experimental book // libro experimental

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EN EL CAMINO

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Conocí a Dean poco después de que mi mujer y yo nos separásemos. Acababa de pasar una grave enfermedad de la que no me molestaré en hablar, exceptuado que tenía algo que ver con la casi insoportable separación y con mi sensación de que todo había muerto. Con la aparición de Dean Moriarty empezó la parte de mi vida que podría llamarse mi vida en la carretera. Antes de eso había fantaseado con cierta frecuencia en ir al Oeste para ver el país, siempre planeándolo vagamente y sin llevarlo a cabo nunca. Dean es el tipo perfecto para la carretera porque de hecho había nacido en la carretera, cuando sus padres pasaban por Salt Lake City, en un viejo trasto, camino de Los Angeles. Las primeras noticias suyas me llegaron a través de Chad King, que me enseñó unas cuantas cartas que Dean había escrito desde un reformatorio de Nuevo México.

Las cartas me interesaron tremendamente porque en ellas, y de modo ingenuo y simpático, le pedía a Chad que le enseñara todo lo posible sobre Nietzsche y las demás cosas maravillosamente intelectuales que Chad sabía. En cierta ocasión, Carlo y yo hablamos de las cartas y nos preguntamos si llegaríamos a conocer alguna vez al extraño Dean Moriarty.

EN CIERTA OCASIÓN, CARLO Y YO HABLAMOS DE LAS CARTAS Y NOS PREGUNTAMOS SI LLEGARÍAMOS A CONOCER ALGUNA VEZ AL EXTRAÑO DEAN MORIARTY Todo esto era hace muchísimo, cuando Dean no era del modo en que es hoy, cuando era un joven taleguero nimbado de misterio. En cierta ocasión, Carlo y yo hablamos de las cartas y nos preguntamos si


llegaríamos a conocer alguna vez al extraño dean moriarty. todo esto era hace muchísimo, cuando Dean no era del modo en que es hoy, cuando era un joven taleguero nimbado de misterio. Luego, llegaron noticias de que Dean había salido del reformatorio y se dirigía a Nueva York por primera vez; también se decía que se acababa de casar con una chica llamada Marylou.

estaba sentada allí, en el borde de la cama con las manoscolgando en el regazo y los grandes ojos campesinos azules abiertos de par en par, Pero, aparte de ser una chica físicamente agradable y menuda, era completamente idiota y capaz de hacer cosas horribles. La primera vez que venía a Nueva York, con su guapa y menuda Marylou; se apearon del autobús Greyhound en la calle Cincuenta y

PORQUE ESTABA EN UNA MALDITA HABITACIÓN GRIS DE NUEVA YORK DE AQUELLAS DE LAS QUE HABÍA OÍDO HABLAR EN EL OESTE Y ESPERABA COMO UNA DE LAS MUJERES SURREALISTAS DELGADAS Y ALARGADAS DE MODIGLIANI EN UN SITIO MUY SERIO. Un día yo andaba por el campus y Chad y Tim Gray me dijeron que Dean estaba en una habitación de mala muerte del Este de Harlem, el Harlem español. Había llegado la noche antes, era guapa con muchos rizos parecidos a un mar de oro;

doblaron la esquina buscando un sitio donde comer y se encontraron con la cafetería de Héctor, y desde entonces la cafetería de Héctor siempre ha sido para Dean un gran símbolo de Nueva York. Tomaron hermosos pasteles muy azucarados

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y bollos de crema. Todo este tiempo Dean le decía a Marylou cosas como éstas: —Ahora, guapa, estamos en Nueva York y aunque no te he dicho todo lo que estaba pensando cuando cruzamos Missouri y especialmente en el momento en que pasamos junto al reformatorio de Booneville, que me recordó mi asunto de la cárcel, es absolutamente preciso que ahora pospongamos todas aquellas cosas referentes a nuestros asuntos amorosos personales y empecemos a hacer inmediatamente planes específicos de trabajo...

sentados tontamente fumándonos las colillas de los ceniceros a la luz grisácea de un día sombrío, Dean se levantó nervioso, se paseó pensando, y decidió que lo que había que hacer era que Marylou preparara el desayuno y barriera el suelo. — En otras palabras, tenemos que ponernos en movimiento, guapa, como te digo, porque si no siempre estaremos fluctuando y careceremos de conocimiento o cristalización de nuestros planes. fluctuando y careceremos de conocimiento o cristalización de nuestros planes. —Entonces yo me largué.

