11
2
Pbro. Atilio L. Rosso
VIVE CON LA FUERZA DE LA
RESURRECCIĂ“N Reflexiones para caminar en el mundo actual, con la fe y la esperanza del Resucitado
Colegio Mayor Universitario Santa Fe - 2014 3
4
Introducci贸n
5
6
1 El sacerdocio como alegría y entrega1
“.....creeme que una vez leída tu carta no sabía si reír ó llorar, tal era
mi ánimo ante tu noticia, antes que nada quiero abrazarte estrechamente y decirte que no podía recibir una buena nueva tan linda, tan hermosa. Dios en su misericordia infinita ha querido que todos los que te conocemos como amigos pidamos en el futuro amarte como padre, como representante de Cristo. La paz que se ha volcado duerma sobre gracia de Dios y la alegría infinita de quienes te queremos entrañablemente y nos hace mover los labios en una humilde plegaria mientras lloramos y reímos viendo las maravillosas obras del Señor. Atilio, esta navidad hermosa el día el niño ha querido brindarnos una especial felicidad, mi amigo ha sido convocado por Dios, elegido por Dios, transformando el puente entre la tierra y el cielo. Bendito sea la obra del Señor.”
Esta carta fue escrita hace 50 años, la encontré hace dos meses. Uno mira la historia personal, y sinceramente, se dice que sólo por la fuera y la voluntad de Dios, se puede explicar mi presencia hoy acá. Porque no era a mí quienes los hombres y mis amigos hubiesen elegido para ser sacerdote. Fue Dios quien puso su mano sobre mí. En estos cuarenta años de sacerdote nunca supe lo que es 1
Homilía de la misa de celebración de los 40 años de su ordenación sacerdotal el 18/9/2005
7
una noche de tristeza, tampoco nunca lloré. Muchas veces me sentí impotente, pero jamás sentí la actitud interior de decir: “¿Para qué me hice sacerdote?”. En las horas del pecado, en la hora de las contradicciones humanas, de las inseguridades o del poder, jamás se me ocurrió canjear la fidelidad de Dios. Yo lo invito a que miren mis miserias y vean las maravillas que hace Dios con ellas. No tengan miedo a reconocer que han negarlo a Jesús, no tengan miedo en ser pecadores. Cristo nos amó primero, el hijo pródigo volvió, todos somos hijos de la creación de Dios. El asume la responsabilidad de la creación, no tengamos miedo. Él nos va a conducir por los caminos más oscuros, pero al fin encontraremos la luz. Quería vivir este momento con un tono de reflexión en companía de los más allegados. Yo quiero invitarlos a que no renuncien a la vida de la fe, porque es una riqueza formidable. No hay que renunciar a toda esa gracia de Dios que moviliza y da esperanza. Ese Dios que va trabajando la conducta de los hombres y que hace aparecer todos estos acontecimientos. Con este espíritu vamos a ofrecer el Pan y el Vino. No porque seamos mejores, no porque seamos los que merecemos ofrecer el Pan, sino por la gracia infinita de Dios que nos dio la posibilidad de ser sus testigos, que de este barro que somos fue capaz de anunciar un mensaje de esperanza. Esta comunión con el misterio de Cristo nos tiene que hacer descubrir que cada uno de nosotros es la obra del amor de Dios. Ninguno de nosotros es el “tarzán de la historia”. Es Cristo el que va tallando la obra de la creación. Cada uno de nosotros al ofrecer el Pan y el Vino lo hace desde la pequeñez, “Yo te ofrezco Señor este Pan y este Vino fruto de la tierra del hombre. ¿Quién soy yo para entregar estas ofrendas? Pero sé que las alzo en tu nombre porque Tú eres el Salvador. 8
Esa disponibilidad interior es la que hace que la misa sea el encuentro del hombre con Dios, la misa no es un culto, no es rito, no es una ceremonia pagana, sino que la misa es un misterio donde yo pongo en juego mi libertad. Por eso, vamos a ofrecerla hoy por cada uno de ustedes para que tengan ánimo, que sueñen, que sigan creyendo que la vida es bella, que la vida se la dio Dios y que Dios no abandona, y para que cada uno de ustedes construya el mañana con este encuentro con Cristo en la eucaristía. Ayer me decía un cura: “Pobres, los que están preocupados por nuestro celibato”. Yo quisiera ser mucho más serio de lo que fui, mucho más, quisiera ser más limpio. Me quieren hacer descubrir -le dije al cura-, que soy mediocre, que soy mediano, que no soy normal. ¡Qué equivocados que están! Cuántas veces la misericordia de Dios lo sacó a uno y le dijo: “No, yo te elegí sacerdote y soy responsable de tu vida”. Cuántas cosas de esas han entrado en este mundo de la fe de los que creemos en Cristo, hemos empequeñecido el misterio, lo hemos manipulado, lo hemos hecho triza porque nos faltó la esperanza en la acción salvadora de Dios.
Vivir los sacramentos Tenemos que aprender a vivir los sacramentos. Hoy me encontré en el sacramento de la confesión sinceramente le dije al padre: “vengo a confesarme porque son cuarenta años de cura, de ser amado por Dios, no tengo más que ofrecer sino despojos, contradicciones, insignificancias frente al amor de Cristo “. Yo creo que en la confesión es donde la catarsis de toda esa desesperanza humana se hace misterio en el amor. Yo creo en 9
la confesión como el gesto del padre que recibe al hijo. Sinceramente una alegría interior, una paz, un encuentro, un sueño, que mañana seré mejor, mañana me encontraré en la Casa de Dios. Yo podría confesar públicamente mis pecados. No tengo vergüenza a reconocer mis pecados, pero lo que si me da vergüenza es que aquél que me amó tanto me vea tan miserable. Lo que me da vergüenza no es el juicio de los hombres, sino el juicio de Dios que conoce el fondo de mi alma, eso es lo que me da vergüenza. ¿Saben lo que me da vergüenza también cuando peco? Que mi mamá, mi papá, me descubran. Como cuando era chico y sacaba algo y me escondía. Hoy de grande no tengo vergüenza en aceptar todos mis pecados delante de ustedes. Pero si tengo vergüenza que esa mujer que me amó, que me dio la vida, que me enseñó la cruz, que ella descubra mis pecados. Eso me cuesta. No me cuesta que los hombres sepan, no me preocupa en lo más mínimo, me preocupa eso, que mis seres queridos que están en el cielo me descubran en la herida del pecado. Para la cultura de hoy el pecado no existe, y mi madre está muerta. La sociedad de hoy la sepultó y la enterró. Yo prefiero creer que “mi madre vive” y que ella ve mis pecados.
Mi historia y la salvación Traje hoy para bendecirles la cruz de Esteban Stefanoff. Él me acompañó en mi juventud. Sinceramente es otro de los personajes que me humilla frente al pecado, frente a la pobreza, cuando no quiero a los pobres, cuando me revelo, Esteban vive y me recuerda cuando venía a la pensión y me decía: “Levantate Atilio, vamos al barrio”. Sinceramente, Esteban fue para mí -y 10
creo que es todavía-, el guardián de mi vida. Lo llevo siempre junto a mi, porque “Sin ti, Esteban, no puedo peregrinar, sin ti no puedo ir a los barrios “. Un día, y cuento esto porque forma parte del misterio de la fe, andaba en Barranquitas a las diez de la mañana y un tipo saca una pistola y la gatilla. Le dije: “Dejá de embromar con ese revolver”. El chico guardó el arma. Me acuerdo que estaba Zanabria atrás mío que me llevaba en su auto, y en el medio de esa historia descubrí el rostro de Esteban. Cada uno hará la lectura que quiere, pero el muchacho gatilló el revolver, se sintió el ruido y no pasó nada. Sinceramente, yo creo en esta historia, creo en esta salvación, yo creo en esta vida, creo en estas riquezas. Tendría miles de anécdotas donde descubrir que Dios existe. Yo no puedo declararles a los hombres que Dios no existe. Todo lo contrario doy testimonio de que Dios existe, que la Salvación existe y que la misericordia de Dios es infinita. Por eso, cuando uno vive toda esta aventura espiritual tiene que hacerse cada vez más pequeño, porque en la medida que uno viva la pequeñez de este misterio le doy espacio a Dios. Es la contradicción que uno tiene con el mundo. El mundo quiere proyectarlo y es todo al revés. El hombre convocado por Dios debe vivir la pequeñez del misterio. Esto es fundamental para vivir la esperanza, porque debo vivirla desde mi impotencia y no desde mi poder, mis capacidades o mi inteligencia. Celebremos esta misa por ustedes, por los hijos de ustedes, que en sus familias, anuncien que la vida es bella, que Dios los ama, que Dios es signo de paternidad, no tengan miedo de anunciarle que la misericordia de Dios es infinita, díganle a los hijos que Dios los ama, no tengan miedo, que los hijos descubran que los padres le dijeron que Dios es el amor, no 11
tengan miedo, Dios te ama. Celebremos por todos ustedes, por todos los que forman la comunidad familiar, los parientes, los amigos.
Hay que amar a la patria La misa de hoy también la quiero encarnar en el misterio de la Argentina, este país que me dio la vida. Yo sufro por la Argentina, me siento impotente frente a este país, lo veo como un país devastado y sinceramente me pregunto : “¿Dónde vas Argentina?”. Veo una república de hombres que no sabe a dónde van, que están lejos del misterio del amor de Dios. Una república de peregrinos sin rumbos, que van al cementerio y terminar allí su vida sin saber para qué nacieron y por qué murieron, que quisieron gozar de la vida y no lo hicieron. Si la suerte le tocó “A” viven mejor, si le tocó “B” viven mal. Pero no peregrinos como comunidad nacional, marchando en la historia hacia la casa del Padre. Este jueves estuve en Salta. No me cansé de darle gracias a Dios porque mis ojos vieron que todavía hay argentinos que peregrinan en el nombre del Señor Jesús. Sinceramente son las cosas, claro, pero no lo miren como intelectuales. Es un hombre sencillo que va buscando la imagen de un Cristo milagroso. Y acaso, ¿yo no lo busco cuando juego a la lotería? y creo en el milagro de la suerte. Y este pobre hombre le niego el misterio de creer en Cristo. Hay que dar por este país aunque nos parezca pequeño. En esta misa de hoy quiero ofrecer mi amor por esta patria. Hay una oración que el Episcopado dio que dice: “Jesucristo Señor de la historia que necesitamos, nos sentimos heridos y 12
agobiados, precisamos tu alivio y fortaleza, queremos ser nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso con el bien común. Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. Concédenos la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda, que nos convoca, aquí estamos cerca de María que desde Luján nos dice “Argentina canta y camina, Jesucristo Señor de la historia feliz está”. Por eso, en el ofertorio de hoy, quiero poner a éste país para que encuentre el destino. Que sus hijos puedan ser libres; que puedan descubrir la imagen de Cristo entre los que sufren; que puedan descubrir en el dolor y el sufrimiento la historia del pecado a los hombres; que en esta Argentina haya redención; que se libere a los hombres de la ignorancia, de la esclavitud, de la enfermedad, de las injusticias; que los hombres puedan sentirse hermanos; que puedan descubrir que Dios los hizo líderes de la creación. Por último, que nos acompañan nuestros queridos muertos, que nuestros muertos estén hoy en mis cuarenta años, la historia de mi corazón va transitando la cantidad de seres que ya llegaron a la Casa de Dios. En el repertorio de hoy quiero poner mi pequeña oración por todos ellos que me enseñaron a amar a Dios, por todos los que me enseñaron a perdonar, por todos los que supieron enseñarme el camino al Cielo es la patria Celestial. Los invito también que todos los muertos de ustedes en esta misa de hoy las concelebremos con ellos y presentemos al Dios de la vida la página hermosa de la eternidad. 13
Bendición final “Dios Padre, en este acontecimiento de mis 40 años de sacerdote quiero renovar la promesa que hice un día ante el obispo Enrique y ante el pueblo de Dios. Quiero unirme más fuertemente a Cristo y configurarme con Él. Renunciando a mi mismo y reafirmando la promesa de cumplir las sagradas leyes que por amor a Cristo acepté gozoso el día de mi relación para servicio de la iglesia. Deseo permanecer como fiel dispensador del misterio de Dios sobre la celebración de la Eucaristía y las demás acciones litúrgicas y desempeñar fielmente el misterio de la predicación como servidor de Cristo, cabeza y pastor sin pretender los bienes temporales, sino movidos únicamente por el Señor de las almas. Ahora queridos amigos, orad por mí, para que el Señor derrame sobre mí los dones de su bendición, para que sea ministro fiel de Cristo y me conduzca a Él, única fuente de salvación. Rezad también para que cada uno de los que hoy vivimos la alegría del sacerdocio confiado a esta humilde persona seamos cada vez imagen más viva y perfecta de Cristo. El buen pastor, el maestro y ciervo de todo. Cristo óyenos, Cristo escúchanos. El Señor nos guarde en su calidad y nos conduzca a todos a la alegría del cielo. Queridos hermanos, reciban ustedes la bendición de Dios por medio del sacerdocio, que invocando la memoria de Esteban nos haga descrecer en el amor a los pobres, en buscar el rostro de Cristo en los que sufren y peregrinar en la vida sabiendo que todos estamos invitados en el Banquete del Reino de los Cielos. Que la bendición de Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo descienda sobre cada uno de ustedes, y permanezca para siempre. 14
2 La fe y la esperanza en nuestro tiempo
Cuando aparece el cristianismo hace dos mil años la cultura pagana tenía una dimensión trascendente de la vida, eran paganos, pero tenían un Dios. Cristo viene y empalma con esta cultura y presenta el Dios de la resurrección. Hoy me parece que en nuestra cultura el Dios ha desaparecido. El Dios de los valores absolutos han desaparecido, la cultura ignora de Dios y nos queda un Cristo histórico. Entonces, frente al mundo actual no tenemos una respuesta vital. Por eso yo elegí este texto que lo voy a usar toda la Cuaresma, lo voy a trabajar para que nos ayudemos ha vivir una fe rica, una fe que nos entusiasme, una fe que tenga horizonte, y especialmente, voy a trabajar la idea de la esperanza. Es un texto del profeta Ezequiel para ver si nos ayuda a que cada uno hagamos un examen de conciencia sobre las cosas muertas que tenemos. Debemos darle nombre a esas cosas, y preguntarnos desde dónde las queremos resucitar: ... El Señor me invadió con su fuerza y su espíritu me llevó y me dejó en medio del valle que estaba lleno de huesos me hizo caminar entre ellos en todas direcciones, había muchísimas en el valle y estaban completamente secos y me dijo: ... Hijo del hombre ¿Podrás revivir estos huesos?, yo le respondí: Señor tu lo sabes, y me dijo profetiza sobre estos huesos y diles: “Huesos secos escuchen la Palabra del 15
Señor”. Así dice el Señor a estos huesos, Y voy a infundir espíritus para que vivan, los recubriré de tendones, haré crecer sobre ustedes la carne, los cubriré de piel, les infundiré espíritus y vivirán, y reconocerán que Yo soy el Señor, Yo profeticé como me habían mandado y mientras hablaba se oyó un estruendo, la tierra se estremeció y los huesos se unieron entre si, miré y vi como sobre ellos aparecían los tendones, crecía la carne, y se cubrían de piel, pero no tenían espíritu, entonces El me dijo: ... llama al espíritu hijo de hombre, llámalo y dile : ...Esto dice el Señor, ven de los cuatros vientos y sopla sobre estos muertos para que vivan. Los llamé tal como el Señor me había mandado y el espíritu penetró sobre ellos y revivieron y se pusieron de pie, era una inmensa muchedumbre y me dijo: “Hijo del hombre estos huesos son mi pueblo de Israel, anda diciendo, se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, estamos destrozados, por eso profetiza y diles: esto dice el Señor, yo abriré tus tumbas, los sacaré de ellas Pueblo Mío, los llevaré a la tierra de Israel, y cuando abra sus tumbas y los saque de ellas reconocerán que Yo soy El Señor, y infundiré en ustedes Mi Espíritu y vivirán, los estableceré en su tierra y reconocerán que yo El Señor lo digo y lo hago..., Oráculo del Señor. ( Ezequiel 37,1-14) Elegí este texto porque hoy estamos llenos de cosas muertas. No crean que lo que yo voy a decir es pesimismo. Yo creo que hay que ser honestos y descubrir que en estos últimos diez años toda la cultura de occidente, todo lo que llega al país, porque somos un país vive copiando lo que viene de fuera, en todo eso el valor Dios ha muerto. Lo profetizaron hombres de mitad de siglo pasado. El valor absoluto está ausente, no hay referencia a este valor Dios, y, en consecuencia, no hay estabilidad, no hay culto, y entonces la sociedad, la familia, la producción económica, la educación, los hijos, todo entra en un subjetivismo que se manifiesta de alguna manera más fuerte en algunos o mas solapado en otros. 16
Unos miran a los costados, tienen miedo, no viven una fe vital, la fe que transforma, una fe que alegra el corazón, la fe que entusiasma, una fe que me lleva a ser optimista. Por el contrario vivimos agazapados en una Iglesia que tampoco me llena, una Iglesia que en cierta forma ha quitado el pecado y me ha liberado de ser pecador. Pero entonces me he vuelto indiferente. Soy un hombre indiferente, el valor Dios no está en mi vida, y frente a una institución especial pero que no dinamiza, entonces veo lo que pasa a mi alrededor y achico mi corazón.
