HIRSUTAS Hacia la creaci贸n de un nuevo imaginario sobre la depilaci贸n femenina
HIRSUTAS Hacia la creación de un nuevo imaginario sobre la depilación femenina
Una Investigación Educativa a través de las Artes Visuales por María Barba Jiménez
Tutorización: Dra. Asunción Jódar Miñarro Máster “Artes Visuales y Educación: un enfoque construccionista” Universidad de Granada 2014/15
Serie Secuencia Descriptiva. Barba, MarĂa (2015) Construyendo mi cuerpo (I). Creada a partir de capturas de pantalla de un vĂdeo de la autora.
Resumen El vello corporal ha sido durante miles de años símbolo de virilidad y fuerza, construyendo en contraposición lo que significa una feminidad aceptable y lampiña. A pesar de que la depilación corporal afecta hoy día tanto al sexo masculino como al femenino, es sin duda en el cuerpo de la mujer donde más se estigmatiza la visibilidad de vello. No existe en nuestro imaginario visual referentes suficientes para ayudar a concebir la depilación corporal como una opción estética en nuestras vidas. El arte nos puede ayudar a comprender mejor esta realidad, y es en este sentido que la fotografía no sólo la puede documentar sino que también la visibiliza y por tanto la exterioriza, la hace posible y cuestionable. HIRSUTAS es el resultado final de un proyecto de Investigación a través de las Artes Visuales, utilizando la fotografía como herramienta para la creación de nuevas imágenes en torno al vello corporal y la depilación femenina. Con esta investigación se pretende aumentar el debate actual sobre la construcción de género en base al vello corporal, indagar en las prácticas depilatorias a través de la fotografía, crear redes de difusión de esta información y proponer acciones pedagógicas en torno al vídeo y la fotografía que ayuden a aumentar este imaginario visual.
Abstract Body hair has been considered a sign of virility and strength during thousand years, building an opposite perception of feminity to be acceptable and hairless. Despite nowadays body depilation affects both male and female, it is definitely women body the most stigmatized regarding hair visibility. Our visual imagery does not consider enough references yet that help to conceive hair removal just as an aesthetic choice in our lives. Art may help us to better understand this reality, in this way, photography not only can document but also externalize it and make it visible, possible and questionable. HIRSUTAS is the final result of a research proyect through visual arts, using photography as a tool to create new images concerning body hair and female depilation. This research intends increase current debates about gender construction based on body hair, investigating depilation practices through photography, creating networks to ease the access to this information and proposing educational practices concerning video and photography to help to enhance this visual imagery.
Serie Secuencia Descriptiva. Barba, M. (2015) Construyendo mi cuerpo (II). Creada a partir de capturas de pantalla de un vídeo de la autora.
Palabras clave fotografía, imaginario, depilación corporal, vello corporal, género
Keywords photography, imagery, hair removal, body hair, gender
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ÍNDICE 1. MOTIVACIONES PERSONALES .......................................................... 13 2. OBJETIVOS E HIPÓTESIS ................................................................... 17 3. METODOLOGÍA ..................................................................................... 21 4. CONSIDERACIONES BIOLÓGICAS .................................................... 29 5. CONSIDERACIONES SOCIOCULTURALES ....................................... 31 5.1. LA “RETÓRICA DE LA ELECCIÓN”.................................................. 33 6. EL VELLO CORPORAL EN LA HISTORIA DEL ARTE: De la mujer barbuda a la mujer con barba ................................................................. 37 6.1. ¿DÓNDE ESTÁ EL BIGOTE DE FRIDA KAHLO? ............................ 41 6.2. ¿DÓNDE QUERRÍA ESTAR LA BARBA DE ANA MENDIETA? ....... 45 6.3. VELLO 2.0, MODA E INSTAGRAM .................................................... 49 6.3.1. LAS CHICAS DE THE ARDOROUS ............................................... 53 6.3.2. EL FACTOR DEPILACIÓN .............................................................. 59 7. CONCLUSIONES: PROYECTO HIRSUTAS ......................................... 65 7.1. LAS HIRSUTAS.................................................................................... 153 8. BIBLIOGRAFÍA..................................................................................... 160
Fotografía Fragmento. Barba, M. (2015) Girls? (Fotografía digital)
1. MOTIVACIONES PERSONALES Recuerdo perfectamente la primera vez que me depilé las piernas. Tendría unos 10 años aproximadamente cuando, caminando por el sendero que llevaba a la piscina de los amigos de mis padres, eché la vista abajo. Me di cuenta de que a la luz del sol de verano los pelos que empezaban a crecer, al igual que lo hacía el resto de mi cuerpo, se habían convertido en algo odiosamente visible. Mi primera depilación fue en una esteticien privada, que recibía a sus clientes en su propia casa. Recuerdo entrar acompañada de mi madre a una casa bastante pija y con una decoración un poco rococó. Pasé a otra habitación, un sitio limpio y aséptico que poseía todos los aparatos necesarios: sillón, luces, máquina calentando cera. Recuerdo una cera verde, un verde profundo, caliente. Recuerdo a la mujer, con bata blanca, aseada y muy arreglada. Desprendía todo su ser esa femineidad construida, forzada, esa que te estalla en la cara y que me resultaba hasta incómoda de mirar: maquillaje muy evidente, manicura postiza, cejas perfiladas. Aquella mujer era fría, extraña, pero eficaz. No hablaba mucho, no hacía muchos comentarios, quizá sólo trataba con cierto desdén la asiduidad con la que empecé a visitarla. Así empecé a introducirme en un mundo que nunca me había importado lo más mínimo: nunca jugué a maquillarme de pequeña, odiaba la idea de llevar tacones, mi pelo era tal cual, liso y sin adornos. Todas aquellas cosas que se supone las mujeres hacen a lo largo de su vida para sentirse “guapas”, “atractivas” o “femeninas” nunca me preocuparon lo más mínimo cuando era una niña. Simplemente no me interesaban, me repelían y me daban vergüenza.
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Sin embargo, y a pesar de mi total falta de interés hacia el aprendizaje de la femineidad, nunca pude escapar de la pesadilla de la depilación. Mi piel es clara, mi vello oscuro, fuerte y abundante. En cuanto a cánones de belleza que estuvieran a mi alcance, uno podía observar en la pantalla o por la calle a mujeres más o menos maquilladas. Había mujeres que llevaban más o menos tacón. Había mujeres que llevaban la falda más o menos larga. Había mujeres más gordas o más delgadas... Pero no había más o menos vello. En los inicios del siglo XXI el vello femenino no existía en nuestro imaginario visual. No había más o menos, puesto que no era algo que pudieras comprar, el vello no era una elección en tu armario. De hecho, el mercado surgido alrededor de él sólo se limitaba a su completa eliminación. Al igual que el canon de belleza de delgadez, el de ser lampiña durante muchos años no fue una opción estética para las mujeres de nuestro país. La primera vez que vi a una mujer con las axilas sin depilar fue en el libreto de un CD que me regalaron: PEARL, de Janis Joplin. En él aparecía una foto de la artista con los brazos en alto y una considerable mata de pelo bien visible. Recuerdo que mi impresión fue máxima, también recuerdo sentir la aceptación inequívoca de que yo nunca sería capaz de hacer eso con mi propio cuerpo. Desde entonces siempre relacioné el vello femenino con la época de los sesenta y el movimiento hippie, pero nunca entendí cuáles eran las razones detrás de aquella reivindicación y no volví a oír hablar del tema hasta el año 2014. Durante más de la mitad de mi vida he estado depilándome sin cuestionarme el por qué, asimilando la práctica como una norma impuesta en mi cuerpo, como una costumbre inevitable. A pesar de que alrededor mía existían amigas con el mismo problema, no fue hasta aproximadamente a los 20 años cuando empecé a cuestionarme por qué me automutilaba cada día, por qué seguía luchando contra algo que no tenía final. Hablar del tema incluso suponía exponerme, aceptar que yo en realidad era una chica muy velluda y que mi cuerpo poseía más cantidad de vello que la norma. Desde el ámbito académico la propia lucha feminista ha olvidado durante mucho tiempo el factor depilación, considerándolo demasiado banal o superficial como para tomarlo en serio existiendo luchas mucho más importantes y necesarias (igual de necesario que eliminar la imagen estereotipada de la mujer feminista como una mujer que no se depila). Sin embargo, una vez que la teoría queer ha indagado en la construcción binaria del género, el vello corporal ha vuelto a ser un factor de mucha consideración. ¿Qué es ser un hombre? ¿Qué es ser una mujer? ¿Cómo construimos nuestra identidad de género en base a las decisiones que tomamos sobre nuestros propios cuerpos?
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Actualmente, año 2015, puede hablarse de la existencia de toda una ola feminista 2.0 que ha reabierto el debate sobre el vello corporal, no sólo desde ámbitos académicos sino ganando mucha más fuerza a través de redes sociales como Instagram, Facebook o Tumblr. Es una fuerza imparable y marcadamente visual la que puebla Internet de historias personales y reales de personas cansadas de luchar contra sus propios cuerpos. Fotografías, ilustraciones, cómics, documentales... La red está plagada de referencias visuales que expanden sin parar el imaginario existente hasta ahora en relación al vello corporal. Millones de personas con acceso a Internet serán próximamente testigos de una nueva revolución sobre nuestros cuerpos: los pelos están de moda. Sin embargo, entre ser una mujer velluda y no serlo existe un importante paso: el proceso depilatorio. Éste, al contrario que el vello, ha sido completamente olvidado en esta lucha por la igualdad que puebla la red. El acto de la depilación no es sólo el camino hacia el ideal de belleza lampiña, sino que constituye en sí mismo un acto de reafirmación de la existencia natural del vello: existe, y por eso decido eliminarlo (o no). Considero necesaria una actualización del imaginario visual existente, llevando a lo público el rito de la depilación que, como tantos otros ritos estéticos, ha sido escondido en favor de la mística de la feminidad. Mientras sólo veamos la representación visual de ambas decisiones (mujeres depiladas y mujeres sin depilar), no llegaremos a ver que el proceso intermedio es el que nos habla mejor de quiénes somos: cuerpos en eterna construcción.