MI PRIMERA IMPRESIÓN DE DEAN FUE LA DE UN GENE AUTRY JOVEN —BUEN TIPO, ESCURRIDO DE CADERAS, OJOS AZULES, AUTÉNTICO ACENTO DE OKLAHOMA— Esa misma noche todos bebimos cerveza, echamos pulsos y hablamos hasta el amanecer, y por la mañana, mientras seguíamos

Durante la semana siguiente, comunicó a Chad King que tenía absoluta necesidad de que le enseñase a escribir;Chad dijo que el escritor


era yo y que se dirigiera a mí en busca de consejo. Hoboken. Un aparcamiento, se había peleado con Marylou en su apartamento de Hoboken. Fue directamente a Nueva Jersey, y allí Chad dijo que el escritor era yo y que se dirigiera a mí en busca de consejo. Entretanto, Dean había conseguido

trabajo en un aparcamiento, se había peleado con Marylou en su apartamento de Hoboken. Fue directamente a Nueva Jersey, y allí estaba Dean, haciendo reverencias, frotando obsequiosamente los pies en la penumbra del vestibulo, y diciendo: Dios sabe por qué fueron allí—, y ella se puso tan furiosa y se mostró tan profundamente vengativa que denunció a la policía.

—Hola, tú. ¿Te acuerdas de mí? ¿Dean Moriarty? He venido a que me enseñes a escribir. ¿Dónde está Marylou? le pregunté, y Dean dijo que al parecer Marylou había reunido unos cuantos dólares haciendo acera y había

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regresado a Denver. ¡La muy puta! Entonces salimos a tomar unas cervezas porque no podíamos hablar a gusto delante de mi tía, que estaba sentada en la sala de estar leyendo su periódico. Echó una ojeada a Dean y decidió que estaba loco. En el bar le dije a Dean: Y él dijo: —Sí, claro, sé perfectamente lo que quieres decir y de hecho me han pasado todas esas cosas, pero el asunto es que quiero comprender los factores en los que uno debe apoyarse en la dicotomía

—NO DIGAS TONTERÍAS, HOMBRE, SÉ PERFECTAMENTE QUE NO HAS VENIDO A VERME EXCLUSIVAMENTE PORQUE QUIERAS SER ESCRITOR, Y ADEMÁS LO ÚNICO QUE SÉ DE ESO ES QUE HAY QUE DEDICARSE A ELLO CON LA ENERGÍA DE UN ADICTO A LAS ANFETAS.

de Schopenhauer para conseguir una realización interior... —y siguió así con cosas de las que yo no entendía nada y él mucho menos. En aquellos días de hecho jamás sabía de lo que estaba hablando; es decir, era un joven taleguero colgado de las maravillosas posibilidades de convertirse en un intelectual de verdad, y le gustaba hablar con el tono y usar las palabras, aunque lo liara todo, que suponía propias de los «intelectuales de verdad». No se olvide, sin embargo, que no era tan ingenuo para sus otros asuntos y que sólo necesitó unos pocos meses con Carlo Marx para estar completamente in en lo que se refiere a los términos y la jerga. En mi casa de acordar que iríamos juntos al Oeste algún día. Esto era en el invierno de 1947. Una noche que cenaba en mi casa —ya había conseguido trabajo en el aparcamiento de Nueva York se inclinó


se inclinó por encima de mi hombro mientras yo estaba escribiendo a máquina a toda velocidad y dijo: — Vamos, hombre, aquellas chicas no pueden esperar, termina en seguida. Es sólo un minuto — dije Estaré contigo en cuanto termine este capítulo

y es que era uno de los mejores capítulos del libro. Fuimos hasta el aparcamiento donde Dean tenía unas cuantas cosas que dice en el Eclesiastés, «donde está tu lugar bajo el sol». Un pariente occidental del sol, ése era Dean.