Las mentiras que nos paralizan Yo me acuerdo: era un mocoso, tenía once años. En el año 1940 un ministro de educación ordenó que no debía haber signos religiosos en las escuelas. Entonces el cura del pueblo nos invitó a los que íbamos a la parroquia a retirarlo los cristos de la escuela. El cura agarró sus feligreses de la Iglesia y fuimos en procesión. Era una escuela que atendía la parte pobre. Los gringos estaban acá y todo el pobrerío criollo estaba del otro lado del pavimento. Y entonces sacamos los Cristos. El cura los tomó y los dejó en la Iglesia. Hoy hay una devoción a esos Cristos. Cuando yo me voy a hacer sacerdote ese cura me dijo: “Mira Rosso, vos estuviste cuando sacamos los cristos, yo te digo que a mí no se me murió ningún criollo sin los sacramentos. Esto es para que sepas en tu vida que la Fe, la Esperanza y la relación con Dios y con los hombres es mucho más rica que la visión humana”. Para mí fue el mejor regalo que me hizo el cura párroco que me bautizó a y que estuvo cincuenta años de párroco en Leones. Hoy hay un diputado que quiere sacar todos los signos religiosos de los espacios públicos. Yo le digo: ¡Que saquen todo! Es toda mentira. Que saquen los crucifijos de los palacios de la justicia, porque a ese señor juez -que una vez dice una 17
cosa, después otra, hoy puso preso a este y mañana lo suelta-, nadie le cree. Cuando veo que ese señor tiene un Cristo atrás, entonces uno tiene ganas de decirle: ¡Sacame el Cristo! Porque me molesta que este ahí y no me deja avanzar en mi Fe. Y si miramos los parlamentos, todas esas Biblias que ponen en la mano para jurar, mentirosos, mentirosos. ¿Y qué dice el hombre de esta sociedad? Es lo mismo jurar con la mano en la Biblia que sin la Biblia, porque después hacen todo lo mismo. Ese hombre común va a la policía y ve que todo está lleno de imágenes religiosas, a Virgen a la entrada, el Cristo allá, los crucifijos en cada pieza y el hombre ve que ahí se tortura, se persigue al inocente, se delatan entre ellos, total el Cristo tapa todo. Yo digo que en la escuela también saquen esos Cristos. Me acuerdo que en una fiesta del pueblo un intendente me dijo: “empecemos con la misa”. Y el director de la Escuela de Monte Vera, me dice: “¿Por qué no la hacemos rápida, vuelta y vuelta?” Yo le dije: “Mira lo que conozco vuelta y vuelta es un bife, si vos querés no vengas con la escuela. Para qué la vas a traer si ella no cree en Dios. Si ella es la resultante de esta cultura de hoy ignora un valor espiritual. Y que te guste o no te guste a vos la historia de la humanidad desde el paganismo hasta hoy tiene algo de trascendente”. Si ustedes van mirando hay muchos muertos. Miren bien y marquen los huesos que ustedes ven. Porque hay muchos cadáveres que tapan la Resurrección. Y lo que nos pasa a nosotros los católicos, es que el cristianismo para nosotros ha pasado a ser una cosa a pedido del cliente, vuelta y vuelta, se relativiza todo y de alguna manera todo vale. Y si a ese relativismo los acompañamos con el racionalismo con el hombre de la tecnología, y bueno cuando este hombre se encuentra a estos misterios , nosotros le bajamos la vara, le 18
diluimos el dogma, se lo hacemos más liviano. Y así predicamos un Jesús bueno, un Jesús que atiende a los pobres y ahí termina todo.
Los pilares de la Fe Miremos el primer pilar de la fe: la encar nación. Preguntémonos: ¿Qué es la Navidad para la cultura de hoy? ¿Es un niño nacido en Belén? ¿Un acontecimiento histórico? ¿Un hecho sociológico? o ¿Es la encarnación de Dios en ese Niño? Esto fue discutido durante los primeros 300 años del cristianismo, y se dijo que ese niño es Hijo de Dios. No es un dios de los griegos, tampoco es una figura egipcia que viene y representa una divinidad. Ese niño es hijo de María y de José por acción del Espíritu Santo y es el Hijo Dios, igual que el Padre. Todas estas verdades en la vida espiritual nuestra están muertas. Y si ustedes sacan la encarnación, no queda nada, se desarma todo, empiezan a caer huesos, se llena todo de huesos No hablemos del segundo pilar de la Fe el de la resurrección, miren, si yo no tengo claro en mi vida, la espiritualidad que acepta el misterio de la encarnación, yo no sé que Pascua se puede celebrar. Quisiera saber ¿cuál es la Pascua que celebra la clase media? Los más ricos que pasan estos días por ahí descansando. Los pobres ni saben qué es Pascua. Ellos no tienen mucho que celebrar. La resurrección pasa a ser otros uno de los tantos mitos que invadió la cultura occidental. Porque si Cristo no resucitó, tampoco se encarnó. Entonces, todo el misterio de Dios va desapareciendo y nosotros estamos inmersos en esta cultura 19
de hoy: cultura de violencia, cultura de discriminación, cultura de una navidad mentirosa. En la lectura de Ezequiel ustedes tienen que encontrar todos los muertos que tienen, porque si ustedes no localizan todos los huesos secos que tiene su vida,. nunca van a vivir ninguna Pascua y no van a sentir la alegría de la naturaleza humana.
La fuerza de la esperanza Tratemos de vivir la alegría del Evangelio. Sepamos enamorarnos de Jesucristo, sepamos descubrir porqué Cristo es la esperanza hoy. Yo no puedo seguir viviendo así: lleno de temores, lleno de inseguridades. La ciencia me invade, la tecnología me invade, la genética, todo me invade, me van achicando, me van haciendo un hombre sin horizonte, y entonces, soy un hombre indiferente, y no soy un hombre de acuerdo al Evangelio de Jesús. Para convertirme tengo que madurar esto y este texto del profeta Ezequiel me tiene que ayudar a encontrar de dónde viene la fuerza del Espíritu. La cultura moderna nos deja muchos muertos: Irak todo destrozado, gente muerta de hambre y enferma. Me dejan pilas de cadáveres. Miro mi país y veo cadáveres, cadáveres por todas partes. Nosotros, en Los sin Techo tenemos 1.600 chicos desnutridos. Esos que tienen trastornos neurológicos, la vida para ellos es la muerte, es un huesito más, es un huesito que anda suelto. Que la cultura de hoy siga enseñando lejos del espíritu pero que después asuman su responsabilidad. No me vengan a encajar a Jesucristo en esos muertos, que lo asuman los que declararon que “Dios no existe”. Y Uds. se preguntarán ¿En dónde está la fuerza de la 20
esperanza? La respuesta es en la Resurrección de Cristo. Porque si en mi vida personal no tengo una definición clara y precisa con respecto a la Resurrección, queridos amigos… no hay esperanza. La esperanza viene de allí, porque en la resurrección encuentro una respuesta transformadora en mi vida. Vamos a ir mirando desde dónde yo -hombre de este tiempopuedo ser un hombre de esperanza, y dónde puedo ver la llama de Cristo en mi vida. Primero, miremos la historia. Si uno lee la historia de la Iglesia, descubrirá lo que significó el paso del judaísmo al cristianismo y del paganismo al cristianismo. Sabrá donde estuvo la verdadera fuerza. La fuerza no fue negociar con los medos o con los griegos. La fuerza fue proclamar al Cristo Resucitado. Y cuando los bárbaros invaden toda Europa el clan nuevo que sale ahí, sale con el Cristo Resucitado. No sale con la sociología, ni con la teología, ni con el yo profundo. Salió con la Resurrección. Y cuando en la edad media, la Iglesia se hace cómplice del poder, el que la saca de la crisis es el Cristo Resucitado. Y en toda la época actual, vemos que la modernidad hace agua, que ya no tiene soluciones. Se vive en la indiferencia total. La cultura de occidente centrada en el mundo económico, que ha perdido la fuerza del espíritu. Esta es una nueva crisis centrada en el yo, del egoísmo, centrado en el hombre, el dios es el hombre, que ya no cree en nada lleno de temores, de miedos de inseguridades. Y entonces están destruyendo la familia. Los hijos se dedican a visitar a los padres, uno va a vivir de la madre, otro va a vivir del padre, y toda la relación matrimonial quebrada. Ante esta crisis nos podemos llenar de pesimismo. Sin embargo, todo lo contrario tenemos que salir a buscar las fuentes de la esperanza y esas fuentes la vamos a encontrar en 21
Dios. Porque Él me ha demostrado que en estos siglos no abandonó a su pueblo, Dios me habló claro cuando nace el cristianismo, cuando llega a convertir a los paganos. La historia me dice que crisis hubo a lo largo de todos los veinte siglos, esta no es la única crisis de la historia. El otro día, el gobierno de Alemania pedía hijos. No tienen hijos. Es el fruto de adorar al dios “yo”. Y en nuestro país, que vivimos mirando y copiando, está la eutanasia en la puerta y está la ley de aborto en la puerta. La nación está liquidada, no tiene reservas. Y si ustedes creen que este es un problema económico, están equivocados. Para entender la dimensión de esta crisis hay que mirar las comuniones. Miren las Eucaristías eso que celebramos nosotros, ¿Saben qué es eso ? Es un símbolo de un grupo de personas, como los de “la peña de los viernes”: llegan a la peña, un grupo de amigos, un grupo cuentan sus cosas. Pero, que Jesucristo viene acá en la Eucaristía… No exageremos, el Cristo vital, el Cristo del banquete, el Maná de la vida, donde yo me confieso a ese Cristo, donde yo profetizo que Él es mi Dios, mi Creador, y mi Salvador, eso no. Para poder esperar la Pascua, tengo que creer en la Resurrección, y la tengo que creer vitalmente. Para creer en mi resurrección, tengo que creer en la Resurrección de Jesucristo, sino amigo… yo estoy muerto, muerto en vida. “Buen tipo”, pero… muerto en vida.