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Fotografía Fragmento. Barba, M. (2015) Yo decido. (Fotografía digital)
2. OBJETIVOS E HIPÓTESIS hirsutismo. 1. m. Biol. Brote anormal de vello recio en lugares de la piel generalmente lampiños, más frecuente en la mujer. hirsuto, ta. (Del lat. Hirsutus). 1. adj. Dicho del pelo: Disperso y duro. 2. adj. Cubierto de pelo de esta clase o de púas o espinas. 3. adj. De carácter áspero. Real Academia Española. (2001). Diccionario de la lengua española (22.a ed.). Consultado en http://www.rae.es/rae.html
El vello corporal ha sido durante miles de años símbolo de virilidad y fuerza, sirviendo de construcción de la masculinidad en el hombre. En contraposición, también ha definido lo que es una feminidad aceptable, creando todo un imaginario alrededor de esta construcción que ha relegado al cuerpo de la mujer al canon de belleza lampiño. A pesar de que empieza a ser un tema molesto para ambos sexos, es sin duda en el cuerpo de la mujer donde más se ha estigmatizado su visibilidad. No existe en nuestro imaginario visual actual referentes que nos ayuden a tratar la depilación corporal como una opción estética en nuestras vidas. 17
Justifico la elección de titular mi investigación sobre la depilación femenina y el vello corporal como “HIRSUTAS”, ya que considero que en términos de norma social, el sexo femenino ha sido educado en el rechazo hacia su propio vello, en la consideración de que éste es excesivo, no deseado y no natural. En este sentido, toda mujer puede considerarse “hirsuta”, atendiendo a la definición médica de hirsutismo como el trastorno que afecta a mujeres que poseen vello en áreas donde se supone no deben de tenerlo. En mayor o menor medida todas las mujeres que forman parte de mi investigación han sentido alguna vez la necesidad de eliminar este vello principalmente por razones estéticas y sociales, que no médicas, dando por sentado que el vello en cuestión no les pertenece y que el estado natural de sus cuerpos es el de ser lampiño. No obstante, es preciso llegados a este punto hacer varias consideraciones pertinentes en cuanto a la binariedad de mi discurso. La lengua española todavía no ha conseguido integrar en su gramática las nuevas ideas transfeministas sobre la construcción del género, quedándose mi lenguaje limitado a las normas gramaticales existentes que excluyen del imaginario a todas aquellas nuevas identidades de género que no se ven representadas a través del sistema binario hombre-mujer, masculino-femenino. El vello corporal que no crece en la cabeza sigue siendo en nuestro país tradicional y culturalmente un rasgo masculino, crezca en el cuerpo que crezca. Su eliminación, en cambio, es un rasgo femenino, independientemente del sexo biológico. (no hay más que recordar, ante la aparición hace unos años de los “metrosexuales”, cómo amplios sectores de la población consideraban la apariencia lampiña de estos hombres como “afeminada” o directa y burdamente “de maricones”.) Con esto quiero incidir en que, a pesar de que la palabra “HIRSUTAS” y “depilación femenina” están claramente etiquetadas en el género gramatical femenino, pretende incluir a toda aquella persona que haya sentido la necesidad imperiosa de eliminar su vello por razones estéticas, sociales o debido a nuevas construcciones de su propia identidad de género no binaria. La razón de utilizar el género femenino en este sentido no es la intención de excluir al resto de identidades de género en mi investigación, sino que obedece a la consideración de la depilación del vello como una práctica considerada culturalmente como femenina. Puede que, en términos socio-económicos, caminemos hacia la eliminación completa del vello corporal para ambos sexos. La publicidad al respecto ha empezado a incluir de manera más masiva al cuerpo masculino en la práctica depilatoria, y no son pocos los hombres preocupados cada vez más por su aspecto y estética. Sin embargo, todavía estamos lejos de considerar de la misma manera el vello corporal de ambos sexos, principalmente porque en el caso de la mujer la depilación es una norma social y no una opción estética, que perpetúa la binariedad del género en términos corporales físicos. 18
HIRSUTAS es pues el resultado final de un proyecto de investigación para el Trabajo Fin de Máster del Máster en Artes Visuales y Educación: un enfoque construccionista, de la Universidad de Granada, curso 2014-2015. A través de él se pretende crear nuevas realidades con la inserción de nuevas imágenes en torno al tema del vello corporal y la depilación femenina. Por lo tanto, los objetivos de esta investigación han sido: • Ampliar el imaginario visual existente sobre depilación femenina y vello corporal a través de la práctica artística fotográfica. • Aumentar el debate actual existente sobre la construcción del género en relación a la visibilidad y existencia del vello corporal en el cuerpo de la mujer. • Investigar visualmente las prácticas depilatorias, los instrumentos y usos personales de cada participante hacia el mismo objetivo: el ideal de belleza lampiño. • Crear nuevas redes de difusión de esta información, derivando el proyecto en una publicación (fotolibro y fanzine), así como en una plataforma transmedia donde la creación artística final no sea sólo un monólogo sino que invite a la conversación. Esta última incluye no sólo la participación de mujeres cisgénero, sino que amplia el imaginario a identidades de género no binarias, así como también al sexo masculino y cisgénero siempre que se vean afectados por el mismo avance y obsesión en la eliminación del vello de nuestros cuerpos. La necesidad de ampliar este imaginario visual a través de métodos artísticos se ve influida por el enfoque metodológico artístico a través del cual se fundamenta este estudio. El arte nos ayuda a comprender mejor nuestra realidad, y es en este sentido que la fotografía no sólo la documenta sino que la visibiliza y por tanto la exterioriza, la hace posible y cuestionable. “[…] para ampliar lo vivible, considero fundamental ampliar lo visible: en su dimensión real como reflejo de la vida de los sujetos o representación, pero también en su dimensión simbólica o nueva representación. […] Todo proceso de construcción identitaria se basa en cierta autopercepción colectiva, en un sentido de la pertenencia a valores, códigos y significaciones culturales (no naturales). La noción de continuidad en estos, y la seguridad y la posibilidad de ser reconocido, suponen una limitación. Por ello, la introducción de nuevas imágenes, o una alteración de las mismas en su orden simbólico, posibilita una transformación y enriquecimiento necesarios del imaginario colectivo. Está claro que la visibilidad significa existencia (ser visible ratifica que se es en la realidad), y la producción de nuevas imágenes con nuevos significados abre una puerta a que la experiencia simbólica y real se nutra, creciendo de modo irregular, y desbordando los compartimentos estancos. La sociedad tiende a reconocer lo que ya ha conocido, es decir, una imagen que se ajuste a la lógica de una visión del mundo basada en un conjunto de patrones culturales heredados. Como dice Bordieu, “lo visible no es nunca sino lo legible”. Y es justamente aquí donde pueden empoderarse los sujetos, para, a través de la práctica artística, saturar el ojo social con documentos ilegibles que configuren una nueva tradición de la discontinuidad, de la pluralidad, y de lo imprevisible.” (Sentamans, T. 2013:36) 19
HIPÓTESIS DE LA INVESTIGACIÓN Las hipótesis que surgieron al inicio de esta investigación fueron las siguientes: • La depilación corporal es en nuestro país todavía una práctica normativa entre el sexo femenino, forma parte del ritual de iniciación hacia la madurez durante la pubertad, considerándose uno de los muchos factores que influyen en la construcción de la identidad femenina. • La depilación corporal no sólo afecta al sexo femenino, sino que, al seguir la lógica de mercado, se amplia hacia cualquier sexo y abarca todos los géneros. Sin embargo, no afecta de la misma manera ni tiene la misma consideración social según sexo, raza, edad o género. • La depilación corporal se fundamenta, como cualquier otra práctica estética, en la lógica de mercado. Para ello promueve necesidades y amplia el catálogo de productos para conseguir el mismo fin lampiño. En este sentido, es imposible crear nuevas opciones estéticas paralelas a las depilatorias sin insertarlas en el sistema económico. • No existe en nuestro imaginario actual imágenes que representen la depilación tal y como lo que realmente es: un proceso doloroso, que en muchas ocasiones daña el cuerpo implicado, que ocupa tiempo de vida y genera un gasto económico permanente. • Las artes visuales y en concreto la fotografía pueden ayudar a la construcción de imágenes que amplíen el imaginario visual creando nuevas realidades y nuevas opciones estéticas más cómodas y saludables para nuestros cuerpos. • La moda, la publicidad y las relaciones públicas han empezado a escuchar lo que el cliente demanda, y en este sentido las redes sociales son actualmente las herramientas más eficaces para la creación y difusión de estas nuevas imágenes. Dotan al espectador de la capacidad activa de discutirlas, modificarlas y añadir las suyas propias, y a través de ellas es posible insertar la posibilidad del vello corporal como opción estética atacando el canon de belleza lampiño desde dentro del mismo sistema.
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Fotografía Fragmento. Barba, M. (2015) Mujer. (Fotografía digital)
3. METODOLOGÍA “La fotografía es una herramienta para tratar cosas que todos conocen pero a las que nadie presta atención. Mis fotografías se proponen presentar algo que ustedes no ven.” Emmet Gowin. “(…) there are different ways of seeing and knowing the world. The critical task is to determine the social impact of these different visions and the creative task is to create forms of representation that have the capacity to reveal, critique, and transform what we know. This quest for understanding can be achieved by conceiving of art practice as a form of transformative research that makes full use of the potential of visual images to help reveal insights and understandings about issues of human concern.” (Sullivan, G., 2004:809) HIRSUTAS es un proyecto fotográfico realizado a través del enfoque metodológico artístico, que se bifurca a través de tres líneas de desarrollo: • Es una Investigación Basada en Imágenes, puesto que utilizo mis fotografías como un medio de representación del conocimiento tan aceptable como lo puede ser el lenguaje verbal o el matemático. Mi trabajo fotográfico no sólo funciona como sistema de recogida de datos, sino que también posee un sentido en sí mismo, así como sugiere una narración mediante su composición, contenido y estructuración, lo que da sentido finalmente a los resultados de la investigación de una manera visual no escrita.
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• Es una Autoetnografía, puesto que como investigadora he trabajado en un tema que me afecta personalmente, ahondando en mi propia realidad a la vez que investigaba en las de otras personas en situaciones, edades y contextos similares a los míos. La depilación es una práctica normativa dentro de las mujeres españolas, y al trabajar sobre un tema personal también he aportado mi propio conocimiento al resultado final del proyecto, así como me he sentido más motivada a continuarlo al no tratarse de un tema ajeno a mí. • Es Investigación Basada en el Arte, puesto que considero que la fotografía, como disciplina artística, es capaz en sí misma de aportar un conocimiento diferente pero igual de válido que las investigaciones cualitativas o cuantitativas. Fruto de la congruencia de estas tres líneas de investigación, HIRSUTAS se define finalmente como una Investigación Educativa Basada en las Artes Visuales (Marín R. 2005). La metodología utilizada para la realización de este proyecto adopta la forma de una etnografía visual, utilizando la creación artística final como práctica investigadora, dentro del enfoque de Investigación Basada en las Artes. A través de la fotografía, no sólo se han obtenido imágenes que ayudan a comprender mejor la práctica de la depilación y sus motivos, sino que también nos hemos servido de la experiencia para aprender y a la vez servir de ejemplo para, a través de la práctica artística, encontrar nuevos modos de afrontar los problemas sociales y las contradicciones a las que nos enfrentamos día a día. La fotografía nos ayuda también a redefinir los estándares de belleza y crear nuevos propios, más acordes con nuestras propias identidades y realidades. “Como vehículo de cierta reacción contra lo convencionalmente bello, la fotografía ha servido para ampliar inmensamente nuestra noción de lo estéticamente agradable. A veces esta reacción se produce en nombre de la verdad. A veces, en nombre de la sofisticación o de mentiras más bonitas: así la fotografía de modas ha ido desarrollando durante más de una década un repertorio de gestos paroxísticos que muestra la inequívoca influencia del surrealismo. (“La belleza será convulsiva”, escribió Breton, “o no será”). (Sontag, 1981:115) Para la realización de esta investigación se ha contactado con 20 mujeres interesadas en participar, de edades comprendidas entre los 20 y los 35 años. Todas ellas tienen estudios universitarios y proceden de una clase económica familiar media, siendo todas de nacionalidad española a excepción de una italiana y una inglesa residentes en España. A cada mujer se le ha realizado una o dos sesiones fotográficas relacionadas con la depilación y el vello corporal, en la comodidad e intimidad de su casa. Antes de cada sesión, se realizó una entrevista/ conversación para investigar cómo ha afectado a estas mujeres la práctica de la depilación a lo 22
largo de sus vidas. Todas las entrevistas fueron registradas con una grabadora, siendo transcritas más adelante. El objetivo de estas grabaciones no era el de obtener datos cualitativos para el proyecto, sino que pretendían servir de enlace lógico a la sesión de fotos con el objetivo de: • Crear un ambiente cómodo y distendido previo al inicio de la sesión. En casi todos los casos las chicas no habían sido modelos de ningún tipo anteriormente, por lo que la conversación previa animaba a la participante y la relajaba antes de las fotos. • Conocer mejor a la persona a través de su propio testimonio, información muy útil a la hora de decidir qué fotografiar, a qué darle más énfasis dependiendo de la situación personal de cada una. Las preguntas más comunes incluían información sobre sus prácticas depilatorias, la frecuencia de éstas y/o opinión acerca de la visibilidad del vello corporal en la actualidad... • Servir para la mayor comprensión de mi proyecto, de manera que ellas conocieran tanto mi situación personal como el objetivo de mi investigación. Se considera fundamental este último punto, ya que a la hora de utilizar su imagen corporal es necesario que comprendan cómo va a ser tratada y con qué fin. Es indispensable reflexionar acerca de los valores éticos de una investigación, pues se trabaja con personas y no con números. Estas entrevistas transcritas servirán más tarde de apoyo visual tipográfico al resultado final de la investigación, encontrándose al principio y al final de la maquetación final de la investigación
Fotoensayo explicativo con fotografías originales. Barba, M. (2015) Metodología (I) Fotoensayo compuesto por tres fotografías digitales de la autora: Hirsuta Nahid, 2015; Hirsuta Alex, 2015 e Hirsuta Macarena, 2015.