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SIMPLE COMO EL ALCOHOL

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La cerveza se agitaba en el vaso sin que Ezequiel reuniera el ánimo de beberla. Nunca le había gustado, solo era un parche, solo estaba ahogando las penas en aquella taberna olvidada de la ciudad. Aún resonaban los gritos de Isis en su cabeza. Tan solo había hecho lo qué le pareció correcto, ¿estaba tan mal eso? Era una ingrata, incluso accedió a escaparse de casa con ella cuando podría perfectamente estar terminando segundo medio. Con un movimiento brusco apuró el vaso, se vació al instante. Masculló para sus adentros, estaba rancia, pero al menos lo distrajo un poco. Del otro lado de la barra el tabernero lo miraba con una mueca, seguro que ya había notado su intolerancia al alcohol. Que piense lo que quiera, si trata algo yo…haré algo, ya estaba haciendo efecto la cerveza; un solo vaso y se le fue la claridad de la mente, sí que estaba mal.

-Eh ¿Qué pasa amiguito? ¿Por qué bebiendo tan solo? Ezequiel trató de ubicar la voz. Un sujeto se había sentado junto a él. Qué chistoso, su cabeza parecía moverse de un lado a otro con la música de fondo. Antes de que supiera qué quería el tipo ya había un segundo vaso de cerveza frente a él. Qué amable al invitarle otro trago. -Uh, reconozco esa mirada. Te dejó tu novia- comentó el sujeto. -¿Eh? Sí, pero no me dejó ¡Me tiró! ¡Me tiró y me dejo aquí!- exclamó Ezequiel. -Comprendo. Bueno, a tu salud, hermano- bebió y le dio una palmadita en el hombro-. Nos vemos, gracias por invitarme la chela. Trató de entender qué era lo que no encajaba de aquella frase. El sujeto se marchaba con su jockey volteado hacia atrás, perdiéndose entre la multitud. Cuando Ezequiel miró los tres vasos vacíos delante, entendió.


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-Oye, yo no te invité la chela- gritó a lo lejos sin importarle si lo había oído. Siguió divagando con pensa-

mientos incoherentes y tarareando canciones de Los Prisioneros por quien sabe cuánto tiempo.

LOS RECUERDOS DE AQUELLA NOCHE ERAN BORROSOS: UNA CHICA LO SACÓ A BAILAR, UN GORILA LO HIZO A UN LADO Y LE PLANTÓ UN PUÑTZO EN EL ESTÓMAGO. Luces y gente girando a su alrededor y por último una silueta femenina que lo llevó de vuelta a la barra. -Vaya, nunca pensé que llegaría el día en que te encontraría ebriodijo la mujer. Ezequiel la miró a los ojos, aquella imagen hizo que le retumbara el corazón. Fue ubicando poco a poco sus rasgos, su brillante mirada, vestida con una polera con el cuello cortado, los mismos jeans de siempre y las convers. A su

lado se había sentado Isis. Sonreía animada. Ezequiel hundió la cabeza en la barra, no quería hablarle. -Parece que te dejé muy mal- comentó con lástima-. ¿Te tomaste tú sólo los tres vasos? -Ja- rió el tabernero a lo lejos-. El pendejo no pudo ni con uno. Los otros se los quitó un sujeto. -Ya veo…Traiga ron, la botella enterapidió Isis.


