Ministerio de Educación Pública Departamento de Educación Religiosa
Cuaderno de trabajo Ad usum privatum scholae Nivel: UNDÉCIMO AÑO Prof. Lic. Erick Alberto Villegas Villegas Curso Lectivo 2012
Nombre del estudiante ________________________________________________________
“Solamente lo que es construido sobre Dios, sobre el amor es durable” (Juan Pablo II) Undécimo año
Fecha:
1.
______________________. Trimestre________.
Objetivo especifico Contenido Realizar acciones personales que Acciones personales que contribuyen a la contribuyen a la vivencia de la dignidad y la vivencia de la dignidad y la trascendencia trascendencia en el medio escolar, familiar y en el medio escolar, familiar y comunal. comunal.
Apertura a la Trascendencia y Unicidad de la Persona a)
El deseo de Dios.
El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer hacia sí al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar: La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador1. La persona humana necesita la vida social. Esta no constituye para ella algo sobreañadido sino una exigencia de su naturaleza. Por el intercambio con otros, la reciprocidad de servicios y el diálogo con sus hermanos, el hombre desarrolla sus capacidades; así responde a su vocación2. b)
Abierta a la trascendencia.
A la persona humana pertenece la apertura a la trascendencia: el hombre esta abierto al infinito y a todos los seres creados. Está abierto sobre todo al infinito, es decir a Dios, porque con su inteligencia y su voluntad se eleva por encima de todo lo creado y de sí mismo, se hace independiente de las criaturas, es libre frente a todas las cosas creadas y se dirige hacia la verdad y el bien absolutos. Está abierto también hacia el otro, a los demás hombres y al mundo, porque sólo en cuanto se comprende en referencia a un tú puede decir yo. Sale de sí, de la conservación egoísta de la propia vida, para entrar en una relación de diálogo y de comunión con el otro. La persona está abierta a la totalidad del ser, al horizonte ilimitado del ser. Tiene en sí la capacidad de trascender los objetos particulares que conoce, gracias a su apertura al ser sin fronteras. El alma humana es en un cierto sentido, por su dimensión cognoscitiva, todas las cosas: «todas las cosas inmateriales gozan de una cierta infinidad, en cuanto abrazan todo, o porque se trata de la esencia de una realidad espiritual que funge de modelo y semejanza de todo, como es en el caso de Dios, o bien porque posee la semejanza de toda cosa o en acto como en los Ángeles o en potencia como en las almas».
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Constitución Dogmática Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II (GS N°19) Constitución Dogmática Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II (GS N°25)
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“Solamente lo que es construido sobre Dios, sobre el amor es durable” (Juan Pablo II) c)
Evangelio de San Mateo 25, 31-46
Undécimo año
31 «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. 32 Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. 33 Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34 Entonces dirá el Rey a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; 36 estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme.” 37 Entonces los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?” 40 Y el Rey les dirá: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.” 41 Entonces dirá también a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.” 44 Entonces dirán también éstos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?” 45 Y él entonces les responderá: “En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.” 46 E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.»
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“Solamente lo que es construido sobre Dios, sobre el amor es durable” (Juan Pablo II) Undécimo año
Tarea: Busque en algún periódico o revista, un recorte que ilustre lo que significa la trascendencia para el ser humano.
Bibliografía: Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) N°27 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (CDSI N°130). Del Pontificio Consejo de «Justicia y Paz». Ciudad del Vaticano, 29 de junio de 2004.
Persona Única e irrepetible El hombre existe como ser único e irrepetible, existe como un «yo», capaz de autocomprenderse, autoposeerse y autodeterminarse. La persona humana es un ser inteligente y consciente, capaz de reflexionar sobre sí mismo y, por tanto, de tener conciencia de sí y de sus propios actos. Sin embargo, no son la inteligencia, la conciencia y la libertad las que definen a la persona, sino que es la persona quien está en la base de los actos de inteligencia, de conciencia y de libertad. Estos actos pueden faltar, sin que por ello el hombre deje de ser persona. La persona humana debe ser comprendida siempre en su irrepetible e insuprimible singularidad. En efecto, el hombre existe ante todo como subjetividad, como centro de conciencia y de libertad, cuya historia única y distinta de las demás expresa su irreductibilidad ante cualquier intento de circunscribirlo a esquemas de pensamiento o sistemas de poder, ideológicos o no. Esto impone, ante todo, no sólo la exigencia del simple respeto por parte de todos, y especialmente de las instituciones políticas y sociales y Página | 3 Prof. Lic. Erick Alberto Villegas Villegas
“Solamente lo que es construido sobre Dios, sobre el amor es durable” (Juan Pablo II) Undécimo año
de sus responsables, en relación a cada hombre de este mundo, sino que además, y en mayor medida, comporta que el primer compromiso de cada uno hacia el otro, y sobre todo de estas mismas instituciones, se debe situar en la promoción del desarrollo integral de la persona. El respeto de la dignidad humana Una sociedad justa puede ser realizada solamente en el respeto de la dignidad trascendente de la persona humana. Esta representa el fin último de la sociedad, que está a ella ordenada: «El orden social, pues, y su progresivo desarrollo deben en todo momento subordinarse al bien de la persona, ya que el orden real debe someterse al orden personal, y no al contrario». El respeto de la dignidad humana no puede absolutamente prescindir de la obediencia al principio de «considerar al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente». Es preciso que todos los programas sociales, científicos y culturales, estén presididos por la conciencia del primado de cada ser humano. En ningún caso la persona humana puede ser instrumentalizada para fines ajenos a su mismo desarrollo, que puede realizar plena y definitivamente solo en Dios y en su proyecto salvífico: el hombre, en efecto, en su interioridad, trasciende el universo y es la única criatura que Dios ha amado por si misma. Por esta razón, ni su vida, ni el desarrollo de su pensamiento, ni sus bienes, ni cuantos comparten sus vicisitudes personales y familiares pueden ser sometidos a injustas restricciones en el ejercicio de sus derechos y de su libertad. La persona no puede estar finalizada a proyectos de carácter económico, social o político, impuestos por autoridad alguna, ni siquiera en nombre del presunto progreso de la comunidad civil en su conjunto o de otras personas, en el presente o en el futuro. Es necesario, por tanto, que las autoridades públicas vigilen con atención para que una restricción de la libertad o cualquier otra carga impuesta a la actuación de las personas no lesione jamás la dignidad personal y garantice el efectivo ejercicio de los derechos humanos. Todo esto, una vez más, se funda sobre la visión del hombre como persona, es decir, como sujeto activo y responsable del propio proceso de crecimiento, junto con la comunidad de la que forma parte. Los auténticos cambios sociales son efectivos y duraderos solo si están fundados sobre un cambio decidido de la conducta personal. No será posible jamás una auténtica moralización de la vida social si no es a partir de las personas y en referencia a ellas: en efecto, «el ejercicio de la vida moral proclama la dignidad de la persona humana». A las personas compete, evidentemente, el desarrollo de las actitudes morales, fundamentales en toda convivencia verdaderamente humana (justicia, honradez, veracidad, etc.), que de ninguna manera se puede esperar de otros o delegar en las instituciones. A todos, particularmente a quienes de diversas maneras están investidos de responsabilidad política, jurídica o profesional frente a los demás, corresponde ser conciencia vigilante de la sociedad y primeros testigos de una convivencia civil y digna del hombre. La dignidad humana: Semejanza con Dios. La semejanza con Dios se manifiesta en la persona porque en ella se encuentran las características propias de Dios, que Él en su amor infinito quiso compartir con el ser humano. A) Racionalidad: es la capacidad de pensamiento, de razonamiento, de la lógica y abstracción; las cuales desarrolladas le permiten al ser humano tomar conciencia (darse cuenta) y la responsabilidad (conocer y responder) sobre sus actos. B) Conciencia: el ser humano es sujeto y objeto de su propia existencia. Esto quiere decir que tiene la capacidad de observarse a sí mismo, como sujeto de sus actos, hacerse preguntas sobre lo que es y hace, así como emitir juicios sobre la bondad o maldad de sus actos, lo cual finalmente define sus decisiones y opciones. Para que la conciencia esté bien formada es necesaria la educación, Página | 4 Prof. Lic. Erick Alberto Villegas Villegas
“Solamente lo que es construido sobre Dios, sobre el amor es durable” (Juan Pablo II) Undécimo año
mediante la cual la persona aprende a discernir entre las propuestas constructivas y destructivas de su integridad personal, comunitaria y social. C) Capacidad de transformar la naturaleza respetando la ecología. Su capacidad de distanciarse de las cosas, su inteligencia y capacidad de cambio lo hacen señor de la naturaleza: las cosas son lo que son para el ser humano; es él quien les da un sentido y un significado y quien se sirve de ellas o las transforma para que cumplan con su destino, con responsabilidad y respeto por su estructura profunda. D) Libertad: dominio sobre su propio destino, sobre el ejercicio de sus facultades y sobre su persona. “El ser humano, por ser inteligente y racional, es capaz de distinguir entre el bien y el mal, y por ser libre, es capaz de decidir sobre su destino y elegir el bien. Es capaz de juzgar sobre aquello que lo construye como persona y aquello que lo destruye. El ser humano, ciertamente no es libre para aniquilarse; la libertad está al servicio de su realización o no es auténtica libertad”3. E) Relacionalidad: su condición de hijo de Dios lo hace hermano de los demás seres humanos. La persona solamente ES en relación con otro (el YO solamente existe en relación con un TÚ). La relación entre las personas se da siempre en el plano de SUJETO/SUJETO, nunca de de Sujeto/Objeto. Esto significa que la persona nunca debe o puede ser medio, instrumento o recurso para nada ni nadie. F) Capacidad de amar: “El ser humano no puede vivir sin amor. Permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido, si no le es revelado el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y no lo hace propio, si no participa en él vivamente”4
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La educación sexual: elementos para el estudio y la reflexión pastoral, De la Conferencia Episcopal de Colombia 1994. p 45. Carta Encíclica Redemptor Hominis (RHN°10), del Papa Juan Pablo II.
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“Solamente lo que es construido sobre Dios, sobre el amor es durable” (Juan Pablo II) Undécimo año
Tarea: Coloque en el círculo la idea principal y en cada recuadro las ideas secundarias.
Bibliografía: Conferencia Episcopal de Costa Rica. “Educación en la sexualidad: guía para padres de familia y educadores”, 2001, p 76-80. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (CDSI N°131-134). Del Pontificio Consejo de «Justicia y Paz». Ciudad del Vaticano, 29 de junio de 2004. Página | 6 Prof. Lic. Erick Alberto Villegas Villegas
“Solamente lo que es construido sobre Dios, sobre el amor es durable” (Juan Pablo II) Undécimo año
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Objetivo especifico Contenido Estimar el compromiso cristiano de El compromiso cristiano con el participación en distintos proyectos para el mejoramiento de la calidad integral de vida mejoramiento de la calidad integral de vida en el entorno. en el entorno.
