a. Un enfoque globalizador: Restructurando la Realidad. Reflexionar hoy en día sobre los modos de habitar no solo requiere pensarlos, construirlos, habitarlos y vivirlos; sino que implica introducirnos en un contexto complejo que los transforma y redefine continuamente, el cual no puede ser analizado fácilmente. Como afirma E. Morín, “…hay complejidad dondequiera se produzca un enmarañamiento de acciones, de interacciones, de retroacciones. […] hay también otra complejidad que proviene de la existencia de fenómenos aleatorios (…), que empíricamente agregan incertidumbre al pensamiento.” 1 Habitamos una época en constante cambio, caracterizada por el avance de la ciencia y la tecnología; la individualización del individuo; la abundancia de imágenes; la aceleración del tiempo y el acortamiento de las distancias. El desarrollo sustancial de estos factores prepararon el campo para la aparición de la globalización, llegando a construir un mercado mundial dominado por la abundancia, los exceso y los flujos, donde el dinero, la producción de bienes y mensajes se desterritorializan, desdibujando las fronteras. Ocurre entonces un proceso de interacción más complejo e interdependiente entre distintos focos de producción y consumo que se encuentran dispersos por el mundo. El fenómeno de la globalización reestructura la realidad y produce una nueva organización social, cultural y de los estados-nación, que se encuentra fuertemente influenciada y regida en lo que respecta al ámbito económico y político. Este proceso que caracteriza a la contemporaneidad, es definido por el antropólogo Néstor García Canclini, como "...un conjunto de procesos de homogeneización y, a la vez, de fraccionamiento articulado del mundo, que reordenan las diferencias y las desigualdades sin suprimirlas…”2. La dinámica de la economía actual, consiste en la distribución estratégica de diversos centros de gestión que concentran masivamente datos, información, servicios, recursos y personas generando un efecto directo sobre el mundo. La maximización de las telecomunicación, la tecnología de punta y la producción industrial son los factores que van a caracterizar a estos centros que forman parte de una red global, permitiendo manejar las nuevas condiciones para operar mundialmente. Así las empresas multinacionales encuentran la posibilidad de instalarse y expandirse por diversos puntos del planeta abriendo sus mercados sin impedimentos ni fronteras físicas. Por lo tanto se considera a estos centros como los que realmente estructuran, conciernen e inciden en la economía global. De esta manera, la sociedad considera a este proceso como un instrumento que evidencia la progresión, expansión, apertura e integración de las sociedades con respecto a otras diferentes, a partir del crecimiento y participación de redes económicas y culturales que operan en esta gran escala. Así, se produce un mayor intercambio transnacional con todo lo que esto implica, produciendo una inestabilidad en todas las certezas que se generaban al pertenecer a una nación.
1 MORIN, Edgar. (1998) Nuevos paradigmas, cultura y subjetividades: Epistemología de la complejidad. Paidós. pág. 421 2 CANCLINI, Nestor G. (1999) La Globalizacion Imaginada. Paidós. pág. 49
Se hace frecuente en esta época los traslados de los habitantes con sus culturas a otros países ya sea como migrantes, turistas, estudiantes, etc., estableciendo en sus estadías vínculos entre sociedades de orígenes y de contacto. Pero ya no se trata de la relación con diferentes personas, conformando círculos sociales y agrupaciones dadas por cercanía y por ser parte de una misma comunidad, sino que hoy, predomina la individualidad del ser que siempre responde a intereses subjetivos. Se redefinen las reglas sociales, han perdido su validez o se han eliminado, lo que significa que ya no son respetadas por los integrantes de la población global. Cada uno va tomando aspectos de otras culturas apropiándose de ellos, como así también, dejando parte de los suyos, produciendo culturas cambiantes, sin estabilidad. Si bien se produce un desequilibrio social y cultural en los territorios a partir del proceso de homogeneización, hay rasgos propios de cada contexto que no deben suprimirse ya que son los necesarios para poder insertarse en la red global y continuar con el proceso de intercambio e integración. De esta manera lo local y lo global es un par característico e inevitable de la contemporaneidad. Los cambios de escala y la aceleración de las transformaciones, son consecuencias principalmente de las innovaciones tecnológicas, la internacionalización de la economía, los intercambios culturales y las interdependencias entre estados – nación, generando un nuevo sistema de percepción y representación del tiempo y el espacio que constituyen el escenario de la vida diaria. Estas transformaciones contemporáneas traen aparejado una nueva dimensión del tiempo, caracterizada por la inmediatez e instantaneidad que proveen las comunicaciones y avances en las diversas tecnologías. De esta manera se logra acortar las distancias hasta hacerlas desaparecer, permitiendo a su vez, la apropiación de distintos sitios al mismo tiempo, el estar y no estar a la vez, no perteneciendo a ningún lugar estable. Por otra parte la nueva concepción espacial se encuentra determinada por la fluidez constante de bienes, información, servicios, símbolos e imágenes, como así también, dicho anteriormente, la circulación intensa de personas que hacen a la dimensión sociocultural del proceso. En estas condiciones se origina lo que Appadurai denomina desterritorialización, como la dimensión cultural del fenómeno de la globalización que implica la reestructuración del territorio y que no muestra temporalidad y no establece ningún límite físico. Esto va transformando las culturas en la medida que se encuentran enraizada a lo local promoviendo el desarraigo. Entonces, como bien se mencionó y demostró en un principio con diferentes situaciones, la realidad no puede ser analizada y explicada fácilmente, son múltiples los fenómenos, las dimensiones, los factores y las repercusiones que la caracterizan; siempre encontramos algún tipo de dificultad para poder expresarla. Esto trae como consecuencia la necesidad de realizar un análisis, fundado en un pensamiento complejo, acerca de lo que significa vivir en la incertidumbre de la contemporaneidad. Dentro de esta realidad y por naturaleza, pocas veces se razona de manera compleja, ya que el hombre siempre tiende a entender las cosas por medio de un sistema de ideas coherentes y reduccionistas que vienen dictaminadas por un pensamiento simple y lineal, a través de una lógica basada en la subdivisión de las partes, evadiendo la complejidad.
