_____Vallejo_DEL_CAMINO

Page 1

J.L.VALLEJO M.

DEL CAMINO


el camino

TIERRA ADENTRO Tierra adentro con mi pena en la luz de la alborada. En el polvo del camino, las huellas de mis pisadas. Tierra adentro con mi pena, más profunda y más amarga que el mar, que nadie conoce la profundidad del alma. Tierra adentro con mi pena. ¿Adónde quieres que vaya, descalzos los pies, sin rumbo, en la luz de la alborada ? ¡Señor, recoge mi pena! Te traigo el alma cansada porque he perdido el camino tierra adentro, esta mañana. ¡Tierra adentro con mi pena en la luz de la alborada! Murcia, 10-7-59


el camino

TEMO A JESÚS QUE PASA He cerrado la puerta. Y al filo de la aurora, tras la alondra de fuego de mi audaz fantasía, he cincelado adioses a mi casa vacía, angustiado en la espera de una cita sin hora. Al claro azul mi torre asoma retadora hoy la flecha atrevida de su geometría. Soledad y silencio biselan la más fría noche del alma, ausente de la luz creadora. La soledad de piedra busca el vasto agujero donde, al ritmo del tiempo, duermen todas las cosas. Jinete del silencio, vuelvo al mismo sendero bullicioso de enjambres y fuentes rumorosas a esperar por si pasa ese eterno Viajero que enciende en cada puerta un milagro de rosas. Murcia, abril de 1956


el camino

OFERTORIO He llegado hasta el fin buscando el rumbo, de pie, en el barco de mis ansias locas. Un año en el timón sin ver la tierra, siempre a merced del viento y de las olas. ¡Oh cuánto suspiré por ver la playa! Nacía mi esperanza en cada aurora para morir entre los dos azules como una estrella entre las negras sombras. Hoy me preguntas Tú, Señor, si vengo de tanto mar cansado. Tú, que rozas con tu aliento la amarga superficie, sabes que estoy cansado, que ya es hora de fondear mi nave en estas playas, al abrigo del viento y de las olas. Estoy cansado, y aun cansado, vengo -timonel de una barca sucia y rotaa ofrecerte mi esfuerzo y mi cansancio, al fin de un año, en una ofrenda sola. Ya el barco -mi esperanza- tiene quilla y gobernalle: empújalo a mar honda un año más, que ya hallaré yo el rumbo y arribaré a tus playas otra aurora. Murcia, 31 de diciembre de 1959


el camino

¿TODA UNA VIDA ALERTA?

Yo quisiera decirte, rompiendo el porfiado silencio de mis labios, lo que mi sangre llora, pero está todo muerto. Mi lengua acusadora clama por desasirse del secreto empeñado. ¿Toda una vida alerta? ¿Todo un encadenado vivir, sin dar orillas a la esperanza? Ahora como ayer, como siempre, nacerá con la aurora el negro horror, el vértigo al silencio enquistado. ¿Qué falta ya a mi vida para ser un proscrito? ¿Dónde el arco que lance mi flecha desbocada? Mi corazón me clama sin saber que está muerto, pues vive, entre mis labios, amortajado un grito de angustia y desventura; mi lengua, amortajada, aunque finjan mis ojos que me tienen despierto. Cartagena, 1961


el camino

ANSIEDAD ¡Oh Dios!, doce puñales has clavado en mi sueño. Medianoche en mis ojos. Tú y yo a solas. El viento nunca sospechará por qué, ese doble porqué de tu silencio y mi silencio. Recogiendo brazadas de palabras cada día, no tengo nada que hablarte. Está, Señor, enfermo mi corazón. Hay algo que se aleja de mí por un sendero que no ha existido nunca en la geometría de mis sueños. Doce puñales. ¡Doce campanadas en el reloj del tiempo! Ahora, como un niño estoy jugando con mis pensamientos. Tú me entiendes, Señor. Digo jugando, mientras todo mi cuerpo se desangra por esas doce heridas que esta noche has abierto Tú en mi sueño. Cartagena, 1963


el camino

IRÉ LIMPIO A TI, SEÑOR Iré limpio a Ti, Señor, como piedra del arroyo para darte esta sonrisa asomada hoy a mis ojos. Lo sé: Volverán las horas que se fueron sin retorno por posibles madrugadas más allá del soliloquio. Hay un temblor de ribera en mi sueño más recóndito. Los caminos del silencio se agrandan ante mis ojos. Mas nada habrá, dentro o fuera de este conflicto de lodo, “que al fin me anule este goce del más salvado tesoro”. Cartagena, 5-9-66


el camino

CON MI DOLOR A SOLAS No hay puertas para la comunicación definitiva. La ventana insinúa aquel primer dolor que dejé fuera. ¡Primer dolor! ¿Acaso hay un primer dolor y un dolor último ? ¿O es una apreciación del dolor único ? Vuestro joven reír, apuñalando un sueño enfermo, quebró la noche en dos. Por mi dolor comprendo que este barro sangrante es algo mío. Y algo tan desgajado de mí se me regala hoy, con amor, entre paredes neutras. Con mi dolor a solas, yo bebo de mi sed, que se acrecienta en fuente, en río, en mar. Manos en oblación de mí acortan las distancia entre el alba y la noche.

¡Oh dolor vivo, nuevo nacimiento al mundo que ignoraba! Ahora, por fin, comprendo que es otra vez la vida. Sanatorio Virgen de la Vega. Murcia. Agosto de 1968


el camino

YA ALZARON LAS GAVIOTAS EL VUELO Homenaje póstumo a mi hermana Amelia, muerta el 27-2-1970.

