Porque ningún sol es el último
Porque ningún sol es el último María Eugenia Ramos Segunda edición revisada y corregida
© María Eugenia Ramos todapalabra.hn@gmail.com http://disentimientos.blogspot.com/ Primera edición: Ediciones Librería Paradiso, Tegucigalpa, 1989. Segunda edición: Todapalabra, Tegucigalpa, 2013. Foto de cubierta: © María Eugenia Ramos. Foto contracubierta: Otoniel Natarén. Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción por cualquier medio, impreso, electrónico o digital, del diseño y contenido de esta publicación sin permiso por escrito de los propietarios de los derechos.
Índice
Prólogo a la primera edición, por Clementina Suárez
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Prólogo a esta edición
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Ausencia 21 La llena 22 El Cangrejo Amarillo 24 Sueño 26 Hora de ahora 27 La llama eterna 28 Una larga playa 29 La fragua 31 El túnel 33 Profesión de fe 36 Base U.S. Army 37 Puerto ocupado 38 El fantasma 40 Ciudad de México 41 El otro lado del mar 43 Riesgo 45
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Rutina de la vida prestada 46 De este país y de estas gentes 48 Retrato 51 Antes de la próxima vuelta 53 Amnistía 53 Elegía 56 Memoria 58
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Prólogo a la primera edición
María Eugenia Ramos ha encontrado la
llave que abre puertas hacia un destino inmediato de aciertos en su actitud creadora. Su poesía, rica en temas, rezuma esperanza y futuro. Ella conoce cabalmente el valor de la palabra y la utiliza con admirable claridad, configurando así un espacio poético coherente. Dentro de esa dinámica, cada poema suyo apuntala y reafirma una situación global entrañablemente ligada a un alto grado de conciencia social. Así es como María Eugenia Ramos va construyendo su propio andamiaje poético, el que desde ya vislumbramos en incensante ascenso. Porque ningún sol es el último marca, pues, el inicio de un luminoso itinerario por los fértiles dominios de la poesía hondureña. Clementina Suárez
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Prólogo a esta edición
A finales de la década de los ochenta yo estudiaba Letras en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, en uno de mis fallidos intentos por vencer mi resistencia a sentarme en un aula todos los días en aras de obtener lo que llamamos “cartón”, es decir, un grado académico. Sigo resistiéndome, pero esa es otra historia. En ese entonces uno de mis maestros era el poeta Rigoberto Paredes, y se me ocurrió mostrarle algunos poemas sueltos que había ido escribiendo a lo largo de los años, principalmente durante el tiempo que estuve fuera de Honduras. Para mi alegría y sorpresa, al devolvérmelos me dijo que le parecían bastante aceptables, y me pidió trabajarlos como libro para publicarlos en el proyecto editorial que acababa de iniciar, Ediciones Paradiso. Aunque escribo desde antes de ir a la escuela primaria, hasta entonces no había publicado ningún libro, y tomé muy en serio
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la recomendación del poeta Paredes. Pedí vacaciones en el empleo que tenía y me puse a trabajar en la selección de los poemas, desechando varios, mejorando otros y escribiendo algunos más. Debo agradecer a Marlom Portillo, quien en ese entonces era mi compañero y padre de mi hija Andrea, porque durante el tiempo que necesité para completar mi tarea se hizo cargo de nuestra bebé, entonces de dos años, para que yo pudiera dedicarme exclusivamente a escribir, lujo que, entre paréntesis, es la única vez que me he dado. Así nació Porque ningún sol es el último, mi primer libro y una grata experiencia para mí en muchos sentidos. Tuve el honor de que Clementina Suárez escribiera el prólogo, y de recibir comentarios elogiosos en la prensa nacional y de escritores y estudiosos reconocidos como el propio Rigoberto Paredes, José Adán Castelar y Helen Umaña. Mi padre aún vivía y la noche de la presentación llegó con su andador y su audífono, muy orgulloso de verme como escritora. Afortunadamente ahora hay muchas mujeres escribiendo nueva poesía, pero entonces mi libro fue una novedad. Con la excepción de Clementina Suárez, quien desde los años cuarenta había despegado en solitario hacia la poesía vanguardista, en Honduras había muy pocas mujeres poetas, y entre esas pocas predominaba la
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rima dedicada a los clásicos temas “femeninos”, como el amor sumiso. Yo, por el contrario, opté por distanciarme en forma y fondo de estos temas, no para “romper” con mis contemporáneas, sino para aproximarme a la poesía que había leído y me gustaba, sobre todo la de César Vallejo y Miguel Hernández. Aunque algunos de los poemas de este libro, quizá la mayoría, probablemente sean ingenuos, tienen mucho significado para mí, y posiblemente también para quienes en la década de los ochenta vivieron persecusión y exilio debido. Quizá la honestidad con que fueron concebidos haya influido para que, a pesar de no figurar por lo general en las antologías publicadas en Honduras, sí aparezcan en diversas antologías de poesía hondureña y centroamericana publicadas en el extranjero, como la recopilación bilingüe francés-español Poésie hondurienne du siècle XX, de Claude Couffon, publicada en Ginebra en 1997; o Puertas abiertas. Antología de poesía centroamericana, publicada en 2011 por Sergio Ramírez con el sello del Fondo de Cultura Económica de México. Además, fui invitada en 2001 a participar en el Festival Internacional de Poesía de Medellín. Y nada de esto hubiera sido posible sin este pequeño libro de apenas 50 páginas. Sin embargo, la verdadera razón por la que he decidido hacer esta reedición es
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porque personas jóvenes que han leído mi poesía, entre ellas mi hija Andrea, creen que les “dice” algo y que se sienten identificadas con ella. Para esos y esas jóvenes, y para las personas que, en las raras ocasiones en que participo de eventos literarios, me dicen: “vine a oírla leer”, comparto estos textos, con la esperanza de que con el correr del tiempo continúen diciendo algo que valga la pena escuchar. Tegucigalpa, abril de 2013. María Eugenia Ramos
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A Andrea MarĂa. A Tata, Nana, la BebĂŠ y Tula. A mis sobrinos-nietos, Daniel, Diego Ventura y Pablo.