Qué se entiende por laicos Por el nombre de laicos se entiende aquí todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros que han recibido un orden sagrado (diáconos, sacerdotes y obispos), y los que están en estado religioso reconocido por la Iglesia, es decir, los fieles cristianos que, por estar incorporados a Cristo mediante el bautismo, constituidos en Pueblo de Dios y hechos partícipes a su manera de la función sacerdotal, profética y real de Jesucristo, ejercen, por su parte, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo. El carácter secular es propio y peculiar de los laicos. Los que recibieron el orden sagrado, aunque algunas veces pueden tratar asuntos seculares, incluso ejerciendo una profesión secular, están ordenados principal y directamente al sagrado ministerio, por razón de su vocación particular, en tanto que los religiosos, por su estado, dan un preclaro y eximio testimonio de que el mundo no puede ser transfigurado ni ofrecido a Dios sin el espíritu de las bienaventuranzas. A los laicos pertenece por propia vocación buscar el reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales. Viven en el siglo, es decir, en todas y a cada una de las actividades y profesiones, así como en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social con las que su existencia está como entretejida. Allí están llamados por Dios a cumplir su propio cometido, guiándose por el espíritu evangélico, de modo que, igual que la levadura, contribuyan desde dentro a la santificación del mundo y de este modo descubran a Cristo a los demás, brillando, ante todo, con el testimonio de su vida, fe, esperanza y caridad. A ellos, muy en especial, corresponde iluminar y organizar todos los asuntos temporales a los que están estrechamente vinculados, de tal manera que se realicen continuamente según el espíritu de Jesucristo y se desarrollen y sean para la gloria del Creador y del Redentor. El apostolado de los laicos Los laicos congregados en el Pueblo de Dios y constituidos en un solo Cuerpo de Cristo bajo una sola Cabeza, cualesquiera que sean, están llamados, como miembros vivos, a procurar el crecimiento de la Iglesia y su perenne santificación con todas sus fuerzas, recibidas por beneficio del Creador y gracia del Redentor. El apostolado de los laicos es la participación en la misma misión salvífica de la Iglesia, a cuyo apostolado todos están llamados por el mismo Señor en razón del bautismo y de la confirmación. Por los sacramentos, especialmente por la Sagrada Eucaristía, se comunica y se nutre aquel amor hacia Dios y hacia los hombres, que es el alma de todo apostolado. Los laicos, sin embargo, están llamados, particularmente, a hacer presente y operante a la Iglesia en los lugares y condiciones donde ella no puede ser sal de la tierra si no es a través de ellos. Así, pues, todo laico, por los mismos dones que le han sido conferidos, se
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“Solamente lo que es construido sobre Dios, sobre el amor es durable” (Juan Pablo II) Undécimo año
convierte en testigo e instrumento vivo, a la vez, de la misión de la misma Iglesia “en la medida del don de Cristo”5. Además de este apostolado, que incumbe absolutamente a todos los fieles, los laicos pueden también ser llamados de diversos modos a una cooperación más inmediata con el apostolado de la jerarquía, como aquellos hombres y mujeres que ayudaban al apóstol Pablo en la evangelización, trabajando mucho en el Señor6. Por los demás, son aptos para que la jerarquía les confíe el ejercicio de determinados cargos eclesiásticos, ordenados a un fin espiritual. Así, pues, incumbe a todos los laicos colaborar en la hermosa empresa de que el divino designio de salvación alcance más y más a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos y de todas las tierras. Abráseles, pues, camino por doquier para que, a la medida de sus fuerzas y de las necesidades de los tiempos, participen también ellos, celosamente, en la misión salvadora de la Iglesia. Tarea: Busque en algún periódico o revista, un recorte que ilustre cuál es el apostolado (o misión) que debe realizar un laico.
Bibliografía: Lumen Gentium, Constitución Dogmática del Concilio Ecuménico Vaticano II, sobre la Iglesia (LG N°31.33)
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Ef 4,7 Ver Filp, 4,3; Rom., 16,3ss
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“Solamente lo que es construido sobre Dios, sobre el amor es durable” (Juan Pablo II) Undécimo año
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Objetivo especifico Contenido Descubrir los retos que presenta el siglo XXI Retos que presenta el siglo XXI al cristiano al cristiano seguidor de Cristo. seguidor de Cristo.
Nuestra fe como seguidores de Cristo. La verdadera pureza. «Escúchenme todos y traten de entender. Ninguna cosa que de fuera entra en la persona puede hacerla impura; lo que hace impura a una persona es lo que sale de ella. El que tenga oídos, que escuche. Cuando Jesús se apartó de la gente y entró en casa, sus discípulos le preguntaron sobre lo que había dicho. El les respondió: ¿También ustedes están cerrados? ¿No comprenden que nada de lo que entra de fuera en una persona puede hacerla impura? Pues no entra en el corazón, sino que va al estómago primero y después al basural. Así Jesús declaraba que todos los alimentos son puros. Y luego continuó: Lo que hace impura a la persona es lo que ha salido de su propio corazón. Los pensamientos malos salen de dentro, del corazón: de ahí proceden la inmoralidad sexual, robos, asesinatos, infidelidad matrimonial, codicia, maldad, vida viciosa, envidia, injuria, orgullo y falta de sentido moral. Todas estas maldades salen de dentro y hacen impura a la persona»7
Realizar en clase: Reflexión de la cita bíblica de Mt 7, 21 – 22, anotamos el mensaje que nos deja para valorar las conductas del ser humano como Hijo de Dios. Anotación de 3 conductas que manifiesten el llamado de Jesús y 3 que no manifiesten dicho llamado, recalcando actitudes y comportamientos que debe tener un seguidor de Cristo; valorando las diferencias culturales de los distintos modos de vida. A)_______________________________ B)_______________________________ C)_______________________________
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a)_______________________________ b)_______________________________ c)_______________________________
Mt 7. 14-22
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Objetivo especifico 4.
Contenido
Estimar el compromiso cristiano de El compromiso cristiano con el participación en distintos proyectos para el mejoramiento de la calidad integral de vida mejoramiento de la calidad integral de vida en el entorno. en el entorno.
Realizar en clase: a) Elaboración de un esquema donde anotamos los valores cristianos que se deben fortalecer en la familia, la institución educativa y en la cultura del entorno, donde confrontamos la actividad anterior con la cita bíblica de 1 Cor 1, 10 – 11.
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“Solamente lo que es construido sobre Dios, sobre el amor es durable” (Juan Pablo II) Undécimo año
DIVISIONES ENTRE LOS CREYENTES “Les ruego, hermanos, en nombre de Cristo Jesús, nuestro Señor, que se pongan todos de acuerdo y terminen con las divisiones; que encuentren un mismo modo de pensar y los mismos criterios. Personas de la casa de Cloe me han hablado de que hay rivalidades entre ustedes. Puedo usar esta palabra, ya que uno dice: Yo soy de Pablo, y otro: Yo soy de Apolo, o Yo soy de Cefas, o Yo soy de Cristo.]¿Quieren dividir a Cristo? ¿Acaso fue Pablo crucificado por ustedes? ¿O fueron bautizados en el nombre de Pablo?”
Familia
Valores Cristianos
Colegio
La cultura (sociedad)
Confrontar Comente ampliamente: ¿Sucede en nuestra familia, colegio o sociedad las situaciones que denuncia san Pablo b) Anote 5 acciones positivas que nos identifiquen como verdaderos cristianos practicantes de valores y 5 acciones negativas; valorando las diferencias culturales de los distintos modos de vida.
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Objetivo especifico Idear opciones para concretar su compromiso cristiano de contribución al fortalecimiento de la identidad nacional desde valores cristianos.
Contenido Acciones que contribuyen al fortalecimiento de valores cristianos en la familia, la institución educativa y la cultura del entorno
El Mandato Misionero. Las diversas formas del «mandato misionero» tienen puntos comunes y también acentuaciones características. Dos elementos, sin embargo, se hallan en todas las versiones. Ante todo, la dimensión universal de la tarea confiada a los Apóstoles: «A todas las gentes»8; «por todo el mundo ... a toda la creación»9; «a todas las naciones»10. En segundo lugar, la certeza dada por el Señor de que en esa tarea ellos no estarán solos, sino que recibirán la fuerza y los medios para desarrollar su misión. En esto está la presencia y el poder del Espíritu, y la asistencia de Jesús: «Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos»11. En cuanto a las diferencias de acentuación en el mandato, Marcos presenta la misión como proclamación o Kerigma: «Proclaman la Buena Nueva»12. Objetivo del evangelista es guiar a sus lectores a repetir la confesión de Pedro: «Tú eres el Cristo»13 y proclamar, como el Centurión romano delante de Jesús muerto en la cruz: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios»14. En Mateo el acento misional está puesto en la fundación de la Iglesia y en su enseñanza15. En él, pues, este mandato pone de relieve que la proclamación del Evangelio debe ser completada por una específica catequesis de orden eclesial y sacramental. En Lucas, la misión se presenta como testimonio16, cuyo objeto ante todo es la resurrección17. El misionero es invitado a creer en la fuerza transformadora del Evangelio y a anunciar lo que tan bien describe Lucas, a saber, la conversión al amor y a la misericordia de Dios, la experiencia de una liberación total hasta la raíz de todo mal, el pecado. Juan es el único que habla explícitamente de «mandato» -palabra que equivale a «misión»- relacionando directamente la misión que Jesús confía a sus discípulos con la que él mismo ha recibido del Padre: «Como el Padre me envió, también yo os envío»18. Jesús dice, dirigiéndose al Padre: «Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo»19. Todo el sentido misionero del Evangelio de
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Mt 28, 19 Mc 16, 15 10 Hch 1, 8 11 Mc 16, 20 12 Mc 16, 15 13 Mc 8, 29 14 Mc 15, 39 15 Ver Mt 28, 19-20; 16, 18 16 Ver Lc 24, 48; Hch 1, 8 17 Ver Hch 1, 22 18 Jn 20, 21 19 Jn 17, 18 9
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“Solamente lo que es construido sobre Dios, sobre el amor es durable” (Juan Pablo II) Undécimo año
Juan está expresado en la «oración sacerdotal»: «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tu has enviado Jesucristo»20. Fin último de la misión es hacer participes de la comunión que existe entre el Padre y el Hijo: los discípulos deben vivir la unidad entre sí , permaneciendo en el Padre y en el Hijo, para que el mundo conozca y crea21. Es éste un significativo texto misionero que nos hace entender que se es misionero ante todo por lo que se es, en cuanto Iglesia que vive profundamente la unidad en el amor, antes de serlo por lo que se dice o se hace. Por tanto, los cuatro evangelios, en la unidad fundamental de la misma misión, testimonian un cierto pluralismo que refleja experiencias y situaciones diversas de las primeras comunidades cristianas; este pluralismo es también fruto del empuje dinámico del mismo Espíritu; invita a estar atentos a los diversos carismas misioneros y a las distintas condiciones ambientales y humanas. Sin embargo, todos los evangelistas subrayan que la misión de los discípulos es colaboración con la de Cristo: «Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo»22. La misión, por consiguiente, no se basa en las capacidades humanas, sino en el poder del Resucitado.