¡Dolor de nuestro paso tropezado! Se ha afirmado la muerte mucho antes que la luz. La nave de tu cuerpo está varada en la orilla de allá, contra una tierra a la que nunca llaga la pleamar. Apenas te has marchado, y ya, afirmada, la noche nos levanta sus paredes, contrarrealidad de tu innegable y bella despedida. ¡Qué silenciosamente has derribado el árbol de tus ansias para hacerte madera con la que construyamos tu recuerdo! Aquí empieza el silencio de los labios a salvar sus procesos. Porque ni el beso estrenará más nombres celebrando el encuentro, sellando despedidas, ni acarreará el amor sus materiales en voces sin color, definitivas Ya alzaron las gaviotas el vuelo. Pleamares anuncia la ancha ría, sitios vadeables a nuestros pies, que equivocaron horas a fuerza de esperarte por la vida. Valencia, marzo de 1970


el camino

INSOMNIO Estoy solo, Dios mío, en este lecho de tantas horas de inquietud, de interna lucha, por salvar lo que yo he sido: un hombre sin rencores ni problemas. Pero tengo asomados a los ojos, todavía ayer limpios, tanta pena, tanto dolor, que es fácil hasta el odio. Por los estrechos cauces de mis venas corren ríos de sangre desbordada que ya no puedo contener. ¡Qué cierta destrucción si no pones, Dios, remedio! Estoy solo, lo sabes, y a la puerta de mi angustiado ser vela sus armas la duda, con carácter ya de urgencia. Noche tras noche doy hora a mi sueño, pero el insomnio exige su moneda de cientos de minutos, Dios, y entonces, caminante sin ritmo, mil preguntas se me van de los labios sin respuesta. No puedo repetir: Que no hagan callo las cosas, como dijo el gran poeta. Vivo de bruces frente a tantas cosas... ¿Dónde estás Tú, mi Dios? ¿Por qué te alejas, te escondes o me burlas cuando el llanto no logra romper diques, y se queda requemándome el alma? ¡Hay tanta muerte en torno a mí! Y presumo que me lleva hacia mi propia muerte. Así, tendido, desmadejado, con la carne tensa, ya no me reconozco. Y Tú lo sabes, porque no soy, Señor, el hombre que era. Valencia, 1971


el camino

LA SOLEDAD, SEÑOR Estancia en El Hermitage: 16 de febrero a 15 de marzo.

También en este valle, donde el río Gier es apenas voz estremecida, se duele de su inmensa y vieja herida de soledad mi corazón sombrío. La soledad, Señor, -¡qué intenso frío se adentra hasta mi sangre!-, sin medida me recorre los huesos y la vida y rendido me tiene a su albedrío. Cada vez, por más hombre, más se acrece, y es más pesada, cada vez, la carga de ansia y dolor ocultos en su nombre. Cada vez más me grita y se entristece mi corazón, que entiende que es muy larga y honda, Señor, la soledad del hombre. L’Hermitage, febrero de 1978


el camino

CADA PULSO, SEÑOR Cada pulso, Señor, cada latido, cada paso avivando soledades, cada grito, atalaya de ansiedades, se aferra más a mi dolor vivido. Por eso, a cada instante, más herido tengo mi corazón -¡qué tempestades, oh Dios, cada latido, qué caudales!-, y es grito y paso y pulso y es olvido. Olvido que a la muerte pone en celo, grito que contra el tiempo se querella, paso que me abandona ante la cumbre. Pulso, Señor, que ya no sufre anhelo... Y así, cada latido se me estrella contra la vida a fuerza de costumbre. La Coruña, 1980


el camino

APLÁZAME ESE VIENTO Soy el huésped del tiempo LEOPOLDO PANERO

Hoy no he venido a hablarte. Déjame en paz, Dios mío, ya conoces mi jerga de fiera apaleada. ¡Déjame en paz, en paz! Traigo la voz nublada -¿dónde mi clara voz?- y el corazón sombrío. Hoy vengo solamente a abrevar en el río seco de mi esperanza esta fe atormentada que, ante el dolor humano, o insulta despiadada o a tus brazos se acoge temblorosa de frío. Huésped del tiempo soy. A cada instante siento cómo crece la inmensa soledad que me habita y busca en la ancha herida de mi dolor abrigo. Hoy no he venido a hablarte. Aplázame ese viento de eternidad, que arrecia. Sobre el pecho gravita el peso de esta angustia que siempre va conmigo. La Coruña, 1980


el camino

SEÑOR DE MI DESTINO Meditando en los bosques del Hermitage con el Gier al fondo.

Porque el árbol es leña para el fuego, adéntrame en el bosque. Deja al río correr por este valle a su albedrío hasta encontrar su mar y su sosiego. Presta, Señor, oídos a mi ruego, ya apenas voz, de leñador sombrío, que estoy bajo un intenso vocerío dando hachazos al aire como un ciego. Como el río, Señor, sigo el camino hacia mi mar: el robledal cercano, donde a talar el árbol me convida. Cuando quieras, Señor de mi destino, arrebátame el hacha de la mano y tala el viejo roble de mi vida. L’Hermitage, 5-8-92


