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Asociaci贸n Argentina de Lectura
Dise帽o de Tapa: Eugenia Allassia Dibujos: Fernando Del Rio
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EL ÁRBOL MÁGICO Cuentos para soñar
MARÍA GUADALUPE ALLASSIA
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Querido niño: En este libro encontrarás: Historias. Sueños. Besos. Suspiros. Aromas frutales. Luciérnagas. Un poco de mar. Sonidos misteriosos. Un planeta naranja. Y mucho, mucho más. Un viento invisible y juguetón te traerá las historias, para que imagines lo que soñaste y sueñes con lo que atrapó tu corazón. Te lo entrego con una mariposa azul. Y un pajarito escarlata.
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Por esa razón de maravillas, después de cada cuento, hay, también una página en blanco. Misteriosa. Iluminada. Solita y sola. Allí puedes dibujar y pintar lo que imagines. Sueña. Los sueños te fortalecen. Sueña. Y serás libre. Y esa página será tuya, para siempre. Te envío ahora, una mariposa blanca. Y una flor. María Guadalupe Allassia ☼☼☼
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EL ÁRBOL MÁGICO
Había una vez un árbol mágico. Era un viejo lapacho que ya no daba flores. Pero, tenía un corazón pintado en su tronco: tum, tum. Por esa razón, era muy bueno y además, podía hablar, sonreír y contar cuentos muy hermosos a los niños. ¿Contar cuentos? ¡Sí! Con una voz muy clara, contaba historias maravillosas. Cuentos para reír, cuentos para soñar. Era, como les dije, un árbol mágico. Con un corazón pintado: tum, tum. Pero, un día, ¡ay! Pasó un leñador y dijo: -¡Qué lindo árbol para hacer leña! ¡ Lo voy a cortar! El árbol bueno tuvo mucho miedo y su corazón pintado comenzó a latir fuertemente: tum,tum… tum,tum. ¿Quién podría salvarlo? Las mariposas que andaban volando por allí, escucharon al leñador e inmediatamente, para salvar a su amigo, el árbol mágico de corazón pintado, volaron hasta sus ramas y lo cubrieron entero.
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Había mariposas amarillas, azules, verdes, rojas, anaranjadas, blancas y hasta doradas con dibujos violetas. Magia, magia, magia. El árbol, cubierto con las mariposas que bailaban con el viento, era tan hermoso, que el leñador dijo: -Hum. Hum. Un árbol así no se puede cortar. Mejor me voy a otro lugar. Y se fue. -¡Gracias, mariposas amigas! Me salvaron la vida. Ahora, mi corazón pintado está tranquilo. Las mariposas bailaron a su alrededor y el árbol volvió a contar cuentos. Cada día más lindos. Pero, ay, ay. El leñador volvió. ¡Sí! -¡Qué lindo árbol para hacer leña! ¡Lo voy a cortar! Era casi de noche y el árbol bueno estaba solito. Su corazón pintado comenzó a latir fuertemente: tum, tum… tum,tum. Las luciérnagas, que prenden y apagan sus luces, aparecieron enseguida en el cielo color violeta y cubrieron el árbol amigo, para salvarlo. ¿Se imaginan al árbol bueno lleno de luces bellísimas, que hacían señales de luz en la nochecita? Prende y apaga. Prende y apaga. Magia, magia, magia. El leñador dijo: 8
-Hum. Hum. Un árbol así no se puede cortar. Mejor me voy a otro lugar. Y se fue. -¡Gracias, amigas luciérnagas! Me salvaron la vida. Mi corazón pintado, ahora está tranquilo. Las luciérnagas prendieron y apagaron sus luces diez veces más. Y el árbol siguió contando cuentos. Pero, después de unos días…¡el leñador volvió! ¡No! ¡No puede ser! Otra vez, el árbol volvió a sentir miedo y su corazón pintado volvió a latir fuertemente: tum,tum… tum,tum. Entonces, apareció una señora con una bebita en brazos. Era una mamá que quería hacer dormir a su niña, debajo del árbol bueno. Se sentó tranquilamente y comenzó a cantar una bella canción de cuna. Muy suave. Muy dulce. Muy chiquita. Duerma, mi niña, duerma, que la noche viene y polvo de estrellas sobre este árbol bueno, caerá. Sí, caerá. 9
Polvo de estrellitas, lari,lari,lá. Y una lluvia de estrellas cayó del cielo. Una lluvia finita y azul cubrió al árbol bueno de corazón pintado. Magia, magia, magia. El leñador, con la boca abierta por el asombro, escuchó la canción de cuna y vio, maravillado, la lluvia de estrellitas que cayó del cielo. Entonces, dijo: -Este árbol es mágico. No se puede tocar. Mejor, me voy a otro lugar. Y no regresó, nunca, nunca más. El amor de sus amigos lo había salvado tres veces. Nuestro árbol de maravillas, de corazón pintado, se puso muy feliz, tan feliz, que se llenó de flores rosadas. Parecía un ramo de flores gigantes. Y sí, era un lapacho mágico. Pero, ahora,¡ tenía un corazón de verdad! que latía tum, tum. ¡Un corazón como el de todos los niños, tum,tum! Por esa razón tan hermosa, sus flores vuelan con el viento de la primavera, por todas partes.
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Algún día, tal vez, lleguen hasta la ventana de tu casa y oigas, entonces su corazón que late : tum,tum… tum,tum… Es por la alegría de saberse amado. Y un pajarito color púrpura cantará muy dulcemente, para que no lo olvides. ☼☼☼☼ ☼☼ ☼
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HISTORIA DE UN PEZ MALVADO Y UN POBRE PESCADOR
Había una vez un pescador que era muy pobre y que no tenía nada más que una casita junto al mar. Y al lado de la casita tenía seis campanas, dos grandes y cuatro chiquitas que sonaban con el viento del mar azul. Un día salió a pescar en su barquita blanca y alegre, cuando apareció, de repente, un pez enorme en el medio de una espuma revoltosa y agitada. -¿Quién eres?—preguntó el pescador, muy asustado. -¡¡¡Soy el pez más grande del mundo!!!—dijo y dio unas vueltas en el agua, tan grandes, que la barquita blanca y alegre casi se hunde en el profundo mar azul. -Yo sólo vengo a pescar- dijo el pescador con la voz que le temblaba como una pluma. -Yo no quiero que pesques nada en este lugar¡¡¡nada!!! Ni más allá. Ni más acá. Porque yo soy el dueño de todo el mar. -Pero… al menos quiero llevarme un pececito para comerlo fritito. -¡¡¡Noooo!!!—contestó la bestia y agitó las olas tan poderosamente que casi se traga la barquita blanca y alegre de un bocadón. –Lo único que puedo darte es un caracol. -¿Un caracol? ¡¿Y qué hago yo con un caracol?!
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El pez enorme no contestó nada pero otra vez volvió a enfurecer el agua azul como tinta y la barquita blanca y alegre casi se hunde en las profundidades. Así que el pescador volvió a su casa con un caracol. Su mujer le preguntó: -¿Qué trajiste, hombre, para comer hoy? -Un crrrrra… ol. -¡¿Un qué?! -Un caracol—dijo, tapándose la boca de la vergüenza. -¿Y qué hago yo con un caracol? -Una sopita. -¿Una sopita? ¿Una sopita mientras me chifla la barriguita? El pescador bajó la cabeza y prometió que al día siguiente las cosas serían muy distintas. Pero, a la mañana, cuando salió con su barquita blanca y alegre, otra vez apareció la bestia pez que no lo dejó pescar, agitó el agua del mar azul y sólo le arrojó con la cola, un caracol. Otra vez la mujer le dijo: -¿Qué trajiste, hombre, para comer hoy? -Un crrrrra… ol. -¡¿Un qué?! -Un caracol—dijo, tapándose la boca de la vergüenza. -¿Y qué hago yo con un caracol? -Una sopita.