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fotográfica, evidenciando así el carácter pedagógico de la metodología utilizada. Tras estas entrevistas, se realizaban tres tipos de sesiones de fotos: • Si la persona se depilaba con regularidad, concertábamos una cita para hacer la sesión durante su práctica depilatoria. • Si la persona no se depilaba en ese momento, se fotografiaban las partes de su cuerpo que quisiera mostrar, así como también a veces los utensilios de depilación que no usaba en ese momento. • Si la persona que no se depilaba decidía hacerlo en algún momento, volvíamos a repetir la sesión, esta vez con la posibilidad de que se realizara fuera de su hogar (en un centro de estética o peluquería). Recuerdo la primera sesión como una tabla rasa, un lienzo en blanco que no sabía hacia dónde me dirigiría: no sabía qué es lo que me encontraría en la casa de la participante, cómo querría tratar el tema, cómo respondería ella y cómo de útil para la investigación sería mi propia labor como fotógrafa. A cada encuentro la investigación teórica avanzaba más, así como también la experiencia fotográfica a la hora de visitar a una nueva participante. Estos encuentros premeditados con las participantes servían de nexo de unión entre la propia investigación teórica que se realizaba a lo largo del año y las fotografías resultantes de cada sesión. A pesar de que con el avance de la investigación mis ideas estaban cada vez más claras, cada encuentro fotográfico aportaba algo nuevo al proceso, así como yo misma me dejaba influir por el pensamiento y las ideas de las participantes. A veces incluso estos encuentros me obligaban a repensar todo el trabajo realizado hasta ese momento, me ayudaba a intentar buscar otras vías o caminos para volver a reconducir la investigación. Esto abría paso a la participación activa de las voluntarias a través de la cámara fotográfica, pues no eran simples modelos que aportaban su único punto de vista, sino que también podían decidir, en cuanto a términos fotográficos, dónde y cómo querían ser representadas. “The encounter then operates as a rupture in our habitual modes of being and thus in our habitual subjectivities. It produces a cut, a crack. However this is not the end of the story, for the rupturing encounter also contains a moment of affirmation, the affirmation of a new world, in fact a way of seeing and thinking this world differently” (O’Sullivan, 2006:1) Utilizar un tema tan personal como investigación también me ha ayudado a dejarme invadir por esas sesiones fotográficas, a repensarlas, reestructurarlas, reanimarlas, así como a trabajar también con
mi propio cuerpo. “(...) we might consider photography as a mode of nomadic inquiry, where the power of the camera becomes its ability to take us out, to be in proximity, to invite us to be affected if we become open to the experience of being in relation to rather than the product of it. As a pedagogical project, this type of shift requieres thinking that is activated and situated to the place at hand.” (Coats, 2004:7) El resultado final de estos encuentros se vuelve a representar como una creación artística en sí
Fotoensayo explicativo con fotografías originales. Barba, M. (2015) Metodología (II). Fotoensayo compuesto por dos fotografías digitales de la autora: Hirsuta Cinta, 2015 e Hirsuta Cristina, 2015. misma, adoptando la forma narrativa de un fotolibro que puede ser impreso como objeto pero también ser publicado de manera online. La idea de darle visibilidad al proyecto implica concebirlo como objeto transmedia, por lo que, a pesar de imprimirlo en formato libro, también es posible hacerlo a modo de fanzine, a la vez que visitarlo a través de la publicación ISSUU en Internet. En HIRSUTAS, la mayor parte de las fotografías trabajan su argumentación visual a través de los
pares fotográficos sugeridos por el profesor Joaquín Roldán como ejercicio narrativo. “Todos los Pares establecen una asociación o paralelismo entre cada una de las imágenes que lo componen. A través de las relaciones que se establecen entre esas dos imágenes, todos los Pares, en mayor o menor grado, describen una situación, cuentan una historia, explican algo y, en la mayoría de ellos, podemos descubrir un sentido metafórico al poner en relación dos cosas diferentes.” (Roldán, J. 2015:10) En este caso, los pares fotográficos creados podrían no sólo definirse como descriptivos, narrativos e interpretativos, sino que también y en su mayoría son metafóricos: “Esta función es característica y distintiva de las metodologías artísticas de investigación y basadas en las artes. Esta función no está permitida en los métodos cuantitativos y tienen un uso limitado en los métodos cualitativos. El Par, fundamentalmente, crea una metáfora sobre el tema o el problema, demostrando que las asociaciones y resonancias que se producen entre los dos elementos que muestra el Par son una conclusión satisfactoria sobre el tema.” (Roldán, J. 2015:11) No obstante, en su conjunto HIRSUTAS deviene una única historia, sin necesidad de descripción escrita. “Los textos pueden desmentir lo que vemos con los propios ojos, pero ningún texto puede restringir o asegurar permanentemente el significado de una imagen. (…) Lo que exigen los moralistas a una fotografía es algo que ninguna fotografía puede hacer jamás: hablar. La voz ausente es el texto, y se espera que diga la verdad. Pero aun un texto absolutamente atinado es apenas una interpretación, necesariamente limitada, de la fotografía que acompaña.” (Sontag, 1981:118-119) Mi metodología enlaza pues con las teorías emergentes en el campo de la investigación a través de las artes en la educación artística (Eisner, 2004) a través de las cuales se indaga en el poder de la fotografía como herramienta de investigación válida por sí misma, que proporciona significados y respuestas que no podrían concebirse por escrito. Tal y como afirman Ball & Smith, “Photographs of people and things stand for evidence in a way that pure narrative cannot. In main cases, visual information of what the people and their world looks like provide harder and more immediate evidence than the written word; photographs can authenticate a research report in a way that words alone cannot.” (Ball & Smith, 1992: 9)
Fotoensayo explicativo con fotografías originales. Barba, M. (2015) Metodología (III). Fotoensayo compuesto por tres fotografías digitales de la autora: Hirsuta Carmen, 2015; Hirsuta Laura, 2015 e Hirsuta Elena, 2015.
Cita visual fragmento. Tabla de la IAAF para ayudar a los jueces a identificar atletas con altos niveles de testosterona en función de su cantidad de vello corporal. Basada en la creada por Ferriman y Gallway.
4. CONSIDERACIONES BIOLÓGICAS A pesar de que solemos dar por sentado que los hombres tienen más vello corporal que las mujeres, los patrones de crecimiento del vello varían sustancialmente dependiendo, no sólo de factores sexuales, sino también de edad, genéticos o raciales (Lunde & Grøttum, 1984). Estos patrones de crecimiento además varían según el balance entre dos hormonas: la testosterona y el estrógeno. Estas hormonas, a pesar de ser etiquetadas como “masculina” y “femenina” respectivamente, se encuentran en ambos sexos y son producidas en diferentes cantidades según el desarrollo corporal de cada persona. Aunque se ha intentado medir y cuantificar la cantidad de vello que puede desarrollar el cuerpo de una mujer en términos de “normalidad” o “anormalidad”, estableciendo una guía visual para identificar los patrones y áreas de crecimiento como por ejemplo la creada por Ferriman y Gallway, no existe un acuerdo médico que establezca una norma entre las mujeres velludas. Es cierto que el crecimiento inusitado de vello en la mujer puede indicar problemas médicos, pero ambas variables no están necesariamente relacionadas: sólo alrededor del 1% de las mujeres que visitan al médico en relación con su vello corporal son diagnosticadas con un desorden hormonal. Se ha estimado que un 20% de las mujeres podría poseer el Síndrome del Ovario Poliquístico -relacionado con el desarrollo de hirsutismo, desórdenes menstruales u obesidad. Sin embargo, no todas las mujeres afectadas desarrollan todos los síntomas, necesitan ayuda médica o son realmente diagnosticadas con este síndrome.
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“While increased body hair growth in women can indicate an underlying medical condition, the two are not necessariliy linked; only about 1% of women who visit a physician in connection with their body hair are diagnosed with an endocrine disorder (Ferrante, 1988), although it has been estimated that as many as 20% of women might be affected to some extent by Polycystic Ovarian Syndrome. Not all affected women will display all the symptoms, seek medical advice, or be diagnosed accurately, however (Kitzinger & Willmott, 2002).” (Toerien, M., Wilkinson, S. 2003:335) Toerien y Wilkinson (2003) apunta en su estudio Gender and body hair: constructing the feminine woman que, en cuanto a términos biológicos, el crecimiento del vello corporal (incluido el facial) no es exclusivo de los hombres. Lo que consideramos como crecimiento de vello “anormal” en el cuerpo de la mujer ni siquiera está médicamente claro. De hecho, que existan algunas definiciones de hirsutismo como “cualquier crecimiento de vello que avergüence a la mujer en cuestión”, sugiere que esta estigmatización del vello femenino no posee sólo una explicación médica atendiendo a supuestos “desórdenes hormonales”, sino que puede entenderse en términos de norma social: “Thus, in biological terms, body hair growth (including facial hair) is not exclusively associated with men. Indeed, what should count as “abnormal” female hair growth is not clear even medically. Lunde and Grøttum (1984), for example, note that even in women suffering from no medical disorder, terminal hair (i.e. Longer, stiffer, pigmented hair) may grow in body areas typically only covered by hair in men. The decision by some physicians to define hirsutism as any hair growth that embarrasses the woman in question, suggests that the emphasis on female hairlessness is not simply a reflection of biological potential or medical fitness, but can be understood in terms of social norms.” (Ferrante, 1988). (Toerien, M., Wilkinson, S. 2003:335-336) Presentadas estas consideraciones, podemos intentar derrumbar el mito de que normalmente los hombres tienen más vello que las mujeres. Si bien estadísticamente y en cuanto a cantidad esto puede ser cierto, no lo es que las mujeres no posean vello de manera natural, ni que no haya mujeres que puedan poseer más vello que otro hombre. El intentar medir la cantidad de vello que es normal en el cuerpo de una mujer, entonces, carece de sentido en una sociedad que no permite ni siquiera su mera existencia. Basar la práctica depilatoria en la consideración de la propia naturaleza femenina es pues una falacia con la que muchas mujeres ven cuestionada su propia sexualidad.
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Cita visual fragmento. Anuncio sobre depilación femenina aparecido en Harper’s Bazaar (1922)
5. CONSIDERACIONES SOCIOCULTURALES Durante siglos de historia, la cabellera femenina ha sido motivo de alabanza por poetas y artistas, símbolo de belleza, feminidad, fertilidad y erotismo. Tal y como Erika Bornay afirma en su estudio La cabellera femenina,“los cabellos simbolizan un principio primitivo, una manifestación energética y de fertilidad, [...]Se los asocia con la hierba, cabellera de la tierra y, por lo tanto, relacionados con la vegetación. Su crecimiento para los pueblos agrarios es a imagen de las plantas alimenticias, de ahí la importancia y el cuidado que todos los pueblos calificados de primitivos acuerdan a los cabellos.” (Bornay, E. 1994:39) Sin embargo, el vello corporal no ha sido tenido en la misma consideración, existiendo a través del folclore y la mitología una amplia tradición que relaciona su existencia en el cuerpo de la mujer con el diablo y la oscuridad. Dentro de este imaginario mitológico la mujer que poseía vello corporal era considerada promiscua, malvada, fea, desviada sexual, lesbiana y mentalmente inestable: “For from folklore and myth comes a tradition that links female body hair with evil and danger: with promiscuity and lust because hairiness is associated with the devil or an animal nature; with ugliness through its association with hirsute hags and witches; with deviant sexuality from the supposed lesbianism of witches; with insanity, with unkempt hair being a sign of mental instability, and with the threat of castration linked to the Medusa and the “vagina dentata”.” (Macdonald, A. 2006:67) Al contrario, el vello corporal en el hombre ha simbolizado siempre fuerza, virilidad y masculinidad. Los Masai de Kenia, por ejemplo, son instruidos en la creencia de que su jefe perderá su poder si se
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afeita la cabeza. Los judíos ortodoxos mantienen su barba pues “es un símbolo sagrado de fuerza y virilidad” (Cooper, 1971, p.41). El cuerpo velludo como símbolo de fuerza es también evidente en numerosas historias bíblicas y mitológicas: la cabellera de Sansón, el asirio Gilgamesh, el fenicio Melkarth, el griego Hércules... Todos hombres de increíble virilidad, representados de la misma manera en diferentes culturas: hirsutos y poderosos. (Teorien y Wilkinson, 2003:337) A pesar de que se han encontrado pruebas de la existencia de la depilación en civilizaciones antiguas como la egipcia y la griega, la práctica normativa tal y como la conocemos ahora es bastante reciente. Fue sólo a partir de los años 20, con la llegada de la cuchilla Gillette a los hogares americanos, cuando la depilación empezó a conformarse como práctica habitual y diaria en la vida de ambos sexos. Mientras los hombres conseguían por fin deshacerse de su barba creando la nueva imagen del hombre de negocios, las mujeres se zafaban de los incómodos vestidos y corsés mostrando por fin sus piernas y brazos. Esta relajación en la vestimenta venía acompañada de publicidad que incitaba a realzar la feminidad del cuerpo de las mujeres añadiendo a éstas la práctica de la depilación. No existe un acuerdo en torno a quién fue el verdadero culpable de la normalización de esta práctica en el sexo femenino, ya que diversos estudios apuntan tanto a la influencia de la publicidad de las marcas y la moda a través de los nuevos medios de comunicación, como a la demanda de las propias mujeres de nuevos contenidos y nuevas formas estéticas para sus por fin liberados cuerpos. (Hansen, 2007) Desde entonces, y aunque es evidente que la depilación en la actualidad ha conseguido ser una práctica habitual en ambos sexos (debido a un inusitado incremento en el sector masculino en los últimos años), el vello corporal tiene diferentes significados culturales para ambos, siendo en el cuerpo de la mujer donde se ha asentado con mayor fuerza el ideal de belleza lampiña. La depilación femenina forma parte del ritual de iniciación hacia la madurez durante la pubertad, considerándose uno de los muchos factores que influyen en la construcción de la identidad femenina. Sin duda vivimos unos tiempos de paz y democracia, aprisionados dentro un capitalismo feroz, que nos hacen pensar que la mayoría de las decisiones que tomamos respecto a nuestros cuerpos son libres. Muchos pensarán en la depilación como una práctica estética susceptible de ser abandonada por cualquier mujer si ésta así lo decide, pero las implicaciones sociales de esta decisión no son, como podrían parecer en un primer momento, triviales o de poca importancia.