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...viene de un sueño muy desoñado ya y navega porque ningún sol es el último y están los soles que vendrán despertando... ............................................ Hemos quemado el miedo, hemos mirado frente a frente el dolor antes de merecer esta esperanza. Juan Gelman
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Ausencia
Alguien se fue
y dejó todos los cuadernos abiertos en la página 21, servidos el café y los frijoles en la mesa, caliente la cama sin hacer, el perro esperando su comida, una cita de amor puesta a secar en la ventana y en los vacíos del ropero el olor de los sueños.
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La llena
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La corriente del río
arrastra cerros, casas a medio construir, sismógrafos, paraguas. No hay un lugar seguro desde donde se la pueda ver pasar. Todo será destruido. Todo será asolado. En mitad de la noche una serpiente roja crecerá como llama estrangulando escombros.
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2 En estos años la angustia rueda cuesta abajo. La tormenta apagó la voz de los ancianos y ya no tenemos miedo. Nunca más.
3 Qué dulce es el ardor de la serpiente. Hemos parido la furia de los ríos.
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El cangrejo amarillo
El Cangrejo Amarillo
tiene cuatro patas dos pinzas caparazón de plástico ojos y corazón mecánicos. Es un niño-ermitaño un crustáceo-poeta un emisario oceánico nacido en una fábrica. Le confían sus penas las muchachas vírgenes que quieren dejar de serlo por amor, los hombres sin trabajo, las mujeres que lavando ajeno conocieron a Chumil, la estrella de la mañana. 24
Nadie se irรก mรกs pobre ni mรกs triste que antes. El Cangrejo Amarillo tiene algo para todos: un momento de infancia, una canciรณn con viento abierto, un alto para aclarar los ojos y las penas en su color osado. Por eso lo tienen tras el vidrio sin dejarlo salir a pintar casas y gentes por las calles.
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Sue単o
Anoche me acost辿
pensando en soledades y en ruedas de molino pero por la ma単ana tuve un sue単o gracioso y me despertaron los pasos de mi propia risa.
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Hora de ahora
Ahora que crecimos de repente
y los niños necesitan pantalón largo y las niñas, represas en el brotar de miel que les endulza la mirada, salimos por el mundo a buscar lo que esperábamos dejando atrás la piel de las mentiras desnudos como el agua porque pasó la hora del silencio y es hora de asegurar un puesto en el combate.
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La llama eterna
Cuando esta llama explote
dejará de ser luz y se hará fuego. Un viento fuerte barrerá las velas. Regresarán las ramas secas a la tierra, se agrietará el planeta y un volcán amarillo será todo el continente hasta estallar –fogonazos de sol, cristal fundido, lava a presión bañando el cielo– para que no se sepa qué color era el mar y se olvide la medida de la noche.
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Una larga playa
...la larga playa de la espera... Gioconda Belli
Hermanos, de ustedes
yo no conozco nombres ni la forma de andar ni los amores grandes o peque単os. Solo esta muerte esta estrella incendiada que me arde desde lejos esta ola de sangre que me empuja contra los arrecifes de tiempo y agua. 29
Estoy aquĂ obligada a guardar la verdad avariciosamente para mĂ sola aunque ustedes me enseĂąaron que es necesaria para todos como el pan y la luz de los domingos. Siempre nos han vendido las promesas. Al fin hemos aprendido que la felicidad tiene su plazo. Con la sangre de ustedes hemos pagado la primera cuota.
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La fragua
La fragua es dura.