el camino

TURISTA EN SALAMANCA Bajo la lluvia he vuelto a ser, una vez más, enamorado turista en Salamanca. Y de nuevo he gustado la emoción de perderme, de abismarme, de sentirme, de serme. Al poco rato de ser yo mismo, José Luis a secas, ha recobrado vida todo: La Clerecía, la catedral, el puente donde Lázaro sintió que le arrancaban la inocencia y el dolor se instalaba en su costado. Me he quedado en silencio para escuchar su grito. He preguntado si existe aún la ruta del sollozo que inició aquel terrible manotazo. Después de tanto tiempo nadie recuerda ya el dolor de Lázaro, ni la risa sarcástica del ciego, ni el mundo de los pícaros. ¿Y aquel dolor inmenso de Fray Luis ? ¿Y el más amargo de Juan de Yepes ? Bajo los arcos del viejo puente fluye, lento, el Tormes. Un viento frío azota, despiadado, el rostro. Yo me adentro más y más en mí mismo. A veces, salgo a otear, por si acude don Miguel a la cita de las cuatro. ¿Es, señor de Unamuno, demasiado temprano para quienes se sueñan sueño de Dios ? ¿Acaso, soñador, es ya tarde para que discutamos sobre la trascendencia del Quijote, la inmanencia de Sancho, el evangelio augusto de la lengua o las encinas de follaje pardo ?


el camino

Atento a este silencio, a este sosiego desasosegado, dormida la esperanza, sueño la vida y guardo vivas las ansias de eternidad. Hay algo palpitante en las piedras sillares, que es un canto de amor, hondo y profundo, a lo que quiere ser, año tras año, vida tras vida, eterno. Callan los libros de los grandes sabios. Y los versos de amor de los poetas están, también, callados. Ensimismada, la ciudad se rinde al sueño. Ensimismado, deambulo por sus calles cabizbajo. Escudriño lo oscuro. ¿Me habré perdido acaso ? ¿Soy o no, me pregunto, el soñador que sueña sueño de vivir ? Soñando sueño de no morir, en Salamanca canto. El Tormes se desliza, lento, bajo los arcos del puente viejo, en donde el pobre Lázaro sintió que le arrancaban la inocencia y el dolor se instalaba en su costado. Salamanca, 17-3-1991


el camino

EL CRISTO DE LA CAÑA Junto a la Cruz con gracia de palmera, un juego de miradas penetrante y unas manos que apresan el instante de eternidad que vive en la madera. Madera perfumada donde quiera que acarició la gubia: ese semblante del Cristo de la Caña agonizante o esa alondra de luz hecha gorguera. Madera-amor, -sólo el amor es ala-, nace del claro pliegue arrodillado del manto de María de Magdala y vuela lentamente hasta el costado del Hombre-Dios, el Hijo de María, Dolorosa madera en agonía. Alicante, marzo de 1994 Comentario poético del Paso “Stabat Mater”.


el camino

A SANTIAGO PEREGRINO Y ALICANTINO Mil bordones como palmeras combas se arraciman sobre un mar ondulado que nos ciega y nos llena de azules la esperanza. No sé si es hora, mi señor Santiago, de vaciarla del todo o de llenar el alma de ternura cuando el pequeño corazón, volcado hacia las tierras lueñes, emprende la andadura y aletea por alcanzar la lejanía absorta en estos tiempos sin memoria perdurable. Enhiesto sobre humildes espardeñas, -¡oh tus barbas de blanca sal marina!-, oteas hoy, vigía de la fe, la estelar plenitud mediterránea. Y sueñas, o meditas, o interrogas por qué esta furia del amor. Y escuchas, bajo un arco triunfal, en La Explanada, el latido profundo de las aguas, el gemidor rumor de la venera, alzada como el viento a tu sombrero que te defiende de la cruel canícula. En esta tierra luminosa, brava y litoral se inicia “el infante arenal de los caminos”, señor Santiago, que, a través de España,

nos llevará contigo -¡qué cadencia del pie que avanza!- al límite de otra tierra de verdes, de latidos, de infinitud cansada, de una noche de larga piedra, eterna, y de una mar gozante. Allí, contra la luz penúltima que ciega poco a poco el camino y las pisadas, peregrino Santiago alicantino, sentirás con nosotros el sonoro palpitar del silencio ; allí, de la fatiga recobrado, sabrás si el viento besa cuando pasa. Y en éxtasis de piedra, cientos de ángeles nos librarán, acaso,


el camino

de la calma absoluta, de la furia amorosa, mientras otros serán nuestros guardianes en pie sobre la lluvia. Allí, cabe las piedras seculares, en la rugiente conjunción del Obradoiro, donde las voces arden como flores y se abrasan los párpados, sostendremos los sueños -buscamos el futuro sin descansar de tanta prisa insomnecon los pies encendidos. Alicante, abril de 1996


el camino

SENDA TORTURADA

Me has salido al encuentro. Dime, Señor que vienes: ¿Por qué este caminar, soñar caminos, cuando se muestran ya a punto las mieses ? Tú me buscas. ¿Por qué ? ¡Oh! ¿Por qué tiendes redes a mis pies ? Tus caminos son caminos de muerte. Tú sabes de mi lucha y mi cansancio y que me quema el ansia de la nieve en los resecos labios. No entretengas mis pasos, no me entregues, cuando llegue la noche, a otro sendero, y déjame, si quieres, para alumbrar mi senda torturada la vaga claridad del sol poniente. Cartagena, 12-9-64


