chile y al de la Concertación de Partidos por la Democracia a desvincularse del movimiento social que otrora los sustentos, y a volverle las espaldas en el especial al movimiento surgido de la convergencia de diversas organizaciones sociales, las cuales protagonizaron las movilizaciones del 2011 por una educación pública, gratuita y de calidad.11 En este contexto la insistencia en la Ley Heinzpeter solo refleja la forma en que los actuales detentadores del poder del Estado se asumen ante el ciudadano. Así las cosas no

es casual que el mensaje del referido proyecto de ley tenga como sustento teórico la tesis de grado de un conspicuo y ferviente actor civil de la dictadura militar, quien además fuera articulador de la política de los consensos de los años 90, Don Sergio Diez.12 El documento del proyecto de ley concibe el orden público desde una perspectiva meta-jurídica, como un principio ordenador del universo. Y esta postura es contraria a un Estado democrático de derecho, en donde el orden público es siempre de carácter jurídico y se refiere a intereses individuales y colectivos concretos. Cabe resaltar al respecto que el proyecto genera mucha ambigüedad sobre la actual legislación en torno al principio de legalidad, en especial en lo relativo al delito de desordenes públicos.13 En este punto la actual técnica legislativa es del todo deficiente, cuestión que no es remediada por el proyecto que “fortalece el resguardo del orden público”,14 pues pretende una regulación mucho más amplia, por lo que sus efectos podrían resultar siendo nocivos para el ejercicio del derecho a manifestarse. No cabe duda de que esto deriva de una concepción del orden público como un Estado opuesto al desorden y que se integra a tres elementos fundamentales: la tranquilidad, la moralidad y la salubridad pública, como señala el proyecto de ley. Ahora bien, aquí cobra todo su valor el concepto de ideología al que hemos recurrido. Fácticamente este proyecto de ley es impulsado desde el ejecutivo en un contexto atravesado por saqueos y daños a la propiedad pública y privada. De este modo la autoridad asocia necesariamente la afectación del orden con el ejercicio del derecho a la manifestación o protesta social.15 Esto en la práctica acarrearía un impedimento para un real y efectivo ejercicio del referido derecho. Sobre este punto las palabras expresadas por el Ministro Heinzpeter, “el tiempo de las marchas se acabó”,16 solo reflejan el rechazo a la consideración y ponderación de las garantías fundamentales, a cuyo respeto el Estado de Chile se encuentra obligado. De igual forma, y como se señala en el informe de DD.HH. sobre Chile del 2011, existe la legítima inquietud de que la normativa actual y la pretendida por el proyecto se utilicen con el objeto de inhibir la protesta social, recurriendo al fácil expediente de alegar flagrancia en el delito de desordenes públicos. Se debe recordar que en la actualidad la protesta social es desestimada en tribunales o no concluye en investigaciones serias, ya sea porque los hechos no constituyen delito, por la inexistencia de antecedentes probatorios o simplemente porque los hechos no acarrean una afectación grave al orden público.17 Esta falta de consideración es relevada ideológicamente, a pesar de lo expresado por la propia constitución política que garantiza a toda persona el derecho a manifestarse sin permiso previo, acto que se construye y complementa a partir de la


libertad de expresión y del derecho a reunión, constituyéndose el intercambio de ideas y reivindicaciones sociales como forma de expresión, las cuales suponen el ejercicio de derechos conexos, tales como el derecho de los ciudadanos a reunirse y manifestarse, y el derecho al libre flujo de opiniones e información.18 Tal aserto se expresa en la norma constitucional en su artículo 19, numeral 12, es decir, en la libertad de emitir opinión y la de información, sin censura previa, en cualquier forma y por cualquier medio, normativa ratificada por el Estado chileno en la Convención Americana de Derechos Humanos en su artículo 13, el que señala que “toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir, y difundir informaciones e ideas de toda índole sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito, o en forma impresa o artística o por cualquier otro procedimiento de su elección”. Sobre este punto basta recordar las innumerables y diversas formas de manifestación, que no hacen otra cosa que verificar que la realidad siempre se impone, más allá de toda casuista normativa. No obstante, esta consagración constitucional y en el ámbito internacional de los derechos humanos sigue siendo regulada por una norma de inferior jerarquía: el Decreto Supremo Nº 1086 del año 1983 sobre reuniones públicas. Está sola constatación rehúye el debate de fondo, como lo hubiese sido si se propusiese la derogación del referido decreto supremo, y se entregase la regulación de una garantía fundamental a una ley,19 cuestión del todo inconveniente para la elite política (gobierno y oposición) pues seguramente el debate implicaría tomar posturas de fondo respecto de una normativa que tanto la dictadura, los gobiernos de la concertación y el actual gobierno han utilizado sin ningún reparo. Estos cuestionamientos en el ámbito normativo parten de la consideración de la inferioridad normativa del mencionado decreto supremo, como desde la consideración de que este lo que haría sería establecer un mecanismo para autorizar las marchas y, en consecuencia, para el efectivo ejercicio del derecho a manifestarse. Sobre este punto valga recordar que sin derecho a la protesta la democracia no puede existir. Dicho esto la regulación que debe realizar

el decreto supremo sólo puede ser entendida como una regulación del ejercicio de “derecho de reunión sin permiso previo, sin armas”, según reza la norma constitucional chilena agregando que las reuniones en plazas, en calles y demás lugares de uso público se regirán por las disposiciones generales de la policía. Por otra parte el artículo 26 de la citada norma añade que “las normas que regulen o complementen las garantías que la constitución establece (reunión pacífica sin permiso previo) y que las limiten en los casos que ella lo autoriza no pueden afectar los derechos en su esencia, ni imponer condiciones, tributos o requisitos que impidan el libre ejerció”. Ante esto, de nuevo ideológicamente, se plantea que el ejercicio de este derecho estaría en colisión con la libertad de circulación de otras personas, y que se debería ceder en pos de esto último; tal razonamiento es del todo errado, pues lo que se requiere es que el ejercicio de la manifestación pública ingrese en la lógica de la regulación y complementación, y no en la limitación por carecer de rango legal suficiente para ello. La aplicación del mencionado decreto supremo en caso alguno implica la persecución de los delitos que se cometan con ocasión de la realización de una manifestación pública, cuya persecución debe seguir los cauces ordinarios de la persecución penal. Razonar lo contrario atentaría incluso contra las expresiones espontáneas (sin convocatoria previa, sin comunicación de trazado etc.) como las que han ocurrido con la toma de calles o accesos al metro por un corto período de tiempo, “media hora”, por ejemplo, por ciudadanos hastiados e insatisfechos con el transporte público en la ciudad de Santiago. Razonar lo contrario además limitaría severamente la posibilidad de manifestar el descontento de quienes no tienen voz ni se sienten representados por el duopolio elitista del congreso nacional, pues los Gobiernos no pueden sencillamente invocar una de las restricciones legitimas de la libertad de expresión, como el mantenimiento del orden público, para suprimir un derecho garantizado por los instrumentos normativos internacionales o para desnaturalizarlo o privarlo de contenido real. Si esto ocurriese la restricción aplicada de esta manera no sería legítima,20 como sí lo es el derecho a la reunión.

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Ante tal la contumacia ideológica del gobierno solo queda organizarse, marchar y protestar.

Notas: 1. Dicho golpe de estado aconteció el 11 de septiembre de 1973. 2. Durante el 2011 campeaban afirmaciones de este estilo, hechas por autoridades: “nadie quedo detenido”, porque las detenciones masivas finalmente no pasan a una audiencia de control de detención y los detenidos solo son citados a las fiscalías respectivas, o porque las detenciones son declaradas ilegales por los jueces de garantía, ante la inexistencia de antecedentes facticos de flagrancia. Tales afirmaciones van acompañadas de la proposición constante de reformas inorgánicas que violentan garantías y deslegitiman el ius puniendi del Estado. 3. La utilización de ley de seguridad interior ha sido un recurso impulsado desde el Estado tanto en los Gobiernos de Ricardo Lagos, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera. 4. Chile lo es. Por lo menos en lo formal, en donde el ejercicio del poder punitivo está claramente delimitado, en relación con otros poderes del Estado y atendiendo la autonomía constitucional del Ministerio Público. No obstante suscribimos la tesis de Gabriel Salazar sobre la inexistencia de un poder constituyente realmente democrático y popular en Chile, a partir del cual se reconfigure la institucionalidad democrática del país. (Poder Constituyente Editorial LOM 2011) 5. Cuando los uniformados son perseguidos penalmente ante la comisión de un delito, es la justicia militar la que investiga, acusa y falla, en una lógica inquisitiva carente de imparcialidad. Resulta ilustrativo el caso de la muerte del comunero mapuche Jaime Mendoza Collio, cuyo supuesto ataque a un funcionario policial fue establecido por la Policía de Investigaciones como un montaje de la Policía de Carabineros y cuyo autor material (carabinero) fue absuelto por la corte marcial. 6. Sobre este punto nos adscribimos a la concepción de ideología dada por Baratta Alessandro En: Criminología Crítica y Critica del Derecho Penal Siglo XXI editores edición 2004, p. 35. 7. Defensa corporativa que se da inversamente el 25 de Agosto del 2011, día en que muere Manuel Gutiérrez, en el contexto de la manifestación ciudadana mediante cacerolazos. Gutiérrez muere por una bala disparada por un funcionario policial, hecho que fue negado inicialmente por la institución policial (www.la tercera.cl 26 de agosto). El caso es radicado ante el sexto tribunal militar. Caso Rol 2142-2011. 8. Alberto Mayol distingue dos líneas de razonamiento. Una de carácter político, en tanto existe un aprendizaje histórico luego de 39 años del golpe militar, y otra que señala que la violencia no está manifestada de manera explícita en un cuestionamiento político, sino en una crítica al orden social de extrema desigualdad, mediante la formación de una contracultura y poder paralelos en el ámbito poblacional, ambos asociados al lumpen delictual y cuyas expresiones más violentas se visibilizaron el 11 de septiembre y el 4 de agosto, fechas en que se constituyeron las jornadas más violentas de las manifestaciones del 2011, o el 29 de marzo, día del joven combatiente. (www.adnradio.cl 12 septiembre 2012)

9. Campaña realizada en 1988 durante El Plebiscito Nacional, el que consistió en un referéndum para decidir si Augusto Pinochet debía seguir en el poder o no. 10. Al respecto hago referencias fundamentalmente a conductas que están asociadas a una alta penalidad como el narcotráfico, los robos con violencia, delitos contra la vida, y otras conductas que son parte del constructo subcultural en sectores periféricos de Santiago y otras grandes ciudades. 11. Innumerables organizaciones se hacen eco del llamado al descontento por la falta de sintonía entre el mundo representativo formal del congreso y el mundo social, este último representado por federaciones de estudiantes, centros de alumnos secundarios, grupos ecológicos, de género, minorías sexuales, indígenas, de deudores de variada índoles, colectivos autónomos, asambleas poblacionales, asambleas ciudadanas, etc. 12. Algunas consideraciones de la noción de orden público en nuestro derecho civil: Memoria de prueba, Universidad de Chile, 1947, p. 86 - 91 13. El actual artículo 269 del Código Penal Chileno establece el delito de desordenes públicos: “los que turbaren gravemente la tranquilidad pública para causar injuria u otro mal a alguna persona particular o con cualquier otro fin reprobado, incurrirán en la pena reclusión menor en su grado mínimo, (61 días 540 de privación de libertad) sin perjuicio por el daño o la ofensa causada”. A su turno el artículo 495, Nª1 y 2 establece la falta en el tipo de desordenes públicos, que sanciona sólo con multa, “a toda persona que contravenga las reglas que la autoridad dicte para conservar el orden público o evitar que se altere”. 14. Mensaje de proyecto del Ley del 27 septiembre 2011 (mensaje 196-259). 15. Esta se entiende como una expresión genuina de democracia y constituye un espacio colectivo de expresión. La protesta social está reconocida como el derecho a exigir la recuperación de los demás derechos (Gargarella Roberto, citado en informe dd.hh. Chile INDH 2011, p. 70). 16. www.lahora.cl 3 agosto 2011 17. Informe dd.hh. Chile 2011 INDH, p. 71 18. Relatoría Especial para la libertad de expresión, Informe anual de la comisión interamericana de derechos humanos 2005, p. 130. 19. La Corte Interamericana de Derechos Humanos en opinión consultiva 6/86 sobre la expresión “leyes” ha manifestado: la protección de los DD.HH. requiere que los actos estatales que los afecten de manera fundamental no queden al arbitrio del poder público, sino que estén rodeados de un conjunto de garantías enderezadas a asegurar que no se vulneren los atributos inviolables de la persona, dentro de las cuales acaso la más relevante tenga que ser que las limitaciones se establezcan por una ley adoptada por el poder legislativo de acuerdo con lo establecido por la constitución. 20. Comisión Interamericana de DD.HH., capítulo V, Informe anual 1994, “Informe sobre compatibilidad entre las leyes y la convención americana sobre DD.HH”. OEA/L/V II.88, doc. 9 rev. Fuente de las imágenes: 1. De Miguel Det. 2. http://spanish.ruvr.ru/2012_09_12/Chile-protestagolpe-militar-detenidos-heridos/


I. Una mirada propia Hablo ahora como joven aún y como teólogo que quiere aproximarse a la realidad bajo Dios, como lo decía santo Tomás de Aquino.2 Mi condición de joven e inexperto podría minusvalorar mis palabras para muchos, sin embargo hoy, esta noche, tengo voz propia porque “alguienes” con nombre propio hicieron opción por mí. Puedo como creyente hacer una opción por los jóvenes y por los pobres porque personas como Raúl Pariamachi sscc, Javier Uriarte sj, Bernardo Paquette csv, Amparo Huamán, las hermanas de María Reparadora hicieron opción por mí, apostaron por mí. Como Pablo a los filipenses puedo decir que “cada vez que me acuerdo de ellos y ellas, le doy gracias a Dios”.3 Mi gratitud es para el Dios de la vida y por quienes he mencionado y por lo que representan. Se me ha pedido que hable acerca de esta relación entre fe y compromiso social. Y debo decir que siento temores y esperanzas que deseo compartir con ustedes. Veo una Iglesia en el Perú que teme abordar estas cuestiones desde la fe. Veo un clero con poca formación sobre la realidad y, lo que es peor aún, indiferente a estos temas. Veo un Por Enrique Vega Dávila* clero desconfiado de las iniciativas sociales y preocupado por cubrir los sacramentos, sin importarle muBuenas noches pueblo de Dios reunido chas veces lo demás de modo integral, aduciendo servir a las almas sin tener en cuenta la vida social. en Lima norte. La figura de Óscar Ro- Veo un laicado dormido, perdón por la caricamero de América nos congrega. Esta fi- tura, a veces más preocupado por símbolos religiosos gura es paradigmática, en él vemos un y externos, preocupado sobre cómo viste la gente que asiste a la eucaristía y momificando la doctrina crisproceso de conversión hacia Dios des- tiana sin tocar la vida. Preocupada por sus domingos cubierto en el rostro del violentado, del religiosamente, pero con semanas injustas, tal como 4 perseguido, del humillado por el poder de turno nos decía Romero en algún momento. Veo una vida consagrada que vive de las vieque se abandera el bienestar ¿Podría sernos esto in- jas glorias, que recuerda las marchas, las protestas, diferente?

Fe y compromiso social: temores y esperanzas

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pero que olvidó promover hermanos y hermanas para ceder la posta en su labor evangelizadora. Una vida religiosa fuerte pero cansada. Sonriente pero que le cuesta asumir cambios no solo en sus promociones vocacionales sino en sus estructuras. No desmerezco para nada toda la labor que realizamos en diferentes campos. Perdónenme si parezco ahora profeta de desventuras, pero siento con la Iglesia y la Iglesia me duele. Me duele que temamos afrontar la realidad con parresía, con valentía, y transformarla, tal y como nos lo pidió el Concilio a los laicos5 y alentaba a los clérigos a acompañarnos.6 Me duele que nos miremos con sospecha y se tachen a unos por predicar lo social y en nombre de la verdad se olvide que el amor debe reinar y concretizarse en acciones solidarias. A la Iglesia la amo y creo en ella –dentro de ella–, pero a veces me duele algunas situaciones, hermanos y hermanas, puesto que me da la impresión que en muchos espacios pastorales le creemos más a Platón que a Jesucristo, que hablar del cielo nos ha hecho olvidar la tierra, que predicar la santidad nos ha hecho olvidar la humanidad. Esto debía decirlo por una necesaria catarsis, no obstante expongo a continuación algunas breves reflexiones. II. Sé en quién he puesto mi confianza Recordando una de las motivaciones del Concilio es importante que nuevamente regresemos a Jesús y a su praxis de fe motivada por el Reino. Y es que el cristianismo no es ideología sino más bien, como nos recordaba el anterior Pontífice, el encuentro con una Persona, Jesucristo,7 y esto debe generarnos una relación que contemple a quien nos llamó y nos impulse a asumir como nuestro el entorno. Poseemos una rica Doctrina social de la Iglesia que no terminamos de aprovechar, está muy bien leer el Catecismo y difundirlo pero esto no nos debe hacer olvidar que la contemplación de nuestro Dios y la práctica cristiana son ineludibles; mucho más en una sociedad que se vuelve cada vez más exigente y a la que no podemos dejar de lado si queremos ser fieles * Lima, 1985. Teólogo. Sus estudios de pregrado los cursó en el ISET Juan XXIII de donde accede al grado de Baciller y al título profesional en Disciplinas teológicas. Ha sido predocente en la PUCP y acualmente trabaja como docente en el Seminario diocesano de Chosica, la Universidad Católica Los Ángeles de Chimbote y en el Instituto Fe y Cultura de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. En estos momentos se encuentra terminando estudios de maestría en Teología sistemática.

a la llamada que nos hace nuestro buen Dios. La carta a Santiago nos lo recuerda: “Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe, si sus hechos no lo demuestran? ¿Podrá acaso salvarle esa fe? Supongamos que a un hermano o a una hermana les falta la ropa y la comida necesarias para el día; si uno de vosotros les dice: “Que os vaya bien; abrigaos y comed cuanto queráis”, pero no les da lo que su cuerpo necesita, ¿de qué les sirve? Así pasa con la fe: por sí sola, es decir, si no se demuestra con hechos, es una cosa muerta” (2,14-17) El Concilio nos recordó de manera poética y contundente que Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón.8 Y de aquí quisiera extraer los puntos de mi reflexión teniendo en cuenta el tema que nos ha unido: 1) Sobre todo de los pobres: en un país donde los pobres han sido solo un número que contar, un voto que conseguir y que en las últimas elecciones presidenciales9 han demostrado tener presencia denunciante, los pobres no pueden ser dejados de lado. Latinoamérica es un subcontinente contradictorio, lo mismo podemos decir de nuestro país, puesto que existe un auge económico que se expresa en inversiones extranjeras,10 en extracción de materia prima y, por otro lado, en contaminación de ríos, en pérdida de tierras, en personas con plomo en el cuerpo, y la lista puede ser enorme. No se necesita ser cristiano para darnos cuenta de la realidad, pero ser cristianos nos exige de modo particular un compromiso, una opinión, una verdadera opción que tenga a Dios como centro, como eje, es decir una opción teocéntrica11 que nos haga convertirnos al Dios prójimo en el prójimo. Los pobres son el tesoro de la Iglesia, imposible no recordar el texto siempre actual de Mt 25. Ahora, esta acción por los pobres no se realiza como la obra de una ONG asistencialista sino por mediante esta forma de vivir la espiritualidad cristiana en Latinoamérica:


la opción preferencial por el pobre12 que adquiere nuevos rostros, como variados son los rostros sufrientes en nuestro paradójico continente de esperanza.13 El Concilio nos ha pedido, hoy más que nunca es un deber, hacer nuestros los gozos, esperanzas, alegrías y tristezas de quienes son pobres debido a un sistema injusto y opresor. 2) Vivir la esperanza cristiana: es importante que valoremos la esperanza cristiana como experiencia transformadora. Benedicto XVI nos decía hace poco que la esperanza cristiana no es solo informativa sino performativa,14 es decir, no solo nos dice qué hay en el “más allá” sino que bajo el contacto con Jesús, preocupado por las necesidades de las personas, estamos invitados de modo permanente a responder a las necesidades desde la esperanza que transforma. No se trata en modo alguno de una acción por la mera acción, sino por la experiencia creyente que mira al Crucificado en los rostros de los necesitados y urge en su vida activar la Pascua, vida compartida, que genera más vida. Nuestro compromiso por lo social está motivado no en la satisfacción de ganar una elección (que de hecho celebramos) sino en un proyecto de vida que llamamos Reino que nos invita a luchar por la justicia y la solidaridad, no desde el altruismo sino desde la fe que integra todo. 3) Nada hay verdaderamente humano que no encuen-

tre eco en su corazón: Esta frase es en verdad detonante. En un cristianismo que tiene poco arraigo social esta frase tendría que ser objeto de un retiro personal. Afirmar aquello tiene un alto contenido cristológico contemplando a Aquel que ha asumido nuestra sarx, nuestra carne. Un padre de la Iglesia afirmaba la realidad de la encarnación diciendo: “lo que no es asumido no es redimido”.15 Esta expresión tiene consecuencias en la eclesiología y, por ello, en la antropología teológica y en la pastoral. El cristianismo ve su sentido en una mirada integral e integradora del ser humano que valora todas las dimensiones de este mismo ser, mirándolas desde la fe y no de modo aislado, fragmentandolo. Una anécdota durante la III sesión del Concilio Vaticano II podría ayudarnos a graficar esto. En medio de la búsqueda de la comunión, luego de haber admitido auditoras en el Concilio, cuentan que «la Hna. Mary Luke –auditora nombrada por el Papa–, cuando le dijeron que su pase le permitía asistir (solo) a las sesiones de interés para las mujeres, respondió: “Bueno, entonces puedo asistir a todas ellas”».16 Así como no hay temas que discriminen sexo, tampoco hay temas que sean distantes a los cristianos sobre los cuales, desde la fe en Jesucristo, el liberador, no podamos buscar respuestas concretas. Así lo social no aparece ante los cristianos como algo ajeno sino como expresión propia, legítima e irrenunciable, para cada quien y desde la particularidad de su vocación. III. Profetas de la esperanza Puede que sí, que haya sido muy duro al comienzo de mi presentación, pero ahora mismo regreso la mirada sobre todo al Pueblo de Dios, laicos y laicas, religiosos, religiosas y clérigos, animándonos a seguir los pasos del Maestro. El mundo, nuestra sociedad concreta, la peruana, se abre ante nosotros como una vorágine espeluznante pero a la que no debemos dar la espalda; no se trata de una fuga mundi sino de una consecratio mundi17 que le dé sabor y luz18 a la realidad de nuestro entorno. De modo que 21


nuestro laicado sea consciente cada vez más del inmenso potencial que representa su acción en la sociedad desde los estudios, trabajos, carreras o profesiones que realizamos, y de la relación directa que existe entre la vida y la fe para que así se alimente la una de la otra. Esto puede realizarse con ayuda de los clérigos, quienes nos podrían brindar una mirada de la sociedad desde la fe, actualizando el Evangelio y motivando ministerios al servicio de las comunidades. Podríamos ser ayudados también por consagrados y consagradas que sean signo del Reino viviendo en fraternidad, signo que es memoria y profecía. Los consagrados y consagradas podrían contagiar su estilo de vida a favor de los necesitados, el cual no rechaza las situaciones de frontera a las que nadie quiere ir. Romero fue un profeta, de eso no tenemos ninguna duda. Y quisiera terminar esta intervención evocando algunos profetas. Primero a Jeremías que ve en su inicio del ministerio un almendro,19 esta flor avisa que el invierno ha terminado. El profeta sabe que el invierno no terminará aún y que su esperanza en Dios, el libertador de Israel, le hace predicar su nombre y asumir el reto de la profecía. Otro profeta, quizá no inserto en lo social pero que ha dado muchas luces para pensar y vivir la fe, es K. Rahner. Él habló de un invierno eclesial,20 de un regreso a las formas antiguas contrarias al espíritu del Concilio Vaticano