Nos calientan al rojo vivo y nos golpean sin misericordia. Bajo el martillo apretamos los dientes. Sentimos que la carne se nos desprende de los huesos, nos estiran los nervios, nos arrancan las vĂsceras de sus cavidades. Pensamos haber llegado al lĂmite del dolor o del goce, de la soledad o de la borrachera. Y al otro dĂa de nuevo nos estremecen 31
el vacĂo, la miseria y la grandeza humanas. Somos un poco mĂĄs libres porque ya no nos angustia la pureza. No nos atemorizan tanto el sufrimiento ni el deseo. Una piedra se estrella contra el muro en la noche. Estando enamorados de imposibles aseguramos el pan de los dĂas inĂŠditos y de los subsiguientes dolores de cabeza.
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El túnel
No hay Dios
ni tierra prometida, dijeron los arcángeles. Nos han prohibido el paso en este túnel. (Se respira un polvillo de cristales y en el aire arde una mariposa extraña.) ¿Quién levantó este túnel, quién lo hizo oscuro como el miedo y le colgó a la puerta este desconocido pájaro?
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Son infinitos los mundos, dijeron los arcángeles, y en todos la ansiedad tiembla descalza como una niña ciega. De todos los temores el de la soledad es el más grande. De todos los dolores, de los remordimientos, de los dones. La soledad es nuestra fuerza, dijeron los arcángeles. Con ella romperemos el túnel. Andaremos el túnel para llegar a ella. La perderemos para pasar el túnel. La encontraremos en el túnel.
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Romperemos andaremos llegaremos perderemos pasaremos. 多Encontraremos?
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Profesión de fe
Los desapercibidos
los ignorados los que se callaban siempre a no ser para responder al padrenuestro un día descubrieron que la mansedumbre de Jesús era solo una forma de engañar al ejército romano. Y por eso es que ahora en las cárceles y cementerios clandestinos la resurrección es algo más que un milagro.
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Base U. S. Army
Allí donde la neblina es más densa
y una angustia de hierro oprime los pulmones los omnipotentes señores de la tierra multiplican los alambres de púas para que ningún pájaro osado pueda traspasar esta vergüenza.
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Puerto ocupado
Cualquier pregunta
resbala sin remedio en las pupilas de este ciego indiferente que es el mar. Las esperanzas desechadas por inútiles se amontonan en la playa debajo de cartones y botellas vacías. La gente duerme seis días a la semana y se despierta al séptimo cuando una fragata de guerra descarga azúcar y sonrisas extranjeras.
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Debajo de los cimientos de las cรกrceles los huesos de los traicionados se desparraman despacio hacia las calles consumidas por el sol.
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El fantasma
Cuando se vuelva a escribir la historia habrá que hablar además de las revueltas indígenas del hombre cuya ternura y sabiduría lo obligaron a ser preciso y duro, terminante como su apellido, Morazán;
y contar cómo Juan Pablo Wainwright –santabarbarense hijo de inglés– logró escapar de Omoa para mostrar un día su fantasma como un niño travieso ante los temerosos cancilleres.
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Ciudad de México
En la ciudad más grande del mundo el tiempo es un caballo amable que nos lleva hacia la boca del túnel.
Aquí nos hemos despertado con el cuerpo liviano escuchando las manitas del agua deslizándose en las piedras. Hemos amado el fuego dormido porque lo que crece subterráneo se abrirá rumbo a la luz. Nos pesan en la mano derecha los sonidos del tianguis 41
y en la izquierda la llama hambrienta que emerge del omnívoro cuerpo de Siqueiros. Tendremos que crecer para acogerlo todo, para no dejar fuera ni siquiera el smog ni el agua envenenada ni la codicia de los buitres ni el frío de los muertos. Aquí en esta ciudad para desesperados donde hemos hecho el ensayo general del amor de toda América.
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El otro lado del mar
Vos te fuiste en agosto
y no supiste nada de la estrella que me bañaba por dentro ni de las multitudes que de noche me quitaban el aire para respirar. Vos te fuiste en agosto y me dejaste armando situaciones, patentando rompecabezas y resolviendo problemas de ajedrez para seguir amándote. Porque creo en mi pueblo estoy en guerra. Porque creés en tu pueblo estás en guerra.
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Porque estamos en guerra me enamoré de tus virtudes y vos de mis defectos. Supe que hacer la revolución es ser paciente para anudar uno tras otro los recuerdos difusos las conversaciones inconclusas los silencios rotos el agua derramada los años perdidos el trabajo duro la tierna infancia. El amor. Simplemente. Te quiero. Me da lástima solo que no sepás que con todos mis defectos y aunque resulte paradójico estoy mucho más cerca de mi pueblo para encender las puntas de su estrella.