Tarea: Anote tres valores cristianos en cada ámbito donde se exprese el compromiso cristiano de ser misionero, donde es tolerante para aceptar las diferencias culturales, religiosas y étnicas. 1. ___________________________________________________________. 2. ___________________________________________________________. 3. ___________________________________________________________.
Bibliografía: Redemptoris Missio (RM N°23), Carta Encíclica del Papa Juan Pablo II, sobre: La misión del Redentor. Roma, 07 de diciembre de 1990.
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Jn 17, 3 Ver Jn 17,21-23 22 Mt 28, 20 21
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“Solamente lo que es construido sobre Dios, sobre el amor es durable” (Juan Pablo II) Undécimo año
El perfil específico de la actividad caritativa de la Iglesia En el fondo, el aumento de organizaciones diversificadas que trabajan en favor del hombre en sus diversas necesidades, se explica por el hecho de que el imperativo del amor al prójimo ha sido grabado por el Creador en la naturaleza misma del hombre. Pero es también un efecto de la presencia del cristianismo en el mundo, que reaviva continuamente y hace eficaz este imperativo, a menudo tan empañado a lo largo de la historia. La mencionada reforma del paganismo intentada por el emperador Juliano el Apóstata, es sólo un testimonio inicial de dicha eficacia. En este sentido, la fuerza del cristianismo se extiende mucho más allá de las fronteras de la fe cristiana. Por tanto, es muy importante que la actividad caritativa de la Iglesia mantenga todo su esplendor y no se diluya en una organización asistencial genérica, convirtiéndose simplemente en una de sus variantes. Pero, ¿cuáles son los elementos que constituyen la esencia de la caridad cristiana y eclesial? a) Según el modelo expuesto en la parábola del buen Samaritano, la caridad cristiana es ante todo y simplemente la respuesta a una necesidad inmediata en una determinada situación: los hambrientos han de ser saciados, los desnudos vestidos, los enfermos atendidos para que se recuperen, los prisioneros visitados, etc. Las organizaciones caritativas de la Iglesia, comenzando por Cáritas (diocesana, nacional, internacional), han de hacer lo posible para poner a disposición los medios necesarios y, sobre todo, los hombres y mujeres que desempeñan estos cometidos. Por lo que se refiere al servicio que se ofrece a los que sufren, es preciso que sean competentes profesionalmente: quienes prestan ayuda han de ser formados de manera que sepan hacer lo más apropiado y de la manera más adecuada, asumiendo el compromiso de que se continúe después las atenciones necesarias. Un primer requisito fundamental es la competencia profesional, pero por sí sola no basta. En efecto, se trata de seres humanos, y los seres humanos necesitan siempre algo más que una atención sólo técnicamente correcta. Necesitan humanidad. Necesitan atención cordial. Cuantos trabajan en las instituciones caritativas de la Iglesia deben distinguirse por no limitarse a realizar con destreza lo más conveniente en cada momento, sino por su dedicación al otro con una atención que sale del corazón, para que el otro experimente su riqueza de humanidad. Por eso, dichos agentes, además de la preparación profesional, necesitan también y sobre todo una « formación del corazón »: se les ha de guiar hacia ese encuentro con Dios en Cristo, que suscite en ellos el amor y abra su espíritu al otro, de modo que, para ellos, el amor al prójimo ya no sea un mandamiento por así decir impuesto desde fuera, sino una consecuencia que se desprende de su fe, la cual actúa por la caridad23. b) La actividad caritativa cristiana ha de ser independiente de partidos e ideologías. No es un medio para transformar el mundo de manera ideológica y no está al servicio de estrategias mundanas, sino que es la actualización aquí y ahora del amor que el hombre siempre necesita. Los tiempos modernos, sobre todo desde el siglo XIX, están dominados por una filosofía del progreso con diversas variantes, cuya forma más radical es el marxismo. Una parte de la estrategia marxista es la teoría del empobrecimiento: quien en una situación de poder injusto ayuda al hombre con iniciativas de caridad —afirma— se pone de hecho al servicio de ese sistema injusto, haciéndolo aparecer soportable, al menos hasta cierto punto. Se frena así el potencial revolucionario y, por tanto, se paraliza la insurrección hacia un mundo mejor. De aquí el rechazo y el ataque a la caridad como un sistema conservador del statu quo. En realidad, ésta es una filosofía inhumana.
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Ver Ga 5, 6
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“Solamente lo que es construido sobre Dios, sobre el amor es durable” (Juan Pablo II) Undécimo año
El hombre que vive en el presente es sacrificado al Molok24 del futuro, un futuro cuya efectiva realización resulta por lo menos dudosa. La verdad es que no se puede promover la humanización del mundo renunciando, por el momento, a comportarse de manera humana. A un mundo mejor se contribuye solamente haciendo el bien ahora y en primera persona, con pasión y donde sea posible, independientemente de estrategias y programas de partido. El programa del cristiano —el programa del buen Samaritano, el programa de Jesús— es un «corazón que ve». Este corazón ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia. Obviamente, cuando la actividad caritativa es asumida por la Iglesia como iniciativa comunitaria, a la espontaneidad del individuo debe añadirse también la programación, la previsión, la colaboración con otras instituciones similares. c) Además, la caridad no ha de ser un medio en función de lo que hoy se considera proselitismo. El amor es gratuito; no se practica para obtener otros objetivos. Pero esto no significa que la acción caritativa deba, por decirlo así, dejar de lado a Dios y a Cristo. Siempre está en juego todo el hombre. Con frecuencia, la raíz más profunda del sufrimiento es precisamente la ausencia de Dios. Quien ejerce la caridad en nombre de la Iglesia nunca tratará de imponer a los demás la fe de la Iglesia. Es consciente de que el amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en el que creemos y que nos impulsa a amar. El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar sobre Él, dejando que hable sólo el amor. Sabe que Dios es amor25 y que se hace presente justo en los momentos en que no se hace más que amar. Y, sabe —volviendo a las preguntas de antes— que el desprecio del amor es vilipendio de Dios y del hombre, es el intento de prescindir de Dios. En consecuencia, la mejor defensa de Dios y del hombre consiste precisamente en el amor. Las organizaciones caritativas de la Iglesia tienen el cometido de reforzar esta conciencia en sus propios miembros, de modo que a través de su actuación —así como por su hablar, su silencio, su ejemplo— sean testigos creíbles de Cristo.
Bibliografía: Deus Caritas Est (Dios es Amor), carta encíclica del Papa Benedicto XVI, del 25 de diciembre de 2005, (DCE N°31)
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Una divinidad semítica (seguramente infernal). Con la penetración de los asirios en el s. VIII/VII a.C, el culto a este dios tuvo una gran influencia en Israel (ver 2 Re 23, 10; Jer 32, 35): sacrificio de niños en el Cedrón y valle del Hinnom (ver 2 Re 16, 3; 17, 17; Ez 16, 21). Los semitas son pueblo del Asia anterior, forman sólo una rama de una familia lingüística mayor. 25 1 Jn 4, 8
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Objetivo especifico Contenido Ejemplificar la vivencia de la sexualidad La vivencia de la sexualidad desde la desde la óptica cristiana del matrimonio. óptica cristiana del matrimonio.