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Cita visual fragmento. Fineron, A. (Fotógrafa). (2015) The Body Hair Project. (Fotografía)
5. LA RETÓRICA DE LA ELECCIÓN No son pocas las veces que he escuchado decir, tanto en ámbitos académicos como personales, que el tema del vello corporal y la depilación es algo trivial o banal. “Las mujeres tienen problemas mucho más graves de los que preocuparse” o “Las mujeres pueden decidir no depilarse si así lo desean” son frases ampliamente repetidas cuando el tema del vello corporal salta a la palestra. A pesar de que en el mundo occidental las mujeres han alcanzado la igualdad en muchos aspectos de su vida, la eliminación del vello corporal ha sido una norma social tan invisible que siempre es concebida desde la “retórica de la elección” (Fahs, 2014:176), siendo comparada con el maquillaje o la moda vestimentaria. Esta “retórica de la elección” parte de la idea de que las mujeres pueden decidir no depilarse, si así lo desean. Este supuesto, sin embargo, olvida que somos un animal social y que por ello nuestras decisiones no sólo dependen de nuestro libre albedrío sino que están intrínsecamente relacionadas con nuestra cultura y hábitos sociales. Hacer uso de esa supuesta “libertad” restringe nuestras capacidades sociales si estas decisiones no son aceptadas como válidas en nuestra sociedad. Breanne Fahs, profesora doctora de la Universidad de Arizona, en su último estudio sobre vello corporal “Perilous Patches and Pitstaches: Imagined versus lived experiences of women’s body hair growth” (2014) compara a través de dos estudios diferentes cómo las mujeres conciben la depilación femenina y la aparición de vello corporal en la mujer, y cómo la experiencia de dejar crecer su propio vello corporal ayuda a concebir la depilación como una norma social y no como una elección.
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Este estudio sociológico se divide en dos partes. El primero fue realizado a través de encuestas a mujeres entre los 18 y los 59 años, a las que se les preguntó sobre su opinión acerca de mujeres que dejan crecer su vello corporal, a la vez que se les pidió que imaginaran qué pasaría si ellas hicieran algo parecido. Las mujeres en este estudio hablaron del vello corporal como algo individual, como una opción personal que raramente se podía deber a presiones sociales. A su vez, demostraron sentimientos de asco y ansiedad ante la idea de no depilarse o de ver a una mujer sin depilar. “Although women conveyed that removing body hair seemed like a choice in our society -and saw themselves as individual agents who simply decided not to shave or aesthetic reasons- their language often conveyed judgments and negativity toward women who did not shave combined with statements about their acceptance of all bodies.” (Fahs, 2014:171) El resultado de este primer estudio muestra el doble rasero de la sociedad en la que viven las mujeres en Occidente. Por un lado, las participantes demostraban un convencimiento claro en cuanto a la “libertad de elección” que poseían sobre sus propios cuerpos, así como respetaban la decisión de otras mujeres sobre dejar crecer su propio vello corporal. No tardaban en mencionar, no obstante, que la idea de una mujer no depilada les provocaba sentimientos de asco y rechazo, y muchas de ellas no lo harían no sólo por su propia elección, sino también por los gustos personales de sus parejas o el rechazo de sus familias. Their narratives often ignored larger social critiques and stories about removing body hair as a social requirement or a mandatory social norm to avoid punishment. The fascinating contradiction between framing body hair as a relatively benign personal choice and then talking aboug hairy women with strong disgust and rejection reveals the way social norms may embed themselves silently and invisibly in women’s lives. In other words, women may find themselves in a familiar quandary: “I feel like I can choose whatever I want but I still choose to conform.” (Fahs, 2014:172) El segundo estudio fue desarrollado durante tres semestres diferentes en una asignatura universitaria sobre estudios de género. Las estudiantes participantes recibían créditos extra por no depilarse durante un período de diez semanas, durante las cuales debían de llevar un diario sobre las situaciones y sentimientos que experimentaban en el proceso. Las participantes hablaban en sus trabajos de esta experiencia relacionando el vello corporal con las expectativas sociales y culturales que se ejercen sobre las mujeres. Muchas de ellas reflejaron cómo, a pesar de que inicialmente concebían el vello corporal como una opción personal antes de realizar el ejercicio, cambiaron su punto de vista una vez empezaron a dejarse crecer el vello. Cuatro temas, que a menudo se solapaban, aparecían en sus textos: (a) nuevas perspectivas sobre el significado social del vello corporal, (b) encuentros con homofobia y 34
heterosexismo, (c) hostilidad de miembros de la familia y pareja, y (d) sentimientos interiorizados de “asco” y “suciedad”. (Fahs, 2014:173) Los resultados de ambos estudios demuestran una vez más la contradicción eterna entre libertad y sociedad, demostrando que el vello corporal sí debe de importar dentro del movimiento feminista. No puede considerarse banal o trivial un tema que desata prejuicios sexistas, heterosexistas, homófobos, racistas o clasistas sobre hombres y mujeres que deciden depilarse o no. A pesar de ser un tema ignorado durante décadas, vuelve a resurgir como ejemplo claro de la binarización del género de la que tanto se habla en los nuevos debates transfeministas. “I sometimes hear at conferences, from colleagues, or even from research subjects and students that women have ‘‘better things to worry about’’ than the relatively silly and trivial topic of body hair. To counter this, I would argue the opposite: body hair represents an avenue into tougher and more painful discussions about gender, bodies, power, social control, invisibility of patriarchy, the fusions between heterosexism and sexism (seen vividly in men’s and family members’ reactions to women’s body hair), and overlaps among classism, racism, ageism, homophobia, and sexism. In the classroom, body hair opens doors to rich discussions about intersectionality (e.g., ‘‘My mother tells me I’m a ‘dirty Mexican’ when I have leg hair’’), privilege (‘‘My hair is blond, yours is black, so we’re already dealing with different things at stake’’), misogyny (‘‘My boyfriend said I need his permission to grow my body hair’’), power (‘‘How can I be a radical if I can’t even grow body hair?’’), and the internalization of oppression (‘‘Even though no one says anything, I feel disgusting when I have armpit hair’’). Conversations about body hair hold up a mirror to otherwise unseen aspects of gender and sexuality, making the seemingly benign (‘‘fluffy tufts,’’‘fuzzy patches’’) suddenly endowed with the power to unsettle and transform.” (Fahs, 2014:178)
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Cita visual fragmento. De Ribera, J. (1631). Retrato de Magdalena Ventura. Museo del Prado, Madrid.
6. EL VELLO CORPORAL EN LA HISTORIA DEL ARTE: De la mujer barbuda a la mujer con barba “The world is full of women with beards. Or at least they have the potential to have a beard... instead of spending the time, and the money, on the waxing, and the shaving, and the electrolysis and the plucking. We all know someone who plucks. Pluck, pluck, pluck, as if these women were chickens!” Jennifer Miller. Conservamos a lo largo de la Historia del Arte obras que han permanecido en nuestro imaginario visual por lo extraño, lo raro, lo extraordinario o lo monstruoso en relación al vello corporal. Son cuadros, esculturas y fotografías que siguen perturbando nuestra mirada porque no hallamos en nuestro presente análogos inmediatos. Es el caso de algunas imágenes cristianas como la pilosa Santa Librada o Santa Wilgefortis, una santa con barba aceptada en el Martirologio Romano en 1853 y descanonizada en 1969. Según la leyenda Librada fue una princesa lusitana que rogó a Dios que la convirtiera en un ser repulsivo para salvarla del matrimonio al que le obligaba su padre con un pretendiente pagano. Dios escuchó sus súplicas y le hizo crecer una barba con la que el prometido rechazó rotundamente llevar a término el enlace. La tradición cristiana también nos ha legado algunas imágenes de María Magdalena como cuerpo velludo, representado en esculturas como la María Magdalena penitente del artista Donatello (Florencia, 1453-1455). Según una leyenda de la Edad Media, el cuerpo de María Magdalena se 37
cubrió de vello durante su penitencia en Marsella tras la Ascensión de Cristo y la dispersión de los Apóstoles, fruto del “calor místico” que experimentaba cada día y que la elevaba al éxtasis divino. Este simbólico vello más tarde quedaría relegado al olvido, quizás vagamente referenciado en posteriores representaciones de la santa a través de un fuerte y vigoroso cabello que cubría el resto de su cuerpo, como es el caso de la Magdalena penitente de Tiziano (Florencia, Pitti, 1530-1535) Pero el poder velludo no aparece sólo en el ámbito religioso, también afectó a muchas mujeres reales barbudas o pilosas, consideradas afectadas por enfermedades extrañas, desórdenes hormonales o directamente relacionadas con ese eslabón perdido que nos situaba en relación de parentesco con nuestro primo lejano: el mono. Nos resulta complicado comprender hoy día las imágenes de estas mujeres pues nuestro imaginario visual actual se ha esgrimido en base a la categoría binaria hombre/mujer, comprendiendo estas extravagancias pilosas como enfermedades o trastornos, por tanto considerando a las personas afectadas susceptibles de “curarse”. Resulta fácil deshacerse de una barba o al menos esconder y maquillar su crecimiento, por lo que la posibilidad de ver a una mujer con barba en la actualidad es ínfima y siempre se representa directamente relacionada con lo especial y no lo normal o posible. Al contrario, y mucho antes de que Gilette inventara aquella cuchilla que cambiaría para siempre el afeitado y la depilación en la década de los años 20, las mujeres que desarrollaban una pilosidad excesiva eran consideradas seres intermedios, cercanos a lo animal y por lo tanto no necesariamente categorizadas en femenino o masculino. Eran personas que, precisamente por su excepcionalidad, recibían un trato especial, siendo protegidas junto a los enanos en las cortes españolas del Barroco, o directamente explotadas en público en espectáculos circenses que giraban por todo el mundo a lo largo del siglo XIX. Ejemplo de ello es la famosa mujer barbuda del pintor José de Ribera (Retrato de Magdalena Ventura, 1631, Museo del Prado, Madrid) o la explotada Julia Pastrana (1834-1860), conocida como la “Mujer más fea del mundo”. Pilar Pedraza publicó en 2009 un interesante estudio acerca de todas estas imágenes y el significado del vello corporal en la mujer a lo largo de la Historia en su libro Venus barbuda y el eslabón perdido: “Todas pertenecen a un universo queer en el sentido de que bordean continuamente las fronteras de los géneros sexuales y también, simbólicamente, de las especies. Al no ser para su comunidad mujeres ni hombres, animales ni seres humanos, sino todo ello al mismo tiempo, su lugar natural es el dedicado a los monstruos inofensivos en el palacio o la plaza pública, antes de su total medicalización o sujeción a un orden cosmético o político que pugna por reducirlas al gueto del género o del transgénero, salvo casos excepcionales de barbudas filosóficas, como el de Jennifer Miller.” (Pedraza, P. 2009:16)
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Fotoensayo interpretativo. Barba, M. (2015) Mira que si te quise fue por los pelos. Fotoensayo compuesto por una fotografía digital Hirsuta Irene, 2015; y dos citas visuales literales: Kahlo, F. (Artista). (1940) Autorretrato con pelo corto [Óleo sobre lienzo]. Museo de Arte Moderno Nueva York, EEUU y Leibovitz, A. (Fotógrafa) (2000). Jennifer Miller. (Fotografía). Women USA: Random House Lcc Us.