el camino

SALMO DE GRATITUD Señor, sobre el altar del corazón, ardiendo en éxtasis perpetuo está el incienso de tus beneficios, tantos que el fuego de mis vehemencias pudo jamás soñarlos. ¿Qué, pues, de extraño que la espada aguda de mis labios, abriéndose camino, sea por Ti torrente despeñado ? Gracias, Señor, porque al llegar la tarde del día sin descanso de mi vida, me sigues esperando. No te importan ni el polvo ni el camino, sendero tortuoso de mis pasos, te importan mi jadeo y mi cansancio, mi sed del agua viva que brota hasta la vida eterna. Pozo y hontanar inagotable has hecho mi pobre corazón, lavado con el agua de las lágrimas. Gracias, Dios mío, porque no apartaste tu rostro de mi ofrenda y floreció en mis manos pecadoras el milagro sublime de la espiga en divinal consagración eterna. Gracias porque me has hecho objeto de tu gran misericordia. A lo largo y lo ancho del camino crecen las flores de mis cobardías y los arbustos de mis desalientos. ¿Quién sino Tú, con brazo poderoso dio firmeza a mis pasos vacilantes y hoy corona mi frente con la guirnalda de perseverancia ? Gracias, en fin, Dios mío, porque en pago a inconstancias y traiciones de mi alocada juventud me brindas esta serena senectud. Ya declina mi vida. Esta misa de acción de gracias que te ofrezco en mi cincuenta aniversario, busca, como el venero en río transformado, desembocar. Dilata mi esperanza, Señor, y en la insondable


el camino

herida de tu pecho, esc贸ndeme por siempre. S贸lo te pido que, al cerrar los ojos a la luz de este mundo, mis 煤ltimas palabras sean: 隆Gracias! Murcia, julio de 1962


el camino

VOLVER

PRIMER ACCESIT a la Flor Natural de los Juegos Florales de Murcia 1964.

Porque me quieres hombre regresado. Peregrino de España y la ventura me he llegado hasta ti. Y me he llegado río total: profundidad y anchura. Mi corazón es pura geografía: latitud con sus puntos cardinales, verde valle, meseta que suspira y cumbre de delirios verticales. ¡Qué resplandor en ti, tierra orillada! Lleve el viento inquietudes marineras hasta la tierra parda y exaltada que no sabe de mar ni de palmeras. Todo el amor converge hacia tu cielo como aleluya nueva, presentida ya en el alma en constante flor de vuelo, pero, por más amarte, reprimida. Quisiera descansar todos mis sueños en ti, mis ambiciones desmedidas ; florecida, entregar a tus empeños la profunda verdad de mis heridas. Todo, al fin, es amor: buscar la muerte por los caminos para conseguirte, aceptar el dolor por poseerte y, apenas poseída, sonreírte. De tu hermosura hoy, cada mañana, han de salvar mis ojos el relieve. Así el agua nacida en la fontana bajo el casto ropaje de la nieve. Este rico caudal de honda ternura que corre por el cauce de mis venas encontrará su desembocadura siendo germen de vida en tus arenas.


el camino

Sí, soy un hombre regresado, vuelto con la España total en mis pupilas: traigo de luz mi corazón envuelto, la misma blanca luz que tú sigilas. Tal vez mi carne madurada sea un sueño más entre tus bellos sueños ; que no encuentres en mí cuanto desea el empeño mejor de tus empeños. A solas te diré que estoy cansado, enfermo de quererte ; que he venido trayéndote en mis manos un puñado de rosas que yo mismo he recogido. ¿Quién vence su primer amor, -¡tenerte una vez más!-, quién tu recuerdo olvida ? He sido peregrino de la muerte para pagar tus besos con mi vida. ¡Qué dentro están, qué dentro de mi entraña estas abiertas tierras litorales, pedazo apasionado de mi España, tierras de primaveras iniciales! Encumbradas, las palmas de mis manos se abren en dones prodigiosamente: Yo sembraré en tus montes y rellanos de mi esperanza viva la simiente. ¡Bello martirio es esperar! Dichoso, feliz el corazón mártir que espera: alcanzará a gozar el luminoso milagro de la nueva primavera. Sin voz para cantarte en mi garganta, deja a mi corazón abrirse paso antes de que esta luz, que se agiganta por momentos, se pierda en el ocaso. Bajo este cielo azul, enternecido, tú sabes dónde yerra el pensamiento y dónde el corazón encandecido, prisioneros del ansia y del momento. Si es por darte, te doy cuanto me pidas porque cuando hay que dar se da de veras: mi corazón no entiende más medidas que darte cuanto tengo y cuanto quieras. Cartagena, 6-3-1964


el camino

NOTA. Este poema lo escribí para la inauguración del Juniorado de Guardamar. Por eso lleva algunas estrofas màs, que no se incorporaron al presentarlo a los juegos Florales de Murcia. Dichas estrofas aparecen a continuación, en folio aparte, sólo como testimonio de que el poema se cortó en su momento y por las razones expuestas.

Teniendo el cielo abierto por custodia, ¡oh Dios!, en esta paz dulce, plenaria, oye del mar, del campo la salmodia, y escucha de mis labios la plegaria: Gracias, Señor, por campo y por ladera, por cumbre y luz y noche y plenilunio, por la rubia semilla y por la era, por la alegría y por el infortunio. Gracias por esta plenitud sonora donde navegan hoy mis ilusiones, por el atardecer y por la aurora, por las alondras y por las canciones. Gracias por la esperanza presentida, por río y flor, por agua y por camino, por la verdad profunda de mi herida, por el sol de la espiga y por el vino. Gracias, Señor, en fin, porque me tienes en flor de vuelo el corazón. Me siento, oh Dios, un hombre nuevo, pues que vienes a morar en mi casa tan contento. Casa te doy, Señor. Si darme quieres, dame, dame, en tu luz, otro camino de esperanza, o dolor si lo prefieres: soy, como Tú, un eterno peregrino.


