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Anexo

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Leer los numero del 17 al 20 y responder la pregunta TALLER

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17. Será oportuno, después de haber elaborado el propio itinerario del catecumenado matrimonial, que la diócesis/eparquía lo someta a un período de experimentación y prueba a través de un “proyecto piloto”, que se pondrá en marcha, en un primer momento, en todas o sólo en algunas parroquias (según la realidad pastoral). Tras este primer ensayo, será necesario recoger las opiniones y evaluaciones tanto de los agentes de pastoral como de las parejas participantes, para reflexionar juntos sobre los méritos y las deficiencias encontradas, y hacer los ajustes necesarios en consecuencia.

18. Ante la pluralidad de situaciones personales, la diócesis/eparquía podría prever una forma común de itinerario catecumenal, evaluando seguidamente cómo personalizar el camino según las parejas. La creatividad pastoral será esencial, así como la flexibilidad con respecto a la situación concreta de las diferentes parejas: práctica religiosa, motivaciones sociales y económicas, edad, convivencia, presencia de hijos y otros factores relacionados con la decisión de casarse.

19. El Ritual de Iniciación Cristiana para Adultos puede ser un marco de referencia general en el que inspirarse. Será especialmente importante hacer hincapié en lo que precede y sigue al catecumenado (primera evangelización y mistagogía, respectivamente); asegurar que las transiciones de un tiempo a otro estén marcadas por el discernimiento, los símbolos y los ritos (cuando no sea desaconsejable por razones culturales); que haya una clara conexión entre los otros sacramentos (bautismo, eucaristía, confirmación) y el matrimonio. Todo ello, teniendo en cuenta que la pedagogía de la fe implica el encuentro personal con Cristo, la conversión del corazón y de la vida práctica, y la experiencia del Espíritu en la comunión eclesial.

20. Es necesario que todos aquellos que acompañan – matrimonios, sacerdotes y agentes de pastoral en general – tengan una formación y un estilo de acompañamiento adecuados al itinerario catecumenal. Como ya se ha dicho, no se trata tanto de transmitir nociones o de adquirir competencias, sino de guiar, ayudar y estar cerca de las parejas en un camino que hay que recorrer juntos. El catecumenado matrimonial no es una preparación para un “examen que hay que pasar”, sino para una “vida que hay que vivir”. Para ello, es prioritaria la formación y actualización continua de los sacerdotes y religiosos, que a menudo utilizan un lenguaje “alejado” de la realidad concreta de las familias e incomprensible para ellas, también por los contenidos demasiado abstractos en la forma de presentarlos. Lo mismo ocurre con el “tono” general que debe emplearse en este camino catecumenal, que debe ir mucho más allá de la “llamada moralista” y ser, en cambio, proactivo, persuasivo, alentador y todo orientado hacia lo bueno y lo bello que es posible vivir en el matrimonio. En definitiva, la exhaustividad, la precisión de los contenidos y el estilo del acompañamiento deben tener como objetivo resaltar la dignidad y el valor de cada persona y, al mismo tiempo, la dignidad y el valor de la vocación a la que está llamada, siempre enmarcada en una realidad concreta. Este cuidado del estilo es particularmente importante hoy en día, a la luz del hecho de que muchas parejas de novios viven en situaciones de convivencia complejas, en las que les resulta difícil comprender el significado sacramental de la elección que van a hacer y la “conversión” que dicha elección conlleva, aunque “vislumbren” el misterio más grande del sacramento respecto a la mera convivencia. Por lo tanto, será

necesaria la gradualidad, la acogida y el apoyo, pero también el testimonio de otros cónyuges cristianos que acojan y “estén presentes” en el camino. Por ello, es importante que en las comunidades se dé más espacio a la presencia activa de los cónyuges como matrimonios, como agentes de la pastoral matrimonial, y no sólo como creyentes individuales. Las experiencias “personalizadas” en subgrupos deben reforzarse para trabajar, escuchar y preparar – si es necesario también con cada pareja por separado – para que las parejas sean seguidas de cerca por los matrimonios acompañantes, que pueden contribuir a crear un clima de amistad y confianza. Usar la casa también sirve para que se sientan acogidos y a gusto.

Preguntas

para profundizar

1. ¿Qué modalidades se proponen?

2. ¿Qué elementos del Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos se sugieren incorporar al proceso de preparación al matrimonio?

3. ¿Como podemos vincular más parejas a este apostolado?

Importante formular un compromiso, nombrar responsable de la próxima reunión, hacer un compartir y una oración comunitaria.

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