Para los ojos más bellos - Manuel Marchioni

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MANUEL MARCHIONI



PARA LOS OJOS MÁS BELLOS Manuel Marchioni



“. . . L U N I TA A L Ú M B R A M E C O N T U S D E S T E L L O S Y AY Ú D A M E A E N C O N T R A R S U S O J O S TA N B E L L O S L U N I TA AY Ú D A M E Q U E S U E Ñ O C O N E L L O S . . . ”

Juan Carlos Carabajal



A N E L LY O C TAV I O P O R S U A M O R Y S I M P L E Z A …


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Pa r a l o s o j o s m รก s b e l l o s


Instantánea a color

el cielo se toca el tango se llora el sol se respira el verso se agita

el río lleva la lluvia limpia el tiempo cura la sangre circula el mate amiga la música sana el fuego abraza el amor transforma la energía fluye tus sueños nadan mi río avanza todo nos conduce.

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tus ojos laten mis manos sueñan los sueños ríen el pan se amasa

Manuel Marchioni

el viento empuja los años dibujan la vida se canta el vino acompaña


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Poesía comunitaria ETERNAMENTE AGRADECIDO P O R L A S S E M I L L A S Q U E M E R E GA L A RO N

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Tierna e inocente luz que le devuelve a la flor una miguita de su paz. Resolana de besos conciliando lo efímero en un par de brazos que se pierden en otros brazos, buscando rincones donde amalgamar todo su terruño de amor en una tarde otoñal. Y ahí, dormido sobre una alfombra de gramilla, tapado con todas las plumas anaranjadas que escaparon de algún árbol, se mece, inquieto, en ese escenario perfecto, tímido de respuestas, tan sólo un instante de vida que se riega en su rostro de chocolate y caramelo. Vuela, vuela, vuela bien alto, le decía su abuela, tan alto como tus esferas de nube te lleven a soñar. Y así, va creando a su paso, un sinfín de plegarias que se duermen en su tiempo de juguete, en su libro de hojas en blanco. Sus crayones son recuerdos fugaces, y su memoria tan frágil como su llanto. Aquel sol no recuerda su edad, y ante el olvido, busca el rostro cómplice de su tata para indagarlo. Sus colores son siempre distintos, va del rojo al azul y amarillo, del celeste a un granate, ellos van mutando en su vida como el juego que comienza y al ratito ya es otro. La magia de aquella personita es su mirada, ese gurrumín de miel y ternura. La realidad lo excede, sus diarios son tazas de mañana y tostadas cubiertas de todos los dulces que habiten en ese armario de madera, lleno de secretos de abuela confinados en plásticos platos con sus sombreros al vacío. Pero él sabe que su mundo no cabe en una oración, y a menudo piensa en la palabra menester. Le gusta como suena y se ríe de ella, piensa en los menesteres tan distintos o parecidos que alguien puede tener con él, y aunque tal vez no conozca su significado, le divierte escucharla en boca de algún mayor, de alguna víctima de libros y escuelas, de algún alma pecadora sin inocencia. Y así, observándolo explorar, revolucionar su casa y conquistar todo rincón de ingenuidad, nos deja entrar a ese lugar de plena satisfacción, tan chiquito y tan gigante, tan lleno de nada y tan lleno de todo; ése es el lugar que nos hace vibrar como nunca antes algo lo logró. Comprendemos, enamorados, que es posible llenarse de tanto con tan poco.

Manuel Marchioni

M A R Í A , F E R , M I C A , N I A N O Y F I L I S B E RT O .


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Manuel Marchioni

te vi

y fue hermoso.


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Amor marginal “. . . T O D O E R A A M O R … A M O R . NO HABÍA NADA MÁS QUE AMOR . E N T O D A S P A RT E S S E E N C O N T R A B A A M O R . NO SE PODÍA HABLAR MÁS QUE DE AMOR...”

