Domingo xvi del tiempo ordinario, ciclo a

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Lecturas del Domingo 16º del Tiempo Ordinario Ciclo A

Domingo , 23 de julio de 2017 Primera lectura Lectura del libro de la Sabiduría (12,13.16-19) Salmo Sal 85,5-6.9-10.15-16a Segunda lectura Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,26-27) Evangelio Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,24-43) En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?" Él les dijo: "Un enemigo lo ha hecho." Los criados le preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" Pero él les respondió: "No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero."» Les


propuso esta otra parábola: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.» Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente.» Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré los secretos desde la fundación del mundo.» Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.» Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará sus ángeles y arrancarán de su reino a todos los corruptos y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su padre. El que tenga oídos, que oiga.» Palabra del Señor HOMILÍA Vamos siguiendo el evangelio según San Mateo, que se estructura en base a grandes discursos: ya hemos escuchado el de la Montaña que inicia con las bienaventuranzas, el discurso misionero o apostólico, con instrucciones a los discípulos para extender el reino y el domingo pasado iniciamos con el Discurso de las Parábolas del reino, que terminaremos el próximo domingo. Importante, pues, ubicar el tema central: el Reino, explicado por Jesús con parábolas o comparaciones. El domingo pasado escuchamos tal vez la más conocida: la del sembrador. Hoy nos encontramos con otras tres parábolas, cada una con su particular riqueza: el trigo y la cizaña, la semilla de mostaza y la levadura. De ellas, la más importante o más desarrollada es la primera, que cuenta, como la del domingo pasado, con su propia explicación. De atendernos literalmente al texto, podríamos “ahorrarnos” la homilía, porque ya la hizo Jesús explicando esa parábola. No estaría mal atender a su comparación y a su explicación, porque estamos en la enseñanza directa de Jesús. Nosotros ahora nos propondríamos algunas claves de interpretación desde su posible actualización a nuestro mundo y a nuestras vidas hoy. Son textos preciosos que nos describen cómo es Dios, tan distinto en algunas formas de valorar y de actuar, en particular evidenciando la paciencia, la tolerancia, la valoración de la desproporción entre lo pequeño de una semilla y lo grande de su desarrollo en ese arbusto y lo silencioso y callado del fermentar la masa por la levadura. Grandes enseñanzas sobre su modo de proceder, esperar, impulsar desde lo pequeño, lo grande. La primera lectura nos da la clave para la primera de las parábolas, la del trigo y la cizaña, y va en la línea de la paciencia y bondad del Señor que en lugar de intervenir inmediatamente ante alguna maldad, da tiempo y oportunidad para el cambio… muestra su fuerza y poder esperando, tolerando. Es una verdad que tendría que alegrarnos mucho; cuando no es así, fácilmente estamos en el papel de jueces condenando a los demás a quienes consideramos injustos, pecadores, malos. Ya en esto encontramos una reflexión muy interesante para nosotros mismos: no somos los buenos que nos colocamos ante los malos condenando… cada uno de nosotros lleva en su interior trigo y cizaña. A veces en nosotros predomina una realidad y en ocasiones la otra. Por fortuna el Señor nos tiene paciencia y nos da


oportunidades. Así entendemos la vida como esa lenta y paciente victoria del bien sobre el mal en nuestro propio corazón, librando una batalla que nunca termina, nunca seremos “confirmados en gracia”. Por fortuna el Señor, que conoce nuestra bondad y nuestra maldad, nos permite ir haciendo camino y “nos espera hasta el final”, entonces separará el trigo de la cizaña, haciéndola arder. No seamos tan prontos para condenar el mal como si fueramos del todo buenos, ni tomemos partido por el trigo como si no lleváramos por la viña nuestra propia cizaña. De igual signo, la fuerza de lo débil en Dios, le imagen de la mostaza. Una semilla fácilmente menospreciada por pequeña e insignificante y sin embargo, Jesús se fija en ella para usarla como imagen del reino. Esto significa que en su modo de ver y valorar nuestra vida, los pequeños signos de amor, perdón, amistad, servicio, alegría y ayuda son más importantes que otras realidades, grandes noticias, que llenan los diarios: hay más madres velando el sueño de sus hijos enfermos, hay más padres cumpliendo su difícil y constante tarea del sostenimiento y educación de sus hijos, que delincuentes y malvados de los que se habla más justo por ser más excepción que norma, aunque a veces así lo parezca. Finalmente, la lentitud y suavidad del fermento de la levadura en la masa. En la misma línea: en relación al reino, no cuenta lo inmediato, lo muy notorio, la estadística, la noticia… las cosas del Reino se van dando lentamente, a medida que nosotros, participantes de la comunidad de Jesús, tomamos partido por su evangelio al ritmo de nuestras lentas conversiones y avances en su discipulado y seguimiento. Que el Señor nos conceda vivir en su reino e irlo asimilando y difundiendo según sus “criterios” y sus imágenes que brotan del evangelio de hoy. Seamos trigo, seamos semilla pequeña, pero con la fuerza de dar fruto; seamos levadura que fermenta la masa de nuestro mundo. P. Salvador Delgadillo C. sdb


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