Domingo xii del tiempo ordinario ciclo a

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Domingo XII del tiempo Ordinario Ciclo A Mt. 10,26-33 La Palabra de Dios nos pide tener confianza en Él, especialmente en las dificultades. Jesús exhorta a sus apóstoles: “No tengan miedo”, poco antes les había dicho que sufrirían mucho por ser sus discípulos, ahora los anima. El texto que hemos leído, forma parte de las instrucciones que Jesús da a sus discípulos antes de enviarlos al anuncio del Reino. Les advierte que por el fiel cumplimiento de su misión recibirán el mismo maltrato que Él sufriría, esto les asusta, por ello, Jesús les ánima a no temer ni siquiera a la muerte, pues los enemigos podrán matar el cuerpo, pero no el alma. El miedo natural a la muerte no debe detener a los discípulos en la misión de dar testimonio del Señor y propagar sus enseñanzas y su Evangelio. Jesús invita a superar el miedo confiando en Dios: Él estará con ellos siempre, sobre todo en el momento en que tengan que dar testimonio suyo, incluso cuando tengan que arrostrar la muerte por su causa. El Señor les indica que: “Lo que les digo de noche díganlo ustedes en pleno día, y lo que escuchen al oído pregónenlo desde la azotea”. Así, Jesús da a entender a sus discípulos que deberán proclamar todo lo que Él les enseñó, incluso en la mayor intimidad o de forma velada. Su Evangelio es para todos. Un cristiano no puede dejar de irradiar a Cristo y hacerlo conocer, si en verdad se ha encontrado con el Señor, necesariamente lo refleja. El que es de Cristo anuncia a Cristo, lo hace con el testimonio de su propia vida, procura tener las actitudes de Cristo en todo lo que hace, aspira a la santidad haciendo bien y con amor las cosas ordinarias de la vida. Lo hace también con su palabra: “Todos vivan preparados para confesar a Cristo delante de los hombres, y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia” (LG 421). “Todos los fieles cristianos, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra a la persona nueva que se revistieron por el bautismo y con la fuerza del Espíritu Santo a través de la confirmación" (Ad gentes, 112). El anuncio de Cristo y de su Evangelio no siempre goza de popularidad, encontramos reacciones favorables y adversas. La oposición, el rechazo, el desprecio, la calumnia, la difamación, la persecución, forman parte de la vida del discípulo de Cristo. Al sobrevenir estas pruebas, podemos sentir miedo, vergüenza, desaliento, etc., pero con la gracia de Dios y nuestro empeño podemos superarlos. El miedo se diluye en la medida en que crece la confianza en Dios, ya que Cristo garantizó su presencia entre nosotros. Recordemos a los mártires de todos los tiempos, que derramando su sangre dieron testimonio de su fe. Su martirio por fidelidad a Cristo, es un valioso ejemplo. Ellos pusieron su confianza en el Señor, y de 1 Pablo VI: Constitución Dogmática sobre la Iglesia: Lumen Gentium, capítulo V, n° 42, Roma 1964

2 Pablo VI: Decreto Ad Gentes, sobre la Actividad Misionera de la Iglesia, capítulo II, n° 11, Roma 1965


Él recibieron la fortaleza y la esperanza, también nosotros, con la gracia de Dios, seremos fuertes. Mons. Luis Antonio Sánchez Armijos, sdb Obispo Emérito de Machala


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