Consolidar el valor de la tolerancia en nuestra sociedad requiere una importante labor de educación, aprendizaje y comunicación constante. Una educación para la tolerancia implica comprender y analizar los motivos culturales, sociales, económicos, políticos y religiosos de la intolerancia, es decir, las raíces principales de la violencia y la exclusión; implica asimismo reconocer que la intolerancia nace de la ignorancia y del miedo: miedo a lo desconocido, al otro, a culturas, naciones o religiones distintas. Por lo tanto, es necesario que se implementen políticas y programas educativos que contribuyan al desarrollo del entendimiento y la solidaridad entre los individuos y entre las naciones.
Disciplina El establecimiento de normas y límites para realizar un trabajo eficiente en el aula, que debe ser abordado desde el enfoque multicausal. Es de-cir, se parte de la visión de que la disciplina no es responsabilidad de un solo actor, aspecto o variable, por lo tanto, se debe analizar la diversidad de aspectos o factores que le afectan. Así lo afirma Abarca (1996), quien expresa que la disciplina se origina en tres fuentes: Centro educativo Ambiente familiar y social Estudiante Es en el entorno familiar donde se marcan las primeras conductas que el niño deberá apropiarse, de igual manera estas se quedan muy arraigadas a lo largo de las etapas del desarrollo de los hijos, desde la manera de expresarse dentro y fuera de la casa, con desconocidos, familiares, amigos, de igual manera los hábitos y actitudes que adquirimos forman parte de esta disciplina y cuando se llega a la adolescencia es cuando estos comienzan a cuestionarse, modificarse e incluso abandonar algunos, por ello, la tolerancia implica un papel esencial, pues es esta la que ayuda a relacionarse con ideas o comportamientos ajenos a los ya establecidos dentro del hogar, ayudando a relacionarse con aquellos que forman parte de la vida de los hijos.
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