II. Un tercer personaje que me ha llamado la atención es una americana, que en décadas anteriores ha dado gran testimonio, haciendo una genial síntesis entre la fe y lo social. Hablo de Dorothy Day.21 Y en nuestro país, testigos como Gustavo Gutiérrez op, Luis Bambarén sj –perdón por el tuteo–, Hubert Lanssier sscc, Gastón Garatea sscc, Agustina Rivas bp, María Elena Moyano, y en nuestra Lima norte los misioneros de san Columbano, los religiosos de los Sagrados Corazones, los Clérigos de san Viator, los Oblatos de María Inmaculada e infinidad de religiosos, las Hermanas Religiosas de Nuestra Señora de los Ángeles, de la Presentación de María, las Dominicas Misioneras Adoratrices, las Hermanas de San Columbano, religiosas, laicos y laicas que, perdónenme la ingratitud, no he mencionado pero soy testigo que han generado vida. Es hora de mirar el pasado con gratitud y serenidad para tomar fuerzas y valorar lo que el Espíritu movió a las generaciones que nos presidieron y pedir que tengamos la suficiente fidelidad creativa para responder la llamada de Dios en nuestro momento histórico. Mayores: no desconfíen de nosotros, los jóvenes, enséñennos, aliéntennos. Jóvenes: valoremos la experiencia y la sabiduría de quienes han abierto camino. Los nuevos rostros y las nuevas búsquedas son como el almendro de Jeremías que nos está avi-


sando que el invierno está pasando, que algo nuevo puede surgir si tomamos consciencia de que llevamos un tesoro en vasijas de barro. Por último, quisiera evocar la figura de Pilar Coll de quien G. Gutiérrez dijo al final de su homilía, el día de su entierro: “que la mala noticia de su muerte no nos haga olvidar la buena noticia que fue su vida”. Todos ellos son grandes testigos que han sintetizado en su vida lo social como experiencia creyente, de ningún modo aislada sino integrada. El libro de los Números tiene una expresión que me conmueve y me gustaría nos conmueva a todos y sea una verdadera petición: “Ojalá todo el pueblo sea profeta”,22 ojalá todos asumamos lo que nos corresponde y desde la fe transformemos nuestras familias, nuestros barrios, nuestros distritos, nuestras provincias, nuestro país; ojalá dejemos de tener miedo de afrontar la realidad, ojalá motivemos más la esperanza, ojalá todos nosotros y nosotras seamos profetas de la esperanza, profetas del Dios amigo de la vida, que habla en la historia, que lucha nuestras luchas, que asume nuestros gozos y esperanzas. ¡Ojalá todo el pueblo sea profeta!

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Notas: 1. Texto preparado para la presentación por el 33 aniversario de la Pascua de monseñor Romero. En el Panel Fe y compromiso social, organizado por el Centro Óscar Romero en la parroquia Nuestra Señora de la Paz, Diócesis de Carabayllo. Marzo, 2013. 2. Santo Tomás de Aquino, Suma teológica, I,I,I. 3. Cf. Fil 1,3. 4. Homilía II Domingo de adviento, 4 de diciembre de 1977: “Buenas obras, corazones cristianos, verdadera justicia, caridad, eso es lo que busca Dios en la religión. Una religión de misa dominical, pero de semanas injustas, no gusta al Señor. Una religión de mucho rezo, pero con hipocresías en el corazón, no es cristiana”. 5. Cf. Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, n. 33. 6. Cf. Id., n. 37. 7. Cf. Benedicto XVI, Carta encíclica Deus caritas est, n. 1. 8. Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes, n. 1. 9. En poblaciones como las de Ayacucho o Huancavelica el triunfo de O. Humala fue avasallador. 10. Los datos que brinda Proinversion son ascendentes a partir de 2005 en adelante con capitales de España, Reino Unido. Cf. http://www.proinversion. gob.pe/0/0/modulos/JER/PlantillaStandardsinHijos.

aspx?ARE=0&PFL=0&JER=1537 11. G. Gutiérrez, “Una opción teocéntrica”. En: Revista Páginas n. 117 (2002), pp. 6-13. 12. Cf. CELAM, V Conferencia general del episcopado latinoamericano reunido en Aparecida, n. 399. G. Gutiérrez, “La opción preferencial por el pobre en Aparecida”. En: Revista Páginas n. 206 (2007), pp. 6-25. 13. Cf. CELAM, V Conferencia general del episcopado latinoamericano reunido en Aparecida, nn. 407410. 14. Cf. Benedicto XVI, Carta encíclica sobre la esperanza cristiana Spe salvi, n. 1. 15. Cf. San Gregorio de Nacianzo, Epist. 101, PG 37, 181. 16. J. Komochack, “Hacia una eclesiología de comunión”. En en G. Alberigo, Historia del Concilio Vaticano II, tm. IV, p. 37, nota 71. 17. Cf. M.D. Chenu, «Los laicos y la consecratio mundi». En G. Baraúna, La Iglesia del Vaticano II, p. 1000. 18. Cf Mt 5,13-16. 19. Cf. Jer 1, 4-11. 20. Cf. K. Rahner, Entrevista. En: Revista Diakonía 30 (1984), p. 159. 21. Cf. Her life. En http://dorothydayguild.org/ 22. Num 11,29. Fuentes de las imágenes: 1. http://thedeporteeswife.files.wordpress. com/2013/03/archbishop-oscar-romero2.png 2. http://www.revistaideele.com/ideele/sites/default/files/VaticanoIIg01.jpg 3. http://www.periodistadigital.com/imagenes/2012/12/29/gustavo.jpg y http://img2.mlstatic.com/ teologia-de-la-liberacion-gustavo-gutierrez-religioncatoli_MPE-O-10925639_7550.jpg

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Breve apunte sobre la novela boliviana contemporánea La mesa está servida pero no hay comensales1 Por Sebastián Antezana*

Podemos imaginar la escena. En algún momento del siglo XVIII, en la Inglaterra previctoriana, se reúnen ante una mesa servida y a la luz de las velas: Henry Fielding,

Daniel Defoe y Laurence Sterne. Algo pasa en la literatura inglesa entonces. Fielding ha sacado a la luz la espléndida Tom Jones, una novela picaresca, escrita como denuncia de los males públicos y privados que afectaban a la Inglaterra de aquel momento, logrando así un fresco irónico y meticuloso que no paró hasta verse varias veces adaptado al cine, en el siglo XX. Defoe ha publicado Robinson Crusoe, novela de naufragios que marcó temáticamente buena parte de la literatura occidental de entonces e incluso la de nuestros días, en los que el certero escritor sudafricano J. M. Coetzee ha escrito una versión hermosa de la misma historia. Con Robinson Crusoe, además, Defoe ha conseguido un título que, tal vez, él hubiera mirado con ternura o inconformidad: se le llama el padre de la novela inglesa. Sterne, finalmente, quizás el más original e innovador de los tres – tanto que el propio Nietzche dijo de él que era “el escritor más libre de todos los tiempos”– ha publicado los nueve volúmenes de la brillante Vida y opiniones del caballero Tristam Shandy, que le costó, como a veces pasaba entonces, la censura de la crítica y un importante grado de condena social, por su heterodoxia, su extravagancia y su cercanía al escándalo. Casi podemos verlo, en esta mesa imaginaria en la que los tres están sentados, se da mucho más que una reunión de escritores. Lo que allí ocurre es la primera verdadera revolución de la novela inglesa: su creación y su tripartición. Hasta entonces la novela como género no había conocido en lengua anglosajona un auge tan marcado. Pero no se trata solo de eso. En aquella reunión imaginada, y en las plumas de estos tres escritores, la novela nace también como una entidad que, desde su inicio, está dirigida a explorar * México-Bolivia, 1982. Es Licenciado en Literatura latinoamericana por la Universidad Mayor de San Andrés y Maestro en Literatura inglesa por la Universidad de Leeds. Actualmente, es estudiante de doctorado en la Universidad de Cornell y columnista del periódico digital Oxígeno. Su obra ha sido recopilada en antologías como Conductas erráticas (Aguilar, 2009), y es autor de las novelas La toma del manuscrito (Alfaguara, 2008; X Premio Nacional de Novela de Bolivia) y El amor según (El Cuervo, 2011-2012).


caminos distintos. Henry Fielding, Daniel Defoe y Laurence Sterne marcan por lo menos tres direcciones distintas hacia las que se dirigió la novela inglesa, y el siguiente siglo se encargaría de confirmarlo. Quizás lo que cabría resaltar en el caso de estos tres escritores es la influencia fundamental de Cervantes. Ciertamente, ni Fielding ni Sterne habrían escrito novelas importantes si no hubiera existido Don Quijote. No quiero proponer aquí una escala de valores y menos de estéticas, sino simplemente repetir lo obvio: la literatura no es más que un conjunto de libros que hablan de otros libros. Tuvo que existir un personaje llamado Don Quijote para que, posteriormente, en otras latitudes, existiera otro llamado Robinson Crusoe y aún otro llamado Tristam Shandy. Tratemos, ahora, de extrapolar la figura. La novela boliviana contemporánea vive un momento de diáspora. Si hay un gesto que define sus tendencias actuales, creo que es el de la dispersión. No quiero volver en absoluto al trillado discurso que quiere encontrar riqueza en la diversidad –en mi opinión eso está demás– pero sí reconozco que lo que sucede con la novela en estos días en el país, tiene mucho más que ver con una onda expansiva que con el seguimiento de una línea predeterminada. Tradicionalmente, se ha leído la narrativa boliviana como un movimiento lineal y ascendente: de las novelas realistas y naturalistas de principios de siglo se pasa a lo que es una suerte de annus mirabilis, el período que va entre 1958 y 1959, cuando ven la luz Los deshabitados, de Marcelo Quiroga Santa Cruz, y Cerco de penumbras, de Oscar Cerruto. En este punto podemos volver a nuestra anterior figura e imaginar que se da una señal. Retorna a la escena aquella mesa iluminada por la luz de las velas, la cual visitamos en otro tiempo y espacio, y vemos que

se sientan a ella Quiroga Santa Cruz y Cerruto. Porque en ese momento ocurre el cambio –o, por lo menos, la bifurcación–. Según una lectura crítica ya canónica, hace décadas postulada desde círculos académicos, ese fue el momento en que la literatura boliviana se alejó del compromiso social y el retrato realista y entró oficialmente de lleno a la ficción, explorando por lo menos dos caminos distintos. Fue entonces cuando sucedió, en ese periodo que va desde 1958 a 1959. Quizás no se trató estrictamente del primer momento de verdadera complejidad y sofisticación de la narrativa boliviana –ciertamente podemos nombrar instancias y autores anteriores– pero sí del primer momento consagrado: la primera diáspora verdadera. ¿Eso por qué? Porque a partir de entonces la narrativa nacional parece producir una continuada serie de pequeñas explosiones que llevaron al género novelístico a alcanzar cimas antes insospechadas, en distintas direcciones, con diversos estilos, explorando múltiples registros. Y entonces nacen la novela de guerrilla, la novela satírica, la que se empecina en cierta militancia política, el grotesco social, los sueños que nacen en el Chaco, la literatura de género policial, histórico, etc. Posteriormente, si damos un nuevo salto, usamos la misma figura y armamos otra vez nuestra mesa narrativa, esa que armamos primero en Inglaterra y después en Bolivia a finales de los años 50, estaría seguramente ocupada por tres escritores, en algún momento de la década del setenta, que a estas alturas se han vuelto imprescindibles: Jaime Saenz, que habrá publicado ya su Felipe Delgado; Julio de la Vega, que habrá ofrecido al público su Matías el apóstol suplente y estará en camino de configurar el gran Cantango por dentro; y Jesús Urzagasti, que habrá publicado 25


Tirinea, a la que seguirán otras sendas novelas. Así, si continuamos valiéndonos de la metáfora de la mesa de la gran narrativa o, por lo menos, de la gran novela boliviana en la actualidad, cincuenta años después de su primer momento de reconocida relevancia y algo más de treinta años después del segundo, podremos tener una idea bastante precisa de cómo van las cosas. Hace un momento decía que la figura que mejor define el presente de nuestra novela es la de la diáspora, que el gesto que mejor lo condensa es la dispersión. Puede que en este punto peque de una lectura historicista y demasiado esquemática, pero si seguimos esta línea de razonamiento y continuamos con la metáfora, podemos ver una elocuente diferencia respecto al pasado: hoy la mesa a la que se sienta la novela boliviana actual está absolutamente vacía. Éste, otra vez, no quiere ser un juicio de valor sino, simplemente, una manera rigurosa de acercarse a la descripción del estado de la diáspora. Históricamente, la literatura de los países es representada por grandes autores o grandes libros que se encargan de ocupar lugares de privilegio. Cuando Henry Fielding, Daniel Defoe y Laurence Sterne dejaron de ocupar un lugar absolutamente central –aunque esto es relativo porque los tres son clásicos y los clásicos, por definición, no dejan nunca el imaginario de la literatura nacional–, cuando dejaron de ser omnipresentes y controversiales y, por lo tanto, dejaron de ocupar la cotidianidad lectora de Inglaterra, los sucedieron en la era victoriana otros grandes nombres: Charles Dickens, Emily Bronte, William Thackeray y varios otros. Lo mismo sucede en las mesas de la narrativa boliviana: después del dúo Quiroga Santa Cruz y Cerruto, llegó el trío de Saenz, De la Vega y Urzagasti. Y después… la confusión. Lo repito: no creo que la mesa a la que se sienta la novela boliviana esté ocupada actualmente. Y si lo está, los comensales son varios y variados. Tanto que no llegan a distinguirse y en lugar de ello forman un mosaico multicolor donde ningún tono se impone a otro. En las novelas contemporáneas no hay un estilo que predomine sobre los demás, no hay temáticas

que se visiten de forma privilegiada, ni formatos que exhiban gran superioridad frente a otros. Eso por una parte. Además, otro factor que colabora al estado de las cosas es una cierta vaga democratización. Creo que, si vamos a hablar de las tendencias actuales de nuestra novelística, tenemos que necesariamente detenernos en un fenómeno que también es visible en industrias como la editorial: el profesionalismo. Con la consolidación de la única Carrera de Literatura del país y una cierta revitalización, –todavía muy menor y relativa– durante los últimos seis o siete años, de la crítica literaria, tanto académica como periodística, las exigencias para los narradores nacionales son cada vez mayores. Esto se da también porque el público lector se ha sofisticado, lo que, evidentemente, es un signo de progreso, y creo que ha traído por lo menos una consecuencia inesperada pero lógica: el nivel narrativo de buena parte de los narradores bolivianos actuales se ha uniformizado. Por supuesto que existen novelistas de gran talento y que tienen una cantidad importante de lectores –ahí nombres como Adolfo Cárdenas, Edmundo Paz Soldán, Rodrigo Hasbún, Wilmer Urrelo, Alison Speeding, Giovanna Rivero, Juan Pablo Piñeiro, Luisa Fernanda Siles, el propio Jesús Urzagasti, Ramón Rocha Monroy y varios más (vale la pena notar que el novelístico parece ser, por lo menos actualmente, un género que en Bolivia es, sobre todo, practicado por escritores hombres)– pero considero que lo que no existe hoy es aquel novelista que cambie radicalmente la forma de percibir a la novela como género. Hay varios escritores, y muy buenos, es cierto, hay novelistas que hoy escriben y que, de alguna manera, consiguen renovar formal y temáticamente al género, pero creo que este nuevo siglo no nos ha dado, todavía, una novela boliviana que, verdaderamente, nos ofrezca la posibilidad de pensar la realidad de forma distinta, de forma innovadora. La novela es un género literario mayor y la actualidad nacional no nos ha ofrecido un objeto que, sin abandonar sus características esenciales, es decir, la de ser, ante todo, un complejo aparato ficcional que nos dice algo sobre el mundo, instituya además una nueva manera de de-


cir nuestra historia colectiva, una manera en la que la memoria funcione como un dispositivo voluble, modificable, un instrumento en perpetua reconstrucción, una conciencia no solipsista ni parricida, sino curiosa y moldeable, que se hace a sí misma a través de las conciencias ajenas, no necesariamente desde la evocación mecánica o emotiva del pasado propio, sino desde la exploración del pasado ajeno y común. Una cosa más. Se tiende a pensar la narrativa boliviana como una sucesión de movimientos generacionales. Desde hace unos años, la crítica, sobre todo periodística, ha repetido un concepto hasta volverlo un lugar común: se dice que existe una nueva generación de escritores jóvenes que tiende a cerrar los ojos ante el ejercicio político y la tradición nacional, y volver la mirada hacia estéticas que considera más afines. Esto puede ser cierto, es verdad que hay un número de escritores relativamente jóvenes que está obteniendo la atención de lectores y medios periodísticos tanto a nivel nacional como internacional con una escritura, hasta cierto punto, vuelta sobre sí misma, pero creo también que la idea del recambio generacional es válida solo en tanto se acepte que el recambio es un movimiento cíclico y destinado a repetirse, por lo que, en sí mismo, no tiene mayor valor estético. Lo que sí lo tiene, por supuesto, son los libros, las novelas juzgadas en su individualidad. Y esa es la forma en que la crítica debería encarar a esta generación de escritores jóvenes que empieza a llamar la atención. Como todo momento de diáspora, el que vive la novela boliviana contemporánea es un momento de definiciones. Después de la dispersión llegarán seguramente algunas certezas. ¿Cuáles son los nombres que de aquí a diez, veinte o treinta años perdurarán y serán considerados como nuevos clásicos? ¿Qué autores y qué estéticas sobrevivirán en nuestro imaginario lector como instancias de privilegio, como obras y novelas que vuelvan a ocupar un lugar central en la mesa que hoy está vacía? A riesgo de repetir nueva-

mente un adagio que seguramente nació con el cristianismo, tendré que asegurar: “sólo el tiempo lo dirá”. Por lo pronto, el panorama de nuestra novela nacional se ve agitado y convulso, ocupado por libros y autores cada vez más profesionales y más entregados a explorar las posibilidades del género sin concesiones. Los caminos transcurridos hoy son muchos: las relaciones de poder en los entornos más cercanos, las batallas cotidianas de la intimidad, la vuelta a ciertos autores latinoamericanos importantes de mitad del siglo XX, la exploración consciente de las ciudades como espacios y motores capaces de producir ficción y de poner en crisis ciertas concepciones establecidas. Hay más. La novela nacional contemporánea ha puesto también la vista en el exterior: en otros tiempos y otros lugares. Se concentra además en otras problemáticas: la migración latina a Estados Unidos, las encrucijadas de la literatura con la historia, la problemática de los subgéneros y su inclusión en la Gran Literatura. Es, en definitiva, un momento de profunda riqueza, de gran variedad y talento, pero es un momento que no ha consagrado ningún nombre, ningún horizonte. La mesa está servida, pero todavía no aparecen los comensales. Imagino que en los próximos años los veremos sentarse cómodamente uno a uno.