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Riesgo
Asumir la ternura
como deber hist贸rico es igual que volver de un largo viaje mirarlo todo probar el temple de la carne y el alma identificar el olvido con la muerte y decidir quedarse quedarse quedarse y transformar el coraz贸n vagabundo hacerlo s贸lido creador leg铆timo de estrellas aunque se rompa en el intento.
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Rutina de la vida prestada
Vuelvo de la calle
a colgar en mi pieza la ropa de salir y la mirada deseable. Por el desagĂźe dejo correr la suciedad y la capa exterior de los dolores. Como cada noche espero el inicio de la pesadilla. El argumento es el mismo; las variantes, sin tĂŠrmino. A las tres de la madrugada el peso del mal sueĂąo
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y de mi vejiga llena me hacen abrir los ojos. Me acomodo mejor en la cama prestada y me duermo con un sueño blanco hasta que la dulce luz de las cinco me toca la frente como si fuera mi madre y me doy cuenta de que tengo contra todo pronóstico un día más de plazo para asaltar el cielo o morir en el intento.
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De este país y de estas gentes
Como un norte helado y cruel
el dolor ha caído brutal sobre este tiempo y estas gentes. Las tierras ávidas, las mesas de trabajo, las mujeres encinta han desaparecido bajo una lluvia sucia de hojas disecadas y animalitos muertos. En todos los pasillos cientos de espejos rotos reproducen el polvo. A juzgar por la imagen que devuelven ningún hombre está sano.
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Solo aparecen rostros incompletos, ojos llenos de furia, bocas incapacitadas para el beso, frentes donde todos los pensamientos mueren sin pasar de embriones. El odio se distribuye en panes por las mesas. No hay sitio para la sal y el café de las mañanas tiene un sedimento amargo. Son los pobres de luna, los mendigos del ojo solitario, los impotentes, los maniáticos, los que hoy deciden sobre la restauración de catedrales el curso de los ríos y la conveniencia del amor. Estar vivo y ser de este país y de estas gentes no es alegre ni triste sino necesario. Ser fiel a las raíces 49
seguir creyendo en la posibilidad de la esperanza es el Ăşnico modo de sobrevivir a la miseria de este tiempo.
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Retrato
Para Ventura Ramos, mi padre.
En este país
vive un viejo de ochenta años, enfermo, casi sordo, lleno de rituales y de afectos. Con su andador de niño va de su cuarto al comedor, pelea con su mujer y con las nietas, va al patio, regresa. Desde su escritorio sueña con un país mejor, el verdadero, se conmueve, se indigna 51
y con la furia de su espera lanza pรกginas en llamas contra los enemigos de la patria.
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Antes de la próxima vuelta
Para Andrea María.
Querida hija,
mientras pueda te seguiré cantando antes de dormir y te regaré con mi reserva de ilusiones y sollozos para que crezcás como planta feliz en un terreno invadido. Antes de que el mundo en la próxima vuelta te muestre su rostro descarnado y sepás que sos hija 53
de poemas inconclusos en un país de analfabetos. Antes de que vos pedacito de carne que nos das ternura nuestra cada día conozcás a otros niños y entre todos pongan al mundo panza arriba o por lo menos lo obliguen a bailar para quitarle la pereza.
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Amnistía
Este parque es hermoso
pero las hojas de los árboles se mueren como las palabras y los besos del pasado. El castillo de los cuentos de hadas se muestra como es: una cuartería laberíntica donde da miedo entrar de noche. Los responsables del frío construyeron el ventanal del odio y ahora yacen en sus tumbas. Solo nosotros no descansaremos nunca en paz.
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Elegía
No mueras, te amo tanto. César Vallejo
Aunque sea igual que siempre
y quisiéramos decirle a un ser humano: “hermano, ¡te amo tanto!” cuando ya no puede escucharnos aunque la impotencia nos convierta en árboles vacíos igual que si un rayo nos tocara quién sabe cuánto tiempo andaremos buscando, regando los rincones como si esperáramos 56
que germinen semillas hasta que un dĂa nos deslumbre la certeza de que ellos estĂĄn vivos y nosotros somos los muertos.
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Memoria
Nosotros
esta generaciĂłn estamos hoy ante las rejas del recelo mudos para no repetir palabras hechas sordos para no escuchar los aullidos del lobo. Nos hemos quedado como huĂŠrfanos con un vacĂo tan enorme que no pueden llenarlo ni las lĂĄgrimas. Apenas estamos entendiendo que el camino de ida puede ser en realidad el de regreso.
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Foto: Otoniel Natarén, 2010.
María Eugenia Ramos nació en Tegucigalpa, Honduras. Ha publicado poesía, cuento, ensayo y artículos periodísticos. Su obra ha sido incluida en numerosas antologías hondureñas y centroamericanas. La Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, la seleccionó en 2011 como una de “25 secretos literarios mejor guardados de América Latina”.