22
3 Encontrar a Dios en el camino
...Aquél mismo día, dos de los discípulos se dirigían a un pueblo llamado Emaus, que dista de Jerusalén 20 Km. Mientras hablaban y se hacían preguntas, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos estaban segados, que no eran capaz de reconocerlo, y les dijo: ¿qué es lo que vienen conversando por el camino? Ellos se detuvieron entristecidos y uno de ellos le respondió: “eres Tú el único en Jerusalén que no sabe lo que ha pasa allí en estos días. Eso les pregunto ¿qué ha pasado? Ellos contestaron: “lo de Jesús el Nazareno, que todo es poderoso de obra y palabra ante Dios y ante todo el pueblo. No sabes que los jefes, los sacerdotes y nuestras autoridades lo entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran. Vosotros esperamos que Él fuera el libertador de Israel y sin embargo ya hace tres días que murió, es cierto que algunas de nuestras mujeres nos han sorprendido, porque fueron temprano al sepulcro y no encontraron su cuerpo, hablaban incluso de que se les había aparecido dos ángeles que decían que estaba vivo, algunos de los nuestros fueron al sepulcro y lo encontraron todo como las mujeres decían, pero a Él no lo vieron”. Entonces, Jesús les dijo: “qué torpes son para comprender, y qué duros son para creer lo que dijeron los profetas. No era necesario que el Mesías sufriera todo esto para estar en su gloria”. ( Luc. 24, 13-26) 23
En este texto, es la única vez que se encuentra en los evangelios la palabra entristecido, estos hombres de Emaús somos cada uno de nosotros, que estamos esperando que Jesús libere al pueblo, que nos haga ganar la grande, que sea aquél que nos dé la seguridad de la vida y mientras espero corro el riesgo de no reconocer al Jesús que pasa a mi lado. La vida me enseñó que Cristo vive. La Eucaristía me dice que es el pan de la vida. Cuando consagro el Pan estoy viviendo el misterio más grande de la vida, por eso nunca me tengo que llenar de pesimismo. El pesimismo no está en la vida de la fe, no está en los seguidores de Jesús. Veinte siglos me dicen que Dios fue fiel, mi vida personal me dice que es fiel, la vida de mi país me dice que Dios es fiel, yo tengo que tener y descubrir la trama de la Resurrección, incorporarla vitalmente a mi vida y peregrinar. Para eso, celebro la Pascua, porque es el momento de mi salvación donde puedo cantar la alegría de mi vida, es el momento en que vuelvo a la creación y le doy gracias al Señor por haber nacido, es el momento de decir gracias porque me elegiste en el agua del bautismo, gracias porque soy sacerdote, gracias porque vivo este misterio con todas mis debilidades humanas. Como los discípulos de Emaus, también en el fondo del alma uno quisiera ver el triunfo, quisiera ver que Cristo es victorioso, que Cristo camina en la historia de otra manera pero no. Cristo camina en la historia ocultamente, construyendo sin ver, triunfando sin victorias y yo tengo que enamorarme de ello. Tengo que meditar aquello del Génesis, aquello que dice que soy imagen de Dios. Tengo que revisarla en la vida, descubrir en dónde yo soy imagen de Dios. Y lo tengo que encontrar -no en la tristeza como los discípulos de Emaús-, lo tengo que descubrir en el misterio de la creación, en toda esa riqueza de la creación. Tengo que descubrir mi fe, mi optimismo mi ganas 24
de vivir, ser dueño de la historia, ser partícipe del misterio. No debo tener miedo, navegar mar adentro y descubrir cómo pasa la salvación, decirle al emperador romano: “no quedó nada de tu imperio”. Le digo a los bárbaros que “no quedó nada de sus conquistas”, a los de la edad media “no quedó nada de sus castillos”, a los de Renacimiento “no quedó nada de sus oropeles”. Sin embargo, queda algo en la historia que se llama comunión de los hombres con los hombres y con Dios, y eso es Jesucristo. Los emperadores, los reyes, el feudalismo, la democracia, pasaron y van a pasar, pero lo que queda es el misterio de la comunión de los hombres con Dios que marchan hacia la Casa del Padre. Por eso, en todos estos domingos de cuaresma revisen bien sus vidas. No sé cuánto de Uds. se habrán puesto las cenizas el miércoles; no sé cuántos se habrán confesado, pero piensen bien, acepten el desafío de la espiritualidad de Cristo. No tengan miedo de contemplar el misterio profundo de Dios y ver las cruces que sobran en la historia. Yo tengo que llegar a Pascua creciendo todos los días, descubriendo al otro, para poder escapar ese “yo” maldito que me atrapa permanentemente y poder ubicarme en la obra de Dios que se realiza en cada hombre. Queridos amigos (sino el texto de Mateo “tuve hambre y me diste de comer, estaba desnudo y me vestiste, estaba en la cárcel y me viniste a ver” (Mateo 25,34) me resbala). Si yo no aprendo la metodología de descubrir al otro todos los días, y descubrir mis pecados todos los días, que no soy fiel, que discrimino, que tengo violencia. Si yo no acepto que tengo que vivir en esta sociedad, aquí y ahora, si yo no hago esta lectura profunda, no lo encuentro a Jesús. Y si no encuentro a Jesús, no puedo vivir la riqueza de la dinámica de Dios en la historia a través de los hombres. 25
Por eso, los invito a que se preparen para la Pascua, no hay más tiempo, los tiempos están cumplidos. No esperen ver ninguna sociedad mejor, no sueñen con ver la solidaridad ni la fraternidad en la tierra. Ustedes tienen que vivir en el misterio de la Resurrección y de la alegría, porque por ello vale la pena que mueran. Y después de descubrir el sentido profundo de la vida, asumiré lo que me toca vivir en la historia y en este país. Elimínenlos todos los muertos, como el profeta Ezequiel, cada uno marque sus muertos. Van a encontrar muchos sacerdotes y muchos obispos. No busquen en el adversario. Entonces, ahí es donde nosotros tenemos que decirle: “Señor perdón”. Señor ayúdame a que no viva más pascuas mentirosas, que no viva más navidades engañosas.
26
4 La aceptación de Cristo resucitado
Estamos inmersos en una la sociedad seudo cristiana donde el Misterio de Cristo se ha transformado en un humanismo con libertad religiosa. Hay miles de maneras donde el misterio queda afuera. Cuando uno era joven se decía: Jesucristo sí, pero la Iglesia no. Hoy se ve a Jesucristo como uno más, como un humanista, pero no como el Hijo de Dios que murió y resucito. Si uno revisa bien su vida, encontrará que la encarnación del Hijo de Dios no tiene fuerza no despierta admiración ni alegría ni tampoco confianza. Estamos bloqueados. Miremos -por ejemplo- en la educación. Ahí las preocupaciones de los hombres son otras cosas y lentamente esa acción de la libertad, esa actitud de relativizar el misterio, va entrando en la vida espiritual y va bloqueando la posibilidad de que yo me convierta al misterio de la Encarnación y acepte la acción de Dios en la historia. Preguntemos ¿cómo vemos la creación en nuestra vida diaria? Cuando uno tiene un espacio de tiempo, va en el auto, o viaja, o tiene una noche de serenidad donde puede estar solo. Se pregunta por la obra de la creación. Yo hombre religioso me sorprendo ante el misterio y las maravillas de la naturaleza, me ubico en la creación y ubico a Cristo allí, en esta creación, 27
me la imagino, la puedo contemplar, la puedo ver y decir “Cristo está en medio de esta realidad”. Y cuando veo en esa creación los problemas y los errores de la naturaleza, todos los terremotos, los temblores, todos los cataclismos, entonces, sigo siendo un hombre de la creación de Dios o empiezo a dudar de su obra. Preguntémonos si cuando veo a un hombre que vive enfermo, que viene al mundo con deformaciones, no tengo vacilaciones y me digo a mí mismo, esto también es el modelo de la creación. Entonces, asumo actitudes de encierro, de independencia, que están fuera del programa de la creación. Y uno empieza a juzgar los errores, como corregibles y previsibles. La inundación se podía pronosticar, esta deformación se puede prever... A nadie se le ocurre pensar que estas una fallas son fruto del pecado. Y así, uno va mirando todo. Todos los arreglos que quisimos hacer para no aceptar esta acción creadora de Dios y la Encarnación, porque aceptar la encarnación es aceptar que hay cosas malas, que hay una distorsión, que existe el pecado, que tenemos la esperanza resquebrajada, que la voluntad del hombre está disminuida, los grados de libertad no existen. Porque si yo acepto a Cristo encarnado, tengo que aceptar que existe el mal, y ahí está el drama, ahí está el drama del hombre de hoy. Cuando yo tengo que aceptar el mal me aparto del misterio de la creación, y me aparto de la encarnación. Entonces, todo se arregla y todo tiene solución humana, la armonía, la paz. Ya vendrán los hombres para arreglar todo, encontraremos los caminos de la igualdad, de la fraternidad. Nunca veo que mi creación está fallada, nunca el hombre dice: yo estoy fallado, yo no soy el que aparento ser y nadie se lo quiere decir a eso, pero en lo íntimo de mi conciencia cada uno sabe la verdad. Yo tengo que tomarme un tiempo para 28
para encontrarme con mi realidad y humildemente aceptar que soy el que soy, tengo límites, tengo pecados y miserias . Si yo no acepto las fallas de mi condición humana, difícilmente me preocupe la encarnación y reconocer que Jesucristo vino para darme un modelo de hombre nuevo. La Navidad es cuando yo me alegro de la encarnación y encuentro entre ello que me puedo convertir todos los días. Admiro la acción creadora de Dios y el Amor profundo de Dios, el me bendijo para que yo me salve, para que yo le encuentre sentido de la vida.
Frente al drama de la muerte Y de ahí saltamos a la resurrección de nuestra vida. Porque ante la muerte mi “yo” tiembla y se resquebraja. Sino, fíjense en las muertes que pasan todos los días, el servicio fúnebre que pasa rápido y con poco cortejo, el decaimiento de la celebración del día de los muertos, todo lo que me huele a muerte lo tapamos con un telón para no enfrentarnos a la muerte. Fíjense, hace muchos años los avisos fúnebres decían: “Murió en la Iglesia Católica con la bendición Papal”. Hoy, avisan que murió y listo: “Juan murió en el día de ayer”, como podían poner el aviso de un gato. Entonces, se entiende todo este drama de no valorizar la resurrección de Cristo, de no celebrar la Pascua. Porque, fíjense... son más lógicos los que van a la Meca que nosotros los católicos. Y esta cultura me ha llevado a aceptar que en la muerte hay un acto fallido de la naturaleza. Pero no me explica que yo era un hombre para vivir, no era un hombre para morir. Entonces, el relativismo que va entrando en mi 29
vida personal y se va apoderando de mi conciencia. Tiro la pelota hacia delante, algún día cuando me toque, voy a ver eso de la muerte. Pero huyo de la meditación de mi muerte como tema esencial de mi existir. Para que yo valore la Resurrección de Cristo, yo tengo que tener una causal de mi muerte, para que yo me alegre de la Resurrección, para que yo la festeje, para que yo le encuentre sentido a la Pascua. Tengo que aceptar que la muerte la introdujo algo que se llama pecado y desde entonces el hombre perfecto no existe porque sino ¿qué es lo que quiso salvar Jesucristo del hombre?. Ahí está el núcleo vital de la muerte de Occidente. Se ha perdido la dinámica de la Resurrección, porque ha creído que el hombre va a lograr todo, va a lograr superar el odio, los rencores, las guerras, las divisiones, el Sida, la droga, va a lograr todo. Porque este hombre no quiere aceptar que la muerte es un mal, que la muerte no es la lógica de la vida, para que yo celebre la Pascua y esté contento de la Pascua para que yo me sienta resucitado y que en mi mundo interior no halla pesimismo para que mi psicología humana siempre crezca, para que yo no me encierre en mi tristeza, ni en mis soledades o miedos, yo tengo que abrirme al sentido profundo de la Resurrección.