El Amor de los Esposos La sexualidad está ordenada al amor conyugal del hombre y de la mujer. En el matrimonio, la intimidad corporal de los esposos viene a ser un signo y una garantía de comunión espiritual. Entre bautizados, los vínculos del matrimonio están santificados por el sacramento. “La sexualidad, mediante la cual el hombre y la mujer se dan uno a otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal. Ella se realiza de modo verdaderamente humano solamente cuando es parte integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte” (Familiaris Consortio26 N°11): Tobías se levantó del lecho y dijo a Sara: “Levántate, hermana, y oremos y pidamos a nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos salve”. Ella se levantó y empezaron a suplicar y a pedir el poder quedar a salvo. Comenzó él diciendo: “¡Bendito seas tú, Dios de nuestros padres...tú creaste a Adán, y para él creaste a Eva, su mujer, para sostén y ayuda, y para que de ambos proviniera la raza de los hombres. Tú mismo dijiste: ‘no es bueno que el hombre se halle solo; hagámosle una ayuda semejante a él’. Yo no tomo a esta mi hermana con deseo impuro, mas con recta intención. Ten piedad de mí y de ella y podamos llegar juntos a nuestra ancianidad”. Y dijeron a coro: “Amén, amén”. Y se acostaron para pasar la noche27. “Los actos con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí son honestos y dignos, y, realizados de modo verdaderamente humano, significan y fomentan la recíproca donación, con la que se enriquecen mutuamente con alegría y gratitud”28. La sexualidad es fuente de alegría y de placer: “El Creador...estableció que en esta función (de generación) los esposos experimentasen un placer y una satisfacción del cuerpo y del espíritu. Por tanto, los esposos no hacen nada malo procurando este placer y gozando de él. Aceptan lo que el Creador les ha destinado. Sin embargo, los esposos deben saber mantenerse en los límites de una justa moderación”29 Por la unión de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de los esposos y la transmisión de la vida. No se pueden separar estas dos significaciones o valores del matrimonio sin alterar la vida espiritual de la pareja ni comprometer los bienes del matrimonio y el porvenir de la familia. Así, el amor conyugal del hombre y de la mujer queda situado bajo la doble exigencia de la fidelidad y la fecundidad. a fidelidad conyugal El matrimonio constituye una “íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista de leyes propias”. Esta comunidad “se establece con la alianza del matrimonio, es decir, con un 26
Exhortación apostólica del Papa Juan Pablo II, sobre la situación de la familia en el mundo actual, 22 de noviembre de 1981. Tb 8, 4-9 28 GS 49 29 Pío XII, discurso 29 Octubre 1951 27
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consentimiento personal e irrevocable” . Los dos se dan definitiva y totalmente el uno al otro. Ya no son dos, ahora forman una sola carne. La alianza contraída libremente por los esposos les impone la obligación de mantenerla una e indisoluble. “Lo que Dios unió, no lo separe el hombre”31. Tarea: Defina personalmente el concepto “sexualidad humana”. Luego investigue y escriba la definición del concepto de “sexualidad humana” que enseña la Iglesia y el que enseña la sociedad actual. Definición personal
Definición que enseña la Iglesia
Definición sociedad
que
enseña
la
Bibliografía: Catecismo de la Iglesia Católica (CIC N°2360-2364)
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GS N°48. Ver Mc 10,9; Mt 19,1-12; 1 Co 7,10-11
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El Amor y la Sexualidad humana El hombre está llamado al amor y al don de sí en su unidad corpóreo-espiritual. Feminidad y masculinidad son dones complementarios, en cuya virtud la sexualidad humana es parte integrante de la concreta capacidad de amar que Dios ha inscrito en el hombre y en la mujer: “La sexualidad es un elemento básico de la personalidad; un modo propio de ser; de manifestarse, de comunicarse con los otros, de sentir; expresar y vivir el amor humano”32. Esta capacidad de amar como don de sí tiene, por tanto, su “encarnación” en el carácter esponsal del cuerpo, en el cual está inscrita la masculinidad y la feminidad de la persona. “El cuerpo humano, con su sexo, y con su masculinidad y feminidad visto en el misterio mismo de la creación, es no sólo fuente de fecundidad y de procreación, como en todo el orden natural, sino que incluye desde el “principio” el atributo “esponsalicio”, es decir, la capacidad de expresar el amor: ese amor precisamente en el que el hombre-persona se convierte en don y (mediante ese don) realiza el sentido mismo de su ser y existir”33. La sexualidad humana es un bien: parte del don que Dios vio que “era muy bueno” cuando creó la persona humana a su imagen y semejanza, y “hombre y mujer los creó”34. En cuanto modalidad de relacionarse y abrirse a los otros, la sexualidad tiene como fin intrínseco el amor, más precisamente el amor como donación y acogida, como dar y recibir. La relación entre un hombre y una mujer es esencialmente una relación de amor. Cuando dicho amor se actúa en el matrimonio, el don de sí expresa, a través del cuerpo, la complementariedad y la totalidad del don; el amor conyugal llega a ser, entonces, una fuerza que enriquece y hace crecer a las personas y, al mismo tiempo, contribuye a alimentar la civilización del amor; cuando por el contrario falta el sentido y el significado del don en la sexualidad, se introduce “una civilización de las cosas y no de las personas; una civilización en la que las personas se usan como si fueran cosas. En el contexto de la civilización del placer la mujer puede llegar a ser un objeto para el hombre, los hijos un obstáculo para los padre”35. En cuanto espíritu encarnado, es decir, alma que se expresa en el cuerpo informado por un espíritu inmortal, el hombre está llamado al amor en esta su totalidad unificada. El amor abarca también el cuerpo humano y el cuerpo se hace partícipe del amor espiritual36 . A la luz de la Revelación cristiana se lee el significado interpersonal de la misma sexualidad: “La sexualidad caracteriza al hombre y a la mujer no sólo en el plano físico, sino también en el psicológico y espiritual con su huella consiguiente en todas sus manifestaciones. Esta diversidad, unida a la complementariedad de los dos sexos, responde cumplidamente al diseño de Dios según la vocación a la cual una ha sido llamado”37. Cuando el amor se vive en el matrimonio, comprende y supera la amistad, y se plasma en la entrega total de un hombre y una mujer; de acuerdo con su masculinidad y feminidad, que con el pacto conyugal fundan aquella comunión de personas en la cual Dios ha querido que viniera concebida, naciera y se desarrollara la vida humana. A este amor conyugal, y sólo a él, pertenece la donación sexual, que se “realiza de modo verdaderamente humano, solamente cuando es parte integrante del amor con el hombre y la mujer se comprometen sí hasta la muerte”38. A partir de esta comunión de amor y de vida los cónyuges consiguen esa riqueza humana y espiritual y ese clima positivo para ofrecer a los hijos su apoyo en la educación del amor y de la castidad.
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Sagrada Congregación para la Educación Católica. Orientaciones educativas sobre el amor humano N°4, 01/11/1983. Juan Pablo II, Audiencia general, 16 de enero de 1980, Periódico L’Osservatore Romano, ed. española, 20/01/1980, n 1, p 3. 34 Gén 1, 27. 35 Carta a las Familias Gratissimam Sane, N°13. 36 Familiaris Consortio (FC N°11) 37 Sagrada Congregación para la Educación Católica. Orientaciones educativas sobre el amor humano N°5, 01/11/1983. 38 Familiaris Consortio (FC N°11) 33
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Jesús: Dios asume plenamente nuestra humanidad La experiencia de Jesús de hacerse ser humano y vivir esta humanidad en todas sus dimensiones (excepto el pecado) da a la corporeidad su valor y trascendencia. Si Jesús se hizo hombre y vivió como humano, asumiendo una corporeidad, no podemos decir que la vida temporal y el cuerpo estén por fuera del proyecto de salvación. Cuerpo y Espíritu son dos dimensiones inseparables de la existencia humana y sólo si se desarrollan ambas de una manera integral y armónica, la persona alcanza su madurez.
Unidad corpóreo espiritual
Racionalidad Conciencia Capacidad de transformar la naturaleza Libertad Relacionalidad
La sexualidad debe estar integrada con todas estas dimensiones de la persona
Capacidad de Amar
El ser humano fue creado en dos sexos: hombre y mujer. La identidad humana se define, entonces en dos posibilidades: masculina y femenina. Cada sexo tiene sus características específicas tanto en el orden físico como psicológico y espiritual. Pero son iguales en su dignidad, sus facultades, y sus deberes y derechos. Por eso la Iglesia dice que “hombre y mujer son iguales y distintos al mismo tiempo; no idénticos, pero sí iguales en dignidad personal; son semejantes para entenderse, pero diferentes para complementarse recíprocamente”39. La cultura ha atribuido cualidades, características, oficios, defectos, maneras de ser y actuar diferentes según el sexo al cual se pertenezca. Esta asignación cultural ha sido profundamente injusta con ambos sexos, impidiéndole a cada uno de ellos la expresión en alguno de los ámbitos de la vivencia cotidiana. En relación con la sexualidad es necesario destacar fundamentalmente la posición de igualdad entre hombre y mujer (igualdad en su corporeidad, en sus sentimientos, emociones, expresiones, dignidad y responsabilidades); la diferencia natural que se expresa culturalmente entre los dos sexos, pero siempre superando el machismo y la discriminación de uno de ellos. Plantea igualmente, la posibilidad de asumir y ejecutar funciones que tradicionalmente se han atribuido al otro sexo, poniendo como límite la libertad individual (no la mayor o menor valoración que la sociedad asigna a ellas).
Bibliografía: Sexualidad humana: verdad y significado, orientaciones educativas en familia, del Consejo Pontificio para la Familia. Ciudad del Vaticano, 08 de diciembre de 1995.
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Sagrada Congregación para la Educación Católica. Orientaciones educativas sobre el amor humano N°25, 1983.
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Fecha:
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Objetivo especifico Interpretar el trabajo como cristiana de vocación y servicio.
Contenido expresión El trabajo como expresión cristiana de vocación y servicio.
El trabajo: derecho fundamental. El trabajo es un derecho fundamental y un bien para el hombre: un bien útil, digno de él, porque es idóneo para expresar y acrecentar la dignidad humana. La Iglesia enseña el valor del trabajo no sólo porque es siempre personal, sino también por el carácter de necesidad. El trabajo es necesario para formar y mantener una familia, adquirir el derecho a la propiedad y contribuir al bien común de la familia humana. La consideración de las implicaciones morales que la cuestión del trabajo comporta en la vida social, lleva a la Iglesia a indicar la desocupación como una «verdadera calamidad social», sobre todo en relación con las jóvenes generaciones. El trabajo es un bien de todos, que debe estar disponible para todos aquellos capaces de él. La «plena ocupación» es, por tanto, un objetivo obligado para todo ordenamiento económico orientado a la justicia y al bien común. Una sociedad donde el derecho al trabajo sea anulado o sistemáticamente negado y donde las medidas de política económica no permitan a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupación, « no puede conseguir su legitimación ética ni la justa paz social». Una función importante y, por ello, una responsabilidad específica y grave, tienen en este ámbito los «empresarios indirectos», es decir aquellos sujetos —personas o instituciones de diverso tipo— que son capaces de orientar, a nivel nacional o internacional, la política del trabajo y de la economía. La capacidad propulsora de una sociedad orientada hacia el bien común y proyectada hacia el futuro se mide también, y sobre todo, a partir de las perspectivas de trabajo que puede ofrecer. El alto índice de desempleo, la presencia de sistemas de instrucción obsoletos y la persistencia de dificultades para acceder a la formación y al mercado de trabajo constituyen para muchos, sobre todo jóvenes, un grave obstáculo en el camino de la realización humana y profesional. Quien está desempleado o subempleado padece, en efecto, las consecuencias profundamente negativas que esta condición produce en la personalidad y corre el riesgo de quedar al margen de la sociedad y de convertirse en víctima de la exclusión social. Además de a los jóvenes, este drama afecta, por lo general, a las mujeres, a los trabajadores menos especializados, a los minusválidos, a los inmigrantes, a los ex-reclusos, a los analfabetos, personas todas que encuentran mayores dificultades en la búsqueda de una colocación en el mundo del trabajo. La conservación del empleo depende cada vez más de las capacidades profesionales. El sistema de instrucción y de educación no debe descuidar Información humana y técnica, necesaria para desarrollar con provecho las tareas requeridas. La necesidad cada vez más difundida de cambiar varias veces de empleo a lo largo de la vida, impone al sistema educativo favorecer la disponibilidad de las personas a una actualización permanente y una reiterada cualifica. Los jóvenes deben aprender a actuar autónomamente, a hacerse capaces de asumir responsablemente la tarea de afrontar con la competencia adecuada los riesgos vinculados a un contexto económico cambiante y frecuentemente imprevisible en sus escenarios de evolución. Es igualmente indispensable ofrecer ocasiones formativas oportunas a los adultos que buscan una nueva cualificación, así como a los desempleados. En general, la vida laboral de las personas debe encontrar Página | 20 Prof. Lic. Erick Alberto Villegas Villegas
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nuevas y concretas formas de apoyo, comenzando precisamente por el sistema formativo, de manera que sea menos difícil atravesar etapas de cambio, de incertidumbre y de precariedad. Para realizar en clase: En pequeños grupos exprese los tres principales aprendizajes del la lectura:
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Bibliografía: Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (CDSI N°287-290). Del Pontificio Consejo de «Justicia y Paz». Ciudad del Vaticano, 29 de junio de 2004.
