Mi nombre es Medusa, yo soy hija de Forcis y Ceto; y a diferencia de mis hermanas las gorgonas, yo era distinta puesto que era una mortal. Mi sueño es conocer a Atenea, la diosa de la castidad. Algunos años después crecí y trabajé muy duro para convertirme en una de sus sacerdotisas, a diario me levantaba para rendirle culto y adorarla. Un día salí a cortar vallas y escuché una conversación en la cual mencionaron lo que normalmente opinan, más específicamente lo hermosa que yo era, lo sedoso de mi cabello, sin embargo también mencionaron que poseidón Dios del mar y mi diosa Atenea se estaban disputando el control de la ciudad. Pasaron unos meses y mi Diosa Atenea ganó y debido a su triunfo nombró a la ciudad Atena. Fue así como supimos que no lo veríamos por un muy buen tiempo ya que perder no es algo que le gustara mucho. Durante un tiempo nadie había escuchado el nombre de poseidón y todos desconocían su paradero. Lamentablemente ese día yo salí por unas uvas para la ofrenda dedicada a atenea y este Dios trato de poseerme y en ese momento creí que todo estaba perdido, pero me armé de valor y coraje; y lo empujé dejándolo en el suelo, sin mirar atrás corrí tan rápido como pude hacia el templo de Atenea,y le dije a mi mejor amigo que corría peligro que por favor detuviera a poseidón, pero al parecer no fui lo suficientemente rápida y el no fue lo suficientemente fuerte. Traté de pedir ayuda, sin embargo nadie respondió a mis gritos de auxilio. En ese momento llegó poseidón y me tomó del brazo y abuso de mi. Yo solo podía pensar en ¿porqué tuve que salir ese día?, ¿por qué?. Al quedar satisfecho se fue como un cobarde,yo me sentí humillada y sucia, en ese momento llegó atenea y me alegré porque pensé que ella me ayudaría a sentirme mejor pero solo me acusó injustamente de provocar al Dios, cuando lo único que hice fue salir a buscar uvas y vallas para adornar su altar de ofrenda. Atenea estaba muy enojada y creyó que yo había perturbado su templo a propósito. Fue así como en un arrebato de enojo convirtió mi sedoso cabello en serpientes y mi inocente mirada, en un arma con la cual podía petrificar a cualquiera que me viera directamente a los ojos. Mi mejor amigo vino a verme preocupado y angustiado por lo sucedido, pero accidentalmente se convirtió en piedra al verme. No podía creer lo que me estaba pasando, y mucho menos que había perdido para siempre a mi mejor amigo. Asustada por lo acontecimiento huí a un templo abandonado a las afueras de la ciudad para que nadie saliera lastimado sin embargo se corría un rumor de un monstruo, como han de suponer se referían a mi. Usualmente venían por la gloria de matar al aterrador monstruo que acechaba en el templo abandonado. Yo realmente no quería hacerles daño pero sabía que ellos no tendrían piedad conmigo. Un día salí a explorar el templo y encontré un estatua en honor a la diosa Atenea, con el tiempo encontré bondad para perdonarla y por las tardes le rendía culto como anteriormente acostumbraba. Pocos días después llegó un joven más con el objetivo de matarme pero este llevaba en escudo perteneciente a Atenea en el cual me vi reflejada y cuando estaba a punto de volverme piedra el joven llamado Perseo cortó mi cabeza como trofeo y la llevó al templo donde vivía atenea ella al ver mi cabeza y recordar cuán devota era hacia ella se arrepintió de haberme castigado de esa forma tan injusta y colocó mi cabeza en su escudo para así
inmortalizar mi imagen junto con ella y darme gloria como su sacerdotisa más fiel y devota.