Un proyecto eterno Miremos bien nuestras vidas para que no nos pase igual que a los discípulos de Emaús que venían creídos que este hombre iba a salvar a Israel y como estaban equivocados caminaban tristes. Es lo que nos pasa a nosotros con todas estas posturas que hemos tomado a través de nuestra historia, lo vamos 30
buscando fuera de lo que el vino a salva por eso la tristeza de mi vida, la sinrazón de mi existencia Hoy los hombres que siguen a Jesús se sienten defraudados, por eso tienen que salir a buscarlo, pero para poder encontrar a Jesús primero tengo que convertirme. Si no quiero seguir en esta atonía, en esta indiferencia, que no me libera nunca, que me tiene atrapado, la indiferencia me llena, no soy feliz nunca, necesito descubrir el misterio de la grandeza de mi existencia. Yo tengo que encontrar la razón por la que vivo y la razón por la que yo fallo, por qué no me puedo reconciliar. Mi verdadera alegría está en el proyecto de la eternidad. Todo está en la alegría que me dio Cristo, el modelo que representó. Todos los mis problemas los resuelvo en Cristo, la angustia y los miedos y los temores los redescubro en la Resurrección de Cristo. Yo creo que a nosotros nos toca este tiempo y tenemos que ser lógicos. Yo quiero ser feliz, yo quiero vivir alegre, no quiero avanzar con mis rencores, tristezas, mis soledades y miedos pero el único que puede salvar de estos miedos y tristezas es Jesús. Es lo único nuevo que trae Cristo. No trae otra cosa. La salvación es esa. No son las obras de caridades, eso es secundario, me trae la razón profunda de la alegría de la vida. Desde Cristo yo puedo decir que estoy contento de haber nacido, estoy contento de haberlo conocido, estoy contento de sufrir, estoy contento de asumir mi cruz porque mi cruz tiene sentido, mis dolores tienen sentido. Aprovechemos este tiempo especial y tengamos la alegría de celebrar la Pascua cambiando un poquito, que salgamos de la Pascua optimista, enamorado de la vida, hombres de esperanza, con la capacidad de hacer lectura de todos los acontecimientos, con eso basta, con eso basta para vivir la alegría del mensaje de Jesús. 31
32
5 El legado espiritual de Cristo
Estamos en un momento muy difícil para que los que creemos en Jesús. Por eso, debemos encontrar elementos que nos ayuden a salir de la agonía, de la indiferencia, y de esa actitud media claudicante similar a la que tuvieron los discípulos de Emaus. Los que tenemos unos años hemos visto distintos momentos donde esta cultura occidental buscó dar soluciones a los problemas de la existencia humana. En un tiempo encontró el camino del gozo, en otro el de la indiferencia o el pesimismo , propuso la muerte de Dios y la secularización de la sociedad. Pero hay un momento frente al cual que esta cultura no tiene respuestas en cuando una pala de tierra resuena sobre el féretro en el fondo de la tumba. Entonces aparecen todas estas soluciones de la tecnología, del progreso, de la ciencia y nosotros los cristianos también entramos en ese baño de liberación. Por eso pasan los días y en nuestro espíritu hay una actitud de insatisfacción, no somos felices. Y nos invade el pesimismo esa actitud que lleva muchas veces al suicidio y que nace de negar el sentido de la vida y de ir muriendo de a poco junto con todas las cosas de la existencia. Me parece que vale la pena empezar a descubrir los caminos posibles para superar estas falsas liberaciones. De encontrar en nuestra vida espiritual a ese alguien que un día nos eligió 33
para vivir y nos eligió en el agua del bautismo, regalándonos una dinámica para vivir, pero que por distintas circunstancias de la vida, esta fuerza se fue apagando. Hay que zambullirse la carta de San Pablo a los Efesios, que para mí es el testamento espiritual que nos deja Cristo. Es el mensaje para que nunca a lo largo de nuestra existencia busquemos las soluciones existenciales. Ni en el gozo, ni en el pesimismo, ni en la técnica o en el poder, sino que lo hagamos en el misterio de su encarnación y resurrección. De esta carta yo quiero subrayar dos o tres cosas. Primero, que Dios nos eligió antes de que Él creara el mundo para estar en su eternidad. Si a esto uno lo deja dar vuelta en su vida, en las distintas circunstancias positivas y negativas, en las cosas bellas y en las feas, en mis éxito y mis fracaso, si uno se acuerdo siempre que: “El que me creo y me creo para algo, en su amor me destinó de antemano para ser hijo suyo”, otro será el sentido de nuestras vidas. En segundo lugar, tenemos que encontrar una relación afectiva con Dios, porque para revitalizar nuestra vida y encontrar esa acción creadora de Dios en mi vida, tengo que buscar caminos, que no se queden en una aceptación de principios y doctrinas solamente. Porque todo el drama del catolicismo actual fue el pecado de entrar en el mundo de la racionalidad y olvidar el mundo afectivo. Yo analizo los cantos de cuando era chico, que parecían medios pegajosos pero en el fondo eran cantos donde expresaba una relación afectiva con Dios. Yo creo que a nosotros nos falta una relación íntima con Jesús en su Palabra, en sus sacramentos. Para superar esta hora de crisis, esta hora de que todo parece derrumbarse, que la no puedo dejar de alimentar mi vida con la Palabra de Dios. 34
Si ustedes revisan su mesita de luz van a encontrar todos los artículos, todas las interpretaciones del momento pero la interpretación de la historia desde la Palabra de Dios no está. Para mi está una la causa de las grandes crisis del catolicismo, nosotros no tenemos herramientas para interpretar el momento de la historia. Entonces no le encuentro sentido a la historia, a la vida y a las trabas del mundo actual.
El alimento para la vida espiritual Yo les decía el domingo pasado que hay que hacer una lectura del pecado en mi vida y en el mundo. Pero yo me pregunto: ¿Con qué palabra yo vivo el pecado, con qué palabra me asomo hoy a esta bomba en Madrid?1. Si nunca entro con la Palabra de Dios, si nunca fui mirar la historia del pueblo de Israel, no me fui a escuchar los profetas en el destierro de Babilonia que decían: “Sean fieles, Dios cumplirá su promesa” Al no vivir así no voy a descubrir nunca la Cuaresma, ni voy a descubrir el Viernes Santo, ni voy a descubrir la Pascua cuando dice San Pablo:”...y por su sangre fuimos rescatados, y se le dio el perdón de los pecados fruto de su generosidad inmensa que se derramó sobre nosotros”. (Carta Efesios 1,7). Yo tengo que descubrir: “el rescate que pago Dios por mí”, entonces no hace falta que me digan a mí lo de la limosna, el ayuno y la oración cuando yo descubro el rescate que pagó, entiendo cual es mi conducta frente al que me liberó. Y uno lo tiene que pensar bien que en la oscuridad de la noche alguien se hace luz, alguien se hace camino, cuando yo veo tantas páginas de odios, rencores, muerte, entonces yo soy un lírico de la paz, soy un enamorado de la paz, del amor, de la paz que construye el rostro de mi hermano, cuando va mirando todos los dramas de la historia humana se tiene que 35
preguntar: ¿dónde está el sentido de la clave de mi vida?, ¿dónde está la llave con la cual mi corazón espera la gloria de la resurrección?. Hay que mirar a Cristo en las bienaventuranzas, descubrir quiénes son los bienaventurados , ahí están las claves para encontrar el rostro de Cristo, para descubrir que es lo que tengo que amar en la vida, pero está seguro que por ese camino no vas a llegar nunca al poder, pero sí encontraras la paz. Todas estas cosas son fundamentales para vivir una intensidad espiritual que me hace sobrevolar el mundo. No para evadirme, pero tampoco para entrar en los odios, los rencores, y las disputas, sino para transformarlo desde el misterio de Cristo. No entro para quedarme en el mundo, ni salgo del mundo para evadirme, entro desde el misterio de la encarnación de Cristo, para rescatarlo y llevarlo a la gloria a la resurrección. Cada uno de nosotros tiene que ir buscando estos caminos, porque queridos hermanos de acá en más todo va para menos. No sueñen que esto va a cambiar esta cultura permanecerá por diez, veinte o cuarenta años. Y va a ir en decadencia, el rostro de Dios no va estar en la historia real que voy a vivir y si yo estoy esperando eso para convertirme estoy perdido, yo tengo que convertirme en esta Cuaresma desde la Palabra de Dios, tengo que convertirme desde este misterio del sentido de la vida. Porque si yo no le doy sentido a mi vida difícilmente me convierta, yo para dar el salto de mi pecado a sentirme liberado por Cristo, tengo que descubrir el horizonte de mi existencia y lo tengo que vivir con una dinámica interior esa que me hace soportar mi enfermedad, mis limitaciones, mis pecados, mi condición humana, pero una condición humana que tiene el sello del agua del bautismo, soy el hijo de Dios, me 36
guste o no me guste, estoy inmerso en la historia de la salvación y ahí yo tengo que vivir y entonces las páginas de sus vidas serán distintas.
Los jóvenes buscan libertad Yo entiendo el grito de los jóvenes hoy. Lo entiendo perfectamente. Ese grito de rebeldía, nada de ley, nada de Dios, nada de lo familiar, nada, nada. Es la historia de los hombres que fueron buscando su realización en el gozo. Los medios mediáticos le dieron todos los gozos habidos y por haber. El poder le pintó todas las aventuras de la vida, todas las soluciones, le ofrece una liberación sin ningún tipo de límites. Y tenemos que preguntarnos: ¿Quién les mostrará otro camino a estos jóvenes? Nosotros los viejos, no. Porque tenemos la misma libertad disfrazada que ellos, nos ponemos los pantalones cortos para ir a la peatonal, pero nuestra alma es la misma que la de ellos, nos gusta liberarnos de todo. A los jóvenes les digo que hay que estar a favor de esa liberación, pero hay que encontrarle sentido. Me voy a liberar, sí señor. Me libero de todos estos condicionamientos artificiales y formales que terminaron en un cristianismo vacío de contenido. Que la ley del amor no va, que la ley de la providencia no existe, que la gracia no actúa, y entonces, uno le dice a este joven: “y este pan de la Eucaristía, ¿por qué lo comes?”. Si vos estás negando la historia de Dios en la historia humana; si vos estas negando que Dios te eligió desde la eternidad, y que este pan tiene el precio del rescate, y que es la entrada de Dios en tu vida personal; si niegas que no se te cae un cabello de tu cabeza, sin que Dios tu Padre la sepa; si niegas que tu 37
pecado se libera por la gracia y la misericordia del amor de Dios; si vos no aceptas que la cruz de alguien que te ama te esta liberando; si descrees que la oración de alguien que está en un monasterio es por ti y que te esta conduciendo a la casa de Dios, y te evita el escándalo y el pecado; si niegas que esa es la intervención de Dios en la historia yo te pregunto otra vez: ¿Para qué comer este pan eucarístico? Pero si yo acepto el proyecto de Dios en mi vida y celebro la Eucaristía, no soy ningún payaso que hace un rito a paganos. Si acepto que alguien está orando conmigo, acepto la intervención de Dios en la historia de mi vida personal y acepto el desafío de la providencia, y confío en la providencia, no en mis cálculos ni en mis técnicas, confío en la providencia de Dios. Entonces, uno juega distinto, entonces la Cuaresma es la Cuaresma, y tiene un sentido que hace recrear mi condición de hombre y me hace valorar este rescate. El sentido de tu libertad te la da el que se ofrece en esta Eucarística, que te eligió desde la eternidad y que sos amado por Él en este pan. Esto te da una fuerza interior que te hace fiel, porque Él hace que seas fiel. La fidelidad mía a Dios no es fruto de mi voluntad, Es fruto de la gracia de Dios y tengo que vivirla así.
38
6 Los sufrimientos desde la fe
Voy a leer una serie de textos que nos van a ayudar a vivir, a interpretar este acontecimiento de Dios que se hace hombre y del misterio de la Cruz. Dios asume el pecado de los hombres y sus consecuencias que es la muerte y entrega a Cristo en la cruz. San Pablo nos va a ayudar a mirar esta visión general de Jesucristo. En su carta a los Corintios uno llega a entender en ella un poco el sentido de la Encarnación, y dice así: ”Nunca comprenderán este misterio, porque es el Cristo resucitado, fuerza y sabiduría de Dios, el mensaje de la Cruz es locura para los que se pierden. En cambio, para los que están en vía de salvación, es poder de Dios. Con este escrito destruiré la sabiduría de los sabios y haré fracasar la inteligencia de los inteligentes. Haber... Es que ¿hay alguien que sea sabio erudito experto en las cosas de este mundo? ¿no ha convertido Dios en locura la sabiduría del mundo, les apuesto que la sabiduría del mundo no ha sido capaz de reconocer a la Sabiduría de Dios a través de la Sabiduría Divina. Dios ha querido salvara los creyentes por la locura del mensaje que predicamos, o que mientras los judíos piden milagros y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado que es escándalo para los judíos. Se trata de un Cristo que es fuerza y sabiduría de Dios, pues lo que Dios parece locura es más sabio que los hombres y lo que 39
Dios parece debilidad, es más fuerte que los hombres, mi palabra y mi predicación no consistieron en sabios y persuasivos discursos, fue más bien una demostración del espíritu de Dios, para que fundamenten su fe, no en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios”.(1-Cor 1,17-24) De este texto de San Pablo, nosotros tenemos que tener claro que el fundamento de nuestra fe no es la sabiduría humana sino el poder y el amor de Dios. En otra carta de San Pablo a los Efesios, se ve con más claridad toda la dinámica de esta Cruz que empieza en la creación del hombre y de la naturaleza. “En Cristo, Dios nos eligió desde antes de la creación del mundo, para andar en el amor y estar en su presencia sin culpa ni mancha. Determino desde la eternidad que nosotros fuéramos sus hijos adoptivos por medio de Cristo Jesús…. Pues en Cristo, la sangre que derramo paga nuestra libertad y nos merece el perdón de los pecados. En esto se ve la inmensidad de su Gracia, que él nos concedió con toda sabiduría e inteligencia. Y ahora, Dios nos da a conocer este secreto suyo, este proyecto nacido de su corazón…” ( Ef.1,3-9) San Pablo vuelve a ratificar que gracias a Dios nosotros profesamos la fe en su Hijo Jesucristo. Por último, la carta también de San Pablo dirigida a los Filipenses que dice: “Siendo de condición divina, no consideró codiciable el ser igual a Dios. Al contrario se despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres, y en su condición de hombre, se humilló a si mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y la muerte de la Cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el nombre que está por encima de todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se 40
doblen toda rodillas en los cielos y en la tierra, y toda lengua proclame que Cristo es el Señor para Gloria de Dios”. (Fil 2,6-11) Yo elegí estos tres textos, porque nosotros tenemos que revitalizar nuestra esperanza. Ante esta cultura que estamos sumergidos, tenemos que descubrir el objeto de donde va a partir nuestra esperanza, porque sino siempre vamos a trabajar con ideologías, vamos a trabajar con interpretaciones sociológicas. Pero aquí es claro, yo tengo que poner mi vida en este misterio y ver que la naturaleza, la condición humana, toda ha sido redimida en Jesucristo. Elegí el evangelio de San Marcos porque están las tres anunciaciones de la Pasión de Cristo. Cada una nos ayudan para entender nuestra situación actual. Nuestros desconciertos, nuestros miedos, nuestras actitudes de impotencia, convienen estos problemas en las situaciones que vivieron los hombres que seguían a Cristo. En el primer anuncio de su pasión, en San Marcos, Jesús va a decirle a los apóstoles algo que los va a desconcertar y les dice: “...Sí, el Hijo del Hombre tiene que sufrir mucho. Será rechazado por los ancianos, los jefes de los sacerdotes, y los maestros de la ley lo matarán. A los tres días resucitará. Les hablaba con toda claridad. Entonces, Pedro tomó la palabra y se puso a reprenderlo y Jesús se dirige a él y le dice: colócate detrás de mí porque tu no piensas como Dios, sino como hombres. (Mc 8,31-33) Se puede ver claramente que en el proyecto de los hombres que seguían a Cristo no entraban todas estas cosas que les anuncia Jesús que va a sufrir. Va a ir a la Cruz, va a morir, esto no estaba en la cultura de los hombres que lo seguían. El segundo anuncio de la pasión, en el capítulo nueve, dice así: 41
“…Atravesado Galilea, después de haber instruido a sus discípulos les dijo que el Hijo de Dios, el Hijo del Hombre iba a ser entregado en manos de los hombres, que le daría muerte y que después de morir resucitaría. Ellos no entendían lo que quería decir, porque no estaba en el espíritu de ellos encontrarse con esta realidad”. (Mc 9,30-32) Por último, en el tercer anuncio de la pasión los discípulos hablan del miedo y dice: “Subían el camino a Jerusalén. Jesús iba delante de ellos que lo seguían desconcertados y asustados. Tomó consigo una vez más a los doce y comenzó a decirles lo que les iba a pasar. Miren estamos subiendo a Jerusalén, el hijo del hombre va a ser entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley que o condenarán a la muerte y lo entregarán a los paganos, se burlarán de Él, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán, pero a los tres días resucitará. (Mc 10,32-34) Si prestan atención, en los tres anuncios existe el miedo, el no entender el problema, pero al final el relato termina así: “al tercer día resucitará”. Yo insisto en que aquí esta el núcleo de nuestra fe. Yo soy un hombre desconcertado frente a la cultura de hoy, Me tiembla toda la realidad, me hace dudar, la ciencia que me invade, la eficacia, la tecnología, el éxito, estoy rodeado del mundo que vive todo por el éxito, por el poder, y me encuentro que yo soy discípulo de alguien que dice “todo esto va a pasar”, pero al final me anuncia que: “al tercer día resucitará”.