Es precisamente Jennifer Miller, artista, escritora y profesora del Pratt Institute en Nueva York, una de las mayores contribuyentes contemporáneas a la visibilidad de la pilosidad femenina. Miller es una mujer. Una mujer que posee una barba. No es postiza, ni poca cosa. Es una señora barba. Jennifer Miller se proclama a sí misma como una “mujer con barba” y no una “mujer barbuda”, y así es como se presenta cuando comienza a dirigir el show circense del circo queer Amok: un espectáculo que creó con sus amigos y que gira por los barrios más desfavorecidos de Nueva York. El show de este circo, en palabras de la propia Miller “no tiene nada que ver con el de Barlum & Bailey. Sus animales son de cartón piedra, sus estrellas los zancudos, marionetas gigantes y títeres. Se apropian de elementos drag del Teatro del ridículo de Charles Lugum, y de la danza contemporánea.” (Pedraza, P. 2009:68) Al ser ella la presentadora y directora del espectáculo, otorga al concepto de “mujer barbuda” un nuevo significado, en el que el freak se convierte en dueño empoderado y orgulloso de su propia identidad. Su imagen ha sido una poderosa contribución al imaginario no sólo por su labor circense, recibida con entusiasmo por miles de niños cada año en la ciudad de Nueva York, sino también por haber sido fotografiada por las artistas Zoe Leonard y Annie Leibovitz a finales de la década de los noventa. Para Zoe Leonard, Miller es la protagonista de un calendario pin-up cual parodia del de Marilyn Monroe. Sus posturas y poses femeninas causan un gran contraste con su fuerte barba y cuestionan las líneas fronterizas del género, así como el significado del erotismo y su construcción. Con Leibovitz, Miller posó para un retrato fotográfico que formó parte de la aclamada obra “Women” (2000), en el que la fotógrafa compuso un tremendo retrato de la mujer americana actual, lleno de matices y diferencias, de mujeres que bordean constantemente las líneas de la feminidad y la masculinidad, siendo por fin visibles a través de su objetivo. Miller aparece desnuda y sentada en una pose relajada. Su pecho y sus caderas son perfectamente visibles, así como también el abundante vello de sus piernas y su prominente barba. Su mirada desafiante y llena de confianza otorga al retrato de una fuerza increíble, un equilibrio entre feminidad y masculinidad que todavía hoy causa desconcierto.
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Cita visual fragmento. Kahlo, F. (Artista). (1940) Autorretrato con collar de espinas y colibrí (Pintura al aceite). Harry Ransom Humanities Research Center Art Collection, University of Texas - Austin, Texas, EEUU.
6.1. ¿Dónde está el bigote de Frida Kahlo? “Yo solía pensar que era la persona más extraña en el mundo, pero luego pensé, hay mucha gente así en el mundo, tiene que haber alguien como yo, que se sienta bizarra y dañada de la misma forma en que yo me siento. Me la imagino, e imagino que ella también debe estar por ahí pensando en mí. Bueno, yo espero que si tú estás por ahí y lees esto sepas que, sí, es verdad, yo estoy aquí, soy tan extraña como tú.” Frida Kahlo Mucho antes de los retratos fotográficos de Jennifer Miller, los autorretratos de la artista Frida Kahlo (1907-1954) maravillaron y fascinaron a sus coetáneos. Sus obras han permanecido en el tiempo y han sido reconocidas y alabadas mundialmente, sirviendo de inspiración a editoriales de moda que, curiosamente, olvidan el vello facial en sus modelos y sólo algunas veces muestran un falso entrecejo. ¿Por qué nunca se habla de Frida Kahlo en sus términos velludos? ¿Cómo puede ser una mujer con entrecejo y bigote ignorada como referencia visual? A pesar de que es evidente que su obra posee una carga autobiográfica inherente, la mayoría de los estudios de Kahlo centran el significado de ésta a partir de una interpretación literal de los propios acontecimientos de su vida, excluyendo a la artista de todo discurso político o de género. Esto implica que el vello facial que Frida Kahlo mantuvo desde los 17 años, tanto en su vida real como en la artística (donde se acentuaba todavía más su visibilidad), sea completamente ignorado en los estudios sobre su obra y que su imagen no trascienda como posible, sino como algo especial y único: el aura de intangibilidad con la que se 41
rodea siempre al genio y que lo separa para siempre del vulgo. Encerrando a Frida en lo particular, lo especial y lo extraño, se la diferencia del resto de la masa impidiendo a ésta empatizar con su aspecto. Toda su trayectoria artística queda explicada bajo su propia autobiografía, despojando a Frida y a sus cuadros de todo valor político, por lo tanto despojando también de su fuerza y visibilidad real a toda su imagen. Tal y como explica Neil Cocks en su artículo “On Frida Kahlo’s moustache: a reading of Self-portrait with Cropped Hair and its criticism” (2006), el corte de pelo al que se enfrenta Frida en su Autorretrato con pelo corto es siempre explicado desde el rechazo a su propia feminidad tras ser engañada por Diego Rivera con su hermana. De nuevo, la posición activa de la artista en referencia a su aspecto es considerada desde el matiz autobiográfico, dotando al cabello del misticismo femenino y el poder sexual que supuestamente desaparece con el corte de pelo: “The text is read by critics prior to Lindauer as a foolish rejection of female sexuality; hair embodies female sexuality and that sexuality is simply the ability to attract men. (…) Lindauer counters this reading by “contextualising” hair. She claims that in Mexican culture sexuality is constructed in terms of “acts”, rather than “object choice”. “Masculine” acts are “active”; and “feminine” “acts” are “passive”. In Kahlo’s painting, the “active quality of her cut hair is clear”. Rather than an act that indicates a refusal of her sexuality, Kahlo’s haircut is one that actively takes on a sexual role, one not dependent on essentialised ideas of sexuality.” (Cocks, N. 2006:195) Si todo arte es político no es por la intención explícita del artista, sino porque hace visible nuevas realidades que cuestionan el orden establecido y ayudan a comprender y a ampliar el imaginario del resto. La moda ha abrazado siempre con entusiasmo el estilismo de Frida, sus vestidos tradicionales mexicanos y sus floridos peinados. No obstante, ha olvidado por completo el rostro de ésta, ha comercializado su imagen descontextualizándola de su identidad mestiza. A pesar de que Frida Kahlo nunca ocultó su vello facial, no son pocas las editoriales de moda que, inspirándose en su estilismo, han olvidado por completo su bigote y sólo algunas veces han mostrado un falso entrecejo. Ahora que las gruesas cejas de Cara Delevigne se han convertido en un icono de belleza, cabe preguntarse qué lugar sigue ocupando el bigote en la construcción de la identidad femenina y por qué el de Frida Kahlo ha sido completamente olvidado como imagen estética posible.
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Cita visual fragmento. Mendieta, A. (Artista). (1972) Transplante de pelo facial. (Fotografía)
6.2. ¿Dónde querría estar la barba de Ana Mendieta? “Se avecinan tiempos difíciles, pero creo que nosotros, los que somos artistas, continuaremos haciendo nuestra obra. Seremos ignorados, pero estaremos aquí.” Ana Mendieta La primera imagen que aparece si buscamos en Google “Ana Mendieta” es la de una joven barbuda que mira a la cámara de manera estoica, perteneciente a su Facial Hair Transplant (Transplante de pelo facial, 1972). En esta performance, la artista se transplantaba la barba de su compañero Morty Sklar pegándose trozos de pelo en su cara hasta crear una convincente barba. Esta acción daba punto final a sus estudios en el curso InterMedia Studies Program de la Escuela de la Universidad de Iowa, a través de los cuales Mendieta desarrolló toda una obra muy consciente de las corrientes feministas de su época. “Su trabajo (...) no sólo se inscribe en una larga lista de imágenes paradigmáticas desestabilizadoras (Mendieta habla de su inspiración en Marcel Duchamp) o directamente monstruosas (recordemos, por ejemplo La mujer barbuda [1631] de José de Ribera), sino que tiene vinculación, además, con la idea de transferencia explorada por el psicoanálisis y existente también en la santería afrocubana. Como explica Mary Sabbatino en el artículo “Ana Mendieta: la identidad y la serie Siluetas”, la artista cubana hace referencia en esta obra a la síntesis de masculinidad y feminidad, y a la transmisión de fuerzas contrapuestas (Olokum y Yemayá, representantes de los principios masculino y femenino) a través de la invocación a los orishas o poderes divinos de los antepasados.” (Ruido, M. 2002:65)
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Su barba, que nos resulta en un primer momento extraña a su apariencia, nos remite de nuevo a la frontera que separa el género femenino del masculino. La reconstrucción de una barba en el cuerpo de alguien a quien no le pertenece, de manera natural o por derecho propio, nos habla de manera muy elocuente acerca de quiénes somos en un mundo dividido no sólo en base a nuestros órganos sexuales sino a todo lo que se construye alrededor de ellos. A pesar de ser una de sus performance más famosas, Ana Mendieta sigue siendo ignorada en cuanto al carácter político de su obra, que la hacía contemporánea a las ideas feministas de los años 70. Tras finalizar sus estudios, comenzó una etapa de maduración para la artista, que siguió trabajando con su propio cuerpo para la extensa serie Siluetas, en la que Mendieta usaba la naturaleza y la huella como símbolo de identidad. Al igual que con Frida Kahlo, la figura de Mendieta también se ha rodeado de un aire de misticismo y leyenda que ha desarrollado una visión simplista de su earth body art, encerrándolo en su carácter espiritual, simbólico y emocional (la mujer como naturaleza, la fusión con la madre tierra) y separándolo de su visión política, una contundente afirmación de identidad que demostraba además la voluntad de seguir manteniendo su discurso artístico desde el lado de los marginados. “¿Nosotras existimos? Cuestionar nuestras culturas es cuestionar nuestra propia existencia, nuestra realidad humana. Confrontar este hecho significa tomar conciencia de nosotras mismas. Esto se convierte en una búsqueda, un cuestionamiento de quiénes somos y de lo que podemos llegar a ser. Durante los 60, las mujeres de los Estados Unidos se politizaron y se unieron en el Movimiento Feminista con el propósito de terminar con la dominación y la explotación de la cultura masculina blanca, pero se olvidaron de nosotras. El feminismo americano, tal y como se presenta, es básicamente un movimiento de clase media blanca. Como mujeres noblancas nuestras luchas están en dos frentes. Esta exposición no señala tanto hacia la injusticia o la incapacidad de una sociedad que no ha sabido darnos cabida, sino que indica sobre todo una voluntad personal de continuar siendo otras” (Mendieta, A., Dialectics of isolation, Nueva York, AIR Gallery, 1980, citada por Sabbatino, M., “Ana Mendieta Silueta Works: Sources and Influences”, dentro del catálogo Ana Mendieta (1948-1985), Helsinki, Helsinki City Museum, 1996, p. 51-52) Ana Mendieta nos remite de nuevo al transfeminismo (Intersectionality en inglés), a través del cual las realidades de mujeres que no son blancas ni de clase media se ven invisibilizadas en la lucha por sus derechos. De la misma manera se invisibilizan sus cuerpos, homogeneizando la práctica depilatoria que, aunque reprime a todas por igual, no afecta ni daña de la misma manera cuerpos más o menos velludos (como las mujeres latinas o las europeas del sur, las cuales genéticamente suelen tener un vello más fuerte). Dado lo efímero de su trabajo performance, así como a la voluntad de la artista de permanecer en
su alteridad (mujer, latina y de clase media-alta), la conciencia política y el trabajo resultante de ésta en el campo de la identidad (indiscutiblemente identidad de género) se ha visto invisibilizada de manera no sólo sistémica (al igual que otras muchas mujeres artistas), sino natural a su propia visión del hecho artístico. Podemos preguntarnos una y mil veces “¿Dónde está Ana Mendieta?” o “¿Dónde no está Ana Mendieta?” a cada exposición de Carl Andre, pero tal vez la pregunta deba de reformularse en un “¿Dónde querría estar Ana Mendieta?” ¿Donde es necesaria la reivindicación y visibilización de su obra, si sigue siendo mostrada a través de las mismas instituciones que le negaron el acceso y a las que ella misma criticaba?