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El trabajo fuente de condiciones más decorosas. El trabajo debe ser honrado porque es fuente de riqueza o, al menos, de condiciones para una vida decorosa, y, en general, instrumento eficaz contra la pobreza40. Pero no se debe ceder a la tentación de idolatrarlo, porque en él no se puede encontrar el sentido último y definitivo de la vida. El trabajo es esencial, pero es Dios, no el trabajo, la fuente de la vida y el fin del hombre. El principio fundamental de la sabiduría es el temor del Señor; la exigencia de justicia, que de él deriva, precede a la del beneficio: «Mejor es poco con temor de Yahvéh, que gran tesoro con inquietud»41; «Más vale poco, con justicia, que mucha renta sin equidad»42. #260 En su predicación Jesús enseña a los hombres a no dejarse domina por el trabajo. Deben, ante todo, preocuparse por su alma; ganar el mundo entero no es el objetivo de su vida43. Los tesoros de la tierra se consumen, mientras los del cielo son imperecederos: a estos debe apegar el hombre su corazón 44. El trabajo no debe afanar45: el hombre preocupado y agitado por muchas cosas, corre el peligro de descuidar el Reino de Dios y su justicia46, del que tiene verdadera necesidad; todo lo demás, incluido el trabajo, encuentra su lugar, su sentido y su valor, sólo si está orientado a la única cosa necesaria, que no se le arrebatará jamás47. #261 Durante su ministerio terreno, Jesús trabaja incansablemente, realizando obras poderosas para liberar al hombre de la enfermedad, del sufrimiento y de la muerte. El sábado, que el Antiguo Testamento había puesto como día de liberación y que, observado sólo formalmente, se había vaciado de su significado auténtico, es reafirmado por Jesús en su valor originario: «¡El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado!»48. El trabajo humano es una expresión al servicio generoso para los demás, que realiza el hombre para cumplir el mandato de Dios Creador: de “dominar y someter la tierra” por eso, nuestros obispos de América Latina y el Caribe nos dicen: “Alabamos a Dios por los talentos, el estudio y la decisión de hombres y mujeres para promover iniciativas y proyectos generadores de trabajo y producción, que elevan la condición humana y el bienestar de la sociedad. La actividad empresarial es buena y necesaria cuando respeta la dignidad del trabajador, el cuidado del medio ambiente y se ordena al bien común. Se pervierte cuando, buscando solo el lucro, atenta contra los derechos de los trabajadores y la justicia”49. El trabajador cristiano al ser llamado al servicio desinteresado por los demás, con la alegría que da la fe, se convierte en misionero para proclamar (desde su trabajo cotidiano) el Evangelio de Jesucristo y, en Él, la buena nueva de la dignidad humana, de la vida, de la familia, del trabajo, de la ciencia y de la solidaridad con la creación50.
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Ver Pr 10,4 Pr 15,16 42 Pr 16,8 43 Ver Mc 8,36 44 Ver Mt 6,19-21 45 Ver Mt 6,25.31.34 46 Ver Mt 6,33 47 Ver Lc 10,40-42 48 Mc 2,27 49 DA N°122 50 DA N°103 41
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Tarea: Cadena de aprendizajes. Coloque en el primer cuadro la idea principal y en los siguientes escriba las ideas por orden de importancia.
Bibliografía: Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (CDSI N°257-260) del Pontificio Consejo de Justicia y Paz. Juan Pablo II, Ciudad del Vaticano, 2004. Documento de Aparecida (D.A) de las conclusiones de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (CELAM), Aparecida, Brasil, mayo de 2007.
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Los derechos de los hombres y mujeres del trabajo Los derechos humanos que brotan del trabajo, entran precisamente dentro del más amplio contexto de los derechos fundamentales de la persona. Sin embargo, en el ámbito de este contexto, tienen un carácter peculiar que corresponde a la naturaleza específica del trabajo humano; y precisamente hay que considerarlos según este carácter. El trabajo es, como queda dicho, una obligación, es decir, un deber del hombre y esto en el múltiple sentido de esta palabra. El hombre debe trabajar bien sea por el hecho de que el Creador lo ha ordenado, bien sea por el hecho de su propia humanidad, cuyo mantenimiento y desarrollo exigen el trabajo. El hombre debe trabajar por respeto al prójimo, especialmente por respeto a la propia familia, pero también a la sociedad a la que pertenece, a la nación de la que es hijo o hija, a la entera familia humana de la que es miembro, ya que es heredero del trabajo de generaciones y al mismo tiempo coartífice del futuro de aquellos que vendrán después de él con el sucederse de la historia51. En Costa Rica las enseñanzas de la encíclica Rerum Novarum (RN: del Papa León XIII) fueron aplicadas por el Dr. Calderón Guardia apoyado por Mons. Víctor Manuel Sanabria. Ellos serán los propulsores de las Garantías Sociales en Costa Rica Algunas garantías del trabajador costarricense. 1. Protección a la familia costarricense, asegurando el amparo a la madre, al niño, al anciano y al enfermo desvalido. 2. Promoción de un adecuado reparto de la riqueza. 3. El trabajo es un deber social, por lo que a partir de este momento gozará de una especial protección de las leyes estatales. 4. Todo trabajador manual o intelectual tendrá derecho a un sueldo o salario mínimo que cubra las necesidades del hogar en el orden material, moral y cultural, el cual será fijado periódicamente atendiendo a las modalidades de su trabajo. 5. La jornada laboral será de ocho horas en el día y seis por la noche. 6. El trabajador tendrá derecho a vacaciones anuales pagadas. 7. Se establece el derecho a la sindicalización. 8. Se reconoce el derecho de los patronos al paro y de los trabajadores a la huelga, quedando a salvo los servicios públicos. 9. El Estado fomentará la creación de cooperativas, como medio para facilitar mejores condiciones de vida para los trabajadores. 10. El Estado velará por la preparación técnica de los trabajadores. 11. El salario será igual para los trabajadores, sin hacer diferenciación de sexo o de personas. 12. Se establecen los seguros sociales en beneficio de los trabajadores manuales e intelectuales. 13. Se crea la Caja Costarricense del Seguro Social. Según la encíclica Rerum Novarum el estado tiene el deber primario de salvar el alma del trabajador individual. La protección de individuo no es un fin en sí mismo “sino tan sólo el camino y el instrumento para perfeccionar la vida del alma con el conocimiento de la verdad y el amor del bien”52. Debe ser vocación del Estado y de la Iglesia asegurar la salvación de cada ciudadano del país, especialmente entre
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LE N°16. RN N°30
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la clase trabajadora que constituye la parte débil y pobre de la sociedad. Cualquier organización social tiene además el deber de conducir a los trabajadores hacia la perfección religiosa y moral53. Derechos del trabajador costarricense: El pago puntual, justo y exacto del salario, que garantice una existencia digna al trabajador y a su familia. El seguro social y los permisos necesarios por incapacidad. El descanso semanal. Las vacaciones anuales y el aguinaldo. Las prestaciones sociales. El derecho a la pensión, sea por razones de edad, o bien por incapacidad permanente. El derecho a la incapacidad por maternidad y todo lo que eso conlleva, en el caso de la mujer. La prevención de accidentes laborales. El derecho de la mujer de ser tratada en igualdad de condiciones del varón en cuanto a derechos laborales se trata; por consiguiente, un embarazo no justifica su despido. Poder asociarse a gremios que le sirvan para proteger sus legítimos derechos. Exigir que se valore su trabajo por la calidad y no sólo por la cantidad. El eje central de la encíclica Rerum Novarum es que el trabajador es un hombre, es decir una persona, que se concentra en su altísima dignidad: “no tratar a los obreros como esclavos; respetar en ellos la dignidad de la persona humana, ennoblecida por el carácter cristiano”54. Esta dignidad es inviolable: “el espíritu es el que lleva esculpida en sí la imagen y la semejanza divina [...]. En esto todos los hombres son iguales [...]. a nadie le es lícito violar impunemente la dignidad del hombre, de quien Dios mismo dispone con gran respeto”55.
Bibliografía: Laborem Exercens (LE), Carta Encíclica sobre el trabajo humano, de su santidad Juan Pablo II. Dado en Ciudad del Vaticano 14 de septiembre de 1981. Rerum Novarum (RN), Carta Encíclica sobre la situación de los obreros, de su santidad León XIII; promulgada el 15 de mayo de 1891.
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RN N°39 RN N°16 55 RN N°32 54
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Relación entre trabajo y propiedad privada El Magisterio social de la Iglesia estructura la relación entre trabajo y capital también respecto a la institución de la propiedad privada, al derecho y al uso de ésta. El derecho a la propiedad privada está subordinado al principio del destino universal de los bienes y no debe constituir motivo de impedimento al trabajo y al desarrollo de otros. La propiedad, que se adquiere sobre todo mediante el trabajo, debe servir al trabajo. Esto vale de modo particular para la propiedad de los medios de producción; pero el principio concierne también a los bienes propios del mundo financiero, técnico, intelectual y personal. Los medios de producción «no pueden ser poseídos contra el trabajo, no pueden ser ni siquiera poseídos para poseer». Su posesión se vuelve ilegitima «cuando o sirve para impedir el trabajo de los demás u obtener unas ganancias que no son fruto de la expansión global del trabajo y de la riqueza social, sino más bien de su limitación, de la explotación ilícita, de la especulación y de la ruptura de la solidaridad en el mundo laboral». La propiedad privada y pública, así como los diversos mecanismos del sistema económico, deben estar predispuestas para garantizar una economía al servicio del hombre, de manera que contribuyan a poner en práctica el principio del destino universal de los bienes. En esta perspectiva adquiere gran importancia la cuestión relativa a la propiedad y al uso de las nuevas tecnologías y conocimientos que constituyen, en nuestro tiempo, una forma particular de propiedad, no menos importante que la propiedad de la tierra y del capital. Estos recursos, como todos los demás bienes, tienen un destino universal; por lo tanto deben también insertarse en un contexto de normas jurídicas y de reglas sociales que garanticen su uso inspirado en criterios de justicia, equidad y respeto de los derechos del hombre. Los nuevos conocimientos y tecnologías, gracias a sus enorme potencialidades, pueden contribuir en modo decisivo a la promoción di progreso social, pero pueden convertirse en factor de desempleo y ensanchamiento de la distancia entre zonas desarrolladas y subdesarrolladas, si permanecen concentrados en los países más ricos o en manos de grupo reducidos de poder.