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-¿Una sopita? ¿Una sopita mientras me chifla la barriguita? Al tercer día, volvió a ocurrir lo mismo: -¿Qué trajiste, hombre, para comer hoy? -Un crrrrra… ol. -¡¿Un qué?! -Un caracol—dijo, tapándose la boca de la vergüenza. -¿Y qué hago yo con un caracol? -Una sopita. -¿Una sopita? ¿Una sopita mientras me chifla la barriguita? Entonces ocurrió lo que todos estamos esperando. ¡¿Qué estamos esperando?! El pescador se enojó mucho con el pez enorme. Corrió al lugar donde, en tres palos, tenía colgando las campanas. Las comenzó a tocar, fuerte muy fuerte y como ustedes saben, NADA HAY QUE SUENE TANTO COMO LAS CAMPANAS, COMO LA PALABRA CAMPANA, SI LA COLGAMOS DE UN CAMPANARIO JUNTO AL MAR, como dice el poeta Pablo Neruda. Y al sonar las campanas, vinieron los cangrejos, ¡un ejército de cangrejos! Y le mordieron la cola al pez enorme, con tanta fuerza, que se agitó de dolor en las aguas del profundo mar azul y terminó por irse muy lejos, tanto, que jamás se lo volvió a ver. La mujer y el pescador comieron pescado fritito en la sartén negra que estaba preparada, en la barca blanca 15
y alegre, en el mar azul. Y el viento sopló con ganas, con mucha fuerza en la mañana e hizo sonar las campanas, pero esta vez con mucha alegría. Y el pescador y su mujer pudieron cantar: Vamos a la mar a comer pescado. Boca colorada. Fritito y asado. Vamos a la mar a comer pescado. Fritito y asado en sartén de palo.
Y un pajarito azul se posó en el sombrero de la mujer del pescador para cantar: -Todos estamos contentos y se acabó el cuento.
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LA CAMISA DE LADISLAO
Una vez un hombre que se llamaba Ladislao se compró una camisa de seda blanca. La primera razón de esta compra -porque la hayera que Ladislao, como músico de la orquesta de su pueblo, tenía que ir a tocar el violonchelo a la plaza principal. Muy elegantemente vestido. Todos los domingos. La segunda razón que -también la hay- era porque la camisa le había gustado muchísimo. Y ésa es una razón tan importante como la primera. Así fue como todos los domingos, Ladislao lucía su camisa de seda blanca, tocando el violonchelo. La camisa era tan blanca y tan sedosa que la luz se paseaba por ella como si tuviese patitas. La gente sonreía al escuchar la música, pero también sonreía al ver al músico con su camisa casi de espejo y decía: -¡Qué camisa la de Ladislao! ¡No hay otra en el mundo como ésa! Pero ocurrió que un domingo, mientras Ladislao se peinaba el bigote, y la camisa, toda seda y toda luz, esperaba colgada en una percha, entró el viento con pasos redondos y levantó de un soplo cuanto encontraba en su camino de aire. 18
Que es eso lo que sabe hacer. Y bueno, si para eso está. Entonces, sin pensarlo dos veces, ni tampoco una porque el viento no piensa, se llevó la camisa de Ladislao, el violonchelista de la orquesta del pueblo. Así de simple. La percha quedó colgada, vacía y flaca, con una lágrima de madera. Pero Ladislao...ay, pobre. Cuando se dio cuenta de la situación, corrió tras el viento, lo amenazó con los puños en alto y hasta le tiró una media negra para asustarlo. Pero el viento es el viento y como tal que es y de viejo oficio, llenó la camisa con su soplido de siglos y se la llevó sin ni siquiera discutir la dirección. Ese día -Ladislao con camisa gris- la orquesta tocó la " Canción de la Camisa Perdida" y el vals "Vuelve querida hacia mí". La camisa, mientras tanto, volaba cada vez más alto, alejándose por el sendero del aire perdido. Cuando llegó la noche, el viento la abandonó en el campo, para seguir su tarea rumbo al sur. O rumbo al norte, no recuerdo bien. La camisa comenzó a caer, a caer, en uno de los agujeros de la noche, que tiene tantos, hasta que ...¡sup! sintió que su cuerpito de seda golpeaba suavemente contra algo. En la oscuridad alcanzó a ver que se trataba de un gigantesco roble. 19
-¡Una camisa blanca! -Así es- aclaró ella, con una voz blanca y delicada-. Soy la camisa de Ladislao. -¿Ladislao? ¿Y ése quién es?- le preguntó el roble, mientras las hojas verdes, como manitas, se agitaban curiosas y repetían:"quién-es quién-es-quién-es". -Es el músico más importante y el hombre más bueno. Y yo lo he perdido. -Si lo has perdido debes buscarlo, porque todo lo que se ama debe recuperarse- aconsejó con sabiduría el árbol. -¿Y cómo hago? Yo sólo soy una camisa que se llevó el viento-. Y le confió: -Estoy cansada. -Por ahora descansa, entonces. Mañana veremos. Así dijo el roble y le acercó una rama delgada. La camisa blanca se acomodó como en una percha y sintió que las pequeñas manos del árbol la acariciaban dulcemente y le decían: -"Duerme - duerme - duerme." Y ella se durmió. Al día siguiente, el árbol, mansamente, la dejó partir diciéndole: -Te llevas todos los perfumes de la noche y la voz de mis hojas. También los oídos de mi tronco viejo, que son muchos, para que encuentres a Ladislao.
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La camisa lo saludó con una manga y un susurro de seda y se subió a un vientito juguetón que por allí pasaba. Anduvo caminos que subían. Anduvo caminos que bajaban. Y llegó a un pueblo lleno de casitas blancas que relucían bajo el sol. La gente, al ver caminar la camisa suspendida en el aire y moviendo los brazos - perdón, las mangas -, se asustó muchísimo. -¡Un fantasma! -¡Un hombre invisible! -¡Una brujería! Sólo un niño dijo: -¡Una camisa blanca! ¡Y está perdida! La tomó con suavidad y mientras se cerraban las puertas y las ventanas con temor, le dijo: -¡Hola! - Y los ojos se le llenaron de chispitas. -¡Hola! - saludó la camisa con su voz blanca y mimosa. -¿No te da miedo andar sola? -Sí, mucho miedo -confesó con un revuelto de hilos en su interior. -¿Por qué no venís a vivir conmigo? - le ofreció el niño. -Gracias, pero debo encontrar a Ladislao, mi dueño, el músico más importante y el hombre más bueno. -¡Ah, comprendo! ¿Y dónde vive?