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Notas: 1. La siguiente ponencia fue leída en la mesa redonda “Tendencias de la novela boliviana contemporánea”, que tuvo lugar en la XVI Feria Internacional del Libro de La Paz, en agosto de 2011. Fuente de las imágenes: 1. De Miguel Det. 2. http://www.opinion.com.bo/opinion/articulos/2011/0819/fotos/001421_600.jpg 3. http://www.paginasiete.bo/MediaFiles/PaginaSiete/cc/cc04795e-8da6-497a-80c1-268b65ccc958.jpg

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Milán Gonzalez: ¿Cómo fue tu inicio? Juan Carlos Valdivia: Estudié cine en Estados Unidos y después hice mi carrera en México. Ya profesional mi primera película la realicé cuando vivía todavía en Estados Unidos. Fue una coproducción con México. Me refiero a Jonás y la Ballena Rosada. Más de 15 años de trabajo detrás de la cámara. ¿Por qué el cine? Creo que desde niño siempre tuve interés por el arte. Sin embargo por el cine mi interés despertó un poco después. Sucede que es una actividad que combina muchas cosas. Y yo soy una persona un poco hiperactiva, muy inquieto; y con el cine encontré también un tipo de vida que me gustaba mucho, que iba con mi forma de ser.

Zona Sur, al norte del cine boliviano Entrevista al director de cine boliviano Juan Carlos Valdivia Por Milán Gonzalez* Películas como American Visa o Jonas y la ballena rosada fueron la antesala y sobretodo pusieron en órbita el nombre y al hombre detrás de la cámara: Juan Carlos Valdivia, a quien le tocó una intensa y motivadora gira promocional de la película Zona Sur que fue parte de la antepasada Berlinale, uno de los consagrados festivales de Cine Europeo. Tras el film me dispongo a hacer un par de preguntas al director, que me responde con gentileza. Una vez finalizada su intervención llegan las felicitaciones, cumplidos y similares al director por parte de propios y ajenos. Acordamos entonces una cita al día siguiente en un céntrico hotel del barrio berlinés Mitte para el desarrollo de la esta entrevista.

* La Paz. Periodista, fotógrafo y poeta.

En un spot que realizaste para Sony dices: “tengo un trabajo que no parece trabajo”. ¿Ha sido fácil o has tenido obstáculos dentro del mundo del cine? Considero que los obstáculos forman tu carácter, también que todo lo que es creatividad tiene que ver con el juego. Es una cosa que tienes que aprender a cultivar. Para mí es una combinación de estar relajado y tenso al mismo tiempo. La tensión te mantiene despierto. La tensión te hace trabajar. Pero si no tienes un grado de relajación no estás disfrutando lo que haces ni tampoco las cosas salen bien. Por eso tengo un trabajo que no parece trabajo. (Risas) Películas como American Visa y ahora Zona Sur han suscitado mucho interés por parte de la audiencia internacional. Ambas además poseen una fuerte carga de contenido social. ¿Qué es lo que más te interesa cuando piensas en un proyecto cinematográfico?


Me gusta que un proyecto cinematográfico tenga carne, es decir algo que se maneje en diferentes niveles, desde lo emocional hasta lo técnico. En el caso de Zona Sur creo que es una película que funciona de ese modo; es la historia de una familia, es la historia de una madre que está luchando por mantener a su familia a flote y es la historia de un país a través de una familia. Y esto era para mí el reto, que sin hacer un gran retrato social, que sin hacer una cosa altisonante, el público pueda entender lo que está pasando en Bolivia a través de la intimidad de una familia. Zona Sur recibió premios en festivales de cine como el de Sundance o el de Guadalajara. ¿A qué se debe este éxito? Creo que es una película que tiene dos factores. Uno, a pesar de ser tan idiosincrática o local, creo que hay muchos ingredientes que la gente está asociando como universales, con los cuales se identifican y los que entienden perfectamente. Y dos: creo que es una película muy novedosa en su forma, es innovadora, arriesgada y por ende no pasa desapercibida. Es una película de la que no te olvidas fácilmente. ¿Qué trasfondo tienen las tomas sexuales? Creo que la sexualidad la aprendemos de los padres y de la familia en general; y esto era algo sobre lo que quería hablar. En la película los hijos son muy jóvenes y prácticamente tienen una vida sexual bajo la sombra de la madre. Eso me parecía interesante. Sin embargo considero que en la película se le da el mismo valor a la sexualidad como a las escenas en la cocina o a cualquier otra escena. No hay morbo. Son simples escenas de sexo, ni siquiera hay un interés por erotizar la película. Esas escenas están vistas con la misma distancia con la que se ve todo lo demás y eso me parece que es un poco diferente. Entonces, ¿a qué se debe la intensidad de dichas escenas al inicio de la película? A que quiero sacarlas de una vez al inicio y no crear una tensión erótica en la película. Si pones estas escenas al principio la gente se acostumbra a ellas. Ya no hay esa seducción que consiste en que “primero te muestro un poquito y después otro poco y así sucesivamente”, como la mayoría de las películas que

te van seduciendo hasta llevarte al clímax. A mí no me interesaba hacer eso. Homosexualidad versus matriarcado ¿Cómo se definen dichos elementos según la historia que planteas en Zona Sur? Yo creo que la sociedad boliviana es muy tolerante. Tiene que ver con que somos un país muy diverso. Y creo también que gracias a nuestra migración somos un país que está y que existe en el mundo. Los bolivianos viajan, van, vienen y llevan el mundo a Bolivia. Hay un personaje que puede servir de ejemplo. Ella es lesbiana y hay un elemento de rebeldía en dicho carácter. No sabes si verdaderamente es lesbiana o lo hace por molestar a la madre. En todo caso me interesaba el tema del lesbianismo en sí; no cómo la madre educa a la hija o cómo educa al hijo. Además estamos hablando de clases sociales. A la madre no le interesa tanto si la hija es lesbiana o no, pero sí le preocupa que su hija salga con una chica de otra clase social. Eso me resulta interesante; es decir cuáles son las prioridades de la madre. En los últimos años el gobierno boliviano le ha dado un protagonismo especial a la brecha entre clases sociales, ¿cómo se ha traducido este efecto en la recepción de tu película? Uno como cineasta siempre trata de hacer lo mejor que puede y que tu película tenga un mayor impacto. Es muy difícil calcularlo, yo creo que la película está sorprendiendo. Está yendo muy lejos y eso para mí es muy grato. De cara a la técnica te basas en la trilogía de las esferas de Peter Sloterdijk para ayudarte a proyectar las historias individuales, y también para recrear imágenes poéticas ¿Planificaste desde un inicio que la película tenga dicha carga poética? Sí, absolutamente. En cierta manera estaba aburrido del cine que se apoya tanto en lo narrativo, en contar historias. Vivimos contándonos historias desde hace mil años, entonces me parece que a veces en el cine hay una tiranía narrativa. Creo que el cine tiene mucho más posibilidades, justamente por eso minimicé la historia. Es una historia minimalista y es una historia donde lo que se va develando está en la poética y esta poética se manifiesta en el lenguaje que se da 29


a través de las atmósferas. En cierta parte de la película tienes una toma de los actores dispersos en la casa mirando a través de las ventanas, todos con la mirada perdida. ¿Qué deseas transmitir con dicha toma? Esa es una de las tomas claves de la película, incluso en algún momento se pensó que esa podría ser la última toma de Zona Sur, pero eso hubiera cerrado la película de forma abrupta. Creo que esa toma te enfatiza el encierro de los personajes, pero no es un encierro individual sino colectivo. Esa es la metáfora de la toma. La Paz es protagonista en más de una ocasión de tus películas. ¿Tienes alguna razón en especial al repetirte en la ciudad del Illimani? Creo que depende de la historia. La Paz es una ciudad fascinante. En el caso de Zona Sur estamos viendo una parte muy específica de La Paz, un barrio, una manera de vivir; pero no estoy cerrado a otras ciudades. La película deja varias interpretaciones al público ¿Cuál es la tuya? La veo de una manera positiva. Creo que Bolivia tiene una serie de asuntos pendientes que no ha resuelto y se están resolviendo; por supuesto es caótico y doloroso. Bolivia es un país donde la movilidad social era nula, donde había mucha desigualdad. Creo que eso está cambiando pero todo cambio se percibe como caótico. Es un proceso, un largo proceso. Hablando sobre procesos, antes de ver tu película me tocó hacer un especial sobre una reunión de Nazis de toda Europa en la ciudad de Dresden, la misma parecía un campo de guerra por los controles policiales y militares ¿Cuál es tu posición frente al proceso social en el que todavía se ve de forma tangible esta problemática en Alemania? Creo que son temas universales. A veces se habla de que nosotros tenemos muchos problemas con el racismo y con el clasismo. Y bueno, son cosas que también hemos here-

dado de Europa y por supuesto ellos tienen los mismos problemas. No sé, la verdad es que no quiero hacer ningún comentario sobre la sociedad alemana, porque creo que sería impertinente profundizar en el tema. Sin embargo me parece que en términos generales cada país tiene un montón de cosas por limpiar en casa. ¿Qué nos puedes comentar sobre la toma final de Zona Sur en la que todos se sientan en la misma mesa? Creo que un elemento esencial en la revolución Francesa fue la guillotina. Han habido muchas personas que pensaron que la película, quizás, necesitaba de la guillotina, pero considero que el verdadero cambio es así de sutil y profundo como sentarse todos a la mesa. Esto no es una cosa que se da de un día para otro, pero es un paso importante el que todos estén sentados en la misma mesa. Y no solo eso ocurre, sino también el mozo, el mayordomo de la casa, es quien se sienta a la cabecera. Entonces ese es el cambio al que me refiero, sutil y profundo. ¿Qué nuevos planes, qué nuevos proyectos cinematográficos tienes en mente? Creo que seguir trabajando de esta manera. Hay muchas historias y muchas cosas por hacer en Bolivia. Ha dejado de nevar. A Juan Carlos le espera un taxi fuera del hotel, le toca seguir promocionando Zona Sur, quedan varios países para exhibir la película. Quedan también el recuerdo de la sala llena, los aplausos, la crítica internacional tan constructiva como gratificante en nominaciones y, sobre todo, un guiño en señal de confianza para el cine boliviano que sigue madurando.

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Fuente de las imágenes: 1. De Miguel Det. 2. http://2.bp.blogspot. com/_1WI7yxJTmUk/ S q r r t e N 4 w I I / AAAAAAAABgg/pe_ RbAxDghI/s400/zona_ sur.jpg 3. Fotografía de Milán Gonzalez.


Por Jorge Alberto Chávez Reyes*

HOMOPARENTALIDAD: Las nuevas familias y las relaciones de género

Entre el final del 2012 y el inicio del 2013 el tema de la homoparentalidad ha estado muy presente en las noticias. La próxima apro-

bación del matrimonio igualitario en Francia (Marriage por tous / Matrimonio para todos) ha provocado una muy fuerte oposición en la que católicos, evangélicos e islámicos han sumado fuerzas. La gran manifestación realizada en París el pasado 13 de enero (llamada Manifpourtous / Manifestación para todos) convocada en defensa de la familia “tradicional” nos hizo ver que, detrás de la negativa a aceptar que homosexuales y lesbianas puedan casarse * Lima, 1969. Estudió derecho en la PUCP. Periodista de la Bausate especializado en Periodismo Politico en la Ruiz de Montoya. Activista y exPresidente del Movimiento Homosexual de LimaMHOL. Consultor en temas de género y masculinidades.

y formar familias, lo que hay es una última y encarnizada defensa del sistema de género y la cosmovisión patriarcal-religiosa que lo sustenta. Todo parece indicar, como ya ha sugerido, por ejemplo, Jaris Mujica en su libro Microscopio: de la Bioética a la biopolítica al referirse a los grupos conservadores pro-vida, esta defensa de lo “tradicional” no es algo circunstancial motivado por la ley de matrimonio en Francia o cualquiera otra ley que otorgue derechos a las parejas homosexuales, es un movimiento internacional y organizado que busca mantener el poder de las religiones sobre los cuerpos y vidas de las personas, poder para el cual el sistema de género ha sido un instrumento vital. En la misma línea que los organizadores de la Manifestación para todos, el 23 de enero un conjunto de agrupaciones evangélicas peruanas convocó a una “Gran Marcha por la familia y los valores” en Lima para defender la familia tradicional (heterosexual, con roles de género bien establecidos) ante la “amena31


za” que significan los supuestos avances de los derechos de los homosexuales. En este caso, la amenaza a la que se refieren es la fallida ordenanza contra la discriminación que la Municipalidad Metropolitana de Lima había anunciado y que se esgrime como una “razón” para la revocatoria que enfrenta la Alcaldesa Villarán. Homoparentalidad ¿A qué nos referimos cuando hablamos de homoparentalidad? La familia homoparental es la constituida por dos padres o por dos madres homosexuales. En este modelo “nuevo” de familia se rompe el vínculo “sexualidad-reproducción” y también la obligación de que los/as progenitores/as sean de diferente sexo. La “liberación gay” que se inició a fines de los 60 dio por resultado las primeras comunidades de homosexuales en los Estados Unidos y el surgimiento de las primeras familias. La situación de esa época hizo que, por lo general, se trataran de hombres o mujeres que terminaban con un matrimonio heterosexual (impuesto o auto-impuesto) y deseaban seguir teniendo relación con sus hijos. Los primeros estudios científicos sobre niños criados por padres homosexuales datan de los años 70 y, tomando en cuenta la situación descrita, no es de sorprender que estos estudios en norteamérica se llevaran a cabo a petición de los tribunales que debían decidir sobre la residencia de un niño con un padre homosexual después de la separación o

el divorcio. Luego, se siguieron adelante para responder a las preocupaciones de los trabajadores sociales y del público en general sobre el futuro desarrollo psicológico de los niños criados por padres homosexuales. Una de las preocupaciones (“razones” que a veces se esgrimen para oponerse a la adopción homoparental u alguna otra forma de homoparentalidad) es que los niños criados por padres homosexuales son estigmatizados por sus compañeros y podrían desarrollar problemas psicológicos o sufrir algún desorden de identidad de género o de conducta. Hasta la década del 2000, todos los trabajos científicos sobre estos temas fueron estudios comparativos. El desarrollo de los niños criados por madres lesbianas o padres gays fue comparado con el de los niños criados en familias de padres heterosexuales tomando especial atención en aspectos como la identidad sexual, el desarrollo emocional, relaciones sociales con compañeros y adultos, y el riesgo de abuso sexual, el rendimiento académico y el riesgo de psicopatología. A pesar de los prejuicios de los propios investigadores, los resultados indicaron que el desarrollo de los niños criados por padres homosexuales no difirió significativamente del de los niños criados por padres heterosexuales en los distintos aspectos estudiados. Poco a poco, los estudios se centraron menos en dar respuesta a las preocupaciones por el bienestar y desarrollo de los niños criados por padres del mismo sexo y


comenzaron a abarcar otros ámbitos. En 1997, cuando se inventó el neologismo “homoparentalidad”, ya se habían realizado alrededor de 200 estudios principalmente en los Estados Unidos y Gran Bretaña, pero también en Bélgica y los Países Bajos. A lo largo de los años 80 y 90 y la primer década del siglo XXI, cuando los avances de la ciencia hicieron accesible la inseminación artificial, la donación de óvulos, la maternidad subrogada y las familias formadas por parejas homosexuales con hijos se multiplicaron; los investigadores empezaron a estudiar, por ejemplo, cómo el hecho de que uno de los padres oculte su homosexualidad tenía efectos en las relaciones conyugales y parentales, el manejo del estrés, los efectos de la homofobia y las estrategias para proteger a los niños, el funcionamiento de la familia homoparental, las relaciones intergeneracionales, el deseo de tener hijos por parte de las personas homosexuales, el carácter individual de los proyectos conyugales o parentales, las relaciones de la familia homoparental con terceros involucrados (donantes de esperma, donante de óvulos, madre subrogada), lo positivo o negativo del anonimato del donante, la transmisión de valores e identidades religiosas, la agrupación o separación de ingresos, el impacto de la asimetría de la situación de los padres. El estudio de la homoparentalidad ha permitido conocer más sobre la evolución de la familia, los roles parentales, etc. Pero, por el otro lado, el crecimiento del número de familias homoparentales y su pro-

gresivo reconocimiento legal en Los Países Bajos, Bélgica, España, Canadá, el Reino Unido, Suecia, Noruega, Dinamarca, Portugal y una decena de estados norteamericanos hizo que se organizara la oposición a estos avances en torno a la defensa de lo “natural” y de la “tradición y los valores”. Observemos con cuidado y veremos que más allá del estéril debate sobre lo “natural” (tomando en cuenta que los seres humanos somos un producto eminentemente cultural) lo que realmente articula la oposición al reconocimiento del matrimonio igualitario y la homoparentalidad es la idea de lo que debe ser una madre y lo que debe ser un padre o, en otras palabras, lo que “debe ser” una mujer y “debe ser” un hombre. Así, la familia patriarcal, donde la mujer está confinada al campo doméstico y el hombre reserva para sí el espacio público, se vuelve “sagrada”. Para los opositores a la homoparentalidad, que un hombre pueda ser el que cuida y da ternura a los niños (“ser madre”) y luego padre les parece una “aberración”, algo antinatural; que una mujer pueda establecer las reglas y ser proveedora (“ser padre”) y luego madre, les parece “obra del demonio”. ¿Y si las parejas y los padres homosexuales ofrecen nuevos modelos de relaciones familiares positivas? Los padres gays o lesbianas podrían ofrecernos una visión diferente de las relaciones de género a través de los otros modelos de pareja que ofrecen. Tomemos en cuanta que: 33


Las familias homoparentales son familias en las que el trabajo y el sueldo de cada miembro de la pareja se plantean en términos menos influenciados por la división sexual del trabajo y la consideración tradicional de fuentes de ingresos principales (del hombre) y “extras” (de la mujer) no tienen la misma lógica. Las familias homoparentales son familias en las que las tareas domésticas no tienen de facto asignación de género. Los mandatos culturales sobre lo que son las “obligaciones” del hombre y de la mujer en el hogar no tienen efecto y la división de labores debe ser negociada con una mayor posibilidad de equilibrio entre las partes. Las familias homoparentales son familias en la que la autoridad, la dulzura, la intuición, la técnica, la racionalidad y la emoción pertenecen tanto al campo de un@ como del otr@ miembro de la pareja. Las familias homoparentales son fami-

lias que por definición no transmiten muchos de los “tradicionales” estereotipos sexistas como “papá trabaja, mamá cuida la casa”, “papá es el jefe de la familia y la mamá es cariñosa”... ¿Y si los hombres y las mujeres heterosexuales, las madres y padres heterosexuales, tienen mucho más que aprender de lo que imaginan de las parejas y padres homosexuales sobre cómo hacer sus matrimonios y familias más igualitarios y equilibrados?