Bibliografía: Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (CDSI N°282-283). Del Pontificio Consejo de «Justicia y Paz». Ciudad del Vaticano, 29 de junio de 2004.
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Desarrollo es el nuevo nombre de la Paz Las tan grandes desigualdades económicas, sociales y culturales entre los diversos pueblos provocan tensiones y discordias y ponen en peligro la paz misma. Como decíamos a los Padres Conciliares, a la vuelta de Nuestro viaje a la ONU: “La condición de las poblaciones en vías de desarrollo debe formar el objeto de nuestra consideración, digamos mejor, nuestra caridad hacia los pobres que se encuentran en el mundo -y son legión infinita- debe tornarse más atenta, más activa, más generosa”. Combatir la miseria y luchar contra la injusticia es promover, junto con la mejora de las condiciones de vida, el progreso humano y espiritual de todos y, por lo tanto, el bien común de toda la humanidad. La paz no se reduce a una ausencia de guerra, fruto del equilibrio siempre precario de las fuerzas. La paz se construye día a día, prosiguiendo aquel orden querido por Dios, que lleva consigo una justicia más perfecta entre los hombres. Siendo los pueblos, cada uno, los artífices de su propio desarrollo, los pueblos son sus primeros responsables. Mas no podrán realizarlo, aislados unos de otros. Los acuerdos regionales entre los pueblos débiles a fin de apoyarse mutuamente, los acuerdos más amplios para venir en su ayuda, las convenciones más ambiciosas entre unos y otros para establecer programas concertados, son los jalones de este camino del desarrollo que conduce a la paz. Esta colaboración internacional, en plano de vocación mundial, pide instituciones que la preparen, la coordinen y la rijan, hasta que se llegue a constituir un orden jurídico universal. Con todo corazón animamos a las organizaciones que han emprendido esta colaboración en el desarrollo, y deseamos que su autoridad se acreciente. “Vuestra vocación -decíamos a los representantes de las Naciones Unidas, en Nueva York- es hacer que fraternidad no sólo unos pocos pueblos, sino todos los pueblos... ¿Quién no ve la necesidad de llegar así progresivamente a la instauración de una autoridad mundial que esté en condiciones de actuar eficazmente en el plano jurídico y político?”. Este camino hacia una mayor humanidad en la vida requiere esfuerzos y sacrificios; pero aun el mismo sufrimiento, aceptado por amor de los hermanos, es portador de progreso para toda la familia humana. Los cristianos saben que la unión con el sacrificio del Salvador contribuye a la edificación del Cuerpo de Cristo en su plenitud: el Pueblo de Dios reunido. En este camino todos somos solidarios. Bibliografía: Carta Encíclica Populorum Progressio (PP N°76-78) del Papa Pablo VI, sobre el desarrollo de los pueblos. Promulgada el 26 de Marzo de 1967.
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Objetivo especifico Clarificar implicaciones religiosas y éticas que según principios cristianos tienen las aplicaciones de la ciencia y la tecnología en la humanidad
Contenido Implicaciones religiosas y éticas que según principios cristianos tienen las aplicaciones de la ciencia y la tecnología en la humanidad.
La técnica: invento del ingenio humano. Entre los maravillosos inventos de la técnica que, el ingenio humano, principalmente en estos días, extrajo de las cosas creadas con la ayuda de Dios la Madre Iglesia acoge y fomenta aquellos que miran principalmente al espíritu humano y han abierto nuevos caminos para comunicar facilísimamente las noticias, ideas y órdenes. Entre tales instrumentos sobresalen aquellos que por su naturaleza no sólo pueden llegar a cada uno de los hombres, sino a las multitudes y a toda la sociedad humana, como la prensa, el cine, la radio, la televisión y otros que, por ello mismo, pueden llamarse con toda razón medios de comunicación social. La Madre Iglesia reconoce que estos instrumentos, rectamente utilizados, prestan ayuda valiosa al género humano, puesto que contribuyen eficazmente a distender y cultivar los espíritus y a propagar y afirmar el reino de Dios; sabe también que los hombres pueden utilizar tales medios contra los mandamientos del Creador y convertirlos en instrumentos de su propio daño; más aún, siente maternal angustia por los daños que de su mal uso se han infligido con demasiada frecuencia a la sociedad humana La Iglesia sabe bien, y así lo ha enseñado siempre, que el hombre, a diferencia de cualquier otro ser viviente, tiene necesidades que no se limitan solamente al «tener», porque su naturaleza y su vocación están en relación inseparable con el Trascendente. La persona humana emprende la aventura de la transformación de las cosas mediante su trabajo para satisfacer necesidades y carencias ante todo materiales, pero lo hace siguiendo un impulso que la empuja siempre más allá de los resultados logrados, a la búsqueda de lo que pueda responder más profundamente a sus innegables exigencias interiores. Tarea: Coloque en el círculo la idea principal y en cada recuadro las ideas secundarias.
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Bibliografía: Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, año 2004. (CDSI N°318) Inter Mirifica (IM N°1-2) Decreto del Concilio Ecuménico Vaticano II, sobre los medios de comunicación social. Dado en Roma, en San Pedro, 04 de diciembre de 1963. Página | 29 Prof. Lic. Erick Alberto Villegas Villegas
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La modernas biotecnologías Las modernas biotecnologías tienen un fuerte impacto social, económico y político, en el plano local, nacional e internacional: se han de valorar según los criterios éticos que deben orientar siempre las actividades y las relaciones humanas en el ámbito socioeconómico y político. Es necesario tener presentes, sobre todo, los criterios de justicia y solidaridad, a los que deben sujetarse, en primer lugar, los individuos y grupos que trabajan en la investigación y la comercialización en el campo de las biotecnologías. En cualquier caso, no se debe caer en el error de creer que la sola difusión de los beneficios vinculados a las nuevas biotecnologías pueda resolver todos los apremiantes problemas de pobreza y subdesarrollo que subyugan aún a tantos países del mundo. Con espíritu de solidaridad internacional, se pueden poner en práctica diversas medidas relacionadas con el uso de las nuevas biotecnologías. Se ha de facilitar, en primer lugar, el intercambio comercial equitativo, libre de vínculos injustos. Sin embargo, la promoción del desarrollo de los pueblos más necesitados, no será auténtica y eficaz si se reduce al mero intercambio de productos. Es indispensable favorecer también la maduración de una necesaria autonomía científica y tecnológica por parte de esos mismos pueblos, promoviendo el intercambio de conocimientos científicos y tecnológicos y la transferencia de tecnologías hacia los países en vías de desarrollo. La solidaridad implica también una llamada a la responsabilidad que tienen los países en vías de desarrollo y, particularmente sus autoridades políticas, en la promoción de una política comercial favorable a sus pueblos y del intercambio de tecnologías que puedan mejorar sus condiciones de alimentación y salud. En estos países debe crecer la inversión en investigación, con especial atención a las características y a las necesidades particulares del propio territorio y de la propia población, sobre todo teniendo en cuenta que algunas investigaciones en el campo de las biotecnologías, potencialmente beneficiosas, requieren inversiones relativamente modestas. Con tal fin, sería útil crear Organismos nacionales dedicados a la protección del bien común mediante una gestión inteligente de los riesgos. Los científicos y los técnicos que operan en el sector de las biotecnologías deben trabajar con inteligencia y perseverancia en la búsqueda de las mejores soluciones para los graves y urgentes problemas de la alimentación y de la salud. No han de olvidar que sus actividades atañen a materiales, vivos o inanimados, que son parte del patrimonio de la humanidad, destinado también a las generaciones futuras; para los creyentes, se trata de un don recibido del Creador, confiado a la inteligencia y la libertad humanas, que son también éstas un don del Altísimo. Los científicos han de saber empeñar sus energías y capacidades en una investigación apasionada, guiada por una conciencia limpia y honesta. Bibliografía: Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, año 2004. (CDSI N°474-478)
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Objetivo especifico Contenido Ejemplificar el compromiso cristiano con el El compromiso cristiano con el mejoramiento de la calidad integral de vida mejoramiento de la calidad integral de vida en el entorno. en el entorno. Iglesia, Reino de Dios y renovación de las relaciones sociales.
Dios, en Cristo, no redime solamente la persona individual, sino también las relaciones sociales entre los hombres. Como enseña el apóstol Pablo, la vida en Cristo hace brotar de forma plena y nueva la identidad y la sociabilidad de la persona humana, con sus consecuencias concretas en el plano histórico: «Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús»56. Desde esta perspectiva, las comunidades eclesiales, convocadas por el mensaje de Jesucristo y reunidas en el Espíritu Santo en torno a El, resucitado 57, se proponen como lugares de comunión, de testimonio y de misión y como fermento de redención y de transformación de las relaciones sociales. La predicación del Evangelio de Jesús induce a los discípulos a anticipar el futuro renovando las relaciones recíprocas. La transformación de las relaciones sociales, según las exigencias del Reino de Dios, no está establecida de una vez por todas, en sus determinaciones concretas. Se trata, más bien, de una tarea confiada a la comunidad cristiana, que la debe elaborar y realizar a través de la reflexión y la praxis inspiradas en el Evangelio. Es el mismo Espíritu del Señor, que conduce al pueblo de Dios y a la vez llena el universo, el que inspira, en cada momento, soluciones nuevas y actuales a la creatividad responsable de los hombres, a la comunidad de los cristianos inserta en el mundo y en la historia y por ello abierta al diálogo con todas las personas de buena voluntad, en la búsqueda común de los gérmenes de verdad y de libertad diseminados en el vasto campo de la humanidad. La dinámica de esta renovación debe anclarse en los principios inmutables de la ley natural, impresa por Dios Creador en todas y cada una de sus criaturas 58 e iluminada escatológicamente por Jesucristo. Jesucristo revela que «Dios es amor»59 y nos enseña que «la ley fundamental de la perfección humana, y, por tanto, de la transformación del mundo, es el mandamiento nuevo del amor. Así, pues, a los que creen en la caridad divina les da la certeza de que abrir a todos los hombres los caminos del amor y esforzarse por instaurar la fraternidad universal no son cosas inútiles». Esta ley está llamada a convertirse en medida y regla última de todas las dinámicas conforme a las que se desarrollan las relaciones humanas. En síntesis, es el mismo misterio de Dios, el Amor trinitario, que funda el significado y el valor de la persona, de la sociabilidad y del actuar del hombre en el mundo, en cuanto que ha sido revelado y participado a la humanidad, por medio de Jesucristo, en su Espíritu. La transformación del mundo se presenta también como una instancia fundamental de nuestro tiempo. A esta exigencia, la doctrina social de la Iglesia quiere ofrecer las respuestas que los signos de los tiempos reclaman, indicando ante todo en el amor recíproco entre los hombres, bajo la mirada de Dios, el instrumento más potente de cambio, a nivel personal y social. 56
Ga 3,26-28 Ver Mt 18,20; 28, 19-20; Lc 24,46-49 58 Ver Rm 2,14-15 59 1 Jn 4,8 57
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El amor recíproco, en efecto, en la participación del amor infinito de Dios, es el auténtico fin, histórico y trascendente, de la humanidad. Por tanto, «aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del reino de Cristo, sin embargo, el primero, en cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa en gran medida al reino de Dios». Todos los bienes, como: o la dignidad del hombre, o la fraternidad o y la libertad, todos los frutos buenos de la naturaleza y de nuestra laboriosidad, difundidos por la tierra en el Espíritu del Señor y según su precepto, purificados de toda mancha, iluminados y transfigurados, pertenecen al Reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz que Cristo entregará al Padre y donde nosotros los volveremos a encontrar. Entonces resonarán para todos, con toda su solemne verdad, las palabras de Cristo: «Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestísteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme ... en verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis»60. La realización plena de la persona humana, actuada en Cristo gracias al don del Espíritu, madura ya en la historia y está mediada por las relaciones de la persona con las otras personas, relaciones que, a su vez, alcanzan su perfección gracias al esfuerzo encaminado a mejorar el mundo, en la justicia y en la paz. El actuar humano en la historia es de por sí significativo y eficaz para la instauración definitiva del Reino, aunque éste no deja de ser don de Dios, plenamente trascendente. Este actuar, cuando respeta el orden objetivo de la realidad temporal y está iluminado por la verdad y por la caridad, se convierte en instrumento para una realización cada vez más plena e íntegra de la justicia y de la paz y anticipa en el presente el Reino prometido.