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-Eso no lo sé - contestó apenada la camisa y se llevó los puños al cuello, lista para llorar. -No llores- la consoló. Yo te prestaré mi bicicleta. Ella te llevará por todos los caminos hasta que encuentres a Ladislao. Después, volverá solita, como lo hace siempre. El niño la subió a su bicicleta roja, le acomodó las mangas en el manubrio y le dio un beso. Justo a tiempo, porque ya venían los vecinos gritando: -¡Hay que atraparla! ¡Hay que atraparla! La bicicleta partió a toda carrera levantando una nube de polvo a su alrededor. La camisa tuvo que sujetarse bien para no caerse y hacerse un chichón en la seda. Recorrieron juntas caminos tan largos como muchas noches de invierno pegadas unas con otras y tan enredados como un ovillo de lana enredado. Una noche, en el campo, cayó una llovizna fríafría, y la camisa quedó tiritando, sin fuerzas, mientras los botones le hacían claque- claque por todo el cuerpo. Entonces bajó de la bicicleta y se acercó a un fueguito que vio. El hombre que estaba junto a él, al ver la camisa flotando en el aire, salió corriendo del susto, montó en su caballo y se fue. Pero el fuego se quedó. Lucía hermoso, rojo y brillante. La camisa se acercó al sentir el calor. 22
Si el fuego la tocaba ... ¡iba a morir! Peligrosamente, se acerco más. Más... Más… El fuego hacía ruidos extraños y por momentos abría su boca luminosa. Pero en ese momento, una lluvia inesperada, fresca con sus hilos de agua, apagó el fuego bocón que se durmió todo mojado sobre su cama de cenizas. Otra vez, bicicleta y camisa se pusieron en marcha. Y al hacerlo, la camisa oyó, con los oídos del tronco viejo del roble, la voz de la lluvia que se alejaba: -Por aquí...por aquí...- Y al decir esto, señalaba con un largo dedo de agua un camino que antes no estaba. La noche abrió su caja y soltó las estrellas. Las luciérnagas se subieron a la camisa y la habitaron como una casa. La bicicleta roja se convirtió en bicicleta-viento para llegar más rápido. Cuando por fin llegaron al pueblo, la gente dormía. Inmediatamente, la camisa soltó las voces de las hojas del roble y todo el perfume de la noche que le había regalado el árbol. Por esta razón tan poética, la gente se despertó, abrió las ventanas y la vio. Venía blanca, iluminada por miles de bichitos de luz, graciosa y risueña sobre la bicicleta roja. Traía los brillos de la noche y del agua.
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Ladislao, muy feliz, la abrazó fuertemente y enseguida se la puso. Después dijo: -¡Vamos a festejar! Todo el pueblo se fue a la plaza, donde la orquesta tocó maravillosamente bien una canción que se llamaba "La camisa está viva". Y un pajarito rojo llevó la canción hasta el pie del arcoíris.
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EL HUEVITO
Había una vez una rana que encontró un huevito. Estaba tan contenta que le dijo a la tortuga que se hallaba tomando sol: -Tortuga, Tortuga, yo encontré un huevito y a todos mis amigos los invito a comer. La tortuga dijo: -Gracias, Rana. Yo les avisaré. Y se fue caminando, caminando, caminando hasta que encontró al conejo blanco entre unos pastitos verdes y tiernos. -Conejo, Conejo. Vamos a ver, vamos a ver. La rana encontró un huevito y nos invita a comer. El conejo dijo: -Gracias, Tortuga. Y se fue corriendo, corriendo, corriendo, hasta que encontró a la abeja doradita entre unas flores amarillas. -Abeja, Abeja. Vamos a ver, vamos a ver. La rana encontró un huevito y nos invita a comer. La abeja dijo: 26
-Gracias, Conejo. Y se fue zumbando, zumbando, zumbando, hasta que encontró al pajarito azul, jugando en una rama. -Pajarito, Pajarito. Vamos a ver, vamos a ver. La rana encontró un huevito y nos invita a comer. El pajarito azul dijo: -Gracias, Abeja. Y se fue volando, volando, volando, hasta que encontró a la gallina colorada, picoteando un grano de maíz. -Gallina, Gallina. Vamos a ver, vamos a ver. La rana encontró un huevito y nos invita a comer. -¿Un huevito? – preguntó asombrada la gallina -¿Un huevito? Me parece que yo lo conozco … Y se fue muy rápido a la casa de la rana que estaba al lado de la laguna. Allí estaban todos reunidos: la rana, la tortuga, el conejo, la abeja y el pajarito. La rana había puesto la mesa con un mantel blanco y en el medio de la mesa, sobre un plato grande, estaba el huevito que iban a comer. Pero justo, justito en ese momento, llegó la gallina colorada y dijo: Vamos a ver, vamos a ver. ¡Este huevito es mío y nadie lo va a comer! 27
La rana entonces, preguntó: -¿Y como sabemos que es tuyo, eh? A ver … a ver… La gallina colorada se acercó al huevito y le dijo casi en secreto: -“Cloqui, cloqui, clo” – con una voz dulce como una gota de miel. El huevito se movió un poco, hizo criqui, croqui, croqui y se rajó entero. Enseguida un pollito amarillo asomó su cabeza y dijo: -Pío… Pío… -¡Ooooooh! – exclamaron todos - .¡¡Qué lindo es!! Los animalitos felicitaron a mamá gallina que se llevó a su hijo diciendo: -Cloqui, cloqui, clo. ¿No les decía yo? Cloqui, cloqui, clo. Y ustedes preguntarán: -¿Y los animalitos? ¿Qué comieron? ¿Qué hicieron? ¡La rana les hizo una rica ensalada de flores de zapallo! Todos comieron muy felices y después se fueron a dormir conversando y comentando qué lindo es ver nacer un pollito. Y un pajarito turquesa cantó:- Qué lindo es tener una mamá. ☼☼☼☼☼☼☼ 28
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EL CABALLITO DE MADERA
Había una vez un carpintero que se llamaba Bepo. Era también un poco mago, porque hacía sillas que bailaban el tango a la luz de la luna y mesas que cantaban a la luz del sol una canción que se llamaba:”Cómo me gustaría ser un barco y llegar al mar”. Un día, Bepo hizo un caballito de madera muy hermoso. Le puso ojos de vidrio azul, tan azul como las noches de primavera. También le pintó un corazón rojo, tan rojo como el fuego en las noches de invierno. Después le sopló suavemente en el hocico y le dijo: -Te quiero mucho, caballito de mis sueños. Desde que era un niño, quise tener algo así. Siempre estarás a mi lado.-Y se fue a dormir muy contento por lo que había hecho con tanto amor. A la mañana siguiente, cuando Bepo se levantó, ay. Ay,ay,ay. ¡¡ El caballito de madera había desaparecido!! Como se los digo. Así nomás. Preguntó a su vecino si lo había visto. Preguntó al eucalipto perfumado si lo había visto. Preguntó al Gato de Siete Colas si lo había visto.