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Fuentes de las imágenes: 1. h t t p : / / b l o g s . t n . c o m . a r / t o dxs/2012/11/28/sai_do_armario_dilma/ 2. http://www.vilanova.cat/content/llibres/644/Imagen%20013.jpg 3. https://www.facebook.com/photo.php? fbid=478298515541292&set=a.184441044927042. 31934.176577475713399&type=1&theater


Por Francisco Joaquín Marro*

Cuando me pidieron escribir este artículo pensé: “¿es una broma?”. E inmediatamente recordé todos los enlaces de Youtube con música de los ochentas que posteé en Facebook en el transcurso de esa semana. “Evidentemente no”, me dije a mí mismo. “Pero es injusto, todo el mundo lo hace”, me justifiqué. Pues no, no todo el mundo lo hace, hay que aclararlo. Lo hacemos nosotros, la Generación X, la otrora generación rebelde y desencantada que reflejaban los libros de Ray Loriga o Bret Easton Ellis. Esos que renegábamos de un presente sin esperanzas que hoy, irónicamente, traemos a cuento cada vez que podemos, en cuanta ocasión se presente. Hagan la prueba: reúnanse en casa de alguien, con cervezas y piqueos, con gente de edades entre los treinta y los cuarenta y cinco años, y pregúntenles: ¿te acuerdas de

* Lima, 1981. Debutó en la escritura en 2006 con el blog Uno de tantos, que actualmente sigue vigente. Ha publicado las novelas Sol de Tokio (2011) y Tiempo para héroes (2013).

los Transformers (los de antes, obvio), de Los Magníficos, de Jem, de Smallwonder, de los Thundercats, de He Man, de Mazinger Z, de Candy Candy? Seguramente será una velada deliciosa, salvo que, si nos ponemos a pensar fríamente, somos demasiado jóvenes para entregarnos al placer de mirar atrás. Parece curioso, pero las últimas décadas del siglo pasado no fueron precisamente “tiempos felices” para Latinoamérica y, sin embargo, somos tan apasionados en nuestros gustos retro como lo son hoy los norteamericanos a la hora de recordar esos “tiempos de bonanza”, de cuando ellos dominaban el mundo. Una ironía que ciertamente merece un análisis psicológico. En fin. Por otro lado, existe hoy toda una generación de artistas plásticos, diseñadores, escritores y publicistas (con gustos refinados) que está empoderada en los medios de comunicación y que han amplificado esta nostalgia hasta casi anidarla en la generación subsiguiente (de allí el fenómeno hipster: el post bohemio de veinticinco años, una suerte de beatnik contemporáneo sin vergüenza por su actitud consumista, sin tanta filosofía ni literatura, que combina prendas de hoy con prendas del ayer, que utiliza lentes de pasta y que se jacta de escuchar jazz en discos de vinilo, claro, cuando no se jacta de alguna otra cosa aún más pasadista, irreverente, jocosa y supuestamente irónica). 35


Y hablar del hipster nos lleva también a repensar nuestra propia actitud hacia el pasado, que evidentemente es irónica. Estamos más que convencidos que los ochentas fueron, en muchos sentidos, kitsch. Jactarse de las blusas y chaquetas con hombreras, de los copetes altos, los rizos y de los bailes ridículos de entonces es también una suerte de “medalla de guerra” que nos permite, en Facebook, pasar por sujetos interesantes e inteligentes. Un hombre que es capaz de burlarse de sí mismo naturalmente tiene que resultar simpático (y tal vez lo malo de todo esto sea que esa actitud, a fuerza de ser imitada hasta la saciedad, perderá efectividad). El guiño irónico y el kitsch son importantes: en las galerías de arte contemporáneo podremos encontrar cuadros que “calcan” a los cartoons que veíamos de niños, pero en poses y actitudes que en nuestra infancia hubiesen sido censurados. Imaginemos esto: que no existe Internet y que tenemos más de sesenta años. ¿Cómo traeríamos a cuento el pasado? Como lo hacían nuestros abuelos, en un café, en medio de una nube de tabaco, rodeados de muchos periódicos, o en un parque, esperando que llegase el amigo para hablar de cómo los gobernantes de antes “tenían huevos” y “mano dura.” Ciertamente no es muy idílico, pero bueno, el punto es que hoy las redes sociales sirven para replicar y multiplicar la nostalgia. ¿El fenómeno retro actual hubiese sido posible sin Internet? Lo más probable es que no. También reconozcamos algo, que nuestros padres y maestros fueron bastante severos y desconfiados. Nos cargaron con tantos reproches y castigos que han producido un tipo de adulto como nunca antes se ha visto, el treintañero que colecciona juguetes, que ve dibujos animados y que no se avergüenza de ello. Ahora bien, no son solo los ochentas y los noventas los únicos motivos de la actual cultura retro. Cuando yo abro un álbum familiar, me emociono al ver el aspecto de mis tías y tíos, con sus trajes acartonados, sus peinados sesenteros, cardados, ahítos de laca, y esos autos Ford con aleros que pretendían ser “mo-

dernos.” No solo hay un gusto por traer a cuento nuestro propio pasado reciente; no nos basta, y necesitamos también a los sesentas y a los setentas, el pasado de nuestros padres, un pasado que, dicho sea de paso, ellos no extrañan en lo más mínimo, por estar alegres (como niños) por los adelantos de esta época. A la Generación X motéjenla ahora como la Generación Instagram, y el capitalismo (ese ojo de Mordor que todo lo ve) no ha desaprovechado la oportunidad de vendernos el pasado empaquetado con las comodidades del presente y el listón de la nostalgia. Ya es corriente hablar de retro-videojuegos, de videojuegos 8 bits que rescatan lo soso del ayer, y que abiertamente exhiben su poca calidad gráfica (¡otra vez el gesto irónico y kitsch!). El fenómeno vintage (el vender objetos auténticos del pasado) obedece también a esta lógica. Un factor más contribuye a alimentar la hoguera de la nostalgia, y tal vez sea el más relevante: los recuerdos mundialmente compartidos de una Generación X que alimentó su imaginario pop con los productos norteamericanos de la naciente Globalización, en ese entonces aún en pañales. Ser boliviano o español en 2012 no significa lo mismo que haberlo sido en 1930. Hoy en día es común que, por ejemplo, un escritor boliviano haya crecido al amparo de la TV viendo lo mismo que vio su coetáneo español, también escritor, al otro lado del mundo. Da igual que en Bolivia el programa se llamase Los Magníficos y que en España fuese Brigada A. Bolivianos o españoles, da igual: ahora escriben sus historias y más parecen estadounidenses (y por eso las novelas de hoy tienen títulos e historias prácticamente intercambiables). Sigamos divagando, hablemos de música y seamos honestos, el rock puro y duro, tal como lo conocimos, murió con Kurt Cobain en 1994. Nada de lo que puedan crear hoy The White Stripes, Arcade Fire, Franz Ferdinand o Arctic Monkeys podrá superar jamás toda la música rock que se hizo en el siglo XX. Y el rock alternativo a lo más nos lo recordará. No conozco a nadie de


más de treinta que cometa el sacrilegio de poner esos grupos que menciono por encima de Garbage o Radiohead, por poner un ejemplo. ¿Y por qué? La respuesta es muy sencilla: aparentemente ya no hay nada de qué quejarse. Vamos, ¡pero si hay mucho por hacer en el mundo!, dirá usted, querido lector. Sí, es cierto, y nos quedaríamos cortos enumerando todas las injusticias y crímenes que se cometen a diario, pero en algún momento de la historia musical el rock perdió esa capacidad de conectarse con los ideales de una generación y canalizar esa fuerza rebelde en una actitud verdaderamente contestataria. El punk setentero y el grunge noventero fueron los últimos intentos frontales por hacer que los riffs de guitarra simbolizaran algo más que diversión. ¿Y todo es culpa de quiénes? De la Generación X, evidentemente. Tanto cinismo y desengaño, tantos ideales prostituidos, tenían que desembocar en ironía y kitsch. Por eso desde la década pasada todo nos sabe al siglo pasado. The Strokes nos salvaron del New Metal a fuerza de replicar los riffs distorsionados de los bajos que ya aplicaron The Kinks y The Who en los sesentas. The Killers, Kaiser Chiefs y The Yeah Yeah Yeahs nos traen un poco del glamour setenteroochentero que aún recordamos en New York Dolls o Duran Duran, y que secretamente añoramos. Matar al monstruo ochentero, a la hidra ochentera, musicalmente hablando, es una empresa prácticamente imposible. Los ochenta fueron la edad mítica del pop y el rock: cuenta la leyenda que cuando el punk setentero murió, sobre su tumba se gestaron tantas fusiones y experimentos que desembocaron en lo que hoy está en el teléfono celular de cualquier

treintañero o cuarentón. Así tenemos todos los ingredientes para que la persistencia del ayer se mantenga, según pronósticos realistas, por lo menos veinte años más; y éstos son: actitud irónica ante la vid a+Internet+Globa lización+dinero+n ostalgia. Lo cierto es que para los refinados adultos de la otrora Generación X, el mundo del presente ha perdido mucho en calidad intrínseca. O al menos esa es nuestra idea general, que la calidad degenera (igual que como piensa mi abuela, que aún recuerda lo buenas y baratas que eran las cosas en 1940). Por tanto, querido lector de la otrora Generación X, la próxima vez que se jacte frente a un adolescente de sí haber tenido infancia y de sí haber sido verdaderamente rebelde y contestatario, recuerde esto: que usted aún es joven. Lo suficientemente joven como para no perder las esperanzas, mientras aguardamos ese futuro que nos prometieron en el pasado, ese futuro con ropa de plástico, con anillos en las hombreras, con autos voladores y aparatos teletransportadores. Ese futuro que hoy, más que nunca, tiene la extraña textura de un deja-vu en Instagram, de algo ya vivido, ya conocido.

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Fuentes de las imágenes: 1. http://www.dvdverdict.com/ images/reviewpics/sw205.jpg y http://cinespacio.pe/wp-content/ uploads/2012/10/he-man.jpg 2. http://cdn101.iofferphoto.com/ img3/item/146/807/463/the-ateam-free-usps-priority-shipping398b.jpg 3. http://www.fondosgratis.mx/ items/anime/otros/10630_candycandy/full/6/ 4. http://ivanriosgascon.wordpress.com/2011/10/06/los-inutiles-xx-anos-de-la-generacion-x/ 37


El tiempo en el proceso civil: un mal necesario a vencer

Propuestas para una justicia civil más justa (parte 1)1

responsabilidad civil, etc. ¿Qué es lo que primero se le viene a la mente? Permítame adivinar: corrupción, lentitud, faA Daniel Mitidiero, mi joven maestro, mi gran amigo llos inverosímiles, trámites y fórmulas legales incomprensibles, colas para presentar un miserable escrito La postración de la justicia civil: diag- y para que le digan que en esta ventanilla no, que en la otra (claro, eso si su abogado es lo suficientemennóstico del ciudadano de a pie te malvado para enviarlo por su cuenta a ese intesAmigo lector, ¿qué es lo que piensa de tino de Leviatán que son los tribunales); una Corte su Poder Judicial? Por el momento olvi- Suprema que se queda con su caso por un año mientras Ud., mal que bien, se ve obligado a seguir con demos los procesos penales y enfoqué- su vida; su abogado despotricando contra los jueces monos en la justicia civil, es decir, en aque- y los secretarios, diciendo que son unos incapaces, llos litigios vinculados a contratos, familia, propiedad, etc. Quien ya padeció un proceso civil sabe que Kafka decía la verdad. No obstante, a pesar de estos desoladores * Lima, 1986. Candidato a Magíster en el Programa pensamientos, Ud. sabe que su sistema de justicia de Postgrado, con énfasis en Derecho Procesal Civil, estatal tiene que funcionar bien para que, a su vez, de la Universidade Federal do Rio Grande do Sul (Pormuchas otras cosas puedan funcionar bien. Cosas de to Alegre - Brasil). Bachiller en Derecho por la Univerlas más simples como recibir una indemnización por sidad de Lima. Por Renzo Cavani*


aquel auto chocado sin que haya sido su culpa, que ese deudor escurridizo cumpla con el préstamo impago, que el inquilino aprovechado se vaya de su casa. Pero otras cosas más complejas, como la correcta interpretación de unos testamentos que involucran bienes valorizados en millones de dólares y, por qué no, oscuros intereses; o la paralización de la construcción de un megaproyecto minero porque se violan los derechos fundamentales que el Estado se comprometió a respetar. Pero bueno –Ud. preguntará–, ¿cómo lo solucionamos? Probablemente las respuestas sean varias, y cada una de ellas más compleja que la otra. Desde hace mucho tiempo grandes hombres se han dedicado a lo largo de toda su vida a escribir, debatir y trabajar para mejorar el funcionamiento de la justicia civil. Aún hay muchos que lo siguen haciendo. Al respecto, hay cosas ciertamente curiosas, como por ejemplo que un país como Italia que ha parido a varios de los mejores procesalistas (así se les llama a los estudiosos del derecho procesal) tenga uno de los sistemas de justicia civil que peor funcionan en el mundo. Sus procesos duran más del doble que los nuestros. Imagínese. Ud. insiste: ¿cómo solucionamos esto? Yo le aseguro que no lo haremos aumentando el sueldo a los jueces, dándoles más secretarios y asistentes, controlando su producción, fiscalizándolos como en tiempos de la Inquisición o ratificándolos cada 7 años. Así no solucionaremos nada, o casi nada. Tampoco tendremos resultados si cambiamos cada dos años al Presidente del Poder Judicial –así sucede en el Perú– ni con que en cada discurso de apertura del año judicial se prometa la “modernización del sistema de

justicia”, “celeridad procesal” o “capacitación de jueces”. Al menos en lo que se refiere a mi país, los presidentes del Poder Judicial son elegidos, participan en protocolos, expiden varias resoluciones, se involucran en un par de escándalos, hacen una que otra mejora administrativa y dos años después vuelven a sus funciones jurisdiccionales, sin pena ni gloria. La “reforma de la justicia” ha pasado a ser una broma o una dulce ilusión. ¿Qué cambiar? ¿Por dónde comenzar? Quizá piense que estoy evadiendo sus preguntas, pero ahora sí le diré al menos por dónde pienso que debemos comenzar para obtener soluciones inmediatas. Si Ud. ha intuido que deben cambiarse leyes, está en lo cierto. Pero no cualquier ley. Nuestra atención debe dirigirse al Código Procesal Civil (o al equivalente según su país), por la simple razón que es la ley que regula las reglas del procedimiento mediante el cual Ud. cobrará su deuda impaga, recuperará su propiedad, peleará por su herencia. Y si ese procedimiento está mal hecho, Ud. podría no llegar a gozar de su acreencia, propiedad o herencia. Mejorar ese procedimiento, por tanto, es importantísimo. Por ahí se dice que es mejor tener buenos jueces que malas leyes, pero ¿cómo pueden trabajar los primeros si sus instrumentos –las leyes– son malos? No. Tener buenas leyes es vital, y principalmente ese bendito Código que regula los procedimientos civiles tiene que ser bueno (en adelante, CPC). Pero ojo, aquí no voy a incurrir en la insensatez de decir que sólo reformando íntegramente nuestros CPC lograremos una justicia eficiente. Eso equivale a 39


no decir nada. Pienso que con algunas pocas modificaciones muy puntuales a nuestros CPC pueden obtenerse soluciones inmediatas, casi automáticas, pero soluciones no para los jueces ni para los abogados, sino para los justiciables, que son los que sufren con un sistema de justicia ineficiente. No se piense que mi intención es dar a entender que dichas modificaciones son non plus ultra ni que son las únicas que deben ser realizadas. Hay muchísimo trabajo por hacer, pero estoy absolutamente convencido de que debe comenzarse por ellas. Dicho sea de paso estas soluciones vienen directamente del trabajo que se hace en la doctrina. En mi opinión, ella es la responsable de suscitar la intranquilidad de cambiar el terrible status quo. El objetivo no es otro que los jueces puedan juzgar bien y que el ciudadano reciba lo que por derecho exactamente debe recibir. En esta oportunidad, hablaré de una de dichas soluciones. La posibilidad de gozar anticipadamente de lo que podría obtenerse al final del proceso El proceso, por naturaleza, tiene que durar un lapso de tiempo. No es que tenga que durar poco o mucho: su duración tiene que ser proporcional de acuerdo a la necesidad de justicia del demandante. Asimismo, el proceso tiene que durar porque el juez tiene que convencerse de la verdad de las alegaciones de las partes. Por tanto, tiene que existir un momento donde se producirán las pruebas (se escuchará al testigo, el perito explicará su informe, el juez preguntará a las partes, etc.). Y es que, amigo lector, no todos aquellos que acceden a la justicia tienen la razón. El juez debe determinar quién la tiene. Y ello necesariamente toma tiempo.

Así, después de que el juez haya analizado todas las pruebas, emite su decisión dándole la razón a una de las partes. Esto es lo que se llama sentenciar. Desde la demanda hasta la sentencia tenemos un procedimiento al que se le denomina “primera instancia” o “primer grado”. En esa sentencia el juez dice quién ganó y quién perdió y –aspecto importante– dice por qué. Claro, todo el mundo sabe que el que perdió va a apelar y será ahora un tribunal quien determine quién tiene la razón, con la consecuente prolongación del proceso. La duración de ese procedimiento de primer grado debería demorar, en teoría, algunos meses, pero infelizmente ello no es así. En el Perú muchas veces superan el año. ¿Por qué? Una de las principales razones es que los jueces están tan abarrotados de trabajo que programan audiencias para varios meses después. Pero, ¿esperar un año para tener una sentencia y, encima, apenas la primera? Quizá sea una broma, pero es la cruda realidad. El principal perjudicado con esta dramática falla del sistema es el demandante que tiene razón. Él es quien padece todo el tiempo que el proceso demorará hasta llegar a su conclusión pues recién allí gozaría de su derecho reclamado. Y si él es el perjudicado, ¿quién es el mayor beneficiado? Evidentemente el demandado que no tiene razón, o sea, ese escurridizo deudor, el inquilino que no quiere salir o el padre que no quiere dar pensión a sus hijos. Un mínimo sentido de justicia indica que el tiempo del proceso no puede favorecer a este tipo de personas. A ello se suma que existen muchas situaciones en donde el demandante simplemente no puede esperar tanto tiempo para


gozar, en el mundo real, de aquello que el Poder Judicial podría darle si le diese la razón. El lector podría estar pensando en una medida cautelar, pero no me refiero a eso. Lo máximo que una medida cautelar le puede otorgar es seguridad para que su probable derecho no sea perjudicado. ¿Por qué “probable derecho”? Porque aún no se ha llegado al final del proceso. Sólo con la sentencia que le pone punto final se puede llegar a una certeza. Antes de ello sólo hay probabilidades. Pero la medida cautelar de ninguna manera puede generar satisfacción de ese probable derecho. Es cierto, hay ordenamientos en donde ello sucede, pero se trata de una distorsión. Cautelar es sinónimo de asegurar. Y asegurar no es satisfacer. Por ejemplo, si a Ud. le deben dinero y consigue un embargo del automóvil de su deudor, lo único que obtendrá es la seguridad de que si Ud. gana y el demandado pierde y no paga, el juez va a rematar el auto y darle el dinero. Pero eso ocurrirá después de que el proceso termine. Su satisfacción es precisamente ese dinero, eso es lo que Ud. quiere. Por tanto, el embargo no le da satisfacción, apenas seguridad. ¿A qué situaciones me refiero entonces? A aquellas en donde se puede obtener, antes de que el proceso termine, exactamente lo que se desea obtener. Es decir, si se demanda un pago de 100, obtener esos 100; si se quiere el terreno de vuelta, que le den la posesión; si se quiere la tenencia de los hijos, que se la den. La figura que permite que esto ocurra se denomina anticipación de tutela y puede darse por varios motivos, pero hay uno que es particularmente especial: que el derecho del demandante sea más probable que el derecho del

demandado. La anticipación de tutela tiene su razón de ser tanto en la urgencia como en la evidencia. En efecto, hay situaciones en donde es extremadamente urgente que aquel impacto que traerá una futura decisión favorable para el demandante sea anticipada a un momento anterior a la sentencia; de lo contrario, podría haber un daño irreparable. Ese sería el caso de la llamada asignación anticipada de alimentos o “alimentos provisorios” que pide una madre para ella o para su hijo. Ellos demandan por una pensión mensual de 50 y el juez, aún sin terminar el proceso, ordena que el demandado comience a pagar mensualmente 50. ¿Y por qué el juez está anticipando? Porque considera que es más probable que efectivamente exista el derecho a los alimentos a que no exista. Además, la urgencia impone favorecer a la madre al punto de satisfacer plenamente su derecho. Lo mismo se podría decir de aquel inquilino que viene causando destrozos en el bien de propiedad del demandante. Lo que él quiere es desalojarlo y si el juez le da la razón, al final del proceso ello se podrá realizar. Sin embargo, el propietario pide que ese desalojo se realice antes, y el juez constata que el derecho del demandante de recuperar la posesión del bien más es probable que el derecho del demandado de seguir poseyéndolo. De este modo, la urgencia de un deterioro irreparable del bien favorece al propietario al punto de satisfacer plenamente su derecho. Hasta aquí me he referido a situaciones de urgencia. Falta, por tanto, hablar de la evidencia. ¿A qué se refiere esta figura? Al igual que la urgencia estamos ante una mayor probabili41


dad del derecho del demandante, pero por razones que no tienen nada que ver con la urgencia; es decir, para otorgar la anticipación de tutela no hay ningún peligro de daño. La situación que se nos presenta es cuando el demandado se defiende inconsistentemente. Por ejemplo, Ud. presenta una demanda muy sólida, bien construida, explicada punto por punto y acompañada por medios probatorios documentales que demuestran su derecho. El demandado contesta la demanda mediante afirmaciones genéricas, vagas y contradictorias, ofreciendo un par de testigos pero ningún documento que demuestre que Ud. no tiene razón. Esto es lo que la doctrina llama defensa fútil, poco seria o inconsistente, o también abuso del derecho de defensa o manifiesto propósito dilatorio del demandado. La pregunta obvia es la siguiente: ¿es justo tener que esperar tres, cuatro o más años, que son los que podría durar el proceso, para recién ver su derecho realizado? Si su derecho es mucho más probable que el del demandado, ¿por qué no realizarlo inmediatamente? Todo lo dicho se resume en lo siguiente: la anticipación de tutela es necesaria en el proceso porque es injusto que quien tiene un derecho más probable que otro tenga que soportar la carga del tiempo que llevará hasta la sentencia definitiva (que no es la que se adopta en primer grado, por cierto). Tanto la urgencia como la evidencia –y mediando, por supuesto, un robusto material probatorio– legitiman que se satisfaga anticipadamente al demandante para que sea el demandado, y no aquel, el más interesado para que el proceso termine rápido. Esta última constatación es precisamente el impacto inmediato y directo en la práctica que tendría una correcta regulación de la anticipación de tutela. No sólo se trata de satisfacer el derecho de quien se encuentra en una situación de urgencia o evidencia, sino también de combatir una conducta propia del demandado que no tiene razón: querer que el proceso demore. Pero el hecho de sustraerle al demandado el bien materia de discusión que se encontraba en su esfera jurídica (el dinero que adeuda, el bien que no le pertenece) hace que, automáticamente, éste se preocupe para que el proceso termine rápido, que el juez le de la razón y así revertir esa decisión que concedió la anticipación. El demandante ya tiene lo que quiere porque el juez consideró que su derecho es más probable (ojo, aún no es definitivo), mientras que el demandado se quedó sin aquello que le motivaba a seguir dilatando el proceso. Hay, por tanto, una inversión de los roles. Evidentemente, la decisión que otorga anticipación es excepcional, porque se adopta mediante

un conocimiento limitado de los hechos de la causa. Claro que pueden existir abusos y errores; sin embargo, es imprescindible que esa herramienta exista y que esté adecuadamente regulada porque, de ser bien utilizada, aquellos demandados que actúan en juicio sabiendo que no tienen razón lo pensarán dos veces antes de querer dilatar el proceso. Finalmente, es preciso dejar constancia que la sola regulación de la anticipación de tutela no basta para generar esa solución inmediata y drástica de la que hablé. Es igualmente imprescindible construir una regulación adecuada de los medios necesarios para cumplir esa decisión que otorga la anticipación (medios ejecutivos) y, asimismo, que la sentencia de primer grado sea posible de ser efectivizada inmediatamente, sin perjuicio de la apelación de quien perdió. Cada uno de dichos tópicos constituye un análisis por separado. Espero tener la oportunidad de continuar con este diálogo para hablar sobre ellos.