el camino

BREVE ROSA DE PASIÓN Jinete en corcel sin brida, la luz de la madrugada me ha matado la mirada con el puñal de la vida. Una flor, nubes de flores: ¡Oh jardín con luz de cielo! Se ha desbocado mi anhelo por sendas de ruiseñores. ¡Breve rosa de pasión, perdida, a la luz del día, en la ancha geografía de mi propio corazón! Murcia, abril de 1955


el camino

EL AMOR SE LO PEDÍA

Noche de Dios, Nochebuena, de dulzura y de paz llena e inquietudes del amor. Noche de Dios, que la tierra al cielo completo encierra porque en ella nace Dios. Entre murmullos y brisas del cielo y entre sonrisas dormido está el Soñador que en un acto de locura quiso hacerse criatura después de ser Creador. El amor se lo pedía. Sólo el amor, que sentía ansias divinas de amor, pudo salir por su nombre y hacerse hombre por el hombre para hacer al hombre Dios. El amor se lo pedía. El amor, que no sufría un abismo entre hombre y Dios. El amor que hizo un Dios-Hombre: Dios de amor -ese es su nombrey Hombre hacia el hombre de amor. Murcia, Navidad de 1951


el camino

INMACULADA ¡Cómo tu blanca imagen se me escapa! ¡No la puedo apresar! ¿Quién pudo nunca en sus ojos llevarse prisionero el bello azul del mar ? ¡Imagen fugitiva!: ¡Gratia plena en la nota vibrante del cantar angélico! ¡Divina rosa pura en cristal de roca viva toda virginidad! ¡Inmaculada! Deja -mi amor quiere jugarque sea el AVE en mí saludo breve que murmuren mis labios en cada despertar, como tú virgen, de la aurora. Altar tu corazón, oh Madre, de mi castidad plena, que hasta me la pregonan el cielo azul y el mar. Murcia, 8-12-1957


el camino

PABLO NERUDA HA MUERTO Pablo Neruda ha muerto en la página cien de su libro primero. Sólo “VEINTE POEMAS DE AMOR”. Ansias de cuerpo no bastan ya, vecino de la tierra, para seguir viviendo. ¡Qué demasiado pronto la hora de partir te trajo el viento! Y ¡qué lejos te vas en tu “CANCIÓN DESESPERADA” buscando el cementerio de los besos: “Es la hora de partir más allá del deseo, con el dolor ceñido a la cintura, retorciendo la sombra entre los dedos”. Buscaste en primavera, “desventurado hondero”, la senda del retorno casi fuera del cielo. Hoy, duro de pasiones, tu paralelo cuerpo ; y en las estancias de tu Isla Negra, tu palabra sin ecos. Cielo desde un navío, campo desde los cerros, dime: ¿Hacia dónde emigran tus profundos anhelos ? Ebrio de trementina, tú lo perdiste todo: tu voz buscando el viento para halagar su oído, el sol que hace las frutas e hizo “su alegre cuerpo”. ¿Quién cantará su nombre, “desventurado hondero” ? Valencia, 1973


el camino

ACORDAOS Dos viajeros. Puñales de soledad clavados en el paisaje yerto. La tarde se ha dormido en un ocaso de acero. Los caminos -geometría en mi errado pensamiento- son huellas de tristeza y cansancio. Todo es virgen -crepúsculo y palabrasen este corporal aniversario. El viento, con bordón de peregrino, ríe y llora en el ansia del nevazo. Tal vez la muerte acecha en los recodos de un círculo sin fin. Los labios, cárdenos de nieves, Marcelino, te sollozan palabras del Hermano Estanislao en tus brazos, que miden la distancia hasta Dios en el gesto inmortal del Acordaos. Hincado de rodillas, en tus ojos, enfermos de alegría, el rojo llanto del corazón se asoma temblando ante las luces del milagro. ¡Gracias! Y el cielo ríe en el ansia infinita del nevazo. Murcia, 6 de junio de 1960


el camino

¡QUÉ LARGO EL CAMINO! Señor, ¡qué largo el camino! ¡Qué larga, Señor, la senda! Una estrella muy lejana me está diciendo que vuelva a caminar, que no cese, tierra adentro, hacia la tierra promesa de me esperanza. Mis pies sangrantes se quejan -no hay camino ni senderode andar hollando malezas. ¡Ah quién tuviera un camino como el tuyo, clara estrella madrugadora, alumbrado por la luz de otras estrellas! Entonces mi corazón, que en la duda amarga tiembla, rumbo seguro tendría, tierra adentro, por la tierra. Estrella madrugadora, lumbre ardiente que desean mi corazón y mis ojos, porque la noche se acerca hazme en tu luz un camino para que encuentre la senda tierra adentro hacia mi alma mi corazón, hecho estrella. Señor, ¡qué largo el camino a oscuras y sin estrellas! Murcia, 11 de julio de 1959