Los dolores y la fe Fíjense, hay un elemento que me llama la atención y que es el sufrimiento. El sufrimiento que cada uno de nosotros padece. Nosotros en la vida tenemos muchos sufrimientos físicos. Los años se van cargando de sufrimientos. Pero la cultura de hoy me dice “no sufras”. Yo conozco tal médico, este remedio nuevo 42
y los sufrimientos los voy tratando de esquivar. No los relaciono nunca con la pasión de Cristo, nunca mis sufrimientos físicos tienen algo que ver con la pasión de Cristo, con su flagelación, con los insultos y las calumnias que recibió y con todo su dolor físico. Yo creo, que uno de los defectos de la cultura de hoy, es en que me impide incorporar el sufrimiento de mi vida como una realidad. Miren todas estas crisis que voy teniendo de mi fe, en mi matrimonio, en mis relaciones humanas y que van a parar al psicólogo para que de alguna manera me saquen a flote, pero nunca se me ocurre relacionarlos con los sufrimientos psicológicos de Cristo. Pensemos un poco en los sufrimientos sociales de la época de Jesús, las enfermedades, los samaritanos a los que no lo querían, todas las problemáticas del momento de la vida de Jesús, el poder de Roma, el poder Hebreo, todo eso. Y miremos los sufrimientos en la vida de uno, la ignorancia, las enfermedades, las injusticias, las violencias, toda ese drama de hoy, todo ese sufrimiento que está en la realidad diaria, todo esto debilita la fe, me hace impotente, me hace refugiar en mi yo. Los textos de Goliat y David, para mi son una figura muy buena para hacer una lectura del sufrimiento. Ustedes saben los problemas de los filisteos con los hebreos. Goliat, el filisteo, era el poderoso y David, hebreo, era un pobrecito, pero iba por mandato de su pueblo. Yo creo que nosotros no hacemos una lectura de los sufrimientos sociales desde la fe, entonces todos mis fracasos económicos, políticos, sociales, mis luchas, en el fondo me dejan siempre un sabor de escepticismo, de dudas: “para qué esto”, “por qué aquello” y cada trago amargo me va marcando en la vida. Entonces, me parece que para preparase bien para vivir una 43
Semana Santa, yo tengo que hacer una lectura de mi vida desde el sufrimiento, de cómo el sufrimiento me ha quitado la vitalidad de la fe, cómo me fue quemando todas las raíces, y quebrando mi optimismo, mis ganas de vivir y hasta el misterio de la fe. En las relaciones humanas hay una relación vital, afectiva, que es la que me dinamiza, la que me hace crecer en la amistad, la que me hace crecer en el amor. Porque el objeto de mi relación es querible y confiable en mí, y es una parte de mi vida donde yo he puesto mi confianza. Esto mismo hay que traducirlo en Jesucristo. He puesto mi confianza en la palabra de Él. Me siento querido, me siento parte esencial, y me presento ante Cristo con mis dudas, con la no comprensión, “no entiendo Señor este mundo”, “no entiendo toda esta miseria, todo este hambre, toda esta soledad, no la entiendo”. Entonces, es ahí donde el hombre tiene que preguntarse ¿qué soy yo? ¿quién soy yo? Si yo no hago un balance de quién es Cristo y quién soy yo, difícilmente tenga en mi mundo interior la llama de la intuición de los acontecimientos. Me faltará el sentido del espíritu y de la gracia. No dejaré que mi alma sea iluminada por el Espíritu Santo. En la acción del Espíritu, encontraré la palabra, encontraré a Cristo, y pondré en medio de la debilidad, de la impotencia, del desconcierto, esta cosa muy importante en la vida espiritual que es la confianza en Aquel que he creado. Digo todo esto porque hay que aprender la manera de zambullirse en el misterio de la fe. Tengo que estar convencido que es una gratuidad, que no es un acto de la voluntad mía. No es la adhesión a un concepto. Eso no es la fe. Esa fe la tengo que vivir en la relación existencial de mi vida con mi afectividad, con mi modo de ser, con mi temperamento, con mi carácter, con mi modo de ser, con mis ideas, con mis fracasos, 44
con mis pasiones, con mis claudicaciones. Yo soy todo ese conjunto, no soy Dios. Cuando uno lee los textos de Jesucristo de la bienaventuranza me tengo que preguntar si las acepto, las interiorizo, si lo simple, lo justo, lo misericordioso, constituye una dinámica de mi fe o es algo de buenas intenciones que ante cualquier acontecimiento de la vida lo hacemos y listo. El Juicio Final, forma parte existencial de mi vida: “bendito mi Padre, tuve hambre y me diste de comer”. Es existencial eso. Entonces lo primero que tiene que quedar claro es esta premisa: “Señor, sin Ti yo no puedo caminar”. Tengo que llegar a un punto donde existencialmente me tengo que decir: “Señor acá no está abierto el camino”. Y tengo que decirme a mí mismo: “yo voy a vivir con el espíritu de Dios”. Y después tendré la fuerza de David y tendré la fortaleza de los Santos, la alegría interior de los mártires, y creeré en el pueblo de Dios que camina en la historia, ningún acontecimiento en la historia me achica el alma, porque voy en el camino del misterio de la salvación.
45
46
7 El misterio de la Cruz que salva
En el relato de la pasión de Cristo hay dos figuras que me parece que nos pueden ayudar a enfrentar el momento que vivimos. Una es el de las mujeres que lloran al Cristo. Va hacia Jerusalén a morir. Yo ubico a este relato en esta cultura de hoy que va a ver la película “La Pasión” y llora. Pero, cuando hay que seguir la cruz de Cristo, empiezan todos los inconvenientes: “que mi libertad”, “que yo no soy”, “que la fe”, “que la Iglesia”. A mi se me ocurre que hay personaje muy importante que quizás muchas veces no le hemos meditado: es el Cireneo el que sigue a Jesús. No encuentro en Cristo nada que me diga que tengo que tener misericordia de Él, más vale me dice: “Ustedes no por mi lloren sino por los que me van a condenar”. Yo creo que en la vida de la fe hay seguir a Jesús en la intimidad del corazón asumiendo la Cruz de mi familia, de mis hijos, de mis compañeros de trabajo. Son los que comparten conmigo las lágrimas. La cruz significa la impotencia, la incapacidad para resolver los problemas. La cruz que significa la mentira, la calumnia, la cruz que significa la humillación por seguir a Jesús. A Jesús no le interesan mis lágrimas cuando veo la película de “La Pasión”. Jesús quiere que yo desde mi mundo interior 47
asuma el misterio de la cruz. No sólo que lo asuma, sino que este convencido que no hay resurrección sin cruz, que no rebaje su mensaje, que no haga desaparecer la palabra “sufrimiento”, que la asuma allí en el silencio, en la impotencia y en la debilidad. Yo creo que lo que me pide Jesús es que con la Cruz haga a lo que dijo aquél personaje del Evangelio que estaba junto con Él en la cruz: “Señor acuérdate de mi cuando estés en el Reino de los Cielos”. Yo creo que ahí está la síntesis del misterio del hombre que sigue a Jesús, el silencio de la Cruz y cuando llega la hora de la muerte, exclamar ¡Señor acuérdate de mí !. Yo creo que si uno mira un poco lo que pasa alrededor del misterio de la pasión de Cristo, encuentra que no estaban los discípulos que había elegido para darle su testimonio sino que estaban personajes desconocidos. Aparece un centurión que cuando lo vio crucificado dice: “ah... éste es el Mesías Hijo de Dios”. Aparece el buen ladrón que descubre que es el Hijo de Dios. Frente a la cruz hombres que nunca habían estado al lado de Jesús y sin embargo descubrieron que Él era el Mesías, el Salvador. El otro día, cuando miraba la imagen de la televisión de ese hombre, Juan Blumberg1, que asumía la Cruz de la muerte del hijo. Cuando lo vi con los rosarios en su mano, pensé que Dios escribe derecho con líneas torcidas. Escribe con la debilidad de los hombres. No fuimos los sacerdotes los que convocamos a los hombres en defensa de la vida, no fueron los obispos, no fueron las instituciones especiales, fue un hombre desconocido que desde la cruz de su dolor siguiendo a Jesús convocó a los hombres, sin rencores y sin odios. El 1ro de Abril de año 2004 más de 150.000 personas se movilizaron al Congreso Nacional convocadas por Juan Blumberg 1
48
Queridos amigos, cada uno de nosotros tiene que ir madurando este misterio de la cruz en nuestra vida. Hay dos palabras de Jesús que la tenemos que incorporar a la vida espiritual. Una cuando desde la cruz dice: “…Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”. Qué difícil es vivir el misterio de la fe, cuando uno ve los que instrumentan la ciencia para destruir la criatura humana, que difícil es vivir el misterio dentro de la ley del amor cuando uno sabe que en nombre de la justicia se destruye la dignidad de las personas humanas. Qué difícil es perdonar cuando he visto puesta las manos sobre la Biblia en nombre del Señor, y crear las divisiones, los rencores y romper la unidad de los pueblos en favor de las ideologías. Hay otra frase de Jesús para mí, que es la más hermosa, desde la Cruz así, cuando Él se dirige al Padre en el momento de morir le dice: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”. Qué lindo sería que uno tuviera la suerte de morir así. Yo creo que los hombres de la fe en Cristo tenemos que estar serenos junto a la Cruz de Cristo, enamorarnos de la Cruz de Cristo. Hay una cosa de la Madre Teresa de Calcuta que dice: “la vida es la vida, ámala”. Me parece que es la síntesis para este mundo de hoy. Porque quién les dio la vida es el “Rey del Amor”, el que entró en Jerusalén, quién les dio la vida, es el que está en la Cruz.
Descubrir a Jesús en los desconocidos Queridos amigos, hay otros personajes que también lo tenemos que reincorporar en la vida de la fe. No eran discípulos, ni eran nadie importantes, sin embargo descubren el misterio de Jesús en la cruz. Ya vimos al Cirineo y al buen ladrón. Ahora 49
nos detendremos en José de Arimatea. El que le pide autorización para descolgar el cuerpo de Cristo y llevarlo a la tumba. Hay que saber llevar el cuerpo de Cristo fracasado en la cultura del occidente; hay que saber llevar al Cristo muerto, no al Cristo triunfante; hay que saber llevar el Cristo en la ignorancia de los niños; hay que llevar el Cristo en que sufre, hay que llevar el Cristo en el que está en la cárcel, hay que llevar el Cristo en la pasión de las injusticias. Debemos pedir el Cristo y llevarlo a la sepultura, como el fracaso de la condición humana, yo tengo que asumir en el misterio de la fe ese Cristo muerto, ese Cristo que no tiene más ningún ejército que lo salva, ningún poder, nada, es el Cristo muerto, y yo tengo que tomar el Cuerpo de Jesús y llevarlo a la tumba, pero también tengo que seguir escuchando la Palabra de El, “Yo estaré contigo hasta el final de los tiempos, Yo te resucitaré”. Queridos amigos, vivir este misterio es despojarse de todos los “yo”. La vida me incorporó que yo soy importante, me dio poder, me dio fama, la vida me dio dinero. Por eso tengo que aprender a despojarme de estas cosas para llegar a la Cruz de Cristo, con mis debilidades. Porque el buen ladrón tenía todas las debilidades. Ese José de Arimatea seguro que las tenía, el centurión las tenías, eso es lo que me da confianza. No me da confianza ni la teología que estudié, ni los falsos grupos de oración que prescinden del hombre, tampoco me dan serenidad espiritual las instituciones. Me la da solamente el misterio de Cristo. Por eso leamos el Evangelio pidiendo las luces de la fe para hacer una lectura íntima de mi vida porque tengo que convertirme. No tengo que vivir más como estoy viviendo. Tengo que convertir mi corazón, y tengo que Resucitar con Jesucristo. Y tengo que darle sentido heroico a mi vida de la fe. No tengo que vivir apichonado; no tengo que vivir ahí 50
temeroso de esta historia que me toca vivir. Tengo que vivir en la dinámica del evangelio de Jesús. Pero tengo que subir a Jerusalén y como el Cireneo llevando la Cruz; tengo que llegar al fracaso de la Cruz y tomar el fracaso de Cristo muerto, para entender la alegría de mi fe, la fuerza interior de mi esperanza, para tener coraje en la vida de seguir soñando en un mundo que mata, en un mundo que se araña uno con el otro todavía seguir diciendo que creo en el amor, que creo en la esperanza. Hay algo que cuando Jesús tuvo sed pidió que le den agua. Y en la vida espiritual lo mismo. Cuando tengo sed tengo que pedir a Dios que me moje los labios con agua. Sin miedo a humillarme, sin miedo ni vergüenza, tengo que exclamar: ¡Tengo sed¡ Entonces, cada uno en la vida va a poder descubrir que un día tuve frío, que un día estuve solo, y quise buscar amigos y quise buscar compañías y no entendía, no entendía, hasta que un día alguien vino a pedirme un abrigo y me vino a acompañar. Entonces, entendí lo que era tener sed, lo que era tener hambre, lo que era vivir solo, entendí desde el misterio de la Cruz, no de la resolución humana de la vida. Y a eso lo tengo que vivir de la Semana Santa esencialmente abierto, para que en esta Semana Santa no actúen mis prejuicios. Y frente a lo que aparece en mi vida estos días voy a ser el Cristo que camina. A cada gesto de este hombre que llega a mi, lo leeré desde la Pasión de Cristo. Cada uno que viene a golpear mi puerta, lo voy a leer desde la pasión de Cristo. Es la única manera de tener confianza en Cristo Resucitado. Cuando no vivo el misterio, yo no elegí el que viene, no elegí el color de su piel, ni su nombre, ni nada, no elegí nada, vino a golpear mi puerta en nombre del Señor Jesús, del Cristo muerto en Jerusalén y Resucitado, lo voy a atender, y veré la acción salvadora de Dios, y veré la salvación de Dios que llega, la experimentaré en mi 51
intimidad y entonces sí celebraré la Pascua. Porque he visto Señor que cuando me golpearon la puerta yo no tenía ninguna posibilidad, y Tú hiciste la multiplicación de los panes. Señor cuando vino este herido y lastimado yo no le podía dar ninguna solución, y tú me diste la posibilidad de curar la herida. Entonces nacerá la Pascua de la vida, nacerá la Resurrección, seré ciudadano del mundo en la aventura de la eternidad. Seguiré soñando. Mañana en el cielo, mañana en el horizonte está la eternidad. Y entonces a la noche puedo decir: “Señor acuérdate de mi”, y no tendré que tomar una pastillita para dormir tranquilo.