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Notas: 1. El presente artículo está pensado en cuatro partes. Cada una de ellas contiene una propuesta concreta para mejorar la forma en que se imparte la justicia civil. Dichas propuestas poseen un trasfondo teórico muy complejo, el cual, evidentemente, no puede ser desarrollado aquí. Además, ellas involucran un lenguaje técnico bastante preciso; no obstante, he dejado deliberadamente de lado este aspecto y me he permitido simplificar el discurso jurídico para transmitir al lector las ideas del mejor modo posible. Fuentes de las imágenes: 1. De Miguel Det. 2. Intervención sobre imagen del film El proceso de Orson Wells. Original: http://1.bp.blogspot.com/q80WHQIb37k/TXOXAnOF_RI/AAAAAAAADOY/NjraPfQKmV8/s1600/The%2Btrial.jpg 3. http://corredorveterano.blogspot.com/2012/02/ he-de-volver-dedicar-unas-lineas-la.html 4. Intervención sobre el pórtico del Palacio de Juscitia, Lima, Perú. Original: http://historico.pj.gob.pe/intranet/archivos-subidos/18-07-06%20frontis%207.jpg


Los diferentes gobernantes que se han sucedido en el poder han impuesto modelos educativos calcados mal de otros países. Desde la época

Por Pedro Félix Novoa Castillo*

colonial hemos venido reconociendo hijos ajenos que han crecido a la fuerza y trompicones en nuestra realidad educativa. Ante ello Mariátegui ausculta las raíces de la problemática y encuentra el origen en lo socioeconómico. A partir de este punto configura una propuesta alternativa y progresista de la educación peruana. El presente trabajo toma algunas ideas vertebrales de esta propuesta expresadas sobre todo en Temas de la Educación y el ensayo El proceso de la instrucción pública de los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, para cotejarlas con la realidad y comprobar así su vigencia. Para ello interpretamos el concepto de educación, los principios, los valores, los contenidos y la concepción de los sujetos de la educación desde el punto de vista del Amauta. Finalmente concluimos afirmando que la propuesta pedagógica de Mariátegui no solo está vigente como solución al problema educativo nacional, sino también como la más consecuente con la realidad peruana. Esto se debe a que no aísla el factor educativo de un sistema socioeconómico que lo condiciona, sino más bien que lo inserta dentro de él para criticarlo. Y como dice Marx en el epígrafe de este trabajo, Mariátegui nos hace ver que el sistema educativo peruano aparece dos veces: una como tragedia y otra como farsa. Tragedia por lo cruel, por lo injusto, por lo incompatible con nuestra realidad; y farsa (en la actualidad) por insistir en copiar burdamente las experiencias foráneas y no ver que sin la transformación integral de la sociedad, jamás se podrá transformar al hombre y a la educación que la sustenta.

Introducción

1. Concepto de educación

Vigencia de la propuesta de Mariátegui en la educación peruana

“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa” Carlos Marx. El 18 brumario de Luis Bonaparte, 1851-52

1.1. Breve diagnóstico 1.1.1 La educación peruana se encuentra alienada por tres influencias extranjeras Para Mariátegui las influencias en el proceso de la instrucción en la República son la herencia española, la influencia francesa y la influencia 43


norteamericana. La educación peruana, por consiguiente, no tiene un espíritu nacional: tiene por el contrario una esencia y proyección foránea que no está de acuerdo a nuestro contexto y que no respeta nuestras raigambres ancestrales y culturales. Este espíritu colonial y colonizador hace que las prácticas educativas sean improductivas e inclusive absurdas en nuestro país, pues no asimilamos la influencia a nuestra realidad, sino que la imponemos a ella. Cuando no somos un pueblo que asimila las ideas y a los hombres de otras naciones, impregnándolos de su sentimiento y su ambiente, para enriquecer, sin deformarlo, su espíritu nacional; somos un pueblo en el que conviven, sin fusionarse aún, sin entenderse todavía, indígenas y conquistadores.1 Efectivamente, esto último provoca una oposición irreconciliable entre lo conquistado y lo conquistador, lo auténtico y lo foráneo, lo nuestro y lo impuesto. Una serie de dicotomías conflictivas que aún no han sido resueltas y que exigió al Amauta a definirse combativamente con una postura: la nacional, la popular, la nuestra y denunciar las otras no por buenas e interesantes, sino por colonizadoras y absolutistas. Mariátegui era un convencido de que se debe tomar los aportes extranjeros y aplicarlos a nuestra realidad; pero no subordinarse a ellas. 1.1.2 La educación peruana es clasista Para Mariátegui la educación peruana es en esencia clasista, debido en gran parte por su herencia española: España nos legó, de otro lado, un sentido aristocrático y un concepto eclesiástico y literario de la enseñanza. Dentro de este concepto, que cerraba las puertas de la universidad a los mestizos, la cultura era un privilegio de casta. El pueblo no tenía derecho a la instrucción. La enseñanza tenía por objeto formar clérigos y doctores.2 Esto no solo se ha mantenido en la actualidad, sino que se ha agravado. La diferencia de clases ha hecho que muchos peruanos hasta la fecha no tengan ni siquiera el 10% de las facilidades materiales que las tiene una privilegiada minoría. No ver esto sería tener los ojos bien guardados en los bolsillos. Lo ha dicho Walter Peñalosa, quien tenía los órganos oculares en su sitio, cuando puntualizó el caso de la alimentación, necesidad básica que tendría que ser cumplida para poder hablar de educación encla* Lima, 1974. Escritor y docente universitario. Ha ganado diversos premios entre los que destacadan el Premio Horacio de Novela Corta de la Derrama Magisterial (Perú-2010) y el Premio Internacional de Novela Corta Mario Vargas Llosa (Perú-2012). Ha sido publicado en Argentina, Chile, Colombia y España, entre sus obras más importantes destacan Seis metros de soga (Altazor 2012) y Maestra vida (Alfaguara 2012).

vada en nuestra realidad: “Esta situación es muy clara: los niños, los más pobres, los que viven en los barrios marginales, los que viven en la sierra (que es la región más abandonada del país) vienen a la escuela Primaria y no sintonizan con la forma de educación, no sintonizan con ese academicismo que predomina en nuestro programa de estudio. ¿Y esto a qué se debe? Simplemente a que nuestros niños tienen una deficiencia de la que ellos no son culpables de tenerla, porque es la realidad discriminatoria que los ha hecho así”.3 Efectivamente, el Amauta increpa la persistencia de esta herencia española que tiene un fuerte componente elitista, el cual es parte de un anquilosado régimen de economía feudal. La República heredó del Virreinato un régimen feudal y aristocrático y lo sigue aún sosteniendo. Persiste el principio de privilegio, un privilegio que hace muecas de asco a los trabajos manuales y prácticos, pero aplaude de pie las clásicas profesiones letradas como el Derecho y la Literatura. La influencia francesa por su parte, en vez de mejorar agravó la situación educativa. Insistió en el desgastado prestigio de lo meramente académico. Con algunas diferencias, pasaría algo similar con la influencia norteamericana propuesta por el Dr. Villarán (que se explica como consecuencia del advenimiento del capitalismo norteamericano en nuestro país). Esta propuesta reivindicó de alguna manera al trabajo dentro de las profesiones liberales para el desarrollo capitalista de la industria; sin embargo no tomó en cuenta el factor indígena, concentrándose en revisar solo la problemática que le afectaba a su clase: “La escuela burguesa distingue y separa a los niños en dos clases diferentes. El niño proletario, cualquiera que sea su capacidad, no tiene prácticamente derecho, en la escuela burguesa, sino a una instrucción elemental. El niño burgués, en cambio, también cualquiera que sea su capacidad, tiene derecho a la instrucción secundaria y superior. La enseñanza, en este régimen, no sirve, pues, en ningún modo, para la selección de los mejores. De un lado, sofoca o ignora todas las inteligencias de la clase pobre; de otro lado, cultiva y diploma todas las mediocridades de las clases ricas”.4 Mariátegui denuncia que la educación está subordinada al Estado y éste a los intereses de la clase dominante. Asimismo enfatiza el hecho de que


el Estado no debe abandonar el control de la educación. Al contrario, debe preservar y promocionar una educación democrática que represente a las clases populares; porque el Amauta no concibió una escuela neutra, la educación tiene carácter de clase, y solo la revolución social al producir un nuevo tipo de sociedad traerá en consecuencia un nuevo tipo de educación: “Vano es todo esfuerzo mental por concebir la escuela apolítica, la escuela neutral. La escuela del orden burgués seguirá siendo escuela burguesa. La escuela nueva vendrá con el orden nuevo. La prueba más fehaciente de esta verdad nos la ofrece nuestra época. La crisis de la enseñanza coincide universalmente con una crisis política”.5 1.2. Fenómeno social, político y económico La educación para José Carlos Mariátegui es un fenómeno social que debe ser asumido desde sus cimientos políticos y económicos,6 porque se encuentra enfrascada dentro de los condicionamientos socioeconómicos de la clase dominante. Y en este sentido no se puede desvincularla de dicho condicionamiento sin correr el riesgo de falsearla o distorsionarla del todo: “No es posible afrontar aisladamente el estudio de las bases, los métodos y los fines de la educación, sin coordinarlos con la estructura general de la sociedad. Y de allí la permanente y vital actualidad de cuanto atañe al desenvolvimiento y la correlación de sus factores”.7 Asimismo, Mariátegui advierte que pretender asumir la educación de otro modo sería fatigar un ejercicio inútil que no nos llevaría a nada, reduciendo la interpretación sobre la realidad educativa a casi un mero pasatiempo educacional: “Cualquier esfuerzo enderezado a solucionar aisladamente los problemas de la educación será artificioso y precario,

porque la naturaleza de sus causas no es sólo educacional”.8 Efectivamente, el Amauta al analizar la educación la encuentra alienada tanto económica, social y cultural a lo foráneo. Sabe que lo educacional es un engranaje más de un motor mayor que viene funcionando mal desde hace ya un buen tiempo. Motor capitalista que solo se mueve gracias al combustible económico y político que le brinda una clase social en el poder: la burguesía nacional (burguesía que a su vez está manejada desde tentáculos lejanos e internacionales defensoras de sus intereses y sus casi atávicos privilegios de clase en nuestro país). Regresando a la metáfora automotriz, podríamos insistir con Mariátegui que antes de resanar el engranaje defectuoso (o eventualmente cambiarlo por otro), lo que deberíamos ver es que el causante de estos desperfectos (y otros más) es en esencia el motor. Pero a pesar de todo, algunos especialistas en engranajes defectuosos siguen especulando sobre la solución para arreglar el engranaje sin cuestionar el motor que hace agua por todos lados. Especialistas o como diría Mariátegui simplemente “diletantes” que piden democratizar la enseñanza en el Perú para solucionar el sistema educativo cuando no es posible democratizar la enseñanza de un país sin democratizar su economía y sin democratizar, por ende, su superestructura política.9 Sin embargo los escuderos se juntan y unen sus voces pidiendo ayuda a los propios responsables de la crisis educativa en una suerte de patética súplica al azotador. Recurren al Banco Mundial, al Banco Interamericano de Desarrollo y al Fondo Monetario Internacional para que convoque a los especialistas extranjeros más renombrados en el ámbito educativo para que dicten a sus copistas de turno el recetario de rigor. Como lo ha enfatizado Luis Carlos Gorriti en una ponencia internacional de educadores en el 2001: “El que siguió (que todavía tiene vigencia) es la entrada en escena de los organismos multilaterales de desarrollo, es decir de la gran banca: Banco Mundial (BM), Banco Interamericano de Desarro45


llo (BID); instituciones que se manejan en “compadrazgo” y simultáneamente con el Fondo Monetario Internacional (FMI). No podría ser de otro modo. El FMI, desde hace una década maneja la política económica de nuestro país, y dicta cada una de las medidas macroeconómicas a lo largo de estos años. El BM da la línea política sobre qué cosa se tiene que hacer en salud, qué cosa se tiene que hacer en transporte, qué cosa se tiene que hacer inclusive con el dinero de los jubilados, de los cesantes de nuestro país. Solamente les faltaba dictar cuál debería ser el comportamiento de nuestro país en materia educativa, y así sucedió”.10 En efecto es una moneda corriente el comprobar una y otra vez dicha injerencia; a pesar de que ya Mariátegui la había advertido hace más de ochenta años: “En un pueblo que cumple conscientemente su proceso histórico, la reorganización de la enseñanza tiene que estar dirigida por sus propios hombres. La intervención de especialistas extranjeros no puede rebasar los límites de una colaboración”.11 Y dicha colaboración termina siendo la dirección descarada de una política impuesta desde fuera. A lo que Mariátegui se refería era a la intromisión de especialistas y su hegemonía en las decisiones en pedagogía. Sin embargo lo actual rebasa la premonición del Amauta, no son solo especialistas educativos, son organismos económicos expresamente orientados para imponer el Neoliberalismo en todas sus formas y facetas. Es por ello que buscan su legitimización a través de organismos supuestamente transparentes o neutrales como la puesta en marcha de la famosa prueba PISA,12 donde los resultados tanto en las áreas de matemática, ciencias y comprensión lectora arrojan un deplorable resultado para todos los países llamados cariñosamente “emergentes” o “en vías de desarrollo”

(el Perú ostenta según esta prueba el último lugar en Latinoamérica). Lo curioso es que cuando publican los primeros resultados de la evaluación PISA 2000 en la obra Conocimientos y aptitudes para la vida. Resultados de PISA 2000, en algunas breves líneas de las conclusiones aceptan que estos resultados se explican en parte por las magras condiciones socioeconómicas de los países latinoamericanos. Para decir esto último, ¿habrán leído a Mariátegui que dijo lo mismo a inicios del siglo XX? No somos tan optimistas para creer ello, sino que es resultado de sus propias contradicciones internas que los obligaron a ver los mezquinos resultados de la realidad que ellos mismos han venido provocando. Lo indignante es que en vez de asumir el pasivo del balance pretenden aparecer como caritativos organismos interesados por la mejoría de la educación y cultura de los más pobres. Son una suerte de administradores de mendrugos, pues critican duramente el asistencialismo estatal, pero encomian las limosnas presupuestales, porque incluso las limosnas para el sector educación de los “donantes” han bajado según se publica en el Informe mundial de la UNESCO. Hacia las sociedades del conocimiento: “La situación no es muy alentadora, ya que se observa hoy en día una disminución de los esfuerzos de los donantes. En 2003, la AOD se cifraba en 69.030 millones de dólares, es decir una cifra equivalente al 0,25% del PIB de los países donantes. Todavía estamos muy lejos del objetivo de alcanzar el 0,7% del PIB de los países donantes anunciado en el Consenso de Monterrey o en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de Johannesburgo (2002). Podemos preguntarnos qué representaban en 2003 unas cuantas decenas de miles de millones de dólares, en comparación con los 200.000 millones de dólares de gasto anual en tabaco, o los 879.000 millones de dólares dedicados a gastos militares en el mundo entero. (…) Cabe preguntarse si la comunidad internacional posee la voluntad política


y los medios necesarios para promover el desarrollo y la expansión mundial de las sociedades del conocimiento”.13

bordina todo proceso o fenómeno a dicha finalidad suprema, incluido lo educativo como se advierte en el prólogo de Temas de la educación:

Con algo de ingenuidad podríamos creer que al suscribir lo anterior la UNESCO es transparente, sincera y hasta proba en afirmar algo ya archiconocido. Su delito se encuentra en el anémico énfasis y la magra difusión de estas conclusiones, como también en su nula labor activista en contra de dicha realidad descrita por ellos tan acertadamente. Pero qué se le puede pedir a un organismo instalado en el patio trasero del Neoliberalismo: nada, simplemente lo descriptivo y de cuando en cuando ciertos arrebatos de crítica famélica.

“No es posible afrontar aisladamente el estudio de las bases, los métodos y los fines de la educación, sin coordinarlos con la estructura general de la sociedad. Y de allí la permanente y vital actualidad de cuanto atañe al desenvolvimiento y la correlación de sus factores”.16

1.3 En busca de una educación nacional La educación logrará ser nacional, si deja de ser alienada, academicista, descontextualizada y sobre todo clasista. La educación que se propugne nacional debe ser necesariamente auténtica e involucrada con su devenir histórico y social. Se desprende del pensamiento de Mariátegui que para que se lleve a cabo una verdadera reforma de la educación, el proyecto educativo tiene que estar ligado a un nuevo proyecto nacional. Señala las limitaciones de las doctrinas y los métodos que pretenden cambiar la educación sin alterar las condiciones económicosociales y propugna un ideal de educación gratuita y obligatoria vinculada al trabajo y a los intereses de las grandes mayorías.14 Esto solo se podría dar, según se infiere por lo leído del Amauta, dentro de una sociedad socialista, ya que la idea democrática no permite mantener en la sociedad compartimentos estancos ni castas. Los individuos son libres e iguales y todos tienen el mismo derecho a desarrollarse mediante la cultura.15

La pedagogía tiene hoy más en cuenta que nunca los factores sociales y económicos. El pedagogo moderno sabe perfectamente que la educación no es una mera cuestión de escuela y métodos didácticos. El medio económico social condiciona inexorablemente la labor del maestro.17 Hablando sobre la educación laica y sus mediocres fines, Mariátegui la contrapone con la educación revolucionaria cuyos fines nobles son en esencia la transformación social: “En Rusia, en México, en los pueblos que se transforman material y espiritualmente, la virtud renovadora y creadora de la escuela no reside en su carácter laico sino en su espíritu revolucionario. La revolución da ahí a la escuela su mito, su emoción, su misticismo, su religiosidad”.18 Por eso la finalidad inicial será formar al nuevo hombre en valores humanistas y progresistas para lograr la transformación social. Para Mariátegui la educación tiene por finalidad forjar al hombre nuevo: hombres pensantes y operantes, capaces de interpretar su realidad para transformarla a través del trabajo productivo.19 Luego de lograr estos fines supremos de transformación social, se adecuarán al nuevo sistema dialécticamente. Adaptándose a sus cambios y contradicciones. 3. Contenidos educativos “En la escuela se ha de aprender el manejo de las fuerzas con que en la vida se ha de luchar.” José Martí

2. Fines de la educación Mariátegui piensa que la única solución es la transformación radical de la sociedad, para ello su-

La educación depende del carácter de la es-

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tructura imperante que data desde la invasión española. En este sentido Mariátegui a lo largo de sus reflexiones enfatiza algunas ideas esenciales que podríamos plantear tentativamente como contenidos educacionales: -Nacionalistas: Se debe incentivar la identidad nacional a partir de lo andino; tomando como construcción emblemática al Incario. -Comprometidos: Se debe reivindicar al indio, al obrero y al intelectual que lucha por un cambio social, valorando el aporte en el desarrollo de los pueblos. -Científicos: Se tiene brindar una educación de vanguardia en lo que se refiere a los adelantos industriales, tecnológicos y en esencia científicos. -Humanísticos: La educación debe enfatizar valores trascendentes que busquen en primer y último aliento al hombre. 4. Concepción del educando “La educación no puede ser reducida a formación de consumidores competentes. Ella supone la formación de sujetos históricos, activos, creativos y críticos, capaces no sólo de adaptarse a la sociedad en que viven, sino de transformarla y reinventarla” Vera María Candau Mariátegui entiende al educando como un ser necesariamente crítico a la realidad y sus condiciones materiales e históricas que le toca vivir; sin embargo esto corre peligro porque “mientras permanezca la realidad feudal y colonial, el educando seguirá siendo una juventud sensible y permeable a las ideas del presente, pero sin ninguna actitud crítica a las situaciones existentes y sumidas en una obediencia pasiva”.20 Hay entonces la necesidad de transformar al alumno en un ser distinto, un ser que no discrimine el trabajo manual por el intelectual, que no piense en el lucro sino en el servicio. Un ser, en fin, que sea consciente de su rol nuevo en una sociedad nueva como lo describía Ponce en los tiempos de la ex Unión Soviética: “Ese niño que de acuerdo a sus intereses y a sus fuerzas asume una función activa en la sociedad se coloca por lo mismo y a pesar de las diferencias de edad, en igualdad de condiciones que el adulto: participa como él en la construcción del socialismo y merece por lo tanto que se lo trate con respeto. ¿Qué de extraño tiene, que al entremezclarse de tal modo a la vida colectiva adquiera en poco tiempo ese perfil del joven ruso de nuestros días que Bujarin anunciaba ya hace más de diez años en esta descripción de un

orgullo emocionado?: “Un nuevo tipo de hombre se ha realizado ya: un nuevo tipo de hombre que trabaja por igual en las bibliotecas y en las fábricas, y que lo mismo corta madera que carga un fusil, que discute los problemas más abstractos”. La “nueva educación” significa, pues, para el proletariado, un ideal bien preciso. Frente al niño fascista formado por la burguesía en la última etapa de su historia, para defender y mantener la explotación que ya llega a su fin, el proletariado en el poder se ha apresurado a construir un nuevo tipo de niño: el niño que sirve los intereses de la única clase social que en vez de perpetuarse como tal, aspira a destruir las clases sociales para liberar la sociedad”.21 La propuesta educativa del Amauta configura al educando como una fuerza imprescindible para el cambio de estructura social, como puntualiza Rossi: “La educación debiera contribuir a formar un educando nuevo caracterizado por ser histórico, consciente, pensante, crítico, creador y transformación de su realidad”.22 5. Concepción del educador “Cuando Ponócrates se hizo cargo de la educación del joven Gargantúa le dio a beber de inmediato agua del eléboro, “para que olvidara –dijo- todo lo que había aprendido bajo sus antiguos preceptores” Francoise Rabelais Mariátegui entiende al educador como un sujeto crítico a lo brindado por el pasado. Un sujeto que debe borrar aquello que sirvió en un momento histórico para consolidar un sistema socio-económico determinado, el cual impuso un tipo de educación que servía sus intereses específicos. Además, el profesor debe ser un maestro comprometido con la transformación social, identificado con su clase social y reconocido tanto social como académicamente. Situación que no se cumple ni se ha cumplido nunca; es más, muchos críticos han planteado que la situación ha involucionado. Por citar algunos datos económicos: “El profesor percibe sueldos tan exiguos que apenas alcanzan a 2400 dólares anuales siendo el promedio internacional 18486 dólares”.23 Es por ello que el Amauta es un convencido que como todo trabajador, el educador tiene que estar sindicalizado. Mariátegui plantea la idea precursora de la organización sindical unitaria de los maestros, superando la división por niveles; idea que impulsó la organización de los maestros a partir de los años 30, cristalizándose ese anhelo en 1972 al constituirse el SUTEP en la ciudad del Cuzco.24


