¿Por qué Geohistoria? Gracias al proceso operado en el conocimiento geográfico, asistimos en la actualidad a la cristalización de dos disciplinas bien diferenciadas: la EcoGeografía y la Geohistoria. Ambas son respuestas contemporáneas al papel que se fijó la Geografía como ciencia, cual era aportar una explicación del espacio que se entendía como geográfico; respuestas ajustadas a las nuevas determinaciones que informan al saber científico en nuestros días, fiel al principio de la indivisibilidad como esencia de la realidad. Se admite que para el pasado siglo, no era posible hablar de Geografía propiamente tal, antes de Humboldt y Ritter. El primero concibe a la naturaleza como complejo de entes interrelacionados, mientras que el segundo establece que las unidades espaciales descansan en el principio “posición geográfica”, que es apoyo de la región. Es sólo a fines del siglo anterior, cuando Vidal de la Blache, un clasificado historiador, sistematiza objeto y definición del campo geográfico, sintetizado en “las relaciones del Hombre con su Medio”. Creo el concepto de paisaje, aceptado desde 1938 como conjunto de relaciones genéticas y funcionales asociadas entre sí sobre la superficie de la tierra. Individualizar tanto al paisaje como a la región implica el principio de extensión: “hecho que se repite, hecho continuo y finito”, reforzado por los principios de “geografía general” y de “conexión”. El primero se desprende de la concepción humboldtiana, a condicionantes iguales, consecuencias iguales; y el segundo como concatenación porque no hay hecho aislado. Definir
relaciones
Hombre-Medio
es
tarea
compleja.
Ambas
abstracciones se reproducen en variadas categorías. El hombre se objetiva bien como sociedad o como pueblo, como nación o etnia. Esta laxitud deja paso a cargas no realmente científicas, que se traducen en posiciones, necesariamente irreconciliables, en el cultivo de la disciplina espacial. Detenerse en los congresos que se suceden desde 1872, es acceder a esta
obra creadora del pensamiento occidental; precisar qué
entender, en sus
justos términos, por paisajes o por región, que solicitara tan aleccionadoras convocatorias, es una demostración elocuente de cuanto acá afirmamos. Se yerguen figuras magistrales, de las más distintas nacionalidades, frente al debate ¿Cuál de sus ramas reviste el carácter de científica, si la física o la humana, o las dos al mismo tiempo? Actitud que en nuestra opinión no se viene con la fundamentación ontológica de la Geografía si se la definía como estudio de las relaciones Hombre-Medio. Acá tropezamos con nuevo obstáculo: ¿cuál es el medio atendido por la Geografía? El prestigio de las ciencias naturales, unido a la expansión industrialización-urbanización, contaminaba al conocimiento geográfico. Al pretender con ellas responder a lo que aceptaríamos como “medio geográfico”, en detrimento de lo humano, se cayó en la negación de la proposición vidaliana: “Una individualizadad
geográfica, no
resulta de la simple
consideración de la geología u y el clima. No es producto dado de antemano por la naturaleza”. Entramos en la oposición Natura-Cultura; lo primero está dado, lo segundo es creado por los hombres. Sin embargo no era posible revertir la tendencia (Ley tendencial) De Martonne lo presintió; en el prefacio de la cuarta edición de su trato señala: “… creemos en la unidad de la ciencia geográfica, concebida como una descripción razonada de la superficie del globo. Los progresos de diversas ramas de la Geografía General, las técnicas, cada vez más delicadas, llevan a una especialización cada vez más estrecha; (Se impone volver) los ojos hacia los principios directores establecidos por los grandes antepasados. (…). Nosotros sabemos más que ellos sobre cualquier aspecto en particular pero nosotros no debemos olvidar las visiones generales que a ellos loes debemos. Les era imposible ahondar tanto como nosotros en cada cuestión, les era más fácil que a nosotros captar los conjuntos”. Signifiquemos dos cosas: a) la individualidad geográfica no es un producto dado de antemano por la naturaleza; y b) la necesidad de concebirla como “conjunto”. Conduce así a admitir que “lo geográfico” habría que