el camino

VOZ QUE CASI ERES MÍA Desde esta tierra abierta, pura luz y ancha llaga, corazón del Levante español, me has llamado, voz que casi eres mía. Desde esta tierra abierta, prodigio de la vida bajo el cielo más alto. Para ti he despertado el hombre que yo llevo y que en duele tanto al borde del olvido. Di qué quieres de mí, voz casi suspendida, voz nada más, tan honda, tan dentro de mí mismo. Yo no puedo, luchando con tan larga esperanza, seguir, a la otra orilla del mar, desarraigado, desnacido en la tierra, sin rendirme a tu anhelo que clama y clama y clama. El viento desatado Del sur me trae a bordo, para tu luz despiertos los ojos; mis palabras, en alas de mensaje, vienen solas, desnudas, dormidas en mis labios para hacértelas beso, requiebros musicales. Este fácil y claro morir, este delirio hecho voz, puro grito más allá de mi sueño, saben que ya la espera no es camino esta noche, cuando ya hemos vencido para el amor el tiempo. Valencia: mar, llanura donde el verde se espesa entre una temblorosa blancura presentida; clamor en flor de vuelo a ras del río absorto: gloria de soledades, divina geografía. De espaldas ya a mis sueños de gloria, hoy abismada ansia fluvial, mis venas te recorren y estrechan sin dejar más cosecha, al fin, para el recuerdo que mi carne, ventura recobrada a tu tierra. No es ahora el hallar, sino el vivir al borde de este mi renacido gozo, que se apresura antes de que el milagro de tanta luz sorprenda a mi alma, entre los verdes naranjales, desnuda. Sé que ha de ser, de nuevo, el delirio del agua; luego, las amarguras, el silencio de roca; la muerte, al fin. En tanto, escondida en mi sangre, me seguirá llamando tu boca reidora.


el camino

Labios que piden labios, besos que buscan besos para esa sed nocturna de presencias, contigo. No me olvides tu voz, que es secreto y caricia, si el corazón me quieres embriagado en tu vino. Más aún te pediría cuando el alba nos cerca y perdura la dulce tentación de la sombra, desde esta tierra abierta, pura luz y ancha llaga, voz que casi eres mía, divina, misteriosa. Amárrame más fuerte mi caballo de sueño. Definitivamente, mil veces reprimido, ahoga en fuego, ahoga mi anudado deseo. Espoléame, arranca a mi sangre su grito. Cielo distante y alto, clávame tus estrellas. Puebla mi mar de espumas como tus besos blancos. Haz totales mi cielo, mis estrellas marinas en las constelaciones de la cruz de tus brazos. Son tuyas misa palabras, las que no despertaron porque esperan, ansiosas, florecerte en sus ramas; y los afirmativos rodeos de mis pájaros, que no saben herir tu primavera y callan. Yo me acerco al amparo de mi sombra nocturna -¡oh sorprendidas manos blancas del plenilunio!con un canto de rosas apenas desveladas y el corazón de proa frente a los cuatro rumbos. Estás presa en mi música. Y aunque no te adivino, eres mía en mi noche de jazmines despiertos, estrella, estrella, estrella; espuma, espuma, espuma. Amárrame por siempre mi caballo de sueño. Cartagena, 1963


el camino

TODO CONVIDA AL ÉXTASIS Flor natural en los Juegos Florales de Algemesí. Agosto de 1967.

Puerta que das al campo por los cuatro costados hacia un verdor eterno que te acaricia mudo: bajo un cielo sin tiempo, con mis ojos de ruido te recorro al abrirse el acaso absoluto. Va granando un silencio. Yo, en hombre en paz y a salvo, naufrago por tus calles apuradas, sin barcas. En el cercano parque sueñan voces de niño que hieren mis oídos con sus flores mojadas. No quedan ya del día más que esas voces blancas y veinte mil ingenuos corazones alerta cuando mi corazón cobarde te adivina a la luz temblorosa de las verdes estrellas. Por las venas henchidas de mis trigos nacientes aventura caminos hacia el alba el deseo para cantarte a espaldas de la sombra. En la noche las palabras se ocultan, naufraga el pensamiento. Ventanas y ventanas se abren frente a mi sueño de esta noche de agosto despeñado. Cien calles se intercambian el rico tesoro de sus sombras. Hay en la brisa esencias de flores estivales. Ante el despliegue de alas con sed de luz y espacio, ¡qué naufragio de todo! Se derrumban los sueños, despiertan mil caminos ignorados. El campo se torna, ebrio de sol, altar bajo los cielos. Yo no sé qué radiante primavera pervive de bruces a esta puerta sin puntos cardinales, qué rosa de los vientos orienta estos verdores, qué rumbos toma el agua entre los arrozales. Peregrino es España, me encaramo a la torre de San Jaime. A caballo de un horizonte en rojo que se abraza al azul, El Perelló levanta su arquitectura: puro juego de blancos y oro.


el camino

Nubes de luz viajeras hacia poniente. El mar se recuesta temblando. Pierde su paz la playa. A través de los verdes, por lasa acequias rotas avanzan suavemente claridades de plata. Un rumor de colmena dobla esquinas, converge por vértebras radiales a la plaza: es el hombre, los hombres que confían al viento sus promesas de pan, que han amasado, entre sueños, de noche. ¡Oh qué instante de abrazos! Por todas partes se abren calles para sus pasos de gozo apresurado. ¿Qué importan los caminos? No hay paisaje sin nombre para quien los recorre como yo con los brazos. El pueblo, este pacífico parque de olvido, acecha lontananzas y esperas en las horas vacías, pero las manos llegan a las cosas dejadas y en cada hogar se enciende la primera sonrisa. Sólo mis ojos vagan como río apurado golpeando verdores contra fachadas blancas mientras este cobarde corazón harinero muele, en silencio eterno, las últimas palabras. ¡Que se hagan de metal las horas, que se nutran los cuerpos del resol cerca de las acequias! No hay caña que no sueñe llisas de verde lomo, agua que no suspire mares por las boqueras. Desciendo con mi vértigo de la torre. Yo quiero ser de oro con la espiga del arroz bien granado, hablar de peces, sauces y medir la distancia que hay desde el pueblo al río: salvar tanto naufragio. Quiero matar rencores, dar paso a la esperanza, ahogar los pensamientos que del campo maldigan, cantar al hombre en paz y a salvo, ser su hermano, combatir, en la luz, su tristeza y la mía. ¿Vine toda una ruta de palabras vacías? La desando. ¿No basta distraer los oídos? Me mezclo con las gentes que aún agarran el cutis del agro: corazones donde triunfa el olvido. Jamás se haga el silencio en tu garganta enjuta, me gritáis. Por la senda de floridas acacias remontan hoy el vuelo pájaros y canciones. ¡Senda de olor a tierra, transida de esperanza!


