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Colaboración

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Sínodo para la Amazonía

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Amazonía, el clamor de la tierra y de los pobres

Como organización de la Iglesia que durante décadas ha tenido y tiene una presencia activa en la región amazónica, Manos Unidas ha venido apoyando el proceso consultivo y de discusión que culmina este mes de octubre con la celebración del Sínodo especial para la Amazonía.

¿QUÉ ES EL SÍNODO PARA LA AMAZONÍA? Del 6 al 27 de octubre se celebra en Roma la Asamblea Especial para la Región Panamazónica del Sínodo de los Obispos. Un Sínodo es un encuentro de los Obispos con el Papa para unificar criterios sobre una cuestión prioritaria. A lo largo de un año se ha articulado un proceso de consulta para conocer con precisión las demandas de las diferentes voces amazónicas, con el fin de que puedan orientar las reflexiones del Sínodo. En octubre, organizaciones que trabajan en la Amazonía y representantes de las comunidades indígenas participan en actividades relacionadas con el Sínodo para dar a conocer las amenazas y potencialidades de la región amazónica, lo que permitirá plantear líneas de acción ajustadas al contexto actual.

Manos Unidas/Paco Borges

Texto del DEPARTAMENTO DE PROYECTOS DE AMÉRICA.

Hace más de cuatro años, la encíclica «Laudato si’» del papa Francisco llamaba a cuidar nuestra «casa común» y a quienes habitamos en ella, especialmente a las personas más vulnerables. Ya en ese momento se señalaba la importancia de la Amazonía y otras selvas tropicales como pulmones del planeta que están siendo víctimas de los «intereses económicos de las corporaciones transnacionales» y de nuestro modo de vida consumista.

Con esta sensibilidad en relación a la Amazonía se creó la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), de la que Manos Unidas forma parte y que supone un punto de encuentro y acción para las organizaciones de la Iglesia que trabajan en la Amazonía con el objetivo compartido de defender la vida, la tierra y las culturas de quienes habitan este territorio. Asimismo, el año pasado, durante su histórica visita a Perú, el papa Francisco dio inicio al proceso sinodal con el fin de encontrar «nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral».

Manos Unidas ha participado principalmente a través de REPAM y la red Iglesias y Minería —centrada en la denuncia de los excesos de la industria extractiva en América Latina—. Las realidades y experiencias que compartimos se basan en la labor que nuestros socios locales realizan directamente en la Amazonía, un territorio que comparten nueve países y que concentra la mitad de los bosques tropicales y la mayor biodiversidad y reserva de agua del planeta. Una región que cada vez cede más terreno ante diversas amenazas y cuyos habitantes —en especial los tres millones de indígenas— se ven obligados a abandonar por la pérdida de sus territorios y sus modos de vida. La tala indiscriminada, la explotación de combustibles fósiles, la extracción de minerales, los monocultivos, la ganadería ultraextensiva y la construcción de hidroeléctricas, vías férreas o carreteras son algunos de los ataques directos que enfrentan los pueblos que allí viven, que son precisamente quienes mejor defienden y cuidan de este territorio.

Manos Unidas colabora en estos momentos con más de 15 proyectos en la región, concretamente en Brasil, Colombia, Bolivia, Ecuador y Perú, con contrapartes como el Conselho Indigenista Missionário (Brasil), Operación Amazonía Nativa (Brasil), Corporación Claretiana Norman Bello (Colombia), CECASEM (Bolivia), Centro Amazónico de Antropología Aplicada (Perú) o el Frente de Defensa de la Amazonía (Ecuador), así como algunos Vicariatos y Pastorales. Estas organizaciones tienen como línea común la promoción de una vida digna para los pueblos amazónicos a través de la mejora de los servicios de salud y educación, la garantía de los derechos de todas las personas, especialmente de las mujeres, la seguridad alimentaria y el fortalecimiento de las organizaciones para la defensa y reconocimiento de los territorios frente a las amenazas antes descritas. Asimismo, algunas de estas iniciativas se dirigen a proteger los derechos humanos de las comunidades y líderes que sufren violencia e intimidación por parte de grupos criminales vinculados a intereses económicos.

Este clamor de la tierra y de los pobres, en palabras del papa Francisco, nos pone frente al reto de seguir construyendo una nueva forma de relacionarnos con la creación, de relacionarnos entre las personas, entre la diversidad de culturas y sociedades, para que tengamos una nueva forma de vivir, una vida plena, con justicia y equidad l

Carlos Silva Imapress Dedoc

«La muerte de la selva es el final de nuestras vidas» (Hna. Dorothy Stang). La hermana Dorothy Stang —misionera estadounidense asesinada en 2005 en Amapú, en la Amazonía brasileña, por su labor en defensa de los campesinos y del medioambiente— es una de las muchas víctimas de esta lucha desigual entre los pueblos de la Amazonía y los intereses económicos que, a día de hoy y a mayor escala, siguen produciendo violencia y muerte. Diversas organizaciones (indígenas, eclesiales, de cooperación o ecologistas) están aprovechando estos días de Sínodo para dar visibilidad y homenajear a los líderes y mártires que, como la hermana Dorothy, sacrifican su vida para defender nuestra casa común.

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