Fotoensayo interpretativo. Barba, M. (2015) Dónde están nuestras barbas. Fotoensayo compuesto por la Serie Secuencia Descriptiva Hirsuta Cristina (2015 y una cita visual literal, Mendieta, A. (Artista). (1972) Transplante de pelo facial. (Fotografía documento de performance)
Cita visual fragmento. Collins, P. (Fotógrafa) (2014) The hairless norm. (Fotografía digital)
6.2. VELLO 2.0, MODA E INSTAGRAM Es cierto que los medios de comunicación tradicionales aún siguen siendo una fuerte influencia en el imaginario colectivo. Sin embargo esta publicidad inunda nuestras televisiones, nuestras calles y nuestras mentes con un modelo de belleza que cada vez se ve, si no más debilitado, más percibido como irreal, imposible, y finalmente no deseado. La revolución de Internet ha supuesto no sólo una manera de comunicarnos más directa e inmediata, sino todo un espacio infinito para acoger imágenes nuevas y reales, en el sentido de que nosotros mismos somos los autores de éstas. Esto incluye la visibilidad del vello corporal, una vuelta al debate del género desde herramientas con las que cualquier persona puede hacerse eco de su propia identidad velluda. Así es como trabajan las nuevas generaciones 2.0 que habitan el espacio virtual como natural a su propia identidad, expresándose a través de un arte que se interioriza, es importante, visible, que transgrede continuamente la norma social y que no sólo se queda dentro del ámbito artístico museístico o universitario sino que irrumpe cada día en los hogares y amplia el imaginario de millones de personas alrededor del mundo. Los últimos años han sido increíblemente inspiradores. El vello corporal ha saltado a la palestra y ha sido utilizado por jóvenes que insertan en su discurso la transmedialidad como factor imprescindible en el cambio del imaginario, creando redes que, a pesar de ser efímeras y cambiantes, poseen mucha más fuerza e influencia en el colectivo que cualquier otro medio de comunicación.
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Jóvenes artistas pertenecientes a la Generación Z, acostumbrados a basar la mayor parte de sus acciones comunicativas a través de aplicaciones en su smartphone, utilizan también estas plataformas como espacios artísticos y señalan y denuncian desde ellos cómo las estructuras de poder también intentan censurar o apoderarse de sus obras y de sus cuerpos de la misma manera que siguen sin sentir que sus identidades estén representadas y sean válidas fuera del mundo virtual. Petra Collins, joven fotógrafa colaboradora del magazine Rookie Mag creado por la joven Tavi Gevinson ha dado voz a jóvenes mujeres artistas a través de su colectivo The Ardorous, en el que se tratan temas como la adolescencia, la menstruación o el vello corporal desde el punto de vista real de las mismas protagonistas. Es muy pertinente hablar del trabajo de Collins y cómo todavía estas imágenes pueden llegar a ser polémicas ya que ella sufrió la censura velluda en su propia cuenta de Instagram al subir una foto de sí misma en la que se vislumbraba vello púbico en los bordes de su ropa interior. La foto fue eliminada de la red social en base a los ya famosos y odiados “Terms of Use” de la compañía que tantas campañas han encendido, entre ellas la famosa recientemente #freethenipple, a favor de la liberación de los pezones de las mujeres en la red. Lo que Petra Collins experimentó al eliminarse su foto fue una confirmación más de la esclavitud del cuerpo femenino al ideal de belleza lampiño, una agresión virtual que sintió como física ya que eliminaba a su cuerpo como imagen aceptable dentro de un espacio artístico que consideraba como propio. “I consider myself endlessly lucky to have access to the Internet and technology. Through it I’ve found myself and have been able to join a new discourse of females young and old who strive to change the way we look and treat ourselves. I know having a social media profile removed is a 21st century privileged problem – but it is the way a lot of us live. These profiles mimic our physical selves and a lot of the time are even more important. They are ways to connect with an audience, to start discussion, and to create change. Through this removal I really felt how strong of a distrust and hate we have towards female bodies. The deletion of my account felt like a physical act, like the public coming at me with a razor, sticking their finger down my throat, forcing me to cover up, forcing me to succumb to societies image of beauty. That these very real pressures we face everyday can turn into literal censorship.” (Collins, P. 2014) No obstante y pese a esta lucha continua contra las fuerzas de la heteronormatividad que cohabitan también dentro de las redes de Internet, los más de 150.000 seguidores del perfil de Petra Collins vieron lo mismo durante un breve espacio de tiempo. Vieron pelos, en sitios donde se supone no hay 50
pelos, en cuerpos que no deben de tener pelos. Es precisamente esa visibilidad que nos ofrecen las plataformas en Internet, aunque sea de manera efímera, la que puede hacernos cambiar el resto de imaginario que nos rodea. Sin embargo, no debemos perder de vista que las mismas compañías que censuran nuestros cuerpos son las que se siguen lucrando del uso, político o no, que hacemos de ellas. Pues Petra sigue utilizando su Instagram, claro.
Captura de pantalla de la cuenta de Twitter de la fotógrafa Petra Collins.
Cita visual fragmento. Bytröm, A. (Fotógrafa). (2014) lolita (Fotografía digital)
6.3.1. LAS CHICAS DE THE ARDOROUS “La moda es identidad y aflora en los individuos en forma de huellas de género, de origen, de sensibilidad. Es un gesto silencioso y elocuente a la vez imposible de frenar. Estética y pensamiento siempre serán caras de una misma moneda y el espíritu de una época y los cambios que avecina siempre se liberarán antes en sus formas visibles, y la moda es una de éstas.” (Correa, A. 2015) Marzo de 2015, una chica sube a su cuenta de Instagram un selfie. En él aparece posando para la cámara con el pelo de colores pastel, vistiendo un bikini y alzando uno de sus brazos. La diferencia, su axila muestra su vello sin depilar. En la descripción de la foto aparece el siguiente texto: “these undies r cute but actually kind of too small but cute in a photo. i kno i have hairy armpits” La chica en cuestión es Arvida Byström, fotógrafa, modelo y artista sueca nacida en 1991, miembro del colectivo The Ardorous creado por Petra Collins. Para ella su cuenta de Instagram es un portfolio más, una ventana más al mundo desde la que mostrar su propia visión de la vida. En ella deja existir a su propio vello, que es visible de manera cotidiana en varias de sus fotografías, sin la necesidad en principio de justificar su aparición. Su estética es marcadamente femenina: se rodea siempre de colores pastel, objetos kitsch, 53
emoticonos de whatsapp, palos de selfie, purpurina,... Quizás por esta diferenciación tan marcadamente femenina, los usuarios que todavía no la conocen se impactan de que conserve su vello corporal. A través de sus fotografías se hace evidente cuán invisible sigue siendo todavía el vello femenino y cómo sigue sorprendiendo su aparición, tanto de manera positiva como negativa. El vello es un rasgo masculino, pero la nueva ola de fotógrafas 2.0 no huyen ni del rosa ni de su propio cuerpo: muestran con orgullo sus copas menstruales, se autoproclaman feministas y son un ejemplo para miles de adolescentes en búsqueda de respuestas en la red. Pero Arvida Byström no sólo publica en Instagram. Prueba del increíble poder que tienen sus imágenes fue la publicación en la revista online VICE en junio de 2014 de su trabajo “Lolita”, una serie fotográfica que mostraba el vello corporal en mujeres desde una perspectiva muy feminizada: colores pastel, maquillaje, faldas, zapatos... atributos culturalmente muy alejados de la pilosidad. De hecho, haber relegado el vello a lo outsider, lo conflictivo, oscuro, raro y freak ha obligado siempre a la mujer velluda a ser definida como barbuda, lesbiana, feminista radical o bruja. Lolita demuestra por fin que vello, feminidad y estética pueden ir unidos de la mano. Lolita fue publicada en VICE sin ningún tipo de explicación, statement o argumento. Sin embargo, creó un acalorado debate en la sección de comentarios, con más de 300 intervenciones que discutían sobre la depilación y el vello corporal en la mujer. El hecho de que estas imágenes generaran tanta controversia, sin ni siquiera haber expuesto las razones políticas o artísticas del trabajo, es una muestra más de lo impactante que sigue resultando una mujer con vello. A pesar de vivir en una sociedad que nos machaca con el poder de decisión que poseemos, seguimos perpetuando los mismos roles que nos categorizan y nos ofrecen una feminidad aceptable. En palabras de la propia Arvida, este feminidad sigue funcionando en un sistema capitalista porque de hecho, vende: “(...) gender binaries sell. Aiming products to a clear group have been shown to be very effective. Also, rules that are very restricting work well for capitalism too. If the norms are impossible to follow, people will keep on buying products in the hopes of fitting into the norms.” (Byström, A. 2015) Misma controversia provocaron las imágenes de Rhiannon Schneiderman, también miembro del colectivo The Ardorous, al ser publicada su serie fotográfica “Lady Manes” en la página web Cultura Inquieta a principios de agosto del 2015. En ella, la artista aparece autorretratada desnuda, en posturas parecidas a las adoptadas en la fotografía de moda, pero siempre de pie y mostrando su pubis al aire. Mientras éste aparece cubierto por pelucas con diferentes peinados y colores, el cabello de la artista permanece intacto y desaliñado en todas las fotografías.
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Fotoensayo interpretativo. Barba, M. (2015) Femeninas. Fotoensayo compuesto por una fotografía digital Barba, M. (2015) Hirsuta Violeta y una cita visual literal: Bytröm, A. (Fotógrafa). (2014) lolita (Fotografía digital)
“Why is everyone still so terrified of vaginas?” Rhiannon Schneiderman Tras echar un vistazo a la publicación no puede considerarse casualidad que un tema que se considera tan “banal” reciba a la vez tantas muestras de rechazo, incomprensión o burla: durante el mismo día de la publicación de este artículo, la interacción en facebook de la página superó con creces cualquier otra noticia. Más de 1200 personas compartieron el enlace, y más de 150 comentarios se preguntaban acerca del sentido de la obra, mofándose de ella, denostándola o quitándole valor artístico. El artículo, además, no aparecía en la sección “ARTE” de la web, sino en la de “ERÓTICA”, demostrado una vez más que el desnudo de la mujer, a pesar de su contextualización dentro del arte, sigue siendo valorado siempre desde su sexualidad y femineidad: “(...) cuando un artista muestra su cuerpo lo hace como una forma de experimentación que debe sexualizar deliberadamente si quiere que contenga ese matiz, el desnudo masculino es apreciado tradicionalmente como neutro, una imagen heroizada y paradigmática; sin embargo, el desnudo femenino, cuerpo socialmente sexualizado y cargado de prejuicios atávicos sobre sus posibilidades de contaminación y transmisión de vida, es el escenario del control que desde los cánones artísticos y mediáticos y desde las diferentes producciones de saber se han aplicado en su contención/neutralización de la diferencia.” (Ruido, M. 2015:15) No obstante y pese a esta obligada sexualización de sus cuerpos, esta nueva ola de fotógrafas que pueblan la red no sólo visibilizan el vello corporal femenino, sino que lo utilizan como forma de trabajo natural en el mundo de la moda, colaborando con grandes marcas e introduciendo así el tema directamente en el ámbito socioeconómico desde el cual el imaginario cambia de manera más rápida y elocuente. “Convertidas en fotógrafas de moda en colaboración con grandes marcas o medios de comunicación, o en artistas multidisciplinares, su actividad en redes sociales como Instagram o Tumblr ha devenido en un correlato de la fotografía de moda profesional. Género habitual de poses forzadas, de la objetualidad de los cuerpos y la homologación de los mismos a través de procesos de retoque como el licuado. Donde antes había un solo rostro universalizado, un solo cuerpo, una sola actitud y ninguna voz, ellas han puesto subjetividad, han encontrado un nuevo ángulo, han dotado de personalidad a los maniquíes.” (Correa, A. 2015) .