el camino

Una época de gentes regresa hasta nosotros. ¡Qué cercanos el Júcar, la Albufera, Sollana, el mar, la Montañeta d’els Sants, Albalat: todo encerrado y amado en la cárcel del alma! Otra vez el paisaje. De nuevo los verdores, estas aguas violeta, la lejanía yerta, el azul trasfondado del cielo, los maizales, la balsa, el naranjal y una fragancia nueva. Mi corazón cansado, que salió al sol del campo, gira como una noria en búsquedas eternas y no piensa en el hombre, que el hombre está salvado, piensa en el que aún arrastra su inmensa cruz de ausencia. Sufre por tanta vida sin fruto. Y una oscura agua de peces tristes recorre sus canales. Mis ojos, como un barco enfilado al poniente, resbalan sobre el río dorado de la tarde. ¿Hacia qué dolor huyen los ángeles del alma? ¿En que rincón anidan los pájaros del sueño? Roto el campo, exprimiendo la dicha entre mis manos me adentro por las calles en sombra del recuerdo. Todo convida al éxtasis: el afán imposible, las rosas de unos labios que ensayan para el beso, la ilusión renacida, el silencio lejano y la palabra amiga que se nos muere dentro. Mis manos ya no buscan en la sombra dormida tanto verdor eterno. Poeta regresado, me quedo con el hombre que ha andado mis caminos y ha encendido mis ojos en la luz de estos campos.


el camino

CANTO AL TRABAJO Flor natural en los Juegos Florales de San Antón. Cartagena, 1965.

I Y Adán, roturando la tierra maldita, escondió en el surco la rubia simiente e impuso a la vida una ley, escrita con el más amargo sudor de su frente: La ley del trabajo, voluntad divina hecha por el hombre paz, caricia, beso. La rubia simiente, que duerme, germina acunando ensueños de ingrávido peso. El mundo es un magno partenón viviente. Por la interminable procesión del friso, eterna plegaria de piedra, la hirviente ronda del trabajo asciende al paraíso. Y la veloz cuádriga del carro de Eolo, tascando impaciente los áticos frenos, partirá llevando de un polo a otro polo el rico mensaje de los campos llenos. Y serán las bíblicas viñas lujuriosas, en cuyos granados, maduros racimos escondió -¡oh licor de dioses y diosas!Dionisos los acres jugos de estos limos. Y serán los anchos, dorados trigales, ayer granos leves en tu mano amiga, mañana hostia sobre blancos corporales, milagro infinito de amor de la espiga. Labrador te dicen, y yo sacerdote de pan y de brisas, escultor de auroras, arcángel de niebla, divino quijote, mercader de blancas risas voladoras. En la rubia espiga y en el rojo vino, que sueñan lagares, molinos, aprisa, sembrador, compendio del amor divino, vive el ofertorio y duerme la misa.


el camino

II Dios pobló los regios mundos siderales, arrancó una lágrima furtiva a sus ojos y engastó en la tierra y el mar minerales prodigios: diamantes y corales rojos. Por amor al hombre despertó al poeta. Y con torrenciales, fuertes aguaceros anegó la ingente flora del planeta. Rompiendo el silencio, gimen, prisioneros, -¡oh maravilloso mundo del carbono!-, hullas, antracitas, turbas y lignitos que hablan, con sus negros ojos de abandono, de noches eternas, siglos infinitos. Con qué amor el hombre la tierra perfora por mostrar al hombre mudo y sonriente la luz que la piedra dormida atesora. Y el trabajo se hace plegaria ferviente. Pues mientras los brazos la piedra golpean rezan los martillos su oración de acero. En la oscura mina ardiente se moldean el alma y el cuerpo del noble minero. Si es ley el trabajo, es también entrega, es rumor de brisa, fuente de consuelo, es beso, caricia y oración que llega -delirio, delirio vertical- al cielo.


el camino

III El sol ha dormido su rojo exquisito. La noche, preñada de nieblas y brumas, viene acuchillando –rebaño infinito de constelaciones, las blancas espumas. Han roto el cristal de la noche fría, canción toda su alma en flor, los pescadores. Todo queda atrás: hogar, alegría, frente a un mar de dudas, sorpresas, temores. Cargadas de dulces nostalgias y penas se arrojan las viejas redes silenciosas. El corazón sueña doradas arenas muy lejos del mundo real de las cosas. Peces soñadores de plateada escama buscan, impacientes, la cárcel de cuerda encelados siempre en la inconstante llama que tanta engañosa ilusión nos recuerda. Porque sé que es dura tu labor te canto, pescador del lago, de ese mar abierto que ahoga en estruendoso caminar tu llanto. Si evoco tu nombre, -cantor inexperto-, héroe innominado, es por esa ruda batalla que libras, por tu lucha interna: sabes de angustiosa soledad, de duda, de olas encrespadas. Cuando la galerna destruyó tu pobre y frágil barquichuelo, -fuiste hasta la muerte fiel a tu heroísmo-, arrancando un limpio pedazo de cielo pusieron tus ojos luz en el abismo. De la vida hiciste un continuo viaje. Y por inmolarla del ara en el centro -ofertorio vivo de amor y oleajeseguiste tu eterno rumbo mar adentro. Duerme, duerme lleno de noches y olvido, pescador sin nombre, pertinaz viajero, hasta que al profundo abismo estremecido llegue, temblorosa, luz de otro lucero.