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Sobre la costa de algún espejo de cielo, el límite entre lo fugaz y lo eterno cruzó dos almas en un beso. Mirando con sus manos se enamoró de ella. Su cuerpo de nube, su piel de esmeralda, su cutis de mil veranos. Él la arropó entre sus manos de pluma, la sintió en lo más hondo de su alma, le confesó sus silencios y le regaló su sonrisa. Juntos se bañaron de sol, matearon el aire de la mañana tranquila sobre el margen de su tiempo. Y recalaron en las profundidades más puras de un encuentro que ninguno de ellos esperaba. Sólo la noche sabía que él vendría y que ella la esperaría perdida entre tantas otras, escondiendo su belleza entre las hojas que escaparon de los sueños de algún árbol, para vivir su propia muerte y renacer bajo el ala de una gota de rocío. Al mirarse, ambos comprendieron que su amor era algo eterno, que no había minutero que los condenara, ni distancia que los exiliara. Su tiempo de mariposa no moriría por más que sus caminos se separen en ellos mismos. Porque cuando es amor, no hay tiempo ni distancia que lo destruya. Siempre brillará en la mirada de los amantes el color que entibiaba sus almas. Pero ella sabía que su destino ya estaba marcado, que no podía ni debía evitarlo. Cuidar el fondo de aquel río, proteger de las tempestades al corazón que da vida y esperanza a aquel mundo de agua. Al llegar la noche con sólo mirar al cielo sabían que compartirían las mismas estrellas. Que mirándolas se estarían mirando y que nunca más estarían solos. Pero el dolor de lo irremediable asusta y enceguece, luego, aclara y fortalece. Él lo comprendió y la invitó a viajar. Con ella se irían sus mañanas y sus últimas palabras. Nada en él volvería a ser como ayer, cuando andaba sin buscarla, pero sabiendo que debía encontrarla. Una piedra de dulzura lanzada desde la orilla, el margen. Un viaje efímero, instantáneo. Un muelle para amarrar su suerte, un espejo de cielo la espera, la aguarda en su caída. El impacto lánguido y fugaz, un epicentro que

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Oliverio Girondo


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se agranda, ondas que avanzan y van perdiendo su fuerza al caminar. Luego, nuevamente la quietud, la soledad de una pampa de cielo. Ella acurrucada en el fondo, dormida, como esperando que la vuelvan a abrazar aquellas manos callosas y gastadas de amor que la hicieron brillar.


Reloj de arena

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nos perdimos en un cuento de jirafas,

Manuel Marchioni

nos cuidamos de un espejo de sonrisas, nos miramos en un sueĂąo de gurises,

nos reĂ­mos en la calle abrazados.


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Podría haber sido un día más, pero no lo fue. Sus ojos llevaban el color de un tibio amanecer y su sonrisa rodaba entre la angustia y el olvido. Salió a caminar, recorrer las mismas calles que visitaba desde que tenía memoria y refrescar su corazón con un poco de aire de mañana. La encontró así, vestida para la ocasión, su cuerpo cubierto de una alfombra de hojas que al caminar le susurraban historias viejas de un verano que se estaba yendo, o ya se había ido. Sus brazos encomendados al cielo, parecían envejecer cada día más, vacíos, tristes, casi sin vida. Habrá sido por eso o por su andar liviano y tranquilo que no reaccionó cuando una ráfaga de viento lo abrazó y destruyó todo en él, su tiempo, su delgadez infinita, sus patas de palo arrastradas como escobas. Todo. Como cuando una ola nos sorprende y nos empuja hacia el fondo de arena, y allí, rodamos confundidos, aturdidos, perdemos la respiración, giramos sin saber cómo ni hacia dónde, el miedo nos gana y somos presos de él por un instante. Las hojas que parecían dormidas como invernando en sus guaridas de cemento, comenzaron a bailar y embellecieron todo su cuerpo con colores marrones, naranjas y amarillos. Ellas giraban hacia ambos lados, se perdían y volvían a aparecer. Aquel viento les silbaba canciones viajeras para que sintieran por única vez el frenesí de un carnaval sin jazmines ni porteros. En ese momento mágico y a la vez desconcertante, perdió la vista, su diafragma se cerró y no hubo tiempo de obturación que podría darle luz a esa foto. Una de ellas, la más linda de todas, se posó sobre su rostro, como un antifaz, como invitándolo a entregarse a ese baile, y sentir toda la fuerza del amor en un abrazo de hojas y de viento. Él tomó la hoja y la corrió de su cara, un ventanal que se hace añicos en la noche oscura. Al mirarla se dio cuenta que llevaba escrito un nombre y una dirección: Victoria, Pasaje 85 11.493 (Loma de las hormigas). De pronto todo en él volvió a vivir... Guardó la hoja en el bolsillo del saco, con sumo cuidado de no romperla,