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Fotoensayo interpretativo. Barba, M. (2015) La moda del coño. Fotoensayo compuesto por la fotografía digital Barba, M. (2015) Hirsuta Macarena K. y una cita visual literal: Schneiderman, R. (Artista). (2014) Lady Manes (Fotografía digital)
Cita visual fragmento. Captura de pantalla de la cuenta de Instagram de Miley Cyrus (2015)
6.3.2. EL FACTOR DEPILACIÓN “A female body with hair does not overcome cultural normativity; rather, it situates itself in a different position in relation to it. This is theoretically relevant for mor than one reason: only if we think of body hair as a construction will be able to see it, discuss it and analyse it.” (Caselli, D. 2006:19) Cuando observamos a una mujer mostrar su vello corporal tendemos a crear toda una retahíla de prejuicios y opiniones centrados en su posible posición política (debe de ser feminista radical), su orientación sexual (debe de ser lesbiana) o su dudosa higiene (debe de no lavarse). Una vez superados todos estos prejuicios, si lo conseguimos, volveremos a observarla y seguirá siendo eso, una mujer con pelos. Todavía seguimos pensando que las mujeres son menos velludas de manera natural, cuando lo cierto es que toda la construcción de feminidad que ha girado alrededor del sexo femenino durante décadas no funciona en base a la biología, sino a la economía. La depilación es un negocio que gasta dinero y mucho tiempo, un tiempo no visible. El rito depilatorio ha sido escondido de una manera tan ridícula que hasta los anuncios de cuchillas de afeitar utilizan a modelos que no poseen ningún pelo. Así se ha alimentado siempre el mito de la feminidad, dotando a todo el comercio alrededor de la belleza de un aire de misticismo y secretismo que nos aleja a las unas de las otras y que esconde los ritos de belleza a los que sometemos a nuestros cuerpos, impidiendo con su invisibilización poder también cuestionar su validez. 59
Olvidamos todos los procesos a través de los cuales una persona llega a ser lo que es en el momento de ser observada, y es ése precisamente el que debe de evidenciarse para conseguir unir a la mujer depilada y a la mujer velluda en un imaginario concreto. Cuando olvidamos la depilación olvidamos los procesos, olvidamos nuestras posibilidades y olvidamos nuestras verdaderas opciones y decisiones. Es precisamente esta depilación la que mostró sin tapujos la controvertida artista Miley Cyrus en su cuenta de Instagram el 22 de julio de 2015. Cyrus, al igual que muchos otros jóvenes artistas contemporáneos, pertenece a una generación que ha empezado a cuestionarse imágenes que no les representan y que día tras día han tragado, animándose a crear las suyas propias y haciendo suyas las luchas de género. Cabe recordar la reciente e increíble campaña de Miley Cyrus en favor de los derechos de las personas transgénero y su loable labor a través de la fundación Happy Hippie, que lucha contra la injusticia para ayudar a personas sin techo y al colectivo LGTB. Con la publicación de su propia depilación, Miley no sólo contribuyó a la visibilización de su propio vello (ya apareció anteriormente enseñando sin incomodidad sus propias axilas sin depilar, convirtiéndose en un referente visual para millones de personas), sino que visibilizó el acto mismo de depilarse. En este sentido, mostrar nuestra propia depilación es importante para entender que no somos cuerpos lampiños, sino cuerpos en eterna construcción. Es así también como son entendidos los cuerpos en los recientes trabajos de dos jóvenes artistas, Liz Barr y Ailsa Fineron. Aunque las dos tratan el tema de la depilación desde ópticas y formatos diferentes, ambas coinciden en la transmedialidad y la constructividad de su propuesta. No son proyectos cerrados como los ya mencionados, sino que inciden en la necesidad de crear una conversación alrededor del tema, dándole al público la oportunidad de ser mensajeros activos, de cuestionar su propio trabajo, criticarlo o ampliarlo a través de las herramientas que nos ofrecen las redes sociales. Gender stubble es un zine creado por la joven artista Liz Barr, estudiante de Bellas Artes de la Universidad de Pennsylvania. A través de la recolección de ideas y pensamientos de diferentes personas, unidas al pronombre con el que éstas se identifican (she/her/hers, he/him/his, they/them/ theirs) y la cuchilla con la que se depilan, se intenta explorar las diferentes maneras en las que el acto de depilarse (en este caso rasurarse) y el vello corporal se relacionan con la noción misma de identidad (de raza, género, clase, sexualidad…)
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Cita visual literal. Barr, L. (Artista). (2015) Gender Stubble (Escaneo de la pรกgina)
Cita visual literal. Barr, L. (Artista). (2015) Gender Stubble (Escaneo de la pรกgina)
Cita visual literal. Fineron, A. (Fot贸grafa). (2015) The Body Hair Project. (Fotograf铆a)
Cita visual literal. Fineron, A. (Fot贸grafa). (2015) The Body Hair Project. (Fotograf铆a)
“Razors are gendered and sold in a way that enforces normative, binary gender presentations. However, people shave for all different reasons, and some of those reasons are queer as hell. I was initially interested in the idea that razors are separated into categories “for men” and “for women”, yet there is so much more variety and nuance in the shapes of the razors than there is in their advertising, and those razors aren’t just used by men and women. I decided to ask friends to send me photos of their razors, along with their pronouns, hoping to show people of all different genders use all different kinds of razors.” (Barr, L. 2015) Y es que, aunque el acto de depilarse se considera culturamente un rasgo femenino, no posee un sólo género ni afecta sólo a un solo sexo. A través de este trabajo se hace evidente lo irreal de la binariedad del género, así como los conflictos de identidad que pueden afectar la vida de las personas al enfrentarse a ella, incluso si empiezan desde algo tan inocuo como la elección de una cuchilla de afeitar. Liz Barr apunta hacia la transmedialidad de su trabajo, dejando constancia de que éste quedaría muy limitado si se considerara cerrado en papel. Por ello se puede seguir su trabajo, ver escaneos del propio zine y añadir tus propias fotografías al proyecto a través de su tumblr: genderstubble.tumblr.com Por su parte, Ailsa Fineron trabaja actualmente en el proyecto “The Body Hair Project”, donde no sólo fotografía a gente con vello sino que también muestra los instrumentos que cada una utiliza para su depilación. Superpuestas a las fotografías aparecen extractos de las conversaciones que Ailsa Fineron mantiene con las personas retratadas, donde hablan desde la experiencia propia sobre qué significa para ellas la depilación y el vello corporal, ampliando así el debate. “Every conversation I had made me think more about my own approach to body hair and my insistence that I shaved because I wanted to. I thought that if having these conversations was making me think so much, maybe I could open up the discussion to more people through the internet and my photography. My photography up till then had been very much focused on making everyday moments beautiful, which, whilst very meaningful to me, was more just aesthetically pleasing to others. So I decided to have a go at doing something with more direction, and the body hair project is the result!” (Fineron, A. 2015) Su proyecto, tal y como ella lo describe, es sólo una pequeña parte de todo un movimiento visual a través del cual se están redefiniendo los estándares de belleza a una velocidad emocionante.
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Fotografía fragmento. Barba, M. (2015) Materia (I)
7. CONCLUSIONES: PROYECTO HIRSUTAS La depilación femenina es una práctica normativa que cada vez acapara más adeptos sin importar su sexo, género o condición. No obstante, sigue siendo el sexo femenino el que se depila durante más de la mitad de su vida de todas las formas posibles e imaginables. Gastamos tiempo, dinero y esfuerzo en una eterna lucha hacia el ideal de belleza lampiño, aquel que pensamos nos hace más humanos, más atractivos, más femeninos, más musculosos, menos salvajes, más domesticados en la comodidad y amparados por la sagrada higiene. Es este un ideal inalcanzable, como tantos otros que hemos tragado durante un milenio de publicidad y medios de comunicación masivos. Admitámoslo, somos gente peluda. Mirémonos otra vez. Enseñemos nuestras excreciones velludas. Mostremos cómo las eliminamos y cómo intentamos esconderlas. Arranquémoslas de nuestra piel, pero antes admiremos cómo crecen. Quemémoslas, pero antes dejémoslas vivir libres y visibles. Odiemos nuestros pelos, pero también amémoslos. Sólo mostrando con orgullo nuestras depilaciones seremos conscientes de que realmente ninguno de nuestros cuerpos es lampiño, sino que somos cuerpos en eterna construcción. Y así son las hirsutas de este proyecto.
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“La atribución misma de la feminidad a los cuerpos femeninos como si fuera una propiedad natural o necesaria tiene lugar dentro de un marco normativo en el cual la asignación de la feminidad a lo femenil es un mecanismo para la producción misma del género. Términos tales como «masculino» y «femenino» son notoriamente intercambiables; cada término tiene su historia social; sus significados varían de forma radical dependiendo de limites geopolíticos y de restricciones culturales sobre quién imagina a quién, y con qué propósito. Que los términos sean recurrentes es bastante interesante, pero la recurrencia no indica una igualdad, sino más bien la manera por la cual la articulación social del término depende de su repetición, lo cual constituye una dimensión de la estructura performatíva del género. Los términos para designar el género nunca se establecen de una vez por todas, sino que están siempre en el proceso de estar siendo rehechos.” (Butler, J. 2006:25)
HIRSUTAS
a los 12 años yo tenía los pelos rubillos, estaba en la piscina y me juntaba con gente mayor. uno de ellos, el macarrilla que se mete con todo el mundo, se agarró a mis piernas en el bordillo de las piscina y gritó: ¡hostia la tía! ¡si tiene más pelos que yo en las piernas! nunca me había fijado en eso. esa misma tarde cuando llegué a casa, sin que mi madre lo supiera, cogí la cuchilla y me los quité. al día siguiente, en la piscina, él fue a gritarle a todos que yo tenía pelos en las piernas para seguir con la broma pero cuando se dio cuenta de que ya no tenía pelos fue como: ay ya no, qué bien, qué guapa, qué suave... la primera vez que me depilé fue en un campamento, cuando tenía doce años. yo realmente no tenía intención de hacerlo pero vi que mis compañeras en las duchas se estaban depilando. mis compañeras estaban depilándose con cuchilla y me dijeron: ¿por qué no te depilas? entonces me miré las piernas y me di cuenta de que sí, que tenía bastantes pelos. dije bueno, venga, me voy a preparar, porque había como una especie de guateque-discoteca, las chicas se arreglaban para ver a los chicos... en mi familia están muy obsesionadas con quitarte el vello, a pesar de tenerlo débil y rubio. a mi madre no la recuerdo con ningún pelo, ni de pequeña ni ahora, y mi abuela igual. cuando era más pequeña y me empezó a crecer el vello púbico me decían: ¡ay que ya tiene vellito ya mismo se está depilando! ahora estoy empezando a dejarme el vello de las axilas y un día en clase se me acercó una compañera y me dijo en plan bajito: tía creo que se te ha olvidado depilarte las axilas, te lo aviso por si no te has dado cuenta. yo estoy totalmente en contra de cosas que alteren tu propio cuerpo. nos estamos convirtiendo en cyborgs, me parece mal que alteremos nuestra genética. si somos producto de una evolución y tenemos pelo, ¿por qué eliminarlo? hay muchos estudios que dicen que el vello púbico protege de un montón de infecciones y