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Preguntó a la campana de la iglesia si lo había visto. Nadie sabía nada de su precioso juguete. Entonces Bepo, aunque era un hombre grande, se sentó en una silla a llorar. Triste y solo, miró por la ventana. Vio a la luna redonda sentada en su sillita de estrellas y le preguntó: -Luna, lunera, cascabelera, ¿has visto el caballito de mis sueños, el caballito de madera? -Sí-contestó la luna- Yo lo vi. Estaba galopando entre las nubes. -¡¿Adónde?! Pero...¿cómo pudo ser?¡ Yo quiero que vuelva! -No sé si va a volver. Porque tu caballo quiere “andar por el aire y moverse con mucho donaire”. Cuando le soplaste en el hocico le diste vida. Tu caballito habla. Tu caballito vive. -¡Ooohhh!-exclamó Bepo, muy emocionadoPero...¡pero yo quiero...que esté junto a mí! Luna, lunera, cascabelera, ¿podrías decirle que vuelva, que Bepo lo quiere, lo quiere, lo quiere y lo espera? -Ay, no puedo. Porque me tengo que ir a iluminar el otro lado del mundo. ¿Por qué no se lo pides al Pájaro de Alas Celestes que siempre concede los deseos de 31
los buenos? Yo te lo enviaré porque vive acá cerca, en el planeta florido. -¡Sí,sí sí!¡ Por favor!! Y el Pájaro de Alas Celestes voló hasta la ventana de Bepo, en medio de una lluvia de flores blancas. -¿Qué deseas, Bepo? -Quiero que vuelva mi caballito... -Él es libre. Sólo volverá por amor. -¡Yo lo amo más que a nada en el mundo! -Si él también te ama, volverá. -Sí,sí,-dijo Bepo-Si él me ama... El Pájaro de Alas Celestes se fue y Bepo se quedó esperando. Pero no mucho, porque el caballito volvió, cansado de moverse en el aire, con mucho donaire, entre las estrellas que se le subían al lomo. -¡Volviste! -Y sí - contestó el caballo que era un poquito caprichoso.- Yo sólo había salido a dar un paseo. Volví porque en realidad te quiero mucho, y te debo la vida. -Yo también te quiero mucho. La próxima vez...¿ me llevás con vos? -Vamos ahora- exclamó el caballito de los ojos de vidrio azul- ¡Ahora mismo! Se fueron los dos, volando por el aire, libres, rumbo a la luna. Por un rato. Porque al otro día Bepo tuvo que seguir haciendo sillas que bailaran el tango a la luz de la luna y mesas
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que cantaran, bajo el sol, la canción “Cómo me gustaría ser un barco y llegar al mar”. No importa. Aunque él era un hombre grande, todas las noches volaba con su caballito, como un niño feliz. Un pajarito violeta los acompañaba con un silbidito, con un silbidito. ☼☼☼☼ ☼☼ ☼
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UNA FLOR EN EL OMBLIGO
Había una vez un planeta de color naranja. Estaba solo en el espacio inmenso y oscuro. Solo. Solo. Un día, cansado de tanta soledad, suspiró. Era un suspiro cósmico laaaaaargo y profuuuuundo. Naranja. Triste. Solo. Un suspirito solo. Pero lo hizo con tanta fuerza, que le brotó una flor en un lugar cualquiera de su redonda superficie. Digamos... que en el ombligo. Era una flor azul, muy hermosa. El planeta se puso muy contento y comenzó a brillar como un sol de cobre. Al poco tiempo, llegó, no sé de dónde, una mariposa blanca. Parecía de azúcar. A lo mejor lo era. Y se quedó a vivir sobre la flor. No lo olviden. Porque un planeta naranja, con una flor azul y una mariposa blanca, son cosas dignas de ver en cualquier lugar de este universo. Pero lo es más, si una noche, una estrella vagabunda decide quedarse allí con su fueguito de espejo.
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En el espacio, había ahora, no lo olviden, un planeta naranja, una flor azul, una mariposa de azúcar-a lo mejor lo era- y una estrella espejito. Desde la Tierra, el planeta azul donde vivimos, los sabios vieron, con un poderoso telescopio, todo lo que había sucedido. -Allí falta alguien-dijeron- y enviaron un astronauta con un pájaro en el hombro. El planeta se puso más contento y brilló como un sol de oro. No lo olviden. El planeta al que le brotó una flor en el ombligo. -¡Yo quiero ir!- dijo una mujer de la Tierra. Y allá fue. Llevó una canción guardada en su boca y la soltó al llegar. Entonces ocurrió algo maravilloso. El planeta naranja que tenía, no lo olviden, una flor azul, una mariposa de azúcar-a lo mejor lo era-una estrella espejito, un astronauta con un pájaro en el hombro y una mujer con una canción, se llenó de palabras. PALABRAS GRANDES y palabras chiquitas. Palabras que dieron vueltas a su alrededor, llenaron los huecos y se derramaron por el suelo, subieron por el aire y flotaron en el espacio, cubriéndolo todo como una dulce cáscara iluminada. Faltaba una sola palabra que entró justito entre los corazones de los astronautas: AMOR
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Esa palabra ocupó toda la cabeza del astronauta con el pájaro en el hombro. Y ocupó toda la cabeza de la mujer que cantaba la canción. Después ocupó todo el planeta naranja, que tenía, no lo olviden: una flor azul que le brotó del ombligo, una mariposa de azúcar-sí lo era-, una estrella espejito y dos astronautas enamorados. El planeta brilló y suspiró otra vez. Pero no se asusten. Esta vez, fue un temblor de ternura. Así. Con tan poco y con tanto, el mundo empezó de nuevo. No lo olviden. Hay también un pajarito amarillo que llegó ayer. Y no deja de cantar. No lo olviden. ☼☼☼☼ ☼☼ ☼
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EL MANTEL MÁS LARGO DEL MUNDO
El camioncito rojo llegó al pueblo a la hora en que el cielo se pone color de rosasol y se desata la magia como un hilito que viene y va. En ese momento, dando tumbos y cubierto por la arena del camino, envuelto en una luz rosada, apareció el camioncito rojo. Tránquete trúnquete, todo destartalado y viejo. Tránquete y trún. Se le cayó un paquete. Ay, un paquete en la arena. -¡Señor!- llamó Evelina, la joven de cabellos rojos como un río de fuego. -Se le cayó ...un... Pero el dueño del camioncito no la podía oír. Tránquete trún trún tirumpincún trún. Parecía una máquina de moler tornillos. Evelina corrió y corrió para entregar el paquete a su dueño, pero el camioncito marchaba muy rápido, envuelto en una extraña luz rosada. A pesar de sus esfuerzos, Evelina no lo alcanzó. El camioncito desapareció en un remolino de arena y sol del atardecer. Parecía que volaba y subía por entre las nubes liviano como un globo.
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Porque no se olviden que era la hora en que se desata la magia como un hilito que viene y va. A Evelina le gustó ver un camioncito entre las nubes rosadas y se quedó un ratito con la boca abierta, observando la maravilla. Después, llevó el paquete a su casa y lo guardó en el armario con flores de lavanda. -Cuando el camioncito vuelva, se lo devuelvo a su dueño. - pensó Evelina Tan Buena. Pero pasó un día y dos y tres y quince y veintisiete y sesenta noches y un día más. Del camioncito... ni rastros. Nadie sabía nada. Ni siquiera lo habían visto pasar. -Imposible-decía Evelina. Era así, así, así. Lo envolvía una luz extraña...flotaba en el aire rosasol... No,no,no-contestaban todos-. Estabas soñando. Vos soñás con los ojos abiertos. -Pero...-protestaba Evelina, la de los cabellos como río de fuego-.Si tengo el paquete que... Pero nadie escuchaba. Y Evelina abría el armario perfumado con flores de lavanda y miraba el misterioso paquete, esperando que regrese su dueño. ¿Y la magia que se desata como un hilito que viene y va ? 40
No se apuren, que ya comienzan a suceder cosas raras. Una tardecita, Evelina pasó por delante del armario y escuchó ruidos. Fusssssflop...Fussssflip... Lentamente abrió las puertas del armario con flores de lavanda y vio sorprendida que el paquete se había abierto solo. ¿Solo ? Sí, solo. Y¿ saben lo que había adentro ?¿ Saben ? No, no lo saben. Entre los papeles arrugados aparecía una caja.¡ Una caja ! Ajá. Esto se pone interesante. Una caja con tapa y moño siempre es un misterio. Pero lo es más si el moño se desata solo. ¿Solo ? Sí, solo ! El moño se desata, la tapa se corre y ... Evelina miraba con la boca abierta y los ojos grandes de uvas maduras. Del interior de la caja, salió volando algo blanco y delicado que se quedó flotando sobre la cabeza de Evelina como una nube de seda. ¿Era una paloma? No. Era una tela blanca, suave, liviana, que flotó un momentito cerca de la ventana y se llenó de luz rosasol. 41
Después se acomodó con toda tranquilidad sobre la mesa, como un mantel gigante y mimoso. -Oh-dijo Evelina, la de los cabellos como río de fuego-.Nunca tuve un mantel así. Lo acarició con sus dedos y el mantel levantó una de sus manos de tela y la saludó con cariño. -¡Está vivo !-exclamó Evelina. El mantel levantó dos manos de tela-tiene cuatro-, y le dijo que sí. Ah, cómo se desata la magia como un hilito que viene y va. -¡Qué lindo sería pintarte unas flores del campo !dijo Evelina entusiasmada. El mantel levantó tres manos de tela-tiene cuatro- y casi baila sobre la mesa. Evelina entendió que lo mejor que podía hacer, era pintarle unas flores. Unas poquitas, nomás. Dos. O tres. A lo sumo cuatro. Por eso no se iba a molestar el dueño. No. Por qué. Y comenzó la tarea de pintar el mantel. Pincel y pintura. Pintura y pincel. Al principio eran unas pocas flores. Después...muchas más. Con ramitas verdes que subían y bajaban. Con mariposas de alas azules. Con bichitos colorados que hacían cosquillas en los dedos.