Manuel Marchioni

Otoño en una carta


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como arropando a un niño entre sus manos y llevándolo a dormir a su cuna de poliéster y pelusa. Se fue a su casa. Corrió sin esperar que el tiempo lo llevara hasta su escritorio, tropezó hasta con su sombra, iba pisando las palabras y los versos, destruyendo con la suela del zapato las comas y los puntos que lo habían encerrado por años en oraciones perdidas y lejanas. Sólo pensaba en sentarse y comenzar a escribir. La soñó en una carta, la besó entre paráfrasis y gerundios que brotaban de su boca. Todo era real ahora: escribir para alguien. Pensó que el espejo del baño le quedaría chico y que tendría que cambiarlo y comprar uno nuevo, estaba convencido de que éste podía ser aquel amor soñado que nunca antes había tocado la puerta de su casa. No tuvo nada que pensar, esa carta estaba escrita desde hacía años, la había soñado todas las noches y olvidado por las mañanas. Al terminar de escribirla, besó con sumo cariño y lleno de ternura aquel sobre blanco, y con la misma velocidad que viajó hasta su escritorio, tropezando con todo y sin pensar en nada más que en ella, salió hacia el correo. Traspasó la puerta de aquella oficina con tanta velocidad que muchos hubieran pensado que nunca existió una coraza de vidrio y madera ahí. Observó la fila, larga e interminable. Se dio cuenta que el tiempo realmente existía y que él no podía hacer nada por evitarlo. Fueron veinte minutos de espera en los que vio pasar toda su vida de nuevo: su infancia en la casa de sus abuelos, los juegos cómplices con los amigos del barrio, el colegio, sus amores adolescentes y la rutina gris y metálica en la empresa familiar que lo abrazaba hasta estos días. Al llegar su turno charló con el empleado sobre el clima, el amor en otoño y otros pormenores que le venían a la cabeza. Condenó la simple acción de enviar una carta en un acto formal, hubiera pedido una foto del momento y hasta organizado un ágape de cierre. Pero la mirada fría y vacía del empleado lo trajo de vuelta a este mundo insensible y solitario. Al entrar de nuevo a la calle y pisar la vereda, un vacío llenó su alma, la piel se le puso áspera y hacia afuera, como los cuerpos cansados después del amor, sintió toda la fuerza de aquel viento que en una semana lo volvería a abrazar.


Confluencia

QuĂŠ lindo.

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Manuel Marchioni

Vos sos silencio. Yo solo soy misterio.


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Aika ETIMOLOGÍA: CANCIÓN DE AMOR . E M O T I VA Y A F E C T U O S A , P O S E E C I E RT O M A G N E T I S M O . L O S S E N T I M I E N T O S O C U P A N U N L U G A R I M P O RTA N T E E N S U E X I S T E N C I A , AL PUNTO QUE MUY A MENUDO VIVE EN FUNCIÓN DE SUS FLECHAZOS.