52
8 La aventura de la eternidad
Voy a tomar dos aspectos que enriquecen nuestra la vida espiritual: uno el ser imagen de Dios, y otro la resurrección de Cristo. El Génesis dice que somos "imagen y semejanza de Dios" (Gen 1,26) Esto me dice que en mi vida yo soy la imagen y semejanza de Dios en la dimensión de la eternidad. Entonces, mi tiempo no es mi tiempo biológico, sino que tengo un tiempo que es la eternidad. Y esto no hay que tomarlo así como una cuestión filosófica, sino vitalmente. En mi mundo interior, en el bochinche de diario, de las problemáticas de cada día. Yo soy eterno y esto debe llenar plenamente mi mundo interior y darme paz en mi vida. Aquí está el verdadero fruto de la Resurrección. Y yo tengo que sentir vitalmente esta alegría de la eternidad. Este gozo lo saco también del evangelio, cuando Cristo resucita y se encuentra con los discípulos de Emaús. Él se presenta no como un dios lejano ni como una figura helada, si no es un hombre camina al lado de ellos, va a la mesa, comparte el pan y eso también tiene que incidir mucho en mi vida personal, en mi mundo interior. Que Dios haya resucitado como hombre me tiene que llenar de un gozo interior, en todo lo que significa mi cuerpo, mi inteligencia, mi voluntad, en la capacidad que yo tengo de vivir 53
la eternidad. Yo creo que no gozamos de esto, y la espiritualidad que frecuentemente se vive es la del tiempo finito, es la de un cuerpo que se transforma en un fracaso, en una carga, como un peso. Por eso, no estoy feliz de este cuerpo que Dios me dio. Pero hay una cosa que también está en evangelio cuando Cristo se presenta ante Tomás y le muestra sus llagas y les dice: "esto es el dolor, yo soy Dios, pero me hice hombre por ustedes, y he asumido el dolor". Entonces cuando el hombre está amordazado por el sufrimiento, por el dolor físico, o el dolor moral. Cuando el dolor acorrala al hombre y parece que la vida de uno no tiene sentido y entonces se presenta el resucitado con sus llagas y el dolor humano es asumido por la Resurrección, ese es el gozo de la vida, mis dolores físicos son asumidos desde el misterio de la Resurrección.
Somos imagen de Dios Yo fui creado a imagen de Dios en la eternidad. Yo no sé cómo será la eternidad mía y la de Dios. No sé. Pero sé que yo soy imagen y semejanza de Dios y por lo tanto soy eterno. A imagen y semejanza de Dios los dolores de mi vida resucitan. Cuántas veces los dolores amordazan nuestras vidas, nos desaniman y desalientan, nos llenan de pesimismo, nos quitan la alegría de la vida, dejamos de ser optimistas; los dolores físicos igual que todos, van quitándome la dinámica de esta página hermosa de la Resurrección. Soy discípulo del Señor en mi condición humana. Pero también estas manos mías, en mi vida de maltratos tocan la herida del Señor, y siento la resurrección de mis dolores, forman parte de la gran aventura de la vida. Entonces, no hay penas en mi existencia que me entristezcan. 54
Por eso, meditemos bien porque para superar este secularismo, este pos modernismo y crear una dinámica nueva. El tiempo dirá que forma va a tener, cuál es el hombre que nace después de esta modernidad, cuál es el hombre que se está gestando en este momento de mi historia. Pero siguiendo la dinámica de la Resurrección de Cristo, primero la Encarnación, el acto dinamizador de mi vida es Dios Hombre, y desde allí ilumino la existencia. La hago pasar por el misterio y la muerte, la proyecto en la eternidad. Y yo estoy en esa caravana, estoy en la caravana de lo eterno, y es lo que me da ganas de vivir. Me hace superar todos los problemas, y con el tiempo es el que me va a dar las herramientas para entender mi vocación, mi hermano, del próximo. Esta página de hoy, asumida por la incredulidad de un hombre que quería ver, es la que me va a dar el sustento del derecho del hombre de la inviolabilidad de la persona humana. Los que me van a dar garantía íntima, por el cual yo tengo que descubrir en cada hombre el rostro de Jesús. Yo creo que los cristianos hoy tienen que redescubrir la gran aventura de la eternidad, pero vitalmente, no como una propuesta intelectual, yo tengo que descubrir en esta hora de la historia mi eternidad y qué efecto hace en mi vida, en qué me transforma, en qué me cambia, con qué ánimo yo mañana hago la lectura del día lunes enfrente a todos los acontecimientos. Mañana se abre una página más de mi vida, yo tengo una lamparita que es la alegría de la eternidad manifestada por Cristo, en mi condición humana, no en el cielo, en la condición humana del resucitado hombre, del hombre con las llagas y yo formo parte de esa historia y entonces uno va a vivir de otra manera. Sigamos soñando con la alegría de caminar con nuestros muertos, enamorémonos de este encuentro. Cuántas añoranzas 55
afectivas hay en la intimidad del corazón de cada uno porque no se cree en la Resurrección. Cuántas cosas que uno tiene en el corazón de las personas que quiso y no están y se resigna vivir en una mediocridad, en una atonía, sin música y sin el encuentro eterno del amor. Yo tengo que vivir esta eternidad con Jesús en la Eucaristía. y al mismo tiempo, comulgar con mis seres queridos en la eternidad. Tengo la añoranza de los besos de la persona que quise y que me quisieron y tengo una nostalgia interior que el tiempo pasará y tendré el abrazo eterno. Y eso no es poesía. Es dinámica interior para vivir la página tan bella de la eternidad. Sólo da a entender lo que significa la Resurrección. Por eso pidamos al Señor que nos de la dicha, el gozo de la Pascua, el gozo de la alegría. Nada me entristece, nada me amordaza, tengo la alegría de la eternidad, soy ciudadano de lo eterno, y esa dinámica es la que va a engendrar los hombres nuevos que iluminarán esta historia donde cada uno está lleno de fracasos pero va a tener un horizonte hermoso que es la Resurrección de Jesucristo
56
9 Siempre abiertos al proyecto de Dios
Hoy es la fiesta de Guadalupe en Santa Fe. La figura de la Madre de Jesús la podemos meditar desde distintos aspectos, desde su condición de madre, de esposa, como testigo de la fe entre otras tantas. A mi hay una figura de la Virgen que me gusta mucho, es la figura de la mujer de la esperanza. Si tomo el Evangelio de San Lucas y miro los acontecimientos de Dios y la Madre de Jesús, se puede ver siempre una constante que es la disponibilidad de María al proyecto de Dios. Ella tiene una apertura a partir, a dejarlo todo y ponerse en marcha. Cuando recibe la noticia de su maternidad va a dar la buena nueva a su prima y empieza un proyecto distinto en vida. Este proyecto se interrumpe cuando la Madre de Jesús en medio de la noche escucha al Señor a través de José: "Toma tu niño y huye a Egipto". Después, se instala en Egipto. Pero luego, llega un momento en que debe tomar nuevamente al niño y regresar a Jerusalén. Así, uno va mirando. Siempre es un empezar y siempre es un creer en la fidelidad de Dios. El crecimiento del niño que madura en una actitud de libertad frente al misterio de su maternidad, el encuentro con los doctores de la ley, el niño perdido en el templo. Es dejar muchas cosas propias de la maternidad y escuchar que allí también había un signo de Dios. 57
En el camino del calvario, en el misterio de la Cruz, ver a su propio hijo donde todos los proyectos que habían pasado por la cabeza de esta mujer hay que dejarlos, el Cristo es un fracaso, volver a redescubrir qué es lo que Dios esta pidiéndome, qué es lo que Dios quiere de su actitud frente a este misterio. El misterio de Cristo en la tumba es lo mismo. Llega a una actitud interior de una muerte a todos los proyectos que toda madre tiene con respecto al hijo. El encuentro de Jesús después de la Resurrección también recrea una visión de su Hijo y Ella en un misterio que no lo alcanza a comprender y se encuentra con el misterio de la Asunción. Tenemos que descubrir en la vida espiritual que algo nos tiene que enseñar esta actitud de la madre de Jesús siempre abierta al proyecto de Dios. Y encontré el texto de una mujer que es una religiosa (que ahora con el problema de Bosnia fue ultrajada). Este es el texto que esta mujer dirige a su superiora. Son dos páginas pero me parece que nos puede ayudar a descubrir lo que nos falta al cristianismo de hoy para ser un hombre de esperanza. Y quizás todos los proyectos de mi vida los tengo que dejar, porque el Señor ha dispuesto que mi existencia tuviera otro horizonte. La carta de esta mujer va dirigida a su superiora y dice así: "Soy Lucy. Una de las jóvenes religiosas que ha sido violada por soldados serbios. Le escribo madre, después de lo que nos ha sucedido a mis hermanas cristianas serbias y a mi. Permítame no entrar en detalles del hecho, hay en la vida experiencias tan atroces que no pueden contarse a nadie más que a Dios, a cuyo servicio hace a penas un año me consagré. Mi drama no es tanto las humillaciones que padecí como mujer, ni la ofensa incurable hecha a mi vocación de consagrada, sino la dificultad de incorporar a mi fe un evento que ciertamente forma parte de la misteriosa voluntad de Aquél a quién 58
consideré mi Esposo Divino. Hacía pocos días que había leído diálogos de Carmelitas y espontáneamente pedí al Señor la gracia de poder morir yo también Mártir. Dios me tomó la palabra pero de qué manera. Ahora me encuentro en una angustiosa oscuridad interior. El ha destruido el proyecto de mi vida, que consideraba definitivo y exultante para mi y me ha introducido improvisamente en un nuevo designio que en este momento me siento incapaz de descubrir. Cuando adolescente escribí en mi diario: "nada es mío, yo no soy de nadie, nadie me pertenece". Alguien -en cambio-, me expresó una noche, que jamás quisiera recordar, me arrancó de mi misma queriéndome hacerme suya; era ya día cuando desperté y mi primer pensamiento fue el de la agonía de Cristo, dentro de mi se desencadenó una lucha terrible, me pregunté por qué Dios permitió que yo fuese desgarrada, destruida precisamente en lo que era la razón de mi vida, pero también me preguntaba a qué nueva vocación Él quería llamarme. Me levanté con esfuerzo y mientras ayudada por la Hermana Josefina me enderezaba, me llevó el sonido de las campanas del convento de las Agustinas, que llamaba a la oración, me hice la Señal de la Cruz, y recité mentalmente el himno litúrgico en esta hora está Cristo verdadero cordero pascual, valla el rescate de nuestra salvación. ¿Qué es Madre superiora mi sufrimiento y las ofensas recibidas comparadas con el sacrificio, el sufrimiento y la ofensa de aquél por quién había jurado mil veces dar la vida, dije despacio, muy despacio: "que se cumpla tu voluntad, sobre todo ahora que no tengo donde aferrarme y que mi única certeza es saber que Tu Señor estás conmigo". Madre le escribo, no para buscar consuelo, sino para que me ayude a dar Gracias a Dios por haber asociado a millares de compatriotas ofendidas en su honor y obligadas a una maternidad indeseada, mi humillación se añade a las de ellas y porque no tengo otra cosa que ofrecer en aspiración de los pecados cometidos por los anónimos violadores y para reconciliación de las dos enemigas etnias, acepto la deshonra sufrida y me entrego a la Misericordia de Dios. 59
No se sorprenda Madre si le pido que comparta conmigo una gracia que podría ser absurda. En estos meses he llorado un mar de lágrimas con mis hermanos asesinados por los mismos agresores que van aterrorizando nuestras ciudades y pensaban que no podía sufrir más que ellos. Tan lejos estaba de imaginar lo que me habría de suceder. A diario llamaban a la puerta de nuestro convento centenares de criaturas hambrientas tiritando de frío con la desesperación en los ojos. Hace una semana, un muchacho de 18 años me dijo: "Dichosas ustedes que han elegido un lugar donde la maldad no puede entrar". El chico tenía en la mano el rosario de las alabanzas del profeta, y añadió en voz baja: "ustedes no sabrán nunca lo que es la deshonra". Pensé largamente en ello, y me convencí de que había una parte secreta del dolor de mi pueblo que se me escapaba y casi me avergoncé de haber sido excluida. Ahora soy una de ellas, una de las tantas mujeres anónimas de mi pueblo, con el cuerpo devastado y el alma saqueada. El Señor me admitió a su misterio de vergüenza, es más a mi religiosa, me concedió el privilegio de conocer hasta el fondo la fuerza diabólica del mal, sé que de hoy en adelante las palabras de ánimo y consuelo que podré arrancar de mi pobre corazón ciertamente serán creíbles porque mi historia es su historia y mi resignación sostenida por la fe podrá servir sino de ejemplo por lo menos de referencia de sus reacciones morales y afectivas. Dios me ha elegido, que Él me perdone esta presunción para agriar a los más humillados de mi pueblo, hacia un alba de redención y de libertad. Ya no podrán dudar de la sinceridad de mis palabras porque vengo, como ellas de las fronteras del envanecimiento y la profanación. Recuerdo que cuando frecuentaba en Roma la Universidad para estudiar la Licenciatura en Letras, una anciana eslava, profesora de Literatura, me recitaba estos poemas del poeta Alexis Millovik: "...Tú no debes morir porque hayas elegido estar de la parte del día...". La noche en que por horas y horas fui destrozada por los serbios, me repetía estos versos como un bálsamo para el alma enloquecida ya casi por la desesperación. 60