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Mt 25,34-36.40
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Tarea: Cadena de aprendizajes. Coloque en el primer cuadro la idea principal y en los siguientes escriba las ideas por orden de importancia.
Bibliografía: Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, año 2004. (CDSI N°52-55)
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Por una nueva cultura de la vida humana «Vosotros sois el pueblo adquirido por Dios para anunciar sus alabanzas» (ver 1 P 2, 9): el pueblo de la vida y para la vida. La Iglesia ha recibido el Evangelio como anuncio y fuente de gozo y salvación. Lo ha recibido como don de Jesús, enviado del Padre «para anunciar a los pobres la Buena Nueva»61. Lo ha recibido a través de los Apóstoles, enviados por El a todo el mundo62. La Iglesia, nacida de esta acción evangelizadora, siente resonar en sí misma cada día la exclamación del Apóstol: «¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!»63. En efecto, «evangelizar -como escribía Pablo VI- constituye la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar» La evangelización es una acción global y dinámica, que compromete a la Iglesia a participar en la misión profética, sacerdotal y real del Señor Jesús. Por tanto, conlleva inseparablemente las dimensiones del anuncio, de la celebración y del servicio de la caridad. Es un acto profundamente eclesial, que exige la cooperación de todos los operarios del Evangelio, cada uno según su propio carisma y ministerio. Así sucede también cuando se trata de anunciar el Evangelio de la vida, parte integrante del Evangelio que es Jesucristo. Nosotros estamos al servicio de este Evangelio, apoyados por la certeza de haberlo recibido como don y de haber sido enviados a proclamarlo a toda la humanidad «hasta los confines de la tierra»64. Mantengamos, por ello, la conciencia humilde y agradecida de ser el pueblo de la vida y para la vida y presentémonos de este modo ante todos. Somos el pueblo de la vida porque Dios, en su amor gratuito, nos ha dado el Evangelio de la vida y hemos sido transformados y salvados por este mismo Evangelio. Hemos sido redimidos por el «autor de la vida»65 a precio de su preciosa sangre66 y mediante el baño bautismal hemos sido injertados en El67, como ramas que reciben savia y fecundidad del árbol único 68. Renovados interiormente por la gracia del Espíritu, «que es Señor y da la vida», hemos llegado a ser un pueblo para la vida y estamos llamados a comportarnos como tal. Somos enviados: estar al servicio de la vida no es para nosotros una vanagloria, sino un deber, que nace de la conciencia de ser el pueblo adquirido por Dios para anunciar sus alabanzas69. En nuestro camino nos guía y sostiene la ley del amor: el amor cuya fuente y modelo es el Hijo de Dios hecho hombre, que «muriendo ha dado la vida al mundo».
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Lc 4, 18 Ver Mc 16, 15; Mt 28, 19-20 63 1 Cor 9, 16 64 Hch 1, 8 65 Hch 3, 15 66 Ver 1 Cor 6, 20; 7, 23; 1 Pe 1, 19 67 Ver. Rom 6, 4-5; Col 2, 12 68 Ver Jn 15, 5 69 Ver 1 Pe 2, 9 62
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Somos enviados como pueblo. El compromiso al servicio de la vida obliga a todos y cada uno. Es una responsabilidad propiamente «eclesial», que exige la acción concertada y generosa de todos los miembros y de todas las estructuras de la comunidad cristiana. Sin embargo, la misión comunitaria no elimina ni disminuye la responsabilidad de cada persona, a la cual se dirige el mandato del Señor de «hacerse prójimo» de cada hombre: «Vete y haz tú lo mismo»70. Todos juntos sentimos el deber de anunciar el Evangelio de la vida, de celebrarlo en la liturgia y en toda la existencia, de servirlo con las diversas iniciativas y estructuras de apoyo y promoción. «Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos»71: anunciar el Evangelio de la vida. Tarea: -
Realizar en una hoja bond, un estilo de “colage”, en el que con dibujos, recortes de periódicos o revistas, logre representar diversas actitudes cristinas de caridad que reflejen el Evangelio de la Vida.
Bibliografía: Evangelium Vite (EV N°78-79), carta encíclica del Papa Juan Pablo II; sobre la defensa de la vida humana. Dado en Roma, junto a san Pedro, el 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor, del año 1995.
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Lc 10, 37 1 Jn 1, 3
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Objetivo especifico Contenido Escoger opciones que tiene el seguidor de Opciones que tiene el seguidor de Cristo Cristo para evangelizar la cultura familiar y para evangelizar la cultura familiar y social social de su entorno como miembro de la de su entorno como miembro de la Iglesia. Iglesia Desafíos de la Iglesia en Costa Rica, según Benedicto XVI
“Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos a nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1 Jn 1, 3)
Queridos Hermanos en el Episcopado: 1. Me llena de gozo recibiros al final de vuestra visita ad Limina, lo cual me ofrece la ocasión de saludaros a todos juntos y alentaros en la esperanza, tan necesaria para el ministerio que se os ha confiado y que ejercéis con generosidad. Agradezco las palabras del Presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. José Francisco Ulloa Rojas, el cual ha querido manifestar los desafíos y las esperanzas que encontráis en vuestro quehacer pastoral y expresar vuestra cercanía y estrecha comunión con el Obispo de Roma, Sede “en la que siempre residió la primacía de la cátedra apostólica” (S.Agustín, Ep. 43, 3, 7). Este encuentro es en cierto modo nuevo para algunos de vosotros, agregados recientemente al colegio episcopal, para otros son nuevas las Iglesias particulares que traen en su corazón y, para todos, también el rostro del Sucesor de Pedro es nuevo. Es una novedad que puede contribuir a dar mayor intensidad aún a los propósitos de esta visita, entre los que sobresale la renovación ante los sepulcros de San Pedro y San Pablo de la fe en Cristo Jesús, transmitida por los Apóstoles, y que a vosotros os corresponde custodiar como sucesores suyos. Al mismo tiempo, ha de ayudar a reavivar vuestra «solicitud por toda la Iglesia» (Lumen gentium, 23), contribuyendo así a ensanchar también el corazón de todos los creyentes con la perspectiva de universalidad propia del mensaje cristiano. 2. Tenéis ante vosotros la tarea de buscar nuevas maneras de anunciar a Cristo en medio de una situación de rápidas y a menudo profundas transformaciones, acentuando el carácter misionero de toda actividad pastoral. En este sentido, la reciente Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada en Aparecida, ha puesto de relieve cómo el acoger y hacer propio el mensaje del Evangelio es algo que corresponde a cada persona y cada generación, en las diversas circunstancias y etapas de su vida. También el pueblo costarricense necesita revitalizar constantemente sus antiguas y profundas raíces cristianas, su vigorosa religiosidad popular o su entrañable piedad mariana, para que den frutos de una vida digna de los discípulos de Jesús, alimentada por la oración y los Página | 36 Prof. Lic. Erick Alberto Villegas Villegas
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sacramentos, de una coherencia de la existencia cotidiana con la fe profesada y de un compromiso de participar activamente en la misión de «abrir el mundo para que entre Dios y, de este modo, la verdad, el amor y el bien» (cf. Spe salvi, 35). 3. El Señor ha sido pródigo con su viña en Costa Rica, donde hay un buen número de sacerdotes que son los principales colaboradores del Obispo en su ministerio pastoral. Por eso necesitan, además de orientaciones y criterios claros, de una formación constante y de apoyo en el ejercicio de su ministerio, una cercanía propia de «hijos y amigos» (Lumen gentium, 28), que les llegue al corazón, animándolos en sus esfuerzos, ayudándolos en sus dificultades y, si fuera preciso, corrigiendo y remediando eventuales situaciones que oscurecen la imagen del sacerdocio y de la Iglesia misma. Este gran patrimonio de toda Iglesia particular se custodia y enriquece con una esmerada atención a los seminaristas, cuya idoneidad requiere un discernimiento riguroso, y a los que no basta una formación abstracta y formal, pues se preparan para vivir ellos mismos aquellas palabras del Apóstol: «Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos a nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo» (1 Jn 1, 3). Además, ésta es una perspectiva que puede suscitar en los jóvenes el entusiasmo por Jesús y su misión salvadora, haciendo brotar en su corazón el deseo de participar en ella como sacerdotes y consagrados. 4. Queridos Obispos, conocéis bien los riesgos de una vida de fe lánguida y superficial cuando se enfrenta a señuelos como el proselitismo de las sectas y grupos pseudorreligiosos, la multitud de promesas de un bienestar fácil e inmediato, pero que terminan en el desengaño y la desilusión, o la difusión de ideologías que, proclamando ensalzar al ser humano, en realidad lo banalizan. En una situación como ésta, cobra un inestimable valor el anuncio de «la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones y que es Dios, el Dios que nos ha amado y nos sigue amando» (cf. Spe salvi, 27). Un testimonio vivo de esta esperanza, que eleva el ánimo y da fortaleza en los desvelos de la vida humana, corresponde de manera muy especial a los religiosos, religiosas y personas consagradas, que por su propia vocación están llamados ante todo a ser signo del «misterio del Reino de Dios que ya actúa en la historia» (Vita consecrata, 1). Por eso son un don precioso para la Iglesia, «como elemento decisivo para su misión, ya que ‘indica la naturaleza misma de la vocación cristiana’» (ibíd, 3), por lo que se ha de agradecer al Señor su presencia en cada Iglesia particular. También a los fieles laicos les corresponde participar en esta misión según su vocación específica, y es hermoso comprobar su colaboración eficaz para mantener y difundir la llama de la fe mediante la catequesis y la cooperación con las parroquias y las diversas organizaciones pastorales de las diócesis. Merecen sin duda la gratitud, el aliento y la atención constante de sus Pastores, para que reciban siempre y de manera sistemática una formación cristiana sólida, teniendo en cuenta, además, que son ellos los llamados a llevar los valores cristianos a los diversos sectores de la sociedad, al mundo del trabajo, de la convivencia civil o de la política. En efecto, el orden temporal es una obligación suya (cf. Apostolicam actuositatem, 7), a ellos corresponde «configurar rectamente la vida social, respetando su legítima autonomía y Página | 37 Prof. Lic. Erick Alberto Villegas Villegas
