Los vestigios arqueológicos
La zona donde se encuentran las reliquias prehispánicas se ubica en una región que corresponde a los actuales municipios de San Agustín,Isnos y Saladoblanco. Vestigios similares se han identificado también hacia la vertiente que cae sobre la Amazonía, especialmente en la localidad de Santa Rosa del Caquetá. Se debe tener en cuenta que una vasta extensión de esta zona está aún sin explorar, particularmente las zonas que ascienden hacia el Valle de las Papas, cubiertas por una densa vegetación selvática que sólo hasta años recientes empezó a ser desmontada a trechos por las avanzadas colonizadoras. En esta área aparecen, aislados unos de otros, núcleos de estatuas y de tumbas, a manera de centros ceremoniales..
Descubrimiento
Desde mediados del siglo XVI (1536-1539) la región del sur de los Andes de Colombia fue cruzada por expedicionarios españoles, quienes fundaron allí poblaciones que en poco tiempo tendrían gran significación en el proceso colonizador, como Pasto, Popayán, Almaguer,Timaná y otras. Sebastián de Belalcázar y García de Toledo avanzaron por las tierras del Macizo hasta llegar al Alto Magdalena, precisamente donde se ubica San Agustín, antes de que el primero de ellos siguiera hacia el norte para encontrarse con las huestes de Gonzalo Jiménez de Quesada en las tierras de los muiscas, donde acababa de fundarse Bogotá. A estas expediciones siguieron otras, que entraron en contacto con grupos indígenas que allí moraban y a las cuales se refieren varios documentos que reposan en los archivos de Colombia y España.
El pueblo escultor
Las casas estaban construidas con materiales perecederos, por lo cual no han quedado de ellas más señales que los orificios donde se hincaron los maderos redondos que formaban sus muros y que sostenían los techos, formando recintos de tres, cinco y hasta nueve metros de diámetro, estos últimos destinados al parecer, a la morada de los jefes de la tribu o de los mohánes o chamanes. Una vivienda la formaban generalmente varios bohíos, situados a gran proximidad unos de otros. Allí tenían sus dormitorios, sus fogones, que eran tres o cuatro piedras semi-redondeadas, sobre las que colocaban las vasijas destinadas a la cocción de alimentos, cuando no empleaban las ollas trípodes, de soportes altos y macizos. También aparecen dentro del perímetro de las casas, o muy próximas a ellas, huellas de sus pequeños talleres y los lugares señalados para arrojar los desperdicios.
Cultura
Los rasgos peculiares que caracterizan el florecimiento de la cultura de San Agustín, entre el 300 d. C. al 800 d. C., tales como el gran desarrollo de la estatuaria lítica, que presenta una etapa ya muy avanzada desde el siglo VII a. C., la construcción de grandes terraplenes o aterrazamientos para la localización de las necrópolis, la edificación de muros de contención, las tumbas revestidas con grandes lajas de piedra, algunas, las principales, cubiertas con montículos artificiales coronados con templetes funerarios, las fuentes ceremoniales labradas en la roca viva, reflejan una adelantada organización del trabajo y una estratificación social y política. La escultura, en particular, indica claramente una verdadera especialización del trabajo.
La manifestación peculiar de la cultura de los antiguos pueblos de San Agustín fue la escultura lítica monumental. Más de 300 estatuas han sido halladas, la mayoría en una área que aparece plenamente delimitada por las cuencas de los ríos Magdalena, Bordones, Mazamorras y Sombrerillos y los picos del Macizo Colombiano. Indudablemente los nativos quisieron hacer de esta región un verdadero centro ceremonial para las prácticas funerarias, presididas por los grandes monolitos, en los que ellos expresaron su estilo simbólico, sin que este propósito les hubiera impedido tallar formas de gran naturalism
La cerámica
Es fundamentalmente monocromática, hecha en atmósfera oxidante, por el sistema de enrollado y con engobes de distintos tonos ocres. Predominan las formas de cuencos pequeños, platos, ollas trípodes, copas de soporte alto. También se encuentran grandes vasijas, destinadas al almacenamiento de líquidos y a servir de urnas funerarias. La decoración es casi siempre incisa, aunque se registra también la pintura negativa, negro sobre rojo, desde las fases iniciales del florecimiento de la cultura, en el período que se denomina Formativo Superior. En el período final, o Reciente, aparece la pintura positiva bicolor, como también una decoración granulada.