A pesar de las condiciones esquivas Mariátegui confía en el profesor. Es por ello que plantea como modelo a seguir al profesor de primaria, considerándolo como el más incomprendido pero como el mejor identificado con la clase oprimida. No elige a los de otro nivel por considerarlos más cercanos a las esferas clasistas de poder. Plantea que el maestro debe adoptar el perfil del profesor primario que por su origen social y por la especialidad de su trabajo, se siente más próximo al pueblo, mientras que el profesor del liceo y de universidad se siente más alejado de aquél, más próximo a la burguesía.25 Consciente de su alta labor política que realiza día a día, Mariátegui convoca a los profesores para llevar a cabo la transformación social: “De todas las victorias humanas les toca a los maestros en gran parte, el mérito. De todas las derrotas humanas, en cambio, en gran parte la responsabilidad”.26 6. Comunidad como sujeto de la educación La comunidad es todo el espectro social que rodea al fenómeno educativo. No puede estar, por lo tanto, desvinculada de este sino más bien involucrado en sus fines y objetivos más importantes: El grupo humano o comunidad es un sujeto partícipe de la educación como proceso. Actúa a través de cada una de las instituciones educativas, las que han recibido de la sociedad la responsabilidad de educar. En consecuencia la comunidad es uno de los sujetos esenciales de la programación, ejecución, supervisión y evaluación del hecho educativo.27 Dentro de la comunidad podemos destacar el aporte sustantivo de la familia. Como señala Portugal cuando afirma que el estado, el hogar, la escuela y la sociedad deben coadyuvar en el proceso educativo de los niños, Mariátegui también lo vería igual al proponer un gran proyecto socialista peruano donde toda la comunidad estaría participando activamente en ello. Sin embargo, uno de los opositores es el Estado: “Mientras el Estado no tome en sus manos la vida integral de los niños, ofreciéndoles pan y abrigo, no sólo habitación sino hogar, es decir espiritualidad; mientras no adquiera y ejecute el derecho de substraerlos de su ambiente nocivo: mientras no impere la distribución equitativa del capital; mientras la sociedad y la familia sucumban bajo el peso de los prejuicios de todo orden; mientras reine el egoísmo y la maldad entre los hombres, el niño será víctima propicia y sacrificada”.28 Efectivamente, especular en cómo sería una familia, un barrio, unos medios de comunicación

ideales que contribuyan en la educación sería una verborrea sino absurda, por lo menos graciosa, porque el principal opositor de estos ideales es el propio Estado. Efectivamente, al Estado no le interesa la educación sino solamente como discurso populista y demagógico. Estadísticas, tesis, monografías y un largo etcétera demuestran que la intención sutil del Estado es privatizar la educación y desvincularse lo más que pueda del sector educación, al cual sigue considerando un gasto y no una inversión como eufemísticamente propagan oficialmente. Y como es considerada un gasto, los gastos tienen que ser reducidos. Y la educación en un país como el Perú demanda un porcentaje significativo de los recursos del Tesoro Público. Actualmente es alrededor del 16% (claro está que es un monto menor que el pago de la deuda externa, que se lleva el 20%). Nuestros gobernantes prefieren pagar ordenadamente la deuda externa que invertir en la educación de sus pueblos.29 Se nota pues que luego de analizar el apoyo estatal los resultados son sino mezquinos, por lo menos injustos. En la comparación que hace Gorriti podemos ver la intención estatal peruana en relación con otros países de la zona: “En 1998, en cada estudiante de educación primaria de las escuelas públicas el Estado gastaba $ 141 dólares a lo largo de todo el año. Ese mismo año en Chile, el gasto por alumno primario era de $ 1807; en Argentina $ 1158; en México $ 1015, mientras que en los Estados Unidos era de $ 5371 dólares al año”.30 A pesar de que el discurso entre líneas nos dice que la educación privada es mejor que la pública (cuando las mejores universidades en el mundo son nacionales), el Estado configura una comunidad que ya acepta la jerga empresarial para el sector educativo sin miramientos (ver a los alumnos como clientes y entender la capacitación del profesor como “valor agregado”, por ejemplo). Además propugna facilidades a la “inversión educativa” entendida esta no como gasto sino como dadora de oportunidades laborales en mejora de la educación nacional. Falso, la proliferación de colegios y universidades particulares no han beneficiado al sector ni mucho menos a la comunidad en general. La educación brindada es deplorable y descontextualizada de nuestra realidad. No piensa en un servicio sino en simple y vulgar lucro. No tendría nada de malo lo privado, pero lo que ha provocado es entre otras cosas la precarización de los sueldos de los profesores de este sector. El sector privado malbarata la docencia y solo en un exclusivo grupo logra superar el sueldo y condiciones laborales de los profesores del sector estatal. No tendría nada de malo si las universidades creadas mejoraran los niveles de enseñanza, pero no es así. Solo 49


aparecen como enjambres de lugares ávidos del dinero de los alumnos. Se afirma que hasta la fecha existen 92 universidades, cuatro cuyos proyectos ya han sido aprobados y otras 24 que hacen cola para presentar sus respectivos proyectos en los próximos meses. Claro que calificarlas de “universidades” es un lamentable exceso, pues lo serán solamente en el papel, ya que en la realidad son simples negocios disfrazados de centros de enseñanza superior. De este modo el Perú, que cuenta con 28 millones de habitantes, tendrá el triple de “universidades” que un país como Francia, que cuenta con 36 para una población de 60 millones.31 Conclusiones La propuesta de Mariátegui en educación sigue vigente en sus aspectos fundamentales. Desde su enfoque socioeconómico hasta sus principios, valores, contenidos y responsabilidades de los sujetos de la educación. Asimismo, las críticas hechas en su tiempo a la educación peruana resultan de una innegable actualidad al ser corroboradas con la educación que se imparte en nuestros días. La educación, como diría el Amauta, sigue siendo alienada, clasista y defensora de una clase social enquistada en el poder desde los albores de la República e incluso antes. Es por ello que podemos afirmar que la interpretación de Mariátegui con relación a lo educativo no es solo válida, sino que es la más acorde con nuestra realidad. Una realidad que nunca se escabulle de lo socioeconómico. Mariátegui analiza precisamente desde ese punto la educación para encontrar sus contradicciones y evidentes intenciones subalternas de defensa de los intereses tanto de los grupos de poder nacional como internacionales. Expresados todos en directivas políticas que orientan el quehacer educativo a su veleidoso capricho.

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Notas: 1. MARIÁTEGUI, José Carlos (1998). 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana. 65ª. edn. Ed. Amauta. Lima - Perú, p. 106. 2. MARIÁTEGUI, Ibid. p. 107. 3. VARIOS. Las reformas educativas en Perú, América Latina y el Caribe. Lima: Ed. Instituto Superior (Pr) Pedagógico San Marcos. Ponencia: “Por una reforma educativa adecuada a nuestra realidad nacional” de Walter Peñaloza Ramella., p. 20, 2001. 4. MARIÁTEGUI, José Carlos (1986). Temas de Educación. 10ª. edición. Ed. Amauta. Lima- Perú, p. 20. 5. MARIÁTEGUI, Ibid, p. 40. 6. ROSSI QUIROZ, Elías (2003). Teoría de la Educación. 1era edición. Ed. Procaceb SRL. Lima- Perú, p. 208. 7. MARIÁTEGUI, José Carlos (1986). Temas de Educación. 10ª. edición. Ed. Amauta. Lima- Perú, p. 42.

8. MARIÁTEGUI, José Carlos. Ibid., p 56. 9. MARIÁTEGUI, José Carlos. Ibid., p 43. 10. Varios (2001). Las reformas educativas en Perú, América Latina y el Caribe. 1ª edición. Ed. Instituto Superior (Pr) Pedagógico San Marcos. Ponencia: “Puntualizaciones para una Reforma Educativa” de Luis Carlos Gorriti, p. 43. 11. MARIÁTEGUI, José Carlos (1998). 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana. 65ª. ed. Ed. Amauta. Lima- Perú, p. 119. 12. Las pruebas PISA (Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes) son evaluaciones aplicadas cada tres años organizadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). 13. Informe mundial de la UNESCO. Hacia las sociedades del conocimiento © UNESCO 2005. Versión digital pág. 201 http://unesdoc.unesco.org/ images/0014/001419/141908s.pdf 14. ROSSI QUIROZ, Elías. Ibid., p. 209. 15. MARIÁTEGUI, José Carlos. Ibid, p. 23. 16. MARIÁTEGUI, José Carlos (1988). Temas de Educación. Amauta. Lima. Prólogo de Alberto Tauro. 17. MARIÁTEGUI, José Carlos (1998). 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana. 65ª. ed. Ed. Amauta. Lima- Perú, p. 37. 18. MARIÁTEGUI, José Carlos. Ibid., p. 23. 19. ROSSI QUIROZ, Elías, Ibid, p. 209. 20. Cfr. ROSSI QUIROZ, Ibid p.212 21. PONCE, Anibal (2005). Educación y lucha de clases. 1ª edición. Ed. Akal. Madrid – España. p.111. 22. ROSSI QUIROZ, Elías (2003) Teoría de la Educación. 1ª edición. Ed. Procaceb SRL. Lima- Perú, p.213 23. Varios (2001). Las reformas educativas en Perú, América Latina y el Caribe. 1ª edición. Ed. Instituto Superior (Pr) Pedagógico San Marcos. Prólogo., p. 10. 24. ROSSI QUIROZ, Ibid, p.214 25. ROSSI QUIROZ, Ibid, p.215 26. MARIÁTEGUI, José Carlos (1988). Temas de Educación. Amauta. Lima. p. 61. 27. ROSSI QUIROZ, Ibid, p.54 28. PORTUGAL CATACORA, José (1986). José Antonio Encinas, el Maestro de los maestros peruanos. 1ª ed. CONCYTEC. Lima – Perú. p. 58. 29. Varios (2001). Las reformas educativas en Perú, América Latina y el Caribe. 1ª edición. Ed. Instituto Superior (Pr) Pedagógico San Marcos. Ponencia: “Puntualizaciones para una Reforma Educativa” de Luis Carlos Gorriti, p. 43. 30. Cfr. Varios (2001). Ibid, p. 46. 31. Editorial: “¿Hacia las 120 universidades?” La República, viernes 4 de diciembre del 2009 – pág 10. Fuentes de las imágenes: 1. De Miguel Det. 2. http://imgv2-2.scribdassets.com/img/word_docum ent/54614388/255x300/3d3d981e49/1366862051 y http:// erichluna.files.wordpress.com/2010/01/7-ensayos1.jpg 3. http://www.rpp.com.pe/2013-04-05-exigen-construccion-de-infraestructura-de-colegio-en-huancavelicanoticia_582725.html 4. https://www.facebook.com/CEP.SANAGUSTIN


sino también el análisis y difusión. Si la labor de la crítica consiste en la formulación y reformulación del canon, también debe detenerse en los sucesos extraliterarios que han confundido a algunos lectores. En el presente artículo se analiza el estigma que se cierne sobre Miguel Gutiérrez y su producción literaria, se recoge las declaraciones de Iván Thays y otros escritores, y se propone dejar atrás la agresividad que circunda nuestras letras.

¿Entre Miguel Gutiérrez e Iván Thays? (Al respecto de ciertos prejuicios en la escena literaria peruana) Por Julio Meza Díaz*

En los últimos años la escena literaria peruana pareciera atravesada por numerosos prejuicios que, luego de caer sobre un autor, han impedido no solo el disfrute de su obra,

Miguel Gutiérrez: la violencia, el tiempo, los cambios Existe un grupo de escritores que se ha dedicado a silenciar la obra de Miguel Gutiérrez. Le señalan una y otra vez el vínculo que tuvo con causas nefastas de nuestro pasado político reciente. El problema está en que han ignorado los cambios de Gutiérrez y han fomentando así el malentendido. En nuestra opinión Gutiérrez cometió un error al elogiar a Abimael Guzmán en su ensayo La generación del 50: un mundo dividido.1 Sin embargo, no podemos negar que, con el tiempo, Gutiérrez ha optado por revisar su mirada política y estética, aunque sin abandonar “su ley social”.2 En el prólogo a la segunda edición de su ensayo declara que este es, “sin duda, un libro controversial, de escritura vehemente, algunos de cuyos planteamientos de tipo político han sido desmentidos de manera implacable por la realidad”.3 Además, acusa a Guzmán de haber desarrollado “una política autoritaria, hostil (casi de desprecio) a los intelectuales, línea política que se resumía en una cita de Engels, sacada por lo demás fuera de contexto, según la cual “los intelectuales conformaban un montón colosal de basura””.4 Y añade también: “Hay, por supuesto, muchas otras críticas que se deberían hacer, pero yo terminaré refiriéndome a la caída de Abimael Guzmán, pues era una figura que por el papel que desempeñó dentro y fuera del Partido ya no se pertenecía a sí mismo sino a la causa popular que, creo entender, debe estar por encima de jefes y líderes. Sé que se han dado diversas razones para explicar y justificar la forma en que cayó el líder de SL, entre éstas la que más trascendió al público general sostiene que Guzmán decidió preservar su vida para evitar la descomposición o desaparición del Parti51


do, pero este razonamiento se basa, como dije líneas arriba, en una concepción errada, ya que implica una suerte de consubstanciación casi mística entre Guzmán y el Partido. Recuerdo que mientras veía por la televisión las incidencias de la caída del “Presidente Gonzalo”, acudieron en tropel a mi mente sucesos, escenas e imágenes sobre el altísimo costo que significó para el pueblo peruano y los propios combatientes el desarrollo de la guerra. Entonces recordé la primera visita que hice a un familiar en El Frontón. A la entrada del pabellón de los prisioneros de guerra había un enorme cartel, en el que se leía esta cita de Mao: “Quien se atreva a ser cortado en mil pedazos podrá desmontar al emperador”, y como lo fui sabiendo, no se trataba de una frase retórica o demagógica, pues no pocos militantes murieron de esa manera, literalmente, pero ahora el “Presidente Gonzalo”, según veo por televisión las incidencias de su apresamiento, ha olvidado la vieja sentencia maoísta”.5

En el terreno político, entonces, carece de exactitud imputarle a Miguel Gutiérrez, de forma velada o explícita, vínculos con Abimael Guzmán. No se debe olvidar que la realidad siempre es más compleja que las etiquetas reduccionistas, las cuales también pueden recaer sobre una producción literaria. A mediados de la década del 90 Gutiérrez publicó Celebración de la novela,8 libro que circula entre el ensayo, la autobiografía, la ficción y el elogio. Gutiérrez reflexiona sobre los clásicos del XIX, el Ulises de Joyce y la obra de Beckett, cuenta sus experiencias durante la escritura de La violencia del tiempo9 y se somete a una auto-entrevista. La pasión por la novela es la línea que cohesiona al texto. En Celebración de la novela Gutiérrez va más allá de los esquemas aplicados en La generación del 50: un mundo dividido. Exhibe desconfianza en el realismo socialista, pues concluye que este tipo de ficción “no era realismo sino idealismo, en la medida en que presenta a los sujetos, los acontecimientos y las cosas no como son sino como debieran ser. Se trata, pues, de una estética del “deber ser” y supeditada a criterios morales y de utilidad revolucionaria de la obra artística”.10 A esto Gutiérrez le suma una apuesta por la novela como ámbito de libertad:

No compartimos la perspectiva a partir de la cual Miguel Gutiérrez observa la realidad. Pero en una democracia lo peligroso es que todos piensen del mismo modo. La generación del 50: un mundo dividido fue escrito desde una visión parcial6 (lo que es válido para cualquier texto) y su autor ha enriquecido con el tiempo las herramientas que emplea para su análisis, tal como se puede apreciar en las citas anteriores. En este sentido subscribimos las palabras del crítico Javier Ágreda al respecto de las partes más cuestionadas del ensayo de Gutiérrez: “Hoy cuesta entender sus fuertes cuestionamientos a Quijano y su entusiasmo ante la inteligencia, voluntad y “coherencia” de Guzmán. A pesar de los problemas que estas páginas le han originado, Gutiérrez ha preferido mantenerlas en esta nueva edición (salvo un par de adjetivos, nos dice en el prólogo), lo que es una muestra de su honestidad intelectual y respeto a un texto que represen- ta, más que nada, un testimonio del tipo de debates y posturas de nuestros intelectuales frente a una de las peores crisis vividas en la historia del Perú”.7 * Lima, 1981. Escritor y bachiller de Derecho. Ha publicado el libro de cuentos Tres giros mortales y la novela Solo un punto. Usando un heterónimo ha publicado también los poemarios Lugares comunes y Matemáticas sentimental. Ganó el premio de poesía Universidad Cayetano Heredia, 2010.

“La novela no sólo es incompatible con el socialismo, sino que surgió como oposición y resistencia a los valores degradados del capitalismo. En realidad, la novela (y ahora más que nunca) surgió como defensa del yo, del individuo, de la autonomía de la persona contra todos los poderes que quisieron o aún quieren someterlo o aniquilarlo. No es lo mismo individuo que individualismo. Julián Sorel, por ejemplo, quiere afirmarse como individuo mediante el amor dentro de una sociedad regida por leyes que se lo impiden. Esta lucha por afirmarse le costará la vida”.11 Y concluye: “Por eso creo, como dije en otra ocasión, cada vez más que la novela debe “convertirse en reducto, en un espacio de resistencia a la crueldad, la locura y la estupidez humana”, sea cual sea el sistema social en que se manifiesten. Si se es fiel a estos principios, a este espíritu, la novela puede tener muchas posibilidades de desarrollo, tanto con la invención de historias, como


con las búsquedas de estilos sustentadas en la ligazón con la vida, como también mediante la exploración y descubrimiento de territorios de la realidad, de la mente y de las formas, ya que, específicamente, y esto también ya lo he dicho, en el caso de la novela peruana considero que hay temas y variedades novelísticas aún insuficientemente explorados”.12 Así, como sucede con su enfoque político, no es exacto calificar de maniquea la poética de Gutiérrez. Hacerlo implica no haber leído su obra con el debido cuidado. Aunque sus preocupaciones sociales siguen intactas, en el ejercicio de la escritura novelística ha tomado el camino de la desideologización, optando por la variedad temática y formal, cosa que se puede apreciar en sus libros posteriores a La violencia del tiempo, como en Babel, el paraíso,13 en el que no existen referentes geográficos o en Poderes secretos,14 que linda entre el ensayo y la ficción.

“Letrifundio” Este neologismo, que resulta de la unión de las palabras “letras” y “latifundio”, es empleado en el libro Poesía en rock15 para describir cómo algunos escritores se vinculaban con el ambiente literario de Lima hasta hace pocos años. Escrito a cuatro manos, por Yrigoyen y Carlos Torres Rotondo, Poesía en rock narra la historia de los grupos poéticos peruanos que aparecieron entre 1966 y 1991. Como una suerte de larga entrevista, se les cede la voz a algunos miembros de Estación reunida, Hora Zero, La sagrada familia y Kloaka. Yrigoyen y Torres Rotondo limitan su presencia a los pies de página y escriben los textos de prólogo y colofón. En el primero señalan que el encuentro entre Martín Adán y Ginsberg significó una inflexión en la poesía de nuestro país, la cual dejaría atrás sus referentes españoles y peruanos de la primera mitad del siglo XX para profundizar en la oralidad de los anglosajones. En la nota final hacen un recuento de lo sucedido desde inicios de los 90 hasta las postrimerías del 2000. Estas son las páginas que dan cuenta de aquellos escritores para los

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cuales, durante más de una década, “el espacio literario era su chacra, o mejor aún, su letrifundio”.16 “Durante el fujimorato un círculo de escritores, vinculados a las multinacionales, con amplios poderes mediáticos y unidos por cierta visión conservadora de la sociedad, ejerció un dominio público incontestable, opacando a los demás bandos por medio de una selectiva segregación basada en el más descarado amiguismo y en la extracción de clase. La izquierda maoísta, representada por los viejos escritores del grupo Narración, regresó con obras mayores pero fue incapaz de cualquier internacionalización. Esta situación dio como resultado que se formara un bando de izquierda alternativa, no partidarizada y de discurso más bien progresista, cuyo poder se basa en sólidas y eficientes conexiones al medio académico americano. El inevitable enfrentamiento entre la derecha mediática y la izquierda académica ocurriría a mediados de la presente década a través de diversas escaramuzas en la prensa escrita, en las cuales el macartismo, el clasismo y hasta el racismo se hicieron presentes, explícita y solapadamente; la literatura peruana ofreció de esta manera uno de los espectáculos más repugnantes que podamos encontrar en sus registros”.17 Mientras se revisa los ejemplares de la revista Somos y el suplemento El Dominical, ambos del diario El Comercio, se comprueba que la literatura peruana viva parecía estar encarnada en menos de diez narradores y poetas, los cuales, de cuando en cuando, sometían a sus otros colegas a la invisibilización y, en algunas circunstancias, el agravio implícito. Estos escritores se ensañaron principalmente contra Miguel Gutiérrez. Aquí un ejemplo.