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cooperando con los otros ciudadanos según las respectivas competencias y bajo su propia responsabilidad» (Deus caritas est, 29). Sobre los catequistas y animadores de las comunidades, en particular, conviene recordar la exigencia de que acompañen la trasmisión de la recta doctrina con el testimonio personal, con el firme compromiso de vivir según los mandatos del Señor y con la experiencia viva de ser miembros fieles y activos de la Iglesia. En efecto, este ejemplo de vida es necesario para que su instrucción no se quede en una mera transmisión de conocimientos teóricos sobre los misterios de Dios, sino que conduzca a adoptar un modo de vida cristiano. Esto era decisivo ya en la Iglesia antigua, cuando se examinaba al final si los catecúmenos, «han vivido correctamente su catecumenado, si han honrado a las viudas, si han visitado a los enfermos, si han hecho obras buenas» (Traditio Apostolica, 20). 5. Con razón os preocupa un creciente deterioro de la institución familiar, con graves repercusiones tanto en el entramado social como en la vida eclesial. A este respecto, es necesario promover el bien de la familia y defender sus derechos ante las instancias pertinentes, así como desarrollar una atención pastoral que la proteja y ayude de manera directa en sus dificultades. Por ello es de la máxima importancia una adecuada catequesis prematrimonial, así como una cercanía cotidiana que lleve aliento a cada hogar y haga resonar en él aquel saludo de Jesús: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa» (Lc 19, 9). Tampoco se han de olvidar los grupos de matrimonios y familias para ayudarse entre sí a cumplir su alta e indispensable vocación, ni los servicios específicos que alivien situaciones penosas, producidas por el abandono de la convivencia, la precariedad económica o la violencia doméstica, de la que son víctimas sobre todo las mujeres. 6. Al concluir este encuentro, deseo aseguraros mi especial cercanía, junto con mis plegarias al Señor por vuestro ministerio. Os ruego que seáis portadores de mi afecto a vuestros fieles, muy especialmente a los sacerdotes, a las comunidades religiosas y las personas consagradas, así como a los catequistas y a cuantos están comprometidos en la apasionante tarea de llevar y mantener viva la luz de Cristo en esta bendita tierra de Costa Rica. Pido a la Santísima Virgen María, a la que con tanta devoción invocan los costarricenses bajo la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles, que proteja a sus hijos en esa querida Nación, y los lleve con ternura a conocer y amar cada vez más a su divino Hijo. A ellos y a vosotros, os imparto de corazón la Bendición Apostólica. [Texto original en español © Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana]
Bibliografía: Discurso que dirigió Benedicto XVI a los obispos de Costa Rica al recibirles en audiencia con motivo de su visita «ad limina apostolorum». Ciudad del Vaticano, Roma; viernes, 8 febrero de 2008.
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La importancia de lo político en el proceso de Evangelización de la Iglesia costarricense Los fariseos le presentaron un denario. El les preguntó: —¿De quién son esta cara y esta inscripción? Le respondieron: —Del César. Entonces les replicó: —Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios72 Buena parte de la doctrina social de la Iglesia refiere a las potestades, responsabilidades y obligaciones de la “autoridad política” (“al César lo que es del César”) En este sentido es indispensable subrayar cuatro ideas clave que bien harían en recordar nuestros dirigentes políticos: El sujeto de la autoridad política es el pueblo de Dios, considerado en su totalidad como titular de la soberanía nacional. La autoridad debe dejarse guiar por la ley moral: toda su dignidad deriva de ejercitarla en el ámbito del orden moral. La autoridad debe reconocer, respetar y promover los valores humanos y morales esenciales. La autoridad debe emitir leyes justas, es decir, conformes a la dignidad de la persona humana y a los dictámenes de la recta razón. El ejercicio de la autoridad política en Costa Rica no puede centrarse exclusivamente en los dirigentes del gobierno o de los partidos políticos con opción del poder. También incluye a los jerarcas de los sectores privados y a las dirigencias del movimiento social organizado. Por eso como ciudadanos cristianos más que liderazgo, lo que debemos exigir de nuestros dirigentes era la capacidad de discernimiento. La diferencia entre una cosa y la otra es que el liderazgo no siempre requiere, para ser ejercicio, de algo más que autoridad e inteligencia. El discernimiento, por el contrario, conlleva una valoración moral sobre las consecuencias de losa actos que se adoptan. La incapacidad de escuchar; la insensibilidad ante las necesidades de la gente; la adopción del frío paradigma de “ganadores y perdedores” sin reparar en que los “perdedores” no son pocos ni son número sino muchas mujeres y hombres con necesidades concretas, constituye uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo. Lo dice bien el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia: “La persona humana es el fundamento y el fin de la convivencia política”. Esta frase conlleva dos elementos adicionales de gran importancia: la noción del reconocimiento, respeto, tutela y promoción de todos los Derechos Humanos, y la existencia de la llamada “amistad civil” y su consecuencia: la Fraternidad cristiana. Para la historia de Costa Rica, la Iglesia ha vivido un papel preponderante. En momentos importantes del desarrollo de nuestro pueblo, la Iglesia ha dicho presente. Hoy consideramos no debe ser la excepción. La Iglesia ha nacido para darle al mundo la Buena Nueva de la salvación. La Iglesia vino para servir desde una ética que nace del Evangelio. La Iglesia entiende que su misión de guía espiritual no termina en la puerta de los templos. Comprende también cuáles son sus propias responsabilidades en este momento creativo que la sociedad costarricense necesita. La guía espiritual, el cultivo del alma, es consustancial con las aspiraciones de una vida digna para todos. La Iglesia debe ser eco de la desesperanza de los oprimidos; de la frustración de los excluidos. Hemos de tomar la mano de la necesidad y ayudarla a ubicar la fuerza del progreso. Vamos a ubicarla con
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Ver Mt 22, 15-21
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convicción cristiana, y con ella misma denunciaremos la indiferencia y la irresponsabilidad cuando ellas impidan la superación de los pobres. La Iglesia de Costa Rica debe impulsar la actividad económica como fruto equilibrado del trabajo asociado a los hombres, por ello es injusto e inhumano organizarlo y regularlo con daño de algunos trabajadores. La Iglesia costarricense recuerda que debe ofrecerse a los trabajadores la posibilidad de desarrollar sus cualidades y su personalidad en el ámbito del mismo trabajo. La Doctrina Social de la Iglesia, ha sido particularmente clara en recordar una serie de primacías que se producen en el tema del trabajo y que nos la recordara el Papa Juan Pablo II en su carta encíclica Laborem Exercens: Primacía del ser humano sobre el trabajo. Primacía de la persona sobre las cosas. Primacía del trabajo sobre el capital. Primacía del destino universal de los bienes sobre el derecho de apropiárselos. La primacía del ser sobre el tener. Bibliografía: Desigualdad y Exclusión “Doctrina Social de la Iglesia y Realidad Nacional”. Vicaría Episcopal de Pastoral Social-Cáritas. Arquidiócesis de San José, Costa Rica. 2006. La importancia de la familia para la sociedad La familia, comunidad natural en donde se experimenta la sociabilidad humana, contribuye en modo único e insustituible al bien de la sociedad. La comunidad familiar nace de la comunión de las personas: «La “’comunión” se refiere a la relación personal entre el “yo” y el “tú”. La “comunidad”, en cambio, supera este esquema apuntando hacia una “sociedad”, un “nosotros”. La familia, comunidad de personas, es por consiguiente la primera “sociedad” humana». Una sociedad a medida de la familia es la mejor garantía contra toda tendencia de tipo individualista o colectivista, porque en ella la persona es siempre el centro de la atención en cuanto fin y nunca como medio. Es evidente que el bien de las personas y el buen funcionamiento de la sociedad están estrechamente relacionados con «la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar». Sin familias fuertes en la comunión y estables en el compromiso, los pueblos se debilitan. En la familia se inculcan desde los primeros años de vida los valores morales, se transmite el patrimonio espiritual de la comunidad religiosa y el patrimonio cultural de la Nación. En ella se aprenden las responsabilidades sociales y la solidaridad. Ha de afirmarse la prioridad de la familia respecto a la sociedad y al Estado. La familia, al menos en su función procreativa, es la condición misma de la existencia de aquéllos. En las demás funciones en pro de cada uno de sus miembros, la familia precede, por su importancia y valor, a las funciones que la sociedad y el Estado deben desempeñar. La familia, sujeto titular de derechos inviolables, encuentra su legitimación en la naturaleza humana y no en el reconocimiento del Estado. La familia no está, por lo tanto, en función de la sociedad y del Estado, sino que la sociedad y el Estado están en función de la familia. Todo modelo social que busque el bien del hombre no puede prescindir de la centralidad y de la responsabilidad social de la familia. La sociedad y el Estado, en sus relaciones con la familia, tienen la obligación de atenerse al principio de subsidiaridad. En virtud de este principio, las autoridades públicas no deben sustraer a la familia las tareas que puede desempeñar sola o libremente asociada con otras familias; por otra parte, las mismas autoridades tienen el deber de auxiliar a la familia, asegurándole las ayudas que necesita para asumir de forma adecuada todas sus responsabilidades. Página | 40 Prof. Lic. Erick Alberto Villegas Villegas
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Bibliografía: Carta de los derechos de la familia. Preámbulo, D-E, Tipografía Poliglota Vaticana, Ciudad del Vaticano 1983, p. 6. Gaudium Et Spes, constitución pastoral del Concilio Vaticano II, N°47.
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