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No sé por qué sigo haciendo siempre lo mismo, cuando me aburro de estar solo y me canso de mis ojos, de mirar el cielo blanco de mi casa, de jugar con marionetas de recuerdos y aviones de arena. Me subo a mi luna de recuerdos y salgo a viajar, sin rumbo, sin pensar en el destino, sólo dar vueltas para matar el tiempo, para desarmarlo y volverlo a armar. Pero siempre es lo mismo, siempre es el mismo lugar. Esa esquina, inhóspita, llena de aire, de luces que se entrechocan con sus ritmos yorugas y sus voces de canario. Cruzar las dos huellas del tren, andar por esa calle, y luego la otra calle, hasta llegar a aquella calle, y esconderme detrás de mi sombra, armar un tabaquito y mirar que te sueño pasar. Capaz que te veo, y te siento por un rato, lejana, perdida, distante, pero a la vez hermosa, radiante, única, vestida para la ocasión, con tu tiempo de amor de mariposa, tu perfume a esmeralda y tus besos empaquetados en un suspiro de tren. A mí me alcanza con soñarte, desarmarte en recuerdos y cebarlos en un mate. Nadar un rato en ese río, abrazarme a sus márgenes y buscarte en el fondo, entre las piedras, elegirte nuevamente entre tantas otras. Y así, es como nos lleva viajando el privilegio o la angustia de soñar despierto. De condenar las noches al recuerdo de otras noches, en que las noches nunca anochecían. Se desvelaban eternas, anidadas en una cama, en su tiempo de pluma, con sus alas de nube que la hacían volar. Y nosotros, estallados de amor, flotábamos en ese aire de inocencia que nos cobijaba con sus sonrisas de sorpresa y sus caricias de almendra, donde nunca hubo oscuridad en ese tiempo de estrella. Al despertar de ese sueño de mañana, de ese colectivo inconsciente que nos lleva de paseo por todos los barrios y las calles desvencijadas de nuestra alma, sólo se ve en el horizonte anaranjado un faro verde de plegarias. Un libro de luz y de sombra, una tormenta de recuerdos dormidos en la cáscara de un fósforo, con su piel de coya y sus lamentos enraizados en la tierra. Flotan-

Manuel Marchioni

S Ó L O S E S I E N T E P L E N A M E N T E S AT I S F E C H A O F E L I Z C U A N D O A M A .


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Pa r a l o s o j o s m á s b e l l o s

do como volando sobre esos cielos de casitas de mármol que duermen bajo su poncho, al resguardo de térmicas sensaciones de verano y de las tristezas que anidan en el invierno. Él, mi único héroe en este lío, será la luz que guíe este barco de incertidumbres, será la arena que arrope mis pies al llegar a destino.


Arroyito de piedras verdes CANCIĂ“N

Arroyito de piedras verdes que me supiste abrazar no dejes que el viento del norte seque mi voz al cantar.

Hojitas de un libro ya viejo que el tiempo quiere olvidar estrellitas bajo tu poncho se pierden al caminar. Y asĂ­ es como yo te siento pimienta de Aguaribay, tu aliento hoy es mi aire y mi canto viditay. Tu tapa de ollita enlosada un naranjo de atardecer. Nacen formas desde el olvido, hoy, todo vuelve a renacer.

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Tu tapa de ollita enlosada un naranjo de atardecer. Nacen formas desde el olvido, hoy, todo vuelve a renacer.

Manuel Marchioni

Arrullo de tu canto claro la pureza quiere celar no te digas que por las noches no me vas a enamorar.



Fascículo menguante de razón No hay misterio para quien mira sin ver, no hay silencio en los oídos al nacer, no hay colores en la agonía de una taza de café, no hay mañana en la noche que se acaba de encender.

No hay frases que se encuentren al soñar, no hay abrazos que nos puedan enredar, no hay flores que perfumen este umbral, no hay sitios a los que quiera regresar. Sólo hay un abismo que nos invita a viajar, sólo es un viaje del cual no podemos regresar, sólo habrá regreso si podemos olvidar, tan sólo es un olvido que de misterio se quiso habitar.

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No hay ombligos que acurruquen este amor, no hay voces que dibujen hoy un sol, no hay diarios que nos puedan reflejar, no hay espejos que nos quieran encontrar.

Manuel Marchioni

No hay domingos en tu tiempo de luz, no hay palabras que decoren tu boca, no hay besos que condenen lo lejano, no hay sonrisas que iluminen esta tinta.