Ahora, ya todo pasó. Al volver hacia atrás tengo la impresión de haber sufrido una horrible pesadilla. Todo ha pasado, Madre. Pero, todo empieza. Yo ya decidí ser madre, el niño será mío y de nadie más. Sé que podría confiarlo a otras personas pero es él. Aunque yo no lo quería ni lo esperaba tiene el derecho a mi amor de madre. No se puede arrancar una planta con sus raíces. El grano de trigo caído en el surco tiene necesidad de crecer allí donde el misterioso aunque mismo sembrador lo echó para crecer. Realizaré mi vocación de religiosa de otra manera. Nada pediré a mi congregación que me ha dado ya tanto, estoy muy agradecida por la fraternidad necesaria de las hermanas que en este tiempo me han llenado de delicadezas y particularmente por no haberme importunado con preguntas indiscretas. Me iré con mi hijo, no sé a dónde. Pero Dios de repente rompió mi mayor alegría, me indicará el camino a recorrer para hacer su voluntad, volveré pobre, retornaré al viejo delantal y a los zuecos que usan las mujeres los días de trabajo y me iré con mi madre a recoger en nuestros bosques la resina de la corteza de los árboles, alguien tiene que empezar a romper la cadena de odio que destruye desde siempre nuestros países. Por eso al hijo que vendrá le enseñaré solo el amor, este es mi hijo, nacido de la violencia. Testimoniará junto a mi que la única grandeza que honra al ser humano es el Perdón. Nos hace falta leer esta página con serenidad y descubrir realmente quién es Dios en la historia, por eso es que la Madre de Jesús nos enseña quién es Dios, y qué es la fidelidad de la fe y en dónde tengo que poner mi alegría, en dónde tengo que poner mis esperanzas. A cada uno de nosotros la vida seguramente nos destruyo muchos proyectos. Yo les pregunto desde donde rehicieron sus proyectos rotos, desde qué horizonte, desde la fe, desde la esperanza, de la fidelidad de Dios, de la alegría de seguir a Dios, de tomar mi niño a ir a compartir la realidad de la vida. Los volví a realizar desde la actitud de la Hna. Lucy como dice ella, de ser puente entre dos 61
etnias, entres dos enemigos, porque alguien tiene que haber que rompa la cadena de odios que destruyen nuestros pueblos, alguien tiene que ser el puente. Entonces, cada uno de nosotros tiene que saber a quien le guarda fidelidad, y cuando Dios habla, no hay que tener miedo. Me iré a poner el delantal y los zuecos a buscar la resina de los árboles junto con mi madre. Es lo que hizo la Virgen. Toma a su niño y se va. ¡Cuántos proyectos en la mentalidad de esta joven María habrá tenido que dejar! En la vida personal, yo me pregunté -cuando leía esto-: “¿cuántas cosas deje en la mía?”. Son muy pocas. Cuántas veces la mano de Dios va pasando, y uno se aferra y dice: "esto es mío, me pertenece, es legítimo, tengo derecho". Y sin embargo, Dios pasa y dice: "Abra la mano amigo". Por eso celebrar la Fiesta a María, en Guadalupe, es celebrar la fiesta de la fidelidad de Dios y la esperanza. Es convertirme nuevamente a la esperanza. Ser hombre que cree pero ser hombre esperanzado. Todas las violaciones que en la vida uno tiene, páginas enteras de frustraciones, páginas enteras de ingratitudes, páginas enteras donde el manoseo destruye la condición humana. A pesar de todo sigue y anuncia que son muchos más los que sufrieron en la vida como lo dice esta chica. "Ahora, alcanzo a comprender la cantidad de mujeres violadas, destruidas". A veces en la vida espiritual Dios nos toca para que uno llegue en la profundidad de su mundo interior y descubra realmente lo que significa seguir a Jesucristo. Pidámosle a la Virgen de Guadalupe que nos enseñe a ser hombres de esperanza, que tengamos la alegría interior de aceptar que cuando todo se destruye, no importa, que cuando todo se va de nuestras manos, tampoco importa, porque Dios es fiel y Dios cumplirá su Palabra. 62
10 Vivir la presencia de Cristo
"Les doy un mandamiento nuevo: que se amen uno a otros" (Jn 13,34) Cristo viene a dar una connotación nueva a la ley de Dios, porque antes en el Antiguo Testamento, la ley era sinónimo de fidelidad a Dios y al pueblo elegido por Dios. Había una ley de amor que eran para los del mismo pueblo o sea para el pueblo Hebreo. En cambio, Cristo presenta una nueva ley. Esta nueva ley tiene páginas claras. Primero: no ama el que no sabe perdonar. La página del amor no es la página romántica, sentimental, sino la página del amor que incluye el perdón. Si uno mira bien en su vida espiritual, encontrara que los momentos en que se producen las crisis es cuando vamos acumulando viejos rencores, familiares, de amistades. Cuando rechazamos el perdón. Entonces, la vida de uno se va achicando. En consecuencia, la dinámica del amor que trae Cristo desaparece y pasa a ser una doctrina más. Una ley frente a la cual no tengo un compromiso existencial, o sea, que yo sigo a Cristo en tanto y cuanto se corresponde con lo que yo aprendo de la realidad.
63
Hay tres discursos de Jesús en el Evangelio que más o menos marcan la línea de la espiritualidad del nuevo mandamiento que trae Cristo . "Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. El que conoce mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama. Y mi padre amará al que me ama a mí, y yo también lo amaré y me mostraré a él." (Jn 14) Uno se pregunta en la vida espiritual, si este texto -el capítulo 14 completo de San Juan-, alcanza a dinamizar esta vida. Yo soy un seguidor de Jesús. Pero en el tiempo yo soy un hombre que no sé esperar. La vida me limita, la historia me limita, mi vida me limita, yo no sé esperar. Mi acto de estar en Cristo o sea estar en la acción del Espíritu, requiere un tiempo y yo a veces no lo acepto en mi vida, y entonces ahí empieza otra de las claves donde yo voy cerrando la vivencia dinámica del Evangelio en mi vida. En otro discurso, de Jesús es cuando dice: "Yo soy la vid y ustedes los sarmientos" ( Jn 15,5), el motivo por la que Jesús usa esta figura es porque en el antiguo testamento la vid era el pueblo hebreo y él dice: "Ahora esa vid soy yo y ustedes son los sarmientos pegados a mi" , y para dar fruto hay que estar pegado a Él, esto implica una vivencia que va más allá del acto de fe en si, es una presencia, es un modo nuevo de descubrir a Dios en la historia. Yo soy la rama de este árbol, estoy inserto en el árbol de Cristo, no es acto de fe, es algo real, yo estoy inserto y debemos dejar que la savia corra por mi rama para dar frutos y tengo que descubrir en mi mundo interior mi relación íntima con Él, tengo que descubrir cómo Él perdona, como ama, como muere y como resucita, para poder así vivir a su imagen y semejanza. Todo esto desemboca en el tercer discurso de Jesús donde 64
dice: "Ustedes no son ciervos, ustedes son mis amigos", (Jn 15,15). La oración sacerdotal de Cristo. Él me dice : que hay algo que yo viví por vos, yo viví por ustedes, yo los amé, yo sufrí por vos, y yo te abrí la puerta al misterio grande de la alegría eterna. Esos tres discursos de Jesús marcan "cómo tengo que vivir yo en el tiempo la presencia de Cristo". Uno no es un jefe, no es una doctrina, no es un líder, sino su camino es la verdad, es la vida, es el que garantiza mi filiación de ahí sale toda la dinámica interior del hijo que ama al padre, que vive el misterio, que se siente feliz por haber sido elegido, que se siente enamorado de la vida porque es instrumento de realización en el tiempo del proyecto de Dios y siempre la nostalgia del encuentro definitivo. En esta dinámica, uno tiene que vivir la Pascua de Cristo, insertarse allí y dejarse macerar, madurar un mundo interior para que yo no esté sufriendo toda esta dinámica del crecimiento del mundo. Las realizaciones del mundo tienen que correr siempre a favor de mi fe, de mi esperanza y de mi alegría. Pero, para que corra, para que yo nunca tenga miedo de los desarrollo de la ciencia, de todas las realizaciones del hombre, yo tengo que escribir esta dinámica del Hijo de Dios ungido en mi bautismo. Yo tengo que descubrir allí por qué toda esta realidad de la creación es para mi. Y toda esta realidad de la creación es para que yo la proyecte en la página de la eternidad.
La importancia de la Eucarística Como siempre, nosotros tenemos que identificar esto en la comunión. Yo en la comunión tengo que vivirlos todos los tiempos, mi presencia con Jesús en el tiempo, mi presencia física, 65
yo tengo que descubrir con Jesús el encuentro nuevo que tengo que hacer cada vez que se me da la Eucaristía, es el encuentro nuevo con Cristo Resucitado y es el encuentro nuevo con el Cristo que ya está en la eternidad, la eucaristía es el camino donde yo me inicio en el contacto con Jesús en el Pan, me reedifico interiormente en el misterio de la fe, me descubro rama en el árbol que es Cristo y tengo un proyecto de sentirme en la oración sacerdotal de Cristo, no me elegiste vos, yo te elegí y eso es el juego de la dinámica del amor, hablarás a su tiempo y a su hora, vas a vivir lo que yo te prometí, eso tiene un proyecto, si ustedes leen también donde Cristo designa la Madre, es formidable, cuando uno lee el Génesis está la mujer Eva que cumple su rol en la historia pero cuando el final es de otra mujer, no habla de su madre, cuando Cristo en el diálogo de la Cruz: "He ahí tu Madre", es la madre universal, no dice a mi madre, seguir a mi madre, no, entonces en la vida espiritual hay que saber incorporar la figura de la Madre de Jesús, como un instrumento válido del camino hacia la Casa del Padre. Si uno va madurando esta realidad y va proyectando la vida de todos los días, como uno es con su familia, con sus pecados, con sus temperamentos, con sus caracteres, con sus sueños, con sus fracasos, uno va descubriendo el hombre nuevo y el amor nuevo. Ese amor nuevo -que dice Jesús-, se va plasmando en la medida en que yo vaya haciendo realidad. No sigo a Jesús por un pecado, ni por un reglamento, ni por un formalismo de la ley, es el amor nuevo que se rompió en el pecado original y que redescubre Cristo en mi. Yo tengo que vivir esa nostalgia de Dios. Esa alegría de haber conocido a Jesús, ese sueño interior de haber sido elegido en el amor de Dios, y esa figura que dice el paráclito o sea el intérprete para nombrar al Espíritu Santo. Yo te voy a mandar el paráclito. El paráclito es la figura del intérprete. Cuando 66
leían el pueblo hebreo el Antiguo Testamento no lo entendían. Estaba el paráclito, el espíritu, era el traductor. Yo me fui a enviar el paráclito para que entienda lo que quise hacer en el mundo. Y cuando uno va madurando, va dejando que esto vaya empapando al mundo interior y nace el hombre nuevo. Los proyectos del hombre se van realizando en la dinámica del misterio del amor. Se educa en el amor nuevo, se vive en la esperanza nueva. Qué es lo que va a constituir en la alegría. No hay bien en la tierra, no hay tesoro en la tierra que me separe del tesoro del Amor de Dios. No hay éxito en la vida que me haga perder el éxito de mi vocación de Hijo de Dios. No hay. Nada me turba, nada me entristece. Voy realizando en el tiempo el proyecto de Cristo Crucificado y Resucitado en la historia. Eso se va plasmando en la vida espiritual, se va proyectando, y entonces voy encontrando el Cristo nuevo. El hombre nuevo, el Cristo nuevo que se realiza en la historia. Por último, lo van a proyectar esto en la Iglesia, uno tiene que ver lo mismo que viene el domingo antes de la asunción ese pueblo de Dios, esa elección que hizo Cristo de hombres en la historia para constituir ajeno a toda nacionalidad, ajeno a todo hecho histórico sino lo elegí como pueblo de Dios. Cuando entra en esa dinámica de pueblo de Dios, cuán lejos está el formalismo institucional, cuán lejos está vivir agobiado por las tensiones de poder, de instituciones, de privilegios, de tristeza, es otra la dinámica que nace del Pueblo de Dios. Pidamos al Señor que realmente maduremos esto. Maduremos en el mundo interior, porque el único precio que tenemos que pagar frente a esta cultura desacralizada, frente a este mundo, si uno se pone a pensar seriamente en la realidad que vive es para colgar los botines, pero si uno entiende bien esta historia de Dios, de la tierra, del misterio de Cristo, si uno entiende bien porqué me bautizó a mi y si uno entiende bien 67
porqué yo celebro la Eucaristía, si uno entiende bien porqué tengo al capacidad de decirles que se haga tu voluntad, porque la intimidad mía hay una fuerza interior que dice el espíritu del Señor te acompaña, se fiel a este espíritu y entonces ahí uno entiende porqué renace el optimismo, porque nada te entristece, nada me quita la alegría puesta en un misterio que se va debelando todos los días, se va deshojando como una margarita y uno va mirando esa dinámica de Dios en la historia y da la paz, es la única manera porque no entra nada, nada entra a quitarme la paz, no hay tesoro, no hay éxito, no hay fracaso que me quite esta espiritualidad que nace de la acción de Dios en la historia en Cristo y en la elección de su pueblo.