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Parecía que al mantel se le había caído la primavera encima. El mantel estaba tan contento que todos los días flotaba un ratito cerca de la ventana, para llenarse de luz rosasol. Y Evelina pintaba y pintaba todo el día. Con amor. Con mucho amor. Cuando llegaba la tardecita, Evelina, la de los cabellos como río de fuego, se sentaba a mirar el sol rojo y esperaba que pasara el camioncito. Que no pasaba. Para nada. Un día, Evelina le dijo al mantel : -Si crecieras y fueras un mantel largo, largo, todos mis amigos, que son pobres como yo, podrían tomar su sopita caliente sobre un mantel florido. Y eso les alegraría el corazón. Porque también nos ponemos contentos con lo que vemos. Y con lo que compartimos. El mantel levantó sus cuatro manos de tela-tiene cuatro - y le acarició la cara con dulzura. Entonces sucedió lo extraordinario. Un buen día, el mantel se puso a crecer y a crecer. Tanto, que puesto sobre la mesa, caía elegante como un vestido de novia. Una semana después, llegaba a la puerta del comedor. A la semana siguiente, ocupó toda la casa, bajó por la escalerita de ladrillos y salió al jardín.
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Cuando el mantel llegó a la calle y creció tanto que alcanzó el camino principal, Evelina pintó la última flor y un unicornio celeste. También una luna amarilla, treinta y tres ovejitas, una panadería, una iglesia con vidrios azules y un árbol con manzanas jugosas. Entonces salió todo el mundo a ver qué era esa blancura que se metía por todas partes y ondulaba con el viento como una sábana gigante. ¿Qué es esto, Evelina? -preguntaban. Pero Evelina no podía responder tratando de detener el mantel que se iba, que se iba como un suspiro, bailando en el aire con su mundo de colores. Entonces... Tránquete...tirín, tracatún...volvió el camioncito rojo entre nubes de arena y esa extraña luz rosada que lo rodeaba. Pirumpicún. Pum. Sopló y resopló y se detuvo. De él descendió un joven alto, con sombrero de paja y unos ojos color de moras. Sombrero de Paja se acercó a Evelina, la de los cabellos como río de fuego, y preguntó: -¿Encontró usted un paquete que...? -Sí,sí,sí, - respondió Evelina asustada, mientras el mantel era un techo blanco por donde pasaba el sol, arriba de la cabeza de todos. -Verá, Señor Sombrero de Paja. Yo...en realidad, quise hacer un bien. Yo...de ninguna manera, me quise quedar con su mantel de maravilla. Yo...
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Y Evelina explicó cómo había sucedido todo, sin olvidar un solo detalle. -La tela es mágica-contestó Sombrero de Paja- y yo soy mago. -¡OOOOOOOOHHHHHHHHH !-exclamaron todos. -El mantel está vivo. Viene de las colinas felices donde el lino crece como cabellos azules. Y buscaba una persona buena que lo quisiera y lo hiciera crecer, con amor, con mucho amor. -Ah, ya comprendo -dijo Evelina- el mantel crece y crece de felicidad. -Así es. Pero sólo cuando es amado. -Como nos pasa a todos,¿ no? -señaló Evelina con una sonrisa de campanita. El mago la miró y creyó oír música de violines que bajaban por el aire dulzón. -Bien...este...joven Evelina...en realidad, yo andaba buscando una persona así, tan maravillosa como usted, que ha podido realizar...este...esto...por eso dejé caer el paquete cuando la vi y...la felicito por lo que ha hecho y... Sombrero de Paja se sacó el sombrero y ya no le salió ninguna palabra más. -Gracias, Señor Sombrero de Paja, digo Mago del Mantel, digo, Mago que hace telas Mágicas de los Linares Azules, digo, Hombre del Camioncito-contestó Evelina admirada.
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¿Se acuerdan que ésta era la hora en que se desata la magia como un hilito que viene y va? Bueno, ya van a ver. -Señorita Evelina, la de los cabellos como río de fuego,...este...¿quiere casarse conmigo?-dijo el Mago enamoradísimo de Evelina Tan Buena. Evelina lo pensó, lo pensó y después con una sonrisa de campanita dijo que sí. La fiesta del casamiento se realizó en pleno campo, con el mantel sobre el pastito y la gente sentada en el suelo comiendo pan casero con miel. Y el mantel, feliz, seguía creciendo, creciendo, envolviendo a todos: los que tenían hambre, los que tenían frío, los que estaban tristes y los que estaban solos. La última maravilla fue que también se llenó de palomas y dio la vuelta al mundo como un abrazo de amor. Y un pajarito naranja, con su violín, dice que este cuento, llegó a su fin. ☼☼☼☼ ☼☼ ☼
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HISTORIA DE UN BESO PERDIDO
Una mañana, Abuela encontró un beso perdido en la vereda de su casa. -Se lo llevaré a Eugenia, mi nieta, porque la quiero mucho. Y caminó hasta la plaza, donde Eugenia se hamacaba tan alto que tocaba el cielo. -Te doy este beso, que es un besito perdido que encontré en la vereda de mi casa. Tienes que regalárselo a alguien que quieras mucho, porque beso perdido, cuando se da, es musiquita que alegra el corazón. -¡Gracias! ¿Y a quién se lo daré yo? Ah, ya sé. Se lo llevaré a… ¡Paloma Señora, porque siempre currucucanta en mi ventana! Y allá se fueron. Abuela y Eugenia, con el beso perdido hasta el palomar. Allí estaba Paloma Señora, paseando muy oronda con vestido de cola. -Te doy este beso, que es un besito perdido que me dio Abuela, que encontró en la vereda de su casa. Tienes que regalárselo a alguien que quieras mucho, porque beso perdido, cuando se da, es musiquita que alegra el corazón. -¡Gracias! ¿Y a quién se lo daré yo? Ah, ya sé. Se lo llevaré a Mili, que es una nena muy buena que siempre me canta al anochecer una canción de luna y estrellas. 48
Y allá se fueron, a la casa blanca de Mili, que tiene una ventanita azul, por donde siempre se asoma Paloma Señora. -Mili, Mili-,dijo Palomita. – Te doy este beso , que es un besito perdido, que me dio Eugenia, que le dio Abuela, que encontró en la vereda de su casa. Tienes que regalárselo a alguien que quieras mucho, porque beso perdido, cuando se da, es musiquita que alegra el corazón. -¡Gracias! ¿Y a quién se lo daré yo? Ah, ya sé. Se lo llevaré a Panadero porque siempre me regala ricas masitas con dulce de membrillo.. Y allá se fueron, Abuela, Eugenia, Paloma Señora, Mili y el beso perdido, hasta la panadería donde estaba Panadero haciendo pan redondo y bien crocante. -Te doy este beso, que es un besito perdido que me dio Paloma Señora ,que le dio Eugenia, que le dio Abuela, que encontró en la vereda de su casa. Tienes que dárselo a alguien que quieras mucho, porque beso perdido, cuando se da, es musiquita que alegra el corazón. -¡Gracias! ¿Y a quién se lo daré yo? Ah, ya sé. Se lo llevaré a...una persona que yo conozco...y que quiero mucho. -Hum- dijo Abuela-. Me parece que usted...¡es Panadero Enamorado! -Así es- contestó él y le brotó una margarita en el pecho sobre el delantal lleno de harina.