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Clínica de los corazones rotos “. . . L I P O V E T S K Y H A B L A A F AV O R D E L A T E L E V I S I Ó N , HABLA DE QUE LA TELEVISIÓN NO TIENE POR QUÉ EDUCAR,

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Dorado de sol menguante que rasura los ojos de aquel amante a contra turno. Soledad de grises mañanas que apelan a la agonía de un día distante, de un recuerdo superfluo. Taller de crímenes jóvenes, que cuidan a la luna en su espera, que se acunan en una estrella para que los guíe o los condene a un presente sin edad. Hogar de mendigos, tristes y cronopios. Circo itinerante de dolores, que rueda en la soledad misma de una ecléctica bruma de incertidumbres. De los que aman demasiado, de los que enceguecen por el perfume de los tilos en verano y la frescura de las rosas en invierno. De las mañanas de una sola luna, amanecidas en los corsos a contramano, que resplandecen en las miradas cómplices y provocativas. Su piel, madera vieja, una metástasis de astillas que dan cuenta de sus otoños, de aquel otoño que lo marcó y del que nunca más volvió. Como si el tiempo se frenara en una gota de rocío, y la humedad de ese grano de noche pondría freno a sus sueños de andar. Así se enarbolarían sus huesos cansados y cenicientos, sus llantos desvergonzados y olvidados, sus días que nunca más volvieron. Su galera, poesía del camino, único tesoro de sus tiempos en que viajaba por las pampas húmedas y desoladas, conduciendo una nave de recuerdos ajenos que se unían con la esperanza de una nueva despedida. Montando, a pelo, aquellas venas de hierro que revivían de entre las grietas de asfalto o tierra cansada. Aquella nave, de una largura interminable, con su voz ronca de quejidos, que al pasar dejaba una estela de humo renegrido que bañaba de ausencia el aire del lugar. Practicante de aquellas artes olvidadas, centinela de corazones golpeados, de manos de caricias solitarias, de abrazos perdidos en el viento y besos condenados a una foto. Último sereno de los bares de cara larga, donde se cobijaba en versos, tratando de regalar alguna sonrisa o salvar alguna lágrima de ese triste suicidio.

Manuel Marchioni

Q U E P A R A E D U C A R E S TÁ L A E S C U E L A Y L A F A M I L I A . . . ”


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Pa r a l o s o j o s m á s b e l l o s

De su tiempo, hoy, sólo queda este grafito, este puñado de trazos y puntos que le dieron forma y hasta el consuelo de un recuerdo. Su voz, tomó el color de aquellas manos, desde ellas nació su rostro y su profesión, de horas perdidas entre lipovetsky y Kandinsky, de musas que le dieron alas y luego lo dejaron partir. De los rotos corazones en clínicas de enfermeras que no deberían enamorarse, de enfermos que no deberían dar el sí.


Sofía A LA CHICA DE LA CALLE VIAMONTE

Tenía la mirada triste y un rumor de soledades en su boca. Sus ojos, se perdían en la nada, como queriéndose encontrar.

La quise abrazar, invitarle un café, desnudar el tiempo y regalarle una sonrisa. Fue un impulso, una gota de bondad que rodó sobre mi mejilla, pero nada más lejano, más intangible, que el perfume de su taco destrozando mi tiempo de vereda. Ahora ella está parada junto a mí, no sabe que yo estoy acá, soy sólo un suspiro en esta fiesta de miradas, un cuerpo que vive por su luz, una lejana tarde que se va. Ojalá la noche sea buena con ella y no le robe nada más.

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Sus manos, cargaban un dolor, que se le deshacía al caminar.

Manuel Marchioni

La vi pasar sobre mí, invadiendo toda mi oscuridad.


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Una flor por WhatsApp “. . . L A R E B E L I Ó N C O N S I S T E E N M I R A R U N A R O S A H A S TA P U LV E R I Z A R S E L O S O J O S . . . ”

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Rojo flama de una mañana desterrada. Temblor matutino que acecha el tiempo en sus grises trajes de rutina. Mirada inquietante que desvela el día en un pañuelo que se guarda en su bolsillo, como escondiendo el pudor en servilletas sucias de agonía. Suspiro lento que hace brillar sus ojos. Abrazo de sol que la pinta y la baña de dulzura, en un mate, en un cigarrillo, en cualquier verso que la sienta como es: plena de luz, llena de sombra. Aterciopelada sonrisa que la envuelve en un ombligo de su paz, con sus casitas enarboladas al cielo y sus sueños de hormiga condecorando lo lejano, lo inalcanzable, lo que no se toca y se siente. Poder popular que busca en cuencos de sal las astillas de un sueño que navegaba flotando en el aire, con sus ojos de nube y su piel de verano. Todo cándido esplendor de un beso sin reseña. Menguantes brazos de cielo que la celan, que la lloran y que la esperan acurrucados en alguna esquina como buscándose o tratando de encontrarse en esa boca, en esos ojos, en ese pelo que se pierde como un río de tinta que hoy dibuja su puñal. Desterrada esperanza que baila en el lecho de lo oculto. Terrenal simpleza de contemplar las flores como un bostezo del viento, con su aliento a bebé, a miel, a tierra mojada que pinta las narices con perfumes de algún enero. Inquietante sorpresa de reír en un llanto. Primavera mirada de envolverse en una hoja, en un tilo, en su frescura de alba que nos besa despertándonos como a un niño, enroscados en nuestra propia infancia, exiliados de un invierno que nos arrasa.