68
11 Descubrir la gratuidad de Dios
"Bendito sea Dios Padre de Cristo Jesús, nuestro Señor, que por su gran misericordia resucitando a Cristo entre los muertos nos concedió renacer para la vida que esperamos, más allá de la muerte, del pecado y de todo lo que pasa, esta es la herencia a que ustedes le tiene reservado".
A lo largo de toda la Cuaresma y después de todo este tiempo de Pascua tratamos de alegrarnos el gozo legítimo de la Resurrección de Jesús, para iluminar un poco los actos de la vida, los acontecimientos buenos, los acontecimientos malos, descubrir los límites de nuestra condición humana y también en nuestras tristezas. Invocamos varias veces que nos alegraba el acontecimiento Dios hecho Hombre, pero también nos alegraba más que después de la Resurrección Cristo se presenta como hombre, es un motivo grande de alegría saber que el Dios Creador nos regala la riqueza de la condición humana y que valía la pena vivir ese gozo. Seguimos mirando las esperanzas y pusimos el caso de esta religiosa: "Lucy". Donde en el límite de su condición humana Dios le dio la fortaleza de la esperanza. Hoy, al concluir he elegido dos o tres textos para que nos ayude a cerrar este 69
ciclo de una manera. Yo diría... "optimista", y para descubrir en nuestro mundo interior qué respuesta tengo que dar yo a los hombres, que le tengo que decir, sea rico, sea pobre y demostrarles que Dios les habla, pero no en una clase de teología, sino en la riqueza de la vida diaria. Hay una frase que me impactó mucho que dice: "Solo poseo la vida y entrego mi vida en el misterio de la muerte, lo único que poseo es la muerte". Yo creo que en la condición humana de cada uno de nosotros vale la pena recapitular, porque hoy Cristo viene a decirle el mandamiento del amor, viene a recordarle que la acción del espíritu es la que va a dinamizar la vida del pueblo de Dios. Nosotros hoy no decimos a los hombres que somos testigos de que Dios ama al hombre. Yo creo que no que los hombres hoy siguen a las idolatrías, la del poder, la del dinero, la idolatría de las palabras, pero los hombres no descubren que Dios es leal. A mi se me ocurrió buscar desde dónde yo le puedo decir a los hombres que Dios es leal. Yo creo que es esencial descubrir la gratuidad del amor de Dios. Este es un valor que tiene que resplandecer en los hombres de fe para que los hombres comunes descubran que Dios es leal. Porque el deber tiene un techo pero la gratuidad de Dios sobrepasa todo techo, es un gesto donde Dios me demuestra que a pesar de mi persona me sigue amando.
La libertad y el amor de Dios En la Biblia, hay dos textos que pueden ayudar a descubrir esto. Uno es el texto del libro de Job, donde Dios me hace descubrirlo a través del sufrimiento, me enseña los caminos para que viva el dolor y la adversidad. Hay otro libro también 70
de la Biblia que es el de Jonás, donde se ve la gratuidad del perdón de Dios. Yo creo que tenemos que incorporar en mi vida el valor de colocar a Dios en primer lugar, esto es clave de mi existencia para dinamiza mi vida .Mi historia es el camino hacia Dios y tengo que ver como va a pareciendo en distintos momentos, aunque aparentemente este fijo tenemos que describir un continuo movimiento en mi relación con Dios. El segundo aspecto que tenemos que incorporar es el de la libertad. Yo creo que a nosotros nos falta la grandeza de vivir la libertad, porque cuando tengo que elegir el camino para encontrarme y servir a Dios, cuando voy ya no hay camino, en ese momento soy yo el tengo que hacer el camino. Ya no hay recetas, ya no hay instituciones que me protejan, yo tengo que caminar hacia mi encuentro con Dios y a mi me parece que aquí es donde yo tengo que meditar bien la verdadera libertad, tengo que descubrir todo lo que significa el regalo de la libertad que me dio Dios para vivir este caminar en la vida. Cuando tengo que estar solo, donde tengo que vivir la noche, la angustia, es el momento en tengo que vivir el misterio del amor de Dios que me quiere. Muchas veces en mi mundo interior reniego de esta libertad, tengo ganas de no ser libre porque la libertad pesa. Porque descubrir a Dios desde mi libertad, desde la intimidad de mi conciencia es un riesgo permanente. Miren, esta libertad tiene mucho que ver con la alegría, esta libertad tiene un manejo interior que se llama la alegría, alguien dijo: "desde el sufrimiento yo puedo llegar a la alegría, mi sufrimiento puede ser alegría". A la tristeza la odio, porque la tristeza es la resultante de mi egoísmo, de lo que considero que he perdido, que me han engañado, cuando no me valoraron, 71
todo eso me llena el alma de tristeza. En vez del sufrimiento me abre el alma a la soledad, a la contemplación y entonces ahí uno tiene la palabra de Jesús en la cruz:" Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado", y aquí está el misterio. Mis sufrimientos dinamizan mi relación con Dios porque mi sufrimiento crea en mí un campo de soledad, de contemplación y de comunión. Cuando uno ve el mundo de los pobres uno cree muchas veces que Dios los abandonó. Bartolomé de la Casas tiene una frase que dice: "Los más chiquitos, son los que más vivos y presentes están en Dios". Claro, según la lectura que yo hago de mis dioses, de mis instituciones, de mis ciencias, de mis teologías, de mis conceptos de salvación, hago la lectura de un Dios que yo idolatro, que me salva a mi en mi negocio de la vida. Pero desde esa visión el pobre nunca puede llegar negociar sin embargo el tiene otro lenguaje que es el de la soledad y del sufrimiento, del abandono, de la marginalidad, y el olvido y desde allí el pobre engancha con un Dios que lo tiene presente. Hay una página que me parece formidable, es el capítulo décimo de San Juan: "Yo doy la vida (dice Jesús) y la recupero, porque Yo doy la vida" ( Juan ,10,17). Si uno se deja calar por esto en la vida espiritual, entiende que mi vida está marcado, que El me dio la vida porque Él es el dueño de la vida y la da a quién quiere. Cuando uno tiene que descubrir la dinámica del amor de Dios, la gratuidad del amor de Dios y que no la descubro sólo en el éxito, la descubro en las noches oscuras del sufrimiento, ahí donde está que me hace descubrir que me sostiene en el tiempo y cuando uno va dice "mira, un mandamiento dice amad los unos a los otros, no hay amor más grande que dar la vida por los amigos, vosotros ser mis amigos". Entonces ahí juego la 72
carta de mi existencia, la vida tiene la última palabra de la historia no es la muerte, lo que hay que pagar por esa vida es la intimidad profunda de que soy pequeño y Dios es mi Padre, su Hijo Jesús es el liberador y me anuncia la tierra prometida y tengo que pasar mucho tiempo caminando hacia la Casa del Padre.
Vivir la ascensión del Señor Por eso, terminamos este ciclo viendo un poco la vida. No nos dejemos aturdir. Yo no sería fiel a ustedes si yo no vivo lo que estoy diciendo. Me resultaría fácil haber hecho más simple agarrar el Evangelio de hoy y decir cuatro cosas intrascendentes que no sirven para nada. A mi me parece que el juego de la vida es este. Lo único que tengo es mi muerte, lo único que tengo para ofrecerles. Entonces, uno tiene que encarar ahí y descubrir el pecado en mi. Buscar que desaparezcan los dioses que me tienen agobiado. Cada uno tiene su dios que no es el de la creación; cada uno tiene que presentarse frente a ese Dios desnudo, como es en la noche oscura de su alma; tiene que presentarse y ponerse a la luz de su misterio y encontrará la fuerza interior de la comunión con Dios. Vamos a pedir perdón al Señor por esta caravana de Dios que nos ha gobernado en la vida. La caravana del Dios que le hemos impuesto a los hombres, somos cómplices de la mentira de la libertad, de la justicia, mentira, peregrinamos frente al dolor y el sufrimiento de miles de personas y no tenemos la sensibilidad de llevarnos el dolor en el alma para que una noche interior de la vida pueda decir "Señor, Señor, por qué a mi no", por qué este chico que vino hoy, por qué esta mujer, por qué este hombre, le exijo que vivan en la miseria para que yo tenga 73
gozos espirituales, para que yo me alegre con unos amigos y digan que soy un hombre que ama la trascendencia, no. Por eso pidamos perdón al Señor para que la lectura de este Evangelio de hoy nos encuentre con un corazón limpio, no hay que tener miedo a escuchar el perdón del Señor, la bondad de Dios es infinita, la bondad de Dios es más rica, mucho más rica que la bondad de los hombres, por eso en el día de hoy para prepararme en donde yo tengo que vivir la Ascensión del Señor y tengo que prepararme con la fuerza espiritual del Espíritu Santo. No puedo vivir cualquier fecha litúrgica como un cumplimiento formal de la vida, tengo que vivir que significó este contacto después de Pascua con la Palabra de Dios, en dónde encontré a Jesús en las distintas lecturas del domingo, en qué me enriquecí, qué cosa dejé y cómo me preparo para el adiós hasta la victoria de la eternidad. La alegría de la Ascensión del Señor me lleva al triunfo de la condición humana al Reino de los Cielos. Es la alegría íntima de una advocación que camina en la vida desde el misterio de la creación de Dios. ¿Por qué me eligió? Cuando leíamos en la carta de San Pedro, me elegiste y te regalé la alegría de la resurrección, y entonces uno cuando quiere vivir la ascensión, la noche de la ascensión de mi vida en el misterio de la eternidad, mi vida es el encuentro de la eternidad. No como poesía. Como realidad existencial de la vida. Mi vida tiene la agonía de la acción del Espíritu Santo en el juego de la gracia de mi vida. Dios maneja la criatura humana que soy, y entonces, uno tiene fuerza para pedir perdón, despojarse de los dioses y entonces uno cuando ve eso cambia la vida. El otro día un médico dice: "¡no, llámalo a tu médico porque si te agarra un infarto!" Anda, busca los libros, a mi déjame en la paz, yo no tengo ningún interés de vivir un día más por tu 74
ciencia, yo tengo un interés en mi vida en la fidelidad del amor de Dios. Para vivir cien días más siendo infiel a Dios no lo quiero. Y vos no vas a entender nunca por que tu dios es tu bisturí. Y tu dios es tu tomografía y crees que le haces un servicio a la humanidad. Lanzate al dios de la técnica y no me liberas de la angustia de mi existencia. Son dos realidades que no me hacen renunciar al progreso, pero no me llevan a enamorarme de los dioses que representa esta cultura para que yo siga esclavo de mi vida me la va a regalar el cirujano, mi vida me la dio Dios. A Él le doy gracias, no a hilos ni a tu ciencia, porque tu ciencia me esclavizó, me hizo partícipe del juego del poder, me seleccionó, me hizo apartar, porque tu ciencia dividió a los hombres, me dejó un pueblo pobre que no tiene más que un dispensario y yo te tengo que adorar a vos, porque vos a mi me adivinas la suerte, no, mi Dios no le adivinó la fuerza a los pobres, mi Dios dio la vida y entonces que es muy distinto pero vos también estás en el jueguito de tu sanatorio, de tu poder económico, y estás jugando la vida con los que tenemos. No nos perdimos una noche, porque hombres como yo hay muchos, y son todos ignorados por vos. Y vos formas parte de esta cultura, y en tu laboratorio hay un crucifijo y seguro que si voy a tu casa en tu dormitorio también. ¿Ves?, ahí está el juego de la libertad, ahí es donde yo tengo que vivir la libertad, y tengo que despojar, decir: mi Dios es Dios. No el que vos inventaste, porque el tuyo está ahí, forma parte de la mentira, que me sobrepesa a mi. Y vos, me haces cómplice a mi porque además atendés mejor. Además, me das privilegios para que yo me enamore de tu dios, pero si yo no tengo nada que ver con tu dios, y cada uno de nosotros tiene que revisar todas esas conductas que lentamente nos esclavizan. Entonces, claro... Navidad es el pan dulce, Pascua es el huevo de Pascua y 75
Pentecostés no es nada, y entonces ahí está y nadie pide perdón, la caravana si, y ahora esto los obispos están preocupados que demasiada dura la pena, un pueblo que ha perdido la dinámica de Dios y no descubren el más allá, fíjense con claridad el misterio de la muerte, el misterio de la muerte está clarito, qué es lo que hay que ver, que se lo despache rápido, baja automáticamente, tierrita, un abrazo, dos lagrimitas y avanti, ahí está claro, pregúnten ustedes al pueblo, a los pueblos que sufren ¿qué esperan de la muerte?, no tienen la cultura de la muerte nuestra, seguro, y cuando vuelven a sus muertos, cómo vuelven los que sufrieron a encontrarse con sus muertos. Esta cultura de hoy es la que murió. Entonces, miren si hay motivos para reflexionar, para pedir perdón, para achicar un poco el orgullo, para romper el egoísmo. Y entonces, uno va a entender la alegría y la felicidad.
76
ÍNDICE
Introducción ..................................................................................... 3 1 - El sacerdoci como alegría y entrega ............................................ 5 2 - La fe y la esperanza en nuestro tiempo ...................................... 13 3 - Encontrar a Dios en el camino ................................................... 21 4 - La aceptación de Cristo resucitado ............................................ 25 5 - El legado espiritual de Cristo ..................................................... 31 6 - Los sufrimientos desde la fe ....................................................... 37 7 - El misterio de la Cruz que salva ................................................. 45 8 - La aventura de la eternidad ....................................................... 51 9 - Siempre abiertos al proyecto de Dios ........................................ 55 10 - Vivir la presencia de Cristo ...................................................... 61 11 - Descubrir la gratuidad de Dios ................................................ 67
77
78