Sin embargo no será este pensamiento el que nos permita abarcar toda la diversidad existente, sino el que pocas veces utilizamos, ese pensamiento múltiple y diverso, donde estará siempre presente la dificultad, y debemos saber pensar en relación a ella. El pensamiento complejo no es un pensamiento capaz de abrir todas las puertas de la claridad y explicación, sino que está relacionado con constantes dificultades e incertidumbres que en la medida que son despejadas y abordadas surgen otras nuevas y más complejas, donde comienza el proceso nuevamente. En términos cotidianos, lo complejo es todo aquello que no se puede explicar en una palabra, y necesita de una fundamentación más extensa, donde intervengan distintos factores todos relacionados entre sí. Ahora bien, comprender dicha complejidad y hacerse responsable de ella, implica una madurez de pensamiento, en donde éste debe trabajar con la incertidumbre actual y así elegir adecuadamente las herramientas que respondan a una estrategia, en donde las acciones se modificaran según la información, acontecimientos, azar, etc. De esta manera se deberán integrar varios fundamentos antagónicos pero complementarios, que en algún punto se entrelazan y en otros no, esto hace referencia a la dialógica orden-desorden que explica E. Morin. Esta polaridad se encuentra presente en el universo como dos nociones homogéneas que se rechazan continuamente, pero que permiten a su vez todas las organizaciones del mismo. Es necesario tener en cuenta lo repentino y el devenir como lo programado y pautado, ya que son categorías que construyen y juegan un papel fundamental en el pensamiento complejo y en la realidad misma. Dicho autor reconoce que el pensamiento complejo está fundado en la dificultad la cual es producida por dos polos a la vez que generan la incertidumbre. Por un lado el polo empírico hace referencia a las acciones de relación, afectación, reciprocidad y repercusión establecida hoy en día en el universo "...estamos en la era planetaria y todo lo que ocurre en un punto del globo puede repercutir en todos los otros puntos del globo".3 Por el otro lado, refiere al polo lógico como aquél que alude a la insuficiencia del pensamiento lógico racional para dar respuesta sobre un determinado pensamiento. Como consecuencia surgen diferentes y múltiples concepciones en base a un mismo tema u objeto que se presentan como contradictorias o complementarias. Con esto nos afirma el total sentido relacional que posee el conocimiento complejo "… no solo una parte está en el todo, sino que también el todo está en la parte".4 Entonces, lo "complejo" no es otra cosa que un sistema, un objeto en donde sus componentes se articulan constituyendo un todo, con propiedades y cualidades que no poseen las partes separadas. Para lograr el funcionamiento como tal, los elemento deben encontrarse relacionados e interactuando entre sí, y todo lo que esto implica, entendiendo que si faltase alguna de las partes el sistema dejaría de funcionar. La complejidad se observa en el mundo globalizado por ser metafóricamente como un "tejido" que se va entrelazando formando una especie de red donde sus componentes permanecen relacionados entre sí. Se vincula el pensamiento complejo a la vida cotidiana 3 MORIN, Edgar. (1998) Nuevos paradigmas, cultura y subjetividades: Epistemología de la complejidad. Paidós. pág. 422 4 MORIN, Edgar. (1998) Nuevos paradigmas, cultura y subjetividades: Epistemología de la complejidad. Paidós. pág. 422
del hombre, tanto por la manera que se dan las relaciones sociales como en el escenario físico donde se encuentra. Situando al hombre en la complejidad y haciéndolo participe de esta, se encuentra afrontando el desafío de convivir con lo incierto, no siendo consciente de las repercusiones e influencias que se generan en esta realidad. Se trata de una relación que se desarrolla en la medida en que se está en constante intercambio con el mundo y con la sociedad, haciendo usos de facultades y enfrentándose a las situaciones cotidianas a las que se expone día a día En el mundo de hoy, considerado como un sistema complejo, no un objeto cerrado y monótono, se entiende que los seres que lo habitan y conforman son complejos y deben observar y pensar mediante este nuevo modo de comprensión. Estos se encuentran insertos en una sociedad desbordada también compleja que los influye y determina como tal, en donde todo junto y enlazado entre si actúan como un sistema. Allí todos son participes de forma activa y productiva, ya que todas las acciones repercuten de alguna forma en alguna situación. De esta manera, si el mundo cambia, la ciudad cambia y por ende los sujetos y sus prácticas sociales cotidianas también cambian continuamente.