El año 2001, el Fondo de Cultura Económica publicó El mundo sin Xóchilt18 de Miguel Gutiérrez. En sus casi 600 páginas, esta novela narra la historia de amor de los hermanos gemelos Wenceslao y Xóchilt. En El Dominical la reseñaron. En una columna de no más de 300 palabras, Víctor Coral, luego de una descripción, señaló: “Un detalle. Fastidia la presencia en la novela de algunos errores gramaticales concernientes a la coordinación de tiempos verbales. Los casos más flagrantes son los que consignan los segundos párrafos de las páginas 166 y 184”.19 Dos semanas después Miguel Gutiérrez responde con una carta dirigida al director de El Dominical, Alonso Cueto: “Amigo Cueto: En la página 3 de la edición del 14 de octubre de El Dominical se publica una reseña sobre mi novela El Mundo sin Xóchitl con el título “La destrucción o el amor””.20 Gutiérrez se refiere al detalle indicado por Coral y agrega: “Dado el tono general de la nota y por el prestigio de que goza El Comercio, estas temerarias aseveraciones prevalecerán en la memoria del lector cada vez que se aluda a mi novela”.21 Luego explica las razones por las cuales no existen los errores que ha acusado Coral, y sostiene: “La perfidia y la fatuidad de que hacen gala ciertos críticos y reseñadores antes que irritarme me divierte, mas si a esto se suma la perniciosa ignorancia que tanto puede afectar al lector, entonces ya no puedo permanecer indiferente. Por eso me he visto obligado a emprender la desagradable tarea de escribir esta carta”.22 Alonso Cueto guarda silencio y Coral termina el intercambio con un descargo: “Tanto el señalar los errores como el elogiar la novela en su conjunto, fueron hechos con la sinceridad y el respeto que faltan en su carta al referirse a una supuesta perfidia, fatuidad e ignorancia. La crítica habla de problemas de coordinación de tiempos verbales, no de problemas con el número (singular y plural)”.23 No es inadecuado indicar las erratas de un libro. Sin embargo, en lo tocante a la novela de Gutiérrez, confluyen tres elementos que tornan el comentario de Coral en significativo. 1. En una novela de casi 600 páginas como El mundo sin Xóchilt es comprensible que haya algunas


erratas, porque muchas veces, pese a la voluntad del autor, estas se filtran y terminan en la impresión final. Se puede poner como ejemplo el mismo texto que se ha citado de Víctor Coral. Es una columna de solo 300 palabras; sin embargo, cuando trata de resumir la novela de Gutiérrez, Coral escribe: “El contrapun0to entre el gran fresco sobre la sociedad piurana de la época y la historia secreta, en cierto modo esotérica, del amor entre dos hermanos púberes, es llevado con pericia y naturalidad a lo largo de toda la obra”.24 Según la Real Academia Española (RAE), “contrapun0to” es una palabra que no existe. Al parecer Víctor Coral quiso escribir “contrapunto” y no “contrapun0to”. 2. Si bien Marco Aurelio Denegri es un crítico que, desde hace décadas, ha venido realizando comentarios pormenorizados a la corrección de la gramática y el léxico de los libros de ficción; en El Dominical no ha habido esta costumbre entre lo reseñadores que publicaban a inicios del 2000. Mencionaremos dos ejemplos, ambos escritos por Diego Otero. En la edición del 27 de mayo de 2001 Otero comenta la primera novela de Gustavo Rodríguez, La furia de Aquiles.25 Dice sobre ella: “Una prosa ligera e hipnotizante, que asimila las lecciones de concisión y rusticidad de Carver y compañía, pero que, al mismo tiempo, y quizás paradójicamente, no deja de alimentarse de la efímera voluptuosidad de nuestras calles: el chiste instantáneo, el juego de palabras, el doble sentido. Un libro recomendable: verdadera y sencilla diversión”.26 Dejando a un lado el hecho de si se está de acuerdo o no con la apreciación de Otero, lo que sorprende es que, en ningún momento, se hace mención a las erratas de la obra de Rodríguez. Otro caso es el de la novela Shiki Nagaoka: una nariz de ficción,27 de Mario Bellatin. La novela no pasa de 100 páginas; sin embargo, en el texto final, que no pertenece a Bellatin, sino a Rynosuke Akutagawa, las erratas son abundantes. Quizás esto no se le pueda responsabilizar a Bellatin, sino más bien a la editorial. No obstante, Otero no lo menciona.28 3. En El dominical de inicios de la década del 2000, Víctor Coral no volvió a hacer un comentario semejante al dedicado a El mundo sin Xóchilt.

Vanidad de vanidades Iván Thays es un escritor que ha acumulado, como pocos, una enorme cantidad de declaraciones y artículos que dan seña del derrotero que ha seguido su visión de la literatura, su proyecto estético y la estima que guarda hacia su propia obra. Thays forma parte de los escritores del “letrifundio” y es quien más juicios ha emitido sobre Miguel Gutiérrez. En su artículo de fines del 90, La edad de la inocencia: acerca de la narrativa peruana última,29 Thays reclama para sí ser leído “ateniéndose en primer término a lo literario y estético”,30 pues sostiene: “Cuando el talento literario disminuye, empieza a hablarse del talento filosófico o de ideas. Cuando también éste escasea, empieza a hablarse del talento sociológico: es la escalera de descenso en literatura. Nadie se atrevería a hablar de las ideas o la filosofía que hay detrás de Stendhal, Flaubert, Tolstoi, Faulkner, Joyce, Nabokov, García Márquez, Onetti. En ellos sólo interesa la literatura, el relato, la historia, los personajes, la latencia de la prosa. En cambio, se habla de lo filosófico, de la inteligencia, de las grandes ideas representadas en las obras de Eco, Kundera, Sartre. Escritores menores, sin duda. Para terminar, cuando ni las ideas salvan al autor, empieza a hablarse de los aspectos sociológicos”.31 La de Thays es una postura a favor de lo literario. Es decir, de la literatura como un mundo interior independiente de cualquier contexto sociocultural. Empero, en el mismo artículo en el que expone esta idea, califica a otros autores bajo criterios extraliterarios (por ejemplo, por su potencial mercantil, su pertenencia social o su convicción ideológica). Cuando se refiere a la que para muchos fue la mejor novela peruana de los 90,32 País de Jauja,33 de Edgardo Rivera Martínez, señala: “la atención puesta a Rivera Martínez merece que su obra pruebe su talento en terrenos 55


menos dóciles, como el mercado internacional del libro”.34 Cuando menciona a Grecia Cáceres, escribe que en su novela, La espera posible,35 “demuestra un gran aliento para contar una historia provinciana casi espectral, que ocurre en Huaraz”.36 Y cuando se dedica a Miguel Gutiérrez, subraya su postura política: “También tenemos a Miguel Gutiérrez. Después de haber sostenido, con frases sociologizantes y politiqueras en un desafortunado libro de ensayos La generación del `50: un mundo dividido, que sólo los escritores que estaban a favor de un cambio radical y mostraban coherencia entre el “ser” y el “pensar” podían ser bien considerados literariamente (e incluso de destacar a Abimael Guzmán como una inteligencia superior dentro de esa generación, además de paradigma de esa coherencia buscada), se dedicó a cumplir con su saldo literario.” Quizás este sea el fragmento más analizable. Thays quiere ser leído solo de forma literaria y evita las lecturas desde otras ópticas. Sin embargo, para calificar a Gutiérrez y su obra, echa mano de elementos sociológicos y políticos. Esta fórmula la ha repetido a lo largo de los años, al parecer sin percatase de la fractura lógica. En el artículo Un artefacto literario anacróni37 co, dedicado a Gutiérrez, con motivo de la segunda edición de La generación del 50: un mundo dividido, Thays apunta: “Estos ensayos, que se inscriben en la doctrina marxista, están escritos, según propia confesión, por alguien que piensa que el mundo está dividido entre aquellos que defienden un viejo régimen burgués y aquellos que ven en “la lucha popular” (en el libro varias veces se alude a Sendero Luminoso y a Abimael Guzmán como paradigmas de esa lucha) la posibilidad de establecer un nuevo orden”.38 Podría pensarse que Thays emplea una conjugación verbal en presente histórico. Sin embargo no es así y Thays juzga de nuevo a Gutiérrez por su pasado político (o lo subraya como una idea fuerza). Se debe recordar que este artículo fue publicado el 2008; es decir, doce años después de que Gutiérrez sacara a la luz Celebración de la novela, libro en el cual, como ya se ha descrito, el mismo Gutiérrez amplía su visión de la literatura, desideologizándola. Thays lo pasa por alto y menciona sobre la obra de Gutiérrez: “No todas las novelas son parte de un “mundo dividido” entre buenos y malos, o habría que decir específicamente entre el Bien y el Mal, como está dividido eclesiásticamen-

te el mundo narrativo del propio Miguel Gutiérrez”.39 Al parecer Thays no se ha detenido en el prólogo a la segunda edición de La generación del 50: un mundo dividido. Como se ha subrayado líneas arriba, en dicho prólogo Gutiérrez no solo critica a Abimael Guzmán, sino también declara que su ensayo es, “sin duda, un libro controversial, de escritura vehemente, algunos de cuyos planteamientos de tipo político han sido desmentidos de manera implacable por la realidad”.40 Es decir, tanto en términos políticos como literarios, el Miguel Gutiérrez de 1988 es muy diferente al de 2008. Sin embargo, Thays le pide coherencia: “Si es cierto que “el ser determina la conciencia”, como dicta el marxismo, abruma ver hoy a Miguel Gutiérrez, el otrora luchador contra el “antiguo orden”, figurando en la página de sociales de El Comercio, acariciado por los críticos que él llamó “carlistas”, alabado en todas las páginas culturales que él calificó de “mafiosas”, y hasta publicado con gran felicidad suya por una editorial transnacional que él calificó siempre de “enemigas de clase” e imperialista; abruma en particular el contenido ideológico o las alabanzas a un grupo de asesinos que se escudaron bajo una supuesta “guerra popular” y que hacen de este libro un artefacto literario anacrónico”.41 Que Thays declare “abrumarse” porque Gutiérrez publica en la editorial Alfaguara o porque su obra es objeto de diversos estudios académicos, es semejante a “abrumarse” porque Mario Vargas Llosa en la década del 60 colaboró con el Frente de Liberación Nacional de Argelia (FLN), apoyó abiertamente a la Revolución Cubana y firmó un manifiesto de respaldo a la lucha armada en el Perú del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Para nosotros ninguna de las circunstancias anteriores debería sesgar la lectura y el disfrute de la obra de Mario Vargas Llosa y Miguel Gutiérrez. Definitivamente no compartimos sus opiniones (pasadas o actuales) sobre diversos temas, pero esto no nos empuja a relegarlos en términos literarios. Ahora bien, es un hecho singular pedir coherencia cuando uno mismo no puede demostrarla. Thays transcurrió las décadas del 90 y 2000 reafirmando una postura literaria únicamente estética, la cual estaba basada en lo que, a su criterio, era la “autenticidad” del individuo:


“La literatura de cualquiera no es sino el producto individual, personal e intransferible de ese autor. Más allá de compartir rasgos de edad, país, sexo, religión, cultura, etc. con otros autores, lo importante es qué hay en ese individuo de interesante. La literatura peruana es una suma de individualidades que si es importante es sólo porque algunos autores lo son… Dicho de otro modo, la literatura auténtica no es apátrida ni cosmopolita sino individual, un mapamundi reconstruido por nuestros gustos, nuestras ideas, nuestras afinidades, nuestras almas gemelas, nuestros maestros que son como un sello de agua, un archivo de huellas digitales, algo personal que nos hace siempre diferentes a los demás, diferencia que es la única razón por la cual vale la pena escribir”.42 Es curiosa la creencia de Thays, sobre todo porque deja de lado la esencia dialógica de la literatura y, como señalara el filósofo Charles Taylor, de la vida misma. “Nos convertimos en agentes humanos plenos, capaces de comprendernos a nosotros mismos y por ello de definir una identidad, por medio de nuestra adquisición de ricos lenguajes de expresión humana”,43 dice Taylor. “Se espera que desarrollemos en una medida considerable nuestra propias opiniones, puntos de vista y actitudes hacia las cosas mediante la reflexión solitaria. Pero no es así como funcionan las cosas en el caso de las cuestiones importantes, como la definición de nuestra identidad. Ésta queda definida siempre en diálogo y a veces en lucha, con las identidades que nuestros otros significativos quieren reconocer en nosotros”.44 Thays complementó su idea de “autenticidad” distanciándose de todo aquellos que fuera un acto colectivo o implicara una reflexión social. Así, en una entrevista del año 2001, para la Revista Domingo del diario La República, ante la pregunta sobre cómo vio las movilizaciones de los jóvenes contra Fujimori y Montesinos, Thays responde: Estuvieron bien. “No eran tu opción. No. Ni hablar ni escribir artículos sobre eso. ¿Por qué? Porque como ciudadano no tengo mucho que decir. Mi opción es votar y expresar así lo que pienso. Y enojarme con lo que pasa, no sé. ¿Pero por qué dejarles a otros la pelea

contra la corrupción, la inmoralidad? Porque cada uno tiene su opción. No es que yo haya dicho “déjenselos a otros”. Me parece bien que ellos lo hagan y también me parece bien si no lo hicieron. Para mí la palabra clave es individuo. El individuo decide con su conciencia qué es lo que tiene que hacer. Y yo decidí no participar”.45 Solo un año antes, para el mismo medio, Thays había explicado su formación académica: “Yo no soy un intelectual. No investigo ni estudio antes de escribir. Se me paran los pelos ante este asunto. Un escritor debe tener una gran dosis de sabiduría para hallar en la metáfora una verdad y, de paso, contar con una gran cuota de ignorancia. Por eso, jamás me verán diciendo frases como las que pronuncia mi admirado Vargas Llosa”.46 Estas declaraciones han cumplido más de una década, y Thays ahora, en los últimos meses, se ha tornado en un escritor que, si bien no tiene una filiación política partidaria, ha empezado a preocuparse por cuestiones sociales. En su blog del diario El País, de España, ha criticado uno de las tantos textos economicistas del abogado Alfredo Bullard, quien es la cabeza visible del Análisis Económico del Derecho en nuestro país;47 ha defendido a César Vallejo del ataque acometido por un neoliberal como Diego de la Torre y ha cargado contra del pragmatismo de la Marca Perú;48 y, según sus propias palabras, ha sido capaz de poner “patas arriba el discurso hegemónico en torno a la cocina”,49 entre otros temas. Thays ha explicitado su cambio en una entrevista reciente para el diario Perú 21. “Cuando escribí La disciplina de la vanidad tenía 30 años y me encantaba la metaliteratura, estaba obsesionado con los temas sobre escritores, pero luego la vida me mostró que lo metaliterario no era lo que yo había venido a escribir a este mundo. Estuvo bien cuando era joven, pero luego tuve ganas de escribir algo que portara un mensaje o que dijera algo sobre las cosas que pasan, pero no con un compromiso ideológico”.50

No cabe la menor duda de que otras son en la 57


actualidad las preocupaciones de Iván Thays, a quien no se le debe juzgar por su cambio de perspectiva (ni por los contenidos de sus últimos textos). Reclamarle coherencia sería tan inapropiado como reclamarle a Miguel Gutiérrez, por ejemplo, el hecho de haber sido publicado por el Congreso del Perú o en la editorial Punto de Lectura. Y este reclamo sería doblemente inapropiado si analizamos nuestro contexto. En el Perú son poquísimas las verdaderas editoriales, publicar mediante una “editorial independiente” es costoso51 y el libro digital aún no goza de popularidad; de modo que Miguel Gutiérrez tomaría una decisión desafortunada si dejara pasar oportunidades tan escasas. La atención de Thays hacia Gutiérrez, sin embargo, tiene al parecer otros matices. En la entrevista para el diario Perú 21 Thays declara: “Yo soy totalmente honesto, si Un lugar llamado Oreja de Perro no hubiera sido escrito por mí sino por Miguel Gutiérrez, ahorita la gente estaría diciendo que esa es la gran novela del siglo XX”.52 No se explica el porqué de la alusión a Gutiérrez, pues el periodista en ningún momento se refiere a él. Empero, Thays lo vuelve a mencionar: “Yo no soy un escritor vitalista, que escribe sobre microbuseros. Mis mujeres son seres imposibles, hay un lirismo en sus vidas que no puede haber en las novelas de un escritor como Miguel Gutiérrez”.53 Y continúa: “Lo que creo es que el escritor no puede hacer marketing de sí mismo, o sea, eso me parece desagradable, incómodo, que un escritor se marquetee a sí mismo y hable de sí mismo”. ¿A qué se debe esta actitud? Al parecer Thays le reclama a Gutiérrez bienes simbólicos. Cree que Gutiérrez está ocupando su lugar, que le ha quitado el entusiasmo de los críticos y la atención de las editoriales peruanas. Quizás para Thays lo mejor no sería que Gutiérrez muriera, sino que desapareciera del todo, como si él y su obra nunca hubieran existido. Otra explicación para esta actitud, que puede complementarse con la anterior, quizás se encuentra en el prólogo a la segunda edición del libro de relatos de Thays, Las fotografías de Frances Farmer.54 “Cuando en 1992 salió publicado el libro en la editorial Pedernal, muchos vieron en él sólo unos relatos de “lenguaje”, sin argumento, unidos a experiencias tan estrambóticas para mí, y pasadas de moda en el mundo intelectual, como las del TelQel o las del nouveau roman de Nathalie Sarraute… Para muchas personas, yo “escribía” bien, aunque no tenía la menor idea de lo que era un cuento, y hasta algún miembro de Narración me aconsejó

un día, con la mejor disposición y buena voluntad del mundo, por cierto, que aprovechara que aún era joven, que olvidara que ese libro existía y que “cambiara de estética”.55 El grupo literario Narración tuvo entre sus integrantes más significativos a los escritores Oswaldo Reynoso y, coincidentemente, Miguel Gutiérrez. A modo de conclusión Los sucesos enumerados no deben fijar nuestra reflexión en un único individuo, sino dilatarla hasta abarcar la integridad del contexto. El proceder de Iván Thays con Gutiérrez ha sido el de cada uno de los miembros del “letrifundio”, quienes, dejando a un lado lo meramente literario, han agredido a diversos autores ajenos a su círculo. Varias son las causas de este hecho. Entre otras, la que sigue: durante las décadas del 70 y 80, el grupo Narración también juzgaba con modos semejantes a los que hemos detallado en este artículo. En cierta medida, el accionar del “letrifundio” ha sido una revancha contra lo realizado por Narración, y los de estos por lo que hicieron sus predecesores, y así podríamos recorrer buena parte del devenir de la literatura peruana. De otro lado, los dislates no son propiedad exclusiva de unos cuantos. Cualquier prosista o poeta puede resbalar en ellos. En una entrevista para el suplemento Variedades del diario El peruano Ricardo Sumalavia declara que ha leído a “muchos autores de otros países de América Latina antes que las novedades peruanas”.56 Sin embargo, luego no solo compara nuestra literatura última con la de otros espacios (“la prosa y también la historia, claro, de un joven mexicano o argentino, por lo general, son más osadas que la de un peruano),57 sino incluso la juzga (“en conjunto veo poco interés por explorar las posibilidades de la lengua y cómo éstas podrían aportar mucho más a sus universos narrativos”).58 ¿Cómo se puede realizar la comparación y la crítica de algo que no se conoce? Ricardo Sumalavia tendría que explicarnos su método de análisis. Más atendibles son las palabras de Elton Honores o Mario Bellatin. Honores pide una apertura del mundo académico peruano, porque “si bien es importante y significativo que se mantengan los estudios sobre la narrativa andina… sería necesario ampliar el espectro de ficciones, registros y representaciones e imaginarios sobre nuestra realidad. En ese espectro caben tanto las ficciones andinas como las fantásticas, el género policial, la ciencia ficción, o incluso, el horror”.59 Bellatin, a su vez, declara: “esperaba que, con


la llegada de una nueva generación, las cosas cambiaran. Pero no. Se mantienen los mismos contenidos literarios y lo que hay alrededor de la literatura: la forma de hacer los libros y los odios espantosos gracias a blogs con un increíble grado de violencia”.60 En Honores y Bellatin podemos encontrar, desde la crítica y la creación, el modo adecuado de problematizar y superar lo trazado por el canon oficial. No confunden sus pasiones personales con el aprecio estético hacia lo producido por los otros. Postulan sus opciones literarias sin confundir el diálogo con la agresión. Mientras no aprendamos de sus ejemplos, seguiremos creyendo que la literatura peruana es tal como la describió Iván Thays a fines de los 90; es decir, una literatura “más dada a la envidia, los rencores y las mezquindades cuando no al mandarinazgo o a la dictadura ética, social o política de algunos autores”.61