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Allá se fueron todos: Abuela, Eugenia, Paloma Señora, Mili, Panadero Enamorado y el beso perdido. Pero en ese momento pasó Viento Revoltoso y en un suspiro verde se llevó el beso quién sabe dónde. -Oia. Ahora,¿ qué hacemos?-dijeron todos. Y se sentaron a pensar debajo de un árbol. Pero Viento Revoltoso, que sólo había ido a dar una vuelta a la manzana, volvió y en otro suspiro verde dejó caer el beso perdido en la vereda. Porque todo beso perdido es volvedor. -¡Ahí está!- dijeron los cinco y Panadero Enamorado se apuró a guardarlo en el bolsillo del delantal entre confites y azúcar negra. Después, Abuela, Eugenia, Paloma Señora, Mili, Panadero Enamorado y el besito perdido -ah, y también Viento Revoltoso que ahora era Viento Cariñoso-, se fueron caminando hasta la escuela, donde la maestra del Jardín de Infantes estaba con sus alumnos, dibujando el mundo sobre una hoja de papel blanco. -Te doy este beso porque te quiero mucho. Es un besito perdido que me dio Mili, que le dio Paloma Señora, que le dio Eugenia, que le dio Abuela cuando lo encontró en la vereda de su casa. ¡Y que casi se lleva Viento Revoltoso, digo, Cariñoso! Tienes que regalárselo a alguien que quieras mucho, porque beso perdido, cuando se da, es musiquita que alegra el corazón.
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Lucy, así se llamaba la maestra, dejó de pintar el cielo color naranja, se quedó muda, mudita de asombro y bajó los ojos colorada de vergüenza. Después dijo, mientras pintaba el río color violeta: -Usted me regala un beso perdido y yo le regalo un beso pintado, porque también lo quiero mucho. Y como estaba muy emocionada, le pintó un beso con pintura roja en el delantal de Panadero Enamorado. También alcanzó a pintar un arcoíris, mientras los dos se miraban a los ojos. Bueno-dijo Abuela-, éste ya no es más un beso perdido. Terminemos entonces de pintar el mundo. Y se pusieron, entre todos, a pintar ventanitas de colores. Y un pajarito verde guardó los besos perdidos en una cajita mágica. Para abrirla cuando hay que dar amor. ☼☼☼☼☼☼☼
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LA PARED DE LOS SUEÑOS
Había una vez un hombre que pintó una pared toda de blanco. Parecía una gran sábana colgada de una soga invisible para que la seque el viento. Cuando terminó de pintarla, la miró. Le pareció hermosa. Pero a la pared le faltaba algo. Entonces el hombre soñó, con los ojos abiertos, un sueño celeste. En ese sueño, él era un pintor que flotaba liviano, liviano, cerca de la luna. Era un hombre blanco en un sueño celeste. Él era el pintor Marc Chagall. ¡Sí!¡ Él era el famoso pintor ruso que soñaba flotar en la luna!. Le pareció tan hermoso que pintó el sueño en la pared de su casa. Y dijo: - Yo soy Marc Chagall. Siempre quise ser pintor y pintar algo así. Y le puso un cartel que decía: NO TOCAR Después se fue.
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Allí quedó la pared, linda, muy linda, con su vestido de cal bajo el sol de la mañana. Y la pintura de Chagall. Un sueño celeste de hombre y luna. Hasta que pasó Filemón, el carpintero. Y vio la pared tan blanca, tan limpia, tan de azúcar y limón... Y vio el sueño celeste. Y el hombre blanco flotando cerca de la luna. Entonces él también sintió ganas de dibujar su sueño. Al fin de cuentas, todos los tenemos. Entonces, sacó un lápiz negro del bolsillo. Su lápiz de carpintero. -Siempre quise tener un perro como éste- dijo- y dibujó un perro con ojos de carbón. Después se fue rapidito para que nadie descubriera lo que había hecho. Cuidado...que me parece que vuelve el pintor. ¿Viene? ¿Viene? No, no viene. Al rato, pasó Rosalinda, la modista. Y vio la pared tan blanca, tan limpia, tan de azúcar y limón... Y vio el sueño celeste y el perro negro. Allí nomás sacó sus tizas de colores y dibujó un vestido que parecía hecho para una reina
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-Siempre quise hacer un vestido así-dijo- y desapareció por la esquina del viento para que nadie la viera. Me parece...que vuelve el pintor. ¿Viene? ¿Viene? No, no viene. Después de la modista, pasó Hugolino, el panadero. Rápidamente, con los colorantes para tortas, dibujó un pan flauta que cantaba. Y se escapó por la esquina de los grillos para que nadie oyera sus pasos. También pasó Carmelo, el zapatero y dibujó dos zapatos con alas. Cuidado...me parece que vuelve el pintor. ¿Viene? ¿Viene? No, no viene. Pasó después Juanita y dibujó un barco con un río que se escapaba por el camino. Pasó Edelmira y dibujó un árbol con la luna colgada de una rama. Pasó Caledonio y dibujó una ventana abierta por donde se veían las estrellas. Pasó Lupe y dibujó unos cabellos largos y rojos que ocupaban todo el largo de la pared. Me parece... que se acerca el pintor. ¿Viene? ¿Viene? 55
No, no viene. Al ratito pasó Eugenia, dibujó un osito bebé y se escapó corriendo. Ah, y también pasó Ernesto el herrero y dibujó un gallito veleta con la cola enrulada. Pasó Ludmila, la maestra y dibujó muchas escuelitas con techito colorado, llenas de libros y de flores. Pasó Mariela, la médica y dibujó muchas tacitas de leche para los nenitos con hambre. Pasó un hombre feliz y la llenó de campanas que sonaban con el viento. Así: Tan Tilín Tilón Tilín Tan Pasó también Juanito Laguna, un niño pobre pintado por el pintor Antonio Berni. Un niño hecho de pintura y todos le preguntaron: -¿Cuál es tu sueño, Juanito? Y él contestó: -Soñar. Seguir soñando que nunca dejaré de soñar. Jugar y soñar que nunca dejaré de jugar. Y dibujó un barrilete mariposa. Como todos querían dibujar y ya no entraba ni una raya, los dibujos se encimaban, se pisaban y se pellizcaban. Así, así, así. 56
La pared ya no era blanca, ni limpia, ni de azúcar y limón. Y el sueño celeste del pintor estaba rodeado de otros sueños de colores . Los dibujos del pueblo que sueña. Cuando todos los dibujos parecían un laberinto de ideas... en ese momento...en ese preciso momento... ¡¡¡¡volvió el pintor!!!! Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhh -¡¿Qué es esto?!-dijo sorprendido- ¿No vieron el cartel que decía "NO TOCAR?" Y diciendo y haciendo, sacó un pincel y un balde con pintura para pintar de nuevo la pared, toda, todita de blanco, menos su sueño celeste alrededor de la luna. ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!! -pidieron todos con caras que daban lástima. -Son nuestros sueños- aclaró un poeta que había escrito un poema con lápiz de madera perfumada. . -¡Pero ésta es mi pared!-dijo el pintor Marc Chagall. Y yo también he soñado toda mi vida con ser pintor y pintar un sueño celeste sobre una pared blanca y sola..En ese sueño, yo floto liviano sobre la luna como un hombre feliz. -Y ahora...¿qué hacemos?- dijeron todos haciendo pucheros. -No sé, dijo el pintor-. Pero yo ya se las presté un rato largo- Y se le cayó una lágrima gris sobre el zapato ruso.