proponerlo en “conjuntos” creados, concebidos, reestructurados por el hombre; en otros términos es un producto antrópico. La necesidad de ahondar en la física del globo no es competencia exclusiva de la geografía. Enfrenta en este terreno no sólo a la Ciencia Biológica sino a la Geología, consolidada desde el primer tercio del siglo XIX. Explicar el relieve, la superficie del globo, enfrentará las concepciones geomorfológicas de la escuela angloamericana representada por W. Davis y la europea, con sus expansiones en Sergio Passarge (escuela alemana) y Chollet-Tricart (escuela francesa) que termina por cristalizar en la EcoGeografía. La teoría deivisiana es mecanicista; se trata de un esquema lógico mas no científico; pretende identificar al relieve de la superficie terrestre con la resultante de un proceso (ciclo de erosión) donde las orografías primigenias son reducidas a peniplanicies con sus sistemas de valles y depresiones rellenadas o en vías de serlo. La crítica científica a esta teoría radica en la omisión del factor clima con su consecuente la “vegetación”; ésta en el proceso erosivo funciona como “intermediario” (catalizador), donde continuidad y densidad interfieren la dinámica “infiltración-escurrimiento” que genera al modelado. La escuela francesa opone al “ciclo de erosión”, el “sistema de erosión”. El modelado de la corteza terrestre reproduce la acción combinada de los factores naturales (sintetizados en la cubierta vegetal) y los derivados de la acción de los hombres. Tricart crea la categoría “erosión antrópica” que abre amplias perspectivas para la geomorfología, como ciencia de aplicación, e instituye, para la década de los setenta del presente siglo, una nueva disciplina: la Eco-Geografía. La producción intelectual del profesor Tricart, apoyada en sus investigaciones de campo, como la de sus discípulos, nutren la sistematización de esta nueva disciplina que viene a cerrar el proceso experimentado por la
rama física de la Geografía que termina por independizarse. Incorpora la concepción ecológica en su problemática, al hacer suyo el instrumento conceptual de “ecosistema”. ¿Qué significa para el conocimiento geográfico el advenimiento de esta nueva creación del saber científico? Obliga necesariamente a repensar sobre el objeto primigenio de la geografía. Al separarse “soporte natural y dinámico”, estamos empleados a reencontrarnos con la ontología geográfica propuesta por Vidal de la Blache;
desarrollada en su vertiente humana por ilustres
personalidades como Pierre George, Etienne Juillard, Jean Gottman, Dudley Stamp. Albert Demangeon, Francisco Tamayo Yepes, Hildebort Isnard, entre tantos creadores; siempre fieles a la dirección fundamental de captar “las relaciones” como objeto del que hacer geográfico. Necesitamos reeditar con el auxilio de los logros alcanzados por la Ciencia Sociales y sus instrumentos, el campo del tratamiento geográfico. Como no se discute que sea el “espacio” el terreno de gestión de lo geográfico, hemos avanzado como preocupación de la Geohistoria, el estudio del espacio organizado y estructurado por los grupos humanos para su conservación y reproducción dentro de condiciones históricas dadas o determinadas. Son por tanto “las condiciones históricas” las que ofrecen las vías para la intelección y proposición de la explicación científica de ese espacio. Reactualizamos así la exigencia vidaliana: lo geográfico como producto antrópico expresado en “conjunto”. Del método de los conjuntos tomado de las matemáticas, nos limitaremos a decir que lo adaptamos por primera vez al tratamiento geográfico, al utilizarlo en nuestra tesis de postgrado (DES) bajo la dirección de Etienne Julliard en el Instituto de Geografía de la Facultad de Letras de la Universidad de Estrasburgo (1960); posteriormente ha sido nuestro inseparable instrumento de trabajo.
No debe identificarse a la Geohistoria con la Geografía Histórica. Esta es una actividad contemplativa, la Geohistoria, por el contrario, es una ciencia diagnóstico; diríamos que radiografía al espacio creado por los grupos humanos o sea “el medio geográfico” de la definición de Vidal de la Blache. Sin desconocer queden planteados problemas de índole conceptual, la Geohistoria hereda en lo fundamental el creado por el que hacer geográfico tradicional ajustado a los principios arriba denunciados: extensión geografía general y conexión. En cuanto a la enseñanza geográfica, nos es menuda la rica experiencia acumulada gracias a la gestión cumplida por el Centro de Investigaciones Geodidácticas de Venezuela, institución con la que hemos trabajado, desde su fundación, unidos a un distinguido equipo de colegas, reconocidos por su alta calidad académica, tanto en Venezuela como en el exterior, muchos de los cuales aún están activos en los núcleos de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Pueblo, Nación, Estado, Ciudad, Campo, Región, Paisaje, Geosistemas, Conjuntos, Subconjuntos; Zonas, nutren el bagaje conceptual geohistórico porque las vías de su intelección o formulación, están determinadas por las condiciones históricas dadas. Por: Ramón A. Tovar L. Caracas, 1994.