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Notas: 1. GUTIÉRREZ, Miguel. La generación del 50: un mundo dividido. Lima: Arteida, 2008, 335 p. Primera edición: 1988. 2. Revista Domingo del Diario La República, Lima, enero, 2000, Nº 85, pp. 29 y 30. 3. GUTIÉRREZ, Miguel. Op. Cit. p. 24. 4. Ibídem. p. 21. 5. Ibídem. pp. 22 y 23. 6. Ver la entrevista realizada por Lucho Zúñiga a Gutiérrez: http://www.youtube.com/ watch?v=BdL5o4SA-xE 7. En: http://agreda.blogspot.com/2008/07/la-generacin-del-50-un-mundo-dividido.html 8. GUTIÉRREZ, Miguel. Celebración de la novela. Lima: Peisa, 1996. 258 p. 9. GUTIÉRREZ, Miguel. La violencia del tiempo. Lima: Punto de lectura, 2010, 1044 p. Primera edición: 1991. 10. Op. Cit. p. 14. 11. Ibídem. p. 231. 12. Ibídem. p. 232. 13. GUTIÉRREZ, Miguel. Lima: Jaime Campodónico, 1995, 93 p. 14. GUTIÉRREZ, Miguel. Lima: Colmillo Blanco, 1993, 224 p. 15. YRIGOYEN, José Carlos y TORRES ROTONDO, Carlos. Poesía en rock. Una historia oral. Perú 1966-1991. Lima: Ediciones Altazor, 2010, 326 p. 16. Ibídem. p. 250. 17. Ibídem, pp. 248 y 249. 59


18. GUTIÉRREZ, Miguel. El mundo sin Xóchilt. Lima: Fondo de cultura económica, 2001, 585 p. 19. CORAL, Víctor. La destrucción o el amor. En: El Dominical de El comercio, 14 de Octubre, 2001, p. 3. 20. GUTIÉRREZ, Miguel. Carta de Miguel Gutiérrez. En: El Dominical de El comercio, 28 de Octubre, 2001. p. 3 21. Ibídem. 22. Ibídem. 23. Ibídem. 24. CORAL, Víctor. Op. Cit. 25. RODRÍGUEZ, Gustavo. La furia de Aquiles. Lima: Alfaguara, 2001. 335 p. 26. OTERO, Diego. Retrato de un don nadie adolescente. En: El Dominical de El comercio, 27 de mayo, 2001, p. 3. 27. BELLATIN, Mario. Shiki Nagaoka: una nariz de ficción. Lima: Fondo Editorial PUCP, 2002, 92 p. 28. OTERO, Diego. Documento de irrealidad. En: El Dominical de El comercio, 24 de noviembre, 2002, p. 7. 29. THAYS, Iván. La edad de la inocencia: acerca de la narrativa peruana última. En: Vórtice. Lima, 1999, Nº 5, pp. 43-54. 30. Ibídem. p. 50. 31. Ibídem. p. 51. 32. Los diez libros de narrativa peruana de la década 1990-99. En: Debate. Lima. Vol. XXI. N° 105. Marzo-Abril 1999. 33. RIVERA MARTÍNEZ, Edgardo. Lima: La voz, 1993, 515 p. 34. Op. Cit. p.46. 35. CÁCERES, Grecia. Lima: El santo oficio, 1998, 210 p. 36. THAYS, Iván. Op. Cit. p. 50. 37. THAYS, Iván. Un artefacto literario anacrónico. En: El Dominical de El Comercio, 3 de agosto de 2008, pp. 4 y 5. 38. Ibídem. p. 4. 39. Ibídem. p. 5. 40. GUTIÉRREZ, Miguel. La generación del 50: un mundo dividido. Lima: Arteida, 2008, p. 24. 41. Op. Cit. p. 5. 42. THAYS, Iván. La edad de la inocencia: acerca de la narrativa peruana última. En: Vórtice. Lima, 1999, Nº 5, pp. 53 y 54. 43. CHARLES, TAYLOR, La ética de la autenticidad, España, Paidós, 1994. p. 68. 44. Ibídem. p. 69 45. MIRANDA, Óscar. Entrevista a Iván Thays. En: Revista Domingo de La República, 14 de enero de 2001, p. 40. 46. GONZÁLEZ, Rosa. Secretos de autor. En: Revista Domingo de La República, 2 de julio de 2000, p.

26. 47. Ver: http://blogs.elpais.com/vano-oficio/2012/04/en-anti-capitalista.html 48. Ver: http://blogs.elpais.com/vano-oficio/2012/03/vallejo-cumple-120.html 49. Ver: http://blogs.elpais.com/vano-oficio/2012/02/apostillas-a-un-post-.html 50. CABRERA JUNCO, Jaime. Iván Thays: “No soy un escritor vitalista que escribe sobre microbuseros”. En: http://blogs.peru21.pe/leeporgusto/2012/01/ ivan-thays-no-soy-un-escritor.html 51. Ver nuestro texto: ¿Entre acostarme con Bayly o matar a mi vieja? En: http://quizaestoyequivocado. blogspot.com/2011/08/por-julio-meza-diaz-no-se-silo-que.html 52. Op. Cit. 53. Ibídem. 54. THAYS, Iván. Las fotografías de Frances Farmer. Lima: Adobe editores, 2000, 127 p. En el mismo libro se indica que el prólogo fue escrito en marzo de 1997 y para la segunda edición. 55. Ibídem. pp. 16 y 17. 56. DONAYRE, José. “Mi lengua literaria es el español”. Ricardo Sumalavia en la dimensión de la memoria y la recreación. En: Revista Variedades del diario oficial El Peruano, 23 de abril de 2012, p. 6. 57. Ibídem. 58. Ibídem. 59. HONORES, Elton. Ortodoxos y heterodoxos: hacia un panorama de la narrativa fantástica peruana contemporánea (1980-2010) desde el sistema literario. En: Lo fantástico en Hispanoamérica. Elton Honores (Coordinador). Lima: Cuerpo de la metáfora editores, 2011, pp. 28 y 29. 60. PLANAS, Enrique. Las advertencias del poeta ciego. Entrevista a Mario Bellatin. En: Luces de El comercio, 22 de junio de 2012. 61. THAYS, Iván. La edad de la inocencia: acerca de la narrativa peruana última. En: Vórtice. Lima, 1999, Nº 5, p. 43. Fuentes de las imágenes: 1. http://letras.s5.com/gro1904101.jpg 2. http://lavidaenmarte.lamula.pe/wp-content/ blogs.dir/784/files/2010/11/39569_170941109588741 _100000185598226_598805_1861734_n.jpg y http:// media.plaza21.com/media/catalog/product/cache/1/im age/380x/9df78eab33525d08d6e5fb8d27136e95/P/a/ Pais%20de%20Jauja.jpg 3. http://diariocorreo.pe/ultimas/noticias/EPENSA-066592/ivan-thays-la-comida-peruana-es-indigesta-y-poco-saludable 4. http://hotelsalmon.blogspot.com/2011/11/miguel-gutierrez-en-todas-mis-novelas.html


Libro Abierto Por Andrés Olave* Introducción para inquietos. Tomás Tranströmer. Introducción y notas de Omar Pérez. Arica: Cinosargo Ediciones, 2012, 96 p.

La enorme figura del poeta Tomás Tranströmer, premio Nobel de Literatura 2011, es presentada en este volumen, suerte de estudio de la poesía sueca, que contextualiza y deta-

lla las relaciones entre las distintas generaciones de poetas suecos (y en menor medida, poetas daneses), configurando una suerte de árbol genealógico en base a las conexiones que el paisaje les entrega. La potencia de esta cosmogonía se advierte desde el comienzo. Nos dice Omar Pérez: “árboles como robles, tormenta, lluvias, la hierba que se oye respirar, bosques sombríos”.

Es interesante la perspectiva que toma el autor: considerar que el nacimiento de un poeta no es de modo alguno un acontecimiento mágico o sorpresivo, sino que es fruto del sinnúmero de relaciones de “los objetos culturales en circulación”. A la manera de las redes neuronales en nuestro cerebro, los poetas estarían conectados entre sí por una intrincada red que viaja tanto geográfica como temporalmente y construye una vía que puede ser explorada. En el caso de la poesía de Tranströmer, el autor explica que el poeta busca revivir el pasado a través del presente, busca capturarlo: “Tengo un diploma de la universidad del olvido y estoy tan vacío como la camisa que se seca en el cordel”, dice Tranströmer en Madrigal, un poema sobre la muerte como un destino que se ha heredado, un bosque sombrío que alguna vez se visitara de forma definitiva, pero no ahora, donde todavía hay luz, donde todavía hay recuer-

dos, donde todas las criaturas aún cantan. El volumen incluye una antología de poemas del Premio Nobel y a continuación presenta autores que son parte de la red Tranströmer. Primero, Eric Johan Stagnelius (1793-1823), autor del que es considerado el mejor poema escrito en sueco: Amigo en tiempo desolado, un texto sobre la cercanía de la oscuridad, la invasión del sentimiento del abismo sobre el ser, el inevitable regreso al vacío y la imposibilidad de encontrar salvación en nada que no sea la esencia de la noche eterna: “alégrate, oh amigo y canta en la oscura pena: la noche es la madre del día, el Caos es el vecino de Dios”. A continuación el autor hace un salto hasta los años 30, a la tradición moderna que precede a Tranströmer, con una serie de poetas como Karin Boye, Gunnar Ekekof y Hjalmar Gullberg. Este último, nos cuenta Omar Pérez, aquejado de una grave enfermedad se dejó perder en un lago congelado. La tragedia siempre acecha a los poetas y en muchas ocasiones los hace sus presas. En la antología uno puede ver cómo muchos ellos hallaron una temprana muerte, ya sea por accidentes, por mano propia o simplemente desaparecieron, para sellar finalmente su pacto con la noche. Un poeta que me pareció necesario destacar dentro de una antología muy potente, donde cada voz brilla con fuerza insospechada (nada sabe uno hasta entonces de poesía sueca), fue la voz de Erik Lindengren, que en los años 40 en base a una poesía centrada en la imagen e influenciado por Eliot y el simbolismo francés “cubrió a Suecia de un oscuro sentimiento de angustia”. En Hombre sin camino podemos leer: “en la sala de los espejos donde uno es los muchos los demasiados y sin embargo querría caer como rocío en el sepulcro del tiempo.” Los nombres de poetas se acumulan, lo mismo que las polémicas y conflictos al interior de la red. Y la poesía avanza, se mueve bajo (o por encima) de sus autores. Un volumen extraordinario que hacia el final nos hace un guiño y explora brevemente las conexiones entre la poesía sueca y Latinoamérica. 61


Gorakhnath. Joel Vril. Arica: Ediciones Cinosargo, 2011, 75 p.

trama se entronca con las novelas de espías, y vemos el Gorakhnath pasar de una mano a otra, bajo las maquinaciones de traidores y agentes dobles hasta llegar a su destino: Berlín.

Intercalada a esta historia, Vril nos muesNo es habitual tra la vida en el santuario de Gorakhnpur, en el norte de la India donde se nos advierte que encontrar en desde 1914 vivimos en el Reino de Rawan, que el panorama es llamado muerte e infierno, la época del dolor de la ciencia de las almas, un reinado particularmente oscuro. Además, en las profundidades del santuario, ficción latinoa- oculto a los ojos de los mortales, se encuentran mericana un en un amplio salón 84 yogis que pueden flotar libro, que por en el aire y en estado de meditación. Lo que Vril nos ofrece es ver los entresijos del poder, no del un parte se ocupe por detallar las in- poder político, sino mística: la perpetua pugna vestigaciones en el ámbito de la magia y lo entre los hombres por el control espiritual del sagrado que los alemanes realizaron durante las planeta. postrimerías del Segundo Reich, y por otro, se En tanto, de vuelta en Berlín, vemos enfoque en un remoto santo de la India y especómo los alemanes han convocado a un nutrido cule sobre el desarrollo espiritual de éste hasta y variopinto ejército de brujos, santeros y magos convertirse en una suerte de divinidad. para enfrentarse al Gorakhnath y arrebatarle su Si un libro así resulta enigmático, lo es secreto: se nos presenta a los terribles Dugpa de aún más cuando leemos en la solapa los datos Bhután, a un sabio Oroquen Chino, una Machi del autor: “Joel Vril (2168-1309) es piloto de la Mapuche, a un Kapalika Hindú e infinidad más Fuerza Aérea de la Conciencia. En 2201, durante de actores míticos. Comienzan entonces los enun vuelo de rutina, Vril fue atacado por el dios frentamientos, un poco a la manera del Torneo Odín, quedando atrapado tridimensionalmente de las Artes Marciales en Dragón Ball, (y ahora por la poderosa fuerza de éste. Usando su úni- más que una novela de espías deberíamos hablar ca posibilidad de fuga, Vril activó la silla eyec- de una novela de peleas con fuerte acento en lo tora de su monoplaza, logrando escapar por la mágico). cuarta dimensión. Por una falla del sistema, en Gran parte del atractivo de leer novelas es vez de los diez minutos estándar, la silla lo lanzó que, como decía Heidegger, nos hacen ampliar 859 años al pasado, cayendo en un bosque en las nuestro horizonte de comprensión. Una de las afueras de la ciudad medieval de Maguncia, fagrandes virtudes de Gorakhnath radica en este lleciendo en el acto”. hecho, que pese a su brevedad, nos permite echar De este modo, estamos en presencia de un vistazo a lo mítico y desconocido y apreciar un libro donde la propia figura del autor resul- como Occidente y Oriente intentan enfrentar lo ta un misterio. Las primeras páginas nos dejan incomprensible y acaso, lo inabarcable. Además, un epígrafe de Blake y la historia de un pobre en la contraportada se nos informa que Gorakhcampesino hindú, Bansi, que empujado por la nath es apenas el primer volumen de una trilomiseria, profana tierra sagrada, y desentierra a gía, y no queda más que esperar para ver hasta un hombre que parece ser de piedra, un santo qué sorpresivos meandros podrá, en el futuro, en perfecto éxtasis meditativo: el Gorakhnath. llevarnos la imaginación de este enigmático auBansi intenta vender la seudo estatua pero es tor. engañado por la autoridad inglesa y entonces la

* Santiago de Chile, 1977. Coautor de la novela de ciencia ficción Proyecto Apocalipsis (Cinosargo, 2011), autor del libro de relatos La señor M. y otras historias germinales (El gato descalzo, 2012). Dirige la editorial Oveja Eléctrica. Tiene en preparación las novelas Un Mundo Perfecto y La Destrucción de Santiago. Actualmente vive en San Pedro de Atacama.


Morgue y otros poemas. Gottfried Benn. Traducción de Daniel Rojas Pachas. Arica:Cinosargo Ediciones, 2012, 42 p.

tan del hígado y los riñones. Entre las ratas, hay una rata muerta, la muerte dentro de la muerte, la oscuridad elevada a la enésima potencia. Los hombres celebran la bella juventud de estas ratas y de inmediato las arrojan al río para que se ahoguen y éstas chillan desesperadas.

Negerbraut, cuenta la historia de una bella y virginal joven que es asesinada y violada por un negro que en su juventud o infancia ha sufrido el violento impacto de una coz de caballo en la frente y que acaso convierte dicha violencia en una suerte de herencia que traspasa ahora a la joven; el advenimiento de Eros y Thanatos, el infame que juega con su amante muerta sometiéndola a todo tipo de aberraciones y donde la más pura y bella de las novias encuentra un oscuro pendiente se entregue a la tarea de traducir, edi- final para todos sus dones. tar y, en el fondo, rescatar del olvido a un poeta El poema Saal der Kreissenden Frauen, tan interesante como el alemán Gottfried Benn Benn nos presenta un pabellón de parturientas (1886-1956). donde dan a luz las mujeres más pobres de Ber Médico y poeta, Benn estudió teología lu- lín: prostitutas, chicas de las calles, presidiarios; terana antes de ingresar a la escuela médico- mi- hundidas todas en su dolor sin consuelo, profilitar. Su oficio y las experiencias durante la Pri- riendo gritos desesperados a un cielo sordo, a mera Guerra le sirvieron como plataforma para hombres sordos, que demasiado acostumbrados sus poemas “antisentimentales” que lo posicio- al escándalo, apenas prestan atención. El acto de naron como uno de los más eximios represen- parir se nos muestra como un terrible castigo, un tantes de la Nueva Objetividad (Die neue Sachli- proceso siniestro y no exento de escatología, que chkeit). configuran al pabellón como un sitio de pesadi En Morgue y otros poemas se observa, en lí- lla, donde en modo alguno un ser humano pueneas generales, una marcada crudeza escatológi- de sentirse querido o bienvenido.

Resulta estimulante el hecho que desde una pequeña ciudad del norte de Chile como Arica, una editorial inde-

ca, suerte de cartografía descarnada de nuestras En el prólogo de Morgue y otros poemas, miserias físicas, que a la vez es reflejo de nuestra Daniel Rojas Pachas, el traductor, nos cuenta que falta de fe o de la pobreza de nuestro espíritu. El desastre de cenizas en que acaba por convertirse la carne se usa como prueba en ciernes de la incapacidad de alcanzar elevación o soñar con ella. El volumen da comienzo con Kleine Aster, la historia de la autopsia de un repartidor de cerveza que ha muerto ahogado y que trae una flor con forma de estrella entre los dientes. El médico retira la flor y la guarda dentro del pecho del repartidor, que previamente ha abierto con una sierra, y la deja allí como un pequeño tesoro, remarcando la posibilidad de la belleza aún en las condiciones más oscuras, más allá de los límites de la vida. En Schönejugend se cuenta el hallazgo de una niña muerta que ha estado largo tiempo abandonada junto a un río. Dentro de su pecho (de nuevo como metáfora del vacío, de la ausencia del alma), hay un nido de ratas que se alimen63


la mayor parte de estas historias fueron recogidas a partir de la experiencia directa del poeta, tanto en sanatorios como en los campos de batalla, lo que justifica la mirada de Benn, que alguna vez fue denostada e incomprendida por su cru-

deza. En suma, es poesía abocada a la oscuridad y la brutalidad humana que busca liberarnos de esperanzas e ilusiones, depurar a fin de cuentas nuestros días más sombríos, los espacios aciagos de nuestro tiempo.

Namazu. Rodrigo Ramos. Chile: Editorial Oveja Eléctrica, 2012, 121 p.

tiene la oportunidad, hacer el mayor daño posible. Los japoneses rápidamente se descubren acorralados y sin oportunidad ante la hostil mayoría.

Tocopilla se nos presenta así como un pequeño círculo del infierno, en que la soledad y la alienación han transformado en pequeños Frankesteins a sus habitantes, donde, por carecer de ningún medio de salvación a la vista, eligen o se resignan a hundirse en sus vicios y manías. Personajes como la bella pero decepcionada Magda, quien, tras ser despedida de su trabajo, intenta hacerse prostituta. O Ronald, un solitario técnico de electrónica adicto a las formas más oscuras de pornografía. O el Chuscao, titán mitológico y ciego como Hércules, que vive de quien en sus novelas suele centrar la mi- vender cerdos que cría en un basural en las afuerada en la vida y pasión de las clases más bajas: ras de la ciudad. O ese monstruo involuntario y los humildes y olvidados, los desheredados del terrible que es la Mujer Gallina. sueño del cobre, el mismo que dirige las vidas de La novela abre con un epígrafe de Canetla gran mayoría en ese inmenso polo minero que ti: “Personas que se vuelven malas y odiosas con es el norte de Chile. En Namazu, su última novela, Ramos el sol. Personas a quienes el frío y la oscuridad cuenta la historia de Hiromu y Kusunoki, dos sientan bien”. A medida que la novela avanza japoneses que llegan a la remota y empobrecida los japoneses se van contaminando de este desTocopilla, una ciudad que tiene algo de teatro de aliento, descienden, hasta el punto de buscar su guerra, cuna alguna vez de Alejandro Jodorows- propia muerte según la tradición: ki y abandonada a su suerte por décadas enteras “Hiromu descolgó la katana de la pared, o acaso desde siempre. Un lugar donde campea decidido a consumar el ritual pero estaba demael nihilismo y donde la degradación moral y es- siado borracho y perdió el equilibrio. Kusunoki piritual empuja a sus habitantes a caer en oscu- quien había visto toda la escena como en un sueros pozos de desencanto. ño recogió a su desmayado jefe y lo depositó en Los japoneses traen consigo una máquina que el sofá. Se quedó mirándolo y pensó que quizás según Hiromu, el científico, es capaz de predecir ya era tiempo de volver a Japón cuando sobreviterremotos. La máquina ha sindicado a Tocopilla no un temblor grado seis. Luego hubo otro, más como víctima de una futura catástrofe e Hiromu fuerte y luego un tercero, de siete grados que los quiere corroborarlo in situ. Los japoneses se con- dejó a oscuras”. vierten así en espectadores privilegiados de la Así, la novela va configurando una poéticomedia humana que ahí se desarrolla durante ca del desencanto, donde los japoneses pareciesu larga jornada a la espera de la destrucción. ran preguntarles a los dioses si puede desapare Desde el principio, la ciudad los recibe cer aquello que ya está muerto o que carece de con violencia y animadversión. Es un mundo alma. Es el retrato de una localidad que encierra medieval donde ellos, ciudadanos del primer el eco de otras muchas ciudades de Latinoamérimundo, son una rareza que está a la misma altu- ca donde una silenciosa mayoría pareciera estar ra de un fenómeno de circo: algo de lo que hay condenado desde el principio, sin vueltas, a la que burlarse y reírse de forma obligada y, si se pobreza y a las trampas del solipsismo.

Es posible que su labor como cronista social haya influido en el periodista Rodrigo Ramos (Antofagasta, 1974),

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