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-Bueno, bueno, cosamos todos los sueños con hilodijo la modista- y los guardamos en un costurero. -No, mejor los ponemos en una canasta-propuso el panadero. -No, quizá podamos encerrarlos en un armario-dijo el carpintero. -No, es mejor hacer una reja para que no se escapen- agregó el herrero. -¡¡Basta!!- exclamó la maestra-. Y propuso, con una sonrisa: -¿Y si los hacemos realidad? Y diciendo y haciendo bajó el árbol de las mandarinas celestes y lo plantó en la calle. Bajó las escuelitas y las llevó al campo debajo del arcoíris. Todos hicieron lo mismo y bajaron todos los sueños de la pared y se los llevaron a su casa. Cada uno fue dueño de lo que soñó y fue feliz. ¿Y Juanito Laguna? Se fue volando en su barrilete mariposa por el cielo de Buenos Aires. ¿Y el pintor Marc Chagall? Se quedó con la pared blanca y su sueño celeste con el hombre blanco, flotando liviano, liviano. A su sueño le puso un nombre: “El pintor: a la luna". Después se fue a su casa a seguir soñando. Con los ojos abiertos. Como lo hacemos todos. 58
Y un pajarito de estrellas se durmió sobre su cabeza y lo acompañó para siempre. ☼☼
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CASAFLOR
Una mañana, paseando por el campo, encontré un camino que nunca había visto antes. Era tan angosto que parecía dibujado con un pincel. Y lleno de curvas que se perdían en un campo de margaritas. Sin pensarlo mucho, lo seguí. Las margaritas me cubrían la cabeza cuando el camino entró por un bosquecito de lapachos rosados. Después dio vueltas alrededor de un ceibo en flor...y me dejó frente a una casita blanca. La casa estaba sobre una colina verde. En sus paredes blancas de cal dormía una madreselva y en la puerta, unas flores de zapallo abrían sus ojos amarillos. Entré sin llamar. No sé por qué. Cuando abrí la puerta, una nube de mariposas salió a recibirme. Moví mis brazos y conseguí alejarlas. Pero no a todas. Una siguió aleteando en la punta de mi nariz. La casa era tibia como un nido y había olor a naranjas y limones. -¿Le gustan las mariposas? ¿Y los soles rojos de los atardeceres? ¿Y el jugo de naranja con jazmín? ¿Quién había hablado? ¿De quién era esa voz finita como un hilo? 60
Un poco asustada, me di vuelta rápidamente y la vi. Era una viejecita muy risueña y vivaracha. Tenía ojos color miel, cabellos blancos y un delantal almidonado. -¿Quiere un buñuelo? ¿Le gusta hamacarse en un sillón de mimbre? ¿Y masticar tronquitos de hinojo? ¿ Le gusta también hablar con los títeres? -Claro, claro- respondí sorprendida. -Ya me parecía, ya me parecía- agregó mientras me alcanzaba una taza de té. Como sus manos temblaban un poco, la tacita hacía clin-clin-clin sobre el plato, como si fuera una música china. -Me llamo Azalea. ¿Quiere dejar su cartera? -Este ...sí, por supuesto. -Désela al perchero. Está tan solo el pobre. -¿Se la doy? -Claro, él no se la pide porque no sabe hablar. Es muy tímido. Puse mi cartera en el perchero, el cual tenía puesto en lo alto un sombrero de paja. Ante mi asombro cada vez más grande, el perchero movió sus brazos levantando el sombrero como saludándome, y luego alargó uno de ellos y me tomó la cartera con toda delicadeza. -¡Qué educado!-dije. -Lo aprendió en un libro que se llama "Cómo ser un buen perchero y no aburrirse". -Aaahhh...
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-¿Ya conoce a mi gata Portulaca? Es muy elegante y flaca. Es la novia de Jazmín, el gato que toca el violín. Como creí que se trataba de una broma, acerqué mi mano a la hermosa gata de color gris que me miraba como diciendo "y vos de dónde saliste", y sonriendo, dije un "encantada, señorita". La gata estiró una de sus patas hasta tocar mi mano y saludó con una cortés inclinación de cabeza. A esa altura de los acontecimientos pensé "o aquí estamos todos locos o esta casa es mágica". -Esta casa es mágica-explicó la viejita como si leyera mis pensamientos-. Funciona con la imaginación-siguió diciendo mientras se tocaba la cabeza con la azucarera, de la que salía, ahora, un humo lleno de estrellitas. -¿Le gustó mi té de rosas? Desde que le agrego gotas de luna, sale riquísimo. Me pareció maravilloso encontrar una casa mágica y un perchero "vivo", una gata educada y una ancianita con nombre de flor. Así que decidí quedarme todo lo que pudiera. De esa manera conocí a Solcito, el canario que vivía en un árbol al lado del piano. También a Petunia, la tortuga que comía zapallito tierno a la hora del té. Doña Azalea me contó que por la casa habían pasado muchos escritores y poetas. Y cada uno le había regalado algo. Algunos habían escrito sobre las paredes, otros colgaron papeles en las puertas. Alguien 62
había escondido un poema dentro de una tetera y otro había dejado una adivinanza sobre un vidrio empañado. Por toda la casa había palabras hermosas. -Las palabras son como flores que brotan de las paredes y perfuman el corazón. Por eso la casa se llama Casaflor. Usted también puede escribir lo que quiera. ¿Se va a quedar? -¡Sí!-contesté entusiasmada, mientras la gata me miraba de reojo. Me quedaría en Casamágica, Casaflorida o Casaflor, como se llamase. Y a pesar de las miradas de la gata flaca. -Bueno, bueno. Así me va a ayudar a resolver el problema. -¿Problema? ¿Cuál problema? -Es que... hace un tiempo...no sé...están desapareciendo cosas. -¿Qué cosas? -Y...palabras. -¿Cómo palabras? -Sí. Faltan palabras de los cuentos, de los poemas. Y las palabras más lindas. Alguien se las lleva. Pensé que a lo mejor se borraban con el tiempo, pero después recordé que allí todo era mágico y dije: -Sí. Alguien se las lleva. -Y lo peor, lo peor de todo es que, anoche, también desapareció la muñequita. -¿Qué muñequita?