hongos, ets... no hay que modificar cuerpos, hay que modificar mentes. no es normal que en conocimiento del medio te enseñen un cuerpo desnudo y no aparezca con ningún pelo. las modas de coño me hacen mucha gracia. la última vez que fui a la cera, el año pasado, me preguntó la mujer: bueno ¿qué tipo de coño quieres? ¡no necesito una peluquera de coño! me acuerdo que cuando empezó la moda de los pantalones con talle bajo la gente empezó a quitarse la parte de arriba... eso demuestra un poco cómo la moda también cambia la moda depilatoria. lo que no soporto es el entrecejo, me da cosa. no puedo parar de mirarlo, es como que corta mucho la dinámica de la cara. necesito ese espacio. mis amigas en plan broma me lo dicen: ¡a ver si te quitas el bigote o el entrecejo! pero lo dicen de broma y yo no tengo problema. me gustaría que no me afectara tanto, pero sí, es algo en lo que pienso a la hora de ponerme un vestido o llevar una camiseta de tirantes... yo me depilo más que nada por la sociedad que me rodea, más que por mí. me gustaría no tener que hacerlo, cuando veo a la gente que no se depila, algunas chavalas y tal... pienso: ojalá a mí me diera tanto igual. con mi novio de ahora, cuando nos empezamos a conocer, le pregunté si a él le molestaba que yo no estuviese depilada... y él me dijo que eso no era lo que le interesaba de mí. me depilaba con la cuchilla, las piernas y las ingles, axilas... el bigote nunca me lo quise quitar, pero fui a una esteticien y la tía de repente pumba me puso cera en el bigote sin que yo me diera cuenta. le solté ¡¡¿qué haces?!! ¡me veía muy joven como para quitarme el bigote! y a partir de entonces ya sí me empecé a ver el bigote y a quitármelo. encima de trabajadoras, guapas. a mí me gusta depilarme porque me parece que el cuerpo es más elegante, más bonito y más femenino. también lo hago por higiene, las axilas y el pubis me refiero. una vez fui al ginecólogo y me dijo: si tol mundo viniera así... es muy
importante que haya una cultura en la que tú te puedas sentir identificado, imágenes que nos representen. gente guapa o famosa con pelos en el sobaco, me molestan las imágenes rígidas, que categorizan. he dejado de depilarme para los demás. lo hago cuando me molesta a mí. crees que los demás le van a dar mucha importancia a los pelos que lleves, pero nadie me ha dicho por la calle nada y los he lucido lo que me ha dado la gana. al principio me resultaba feo, pero ahora me gustan más mis piernas con pelos. lo que me molesta es que se dé por supuesto que las mujeres no tenemos pelos. las cejas, por ejemplo, nunca me las he depilado. a lo mejor me he quitado diez pelos en toda mi vida, porque nunca me ha supuesto un problema, y no me gusta que tengas que mantenerlo cada tres días. me gustan mis cejas tal cual son. un día hace un año fui a una peluquería de mi barrio a cortarme el pelo, y me viene el peluquero con un tarrito de cera caliente. y yo: ¿eso qué es? y él: ah nada, que te voy a depilar las cejas. me las depiló y me sentí violada total. si utilizásemos productos específicos para nuestro vello seguramente tendríamos un vello corporal maravilloso, brillante, que con la brisa se moviese... hace poquísimo que he dejado de depilarme en plan radical. más por pereza al principio, en invierno. pensé: a ver cuánto crece. y hasta ahora. estuve dándole vueltas y dándome cuenta de que lo que me interesa de todo esto es por qué sientes de una forma, esa vergüenza instintiva que sientes cuando sabes que puede verse tu pelo, que no te has depilado y te entra un nudo en el estómago de decir: uish, ¿me habrán visto? si es posible que las niñas de generaciones posteriores a las nuestras no sientan eso, o lo sientan de una manera remitente, eso sería un logro. más quisiera yo que no me importase qué tengo debajo de la axila. yo siempre he sido la chica chicazo, a veces me apetece ponerme un vestido o
maquillarme cuando me sale el coño. me gusta cuando la gente por la calle no sabe si soy un chico o una chica, la gente me pide perdón cuando me confunden con un chico. hubo un momento que me molestaba, hay veces que pienso no soy ni lo uno ni lo otro. soy mujer, pero eso no quita que no pueda considerarme masculina, femenina, ambas cosas o ninguna de las dos. hasta el día de hoy estoy contenta con mi condición de mujer, hasta el momento que algo cambie en mi cerebro y diga: hasta aquí. desde entonces he tenido una lucha con los pelos porque se me enquistan, tengo muchas heridas, me salen granitos... siempre es muy incómodo. me empecé a hacer la cera y se me ponía la piel super mal, super irritada y roja. la verdad es que he tenido bastante lucha con la depilación, pero no quería ni sufrir ni no tener pelo. siempre que iba a la playa me ponía pantalones de chico y punto. con mi primer novio así serio me depilaba más, no me sentía tan a gusto con mi cuerpo. recuerdo que empecé con él sin estar depilada pero cuando ya me daba cuenta de que aquello iba en serio empecé a depilarme bastante, me hacía la cera en las ingles etc... creo que me daba cuenta de que a él le gustaba mucho y si le gustaba pues yo me sentía bien. el otro día salimos y me quería poner un vestido, pero me daba coraje porque no me acordé de que tenía pelos en los sobacos y como iban a ir sus padres y tal en ese momento me cambié de ropa... un verano intenté no depilarme. lo conseguí, estuve gran parte del verano con pelos en los sobacos pero tenía mucho problema con el novio que tenía, se burlaba de mí. deberíamos de poder elegir. yo estoy más cómoda conmigo misma depilada... sudo menos con pelos, pero el sudor huele más. aunque a veces me gusta acariciarme los pelos de las piernas. me acuerdo en el instituto que había una que la llamaban la chiwaka. a los 12 años fui la primera a la que le empezó a salir el vello... me depilaba con la crema
depilatoria, porque no me quería hacer daño. luego mi madre me compró la silkepil, que me daba mucho asco. la uso de vez en cuando, la cera alguna vez pero tampoco me va bien. tengo el pelo muy débil y se me quedaba dentro, me creaba problemas de piel. ahora estoy en un momento en el que me lo saco cuando me resulta incómodo, con cuchilla y fuera. nunca he tenido amigas con vello en el sobaco, no suelo ver cosas así. cuando mis amigas están sin depilar no me lo enseñan, y mira que a mí me da igual. una vez vi a una chica super guapa, super bien vestida, y con mucho pelo en las piernas. me impresionó un montón. la primera vez fue con una silkepil, pero me dolía mucho y me dejó media pierna sin hacer. al día siguiente fue cuando me metí la cuchilla. ahora tengo menos vello, pero cuando era chiquitilla tenía el vello muy negro y recio. no sé si ha cambiado mi vello por las pastillas anticonceptivas, las hormonas femeninas y tal. el pubis es super bonito con pelo. me acuerdo la primera vez que me depilé fue en casa de una amiga porque mi madre no me dejaba, finales de primero de la eso o así. me vio un día mi madre y se dio cuenta, me dio vergüenza que se diera cuenta... ahora es ella la que se ofrece a depilarme. a mí me gusta quitarme los pelitos enconaos, cuando estoy nerviosa empiezo a quitarme pelitos y tengo muchas heridas... de hecho me angustia no tener pelos porque si no no me los puedo quitar. me gusta el vello de mis axilas, me gusta tocarlo, pero verlo todavía me choca un poco. salir con las piernas llenas de pelos es algo para lo que mi mente no está preparada. estoy depilándome por estar más guapa y realmente me estoy haciendo heridas, me estoy masacrando la pierna. ahora me estoy haciendo el láser en las piernas. me produce un poco de incomodidad pensar que me estoy quitando una parte de mi cuerpo que ya no va a volver.
Cita visual fragmento. Hewitt, J. (2015) Skin. (Fotografía digital)
7.1. LAS HIRSUTAS “When the material removed from the body in the process of being defined as female (part of which are the permissions for growing or not growing hair and the effect that this has on the femininity of the individual, or the obsession with female genital hygiene) reappears, subsequent to its removal, it causes disturbance because it draws attention to the process of categorisation and classification of which it is refuse.” (Scuriatti, L. 2006:160)
Durante el desarrollo de la Investigación Educativa a través de las Artes Visuales HIRSUTAS: hacia la creación de un nuevo imaginario sobre la depilación femenina, quedó clara la necesidad de crear una obra visual abierta a la participación del público, que se sirviera de las herramientas transmedia que nos ofrece hoy día la tecnología para crear nuevas preguntas que nos lleven hacia terrenos todavía poco transitados por la propia investigación, tales como el significado de la depilación en la construcción de diferentes identidades de género como la depilación estética masculina heterosexual o la transexualidad. Este espacio transmedia se creó a través de una de las redes sociales de mayor difusión e influencia que existe en la red: Tumblr. Tumblr es una red social de microblogging que, al permitir la interacción de los usuarios de manera fácil y sencilla, se considera como la más idónea para compartir contenidos tanto de texto como visuales. En este caso, HIRSUTAS se convierte en LAS HIRSUTAS, un espacio red en el que poder 153
seguir compartiendo contenidos, no sólo fotográficos sino también videográficos o de animación, a través de los cuales seguir indagando en las prácticas depilatorias y su imaginario. El resultado final de esta participación colectiva es un banco de imágenes que definen de manera personal qué significa la práctica depilatoria para las personas participantes, desarrollando nuevas preguntas a través de fotografías, vídeos y animaciones. Entre las aportaciones al proyecto no sólo se encuentran imágenes del proceso depilatorio, sino que se hace especial énfasis en el resultado final, en la modificación del cuerpo y sus consecuencias, en ocasiones dañinas para el propio individuo, así como en la representación del vello tras el rito depilatorio a través de imágenes nuevas y diferentes a las acostumbradas. Para participar, sólo es necesario acceder al apartado “Submit/Colabora”, a través del cual se pueden cargar el contenido audiovisual, así como escribir algún texto (opcional, puesto que se admite el anonimato) que responda a las siguientes cuestiones: 1. Cuál es tu nombre, edad, procedencia y ocupación 2. Cuándo empezaste a depilarte / cuándo dejaste de hacerlo y por qué 3. Con cuánta asiduidad te depilas y cómo lo haces 4. Cualquier cosa que te apetezca contar y tenga que ver con el tema, quizás alguna historia que nos ayude a comprender qué significa la depilación para ti De esta manera, no sólo se trabaja el tema bajo el género femenino como ha ocurrido en la investigación HIRSUTAS, sino que también se expande a nuevas áreas donde el vello corporal y su depilación devienen nuevos significados, como es el caso de las personas que cambian de sexo o las nuevas demandas estéticas en el género masculino. Se trata, en definitiva, de un espacio abierto al público a través del cual seguir indagando y expandiendo el imaginario visual preconcebido sobre la depilación corporal, sirviendo de continuación al debate sobre la relación de éste con la sexualidad y el género. A través del poder de la imagen para dotar de significado nuestros hábitos corporales, es posible ser responsables activos de la creación de nuevas visiones, planteando nuevas preguntas y ampliando las respuestas.
lashirsutas.tumblr.com
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Fotoensayo metafĂłrico con fotografĂas originales. Barba, M. (2015) La materia eliminada. Fotoensayo compuesto por tres fotografĂas digitales de la autora: Materia (II), 2015; Materia (III), 2015 y Materia (IV), 2015.
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24, student, Australia So, after 3 months of winter growth, I decided to shave my armpit hair tonight. I did so for two reasons: 1. Physical comfort (it was starting to get really itchy) 2. Psychological comfort (I just didn’t feel very sexy or feminine with it) Whether the second reason comes down to legitimate personal preference, or patriarchal brainwashing, is hard to say. Most likely a bit of both… I did genuinely get attached to my little fuzzies though, weirdly enough! I got so used to them being there, it was weird to look at myself in the mirror without them! I hope one day I can be comfortable enough with myself to fully embrace my body hair. Because, if nothing else, the physical act of shaving SUCKS!”
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Three years ago, I understood the meaning and beauty that natural body hair represents for me. I stopped battling nature with wax and blades at that time. The only thing I still do is plucking my chin. To avoid putting hair everywhere, I place the sticking roots of the pulled hair on the side of my thumb during the short process.
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REFERENCIAS ARTÍSTICAS Y VISUALES theardorous.com ailsafineron.com liz-barr.com petracollins.com arvidabystrom.se rookiemag.com instagram.com/mileycyrus instagram.com/arvidabystrom instagram.com/petrafcollins
Gracias a Alex, Alejandra, Alice, Ángela, Carmen, Cinta, Clara, Cristina C., Cristina M., Elena L., Elena M., Irene, Laura, Macarena del Rocío, Macarena S., María, Nahid, Nieves, Rocío y Violeta. Gracias por vuestra confianza en este proyecto, por vuestras historias, pelos y depilaciones. Gracias a todos los alumnos del Máster en Artes Visuales y Educación promoción 2014/15 por ser un ejemplo de trabajo, dedicacion, esfuerzo y compañerismo. Gracias a mis padres y a mi hermana por apoyarme siempre.