el camino

IV Todo en el silencio augusto fructifica. Todo en el sagrado silencio trabaja: la flor que sus ricos nectarios fabrica, la oficiosa abeja que la flor ultraja. El agua medrosa que se precipita, gota a gota, desde la cóncava altura y labra el prodigio de la estalactita, milagro impoluto de la arquitectura. Dios con una simple mirada despierta la vida que late dentro de las cosas. Pronto la semilla que ahora crees muerta será ya un prodigio continuo de rosas. El pájaro libre construye en la rama del árbol, que teje sus verdes canciones, para sus hijuelos la caliente cama. Se escucha la danza de las estaciones. Presta oído atento a sus sonoros giros. En tu sangre ardiente pondrá primavera un maravilloso temblor de suspiros. Lejos el invierno de la sementera, el otoño tibio de frutos dorados, el largo verano de maduras mieses. Y cerca, muy cerca, los enamorados frente al mundo mágico sin días ni meses que en sus sueños crean. El amor no muere, vive en cada fibra y en cada latido, es dulce suspiro en la flecha que hiere, canto de esperanza en el campo florido. La acorde salmodia de voces divinas se une al ritmo inquieto, febril, trepidante de fábricas, calles, puertos, oficinas y surge el conjunto orquestal delirante. Martillos, escoplos, buriles, cinceles rompen el silencio en prismas ideales y surge, delirio de los chapiteles, la flecha atrevida de las catedrales.


el camino

Si es ley el trabajo, es también entrega, es rumor de brisa, fuente de consuelo, es beso, caricia y oración que llega, delirio, delirio vertical, al cielo. Es y será siempre una magna escuela de recias virtudes, de amor, de servicio, magisterio vivo que forma, modela y prepara al hombre para el sacrificio. Es algo divino que en nada rebaja sino que sublima nuestra pobre arcilla: el hombre, sí, el hombre reza si trabaja, y trabaja cuando dobla la rodilla. El mundo es un magno partenón viviente. Por la interminable procesión del friso, eterna plegaria de piedra, la hirviente ronda del trabajo sube al paraíso. Trabaja, trabaja: cantarán las cosas, se dormirá el trigo dorado en las eras, despertarán todas las flores y rosas y alumbrará el cielo nuevas primaveras. Cartagena, 3 de enero de 1965


el camino

ALONDRA DE VERDAD Fuiste principio y fin casi hermanados entre un temblor de estrellas sin olvido JOSÉ GARCÍA NIETO

No se ha roto el ensueño. El alto cielo está en tus manos blancas, temblorosas, caza, al fin, de la flecha de tu anhelo, ansioso de volar como las rosas. ¡Sí, te quiero! La flecha voladora del carcaj de tu pecho encandecido se hizo cielo en tu boca reidora entre un temblor de estrellas sin olvido. Labrada está al silencio de tus quejas la rosa viva de tu amor primero, libres al aire todas las abejas doradas de tus besos. El sendero -acacias donde duermen tus promesastermina aquí. Tus pasos presentidos florecerán, por rutas de sorpresas, la verdad de tus gritos contenidos. Fuiste principio y fin casi hermanados de este -en los dos- transcendental momento en que el amor que os tiene vinculados alcanza plenitud de sacramento. Tu juventud serena y luminosa abre a la luz el alma enternecida para mostrar como la simple rosa al primer sol su dicha estremecida. Eres mujer en plenitud de entrega a quien no asustan esta ni otra suerte, maternidad en flor donde navega con tu fecundidad tu propia muerte. En esto está tu gloria y tu grandeza, en darte y entregarte sin medida: el amor verdadero siempre empieza en el borde inflamado de una herida.


el camino

¡Oh eterno amor, divina singladura, abrazo sin igual donde serenas ese rico caudal de honda ternura que corre por el cauce de tus venas! Quisiera aquí acallar mi pensamiento -Alondra de verdad- pero quisiera regalarte este rico cargamento de esta palabra de amistad sincera. Palabra de verdad, cicatrizada, nacida en los profundos hontanares del corazón, del alma traspasada de luz como los grandes pleamares de tus ojos, milagro de inocencia, inicio de ese mundo trascendente que acaba en Dios y se hace transparencia en el fino alabastro de tu frente. Nunca olvides, mujer, que es un tributo la vida, y es un ir codo con codo para que se alce a sazonado fruto lo que florece ahora sobre todo. Y no olvides tampoco que se riza el agua bajo el puente cuando pasa, que es tu soplo el que enciende la ceniza de amor en el rescoldo de la casa. Recuerda, amor, que el don que tú recibes, sin entender por qué, se irá volviendo, como la luz intensa que ahora vives, crepuscular, y acabará muriendo. "Que un minuto perdido es un exhorto pues la resurrección siempre está a punto: cuando la vida es mutua el tiempo es corto, lo que se vive junto queda junto". Acaso hoy no comprendas el mensaje de mi palabra ardiente, intensa, viva, cuando ya a bordo y listo el equipaje vas a emprender la ruta decisiva. Baja la luz es ya. Mi pensamiento se queda en ti como hijo renacido. En tus labios se duerme el sentimiento entre un temblor de estrellas sin olvido.


el camino


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.