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-Y cuál va a ser. La que vivía sentada en su sillita, sobre la cajita de música. -¡¿Vivía allí?! -Y claro, pues, dónde iba a ser. Estaba sentada lo más tranquila, siempre, con su carita hermosa, su moño y sus zapatitos de charol. Todos los días cantábamos juntas "Pisa pisuela color de ciruela". Y yo le daba agüita de azahar para que no tuviera sed. Y a veces, sólo a veces, yo la sacaba a pasear por el jardín, cuidándola del viento, usted sabe que, se la puede llevar de un soplón. Pero después ella volvía solita a la cajita de música y se sentaba en su sillita sin decir ni pío. A doña Azalea se le cayeron dos lágrimas sobre su carita arrugada y yo me puse muy triste. -¿Y si llueve? ¡Ay, si llueve!- se lamentó sacando su pañuelito con puntillas del bolsillo de su delantal. Junto con el pañuelo salieron las mariposas que aletearon sobre nuestras cabezas antes de entrar en la azucarera. -¿Por qué se habrá ido, Portulaca?-dijo mirando a la gata que ponía cara de "a mí que me interesan esas cosas". -Yo la voy a ayudar. No se aflija tanto, doña Azalea. Ella suspiró y lloró otro poquito como para llenar una ollita mediana. Después dijo "gracias" y se quedó dormida como una santa, que bien lo era.
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Y esa noche, nos preparamos para atrapar al ladrón. Nos escondimos detrás del piano y esperamos en la oscuridad. De pronto...sentimos un ruido. Cruqui-criqui-cruqui. Criqui-criqui. Cruqui... Criqui... Criqui. Cri. -¿No le dije yo?-susurró doña Azalea y su voz en el silencio de la noche se oyó en toda la casa. -Ssshhh...-le indiqué-.Silencio...Me parece que alguien abrió la puerta. Miramos esperanzadas para ver si descubríamos algo, pero sólo un rayo de luna había entrado por una rendija. Algo oscuro se movía cerca de allí. Y otra vez el ruido. Cruqui. Criqui- criqui. Cruqui-cric-cruqui. Después...nada. Silencio. -¿Qui...an...iiii...iii?-dijo doña Azalea temblando. Creo que quiso preguntar "quién anda ahí". La gata estaba inquieta y cuando gritó: ¡¡¡Miauuuuuuu!!!...a las dos se nos erizaron los pelos de la nuca. 65
Después, otra vez el silencio. Y entonces lo vi. Era algo chiquito que había quedado sobre el piso de madera. Me acerqué despacito, despacito y lo tomé entre mis manos. -¿Qué es? ¿Qué es? -Es...es...un violín. -AAAAHHH...un ...vio...¡Ajá! ¡Un violín! ¡Vamos para el jardín! ¡ Y creo saber quién es el sospechoso! Y allá fuimos. Doña Azalea casi corría delante de mí. Llegamos así al pie del ciruelo y allí estaba. Sí, sí, allí estaba el ladrón. Ustedes pensarán que era el gato Jazmín. ¡No! Absolutamente, no. Nada de eso, pobre inocente. ¿Y quién era, entonces, el ladrón? ¡Pues nada más ni nada menos que un... grillo! Doña Azalea comenzó a decirle un montón de cosas al animalito, quien se tapaba la cara con un trébol. -¿Y las palabras hermosas como una rosa? ¿Y la muñequita de papel, que sueña debajo del laurel? El grillo, avergonzado, abrió la puerta de su casa que estaba al pie del árbol, y apareció la muñeca con su carita rosada, su moño y sus zapatitos de charol. Entonces el grillo habló y dijo: -Las palabras eran para ella. Yo la quiero mucho...Con esas palabras y mi música, yo compuse unas canciones de Lira-Lirín, Lira-Lirón y se las canto
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debajo del limonero, a la luz de la luna, carita de tuna. A ella le gustan mucho. La muñeca se puso toda colorada y se escondió detrás de una matita de hierba, con silla y todo. El resultado fue que al romántico ladrón se le perdonaron todos sus robos, porque como se casó con la muñequita, quedaba mal que al novio se lo llevaran preso el día de la boda. Las palabras volvieron a su lugar y yo...bueno, yo me pasé unas vacaciones lindísimas con doña Azalea, con su perchero vivo, con el canto de Solcito y con Jazmín, el gato. ¿Y Portulaca, la gata flaca? Ah, no. Con ella, no. Siempre me miraba con cara de "ésta que está haciendo aquí". Pero no es nada. Porque yo le contestaba con otra mirada que decía "a mí que me importa". Y así todos estábamos en paz. Un pajarito dorado terminó esta historia, diciendo: -Casaflor… Casaflor…¿dónde estará mi amor? ☼☼☼☼ ☼☼ ☼
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LA CHIRUSA
Había una vez una yegüita que se llamaba Chirusa. Vivía en el campo verde lleno de flores azules de alfalfa. Cuando salía el sol, comía pastito verde mojado por el rocío. A la tardecita, se bañaba en el río. -Croac, croac- decían las ranitas. La Chirusa está más linda que una flor. Cuando llegaba la noche, la Chirusa miraba la luna cara de tuna. Y decía: Luna lunera, cascabelera. Ay, dile a un caballito, por Dios que me quiera. -Croac, croac- decían las ranitas. La Chirusa busca novio. Un día vino un caballito blanco y le dijo: -Chirucita, ¿querés ser mi novia? - No, no y no- contestó ella. -No quiero. Yo quiero vincha y pañuelo de lindo color celeste y un vestido hecho de plumas me cueste lo que me cueste. 69
Otro día vino un caballito tostado y le dijo: - Chirucita, ¿querés ser mi novia? -No,no y no-contestó ella.-No quiero. Dejá de cantar, tostado, que me estás atormentando; andá a cantarle a tu abuela, decile que yo te mando. Pero una mañana, llegó un caballito negro como la noche y le dijo: -Chirucita, Chirucita, botón de pitiminí, si no estás enamorada enamorate de mí. La Chirusa dijo: -No, no, no quiero. Entonces el caballito negro dijo: -Chirucita, mi princesa, carita de linda flor, yo te doy pastito tierno y también te doy mi amor. Y la Chirusa se enamoró, nomás. Se casaron a la luz de la luna, cara de tuna. Y a la Chirusa le creció, poco después, un potrillito en la panza. -Croac, croac-decían las ranitas. –La Chirusa va a ser mamá. 70
Y al poco tiempo, nació un potrillito hermoso. Era negro, con una mancha blanca en el lomo. Por eso, lo llamaron Poncho Roto. La mamá Chirusa le cantaba canciones a la luz de la luna, cara de tuna. -Croac, croac-decían las ranitas. ¡La Chirusa es tan feliz! Como todos estaban muy alegres, todos cantaban: Nos gusta el campo muy verde porque es color esperanza. Pero más la torta frita porque nos llena la panza.
Un pajarito color calabaza, bailaba y bailaba, cantando en la plaza. ☼☼☼☼ ☼☼
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Mensaje de la autora a los niños lectores de este libro.
*Visita mi página webb: www.mariagallassia.com.ar *Escríbeme: e-mail: mariagallassia@gmail.com Muchas gracias. Te espero. ¿Te envío una mariposa azul? ¿O un pajarito escarlata? María Guadalupe Allassia
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