Manuel Marchioni

Alejandra Pizarnik


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La chacatarsis CHACARERA DOBLE

Dicen que amamos sin tener explicación, como ese sol que hoy te alumbró, más allá del tiempo nos debemos un final.

Una flor se ha volado de mi jardín y con ella las ganas de reír. Oh mi amor, que el tiempo te arrope en mi canción. Traemos al mundo una duda existencial: cómo ser feliz, cómo olvidar, si en verdad lo lindo es tener que recordar. Hoy la mente juega un partido al corazón, quién ha de ganar, ya no importa más, si al final morimos para volver a cantar. Gota de rocío se hace llanto en mi dolor. Qué triste es andar solo y caminar los ríos que juntos remontábamos de a dos. Una flor se ha volado de mi jardín y con ella las ganas de reír. Oh mi amor, que el tiempo te arrope en mi canción.

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Solo he quedado abrazado a un rencor. Ahora hay que seguir, no mirar para atrás, reinventar la forma y los modismos de amar.

Manuel Marchioni

Quiero una tormenta que se lleve mi dolor, o que me lleve el mar, vivir en su paz de galeón, de barco que naufraga con tu voz.



Impulsos del ser SOY MI SOBERANO.

Gustavo Cordera

Sólo soy tus mañanas perdidas en un olvido, un verso triste que ya no puede soñar sólo soy una astilla de mi realidad, un río eterno que se ahoga en su soledad.

Sólo soy un beso que se ahoga en un andén unas manos frías que regalan flores de papel, sólo soy ceniza, suspiro sin razón, corazón, dulce cuerpo, perfumado de canción. Y así seré, porque siempre fui así un girasol que busca la mirada del amor, sólo soy, sólo sos. Somos. Tan solo dos, que nacieron para ser.

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Sólo soy madera, tierra firme de espera, una raíz que crece desde la cicatriz, sólo soy una hendija que se abre desde tu aliento, aquella que busca ser aire y no morir en silencio.

Manuel Marchioni

Sólo soy tus ganas de reír, mis ganas de viajar, un retoño que habita en un rinconcito de tu paz, sólo soy camino que se abre al andar, debe ser por tu sonrisa que mis pasos flotan al caminar.


Gracias a mis viejos Anahí y Mario, a mis hermanos Guadalupe y Gerónimo, a mis abuelos Tita, Nélida, Pepe, Toto y Alberto, a Niano por sus dibujos que tanto embellecieron estas páginas, a las chicas de Puebla por el diseño, los mates y cada una de las charlas que compartimos, a Pili y Mica por sus lecturas y consejos, a Pri por su mirada tierna y sencilla, al Neme por querer estar. Y a tus ojos que seguramente embellecerán y le darán alas a estos versos que nacieron de lo más profundo de mi ser. DIBUJO “AMOR MARGINAL”: Martiniano Berrud. FOTO “FASCÍCULO MENGUANTE DE RAZÓN”: Mena Lange. FOTO “UNA FLOR POR WHATSAPP”: Mario Marchioni. DIBUJO “CLÍNICA DE LOS CORAZONES ROTOS”: Martiniano Berrud. FOTO “IMPULSOS DEL SER”: Micol Berrud. DISEÑO: Puebla Estudio-Taller

PARA LOS OJOS MÁS BELLOS MANUEL MARCHIONI 10 Edición Noviembre del 2016 100 Ejemplares Ediciones de “La Huerta”.



Ediciones de “La Huer t a“


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