El tabernero dejó una botella abierta frente a ella y se alejó a limpiar un vaso trizado. -Más les vale pagar todo- advirtió el hombre. -¿Qué? ¿Acaso quieres sacarme en cara tu resistencia al alcohol?- preguntó Ezequiel con sorna. -Quiero que estemos en igualdad de condiciones - respondió Isis, paciente. Ezequiel la observó mientras poco a poco iba desapareciendo el ron de la botella. Cuando llegó a la mitad empezó a distinguir el color en el rostro de su amiga. Le vino a la memoria el recuerdo de su primer beso, cuando sus mejillas tenían

ese mismo rubor por el alcohol. Con un ruido sordo dejó la botella sobre el mesón y comenzó a tambalearse en su silla. Yo ya habría vomitado. -Ahoora sí. Ya, filo con la pelea, hagámoslo simple. Isis apoyó con torpeza una mano sobre su hombro y se inclinó hacia él para besarlo, pero con solo ron en su estómago perdió el equilibrio y se cayó de la silla. -¡Is…!- gritó Ezequiel. Trató de ayudarla a pararse, pero él tampoco tenía sus cinco sentidos. Otro estruendo se sobrepuso a la música del bar. A los pies de la barra quedaron dormidos los adolescentes con sus labios unidos en un tierno beso.

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TRISTESSA


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Voy en un taxi con Tristessa, borracho, con un botellón de bourbon Juárez en la mochila para enseres ferroviarios que me acusaron de robar en un tren en 1952. Estoy aquí en Ciudad de México, tarde lluviosa de sábado, misterios, me asaltan viejos sueños de aceras sin nombre, el callejón que recorrí entre lóbregos indios vagabundos envueltos en sus rebozos trágicos hasta el llanto bajo los que creí adivinar destellos de navajas. Sueños lúgubres y trágicos como ése que tuve aquella

Otra Noche Ferroviaria donde mi padre aparecía acuclillado en un vagón nocturno para fumadores, afuera un guardafrenos portaba luces blancas y rojas y alumbraba los vastos y tristes raíles de la vida. Sin embargo ahora despierto en esta meseta Vegetal, México, bajo la misma luna de Citlapol con la que tropecé hace tres noches en una azotea somnolienta camino de ese baño ancestral de piedra que no deja nunca de gotear.

TRISTESSA ESTÁ COLOCADA, HERMOSA COMO NUNCA, CONTENTA DE VOLVER A CASA Y DE DISFRUTAR DE MORFINA YA EN LA CAMA.


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OLD BULL PERMANECE AJENO A TORMENTAS E INUNDACIONES, RECLUIDO EN LA CAMA ENTRE JERINGUILLAS Y CUENTAGOTAS Y SUSTANCIAS EN POLVO Y DEMÁS PARAFERNALIA. “CHICO, SI TIENES MORFINA, NO NECESITAS NADA MÁS”

Old Bull duerme, finalmente lo ha conseguido, el Nirvana, ronca, del todo ido. Odio tener que despertarle peor hay que cerrar desde dentro y echar el candado. -Día gris afuera, por fin ha escampado tras una potente ráfaga al alba. La tormenta ha inundado los hogares de 40.000 familias al noroeste de la ciudad, mientras Old Bull permanece ajeno a tormentas e inundaciones, recluido en la cama entre jeringuillas y cuentagotas y sustancias en

polvo y demás parafernalia. “Chico, si tienes morfina, no necesitas nada más” me dice ya de día, todo repeinado y puesto en su sillón, revisando sus papeles, derrochando buena salud. “Madame Amapola, así la llamo yo. Si tienes opio, tienes todo lo que necesitas. -Con todo ese bendito Opio corriendo por tus venas no puedes más que cantar y gritar Aleluya” y se ríe. “Ponme a Grace Kelly en esa silla y Morfina en esa otra y me quedo con Morfina”.


Jack Kerouac

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txt. En el camino de Jack Kerouac Simple como el alcohol de Matias Gรกrate Tristessa de Jack Kerouac

ph Nan Goldin


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