Mas allá del muro

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MAS ALLÁ DEL MURO

Saber quien es tu interlocutor es lo que motiva a investigar más…

1. Montañas en la lejanía. Aún, sin querer desearlo, mi imaginación esboza cálidamente las formas lejanas que mis recuerdos de infante retienen ya por muchos años. Esas formas entre plomos y marrones, sin aroma que logre tocarte el sentido olfativo, sin consistencia palpable sólo en la cercanía. Esas formas lejanas de arrumos dantescos que pretenden soberbiamente traspasar el hogar de los niños cirros. Esas formas que en mi imaginación, sin poder escalar el muro, existen en la lejanía y se hacen verídicos sólo con ser patentes en mi mente. La existencia no verificable de estas formas esbozadas por mis neuronas se hacen realidad si no me animo a observarlas. No me atrevo a escalar el muro en este momento por que esas montañas en la lejanía son hermosísimas. Y mientras no este seguro de su existencia, éstas existen.

2. Un viaje sin sentido. Me hallo frente a frente con el muro. El me hace sentir milimétrico, metálico. Me observo escalándolo con mis poderosos brazos desarrollados con el esfuerzo del trabajo diario. Levantando toneladas de carpetas llenas de fugas imaginarias, de cuentos sin sentidos de una tonelada cada uno. Quizás pueda utilizar las carpetas


para construirme una escalera que me permita llegar hasta arriba del muro. Para esto debo convencer al boletero para que me entregue un boleto de ida y me deje construir la escalera que necesito para saltar al otro lado. Antes del muro hay que pasar el control del viajero. Un lugar construido de ladrillos de intentos de salida. Es un gran edificio sólido y desmoralizante. Hay un escritorio lleno de las fotos de los viajeros que no cumplieron con los requisitos para seguir su camino. El Boletero hace bien su trabajo. No deja cabo suelto, por lo que un viaje de ida es como el viaje de una pompa de jabón después que fue dado a luz por un soplido de niño jovial. Y yo estoy ahí, frente al boletero, esperando que haga sus cosas pendientes antes de dignarse a mirarme y atenderme. Mis miedos caen como cascadas por mis células. Me he transformado en un árbol de temor con ramas de angustia e inseguridad. Un sauce llorón. La brisa es una tempestad que casi arranca mis ramas. La luz de esa mañana ¿o ya es tarde? es como el fuego ígneo de los volcanes terrestres que casi carbonizan mis hojas. Sin mis hojas no vivo. No puedo alimentarme. No puedo moverme por que mis raíces están incrustadas como la daga asesina en el pecho del incauto. Un trueno retumba en mi pecho y me atrevo tímidamente a levantar mi mirada. Sus ojos son de fuego y su lengua de estrellas. No comprendo el retumbar que provoca su boca. Mi mente esta confusa y trata a mil por hora de codificar el mensaje. ¿Estas sordo? te pregunte si no tienes miedo. ¿Tienes miedo? Por fin mi cerebro marchito sale del coma y logra comprender la pregunta del boletero. Mi temor es tan grande que pulveriza cada intento de modular los sonidos que nacen de mi garganta. ¿Qué si tienes miedo? Mi pecho parece reventar con el sonido grave y poderoso que emite el boletero. Sólo necesito pedirle un boleto de ida, pero si no puedo expeler sonido desde mi boca, no podré pasar el control. Debo refugiarme en mi interior y ponerme la coraza para poder enfrentar al boletero, o sino este viaje no tendrá sentido. Esta bien tener temor si se puede controlar. Debo viajar a otro lado antes de enfrentar al boletero. El muro esta tan cerca y tan lejos a la vez. Pero lo que haya al otro lado siempre estará ahí. El tiempo no existe, sólo es imaginación. Lo importante es lo que uno quiere, no importa cuando sino como.


3. Buscando al equilibrista He temido toda la madrugada. Mi piel escasea y mis ojos escudriñan entre los viejos troncos que imponentes se elevan armando un cielo espantosamente único. La viga maestra mora en sus interiores. Me puede señalar el camino para encontrar al equilibrista. ¿Sabes como puedo cambiar mi corazón asustadizo y cubrirlo con la mejor armadura que exista en este universo? ¿Cómo lo harás? Mi microscópica mente balbuceaba chorros de temores que caían despeñados rompiendo todo lo que abajo encontraba. Mis ilusiones apenas se aferraban al acantilado de mi corazón desilusionado mientras caían esos grandes peñascos negros desde mis desteñidas neuronas que aún estaban en shock. Debo distinguir el sendero. No debes elegir un camino, sino los dos a la vez ¿Cómo puedo hacer eso? Los ojos del bibliotecario expelían luz de sabiduría. Tus sentidos te limitan, no los uses. Estaba detenido en la penumbra de mis dudas, en los limites de mi cordura, en la inmensidad de mi ignorancia. Sentía millones de seres observando mis pensamientos. Eran como cadenas de acero de una tonelada cada eslabón que detenían mis acciones. Nacían de mi pecho, caían al suelo y se perdían por mi espalda en los laberintos de los incrédulos. Acero. Frío y pesado. Tiraban mi pecho al suelo. Mis brazos esqueléticos soportaban el peso a duras penas. No debo utilizar mis sentidos, no debo escuchar, ni oír, ni palpar, no debo degustar nada, ni siquiera ver. Debo dejar de sentir el mundo que me rodea. Eliminar mis sensores naturales. Dejar de sentir mi mundo, dejar de sentir… abandonar… debo ser luz y oscuridad, debo ser ruido y silencio, debo ir y volver, debo existir y no


existir, olvido las cadenas que desde mi interior perforaban mi pecho saliendo como salto de agua. Olvido que yo soy. Dos senderos se iluminan frente a mi no ser, movilizo mi energía y paso a través de ambos simultáneamente, no existen los seres incrédulos, no existe nada, no existe la verdad, no existe la mentira, ni la conciencia ni la inconciencia, soy y no soy nada y todo. Mi mente lentamente como una llama se apaga y disminuye, se aquieta y se acelera, codifica mi entorno, comienzo a ser inferior nuevamente… estoy en el interior del herrumbroso bosque de gigantes. Mi mente aletargada se despierta y comienza a ser ciega nuevamente. No puedo permitirlo, debo encontrar a la viga maestra antes de recobrarme, antes de quedar a ciegas. Me inquieta la velocidad, milisegundos eternos, debo encontrarla. ¿Dónde estará? ¿Cuál de todos los arboles tiene a la viga maestra? estoy perdido en el interior y no podré salir nunca mas. Mi mente esta perdida y me encuentro parado con los ojos idos y luchando por encontrar una salida en el bosque. Mi mente se encuentra atrapada en el bosque del sin sentido.

4. El interior de los miedos Sombras, luces sin vida, formas que se mueven rápido y lento, acarician mi aletargada visión de la penumbra consiente. Piedras de mil toneladas de temores caen eternamente sobre mi cerebro y destruyen los últimos vestigios de esperanza, los últimos intentos de permitir que la luz entre por mis esferas


pareadas, mi última forma de mi espíritu primogénito. Detrás de las ramas de mis neuronas la inteligencia fenece lentamente por el peso descomunal del miedo, pero expele un último hálito sensorial e intelectual. Mi cuerpo esta fuera del bosque y puedo a través de él dirigir el que tengo atrapado acá, en el interior del espantoso bosque herrumbroso. Lograr cambiar mi estado exterior permitirá cambiar mi estado interior. Puedo lograrlo. Inyecto esperanza a mis venas que alimentan a mis músculos intelectuales y físicos. Ambos cuerpos están enlazados. Puedo abrir los ojos y contemplan desde dentro. Mi energía viva mueve los parpados externos muertos. Veo claramente un sendero luminoso entre los portentosos árboles. Me muevo sin moverme y observo sin mirar. Veo una luz entre los troncos opacos y la sigo. Mi inconsciente es consciente de mi burbuja y logra ver el árbol iluminado. Me acerco y estiro mi brazo hacia él. Al final lo toco y todo desaparece. Como si pinchara una pompa de jabón. Me encuentro frente al bosque exterior y herrumbroso y éste desaparece lentamente. Se abre una nueva senda. El camino esta indicado. El equilibrista me puede ayudar. La esperanza vuelve a mi corazón reseco. Mi jácena aún resiste.

5. El contacto Por fin puedo visualizar la senda del equilibrista. Movilizo mi espiritu, camino portando mi corazón henchido de esperanza, de regocijo. Por fin tendre la coraza que me pemitirá enfrentar al Boletero y cumplir con mi destino, mi anhelo. El equilibrista me indicará la forma de enfrentar los miedos abismales que corroen cada célula de mi existencia. El camino se despeja, se despliega delante de mis esferas pareadas, es largo, es solitario, es silencioso, esta ausente de luz innecesaria, sólo se ve el sendero, tomando las formas de la serpiente


depredadora, bajo una luz indescriptible, rodeado del tiempo abismal y microscópico. Destruye los sentidos, cegera total a mi espamódico cerebro. Nuevamente debo cambiar mi ser, mi forma, debo dejar de ser materia y nacer en este nuevo mundo como ondas energéticas. Desplegarme por todo este universo, buscando el final de la senda. Ya no camino, no respiro, no observo, ya no siento mi entorno. Hago contacto con cada átomo de este universo, que se despliega en torno del sendero. Soy parte de él, estoy aquí y allá. Me percibo avanzando en mil sentidos, escudriñando cada rincón, al mismo tiempo. Rebotando en todos lados y renaciendo en mi avance. Mi primitivo sistema de comprensión es inexistente, no tengo los limitados sensores, no razono las cosas, solo las percibo, en diferente orden, en diferente nivel de energía. El principio de la senda y el final estan cerca y lejos. Puedo estar en ambos lados casi simultaneamente, Busco la energia del equilibrista. Este lugar es infinito, mis brazos de energía alcanzan los oscuros lejanos lugares, escudriñando, buscando. No lo encuentro. No se que tipo de energia envuelve al equilibrista. Puede ser cualquiera o ninguno. La soledad del sendero me comprime el corazón, mi núcleo. El centro de mi percepción. Aquello que manteniene unida a mi energía. No lo encuentro. No puedo reconocerlo. Siento compresión de mi existencia. Lo soporto a no dar más. Suelto todo. Me expando como una explosión en milésimas de segundos, inflacionando mi energía, no puedo controlar mi expansión, apenas puedo elucidar el tiempo que rodea ese momento. Siento como parte de mi energía se materializa, se une, se define. Comienzo a perder la visión del lugar. Todo se desvance en un espacio infinito, lleno de caos y explosiones. Siento que me pierdo en la inmensidad. Algo me toca mi… ¿hombro? no recuerdo de mi ser material. Mis ojos vuelven a existir y ser limitados. Aún estoy frente al camino, que se despliega indiferente frente a mi. ¿Me buscabas? Un sonido naciente me envuelve. Algo que recuerdo se llama corazón se dispara. Mis neuronas tratan de volver del coma temporal. Un recuerdo quiere nacer. Un recuerdo… Recuerdo que andaba buscando a alguien… ¿Quién? … ¡Si! ¡El equilibrista!


Continuará…


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